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Llevar los valores corporativos a la acción

Por
Anna Domenech. Head HR. Vifor Pharma España.

Son muchas las empresas que publican en su página web su misión, su visión y una
lista de valores corporativos, más o menos extensa.

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Pero, ¿Se viven realmente esos valores en el día a día de estas empresas? ¿Esos valores están
presentes en todas las actividades que desarrolla la compañía? ¿Sus empleados comparten de
verdad esos valores y actúan siempre de acuerdo con los mismos?

Los valores corporativos constituyen una declaración de principios inquebrantables que la compañía
declara como pilares sobre los cuales se debe edificar cualquier actividad del negocio. De esta forma,
se establecen criterios que enmarcan los comportamientos de las personas, las decisiones que se
toman y las acciones que se llevan a cabo en el desarrollo de las actividades de la empresa.

Y muchas veces, nos cuestionamos si todo eso aporta algún valor real al negocio, o si es solamente
una formalidad que da una imagen de seriedad a la compañía, meramente superficial.

Identificar los valores corporativos de nuestra empresa aporta valor real, pero con condiciones. De
poco sirve que nuestra declaración de principios quede en un bonito poster en la sala de juntas o en
nuestra página web corporativa, si no los vivimos de verdad y los hacemos una realidad tangible.

Cuando los valores están bien definidos y se llevan a la acción en el día a día de la compañía, éstos
aportan un valor diferencial, tanto internamente como externamente.

Internamente, constituyen la base de la cultura corporativa, se integran en el ADN de la empresa y


unen a las personas, generando un sentimiento de pertenencia al equipo y compromiso con el
proyecto de la compañía.

Externamente, en la medida que los valores se integran en los comportamientos de las personas de
la organización, éstos se hacen tangibles en las actividades y relaciones con nuestro entorno,
configurando la identidad corporativa que nos diferencia de otras organizaciones, en base a como
nos perciben nuestros empleados, clientes, proveedores, organismos públicos, asociaciones,
competidores, etc.
Así pues, la clave está en conseguir que nuestros valores corporativos sean algo real y palpable en
todas las actividades de nuestro negocio.

Todo empieza en el proceso de identificación y definición de los valores:

• Aunque el proceso suele iniciarse en la cúpula directiva, es importante que se involucre a


empleados de todos los niveles y de todas las áreas funcionales de la empresa, para validar que los
valores estén alineados con la realidad de la organización e implicar al personal en el proceso.

• Para identificar los valores que realmente son importantes para nuestro negocio, es necesario
focalizarse en aquellos que resultan cruciales para el desarrollo de nuestra actividad, en función del
tipo de productos que gestionemos, mercados en los que operemos, las necesidades de nuestros
clientes, etc. Por ejemplo, si nuestra compañía quiere ofrecer productos novedosos al mercado,
probablemente, uno de nuestros valores clave será la innovación.

• Además, resulta especialmente interesante identificar aquello que nos distingue de otras
compañías que operan en el mercado y que aporta un valor diferencial.

• Por otro lado, es importante tener en cuenta que “menos es más”, por lo que deberemos tratar de
priorizar y reducir nuestra lista de valores a lo más esencial. Es mucho más realista focalizarse en
consolidar y potenciar 3 o 4 valores, que trabajar sobre una lista de 15.

• Y sobre todo, es esencial traducir cada valor en una lista de comportamientos descriptivos que
eviten ambigüedades en la interpretación del significado de la aplicación de dichos valores.

Una vez tenemos nuestros valores identificados y definidos, naturalmente, tendremos que
comunicarlos internamente y externamente con todos los medios y recursos posibles, y contando
con el compromiso e implicación de los líderes de la organización.
Si hemos identificado los valores adecuados para nuestra empresa, lo habitual es que se estén
aplicando de forma natural y casi inconsciente, pero si queremos asegurar que aportan valor real, es
necesario formalizarlos y elevarlos al plano consciente de la actividad del negocio.

Por lo tanto, para evitar que el proceso termine en este punto y los valores se acaben olvidando, es
necesario incorporarlos en los procesos de la compañía, y en ese aspecto, la función de Recursos
Humanos tiene un papel esencial, por el impacto que tienen sus áreas de gestión en las personas y
en la cultura corporativa. Algunos ejemplos podrían ser:

• Procesos de selección de personal, aplicando nuestros valores en el trato a los candidatos en todas
las etapas del proceso, e incorporando entrevistas u otras herramientas orientadas a identificar y
validar que los candidatos seleccionados comparten nuestros valores.

• Proceso de acogida de nuevos empleados, comunicando nuestros valores, los comportamientos


que los definen y cómo se aplican en los procesos de la compañía.

• Gestión del desempeño, incorporando indicadores que tengan en cuenta los comportamientos
observables adecuados o no a nuestros valores, aplicados en las áreas de gestión de los empleados.

• Planes de Desarrollo, implementando acciones que contribuyan al potenciar los valores en la


organización.

• Programas de reconocimiento, identificando los mejores ejemplos de acciones, iniciativas y


actividades en los que se hayan aplicado nuestros valores corporativos.

Estas son solamente algunas posibilidades, pero los valores corporativos pueden identificarse y
aplicarse en muchos otros procesos de la organización, y el hecho de formalizar el papel que juegan
en los diversos ámbitos de gestión de la compañía contribuye a mantenerlos vivos y presentes en el
día a día, y por tanto, a mantenerlos como elemento esencial de nuestra identidad corporativa.

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