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LEYES UNIVERSALES

Leyes Universales
Primera edición: febrero de 2016

David Mora Zamarripa


Mar Amarillo 1239
Guadalajara, Jalisco.
Tel. (33) 38-27-51-92

Derechos reservados: David Mora Zamarripa


ISBN 978-607-8204-78-6
Impreso y hecho en México.

Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del autor


y/o editor, la reproducción parcial o total de esta obra, por cual-
quier medio o procedimiento, incluyendo el fotocopiado.
Prólogo

Más allá del cosmos, del tiem-


po, del espacio, de todo cuanto
se mueve y cambia, se encuentra
la realidad sustancial, la Verdad
fundamental.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

El impulso y la actitud que definen la separación


definitiva del hombre sobre el reino animal es la
búsqueda de la Verdad, que lleva inherente la Con-
ciencia de sí mismo. Esto motivó el establecimiento
de las preguntas más fundamentales: ¿quién soy?,
¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy?, cuya respues-
ta únicamente es accesible a través de un estudio
serio y objetivo del comportamiento de la naturale-
za dinámica que sostiene la existencia, movida por
una serie de mecanismos descritos en el conjunto
de “Leyes universales” que operan siempre de ma-
nera invariable e inamovible. El legado de Hermes
Trismegisto será el pivote en el desarrollo de los
contenidos de este libro, porque de todos los verda-
deros maestros que han ofrecido y otorgado las ba-
ses de la Sabiduría a la humanidad —y han brindado
testimonios de la Verdad—, es él quien plantea de
manera más científica y filosófica la invitación a la
observancia de la Ley universal.

En la medida en que las preguntas —¿quién soy?,


¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy?— se manten-
gan abiertas, el proceso de humanización se sos-
tendrá en su curso natural; no obstante, en sen-
tido inverso, el hombre ha desdeñado el carácter
trascendental de tales interrogantes, llegando al
extremo de olvidarlas. Esto lo conduce a un proceso
retrógrado de adormecimiento, acompañado de un
curso inevitable que conlleva a la involución.

El simple olvido de la premisa fundamental


“quién soy” propicia un estado de confusión perma-
nente, aunque la capacidad para reconocerlo resul-
te incipiente; además, provoca que el sentido del
Ser se nuble por el engranaje de acontecimientos
que mueven la vida material.

Con el surgimiento de cierto estado de con-


ciencia, en relación al estado de ignorancia que la
humanidad afronta, y una vez restablecida la bús-
queda de “quién soy”, surgirán inevitablemente las
preguntas: ¿de dónde vengo? y ¿hacia dónde voy?
Dichos cuestionamientos, por naturaleza propia,
exigirán siempre una legítima objetividad; ajena a
cualquier tipo de dogma o fanatismo.

De esta manera, resulta inevitable que por aña-


didura —en amplitud hacia un sentido macrocósmi-
co— surjan preguntas paralelas: ¿qué es el universo?
(en relación a su naturaleza propia), ¿de dónde vie-
ne? (en relación con su Origen) y ¿hacia dónde va?
(respecto de su destino final).

Todas estas, y muchas interrogantes más, man-


tienen viva la búsqueda de la Verdad fundamental;
una Verdad absoluta y única que se torna inalcan-
zable ante cualquier deseo egocéntrico de poseer-
la; Verdad que por su esencia pura y plena resulta
inaccesible al hombre natural, debido a los límites
manifiestos en cada una de sus facultades; Verdad
que, a pesar de estar inscrita en el corazón del ver-
dadero Hombre, escapa a la reducida posibilidad
del lenguaje verbalizado y a los límites dimensiona-
les del mundo material.

