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TRABAJO DE AFECTO
DIRECTORA
ALBA JUDITH HERNANDEZ FLORES
Es habitual que la noción de afecto se utilice de manera más formal o distante que
el concepto de amor. No es lo mismo sentir afecto por alguien que amarle. Por otra
parte, no es frecuente decir que se ama a un objeto, mientras que tener afecto por
una cosa es más común: “No voy a regalar ningún juguete de mi infancia ya que les
tengo mucho afecto a todos”, “Yo sé que debería decirle lo que pienso, pero no
quiero lastimarlo ya que siento afecto por él”.
Por otro lado, existe la postura de Benedicto de Spinoza, un filósofo neerlandés del
siglo XVII, opuesta a la anterior en cuanto a los vínculos entre afecto, emociones,
cuerpo y mente. Según sus estudios, existían diversos afectos, que podemos
observar a continuación:
* el deseo: cuando una persona se determina a realizar una acción movido por una
afección que proviene de su propia esencia;
* la admiración: tiene lugar cuando el alma queda perpleja ante una imagen, dado
que no puede conectarla con otras;
* el odio: similar al amor, se conjuga una tristeza con una causa externa;
Por otra parte, se dice que una persona está afectada a algo cuando es destinada
a prestar sus servicios o ejercer funciones en una cierta dependencia: “Los
jugadores afectados a la concentración no pudieron pasear por la ciudad”, “Los
vecinos afectados decidieron llevar su protesta a los tribunales”.
Cuando se dice que una persona tiene afecto por otra es porque reiteradamente
tiene gestos y acciones que expresan cariño, estima, aprecio y cordialidad, pero
adicionalmente es porque la otra u otras personas también han demostrado ese
sentimiento para con aquella que siente afecto, es allí donde nacen esos
sentimientos de amistad, valoración y apego entre estas personas y las relaciones
que comparten.
Sin embargo, debe resaltarse que sentir afecto es diferente a amar a una persona,
ya que la primera frase hace referencia a que la persona siente un grado de cariño
o amistad por otra, mientras que la segunda tiene que ver con aquella persona que
siente amor y se siente apasionada por otra, lo que podría causar que hiciera
cualquier cosa por ella.
Sin embargo, existen teorías que lo contradicen como la hecha por el filósofo
Neerlandés Benedicto de Spinoza, mediante la cual explica que existen grandes
vínculos entre el afecto, las emociones, el cuerpo y la mente y que estos no se
distinguen según si el proceso es individual o colectivo.
El uso de la palabra afecto también tiene que ver con la obligación que tiene una
persona o varias de ejercer sus funciones o actividades en un sitio o lugar
específico, como es el caso de un equipo de fútbol concentrado previo a un partido,
del cual se puede decir que los jugadores afectados en la concentración no pueden
pasear ni ser interrumpidos durante su entrenamiento.
Afecto y afectar
Es importante saber que, aunque la palabra afectar es derivada del vocablo afecto,
estas son completamente contrarias y opuestas. La expresión afecto hace
referencia a una caricia, un gesto, una atención, un cuidado por la persona, un beso
y demostración de cariño, a su vez, el vocablo afectar a una persona se entiende
que es hacerle daño, perjudicarla, damnificarla, lo que los hace completamente
diferentes unos vocablos con el otro.
Psicología
Teoría de los afectos, busca organizar los afectos, atribuida al psicólogo Silban
Tonkín.
Depresión: Un sentimiento que le da a una persona por no recibir afecto por ya sea
otra persona o también por la pérdida de alguien querido, Ejemplos: Hugo es
rechazado por la chica que le gusta o también: Cándido pierde su memoria que
contenía información importante.
Los efectos psicológicos y físicos del afecto pueden ser también muy distintos en
quien lo da y en quien lo recibe.
Necesidad afectiva
Se considera al afecto como una necesidad humana, parte integral del desarrollo
de los infantes y de su paso por la vida.
El hecho de ejecutar las acciones para ayudar al otro se considera afecto, como
criar un niño o cuidar de un enfermo. Esto genera sensación de bienestar para quien
lo da y quien lo recibe. El afecto es emocional e intangible.
