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DIMENSIÓN TEOLÓGICA
Lc presenta una historia de salvación dividida en varios periodos. La presenta como un camino
profético y salvador, programado y dirigido por Dios Padre, el protagonista que ofrece la salvación por medio del
Espíritu Santo y de los profetas, los del AT, Jesús-profeta y la Iglesia, pueblo de profetas.
I. CAMINO PROFÉTICO
1. Camino.
Categoría camino aparece en Lc-Hch en función de los grandes personajes y de su obra.
Juan Bautista, quien prepara “el camino del Señor” [Jesús (Lc1,76;7,27) y él mismo (Lc
3,4s) se presentan así]
María, se puso en camino con prisa (Lc 1,39)
Jesús, crea el camino de Dios, de la paz, de la vida. Lo abre y lo recorre Él mismo en su
ministerio y que le lleva a la plenitud con su resurrección de acuerdo con el plan
de Dios. Lo enseña y, aun siendo rechazado, lo lleva hasta su consumación. Después de su
resurrección, continúa caminando con sus discípulos como protagonista de la Iglesia.
La Iglesia: para ella, «el camino» resume toda la obra de Jesús y su razón de ser. Es
un camino salvador. Ha de vivirlo y anunciarlo a todos los hombres y mujeres, pues
Jesús quiere salir al paso de todos. Se anuncia a los judíos, aunque éstos lo rechazan, por eso
Pablo lo anuncia a los gentiles. La Iglesia se edifica recorriendo el camino con seriedad a pesar
de las persecuciones, que no podrán detenerlo, porque lo dirige el Espíritu Santo. La parusía
del Señor Jesús pondrá fin a todo este camino de salvación.
Pablo, su camino termina en Roma, prisionero.
Pedro, su camino termina con la huida narrada en Hch 12,17.
a) Tiempo de preparación
Este tiempo fue el del tiempo del A.T. representado por Juan el Bautista, que en él culmina la obra de
los patriarcas, de Moisés y David. Por medio de ellos ha actuado Dios Padre, verdadero protagonista
de todo el camino, lo promete y lo programa. Todo el camino tiene carácter de cumplimiento (incluso
los hechos desagradables), revela la fidelidad de Dios y es motivo de acción de gracias y confianza y, en
los casos negativos, de consuelo (mentalidad derásica: todo está contenido y programado en los planes
de Dios y hay necesidad de buscar en la Biblia textos que tengan relación con el hecho que quiere
iluminar). Juan Bautista, pues, prepara inminentemente la siguiente etapa con su mensaje de
cumplimiento. Lc evita mezclar su obra con la de Jesús.
b) Tiempo de cumplimiento
El ministerio terreno fue el comienzo del cumplimiento de las promesas de su actuación como
profeta escatológico. Jesús comienza su camino en Galilea, proclamando el cumplimiento de
las promesas de la salvación con palabras y obras, como profeta que ha de pasar por el rechazo.
Elige a Doce como testigos cualificados de su ministerio. Y desde Galilea se encamina a
Jerusalén donde consuma su camino que, por medio de la muerte, le lleva hacia la exaltación,
constituido Mesías y Señor (a «la derecha del Padre»). Este final coronó su existencia profética,
sacerdotal y regia. Por esto, Lucas describe la ascensión como un subir al cielo mientras da la
bendición sacerdotal y como unción profética, quedando constituido como Palabra viviente que
Dios dirige a los hombres.
Durante el tiempo de la Iglesia, el Señor resucitado continúa ejerciendo como Mesías, Señor y
Profeta. La Iglesia recorre esta etapa del camino como etapa de testimonio (proclamación,
a todos los hombres y mujeres hasta el confín de la tierra, con obras y palabras
que ya ha comenzado el cumplimiento de la promesa del Reino de Dios en y por
Jesús resucitado, invitando a la humanidad a aceptar libremente todo lo que
implica la exaltación de Jesús, la vida filial y fraternal). Jesús, que ha recibido la
plenitud del Espíritu, lo ofrece a la Iglesia para hacerles capaces de ser sus testigos. El camino
de la Iglesia se sitúa entre la ascensión y la parusía del Señor (el Reino presente y futuro). La
Iglesia hace este servicio de una doble manera: con su vida filial y fraternal y con la proclamación
de la exaltación de Jesús. Ruta: Jerusalén, Judea, Samaria y hasta «los confines del mundo»,
desde los judíos hasta los gentiles. El Señor es el protagonista del camino de la Iglesia
y que es actualización del camino del Siervo también con dificultades, llegando
al corazón del mundo gentil y, de ahí, a los confines.
c) La parusía
Marcará el final del camino salvador. Entonces Jesús aparecerá como Mesías y Salvador, como
restaurador de todas las cosas, consuelo de todas las aflicciones pasadas en este camino.
