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El libro finaliza a través de la reflexión del cuarto capitulo, denominado

“Tácticas diferentes ”. En este capitulo, se sugiere una serie de intervenciones,


cambios y modificaciones referentes a temas como el tráfico, el diseño y la
urbanización de las ciudades. comienza este recorrido hablando sobre las
viviendas subvencionadas. En este apartado, manifiesta que el urbanismo
tradicional ha fracasado en la realización y ejecución de viviendas para las
familias de escasos recursos.

Existe una confusión en el funcionamiento real de las ciudades que gira en


torno a la noción de las viviendas protegidas y subvencionadas. Lo que
generalmente se plantea es un gran paquete de medidas legislativas,
financieras, arquitectónicas y analíticas que se desarrollan independientemente
de las necesidades de los habitantes reales que poseen problemas reales.

Según las políticas de planificación urbana se necesitan más subsidios para las
viviendas, porque esta es la mejor manera de que la parte de la población que
no puede ser alojada por la empresa privada pueda contar con un techo para
vivir. Además, las viviendas subvencionadas son la mejor oportunidad para
mostrar y expresar los principios que han de presidir la realización de una
buena vivienda y una buena urbanización; esta respuesta se aleja cada vez más
de la realidad, ya que es un gran error separar la población en base a sus
ingresos, afirmando que la segregación sólo trae trastornos y preocupaciones.

En base a esto, según Jacobs -a su parecer- un método razonable, capaz de


resolver algunos de los problemas que dificultan el progreso urbano. Éste
método es una forma de introducir gradualmente diferentes formas de
construcción, basados en la diversidad y no en la uniformidad. Además, es una
manera de atraer la inversión privada y es una forma de ayudar a los barrios
bajos a rehabilitarse. Jacobs denomina este método como “ el método de la
renta garantizada” que consiste en construir edificios y no urbanizaciones.
Según este pensamiento, los edificios deberán levantarse en medio de los
nuevos y de los viejos edificios existentes en las calles. Además, deberán
poseer diferencias en clases y tamaños de acuerdo al barrio donde se
desarrollen, con el fin de sustituir los viejos y deteriorados inmuebles, así como
aumentar la oferta de vivienda.

Para cumplir con este objetivo, Jacobs asegura que la oficina de subvenciones
a la vivienda (O.S.V) deberá ser un facilitador, que brinde garantías tanto a los
constructores como a las personas subvencionadas. La O.S.V deberá garantizar
a los constructores los fondos necesarios para la realización del proyecto, con
intereses bajos que faciliten el pago de una hipoteca. De la misma manera, la
O.S.V exigirá al constructor que la realización del proyecto se haga en un barrio
previamente asignado, a través de la selección de solicitudes presentadas por
los residentes del barrio. Una vez seleccionados los solicitantes, la O.S.V deberá
estudiar los ingresos de las personas seleccionadas y en caso de que alguno de
estos no pudiera pagar la renta, esta sería cubierta por la O.S.V, hasta que de
algún modo dicha familia incrementara sus ingresos. Cuantos más inquilinos
estén en capacidad de cubrir sus alquileres, más subsidios quedarían
disponibles para otros edificios, estimulando la estabilidad del sector. Para
Jacobs, este método logra incrementar el número de viviendas en los barrios
más necesitados y al mismo tiempo descongestiona los edificios más viejos.

En este capítulo, también se analizan temas como “ la erosión de las ciudades o


sacrificio de los automóviles”. En este apartado, Jacobs menciona que es muy
difícil precisar cual o cuanta ha sido la destrucción causada por el intenso uso
de los automóviles o si esta misma, se ha producido a causa de una mala
planificación de las redes de transporte y de las soluciones de las necesidades
del tráfico. Jacobs comienza argumentando que los automóviles no son objetos
destructivos, asegurando que por el contrario son máquinas más apacibles y
limpias que los caballos –medio de transporte del siglo XIX- que además, en su
fabricación otorgan trabajo a muchas más personas y que son muy eficientes
para el transporte de mercancías y personas. El problema radica en que en el
momento de sustitución de los medios de transporte se cambio un caballo por
media docena de vehículos con motor, realizando una superabundancia de los
mismos y congestionando las calles.

