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Humanismo y Manipulación del Hombre

Francisco Villalobos Casamadrid

Introducción
Siempre he estado convencido de que a la filosofía le corresponde
preguntar, cuestionar, inquietar, mucho más que contestar, resolver
problemas o tranquilizar. Ya Sócrates se consideraba a sí mismo como un
tábano que no dejaba en paz a nadie1.
Con estas líneas pretendo invitar a los lectores a reflexionar sobre el
humanismo y su relación con la manipulación del hombre.
La idea surgió de mi inquietud ante los acontecimientos de los
últimos meses (11 de septiembre, guerra de Afganistán, guerra en el medio
oriente, hambruna en África, problemas con los alimentos transgénicos,
debate sobre la clonación humana, etc.). Todo ello nos hace pensar si
realmente el ser humano tiene futuro, si podemos volver la vista a algún
movimiento o filosofía que pueda sacarnos del caos y se convierta al menos
en una lucecita que brille al final del túnel en que parece estamos metidos
en estos principios del siglo XXI. Por convicción personal creo que nos será
muy útil aferrarnos a la tradición humanista y a la luz de su experiencia más
que milenaria tratar de encontrar senderos que nos puedan llevar hacia un
mundo menos caótico que aquel en que nos está tocando vivir.

1
Tábano. La frase atribuida a Sócrates: ―Dios me puso sobre vuestra ciudad como a un tábano
sobre un noble caballo para picarlo y tenerlo despierto‖. Es esta una expresión metafórica con la
que se ha popularizado la figura de Sócrates. No es, sin embargo, el tábano entendido como algo
que molesta sino como el que mantiene a alguien despierto y alerta. En este sentido, nunca debería
hacérsele desaparecer de un manotazo sino mantenerlo vivo e, incluso, premiarlo por sus servicios.
Sospecho que esta metáfora tampoco debió ser del agrado de la mayoría de los asistentes al juicio.
http://www.vianetworks.es/empresas/lua911/html/apologia.html#Tabano

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¿Pero es legítimo esperar eso del humanismo? ¿O es por lo menos
posible dada la historia y la realidad contemporánea del humanismo?
Parece que no. Y así lo atestigua, por ejemplo, Peter Sloterdijk,
filósofo alemán contemporáneo, famoso por su obra Crítica de la razón
cínica, quien sostuvo en 1999 una conferencia titulada ―Normas para el
parque humano (Una respuesta a la Carta sobre el Humanismo de
Heidegger)‖. Esa conferencia tuvo gran eco en los medios de comunicación
alemanes y dio origen a un debate que llegó a ser considerado como un
verdadero escándalo con su respectiva cronología2.
¿A qué se debió el escándalo? Desde luego a su declaración acerca del
fracaso del humanismo como utopía de la domesticación humana mediante
la lectura, que ya no puede competir con las modernas técnicas de agitación
y desinhibición de las masas, pero también del supuesto flirteo con el
vocabulario nazi y con las peligrosas fantasías de Nietzsche acerca del
superhombre, así como con las ideas de Platón sobre el Estado como parque
zoológico humano, donde una elite de sabios planifica la vida de los
hombres como si de una empresa se tratara.
Sloterdijk se enfrenta de forma optimista y valiente a la nueva
realidad biotecnológica y propone a la filosofía la urgente tarea que de ella
se deriva: repensar la esencia de lo humano más allá de los corsés
impuestos por la, según él, caduca cultura humanística. Pero va más allá
todavía y parece defender la libertad absoluta en la experimentación
genética.

2
Teresa Rocha Barco en el prólogo a Sloterdijk, Peter. Normas para el parque Humano (Una
respuesta a la Carta Sobre El Humanismo, de Heidegger). Madrid: Editorial Siruela, 2000, 90 pp.
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La argumentación fundamental de Sloterdijk en esa conferencia3
puede expresarse en algunos pocos párrafos que me voy a permitir citar
extensamente:
a) ―Los libros son voluminosas cartas para los amigos.‖
b) ―Humanismo es telecomunicación fundadora de amistades que
se realiza en medio del lenguaje escrito.‖
c) ―Así pues, el fantasma comunitario que está en la base de todos
los humanismos podría remontarse al modelo de una sociedad literaria
cuyos miembros descubren por medio de lecturas canónicas su común
devoción hacia los remitentes que les inspiran. En el núcleo del
humanismo así entendido descubrimos una fantasía sectaria o de
club: el sueño de una solidaridad predestinada entre aquellos pocos
elegidos que saben leer‖.
d) ―Quien hoy pregunta por el futuro de la humanidad y de los
medios de humanización, lo que en el fondo quiere saber es si sigue
habiendo esperanzas de tomar bajo control las actuales tendencias
asilvestradoras del hombre. En este punto es decisivo el inquietante
hecho de que tales retornos al estado salvaje, hoy como siempre,
acostumbren a desencadenarse en situaciones de alto desarrollo del
poder, bien sea directamente como atrocidad imperialista o bélica,
bien como embrutecimiento cotidiano de los hombres en los medios
destinados a la diversión desinhibida‖.

3
Conferencia pronunciada en el Castillo de Elmau, Baviera, en julio de 1999, con motivo del
Simposio Internacional ―Jenseits des Seins / Exodus from Being / Philosophie nach Heidegger‖, en
el marco de los Simposios del Castillo de Elmau sobre ―La filosofía en el final del siglo‖ (Philosophie
am Ende des Jahrhunderts), que cuentan con la colaboración del Van Leer Institut y el Franz
Rosenzweig Center de Jerusalem. El texto fue publicado en Die Zeit el 10 de septiembre de 1999.
Traducción: para Revista Observaciones Filosóficas.

