You are on page 1of 7

19700604

AR/JUR/93/1970

Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, en pleno


Nacional
Segunda

Nacional

Morillo, Carlos A.
Frigorífico Armour de La Plata SA
Morillo, Carlos A. c. Frigorífico Armour de La Plata SA

VIATICOS

Buenos Aires, junio 4 de 1970.

Cuestión:
"¿El trabajador que acepto su traslado y prestó servicios en el nuevo destino bajo las mismas
condiciones que antes, tiene derecho a compensación por mayores gastos y otros perjuicios que
pueda haberle causado el cambio de lugar de trabajo?".

El Procurador General del Trabajo, doctor


Humberto A. Podetti
, quien dijo:

I. - Por iniciativa de la Sala I se resolvió convocar a acuerdo plenario en esta causa, para unificar
jurisprudencia acerca de si el trabajador que aceptó su traslado y prestó servicios en el nuevo destino
bajo las mismas condiciones que antes, tiene derecho a compensación por mayores gastos y otros
perjuicios que pueda haberle causado el cambio de lugar de trabajo?
Con relación a la cuestión planteada la Sala III (3-III-66, autos "León, Heraclio Ramón c/ Frigorífico
Armour de La Plata, S.A. s/cobro de pesos" tiene decidido que si no hubo reducción de la
remuneración, pero que el traslado ocasionó "perjuicio económico", por el "acrecentamiento de
gastos para el cumplimiento de la relación de trabajo", habiendo habido consentimiento del
empleador para proseguir la relación laboral en igualdad de condiciones salariales a las anteriores, es
justo que dicha situación se mantuviera "sin perjuicio económico para el dependiente, cargando la
empleadora con la diferencia emergente de los gastos antes no previstos en razón del lugar o del
horario de trabajo". Consiguientemente, condenó al pago de una "asignación mensual adicional al
sueldo, en carácter de viático resarcitorio de gastos, sin el deber de rendir cuentas".
Para exponer los fundamentos de la opinión que en sentido negativo —como desde ahora lo adelanto
— me merece la cuestión, considero necesario formular algunas consideraciones generales acerca de
la variabilidad del contrato de trabajo; referirme al "ius variandi"; a los cambios sustanciales en el
contrato; y por último a la consecuencia que cabe atribuir al tácito consentimiento a los cambios
dispuestos por el otro contratante.
II. - El contrato de trabajo, especie entre los contratos de actividad, que regla relaciones de cambio
entre los contratantes (cfr. Deveali, "Lineamientos de derecho del trabajo", 3ª ed., 1956, cap. VII, N°
5, pág. 200) es de tracto sucesivo, esto es que su ejecución es distribuida o reiterada en el tiempo,
durante un lapso, breve o extenso; se ejecuta en forma sucesiva y no instantáneamente (cfr. Galli
Pujato, "Caracterización jurídico-legal del contrato de trabajo", DT, 1948, pág. 431, apartado VII;
Deveali, ob. cit., cap. XXXVI, N° 3, pág. 626; Ruprecht, "Contrato de trabajo", pág. 287; Monzón,
"El carácter y la calificación del contrato de trabajo", DT, 1964, pág. 424; id. "Régimen de los
empleados de bancos y seguros", en el "Tratado" dirigido por Deveali, t. III, pág. 298; etc.). La
continuidad, "estado de hecho jurídicamente", da en principio la posibilidad de ejecutar durante el
transcurso de un tiempo dado o indefinidamente las prestaciones convenidas y en concreto a medida
que se actúa, la prolongación misma de la relación" (Monzón, "Régimen...", cit., pág. 299). De ella
se deriva la figura jurídica de la permanencia, que en abstracto posibilita jurídicamente la repetición
de las prestaciones convenidas (id. pág. 300); y que a su vez queda garantizada en Derecho con la
estabilidad (cfr. id., lug. cit.).
La duración en el tiempo del contrato "es un modo esencial a través del cual se realiza la
disponibilidad de parte del dador de trabajo"; disponibilidad en "el sentido de poder prever en el
tiempo el destino de las prestaciones futuras con la consiguiente posibilidad de coordinarlas e
integrarlas con otras prestaciones disponibles en un plano organizativo"; disponibilidad, por
consiguiente, tanto en el tiempo como en lo organizativo (Prosperetti, "Il lavoro subordinato" Vol.
VI, Fasc. III del "Tratatto di diritto civile" dirigido por Grosso y Santoro Passarelli, N° 23, p. 36).
