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Año 19 N° 690 Semana del 16 al 22 de julio

JESÚS
MINISTRA SANIDAD (PARTE V)
Mateo 12, 9-22

1.- OBJETIVO DEL TEMA


Comprender la verdadera dimensión del Ministerio de Jesús en cuanto a su obrar en la vida del ser
humano y la relación con las leyes establecidas en cuanto a las prácticas religiosas.

2.- IDEA CLAVE


Leer en silencio las lecturas. Meditar unos minutos en las lecturas para encontrar la idea principal
antes de compartir. ¿Qué te dice a ti?,¿Qué le dice a la comunidad?,¿Qué le dice a la sociedad?
Hoy vamos a aprender que la práctica cristiana no tiene límites en cuanto a fechas ni horarios,
debemos reflejar en nuestra vida las mismas actitudes que Jesús tuvo en su caminar por esta tierra,
reflexionando en esta frase: “A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no
como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para
cada uno con su vida a cuestas" (La alegría del Evangelio, Papa Francisco, pag.41).

3.- ENSEÑANZA

Los episodios narrados en este pasaje del evangelio nos hacen ver el contraste entre el yugo pesado de la
ley y el yugo suave y ligero que Jesús nos propone.

El Señor sana al hombre que tenía la mano seca y al hacerlo es como resucitarlo, porque le devuelve sus
ganas de vivir, de ser útil.

También este pasaje nos permite ver la actitud de los fariseos, su observancia rigurosa de la ley los había
inducido a elaborar una lista detallada de los trabajos permitidos o prohibidos en el día consagrado a
Dios. Esta mentalidad legalista puede hacernos sonreír, sin embargo no debemos considerarla como un
fenómeno de esa época ya que se propaga hasta nuestro tiempo. Muchas veces nos sentimos tentados a
sustituir la fe con la religiosidad, entendida como un sistema de normas, creencias y prácticas que ligan el
hombre a Dios, si bien éstas nos unen efectivamente a Él, realizadas sin fe y sin amor, se convierten en
simples rutinas.

De acuerdo a la Ley, se permitía curar a los enfermos graves en sábado, pero ese no era el caso del
hombre de la mano seca o atrofiada, por lo que el comportamiento de Jesús es desconcertante y
escandaloso para los fariseos, que poco después volverán a plantear la cuestión para acusarle.

Sin embargo vemos que el significado profundo del culto se encuentra en la misericordia, Jesús infringe
una vez más las estrecheces del legalismo; mostrando que el valor de la persona humana trasciende toda
ley y que hacer el bien es siempre –aún en sábado- la norma suprema.

Jesús nos invita, una vez más, al amor auténtico a Dios, un Dios que nos remite siempre al verdadero bien
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de nuestro prójimo. Él nos quiere como cooperadores suyos en esta «práctica de piedad». Toda expresión
de religiosidad que no esté animada por este amor no es, en verdad, más que «puro precepto humano,
simple rutina» (Is 29,13), que atrofia irremediablemente no sólo la mano, sino el corazón de quien lo
practica.

Por lo tanto, debemos tomar en cuenta que "Las obras de amor al prójimo son la manifestación externa
más perfecta de la gracia interior del Espíritu." (La alegría del Evangelio, Papa Francisco, pag.32)

También en este pasaje Jesús realiza la profecía del Siervo, este es el primer cántico del Siervo, el cual
anuncia el sentido de la Pasión de Jesús. El no “quebrará la caña”, cuando vemos algo a punto de
romperse, con frecuencia lo terminamos de romper o lo desechamos. Dios no es así, Él es misericordioso.
Las cañas ya maltrechas o las mechas casi extintas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o
dobladas por la inconsciencia, la tibieza o el pecado. Más Él no termina de romper, apagar y desechar
nuestras almas, sino que espera. Aún más, ¡cuántas veces nos rehace y enciende de nuevo! Porque Él
mismo dijo: «No vengo a condenar sino a dar la salvación». No condena sino que espera el momento de
nuestra conversión, porque nos ama y porque su misericordia es eterna.

