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CONTENIDO

I. Preámbulo 3

II. Nodos problematizadores 6

III. El ciudadano que queremos 9

IV. Principios rectores y


pilares institucionales 10

V. Ejes de acción 14

VI. Metodología: Las comunidades


de aprendizaje en y para la vida 23

Referencias 26
I. Preámbulo

Hacer comunidad significa compartir pensamientos, ideas y acciones en


favor de la mejora de la calidad de vida de los individuos que la conforman,
condición que ha posibilitado el desarrollo humano a lo largo de la historia.

La educación entonces, como proceso de socialización, se logra a través de la


comunidad dialogante como un método para el logro de cualquier aspiración
humana. De hecho, la educación es una relación por sí misma, un encuentro de
seres humanos como condición sine qua non para existir.

Refundar Jalisco implica pensar a profundidad


la trascendencia de la educación y recuperar
su sentido social para re-crearla desde una
perspectiva humanista. De ahí que el sentido
de comunidad resulte fundamental en el
ámbito educativo, pues se considera la visión
y el quehacer de cada uno de los actores
sociales que participan en el proceso de pensar,
dialogar, actuar y vivir juntos en la paz social
que queremos.

La formación del ciudadano es responsabilidad de las instituciones que


lo acogen individual y colectivamente, como son la familia, la escuela
y el estado. El contexto actual, convulsionado y fragmentado por el
desgarramiento del tejido social nos presenta el reto de hacer realidad una
educación inclusiva y de calidad, y este es un imperativo que sólo podemos
asumir colectivamente.

En este sentido, reconocemos que para lograr un proceso transformador


se requiere del diálogo, de la autonomía responsable, de la colegialidad,
del profesionalismo, del espíritu de servicio y del trabajo innovador y con
compromiso social en comunidad.

Por tanto, es necesario pensar nuevas rutas de acción que hagan posible
transitar en la construcción de la refundación del estado corresponsable
y participativo que queremos, y así avanzar hacia la consolidación de una
educación integral, como lo contempla el artículo tercero de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos.

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Sirva pues este documento como un horizonte,
un ejercicio vivo y en movimiento constante que
se tejerá con la realidad y que será apuntalado a
través del diálogo permanente con la sociedad
jalisciense y cada uno de los actores educativos,
conscientes de que refundar el sentido humano
es un reto que no se puede asumir en islas
institucionales, sino desde una comunidad que
argumenta y propone.

El proceso de refundación de Jalisco requiere dar


cuerpo a un proyecto educativo que posibilite
a cada comunidad educativa desarrollarse de
manera integral, movilizar sus habilidades para
transformar su realidad y fortalecer su sentido
de pertenencia como una base que garantice
su compromiso social y su participación libre,
solidaria y propositiva.

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II. Nodos problematizadores

El sello distintivo de esta gestión será


implementar nuevas rutas para mejorar la
calidad de la educación, la inclusión, y por
ende, la calidad de vida de la población, a
partir del diálogo con las políticas educativas
nacionales e internacionales que permitan la
educación en y para la vida.

Este proyecto educativo se apuntala en siete ejes de acción, diseñados con


base en la identificación de siete nodos problematizadores que persisten en
los diversos diagnósticos1 y análisis de la realidad.

Dichos nodos enmarcan las necesidades actuales de la educación en Jalisco y


permiten interpelar la realidad a través del diseño de acciones concretas para
fortalecer las identidades y el tejido social, así como atender las aspiraciones
que correspondan al medio ambiente, a la gente y a las características de este
tiempo, que contribuyan a la re-creación de la educación en el estado.

1
Jalisco a futuro. Cesjal-UDG (2012). Jalisco Educado Mexicanos Primero. (20 17) Diez proble-
mas de la Población en Jalisco. COEPO, Gobierno de Jalisco (2011). Méxicos Posibles (2018)

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La formación integral de los alumnos y la consolidación de comunidades.
El individuo -garante de la construcción y transformación del tejido
social-, requiere ser formado como un ser único en todas sus dimensiones
constitutivas: emocionales, afectivas, cognitivas, volitivas, espirituales y
corporales. El diseño curricular tiene su base en este postulado integral, pero
la experiencia expresa la dificultad de concretarlo en la vida cotidiana, por lo
que esta aspiración debe fortalecerse de manera constante y permanente. No
se puede concebir un ser humano de cabeza y cuerpo grande, pero de corazón
pequeño. Para transformar el tejido social se necesitan seres humanos
integrados, armónicos y equilibrados.

La calidad de vida y educativa. Por influencias mundiales la calidad educativa


ha sido concebida como el logro de indicadores de eficiencia, eficacia,
pertinencia y relevancia, por lo que el diseño de las políticas educativas se
ha centrado en este orden. Sin embargo, además de reconocer la necesidad
de mejorar esos resultados, la concepción de la calidad debe de incluir
otros parámetros de calidad que respondan a referentes humanistas como
la dignidad, la solidaridad y la justicia social. Repensar este paradigma abre
la veta para evaluar la calidad educativa desde dimensiones de proyección
social, inclusión, mejora continua y bienestar para el individuo y la sociedad.

La función docente requiere ser reconocida en su dimensión e importancia.


El contexto social y las condiciones institucionales han provocado que el
trabajo magisterial y la vocación docente sean infravalorados. La falta
del reconocimiento social hacia los maestros y la excesiva carga de trabajo,
principalmente administrativo, que se les ha impuesto en los últimos años, ha
generado estados emocionales de tensión y desaliento que interfieren en su
desempeño y en su realización profesional.