Este tipo de incidencias han provocado la creación de una guerra entre


automóviles y personas, hecho que sólo se ha pretendido solucionar a través de
la implantación de lugares divididos en uso para peatones y vehículos. Para
Jacobs, éste tipo de soluciones sólo serian acertadas si se disminuyera
notablemente la cifra de automóviles que circulan por las ciudades. La autora
también afirma que al ampliar las dimensiones de las calles para adecuarlas al
uso de los vehículos sólo se reducen las posibilidades de los peatones, hasta el
punto de eliminar la comodidad de los mismos. Para Jacobs, el conflicto
generado entre peatones y vehículos nace debido a la gran cantidad de
vehículos que transitan las calles, que a su vez generan que los peatones
pierdan sus mínimas condiciones y necesidades de comodidad. Para esta
autora, la eliminación de los peatones no es garantía de suficiente espacio para
los coches. La congestión vehicular lleva a la ciudad a una transformación
morfológica constante, ya sea ampliando sus calles o agregando nuevas. La
autora asegura que este fenómeno se conoce como “ positive feed-back”
(retroalimentación positiva), en donde una acción produce a su vez una
reacción, que intensifica la condición inicial. Éste proceso se repite
innumerables veces y obtiene un sin número de reacciones que se desarrollan
imparablemente.

El problema de incrementar el número de calles y autopistas radica en la


disminución de la capacidad de la comunidad para asumir los costos. Para esta
autora, la eliminación de los automóviles requiere de cambios en las
costumbres y reajustes en los usos de los ciudadanos, una de las respuesta a
este tipo de problemática correspondería a un mayor uso de los transportes
públicos, que según esta autora, hoy en día no son los mejores por falta de
tecnología, sino por la creencia de que no son necesarios.

Otro de los apartados de este capítulo se denomina “ Orden visual: sus


limitaciones y posibilidades”, en donde la autora con el fin de lograr un orden
visual dentro de las ciudades propone una serie de sugerencias, que desde su
punto de vista podrían llevar a desarrollarlo de una manera más exitosa. Para
cumplir con este fin, Jacobs inicia recordando que los principales escenarios
visuales de las ciudades son las calles, que en un primer plano nos enseñan
todo tipo de detalles y actividades. Además, menciona que el orden funcional
de la ciudad requiere de una mezcla de diversidad e intensidad, debido a que
existen muchas calles que se asemejan a la infinidad. Es decir, son largas,
extensas y hasta repetitivas. Estas calles necesitan de interrupciones visuales
que logren cortar la visión en una distancia indefinida y que al mismo tiempo
permitan descubrir y promover el uso intensivo de las calles.

Para esta autora, las ciudades que poseen retículas en forma de mayas
regulares pueden introducir de dos formas irregularidades o interrupciones
visuales, la primera se puede llevar a cabo a través de la implementación de
calles adicionales en los lugares en donde la trama sea demasiado extensa*, la
segunda propuesta consiste en introducir irregularidades u obstrucciones
visuales dentro de las calles que componen la retícula urbana, estas
interrupciones se pueden manejar ya sea a través de la topografía o
sencillamente con la implementación de plazas circulares o rectangulares que
ayudarían a redescubrir la diversidad dentro de los barrios. Jacobs explica que
este tipo de respuestas no funcionan si se desarrollan en calles de poca
intensidad o en aquellas en donde sólo se desarrolla un tipo de uso especifico,
aclarando que este tipo de interrupciones visuales no pueden conferir
intensidad, seguridad e interés a estas tramas, debido a que esto sólo se puede
obtener a través de los generadores básicos de diversidad.

El último apartado se denomina “ las ciudades constituyen un problema


específico” en donde se explica la forma de entender la ciudad, a través de
diversos métodos de análisis y de investigación. Con el fin de poder desarrollar
este propósito, la autora parte de una reflexión a cerca de la historia del
pensamiento científico, haciendo alusión a un ensayo del “ Annual report of the
Rockefeller foundation” de 1958, en donde el doctor Warren Weaver enumera
las tres fases de desarrollo en la historia del pensamiento científico: Capacidad
para tratar problemas de simplicidad, capacidad para tratar problemas de
complejidad desorganizada y capacidad para tratar problemas de complejidad
organizada.