Al desarrollarse en el tiempo las prestaciones recíprocas del contrato de trabajo, que ordinariamente
no se agotan en una sola vez, es preciso que para poder subsistir vaya adaptándose a los nuevos
hechos o situaciones; de ahí que De Ferrari haya podido afirmar que "lo más característico del
contrato de trabajo es que, sin dejar de existir, cambia y se renueva continuamente y debe admitirse
como lícitos y procedentes, todos aquellos cambios necesarios para su ulterior cumplimiento o
existencia" ("Lecciones de derecho del trabajo", II, N° 218, pág. 349). Claro que en ello hay una
dificultad, o suerte de "riesgo", ya que este contrato, según también lo observa De Ferrari, "debido a
su carácter continuativo y a su desarrollo en el tiempo, ve, como consecuencia de su dinámica,
constantemente amenazada su vida, si, en forma rápida, no se adapta a los cambios producidos en las
personas, cosas o hechos a los que está vinculado" (Id., N° 221, pág. 354).
III. - De ese modo, atendiendo a los aspectos que señala Prosperetti, resulta innegable actualmente
que la facultad del empleador "de dirigir y ordenar el trabajo del personal que él remunera, requiere
según los objetivos y necesidades de la empresa una cierta elasticidad en la ordenación de los
elementos humanos de aquélla (Monzón, "En torno del "ius variandi", DT, 1956, pág. 140/141).
En otros términos, el cambio en el contrato durante su existencia se traduce en el ejercicio del "ius
variandi". Esto se relaciona indudablemente con la subordinación, "posibilidad normativa de uso
eventual" al decir de De Ferrari (ob. cit., t. I, N° 171, pág. 367), que entendida en su sentido jurídico
y no económico (Borda, "Tratado de Derecho Civil Argentino - Contratos", t. II, N° 979, pág. 15), se
limita a lo que constituye estrictamente la ejecución de las tareas; de origen contractual y
caracterizada como patrimonial y no personal en el sentido de una suerte de relación de señoría,
repugnante a "acendradas convicciones en torno a la inmanente dignidad de la persona" (Monzón,
"Sobre el concepto y alcance de la subordinación", DT, 1949, pág. 86), y en todo caso incompatible
tanto con la garantía constitucional de la igualdad como con la consideración que ontológicamente es
merecedor al ser humano.
Las facultades de dirección, intervención y fiscalización del empleador, en que se concreta la
relación de dependencia (CSJN, Fallos 256:122), consisten sustancialmente en dirigir; no "dirige"
porque "manda", sino que tiene un poder genérico de dirección, que dentro de los límites del contrato
y de la ley, ejercita en la forma que más convenga a sus intereses" (Monzón, "Sobre el concepto...",
cit., pág. 88). Mediante esas facultades se determina el contenido de la prestación genéricamente
prometida por el trabajador (Monzón, "En torno...", cit., pág. 136; Corrado, "Il contratto di lavoro -
Aspetti dell’evoluzione del sistema del diritto privato", Milán, 1963, N° 34, pág. 115), sin perjuicio
de reconocerse que el objeto de la prestación sea determinado o al menos determinable, según la
precisión que suele dar la "calificación contractual", (cfr. López, "Fundamento y límites del "ius
variandi", "Legislación del Trabajo", t. XV, pág. 82/83 y sus citas).
De ordinario la titularidad del "ius variandi" es examinada como correspondiente al empleador
(Napoli, "Modalidad del "ius variandi" en el contrato de trabajo", DT, 1947, pág. 212; Ruprecht, ob.
cit. pág. 288 y sgtes.; López, ob. cit., pág. 65; Goyena "El "ius variandi" en el derecho del trabajo",
Rev. Col. Abog. La Plata, tomo V, enero-junio 1963, pág. 195, etc.), punto de vista que De Ferrari no
comparte, al reconocérselo también al trabajador (Ob. cit., t. II, N° 221, pág. 356), aspecto éste sobre
el que considero innecesario pronunciarme en el caso; lo mismo, que acerca del fundamento de la
potestad patronal de dirección, a que se refiere el estudio citado de Justo López.
El "ius variandi" puede imponer cambios definitivos o transitorios; referirse a condiciones
convenidas expresamente o simplemente presupuestas; y ser dichos cambios radicales o sin
importancia (De Ferrari, ob. cit., t. II, N° 215, pág. 349). El derecho del empleador para cambiar el
