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ESTAMOS?
Vicente Barros* ** y Rubén Bejarán**
* CIMA (CONICET) ** Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos,
UBA, Abril de 2005
1. Introducción
El cono sur de América del Sur es una de las regiones sub-continentales del planeta con
mayor tendencia positiva en la precipitación anual durante el siglo XX (Giorgi 2003),
Fig. 1. Al este de los Andes, las tendencias positivas se hicieron más pronunciadas en la
segunda mitad del siglo simultáneamente con el agravamiento del calentamiento global.
Entender como la sociedad argentina reaccionó a estos cambios es muy interesante pues
es una experiencia que trasciende el ámbito local, debido al actual contexto de cambio
climático global. Como los gases de efecto invernadero duran en la atmósfera por
décadas y siglos y el sistema climático se ajusta a ellos con varias décadas de retraso.
Por ello, debido a las emisiones pasadas, el cambio climático para las próximas tres
décadas es ya inevitable. La adaptación es por lo tanto necesaria y como tendrá un costo
altísimo, quizás del mismo orden que el del proceso de mitigación necesario para
amortiguar la velocidad del cambio climático, los países en desarrollo, que no son los
responsables primarios del cambio climático, están pidiendo la cooperación de los
1
países desarrollados (máximos responsables) para afrontarla. Hasta ahora, la respuesta
de estos ha sido muy esquiva y sólo se han comprometido algunos fondos muy
insuficientes.
Los cambios climáticos ocurridos en Argentina y en los países vecinos están muy
probablemente relacionados con el cambio climático global; pero más allá de ello y
cualquiera haya sido su causa, sus efectos han sido importantes y en algunos casos no
pasaron desapercibidos para amplios sectores de la sociedad. En esos casos se pusieron
en marcha mecanismos de respuesta, cuyo estudio ayudará al proceso de adaptación a
los cambios que están aún por llegar según lo indican los escenarios climáticos para el
siglo XXI.
Muchos de los temas y resultados que se muestran en este trabajo han sido desarrollados
por los autores y por colegas con los que trabajan habitualmente. Están publicados o en
proceso de publicación en revistas, informes y libros, aunque esos artículos respondían
a diferentes objetivos del que tiene este documento. De todos modos, vale advertir que
2
en este documento se ha extractado, a veces, material de esos trabajos, por lo que en
cada sección se menciona en pie de página su primer origen.
2. Cambio Climático global1
La Tierra recibe radiación solar que atraviesa la atmósfera con poca absorción. Una
parte es reflejada al espacio exterior por las nubes, la propia atmósfera y por la
superficie terrestre y otra es absorbida en esta última. A su vez, la superficie del planeta
y la atmósfera reemiten energía en forma de radiación pero en otra longitud de onda ya
que están mucho más frías que el Sol. La atmósfera no es transparente a esta radiación
terrestre y la mayor parte es absorbida, excepto en una determinada banda del espectro
de emisión llamada técnicamente la ventana de radiación porque por ella escapa al
espacio la radiación terrestre, Fig. 2. Como la emisión de radiación saliente es
proporcional a la cuarta potencia de la temperatura, la temperatura media del planeta se
ajusta hasta que está se equilibra con la radiación solar absorbida. La opacidad de la
atmósfera en la mayor parte del espectro de la radiación terrestre actúa como un
invernadero y por ello la temperatura del planeta es mayor (unos 30° C) que la que
tendría en su ausencia.
1
Extractado de ¨ El Cambio Climático Global ¨, V. Barros, editorial Libros del Zorzal, Buenos Aires
2004, 170 pp. y de El Cambio Climático en el Río de la Plata, capitulo 1 de V. Barros, editores V. Barros,
Á. Menéndez y G. Nagy, CIMA , Buenos Aires 2005, 200 pp.
3
La humanidad es aún incapaz de modificar directamente el contenido de vapor de agua,
porque éste está regulado por la temperatura que condiciona su remoción a través de la
condensación y la congelación. En cambio, hay evidencias incuestionables que las
emisiones de origen antrópico de los otros gases de efecto invernadero (GEI) han
modificado sus concentraciones atmosféricas. Las emisiones de dióxido de carbono por
la quema de hidrocarburos tuvieron un crecimiento de tipo exponencial desde el
comienzo del período industrial, a las mismas se deben sumar las que se originan en la
deforestación, cuya estimación aproximada es de tres o cuatro veces menor que la
anterior.
Parte del dióxido de carbono emitido está siendo captado por los océanos, por la
biosfera y los suelos y casi la mitad se está acumulando en la atmósfera. Esto último
origina el aumento de las concentraciones que se han incrementado un 30 % en los
últimos 150 años, Fig. 3. La concentración de metano aumentó en un 150 % en el
mismo periodo y la del óxido nitroso en un 16 %
Las emisiones de GEI tienen una permanencia media en la atmósfera que va desde
alrededor de 15 años en el metano, a 100-150 años en el dióxido de carbono y el óxido
nitroso. Hay otros GEI que son artificiales, afortunadamente de muy baja emisión, para
los que se estiman tiempos de permanencia en la atmósfera antes de su destrucción de
entre 40 y miles de años según de que gas se trate.
El hecho que los tiempos de vida de los GEI sean en muchos casos superiores a los 100
años implica que, aún en el caso que las emisiones antrópicas se redujeran a cero, cosa
totalmente imposible a menos de un cataclismo mundial, la atmósfera continuaría con
concentraciones muy superiores a las del periodo preindustrial por muchas décadas y
decayendo sólo después de un siglo a los valores de principios del siglo XIX. Además,
la capacidad calorífica del sistema climático es enorme, particularmente en los océanos,
donde el equilibrio térmico con las nuevas concentraciones de GEI se alcanza sólo
4
después de 50 a 100 años. En consecuencia, el efecto combinado de la prolongada
permanencia de los GEI en la atmósfera y el retardo con que las temperaturas del
sistema climático se acomodan a las concentraciones de los GEI implica que las
emisiones presentes tendrán su mayor efecto en el futuro no muy inmediato.