II. CARACTERÍSTICAS DEL CAMINO
c) La oración
El Espíritu se comunica en la oración, ilumina y fortalece para la acción de la Iglesia. Una Iglesia orante
es una Iglesia que camina en el Espíritu.
2. Apostólico
Los Doce-Apóstoles son los garantes de la continuidad (testigos cualificados de toda la obra de Jesús que
han visto y oído) entre el pasado y el presente, de la autenticidad de la continuación del camino de Jesús
por la Iglesia. Jesús les había prometido el Espíritu para que les ayudara a dar este testimonio cualificado.
Lo recibirán en Pentecostés; así realizarán su tarea de diversas maneras: dan testimonio de la
resurrección y de toda la obra de Jesús con palabras, con signos y señales, a pesar de las persecuciones.
Por esto, es fundamental para la comunidad perseverar en la enseñanza de los Apóstoles. Ellos convocan
y completan la obra evangelizadora de los demás testigos, disciernen las actitudes de los discípulos y los
pasos que ha de dar la comunidad. Son el ministerio fuente del que se derivan los demás ministerios
eclesiales que van naciendo en la Iglesia de su tiempo. La Iglesia es apostólica y en torno a los Doce se
agregan los que se van a salvar. Ellos son tipo y modelo de los dirigentes que van surgiendo en la Iglesia
de su tiempo y que se les aplican las mismas instrucciones que Jesús dirigió a los Doce.
Pablo no es apóstol, pero es algo equivalente. Actúa en comunión con los Doce (le reconocen y él los
consulta). Predica y actúa lo mismo que ellos. Lucas defiende su obra y la prestigia, justificándole por
su actuación y, con ello, legitimando las comunidades creadas por él.
Toda la Iglesia es enviada como testigo. Lucas presenta la misión de los 72 como tipo de la misión
universal de todos los cristianos. Para Lucas, todo el que camina con Jesús ha de ser su apóstol
y testigo.
1. La salvación
El N. T. emplea el vocabulario de salvación con muchos matices que pueden resumirse en dos: 1) sacar
del mal, de una situación que amenaza y 2) dar un bien, situando en un estado que orienta hacia la
plenitud.
Lc-Hch:
Por un lado, el objetivo de dicha salvación es librar de las tinieblas y, en concreto, del pecado, de Satanás
y sus demonios, del dolor y la enfermedad, de la muerte, de la incredulidad y de los incrédulos.
Por otro, quien salva es Dios y es Él el que concede una felicidad escatológica, o al menos la comienza
mediante la incorporación a Jesús y a su comunidad. (¿Qué nos genera muchísimo sufrimiento? Tengo
un mundo ideal, entre más lejos más sufrimiento… Si para estar bien estoy esperando ideales, entonces
sufro).
Estos diversos aspectos de la salvación se realizan a lo largo de las etapas del camino, en un proceso
histórico-escatológico.
Ahora, durante el camino de la Iglesia, Jesús sigue ofreciendo su salvación por medio de su Espíritu,
que crea testigos-profetas que proclaman y ofrecen la salvación. Hch 2,37s resume todo el proceso del
camino de salvación por medio del cual, el hombre se salva y queda capacitado para testimoniarla en los
siguientes actos: recibiendo la palabra, convirtiéndose y creyendo y bautizando, recibiendo el perdón
de los pecados y recibiendo el don del Espíritu.
La Palabra, medio de salvación: es palabra de gracia y de salvación; se la personaliza y se la presenta
como resumen de todo el mensaje de salvación e, incluso, como resumen de todo el proceso de
salvación. Es poderosa pero en función de la situación del corazón del que la escucha. Se la acoge con
la conversión, necesaria para todos y consistente en dejar la incredulidad y la idolatría. La fe es
fundamental; de hecho, las palabras fe y creyentes las usa Lc para designar a los discípulos y a toda la obra
de la salvación. Consiste en fiarse de Dios y del Señor Jesús, aceptando sus palabras y poniéndolas por
obra, consiguiendo así la salvación.
El bautismo en el nombre de Jesús sella y consuma la salvación del que se ha convertido y cree. Es el
bautismo de los tiempos escatológicos, que ya han llegado, porque Jesús ha muerto y resucitado y ha
sido constituido Señor y Mesías. Todo el que invoque su Nombre, el único salvador, se salvará. El
bautismo aparece, así, como la celebración en que formalmente se invoca el Nombre; en ella, el
creyente lava sus pecados y queda agregado oficialmente a la comunidad.
Finalmente, la donación del Espíritu termina este proceso y convierte al bautizado en testigo de la
resurrección, miembro de un pueblo de profetas, por el que Jesús, por medio de su Espíritu, ofrece a
su vez su salvación a todos los hombres. Según Lc-Hch, no hay oposición entre la acción del Señor por
su Espíritu realizada sin mediación eclesial y entre la realizada por su Iglesia; al contrario, son acciones
complementarias.