Ante una Verdad inaccesible a la simple volun-


tad humana, el hombre mantiene su búsqueda con
el apoyo de una ruta limitada a sus propias facul-
tades; ha construido, creado y recreado verdades
“relativas” que solo ofrecen algunas aproximacio-
nes que circundan a la Verdad absoluta, pero jamás
la tocan; verdades relativas que podrían generar la
“sensación” de convertirse en la Verdad plena, pero
terminan en engañosa sensación; semiverdades que
se tornan peligrosas en la medida que se confunden
con la Verdad única; verdades limitadas que pare-
cen ser “en sí mismas”, pero dependen siempre de
otras supuestas verdades; verdades engañosas que
llevan consigo un pedazo oculto de falsedad; ver-
dades susceptibles a la manipulación, que pueden
ser moldeables y utilizables por cualquier hombre
astuto que pretenda engañar, vendiendo sus propios
conceptos egocéntricos. En fin, verdades relativas
que se constituyen como el gran motor de la ilusión,
en la medida que son consideradas como Verdades
absolutas.

Ante un discernimiento esclarecido entre la Ver-


dad absoluta y las verdades relativas, resulta evi-
dente que cualquier hombre natural —en estado de
autoafirmación— agudiza su estado de ensoñación
en la medida que se considera poseedor de una
“grandiosa capacidad” tal que le permita alcanzar
en sí mismo y por sí mismo la Verdad absoluta.

La historia conserva el registro de algunos Se-


res esclarecidos que —por el legado de Sabiduría
que han ofrecido a la humanidad— se sugiere ex-
perimentaron una conexión legítima y directa con
la Verdad universal y absoluta del Ser. No obstan-
te, aunque su Sabiduría haya quedado plasmada en
los “Libros universales”, el solo hecho de reducir la
Verdad a palabras escritas imposibilita que el lec-
tor, con tan solo leerlos, pueda reproducir esa pre-
tendida reconexión con la Verdad. Además, aunque
la palabra escrita provenga de una Conciencia libre,
la limitada capacidad cognitiva del hombre natu-
ral común no permite la comprensión del fondo que
origina los planteamientos verbalizados inscritos en
letra impresa, carente de vida.

Ante los límites naturales que el buscador afron-


ta al leer los libros de Sabiduría, existe un recur-
so extraordinariamente didáctico que permite la
máxima aproximación cognitiva posible a la Verdad
fundamental: la universalidad.

La universalidad dirige la atención hacia los


puntos más fundamentales de la Sabiduría inscrita
en cada uno de los textos universales, y permite
descubrir que, en el fondo, todas las tradiciones de
la historia giran alrededor de una “Verdad única”,
que solo es asimilable cuando se miran todas las
corrientes en Unidad. No se trata de un simple aná-
lisis en relación a un escueto estudio de religiones
comparadas, sino de la ubicación consciente de esa
Verdad única y fundamental inscrita en el corazón
de toda verdadera religión, “desde el más legítimo
religare”. Cabe resaltar que todas las religiones han
dirigido siempre sus intenciones hacia la búsqueda
del Origen supremo, y que únicamente compren-
diéndolas a todas en “Unidad” podremos liberarnos
de dogmas, fanatismos y sectarismos para acceder
a una verdadera comprensión, que nos faculte para
servir a la humanidad en el único aspecto esencial:
la Conciencia.

La Conciencia, en términos sencillos, es la ca-


pacidad para percibir y reconocer la realidad. Esto
nos obliga a distinguir dos tipos de realidad; la pri-
mera: una realidad “relativa” en función de todos
los fenómenos temporales y finitos que acontecen
en el mundo manifiesto de las formas, en la existen-
cia. La segunda: realidad “Absoluta”, en relación al
carácter atemporal del Origen fundamental, al Ser
universal. La conciencia existencial relativa está
limitada al reducido margen de percepción de los
sentidos, mismos que se constituyen como la única
fuente de información para la mente; que después
discrimina, ordena y transforma la información ver-
tida por los sentidos en pensamientos. La Concien-
cia del Ser es la realidad única y absoluta, va más
allá de la mente y de toda manifestación en el mun-
do físico dimensional.

Según la conciencia existencial: somos enti-


dades dividas y aisladas que habitan en un planeta
perdido en el espacio infinito; caminantes solitarios
y permanentes buscadores del “saber” que se os-
tentan como conocedores de este mundo; persona-
lidades comprometidas obsesivamente con el “ha-
cer”, tras la conquista de propósitos externos que
siempre resultan secundarios; actores metidos en
su propio guion, carentes de Luz, identificados con
el tiempo y el espacio.

