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Gabriela Tovar

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Síntomas Psicóticos en niños sin el diagnóstico de Esquizofrenia

La esquizofrenia es un trastorno caracterizado por la presencia de dos o más

síntomas de psicosis, como son las alucinaciones, delirios, habla o conducta

desorganizada, catatonia, o síntomas negativos, durante el período de un mes, según

el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5) (American

Psychiatric Association, 2013; Allen & Pidano 2017). En las investigaciones

realizadas en población psiquiátrica adulta, el tener alucinaciones o delirios es

sinónimo de un trastorno psicótico, que se resulta un indicador clave para una

psicopatología y una prognosis desfavorable. Sin embargo, estos síntomas en niños y

adolescentes no son un criterio de diagnóstico tan significativo (Perera, 2011). Es por

esto que el diagnóstico de esquizofrenia en niños es especialmente difícil de

realizarse, puesto que los síntomas positivos que pueden presentar los niños, como las

alucinaciones, se presentan de igual manera en poblaciones de menores que no tienen

una enfermedad mental necesariamente (Driver, Gogtay, & Rapoport, 2013).

Tomando esto en cuenta, el fin de este trabajo es determinar hasta qué punto es

normal que los menores tengan síntomas de psicosis durante su desarrollo. Con esto

se desea poder diferenciar la enfermedad de lo que se encuentra común en la

población infantil, y se puedan identificar otros síntomas más que los de psicosis

como criterios para poder evaluar la esquizofrenia en niños.

Uno de los estudios más grandes que se han realizado para determinar la

prevalencia de síntomas psicóticos en la infancia y adolescencia es un meta-análisis

hecho Kelleher et al. en el 2012. Para esto, los autores ejecutaron una revisión

sistemática de toda la literatura publicada sobre la prevalencia de síntomas psicóticos


en población de menores de edad. Ellos encontraron literatura por medio de bases de

datos como son PubMed, Ovid, PsycINFO, EMBASE, etc. Los investigadores

hicieron búsquedas examinando los títulos y abstracts de los estudios para saber si es

que estaban dentro de los criterios de inclusión para ser útiles dentro del trabajo. Se

extrajo información y datos sobre los rangos de edad de los participantes de las

investigaciones, y las tasas reportadas de síntomas psicóticos. Los estudios que fueron

elegidos se dividieron en dos grupos de acuerdo a si los participantes tenían de 9 a 12

años, y de 13 a 18 años. El trabajo que se realizó a partir de esto fue al utilizar un

análisis de 19 papers encontrados.

A partir de esto, se hizo un resumen de los resultados y datos encontrados, por

lo que se analizó la media de la prevalencia de los dos grupos de edad. En cuanto a los

resultados, la prevalencia de síntomas fue de un 17% en la población de niños de 9 a

12 años, mientras que se vio un 7.5% para los adolescentes (13-18 años). A partir de

esto, la investigación cuenta con ciertas limitaciones. Los autores no pudieron realizar

una evaluación sobre el sesgo que los participantes pudieron haber tenido ante el

estudio. De igual modo, existía una diferencia grande entre los estudios individuales

de cada investigación, por lo que no se utilizaron los métodos adecuados para evaluar

sesgos de publicación.

Laurens et al. (2007) realizaron un estudio en donde se encontró que un 58.9%

de su muestra de 548 niños de la edad de 9 a 12 años habían experimentado al menos

una o más experiencias psicóticas en su vida. Para obtener los resultados, los

cuidadores y los niños llenaron unos cuestionaros para evaluar la presencia de

experiencias psicóticas en niños. Estas preguntas incluían 9 items que fueron

adaptados del Diagnostic Interview Schedule for Children, las cuales eran las

siguientes: 1) Algunas personas creen que otras pueden leer sus pensamientos,
¿Alguna vez otras personas leyeron tus pensamientos? 2) ¿Has creído alguna vez que

recibías mensajes especiales a través de la televisión?, 3) ¿Has pensado alguna vez

que alguien te estaba siguiendo o espiado?, 4)¿Alguna vez has escuchado voces que

otras personas no pueden escuchar?, 5) ¿Alguna vez sentiste que tu cuerpo había sido

cambiado de alguna forma que no podías entender?, (6) ¿Alguna vez has sentido que

