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uso del agua en la agricultura y la ganadería

Los ecosistemas naturales y la agricultura son los mayores consumidores del agua
dulce de la Tierra. Por esta razón es tan importante aprender a utilizarla de
manera eficiente para promover la sostenibilidad.

La agricultura es una de las actividades que más consume agua, alrededor del 70
por ciento del agua potable en el mundo es utilizada ello, además, se calcula que
aumentará en un 14 por ciento en los próximos 30 años.

El uso del agua en esta industria funciona como un ciclo. El agua que riega los
campos, sirve para alimentar el ganado y nutrir los cultivos, que terminan por
brindar sustento al ser humano y otros animales.

Según declaraciones de Fraçois Münger, Jefe del programa Global Iniciativas


Agua de la COSUDE, a Latinclima,org para producir un kilo de carne de res, se
deben usar más de 15.300 litros de agua.

La mayor parte del recurso hídrico se usa en los bebederos comunes del ganado,
y en la siembra de productos para alimentar el ganado.

Biofilm
La naturaleza de las aguas cada vez presenta una mayor contaminación
bacteriológica, un pH más elevado y una mayor cantidad de elementos
químicos. Todo esto, unido a los tratamientos posteriores en las naves
(medicaciones, cloraciones, etc.) hace que se forme una capa llamada biofilm. El
biofilm es un ecosisterma microbiano organizado, conformado por uno o varios
microorganismos asociados a una superficie viva o inerte formando una masa
gelatinosa que puede crear un recubrimiento de las conducciones que sirve como
reservorio para los microorganismos. Esta masa gelatinosa puede llegar a obstruir
totalmente las conducciones del agua.

La formación del biofilm se ve favorecida por:

 Medicaciones con elevado nivel de azúcares


 Deficiente aplicación de métodos de higienización
 Dureza, temperatura, materia orgánica
 Algunos ácidos orgánicos
 Desequilibrio de la flora al añadir tratamientos antibióticos y algunos de sus
excipientes
 Etc
Cuestiones estratégicas: Competencia por el agua.

En ausencia de demandas importantes de agua procedentes de otros sectores y


con una comprensión escasa de los impactos ambientales, la agricultura de
regadío ha podido captar grandes cantidades de aguas dulces. Hoy en día, la
agricultura supone un 69 por ciento del agua total extraída en el mundo y este
porcentaje supera el 90 por ciento en algunos países áridos. Como tal, la
agricultura ha actuado como usuario residual de agua dulce. La situación está
cambiando a medida que la población aumenta y cada vez más países se
enfrentan a desabastecimientos de agua. Para el año 2030, más de un 60 por
ciento de la población vivirá en zonas urbanas que demandarán una proporción
creciente del agua extraída.

La disponibilidad de suficientes cantidades de agua de buena calidad es


fundamental para todos los procesos biológicos, para el mantenimiento de la
biodiversidad y de los ecosistemas, para la salud humana y para las funciones
primarias y secundarias de la producción. Los ecosistemas naturales y la
agricultura son, con mucho, los mayores consumidores del agua dulce de la
Tierra. Las apropiaciones de agua procedente de los ecosistemas se han
intensificado con el crecimiento de la población humana, la expansión de la
agricultura y la creciente presión para transferir el agua desde las zonas rurales a
las urbanas, hasta un punto en el que se considera a menudo que la agricultura
pone en peligro la sostenibilidad del ecosistema. Pero también es igualmente
importante destacar el hecho de que estos ecosistemas así amenazados no
pueden seguir proporcionando sus servicios de purificación y regulación del agua
para sostener la producción y los medios de vida agrícolas.

Puntos para el debate

El acto permitirá a los participantes debatir sobre las formas de:

1. Conseguir suministros de agua para una agricultura segura y


económicamente viable
La utilización del agua en la agricultura es consuntiva y la agricultura de
regadío exigirá necesariamente grandes cantidades para producir alimentos.
Sin embargo, se dispone de tecnologías que ahorran agua y pueden reducir
notablemente los desperdicios. Se reconoce que las aguas desalinizadas y
residuales pueden constituir recursos hídricos no convencionales. Hay que
conseguir soluciones para la asignación sostenible del agua entre los usuarios.

2. Elaborar nuevos enfoques en la gestión del agua en la agricultura


Se han hecho grandes inversiones para desarrollar los sistemas de riego
existentes. Sin embargo, las actividades de funcionamiento/mantenimiento y
rehabilitación de tales sistemas están insuficientemente financiadas en los
sectores público y privado. Los esfuerzos de reforma incluyen cambios
institucionales que transfieran a las asociaciones de usuarios del agua las
responsabilidades de funcionamiento y mantenimiento de los sistemas, así
como nuevos métodos de recuperación de los gastos.

3. Desarrollar una gestión del agua en la agricultura que sea viable y


favorable a los pobres
Se necesitan sistemas baratos y en pequeña escala de recolección del agua,
de riego y drenaje para las pequeñas comunidades rurales, las cuales es
posible que cuenten únicamente con medios manuales y de tracción animal
(por ejemplo, bombas de pedal).

4. Mitigación de los efectos ambientales y de salud de los sistemas


existentes y los nuevos
El mal riego y avenamiento producen pérdidas de agua y la propagación de
enfermedades transmitidas por el agua, el encharcamiento y la salinización de
casi el 10 por ciento de las tierras de regadío del mundo, lo que reduce la
productividad. Es prioritario mejorar la proyectación y gestión de riego y
drenaje.

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