Desarrollo y Familia en la Actualidad Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos

CREE-SER
EDUCACIÓN EN VALORES

CORRESPONSABILIDAD DE LAS FAMILIAS

EN LOS CONTEXTOS EDUCATIVOS

FEBRERO DE 2016
Desarrollo y Familia en la Actualidad Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos

Editor
Cree-Ser

Dirección editorial
Hermes Benavides Sepúlveda

Diagramación e Illustración
David Mauricio Rojas Uyaban

Primera edición en 2015

Primera impresión.

CASA EDITORIAL
Cree-Ser, Calle 59 # 10 - 59 Oficina 307
Telefono 2484990 / Bogotá, Colombia.

ISBN
978-958-8369-28-0
978-958-8369-32-7

Todos los derechos reservados.

Prohibida su reproducción total o parcial
por cualquier medio sin permiso del Editor.
 Desarrollo y Familia en la Actualidad Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos

CONTENIDO

Unidad Temática
Corresponsabilidad de las familias en los contextos
educativos 8

1.1 Los retos de la familia hoy ante los sistemas

educativos 9

1.2 Relación contexto educativo y familia 17

Bibliografía 31

6 7
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
UNIDAD TEMÁTICA
CORRESPONSABILIDAD DE LA FAMILIA
EN LOS CONTEXTOS EDUCATIVOS
“La educación del futuro deberá ser una enseñanza
fundamental y universal centrada en la condición
humana. Es preciso que (los educandos) se reconozcan
en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconozcan
la diversidad cultural inherente a todo lo humano”1.
Edgar Morin
La familia y la escuela siguen siendo insustituibles para lograr objetivos
valiosos en sociedades que defienden principios de participación y justicia
social. Tanto los cambios sociales que históricamente se han presentado, al
igual que las recientes transformaciones que trae consigo la globalización,
afectan de diferentes modos tanto a la familia, como a la escuela –en adelante
con el término “escuela” se denominarán los escenarios educativos–.
Como micro-núcleos sociales, las familias en la actualidad presentan mayor
fragilidad que en otras épocas, sobre todo en su tarea de promover la
convivencia y la educación, por lo que necesitan mayores y mejores niveles de
apoyo que los adoptados en otras épocas por parte de los sistemas de atención
pública, la escuela como tal y de la sociedad en general; pues en el hoy, es más
amplio el panorama de los modelos de socialización que desde sus aportes
pueden incrementar o reducir la vitalidad de las familias respecto a los niños,
adolescentes y jóvenes, y aún, sus posibilidades de futuro social.
Ello plantea nuevos retos educativos, que respondan ante la emergencia de
nuevos paradigmas sociales, con lo cual se hace más relevante el papel que
desempeña la escuela y su imprescindible acción reflexiva sobre su quehacer
desde las propuestas educativas que la cruzan; pues en conjunto con la
familia, se enfrenta a nuevas realidades que le demandan contribuir a que las
familias –y ella misma–, logren ser significativas para las nuevas generaciones,
estableciendo caminos que construyan nuevos puentes para mejorar su
comunicación, coordinación y cogestión de una propuesta educativa global,
que les permitan a la familia y la escuela, adaptarse con pertinencia ante los
recientes cambios y devenir que presenta la sociedad contemporánea.
1
Morin, E. (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro: Enseñar la condición
humana. Barcelona: Paidós.
8 9
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
CONTENIDOS DE APRENDIZAJE
1.1 Los retos de la familia hoy ante los sistemas educativos
La educación es una responsabilidad compartida entre la familia y los sistemas
educativos, con el objetivo central de la formación integral del niño y la
niña, sin dejar de lado lo que proyecta hacia los adolescentes y jóvenes en su
paso por la secundaria y la educación superior. Entonces las acciones deben
desarrollarse conjuntamente, entre los educadores y las familias, con el deber
compartido de vincularse mutuamente para construir relaciones sólidas entre
la escuela y la familia, partiendo del compartir la información necesaria para
su actuación bidireccional ante las responsabilidades que ello conlleva.
Pero aunque esta mirada se moviliza desde lo ideal, es necesario reconocer
que no es una tarea simple ni sencilla, pues se enmarca en medio de realidades
sociales que determinan sus verdaderas posibilidades de materialización; por
lo tanto, es necesario comprender el contexto global en el cual se encuentran
y desarrollan dichas relaciones, debido a que en gran medida de ellas depende
la forma como se presente la relación conjunta entre los sistemas educativos
y las familias.
Los cambios que presentan en los sistemas educativos poseen relación directa
con la dirección de los cambios sociales, que adquieren la probabilidad de
incrementarse ante las perspectivas que actualmente existen en el escenario
mundial, como son: dificultades y hasta ausencia de autonomía de los países
para adoptar decisiones propias, incremento paulatino de la información y
de las comunicaciones, alta competitividad económica, mayor movilidad y
exigencias en el mundo laboral, nuevas formas de organización familiar y del
cómo se establecen las relaciones interpersonales.
En torno a esta panorámica, existe una mayor incertidumbre en uno de los
campos más importantes para el desarrollo humano y para el progreso de
la sociedad: el de la igualdad en el acceso a los bienes económicos, sociales,
culturales y “educativos disponibles”. El nuevo orden mundial, regido por un
mercado sin fronteras, hace que los acontecimientos relevantes de cualquier
lugar del planeta influyan en todos los países, como por ejemplo en el caso del
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
desarrollo de las comunicaciones, el cual está conduciendo a un nuevo tipo de
relaciones y de acceso a la información y al conocimiento. La apertura de los
mercados, la competitividad y el desarrollo tecnológico están impulsando el
crecimiento económico, pero no existen garantías de que al mismo tiempo se
estén reduciendo las desigualdades.
La globalización y las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información
ofrecen grandes posibilidades pero también implica la aparición de riesgos,
especialmente para los países y sectores sociales más desfavorecidos. Todos
estos cambios están produciendo una fuerte influencia sobre los sistemas
educativos y están modificando lo que significa la calidad de la enseñanza,
la igualdad, el funcionamiento de las escuelas, sus relaciones con otras
instituciones y actores, y por consiguiente, el papel de los maestros y padres
de familia en medio de la sociedad de la información y del conocimiento.