Según la Conciencia del Ser: somos partícipes


de la gran totalidad que origina la manifestación
universal, facultados para percibir cómo se inter-
penetran todos los planos dimensionales en plena
Unidad y en consonancia con una Fuente de energía
original y única; sintonizados con la quietud y la
Paz del “Ser” y conscientes del único y verdadero
propósito interno; portadores de Luz, poseedores
de la Libertad interior y en plena Conciencia del
presente.

Queda claro que la Conciencia del Ser está fue-


ra del alcance de la voluntad de cualquier limitada
personalidad; no obstante, la conciencia existencial
está al alcance de las facultades cognitivas de la
mente y a través de ella debe iniciar todo proceso
de búsqueda, si se pretende que sea objetiva y cla-
ra. Pero la mente nunca será capaz de conducirse
por sí misma en una búsqueda consciente; requiere
de una base sólida y precisa que solo puede estable-
cerse con un fundamento: la Ley universal.
Introducción

La intención de este trabajo es sencillamente


didáctica, ofrecer al lector los elementos más sig-
nificativos que la Sabiduría ofrece a través de las
distintas corrientes, todos ellos dispuestos en una
proyección transversal, lo que permite ubicar los
puntos de incidencia que en el fondo unifican a
todas las tradiciones místicas de la historia, para
trascender las diferencias que aparecen en las for-
mas y carecen de significado; con esto se prioriza lo
fundamental sobre lo superficial. De esta manera,
queda ajena toda intención de crear una nueva fi-
losofía o doctrina; y por motivos obvios, se evitará
dar al buscador una pretendida interpretación de
la Verdad que se convierta inevitablemente en un
nuevo condicionamiento. Este libro permite al lec-
tor apoyarse en los Principios de Sabiduría Universal
que conllevan a la realización de un discernimiento,
evitando así agregar nuevas influencias a la carga
natural de condicionamientos que la sociedad impo-
ne por medio de la cultura y las distintas tradiciones
—religiosas o laicas por igual—.

La verdadera Sabiduría es una sola, es universal;


nos enseña a vivir en armonía con nuestros seme-
jantes y en una equilibrada relación con las circuns-
tancias ordinarias de la existencia. Nos ayuda a salir
del sueño propiciado por el influjo hipnotizante de
la actividad externa. Nos evita que lleguemos a su-
mergirnos en los propósitos más superficiales —los
externos— y que nos olvidemos del único propósito
verdadero —el interno—. Nos permite comprender
que aunque parezca que somos nosotros quienes
actuamos ante las circunstancias de la vida, en rea-
lidad solo reaccionamos; nos permite comprender
también que es una fuerza natural la que pasa enci-
ma de nosotros y mueve todas nuestras pretendidas
decisiones. Nos conduce a la certeza de que solo
en muy escasas situaciones procedemos de manera
libre por nosotros mismos y que en la inmensa ma-
yoría de los casos obramos como una minúscula par-
te que es movida por una colectividad. Nos ratifica
que “no somos” en absoluto lo que siempre hemos
creído ser.

Todo esto constituye el sentido más profundo


de la Sabiduría, enseñanza vinculada con las Leyes
universales que mueven el quehacer de la natura-
leza y el hombre. Quien entienda estos Principios
comprenderá que la personalidad no es más que un
simple engrane en una gran maquinaria y descubrirá
que el éxito o el fracaso de todo lo que involucre en
sus planes dependerá en escasa medida de sus pro-
pias decisiones; porque con toda la objetividad por
delante, verá que todo cuanto le sucede pasa por
encima de su propia voluntad. Sobre la base de este
aspecto de la “conciencia existencial”, un hombre
esclarecido ya no experimentará el fracaso como
tal, porque contará siempre con la certeza de que
aun la mayor derrota conlleva al éxito en la búsque-
da interior.

Una vida conducida con la comprensión previa


de las Leyes universales difiere mucho de la vida or-
dinaria. En el comportamiento del hombre común,
sin importar sus condiciones externas, el propósito
principal consiste en evitar cualquier dificultad —lo
desagradable y lo incómodo— hasta donde sea posi-
ble; en contrasentido, el Hombre sabio —conocedor
de la Ley— no rechaza lo incómodo ni lo desagra-
dable, lo acepta y así se abre a toda posibilidad de
aprendizaje.