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e) ―Heidegger equipara los tres principales medios terapéuticos de
los que se echa mano en la crisis europea de 1945, a saber. el
cristianismo, el marxismo y el existencialismo, caracterizándolos como
tres meras variantes del humanismo que sólo se diferencian en su
estructura superficial; o bien, hablando más clara y directamente,
como tres modos y maneras de eludir la radicalidad ultima de la
pregunta por la esencia del hombre‖.
f) ―Al humanismo (en su forma antigua, en la cristiana o en la
ilustrada) se le certifica como el agente de un no-pensar bimilenario;
se le reprocha haber obstruido, con sus rápidas interpretaciones,
aparentemente obvias e irrefutables de la esencia humana, la salida a
la luz de la auténtica pregunta por la esencia del hombre‖.
g) ―Con la tesis del hombre como criador del hombre estalla por
los aires el horizonte humanista, en tanto que el humanismo no puede
ni le es lícito pensar nunca más allá de la pregunta por la
domesticación y la educación: el humanista deja primero que le den al
hombre para después aplicarle sus métodos domesticadores,
adiestradores, educadores, convencido como está de la necesaria
relación entre leer, estar sentado y apaciguarse‖.
En este artículo no pretendo defender ni criticar esas opiniones de
Sloterdijk sino sólo tomarlas como punto de partida para formular algunas
preguntas acerca del tema que me he propuesto:
1. ¿Qué es el humanismo?
2. ¿Qué entendemos por manipulación del hombre?
3. ¿Cuáles son los límites aceptables de la manipulación tecnológica del
hombre?
4. ¿Cuál es la postura del humanismo ante esa manipulación?

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5. ¿Ha sido en realidad el humanismo un sistema manipulador,
domesticador del hombre?
6. ¿Tiene futuro la postura humanista?

I. ¿Qué es el humanismo?
El término ―humanismo‖ fue usado por primera vez, en alemán, por el
maestro y educador bávaro F.J. Niethammer, entendiendo por ello ―la
tendencia a destacar la importancia de las lenguas o de los autores
―clásicos‖ (latinos y griegos).
―Humanista‖ se usó en Italia desde el siglo XV para referirse a los
maestros de las llamadas ―humanidades‖, es decir a los que se dedicaban a
los studia humanitatis (un ciclo claramente definido de disciplinas
intelectuales: a saber, la gramática, la retórica, la historia, la poesía y la
filosofía moral). Estudios que todavía en el siglo XX se les ha llamado ―de
humanidades‖. En ese sentido se dice que el término humanismo se aplica al
movimiento surgido en Italia hacia fines del siglo XIV y prontamente
extendido a otros países durante los siglos XV y XVI. Se puede decir que se
trató de un ―ciceronismo‖ en cuanto consistió en gran parte en un estudio e
imitación del estilo literario y la forma de pensar de Cicerón.
La contribución de los humanistas del Renacimiento consistió en
aportar la firme creencia de que, para escribir y hablar bien, era necesario
estudiar e imitar a los antiguos. Los humanistas introdujeron el griego en los
planes de estudio de casi todas las universidades europeas y tradujeron
gradualmente al latín casi toda la literatura griega entonces conocida.
Para la cultura del humanismo, imitar a los antiguos significa sobre
todo educar a los hombres nuevos como lo hacían los antiguos, cultivando
las ―virtudes‖ que ellos habían demostrado poseer en sumo grado y que

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habían expresado en la vida civil. Sólo con hombres así formados habría
sido posible renovar verdaderamente la sociedad humana.
Toda la literatura del humanismo se concentra en exaltar al hombre y
reafirmar su dignidad en oposición a la desvalorización operada por el
Medioevo cristiano. No obstante la diversidad de los temas, todos apuntan
a un objetivo común: recobrar la fe en la creatividad del hombre, en su
capacidad de transformar el mundo y construir su propio destino.
El mérito histórico principal del Siglo de las Luces, al igual que el del
Renacimiento, consiste en la renovación del humanismo como ideología
social, modo de vida y base ética. Todo esto tiene un significado
imperecedero para la civilización universal.
Los philosophes dieciochescos –por nombrar solamente a los más
conocidos, Voltaire, Montesquieu, Diderot, Rousseau, Gibbon y Bentham,
Hume y Adam Smith, Franklin y Jefferson, Lessing y Kant–, como sus
precursores del Renacimiento siempre entregados a controversias y
discusiones, eran susceptibles, pero como los miembros de una familia, símil
muy de su gusto, siempre estaban dispuestos a unirse en apoyo y defensa
de lo que todos tenían en común: un ideario de humanitarismo, secularismo,
cosmopolitismo, el derecho a cuestionar y criticar, libres de toda amenaza
de interferencia arbitraria de la Iglesia o del estado‖4.
Durante el siglo XIX, la experiencia industrial tuvo un efecto muy
profundo en la tradición humanista. Por primera vez en la historia se
producía una confrontación entre una concepción elaborada por minorías
cultas y la perspectiva de una sociedad de masas, cuyo desarrollo
estimulaban con una mezcla de atracción y repulsión. En el curso de los cien