0.8
0.6
0.4
anomalia de temperatura (°C)
0.2
0.0
-0.2
-0.4
-0.6
-0.8
1860 1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000
5
En el futuro, el nivel a que llegarán las concentraciones de los GEI va a depender de
varios factores cuya predicción es bastante compleja: el desarrollo económico, el
crecimiento demográfico, los cambios tecnológicos y las respuestas colectivas de la
humanidad para reducir o al menos disminuir la tasa de crecimiento de las emisiones.
Entre 1956 y 1991, al este de los Andes, entre 20° S y 40° S, el incremento en las
precipitaciones medias anuales fue más del 10 % en la mayor parte del territorio
argentino y en algunas zonas, mayor al 40 % (Castañeda y Barros, 1994). Algunos
ejemplos se ilustran en la Fig. 5.
Las regiones, donde se han producido las mayores tendencias positivas son el oeste de
la Provincia de Buenos Aires y este de La Pampa y en el Noreste. En la diagonal que
une estas regiones (sur de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) las tendencias positivas han
sido muy marcadas, Fig. 6. En algunas zonas, los incrementos fueron de más de 250
mm en los valores medios anuales en apenas 44 años. En el este de la Pampa u oeste de
Buenos Aires el incremento porcentual fue casi del 50 % y allí se han venido
registrando frecuentes inundaciones y algunos campos bajos se han transformado en
lagunas permanentes. En el caso de Corrientes, el estero y lagunas del Iberá han
expandido su superficie notoriamente, excepto este último año en el que por una sequía
prolongada han vuelto a la superficie de la década del 60.
Las mayores tendencias se han registrado en el verano y las estaciones intermedias con
escasa o nula tendencia en el invierno (Castañeda y Barros 1994), pero al oeste de 59º
2
Extractado del capitulo de Tendencias climáticas. Proyecto Agenda Ambiental Regional. Fundación Di
Tella-Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable, de El Cambio Climático en el Río de la Plata,
capitulo 2 de I. Camilloni, editores V. Barros, Á. Menéndez y G. Nagy, CIMA , Buenos Aires 2005, 200
pp y de Interanual variability of the South Atlantic High and rainfall in southeastern South America
during summer months. Inés Camilloni, Moira Doyle y Vicente Barros. Primer Congreso de CLIVAR,
Baltimore.2004
6
W, las tendencias positivas importantes se registraron sólo en el verano y el otoño
(Castañeda y Barros 2001).
a b
Monte Caseros - Precipitación Anual Ceres - Precipitación Anual
2400 1600
2200 1400
2000
1200
1800
1000
1600
mm
mm
1400 800
1200 600
1000
400
800
200
600 1900 1920 1940 1960 1980 2000
1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000
c d
Pehaujo - Precipitación Anual Buenos Aires - Precipitación Anual
1500 2000
1800
1300
1600
1400
1100
1200
mm
mm
900 1000
800
700
600
500 400
1950 1960 1970 1980 1990 2000 1900 1920 1940 1960 1980 2000
Figura 5: Precipitación anual para cuatro localidades: En trazo rojo lleno, el ajuste
lineal. En trazo rojo cortado, las bandas de la media más y menos un desvío estándar.
-15
-20
-25
-30
-35
-40
-70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
Figura 6: Tendencia lineal en mm/año (1959-2003) (Doyle et al 2005)
Un completo análisis de las tendencias en las precipitaciones extremas está aún sin
realizar. Sin embargo, hoy sabemos que desde la década de 1970, en el este y centro
de la Argentina, ha habido una tendencia hacia precipitaciones extremas mas frecuentes.
7
Esta tendencia se agudizó en la década de 1990. En la figura 7 se muestra el número de
casos con precipitaciones mayores a 100 y 200 mm, registrados cada 4 años en 16
estaciones del Servicio Meteorológico Nacional de las provincias de Entre Ríos,
Corriente, Santa Fe, Córdoba, Chaco y Santiago del Estero desde 1959 hasta 1992.
Cuando se comparan los tres primeros períodos y los tres últimos períodos de 4 años, se
observa que el número de casos se ha triplicado.
40
35
30
25
Frecuencia
20
15
10
0
5 9 /6 2 6 3 /6 6 6 7 /7 0 7 1 /7 4 7 5 /7 8 7 9 /8 2 8 3 /8 6 8 7 /9 0 9 1 /9 4 9 5 /9 8 9 9 /0 2
AÑO S
Los eventos que se contabilizan en la Figura 7, son los que eventualmente pueden
causar inundaciones, en especial si las condiciones del terreno no facilitan el
escurrimiento o lo concentran en determinados lugares. Estas precipitaciones son
producidas por sistemas convectivos de mesoescala cuyas principales características se
describen brevemente en la sección 5.
8
Figura 8: Frecuencia anual de precipitaciones de más de 150 mm en dos días. Periodo
1983/2002, (Barros et al 2005)
La frecuencia anual de precipitaciones extremas por encima de 150 mm se muestra en la
figura 8 para el periodo 1983/2002. Gran parte del Litoral está expuesto a
precipitaciones mayores de 150 mm en dos días, con una frecuencia de una o más veces
cada dos años. En Corrientes y Misiones, esta frecuencia supera un caso por año.
Estas condiciones son muy diferentes a las que existían hace varias décadas atrás. La
figura 9 muestra el cociente entre la frecuencia anual de casos con precipitaciones por
encima de 150 mm entre dos períodos de 20 años, al final de la serie 1983/2002 y en
1959/1978. Hay un notable incremento de precipitaciones de características extremas en
todo el noreste del país que se extiende por la mitad norte de las provincias de Santa Fe,
Córdoba y entre Ríos y el este de Santiago del Estero.
