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Centre d'études et de recherches internationales (CERI, Sciences Po-CNRS, Paris), Como citar este artículo
Francia; e-mail: romain.bertrand@sciencespo.fr
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Abstract
The idea that Social Sciences had experienced in recent years a real "global turn" seems to prevail to the point to be barely
discussed. However, what exactly says this expression in the domain of History? It simply designates an expansion of the
geographical horizon of historians, and therefore, a calm discussion with the "cultural areas"? Or it involves an authentic
methodological revolution? And, on the latter case, is it about of a "scale game" or "focuses" that can be made from European
archives only, or must give greater attention to the extra-European sources? This article attempts to clarify these questions and,
besides, tries to show how the connected history –understood in the sense of a social and cultural history of the "contact situations"
between distant societies- can become an "symmetrical history", able to give voice to all the actors of the encounter.
Key words: Global history; Connected history; Asia-Europe relations; First globalization.
¿Acaso la Historia, a instancias de disciplinas conexas, ha conocido un "giro global" entre los años 1990 y
los años 2000? La pregunta amerita algunas precisiones. ¿Se trata simplemente de indicar que los
horizontes geográficos de la disciplina se expandieron y que África, Asia, Oceanía y América Latina han
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rencontrado plenamente su "carta de ciudadanía" entre los lugares legítimos de la investigación sobre el
pasado?1
Si se redujera a esta constatación, la fórmula del "giro global" no haría sino duplicar la idea, por otra parte
discutible,2 del empoderamiento de las "áreas culturales". Por tomar solo un ejemplo, es cierto que la
historia de las sociedades africanas, habiendo finalmente escapado a los prejuicios eurocentristas que la
obturaron por tanto tiempo, ya no se ubica en los márgenes de la investigación y de la enseñanza
universitarias.3 Ya son lejanos los tiempos en que un profesor de Oxford podía afirmar: "quizás en el futuro
haya una historia de África para enseñar, pero en el presente no la hay: no hay sino una historia de los
europeos en África; el resto es tinieblas", y aconsejaba en consecuencia a sus colegas no perder el tiempo
"divirtiéndose con los movimientos sin interés de tribus bárbaras en pintorescos rincones del mundo que
no han ejercido ningún tipo de influencia en otros sitios."4
Evidentemente, la batalla no está totalmente ganada. La proposición de incluir en los manuales de Historia
de 5to año5 medio capítulo consagrado a un imperio extraeuropeo –Songhaï o Monomotapa– provocó en
el otoño de 2010 una reacción de historiadores y panfletarios de renombre que se mostraron aterrados de
lo que podría significar sacrificar el detalle de la gesta de Napoleón o de la de Clovis sobre el altar de la
historia-mundo.6 Fuera de algunos apólogos acérrimos del "todo nacional", nadie cuestionaba que el
estudio de las sociedades extraeuropeas constituye un sector innegable de la disciplina histórica. Incluso
la tendencia a reclutar prioritariamente especialistas de historia francesa o europea en los puestos
universitarios parece, sino invertirse, al menos atenuarse.7
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Pero no exageremos ni sobre la amplitud ni sobre la dimensión de estas aperturas historiográficas. Una
mayor curiosidad hacia las sociedades lejanas no se compara sin embargo con la historia heroica de los
"grandes descubrimientos", que reservaba a Europa el gusto y la capacidad de la conquista y del
conocimiento de los Otros.
Corriéndose –a causa de la intercesión de un interés por las "grandes navegaciones" de los maloinos y los
dieppeses– de una historia social del hecho marítimo a una historia mucho más textual y acontecimental
de los "exploradores" del occidente europeo, Michel Mollat recomendaba "…el empleo de la palabra
‘reencuentro’, [que] designa el cara a cara de los exploradores y de los ‘explorados’, de los descubridores
y de sus ‘descubiertos’", y esto a fin de "…tomar en cuenta las dos partes presentes."18 Queda en manos
del lector encontrar, en las 250 páginas que el historiador consagró a las "primeras miradas sobre los
mundos nuevos" algo que no sea una visión estrictamente europea del mentado "cara a cara".
A lo largo de los años 1980 y 1990, la historia francesa de los "primeros contactos" entre Europa, las
Américas, África y Asia, se redujo en lo esencial a glosar el archivo imperial. Presa de la fiebre
conmemorativa del "descubrimiento de América", Pierre Chaunu renegó incluso brutalmente de su amor
por las estructuras profundas para casarse, en segundas nupcias, con la "lógica de lo imprevisible", y
exaltar el "genio", la "fuerza fuera de lo común" y el "suplemento de coraje y de fe" de Cristóbal Colón.19
Los historiadores hicieron pie resueltamente de lado de los marinos sobre la cubierta de las carracas, pero
sin darse cuenta de que este estaba envuelto de altos espejos que reenviaban a los europeos a una
imagen, algo deformada, de sus propios intereses y de sus propios fantasmas. Tanto en tiempos de Jean
Ango o de las Compañías del Gran Siglo, los franceses, en el océano Índico, eran los únicos, o casi.
