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MARK STRAND CUATRO POEMAS Trapuccion ob Geraroo Deniz La POESIA NARRATIVA Ayer, en el supermercado, alcancé a ofr a un hombre y a una mujer que discutfan acerca de Ia poesia narrativa. Decia ella: “A lo mejor todos los poemas llamados narrativos no pasan de ser irénicos y sus acontecimientos revelan nada mAs lo empobrecidos que ea- ‘amos, en qué medida vivimos, como utopistas sin esperanzas, para el fin. Muestran que a nuestras Vidas las invalidan nuestras netesidades, sobre todo la necesidad de continuar. ‘He acabado creyendo que la narrativa nace del aborrecimiento a uno mismo.” Dijo él: “Lo que me inquieta es la narrativa que no proporciona un marco coherente ara medir la transicién temporal o espacial, la narrativa donde el héroe viaja, creyendo ‘avanzar cuando que en verdad esté quieto. £1 se vuelve el tinico empalme, la encarnacién de la narracién, su terrible autoengafio, la pesadilla de su propia irrealidad. Quise recordarles que el poema narrative ocupa el puesto de un relato ausente y se 1a pasa absorbiendo la ausencia de éete, por asf decirlo, y al mismo tiempo abandonando su propia presencia a las atroces soledades del olvido. El relato musente es aquel, quise decirles, en el cual nuestro destino esté escrito. Pero antes de que pudiera hablar ya se habian ido, Al llegar a casa, mi hermana me estaba esperando, sentada en la sala. Le dije: ‘Sabes, ‘manita, se me acaba de ocurrir que algunos poemas narrativos se mueven tan de prisa que no hay manera de guardar su paso y no queda sino imaginar su marcha. Parecon Jos mis vivos y 20m los menos reales.” “Si —contesté mi hermana—, pero ;no has pensado que algunos poemas narrativos van tan despacio que nos Ia pasamoe adelanténdonos- Jes, imaginando lo que podrian ser? jni se te ha ocurrido que éstos tienden a ser escritos en la juventud?” Luego recordé aquel verano en Roma, cuando me convenct de que los relatos en que interviene Ia memoria se frustran solos. Hacta calor y me di cuenta de que Ia memoria es ‘un monumento en memoria de sucesos que no lograron sostenerse hasta el presente; de ah{ que In memoria esté tefiida de ldstima y que su miisica siempre suene a endecha. Entonces soné el teléfono. Era mi madre, para preguntarme qué hacta. Le conté que estaba trabajando en una narracién negativa: la que se niega a empezar porque el co- mienzo carece de sentido en un universo infinito, y se niega a acabar por la miama raz6n. ‘Toda ella o¢ un tramo central reprimido, una conjuncién inenuneisble e inagotable. “Fi- ate, mami —dije—, es como la narrativa que se rehiisa a enmascarar Ia esencial y uni- versal quietud, de modo que restringe sus comentarios a lo que nunca sucede.” Mi madre dijo entonces: “Tu papi me hablaba mucho de la poesia narrativa. Decia que era una mujer vestida de largo y que levaba flores. La roja cabellera cafa leve sobre sus hombros. Deeia que la poesia narrativa solia pasar en primavera y hacia intervenir a un hombre. La mujer se acoreaba a su casa, hacia una sefia al hombre con la manoy dejaba caer Ins flores. Esto —continué mamé— parecia indicar la falta de objeto de la poesia na- rrativa. Dondequiera que estuviese la mujer, sembraba simientes de deaapego.” Vuslta 160 16 Julio de 1968 CUATRO POEMAS “Mami —arriesgué—, lo que Hamamos narrativa no es més que sumisin » las insufribles pretensiones del predicado con respecto al futuro; fomenta la prolonga- cién, florece en otro predicado. ,No crees que las nociones de cierre descansan en nuestro anhelo de un predicado yermo?” “Tienes toda la razén —dijo mi madre—, no hay otra manera de ver esto.” Y colgé. ‘MIEDO A LA NOCHE segin Leopardi ‘Alceto: Déjame contarte, Meliso, pues ahora, al ver Ia luna, recuerdo lo que soiié anoch« Estaba en la ventana, mirando al cielo y de pronto la luna se cals, Directa, sobre mf, més cerca siempre y més, hasta estrellarse como un tazén, al lado de In cass. Entonces eché a arder, luego silbé como un ascua que tirases al agua. Ennegrecié, se achicharré la hierba y asi se apagé Is luna. Pero no fue esto sélo, pues al mirar a lo alto vi un boquete en lo negro. Era el agujero dajado por la luna al caer deede el cielo. ‘Como te lo cusnto, Meliso. Me aterrabs, y atin sigo. Meliso: ;¥ e6mo no has de estarlo? Al fin y al cabo, In luna pudiera eserse cualquier dia. Alceto: Es verdad, abi tienes las estrellas; todo el verano estén cayéndose. Meliso: Pero es que estrellas hay montones y 6i caen unas cuantes nada importa. Quedan siempre millares Sélo que luna, no hay més que una en el cielo y nadie 1a vio caer si no fue en suefios. SE LA VITA E SVENTURA...? para Charles Wright {Dénde estaba escrito que hoy me asomarfa a la ventana y, por ser verano, Pensaria en aire tibio Ilenando altas sales flotantes de drboles ‘con los olores mal casados de hierba y alquitran; que dos abejas alocadas ‘Voota 140 17 Julie de 1988 Marx Strano darian vueltas persiguiéndose 1» la sombra, que un muro de nubes borrascosas se elevaria al este, que hoy —precisamente hoy— un hombre, afuera, recobraria aliento donde pudo ser visto y, echando atrés la cabeza, dejaria escurrirle dorada luz por Ia cara vuelta a lo alto ¥ que un desconocido que surgié quién sabe de dénde, de sibito sacando una navaja lo rajaria, del vientre al esternén, haciendo que aquel momento ante mi casa le fuera el ultimo? ;Dénde estaba escrito que el mundo, apiadador a fin de cuentas, se abriria para dejar pasar la forma borrosa del asesino que hufa de allf, en tanto la vietima, caida de rodillas ya, sentiria el calor de su ser entero volverse ‘una nube breve, traslicida, deshilachéndose apenas formada? Que dos ojos sin vista sustituirian ou mirada de asombro; que pese a su voluntad —me parecié— de sobrevis nuevamente en la inalcanzable eafera de Ia luz, continuaria ‘cayendo y los vecinos, empezando a llegar, acecharfan lo oscuro de su cuerpo, al mirarlo desplomarse ‘en su herida, como una mosca 0 mota, tornarse arte infinitesimal de la noche, donde la deriva de sueios y las ruinas de estrellas, con el mismo destino, obedeciendo iguales reglas, al descender, se asemejan? Dénde estaba escrito que aquella noche se extenderia inscribiéndose oscuramente por doquier 0, puesta ast la cosn, dénde ‘estaba escrito que naceria a m{ mismo una y otra vez, ‘como ahora mismo, como todo en este instante, y eentirfa el caer de la carne en el tiempo, Ia sentiria girar ‘sin ruido, lenta, como enderesdindose, hasta quedar como es debido? (CENTO VERGILIANUS Y ast, pasando bajo la boveda del ancho cielo, empujados por tormentas y mares encrespados, llegames, pregunténdonos a cus! orilla del mundo ¢ramos arrojados. Un aullar de perros se ofa entre el creptsculo, yy sobre las tumbas el ruido mugiente que hace un fuego de hierbes cuando el viento lo azota; ¥ més tarde, desde patios gélidos, ‘se alzaron los lamentos agudos de mujeres hacia las calladas estrellas de oro. Primero no echamos a faltar las ciudades de que partimoo— las casas pintadas de rosa y verde, los cisnes comiendo centre las eatias del rfo, los aguaceros de luz veraniega, barriendo las tierras de pastos. a¥ si hubiésemos esperado hallar a Apolo aqui, entronizado al fin, y si un frio crispante nos helara hasta el hueso? Habjames legado donde todo ora por e6mo marcha el mundo. Voslta 140 18 Jul de 1988

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