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El término del apego infantil, surgió después de la segunda guerra mundial, bajo la teoría
del Apego de John Bowly (psicoanalista ingles), el cual baso sus estudios en los niños
huérfanos de la segunda guerra mundial. Dentro de su teoría, analizo diversas teorías de
las cuales llego a retomar diferentes puntos, tales como la teoría de la evolución, y la
teoría de los sistemas de información.
Bowly plasmo los momentos tempranos de una constitución psíquica y sostuvo que los
procesos psicológicos fundamentales de un infante se establecen gracias a la presencia
de una figura de apego, la cual debe de brindar seguridad, un cuidado y una protección
frente a las necesidades. Lo cual lleva a un óptimo desarrollo emocional saludable y
equilibrado del infante.
En su teoría, nombro como Modelos Operativos Internos a la acción mental del infante
con respecto al mundo que lo rodea y que le hace posible el anticipar, interpretar y
responder a los estímulos de otros sujetos y las situaciones que se presenten a lo largo
de su vida, haciendo que los MOI se integren a la estructuración de la personalidad, y
puedan ser de guía en las futuras relaciones intrapersonales significativas. Bowly (1969)
estipulo que “el apego, una vez desarrollado, tiende a persistir. A medida que el niño
crece, la pauta se convierte cada vez más en una característica del niño mismo, lo que
significa que tiende a imponerla en las nuevas relaciones” (p. 148).
En el apego seguro, las circunstancias del infante son favorables, ya que existe confianza
entre él y las figuras parentales, muestran actitudes colaboradoras ante las necesidades
y situaciones que requiera, esto ocasionara que el infante se muestre seguro ante las
futuras exploraciones de mundo. Mientras que el apego ansioso resistente, las figuras
parentales se muestran accesibles y colaboradoras en ocasiones y en otras no,
generando inseguridad acerca de la accesibilidad e inestabilidad con referencia a dichas
figuras en caso de necesitarlas, dado esto el infante se muestra ansioso con respecto al
mundo exterior, y suele ser propenso al aferramiento o a tendencias de separación
ansiosa. El apego ansioso elusivo se presenta cuando el infante es rechazado
constantemente por parte de uno de los progenitores provocando que el niño no busque
una protección o consuelo, busca el ser desairado y así hacerse emocionalmente
autosuficiente para evitar una desilusión.
Mikulincer, Shaver y Pereg (2003), reportaron “que en el apego seguro existe baja
ansiedad y evitación, seguridad y comodidad con la cercanía y con la interdependencia,
y confianza en la búsqueda de apoyo y otros medios constructivos de afrontamiento al
estrés” (p.77). Dejando ver nuevamente que bajo un resguardo seguro el infante será
capaz de desarrollarse plenamente, teniendo una postura de confianza y ansiedad casi
nula ante los problemas, mientras que aquellos que presentan un apego deficiente,
mostraran ansiedades, y dificultades ante los problemas a enfrentar.
En 1999 el psicólogo y psicoanalista Peter Fonagy sostuvo que “los trastornos de límites
de la personalidad en los adultos suelen ocurrir como resultado del maltrato ejercido al
niño, de cuidados extremadamente insensibles o como consecuencia de una conducta
parental desconectada”, en este punto es necesario mencionar la acción cadena, en la
cual se podría estipular que aquellos padres que padecieron en su infancia y que no
lograron resolver esos traumas de una manera adecuada se les suele dificultar la relación
o contacto con sus hijos.
Esto podría decirse que aquellos padres que poseen una mayor capacidad reflexiva y
observadora acerca de los estados mentales, así como las necesidades de sus hijos,
podrían poseer una mayor comunicación y tener la probabilidad de promover y fomentar
un apego de alto alcance, haciendo que el niño se facilite un desarrollo de la capacidad
reflexiva.
En el año 2000 Mary Main (psicóloga estadounidense), continuó con las investigaciones
de Ainworth, postulando un categoría de apego más, la cual menciona que el apego
desorganizado es aquel que muestra a los infantes desorganizados o desorientados, sus
características se componen por partes de los otros postulados de una manera carente
de coherencia. De igual manera se dedicó al estudio del apego en los adultos, lo cual
sugirió que “en los adultos es fácil de visualizar los efectos del pasado en las relaciones
actuales”.
Teniendo como referencia al periodo sensoriomotriz, que abarca de los 0 a los 2 años
aproximadamente, vemos el desarrollo de una construcción de las categorizaciones de
los objetos, espacios y tiempos, sin embargo aún no forman parte de una noción de
pensamiento, ya que el infante no reconoce la existencia de los objetos una vez salidos
de su campo visual, en dicha situación Piaget argumentó que “bastaba ver la reacción
del niño cuando se le cae algo o se le aleja de su campo visual, éste no lo buscará, así
como no lo hará con un objeto que se cubre debajo de una almohada” (p. 398).
