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EL PERRITO Y RODRIGO

Había una vez un niño llamado Rodrigo, que tenía un


lindo perrito de nombre Peluza.
Rodrigo quería mucho a su perrito y siempre lo
trataba con cariño dándole de comer la mejor carne.
Pero un día el perrito Peluza, esperó y esperó y
esperó y no recibió ni un trocito de carne.
Al día siguiente, su amo Rodrigo le dio sólo agua para
beber y así pasó una larga semana sin poder comer
su alimento favorito y encima ya estaba muy
delgado.
Peluza ya no aguantaba más días sin comer carne y
se propuso a espiar a su amo; dándose cuenta que
botaba los trozos de carne en una caja. Peluza
enojado pensó porque prefería botar su alimento que
dárselo a él. Se acercó y le pidió que le diera sólo un
trocito. Pero, Rodrigo enojado le dijo que no se le
ocurra tocar ni un pedazo de esa carne y salió de
casa.
El perrito Peluza se quedó muy triste por el maltrato
de su amo.
Llegada la tarde, Peluza ya no pudo más con el
hambre y devoró los trozos de carne que se
encontraban en la caja.
Al llegar a casa Rodrigo notó que alguien robó su
carne de la caja. Buscó Peluza por toda la casa para
preguntarle si sabía quién había robado la caja llena
de carnes. Peluza confesó que él había sido quien se
la comió hasta saciarse

¡Qué hiciste Peluza! ¿Por qué no me hiciste caso de


no comer la carne de la caja? ¡Esos kilos de carne me
llegaron envenenados, no debiste comerlos!
Rodrigo llevó rápidamente a su perrito al hospital
para tratar de curarlo y los médicos pudieron salvarlo
de morir.

Mensaje: tenemos que obedecer las normas y


consejos que nos dan los que más nos quieren,
porque ellos siempre van a querer lo mejor para
nosotros.

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