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El Siglo XXI será místico o no será

El cristiano o es místico o no es cristiano


Antonio Gil de Zúñiga, 01-noviembre-2014

Karl Rahner escribió: “en el siglo XXI los cristianos serán místicos o no lo serán”. Sin entrar en la disputa de
si esta frase es original del teólogo K. Rahner o del novelista francés A. Malraux o de…, lo cierto es que en
esta frase lapidaria de futuro se atisba una laicización de la mística; es decir, la mística no puede ser
monopolio de clérigos ni del cenobio ni del ermitaño; o lo que es lo mismo, de aquellos que “huyen del 1
mundo” y tienen como epicentro de esa “huida” el celibato. La mística ha de ser patrimonio del pueblo de
Dios.

Por ello, cuando hablo de laicizar la mística, me refiero al término “laico” en su etimología, es decir, “pueblo”
y no de potenciar al laico como opuesto al monje o al clérigo. Es más, tanto el clérigo como el monje y la
monja, en cuanto que ellos también son pueblo de Dios, han de ser místicos laicos.

¿Alguien conoce a algún místico laico a través de la historia de la Iglesia, que haya sido reconocido como tal?
¿Cuántos santos laicos hay en el santoral? Se pueden contar con los dedos de la mano. La santidad, la mística
ha de ser patrimonio de todo bautizado. Creo que Rahner, como uno de los teólogos más brillante del concilio
Vaticano II, augura una democratización de la mística. A manera de digresión, pero significativa: ¿Hasta
cuándo, por ejemplo, el pueblo de Dios debe intervenir en todos los asuntos de la Iglesia? En este Sínodo
sobre la familia quienes han votado las conclusiones para posteriores decisiones han sido los obispos. Los
matrimonios presentes han dado su testimonio, pero sin decidir con su voto. Nos resulta lejano en el tiempo y,
sobre todo, en la praxis eclesial aquello de Cipriano, obispo de Cartago, en su epístola 14, como paradigma de
su actuación pastoral: “Nada sin vuestro consentimiento (el de los presbíteros) y sin el del pueblo”.

Ahora bien, cuando uno se acerca a escritos y manuales sobre la mística, nos indican que se trata de
una experiencia intensa de Dios hasta el punto de que o bien se experimentan sensaciones
extraordinarias, como el éxtasis, o bien se abandona todo lo que a uno le rodea para dedicarse
exclusivamente a la oración, a la contemplación de esa Divinidad que se ha manifestado
gozosamente. No digo que esto no ocurra (conozco algún caso), pero cuando se dice que el cristiano
o es místico o no es cristiano, se está refiriendo a una experiencia de Dios más doméstica y ordinaria.
Jesús de Nazaret tuvo una experiencia intensa y gozosa de Dios en el monte Tabor, como también la
tuvieron los tres discípulos que le acompañaron, pero su relación ordinaria con el Padre era más
corriente, más vulgar, si se quiere, pero no por ello menos gozosa, incluso la de Getsemaní, que
vendría a ser la noche oscura de los místicos. Es la vivencia a la que se refiere D. Bonhoeffer, pues
“hemos de vivir en el mundo etsi Deus non daretur (como si Dios no existiera)… Dios es impotente
y débil en el mundo, y precisamente sólo así está Dios con nosotros y nos ayuda”.

Tengo siempre presente la vivencia religiosa de una tía mía en un pueblecito extremeño durante la
dictadura franquista. Solía decir que ella no era una “beata”, porque no iba a Misa los domingos, sólo
en Navidad y Semana Santa; pero era “religiosa”, porque rezaba todos los días a Dios cuando se
levantaba y acostaba; y recalcaba con cierta ironía:”Aunque soy pobre, doy de lo que tengo; dinero,
no, porque no tengo, pero sí, pan, fruta, aceite… a quien se acerca a mi puerta con alguna
necesidad”. Y solía apostillar: “No quiero ser como algunas “beatas” que van a Misa todos los
domingos y luego no dan una limosna al pobre que se acerca a su puerta”. En el pueblo se sabía de
sobra a quiénes se refería.