Lo siguiente que desarrollará el infante será el reconocer dichos objetos que ocupan un
espacio, más adelante comenzará la búsqueda de objetos escondidos y mucho más
adelante tomara en cuenta el desplazamiento del objeto, así como los cambios de
trayectoria.
Aquí la inteligencia del niño se le conoce como la inteligencia práctica, la cual está
completamente basada en el ejercicio, la coordinación y donde aún no es posible detectar
la realidad que los rodea.
Una vez que el niño entre en la etapa preoperatoria, que abarca de los 2 a los 7 años, ya
tendrán la habilidad de la lógica del pensamiento, no tan desarrollada como la del adulto.
Podrá realizar el juego simbólico, la imitación y su capacidad de lenguaje ya tendrá un
cierto grado de desarrollo. El niño pasara de la inteligencia práctica a la inteligencia de
pensamiento, en la cual ya es capaz de detectar la realidad, tanto como aprender a
manipularla, mediante símbolos, imágenes, y conceptos previos, puede desarrollar
esquemas de pensamiento interno.
4. Estudio de caso
En el presente trabajo, se tomó como apoyo el estudio de caso de dos personas, las
cuales presentan un perfil casi igualitario, ya que en ambos caso existe la perdida de la
madre en una edad temprana, ambos con la situación de muerte. Los instrumentos a
utilizar son la entrevista, el test HTP. En el caso de la persona A se utilizó el diagnostico
que el psicólogo utilizo.
Se les realizó una entrevista por separado, y posteriormente se reunieron ambas para
realizar un análisis sobre las posturas de cada una y poder realizar una hipótesis sobre
los resultados obtenidos.
La persona A, expone la situación en donde la madre murió un día después del parto por
causa de una negligencia médica. Al suceder esto, es entregada con los familiares más
cercanos, en este caso con los abuelos maternos ya que el padre no enfatizó problema
alguno. Los abuelos al estar a cargo de los servicios funerarios, la dejaron al cuidado de
la cuñada de la madre, la cual brindo un cuido y protección desde los primeros días vida.
Una vez pasando los servicios funerarios (alrededor de 10 días después de la muerte),
los abuelos no presentaron intenciones de recuperar a la niña.
La persona a cargo de su cuidado, permaneció brindando el cuidado y protección
necesarios, hasta la edad de tres años, cuando dicha persona mostró los primeros signos
de una enfermedad terminal. La persona falleció a los dos meses de recibir el diagnostico
(cáncer). La niña pasó a manos de sus hermanas, las cuales decidieron acudir en busca
de apoyo psicológico, tanto para ellas como para la niña. Las terapias psicológicas
comenzaron en una edad temprana (a los 5 años) duraron alrededor de un año. La
persona siguió recibiendo los cuidados necesarios, por parte la familia adoptiva y no
presentó desequilibrio emocional o algún otro problema, hasta ahora. En la actualidad
terminó su vida escolar con una licenciatura a la edad de 22 años, soltera y aun al cuidado
y respaldo de su familia adoptiva. Menciona que el acudir al psicólogo, no fue de gran
importancia, ya que fue criada como una niña normal de familia, sin distinciones y con
apego emocional estable, haciendo que la asimilación de su situación fuera fácil de
manejar y asimilar.
Con el caso B, se encontró que la persona muestra una dependencia significativa hacia
el padre, a pesar de ser una persona autosuficiente, presenta desequilibrio emocional,
así como también una autoimagen personal deficiente. La habilidad cognitivas como la
de toma de decisiones no se encuentra completamente desarrollada para su edad, así
como las afectivas hacia el mundo exterior. Muestra retraimiento, y falta de tolerancia
hacia las personas que la rodean, con excepción del padre.
La terapia de apego, no consiste solo en ofrecer una base segura para el paciente; si no que también se
relaciona con la empatía, responsabilidad, con la diferenciación del terapeuta – capacidad para tener
mente propia y trabajo en la transferencia- y con los modos en que los pacientes manejan el ritmo del
apego y la separación que es integral en la relación terapéutica. Tal como señala el autor: “Solo en el
contexto de un objeto hallado, perdido y reencontrado es que un paciente puede acceder al desarrollo
de la autonomía – una sensación sobre la persona a la que puede recurrir en los momentos de stress”
(Pág. 63)