El primer gran reto al que se enfrenta la educación es conseguir ayudar a
las personas en el proceso de aprender a conocer, a hacer, a convivir y a ser,
de acuerdo con los cuatro pilares de la educación establecidos en el informe
Delors2 a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (UNESCO). Una tarea cada vez más difícil en tanto la
mayor existencia de saberes, procedimientos y valores, aduce a la necesidad
de incorporarlos de forma activa y responsable a la sociedad actual. Pero lo
que cambia no son solamente los saberes que hay que adquirir, ni los métodos
para enseñarlos, sino que, lo altamente relevante es la transformación que
éstos implican, pues es necesaria con relación a las dinámicas de la escuela y
los educadores. Entre la denominación de “educadores”, las familias aparecen
como actores a tener en cuenta, pues si bien es cierto que el Estado desempeña
una función de custodia de la educación formal, es importante recordar que
sobre la educación formal y no formal, es una responsabilidad colectiva que
involucra directamente a las familias.
“Ciertamente, la educación no puede ignorar las transformaciones
inducidas por la globalización, con las consiguientes crisis y los
nuevos problemas sociales. Los docentes, los educandos, las familias
y las comunidades no pueden sino transponer, en distintos grados,
los efectos de los cambios sociales que
2
Delors, J., et al (1996). La Educación encierra un tesoro. Informe de la Comisión Internacional sobre la
Educación para el Siglo XXI. (Madrid, Santillana-UNESCO)
10
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
experimentan a la realidad de los sistemas educativos. Al mismo
tiempo, la educación debe responder a las crecientes demandas
políticas, económicas y sociales, acompañar esos cambios y suscitar
nuevas maneras de pensar y vivir el mundo. Las transformaciones
sociales asociadas con la globalización tienen repercusiones en los
sistemas educativos y están forjando nuevos paradigmas que no
solo sugieren nuevas prácticas sino también nuevas maneras de
comprender la educación para el desarrollo”3.
Para llevar a cabo una educación integral de los niños, adolescentes y jóvenes,
se necesita que existan canales de comunicación y la acción conjunta y
coordinada de la familia y la escuela, pues sólo así se producirá el desarrollo
intelectual, emocional y social en mejores condiciones para las personas en
proceso de formación. Esta actuación conjunta promueve la idea de que se
encuentran en dos espacios diferentes pero complementarios. Es de anotar
que diversos estudios sobre la participación de padres y madres en la vida
escolar de los niños, señalan que una implicación activa se materializa en
una mayor autoestima de los niños, mejoras en su rendimiento escolar, en las
relaciones intrapersonales e interpersonales, y actitudes más positivas de los
padres hacia la escuela.
A medida que la escuela ha ido cambiando, también se han modificado las
formas en las que se ha vinculado con la institución familiar. A lo largo de
la historia han sucedido importantes transformaciones en este sentido. Las
primeras escuelas mantenían una estrecha asociación con la comunidad, pero
a principios del siglo pasado, comenzaron a distanciarse; la labor pedagógica
se fue especializando y convirtiéndose en un campo cada vez más complejo,
y los educadores enseñaban temáticas (mejor conocidas como “materias”)
utilizando métodos distantes de la experiencia de los padres y madres, quienes
poco o nada tenían que decir acerca de lo que ocurría en el interior de las
aulas.
También se han producido importantes cambios en nuestra sociedad que
han afectado a la escuela, y lógicamente, no han dejado de lado a la familia.
La familia se ha nuclearizado y hasta adquirido grados de urbanización por
fenómenos como el desplazamiento económico y el forzado, como resultado
3
UNESCO (2013). Replantear la educación en un mundo en mutación. Informe preparado por la
Secretaría de la UNESCO - Reunión del Grupo de Expertos de Alto Nivel. Investigación y Prospectiva
en Educación. Imaginar nuevas respuestas educativas, pp. 18-19.
11
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
del conflicto armado en Colombia; también se ha presentado aumento de
familias monoparentales, en el número de mujeres que se han incorporado
al mundo laboral, la familia ha incrementado el número de horas dedicadas
al trabajo y por ende, reducido las necesarias para el ocio y la recreación
necesarias para atender otras necesidades para los procesos educativos
integrales de las familias.
La familia ha sido siempre el primer agente de socialización en la vida del
niño hasta la edad escolar, donde la escuela, como institución, se encargaba
de proporcionar un contexto social más amplio a la vez que transmitía las
pautas culturales propias del entorno social de los niños, y posteriormente de
adolescentes y jóvenes. Pero en las últimas décadas se han producido una serie
de fenómenos que han modificado la acción socializadora: el núcleo familiar
cada vez es más reducido, conviven en espacios urbanos separados, como
ya se mencionó se ha aumentado considerablemente el número de familias
monoparentales, y a ello se suma el que las edades de inicio de la escolaridad
no obligatoria es cada vez menor (párvulos, pre-kinder, etc.); lo cual evidencia
una conciencia cada vez mayor desde el punto de vista educativo, sobre las
implicaciones que tiene la responsabilidad ante la existencia de los hijos.
Pero la responsabilidad no debería soportarse solo con el hecho de “estar
pendiente” de las evaluaciones, que entregan los resultados sobre los avances
logrados o alcances educativos por parte de los hijos. Esto implica otros niveles
de acompañamiento, que en ocasiones se encuentran lejos de los imaginarios
y representaciones que los padres poseen sobre el sentido de la educación,
pues en el hoy, se necesita de procesos compartidos junto con los escenarios
educativos para ya no solo alcanzar una educación integral, sino una para toda
la vida; en la que, si bien es cierto que la formación académica es importante
–pese a que su orientación es en procura del mundo laboral–, cuánto más es
la que proporciona a cada individuo la capacidad para dirigir su destino en
un mundo en el que la aceleración del cambio, acompañada del fenómeno de
la mundialización, tiende a modificar la relación de hombres y mujeres con el
espacio y el tiempo, de cara a una “sociedad educativa , en la que todo puede
ser ocasión para aprender y desarrollar las capacidades del individuo.
Para alcanzar esto, la educación adhiere dos conceptos: lo pluridimensional
y lo sinérgico. Para el caso de lo pluridimensional, la educación espera que