Partiendo de la experiencia religiosa, no “beata”, de Jesús de Nazaret y de mi tía Gregoria, creo que
el cristiano ha de ser místico si quiere ser cristiano y no un mero bautizado, que, en ocasiones tal vez,
participa de algún rito religioso. Su experiencia religiosa, si es profunda, no ha de ser otra que vivir,
sentir y disfrutar del Ser trascendente, del Misterio en el que uno se fundamenta y está inmerso. Blas
El Siglo XXI será místico o no será

de Otero nos recuerda mediante una metáfora radiante que Dios es el ancla de nuestra existencia. Y
de ahí tiene que brotar el reconocimiento del cristiano (y del ser humano en general) por sentirse
anclado en la roca firme del Misterio, del Ser trascendente. Pero, aunque esa experiencia religiosa
puede ser de diferente intensidad, no obstante tiene que ser el de una “mística de los ojos abiertos”,
como le gustaba decir al teólogo JB. Metz. En la literatura monacal decir mística es decir
contemplación. Contemplar es un vocablo estático, cuya lexía nos remite al templo, al espacio
exclusivo del monje/a y del clérigo. A la mística laica, sin embargo, del que vive, siente y disfruta
del Ser trascendente, le corresponde mirar, admirar y admirarse. Si uno vive es porque tiene un 2
periscopio en su existencia que le pone en contacto con lo que acontece a su alrededor y nada de lo
que ocurre en el mundo le es ajeno, como insistía Tertuliano. Si uno siente es porque admira desde
dentro de sí su propia realidad y también la que se manifiesta como un tú, incluido el Tú
trascendente. Si uno goza y disfruta es porque se admira de la presencia del Invisible en la belleza
del cosmos; porque siente desde lo hondo el regalo de las cosas creadas por Dios y, por ello, se lo
agradece “en éxtasis de gritos”, como escribe JM Valverde, un laico místico, en su bello poema
Oración por nosotros los poetas. No en vano escribía Aristóteles que del admirarse, del maravillarse
brota la filosofía, el amor al conocimiento. Mediante esa experiencia mística, del admirarse
profundamente religioso, surge un conocimiento nuevo de Dios, que no es el teológico, ni el del
catecismo, ni una aceptación puramente doctrinal de la doctrina cristiana.

Es, a modo de conclusión, la experiencia mística de Blas de Otero en su Cántico espiritual. Parte del
hecho de que como ser humano es una “vana potestad de ausencias”, si Dios no está a su lado, es
decir, para él lo Trascendente es lo que fundamenta y da consistencia a su ser existencial. Desde esa
radicalidad espera y suspira la “llegada de Dios” a sus andenes. Dios será quien irrumpa en la “yerba
silenciosa” del ser humano y se produce así un conocimiento nuevo y una recreación nueva de la
propia existencia y de todas las cosas (el existencial sobrenatural de los filósofos). Pero para que ese
“abismal deleite”, que supone el encuentro amoroso con Dios, no se quede en un narcisismo
solipsista, hay que suplicar a Dios “unas manos bienhechoras”, para que desde esa nueva mirada se
lleve a cabo un compromiso radical con el quehacer humano en la historia. En el caso de este místico
laico su praxis se fundamenta en que “sin Dios no se puede aupar hasta el cielo” una realidad
humana con tantos escombros y en la paz social, fruto de la justicia, que viene a ser su seña de
identidad como hombre de bien, hasta el punto de que “yo doy todos mis versos por un hombre/ en
paz…”