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Como muestra la figura 7, las mayores frecuencias de eventos extremos se registraron
en realidad a partir de la década de 1990. Esto se puede apreciar con claridad en la
figura 10 donde se muestra las precipitaciones máximas diarias de cada año para dos
áreas de un grado de longitud por un grado de latitud de la Provincia de Santa Fe. Las
máximas anuales se mantuvieron aparentemente estables hasta 1990, a pesar del cambio
en los valores medios anuales (Fig. 5b). Desde esa fecha, se registra una tendencia muy
positiva en los valores máximos y lo relativamente reciente de este último cambio,
puede haber favorecido que pasara desapercibido hasta el evento de abril de 2003.
Cuando el umbral de precipitación extrema de dos días se toma en 100 mm, todo el
Litoral, gran parte del centro del país y casi toda la provincia de Buenos Aires, excepto
el sudoeste, esta expuesto a precipitaciones mayores de 100 mm en dos días, con una
frecuencia de una o más veces por año. En Corrientes y Misiones, esta frecuencia supera
los 3,2 casos por año. En todo el Litoral, el aumento de la frecuencia de grandes
precipitaciones ha sido de tal magnitud que incrementó la vulnerabilidad social y de la
infraestructura.
250
Sauce Viejo
Ceres
200
máxima precipitación diaria (mm)
150
100
50
0
1955 1960 1965 1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000
Figura 10: Precipitaciones mensuales máximas de cada año: para dos regiones de 1x1
grado de latitud y longitud conteniendo las localidades de la provincia de Santa Fe
indicadas en el panel.
10
del Sur y Australia, comparten el mismo patrón con tendencias positivas en el este y
negativas en el oeste. Esto es resultante, en parte, del desplazamiento de los anticiclones
subtropicales hacia latitudes más altas, proceso que también se está registrando en el
Hemisferio Norte.
En algunos MCGs, la simulación de los campos de presión al nivel del mar en América
del Sur es tan buena que además de reproducir correctamente los campos medios
anuales y su ciclo anual, reproducen las tendencias observadas del desplazamiento hacia
el sur del anticiclón del Atlántico Sur. Ello permitió atribuir dicho desplazamiento a las
emisiones antrópicas de los GEI y los sulfatos, ya que estas emisiones son el único
forzamiento de estos experimentos (Escobar et al 2003). Además, todos los MCG que
reproducen satisfactoriamente el campo de presión al nivel del mar en la región indican
que durante el presente siglo continuará la tendencia del centro de alta presión del
Atlántico Sur a desplazarse hacia latitudes más altas.
Las tendencias de las precipitaciones están vinculadas en algunas zonas del país a este
desplazamiento de los anticiclones, pero en otras, esta relacionada con el aumento de la
temperatura de la superficie del mar en el Atlántico Sur y en gran parte del noreste a que
el fenómeno del Niño se ha hecho más intenso en las últimas décadas. Hay también una
coincidencia en tiempo entre el calentamiento de la Antártida y al aumento de las
precipitaciones en Argentina.
3
Extractado de Adaptation to climate trends: lessons from the Argentine experience de V. Barros, del
libro en preparación del Proyecto AIACC ¨ Synthesis on adaptation processes ¨
11
Figura 11: Isoyetas en mm. 1950-1969 in negro y
1980-1999 en rojo
La figura 11 muestra un corrimiento de unos 100 Km hacia el oeste de las isoyetas que
son consideradas el límite de la agricultura extensiva, es decir 600 mm en el sur y 800
mm en el norte.
12
Figura 12: Áreas bajo cultivo en hectáreas par seis provincias
(Escofet y Menéndez 2004)
13
Figura 13: Cambio porcentual de la variabilidad interanual de la precipitación media
(Desvío estándar / valor medio) del período 1980-1999 con respecto de 1950-1969
4.2 Respuesta a la mayor frecuencia de inundaciones de los grandes ríos del Litoral
En las sub cuencas del Plata, la amplificación porcentual en los cambios de los caudales
resultó dos a tres veces mayor que la de la precipitación (Berbery y Barros 2002). Esta
gran amplificación de los caudales de los ríos a los cambios en la precipitación ha
llevado a concluir erróneamente que gran parte del cambio en los caudales se debían al
cambio de uso de suelo por los avances de la agricultura y la urbanización (Fuschini
Mejía, M. 1986). Hoy se sabe que este efecto es menor que el del cambio en las
precipitaciones y que esta amplificación es inherente a la naturaleza de estas cuencas
(Berbery y Barros 2002: Tucci 2004).
14
En los valles aluviales de los tres grandes ríos de la cuenca del Plata se producen
inundaciones por crecidas casi siempre originadas por precipitaciones extraordinarias en
territorio brasileño y paraguayo. Estas inundaciones se han hecho más frecuentes desde
mediados de la década del 70. Como estos eventos se prolongan durante varios meses y
se propagan lentamente aguas abajo, su pronóstico es posible (con algunas excepciones)
con uno o varios meses de anticipación y con bastante precisión.
Aunque los grandes caudales se originan en territorio brasileño y paraguayo, las más
grandes inundaciones ocurren en la Argentina a lo largo de las riberas del Paraná. La
figura 14 muestra un conjunto de imágenes de satélite, provistas por la CONAE, que
corresponde a la inundación de 1997-1998 y combina la máxima área inundada en cada
mosaico. El área inundada alcanzó 45.000 Km2. equivalente a la superficie de Misiones.
La figura es representativa de similares inundaciones en 1992 y 1983.
Figura 14: La inundación de 1998. En celeste, las aguas permanentes y en azul, las
inundadas en esa ocasión. (Proyecto sobre inundaciones-UBA)
Una clara indicación del cambio de frecuencia de estas inundaciones es que 4 de las 5
mayores crecidas del siglo XX en el Paraná ocurrieron durante los últimos 20 años,
Tabla 1.