4. Destinatarios de la salvación
a) Universalismo y privilegiados
La salvación que ofrece Jesús es total, pues cubre todas las necesidades del ser humano y llega a todos,
aunque privilegia a los marginados y, por ello, es causa de alegría. Por tanto, es universal por su
contenido y por sus destinatarios.
Esta faceta universal está presente en todo el camino salvador, aunque de diferentes formas en las
diversas etapas. En la etapa de la vida terrena de Jesús, esta salvación, aunque tenía una proyección
universal, todavía se circunscribía tan sólo a Israel. Pero en el camino terreno de Jesús se ponen ya los
pilares para este universalismo efectivo, que será más explícito en el camino de la Iglesia. El Jesús
resucitado, presente en ella por medio de su Espíritu, ofrecerá la salvación a todos los
hombres y mujeres por medio del testimonio de sus testigos.
b) Los pecadores
Incluso los públicos, aparecen en el primer plano en la obra de Jesús. La razón de este privilegio es
teológica, pues radica sólo en la misericordia de Dios Padre, que desea ardientemente la vuelta de todos
sus hijos a la casa, y para ello envió a Jesús. Éste realiza una amnistía radical, recibiéndola por medio del
reconocimiento del propio pecado y acudiendo a la misericordia de Dios.
c) Los pobres
Forman un conjunto heterogéneo según su grado de carencia de bienes y según la razón de dicha
pobreza, con diferentes connotaciones teológicas cada uno de los grupos. Éstos son tres:
Los pobres miserables, los anawim del AT: miserables, mendigos, humillados, hambrientos,
lisiados, cojos, mancos, ciegos, viudas necesitadas, mujeres estériles, etc. Son destinatarios
privilegiados por razones teológicas que radican en las promesas de Dios y en la ley de
compensación dispuesta por Él dada por un cambio total. Dios no quiere este tipo de carencias,
muchas veces ocasionadas por el egoísmo de los hombres. Él les promete la salvación (Lc 1,53)
en el presente, urgiendo la cooperación de los hombres.
Los cristianos perseguidos, que han sido reducidos a situaciones de miseria por su fidelidad a la fe.
Ahora la connotación teológica de éstos es positiva por la causa que la provoca: la fidelidad a la
fe. Lucas consuela a estos perseguidos invitándoles a la alegría: relativizando los bienes terrenos
(que no dan la salvación absoluta) y esperando por la ley de compensación. ¡Final feliz!
Los que viven la pobreza como austeridad. Es obligatorio para todos los discípulos, que deben evitar
la codicia y el poner la confianza en el dinero, porque es una falsa esperanza. El centro de interés
del discípulo será el Reino de Dios y no la inquietud por los bienes. Hay incompatibilidad entre
el servicio a Dios y al dinero. La plena salvación y la verdadera seguridad existencial está en el
cielo; por ello ha de vender y compartir sus bienes con los miserables para tener así un tesoro
en el cielo, para ser ricos para Dios y recibir la vida eterna. De este modo nacerá la verdadera
fraternidad cristiana, en la que no hay necesitados.
Jesús es mostrado por el autor como enemigo de la riqueza pero amigo de los ricos: acepta sus
invitaciones a comer, dialoga con ellos, acepta su seguimiento, se deja servir por ellos, pero invita a la
conversión, que implica restituir lo robado y compartir los bienes propios. Pero claramente es enemigo
de la riqueza, a la que llama inicua, porque aliena al hombre (haciéndole avaro y esclavo), le impide oír
la palabra de Dios, convertirse y seguirle, vigilar y esperar la parusía.
Son los ricos quienes rechazan el Reino y los pobres quienes lo acogen. Lc-Hch exhorta al total abandono
de la riqueza o a una distribución tan generosa que de hecho equivale a desprenderse de todo. Se trata
de compartir para que no haya miseria, creando un mundo fraternal, signo del Año de Gracia. La
finalidad del desprendimiento del cristiano consiste en una conversión-fe y en compartir.
5. La alegría
Es una consecuencia de esta presencia de la salvación. Es don de Dios, junto con el don de la salvación
mesiánica. Es signo de la presencia divina. Lucas lo subraya en varios momentos principales del camino
salvador: el nacimiento de Juan y de Jesús, las obras de Jesús, su resurrección, la evangelización de los
gentiles, etc. Se manifiesta especialmente en los que reciben el don de la salvación, en la vida
comunitaria reflejada en Hch, en la superación de los problemas eclesiales y en la esperanza de la
salvación final. Está presente en los que cooperan en el apostolado, en la predicación y siendo
perseguidos. De hecho, evangelizar significa llevar la buena y alegre nueva y Lc subraya la presencia de
este gozo como respuesta a la evangelización.