Es fundamental el reconocimiento y la distinción


entre la verdadera Sabiduría y la pretendida “sa-
biduría de este mundo”, la sapiencia; que en oca-
siones es aún más peligrosa que la ignorancia. Al
hombre sapiente lo mueve la autoafirmación y al
Hombre sabio solo le interesa la quietud que está
implícita en la autonegación; el hombre sapiente
se erige como “conocedor y constructor” de este
mundo, mientras que el Hombre sabio comprende
que —como dijo Sócrates— “lo único que sabe es
que nada sabe”.

La comprensión y la observancia de las Leyes


universales conducen al desapego y la aceptación
—que constituyen la base fundamental para la neu-
tralidad— ya sea en circunstancias placenteras o
dolorosas; un “desapego” que nunca debe ser con-
fundido con la frialdad o con la indiferencia hacia la
vida; un “desarraigo” producto del reconocimien-
to y la comprensión de que todo se hace a partir
de ciertas Leyes que movilizan al mundo y así pre-
disponen todo en su propio destino. No obstante,
esto tampoco debe mirarse como “fatalismo”, por-
que aun cuando la existencia dialéctica mantenga
la continuidad de su propia dinámica, el humano
conserva toda la posibilidad de desvinculación y
trascendencia, a partir de la observación de la Ley
universal y un estado legítimo de Conciencia y neu-
tralidad.

Nunca perdamos de vista que la Sabiduría está


destinada a aquellos que buscan internamente lo
Verdadero para cambiarse a sí mismos, no está a
la disposición de quienes pretenden “cambiar al
mundo”; porque en el fondo, solo pretenden ma-
nipularlo y adaptarlo para que satisfaga sus propias
necesidades egocéntricas.

En el momento en que nos resulte posible proce-


der desde la Sabiduría, en observación consciente
de la Ley universal y sin pretender utilizarla, deja-
remos de estar gobernados por los mecanismos que
mueven la existencia, aunque sigamos viviendo en
ella.

Todo esto resultará imposible para quien ignore


la Ley, y precisamente por eso adquiere tanto sig-
nificado el estudio y la comprensión del comporta-
miento de la vida natural a través de los Principios
universales, que aparecen siempre en el corazón de
la Sabiduría de todos los verdaderos maestros. El
legado de Hermes Trismegisto será el marco refe-
rencial inmediato para la exposición de este traba-
jo, por su forma tan magistral de mostrarnos la Ley
universal en un sentido profundamente científico y
filosófico.

Hermes Trismegisto nació en Egipto en los inicios


de esta civilización y fue considerado como el pa-
dre de la Sabiduría y descubridor de la alquimia —la
leyenda acerca de la “Piedra filosofal” que trans-
formaba todos los metales en oro era una alegoría
vinculada con la filosofía hermética—. Se han perdi-
do los registros sobre los detalles de su vida, debi-
do a los largos periodos que han transcurrido desde
entonces, pero se sabe que vivió durante las más
antiguas dinastías de Egipto, mucho antes que Moi-
sés. Los estudiosos en la materia lo consideran con-
temporáneo de Abraham y, según dice la tradición,
fue instructor de aquel sabio. Aun las doctrinas más
antiguas de la India exhiben enormes coincidencias
con la enseñanza Hermética.

Muchos años después de su muerte, los egip-


cios lo elevaron al grado de deidad y le asignaron
el nombre de Toth; siglos posteriores, los griegos
hicieron también de él otro de sus dioses y le lla-
maron: “Hermes, el dios de la Sabiduría”. Tiempo
después le agregaron el apelativo “Trismegisto” que
significa “tres veces grande”.

Las siete Leyes universales, objeto principal de


estudio de este libro, fueron inscritas por Hermes
Trismegisto en un libro conocido como El Kybalión,
que fue rescatado del incendio de la biblioteca de
Alejandría, perpetrado en el año 395 D. de C. Se
dice que permaneció en un baúl de cobre y fue re-
cuperado por discípulos de Hipatia. La primera apa-
rición pública de esta obra en Europa se dio a prin-
cipios del Siglo XX.