estás bajo el control de algún poder especial?, (7) ¿Alguna vez has sabido lo que otra

persona estaba pensando, a pesar de que esa persona no estaba hablando?, (8) ¿Tienes

algún poder especial que otras personas no tienen? , y (9) ¿Alguna vez has visto algo

o a alguien que otras personas no pudieron ver?. Para responder a este cuestionario, el

niño y los cuidadores debían responder entre tres puntos: 0 - No es verdad, 1 - Algo

cierto, o 2 - Muy cierto. A los padres se es preguntaba también si es que alguna vez

estuvieron muy preocupados de que sus hijos estuvieron comportándose o pensando

de una forma bizarra. Al final los puntajes se sumaron para crear una puntuación de

Experiencias Psicóticas Totales, con un rango de 0-18 para niños, y 0-20 para

cuidadores.

Aparte del cuestionario, se realizaron entrevistas personales con un 13% de los

niños y padres participantes. Para determinar la consistencia del cuestionario se hizo

un análisis de Alfa de Cronbach, que dio de resultado α=0.82 para los niños y α= 0.73

para los cuidadores. Asimismo, se aplicó un análisis de Cohen’s Kappa para comparar

las respuestas entre los niños y los evaluadores, niños y sus padres, y los padres y los

evaluadores. Se encontró que los niños reportaban más experiencias psicóticas a

comparación de lo que sus padres reportaron. En cuanto a las limitaciones del estudio,

los autores dicen que los resultados pueden no ser tan representativos ya que "La

muestra fue extraída de un barrio socialmente desfavorecido con altas tasas de

esquizofrenia.” por lo que no puede ser tan generalizable. Las entrevistas que se
hicieron con los participantes fueron mínimas con respecto a la gran muestra que

tenían, y los investigadores expresan que las entrevistas no se hicieron al momento

exacto de haber finalizado el cuestionario, sino 7 meses después de haberlo tomado,

por lo que las respuestas de los padres no pudieron ser tomadas como válidas para el

estudio.

Welham et al. (2009) mostraron en su estudio cómo los participantes hombres

que mostraron alucionaciones auditivas a la edad de 14 años, tenían un riesgo elevado

de generar un trastorno psicótico a la edad de 21 años. Para esta investigación se hizo

un estudio de cohorte de nacimiento con una población de 3801 participantes. A los

participantes se los evaluaron desde el nacimiento, a los 5 años de edad, a los 14 y

finalmente a los 21 años. La información sobre la conducta de los niños fue evaluada

por las madres cuando ellos tenían 5 años, a través del Child Behavioural Checklist. A

los 14 años, era completado por los niños y las madres respectivamente, junto con el

Youth Self-Report. Los autores expresan que estas evaluaciones fueron de suma

relevancia para el estudio, ya que cubrían los síntomas psicóticos que podrían tener

los niños. En el seguimiento a los 21 años, los participantes debían completar la

evaluación de Composite International Diagnostic Interview, para saber si es que

cumplían con el criterio de esquizofrenia, trastorno psicótico, u otros.

En los resultados se determinó que, 4 personas de la muestra mostraban los

criterios de diagnóstico para esquizofrenia, 24 para trastorno psicótico breve, y 4 para

trastorno esquizofreniforme. A pesar de esto, los resultados de la investigación tiene

algunas variables de confusión. Por ejemplo, 32% de las personas diagnosticadas

expresaron utilizar cannabis a los 14 años. De igual manera, el estatus

socioeconómico de los padres, sus historias y la edad en donde eran analizados pudo

haber afectado los resultados. En cuanto a las limitaciones, los autores expresan que
lo que se encontró puede haber estado afectado por la muestra. Algunos participantes

decidieron no participar más, y por lo tanto los investigadores tuvieron una muestra

en donde los participantes era más probable que sean “hombres, tener madres más

jóvenes, provenir de familias con menores ingresos y tener al menos un padre que sea

migrante”.

