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re VERONIQUE SALES Pa a) LOS HISTORIADORES Ce ae ae atl RUE Mme Tae aaa De DE eu ed ee Suh a aa ek carne Iliad eed Tu JULES MICHELET Hay que hacer hablar a Jos silencios de Ia historia, esos terribles calderones donde calla del todo. En su reciente biografia de Michelet, Paul Viallaneix ' diferencia tres apartados: «Jules», «Jules Michelet» y «Michelet». Ya mientras vivia, el historiador pertenecia a esa clase de hombres a quienes le sobra su nombre: «Michelet», como Voltaire o Hugo, es una institucién, casi un nombre comun. Un /ieu de mémoire de la Francia del siglo XIx, aun cuando la obra dirigida por Pierre Nora ha preferido recordar a Augustin Thierry, Lavisse o Vidal de La Blache. A pesar de que el publico no haya frecuentado mucho sus escritos, sabe de manera mds o menos confusa que Michelet es uno de los que han forjado con su obra el sentimiento de pertenecer a la patria francesa y hecho de la Revolucién el acontecimiento mayor en la historia de esa patria. El historiador es como esos padres poderosos, tumultuosos, que cayeron en el profetismo de 1848, m4s o menos calmados en el ocaso de su vida, y cuyos bustos parecen velar al de Mariana ?_ Pero el monumen- to nunca ha sido relegado en algun museo de glorias desechadas, a pesar de que su estatura oficial haya podido hacerle correr ese riesgo. Lo clasico parece volverse anodino, el creador surge, desconcierta, fascina. Porque Michelet es a la vez una vision y una lengua. Un hombre capaz de oir la voz de Francia, como lo hizo su heroina preferida, Juana. Y que la tutea, como tutea a los muertos. Dramaturgo y taumaturgo del pasado, subjetivo hasta el exceso, y, sin embargo, padre de una cierta idea de la historia de Francia y de su Revolucién. De su obra, plantada en la violenta belleza de las palabras y en el teatro de la humanidad, no sabriamos decir cuanto ha envejecido. ,Se escribe la historia de esa manera desde que Monod o Fustel sucedieron al viejo mago? Al mismo tiempo, {no tendria cosas que decir 1. P. Viallaneix, Michelet, les travaux et les jours 1798-1874, Gallimard, «Bibliothéque des Histoires», 1998. 2. N. de las T: Mariana es la encarnacién de la Republica Francesa; las primeras representaciones de una mujer con gorro frigio, alegoria de la Libertad y la Republica, aparecieron durante la Revolucién Francesa. 14 LOS HISTORIADORES ese hombre que uno imagina forjando sus frases en un «gueuloim 3 como Flaubert y que no se temié confesar que la historia es una cuesti6n de deseo y de piedad, una ciencia cuyo argumento de fondo es la muerte? EL TRAUMA REVOLUCIONARIO Y LA CURA DE LA HISTORIA La Francia de los afios 1815-1860 conocié una excepcional generacién de historiadores: Thierry, Mignet, Guizot, Michelet y Quinet, por citar sdlo a los principales *. Formaron con doble fuerza una generacion. Todos nacieron en un intervalo reducido, desde 1787 (Guizot) hasta 1803 (Quinet), Michelet es de 1798. Apuntaremos sobre todo que llegaron a la edad adulta al salir del tumulto napoleénico, y mucho después de una Revolucién que solamente sus padres pudieron conocer (hasta dejarse la vida, en el caso de los Guizot). Francia tuvo aqui una experiencia histérica sin precedente desde la utopia hasta la violencia extrema, desde la gloria europea a la muerte en masa. En 1815, una especie de silencio cayé sobre el pais que hablaba al mundo como un trueno: el ex soldado de Europa repara, «restaura» sus fuerzas; el chauvinismo vuelve a casa y recupera fuerzas. Pero el estruendo no habia hecho mas que desplazarse: ahora era rumor en casa de los trabajadores mal pagados que asediaban el campo, «historia oral» para Michelet que hizo alarde con raz6n de recurrir a esta fuente. La epopeya parlamentaria o guerrera, que habia abandonado la vida de la nacién, se introdujo en los libros de una generacién sin porvenir pero henchida de un pasado ardiente, doloroso y sobreexcitado. Los hijos de la Revocacién del Edicto de Nantes se habian abandonado al profetismo; los del nazismo pasaran al terrorismo de la extrema izquierda: en ambos casos, se trataba de