desde sus fundamentos, se promueva el conocer, saber hacer, saber ser y
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Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
saber convivir; que se deben alcanzar mediante una educación progresiva
y escalonada durante toda la vida, donde lo dialéctico permita resultados
articulados entre el esfuerzo de comprensión y la experiencia cotidiana, es
decir, una perfecta mixtura entre el conocimiento formal y el no formal,
entre la imitación y la apropiación singular, y entre la creación personal y la
complejidad que adquieren las relaciones de los ámbitos cultural, laboral y
cívico.
Sobre el segundo concepto que no se constituye en forma singular y sí a
modo de sinergias educativas que se surgen frente a los espacios educativos
tradicionales, como es el caso de la escuela, la iglesia, la familia, la comunidad;
y que como ámbitos educativos también intervienen en la educación
permanente o para toda la vida; tal es el caso del mundo laboral, el mundo del
entretenimiento y del tiempo libre, las instituciones culturales, los museos, las
bibliotecas, y por supuesto los medios de comunicación como la televisión, el
cine y la internet. Por consiguiente, se impone el concurso activo y concertado
de todos estos factores para que la educación, sin límites temporales ni
espaciales, se convierta entonces en una dimensión de la vida misma.
Así entendido, el papel que desempeña la familia adquiere nuevos retos
que le implican una labor constante de acompañamiento y verificación de
sus alcances, pues como es evidente en los dos párrafo anteriores, uno es el
conocimiento que se adquiere en la educación institucional, pero otro es el
que se construye en el entorno familiar y comunitario, donde la aplicabilidad
de los conocimientos académicos adquieren o no su razón de ser.
Esto demanda la necesidad de una permanente actualización de los padres
sobre los conocimientos que adquieren los hijos y la comprensión de los
docentes sobre el que su acción pedagógica no se limita al aula sino que se
proyecta hacia la acción en la cotidianidad. En caso contrario, los padres y
docentes se mantendrán en un atraso que les impedirá desempeñar sus tareas
y responsabilidades, pues pese a buenas intenciones, su acción será limitada
sin capacidades ampliadas. Algunos de los problemas que muchas familias e
instituciones educativas aún evidencian al respecto, se encuentran por un tipo
de desencuentro de la familia con la escuela, causado entre otros por factores
que tienen raíces sociales, y que ambos actores exponen como:
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 Desarrollo y Familia en la Actualidad
- La comodidad que exhiben padres y madres que consideran que las
reuniones con los docentes son una molestia que no les aporta nada.
- La inhibición de muchos padres y madres, quienes no colaboran
porque en sus imaginarios conciben que los temas escolares no son
de su incumbencia.
- Algunos de los padres y madres que no colaboran, se sienten incapaces
o inseguros para hacerlo al considerar que no tienen una preparación
adecuada para hacerlo.
- Algunos padres ignoran o no saben en qué pueden colaborar.
- Padres que a falta de tiempo por su dedicación centrada en lo laboral,
no pueden colaborar porque sus ocupaciones se lo impiden.
- Amplios casos de indiferencia o desinterés.
- La autosuficiencia de los docentes quienes pueden creer que las familias
no tienen nada que aportarle.
- Muchos maestros tienen miedo, de perder el protagonismo educativo
ante la presencia de los padres y madres.
- La falta de tiempo que también expresan los docentes.
- Algunas experiencias negativas que hacen que los docentes no quieran
volver a colaborar con las familias.
Esto hace que la distancia en actualización bidireccional sea cada vez más
compleja y dificulte el diálogo para superar las barreras, que se levantan
ante la irrupción de nuevos conocimientos con los que cuentan los hijos y
estudiantes. Los problemas de la sociedad tienen su impacto en la vida de las
aulas y en la tarea formadora de la escuela y las familias, donde los conflictos
sociales se reflejan en las relaciones del micromundo de cada aula y familia,
pese a que nunca antes habían tenido tantos medios como ahora para hacer
que la educación conjunta adquiera mejores condiciones para alcanzar la
esperada calidad educativa.
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Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
Aun conociendo que existen muchas soluciones, pareciera que no se
encuentre una definitiva, queriendo apuntar hacia un camino seguro y eficaz
de formación, con elementos muy valiosos para el cambio pedagógico que
hoy se necesita en la educación, no solo por parte de los educadores sino en
los miembros de las familias, especialmente en padres y madres. Ante ello
surge la pregunta: ¿Por dónde empezar? Tal vez la respuesta más acertada,
se halle mediante una lectura comprensiva entre las líneas que Edgar Morín
escribió para la UNESCO en su libro “Los siete saberes necesarios para la
educación del futuro”:
“Conocer lo humano es, principalmente, situarlo en el universo y no
cercenarlo. Interrogar nuestra condición humana supone interrogar
primero nuestra situación en el mundo”
Edgar Morin.
Parece como si existiera cierta ceguera que impide observar las causas que
producen ausencias de los docentes y padres de familia, que en oportunidades
realmente se centran en la falta de disposición por las dinámicas del mundo
moderno, para actualizarse sobre y aceptar su falta de competencias para
su quehacer educativo mutuo. Una evidencia son los mediocres resultados
de muchos estudiantes en los diversos países de la Organización para la
Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), especialmente en los
resultados de las pruebas PISA (Programa Internacional de Evaluación de los
Estudiantes del mundo, de 15 años).
Sin embargo, las respuestas que se están dando, como resultado de las
innovaciones en torno al aprendizaje por competencias o al desarrollo
del pensamiento, a la formación de la inteligencia, etc., llevan a la misma
conclusión: para educar hoy necesitamos docentes y padres de familia que
sepan trabajar en equipo, que sean competentes para sus oficios, que sepan
ayudar a construir la mente de sus hijos y estudiantes, a través del aprendizaje
de sus disciplinas curriculares, pero en un clima de interacción y sana
convivencia que se materializa en la cotidianidad, que se encuentra fuera de
las aulas.
Parece sencillo, pero no se ha entendido. Existe una reiterada convicción de
que los docentes siguen preocupados por transmitir contenidos –centrados
