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LOS PRIMEROS HOMÍNIDOS EUROPEOS

En un momento de nuestra evolución, la humanidad afrontó el enorme reto adaptativo de abandonar su


cuna africana para poblar Asia y Europa. Los homínidos se hicieron más grandes y sus cerebros
aumentaron correlativamente de tamaño. Existen diversos argumentos que relacionan la salida de África
de estos humanos con un cambio climático. También debido a limitaciones ambientales, algunos científicos
creen que hasta hace medio millón de años, la expansión humana sólo se produjo en las áreas más
meridionales de Europa, permaneciendo el norte de Europa despoblado debido a los fríos intensos y
escasez de recursos como resultado de los periodos glaciares.
Esta etapa concluyó con la aparición de nuestra especie (Homo sapiens) y de los neandertales
(Homo neanderthalensis). Los neandertales y nosotros formamos dos humanidades diferentes, aunque
muy similares en muchos puntos. A lo largo de la última parte de nuestra historia evolutiva ambas especies
se desarrollaron en sus diferentes continentes. El antepasado común a ambas líneas humanas que daría
lugar, por un lado, en Europa a los neandertales por otro en África a nosotros, lo encontramos en la Sierra
de Atapuerca, en el nivel 6 de la Gran Dolina, con una antigüedad de alrededor de 800.000 años y ha sido
bautizado por sus descubridores como Homo antecessor. El estudio de los fósiles humanos de TD6 ha
revelado un interesante mosaico de rasgos, algunos muy primitivos y otros sorprendentemente modernos.
Esta combinación es única en el registro fósil humano.
No muy lejos de España, en Ceprano cerca de Roma, el descubrimiento de una calvaria cuyos rasgos
dicen que se asemejan a los de Homo erectus, ha añadido más intriga a la emocionante historia del primer
poblamiento europeo. La edad de este fósil es incierta dado que carece de contexto estratigráfico, pero
ciertos argumentos apuntan hacia los 700-800.000 años de antigüedad, lo que implicaría, de confirmarse
esta fecha, una coexistencia de ambas especies o bien que se tratara también de Homo antecessor.

En cualquier caso, la edad de Homo antecessor, así como sus peculiares rasgos anatómicos y evolutivos,
están fuera de duda y le sitúan como el primer poblador de Europa hace alrededor de 1 millón de años. En
el viejo continente Homo antecesor comienza una marcha evolutiva que culminará cientos de miles de
años más tarde en los neandertales, mientras que esta misma especie humana habitando en África dará
lugar a una especie diferente, a nosotros.

Cerca de Europa, en Dmanisi (Georgia), al sur del Cáucaso, se encontró en 1991 una mandíbula bien
conservada, aunque sin las ramas ascendentes. El análisis mediante la técnica K/Ar proporcionan una edad
de 1,8 +/- 0,1 millones de años en una capa de basalto (volcánica) que se sitúa por debajo del nivel de
donde procede la mandíbula. La polaridad paleo magnética de ambos niveles es normal. Los paleontólogos
que estudian la fauna asociada y el tipo de industria recuperada confirman una edad de finales del
Plioceno, dentro del evento paleo magnético Olduvai (entre hace 1,95 y 1,77 millones de años). El tipo de
herramientas de piedra recuperadas en el mismo nivel que el fósil humano es Olduvayense .

La evidencia más vieja de presencia humana en Europa podría estar en Cueva Victoria (Murcia). Aquí se ha
encontrado una falange de mano que es sin duda de un primate y podría ser humana o de Theropithecus
oswaldi, un gran mono y, que ha sido identificado en la misma cueva a partir de un molar.
Desgraciadamente, la falange fue recogida fuera de su lugar original, y aunque ha sido asignada a una
brecha datada en más de 1 millón de años, la certeza nunca es completa en estos casos.

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También en la península Ibérica, Josep Gibert y sus colaboradores han presentado como humanos unos
restos fósiles procedentes del yacimiento de Venta Micena (Orce, Granada). El yacimiento tiene una
antigüedad ligeramente superior a 1 m.a., pero los fósiles no son humanos de acuerdo con la opinión de
algunos investigadores. Desde su descubrimiento en 1907, el fósil humano tenido como más antiguo de
Europa era la mandíbula de Mauer (encontrada cerca de Heidelberg, Alemania). Su antigüedad se sitúa en
torno a los 500.000-600.000 años. Más recientemente, en 1993 se descubrió una diáfisis de tibia humana
en el yacimiento inglés de Boxgrove, que se consideró de edad similar a Mauer. Cierto número de autores
llegaron a considerar que el primer poblamiento humano de Europa no se produjo mucho antes de hace
500.000 años.
Sin embargo, el debate sobre el primer poblamiento humano de Europa iba a cambiar para siempre
en el verano de 1994 con los descubrimientos de la Gran Dolina en España, este yacimiento pertenece al
conjunto de yacimientos cársticos (de cueva) de la Sierra de Atapuerca, muy cerca de la ciudad de Burgos,
que se han excavado a partir de 1978, bajo la dirección de Emiliano Aguirre. Allí se hallaron restos
humanos mezclados con los restos de animales, y bastante rotos. Algunos presentan estrías de corte
producidas por el filo de un instrumento de piedra empleado con ánimo de separar la carne del hueso.
Está, pues, claro que fueron descarnados y consumidos allí mismo por otros humanos. Se trata de la
evidencia más antigua conocida de este tipo de práctica. Es difícil imaginar que responda a un
comportamiento ritual, y parece, en principio, que los cuerpos humanos no fueron tratados con más
respeto que los herbívoros con los que aparecen mezclados sus restos, pero los estudios que desarrollan
varios investigadores del equipo de Atapuerca tienen la última palabra.
Cuando se encuentran fósiles nuevos, el paleontólogo los compara con aquéllos descubiertos
anteriormente en otros yacimientos para tratar de determinar a qué especie pertenecen. A veces resulta
de la comparación que los nuevos fósiles no son como ninguno de los demás y entonces se crea para ellos
una especie nueva, el Homo Heidelberg.

Anatomía del Homo Antecessor: La morfología facial es similar a la de Homo sapiens, con orientación
coronal y ligera inclinación hacia atrás de la placa infra orbital que determina la presencia de una fosa
canina muy conspicua. El borde inferior de esta placa es horizontal y ligeramente arqueado. El arco
superciliar es en doble arco y la capacidad encefálica, estimada a partir de un fragmento incompleto de
hueso frontal, indica una cifra superior a los 1000 cm³. Mientras que H. erectus tiene un patrón de
crecimiento facial que es similar al observado en los primeros Homo y los Australopithecus, tanto en H.
antecessor como H. sapiens predomina la resorción ósea durante el crecimiento facial. Las similitudes
entre la anatomía subnasal de H. antecessor y H. sapiens sugieren que la "modernización" de la cara estaba
ya claramente en marcha en H. antecessor. La morfología de la mandíbula recuerda a la de ciertos
homínidos muy posteriores, del Pleistoceno Medio, de la especie Homo heidelbergensis, como los de
la Sima de los Huesos, también de Atapuerca. El esqueleto postcraneal indica una cierta gracilidad en
comparación con la mayor robustez del Hombre de Neanderthal de la segunda mitad del Pleistoceno
Medio. La mayoría de individuos alcanzarían una altura de entre 1,60m y 1,85m, con un peso de entre 60 y
90 kilogramos.

Anatomía del Homo Heidelberg: Eran individuos altos que tenían 1,75 m de estatura y muy fuertes
(llegarían a 105 kg), de grandes cráneos que median 1350 cm³, muy aplanados con relación a los del
hombre actual, con mandíbulas salientes y gran abertura nasal. Se trata de la primera especie humana en
la que es posible detectar indicios de una mentalidad simbólica. Su anatomía ha sido descrita en gran
parte por los restos encontrados en el yacimiento de la Sima de los Huesos en Atapuerca
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