trascender la insoportable traicién de los padres y de acomo- darse a la violencia de la historia, oponiéndole otra forma de violencia. La juventud de los afios 1820 se encontré en una postura cercana; la historia que no tuvieron tiempo de vivir, y que Viena y las Tullerias les prohibieron en lo sucesivo, iban a darle rienda suelta en sus libros, en busca de las dos ideas que hechizaron al pais durante veinticinco afios: la Revolucién yla Naci6n (pueblo o patria). Francia: Guizot, Sismondi, Augustin y Amédée Thierry, Michelet se interesaron por ella. Salvo Thierry y Guizot, todos los grandes consagraron una obra la Revolucién, a menudo una saga. Y podemos afiadir a su lista varios grandes éxitos de la época, Histoire 3. N. de Jas T: palabra inventada por Flaubert que describe asi sus investigaciones para buscar la armonjia de su texto. 4. Cf. Jean Walch, Les maitres de I’historre, 1815-1850, Paris, Ginebra, Champion, Slatkine, 1986. ne EER ae JULES MICHELET 15 parlementaire de Ja Révolution frangaise, de Buchez y Roux (a partir de 1833), Révolution francaise, Histoire de dix ans de Louis Blanc (a partir de 1841), o Histoire des Girondins, de Lamartine (1847). ‘ «La historia de la Revolucién sdlo ha sido escrita por sus contempora- neos. Ya es hora de que escritores pertenecientes a la generacién actual ¥ que no tengan respecto a la Revolucién sino un comin interés por la Justicia y por la libertad se conviertan finalmente en los historiadores de esa época memorable», escribid Thiers en 1823 ~, cuando entregé el primero de los seis volumenes de su Histoire de la Révolution frangaise . Michelet se situd en una sociedad de la que la historia viva parecia haber desertado, a pesar del «llamamiento» de las Tres gloriosas €n julio 1830, pero precisamente poseida por el deseo de historia. Tal fue el peso literario de la epopeya revolucionaria y napoleénica; produjo un Michelet, un Hugo, un Balzac, tres hombres de después. Michelet habria podido ser poeta, Hugo dio una Légende des siécles, donde la gran obra de Michelet podria haberse titulado Légende de Ja France a travers les siécles. Al reprocharle que ante todo fuera un escritor, Taine, en suma, pasé quizds de lado la verdadera naturaleza de los afios 1815-1848: Francia se encontraba en el dia después de alguna guerra de Troya o médica, era el tiempo de los aedos y de los dramaturgos, no el de los eruditos de gabinete. Un pariente de Michelet, diez afios menor que él, poeta y después historiador de los encamisados y de los cataros, Napoléon Peyrat, lo dijo muy claro, precisamente a propésito del maestro: «La historia es la epopeya de las edades civilizadas, como la epopeya es la historia de los tiempos barbaros. La historia es la gran poesia de nuestro siglo, la verdadera musa de la Francia moderna. jQue ficciones podrian jamas igualar la majestad de nuestros anales! Después de la Revolucion y de las guerras del Imperio que trasformaron tan profundamen- te la vieja Europa, vimos aparecer, como para contarnos estos maravillosos acontecimientos, una escuela de historiadores j6venes» 7 De la historia de Michelet, escribié en aquel mismo momento Taine, «quizds, dentro de cincuenta afios cuando queramos definirla, diremos que es la epopeya lirica de Francia». El critico afiade: «Se dice que hoy en dia hay tres poetas en Francia [Musset, Lamartine y Hugo]: éste es el cuarto y su prosa, por arte y talento, vale sus versos» 8. Michelet no se libré del ataque: si Taine le 5. Citado por Marcel Gauchet en Philosophie des sciences historiques. Le moment romantique, Seuil, «Points», 2002, pag. 128. 7 6 N de /as t.:existe trad. esp.: Historia de /a revolucién francesa, Valencia, 1898-1900 1982. y i 7 7. Primeras lineas de la resefia de Histoire de France au Xvi" siécle, Builetin de ja Société de I’Histoire du Protestantisme Frangais, 1857, pag. 232. 8. Los articulos de Taine sobre Michelet se publicaron en 1855 y 1856 en la Revue de J Instruction publique, y se integraron en los Essais de critique et d'Histoire, Hachette, tercera edicién, 1898, pags.97-154.

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