en la instrucción–, no enseñan a pensar, sino que se limitan a transmitir
15
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
los contenidos de sus materias. Por su parte muchas familias dejan la
responsabilidad formativa a la escuela y se distancia de ella argumentando que
a falta de tiempo, conocimientos e inseguridades por las razones mencionadas
anteriormente, soporta su responsabilidad desde el pago económico que
efectúan a la escuela para que sus hijos sean educados, desconociendo de facto
su corresponsabilidad.
Tal vez no sea nuevo, pero uno de los retos que en la actualidad tienen las
familias ante los sistemas educativos, además de actualizarse junto a los
docentes sobre las competencias que necesitan para estar a tono con las
situaciones que vivencian sus hijos y estudiantes, es la necesidad de recuperar
su papel fundamental en el desarrollo del autoconcepto, las habilidades
sociales, el desarrollo moral, la creatividad y habilidades cognitivas para la
resolución de problemas en el mundo de la vida.
Teniendo en cuenta estas influencias entrelazadas de familia y escuela, y las
consecuencias negativas que parecen derivarse de la excesiva discontinuidad
entre ambos contextos, la colaboración entre padres y maestros se revela
como de una importancia fundamental. Cabe destacar la necesidad educativa
de fomentar la cooperación entre las familias y los sistemas educativos,
cualesquiera que éstos sean (escuela primaria, secundaria, universidad),
resaltando los efectos positivos que supone tanto para los estudiantes –como
hijos– como para los padres, docentes, los centros educativos y la comunidad
en las que éstos se encuentren.
Uno de los aspectos primordiales de la labor familiar con relación con los
sistemas educativos, es el promover las búsquedas de mejores personas. La
persona humana es el primer camino que las familias y escuela deben transitar,
haciendo que los dos ámbitos sean laboratorios de humanidad. El problema
que más preocupa a la sociedad actual es la falta de calidad humana, que a
diario se muestra violentada en sus derechos humanos, debido al desprecio
por la vida, la violencia, el secuestro, el terrorismo, las guerras, el hambre, la
exclusión, la falta de escuelas, la alienación consumista, la corrupción política
y el sinsentido.
La familia tiene entonces necesita preguntarse junto con la escuela, sobre la
propuesta de humanidad que buscan, empezando por constituirse en una
comunidad educativa que vivencia la fraternidad que proclama. Falta una
16
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
clara alternativa de fraternidad con clara brújula de sentido, de experiencia de
auténtica libertad y búsqueda de la verdad, la belleza y la bondad, formando
criterios sanos y universales. La necesidad de clarificar dicha propuesta de
humanidad es tanto más urgente cuanto más aumenta hasta el desconcierto
de una sociedad incierta y sin rumbo. Hoy se prefiere hablar de paradigmas
de humanidad, hacia una nueva sociedad, un paradigma antropológico y
cultural, como alternativa al pensamiento único dominante.
1.2 Relación contexto educativo y familia
Al efectuar una revisión de los contextos de socialización a lo largo de la
historia, es evidente que la familia ha sido durante siglos el principal y casi
exclusivo escenario del desarrollo infantil en la mayoría de las culturas. No
obstante, hace bastante tiempo que la necesidad de recibir una de educación
fuera del hogar comenzó a ser una realidad.
A partir de la revolución industrial se inició la creación de escuelas que aún
en la actualidad presentan algunas características similares. Al igual que han
ido apareciendo nuevos escenarios educativos, el devenir histórico también
ha dado lugar a cambios en las relaciones entre los diferentes contextos. Así,
las primeras escuelas mantenían contactos muy estrechos con la comunidad,
pero, poco a poco, se fueron distanciando de ella, sobre todo a partir del siglo
XX.
En la actualidad, las relaciones entre familia y escuela no se entienden como
influencias separadas, sino interactuantes, lo que resalta la relevancia de
la coordinación y el trabajo conjunto de padres, madres y docentes en la
educación de sus hijos, y de sus estudiantes. En una sociedad democrática como
la nuestra, con un sistema educativo como el que tenemos –supuestamente
moderno–, la necesidad de concebir la educación como una labor compartida
resulta por lo menos, en teoría algo indispensable.
Pese a que teórica e ideológicamente se adjudica mucha importancia a
la colaboración entre padres y docentes, ambos grupos afrontan su labor
educativa en solitario de un modo que recuerda más al modelo de influencias
separadas que al de influencias interactuantes. De hecho, en nuestro actual
contexto social, los padres y las madres afrontan su labor educativa más
solos que en cualquier otra época, debido a los cambios que la configuración
familiar y social ha experimentado.
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 Desarrollo y Familia en la Actualidad
Por otro lado, los docentes se enfrentan a un incremento de las exigencias de
la sociedad. Por ello, hoy más que nunca, es necesario establecer puentes que
permitan la comunicación entre ambos grupos, ya que, también hoy más que
nunca, la relación entre ellos se caracteriza por el desconocimiento mutuo.
Pero para poder encontrar este clima de comunicación y cooperación, es
imprescindible que se generen espacios, momentos y vías de encuentro.
Machargo (1997) detalla alguna de los posibles factores que originan el mal
funcionamiento de las relaciones que se producen en el contexto educativo:
- La complejidad de la educación y la diversidad de intereses que confluyen
en ella, junto con la discrepancia en los objetivos y expectativas que los
padres y docentes se plantean, hacen difícil el encuentro y el consenso.
- La falta de modelos y estamentos que fijen las responsabilidades y
competencias que ambos agentes deben desplegar.
- La desconfianza y recelo por el temor a que se adentren y se apropien
del terreno de cada uno, la falta de autocrítica de sus propias acciones,
la tendencia por ser protagonistas y el afán de responsabilizar al otro de
los errores o carencias, son elementos que han dificultado y dificultan
el acercamiento entre los padres y los docentes.
Escuela y familia poseen características propias que las definen y las convierten
en exclusivas, a modo de contextos claramente diferenciados. Los niños desde
que inician su largo paso por el sendero de la escolaridad, son sensibles a
ello, ya que captan las diferencias que existen entre ambos entornos e intentan
ajustarse a ellas. Sin embargo, a algunos les resulta una tarea realmente difícil.