La corresponsabilidad de los diferentes actores. La corresponsabilidad


que debería existir entre directivos, docentes, equipos de apoyo (cuando
se cuenta con ellos) y padres de familia está claramente definida en los
documentos institucionales, sin embargo, en la vida escolar el sistema de
prácticas institucionalizadas no favorece el desarrollo de habilidades para la
colaboración entre las partes. Esto repercute en la falta de reconocimiento
del otro, dificulta el trabajo colaborativo y deriva en prácticas aisladas y
de simulación que desgastan a los distintos actores, en lugar de fortalecer
su desempeño personal y su significación institucional y comunitaria. Por
tanto, urge intervenir para favorecer y renovar el trabajo colaborativo en las
prácticas educativas cotidianas.

La prioridad del trabajo pedagógico frente a las funciones administrativas


de los directivos y de los docentes. El sistema de organización institucional
ha propiciado prácticas y estilos de supervisión y de operación que, en
lugar de centrarse en el trabajo pedagógico, se han centrado en el trabajo
administrativo. La gestión directiva y el trabajo docente están cargados
de documentación excesiva y llenado de formatos de nula utilidad para el
quehacer pedagógico. Repensar esta actividad supone la revisión de las cargas
administrativas, centrando la mirada en el trabajo pedagógico que recupere
el sentido vital de la actividad directiva y docente, a la vez que desarrolle y
potencie las habilidades personales y profesionales de los maestros para la
mejora de su práctica formadora de ciudadanos.

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Las condiciones de infraestructura y equipamiento de las instituciones
educativas. A pesar de los esfuerzos realizados por el estado y la federación,
aún existen instituciones educativas en inmuebles poco adecuados,
con instalaciones que limitan la inclusión, carentes de conectividad y de
equipamiento de calidad que permita prácticas educativas innovadoras
y apropiadas para los alumnos, así como para potenciar los procesos de
aprendizaje. Una infraestructura cuyo mantenimiento no es permanente
y donde el desgaste de bienes muebles e inmuebles avanza más rápido
que su atención y renovación oportuna, pone de manifiesto la urgencia de
volver la mirada a la actualización, prevención del mantenimiento y/o a la
construcción de infraestructura en función de las necesidades pedagógicas
y de aprendizaje de todo tipo de alumnos. Por otra parte, la infraestructura
de interconectividad educativa de alta calidad aún no logra democratizar
el acceso al conocimiento científico, técnico y de información social y no
es todavía una herramienta para los aprendizajes digitales, lo cual hace
indispensable garantizar una infraestructura de conectividad permanente
en función de las acciones educativas.

La relación y articulación entre los diferentes niveles educativos y sectores.


La desvinculación y desarticulación que existe entre los niveles de educación
básica, media superior y superior, así como entre los actores y programas
sociales en Jalisco, origina diversos problemas de organización interna que
obstaculizan una operación eficiente y eficaz en la mayoría de los ámbitos
para la atención social, particularmente en la educación, en la salud y en
la cultura. Esta desarticulación entre protagonistas, sectores y programas
sociales complejiza la función sustantiva de la educación y diluye los
esfuerzos que pueden potenciar los resultados favorables esperados. Por
ello, es necesario que los programas sectoriales sean aliados coadyuvantes
entre sí y con los diferentes programas educativos.

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III. El ciudadano que queremos
Ante estos problemas que interpelan la reflexión se hace indispensable
señalar las características del ciudadano que se quiere formar desde el
ámbito educativo:

1. Un ciudadano que respete y dignifique la vida de todo ente


biológico y que promueva la sustentabilidad.

2. Que ame a su familia, a su municipio, a su estado y a su país, y


se comprometa con ellos mediante el cumplimiento de sus
responsabilidades individuales y comunitarias.

3. Que aprenda activamente y aplique de manera transversal sus


conocimientos en la solución de los problemas de su entorno.

4. Que piense de manera científica y crítica ante los fenómenos


sociales y naturales, y que utilice las herramientas tecnológicas
en su aprendizaje.

5. Que reconozca sus propias capacidades y las de los otros, como


seres productores de sentido.

6. Que desarrolle capacidades de liderazgo y emprendimiento


orientadas al beneficio de su comunidad.

7. Que aprecie el arte y la cultura, y los reconozca como expresiones


que dan sentido a la vida.

8. Que tome decisiones de manera autónoma y con sentido de


responsabilidad con otros en acciones transformadoras hacia los
retos que se plantea con base en el bien común.

9. Que renueve la disposición a la mejora continua de los procesos y


resultados en pro de la dignificación de la vida humana.

9
IV. Principios rectores y
pilares institucionales
La calidad educativa, la inclusión y la educación en y para la vida como ejes de
la educación en Jalisco estarán guiados por los principios transversales de esta
propuesta: innovación, corresponsabilidad social, autonomía responsable y
transparencia, que serán vida en las comunidades de aprendizaje en y para
la vida.

Los principios rectores son transversales a todo el proyecto educativo y


guía de actuación para las comunidades de aprendizaje en y para la vida.
Éstos permiten convertir lo que se hace en una experiencia de aprendizaje
y en cuanto que son elementos articuladores, tienen una visión compartida
e impactan en cada realidad. Son los que marcan la política de acción
para lograr el propósito de consolidar las CAV en cada escuela y, como
referentes, permiten la toma de decisiones. Cuatro son los principios
interrelacionados que enmarcan la vida en cada CAV:

Innovación

Este principio ayuda a recuperar la historia, la experiencia y los aprendizajes


con los que ya cuenta cada CAV con el propósito de recrearlos y renovarlos.
Con esta base es posible recrear prácticas de gestión educativa o pedagógica,
o procesos nuevos que favorezcan a la comunidad y por ende a la sociedad.
El punto de partida es la experiencia de cada integrante de y sus procesos de

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sistematización de la experiencia que genera nuevos conocimientos, nuevos
aprendizajes, así como soluciones creativas a los problemas que enfrenta
la comunidad.