15
Sep 1989 Neutral 16698
Tabla 1: Mayores anomalías mensuales en los caudales en Corrientes (m3/s) donde el
caudal medio es 18,000 m3 /s
Una situación similar se ha dado en los ríos Paraguay y Uruguay. En este último la
frecuencia de las mayores crecidas tuvo una marcada tendencia durante los últimos 50
años. Por ejemplo, en Salto, las crecidas que superaron la media más tres veces el
desvío estándar fueron 1 durante la década de 1950, 2 en las de 1960 y 1970, 5 en la de
1980 y 6 en la de 1990.
Un estudio del Banco Mundial indica que las pérdidas económicas asociadas a
inundaciones llegan a causar en la Argentina costos superiores al 1 % del PBI anual. La
magnitud del área inundada y el número de personas afectadas ayudaron a crear una
rápida conciencia pública sobre las inundaciones de los grandes ríos y la necesidad de
actuar en consecuencia. Puesto que las mayores inundaciones estuvieron relacionadas
con el fenómeno de El Niño, tabla 1, se generó la creencia pública de que este era un
fenómeno nuevo. En realidad, lo que si era nuevo era la mayor intensidad de estos
eventos y sus impactos sobre la hidrología de la región. Esta conciencia pública creó las
condiciones para la acción gubernamental que contó con importante financiación
internacional.
Aunque los caudales y la duración de las crecidas fueron diferentes en cada caso, las
áreas inundadas en 1983 y 1998 fueron similares. Sin embargo, debido a las defensas
construidas, el número de evacuados fue considerablemente menor en 1998, alrededor
de 100.000, contra 234.000 en 1983. Desafortunadamente, esta es la única medida
objetiva de la adaptación exitosa aunque aún incompleta, aparte de la directa estimación
cualitativa hecha inmediatamente después de la inundación de 1998. Ello se debe a que
todavía no se ha hecho una estimación nacional de las perdidas económicas de la
inundación de 1998 comparable a la hecha para la de 1983.
Lo que este caso tiene en común con el anterior discutido en la sección 4.1, fue que los
actores claves pudieron percibir rápidamente el cambio ocurrido. En el primer caso, la
reacción de los agricultores se adelantó a la del gobierno y a la de los sectores técnicos,
mientras que en el segundo fue percibido por toda la sociedad, lo que llevó en ambos
casos a relativamente rápidas acciones de adaptación.
16
estos eventos producen devastadores efectos tanto en ambientes rurales como urbanos.
Como se verá en la próxima sección, cada caso individual afecta un área limitada y se
produce en diferentes tiempos y en diferentes lugares. Probablemente, estas
características no ayudaron a que el incremento de la frecuencia de estos eventos fuera
percibido como un fenómeno único de toda la región.
Los daños causados por estos eventos se magnifican por la infraestructura inadecuada
que no fue diseñada para responder a las nuevas condiciones climáticas. Pero lo que es
aún peor es que hasta muy recientemente, quienes estaban a cargo de los diseños de la
nueva infraestructura hídrica para el manejo del drenaje y otros usos de los recursos
hídricos no estaban enterados de los cambios producidos.
La adaptación en este caso también se vio demorada, como se verá en la sección 7, por
la falta de conocimiento técnico de lo que estaba pasando, por la falta de una apropiada
red pluviométrica oficial y por las dificultades que el Servicio Meteorológico pone a la
diseminación rápida y libre de toda su información. Sin embargo, es posible que, aún
con la información suficiente no se hubieran desarrollado medidas de adaptación antes
de que se registrara una gran catástrofe como la de abril del 2003 en la ciudad de Santa
Fe. En esto, como ocurre en casi todo el mundo, las medidas preventivas sólo siguen a
las grandes catástrofes, y difícilmente se anticipan como lo muestra el caso de la ola de
calor del año 2003 en Europa.
4
Extractado de Climatology of extreme precipitations in southeaster South America. Camilloni, I. y V.
Barros 2004: Enviado al Theor. and Applied Climatology.
17
Un sistema convectivo de gran importancia en el sudeste de América del Sur son los
llamados sistemas mesoconvectivos (SMCs) (Velasco y Fritch 1987). Estos sistemas
son de una dimensión menor que la de los ciclones extra-tropicales y los frentes, pero
pueden estar asociados a estos últimos. Su radio característico es de alrededor de 200
Km y la precipitación que producen puede alcanzar enorme intensidad, más de 100 mm
en pocas horas. Su duración es del orden de 6 a 18 horas. Algunos autores estiman que
en el nordeste del país, estos sistemas pueden ser responsables de hasta el 70 % del total
de la lluvia estival. Sin suscribir esta cifra en particular, es cierto que las precipitaciones
de los SMCs en la Argentina subtropical son responsables de gran parte de la
precipitación y sobre todo de aquellas que tienen un enorme potencial destructivo por
su intensidad sobre superficies de hasta 50 000 Km².
El sudeste de América del Sur es una de las dos regiones del mundo donde estos
fenómenos son mas frecuentes; la otra es la zona sur del medio oeste de los Estados
Unidos (Nesbitt y Zisper 2000). Se cree que esto se debe a la presencia en ambas
regiones de una intensa corriente de aire húmedo y cálido proveniente del trópico. Esta
corriente se encuentra en las capas bajas de la atmósfera y aporta la enorme cantidad de
vapor de agua necesaria para alimentar los SMCs. En Argentina, estos sistemas se
suelen originar en el oeste del país, en algunos casos en las laderas orientales de las
sierras, y se propagan normalmente en dirección noroeste sudeste, es decir en dirección
perpendicular a la de la propagación de los frentes fríos. Inicialmente, se trata de apenas
algunos cúmulos aislados que se van aglomerando hasta dar lugar al SMC. En la
próxima sección se comentarán las imágenes satelitales de un par de situaciones con
SCMs que dieron lugar a la inundación de abril de 2003 en Santa Fe.