contenido de la prestación debida por el trabajador tiene límites, que en la perspectiva del derecho de
éste, es patrimonial, garantizando su remuneración, y también protector del interés de aquél a un tipo
de prestación dado (Prosperetti, ob. cit., N° 70, pág. 100), bien aclarado que esta conclusión la basa
en un texto legal positivo, el art. 2103 del Código civil italiano. Entre nosotros, López se ha referido
a los límites imperativos; y también a los contractuales resultantes de las normas funcionales y
derivados del deber de previsión (ob. cit., pág. 79), cuya objetividad debe conjugarse necesariamente
con los derechos subjetivos de la otra parte del contrato. El examen ha de ser hecho caso por caso,
como conforme con Deveali lo postula De Ferrari, pero bien aclarado por éste, fiel a su "realismo
metodológico" (cfr. Monzón, "Abstracción y realidad en el derecho del trabajo", Rev. Col. Abog. La
Plata, t. V, enero-junio 1963, pág. 214), que es preciso contar con criterios generales que permitan
resolver con acierto las situaciones concretas; de otro modo se arriesga perder de vista que el
contrato de trabajo "tiene que ver con la vida y la conducta de las personas y no con los bienes; se
cumple en el tiempo y no consiste en un simple acto destinado a modificar de común acuerdo, una
situación jurídica o a crearla. Se comprende, por lo tanto, que el contrato cambie constantemente
como cambian el medio y las personas que se mueven en él" (Ob. cit., t. II N° 220, pág. 351).
A modo de ejemplificación cabe reseñar someramente los criterios judiciales que en la jurisprudencia
más reciente tienen señalado que el "ius variandi" patronal debe corresponder a los fines lícitos
perseguidos por la empresa, en tanto no se viole lo convenido entre las partes o se atente contra los
intereses materiales y morales del empleado (CNT, Sala I, 29/X/65, GT 1966, p. 456, R. 4854; id.
Sala III, 13/V/57, DT, 1957, p. 739; 24-III-61, GT 1961-II, p. 530, R. 1503; 19/X/61, GT 1962-II, p.
307, R. 2648; id. Sala IV, 16/XI/60, GT 1961-II, p. 425, R. 1388; ST Sta. Fe, Sala Trab., 18/IV/62,
GT 1963, p. 77, R. 3101; Cám. Trab. Rosario, Sala I, 8/V/62 y 17/V/62, GT 1963, p. 76, R. 3097 y
3098) o no se incurra en arbitrariedad en detrimento del trabajador (CNT, Sala V, 24/IV/63, GT 1963,
p. 475; SC Bs. As., 21/XI/61, GT 1962-I, p. 207, R. 1829; Cám. Trab. Rosario, Sala II, 21/XII/62,
GT 1963, p. 76, R. 3099; Cám. Trab. Tucumán, 14/III/61, GT 1962, I, p. 397, R. 2061; 28/XII/62,
GT 1963, p. 189), cuyos intereses jurídicamente tutelado limitan aquella facultad patronal (CNT,
Sala III, 21/V/57, DT 1957, p. 583), y deben conciliarse con los intereses del empleador (CNT, Sala
V, 26/IV/63, GT 1963, p. 295, R. 3336; SC Bs. As., 12/VI/60, GT 1961-I, p. 91, R. 97).
El "ius variandi" no es un derecho discrecional o absoluto del empleador (Cám. Trab. Ros., Sala II,
22/VIII/67, LL, t. 130, sum. 17.221-S), el cual debe ejercitar sus facultades de dirección en forma
prudencial (CNT, Sala I, 3/VII/63, GT 1963, p. 514, R. 3583; 30/X/63, DT, 1964, p. 376; GT 1964,
p. 101, R. 3682; Sala IV, 30/IV/59, DT 1959, p. 541; 14/VII/61, GT 1962-I, p. 319, R. 1940; 1/IX/64,
GT 1964, p. 546, R. 4079), pues de otro modo, de pretenderse imponer al trabajador la prestación de
servicios en tiempo, lugar y condiciones diversas sin su consentimiento, se afectaría su derecho de
propiedad del empleo (CNT, IV, 17/IV/61, GT 1962-I, p. 319, R. 1938; 16/V/61, GT 1962-II, p. 201,
R. 2542; 1/IX/64, GT 1964, p. 546, R. 4080).
IV. - Limitado como está el "ius variandi" por contornos diversos, en el aspecto contractual los
cambios están ceñidos por las cláusulas expresamente pactadas, y también por todo lo que
verosímilmente las partes entendieron o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión", según
lo que el art. 1198 del Código Civil (modif. Ley 17.711, art. 1°, 65) preceptúa en orden a la ejecución
de buena fe de los contratos.
Pero si el cambio es permanente y se refiere a aspectos sustanciales, queda extralimitado el "ius
variandi", y la modificación contractual deja de ser lícita (cfr. De Ferrari, ob. cit., t. II, N° 215, pág.