La innovación permite recrear la educación en un ejercicio permanente.


Este punto de partida es la apuesta que permite tomar decisiones en
diálogo porque se piensa constantemente a sí misma.

Autonomía responsable

Una CAV gesta las condiciones de confianza para que cada individuo sea
capaz de asumir las responsabilidades que se toman en colectivo así como
las consecuencias de lo que esto conlleva en el marco de la responsabilidad
social al enfrentar el dilema ético, concibiendo que la responsabilidad implica
la participación autónoma de la persona. La libertad en la toma de decisiones
brinda la autonomía responsable en relación con la corresponsabilidad social.

La autonomía responsable posibilita responder al contexto inmediato, lo


cual implica flexibilizar la norma en función de un mayor logro, por lo que
la decisión y la actuación deberá estar vinculada con el beneficio mayor.
La oportunidad de este principio rector permite caer en cuenta de que el
conocimiento aplicado o transferido se transforma en aprendizaje. Implica
una reingeniería académica que incluye la autonomía responsable.

Implica también el ejercicio profesional comprometido y transparente de


funcionarios, directivos y docentes en la realización de sus respectivas tareas.

Corresponsabilidad social

Este principio implica ser responsable desde una ética del cuidado,
reconociendo que el actuar o no actuar impacta en otros. Es social porque
aspira a la mejora de las problemáticas sociales. La corresponsabilidad implica,
pues, la toma de decisiones enmarcadas en criterios de actuación; es entender
que todos han de cumplir con lo que les corresponde en función del beneficio
colectivo y reconocer que lo que el sujeto hace o deja de hacer afecta a la
comunidad, al sistema y al país. La comprensión de una corresponsabilidad
social asume de forma consciente y comprometida el respeto a la autonomía
responsable y la responsabilidad compartida.

Una CAV que parte de la corresponsabilidad social como su esencia, promueve


la construcción de nuevas formas de interactuar con el otro en un pensar
colectivo. La educación como transformadora de la sociedad no es posible si
no se forma en consolidación de colectivos que asumen su responsabilidad
hacia el bien común al compartir el conocimiento.

La sustentabilidad desde un enfoque integral de la educación presenta los


cuatro pilares de la educación descritos por Delors (1999): aprender a vivir
juntos, aprender a ser, aprender a conocer y aprender a hacer. Estos pilares
brindan la base del aprendizaje en y para la vida, por integrar conocimientos
duraderos. Así, este tipo de educación integra la educación para la ciudadanía
que implica preparar a las personas para actuar de manera responsable, activa
y crítica ante los desafíos que presenta la sociedad.

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Una CAV promueve vínculos con la comunidad donde está inserta la escuela,
a la vez que diseñan y desarrollan proyectos, en donde los participantes se
responsabilizan de su vida en relación con la comunidad. Así, la educación
integral para la ciudadanía abarca el cuidado de la salud y el medio ambiente,
el deporte y las artes.

Transparencia

La transparencia de una CAV implica compartirse en un marco de respeto y


confianza, así como abrir el grado de exposición de los aprendizajes y de los
conocimientos generados por la misma comunidad. Compartir abiertamente
lo que se hace y lo que no se hace, cómo se actúa, cómo se interactúa, cómo
se renueva, cómo innova, cómo genera conocimiento, cómo se organiza, cómo
rinde cuentas y, también, las razones por las que se actúa en un sentido u otro.
Si cuenta con procesos de sistematización y evaluación sólidos, cada CAV
podrá conocer sus áreas de oportunidad y compartir con transparencia sus
logros, sus limitaciones y sus retos.

La transparencia invita a sumar esfuerzos de una comunidad que está abierta


para construir juntos y posibilitar a unos y a otros la oportunidad de conocer
y aportar en un espacio social que permite aprender con todos y para todos.

Pilares institucionales para la


conducción de la política educativa

Los principios profesionales en los que se conduce la política educativa, se


conducirán a partir de cuatro ejes transversales, que en su conjunto nos
permiten ofrecer un mejor servicio como institución, como servidores públicos
y como responsables de velar por la eficiencia en el servicio educativo.

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Colegialidad: Como característica clave del trabajo de la Secretaría en la toma
de decisiones y operación de los programas, intencionando el diálogo como
una vía para ello y en la medida de lo posible a través del consenso.

Compromiso institucional: Asumiendo que todas las decisiones y acciones


realizadas por los sujetos que integran la Secretaría se caracterizan por tener
como referente la responsabilidad con el logro de los objetivos y finalidades
planteadas en la política de desarrollo estatal, teniendo como prioridad el
beneficio institucional antes que el personal.

Espíritu de servicio: El equipo que integra de la Secretaría tiene el compromiso


de brindar al ciudadano y a sus compañeros de trabajo un trato humano y
cercano, que favorezca la atención y resolución de los problemas o casos que
se les presentan.

Profesionalismo: El trabajo de la Secretaría se deberá distinguir por el


enfoque hacia la innovación y la mejora continua, que al vincularse con el
compromiso institucional y el espíritu de servicio se traducirá en acciones
pertinentes, responsables con su cargo, desde una ética del cuidado y en
busca del bien común.