Las diferencias pueden ser beneficiosas para el desarrollo de algunos niños,
mientras que para otros se convierten en obstáculos casi insuperables.
Estos dos contextos educativos tienen mucho poder cuando se trata de impulsar
el desarrollo de los niños, pero cada uno despliega ese poder a su manera en
función de las características que lo definen. Las dimensiones para el análisis
del contexto son muchas (las personas y sus relaciones, las actividades y
rutinas que tienen lugar, las condiciones político-sociales, etc.), pero, como es
lógico, todas no son igualmente relevantes ni han sido abordadas de la misma
manera en la literatura científica.
18
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
Cuando se analiza la participación simultánea del niño en la familia y en la
escuela, se encuentra que existe un único aprendiz que debe atender y aprender
contenidos distintos a través de mediadores culturales distintos (el contexto
escolar y el contexto familiar).
Analizando las relaciones entre las escuelas y las familias, Solé (1997) destaca
cinco dimensiones presentes en cualquier práctica educativa: el alcance
social; la organización, la sistematización y el control social; la diferenciación;
la institucionalización y el período temporal. Estas dimensiones permiten
analizar las diferencias existentes entre las actividades educativas escolares y
las que se realizan en la familia, y concluir que son diferentes. El análisis de
estas dimensiones resulta muy útil para explorar el origen de las diferencias
entre las familias y las escuelas.
En primer lugar, el alcance social hace referencia al mayor o menor número de
beneficiarios de las actividades educativas. Nos encontramos así con prácticas
de un alcance específico, como las que se presentan en el espacio familiar,
mientras que, en el contexto escolar, se puede referir a prácticas de un alcance
mucho más general. En segundo lugar, la organización, la sistematización y el
control social aluden como su nombre lo indica, al grado de “normatización”
y control público al que están sujetas las prácticas educativas.
Siguiendo con el sentido planteado, las prácticas escolares están reguladas y
sometidas a un explícito control público, algo que no ocurre con todas las
prácticas familiares por su carácter de encontrarse en lo privado. Por otro lado,
la diferenciación o la coincidencia de las prácticas educativas que se llevan a
cabo en un determinado contexto con el resto de actividades propias de dicho
contexto pueden ser mayores o menores.
Así, las actividades educativas escolares definen a las instituciones educativas,
mientras que las finalidades educativas familiares pueden estar supeditadas a
otras cuestiones como, por ejemplo, las necesidades afectivas. Por tanto, en la
familia, las prácticas educativas no son el único, ni el más importante rasgo
definitorio del microsistema familiar. En el caso de la escuela, sin embargo, las
prácticas educativas son el elemento esencial de dicho contexto.
Otra de las dimensiones citadas es la mayor o menor institucionalización del
contexto. Las actividades escolares requieren un marco institucional
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 Desarrollo y Familia en la Actualidad
específicamente diseñado para su puesta en marcha, algo que evidentemente
no ocurre en las familias. Por último, el alcance temporal es mucho más
estable, regular y organizado en el caso de las escuelas, mientras que en la
familia, las intervenciones educativas tienen más continuidad en el tiempo,
pero son altamente irregulares. La particularidad de las prácticas puestas en
marcha en cada entorno determina, en gran medida, la forma en que cada uno
de ellos estructura el ambiente tanto a nivel físico, como a nivel social.
Con la diferenciación entre la escuela y la familia, aparece la distinción entre
educación formal, no formal e informal. Las dos primeras comparten la
organización y la sistematización, mientras que en la educación informal no
hay intencionalidad. Por su parte, la distinción entre educación formal y no
formal es más bien de orden metodológico y estructural. Así, se entiende por
enseñanza formal aquella que se realiza en el marco educativo escolar, mientras
que se considera educación no formal toda práctica educativa sistemática y
organizada llevada a cabo al margen del ámbito escolar.
Gran parte de las actividades educativas familiares se realizan de acuerdo con los
criterios propios de la educación informal, pero si bien existe intencionalidades
claras en la educación formal y no formal, no implica que ello no se encuentre
en el sentido de la educación, pues ésta no es menos intencionada que las
demás. Para la mayoría de autores, la familia queda dentro del ámbito de la
educación informal, sin embargo, cuando los padres y las madres educan,
es obvia una intención educativa, aunque no sean conscientes de ello y sus
prácticas no estén plenamente programadas y sistematizadas como las que se
efectúan en el marco escolar.
Esta misma reflexión es aplicable al currículo oculto de la educación formal,
que pone de manifiesto que también en la escuela se enseñan cosas sin
intencionalidad, sistematicidad, ni propósito alguno. Desde un punto de
vista psicoeducativo, la frontera es, por tanto, bastante difusa, ya que entre
los mecanismos implicados en la construcción del conocimiento en cualquier
interacción educativa existen más semejanzas que diferencias.
Lo que parece claro en la actualidad es que la simple distinción entre educación
formal la que tiene lugar en las escuelas y educación informal –la que se lleva a
cabo en las familias, no tiene complacencia en la mirada de la sociedad. Tanto
las familias, como las escuelas cuentan con un currículo en el que se
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Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
seleccionan y organizan contenidos que se espera sean apropiados por los
niños, mediante la interacción con las personas más expertas de la comunidad
cultural.
En las escuelas, la selección de esos contenidos está claramente consensuada y
estructurada, mientras que es menos evidente en las familias. Sin embargo, no
está tan claro que los docentes cuenten con un currículo totalmente explícito,
sobre todo si se compara con el totalmente implícito de los padres y las madres.
Tanto los progenitores, como los docentes construyen respectivamente teorías
implícitas acerca del desarrollo y el aprendizaje de sus hijos y sus estudiantes, y
que, aunque ni unos ni otros son conscientes de ello, éstas guían las actividades
educativas que ponen en marcha.
Así como existen diferencias entre ambas esferas, es importante mostrar las
