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MOMMSEN, Wolfgang – La Época del Imperialismo

En efecto, la lucha por un orden constitucional y social nuevo dominaba la política europea
dominaba la política en el siglo posterior a la Revolución Francesa. En todos los estados de Europa
el liberalismo, apoyado por la burguesía ascendiente, dirigía su ataque contra el orden monárquico
establecido y con ello contra el predominio fosilizado social y político de las clases aristocráticas.
Su programa incluia la garantía de los derechos humanos y civiles, la participación de la nación en
la vida política dentro del marco constitucional, la libertad de acción de cada individuo en la
economía y en la sociedad y la máxima limitación de la intervención del estado.

El liberalismo era atacado por los conservadores como una doctrina errónea y peligrosa, que tenía
que conducir a la desintegración del orden social.

En el ascenso de la clase trabajadora se anunciaba una nueva fuerza política, poniendo en tela de
juicio la misión “natural” de la burguesía a la cabeza del Estado y de la sociedad. En consecuencia,
el liberalismo concentro sus energías en la defensa de las posiciones políticas y sociales
conquistadas.

La debilitación del empuje liberal en los últimos decenios anteriores a 1914 se hizo patente en
todos los países europeos, aunque de acuerdo con las diferentes situaciones políticas, de forma
muy diversa. En este proceso fue decisiva la creciente discordia en las propias filas sobre la
cuestión de si era más oportuno limitarse a defender los principios de la formal igualdad de
derechos de todos los ciudadanos en el marco de un sistema constitucional de tipo más o menos
oligárquico, o si, por el contrario, era necesario colocarse a la cabeza del movimiento progresista,
que propugnaba amplias reformas sociales y la completa modernización del Estado.

Hacia 1890 las fuerzas conservadoras aún ocupaban importantes posiciones de poder en la
mayoría de los Estados europeos. Los argumentos tradicionales de la ideología conservadora,
especialmente su insistencia sobre el origen Divino del orden social y político establecido y la
legitimidad exclusiva del derecho tradicional estaban perdiendo su fuerza de convicción en una
época de secularización de todas las relaciones vitales y de creciente legislación estatal.

El imperialismo europeo de la época entre 1885-1914 se interpreta como una forma extrema del
pensamiento nacionalista. La empresa de llevar el cristianismo a los pueblos de África y Asia
justifico demasiadas veces la ocupación imperialista de territorios ultramarinos. La agitación
política de la época repite una y otra vez que hay que abrir en ultramar nuevos mercados y nuevos
campos lucrativos de inversión a la propia economía y al propio capital, si se quiere evitar el
estacionamiento progresivo de toda la economía nacional.

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