Alrededor de sus navíos y de sus tiendas comerciales, descritas progresivamente con mayor precisión, el
"mundo indiano" estaba como envuelto en una espesa bruma: a penas se distinguía, por aquí o por allá,
alguna de sus porosidades, pero sin poder jamás discernirse sus contornos.20
Desde este punto de vista, los tiempos han cambiado. Los índices de una aclimatación de la "historia
global" en el Hexágono son, en efecto, cada vez más numerosos. Por una parte, existe una serie reciente
de traducciones de obras consideradas representativas de esta corriente –sobre todo las de Chris Bayly,
de Kenneth Pomeranz, de Timothy Brook y de Sanjay Subrahmanyam–;21 por la otra, se constata la
aparición de varios números especiales de revistas donde se consagró, sino su legitimidad historiográfica,
al menos su importancia bibliográfica.22 Se suman a esta constatación los éxitos de librería, ampliamente
ameritados pero en realidad inesperados, de las obras de Serge Gruzinski y del equipo reunido por Patrick
Boucheron.23
No obstante, es cierto que el ascenso de la "historia global" en Francia no implicó las mismas formas
editoriales e institucionales que en otros países. Ninguna cátedra académica le ha sido aún totalmente
dedicada, y ninguna de las grandes redes internacionales que la estructuran ha hecho pie, ni siquiera
organizado algún congreso en suelo francés.24 A contramano del creciente interés que los grandes
editores muestran por estas producciones, ninguna colección universitaria le ha sido consagrada
específicamente. Entonces, no ocultemos nuestro placer: es en el dominio de los estudios asiáticos, de los
estudios otomanos o de los estudios africanos donde se verifican perfectamente los avances de la
investigación francesa en "historia global", se acepte o no la etiqueta o el patrocinio. La menor visibilidad
de las contribuciones francesas a la escritura de la historia de las sociedades extraeuropeas se explica
finalmente más por la debilidad de los medios públicos y privados de traducción en lengua inglesa que por
cualquier otra atonía historiográfica.
Lo "global", ¿una cuestión de "escala"?
La noción de "giro global", para tener alguna pertinencia, no debiera reducirse a la creciente proporción de
trabajos que enfocan las sociedades extraeuropeas. La cuestión de la particularidad teórica y
metodológica de la "historia global" no deja en efecto de atravesar tanto a sus partisanos como a sus
detractores. Se nos dice que todo esto es un asunto de "escala" de análisis: a los niveles "local" y
"nacional" debiera adjuntarse, en la delimitación del objeto tanto como en la fabricación de los
cuestionamientos, un nivel "global", poco o mucho, del orden del vínculo entre "continentes" o del contacto
entre "civilizaciones".25
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Pero esta idea de un nivel objetivo autónomo "global" de análisis no convence a los que sostienen, por un
lado, que el archivo es siempre local y, por el otro, que la "consciencia de la globalidad" no podía habitar
los espíritus de los actores de las conexiones a lo largo de la edad moderna.
Pura construcción del historiador contemporáneo, inevitablemente contaminado por su Zeitgeist, la
categoría de "global" no tendría ninguna pertinencia vernacular: ella, como categoría descriptiva, pecaría
de anacronismo. "‘Pensar el mundo’. Pero ¿quién lo piensa?: ¿los hombres del pasado o los historiadores
del presente?"26 Entonces, la categoría sería, por extensión, el instrumento del pernicioso regreso a una
historia de las élites, ya que el horizonte del imaginario cosmográfico variaría proporcionalmente con el
grado de inclusión en el análisis de las culturas eruditas de su tiempo.27 Entonces, es el nacimiento y la
puesta en forma institucional de la noción misma de un "mundo global" la que trataría de describirse –por
ejemplo, a través de la historia de la Sociedad de Naciones, de la Agencia internacional del trabajo o de
las "redes reformadoras trasnacionales" del primer tercio del siglo XX.28
Puesto en estos términos, el debate tiende a producir una oposición entre quienes sostienen la "historia
global" y los practicantes de la "microhistoria": a las aproximaciones "anchas" de los primeros los
"pequeños objetos" de los segundos supondrían un obstáculo.29 Esta retórica de la talla de los objetos es
no obstante más tramposa de lo que parece, puesto que el metro está en la mano del historiador y no en
la del actor. Por poco que se crea en el carácter natural de los "niveles" de análisis, enseguida vemos
poner escaleras entre las líneas y, así, el historiador se encuentra inmediatamente atrapado en la absurda
e insoluble cuestión de la "articulación entre lo micro y lo macro". Allí está, en la posición de un acróbata
obligado a ejecutar peligrosos saltos sin red para pasar de un nivel al otro, con la dificultad suplementaria
–y quizás paralizante– de que los trapecios son invisibles.
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grande; haría falta que lo viera".35 Aunque atrapada en un vocabulario de historia natural que no ha
prosperado en las ciencias humanas, esta observación cáustica nos recuerda que no hay compromiso
posible, en el espacio de una misma secuencia narrativa, entre la descripción comprensiva y la explicación
omnisciente: una termina necesariamente donde la otra comienza. Si la "historia global" es una astronomía
y la "historia conectada" una entomología, mal puede verse qué otra lección puede sacarse de su unión
forzada que esta, innegable pero poco productiva, según la cual la hierba reposa muy lejos de las
estrellas. Dado que estas historiografías instituyen sistemas de coordenadas distintos, el producto
inestable de su amalgama no puede sino parecerse a esos dibujos en trompe l’œil donde la modificación
de la abscisa obedece a bruscos pero subrepticios cambios de escala –pasando, de un trazo al otro, de la
1/100 a la 1/100.000– por lo cual su lectura no puede realizarse sino en dos tiempos.
Tal como se ha planteado, el debate sobre las dimensiones "micro" y "macro" de los objetos y de los
procesos históricos engendra también un riesgo de muy fuerte restricción para el horizonte temporal de la
"historia global", reducida a una historia de los procesos de internacionalización que, en el mejor de los
casos, no pueden pasar la barrera de mediados del siglo XVIII. Desde el momento en que se constituye en
la historia del mundo tal como lo definimos hoy, la historia del planeta tomada por objeto de reflexión y por
"escala" de acción se convierte necesariamente en una historia predominantemente contemporánea. La
historia moderna –rica en "primeras mundializaciones"– no vendría sino a documentar inciertos
"prolegómenos" o deficientes "precedentes", es decir, a operar bajo pena de teleología.36
En ciertos aspectos, el debate podría evocar la controversia medieval sobre el nominalismo: ¿es necesario
que un objeto exista para que sea nombrado, o bien, que sea nombrado para existir como objeto de
conocimiento? ¿Es necesario que lo "global" (el espacio cosmográfico en su máxima extensión erudita)
esté presente en la conciencia de los actores cuya palabra explora el historiador para que este último esté
habilitado a hacer un uso analítico en la interpretación de su propósito y de su comportamiento? ¿Por qué
no abogar, en este dominio como en otros, por un uso productivo del anacronismo?