Los problemas de simplicidad son aquellos que contienen dos factores


relacionados entre sí. Es decir, dos variables. Los siglos XVII- XIX formaron el
periodo en el que la ciencia física aprendió a solucionar problemas de dos
variables, desarrollando técnicas experimentales y analíticas para el desarrollo
de problemas en los que una cantidad depende de una segunda cantidad. El
carácter de éste tipo de problemas radica en que el comportamiento de la
primera cantidad puede ser descrito por un suficiente o útil grado de exactitud,
tomando solamente en cuenta su dependencia de la segunda cantidad y
desestimando la influencia de otros factores. A partir de 1900, apareció el
segundo método de análisis desarrollado por las ciencias físicas, a través de la
ejecución de métodos analíticos que permitieran tratar problemas de millones
de variables, basados en la teoría de la probabilidad y mecánica estadística,
capaces de resolver problemas conocidos como de complejidad desorganizada.
Sin embargo, no todos los problemas pueden ser probados a través de este tipo
de análisis, la biología y la medicina son prueba de ello, ya que no plantean
problemas de simplicidad ni complejidad desorganizada. Los problemas de
complejidad organizada se encuentran en una región intermedia, debido a que
no dependen del número de variables implicadas, sino de la conexión que
existe entre ellas. Los problemas de complejidad organizada requieren tratar
simultáneamente un numeroso conjunto de factores en conexión intima,
formando entre todos un todo orgánico.
Para Jacobs, las ciudades corresponden a un tipo de problema de complejidad
organizada, debido a que cambia simultáneamente y de manera sutilmente
interconexionada. Las ciudades pueden ser analizadas a través de diversos
segmentos de problemas que al igual que la ciencia o la medicina están
relacionados entre sí, dentro de un todo orgánico. Para explicar la relación de
las ciudades con el tipo de problemas de complejidad organizada, la autora
explica el caso de un parque vecinal, asegurando que este depende en parte de
su propio diseño, pero al mismo tiempo se encuentra influenciado por las
personas que lo utilizan y por la diversidad de usos que se encuentran a su
alrededor. Jacobs explica que de igual manera estos usos dependen de otros
factores como la edad de los inmuebles y el tamaño de los bloques.

Para la autora, una ciudad no se comporta de una manera homogénea, Jacobs


explica como una calle puede funcionar bien en cuanto a la producción de vida
pública y a la supervisión de los niños, pero mal en cuanto a la solución de
otros problemas por no haberse tejido dentro de una comunidad efectiva más
amplia. Además, el problema de análisis de la ciudad consiste en que los
pensadores urbanísticos han entendido y analizado las ciudades como un
problema de simplicidad y/o complejidad desorganizada.

La teoría urbanística de la ciudad jardín ataco el problema del urbanismo como


si fuera un problema físico del siglo XIX, analizando un problema de simplicidad
de dos variables, relacionados con la cantidad de alojamientos y los números de
puestos de trabajo. La teoría urbanística de Europa se inicio a final de la década
de los años 20 y en Estados Unidos en la de los 30, utilizando ideas recientes
sobre la teoría de probabilística desarrollada por la ciencia física. Este hecho,
llevo a los urbanistas a interpretar la ciudad como un problema de complejidad
desorganizada, comprensible sólo por análisis estadísticos, a través de la
aplicación de procedimientos matemáticos probabilísticas. Le corbusier utilizo
una versión más vertical y centralizada de la noción de dos variable de la ciudad
jardín, pero solo se limito a desarrollar métodos estadísticos que asumían un
complejidad desorganizada, solucionable a través de métodos matemáticos. A
través de estos métodos estadísticos, fue posible establecer los planos guías de
la ciudad, así como conocer los ingresos, los gastos y vivienda de la población,
el tráfico urbano, la industria, los parques y los servicios culturales como
componentes de una complejidad desorganizada convertibles a un problema de
simplicidad.

La autora finaliza explicando que la verdadera esencia de las ciudades se


encuentra reflejada en sus procesos internos. Estos procesos no sólo son
comprendidos por los urbanistas o planificadores, sino que pueden llegar a ser
comprendidos por cualquier ciudadano. Para esta autora, el problema del
análisis de la ciudad consiste en otorgarle nombres a estos procesos y
comprender que éstos hacen parte de su misma esencia.

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