http://www.atrio.org/2014/11/el-cristiano-o-es-mistico-o-no-es-cristiano/

RELIGIÓN JUDÍOS, CRISTIANOS Y MUSULMANES PARTICIPAN EN UNAS JORNADAS

El filósofo Roger Garaudy afirma en Valencia


que "el siglo XXI será espiritual o no será"
Conéctate

Ferran Bono

Valencia 4 DIC 1998


El Siglo XXI será místico o no será

El escritor francés Roger Garaudy parafrasea a André Malraux para mostrar su convencimiento de
que "el siglo XXI será espiritual, o no será" en referencia al peligro atómico. "Si continuamos como
en el siglo XX, mis hijos y mis nietos nunca tendrán mi edad", añade el controvertido filósofo de 85
años que rechaza el actual "monoteísmo de mercado impuesto por los EE UU" porque no da sentido
a la vida, por lo que apela a la espiritualidad de todas las religiones para trasformar la realidad.
Garaudy participa en las jornadas convocadas por la Universdad de Valencia que rememora sus
orígenes al reunir a pensadores judíos, cristianos y musulmanes para dialogar sobre la tolerancia.
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Antiguo ideólogo del Partido Comunista Francés, del que fue expulsado a finales de los sesenta -"por
decir que lo de la Unión Soviética no era socialismo", apunta su mujer Salman Farouqui-, Garaudy
defendió una simbiosis entre el marxismo y el cristianismo hasta que en 1982 se convirtió al Islam,
en el que entró "con La Biblia bajo un brazo y El capital en el otro", recuerda mientras esboza una
sonrisa. Hoy defiende el marxismo como una metodología de trabajo imprescindible. Autor de 53
libros, el filósofo francés postula la "necesidad de una teología de la liberación en el Islam, de un
[Concilio] Vaticano II", que recoja el "mensaje vivo de Jesús que une las interioridades de la fe con
la lucha por la justicia social". "Desgraciadamente en la iglesia católica ha desaparecido el espíritu
del Vaticano II y me parece que el siglo XXI no resistirá 100 años sin una espiritualidad común a
todos los que piensan que la vida tiene un sentido. Ahora, la religión universal que domina el mundo
es el monoteísmo impuesto por EE UU. Significa la fe en un solo dios: el dolar. Esto priva a nuestra
vida de toda significación porque el hombre está considerado sólo un consumidor y productor,
cuando no es un parado. Me parece muy importante que todos los hombres de fe, cristianos, judíos o
musulmanes, luchen contra ese monoteísmo". Garaudy enfatiza sus palabras con gestos vehementes
y se desplaza con soltura para su avanzada edad y su elevada estatura. Ante la pregunta de cómo se
ha de articular esa lucha, descarta las armas y propone un "boicot contra de EE UU y sus vasallos, el
primero de ellos Israel, que es exactamente el complemento estratégico de los americanos". Su
discurso le ha granjeado el apoyo de buena parte de la intelectualidad árabe. Polémica sobre el
genocidio Hace unos dos años fue condenado en Francia a pagar una multa de tres millones de
pesetas por "negación de crimen contra la humanidad", según indicó la sentencia que aludía a los
juicios emitidos por Garaudy en su libro Los mitos fundadores de la política israelí. En él, sostiene
que las cifras del exterminio judío han sido "arbitrariamente manipuladas". Con tranquilidad pero
dando la sensación de querer pasar pronto el polémico capítulo, el escritor comenta que sus
opiniones fueron deformadas por el sionismo. "No es un problema religioso. El judaísmo es una
religión que respeta, pero el sionismo es ateísta y colonialista. Nunca he negado que muchos judíos
murieron. Cuando dicen que es el genocidio más grande del universo, es cierto respecto a la religión
judía. Nunca sufrieron un pogromo tan terrible. Pero en la historia hay muchos genocidios, como los
60 millones de indios y negros muertos por la esclavitud y el colonialismo". Recientemente se ha
publicado un libro de apoyo a la figura de Garaudy que recoge textos de Levy-Strauss, Yehudi
Menuhin, Helder Camara, entre otros. Impulsor del Instituto para el diálogo de las culturas y director
de la Fundación Torre de la Calahorra, en Córdoba, Garaudy considera que el fundamentalismo es
una enfermedad del Islam, que lee literalmente el Corán y busca soluciones a problemas actuales
volviendo al pasado. "Eso está mal. Un futuro sin futuro con los EE UU y un futuro que es un
retorno al pasado. No son soluciones". Tampoco lo es, a su juicio, el liberalismo, "que está
acentuando la diferencia entre el pobre y el rico". "Hace 30 años", añade, "había 30 pobres por un
rico, ahora hay 80 por uno. Esto es el fin de la historia humana y el principio de una historia animal.
Un teórico del capitalismo inicial, Hobbes, ya decía: El hombre es un lobo para el hombre". Tras
rechazar como falsa la praxis democrática, por la gran mayoría de excluídos y pobres que genera,
Garaudy dice que la fe del siglo XXI será de todos los hombres, sean de la religión que sean, que
crean que la vida tiene un sentido.
El Siglo XXI será místico o no será

Un proyecto ecuménico

Las Jornadas sobre la Universidad de Valencia y los estudios de teología: pasado y posibilidades en
el horizonte del año dos mil, que llevan el subtítulo de Tolerancia religiosa y convivencia civil,
tienen como propósito también servir de pórtico a un proyecto de momento en gestación: La cátedra
de las tres religiones de la Universidad de Valencia. Promovido por el Grupo Universitat de València
Religión Año Dos Mil, el Centro Ecuménico P. Congar, dirigido por el teólogo Juan Bosch, y las
comunidades judía y musulmana de Valencia, la propuesta es crear básicamente "una plataforma de 4
diálogo e investigación sobre la función cultural y social de la religión" y ofrecer a las "tres grandes
religiones monoteístas (judaísmo, islam y cristianismo) en especial, un lugar compartido y neutro
para el diálogo interreligioso". Todo ello bajo el paraguas de la celebración del quinto centenario de
la fundación de la Universidad de Valencia, emulando así en parte su pasado, "pero dentro de un
contexto muy diferente". El proyecto prevé realizar actividades docentes (un máster sobre La función
cultural y social de lo religioso, cursos, ciclos de conferencias, organización de congresos y jornadas)
y de investigación (publicar obras clásicas judías, islámicas y cristianas o las propias investigaciones
promovidas por la cátedra). Bosch, el catedrático de Psicología Esteban Pérez-Delgado y Marcial
Martínez son las personas que están intentando sacar adelante el proyecto y, de hecho, son ellos
también los responsables de las jornadas. Uno de los protagonistas de este foro, que reúne a expertos
en las tres religiones, el historiador y ex embajador israelí en España Shlomo Ben Ami, se excusó
ayer a última hora por su ausencia en las jornadas debido a la tensa situación que vive su país y por
problemas en el seno del partido laborista, según una nota que leyó la organización. Los teólogos
Laureano Robles y Bosch, además de Garaudy, intervinieron ayer y hoy Esteban Pérez Delgado
clausurará las jornadas después de un mesa redonda.