Evidentemente. Pero si la noción de "global" acarrea consigo muchas de sus acepciones contemporáneas,
no podríamos siquiera utilizarla sin atender profundamente al universo de sentidos de los hombres de la
época moderna, cuyas concepciones y experiencias vividas del poder, de la pertenencia, de la obediencia
o de la inscripción en un territorio difieren profundamente de las que guían a los global studies. Hacer de lo
"global" un universal analítico sin tomar precauciones, erigirlo en "forma" o en "dimensión" permanente de
la conciencia o de la acción social, es condenarse a formas pobres de investigación genealógica y, por lo
tanto, impedirse la posibilidad de darse cuenta de la diversidad misma de las "formas de vida" que hicieron
posible los contactos entre sociedades distantes.37
Un desafío de historia simétrica
Sin embargo, existe una tercera vía que no percibe contradicciones entre el carácter situado y parcelario
del archivo y las conexiones a gran distancia que la presentan como lugar de toma individual –o de
desprendimiento institucional– de la palabra. Es que aquí, la cuestión no es más "la escala" del análisis
sino "el foco" de la investigación.38 Para esta trayectoria de "historia conectada", atenta al detalle
documental de las situaciones de contacto constitutivas de la "primera mundialización", no existe lo
"global" como nivel autónomo de análisis, sino solamente conexiones establecidas, habitadas, pensadas
por los actores mismos.39
Este programa de investigación implica bastante más que la simple revisita, bajo nuevos costos teóricos,
de las primeras interacciones comerciales o diplomáticas entre los europeos –marinos de expediciones y
agentes de las compañías– y los asiáticos (príncipes, mercaderes y letrados del imperio mongol o de las
ciudades-estado del mundo malayo). Comporta una exigencia metodológica radical: la de una completa
simetría documental, la cual obliga a solicitar tanto y del mismo modo, es decir como elementos de historia
positiva, las fuentes extraeuropeas como las fuentes europeas.40 Este proyecto no es completamente
nuevo. La propuesta de una historia policéntrica de los "primeros contactos" había sido lanzada en los
años 1940 por un historiador económico de la Insulindia holandesa, Jacobus van Leur:
"Con la llegada de los navíos de la Europa Occidental, el punto de vista se invierte 180 grados
y las Indias son desde entonces observadas desde el puente del barco, las murallas de la
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fortaleza, la galería superior de la casa de comercio […] La historia de la Indonesia [en el siglo
XVII] no puede considerarse en ningún caso como el equivalente a la historia de la Compañía
[holandesa de las Indias orientales]. Es incorrecto postular una ruptura porque se describe el
curso de la historia a partir de la llegada, en grupos pequeños, de los primeros marinos,
mercaderes y corsarios europeos, y de adoptar desde entonces el punto de vista limitado de la
pequeña fortaleza parapetada, de la casa de comercio cerrada sobre ella misma y del barco
armado anclado en la rada."41
Pero del plato a la boca se cae la sopa: sin dominar el malayo ni el javanés, Van Leur no pudo sino
comentar marginalmente el relato oficial de la instalación de los holandeses en las Indias, al modo de una
crítica interna de las fuentes coloniales. El debate sobre la posibilidad de la escritura de una "historia
autónoma" del Asia del Sureste –una historia liberada de las pesadas cadenas de las cronologías y de las
causalidades eurocentradas– resurgió con fuerza a los inicios de los años 1960.42 El proyecto de una
narración coral de las situaciones de contacto o de coexistencia entre europeos y asiáticos
desgraciadamente no prosperó en un tiempo donde triunfaban, tanto en Holanda como en otros países, la
lectura antropológica "estructural" de las fuentes extraeuropeas. Reducidos a "mitos" sin fundamento
histórico, dichas fuentes no fueron movilizadas como contrapunto de los relatos coloniales. Bajo el
liderazgo del orientalismo colonial, se establecía un parteaguas entre las fuentes (europeas) "fácticas" y
las fuentes (insulindias) "fantásticas". Los textos europeos (portugueses, holandeses o británicos) ofrecían
el acceso inmediato a la temporalidad "auténtica" del encuentro: sus fechas y sus duraciones eran
aceptadas como "verdaderas", por lo tanto incorporadas tal cual en las narraciones de segundo grado. Los
textos malayos y javaneses, en cambio, quedaban confinados a reseñar, en el mejor de los casos, las
"mentalidades" de sus autores, dicho de otra manera, sus mundos "imaginarios". Dado que era imposible
confiar en ellos para determinar si una batalla o una embajada habían "realmente" tenido lugar o existido,
hacía falta no hacer una lectura sino "simbólica".43 Fue necesario esperar los trabajos de Merle C. Ricklefs
sobre los anales javaneses del siglo XVIII para comenzar a levantar esta hipoteca sobre la coherencia y la
veracidad de las documentaciones insulindias.44
Pero la mayor atención prestada a las fuentes asiáticas presenta un problema de talla: mientras que las
fuentes portuguesas, holandesas o británicas que se ocupaban de los "primeros contactos" con India o la
Insulindia abundan, las fuentes mongolas, malayas o javanesas casi no dicen una palabra al respecto. La
Primera Navegación holandesa que recaló en Banten, al norte de Java, en junio de 1596, tan célebre en
cantidad de relato de viajes y de crónicas publicadas en las Provincias Unidas, no es siquiera mencionada
en los Anales reales de dicho sultanato (la Sajarah Banten, acabada hacia 1662). Si la presencia de
Thomas Roe, improvisado emisario de la Corona británica en Agra entre 1615 y 1618, le valió una
notoriedad durable y fue considerado por los escribas de la chancillería de James I como un hecho
diplomático de primera importancia, el Tuhuk i-Jahangiri –la crónica del reino de Jahangir (1605-1627)–
estrictamente no le hizo nada de caso, incluso si los escribas mongoles reportaban con la mayor
minuciosidad posible las embajadas llegadas desde Persia o desde el Imperio Otomano.45
Este silencio de las fuentes asiáticas concernientes a los "primeros contactos" con los europeos no es en
