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16-03-2017
Notas para una discusión táctica 2017
Conflicto, organización y sujeto
Colectivo La Savia
Rebelión
Tenemos que transformar la realidad. Como pocas veces, la elocuencia de los hechos, la expresión
de la miseria y precariedad, hacen más urgente definir el cómo que el por qué transformar la
sociedad. Hacen falta orientaciones. Develar el carácter y sentido de nuestra acción política.
Discutir. Proponer. Fijar nuevos puntos de partida y también ratificar continuidades. En pocas
palabras: la politización de la clase trabajadora y el pueblo es una urgencia. La construcción de un
horizonte de sociedad una necesidad de supervivencia.
Sin embargo, ninguna proposición surge en el vacío: el bloque de fuerzas sociales y políticas que
ha conducido el país desde la Dictadura hasta hoy pierde cada vez más legitimidad. La
precarización laboral, la desposesión y usurpación de derechos sociales (salud, previsión,
educación, etc.), el innegable deterioro ambiental, etc., tienen una masa de millones de afectados
y, en cambio, un grupo muy reducido de beneficiados. Explotación, dominación y destrucción sin
precedentes que, sin embargo, parecieran no encontrar límites. La izquierda todavía no se cansa de
esperar la "maduración de las condiciones objetivas para la revolución". Se trata de que, dicho muy
simplemente, la situación de pérdida de legitimidad social y política de quienes dominan no se
traduce en una crisis de reproducción social de su poder e influencia. Es decir, sigue la explotación
laboral, la dominación y destrucción de las condiciones básicas para la vida. No hay crisis de
hegemonía. No hay fuerza capaz de disputar a las clases y grupos dominantes la dirección política
de la sociedad. Esa es la cuestión, la principal problemática política de hoy. Sin fuerza con
capacidad de disputa, las "condiciones objetivas" de pauperización social son prolongables hasta el
infinito. Es la barbarie. Se necesita, pues, un horizonte de ruptura.
No obstante, un horizonte, aunque útil, es todavía insuficiente. Nos declaramos socialistas, pero
¿qué hacer hoy? Tal vez igual de importante que el horizonte es el camino, el itinerario a recorrer.
Esto es, una táctica. Pero no nos referimos a enunciados abstractos, metáforas vacías, sino
proposiciones concretas que sugieran orientaciones, muestren una ruta posible a las luchas que ya
se están produciendo.
Con mucha modestia, porque los problemas políticos se solucionan en la práctica social y no en el
papel, proponemos tres conjuntos de problemas sobre los que ir avanzando en la discusión de la
izquierda.
Ningún grupo político, por eficaz que sea, puede sustituir el protagonismo de las masas. De ahí que
la tarea de los grupos organizados sea siempre desencadenar, impulsar y proponer orientaciones al
pueblo trabajador. Nuestro objetivo, siendo parte de ese pueblo, es aumentar su capacidad
decisional, organizativa, proyectual y programática. No somos un ente extraño, un actor que se
posiciona por "fuera". De ahí que una centralidad táctica sea el desarrollo político del pueblo
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trabajador. No son las orgánicas políticas las que se fortalecen para posteriormente aportar a las
luchas del pueblo. Más precisamente, éstas se fortalecen en tanto el pueblo trabajador se politiza,
se dota de herramientas organizativas propias y define con claridad el lugar que ocupa en la
sociedad y sus objetivos. Se volverá sobre este punto.
El camino para esta perspectiva es concreto: profundizar la conflictividad social. No hay nada que
inventar, el conflicto está ahí. Expresión de las formas contradictorias que asume el capitalismo en
Chile, por tanto, tiene lugar independiente si nos gusta o no, más allá de nuestras voluntades. Para
reproducirse el capital requiere sostenerse en nichos de acumulación. Lo que para nosotros(as) es
despojo, para los sectores dominantes es ganancia, beneficio y privilegio. Conflictos laborales,
previsionales, salud, educación, ambiente, cruzados a su vez por una sólida osamenta de relaciones
patriarcales, constituyen conflictos realmente existentes. Antagonismos en un sentido clasista y
patriarcal. Hay que profundizarlos, no dejar que sigan su curso espontáneo, sino dotarlos de
perspectiva. Apostar a que la deslegitimación de las fuerzas y organizaciones dominantes se
profundice, pero al mismo tiempo apropiando esa situación a favor del pueblo trabajador.