https://elpais.com/diario/1998/12/04/cvalenciana/912802700_850215.html

Karl Rahner
Karl Rahner (1904-1984) es para muchos el mayor teólogo católico del siglo XX y a la vez el más
“espiritual”, es decir, el que mejor une teología y vida según el Espíritu. Junto a otros varios es uno
de los padres del Vaticano II por la influencia que sus escritos tuvieron en aquel acontecimiento
eclesial. Cierto que no siempre es fácil su lectura, pero cuando se logra entrar en ella es como un
auténtico manantial. Muchos le estamos cordialmente agradecidos como a un padre de nuestra fe.

Nacido en Freiburg (Alemania) de una familia católica de clase media, Karl Rahner entró en el
noviciado de los jesuitas al terminar el bachillerato, a los 18 años. Dadas sus brillantes dotes
intelectuales los Superiores le orientaron hacia la especialización en Filosofía, primero, y más tarde
en Teología de la que fue profesor, escritor infatigable y conferenciante durante toda su vida. Una
vida no siempre fácil pues tuvo que pasar por muchas incomprensiones y sospechas infundadas,
incluso en el interior de la Iglesia.

Nos detenemos únicamente en uno de sus artículos en el que propone los «tres acentos que habrá
de tener una espiritualidad cristiana para hoy»:

1º Una relación personal e inmediata con Dios.Escribe Rahner: «La nota primera y más importante
que ha de caracterizar a la espiritualidad del futuro es la relación personal e inmediata con Dios. Esta
afirmación puede parecer una perogrullada, sin embargo, actualmente está muy lejos de ser algo que
cae de su peso».
«Cabría decir que el cristiano del futuro o será un ‘místico’, es decir, una persona que ha
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‘experimentado’ algo o no será cristiano. Porque la espiritualidad del futuro no se apoyará ya en una
convicción unánime, evidente y pública, ni en un ambiente religioso generalizado, previos a la
experiencia y a la decisión personales».
«Para tener el valor de mantener una relación inmediata con Dios, y también para tener el valor de
aceptar esa manifestación silenciosa de Dios como el verdadero misterio de la propia existencia, se
necesita evidentemente algo más que una toma de posición racional ante el problema teórico de Dios,
y algo más que una aceptación puramente doctrinal de la doctrina cristiana».
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2º La vida temporal y el servicio al mundo como espiritualidad. Lo anterior es uno de los acentos
de esa espiritualidad deseada, pero no el único. Existe hoy un cierto peligro de citarlo una y otra vez
sin referirse a los otros dos, lo cual podría alentar una espiritualidad desencarnada. Por eso dice
Rahner:
«La espiritualidad y la vida normal cristiana hoy se ligan, se compenetran, se promueven recípro-
camente. Nadie puede vivir hoy, como en tiempos pasados, en un paraíso de espiritualidad inmune al
mundo, y tampoco puede componerse con este mundo concreto sin ser cristiano radical… Quien
ejercita las virtudes del mundo y se deja educar por él en la alegría, en la audacia, en la fidelidad al
deber y en el amor, vive ya en parte, una auténtica espiritualidad, y esas virtudes mundanas le
revelarán un buen día el más profundo misterio, que es Dios mismo».

3º Una nueva ascética de la libertad. «La ascética activa tenía antes el carácter de lo adicional y
extraordinario. Hoy tiene más bien el carácter de la libertad responsable ante el deber… Quien esté
abierto al futuro absoluto de Dios será capaz de superar la apetencia sin límites de llenar su vida con
el mayor goce posible para en último término destruirse a sí mismo por su inmoderación… Este
aspecto de la vida espiritual es lo que denominamos ascética en sentido amplio».