ningún caso el indicio de una incapacidad de los letrados javaneses o mongoles para consignar por escrito
los acontecimientos significativos de la vida pública de sus sociedades, ni mucho menos señala un
desconocimiento del arte de la diplomacia. Cantidad de textos malayos del período 1590-1630 –por
ejemplo el Taj us-Salatin (Aceh, 1603), la Sejarah Melayu (Johore, 1612) o la Hikayat Aceh (Aceh, circa
1630)– detallan los complejos protocolos de recepción de las embajadas extranjeras y enumeran los
deberes y las calidades esperadas de un emisario real. De todo lo cual podemos extraer una conclusión,
sorprendente, pero precisa: hacia los inicios del encuentro imperial, los europeos no revestían para sus
interlocutores asiáticos sino una importancia menor. Los sultanatos de Aceh o de Banten mantenían
relaciones fluidas con las autoridades de los Lugares Santos, con la China imperial, con el imperio
Otomano y con la India mongola. Esas conexiones eran los vectores de la circulación de los saberes
literarios, políticos y religiosos, y camuflaban tanto oportunidades comerciales como peligros militares. La
relación con Europa, al contrario, no tenía casi ningún interés –en la doble acepción del término– para los
poderes insulindios.
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Ya se ve: la temática de las "miradas cruzadas", casi siempre precipitadamente asociada a la "historia
conectada", se revela rápidamente una vía sin salida. Si los europeos han animando ciertamente un
enfoque alternativamente curioso, inquieto y predador sobre Asia, Asia no se avino a prestarle su atención
sino varios decenios después de su llegada a las tierras monzónicas.
Los horizontes cosmográficos europeos y asiáticos no se correspondieron. No más, al menos, que sus
"regímenes de historicidad".46 Cada mundo vivía en los límites de su propia historiografía. De la
irreductibilidad de las historiografías en presencia, de la ausencia de puntos de contacto entre sus
horizontes de pertinencia, es de todo esto de lo que conviene dar cuentas para escribir una historia "a
partes iguales" de los primeros contactos entre Europa y Asia. La tarea es, sobre todo, difícil: obliga a
alejarse de la ilusión de un "mundo común" del encuentro y por ello a inventar nuevos formatos narrativos
resquebrajando la homogeneidad del relato y restaurando la extrañeza de los mundos en presencia –tal y
como lo ensayó de manera pionera Jonathan Spence en su obra consagrada a Mateo Ricci.47
Subrayemos que este programa de investigación no se limita a exhortar una lectura crítica de las fuentes
europeas: implica igualmente entrar a paso firme sobre el modo de una antropología positiva en el
universo de las fuentes extraeuropeas. Saber lo que los textos malayos y javaneses de los siglos XVI y
XVII dicen (o no dicen) de la interacción con los europeos tiene, ciertamente, su interés. Pero el objetivo
esencial consiste en comprender de qué tratan, de cabo a rabo, en recuperar los partisanos y los críticos
de los debates que los animaban, en decodificar los lenguajes descriptivos que se instalaban a través
suyo. Constatado el desinterés de los escribas malayos y javaneses por los europeos, no serviría de nada
indignarse de su indiferencia y de reaccionar, por despecho, diciendo que es una muestra de su
incapacidad frente al "realismo".48 Más vale, en cambio, interrogarse sobre el contenido de su realidad –y,
a este propósito, detallar las clases de seres, de lugares y de fenómenos que realmente contaban para
ellos. Si el desafío de la "simetría" prolonga la empresa de la revisita crítica del Gran relato de la
"expansión europea",49 el imperativo de una descripción profunda de los universos historiográficos
extraeuropeos que la anima hace que no se detenga. A la toma en cuenta en su justa medida del silencio
de las fuentes asiáticas sobre Europa se suma la recolección y la interpretación de su propio murmullo.
Entonces, ahora se comprende mejor por qué la "historia conectada", lejos de constituir una simple
corriente de "historia global", boceta una crítica radical.50 Dado que una parte consecuente de la
producción anglófona en el campo de la "historia global" se apoya de manera exclusiva sobre fuentes en
lenguas europeas, en sus declinaciones dominantes, esa global history participa de la historia europea. A
pesar de sus proclamas, tampoco produce efectos de "descentramiento". Digamos, más precisamente,
que no se propone convocar la extranjeridad relativa de los mundos en presencia, sino al contrario, de
tejer entre ellos relaciones de familiaridad. La "historia global", rara vez es "discontinuista". Antes que una
profunda inmersión en el universo necesariamente desconcertante de los textos en lenguas vernáculas,
prefiere la alianza con datos seriados que avalen la universalidad –y, por ese motivo, el carácter
ahistórico– de categorías amplias. En consecuencia, poco le importa que el término negara reenvíe, en
las fuentes malayas y javanesas modernas, a un "jardín ordenado", a un bosque desbrozado o a una
música que anima a la obediencia: remite, sin vueltas, al "Estado", en el sentido en el que nosotros lo
entendemos hoy en día. En efecto, las grandes categorías –y este es el privilegio de la abstracción–
siempre tienen alguna validez: un negara era, desde luego, un dispositivo de dominación más o menos
territorializado. Pero no era glosado como tal, y el vocabulario mismo de sus enunciaciones vernaculares
es precisamente el que nos da acceso a su especificidad histórica. Un raja malayo era un "rey" en el
sentido banal del que detenta una capacidad privilegiada a matrizar y a "encarnar" el conjunto de
sujeciones constitutivas de una soberanía. Pero lo era de una manera completamente diferente a la de sus
homólogos europeos, en el modo de un "estilo de vida" caracterizado por la adopción pública de posturas
contemplativas, la práctica del ascetismo y el rechazo a tomar parte del tumulto del mundo.51 Sultan
Agung52 no era Luis XIII. Al menos, jamás fue representado, como este, cazando o guerreando, sino al
contrario, con los rasgos de una impasible marioneta de wayang purwa (el teatro de sombras javanés). La
diferencia de "estilo" marca una profunda diferencia en las modalidades mismas de la concepción del
ejercicio del poder.