4
BULLOCK, Alan. La tradición humanista en occidente. Madrid: Alianza Editorial, 989, 226 pp. (pág.
57)

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años que terminaron en 1914, se establecieron en todo el mundo occidental
instituciones políticas representativas, derechos individuales y políticos,
igualdad ante la ley –aunque todavía no para las mujeres– libertad de
opinión y de prensa.
El aspecto positivista del siglo XIX es una fase importante en el
desarrollo histórico de la tradición humanista y el origen de esa versión del
humanismo que hoy conocemos como humanismo secular o humanismo
científico.
Pero hubo otras versiones que tenían una concepción distinta del siglo
XIX y de la expansión de la sociedad industrial. En primer lugar podemos
citar a Alexis de Tocqueville5 quien representa la versión del humanismo
cívico según la cual para proteger y salvaguardar la propia democracia,
todos aquellos que creen en el valor de la libertad deben estar alertas y
trabajar para que se establezcan los mecanismos adecuados a fin de
protegerla e impedir la centralización excesiva del poder en la sociedad
igualitaria de masas del futuro. Karl Marx dio al socialismo una
fundamentación sólida al emplear argumentos que no se basaban en la
humanidad, en la justicia o en la moral, sino en la propia historia. Según él,
el factor determinante del proceso histórico no son las ideas o las creencias
de los hombres, sino ―la transformación material de las condiciones
económicas de la producción, que puede determinarse con la precisión de
las ciencias naturales‖. Pero difícilmente encontraremos un lugar para el
marxismo en la tradición humanista. El propio Marx la hubiese repudiado
pues consideraba al humanismo un ejemplo más de las ilusiones y
falsedades con que los hombres disfrazan sus intereses de clase. Como

5
TOCQUEVILLE, Alexis de. La democracia en América. México: Fondo de cultura Económica, 1963,
751 p.

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sistema cerrado y dogmático, el marxismo es tan hostil y extraño a la
tradición humanista como pueda serlo el calvinismo.
En el siglo XX sin embargo se hablará mucho de ―humanismo
marxista‖. El humanismo marxista se desarrolló especialmente en los años
sucesivos a la Segunda Guerra Mundial por obra de un grupo de filósofos.
Los expositores más representativos fueron: Ernst Bloch en Alemania, Adam
Schaff en Polonia, Roger Garaudy en Francia, Rodolfo Mondolfo en Italia,
Erich Fromm y Herbert Marcuse en los Estados Unidos. Estos autores
trataron de recuperar y desarrollar el aspecto humanista que, según su
interpretación, constituía la esencia misma del marxismo, ya que, como
escribió Mondolfo, ―En realidad, si examinamos sin prejuicios el materialismo
histórico, tal como nos resulta en los textos de Marx y Engels, debemos
reconocer que no se trata de un materialismo, sino de un verdadero
humanismo, que en el centro de cada consideración y discusión coloca el
concepto del hombre‖.
Los pensadores existencialistas, basados en la descripción que
hicieron los estudiosos del siglo XIX, aceptaron que el humanismo era una
filosofía, con lo cual dieron pie a sus oponentes a cimentar el
antihumanismo filosófico. Particularmente de las filas del estructuralismo y
del marxismo conservador salieron estos detractores. Desde luego, ya
Nietzsche había sentado algunas premisas que fueron usadas
posteriormente por Levi-Strauss y Foucault. La crítica de Heidegger al
humanismo también se inscribe en el antihumanismo filosófico.
La interpretación del Cristianismo en clave humanista se desarrolla en
la primer mitad de este siglo como parte de un vasto proceso —que
comienza en el siglo pasado y se continúa hasta nuestros días— de revisión
de las doctrinas cristianas a fin de adaptarlas al mundo moderno; un mundo

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con respecto al cual la Iglesia católica había adoptado, durante siglos, a
partir de la Contrarreforma, una posición de neto rechazo o de abierta
condena. Dejemos hablar a Jacques Maritain, uno de sus preclaros
exponentes:
«Llegamos de este modo a distinguir dos tipos de humanismo: un
humanismo teocéntrico, o verdaderamente cristiano, y un humanismo
antropocéntrico del cual son responsables el espíritu del Renacimiento
y el de la Reforma... El primer tipo de humanismo reconoce que Dios
es el centro del hombre, implica el concepto cristiano del hombre
pecador y redimido, y el concepto cristiano de gracia y libertad... El
segundo cree que el hombre es el centro del hombre y, por ende, de
todas las cosas, e implica un concepto naturalista del hombre y de la
libertad. Si este concepto es falso, se entiende por qué el humanismo
antropocéntrico merece el nombre de humanismo inhumano y que su
dialéctica deba ser considerada la tragedia del humanismo»6.
¿Podemos señalar algunas características comunes a todos los
humanismos? Creo que pueden ser las siguientes:
a) El humanismo centra su atención en el hombre y parte de la
experiencia humana.
b) El humanismo está convencido de que la persona humana
tiene un valor en sí misma(dignidad del hombre) y que el
respeto al individuo es la fuente de todos los demás valores
y derechos humanos. Ese respeto se basa en los poderes
latentes exclusivos de los seres humanos: el poder creador y
de comunicación (lengua, artes, ciencia, instituciones), el