Kelleher et al. (2008) llevaron a cabo un estudio en donde se tenía el objetivo

de examinar si es que los adolescentes con síntomas psicóticos habían experimentado

experiencias traumáticas previamente. Para esto se hicieron entrevistas psiquiátricas

con una muestra de 211 adolescentes de la edad de 12 a 15 años. En la entrevista se

les preguntaba si es que habían estado expuestos a abuso físico, sexual, violencia

doméstica o bullying. Se dividió en una grupo a los participantes que habían tenido

síntomas psicóticos con los que no. Para analizar los resultados se utilizó un test de

Chi Cuadrado para comparar las características sociodemográficas de los participantes

de los dos grupos. También se hizo un análisis de regresión para examinar la

asociación entre los síntomas psicóticos y los eventos a los que estuvieron expuestos

los adolescentes que se expresaron previamente.

Dentro de los resultados se halló que, 14 de los participantes reportaron haber

experimentado al unos un síntoma psicótico. De los que reportaron estos síntomas,

eran significativamente más probable que hayan sigo abusados físicamente durante su

infancia y haber presenciado violencia doméstica, además de haber sido identificados

como agresor y víctima. De los participantes, un 6.6% había experimentado

alucinaciones auditivas y visuales, y era más probable que fueran hombres. En cuanto

a las limitaciones de la investigación, la forma en la que se seleccionó la muestra de

adolescentes con síntomas psicóticos no fue sensible a estos síntomas, por lo que

pudieron haber pasado desapercibidos síntomas más leves que los participantes
pudieron tener. Al investigar sobre el abuso sexual, los autores definieron a estos

eventos de una forma “estrecha” y ambigua, por lo que se reportaron muy pocos

eventos de abuso sexual en el estudio. Este estudio tampoco podría ser generalizable a

una población puesto que el cohorte de uno de los dos grupos que se usaron estaba en

riesgo de tener un problema psiquiátrico. También los autores expresan que aunque la

muestra era grande, solamente pocos adolescentes presentaban los síntomas de interés

con las experiencias traumáticas de interés.

Un estudio realizado por Lataster et al. (2006) se propuso identificar la

asociación entre las experiencias sexuales no deseadas y el bullying escolar, junto con

la ideación delirante y alucinaciones en una población general de adolescentes de 14

años. Para medir si es que los participantes habían tenido experiencias psicóticas, se

creó un cuestionario que se derivó del Diagnostic Interview Schedule for Children

(DISC-C), este constaba de 5 preguntas. Para calcular el puntaje se dio un valor de 1

al tener al menos una respuesta positiva de Sí a la pregunta, y un valor de 0 al

responder todas las preguntas del cuestionario con un No. El bullying fue evaluado

con la pregunta, ¿Cuántas veces has sido víctima de bullying en este año?. Esta

pregunta fue calificada en una escala de 5 puntos (1=nunca, 2=una o dos veces, 3=una

o más veces por mes en promedio, 4=una vez por semana, 5=varias veces a la

semana). Para tomar al bullying como presente, se requería haber sido molestado una

vez a la semana o más. En cuanto al trauma sexual, se les preguntó “Alguna vez has

tenido una experiencia sexual desagradable?”, y para esto se calificó con respuestas

de Sí o No.

En los resultados se encontró que en un 5.8% de los sujetos, reportaron haber

experimentado bullying, y un 2.4% expresaron haber pasado por un trauma sexual. La

asociación entre estas dos variables no fue significativa. También se encontró que el
riesgo de tener síntomas psicóticos debido a bullying fue de un 40.5%, y en relación

al trauma sexual fue de un 53.3%. Para analizar estos resultados se usó un análisis de

regresión, siendo la variable dependiente los síntomas psicóticos y las independientes

ambas experiencias traumáticas. A partir de esto, se pueden encontrar varias

limitaciones en el estudio. Los autores expresan que tuvieron varios inconvenientes en

cuanto a la metodología utilizada. Uno de estos, fue que la evaluación en la entrevista

fue muy limitada. En el caso del trauma sexual, no se pedía detalles a los menores, ni

frecuencia ni severidad en cuanto a la experiencia. Lo mismo sucedió con las

experiencias psicóticas, en donde sólo se valuó con unas pocas preguntas sin tomar en

cuenta la severidad o qué tanto les afecto este evento. La presencia de la enfermera

pudo haber intimidado a los participantes para que no reporten si es que en realidad

habían experimentado traumas sexuales o bullying. También expresan que los sujetos

pudieron haber no reportado experiencias de psicosis puesto que, otras

investigaciones han determinado que las personas que han sufrido experiencias

traumáticas suelen evitar reportar la psicosis. Finalmente, los datos de los resultados

fueron recogidos de una forma transversal a partir del estudio, por lo que harían falta

estudios longitudinales para poder predecir a partir de lo que se ha encontrado.

