You are on page 1of 13

Los derechos de propiedad en las transformaciones socioespaciales en las

formas colectivas de uso y tenencia de la tierra.

Luis Miguel Sánchez Zoque


Sociólogo, candidato a Magister en Geografía
Universidad Nacional de Colombia
lmsanchezz@unal.edu.co
Artículo de reflexión

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-


CompartirIgual 4.0 Internacional.

Introducción

En este artículo se hace una aproximación a los conceptos de “derechos de propiedad”


y “territorio”, que puedan ser útiles para el estudio de casos en los que se busque
observar, desde una perspectiva en geografía histórica, procesos de cambio socio-
espacial asociados a la tenencia y el uso de la tierra, haciendo énfasis en el caso
colombiano.

Este énfasis específico responde a la necesidad de “deconstruir” ((MARTÍNEZ DE


BRINGAS, 2009) el concepto de propiedad como un aporte relevante para la geografía,
ya que el estudio de ella se ha concentrado más desde el derecho, la economía, la
sociología sin embargo, la propiedad como una institución social, incorpora e interactúa
con elementos como las condiciones y atributos del medio geográfico, es influida por la
localización las prácticas sociales y económicas, responde a dinámicas y estructuras
territoriales que se materializan en los usos del suelo y las estructuras particular de
funcionamiento del Estado que las regulan. De esta manera, la aproximación a este
problema desde la geografía le permite hacer una integración de vital importancia entre
los enfoques físico y humano de esta disciplina(Mercier, 2006).

Se hace a través de la discusión y contextualización de las nociones que algunos autores


clásicos de la geografía han aportado para la construcción del concepto de propiedad,
especialmente Friedrich Ratzel, incluyendo algunos de los aportes hechos desde la
sociología, la economía, el derecho. Con ello se hará una selección de insumos teóricos
que permitan acercarse a la comprensión y problematización del uso y la tenencia de la
tierra que puedan ser relevantes para la explicación de las transformaciones y
superposición de territorialidades en el tiempo, como son las características físico-
bióticas de los ecosistemas, los patrones socioespaciales de poblamiento en zonas
rurales sobre esos ecosistemas y sobre los bienes de uso público, las nociones culturales
de ordenamiento de uso y tenencia colectiva de la tierra, los sistemas de economía
familiar campesina, modelos regionales de desarrollo económico agroindustrial, el
ordenamiento territorial desde el Estado y la implementación de políticas públicas de
tierras.

Se propone en suma, que el concepto de derechos de propiedad debe ser considerado


en plural dada la coexistencia de diferentes tipos de derechos y formas de apropiación,
que preceden al reconocimiento jurídico. Que estos derechos se originan y constituyen
instituciones sociales dinámicas e históricas y que su observación debe tener en cuenta
el marco sociohistórico en que se inscriben.

El texto se desarrolla en primer lugar una identificación de las características generales


de la geografía histórica, conceptos y métodos, como el marco de aproximación al
problema de estudio. En segundo lugar se presenta la discusión acerca del concepto de
propiedad a partir de los aportes de la geografía, haciendo énfasis en Friedrich Ratzel.
Finalmente, en la tercera parte se presentan las conclusiones de la reflexión.

La geografía histórica para el estudio de las transformaciones en el uso y la


tenencia

La geografía histórica interrelaciona las dimensiones espacio y tiempo, siendo


comúnmente vinculada al estudio de los cambios en el medio producidos por el
poblamiento humano en un corte temporal. Al ser un enfoque de trabajo establecido y
con una tradición en el oficio de la geografía, que se ha nutrido también de la
antropología, cuenta con una extensa producción en el estudio de procesos históricos de
largo aliento, que han rastreado los orígenes de culturas y naciones enteras, entre ellos
se destacan el el siglo XX los trabajos hechos por geógrafos norteamericanos con los
primeros atlas de geografía histórica de los Estados Unidos y Canadá, estudios
regionales sobre los procesos de poblamiento como el ensayo de “La Nueva España” de
Alexander Von Humboldt (1827) sobre México, reconocido como un auténtico estudio de
geografía histórica(Meinig, 1989).

