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Universidad Antonio Nebrija.

Unidad 2. Matrimonio. Circunstancias modificativas del matrimonio ya celebrado:


nulidad, separación, y divorcio. El régimen económico matrimonial.

Alumno: Juan Miguel Benítez Rodríguez.

Tutora: Carolina Sanz Hernández.

Unidad 2. Pregunta 1.

Explique en qué consiste la disolución del matrimonio.

Disolución del matrimonio.

Cesación definitiva de los efectos del matrimonio, situación que en virtud del artículo
85 CCv puede derivar de diferentes causas:

• Muerte.
• De fallecimiento de uno de los dos cónyuges.
• Divorcio.

En el matrimonio celebrado válidamente que desplegaba todos sus efectos, no es


posible la desaparición “ex tunc” de los mismo (es decir, con carácter retroactivo), así

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las consecuencias que durante el matrimonio se había ido produciendo no
desaparecen no tan siquiera por la muerte.

Muerte: no conlleva demasiados problemas. Acudiendo al artículo 32 CCv: “la muerte


provoca la extinción de la personalidad”: lo que supone diferentes consecuencias
jurídicas:

1. Cesación de los derechos y obligaciones derivadas del matrimonio.


2. Extinción o disolución del vínculo conyugal.
3. Origina el status de viudo/a.
4. El viudo/a puede ser llamado a la herencia como legitimado (arts. 834 y ss CCv) y
también es tomado en consideración en sucesiones intestadas (art. 913, 944 y
concordantes del CCv).

Particularidad: el artículo 88.1 CCv dispone que se extingue la acción de divorcio


ejercitado si la muerte ocurre pendiente el proceso de divorcio.

Declaración del fallecimiento: la cuestión más importante es si cabe la equiparación


entre esta causa y la anterior.

Tras numerosas reformas podemos concluir que el artículo 85 CCv da pie a considerar
que los efectos de ambas figuras son equiparables respectos al vínculo matrimonial
preexistente ya que cuando adquiere firmeza el auto de declaración de fallecimiento,
el cónyuge puede contraer nuevo matrimonio sin más pruebas.

Si el declarado fallecido aparece, no se reanudan los efectos del matrimonio anterior,


para ello se debería contraer nuevo matrimonio.

La reaparición del declarado fallecido. El reaparecido recuperará la posición que


pudiera corresponderle en las distintas relaciones jurídicas (en las relaciones
familiares podrá recuperar la patria potestad respecto de sus hijos menores de edad).

Sin embargo, el reaparecido no podrá ser considerado cónyuge de su consorte,


aunque éste no haya vuelto a contraer matrimonio posterior alguno. Igualmente
sucede en el caso de que el cónyuge presente, tras la firmeza de la declaración de
fallecimiento, haya contraído un nuevo matrimonio.

Éste habrá de ser considerado válido a todos los efectos, pues el matrimonio que
vinculaba al “cónyuge presente” con el reaparecido quedó disuelta consecuencia de
la declaración de fallecimiento.

El divorcio: con la modificación introducida por la Ley 30/1981 se introduce el divorcio


como causa de disolución del matrimonio. El vínculo se extingue en la vida de ambos
cónyuges, no se da la apertura a la sucesión en el ámbito de la herencia y además, el

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matrimonio disuelto fue válido luego la sentencia no mirará al pasado como ocurre
con el ejemplo con la nulidad.

El establecimiento del divorcio. La vigencia durante siglos de la legislación católica y


el principio de la indisolubilidad del matrimonio quebró en los países protestantes a
partir de la reforma de Lutero.

La Constitución de la II República estableció que el matrimonio podía resolverse “por


mutuo disenso o a petición de cualquiera de los cónyuges con alegación, en este
caso, de justa causa”.

Tras la Guerra Civil, los efectos de dicha Ley fueron suspendidos. La dictadura Franco,
el Fuero de los Españoles se proclamaba que el matrimonio era uno e indisoluble.

La CE de 1978, no se pronuncia de forma expresa en favor del divorcio, ni ordena al


legislador ordinario establecerlo, pues el art. 32.2 se limita a disponer que “la ley
regulará las formas de matrimonio… las causas de separación y disolución y sus
efectos”. La admisión y establecimiento del divorcio se materializó en la Ley 30/1981
(Ley del Divorcio), modificando la regulación del matrimonio en el CC y determinando
el procedimiento a seguir enlas causas de nulidad, separación y divorcio.

Características del divorcio en el sistema español. La configuración legislativa


concreta del divorcio depende en cada caso, de cuáles sean los criterios básicos
establecidos por el legislador. Las opciones básicas al respecto consisten
inicialmente en optar entre el denominado divorcio consensual y el divorcio judicial.