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V. Ejes de acción

Este breve contexto situacional que dibuja la realidad de los principales


problemas de la educación en Jalisco exige no solamente creatividad, sino
una visión para plantear soluciones distintas a las ya transitadas que han
demostrado no ser pertinentes.

En este sentido, a partir de los siete nodos problematizadores planteados,


el Gobierno del Estado define para el sector educativo tres ejes de acción
sustantiva: Educación de Calidad, Educación con y para todos y Educación en y
para la vida, y cuatro ejes de acción estratégica: Dignificación y revaloración de
todos los actores educativos, Reingeniería administrativa, Infraestructura óptima y
Sistema articulado, para que se cumplan los ejes sustantivos.

Los tres ejes de acción sustantiva se consideran prioritarios e ineludibles, en


tanto que trazan la ruta para el sector educativo desde su ámbito definitorio
y hacen posible la recuperación de los principios fundamentales del ejercicio
social educativo.

Educación de calidad

La concepción de este eje abre un debate sobre los conceptos, procesos e


instrumentos de planeación y evaluación de la calidad educativa en Jalisco.

La formación en un primer momento y la consolidación posterior de las


comunidades de aprendizaje en y para la vida será un elemento constitutivo
y un referente para la evaluación de la calidad misma. Por ello, no se simplifica

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el concepto y se considera desde un paradigma crítico y humanista, pues ahí
radica la oportunidad de que en Jalisco se diseñen e implementen significados
alternativos de la calidad educativa con indicadores que midan el impacto
y el proceso de una comunidad de aprendizaje en y para la vida (Rodríguez,
2010). En este sentido, Sander (1996) advierte que para construir un
significado diferente primero hay que rescatar el concepto de la educación
como “instancia de construcción y distribución de conocimiento socialmente
válido y culturalmente relevante para la ciudadanía” (p.6). Por tanto, construir
una noción distinta de calidad educativa demanda un mayor involucramiento
de los ciudadanos, sobre todo de aquellos que participan directamente en la
formación integral de los estudiantes.

Uno de los atributos que la UNESCO (2015) define en la educación es la


calidad. El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (2006) define
la calidad del sistema educativo como “la cualidad que resulta de la integración
de las dimensiones de pertinencia, relevancia, eficacia interna, eficacia externa,
impacto, suficiencia, eficiencia y equidad”. Esta definición da cuenta de un
concepto complejo y en constante evolución. La misma UNESCO (2015) precisa
que “El aprendizaje de calidad no es sólo esencial para satisfacer las necesidades
básicas de la población, sino que también resulta indispensable para fomentar
las condiciones que hacen posible la paz y el desarrollo sostenible en el mundo”.
En este sentido puede hablarse de una educación de calidad siempre y cuando
mejore la calidad de vida de la comunidad.

La concepción de la calidad educativa de la UNESCO y del Instituto Nacio-


nal para la Evaluación Educativa, así como las evaluaciones centradas en sus
componentes, procesos y resultados seguirán siendo un referente comple-
mentario para Jalisco, más no limitativo, al plantear nuevos indicadores que
permitan evaluar la calidad de los procesos de las comunidades de apren-
dizaje e incorporar a la evaluación otros aprendizajes, como las habilidades
blandas o no cognitivas (Pizarro, 2015). Una nueva forma de evaluación de
la calidad educativa sería el grado de concreción de los principios trans-
versales (Innovación, corresponsabilidad social, autonomía responsable
y transparencia) en las comunidades escolares en una lógica de mejora
constante en un sistema educativo cuya tendencia es hacia la calidad en un
amplio sentido humanista.

Por tanto, la educación es asumida como un derecho básico de los ciudadanos


para el desarrollo de una sociedad sustentable, incluyente y justa (UNESCO,
2015). Esta idea impulsa la calidad e inclusión a lo largo de la vida que em-
podera a los ciudadanos como actores sociales para la transformación social.
La calidad educativa mejora por sí misma la calidad de vida de la comunidad
y supone que los saberes y las acciones de los actores educativos solamente
pueden ser evaluados en relación con su vinculación e impacto de mejora de
la vida situada y contextuada. En consecuencia, el aprendizaje y la enseñanza
se constituyen como un binomio de aprendizaje y enseñanza vital.

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Educación con todos y para todos

Una de las acciones sustantivas en este proyecto es atender a la diversidad


de realidades en cada región, en cada localidad y en cada comunidad de
aprendizaje para la vida, y a los matices de cada universo sin fragmentar
sus identidades, dialogar en la diversidad para ser comunidad, a través
de un diálogo profundo y respetuoso. Cultivar la historia de las personas
en un espacio y tiempo común, para recuperar el sentido humano y formar
comunidades solidarias.

Las instituciones y organizaciones sociales educativas (escuelas, centros


de capacitación, espacios formativos comunitarios y sistemas educativos)
reconocen que sus actividades son parte de la multiplicidad y riqueza de
opciones educativas cuyas prácticas generan un proceso de creación y
recreación de actos formativos en la sociedad. Estos actos se constituyen
en su objeto de trabajo, por lo que han de ser recuperados, reconocidos,
analizados y mejorados por las instituciones para retornarlos a sus creadores
originales con una perspectiva de mejora continua y aplicabilidad que aporte
a la sociedad.