346; López, ob. cit., pág. 79), salvo que se consiente la modificación. En este supuesto la situación
deja de estar regida por el "ius variandi" del empleador, para serlo por lo que resulte de la voluntad
de las partes, como ocurre en el caso de traslado dispuesto por el empleador (cfr. López, ob. cit., pág.
85).
Decidido un cambio de los ajenos al legítimo "ius variandi", el trabajador puede considerarse
despedido si subjetivamente lo estima injurioso en los términos del art. 159 del Código de Comercio;
y de apreciar el magistrado que la modificación obstaba a la subsistencia del vínculo tendrá derecho
al respectivo resarcimiento. Pero si por un acto de su voluntad, exteriorizada en forma expresa o
implícita acepta el cambio, ello no descarta en forma necesaria que contemporáneamente —antes o
después de la aceptación—, el trabajador pretenda ser compensado por las nuevas condiciones
contractuales. Resulta ajeno al tema en debate lo relativo a los efectos en cuanto a la subsistencia del
contrato que se seguirían en caso de rechazo de su pretensión; baste con lo dicho para delimitación
del tema.
Pero dicha pretensión ha de ser formulada en tiempo oportuno, pues si es que la modificación
substancial no ha de resolverse en una de dos hipótesis (aceptación y no compensabilidad; rechazo y
situación de despido), la aspiración a recibir una compensación debe ser conocida por el empleador
en forma inequívoca.
No acontece ello si, decidido un cambio ajeno al "ius variandi", el trabajador sin aceptarlo en forma
explícita, actúa de modo que razonablemente el empleador quede persuadido de la aceptación tácita.
Entre los actos que conforme el art. 918 del Código Civil cabe inferir una expresión tácita de la
voluntad, en el caso de traslado del lugar de trabajo, se encontraría la concurrencia a dicho lugar, y la
prestación de las tareas exigidas. Al respecto estimo pertinente también la regla del art. 919 del
mismo Código; como Juez Nacional del Trabajo he resuelto reiteradamente su aplicación en las
relaciones laborales, acorde con una conocida corriente jurisprudencial (CNT, Sala I, 20/III/64, DT,
1964, p. 477; id. Sala V, 7/VIII/67, GT 1967, R. 5472, p. 463; S.C. Bs. As., 19/XI/67, DT, 1967, p.
658; silencio del trabajador suspendido; CNT, Sala II, 28/II/67, GT 1967, R. 5288, p. 335; id. Sala
IV, 9/IX/60, GT 1961-I, R. 387, p. 300, 11/X/60, GT 1961-I, 622, p. 540; 14/X/66, GT 1967, R.
5080, p. 58: deber de explicarse del patrono ante una intimación; CNT, Sala I, 26/VIII/60, GT 1961-
I, p. 539, R. 621: no hay obligación patronal de explicarse, pero, id., 27/IX/60, GT 1961-II, R. 883,
p. 96, el silencio del empleador crea una seria presunción en su contra; CNT, Sala II, 28/IV/67, GT
1967, R. 5505, p. 542: negativa tácita de trabajo por el empleador; etc.).
Acorde con ello ha podido postularse la carga de manifestar lo relativo a todo lo que pueda afectar la
situación jurídica respectiva, en tiempo oportuno (Monzón, "El silencio como manifestación del
consentimiento en el contrato de trabajo", DT, 1964, p. 480); y la misma oportunidad ha de
conceptuarse que se requiera para exteriorizar la voluntad de ser compensado por el cambio.
De otro modo queda afectada la buena fe con que deben ejecutarse todos los contratos, y muy
particularmente el de trabajo; como se ha decidido a su respecto, está caracterizado
fundamentalmente por el elemento personal que se traduce en una serie de deberes y obligaciones,
que, en definitiva, deben interpretarse en orden a conceptos de confianza, buena fe y espíritu de
colaboración (CNT, Sala IV, 29/III/63, sent. 21.675, "Fuentes, José M. c/ Piccardo y Cía."). La buena
fe queda contrariada por la actitud de quien pudiendo oponerse, acepta la nueva situación y
extemporáneamente se atribuye la calidad de pretensor de acrecencias acumuladas por el transcurso
del tiempo, o simplemente de un crédito para el futuro.
VI. - Por los fundamentos que he expuesto anteriormente, me pronuncio en sentido negativo con
relación a la cuestión en debate, si de parte del trabajador medió aceptación del cambio sin reserva
alguna, extremos éstos, que al depender de un juicio sobre los hechos, son de apreciación
circunstancial en cada caso.