Como parte de esta tradición, la geografía histórica se desarrolló en cercanía con la


geografía regional, por lo cual una tendencia importante desde sus inicios ha sido la de
abarcar un número importante de dimensiones, en especial la cultural en el análisis
territorial además de ser comúnmente utilizada la descripción de la génesis y evolución
de los procesos de poblamiento y las huellas de una cultura en el espacio durante
períodos de larga duración. Sin embargo, muy temprano, voces reconocidas en la
geografía llamaron la atención sobre la importancia del reconocimiento directo de los
espacios geográficos de estudio por parte del investigador, de tal manera que al contrario
de lo que pudiera pensarse, el oficio de la geografía histórica está ligado tanto a la
relación directa con los archivos históricos así como a un intensivo trabajo de campo
enfocado en la comparación y la identificación de las trazas visibles e invisibles de los
procesos sociales (Sauer, 1941, p. 14) . El territorio visto de esta manera se presenta
bajo la forma de una “muñeca rusa” (Llambí, 2012, p. 122) con capas y capas de
configuraciones de las relaciones en el espacio-tiempo, que el geógrafo histórico
necesita rastrear en forma de vestigios aludiendo a una genética del espacio (Buitrago
Bermúdez & Martínez Toro, 2007, p. 11).

Teniendo en cuenta estas características destacadas de la geografía histórica, dicho


enfoque ofrece las herramientas para identificar y exponer más allá de un nivel
descriptivo y de manera situada a escalas más locales, procesos complejos donde han
persistido conflictos como los de tipo agrario, donde confluyen prácticas sociales de
territorialidad e intervenciones del Estado y del sector privado(Carvajal Sánchez, 2011).
Dichos análisis pueden ser referentes para la evaluación de los impactos de políticas
públicas y la proyección de respuestas en políticas públicas que se sustenten en lecturas
social y culturalmente pertinentes, que probablemente puedan responder a diagnósticos
menos limitados por lecturas coyunturales de los problemas y más adecuados a la
complejidad que revisten los ecosistemas que involucran estas áreas, muchas veces
afectados por las fallas en el reconocimiento social e institucional de los elementos y
sistemas que componen el medio físico-biótico (Hernández Peña, 2010). Este tipo de
análisis también puede ser fuente de fortalecimiento de una posición informada de las
comunidades que habitan estas áreas, poblaciones muchas veces subordinada a los
intereses de otros actores con mayor peso en el balance en la toma de decisiones y en
el flujo de recursos económicos que se desprenden de la ejecución de proyectos de
desarrollo.

Los derechos de propiedad en la economía política


Antes de adentrarnos en el campo de la geografía resulta necesario retomar brevemente
las consideraciones clásicas que desde la historia, la economía y el derecho que nos
permitan posteriormente tomar los elementos que puede aportar la geografía a dichas
definiciones.

Los derechos de propiedad son una institución jurídico-política, que se manifiesta y


sustenta su valor principalmente como relación social, histórica cuya materialidad
dependerá del reconocimiento que la sociedad otorgue a tales derechos (Zouboulakis,
2016). En sociedades como la antigua grecia en el periodo helenístico, mesopotamia y
demás culturas antiguas existió la distinción del derecho de propiedad en el ámbito de lo
privado y de lo público, que incluso fue considerado fuente de otros derechos políticos o
civiles. El código de Hammurabi (1200ac) (Percy Handgock, 1920) es un ejemplo de la
existencia de normas encaminadas a la protección y regulación de esta institución.

En las sociedades modernas occidentales la definición estatuida se remonta a Thomas


Hobbes, quien fundamentó como función principal del Estado la protección de los
derechos individuales. Jhon Locke ofrece una definición más específica al referirse a las
tres propiedades clásicas de este derecho que son: el uso o goce, el usufructo y la
transferencia de dominio. Hume complementó y criticó Locke haciendo la precisión con
la noción de la escasez. Adam Smith, su crítico David Ricardo así como Jhon Stuard Mill
también aportaron a esta definición, relacionándola con el valor del trabajo y su
transferencia de valor de uso y valor de cambio a la mercancía. (Zouboulakis, 2016)El
Estado tiene la responsabilidad de mantener un marco legal de protección de la
propiedad como factor de producción y materialización de las ganancias obtenidas como
utilidad del ejercicio. De esta manera existen diferentes tipos de derechos de propiedad,
unos relacionados con la actividad productiva, el trabajo, y otros asociados a la
acumulación de capital producto de la existencia previa de alguno de los factores de
producción: tierra, capital o trabajo.