La renovación del proceso educativo no puede surgir solamente de las


instituciones especializadas para ser ofrecida a sus integrantes como una
panacea al alcance de todos (educación para todos), sino como una acción que
reconoce el ejercicio que se rige por la costumbre de prácticas educativas de
diverso tipo (sean rígidas, flexibles, pertinentes, “inapropiadas”, primitivas o
visionarias) que tienen las instituciones, las organizaciones y los individuos.
Esta base impulsa en la comunidad la asunción de compromisos de mejora
continua y la generación de visiones y prácticas educativas formales y no
formales con todos los miembros de la comunidad y para todos los individuos
de la sociedad.

La educación con todos y para todos supone una base epistemológica de


aprendizajes comunitarios e incluyentes. El estado garantiza el acceso de
todos sus habitantes a las instituciones de educación formal, pero también
reconoce los aprendizajes no formales adquiridos fuera de ellas, de manera
que se abre a este reconocimiento comunitariamente válido.
Un ejercicio en tal sentido renueva la visión sobre la conducción para el
mejoramiento social, porque al aceptar los conocimientos de los grupos
y de los individuos se hacen visibles las áreas de impacto social, político,
económico y cultural de la educación, es decir, la mejora del entorno, el
sentido de ciudadanía, el compromiso transformador y el desarrollo humano
mediante la cultura y las artes.

Participar comunitariamente en la recuperación de las prácticas educativas


formales e informales para aprender juntos, es una actividad constante
que enriquece el cuerpo de pedagogías y didácticas tanto de los planteles
escolares como de las diversas organizaciones educativas mediante el
ejercicio metacognitivo de las comunidades de aprendizaje que la conforman.

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Educación en y para la vida

Este eje tiene la visión de formación integral para preparar a los aprendices
como ciudadanos activos, críticos y creativos para enfrentar las problemáticas
de su entorno local y global. Éste enfatiza los valores humanistas de democracia,
solidaridad, colaboración, compromiso y corresponsabilidad que favorecen
la reconstrucción del tejido social en el estado. Es la vertiente de la calidad
educativa que para Jalisco se convierte en un eje de acción sustantiva, porque
educar en la vida y para la vida es lograr la dignificación de la vida humana y
de todos los seres vivos en este planeta. No es únicamente educar para la vida
como una aspiración, sino también EN LA VIDA, reconociendo que es en la
realidad diversificada, en un contexto vivo y cambiante que también se educa.
Morin (2015: 15) señala que “vivir se aprende por las propias experiencias….
vivir es vivir en tanto individuo afrontando los problemas de su vida personal,
es vivir en tanto ciudadano de su nación, es vivir también en su pertenencia a
lo humano”.

Educar en y para la vida supone el respeto por la vida biológica, social y


cultural, además del reconocimiento y el respeto por la vida emocional,
afectiva y trascendente que caracteriza al ser humano. Se hace necesario
colaborar juntos y generar los medios para el bienestar de las personas en
su cuerpo, sus emociones y sus afectos, así como en sus procesos cognitivos
y de relación con los demás. En uno de los manifiestos para cambiar la
educación más significativos en las últimas décadas.

En ese sentido se sostiene que la vida requiere ser humanizada. De no ser


así, la autodestrucción de la especie representa una alta probabilidad. La
vida de la sociedad sienta sus bases en la humanización de la relación con
los próximos, con los que se comparte la vida familiar, escolar, cultural,
laboral, profesional, económica, política y planetaria, como diría Pierre
Teilhard de Chardin.

La educación en y para la vida no es un concepto novedoso. El capítulo cuarto


del Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación
para el siglo XXI, presidida por Jacques Delors, La educación encierra un tesoro
(1994), expone la necesidad de “aprender a vivir juntos, aprender a vivir con
los demás” como uno de los pilares fundamentales de la educación. Este
aprendizaje lleva consigo las condiciones del reconocimiento del otro y del
establecimiento de objetivos comunes. En Los siete saberes necesarios para la
educación del futuro, Morin (1999), enfatiza la apertura subjetiva (simpática)
hacia los demás y la interiorización de la tolerancia. Esta perspectiva de
educación en la vida y para la vida supone una pedagogía humanista o
pedagogía del ser frente a una pedagogía del saber, como las distingue Gustavo
Torroella González-Mora, en “Educación para la vida: el gran reto” (2001). Los
principios rectores de esta pedagogía del ser o educación para la vida son los
siguientes:

La educación centrada en el alumno, en su atención y


comprensión; el respeto, aceptación y amor al educando, como
actitud fundamental del educador; la vitalización de la escuela,
su vinculación con la vida en el doble sentido de abrir, de llevar
la escuela a la vida y traer e introducir la vida en la escuela,
la escuela como un taller para la vida, para la vida naciente y

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creadora frente al embalsamiento y momificación del pasado en
la escuela tradicional; la actividad frente a la pasividad, la inercia
y el bostezo de la escuela tradicional, pero principalmente
la autoactividad, es decir, la generada y dirigida por el propio
alumno; la espontaneidad creadora, frente al formalismo, la
rigidez y el autoritarismo, la libertad y la espontaneidad para tener
iniciativas, para expresarse y elegir; finalmente, la educación
para la vida está orientada hacia la comunidad, hacia la sociedad,
para una convivencia armoniosa y cooperativa, para promover
la responsabilidad y la conducta prosocial (Torroella, 2001: 74).

Educar en la vida y para la vida, además de estos principios rectores, sienta


los fundamentos de las prácticas escolares o comunitarias cotidianas en
tres postulados:

1. La vida humana es la materia más importante a enseñar y


aprender.

2. La mayor riqueza de una persona y de un país son sus


potencialidades humanas, sobre todo cuando trabajan juntos
por un mismo fin.