Con una comprensión cabal de las Leyes univer-


sales, contenidas en El Kybalión, será posible entrar
en cualquier biblioteca sin perderse en el mar de
la multiformidad contenida en las marejadas de la
información; además, sobre esta base será posible
discernir lo verdadero de lo falso.
Índice

Dos naturalezas: original y física 15


Ley universal 25
Mentalismo 34
Causa y efecto 43
Polaridad 54
•Dualidad 54
•Relatividad 66
•Polaridad 78
Vibración 88
Correspondencia 100
Ritmo 108
Generación 119
Dialéctica 127
Neutralidad 143
Identificación 153
Fuente original 164
•Nombres que recibe 165
•No hay espacio vacío 174
•El Sol como portador de la Fuente original 175
•Dos naturalezas 182
•Dos naturalezas de fuerza en el Sol 183
Alquimia 185
Vivir en el mundo sin ser del mundo 197
Referencias históricas 209
Bibliografía 223
Dos naturalezas: original y física

Dos naturalezas: original y física

El hombre, a diferencia de todas las demás


criaturas vivientes sobre la tierra, es de
naturaleza dual. Es mortal en razón de su
cuerpo; es inmortal en razón del Hombre
de sustancia eterna. Es inmortal, y tiene
todas las cosas en su poder; sin embargo,
sufre la suerte de un mortal, estando so-
metido al destino. Está exaltado por enci-
ma de la estructura de los cielos; sin em-
bargo, ha nacido esclavo del destino.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Resulta imposible profundizar en el estudio de las Le-


yes universales, de manera clara y objetiva, sin antes rea-
lizar un ejercicio de discernimiento que permita distinguir
y reconocer las dos naturalezas que sostienen la presencia
del hombre en este mundo. Esto es fundamental, porque
las Leyes universales operan solo en el mundo físico, el
mundo de las formas, y no proceden en la Naturaleza del
Ser original, del Hombre verdadero; además, porque el
hombre natural común no advierte las diferencias antagó-
nicas entre ambas naturalezas.

Los humanos cometemos de manera constante un gra-


ve error, consideramos a la naturaleza física como la única
realidad y dejamos de lado a la verdadera Naturaleza, la
original, en cuya esencia se encuentra el Origen de todo.
El motivo de esta gran confusión radica en que la natu-
raleza física —que es temporal, cambiante y por ende,

15
Dos naturalezas: original y física

poco confiable— es la que sí se percibe. Como personas


tenemos la costumbre de depositar toda nuestra confian-
za —como Tomás— en lo que vemos y tocamos; de esta
forma, desdeñamos de manera sistemática todo aquello
que no es perceptible por medio de nuestros sentidos. Así
la mente, al no recibir información de tipo sensorial, no
comprende la verdadera Naturaleza.

El humano es la única entidad que vive de manera


simultánea en ambas naturalezas: en el plano físico se
desenvuelve a través de la personalidad corpórea, per-
manentemente bajo el control de la mente —producto
de un limitado proceso evolutivo natural en una especie
“animal”: el homínido—; pero más allá del tiempo y del
espacio se mantiene el Ser, siempre latente en su interior.
El problema del hombre es que al no estar consciente del
Ser, lo ha confundido con la personalidad.

Restablecer la conciencia del Ser —nuestra original y


verdadera Naturaleza, la identidad real— se convierte en
el único y auténtico sentido de la vida, lo que haremos
imposible si nos mantenemos orientados de manera cons-
tante hacia la naturaleza física; y peor aún, si es a ella a
quien consideramos como original y verdadera. Por otra
parte, restablecer la conciencia del Ser tampoco será po-
sible si queremos “servir a dos amos”, es decir, si espe-
culamos pretendiendo estar en el Ser sin soltar la identi-
ficación con la mente. También resulta ilusorio suponer
que por medio de la personalidad —que es un fragmento
infinitesimal ante el Ser— alcancemos algún día la Natura-
leza absoluta del Ser; y peor aún, considerar que con un
mayúsculo esfuerzo transformaremos a la personalidad en
el Ser mismo.