Karl Marx, en El Capital relaciona el concepto de propiedad territorial sólo en su función


como factor de producción capitalista, definiendo que “presupone el monopolio de ciertas
personas que les da derecho a disponer sobre determinadas porciones del planeta como
esferas privativas de su voluntad privada, con exclusión de todos los demás”(Marx, 1987,
p. 576). Entre los economistas neoclásicos también se dedica un espacio al problema
de los derechos de propiedad y se profundiza en las llamadas externalidades o las
diferencias entre la propiedad privada y la pública.

Sin embargo, todas las definiciones provenientes de la economía política clásica se


restringen casi en su totalidad, con algunas excepciones (Senior), al primer tipo, dejando
un mayor espacio para los aportes a otras disciplinas como la geografía para referirse
adicionalmente a otros tipos de propiedad y el lugar que tienen en ella los bienes
comunes.

Los derechos de propiedad en la geografía

Friedrich Ratzel, uno de los geopolíticos alemanes más destacados de europa a


principios del siglo XX, se aproximó a la noción de propiedad y de territorialidad desde
dos puntos de vista, desde el primero observa la relación entre los niveles más
estructurales, a partir de la visión territorial desde la constitución de los Estados
modernos con una aún intacta e incluso definición de soberanía en construcción. La
segunda perspectiva es más microsocial y muestra con una intención de mostrar una
evolución, el ciclo de formación de la propiedad desde las sociedades más tradicionales
y horizontales hasta las más complejas. La primera es planteada desde sus obras
Politische Geographie (1893) et Völkerkunde (1885) con apoyo de la lectura que hace
Guy Mercier (1990), mientras la segunda es abordada en la obra “El suelo, la sociedad
y el Estado” (1900).

Guy Mercier hace una lectura de estas obras recopilando algunos de los aportes más
significativos de Ratzel al concepto de propiedad. En primer lugar, su concepto está
ligado al rol de soberanía y protección territorial por parte del Estado. De esta manera
marca una diferencia importante con los economistas, que en primer lugar se acercan al
concepto desde el ámbito de lo privado y el interés capitalista. Siguiendo su
planteamiento

El Estado es un medio por el cual un grupo de individuos se apropia de un


territorio donde todos puedan encontrar los recursos que aseguren su
supervivencia. Dentro de este estado la propiedad en función de hacer efectivo
el acceso de los individuos a los recursos, en otras palabras, la propiedad como
una tarea para organizar la economía de subsistencia en forma de una relación
política entre una sociedad, los individuos que la componen y su territorio.
(Mercier, 1990, p. 596)
La organización política del Estado comienza con un interés individual que luego se
subordina al interés colectivo y tendrá cohesión mediante la propiedad como garantía de
acceso a los recursos para la subsistencia de los individuos, si la organización política
del suelo no satisface los intereses se pierde la cohesión. Esto “sin pensar
geográficamente en la propiedad y cómo tal negar que la propiedad juega un papel
decisivo en la génesis y la dinámica de los lugares humanizados.” (Mercier, 1990, p. 608)

Podemos ver cómo esta postura guarda alguna relación con lo planteado por Carl
Schmitt para quien “no existe derecho sin tierra (la iustissima telus), ya que todo derecho
se apoya sin excepción sobre presupuestos fundamentos de adquisición territorial y de
ordenamiento espacial.” De esta manera el concepto de propiedad como construcción
histórica responde a una política de la espacialidad como menciona Martínez de Bringas
(2009)