3. Consecuentemente, la tarea individual y social más importante


es el desarrollo y utilización de las potencialidades humanas para
una vida más plena y de mejor calidad. (Torroella, 2001: 75).

El centro escolar y otras instituciones sociales que conforman colectivos, son


una comunidad de aprendizaje en la vida y para la vida que construyen todos
sus miembros en la vida cotidiana para la mejora de la vida presente y futura
de los aprendices.. Es el punto de arranque y catapulta para la mejora de la vida
personal y de la vida de la sociedad. Los aprendizajes clave son los siguientes:

1. Aprender el valor de la vida.

2. Aprender el sentido de la vida.

3. Aprender a vivir consigo mismo.

4. Aprender a vivir con los demás.

5. Aprender a mejorar la vida.

6. Aprender a elegir la vida.

Estos aprendizajes constituyen el eje de lo que es aprender a vivir y


aprender cómo vivir en la vida y para la vida dentro de las escuelas y en las
acciones de sus miembros para la dignificación de las vidas individuales y de
la humanización de la vida de la sociedad. Este es el sentido de comunidad.
Por ello, es fundamental transitar de la colectividad sin sentido al sentido
de comunidad, para -en la comunidad de aprendizaje en y para la vida-
contribuir a la formación de ciudadanos para el mundo. La UNESCO (2014)
sostiene que la comunidad más amplia es la que conlleva la humanidad
común, es decir, la ciudadanía mundial, que desde los niveles local, nacional y
mundial impacta en los órdenes políticos, económicos, sociales y culturales
desde lo micro hacia lo macro.

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Ejes de Acción estratégica

Los siguientes cuatro ejes se denominan “ejes de acción estratégica” porque


desarrollan las condiciones que se deben lograr en cada comunidad de
aprendizaje. La educación propuesta se caracteriza por ser una educación en
la vida y para la vida, de calidad humanista, con todos y para todos, es decir,
incluyente. Miranda (2018) señala que:

“La calidad puede ser pensada como una función de mejora del
logro académico de los educandos, resultado que depende de
la mejora de, al menos, cuatro componentes o procesos: a) los
materiales y métodos educativos; b) la organización escolar;
c) la infraestructura educativa; y d) la idoneidad de docentes
y directivos.” Miranda (2018) INEE. El contexto actual de la
educación en el estado exige la visión estratégica necesaria
para resolver la problemática educativa que urge solucionar”.

Dignificación del papel docente y


revaloración de todos los actores educativos
La acción educativa es relacional por naturaleza, por lo que lo fundamental
en tal acción es la comunidad en sí. Todos los actores de la colectividad han
de reconocerse y valorarse en sus acciones educativas como condición
necesaria para ser reconocidos y valorados en la dimensión de su relevancia
e importancia social.

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Las problemáticas pedagógicas y administrativas que enfrenta el docente,
tales como carga de trabajo excesiva, recursos pedagógicos limitados para el
desarrollo del aprendizaje, infraestructura precaria y falta de articulación y
corresponsabilidad hacen indispensable la dignificación del papel del docente y
su reivindicación como actor fundamental para garantizar la educación a la que
se aspira en el estado.

La comunidad educativa se integra por todos los actores involucrados en


el proceso educativo (docentes, personal de apoyo académico, directivos,
administrativos, personal de intendencia y vigilancia, alumnos y padres de
familia). Cada actor aporta elementos importantes en la educación y en la
construcción comunitaria, por lo que una actitud dialógica y crítica al interior
de los centros escolares es vital, así como la disposición a crear vínculos
de interacción dinámica para modificar sustantivamente los ambientes de
aprendizaje y transformar la escuela de un colectivo funcional a una comunidad
flexible, colaborativa y democrática, abierta, participativa y conectada con su
entorno cercano.

Es preciso reconocer, recuperar y fortalecer el valor de cada uno de los


actores que conforman la comunidad educativa en su esfuerzo para mejorar
sus condiciones laborales y sortear las incongruencias del sistema en aras de
promover aprendizajes y ciudadanía en los educandos. El autorreconocimiento
y el reconocimiento institucional concretado en la dignificación docente y en
la revaloración de los directivos, administrativos, personal de intendencia
y de vigilancia, actores educativos que también son cimientos para el
reconocimiento social.

Por otra parte, al interior de las comunidades escolares resulta indispensable


rescatar, resignificar y difundir las experiencias exitosas de manera que
se reconozcan como catalizadoras del bien común y fortalezcan su sentido
de pertenencia comunitaria. Resignificar a los actores e integrantes de la
comunidad de aprendizaje implica regresar a la base corresponsable de las
acciones y de la teleología educativa de la comunidad escolar y social.

Infraestructura y equipo óptimos

Una acción educativa institucional transformadora se concreta en espacios


fortalecidos en su infraestructura para asegurar los servicios básicos de
forma suficiente y efectiva. Por tanto, ha de ser ineludible la sustitución de las
todavía existentes aulas provisionales, así como la reparación de los centros
escolares que aún tienen daños en sus instalaciones debido a los recientes
fenómenos naturales, además de la dotación de mobiliario y equipo escolar a
todos los centros escolares y de la rehabilitación de la infraestructura para un
servicio educativo íntimamente relacionado con el contexto, tipo y nivel en el
que se ofrece.

Tales acciones han de trascender una visión eficientista y de suficiencia


operacional para ser sustituida por una mirada educativa de dotación de
instalaciones y equipamiento que favorezcan y faciliten el trabajo de todos los
actores educativos, principalmente la de los maestros, así como la actividad
cognitiva de los alumnos en su aprendizaje y la organización y conducción
de las tareas educativas que realizan las comunidades de aprendizaje en los
centros escolares.