6
MARITAIN, Jacques. Humanisme integral. Problems temporels et spirituels d’une nouvelle
chrétienité, París 1936.
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poder de observarse a sí mismos, de especular, imaginar y
razonar. Existen dos condiciones para liberar esos poderes:
(1) la educación, entendida como un despertar de las
posibilidades de la vida humana, el cultivo de la
humanidad de los jóvenes.
(2) La libertad individual (liberación de las limitaciones y
prohibiciones impuestas por las costumbres, las leyes
arcaicas y las instituciones autoritarias, así como de los
miedos y supersticiones).
c) La importancia que siempre ha otorgado a las ideas,
manteniendo que las ideas no se pueden formar ni entender
separadas de su contexto social e histórico; y que tampoco
pueden ser reducidas a la racionalización de intereses
económicos individuales o a intereses de clase o al sexo u
otras motivaciones instintivas.
d) Desde que los griegos reconocieron el poder crítico de la
razón, el poder del pensamiento sistemático, el lugar de la
razón en la tradición humanista ha sido central y también
controvertido. De hecho, la historia del humanismo se puede
ver como un debate perenne, no sobre el significado de la
palabra razón, sino sobre su función, alcance y posibilidades.

II. ¿Qué entendemos por manipulación del hombre?


Originariamente la palabra manipulación ha tenido desde siempre un
significado concreto y bien preciso: manipular es tratar o elaborar con las
manos. Sólo el hombre era el sujeto propia y típicamente manipulador. Con
su genio creador y el dominio que su inteligencia le proporciona sobre el

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universo entorno, el hombre manipula las cosas para transformarlas,
elaborarlas, modificarlas y convertirlas en instrumentos adecuados a los
fines que se propone. Así, la palabra quedó acuñada para un uso restringido
al campo de las praxis correspondientes a diversas ciencias (médica, física,
química, farmacológica...) así como a las técnicas de utilización de ellas
derivadas.
Carlyle, por primera vez en 1864, utiliza la palabra en conexión con el
problema de un influjo innoble sobre los electores. Comienza ahí un
deslizamiento semiótico de la palabra. El hombre ya no es sólo manipulador,
sino también susceptible de manipulación. El manipulador inmanipulable se
percibe ahora a sí mismo como objeto de manipulación. La dualidad tajante
sujeto/objeto se diluye en torno al concepto de manipulación. El hombre
puede ser a la vez sujeto y objeto de manipulación. El hombre puede ser
manipulado, programado, controlado desde fuera de sí mismo. La soberanía
inapelable de su dignidad y libertad se desmorona. Si, al tratar a una
persona, no respeto su capacidad de iniciativa y la tomo como un ser
poseíble, dominable y manejable a mi arbitrio, conforme a mis intereses, la
bajo a un nivel de objeto, lo cual supone un envilecimiento injusto.
Ya en los años sesenta del siglo XX escribía Karl Rahner: ―el futuro de
la auto-manipulación del hombre ya ha empezado‖, ―debe querer ser el
hombre operable, incluso si la dimensión y justo modo de tal manipulación
resultan todavía oscuros‖7.

7
RAHNER, Karl. "Experiment Mensch. Theologisches über die Selbstmanipulation des Menschen",
en Die Frage nach dem Menschen. Aufriß einer philosophischen Anthropologie, Festschrift für Max
Müller zum 60. Geburtstag, Freiburg/München 1966, S.53. ["El Experimento Hombre. La
automanipulación del hombre a la luz de la teología", en La pregunta por el hombre. Esbozo de una
antropología filosófica, Homenaje a Max Müller en su 60° aniversario, Friburgo de Brisgovia/Munich,
1966, p 53. (T.)] Citado por Peter Sloterdijk en su conferencia ―El hombre operable‖ (ver nota
siguiente).

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¿Esa dimensión y ese modo se han aclarado en los cuarenta años que
han transcurrido desde entonces? Creo que no mucho, incluso puede ser
que hoy resulte más oscuro aún el tema porque ha crecido en nosotros la
conciencia de la complejidad del problema.
Aclaremos, por de pronto, que desde siempre el hombre ha
manipulado no sólo a los minerales, vegetales y animales, sino también al
hombre: con sus manos toma el cuerpo del otro para curarlo o herirlo, para
ayudarlo o ponerle trabas, para hacerle vivir o darle muerte. Estas
alternativas nos hacen ya intuir que la posibilidad de manipular al hombre
plantea, necesariamente, una cuestión de orden moral.
Se puede manipular al hombre física o psicológicamente (el número
de posibilidades es casi ilimitado). Quien sufra la manipulación sin
oportunidad de aceptarla o rechazarla o sin que su repulsa haya sido
escuchada, sufrirá una auténtica violencia. Es lo que ocurre en la violación,
la tortura franca o sutil, el uso de drogas para convencer, etc. Casos todos
en que la libertad del diálogo es anulada, no restando más que el cuerpo a
cuerpo…
Pero no toda manipulación es inaceptable: nos manipularon nuestros
padres, nuestros maestros, nuestros médicos, etc. La manipulación pues,
puede humanizarse si se ponen de acuerdo las libertades de los interesados,
si es limitada(si se detiene en un momento dado) y si tiende a la integridad
de la persona manipulada o cuando menos a restaurar un estado lo más
próximo posible a tal integridad (por ejemplo salvar la vida restaurando la
salud, aunque haya que cortar algún miembro del cuerpo humano).