Los humanos necesitan dar y recibir afecto. Vienen predispuestos a ello porque la
necesidad de crear lazos es parte esencial de su desarrollo.
Pero la forma da dar y recibir afecto pueden variar de persona en persona, por
decisiones personales o convenios sociales.
El afecto no está restringido solo a los humanos y esto es uno de los argumentos a
favor de que al afecto es una necesidad primaria, porque se observa también en
animales.
Por ejemplo, los gorilas y chimpancés se sacan los piojos entre sí, lo que produce
un contacto físico que es considerado afecto.
Los gatos y demás felinos también acostumbran a acicalarse entre ellos. Esta es
una conducta natural entre las madres y sus crías que se extiende hasta la adultez,
cuando se acicalan entre sí y también a los humanos con quienes conviven.
Convenios sociales
Respecto del origen del mismo, el afecto siempre será el resultado de un proceso
de interacción social entre dos o más organismos y que se caracterizará por el
feedback, es decir, el afecto es algo que le puedo dar a la, o las personas que quiero
y estas apenas reciban mi demostración también pueden contestarlas y retribuirlas,
demostrándome que las recibieron y que ellos también sienten lo mismo.
Si bien no es tan determinante como el aire que respiramos y que nos permite seguir
formando parte de este mundo, el afecto es algo esencial para el ser humano, es
una necesidad intrínseca, puesta a la par de cualquier otra necesidad fisiológica o
espiritual y hasta por la cual, de ser necesario, cualquier ser humano luchará por
conservarla o por conseguirla.
Pero el afecto no es algo que fluye, se traslada y ya está, listo el pollo, sino muy por
el contrario, el afecto siempre requerirá del esfuerzo, o sea, capaz, no somos
conscientes del esfuerzo que constantemente hacemos cuando ayudamos al otro o
hacemos cosas para darle un mayor bienestar a su vida, pero sin dudas, el esfuerzo
está y es una parte esencial y sin la cual no habría afecto. Porque hasta la más
pequeña cosa que hagamos para demostrarle al otro nuestro afecto y que lo
queremos, como ser comprarle el chocolate que sabemos le gusta, implicará un
esfuerzo, por un lado, un esfuerzo económico y por el otro de tiempo y
desplazamiento hasta el lugar donde lo venden.
Para lo que uno puede ser una persona "fría", para otra persona puede ser todo lo
contrario. Es por ello que la afectividad tiene algo de subjetivo y que se valora desde
un punto de vista íntimo e individual. Lo que sí está claro es que todas las personas,
sean quienes sean y con la personalidad que tengan, necesita en algún momento
del día, del año o en su vida, afecto.
El afecto es una de las necesidades primarias y esenciales del ser humano que
involucra a una o más personas en un proceso social interactivo, ya que el afecto
es algo que fluye, que puede proporcionarse y a su vez recibirse. Suele confundirse
con la emoción, que es una respuesta interna a un estímulo exterior que describe el
estado de bienestar que sentimos, mientras que el afecto es algo que puede
brindarse a otro. Los estados emocionales se describen con expresiones de tipo
“me siento aburrido”, “siento enorme felicidad”, “siento una gran pena”; mientras que
los procesos afectivos se describen con expresiones referidas al dar y recibir, como
“me da serenidad”, “me brinda seguridad”, “le doy cariño”. No decimos “me da
sentimientos”, “me da emoción” porque las emociones se experimentan
personalmente, no se brindan ni se reciben. Contrariamente a lo que ocurre con las
emociones, el afecto puede acumularse o “almacenarse”, de modo que cuando
hacemos un viaje de placer o tomamos vacaciones decimos que “recargamos las
pilas”, en relación a la mejor predisposición con la que contamos para atender
nuestras actividades cotidianas, de trabajo, familiares, acerca de nuestros hijos o
clientes. Por lo que el afecto puede ser trasladado a otras personas en la medida
que lo desarrollamos en nuestro ser. También el afecto implica un esfuerzo que a
veces no es conocido por nuestra conciencia. Por ejemplo, cuando iniciamos una
relación amorosa, hacemos un esfuerzo por agradar y proporcionar bienestar al
otro. Del mismo modo cuando cuidamos a un enfermo brindamos nuestro afecto, o
cuando tratamos de comprender y ser empáticos con los problemas de otros
también realizamos un esfuerzo. Existen señales afectivas que se expresan a través
de comportamientos estereotipados que garantizan al otro su recepción: la sonrisa,
la mirada comprensiva, el saludo cordial, los gestos de aprobación, la actitud de
cooperación. Estas señales incentivan la reciprocidad en los intercambios afectivos,
ya que el receptor recibe una muestra de confianza de que puede contar con el otro,
lo que le hace experimentar una obligación de compensar el afecto recibido.