semejanzas, entre las cuales en primer lugar se destaca el que comparten
una misma cultura, la función de cuidar a los niños y la responsabilidad
de educarlos. Existe una estrecha relación entre el papel que los cuidadores
desempeñan en el hogar y el que los educadores realizan en la escuela. Las
influencias de ambos contextos se unen, aunque la relevancia de una u otra
varía según el aprendizaje al que se haga referencia.
En tanto las familias tienen un papel fundamental en los logros que se realizan
en los primeros años de vida, como es el caso del desarrollo del autoconcepto,
la identidad de género y la psicomotricidad o la adquisición del lenguaje oral.
No obstante, los educadores y las educadoras también tienen mucho que hacer
en lo referente a estas cuestiones, aunque, tradicionalmente, se ha considerado
que su labor consistía en transmitir sobre todo conocimientos académicos.
Las escuelas y las familias pueden ser comprendidas como culturas distintas
con sus propios valores, normas e ideas, y analizadas por separado y de forma
independiente como tales; o pueden considerarse subculturas, es decir, partes
de una cultura más amplia con la que comparten determinados valores,
creencias y normas. En este mismo sentido, Coll (1993) señala que la escuela
es un instrumento más de los empleados en determinadas culturas para
promover el desarrollo de sus miembros. Su especificidad respecto a otros
medios educativos radica en la creencia de que existen algunos aspectos del
desarrollo que requieren un nivel de planificación que solo puede garantizarse
desde una institución como es la escuela.
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 Desarrollo y Familia en la Actualidad
No obstante, el primer entorno de socialización y el principal es la familia,
pues en ella los niños adquieren los primeros conceptos y medios que les
permitirán ser miembros activos de su comunidad. Pero las familias, igual que
las escuelas, están inmersas en comunidades culturales más amplias, que es
necesario tener en cuenta cuando se trata de entender las prácticas específicas
de socialización (Lacasa, 1997).
Estas semejanzas son lo suficientemente importantes y generales como para
esperar que entre la escuela (como contexto educativo) y las familias existan
más similitudes que diferencias.
Las escuelas tienen mucho que aprender de la pedagogía informal
de la vida cotidiana. Los principios de una buena enseñanza no son
muy diferentes en la escuela o en el hogar y la comunidad. Cuando
una buena enseñanza aparece en la escuela, se observan los mismos
principios que muestra la enseñanza en los entornos informales4.
Tharp y Gallimore, 1988
Otro aspecto a anotar es sobre las relaciones entre la familia y la escuela,
pues los padres, en general, se muestran contentos con las relaciones que
mantienen con el centro escolar al que acuden sus hijos, lo que prueba que
las familias tienen el tipo de relación que desean. Otra cuestión es cómo lo
perciben los docentes, para quienes probablemente, la forma de relación
mantenida consiste en gran medida a modo de contactos informales, la cual
no es la mejor desde un punto de vista educativo, pero sí es la mejor que las
familias por sí mismas pueden ofrecer.
Lo que se ha expresado apunta hacia la necesidad de programas de intervención
que faciliten el establecimiento de relaciones entre las familias y los contextos
educativos, pues si se necesitan relaciones recíprocas y bidireccionales, estas
deben dirigirse tanto a los padres como a los docentes. En este sentido, existen
temas pendientes que deben empezar a ser atendidos si se quiere encontrar un
adecuado nivel óptimo en beneficio de la sociedad en su conjunto.
4
Tharp, R. y Gallimore, R. (1988). Rousting Minds to Life: Teaching, Learning and Schooling in Social
Context. New York, Cambridge University Press, p. 66.
22
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
Existe la necesidad de establecer un diálogo abierto entre lo que sucede en
los hogares y las dinámicas de la escuela, ubicando en el escenario programas
que subsanen la falta de formación de los docentes para su trabajo con las
familias. Otro aspecto a tener en cuenta sobre éste particular, es la necesidad
de ampliar las oportunidades para establecer contactos más personalizados en
los que las familias sientan que pueden expresar sus inquietudes y necesidades
libremente.
Resolver estas cuestiones que se encuentran en el centro de los problemas,
tras la búsqueda de alternativas de solución, no está solo en las manos de los
docentes, pues ello escapa de sus posibilidades de actuación. Sin embargo,
existen algunos ámbitos sobre los que se puede iniciar a trabajar si se toma
como punto de partida el interés que expresan las familias, capitalizando su
ánimo en colaborar.
Aparece la necesidad de mayores posibilidades para el relacionamiento entre
padres y docentes, aprovechando que ambos necesitan prepararse para la
participación conjunta y la colaboración. Es necesario pensar en el diseño de
propuestas que permitan la ejecución de procesos formativos que de forma
permanente sirvan como vasos vinculantes, que a su vez no permitan que solo
los docentes asuman las responsabilidades, más en un escenario en el que la
paternidad también lo requiere de forma permanente.
Lo interesante no es, por tanto, cuestionar cómo actúan los padres y docentes,
sino brindarles mejores alternativas, con las que se sientan competentes y
en igualdad de relaciones protagónicas, además dejen satisfechos a todos
los actores involucrados y que esto redunde en el beneficio de los hijos y
estudiantes, mediante la colaboración entre estos actores educativos.
Existen muchos argumentos que demarcan la importancia de la colaboración
entre a escuela y las familias. Debería ser suficiente con el comprender que los
niños pasan mucho tiempo en la escuela y de que la mayoría de las experiencias
educativas suceden fuera de la escuela. En primer lugar, se encuentra que existen
un importante número de cambios en la sociedad (urbanización, extensión de
la escolarización, nuevas formas de ocio, cambios de la escuela y de la familia)
que conllevan como principal consecuencia la pérdida de recursos tanto de
las escuelas como de las familias para hacer frente a las nuevas situaciones. La
escuela, por ejemplo, todavía no ha asimilado la heterogeneidad creciente del
23
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
estudiantado que llena sus aulas. La idea cada vez más diversa de “familia” o
la incorporación creciente de la mujer al mundo laboral también nos alertan
en la misma dirección.
En segundo lugar, los resultados de la investigación avalan ampliamente la