Una perspectiva posible para lo anterior la sintetizamos con un verbo: "densificar". Pero también
podría hablarse de "robustecer", "profundizar" y "solidificar". Tal vez todas al mismo tiempo. Si no
apostamos abiertamente por la auto-actividad de la clase trabajadora y el pueblo, difícilmente
podríamos decir que estamos movidos(as) por la cuestión del poder, vocación para tener influencia,
capacidad de decidir y organizar la sociedad. La lucha de clases es una "guerra de posiciones" o
"trincheras" en la que no es neutral la decisión de "dónde", "cómo", "con quiénes" y "cuándo"
instalar una "posición". Se trata de construir contrapoderes, fuerza propia, pero en disposición de
disputa, conflicto, movilización. Si no se le entrega densidad a la organización político-social, no
importa que existan partidos, pactos electorales o coordinadoras con muchas cosas claras,
devienen impotentes de igual modo. No se orientan por el criterio del poder o se promueve, aunque
no se explicite, sustituir la acción política del pueblo trabajador.
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b) Espacios de articulación social y lucha: son lugares de organización y acogida de voluntades
colectivas e individuales. Son abiertos, no excluyentes, convocantes, populares, con la vocación de
hablar siempre a las masas. Son espacios constituidos por y para la lucha en todo momento. Son
organizaciones detonantes, hacen un llamado a la acción. Son eminentemente prácticos, aunque
no abandonan la discusión política y teórica, deben saber procurarse instancias para debatir estos
temas sin que se pierda el foco en la acción. Tal vez lo más importante es que son espacios que se
organizan en torno a conflictos y se proponen incidir como un actor más en ellos. Esto le da el
carácter político. Su acción es local y reivindicativa, pero su perspectiva debe ser nacional y
programática, propositiva, vinculándose o promoviendo instancias organizativas mayores.
Converger, sumar fuerzas. Ej: zonales NO + AFP, sindicatos, asambleas por derechos sociales del
pueblo trabajador, etc.
¿Para qué una táctica? El fortalecimiento político de la clase trabajadora y el pueblo debe darse en
al menos un sentido: como fuerza independiente del bloque en el poder, en tanto reconocemos que
nuestra situación material y subjetiva como pueblo está subordinada a las clases y sectores
dominantes (relaciones de clase, patriarcado, coloniales, etc.). Esta premisa es relevante en tanto
supone que el sujeto no es un mero "discurso", su configuración no es imaginaria, siendo, en
cambio, expresión del conflicto, de las dinámicas contradictorias del desarrollo del capitalismo en
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Chile y la opresión patriarcal y colonial. Ernesto Laclau está de moda, al igual que su llamado a
decretar la defunción o, en el mejor de los casos, la irrelevancia de la realidad material de la
sociedad. Nosotros(as) creemos que no, que ni la política ni la ideología se autonomizan de la
vitalidad del conflicto y los sujetos que se constituyen a partir y con él. Es momento de avanzar en
la conformación de fuerzas anticapitalistas y antipatriarcales, construir una voluntad colectiva
material y subjetivamente constituida, mantener la capacidad de interpelación política en las
organizaciones del pueblo trabajador, enfocarse en desarrollarlas y profundizarlas, mantener
precisamente allí el escenario de conflicto, los puntos de tensión. En esto consiste, consideramos, la
cuestión del sujeto hoy. No deriva mecánicamente de las relaciones económicas y sociales pero
tampoco surge de manera autónoma de las mismas.
Si tuviéramos que sintetizar, la tarea es conformar una corriente por el poder del pueblo
trabajador. Recomponer sus fuerzas y/o, en algunos casos, construirlas, hacerlas incidir, superar la
marginalidad política. Un primer paso para generar las condiciones de emergencia de un bloque
histórico de fuerzas revolucionarias que tenga la capacidad de sostener en el tiempo una crisis de
hegemonía de las clases y sectores dominantes, tener la capacidad de superar la acción de
resistencias y poder disputar efectivamente en el mediano plazo la dirección política de la sociedad.
Ese sería un punto de llegada, un objetivo táctico, para ello hay que trabajar. En términos prácticos
se podría sintetizar también así: ¡tenemos que hablar a la sociedad, abrir paso al protagonismo del
pueblo trabajador!
Es cierto que los escenarios de la política no se eligen, pero sí se pueden anticipar y trabajar en
pos de ellos. No es cierto que no haya otro camino que el escenario de la institucionalidad, de
trasladar el conflicto social al Estado -como proponen los electoralistas- ni que tampoco exista otra
ruta que construir sólo sin y en contra del Estado. Así como abrirse a la posibilidad de elecciones no
nos hace electoralistas ni movilizarnos como clase a través de reivindicaciones no nos transforma
en reformistas, es necesario marcar un camino claro para abordar con precisión las tareas que se
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nos presentan, independientes de nuestra voluntad, para avanzar en revertir la correlación de
fuerzas desfavorable a nosotros(as) y proponernos llevar la lucha de clases y contra el patriarcado
a otros estadios. Si la clase trabajadora y el pueblo no asumen hoy para sí mismas las principales
tareas tácticas ni las organizaciones políticas tampoco las impulsan, difícilmente se encuentre en
disposición del socialismo. Hacia allá hay que dirigirse. El pueblo no está para aventuras.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative
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