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La problemática, de por sí nada sencilla, se agrava cuando de lo que
se trata es de la manipulación genética, del control de la mente por medios
químicos o del control de la libertad de los individuos por parte de cualquier
autoridad.
Sloterdijk ha dado una conferencia sobre ―el hombre operable‖8 en la
que afirma:
―La irrupción más espectacular de lo mecánico en lo subjetivo se
revela en las tecnologías genéticas: éstas introducen un amplio
espectro de precondiciones físicas de la persona dentro del campo de
las manipulaciones artificiales, proceso que evoca la imagen popular,
más o menos fantástica, de un futuro previsible en que podrían
"hacerse hombres". En la elaboración de tales fantasías, biologismos
primitivos compiten con teologismos y humanismos desvalidos, sin
que sea posible detectar en los sostenedores de tales opiniones un
rastro de mínimo conocimiento de las condiciones evolucionarías de la
antropogénesis‖.
―De modo que los seres humanos no se encuentran con
nada nuevo cuando se exponen a sí mismos a la subsiguiente creación
y manipulación, y no hacen nada perverso si se cambian a sí mismos
autotecnológicamente, siempre y cuando tales intervenciones y
asistencia ocurran en un nivel lo suficientemente alto de conocimiento
de la naturaleza biológica y social del hombre, y se hagan efectivos
como coproducciones auténticas, inteligentes y nuevas en trabajo con
el potencial evolutivo‖.

8
―El hombre operable. Notas sobre el estado ético de la tecnología génica‖, por Peter Sloterdijk.
Esta conferencia tuvo lugar el 19 de mayo de 2000, en el Centro de Estudios Europeos (CES) de la
Universidad de Harvard; puede leerse en castellano en:
http://www.otrocampo.com/3/sloterdijk.html y en alemán en:
http://www.bbpp.de/aufgelesen/depslot2.htm

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III. ¿Cuáles son los límites aceptables de la manipulación
tecnológica del hombre?
Esas palabras de Sloterdijk nos llevan a una consideración sobre los límites
que tiene o debe tener la manipulación tecnológica del hombre. Casi todas
las semanas nos encontramos con noticias del avance de la ciencia y la
tecnología en la lucha contra las enfermedades y las carencias humanas.
Como decían nuestros abuelos: ¿a dónde vamos a llegar? Quizá no
ande tan errado el escritor de ciencia ficción Gregory Benford quien estima
que la biología y la biotecnología nos van a obligar a redefinir lo que
significa ser humanos, que la biología nos dotará de poderes prometeicos
expandiendo nuestras vidas un 50% más de tiempo y permitiéndonos
diseñar a nuestros hijos. Las limitaciones éticas al respecto no están claras y
las decisiones que se tomen o se dejen de adoptar marcarán la diferencia
entre un futuro sensato o una pesadilla de injusticias. Muchas de las cosas
que hace unos pocos años eran ciencia ficción son ahora realidad. Pero
cuanto más se va logrando, más fácil le resulta a la técnica prometernos que
todo será posible, el hombre dominará el futuro, el entorno y su propio
cuerpo. Pero la mayoría de los individuos se ven limitados e insignificantes
en una sociedad implacable que no cuenta con ellos.
Mas no necesitamos acudir a la ciencia ficción, sino a la historia para
considerar las diversas maneras como el hombre ha manipulado al hombre
por medio de la tecnología desde las disecciones de cadáveres realizadas
por Herófilo y Erasístrato en la antigua Grecia hasta la ingeniería genética de
nuestro tiempo. Si hacemos un recorrido histórico de la experimentación
sobre seres humanos en medicina descubriremos muchas aportaciones
importantes que han hecho avanzar a la medicina, pero habría que
preguntarnos sobre los límites de lo que podemos llamar experimentación

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(sin olvidar la llamada autoexperimentación, fenómeno nada raro en
medicina).
No todo lo que la experimentación ha hecho por el hombre ha sido
positivo. A lo largo de la Historia, y quizás especialmente en el siglo XX,
también han sido numerosos los que han atentado directamente contra la
dignidad humana en nombre de la ciencia. Y no me refiero únicamente a los
experimentos en la Alemania del Tercer Reich (ablación de músculos,
castración y esterilización, inoculación de enfermedades, creación de llagas
infectadas, quemaduras, observación directa de la muerte del corazón, etc.)
sino también a los numerosos casos en que durante el siglo XX se han
―utilizado‖ seres humanos para experimentación (como en Alabama en
1932, donde un grupo de más de 400 negros pobres, que padecían una
enfermedad contagiosa, fueron mantenidos sin tratamiento para así obtener
un conocimiento más exacto de la enfermedad y conseguir un grupo de
control para evaluar la eficacia de los tratamientos, o en el Jewish Hospital
and Medical Center de Brooklyn, en el que se inyectaban células cancerosas
a los ancianos para estudiar la respuesta inmunológica a los tumores, o en
Nueva York, a los niños de una institución para deficientes se les inoculó
virus de la hepatitis para disponer así de datos comparativos en el ensayo
de una vacuna; o cuando han sido empleados reclusos de alguna prisión
para ese tipo de experimentos9). Y eso hablando tan sólo de la
experimentación ―médica‖. Se dice que de la nueva experimentación con

9
VEGA Gutiérrez, Javier et al. Experimentación humana en Europa. Legislación y aspectos
bioéticos. Universidad de Valladolid, 1997, 208 p. (p.18-19)

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hombres la más legítima es la experimentación médica, la psicológica la más
dudosa y la biológica la más peligrosa10.
―Cualquier tipo de tecnología, y sobre todo la médica, en principio
concebida para apoyar y desarrollar las capacidades humanas, se encuentra
ahora casi ―fuera de control‖. No sólo plantea problemas fundamentales a la
hora de pensar en la naturaleza de la persona humana (como por ejemplo
cómo tratar al neonato anormal), en el valor y la objetificación de las partes
corporales (como por ejemplo a la hora de proporcionar órganos para
transplantes) y en los valores de la familia y la sociedad (como por ejemplo
controlar las decisiones sobre el final de la vida) sino que también crea
desequilibrios entre ricos y pobres en el sistema sanitario, no sólo dentro de
un mismo país, sino también a nivel mundial entre países ricos y pobres‖11.