En el divorcio consensual, la pura y concorde voluntad de los cónyuges privaría de


efectos al matrimonio, sin más trámites que hacerlo constar o comunicarlo ante la
autoridad pública correspondiente en la forma prevenida, en cada caso, pero sin que
la actividad de la autoridad del Estado pueda interferir en la decisión libremente
adoptada por los cónyuges.

El divorcio judicial requeriría el conocimiento de la intención de los cónyuges de


poner fin a su matrimonio a través de un procedimiento judicial y la correspondiente
sentencia. A su vez, dentro del divorcio judicial se pueden identificar diversos
sistemas de divorcio: el denominado divorcio-sanción, el divorcio consensual y el
divorcio-remedio.

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En España el sistema instaurado por la Ley 30/1981 responde al criterio de divorcio,
.judicial, pues no resulta conforme a nuestro Derecho positivo el divorcio consensual y
que sea declarado por una sentencia judicial. Así se dispone en el art. 89 CC “la
disolución del matrimonio por divorcio sólo podrá tener lugar por sentencia que así lo
declare y producirá efectos a partir de su firmeza…”.

No cabe el divorcio de hecho ya que la sentencia es un requisito sine qua non de la


disolución matrimonial.

La solicitud de divorcio. La Ley 15/2005 ha abandonado el sistema causalista de la


Ley 30/1981 en la que los cónyuges debían acreditar la preexistencia de alguna de las

causas de divorcio.

Ahora el art. 86 dispone que “se decretará judicialmente el divorcio, cualquiera que
sea la forma de celebración del matrimonio, a petición de uno sólo de los cónyuges,
de ambos o de uno con el consentimiento del otro, cuando concurran los requisitos y
circunstancias exigidos en el art. 81”. Así, basta el transcurso del período temporal de
3 meses, junto con la propuesta de medidas o de convenio regulador para que uno o
ambos cónyuges puedan solicitar la separación o el divorcio o bien, la separación y,
posteriormente el divorcio que “deberá decretar, de manera obligatoria, la autoridad
judicial que resulte competente”.

5.LA SENTENCIA Y LOS EFECTOS DEL DIVORCIO

La sentencia de divorcio. “La disolución del matrimonio por divorcio sólo podrá tener
lugar por sentencia que así lo declare y producirá efectos a partir de su firmeza” (art.
89.1 CC). El divorcio requiere necesariamente una sentencia judicial y, por ende, un
proceso previo.

El efecto fundamental del divorcio es de dar por disuelto el matrimonio preexistente,


los efectos nacen una vez que la sentencia es firme. Es decir, la sentencia tiene
efectos ex nunc, careciendo de eficacia retroactiva.

Los efectos del divorcio. La sentencia de divorcio (en sentido estimatorio o


desestimatorio) sólo puede referirse a la disolución del matrimonio, que sin duda
constituye el

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objeto medular del proceso y, por tanto, de la propia sentencia perseguida por los
cónyuges. El juez carece de competencia alguna para modificar los efectos
legalmente establecidos que, de forma inherente, conlleva la declaración judicial de
divorcio en relación con la definitiva disolución del matrimonio. No cabe, pues, alterar
judicialmente el marco de los efectos capitales del divorcio según han sido
configurados por el legislador (no cabe “divorciar por X años”; tampoco puede
estimarse el divorcio y declarar que sigue

subsistente el régimen de gananciales; imponer a los divorciados un “derecho de


visita” entre sí, etc.).

Los efectos fundamentales que dimanan de la propia y definitiva disolución del


matrimonio son:

Los cónyuges pasan a ser ex-cónyuges, de forma tal que desaparecen todos los
deberes recíprocos entre ellos: no hay ya obligación de convivencia, fidelidad, socorro
mutuo y corresponsabilidad doméstica.

A partir del divorcio, quienes fueron cónyuges carecen, entre sí, de derechos
sucesorios.

No existe entre los divorciados el deber de respeto cualificado.

Los divorciados no están ligados por vínculo matrimonial. Tienen plena libertad para
contraer matrimonio, sea respecto de terceras personas, sea entre sí mismos.

En caso de haber existido durante el matrimonio algún tipo de régimen económico-


matrimonial de comunidad de gananciales, procede su inmediata disolución.

En relación con los hijos, el art. 92.1 establece que “la separación, la nulidad y el
divorcio no eximen a los padres de las obligaciones para con los hijos”.

Respecto de las restantes personas, la disolución del matrimonio por divorcio, no


perjudicará a terceros de buena fe sino a partir de la inscripción en el Registro Civil.
Art. 89

La reconciliación de los divorciados posterior a la sentencia. Art. 82.2 “la


reconciliación posterior al divorcio no produce efectos legales, si bien los divorciados
podrán contraer entre sí nuevo matrimonio”.

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