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Se ha de impulsar que el uso racional y apropiado de las instalaciones y de los
equipos, así como su conservación, sean responsabilidad compartida de la
comunidad escolar. El gobierno es el proveedor de los equipos, de los recursos
y de la infraestructura, pero su cuidado es responsabilidad de la comunidad
entera. Por ello, resulta prioritaria la dotación del material didáctico y la
capacitación de docentes, de directivos y de administrativos para su correcto
empleo. La razón de esto son las intenciones pedagógicas y las estrategias de
aprendizaje diseñadas para los niveles y ámbitos específicos de los programas
que se llevan a cabo en cada escuela.

Reingeniería y simplificación administrativa

Renovar el sistema educativo jalisciense implica la revisión exhaustiva de


las bases y principios normativos y regulatorios en los que está organizado,
así como una certera y profunda valoración de las estructuras, procesos,
normas y estándares establecidos para conducir y realizar las actividades
propias del sector.

Es justo revisar con detenimiento si las tareas de planeación tal y como se


efectúan actualmente responden a los propósitos de mejora y excelencia
que se buscan alcanzar; si las instancias de especialización funcional son
suficientes, redundantes o excesivas; si la multiplicidad de aspectos por
atender de los requerimientos administrativos de seguimiento, control
y evaluación no han sobrecargado a las escuelas y, particularmente,
a los docentes, con labores que los alejan de sus tareas sustantivas; y si
la estructura organizacional del sistema de control administrativo ha
creado entidades de verificación operativa que genera sobrecargas de
seguimiento y valoración que resultan en una operación lenta y onerosa;
pero, sobre todo, analizar si en aras de una eficientización del sistema éste
se ha apartado de observar y asegurar el logro de los objetivos educativos
primordiales.

Para esta revisión es conveniente convocar a los diversos actores de la


comunidad educativa y del ámbito académico del sistema para analizar
y rediseñar procesos, normas, criterios de evaluación y controles
administrativos de las diversas actividades especializadas que trabajan
en torno al aprendizaje de los contenidos disciplinares, el desarrollo de
habilidades y competencias y, principalmente, el humanismo que norma el
artículo tercero constitucional, así como de las didácticas y metodologías
pedagógicas que se incorporan en los programas.

No ha de buscarse una simplificación administrativa por sí misma en


términos económicos y de corrección técnica, sino una adecuación de las
actividades de gestión administrativa para que en verdad provoquen una
sinergia convergente que conlleve al mejoramiento permanente de las
acciones de intervención que se llevarán a cabo en el sistema y que este
mejoramiento ayude a un evidente logro educativo deseable y sostenido.

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Sistema articulado
Los importantes avances en la atención a la demanda educativa de los
niveles básicos que se ha tenido en nuestra entidad poco a poco van
haciendo evidentes los desajustes que tiene el sistema para armonizar
los flujos escolares que transitan de un nivel a otro, pero no solamente
ello, sino que muestran que no ha sido resuelto el problema de que las
competencias de cada uno de sus egresados no resultan suficientes o de
la calidad adecuada para constituirse en un apropiado insumo para los
procesos formativos siguientes.

Los indicadores educativos del estado permiten observar que un importante


número de estudiantes de primaria y secundaria logran recibir atención
educativa, pero que en los siguientes niveles el porcentaje de cobertura de
atención educativa no rebasa el 80% en media superior y el 40% en superior.

Por otro lado, los índices de deserción y reprobación evidencian que los
conocimientos y competencias que se van adquiriendo al avanzar en la
escolarización no le aseguran a un estudiante la culminación exitosa de una
trayectoria formativa hasta la conclusión de la licenciatura. Y los índices
de reprobación y repetición demuestran que el desempeño con el que
concluyen quienes finalizan sus estudios hasta el nivel superior no siempre
lo hacen con los niveles de calidad deseados.

Por ende, se habrá de trabajar para el uso acertado de los conocimientos


pedagógicos y de gestión educativa, así como con las herramientas
tecnológicas actualmente a la mano para incrementar la cobertura en los
niveles medio superior y superior, además de incrementar los niveles de
calidad en el desempeño y permanencia en el sistema de la mayor parte de
los alumnos.

El rezago generado por la combinación de la insuficiente cobertura y la


desarticulación entre los niveles escolares resulta en mayores complicaciones
para la sociedad en su conjunto, no sólo para aquellos que no logran el acceso
o dejan inconclusos sus estudios, sino también para aquellos que logran
concluirlos, quienes lo hacen con bajos niveles de calidad.

El problema, nuevamente, no sólo es cuantitativo y económico, es de orden


cualitativo y plenamente educativo. No se está formando cabalmente a los
integrantes de nuestra sociedad y se están generando entre sus miembros
niveles inaceptables de frustración y carencia de las habilidades básicas de
razonamiento lógico, pensamiento abstracto y capacidad verbal, insuficiencias
todas que reducen significativamente la potencialidad para impulsar un
desarrollo colectivo crítico y comprometido con el bienestar general.

Resulta evidente que la desarticulación existente entre los distintos


niveles escolares y entre las demás instancias que conforman el sistema
educativo estatal, hacen necesaria la implementación de una vinculación
interinstitucional, y de acciones que coadyuven a brindar continuidad entre
los niveles educativos. Siendo indispensable para optimizar los recursos,
evitar la duplicidad de funciones o programas y potenciar el impacto de cada
institución educativa en función de la calidad de los aprendizajes y de los
resultados educativos para la sociedad.