Sobre esas diferencias de "estilo" de dominación, la "historia global", acaparada por las comparaciones en
gran escala, no nos dice generalmente gran cosa. De allí, la paradoja: la crítica del eurocentrismo que
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* Versión original: BERTRAND, Romain "Histoire globale, histoires connectées: un «tournant» historiographique?", en CAILLÉ A. et
DUFOIX S. (dir.) Le « tournant global » des sciences sociales, La Découverte, Paris, 2013, pp. 44-66. Traducción: Darío G.
Barriera.
1 Precisemos inmediatamente los límites que tiene esta exploración. Aunque la "nouvelle histoire impériale" ha estado inicialmente
vinculada con la global history, al menos en sus derivaciones recientes, no será tratada aquí por falta de espacio. Sin embargo,
puede consultarse el balance de BURBANK, Jane y COOPER, Frederick Empires. De la Chine ancienne à nos jours, Payot, Paris,
2011 [2010], [ Links ] trad. de C. Jeanmougin. Tampoco detallaremos el modo operatorio de la "historia global" tal cual es
practicada por los historiadores de redes de trata o de negocios a larga distancia, de lo cual se ha ocupado Olivier Pétré-
Grenouilleau en "La galaxie histoire-monde", Le Débat, 154 (2), 2009, pp. 41-52. [ Links ] Agradezco además a Jacques Revel
por su atenta lectura de una primera versión de este texto.
2No hay que confundir la evolución en parte relativa de las "áreas culturales" al seno de la población académica con la evolución
en valor absoluto de su efectividad.
3Un índice, entre otros, de este incremento de visibilidad académica en el bello dossier "Cultures de l’écrit en Afrique", en Annales.
Histoire, sciences sociales, 2009, 64 (4).
4 TREVOR-ROPER, Hugh The Rise of Christian Europe, Harcourt, Brace & World, New York, 1965, p. 9. [ Links ]
5 Nota del traductor [NT]: el sistema educativo preuniversitario francés se divide en dos grandes grados: el primero comprende los
"aprendizajes iniciales" (equivalentes a nuestros dos primeros años de educación inicial y el "primer grado") a los cuales siguen los
ciclos de los "aprendizajes fundamentales" y "profundización", equiparables a ciclo de 2do a 6to grado de la educación primaria en
la Argentina. Luego, el segundo grado, se compone a su vez de otros dos ciclos: el collège y el licée. Se utiliza una numeración en
grados decrecientes: 6to (equivale a nuestro 7mo grado o el antiguo 1ero de EGB), 5to, 4to y 3er año; el Licée comprende un ciclo
de determinación de la orientación (2do año) y otros dos años: 1ero general y Terminal, que permiten realizar el Bac –apócope de
Baccalauréat, examen final general del Licée, de cuya calificación depende el ingreso a la Universidad. En suma, el 5to año que
menciona el artículo podría equipararse a lo que fue en la República Argentina el 2do año de EGB y coincide en la actualidad –
cronológicamente– con el 1ero de secundaria. Para una comparación con el sistema educativo español, puede verse
http://www.mecd.gob.es/exterior/centros/estrasburgo/es/quienessomos/DossierEstrasburgo.pdf
6 Cfr.los comentarios recogidos en PECH, Marie-Estelle Pech "Polémique sur les programmes d’histoire au collège", Le Figaro, 27
de agosto de 2010, y el artículo de DE COCK, Laurence "Veut-on une histoire identitaire?", Libération, 11 octobre 2010.
[ Links ] El debate, animado por los mismos protagonistas, resurgió a comienzos de 2012. Cfr. SEVILLIA, jean "Qui veut
casser l’histoire de France?", Le Figaro magazine, 24 de agosto de 2012, y DE COCK, Laurence et al., "Vague brune sur l’histoire
de France", Collectif Aggiornamento histoire-géographie et CVUH, 27 de agosto de 2012.
7MINARD, Philippe y DOUKI, Caroline –dir.– "Histoire globale, histoires connectées: un changement d’échelle historiographique?",
en Revue d’histoire moderne et contemporaine, 54 (4 bis), 2007, pp. 7-22). Para la cuestión de la evolución en los organismos
públicos de investigación cfr. SABOURET, Jean-François –dir.– Synthèse du pré-rapport sur la place de la recherche sur les "aires
culturelles" au CNRS: enjeux, bilan et prospectives, CNRS, Paris, 15 mars 2010.
8 BRAUDEL, Fernand Grammaire des civilisations, Flammarion, Paris, 1999 [1963]. [ Links ]
9 CHAUNU, Pierre L’Expansion européenne du xiiie au xve siècle, PUF, Paris, 1969, p. 260.
10AUBIN, Jean Mare luso-indicum. Etudes et documents sur l’histoire de l’océan Indien et des pays riverains à l’époque de la
domination portugaise, Droz, 2 vol. Genève-Paris, 1971-1973.