IV. ¿Cuál es la postura del humanismo ante esa manipulación?


Recientemente Paul Ricoeur ha declarado:
―El hombre de hoy ha llegado a un umbral: tiene la posibilidad de
realizar modificaciones fundamentales de la propia existencia pero
también puede destruirse. Se trata de una conquista que marca una
época sin precedentes en la historia. Pero no hay que crear
alarmismos. La cuestión es dotarse de reglas. Cuanto más se
ensancha el poder del hombre, más se amplían las posibilidades de
bien y de mal. No hay que asombrarse ni desanimarse. No comparto

10
FREUND, Paul A. (compilador). Experimentación con sujetos humanos. México: Fondo de Cultura
Económica, 1976, 460 p.
11
THIMASMA, David y Thomasine Kushner. De la vida a la muerte. Ciencia y bioética. Cambridge
University Presss, 1999, 412 p. (Epílogo, p.387)

Página | 16
la posición pesimista de quienes ven en el progreso científico y en la
misma globalización un riesgo de catástrofes irreversibles‖12.
Podemos tomar como ejemplo de esas ―reglas‖ a que alude Ricoeur las
siguientes afirmaciones del ―Manifiesto humanista 2000‖13:

 Primero, los humanistas objetan enérgicamente los esfuerzos para


limitar la investigación tecnológica para censurar o restringir a priori la
investigación. Es difícil predecir por anticipado cuando y cómo se
producirá investigación científica beneficiosa o pronosticar sus
posibles beneficios. Debemos por tanto tener mucho cuidado a la hora
de censurar tales investigaciones.
 Segundo, sostenemos que el mejor modo de tratar los asuntos
relacionados con las aplicaciones tecnológicas son los debates bien
informados, y no la apelación a dogmas absolutistas o a consignas
emocionales. Cada innovación tecnológica necesita ser evaluada en
términos de los potenciales riesgos y beneficios que pueden acarrear
a la sociedad y al medio ambiente. Ello supone un cierto nivel de
instrucción científica.
 Tercero, no podemos abandonar las soluciones tecnológicas. La
estructura económica y social del mundo contemporáneo está
llegando a depender de manera progresiva de las innovaciones
tecnológicas. Si deseamos resolver nuestros problemas, ya no
podemos regresar a un idílico estado de naturaleza, sino que debemos

12
RICOEUR, Paul. ―Un filosofo en defensa de la persona‖, entrevista. Cf.
http://www.uia.mx/humanismocristiano/filosofo.html
13
Academia Internacional de Humanismo – Manifiesto Humanista 2000 – Un llamamiento a favor
de un nuevo humanismo planetario – Puede verse en:
http://www.filosofia.org/cod/c1999hum.htm

Página | 17
desarrollar nuevas tecnologías que satisfagan las necesidades y
objetivos humanos, y hacerlo así con sabiduría y humanismo.
 Cuarto, deben favorecerse las innovaciones tecnológicas que reduzcan
al máximo el impacto humano sobre el medio ambiente.
 Quinto, debe favorecerse la propagación de tecnologías intermedias
que sean suministrables a los pobres, de modo que los capaciten para
beneficiarse de la revolución tecnológica.

No todos los humanistas actuales estarán de acuerdo con todas y cada una
de esas ―reglas‖ pero no hay duda de que, según los principios del
humanismo, hay que privilegiar ante todo el respeto a la vida humana
misma, su singularidad e individualidad, el derecho a la privacidad, así como
el cuidado de los derechos humanos.
El diccionario nos dice que respeto es ―Consideración sobre la
excelencia de alguna persona o cosa, sobre la superior fuerza de algo, que
nos conduce a no faltar a ella, a no afrontarla‖.
Eso es lo que pretende la afirmación de la Iglesia católica de que ―El
ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante
de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben
reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable
de todo ser humano inocente a la vida‖14.
En cuanto a la tecnología de manipulación del hombre por el hombre
ha surgido un gran debate internacional en torno a los diversos temas de
esa manipulación que generalmente se centra en la llamada bioética. En ese
debate parece que los humanistas de casi todas las orientaciones están de
acuerdo en que hay que favorecer y promover todo aquello que fomente la

14
Instrucción ―Donum vitae‖ Congregación para la Doctrina de la Fe, 1987 (puede consultarse en:
http://www.vidahumana.org/vidafam/iglesia/donum.html)

Página | 18
salud del ser humano y el dominio sobre la enfermedad pero que hay que
ser muy precavidos cuando se trata de manipulaciones –genéticas o no –
que tienden a ―mejorar‖ las capacidades del ser humano pues generalmente
es muy difícil establecer el impacto moral que pudieran tener.
―Es evidente que el avance de nuestros conocimientos necesita de una
ética comunitaria. Si nuestra ética se basa solamente en los derechos ¿por
qué no debería recibir una persona ―todo lo posible‖ para prolongar y
mejorar su vida? Después de todo tiene ―derecho a ello‖, ¿verdad? Pero si,
por el contrario, nuestra ética se basa en el equilibrio entre las personas y el
medio ambiente, y nuestro objetivo es vivir sencillamente controlando
nuestra tecnología y encaminándola hacia unos buenos fines humanos y
medioambientales, el bien de la colectividad tiene prioridad sobre los
derechos de los individuos, por muy firmemente que deban medirse y
protegerse. El bien del individuo puede y debe concordar con el bien de
todos‖15.