importancia del hogar en los procesos educativos de los hijos. Christenson,
Round y Gorney (1992) revisaron los estudios de los últimos veinte años e
identificaron cinco grandes procesos del ambiente familiar que afectan el
logro escolar del estudiante: las expectativas y atribuciones sobre los resultados
académicos de los niños, la orientación del ambiente de aprendizaje del hogar,
las relaciones padres-hijos, los métodos disciplinares y la implicación de los
padres en el proceso educativo tanto en el escenario escolar como en el hogar.
Además, es importante considerar las variables de estructura familiar
(profesión, estudios, tipo de familia, etc.) y sus interacciones con los procesos
familiares, y de ambas con el rendimiento académico (García y Rosel, 2001).
En tercer lugar, porque los límites entre las experiencias de los niños en el
hogar y las que experimentan en la escuela no están claros, tal y como han
puesto de manifiesto los modelos ecológicos (idea de mesosistema) y las
corrientes constructivistas (valor de los conocimientos y experiencias previas
en los aprendizajes escolares, que unas veces tienen su origen en las aulas y
otras, las más, en las calles y en los hogares)
Sobre lo anterior, es importante registrar las ventajas de una buena relación
y participación de las familias en los contextos educativos. García (2003),
destaca algunas razones por la que la familia y la escuela deben colaborar:
- La implicación de las familias en los procesos de enseñanza y aprendizaje
repercute desviadamente en el rendimiento escolar de sus hijos/as
(Chirstenson, Rounds y Gorney, 1992; Pérez, 2004).
- Los límites entre las vivencias que se dan en el hogar y las experimentadas
en la escuela no están claros (Modelo Bronfenbrenner).
- Los estudios sobre las escuelas eficaces, destacan que aquellos centros
que ofrecen más apoyo a los padres y también a sus hijos/as, alcanzan
mejores resultados, y las propias escuelas viven una mayor involucración
de las familias en ellas. (Epstein, 1997; Marchesi, 2004).
24
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
- Tras los cambios que acaecen constantemente en la sociedad, hace
que cada vez, haya menos recursos para que las familias y las escuelas
hagan frente a sus funciones educativas, y eso genera que aún sea más
necesario el trabajo cooperativo entre ambas instituciones. (García,
2006):
Existen otros beneficios que se derivan de la participación de los padres en la
instrucción, como son:
Efectos en los Estudiantes
- Mejores notas, mejores puntuaciones en test de rendimiento, mayor acceso
a estudios de postsecundaria.
- Actitudes más favorables hacia las tareas escolares.
- Conducta más adaptativa, autoestima más elevada.
- Realización de los deberes, tenacidad y perseverancia académica
- Participación en las actividades del aula
- Menor escolarización en programas de educación especial
- Menor tasa de abandonos y absentismo, de suspensión de derechos
escolares
Efectos en los Docentes
- Los padres les reconocen mejores habilidades interpersonales y de
enseñanza.
- Los directores valoran más su desempeño docente.
- Mayor satisfacción con su profesión.
- Mayor compromiso con la instrucción (más tiempo, más experiencial y
centrada en el niño)
25
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
Efectos en los Padres
- Incrementan su sentido de autoeficacia.
- Incrementan la comprensión de los programas escolares.
- Valoran más su papel en la educación de sus hijos.
- Mayor motivación para continuar su propia educación.
- Mejora la comunicación con sus hijos en general y sobre las tareas escolares
en particular desarrollan habilidades positivas de paternidad.
La familia como promotora de habilidades sociales.
Las habilidades sociales son un proceso gradual de aprendizaje, que se
desarrolla gracias a las experiencias que desde la primera infancia los niños
experimentan tanto en el núcleo familiar como en las aulas de clase. Los
padres mediante las prácticas educativas, y los docentes por medio de los
estilos de enseñanza, proponen acciones que dan respuesta a las necesidades
sociales de los niños y niñas, y a su vez, son estrategias de contención del
comportamiento, fundamentales para regular y potenciar el desarrollo social.
Los padres de familia o cuidadores significativos, en la cotidianidad del
contexto familiar y por medio de verbalizaciones y acciones directas e
indirectas con los niños y niñas propician la internalización del mundo social
(Villarroel y Sánchez, 2002). Proceso de socialización primaria que brinda al
niño y a la niña las herramientas necesarias para el desarrollo de la competencia
social. Las figuras paternas juegan un rol fundamental en la adquisición de
repertorios cognitivos, comunicativos, emocionales y sociales que los niños
han de incorporar (Alonso y Román, 2005, e Isaza y Henao, 2012).
El contexto escolar influye de manera significativa en el desarrollo social,
debido a que las características psicosociales e institucionales del contexto
escolar y las relaciones interpersonales que allí se establecen entre docentes,
estudiantes y directivas, involucran aspectos sociales, que exigen de los niños
la aparición de elementos discursivos necesarios para la comunicación, la
interacción y el crecimiento personal.
26
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
En palabras de Levinger (1994) “La escuela es un contexto complejo que otorga
al estudiante la oportunidad de adquirir no sólo conocimientos, sino actitudes,
hábitos y estilos relacionales que pueden, incluso, neutralizar algunos efectos
nocivos de un ambiente social y familiar desfavorecido”. En este contexto,
los niños y adolescentes adquieren el aprendizaje de las relaciones sociales
necesarias para la interacción con pares durante la vida escolar. Conforme a lo
anterior, las habilidades sociales resultan esenciales para la adaptación escolar
y académica.
La familia como contexto educativo apoya de manera implícita los aprendizajes
de los niños y niñas. Las acciones de los padres y madres permiten que el hijo
apropie poco a poco repertorios sociales fundamentales para su adaptación a
los contextos. Acciones que pueden favorecer o limitar conductas prosociales
o por el contrario generar aprendizajes disfuncionales.
En el desarrollo social, la familia es considerada por Grusec (2002) como el
contexto de socialización primaria responsable de configurar las relaciones
sociales posteriores. Por otra parte, los estudios de Eisenberg et al. (2003)
muestran que son los padres de familia y las figuras cuidadoras representativas,
quienes propician experiencias necesarias para el aprendizaje de repertorios
sociales.