Por todo lo ya expuesto, siempre será de vital impor-


tancia establecer una clara distinción entre el Ser interior
16
Dos naturalezas: original y física

y la personalidad; entre el Origen y su manifestación; en-


tre el Ser y la existencia. La humanidad desconoce que la
raíz de todos los grandes problemas radica precisamente
en la confusión —la no distinción— entre ambas naturale-
zas. Resulta fundamental comprender que con la limitada
naturaleza de la personalidad no es posible restablecer
la Conciencia de la Naturaleza absoluta del Ser original;
no obstante, la observancia de la Ley universal permite
reconocer que la presencia corpórea de la personalidad
no constituye la identidad del Hombre verdadero, y preci-
samente en esa dirección es donde inicia el más legítimo
proceso de búsqueda, porque reconociendo lo falso como
falso se revela lo verdadero.

Con la intención de profundizar más sobre las dos natu-


ralezas, reflexionemos con la apreciación de algunas citas
extraídas de las fuentes filosóficas originales, se seleccio-
naron aquellas que se consideran de mayor trascendencia
histórica, para así construir una visión universal.

La esencia de Ser, que es la característica universal


de todos los objetos, persiste incluso en ausencia
de éstos. Antes de la creación no existía sino esta
esencia.
Upanishads

La inmanencia del Ser está presente en toda la ma-


nifestación universal, es “atemporal”; la manifestación
física universal es “temporal”, transitoria, carece de per-
manencia.

Sukesa interrogó al maestro, y la respuesta de éste


fue: “El Purusha sobre el que preguntas está en tu
propio cuerpo, como residente del Cielo interior,
tu corazón.

17
Dos naturalezas: original y física

Solo el Purusha es lo que permanece. Él carece de


objetivos, de todo rasgo y cambio. Es imperecede-
ro e infinito. Esto es todo lo que hay que conocer”.
Upanishads

Nuestra verdadera naturaleza —Purusha—, quien “re-


side” en el corazón, es lo único permanente y verdadero.
Todo lo demás viene, cambia y se va.

Cuando el ojo es iluminado por el esplendor del


Atma, se vuelve capaz de captar la forma, que es
el campo de percepción que le corresponde, pero
jamás podrá iluminar al Atma, que es luminoso por
sí mismo. La lámpara ilumina los objetos, mas, por
su cuenta, los objetos no pueden iluminar a la lám-
para.
Upanishads

La naturaleza original es energía, es Luz; el ojo no


existiría sin la presencia de la Luz. Los sentidos y toda la
manifestación corpórea —física— existen y son movidos a
partir de un Origen único; no obstante, son incapaces de
incidir, mover o condicionar al Origen mismo.

En este mundo hay dos principios fundamentales;


uno es el perecedero, y el otro el imperecedero. El
perecedero es la creación y todo lo que ella con-
tiene, mientras que lo imperecedero es lo que no
cambia, lo Inmutable.
Bhagavad Gita, XV- 16

A este plano existencial, Krishna le llama principio pe-


recedero porque aquí todo termina, se desvanece, pere-
ce; desde el momento en que algo nace, inicia su proceso
de muerte. En el Ser todo es permanencia, no hay cambio,
nada perece.
18
Dos naturalezas: original y física

Aquel que reconoce que es tan solo la naturaleza la


que realiza todas las acciones que se realizan por
doquier, en este mundo cambiante, mientras que
el Espíritu meramente observa su trabajo, éste en
verdad discrimina con acierto.
Bhagavad Gita, XIII- 29

El acto de hacer, de realizar, solo procede a través del


fluido de los cambios, y esta cualidad “cambiante” siem-
pre está presente en la naturaleza física. En el Espíritu,
que es inmutable, no procede la generación de cambios a
través de los actos, de hacer o realizar; sobre esta base
comprendamos que el único quehacer del Ser —Espíritu—
es la observación.

