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Universidad Tecnológica de Honduras

Tarea
Primer Parcial

Derecho Mercantil II

Catedrático;
Lic. Héctor Danilo Cartagena Gamero

Alumno;
Ramón Edgardo Trochez Fúnez
238103036

Santa Bárbara, Santa Bárbara 13 de Febrero del 2019


INTRODUCCCION

Con el presente trabajo, se quiere hacer un preámbulo del origen de los títulos
valores, que nos permitirá saber el porqué del surgimiento de estos y la importancia
que han tenido durante la historia y hasta nuestros días en el derecho, así mismo
menester es darle prelación a este tema con un estudio serio para mayor
comprensión, y así poder desarrollar la problemática que nos plantea el área de
títulos valores, que es comprender todo el proceso evolutivo; y remitiéndonos a su
historia podremos encontrar respuesta a muchas preguntas que pueden surgir
respecto a títulos valores.
Debido a los cambios significativos que han presentado respecto en nuestro medio
a la terminología de los títulos valores es importante hacer algunos comentarios al
respecto:

La Historia del Derecho Cambiario surge en la Italia Medieval, con el origen de la


letra de cambio, concebido como contrato de cambio trayecticio, hasta los que
perciben su naturaleza jurídica referida a un surgimiento y desarrollo autónomo.

La primera denominación que se conoció de estos papeles fue la de efectos o


papeles de comercio, y es la que se encuentra en el Código de Comercio
Napoleónico y de allí se traslada a todas las legislaciones que tomaron como
modelo el Código Napoleón. Con esta denominación se quiso dar a entender que
existían unos papeles con características y privilegios muy especiales que los
comerciantes transferían por procedimientos distintos a la sesión ordinaria pero que
eran propios de los comerciantes, por eso se habla de Efectos o Papeles de
Comercio, de documentos propios del Tráfico Mercantil. Esta denominación con el
correr del tiempo se encontró inexacta, primero porque era demasiado amplia y
podría dar a entender que dentro del concepto Efectos o Papeles de Comercio,
estaban incluidos todos los papeles que ordinariamente utiliza el tráfico mercantil y
en segundo lugar se advirtió que personas no comerciantes también podían emplear
o recurrir a estos mismos documentos, en otras palabras no era exacto que se
tratara de papeles exclusivos o propios de los comerciantes.

El sistema anglosajón utiliza la denominación ya no de Efectos de Comercio si no


de Instrumentos Negociables, lo cual nos lleva a pensar en dos ideas centrales: la
primera de que cuando se habla de esta clase bienes mercantiles se está haciendo
referencia al papel o sea a documentos escritos, por eso se habla de Instrumentos
y la segunda al concepto de negociabilidad, porque se trata de unos papeles que
por su propia naturaleza tienen una inmensa vocación para circular, para
transferirse, para pasar de un patrimonio a otro, características que en este sistema
es de la esencia, hasta el punto que no puede concebirse un documento negociable
que no sea negociable y que conducen a que si por clausulas introducidas en el
documento se le trata de limitar, condicionar o prohibir la negociabilidad, el
documento pierde la característica de documento negociable. Así que en este
sistema la negociabilidad es de la esencia de esta clase de papeles. Más adelante
sin embargo se fue abriendo paso la posibilidad de que en forma general o para
ciertos títulos valores en general se admitiera la posibilidad, se limitara o se
restringiera por clausulas especiales incorporadas dentro de los títulos valores su
negociabilidad.

Además de estas dos denominaciones, surgió la denominación de títulos de crédito,


defendida fundamentalmente por los italianos, por los mismos franceses y aceptada
en legislaciones como la argentina y la mexicana, denominación esta que nos trae
el concepto de que se trata de unos documentos hechos especialmente para
incorporar en ellos o para recoger en ellos operaciones de crédito, sin embargo esa
denominación es criticable porque se da la idea de que todo título valor implica
crédito y la verdad es que hay títulos valores que no conllevan crédito o el concepto
de plazo o espera al obligado para que pague como sucede con el cheque.

Asimismo se encontraba restringida la denominación por qué no parece comprender


si no a los títulos valores de contenido crediticio o sea a los que imponen a los
intervinientes la obligación de pagar moneda y en la doctrina y en las legislaciones
se había abierto la idea de que además de los títulos que incorporaban la
denominación de pagar dinero, existían otros como los representativos de
mercancías o de tradición o reales, los mismos corporativos que se les debía dar el
mismo tratamiento pero no cabían dentro del concepto de títulos de crédito.

Algunos doctrinantes siguieron buscando denominaciones diferentes para esta


clase de papeles hasta que Brunner un tratadista alemán en 1882 sugiere la
denominación de títulos valores.

Esta denominación fue vulgarizada o defendida dentro del ámbito de los países de
habla Hispana por Torrigó quien se atribuye el merito de ser el divulgador de esa
denominación.