El doctor
Miguez
dijo:

Corresponde a esta Cámara resolver en pleno sobre un asunto relacionado con las facultades del
empleador para disponer el traslado del trabajador cuando media perjuicio económico, quedando
circunscripta la convocatoria a decidir si "¿el trabajador que aceptó su traslado y prestó servicios en
el nuevo destino bajo las mismas condiciones que antes, tiene derecho a compensación por mayores
gastos y otros perjuicios que pueda haberle causado el cambio de lugar de trabajo?".
La Sala III, que integro, resolvió un caso similar en autos "León Heráclito Ramón c/ Frigorífico
Armour de La Plata S.A. por cobro de pesos", en sentido afirmativo; y adelanto que mantengo el
criterio sustentado.
El Procurador General Dr. Humberto A. Podetti, en su profundo dictamen hace el estudio de la figura
laboral conocida como "jus variandi" y estoy en absoluta conformidad, en términos generales, con
los límites dados a las facultades del empleador y derechos del dependiente, y sólo quiero agregar
dos opiniones: la del Profesor Krotoschin en "Instituciones del Derecho del Trabajo" t. 1° pág. 319
cuando dice: "La única regla que con cierta unanimidad ha sido adoptada es aquélla según la cual, de
todos modos, ha de protegerse al trabajador contra los perjuicios económicos que pudieran irrogarle
los traslados dispuestos unilateralmente por el empleador", y la del Dr. Ramírez Gronda en "El
Contrato de Trabajo" pág. 664 cuando dice: "En principio no cabe negar al empleador el derecho a
distribuir al personal en los sitios y horas que estime más conveniente, siendo ésta una cuestión de
hecho y no de derecho...y que puede resultar de una cláusula implícita de acuerdo a la naturaleza del
contrato..." "...Pero el traslado puede constituir un despido indemnizable si, "el cambio de plaza
importa para el trabajador una considerable disminución de entradas". En la última parte reproduce
lo decidido en fallo.
De acuerdo; es facultad unilateral disponer el traslado, pero no lo es perjudicar económicamente
cuando, por ejemplo, se acrecientan los gastos de traslado, limitándome en ello a lo que es materia de
discusión.
Ya observamos adónde la misma nos lleva necesariamente. Si la facultad es unilateral, no interesa el
consentimiento o la conformidad, pues el traslado ya está dispuesto, ¿pero al dependiente no le cabe
otro recurso que darse por despedido? Siguiendo el criterio de esta Cámara en el fallo plenario N° 32
"Campos A. J. c/ Migliardi F.", es evidente que puede reclamar la reparación del perjuicio, acorde
con el principio rector que pugna por la continuidad y no la ruptura violenta del contrato laboral.
La circunstancia de que pueda presumirse una aceptación tácita por el hecho de haber tomado tareas
sin protesta, sólo demuestra exclusivamente que se aceptó el traslado, que se obedeció la decisión del
principal, pero no que se renunció al resarcimiento del perjuicio económico.
Si la ley 16.577 ha quitado valor al efecto liberatorio del pago, es decir, si el tácito consentimiento
del trabajador no autoriza al empleador para considerarse libre de pagar lo debido, mal podemos
tener a su silencio como causa de extinción de la obligación que tratamos.
Si a ello agregamos que los gastos o el perjuicio económico puede ser difícil de determinar "a priori",
que pueden existir promesas verbales imposibles de probar, y por otro lado que también el empleador
sabe perfectamente cuando toma su resolución cuál es la incidencia y grados de la misma sobre el
salario del trabajador. Por eso no se puede sostener que la demandante ha violado la buena fe que
debe existir entre las partes, pues aquí no se trata de un acuerdo libremente pactado, sino de un
cambio en las condiciones de trabajo dispuesta, como he dicho, unilateralmente. Privar al
damnificado del derecho de reclamar judicialmente la reparación del perjuicio cuando se le niega,
implica aceptar que con su silencio, en el mismo acto que por orden de su principal tomó servicio en
su nuevo destino, hizo renuncia a sus derechos, lo que no es admisible.
Estas razones y las expuestas en el fallo de mención decídenme por la afirmativa. Así lo voto.