TIPOS DE AFECTO
El desprecio es la imaginación de alguna cosa que toca tan poco al alma, que el
alma misma, por la presencia de la cosa, es movida a imaginar lo que en la cosa
misma no existe, más bien que lo que en ella existe.
La propensión es una alegría acompañada por la idea de alguna cosa que es, por
accidente, causa de alegría.
La aversión es una tristeza acompañada por la idea de alguna cosa que es, por
accidente, causa de tristeza.
El miedo es una tristeza inconstante, nacida de la idea de una cosa futura o pretérita,
de cuyo suceso dudamos hasta cierto punto.
La seguridad es una alegría nacida de la idea de una cosa futura o pretérita acerca
de la cual ha desaparecido toda causa de duda.
El gozo es una alegría, acompañada por la idea de una cosa pretérita que sucedió
sin que se la esperase.
La gloria es una alegría acompañada por la idea de alguna acción nuestra que
imaginamos que los demás alaban.
La ira es un deseo que nos incita, por odio, a hacer mal a quien odiamos.
La venganza es un deseo que nos incita, por odio recíproco, a hacer mal a quien
afectado por igual afecto, nos ha inferido un daño.
El temor es un deseo de evitar un mal mayor, del que tenemos miedo, mediante otro
menor.
Agresivos: aquellos que se producen para guardar la rabia que se siente hacia otro.
Amorosos: los que están provocados por las ganas de escuchar al otro y hacerle
protagonista de lo que dice.
El Amor… el Amor…
Ese noble afecto que alimenta y engrandece tanto a quien lo recibe, como a quien
lo brinda.
El Amor, esa práctica que nos da la valentía para luchar por lo que queremos, por
lo que creemos, por lo que podemos, por lo que nos apasiona, por lo que le da
sentido a nuestra existencia.
El Amor, ese impulso motivador que nos lleva a Hacer para Ser.
El Amor, ese afecto que evolucionado, nos permite trabajar por nosotros mismos,
por los nuestros, por los otros y por la humanidad.
Parece inconcebible que un afecto tan grandioso se pueda acabar ¿verdad? Lo
cierto es que cuando no estamos conscientes, atentos, trabajando
permanentemente para que el amor evolucione; de repente nos hallamos
desconcertados preguntándonos:
¿Qué pasó? ¿No entiendo por qué se acabó el amor, si al comienzo todo era tan
bonito? ¿Por qué cambió tanto de un momento a otro? ¿En qué momento se acabó
el amor? ¿En qué momento todo acabó?
¿Tú qué crees, por qué se acaba el amor? Esta pregunta puede tener tantas
respuestas como modos de pensar existen.
Compartiré contigo una de las tantas posibles respuestas a esta crucial pregunta.
Para esto, tendré en cuenta lo que he aprehendido en el ejercicio de estudiar,
enseñar y practicar la Formación Afectiva.
mariposas enamoradas El Amor al igual que todos los Afectos, nace como Emoción.
Esto quiere decir que inicia siendo muy intenso y es el resultado de una fuerte
activación bioquímica. Es pura biología en acción. Es una fiesta de
neurotransmisores como la dopamina y norepinefrina, que estimulan la producción
de hormonas como la testosterona. Razón por la cual, experimentamos los efectos
del llamado amor romántico en el vínculo de pareja. Con síntomas como atención
sostenida en el objeto del deseo, pensamiento intrusivo, incremento del deseo
sexual, taquicardia, pérdida del apetito, etc.
En el vínculo con nuestros hijos, la naturaleza nos ayuda a experimentar ese intenso
apego durante los 4 primeros años aproximadamente. Después, todo dependerá
igualmente de las particularidades del vínculo.