Estrategias de disciplina ausentes o ambiguas, prácticas educativas
desarticuladas a las necesidades de los niños y niñas y ausencia de figuras
significativas, son factores que se asociación a los problemas de tipo
comportamental y social que presentan niños y adolescentes. Por el contrario,
los ambientes familiares que presentan normas claras, figuras afectivas y
respuestas a las necesidades de los niños y niñas, son factores protectores para
el desarrollo de habilidades sociales.
Las prácticas educativas familiares son un conjunto de acciones, que los
padres construyen con el propósito de conducir y regular el comportamiento
de sus hijos e hijas, acciones que articulan elementos disciplinarios, afectivos
y comunicativos. Estas prácticas educativas ocupan un papel fundamental
debido a que contribuyen a infundir valores y normas, que conducen al niño
y la niña a ser considerados adultos socialmente integrados en el futuro.
27
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
Las prácticas de los padres estimulan u obstaculizan el alcance de las
capacidades emocionales, sociales y comunicativas de sus hijos, por ende su
importancia en los procesos de enseñanza aprendizaje familiar. Los efectos
positivos que presentan estas prácticas educativas caracterizadas por una
disciplina centrada en el amor y el control positivo, y los efectos negativos
presentes en padres y madres con un estilo correctivo o permisivo. Entonces,
las estrategias generadas por los padres desempeñan un papel fundamental
en la manera como los niños interactuarán en los futuros contextos en que se
encontrarán.
Las prácticas y hábitos de crianza de los padres, la respuesta que
ofrecen hacia las demandas y necesidades de sus hijos e hijas, el
afecto que les brindan, las formas de control y el tipo de disciplina
que manejan, son la base de las estrategias de socialización que
usan (…), lo cual da como resultado la formación de tendencias
que se perfilan en prácticas educativas familiares.5
Los padres, madres y cuidadores, por medio de las prácticas educativas generan
y acompañan aprendizajes de diversos tipos en sus hijos, pues los adultos
guían a los niños y adolescentes en un aprendizaje paulatino y progresivo del
mundo social. La teoría de la participación guiada de Rogoff (1993) citada
por Isaza (2012, p. 6), considera que “el acompañamiento que los padres
realizan a sus hijos e hijas al guiarlos, disciplinarlos, estimularlos, corregirlos
e incentivarlos, genera una estructuración de un grupo de aprendizajes”.
Esta participación guiada, permite a los niños y adolescentes estructurar
aprendizajes, transitando desde un no saber hasta un saber.
La participación guiada generada en el hogar, se entiende en el plano
interpersonal como la implicación mutua entre padres, madres e hijos, quienes
se comunican y coordinan su implicación al participar en una actividad
familiar socioculturalmente estructurada (Rogoff, 1997). En la participación
guiada es, los miembros de la familia, identifican, asumen y desarrollan sus
roles y los de otros, estructuran y participan en situaciones familiares. Es en
estas situaciones, se generan paulatinamente el aprendizaje social.
5
Isaza, L. & Henao, G. C. (2012). Influencia del clima socio familiar y estilos de interacción parental
sobre el desarrollo de habilidades sociales en niños y niñas. Persona, 15, p. 3.
28
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
Por otra parte el contexto escolar tiene un importante papel el en desarrollo
social de los niños y adolescentes. Todo lo que se desenvuelve en este contexto:
relación docente-estudiante, interacción con pares, incorporación de normas
institucionales, etc., hace que el estudiante poco a poco aprenda estructuras
sociales distintas a la familia y desde allí estimule su desempeño en la esfera
de lo social y lo emocional.
Cuando los niños ingresan al contexto escolar, ya están dotados por un
conjunto de conocimientos previos aprendidos en el núcleo familiar. La forma
como fueron guiados, disciplinados, escuchados, estimulados y corregidos
por sus padres, hace que tengan estructurados repertorios sociales que se
constituyen en el derrotero para la adquisición de nuevos conocimientos. El
docente en este punto, tiene la responsabilidad de seguir estimulando desde
sus acciones pedagógicas estos repertorios sociales.
En este orden de ideas, desde la perspectiva de los hijos, la familia es un
contexto de desarrollo y socialización y, desde la perspectiva de los padres, la
familia constituye un contexto de desarrollo y realización personal ligado a la
madurez humana y personal. De acuerdo a Palacios y Rodrigo (1998), cuando
se considera a los padres no sólo como promotores del desarrollo de sus hijos,
sino también como sujetos que están ellos mismos en desarrollo, emergerán
funciones de la familia que consideran ésta como un escenario donde:
- Se construyen personas adultas con una determinada autoestima y sentido
de sí mismo, y cuyo bienestar psicológico se relaciona con la propia calidad
de las relaciones de apego que él mismo ha vivido en su infancia, y que
modelará un nivel de seguridad y confianza en sí mismo y en los demás.
- Se aprende a afrontar retos y a asumir responsabilidades y compromisos,
que orientan al adulto hacia una dimensión productiva, de realización,
proyección e integración en el medio social.
- Se produce el encuentro intergeneracional mediante el cual los adultos
amplían su horizonte vital y forman un puente desde el pasado que se
proyecta hacia el futuro.
- Se encuentra apoyo para las diversas transiciones vitales que el adulto
ha de realizar, y constituye así un lugar de apoyo cuando todo cambia y
peligra el sentido de la continuidad personal.
29
 Desarrollo y Familia en la Actualidad
Ahora bien, concebir a la familia como contexto de crianza y socialización de
los hijos, hace que se realice una obligatoria mirada que reflexione finalmente
sobre el sentido de la paternidad y maternidad, pues ello supone retos
importantes, como son:
- Iniciar un proyecto vital educativo, que se extiende desde la transición a la
paternidad y maternidad, y continua con la crianza y socialización de los
hijos, lo cual sigue con el apoyo a las vivencias adolescentes y con la salida
de los hijos del hogar en su etapa como joven o adulto..
- Comprender la implicación personal y emocional que poseen las
condiciones de asimetría, que caracterizan las relaciones paternas y
maternas filiales.
- Dotar de contenidos el proyecto educativo durante todo este proceso de
crianza y socialización.
30
Corresponsabilidad de la Familia en los Contextos Educativos
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