Los defensores de esta denominación de Títulos Valores ponen de presente que se


trata de unos papeles pero que tiene un valor por sí mismos, o sea que se trae la
idea de que el derecho no puede existir sin el documento y que un titulo valor se
debe distinguir por dos cosas: el papel y el derecho en el incorporado. Claro que
dentro de esta nueva denominación el derecho no se puede concebir sin el
documento. Esta designación ha sido acogida por los alemanes, por los suizos,
entre otros.

Los títulos valores han servido históricamente y aún continúan sirviendo


como instrumento de traslado de dinero.

Además sirven como instrumento de crédito a corto y medio plazo.

Por ello, si vuestra intención es efectuar de una manera rápida el cobro de un coche,
un cheque, por ejemplo, es una buena opción. Como hemos dicho el título valor
incorpora un derecho, el cual, tiene una serie de características:

 Literalidad. Se lleva a cabo el derecho tal y como se establece en el


documento. Si establece que se va a pagar 2.000 euros en 30 días, pues se
tiene que hacer así.
 Autonomía, en el sentido de al nuevo adquirente le corresponde un derecho
totalmente independiente de las relaciones de carácter personal que
hubieran podido existir entre los anteriores titulares del documento y el
deudor. Si el título valor primeramente contiene un derecho de crédito, y
posteriormente pasa a otra mano, ese derecho de crédito “caduca”, y nace
un nuevo derecho, por ejemplo, de obligación.
 Legitimación por la posesión. El título valor otorga a su poseedor la
legitimidad para ejercer el derecho que en él se contiene. Si no lo posee, no
queda legitimado.

Los títulos valores, evidentemente, son documentos de necesaria presentación. Si


el concesionario de coches no presenta el cheque, no podrá recibir la cuantía de
dinero de ese cheque por el cobro de coche.

En el momento de la emisión de la letra aparecen normalmente tres partes:

 El librador de la letra: es quien emite el documento dando la orden de pago


y con su firma garantiza el cumplimiento de esa orden. Este papel lo
protagonizaría el concesionario.
 El librado: es la persona a la que va dirigida la orden de pago pero que sólo
se obliga a pagar cuando firme esa letra aceptándola. Desde ese momento
tiene la obligación de pagarla (librado aceptante). El librado es el Sr.
comprador.
 El tomador o tenedor de la letra: es la persona a la que hay que hacer el pago
de la suma de dinero que se indica en la letra. En nuestro ejemplo, vuelve a
ser el concesionario.

La letra y el derecho que en ella se contiene sólo se extinguen cuando el que paga
es el librado aceptante. Si los que realizan el pago son los obligados cambiarios
(todos lo que han firmado la letra), esta no se extingue.

Imaginémonos que el que emite la letra es una la fábrica de ruedas, y que emite
una orden incondicionada para que le pague el concesionario (obligado
cambiario). A su vez la letra recoge la firma del Sr. comprador (librado
aceptante). La letra no se extingue hasta que no pague el Sr. comprador.

La letra de cambio la principal manera que tiene para circular es a través del
endoso: El endoso es la declaración cambiaría contenida en la propia letra, escrita
por el actual tenedor de la letra que pasa a llamarse endosante (concesionario), y
que trasmite a otra persona denominada endosatario (la fábrica de ruedas) todos
los derechos que se contienen en la letra. El endosatario cuando recibe el
documento se convierte en el nuevo tenedor de la letra y adquiere todos los
derechos que tenía el endosante.

El cheque es el documento que contiene una orden incondicionada de pago de una


determinada suma de dinero al tenedor. El cheque deberá ser presentado al pago
en un plazo de 15 días, que serán 20 si el cheque está emitido en algún país de
Europa y 60 para el resto de los países.

El pagare es otro título de valor muy semejante a la letra de cambio. Es, entonces,
un documento escrito, mediante el cual, una persona (librado) se compromete a
pagar al tenedor del pagaré una determinada cantidad de dinero en una fecha
acordada previamente.

A diferencia de la letra de cambio, quien emite el pagaré es el deudor, y no el


acreedor.

Los pagarés suelen ser al portador o endosables, es decir, que se pueden transmitir
a un tercero y ser emitidos por individuos particulares, empresas o el Estado.

Por último, destacar que tanto las letras de cambio, como cheques y pagarés deben
estar correctamente rellenados y completados, ya que una omisión puede suponer
un pagaré no válido, por ejemplo.
CONCLUSIONES

Los Títulos Valores ha sido producto del esfuerzo de diversas escuelas


mercantilistas por la construcción unitaria del fenómeno jurídico ocasionado por la
circulación económica a través del tráfico de títulos representativos de valores y que
implicaba el desplazamiento de bienes destinados a satisfacer las necesidades de
los sujetos económicos.

En la búsqueda por encontrar la esencia de los títulos valores, lograron determinar


sus elementos unificadores; en primer lugar, en el nexo corporal entre la cosa y el
derecho, que se traduce en la subordinación práctica de ésta a aquella; en segundo
lugar, en el destino circulatorio de estos títulos.

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