Ratzel establece la relación entre los conceptos de potencia de un estado, los pueblos y
la extensión territorial que surge de la antropo-geografía Ratzeliana basada en la
antropología política, focalizada en el estudio del comportamiento político de los pueblos
a partir de la organización política del suelo donde intervienen tres elementos: La
extensión (RAUM), las fronteras (GRENZEN), la posición (LAGE). El poder sobre el suelo
está limitado por estas barreras, que pueden ensancharse o agrandarse gracias a mecanismos
como la guerra (colonización, la anexión de territorios fronterizos más pequeños y la lucha entre
las razas). El progreso consiste en la liberación del hombre de la relación de dependencia
frente a la naturaleza, es el ciclo de la civilización, siendo el rol del trabajo (lo cual
rememora el trabajo de Engels sobre el papel del trabajo en la transformación del mono
en hombre). De esta manera el trabajo brinda a través de las nuevas experiencias un
saber hacer.

Segun ratzel el contacto entre civilizaciones es un vector de progreso ya que estar en


contacto con las civilizaciones favorece el intercambio de ideas: i) El lenguaje: La lengua
escrita, la fijación de las ideas y las creaciones. ii)La difusión de los inventos. iii) El
intercambio, la interculturalidad. iv) La asociación política: Sin la organización política y
la estabilidad que brinda no se podría desarrollar los medios de trabajo.
Para Mercier hay un difusionismo cultural más presente incluso que el determinismo que
se le criticó a Ratzel, de hecho el autor defiende la tesis tomada de Moritz Wagner de la
unidad del género humano (Marinelli, 1905, p. 112).

Una tendencia histórica de reunificación de razas según Ratzel se da como resultado de


la intensificación de relaciones entre civilizaciones y la asociación de hombres para un
mejor aprovechamiento del medio natural y aunque exista la competencia por buscar la
supervivencia la razón permite al individuo, reconocer la necesidad de la cooperación lo
que garantiza una mayor organización y estabilidad.

Por otro lado, en la obra “El suelo, la sociedad y el Estado” (1900) Ratzel se plantea
que desde un nivel micro, de abajo hacia arriba cómo se construye una organización
interna del Estado como propiedad sobre la tierra. Retomando lo planteado en las obras
estudiadas nos brinda una perspectiva del uso que precede a la tenencia, es decir, la
humanización del espacio o la creación de una impronta humana sobre el medio físico,
en otras palabras, la apropiación del territorio (Haesbaert, 2013, p. 26).
El tránsito que establece a nivel de desarrollo de las sociedades, desde las claniles
hasta las sociedades complejas, mostrando de forma reconstruida las distintas
formas de propiedad que toma desde una familia, hasta una confederación de
clanes. De esta manera, uno de los factores más importantes que destaca muy
temprano Ratzel es el efecto de la presión sobre la tierra y lo antieconómico de la
reducción del suelo disponible con el crecimiento de la familia extensa, lo cual
tiene vigencia como problema actual en las zonas rurales, el fenómeno del
minifundio y el microfundio por efecto de la herencia sobre la tierra, lo cual resulta
una situación muy común, que de acuerdo a lo referenciado por Ratzel, es un factor
decisivo en la presión sobre el uso del suelo y transforma no sólo las relaciones
productivas con el medio, también las de propiedad. En las decisiones que los
grupos humanos han tomado sobre este tipo de situaciones se haya la génesis de
los Estados, de hecho, afirma que un clan que comience a tomar decisiones sobre
ello comienza a funcionar como un proto estado.

En este proceso de constitución y compeljización de la relación social con la


distribución de la tierra, aparece en la distribución espacial de la población sobre
el espacio, que el valor desigual de la tierra comienza a hacer sentir sus efectos, otro
de los temas que también presentan vigencia en el análisis de casos en zonas rurales
en la actualidad. Para Ratzel la sociedad es el intermediario por el cual el Estado se une
con el suelo. De ello se deduce que las relaciones de la sociedad con el suelo afectan la
naturaleza del estado, en cualquier etapa de su desarrollo que se considere. “Así que no
es simplemente desde la extensión de su territorio que uno debe apreciar la fuerza de un
Estado; Hay una mejor medida en la relación que la sociedad apoya con el territorio”.
(Ratzel, 2003)