La presencia de los SMCs se refleja en los valores mensuales como puede observarse
en la figura 15. En ella se muestra la anomalía en varios meses de abril con respecto a la
precipitación media mensual. Se aprecia que en muchos casos se registran uno o dos
centros con anomalías de más de 200 mm con una escala espacial que es la típica de los
SMCs. La presencia inferida de estos sistemas abarca toda la región subtropical del este
de América del Sur, lo que implica que se producen casi indistintamente en cualquier
zona de la misma.
18
Abril 1980 Abril 1981
-10 -10
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
Abril 1984 Abril 1985
-10 -10
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
19
Abril 1986 Abril 1987
-10 -10
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
Abril 1990 Abril 1991
-10 -10
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
20
Abril 1992 Abril 1993
-10 -10
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
Abril 1996 Abril 1997
-10 -10
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
21
Abril 1998 Abril 1999
-10 -10
-15 -15
-20 -20
-25 -25
-30 -30
-35 -35
-75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40 -75 -70 -65 -60 -55 -50 -45 -40
Figura 15: Exceso de precipitación por encima de la media para meses de abril en mm
(Fuente: Camilloni y Barros 2005)
Dada la trascendencia que este evento ha tenido, tanto por sus consecuencias directas
como las indirectas al generar conciencia en todos los sectores sobre las nuevas
condiciones climáticas, se analiza el mismo con cierto detalle.
El río Salado del Norte tiene un régimen de escaso escurrimiento superficial y una
cuenca favorable a los estados de inundación por su escasa densidad de drenaje y baja
22
pendiente. A estos dos factores fisiográficos se suman las características meteorológicas
de la región, propensas a la generación de SMCs de gran intensidad.
La situación sinóptica durante los primeros días del mes de abril se presentó con
presiones altas, cielos mayormente despejados y sin mayores singularidades.
Con el fin de estudiar con más detalle lo ocurrido a partir del 15 de abril, se va a hacer
referencia a la Figura 16 en varias partes el texto. En ella se muestra la evolución de
variables de gran importancia para poder explicar lo ocurrido: la temperatura para
entender que tipo de masa de aire fue la que domino en este periodo, la temperatura de
rocío para tener una primera aproximación de la capacidad de esta masa de aire a
generar nubosidad que desemboque en precipitaciones y por otro lado la capacidad de
este aire de favorecer al proceso de evaporación del agua precipitada. Por ultimo
también se muestra la presión reducida al nivel del mar con el objeto de evaluar si los
sistemas precipitantes pudieron provenir de sistemas frontales o de masa de aire.
El día 15 la temperatura recuperó los valores normales para esta época del año, producto
de cielos mayormente despejados y algo de viento del sector norte.
El día 16, la Baja del Noroeste Argentino (BNOA), Fig. 17, se empezó a insinuar,
producto de esto la presión en Santa Fe comenzó a descender 3 hPa, tabla 1. Con escaso
viento y una temperatura de rocío (Td) cercana a los 13 0C pero en aumento, la
atmósfera presentaba índices que sugerían estabilidad.
23
Figura 17: Campo de altura neopotencial de 1000 hPa del día 16 de abril de 2003.
Fuente NOAA/CIRES
El día 17 ingresó una importante vaguada en 500 hPa que se aproximaba desde el Oeste
favoreciendo los ascensos del aire en el centro norte de Argentina en los niveles medio
y superior de la atmósfera, Fig. 18. Mientras tanto, un frente frío proveniente del sur se
situaba sobre la Provincia de Buenos Aires.
Figura 18: Altura de 500 hPa del día 17 de abril de 2003. Fuente NOAA/CIRES
24
Figura 19: Imagen Satelital GOESS-12. IR 2 del 17/04/2003 06:39 UTC. Fuente
CPTEC/INPE
Día 18. La fuerte advección cálida intensificó la zona frontal sobre la cual se produjo
una intensa ciclogénesis con centro en Entre Ríos, Fig.20, cuyas precipitaciones
alcanzaron una amplia zona, incluyendo el norte de Santa Fe. La ciclogénesis fue
consecuencia de la gran advección de vorticidad en altura. El sistema ciclónico así
formado se intensificó rápidamente y se acopló con la baja de altura desplazándose
hacia el sudeste. Simultáneamente y por la acción de este sistema, el frente se movió
hacia el norte como frente frío.
Figura 20: Imagen GOESS-12. IR 2 del 18/04/2003 06:39 UTC. Fuente CPTEC/INPE
Día 20. Un centro de baja presión ya maduro ingresó desde el Pacifico por Santa Cruz,
mientras se establecía una intensa zona baroclínica sobre la Patagonia norte, La Pampa
y Provincia de Buenos Aires. Esta zona baroclínica persistió durante los días siguientes.
25
Día 21. La baja semipermanenrte del noreste argentino se restableció aportando otra
vez aire cálido y húmedo desde el continente tropical sobre el centro y este de
Argentina. La baja que provenía del Pacifico cruzó la Patagonia y se reforzó la zona
baroclínica en la latitud de la Provincia de Buenos Aires
Figura 22: Imagen GOESS-12. IR 2 del 23/04/2003 00:09 UTC. Fuente CPTEC/INPE
26
Día 23. Persistió una circulación de la atmósfera sobre Argentina parecida a la de los
dos días anteriores tanto en capas bajas como altas. Sin embargo al oeste de Chile, la
circulación en altura se alteró para generar una intensa vaguada. Como consecuencia de
esto, se intensificó la advección de vorticidad sobre la Argentina central y se formó un
intenso SMC sobre parte de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos que progresó con dirección
Sudeste-Noroeste, dando lugar a intensas precipitaciones en esa zona, Figuras 23 y 24.