El doctor
Machera
dijo:

Que compartiendo la fundamentación del voto del Vocal Doctor Míguez —a los que en homenaje a
la brevedad se remite—, adhiere a las mismas así como a su conclusión en sentido afirmativo al
temario propuesto.

El doctor
Videla Moron
dijo:

Por sus fundamentos, adhiere al voto del Dr. Míguez y se pronuncia en sentido afirmativo.

El doctor
Ratti
dijo: Cuando el patrono dispone el cambio del lugar del trabajo, de ello pueden derivar o no
mayores gastos u otros perjuicios al trabajador. Este, en el caso de que existan tales gastos o
perjuicios, debe hacérselo saber al patrono y tiene derecho a exigir una compensación que
concilie, en lo posible, los intereses de ambas partes, lo que generalmente se traduce en un
acuerdo de voluntades respecto al aumento proporcional de la remuneración.

Ahora bien, si el trabajador, al comunicársele el traslado o luego de un lapso razonable de prestar


servicios en el nuevo lugar, nada exige como compensación, y se limita a aceptar el traslado
laborando en el nuevo destino bajo las mismas condiciones que antes, su situación varía
fundamentalmente. Por de pronto, la actitud que he mencionado en último término —que se aparta
de lo que comúnmente acontece en supuestos en que el traslado ocasiona perjuicios— hace pensar en
una manifestación tácita de voluntad en el sentido de continuar trabajando en las mismas condiciones
(art. 918 del código civil). Y, en esa situación, el trabajador carece de derecho para reclamar
compensación a título de daños y perjuicios, porque no existe incumplimiento de una norma
contractual, mora, dolo, culpa o negligencia del patrono (arts. 505, 506, 508, 511, 512 y 1107 del
cód. cit.); tampoco puede reclamarla en concepto de modificación de la remuneración, desde que los
jueces no están facultados para fijarla (Sala Ia, sentencia N° 15.161, de fecha 21 de noviembre de
1956, entre otras).
Las razones expuestas, me inclinan a votar por la negativa.

Los doctores
Rebullida
y
Eisler
dijeron:

Por los mismos fundamentos, adhieren al voto del Dr. Ratti.

El doctor
Guidobono
dijo:

Determinar si el ejercicio del "jus variandi" por parte del empleador resulta legítimo o arbitrario y en
su caso configurante de "injuria" a los intereses del empleado u obrero, en los términos exigidos por
la norma del art. 159 del Código de Comercio, con entidad tal que autorice a considerar rescindida la
relación contractual de empleo; constituye sin duda alguna una cuestión fáctica a valorar o apreciar
en cada caso según las circunstancias concurrentes, lo cual empecería, en mi opinión, esta
convocatoria plenaria. Ello no obstante, expresaré sobre el punto que si el trabajador aceptó su
traslado y prestó servicios en el nuevo destino bajo las mismas condiciones, carece de derecho a
percibir compensación alguna por mayores gastos y otros perjuicios que le ocasionara el cambio de
lugar de trabajo, toda vez que habiendo consentido el traslado, implícitamente declinó el derecho que
le asistía en tal oportunidad, que lo era de considerar "per se" rescindida la relación contractual de
empleo o trabajo ante la eventual "injuria" a sus intereses que importara el traslado dispuesto, y
reclamando entonces el pago de las indemnizaciones legales correspondientes (art. 157, ley 11.729 y
17.391).
No dándose en la emergencia los extremos legales apuntados, va de suyo entonces, que debe ser
negativa la respuesta que por mi parte cumplimente el interrogatorio planteado en el temario
propuesto.
Por tales consideraciones y las que sustenta el voto del Dr. Ratti, de las que participo, me pronuncio
también por la negativa.

El doctor
Seeber
dijo:

Por los fundamentos dados por el Dr. Ratti pronuncio mi voto por la negativa.

El doctor
Fleitas
(h.) dijo: Por los fundamentos expuestos por el Sr. Procurador General del Trabajo y por el Dr.
Ratti, que comparto, también voto por la negativa.

El doctor
Córdoba
dijo: Compartiendo los fundamentos expuestos en el dictamen del Sr. Procurador General y en el
voto del Dr. Ratti que coinciden con los de la sentencia N° 30.080 de la Sala IV que integro, del
27 de agosto de 1968 en autos "Fernández Pavón Evaristo c/ P. Inglés e Hijos" sintetizada en
J.A. N° 3320 - junio 10 de 1969, p. 19, fallo 229, voto también por la negativa.

El doctor
Valotta
dijo: Por las razones dadas por el Dr. Córdoba en su voto, me pronuncio en el mismo sentido.

El doctor
Allocati
dijo:

Por las razones expuestas por el Dr. Córdoba, voto por la negativa.

El doctor
Lopez
dijo: Por los fundamentos del dictamen del Sr. Procurador General del Trabajo y las del voto del
Dr. Ratti, en lo que resultan concordantes con aquéllos, voto por la negativa.

El doctor
Goyena
dijo:

Por las razones que expone el Dr. Ratti me adhiero a su voto y doy el mío por la negativa.

El doctor
Pettoruti
dijo:

Por las razones dadas por los Dres. López y Goyena, voto por la negativa.

Por ello y como consecuencia de la votación que antecede, el Tribunal, por mayoría, resuelve:
Fijar la siguiente doctrina: El trabajador que sin reserva inmediata acepto el cambio de lugar de
trabajo prestando servicios en su nuevo destino, en igualdad de condiciones, no tiene derecho a
compensación por gastos, daños o perjuicios que le haya causado el traslado.-
Juan B. Fleitas (h.).- Jorge A. F. Ratti.- Guillermo C. R. L. Eisler.- Osvaldo F. Rebullida.- Justo
López.- Juan Carlos Goyena.- Oreste Pettoruti.- Armando D. Machera.- Manuel G. Míguez.-
Mario E. Videla Morón.- Amadeo Allocati.- Guillermo C. Valotta.- Alfredo del Carmen M.
Córdoba.- Oscar F. Guidobono.- Marcos Seeber.

You might also like