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Al leer lo que Luis Fernando Cantoral, grafica, se equivoca cuando escribe sobre San Pedro
y se equivoca por partida doble, primero porque su artículo está escrito con ojos de prensa
neoliberal y segundo, porque no lo hace desde el punto de vista del análisis científico y la
investigación de clase.
San Pedro, ostenta como todas las cárceles bolivianas el record de violación de los
Derechos Humanos, desde la presentación pública y no consentida del detenido por el
Ministerio de Gobierno, pasando por el escarnio de los medios de comunicación hasta la
corporación delincuencial de la trilogía: policía – fiscales – jueces, el indubio pro reo, es una
frase que el indubio pro societate propio de las sociedades cerradas, se impone con
violencia, como antesala de la violación sistemática, continua y permanente de los
Derechos Humanos: el hacinamiento, la insalubridad y la injusticia social. El número de
muertos, es el aderezo de una política carcelaria violenta y violadora.
Que falte presupuesto para salud o que las condiciones son insalubres y la infraestructura
sea hoy rebasada por el incremento de personas detenidas, eso no es vista por La Grulla
Digital como una cuestión nodal del sistema penitenciario, lo que nos preocupa es, el
continuismo neoliberal del Sistema Penal y, el carácter mercantil de la Justicia, convertida
en instrumento del más rancio liberalismo y del apartheid étnico y de clase.
Y cuando se dice que en San Pedro el Estado se reproduce como tragedia, es porque
precisamente aquí desde el comercio, las relaciones sociales de producción, el sistema
administrativo, la división clasista y el carácter étnico se muestran en todo su desarrollo.
Juan, es un joven interno que está en San Pedro ya dos años, presenta un cuadro avanzado
de VIH SIDA y ha sido sentenciado a 10 años de prisión, desde su detención ha sido víctima de
violación de sus Derechos Humanos, su delito, no tener recursos económicos para pagar al
fiscal y policía que lo aprehendieron y, por ese mismo “delito” no tuvo la asesoría de un
abogado y aceptó desgraciadamente los servicios de la Defensa Publica del Estado, quienes
de manera continua, abandonaron su caso, dizque, por que los abogados terminan sus
contrato, por tanto, hay que esperar periodos largos para que se le designe un nuevo
abogado. Como muchos internos que buscan su libertad, postuló dos veces a la ley de indulto:
el primero, le rechazaron por errores ortográficos cuando escribieron su apellido, solicitar su
corrección fue una odisea a cargo de Defensa Pública, quién con una paciencia como quien
espera las calendas griegas, inició esta diligencia, en esta titánica empresa, se terminó el
plazo de la recepción de corrección de este trámite, sin perder la fe, decidió presentar un
incidente de detención domiciliaria, el mismo que fue truncado por la trabajadora social al
solicitar “garantes solventes y con propiedad” requisito que no está contemplado en la
norma, que sin embargo, de manera discriminatoria e inhumana, son aplicadas por los
trabajadores sociales en los juzgados. Como la esperanza es lo último que se pierde, Juan
siguió batallando, así se publicó la segunda Ley de Indulto y, otra vez volvió a tramitar todos
los documentos para presentar ante Régimen Penitenciario, pero no contó que el médico del
IDIF tardó más de un mes en elaborar el informe sobre la enfermedad que padecía, pero
como dice el refrán “tras cuernos, palos” nuevamente se quedó sin abogado porque ¡Dios nos
coja confesados” nuevamente había concluido el contrato de la abogada de Defensa
Publica…como la justicia es un organismo enfermo donde se aprieta el dedo, brota la pus,
además de sorda e inhumana, su enfermedad vio en ellos, el aliado propicio para avanzar.
Agobiado por esta vía crucis, atacado por un severo cuadro de desnutrición y depresión
producto del stress vivido, al no poder concluir sus trámites, notó que Defensa Pública le
había asignado un nuevo abogado para adjuntar, ¡Si Dios existe! los últimos documentos que
luego de dos años de travesía en el desierto de las instituciones que hacen de la estructura
penitenciaria, un verdadero laberinto de Creta, habían logrado corregir. El día de presentar
la documentación la emoción brillaba en sus ojos, como quien sabe que, en la naturaleza
humana la esperanza es lo último que se pierde. No se imaginaba que en este mundo el
camino a la libertad, esta empedrada de buenas intenciones, pasaron dos semanas y
nuevamente, devolvieron la carpeta supuestamente observada por errores de forma del
juzgado, el abogado de Régimen Penitenciario indicó, que ya le faltaba dos meses para salir
por cumplimiento de las dos quintas partes de la pena y no por el indulto el cual contempla el
indulto total por enfermedad incurable. El sistema no quiere admitir que Juan es una de las
innumerables víctimas de violación de los Derechos Humanos por instituciones públicas
como Régimen Penitenciario, Defensa Pública y Defensoría del Pueblo.
En San Pedro, junto a las siete plagas de Egipto parece haberle caído una verdadera
maldición, si bien es sabido que la CIDH en MATERIA DE INTEGRIDAD PERSONAL Y
PRIVACIÓN DE LIBERTAD ha establecido en su jurisprudencia, conforme lo dispuesto en el
artículo 5.2 de la Convención, que toda persona privada de libertad tiene derecho a vivir
en condiciones de detención compatibles con su dignidad personal, sin embargo, esta
vinculación entre el Estado y la persona privada de la libertad, es una relación punitiva, de
verdadero trato del Derecho Penal del Enemigo, despojando a toda persona detenida de su
titularidad respecto de todos los derechos humanos, constituyéndose la privación de la
libertad en una anticipada y cruel pena, que viola el inciso 2 del artículo 5 de la
Convención, dado que las condiciones de encierro, deterioran de manera sistemática la
integridad física, psíquica y moral de los privados de libertad sean estos sentenciados o
preventivos.
Aquí encontramos la razón de los aportes o “cobros” que la persona privada de libertad
realiza, es una respuesta al abandono del Estado, esta es una tesis que se puede
comprobar, lejos del presupuesto Goebeliano de que los presos articulados en “grupos de
poder”, extorsionan a los presos, puesto que la verdadera extorsión la inicia el Estado y su
modelo neoliberal penitenciario que reproduce y consolida el mercado judicial, Palmasola,
El Abra, San Pedro solo por mencionar alguna de las cárceles de Bolivia, constituyen la
expresión de la crisis del capitalismo de cárceles. La requisa, es un engaña muchachos, ya
que el sistema, no puede comer a sus hijos.
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