V.- ¿Ha sido el humanismo un sistema manipulador, domesticador


del hombre?
Desde luego que no. Por lo menos no ha sido ese su propósito, aunque no
falten argumentos para malinterpretarlo y tacharlo, como lo han hecho
muchos en las últimas décadas, de manipulador e instrumento dócil en
manos de los poderosos.
Analicemos esta respuesta considerando algunos de los
―humanismos‖:

15
THIMASMA, o.c. p. 402-403

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Humanismo pedagógico
El humanismo en educación es sin lugar a dudas promotor de la cultura.
Cultura viene de "cultivo": un cultivo que confía en la capacidad de cada
hombre y respeta el fin al que, por naturaleza, está llamado. Un humanismo,
por tanto, que nada tiene de artificioso ni de manipulador, sino que, por el
contrario, colabora con la libertad personal. Cuando se reconoce que cada
hombre, precisamente por serlo, tiene un destino propio que debe cumplir,
la educación no lo mira como un posible instrumento de fines ajenos, sino
que le ayuda a descubrirlos y alcanzarlos por sí mismo. El objetivo de quien
asume la tarea educativa no es un bien ajeno al estudiante, sino el bien
propio y personal de éste. Y, a su vez, el medio no estriba en sustituir su
capacidad, sino en desarrollarla para que alcance tal meta con su propia
acción, y libremente. Acusar al humanismo educativo de ser amansador,
manipulador y domesticador puede significar no haber comprendido su
esencia transformadora de la persona.
Humanismo filosófico
Uno de los propósitos básicos de todo humanismo es la transfiguración de
una forma interior a otra, es decir, del advenimiento de un hombre nuevo.
Por eso la enseñanza de las ―humanidades‖ aun cuando haya dependido de
factores históricos, también ha sido la semilla del cambio para una nueva
concepción de hombre. En nuestra sociedad consumista e individualista, el
ideal humano ya no es el santo hebreo, el ser integral griego, el monje
contemplativo medieval, el artista u hombre práctico del Renacimiento o el
hombre enciclopédico del Iluminismo. Hoy en día lo que impera es una
imagen magnificada de un ―hombre exitoso‖ que ha sido generada a partir
de los grupos que controlan la política y la economía mundial. Uno de los
grandes retos del humanismo actual es desmitificar el espejismo del hombre

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materialista, acrítico, consumista, frívolo y egocéntrico. Un verdadero
humanismo no debe asumir el mito de que el desarrollo científico y material
hará mejor al hombre. El auténtico humanismo debe rastrearse en la
consideración de que el hombre de todos los tiempos ha buscado
autodesarrollarse como ser racional, intuitivo, volitivo, emocional, con
capacidad crítica, con espiritualidad, con disposición hacia lo estético, como
ser individual, familiar, social, practicando valores como la justicia, la paz, la
amistad, la compasión, el pluralismo, entre otros.
El humanismo significa una forma de pensar, sentir y actuar de
manera opuesta a todo aquello que disminuya al ser humano. Por eso
rechaza cualquier forma de instrumentalización –asumir al ser humano como
objeto de consumo o como medio para obtener un beneficio– y no como
persona con la dignidad y derechos que le son inherentes.
Humanismo ecológico
Ante problemáticas ecológicas, el hombre ya no puede ser alguien que,
mediante el método experimental, manipula caprichosamente la naturaleza.
Más bien debe asumirse como una parte interrelacionada con ella, tomando
conciencia de que el ambiente natural en donde vive es un ecosistema con
la tendencia generalizada a establecer vínculos de integración y cooperación
armoniosa. Las necesidades y los derechos del planeta son las necesidades y
los derechos de la persona, pues la salud y el bienestar individual dependen
del equilibrio planetario.
Humanismo político–económico
Resulta perentorio alcanzar una percepción integral de todos los seres en
donde el hombre pueda vivir de manera saludable, adaptando sus intereses
al medio y no el medio a sus intereses. Para ello se requiere de una
revolución en los ―paradigmas‖ existentes, los cuales promueven un mundo