Si acudimos al derecho de bienes, puede entenderse el derecho de dominio sobre un


bien como el resultado de dos propiedades, el título y el modo, condiciones que se
cumplen a través de ritualidades que permiten a quien pretenda ser dueño, gozar de
unos derechos establecidos en el código civil colombiano. Así, “El dominio (que se llama
también propiedad) es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y disponer de
ella arbitrariamente, no siendo contra ley o contra derecho ajeno. La propiedad separada
del goce de la cosa, se llama mera o nuda propiedad.” Dicho derecho tiene como
atributos el uso, el goce de los frutos y la libre disposición de la cosa. (Art. 668 Código
Civil).
Existiendo tres tipos básicos de propiedad, la propiedad gubernamental, la propiedad
privada y la propiedad comunal, no estamos ante este último tipo como ocurre por
ejemplo con los playones y sabanas comunales, que requieren de una regulación
específica y su potencial adjudicación sólo puede ser de uso pues se trata
fundamentalmente de bienes comunes. Los predios común y proindiviso o romanos son
un tipo de propiedad plural, que actúa como una comunidad, no una sociedad. De esta
manera, se entiende que cada comunero tiene derecho sobre una una cuota ideal no
concreta o identificable física o materialmente. Esta situación precisa es la que han
provocado grandes dificultades en el presente.

Propiedad privada colectiva o propiedad comunitaria es una forma de tenencia que


tiene a su mayor referente en el hemisferio occidental a las formas de tenencia de los
ejidos y las comunidades agrarias, que se presentan en grandes extensiones de
superficie del suelo mexicano, reconocidas por el Estado sin mayores modificaciones
en la Constiución Política desde la revolución zapatista hasta el año 1992 (Morett-
Sánchez & Cosío-Ruiz, 2017). Dichas formas se han actualizado en el tiempo y en la
actualidad presentan mecanismos de manejo comunitario de los bosques,
constituyéndose en un referente para el manejo y conservación sostenible de los
bienes comunes en las últimas décadas, mientras en otros lugares del mundo estas
figuras de propiedad y administración comunitaria están desapareciendo por los
fenómenos de urbanización, preferencia por modelos individuales de emprendimiento y
desafección por las formas colectivas de producción en las políticas públicas, entre
otros (Barton Bray & Merino Pérez, 2004).
Resulta de interés el hecho de que la figura de la propiedad en común y pro indiviso
persiste hasta la actualidad en Colombia, generando no pocos problemas como la
persistencia del fenómeno de la informalidad en el acceso individual a la tierra a la vez
que existe la formalización de la propiedad a nivel colectivo aunque posiblemente la
producción no tenga esta característica.

El territorio y su vínculo con la propiedad de la tierra

El territorio como concepto teórico y metodológico ha sido definido de muy diversas


formas por investigadores de todas latitudes. Aquí se seleccionan algunas definiciones
en contraste, las primeras más relacionadas con el concepto de conflicto territorial, donde
los recursos y el ejercicio del poder tienen un papel central y otros, donde se reconoce
en la historia y la cultura una impronta donde tienen cabida los procesos históricos
relacionales, que en complemento permitan posicionar un punto de vista que explica y
describe el desenvolvimiento espacial de las relaciones sociales que establecen los
seres humanos en los ámbitos cultural, social, político o económico (Llanos, 2010). En la
primera de ellas el territorio es entendido dentro de

[...] una concepción relacional en la cual se sugiere un conjunto de vínculos de


dominio, poder, apropiación y pertenencia entre una porción o una totalidad de
espacio geográfico y de un determinado sujeto individual o colectivo. De ahí, que
cuando designamos un territorio siempre estamos asumiendo, aun de manera
implícita, la existencia de un lugar y de un sujeto que ejerce sobre él cierto
dominio, una relación de poder o una facultad de apropiación. (Santos, 1996, en
Pérez, 2004, p.67).