11 [NT] Es un arcaísmo para referirse al archipiélago malayo, cuya superficie es de 2 millones de km2. Actualmente comprende los
siguientes estados: Filipinas, Brunei, Timor Oriental, Malasia, Singapur, Indonesia y, aunque algunos lo excluyen, Papúa-Nueva
Guinea. La población del archipiélago, considerando la información proporcionada por dichos estados según los últimos censos,
supera los 380 millones de habitantes.
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-95042015000200001#23 9/13
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12 LOMBARD, Denys Le Carrefour javanais. Essai d’histoire globale, EHESS, París, 1990, 3 vol; vol I, p. I.
13PHILIP, André "Une classe ouvrière en pays de capitalisme naissant: les ouvriers dans l’Inde", Annales d’histoire économique et
sociale, 2 (6), 1930, pp. 212-230.
14FEBVRE, Lucien "Europe et Asie", Annales d’histoire économique et sociale, 2 (2), 1940, pp. 141-142; GRENARD, Fernand
Grandeur et décadence de l’Asie: l’avènement de l’Europe, Armand Colin, Paris, 1939.
15RANDLES, William "La civilisation bantou", Annales ESC, 1974, 29 (2), pp. 267-281; [ Links ] "Villes d’Afrique et d’Asie",
Annales ESC, 1970, 25 (4).
16REVEL, Jacques "Le récit du monde", La Vie des idées, 26 de abril de 2011. Disponible en: http://www.laviedesidees.fr/Le-recit-
du-monde.html. [ Links ] GOODY, Jack Le vol de l’histoire. Comment l’Europe a imposé le récit de son passé au reste du
monde, Gallimard, Paris, 2010 [2007], trad. de F. Durand-Bogaert.
17"Temps croisés, mondes mêlés", Annales. Histoire, sciences sociales, 2001, 56 (1), [ Links ] con contribuciones de Sanjay
Subrahmanyam y Serge Gruzinski, seguidos de un comentario de Roger Chartier.
18MOLLAT du JOURDIN, Michel Les Explorateurs du XIIIe au XVIe siècle. Premiers regards sur les mondes nouveaux, CTHS,
Paris, 2005 [1984], p. 6. [ Links ]
19 CHAUNU, Pierre Colomb ou la logique de l’imprévisible, Bourin, Paris, 1993, p. 282. En esta obra, el autor se libró a un
lamentable desvarío a propósito de la noción de "encuentro", por entonces popularizada por los especialistas del hecho imperial,
que dice bastante sobre lo que significaba, en ciertos círculos intelectuales, el rechazo de una historia anti heroica de los "grandes
descubrimientos": "Tomemos las palabras: ‘Descubrimiento’ ¿recuerda a mi juventud? ‘Encuentro’ parece más amable. Me hace
pensar en un ‘aborto’. ‘Invasión’ satisface al indigenismo, ya que ningún líder la tiñó de cobriza. Es un privilegio de los Blancos, que
se practica en los salones." CHAUNU, Pierre Colomb…, cit., p. 57.
20 Para un balance resueltamente crítico de esta historiografía francocentrada de la primera y de la segunda Compañía de Indias,
cfr. LE BOUEDEC, Gérard –dir.– L’Asie, la mer, le monde. Au temps des Compagnies des Indes, Presses Universitaires de Rennes,
Rennes, 2014.
21 BAYLY, Chris La Naissance du monde moderne, 1780-1914, Editions de l’Atelier, Paris, 2006 [2004], trad. de M. Cordillot;
POMERANZ, Kenneth Une Grande divergence. La Chine, l’Europe et la construction de l’économie mondiale, Albin Michel, Paris,
2010 [2000], trad. N. Wang et M. Arnoux; BROOK, Timothy Le Chapeau de Vermeer. Le XVIIe siècle à l’aube de la mondialisation,
Payot, Paris, 2010 [2007] trad. O. Demange; SUBRAHMANYAM, Sanjay Vasco de Gama. Légende et tribulations du vice-roi des
Indes, Alma, Paris, 2011 [1998], trad. M. Dennehy. [ Links ]
22 Aparte del dossier ya citado de la Revue d’histoire moderne et contemporaine, señalemos "Écrire l’histoire du monde", Le Débat,
2009, 154 (2), con contribuciones de Krzysztof Pomian, Olivier Pétré-Grenouilleau, François Hartog y Christian Grataloup; "Des
Ming aux Aztèques, l’autre histoire du monde", en Sciences Humaines, 2007, 185; "Les grandes découvertes", en L’Histoire, 2010,
355, con contribuciones de Patrick Boucheron, Sanjay Subrahmanyam, Jérôme Baschet, Eric Vallet, Philippe Beaujard, Yann Potin,
Carmen Bernand, Christian Grataloup, Paola Calanca, Frank Lestringant, Serge Gruzinski, Florent Quellier y Jean Frédéric Schaub.
Agreguemos que muchas mesas redonda de las Rendez-vous de l’histoire de Blois, en octubre de 2011, fueron consagradas a la
historia global, de las cuales una fue animada por Patrick Boucheron y otra por la redacción de los Annales.
23GRUZINSKI, Serge Les Quatre parties du monde. Histoire d’une mondialisation, La Martinière, Paris, 2004; BOUCHERON,
Patrick et al. (dir.), Le monde au XVe siècle, Fayard, Paris, 2009. [ Links ]
24 La European Network in Universal and Global History (ENIUGH) no cuenta más que con un francés entre los 20 miembros de su
comité director, y no organizó uno solo de sus tres primeros congresos en Francia –aunque se ha considerado a París para el
cuarto. Las revistas más activas en el campo de la "historia global" son el Journal of World History, publicado por la Universidad de
Hawaii y el Journal of Global History, publicado por la Universidad de Cambrigde. Sobre el proceso de institucionalización de la
global history en Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos en los años 1990, cfr. MANNING, Patrick Navigating World History.
