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para la producción ficcional. Esta investigación, sin embargo, no podría servir para tal fin sin
la propia experiencia del autor. En esta oportunidad, Evelyn García, luego de sus libros Un
talismán para Liu y La casa del sol naciente, se ha servido de la investigación y
experiencias realizadas en Cajamarca para presentarnos su última novela: Génesis.
Crónica de una familia, relato que nos ubicará principalmente en los pueblos de Shitamalca
y Huayanay, lugares importantes para el desarrollo de la historia.
Esta novela está ubicada cronológicamente entre los años 1872 y 1942, dando pie a
que la Guerra con Chile -y la guerra civil desatada entre iglesistas y caceristas- sea parte
decisiva de la primera mitad de la novela. Génesis nos relatará los orígenes de una familia
cajamarquina, síntesis de dos pueblos y sus tradiciones: en Shitamalca, Pío Bautista y Rosa
Espinar unen sus vidas en un matrimonio caracterizado por la inocencia, felicidad y
lealtad; mientras, en Huayanay, dos familias, la de Toribia Cruz y Silvio Carrera y la de José
Manuel Tadeo y Zoila Salirrosas, son familias cuyo rasgo más importante es estar en el
limbo entre lo religioso y lo profano.
Con personajes y genealogías que nos recuerdan las de los Cien años de soledad
de García Márquez, García Tirado ha construido un relato en el que la fe de un pueblo
debe combatir la guerra y la brujería. Shitamalca es el escenario principal en el que las
fuerzas de Miguel Iglesias y Andrés Avelino Cáceres desatan una batalla sangrienta que, al
pasar los años, aún tiene repercusiones para las nuevas generaciones. Si bien esta no fue
una batalla decisiva para el fin de la guerra, sí fue importante para Cajamarca, pues
significó el desalojo de las fuerzas chilenas en su territorio, a pesar de que el ejército
patriota tuviera todas las desventajas posibles. La narración de estos hechos nos recuerda
dos ejes que la narrativa contemporánea de la llamada “violencia política” viene
desarrollando: el papel de los protagonistas y el de la memoria.
La Batalla de Shitamalca, la que será recordada ya como lejana por la tercera
generación de esta familia, muestra como personajes al ejército de Miguel Iglesias
combatiendo contra el de Andrés Avelino Cáceres. En el bando del primero, los personajes
son representados como peruanos vendidos al país chileno, entre los cuales está el traidor
Diego Trigoso, quien al ser rechazado en el plano sentimental por Rosa Espinar, ocupa el
lugar antagónico a Pío Bautista, dirigente del ejército cacerista en su hacienda. En este
último, los personajes no son los verdaderos patriotas peruanos ni mucho menos. Pío
Bautista conoce las intenciones de don Manuel Puga al enrolarse en las filas de Cáceres:
convertirse en político es su ambición. No una meta, no un objetivo por el bien común: su
ambición. Pío Bautista tampoco tiene interés en sacrificarse por el bien del país: este no
mueve a toda su hacienda a la batalla si es que las balas no pasan por ella. Y es que el
problema de la nación está aún esbozándose. La identificación que hace Mariátegui del
problema del indio como problema de la nación aún no está planteada, por tanto, los
peones que sirven a Bautista no conocen la razón de su lucha. Para ejemplificar, una
muestra del monólogo del hacendado: