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PIELONEFRITIS EN EL GATO: 10 CASOS CLÍNICOS

Alberto Barneto Carmona


CV Ayavet
Boadilla del Monte, Madrid
abarneto@ayavet.com

Llibertat Real Sampietro


CV Bendinat
Bendinat, Mallorca
llibertatreal@hotmail.com

La pielonefritis es una inflamación intersticial, normalmente más severa en la pelvis renal y


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tejido medular adyacente, asociada a la infección bacteriana o fúngica del riñón . Esta
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infección puede producirse por vía hematógena o ascendente . A diferencia de otras especies
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en el gato no se conoce completamente el papel que pueda tener la infección bacteriana
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producida por vía ascendente desde el tracto urinario inferior o la uropatía obstructiva . Puede
tanto favorecer la aparición de cálculos renales como la presencia de cálculos (especialmente
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renales o ureterales) puede predisponer a ella . La bacteria aislada con mayor frecuencia es
Escherichia coli uropatogénico (UPEC), capacitada para colonizar el tracto urogenital superior
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en mayor o menor medida dependiendo de la presencia de distintos factores de virulencia
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. Estos son la presencia de adhesinas, hemolisina y el factor necrotizante citotóxico entre
otros. La UPEC interfiere directamente con la capacidad de concentración de la orina del riñón.
Otras bacterias aisladas son Enterococcus faecium, Staphylococcus intermedius,
Streptococcus spp, Klebsiella pneumoniae, Proteus mirabilis.

Existen dos presentaciones, aguda y crónica. La pielonefritis aguda puede presentarse en


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gatos de cualquier edad, incluidos gatitos . En muchas ocasiones existe una causa
predisponente a ella. Sus síntomas clínicos son variables y pueden incluir fiebre, letargia,
pérdida de peso, poliuria/polidipsia severas, deshidratación, riñones grandes y dolorosos, en
ocasiones constipación. Estos síntomas pueden progresar de forma rápida y acabar con la vida
del gato debido a un fallo renal agudo y sepsis si no son tratados, o estar presentes un periodo
corto de tiempo y estabilizarse, progresando a una forma crónica. No todos los gatos presentan
todos los síntomas. Cuando se produce la progresión a la forma crónica, actúa como un
estímulo para la fibrosis renal. A partir de los 60 días se aprecian cambios morfológicos
irreversibles en el riñón, hasta el punto que es difícil determinar en qué grado la enfermedad
tubulointersticial crónica es el resultado de una pielonefritis crónica o viceversa, la pielonefritis
crónica se produce de forma secundaria como complicación a una enfermedad renal
preexistente, acelerando su progresión. En un estudio realizado para valorar la efectividad del
benazeprilo sobre la proteinuria en gatos con enfermedad renal crónica, a la necropsia el 42%
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presentaron pielonefritis en el análisis histopatológico del tejido renal .
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El diagnóstico puede ser muy difícil, especialmente en el caso de la pielonefritis crónica . Es
necesario tener un alto índice de sospecha y valorar en ocasiones signos muy sutiles. La
magnitud de los cambios también dependerá de si la infección es unilateral o bilateral.
Podemos detectar leucocitosis neutrofílica, azotemia de leve/moderada a severa en casos
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agudos, hiperfosfatemia, acidosis metabólica, hipercalcemia, acidosis distal tubular . Se puede
observar hipoglucemia en presencia de sepsis. Con la cronicidad se puede apreciar anemia no
regenerativa. En perros ha sido descrita policitemia asociada a un aumento en la liberación de
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eritropoyetina . En el urianálisis en muchas ocasiones encontraremos una densidad de la orina
isostenúrica, alrededor de 1015-1020. Este cambio dependerá de la proporción de tejido
medular afectado. El sedimento puede ser activo con piuria, hematuria, bacteriuria y presencia
de cilindros, pero no siempre es así y en muchas ocasiones puede ser inactivo. Esto es
especialmente cierto en el caso de la pielonefritis crónica. El urocultivo puede ser negativo. Se
pueden tomar de forma ecoguiada muestras de orina de la pelvis renal, aunque estas también
pueden ser negativas. En el diagnóstico por imagen, la radiografía puede mostrar renomegalia
o riñones disminuidos levemente de tamaño y la presencia de cálculos. En la uretrografía
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excretora en ocasiones puede detectarse retraso en el llenado con contraste de los cálices
renales, dilatación de leve a moderada de la pelvis renal y uréteres. En la ecografía
abdominal podemos apreciar dilatación de la pelvis renal, aunque este hallazgo no es
patognomónico de pielonefritis, y en ocasiones la imagen ecográfica renal puede ser
compatible con una enfermedad renal crónica inespecífica.
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Los hallazgos histopatológicos en el gato están bien documentados . En la pielonefritis
aguda se observa una nefritis hemorrágica. Si el gato no muere y la enfermedad se estabiliza,
a partir de 60 días post-infección se aprecia dilatación tubular, fibrosis periglomerular e
intersticial, esclerosis glomerular, engrosamiento de la membrana tubular basal e inflamación
interstitical, caracterizada inicialmente por un infiltrado neutrofílico, que se va transformando en
linfocítico/plasmocítico así como la enfermedad se va cronificando.