Nishida et al. (2008) investigaron cuál era la prevalencia de experiencias

psicóticas, y la relación entre la severidad de estas experiencias y la prevalencia de un

estado de salud mental deficiente. Todo esto en la población de 4894 adolescentes

japoneses, con un promedio de edad de 13.3 años. Para evaluar las experiencias

psicóticas se utilizaron 4 ítems adaptados del Diagnostic Interview Schedule for

Children. Las respuestas que proporcionaron los sujetos se evaluaron en una escala de

tres puntos: No, Probablemente, y Definitivamente. Estas dos últimas tuvieron una

Una puntuación de 1, mientras que las respuesta de No, 0 puntos. Para la puntuación
total se agregaron todos los puntajes de 1, con un rango de 0 a 4. Para determinar si es

que la experiencia psicótica estaba presente, el puntaje debía ser mayor o igual a 1.

Para el análisis de los resultados se dividió a los sujetos en tres grupos, de acuerdo a

las respuestas que dieron. En cuanto a las estadísticas utilizadas para la investigación,

se realizó un análisis de regresión junto con todas las variables.

Los resultados demostraron que de la muestra, 746 estudiantes (15.2%)

reportaron al menos una experiencia psicótica, y de los que expresaron al menos una

probable o definitiva fue de 1805 (36.9%). Adicionalmente, los resultados de las

experiencias psicóticas se vieron altamente asociadas a una fuerte ansiedad en clase,

ideación suicida, acosar a otras personas, irritabilidad, problemas de sueño debido a

hipersensibilidad a sonidos, problemas de concentración debido a hipersensibilidad a

sonidos, tomar alcohol, usar drogas recreaciones, violencia doméstica, ser víctima de

acoso, y tener contacto recurrente con servicios médicos. En cuanto a las limitaciones

del estudio, los autores determinan que como la investigación se dio en estudiantes,

no se pudieron obtener respuestas de los sujetos que faltan a clase, y pueda que exista

mayor prevalencia en estos estudiantes que se encuentran frecuentemente ausentes de

clases. También el método por el que se obtuvieron los resultados fue un auto reporte,

por lo que los sujetos pudieron haber subestimado o sobrestimado sus respuestas, lo

cual sesgaría los datos obtenidos. Finalmente, como era un estudio transversal, no se

pudo determinar una relación de causa-efecto entre las experiencias psicóticas y otros

factores, como son los psicosociales mencionados anteriormente.

La investigación llevada a cabo por Schreier et al. (2009) se propuso

determinar si es que la victimización entre pares está asociada con el tener síntomas

psicóticos, todo esto en una muestra de 6437 niños de 12 años. Para obtener los datos,

psicólogos calificados evaluaron a los niños preguntándoles si es que alguna vez


habían experimentado alguno de estos síntomas psicóticos en los últimos 6 meses:

alucinaciones auditivas o visuales, delirios de ser espiado, capacidad grandiosa,

control sobre otros, y delirios extraños. Los ítems fueron evaluados como no

presentes, hay sospechosa, o definitivamente presentes. Para evaluar estos elementos

se derivaron 7 preguntas del National Institute of Mental Health Diagnostic Interview

Schedule for Children– IV, y 5 del Schedules for Clinical Assessment in

Neuropsychiatry version 2.0. La victimización por los pares fue analizada por los

reportes de los menores en una entrevista estructurada, y en un reporte hecho por los

padres y maestro.

Los resultados indican que en un 13.7% los niños presentaban síntomas

psicóticos en forma general; 11.5% tenían síntomas pero no ocurrieron mientras ellos

iban a dormir, levantarse, tenían fiebre, o al usar una sustancia; y un 5.6%

presentaban síntomas respectivos psicóticos en la entrevista. También encontraron

que el ser una víctima repetida de acoso de forma crónica y severa estaba asociado

fuertemente con síntomas psicóticos en la adolescencia temprana. Esta investigación

presenta ciertas limitaciones que hay que tomar en cuenta para revisar los resultados.