Día 24. Siguió persistiendo la misma circulación atmosférica del día anterior, pero la
zona baroclínica progresó hacia el norte abarcando Entre Ríos y el sur de Santa Fe. El
SMC se desplazó hacia el noreste pero como la inestabilidad más al sur se mantuvo, se
generó un nuevo SMC en el centro de la provincia de Santa Fe, Fig. 25. La situación de
ese día presentaba índices de inestabilidad Lifted y velocidades verticales propias de
27
sistemas convectivos en gran parte de la región centro y noreste de Argentina. Esto
puede ser apreciado en la Figura 26 a y b.
a) b)
Figura 26: a) Campo del índice de inestabilidad Lifted, y b) velocidad vertical Omega
del 24 de abril de 2003. Fuente NOAA/CIRES
Día 26. La baja presión en superficie con centro en el limite entre las provincias de
Santa Fe y Chaco fue la responsable en aportar aire húmedo del este que generó
nubosidad baja de tipo estratiforme que dio lluvias y lloviznas durante gran parte del
28
día: Esto se vio favorecido por una difluencia en 250 hPa que perduró hasta el día 27,
obviamente estas condiciones inhibieron la evaporación del agua precipitada los días
anteriores y por el contrario tendió a agravarla.
Día 27. La baja presión en superficie permaneció en el mismo lugar, pero algo mas
intensa. En el centro y norte de Santa Fe dominó un persistente viento del sector sudeste
con muy alto contenido de humedad. Esta humedad y las condiciones de convergencia
en niveles bajos fueron condiciones propicias para la generación de núcleos de tormenta
que afectaron a la región durante la mañana y parte de la tarde, el resto del día
permaneció con lloviznas o cielo nublado.
Día 28. Como muestra la figura 27 la existencia de una vaguada en 500 hPa sobre la
costa chilena y la baja presión en superficie que permaneció en el mismo lugar incluso
hasta el día 30 produjeron lloviznas durante todo el día sobre la cuenca del Salado.
Día 29. Las condiciones sinópticas se mantuvieron y por lo tanto el día se mantuvo con
lluvias durante todo el día. En las primeras horas de la mañana, producto de la
inestabilidad de la atmósfera se desataron tormentas convectivas que pueden apreciarse
en la figura 28.
a) b)
Figura 27: a) Campo de altura de 500 hPa (mpg), y b) Campo de altura de 1000 hPa
(mpg) del 28 de abril de 2003. Fuente NOAA/CIRES
29
Día 30. Un leve corrimiento hacia el este de la baja presión en superficie permitió el
ingreso de viento del sector sudeste, la masa de aire advectada estaba totalmente
saturada (ver figura 16) como la de los siete días anteriores. Llovizno en las primeras
horas del día y luego el cielo permaneció nublado el resto del día con nubosidad de tipo
estratiforme de niveles bajos.
Día 1 de mayo. El avance hacia el este de la baja presión en superficie que había
permanecido durante cinco días centrada en la provincia del Chaco, el pasaje de la
vaguada en niveles medios a través de la cordillera de los Andes y el retiro de una
corriente en chorro en 250 hPa hacia el Océano Atlántico permitieron la entrada de un
anticiclón por el centro del país que trajo una masa sensiblemente diferente a la que
había permanecido durante ocho días. Como se aprecia en la figura 16, la temperatura
de rocío descendió a los valores normales y en las primeras horas de la mañana el cielo
se encontraba mayormente despejado con el viento soplando del sector sur con humedad
en franco descenso y la presión aumentó hasta alcanzar los 1024 hPa.
Un hecho que confirma la distinta naturaleza del evento de lluvia del 17 de abril por un
lado y del 22/24 por el otro, es la variabilidad espacial de las precipitaciones. Es posible
apreciar en la Tabla 2 que para el día 17, la lluvia fue producto de una ciclogénesis y
posterior pasaje de un sistema frontal dando lluvias cuya distribución fue más uniforme
espacialmente y sin extremos conspicuos, mientras que en las lluvias del 22/24 existe
una gran diferencia en la cantidad de precipitación entre localidades muy próximas (ver
diferencias entre la máxima y mínima lluvia). Esto es típico de los SMCs.
22 de 23 de 24 de 28 de
Estación 17 a 19 de abril abril abril abril abril Total
Tostado 70 0 11 60 0 141
Ceres 75 30 9 32 3 149
Arrufó 80 38 90 34 6 248
30
San Justo 75 50 35 35 6 201
Rafaela 40 10 87 13 2 152
Esperanza 66 34 65 12 11 188
Máxima 34 0 9 0 0 141
Tabla 2: Precipitaciones sobre la Cuenca Baja del Río Salado entre el 17 y el 28/04/03
[mm] Fuente: Dirección de Comunicaciones de la Prov. de Santa Fe
Otro elemento que requiere nuestra atención es que en la región de estudio se estaba en
presencias de persistentes anomalías positivas en la precipitación como es posible
apreciar en la Tabla 3. En algunas localidades entre febrero y abril se superaron los
1000 milímetros. Este punto no es menor si se tiene en cuenta que la Cuenca del Salado
posee una escasa escorrentía y en el mes de abril la evaporación se reduce
sensiblemente a algo menos de 3 milímetros por día. Es decir que una enorme masa de
agua estaba disponible para escurrir hacia Santa Fe
Tabla 3: Precipitaciones de los meses previos sobre la Cuenca Baja del Río Salado
[mm]. Fuente: Dirección de Comunicaciones de la Prov. de Santa Fe
31
Figura 27: Estimación de precipitación por satélite (mm) del día pluviométrico 17 de
abril 2003. Fuente: Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos (Daniel
Barrera), UBA
Figura 28: Estimación de precipitación por satélite (mm) del día pluviométrico 23 de
abril 2003. Fuente: Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos (Daniel
Barrera), UBA
32
precipitaciones sobre la cuenca baja del Salado, el primero y sobre toda la cuenca
santafesina el segundo, fueron el factor determinante de la crecida del Salado que el día
28 comenzó a inundar la ciudad de Santa Fe. La media de las estaciones en la tabla 2
par los días 22, 23 y 24 es 174 mm, lo que es un valor enorme y excepcional. A ello se
sumó la lluvia del día 28 que tuvo valores muy altos en Candioti, localidad cercana a la
ciudad de Santa Fe. Las precipitaciones del 17 al 19 de abril y el estado probable de
saturación de la cuenca han contribuido seguramente a agravar la situación, pero fueron
de menor peso y por si mismas no hubieran ocasionado una crecida del orden de la que
ocurrió.