Historians Create a Global Past, Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2003. [ Links ]
25 Largamente deslegitimada por las profecías apocalípticas de Samuel Huntington, la noción de "civilizaciones" recuperó espacio
en ciertas obras recientes, sobre todo en SALLMANN, Jean-Michel Le Grand désenclavement du monde, 1200-1600, Payot, Paris,
2010. [ Links ] Para la distinción de principio entre "niveles" de análisis (local y global) y la definición de la global history como
articulación reflexiva de estos "niveles", cfr. la introducción de HOPKINS, Anthony G. –editor.– Global History. Interactions Between
the Universal and the Local, Palgrave Macmillan, Basingstoke, 2006.
26 CHARTIER, Roger "La conscience de la globalité", Annales. Histoire, sciences sociales, 56 (1), 2001, p. 122. [ Links ]
27ZEMON-DAVIS, Natalie "Decentering history. Local stories and cultural crossings in a global world", History and Theory, 50 (2),
2011, pp. 188-202. [ Links ]
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-95042015000200001#23 10/13
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28 Cfr, entre otros, SAUNIER, Pierre-Yves "Learning by doing. Notes about the making of the Palgrave Dictionary of Transnational
History", Journal of Modern European History, 6 (2), 2008, pp. 159-180; [ Links ] TOURNÈS, Ludovic –dir.– L’argent de
l’influence. Les fondations américaines en Europe, Autrement, París, 2010. KOTT, Sandrine –dir.– "Une autre approche de la
globalisation. Socio-histoire des organisations internationales (1900-1940)", Critique internationale, 52 (3), 2011 y SLUGA, Glenda –
dir.– "The transnational history of international institutions", Journal of Global History, 6 (2), 2011.
29 PÉTRÉ-GRENOUILLEU, Olivier "La Galaxie…", cit.
30TRIVELLATTO, Francesca The Familiarity of Strangers. The Sephardic Diaspora, Livorno, and Cross-Cultural Trade in the Early
Modern Period, Yale University Press, Yale, 2009; [ Links ] TORRE, Angelo Luoghi. La produzione di localita in eta moderna e
contemporanea, Donzelli, Rome, 2011. [ Links ] BERTRAND, Romain L’Histoire à parts égales. Récits d’une rencontre Orient-
Occident (XVIe-XVIIe siècles), Seuil, París, 2011.
31 KRACAUER, Siegfried L’Histoire. Des avant-dernières choses, Stock, Paris, 2006 [1969], trad. C. Orsoni, pp. 183 y 191.
32 REVEL, Jacques "Microanalyse et construction sociale", dans REVEL, Jacques (dir.), Jeux d’échelles. La microanalyse à
l’expérience, Gallimard-Seuil, París, 1996, pp. 15-36. 1996: 19.
33 RICOEUR, Paul La mémoire, l’Histoire, l’oubli, Seuil, París, 2000, p. 270.
34 GEERTZ, Clifford Bali, interprétation d’une culture, Gallimard, París, 1983 [1973], p. 452.
35 BURCKHARDT, Jacob Considérations sur l’histoire universelle, Allia, París, 2001 [1905], trad. S. Stelling-Michaud, p. 205.
36Para una defensa de la global history como proyecto de genealogía de la globalización contemporánea, cf. MAZLICH, Bruce The
New Global History, Routledge, Londres, 2006. [ Links ]
37SUBRAHMANYAM, Sanjay Three Ways to be Alien. Travails and Encounters in the Early Modern World, Brandeis University
Press, Waltham, 2011. [ Links ]
38 Como lo señala ya la introducción al dossier "Temps croisés, mondes mêlés" des Annales. Histoire, sciences sociales, 2001, 56
(1). [ Links ]
39GRUZINSKI, Serge Les quatre…, cit. SUBRAHMANYAM, Sanjay Explorations in Connected History. Vol. I. Mughals and Franks.
Vol II. From the Tagus to the Ganges, Oxford University Press, Oxford, 2005. [ Links ]
40 BERTRAND, Romain L’Histoire à parts égales…, cit.
41VAN LEUR, Jacob Cornelis Indonesian Trade and Society. Essays in Asian Economic and Social History, Van Hoeve, La Haye,
1967 [1940], pp. 265, 267, 270. [ Links ]
42SMAIL, John "On the possibility of an autonomous history of Southeast Asia", en Journal of Southeast Asian History, 1961, 2 (2),
pp. 72-102; [ Links ] BENDA, Harry J. "The structure of Southeast Asian history: some preliminary observations", en Journal of
Southeast Asian History, 1962, 3 (1), pp. 106-138. [ Links ]
43 BERTRAND, Romain "Rencontres impériales. L’histoire connectée et les relations euro-asiatiques", en Revue d’histoire moderne
et contemporaine, 54-4 bis, 2007, pp. 69-89.
44RICKLEFS, Merle Modern Javanese Historical Tradition. A Study of an Original Kartasura Chronicle and Related Materials,
SOAS, Londres, 1978. [ Links ]
45BARBOUR, Richmond Before Orientalism. London’s Theatre of the East, 1576-1626, Cambridge University Press, Cambridge,
2003, p. 168; SUBRAHMANYAM, Sanjay Explotartions…, cit. Tomo I, pp. 143-172.