«Este es mi servidor». Evidentemente estas palabras se refieren a Jesús. No obstante, el Padre nos dice a
cada uno: «Este es mi servidor quien pregonará por toda la tierra mi amor y misericordia». Por el
bautismo, cada cristiano es constituido mensajero de la Buena Nueva, el Evangelio. A nosotros nos
corresponde ayudar a otros a fijar sus ojos en el Señor y que su reino llegue a todos los confines de la
tierra.

Otra parte relevante del ministerio público de Jesús es la liberación de personas poseídas de diferentes
modos por el demonio. Hay, de hecho, según médicos y psiquiatras, enfermedades físicas cuya verdadera
causa es espiritual: Jesús ha venido también a curar estas enfermedades. Mateo refiere un episodio de
exorcismo en el marco del conflicto con los fariseos, que se endurecen con la progresiva manifestación
del poder sobrenatural de Jesús. Dado que las muchedumbres empiezan a intuir su identidad mesiánica,
los fariseos le calumnian de la manera más grave, declarándolo en convivencia con el maligno.

Jesús vino para derrotar al autor del pecado y de la muerte, que quiere apoderarse del corazón humano:
por eso, los evangelistas describen el ministerio del Señor como una lucha abierta y continúa contra el
maligno. El demonio tiene artes sutiles y redes impalpables; prefiere actuar sin ser molestado de una
manera poco aparente. Jesús le desenmascara, revelando su nefasta presencia incluso allí donde el
hombre parece perfectamente dueño de sí mismo.

Debemos reconocer la acción del Espíritu Santo en el ministerio de Jesús y entrar decididamente en sus
filas, en las filas del más fuerte, el Único que puede aplastar al príncipe de este mundo; para lo cual
debemos rechazar la convivencia con el mal, con la ayuda del Señor.

Satanás es aquel que introduce el mal en la tierra, insinúa la sospecha, es aquel que introduce la discordia
entre los hombres, en las familias, en los grupos; Satanás es el que induce a la desconfianza reciproca, a
la envidia. Expulsar los demonios es hacer la obra contraria. En vez de la rencor se siembra comprensión,
en vez de la envidia, generosidad, en vez de violencia, paz, en vez de egoísmo, desprendimiento. El que
lleva a cabo esta obra solo puede realizarla en nombre de Jesús.
Año 19 N° 690 Semana del 16 al 22 de julio

4. PREGUNTAS PARA COMPARTIR


1. ¿Cómo va tu lectura de los evangelios?
2. ¿Conoces un hecho en que las autoridades religiosas, en nombre de su religión,
decidieron perseguir y hasta matar a personas que como Jesús hacían el bien a la gente?
3. ¿Nos damos cuenta que a veces encontramos personas o nosotros mismos y adaptamos la
Palabra del Señor según nuestra conveniencia y entonces re escribimos el “¿Evangelio”,
y hacemos el “Evangelio del Hombre” ? Comparte.
4. Jesús es el Siervo de Dios. Y hoy ¿nuestra Iglesia, nuestra comunidad, yo, somos siervos
de Dios para la gente? ¿Qué me falta?

6. CONCLUSIONES
“La misericordia es la compasión que experimenta nuestro corazón ante la miseria de otro, sentimiento
que nos obliga, en realidad, a socorrer, si podemos” [II-II, 30,1]. La miseria ajena provoca la experiencia
de la compasión que afecta al “corazón”, al símbolo del amor entrañable; la compasión no es una
“convicción intelectual” sin más, sino que altera a toda la persona, tanto que la “obliga” a realizar un
gesto solidario con la persona sufriente. Se refiere a una “obligación” llevadera, no impuesta sino
sugerida, suscitada por el amor y la ternura hacia la persona herida. (Extractos de la obra de fr. Luis
Carlos Bernal "Elogio de la misericordia", sobre la misericordia en la obra de Santo Tomás de Aquino.)

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