Podemos realizar un diagnóstico presuntivo en presencia de orina con baja densidad,


urocultivo positivo o negativo, cambios ecográficos compatibles y alteraciones bioquímicas
renales severas/moderadas/leves. También debemos incluir la pielonefritis en nuestro
diagnóstico diferencial cuando tengamos un urocultivo positivo con densidad urinaria menor de
1020 y ausencia de alteraciones bioquímicas renales; con infecciones del tracto urinario inferior
recurrentes y especialmente ante descompensaciones de una enfermedad renal crónica para
las que no encontremos explicación.

El manejo de la pielonefritis no complicada en medicina humana ha sido objeto de unas guías


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recientemente , y el manejo de la pielonefritis aguda tiene puntos de controversia . En gatos
consiste en administrar tratamiento de soporte, buscar y eliminar siempre que sea posible la
causa subyacente (cálculos, obstrucción, enfermedad sistémica crónica) y antibioterapia un
mínimo de 4 a 8 semanas En ausencia de urocultivo positivo y antibiograma se recomienda la
elección de un antibiótico con buena penetración en los tejidos, eliminación en orina y alta
sensibilidad frente a las bacterias aisladas más frecuentemente. Los de elección en este caso
son la amoxicilina/ ácido clavulánico y las fluoroquinolonas. En medicina humana las
infecciones del tracto urinario son las más frecuentes, y la pielonefritis su manifestación más
grave. La presencia de cada vez una mayor resistencia bacteriana a los antibióticos en algunas
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de estas infecciones es motivo de gran preocupación, y ha llevado a diferentes estudios .
Con los pacientes felinos poco a poco vamos encontrando más infecciones urinarias
multiresistentes, y en un futuro podríamos encontrarnos con problemas similares. En los casos
en los que el urocultivo es positivo, es necesario realizar cultivos terapéuticos para confirmar
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que estamos erradicando la infección . En aquellos casos producidos por cepas
multiresistentes de Pseudomonas aeurginosa o Klebsiella pneumoniae ha sido descrito en
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humanos el uso de claritromicina por su efecto immunomodulador además de antibiótico .
Se desconoce si esto es así en el gato.

El pronóstico dependerá de si se trata de una pielonefritis aguda o crónica, si es posible


controlar o eliminar la enfermedad subyacente y del grado de daño irreversible que ya haya
sufrido el riñón.

La pielonefritis en el gato es una enfermedad muy probablemente infradiagnosticada,


especialmente la pielonefritis crónica, que debería estar incluida en el diagnóstico diferencial de
los problemas asociados a las vías urinarias. Hay muy pocos casos descritos en la literatura y
ninguna serie de casos clínicos. Vamos a describir 10 casos clínicos de pielonefritis aguda y
crónica felina, intentando encontrar claves para el diagnóstico y explicar su evolución clínica en
el tiempo.
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