46Para la enunciación original de esta noción, HARTOG, François Régimes d’historicité. Présentisme et expérience du temps,
Seuil, Paris, 2003; para su uso a los fines de una historia de las situaciones de los "primeros contactos", BERTRAND, Romain
Politiques du moment colonial. Historicités indigènes et rapports vernaculaires au politique en "situation coloniale", CERI: Questions
de recherche, núm. 26, París, 2008. [ Links ]
47 SPENCE, Jonathan The Memory Palace of Matteo Ricci, Viking, New York, 1984. [ Links ]
48Tal la actitud del orientalista Andriaan Leo Victor van der Linden cuando, al fin de una revisión de decenas de textos malayos,
concluye que no hay ningún saldo acerca de la historia de los primeros contactos entre malayos y europeos. La empresa de Van
der Linden suscita al mismo tiempo admiración y estupefacción, ya que después de 400 páginas, el autor asume que ¡no puede
decirnos nada sobre acerca de qué tratan las literaturas malayas! LINDEN, Adriaan Victor Leo van der De Europeaan in de
Maleische literatuur, Ten Brink, Meppel, 1937. [ Links ]
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-95042015000200001#23 11/13
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49El golpe de gracia fue asestado pos Sanjay Subrahmanyam en Vasco da Gama… cit. Para la difusión fuera de los círculos
académicos de esta historia crítica, cfr. el dossier "Les grandes découvertes", en L’Histoire, núm. 355, 2010.
50SUBRAHMANYAM, Sanjay "Historicizing the global, or labouring for invention?", History Workshop Journal, 64 (1), 2007, pp.
329-334. [ Links ]
51 BERTRAND, Romain L’histoire…, cit., pp. 323-346.
52 Sultan Agung (r. 1613-1646) fue el soberano del imperio de Mataram, cuya corte residía en el centro de Java.
53 Cf., entre una rica bibliografía, el libro clásico de YATES, Francis Giordano Bruno and the Hermetic Tradition, Chicago, University
of Chicago Press, Chicago, 1990 [1964], [ Links ] así como WILSON, Catherine "Visual surface and visual symbol. The
microscope and the occult in early modern science", Journal of the History of Ideas, 49 (1), 1988, pp. 85-108 y JOLY, [ Links ]
Bernard "Francis Bacon réformateur de l’alchimie. Tradition alchimique et invention scientifique au début du XVIIe siècle", Revue
philosophique de la France et de l’étranger, 128 (1), 2003, pp. 23-40.
54Véase sobre todo SHAPIN, Steven A Social History of Truth: Civility and Science in Seventeenth-Century England, University of
Chicago Press, Chicago, 1994; [ Links ] JONES, Matthew L. The Good Life in the Scientific Revolution. Descartes, Pascal,
Leibniz, and the Cultivation of Virtue, University of Chicago Press, Chicago, 2006 y COOK, [ Links ] Harold Matters of
Exchange. Commerce, Medicine, and Science in the Dutch Golden Age, Yale University Press, New Haven, 2007. [ Links ]
55 A reserva de plumas más esclarecidas, me parece que el término straniamento utilizado por C. Ginzburg es mejor expresado en
francés por "mise en étrangeté" que por el término inglés estrangement.
56GINZBURG, Carlo "L’estrangement. Préhistoire d’une procédé littéraire", en GINZBURG, Carlo A distance. Neuf essais sur le
point de vue en histoire, Gallimard, Paris, 2001 [1998], trad. P.-A. Fabre, pp. 31-36.
57 MOORE, Barrington Les origines sociales de la dictature et de la démocratie, Maspero, Paris, 1969 [1966]; [ Links ]
SKOCPOL, Theda Etats et révolutions sociales. La révolution en France, en Russie et en Chine, Fayard, París, 1985 [1979], trad.
N. Burgi y TILLI, [ Links ] Charles Contrainte et capital dans la formation de l’Europe, Aubier, París, 1992 [1990]. Para una
historia interna de esta corriente, cfr. SKOCPOL, Theda Vision and Method in Historical Sociology, Cambridge University Press,
Cambridge, 1984. [ Links ] Para una apreciación crítica de su importancia en el despegue de la sociología histórica
estadounidense véase ADAMS, Julia; CLEMENS, Elisabeth y ORLOFF, Shola –éditeurs– Remaking Modernity. Politics, History,
and Sociology, Duke University Press, Durham, 2005 y ADAS, Michael "Reconsidering the macro-narrative in global history. John
Darwin’s After Tamerlane and the case for comparison", Journal of Global History, 4 (1), 2009, pp. 163-173.
58 Notemos sin embargo otra práctica, creativa, de la comparación tipológica: la iniciada por Victor Lieberman, que muestra cómo
ciertos tipos de organización política se rencuentra en diferentes lugares del mundo euroasiático como consecuencia de reacciones
sociales similares a un conjunto común de dificultades ecológicas. El objeto del trabajo de Lieberman no es, en efecto, el de
producir una teoría general de la formación del Estado moderno, sino de especificar lo más posible el caso del sureste asiático en
medio de comparaciones con Francia, Rusia, la China imperial, etc. LIEBERMAN, Victor Strange Parallels. Southeast Asia in
Global Context, c. 800-1830, vol. 1 (2003): Integration on the Mainland, vol. 2 (2009): Mainland Mirrors. Europe, Japan, China,
South India, and the Islands, Cambridge University Press, Cambridge 2003 y 2009. [ Links ]
59GRUZINSKI, Serge Les quatre…,cit., y BERNAND, Carmen Un Inca platonicien. Garcilaso de la Vega (1539-1616), Fayard,
París, 2006. [ Links ]
60Digamos incluso que su exigencia comprehensiva torna a la "historia conectada" más compatible con las sociologías del actor y,
sobre todo, con las sociologías pragmáticas, que la "historia global" la cual, mayormente, es tributaria de un imperativo explicativo
que la obliga a usar categorías "pesadas".
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