En el territorio convergen un sin número de relaciones, entre ellas de poder, lo que


ocasiona diversos conflictos territoriales, a los que Pérez refiere

Sobre los conflictos territoriales, su origen se presenta cuando el control y el


dominio sobre espacios geográficos estratégicos se traducen en intereses de
carácter político y económico. Es decir, a través de fuerzas que quieren retirar del
paso a competidores que cuestionan su poder. Estos conflictos se ubican en
espacios en donde no sólo se estima su valor, por cuanto su función productiva,
pueden ser también áreas de disputa de las economías transnacionales, control
de las administraciones locales, área de paso o de poblamiento (Pérez, 2004, 65)

De forma más sintética y en cierto modo en contraste con estas visiones sobre el territorio
La transformación del espacio por cuenta de la acción humana es definida por Milton
Santos como:

Aquél conjunto indisoluble y solidario, también contradictorio de sistemas de objetos y


sistemas de acciones no considerados aisladamente, sino como el contexto único en el
que se realiza la historia(Santos citado por Roa Avendaño, 2012).

Todas estas aproximaciones nos permiten ver que hay una conexión estrecha entre los
conceptos de propiedad de la tierra, relaciones de poder y territorio siendo este último un
escenario donde las relaciones de poder se materializan por medio de la posesión de espacio
físico, esta relación de actores en función de la propiedad de la tierra condiciona e influye el
relacionamiento armónico o no entre individuos y comunidades.

“La propiedad no es un simple término jurídico, sino que representa una forma de
organización y construcción social y espacial. “ (...)

“Las formas de propiedad, en su enfoque tradicional, se refieren al derecho


individual para la posesión, disposición y uso de los objetos (Underkuffler, 1990) y
se entiende como la propiedad privada, en donde el título es claro, el propietario es
unitario y los derechos de propiedad están claramente consolidados (Blomley,
2009)” (Hincapié Aristizabal, 2015, p. 9)
Conclusiones

Desde el punto de vista de la filosofía de la historia, dice Ratzel, hay una propiedad de
generalidad en el concepto de propiedad, cada parte del territorio, valorada, medida en
la densidad de población, en la diferenciación de su valor con respecto a sus atributos,
variando en relación con la transformación que el ser humano hace de ella constituye
una categoría que varía en función de factores diferenciales.

Ratzel se pregunta por fenómenos que revisten de importancia en la actualidad como los
efectos de la tendencia hacia el minifundio y el microfundio, la renta diferencial del suelo
y las relaciones entre el medio físico y la impronta de los grupos humanos sobre los
ecosistemas a través del uso y de este como dimensión de la tenencia.

En ese sentido, la propiedad presenta un carácter de permanencia en el tiempo con


respecto a otros elementos del paisaje. Otros autores en contraste mencionan que por
el contrario, las identidades y la apropiación de los espacios es menos variable que
incluso el propio espacio físico, cuya apariencia puede cambiar por la acción humana
mientras permanece el arraigo a un lugar aún cuando se sufren los efectos de la
desterritorialización ((Haesbaert, 2013)

Como se puede observar, el territorio es un espacio de poder donde se desenvuelven


las relaciones sociales, políticas y económicas. Sus conflictos se producen como una
lucha por el control y el dominio territorial. En ese sentido, el control del territorio tiene
una íntima relación con la regulación del uso y la tenencia de la tierra, es allí donde
surgen las raíces del conflicto agrario y armado.

Colombia ha sido gran parte de su historia un país rural, donde la tierra aún es fuente de
riqueza y de poder, pues la estructura agraria sustenta en gran medida el desarrollo
económico del país y es así cómo se producen los conflictos agrarios, derivados de la
distribución de la propiedad rural, sus usos y las políticas públicas que afectan e impactan
a las poblaciones rurales, a la tierra y al territorio.

La geografía aporta una mirada diferente sobre el asunto de la propiedad de la tierra y el


territorio, contando con la posibilidad de incorporar aportes teóricos y metodológicos para
su estudio atendiendo a los factores de las relaciones sociales de producción que
involucren la existencia e interacción con el espacio físico. De la misma manera aporta
una visión más comprensiva al tener la posibilidad de integrar al concepto de propiedad
el dominio sobre los territorios, ampliando la noción sobre el alcance a nivel colectivo
más allá de la dimensión individual de la apropiación y la tenencia así como la
incorporación en la mirada sobre los bienes comunes.

Bibliografía

Barton Bray, D., & Merino Pérez, L. (2004). La experiencia de las comunidades

forestales en México (1a ed.). México: Instituto Nacional de Ecología.