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económicamente desigual: la persona que ―triunfa‖ lo hace aplastando o
explotando a los demás y no ayudando a éstos a subir conjuntamente la
cima. Por eso resulta fundamental un cambio en la forma de aprehender la
realidad, que permita reestructurar la posición que ocupa el ser humano en
el universo. Las transformaciones deben operarse en todos los ámbitos y,
principalmente, en las relaciones de convivencia social. Se trata de alcanzar
una nueva perspectiva de las cosas, una transmutación de nuestros
pensamientos y del modo de percibir el mundo y el hombre.
La política debe apartarse del paradigma maquiavélico que le extirpa
su contenido ético y más bien unirlos con vistas al bien común. Sin
embargo, las innovaciones políticas sólo pueden operarse si previamente
existe una conversión de los individuos. Los cambios significativos pueden
cristalizarse únicamente a nivel personal o de pequeños grupos. Resulta
imposible pretender hacer un mundo amoroso, no violento y fraternal, a
menos que uno mismo haya conseguido previamente ser amoroso, no
violento y fraternal. Los viejos ideales de amor y hermandad son un factor
crucial para nuestra supervivencia en todo el sentido de la palabra, pues,
como decía Teilhard de Chardin, el día en que el hombre reclame esa fuente
de energía, ―habrá descubierto el fuego por segunda vez‖. Debe llegar el
momento en que la vida entera de toda sociedad, los valores humanísticos
se conviertan en la ―infraestructura‖ (la armazón interior, el esqueleto) y,
sobre ella, y conformada por ella, se levante la ―superestructura‖, que
estaría integrada por el tejido económico, político, ético, jurídico y aun
cultural y religioso.

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VI. ¿Tiene, en realidad, futuro la postura humanista?
Para responder esta pregunta, y a manera de conclusiones de estas
reflexiones, recordemos que, según Paul Kurtz16, autor de varios libros sobre
el tema, ―el humanismo todavía tiene un brillante prospecto‖ y se basa para
esa afirmación en las que llama ―características fundamentales del nuevo
post moderno neo-humanismo y su relevancia para el futuro‖.

 El humanismo es una expresión filosófica o eupraxófica importante.


 Los valores del humanismo son significativos. Los humanistas
defienden el derecho a la privacidad, auto-determinación, libertad
moral, el derecho del individuo a tomar sus propias decisiones en
cuanto al amor y al sexo, familia y amigos, carrera y profesión,
gustos y deseos, ayuda médica, decisiones sobre vida y muerte -
consonantemente, por supuesto, con los derechos de los demás.

16
KURTZ, Paul. , BA. por la New York University; MA y PhD, Columbia University y profesor emérito
de filosofía en la State University of New York at Buffalo. Es fundador y presidente del Comité para
la Investigación Científica de las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP), el Consejo para el
Humanismo Secular, y Prometheus Books.
Ha sido copresidente de la Internacional Humanista y la Unión Etica (IHEU). Es miembro de la
Asociación Americana para el Adelanto de la Ciencia, y es laureado humanista y presidente de la
Academia Internacional de Humanismo, además de miembro honorario del Instituto Peruano de
Filosofía Aplicada.

Esta es una lista seleccionada de libros de Paul Kurtz.


1. The Courage to Become: The Virtues of Humanism (Praeger/Greenwood, 1997). Julio de
1997.
2. Forbidden Fruit: The Ethics of Humanism (Prometheus, 1987)..
3. Exuberance: An Affirmative Philosophy of Life (Prometheus, 1977)..
4. A Skeptic's Handbook of Parapsychology (Prometheus, 1985)..
5. In Defense of Secular Humanism (Prometheus, 1983)..
6. The Fullness of Life (horizonte Books y Prometheus, 1974).
7. The Humanist Alternative (Pemberton Books y Prometheus, 1973)..
8. Decision and the Condition of Man (Universidad de Washington, 1965)

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 El humanismo ofrece una teoría social significativa. De nuevo, esto
se abre paso en el mundo. Es la filosofía de la democracia y de la
sociedad abierta, política y económica, de tolerancia y respeto de
diferencias. Y esto está íntimamente ligado a los derechos
humanos. trasciende la relatividad cultural y ofrece principios
normativos generales de comportamiento.
 El humanismo ofrece una respuesta a la pregunta central acerca de
el sentido de la vida. Si el drama ortodoxo de la salvación divina y
de la inmortalidad del alma no tiene mérito probatorio, ¿cuál es la
alternativa? La actitud vital humanista ofrece una opción viable: la
buena vida de satisfacción creativa, felicidad y exhuberancia para
la persona individual. La existencia humana no tiene que estar
desprovista de ideales a seguir, planes significativos y proyectos
tenazmente perseguidos. El gran problema del humanismo en el
futuro, en todo caso, es elevar el nivel de los gustos y las
cualidades de apreciación, enriquecer la expresión cultural y
ofrecer oportunidades de educación para todos.
 Las genuinas posibilidades de cierto optimismo realista acerca de
las potencialidades humanas y su prospecto. En esta era
postmoderna hemos sido consistentemente esclarecidos en cuanto
a cualquier declaración de progreso ilimitado. No hay final para la
historia, sólo nuevos comienzos; y cada día es un reto que
enfrentamos de crear nuestro propio mundo, y de luchar por un
futuro mejor. Si no podemos construir una sociedad utópica, por lo
menos podemos mejorar la condición humana. Pero si lo hacemos,
no es por retirada en la desesperación pesimista, fortalecida por las
cassandras a nuestro alrededor, ni por ansiedad temerosa.

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Requiere la voluntad de expresar las virtudes humanistas
fundamentales de cognición y valentía, mezcladas con compasión,
y la resolución de entrar en el mundo y cambiarlo para bien. Si eso
es lo que vamos a hacer, necesitamos reencantarnos con los
ideales del humanismo, una Re-Ilustración. Necesitamos una nueva
Ilustración. Para aquellos que dicen que ello es imposible, Yo digo
que es posible, y ciertamente, la corriente de cultura del
humanismo se abre paso a pesar de sus críticos.

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