Además, estos resultados solían ser confrontados por opiniones presuntamente expertas
que argumentaban que el cambio observado no era más que un ciclo húmedo como
otros observados en el pasado. Estos argumentos nunca se cristalizaron en trabajos en
revistas con referato internacional como las que citamos previamente, pero influyeron
negativamente en la percepción de la nueva realidad en la sociedad y aún en los medios
técnicos especializados.
La relación de los eventos El Niño (EN) con las inundaciones también conocida, incluso
fuera del ámbito científico, debido a lo ocurrido con los eventos de 1983 y en 1998.
Ello llevó incluso a la construcción de numerosas obras de defensa con el auxilio de
créditos del BID y del Banco Mundial.
Desde el punto de vista científico, había ya varios trabajos que mostraban una relación
entre EN y los caudales medios anuales o de ciertas épocas del año (Aceituno 1988;
Amarasenka et al 1997, Depetris et al 1998, Camilloni y Barros 2000; Berri et al 2002),
pero no en forma explícita con las mayores crecidas.
33
otro sobre el río Paraguay, (Barros et al 2004). Un trabajo con similar objetivo ha sido
enviado para su publicación por Camilloni y Caffera (2005) en el caso del río Uruguay.
Sobre los cambios en las inundaciones de llanura y sus causas no se tiene conocimiento,
hasta el presente, sobre literatura científica.
34
pocos análisis vientos de los ciclones tropicales
disponibles
No hay datos Aumento de la intensidad media y máxima de Probable, en algunas zonas
suficientes para hacer las precipitaciones de los ciclones tropicales.
una evaluación
Entre las razones por las cuales este tema no había sido tratado previamente, se
encuentran las dificultades para acceder a los datos diarios de precipitación. Por una
parte, existen dificultades en el acceso a los datos disponibles en el organismo oficial, el
Servicio Meteorológico Nacional (SMN), y por otra parte, el mismo no ha digitalizado
aún toda su información. Peor aún, el SMN no coloca libremente su información
digitalizada en Internet como lo hacen, con criterio moderno, la Subsecretaría de
Recursos Hídricos de la Nación y numerosas agencias del Brasil. Por otra parte, las
estaciones de observación meteorológica de la red oficial son muy pocas y presentan
importantes falencias. Sólo muy pocas estaciones meteorológicas tienen registros
diarios de precipitación completos de al menos 50 años. Tampoco han existido
esfuerzos para compilar otros registros de precipitación que se toman en el país, ya sea
en otros ámbitos oficiales o en el sector privado.
De los eventos que causan las más extremas precipitaciones había cierta información
académica. Velasco y Fritsch (1987) mostraron la existencia de sistemas convectivos
de mesoescala (MCS) en América del Sur e incluso Nesbitt y Zisper (2000) hicieron
estadísticas de estos eventos. A pesar de ello, recién en el año 2002, con la tesis de PHD
de un alumno de Zisper en EE.UU., se había llegado a comprender la enorme
importancia de estos sistemas en las precipitaciones extremas. Los eventos de Santa Fe
de abril de 2003 llevaron también a explorar el efecto de los SCMs en las
precipitaciones extremas. De esta exploración surgen las figuras de los paneles de la
figura 15, información aún no publicada en el ámbito científico.
Antes de abril de 2003, algunos estudios habían ya tenido en cuenta los cambios
hidrológicos registrados. Pero estos trabajos se referían a los caudales de los grandes
ríos y no a las precipitaciones intensas, como por ejemplo el estudio llevado a cabo por
el INA (Hopwood et al 1991), en el que se propone utilizar como series temporales de
niveles, sólo los registros a partir de 1970, es decir, ignorar lisa y llanamente los datos
anteriores a esa fecha debido, precisamente, a la clara diferenciación y persistencia del
nuevo “período húmedo ¨. Sin embargo, ésta actitud ha sido la excepción más que la
regla.
35
erróneamente que las tendencias hidrológicas eran causadas fundamentalmente por el
cambio de uso de suelo como ya se mencionó en la sección 4.2. Ambos conceptos han
contribuido negativamente en el abordaje de las actividades relacionadas con los
recursos hídricos, desde el diseño de las obras al manejo de situaciones de emergencias
como la ocurrida en abril de 2003 en Santa Fe.
El transcurso de varios años entre la generación del conocimiento y su uso por el área
profesional es moneda corriente en todas las ciencias y no privativo de la climatología y
la hidrología. El conocimiento científico no se difunde en las esferas técnicas llamadas a
utilizarlo en forma inmediata. En algunos casos el proceso se facilita cuando los autores
de un descubrimiento son a la vez los encargados de su aplicación. En general, ello es
más la excepción que la regla. En otros casos, en las áreas del conocimiento muy
vinculadas a la producción de bienes, la adopción del conocimiento científico suele
abreviarse por razones urgencias comerciales.
36
vías de publicación, y por otra parte, a menos de ser algo muy excepcionalmente
valioso, la comunidad científica no lo tiene demasiado en cuenta hasta su publicación en
revistas con arbitraje internacional. La participación en talleres y conferencias del sector
profesional por parte de los autores u de otros profesionales conocedores de los
resultados es quizás la vía más rápida, pero esto no ha sido muy frecuente en la
Argentina en el caso que nos ocupa. La recopilación del conocimiento actualizado en
libros es otro camino al igual que su inclusión en las clases universitarias. Esto último,
está, en general, orientado a la formación de futuros profesionales, a menos que se trate
de cursos de actualización.