Recuperado de

http://ru.iis.sociales.unam.mx/bitstream/IIS/4939/1/la%20experecia%20en%20las

%20comuidades%20forestales%20en%20Mexico.pdf

Buitrago Bermúdez, O., & Martínez Toro, P. M. (2007). Geografía histórica: por la
genética del espacio. Historia y espacio. Universidad del Valle, 29, 7.

Carvajal Sánchez, N. I. (2011). Enfoques ascendente y descendente del ordenamiento

territorial en Colombia* Enfoque ascendente e enfoque descendente do

ordenamento territorial na Colômbia Ascending and Descending Approaches to


Territorial Ordering in Colombia. Revista Colombiana de Geografía, 20, 21–28.

Haesbaert, R. (2013). Del mito de la desterritorialización a la multiterritorialidad. Cultura

y representaciones sociales, 8(15). Recuperado de

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2007-

81102013000200001

Hernández Peña, Y. T. (2010). El ordenamiento territorial y su construcción social en


Colombia: ¿un instrumento para el desarrollo sustentable? Revista Colombiana

de Geografía. Cuadernos de geografía, 19, 97–109.

Hincapié Aristizabal, H. J. (2015). Tierra, poder y territorio en el sur del Tolima.

Segunda mitad del siglo XX – inicios del siglo XXI (Maestría en geografía).

Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.


Llambí, L. (2012). Procesos de transformación de los territorios rurales
latinoamericanos: los retos de la interdisciplinariedad. Eutopía, 3, 117–134.

MARTÍNEZ DE BRINGAS, A. (2009). La deconstrucción del concepto de propiedad.

Una aproximación intercultural a los derechos territoriales indígenas.


Deconstruction of the Ownership Concept. An Intercultural Approach to the

Territoriality Rights of Indigenous Peoples., 14(45), 11–29.

Marx, K. (1987). El Capital (21a ed., Vol. III). México: Fondo de Cultura Económica.

Meinig, D. (1989). The Historical Geography Imperative. Annals of the Association of

American Geographers, 79(1), 79–87.

Mercier, G. (1990). Le concept de propriété dans la géographie politique de Friedrich


Ratzel (1844-1904). Annales de Géographie, 99(555), 595–615.

https://doi.org/10.3406/geo.1990.20998
Mercier, G. (2006). Hacia una teoría del lugar. En J. W. M. G. (Ed.), Lecturas en teoría

de la geografía (Vol. 1). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.

Morett-Sánchez, J. C., & Cosío-Ruiz, C. (2017). Panorama de los ejidos y comunidades


agrarias en México. Agricultura, Sociedad y Desarrollo, 14, 125–152.

Percy Handgock, M. A. (1920). The Code Of Hammurabi (Vol. 1). London: Society for

promoting crhistian knoledge. Recuperado de

https://archive.org/details/TheCodeOfHammurabi/page/n5

Ratzel, F. (2003). Friedrich Ratzel (1844-1904)“ Le sol, la sociétéet l’État ”.

Chicoutimi University Quebec. Recuperado de

http://www.uqac.uquebec.ca/zone30/Classiques_des_sciences_sociales/index.ht

ml

Roa Avendaño, T. (2012). A la orilla del río. La cultura anfibia del Bajo Sinú en
Colombia: transformación, explotación y conflicto. En Agua, injusticia y conflictos

(I SCH L ÓPEZ , E DGAR , R UTGERD B OELENS Y F RANCISCO P

EÑA , EDS, Vols. 1–1, pp. 223–236). Lima: Justicia Hídrica; CBC; Fondo
Editorial PUCP; IEP.
Sauer, C. O. (1941). Foreword to Historical Geography. Annals of the Association of

American Geographers, 31(1), 1–24.

Von Humboldt, A. (1827). Atlas geográfico y físico de la Nueva España. Paris:

Renouard. Recuperado de http://bdh.bne.es/bnesearch/biblioteca/

Zouboulakis, M. (2016). FUNDAMENTACIÓN DE LOS DERECHOS DE PROPIEDAD:


CLÁSICOS Y MODERNOS. Revista de Economía Institucional, 18(34), 13–28.

You might also like