Los autores indican que los síntomas psicóticos fueron evaluados aproximadamente

de 3 a 9 años después de la evaluación de victimización por pares. La edad en donde

empezaron los síntomas no fue tomada en cuenta, ni tampoco si es que empezó antes

de que se diera el bullying. Adicionalmente, la muestras se redujo, puesto que varios

participantes dejaron el estudio, lo cual pudo haber producido confounding factors

que afectaran los resultados.

La última investigación que se tomará en cuenta para este escrito es la hecha

por Scott et al. (2008), en la cual encontró que en una muestra de 1261 adolescentes

de las edades de 13-17 años, ellos reportaban tener alucinaciones en un 8.4%. Los que
vivían en familias de padres solteros o familias mezcladas fueron más propensos a

informar alucinaciones que aquellos que viven con ambos padres biológicos. De igual

manera, las alusiones tuvieron una mayor prevalencia en adolescentes que tuvieron

puntajes altos en cuanto a síntomas de depresión, y fueron más reportados en

estudiantes que habían fumado cannabis más de 2 veces en el mes anterior a la

encuesta. Para la investigación se les pidió a los menores que llenaran un cuestionario

de autoreporte con dos preguntas relacionadas a alucinaciones, y otras que tenían que

ver con la depresión y el uso de marihuana. Sus padres también completaron el que

llenaran un cuestionario de autoreporte con dos preguntas relacionadas a

alucinaciones, y otras que tenían que ver con la depresión y el uso de marihuana. Sus

padres también completaron el Diagnostic Interview Schedule for Children (DISC-IV)

con el fin de analizar los síntomas de los niños.

Para determinar la presencia de alucinaciones, se evaluó utilizando el ítem 40

del Youth Self Report que expresa “Escucho sonidos o voces que otras personas

piensan que no existen”. Los sujetos podían responder entre Nunca, a veces o a

menudo. Si es que si habían experimentado esto, se proseguía a pedir una descripción

por escrito de esta experiencia. Para el análisis final solo se tomó en cuenta si es que

las alucinaciones estaban presentes o ausentes. El consumo de marihuana y alcohol se

evaluó utilizando información del Youth Risk Behavior Questionnaire. Se les

preguntó "¿Qué edad tenías cuando probaste marihuana por primera vez?" y las

respuestas fueron categorizadas en: Nunca, menor a los 15 o mayor o igual a los15.

Además se les preguntó "Durante los últimos 30 días, ¿Cuántas veces usaste

¿marihuana?”, siendo las posibles respuestas: ninguna, 1-2 veces, y 3 o más. Las

mismas preguntas se hicieron sobre el consumo de alcohol. En cuanto a las

limitaciones del estudio, los autores indican que debieron haber medido no solo
alucinaciones en la muestra, sino también delirios o síntomas negativos que podrían

presentar los menores. También expresan que hubiera sido preferible realizar una

entrevista clínica para identificar las alucinaciones o diagnosticas a los sujetos, sin

embargo, solamente se utilizaron auto reportes y cuestionarios llenados por los

padres.

En conclusión, los estudios determinan que una gran cantidad de niños y

adolescentes experimentas síntomas de psicosis a pesar de no haber sido

diagnosticados con esquizofrenia. Lo que resulta interesante es que, en varias de las

investigaciones que se resumieron, muchas indican que factores emocionales,

sociales, y hasta otras trastornos no psicóticos pueden ser la causa de que los menores

experimentes estos síntomas que son muy comunes en la esquizofrenia. Sin embargo,

aunque no se expresó en muchos de los estudios previamente expuestos, varios

determinaban que la presencia de síntomas psicóticos en la infancia resultaban un mal

pronóstico en el futuro para los menores. Si bien muchos de los niños pueden

presentar este tipo de síntomas, como psicólogos hay que tener mucho criterio y

cuidado al diagnosticar, sobretodo prevenir en casos como estos para que no termine

por desarrollarse en una enfermedad tan grave como es la esquizofrenia. De igual

manera, hay que manejar el diagnóstico de este último trastorno con mucho cuidado,

ya que como se vio en esta revisión, muchos niños pueden tener síntomas psicóticos y

no necesariamente esquizofrenia. Al basarse solamente en el criterio de alucinaciones

o delirios presentes, podríamos mal diagnosticar lo cual terminaría en desfavorecer y

hasta dañar a nuestros pacientes que son menores de edad.


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