He ahí los tres acentos de la espiritualidad que, según K. Rahner, estamos llamados a vivir hoy. Tres
acentos juntos y que se alimentan mutuamente.

https://pastoralsj.org/creer/1297-karl-rahner

MALRAUX NO LO DIJO
 Si algo caracteriza este principio de siglo es el empacho que estamos sufriendo
de fanática espiritualidad. Terroristas suicidas, rabinos intransigentes,
presidentes guerreros de misa dominical...
El Siglo XXI será místico o no será

MALRAUX NO LO DIJO -

ANGEL GarcésANGEL Garcés 24/07/2003

Sobre las cenizas de las viejas y sanguinarias utopías, progresistas y conservadores repiten
machaconamente, siguiendo --según dicen-- a André Malraux, que el Siglo XXI será espiritual o no 6
será.

Sin embargo, si algo caracteriza este principio de siglo es el empacho que estamos sufriendo de
fanática espiritualidad. Terroristas suicidas, rabinos intransigentes, predicadores contra los
anticonceptivos en tierras africanas y presidentes guerreros de misa dominical lo confirman. De
aquel inicial nacionalismo árabe de las minorías cristianas del Líbano y de aquel posterior
panarabismo socialista hemos pasado al integrismo islámico que se extiende desde Indonesia hasta
Marruecos.

EL ISLAM ofrece a los pobres sumidos en regímenes dictatoriales el sentimiento de pertenecer a un


sistema de valores. Y todo ello adobado con una pérdida evidente del sentido histórico. Bin Laden
habla de Al-Andalus en presente. ¿Puede entender alguien mejor a Bin Laden que los españoles que
vivieron el espectáculo eclesiástico y nobiliario de la corte y cohorte de Franco, su ritual paseo bajo
palio, la religión única, verdadera y obligatoria para todos los españoles? Y qué decir del Estado de
Israel, laico en el diseño de sus fundadores, y que ha terminado sucumbiendo a las exigencias de los
judíos ortodoxos. Ambos integrismos tienen en común el rechazo de los valores laicos y liberales
propios de la civilización desarrollada, el rechazo a la separación entre los poderes político y
religioso y la sustitución del modelo social vigente por las formas más radicales y primitivas de la
respectiva religión.

Y qué ha sucedido mientras tanto en Occidente.

El Siglo XX fue en parte el siglo de las utopías sanguinarias, del triunfo de la espiritualidad
totalitaria frente al racionalismo laico y democrático. El fascismo y el estalinismo son construcciones
radicalmente espirituales. Por otro lado, Lenin y Ford, amigos a pesar de la ideología, coincidieron
en asentar paralelos sistemas de producción masiva y alienante. La globalización, que surgió con el
capitalismo, se manifestó en nuevas formas de colonización que practicaron, con idéntico sentido de
la rapiña, norteamericanos y soviéticos.

Además, ambos sistemas convergieron en la defensa de la familia, de la patria y del Estado. Frente a
la revolución social que supuso la Ilustración, basada en el ejercicio autónomo de los derechos
individuales, el Siglo XX supone un rearme del Estado frente al individuo. Sin embargo, la sensación
de bienestar que ha generado el avance científico y tecnológico (aunque sólo para una pequeña parte
de la Humanidad) permite desvirtuar y ocultar el retroceso histórico que ha supuesto el siglo XX en
relación a los dos siglos anteriores.

VOLVAMOS a Rousseau y a Kant. Volvamos a la libertad como ejercicio de la autonomía


individual. Frente a los derechos básicos de los hombres se ha impuesto una declaración de derechos
del hombre. En dicha declaración, la libertad no se entiende como ejercicio del libre albedrío por los
individuos sino como el máximo aseguramiento de un estándar medio de libertad colectiva. En fin,
una declaración que trata de preservar al hombre del ejercicio de su propia libertad. No es extraño
que el Siglo XX se haya caracterizado por haber impuesto a personas adultas, libres e informadas la
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prohibición del consumo de algunas drogas. Y esta moral coincide con la de la Iglesia Católica, que
penaliza con mayor dureza el aborto o el suicidio que el asesinato.

Lo curioso del caso es que el inteligente y desengañado Malraux jamás pronunció esa frase, tal como
él mismo reconoció en una entrevista concedida al semanario francés Le Point en 1975, un año antes
de su muerte. "A mí se me ha atribuido esta frase, pero jamás he dicho que el siglo XXI sería
religioso o no sería en absoluto porque del siglo XXI yo no sé nada".
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Y aunque yo tampoco sé nada al respecto, intuyo que el siglo XXI será laico o no será. Al
fin y al cabo, el laicismo es la expresión política más perfecta de la cultura judeo-cristiana.

*Profesor de Universidad

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