Cuando se produce un hecho que, como en el caso de las catástrofes, captura la atención
pública, si el conocimiento relativo al mismo esta disponible, el proceso de transferencia
al sector profesional y al público abrevia sus tiempos y omite algunas de las etapas
mencionadas. Eso es lo que ocurrió a partir de 2003 en la Argentina, donde no solo se
desarrolló el conocimiento faltante, sino que el concepto del cambio de las condiciones
climáticas e hidrológicas pasó a ser mucho más aceptado, e incluso vinculado con el
cambio climático global. Además, como se mencionó en la sección 7.2, comenzó la
búsqueda de alternativas para el manejo de los recursos hídricos, tema que será tratado
en más detalle en la próxima sección.
37
Mientras tanto, la creciente conciencia acerca de nuevos niveles de riesgo hidrológico
está llevando a que se efectúen recomendaciones para adoptar mayores márgenes de
seguridad que los que surgen de los análisis estadísticos clásicos. Ello suele chocar con
los límites impuestos por los incrementos de los costos asociados, difíciles de asumir
por los tomadores de decisión sin una justificación técnica universalmente aceptada. Por
lo tanto es preciso convenir que esta aproximación metodológica debe ser superada lo
antes posible ya que las presiones por controlar las inundaciones o mitigar sus efectos
mediante obras de infraestructura no permiten esperar mucho tiempo.
Asimismo, para asegurar una adaptación exitosa a las precipitaciones medias anuales
en la agricultura, en la generación de energía y en otros usos del agua, sería importante
saber cuales serán las condiciones climáticas de las próximas décadas.
En el contexto del cambio climático global, la única forma aceptada por la comunidad
científica internacional para estimar las condiciones climáticas futuras en términos
cuantitativos es el desarrollo de escenarios climáticos. La metodología más extendida
para ello es el uso de MCGs combinados con modelos regionales de alta resolución. Sin
embargo, estos modelos presentan serias falencias en la simulación de las
precipitaciones medias y extremas en la región de la Cuenca del Plata y zonas vecinas.
Estas falencias se deben entre otras causas a su incapacidad para representar los MSCs y
a la subestimación de la frecuencia de las perturbaciones atmosféricas como los pasajes
frontales.
Otra línea de trabajo que debería ser profundizada es la de los tratamientos matemáticos
en la estimación de valores extremos de series aleatorias no estacionarias, línea en la
que apenas hay algunas publicaciones aplicadas a la hidrología (Clarke 2003). Estos
trabajos puramente matemáticos suelen asumir tendencias lineales y deberían ser
complementados con hipótesis sobre la evolución futura de las series provenientes del
conocimiento del sistema físico.
Desde el punto de vista operativo, existen fuertes limitantes para poder anticipar con un
mínimo tiempo las precipitaciones extremas derivadas de la actividad convectiva, en
especial de los SMCs, en parte porque hay severas limitantes ene el sistema nacional de
observación. La densidad de estaciones meteorológicas y sus condiciones operativas se
han ido deteriorando desde hace por lo menos 30 o 40 años. Particularmente
insuficiente, es la red de observación oficial del SMN. Esto llama la atención en un país
que depende fuertemente de su producción agropecuaria y en el cual la evolución de
esta red ha seguido un camino inverso a la de no sólo países desarrollados como
Australia o Canadá, sino incluso la de países vecinos como Brasil.
38
Comodoro Rivadavia. En el momento del evento de abril de 2003 la cantidad de
radiosondeos era aún menor.
Desde el punto de vista del pronóstico, hasta fines del año 2003 el SMN no contaba con
un modelo de mesoescala. En estos momentos se dispone de un modelo más apropiado
que los que había entonces para predecir con cierta y exactitud las grandes tormentas.
Sin embargo, aún este modelo dista mucho de ser aceptable en la predicción del inicio
de los SMCs, su localización, el área afectada y la cantidad de milímetros de
precipitación.
Hay pocas mediciones de humedad en suelos que sólo se hacen en muy pocos lugares
del país. Por ello, a pesar de que hay muy buena información sobre la estructura de los
suelos, que se dispone de numerosos modelos de humedad en suelo y a que se cuenta
con sensoramiento satelital, no se cuenta con sistemas operativos de diagnóstico y
pronóstico cuantitativos de la humedad en el suelo que puede ser en ciertas
circunstancias muy importante para el desarrollo de inundaciones en las llanuras.
Conclusiones
39
obviamente para el futuro, se requiere de métodos que permitan manejar la
incertidumbre sobre el clima futuro.
Sin embargo, para ello faltan aún técnicas suficientemente precisas como para estimar
las condiciones del clima futuro en un contexto no estacionario, sobretodo porque los
modelos climáticos globales (MCG) no reproducen adecuadamente los campos y las
características de la precipitación como ocurre en el sur de América de Sur. Este es el
mayor desafío de la climatología para la presente década como lo anunciará un
reconocido climatólogo al iniciarse la misma (Trenberth 2000).
Hay otro factor menos evidente que aumenta considerablemente la vulnerabilidad a las
precipitaciones intensas. Se trata del desconocimiento sobre el cambio operado en el
clima por parte de la comunidad técnica. Cabe sin embargo, advertir que este
desconocimiento comenzó a revertirse, especialmente después del evento de abril de
2003. A ello se agregan falencias en el conocimiento científico como surge del balance
del estado del conocimiento hecho en la sección anterior, especialmente en lo atinente a
las técnicas que permitan manejar adecuadamente las estimaciones de las
precipitaciones extremas y sus consecuencias hidrológicas en el contexto de un clima no
estacionario. Esto último reviste gran importancia práctica para la definición de los
parámetros de diseño de las obras de infraestructura y su manejo
Los temas pendientes presentan grandes dificultades objetivas por su complejidad, pero
a ello se suma la falta de recursos humanos y financieros, producto no sólo de los
magros presupuestos del sector científico-tecnológico, sino también de dificultades en la
gestión de algunos sectores de esas áreas.
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