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VI. Metodología: Las comunidades de
aprendizaje en y para la vida
Los siete ejes de acción del proyecto educativo para Jalisco tendrán el
escenario más favorable en las Comunidades de aprendizaje en y para
la vida (CAV) como método para concretar esta propuesta mediante el
diálogo abierto y constante entre los sujetos y las instituciones que orienta
las acciones, supera los muros escolares existentes y recupera el sentido de
la vida humana en cada territorio en la que se inserta.

Esta visión educativa implica un cambio de modelo en la organización de


la educación, del aprendizaje y de los roles de sus actores en una dinámica
horizontal que favorezca la integración de las personas y les permitan
construir ambientes de colaboración y empoderamiento como producto de
su participación en los proyectos socioeducativos que generen.

Una educación que recrea y regresa al origen de sus principios filosóficos


para ser implementada con una ruta diferente, al reconocer que el camino
es colectivo y orientada en el aprendizaje individual y social, en el diálogo
que fortalece la comunidad y transforma el contexto.

Todo esto entrelazado para conformar un proyecto articulado viable en su


concreción, en cada una de las comunidades educativas de Jalisco. Superar
las propuestas lineales y simplistas, así como las acciones desarticuladas
o descontextualizadas será el reto a superar. El espacio que articula y
visibiliza la realidad de cada colectivo será la comunidad de aprendizaje en
la vida y para la vida en cada territorio específico donde los ejes de acción
se concreten con los atributos y principios que permitan una base social
realmente transformadora de la realidad.

La comunidad de aprendizaje se convierte en la célula organizativa donde


los participantes confluyen en torno a un interés compartido, a través de la
cual se promueve una relación dialógica y horizontal entre los participantes,
mientras que la interacción consolida nuevos aprendizajes y nuevos retos.
Por ello una CAV favorece:

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Jalisco recupera la experiencia, dialoga y propone uno de los caminos posibles
-complejo y retador-, porque traza la ruta del horizonte educativo aspiracional
para empoderar a la sociedad y a los ciudadanos. Este horizonte pone en el
centro la conformación de comunidades de aprendizaje en la vida y para la vida,
y desde esta comunidad dialogante, participativa y responsable se piensa y
se re-crea la educación y la escuela. Su punto de partida es la experiencia de
los individuos y de los colectivos, sus saberes, sentires y deseos desde los
cuales se construyen metas comunes y alternativas de solución a problemas
concretos de contextos inmediatos.

Pensar colectivamente las nociones de educación representa una invitación a


que cada comunidad educativa recupere sus propios procesos, a que se articulen
con los principios rectores y con las características sustantivas de manera
que se formen y consoliden como un espacio permanente de aprendizaje que
reconstruya y fortalezca el tejido social.

Si bien el saber y el conocimiento está distribuido en distintos ámbitos


de la sociedad, las escuelas son el espacio propicio para la recuperación,
sistematización y generación de los conocimientos y aprendizajes que
constituyan espacios de bienestar, armonía, seguridad y certidumbre y
donde se aspire a que el respeto a la dignidad de todas las personas que
en ella se encuentran y conviven sea una práctica cultivada para que la
relación cognitiva tenga una sólida base afectiva de calidez y calidad.

Una comunidad se caracteriza por la coincidencia de las aspiraciones de sus


miembros, donde la intencionalidad de sus acciones y participaciones apuntan
hacia un destino común, con el compromiso de todos por conseguirlo. El
compromiso es condición necesaria para que exista comunidad, porque el

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sentido de comunidad es una construcción cotidiana mediante prácticas
que la cultivan culturalmente. En una comunidad el bien común prevalece y
el diálogo es condición necesaria para compartir la visión, los objetivos, las
metas, los medios y las acciones correspondientes de cada participante para
lograr el fin común comprometido.

Una comunidad de aprendizaje es el espacio en donde los individuos comparten


los aprendizajes de sus prácticas, los recrean y los convierten en saberes
compartidos de utilidad colectiva. La experiencia vivida y la reflexión sobre lo
vivido es el aprendizaje obtenido, el cual es puesto en común con los miembros
de la comunidad, siempre en relación con la teleología comunitaria. La puesta
en común de la experiencia mediante el diálogo y la apertura a la diferencia
es clave para el aprendizaje de la comunidad. Así, el aprendizaje no enriquece
exclusivamente al aprendiz sino que acrecienta el conocimiento teórico-
práctico social de todos los participantes al practicar regularmente el rol de
aprendices-productores de conocimiento.

Una comunidad de aprendizaje en y para la vida tiene como principios el


respeto a la vida biológica, la dignificación de la vida humana y la humanización
de la vida de la sociedad. La comunidad de aprendizaje en y para la vida
elige prácticas de vida que contribuyen a la consecución del respeto, la
dignificación y la humanización de la vida. La educación es el medio óptimo
para la construcción del sentido de comunidad, por lo que es el eje integrador
de toda práctica educativa.

El contexto que vive el país en general y Jalisco en particular, interpela al


sistema educativo, a sus responsables operativos y a los actores escolares a
mirar juntos el Jalisco que se quiere construir. Es indispensable, por tanto,
que los centros escolares se transformen en comunidades con este propósito
y vinculen sus prácticas cotidianas respecto de la calidad educativa, la
docencia, la interacción humana, la administración escolar, la infraestructura,
la inclusión y la articulación del mismo sistema educativo.

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Referencias
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