Hermes: No es posible, hijo mío, apegarse, a la vez,


a las cosas mortales y divinas; lo que es mortal es
de un tipo, y lo que es divino, del otro tipo; y aquel
que quiere hacer su elección es dejado libre de ele-
gir lo uno o lo otro. No es posible tomar ambos; y
cuando uno pierde fuerza, entonces el operar del
otro deviene manifiesto.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

El evangelio de Mateo se refiere a lo mismo que dice


Hermes, donde Jesús habla de no servir a dos amos. Si nos
orientamos a una naturaleza, se desvanece el operar de la
otra; lo más importante de todo es que nosotros siempre
tenemos la opción de elegir.

Las fuerzas divinas son radiaciones emitidas por


Dios; las fuerzas que originan el nacimiento y el
crecimiento son radiaciones emitidas por el cos-
mos.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
19
Dos naturalezas: original y física

Hermes distingue dos tipos de fuerza, cuyos orígenes


están en cada una de las dos naturalezas. La energía cós-
mica es dinámica —en su movimiento genera el nacimien-
to y la muerte—, mientras que la energía del Ser es está-
tica, potencial, por tanto inmutable; perenne.

La materia grosera es la nutrición de los cuerpos, y


el espíritu es la nutrición de las almas.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

El cuerpo biológico, que fue generado por el cosmos,


solo puede ser alimentado por componentes de natura-
leza cósmica, la materia; en relación al Ser acontece lo
propio.

El Tao permanece en el estado de no obrar y, sin


embargo, no hay nada que no sea hecho por él.
Lao Tse, Tao Te King

Las Leyes universales surgen en el momento mismo en


que la energía estática del Ser (potencial) se manifiesta
en la cinemática (energía dinámica). De la quietud estáti-
ca del “no hacer” emerge el acto perfecto.

Nunca se debe tratar con ligereza lo que es primor-


dial, ni con gravedad lo que es secundario.
Confucio

En la existencia, todas las responsabilidades son se-


cundarias; en el Ser está presente el motivo fundamental
de la Vida. Los humanos nos empeñamos en mirar de ma-
nera invertida el verdadero valor de las cosas.

20
Dos naturalezas: original y física

Este cuerpo, que es el cuerpo de Gotama; se des-


compondrá a su tiempo; y después de su descompo-
sición, nadie, nadie, ni Dios ni hombre, verá más a
Gotama. Pero Buddha no morirá; el Buddha vivirá
eternamente en el cuerpo sagrado de la ley.
Evangelio del Buddha

Solo el Ser original permanece. Los cuerpos existencia-


les, es decir, los cuerpos de la personalidad, se disuelven
inevitablemente; incluso tratándose de un sabio.

Es necesario diferenciar las cosas: lo que siempre


existe sin haber nacido, y lo que siempre está co-
menzando sin jamás llegar a ser.
Platón

Platón plantea la necesidad de distinguir las dos natu-


ralezas: el Origen, que es lo absoluto, eterno —sin prin-
cipio ni fin—; y la manifestación, que crece pretendiendo
llegar a Ser y se desvanece mucho antes de lograrlo, tal
y como sucede con todos los fenómenos de la existencia.

Te digo que el hombre debe volar como las aves,


porque el hombre es Espíritu y el reino del Espíritu
no está en la Tierra.
Evangelio de Judas

Jesús de Nazaret ratifica la Naturaleza original del


hombre —que es el Ser—, la denomina Espíritu eterno; al
tiempo que refuerza lo que dicen otros grandes pensado-
res, que su procedencia no es de este mundo físico.

Nada en el mundo los rescatará hasta la eternidad.


Sino que serán sin existencia hasta el fin.
Pistis Sophia XL: 25,26
21
Dos naturalezas: original y física

Ningún esfuerzo realizado en la existencia, por muy


grande que sea, puede ofrecernos como resultado la liber-
tad de la Conciencia.

Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de


este mundo, mis servidores pelearían para que yo
no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no
es de aquí.
Juan 18: 37

Tal como lo ratifica en el evangelio de Judas, Jesús


dice que este mundo físico no es el reino original.

Les digo que entre los nacidos de mujeres, no hay


mayor profeta que Juan el Bautista; pero el más
pequeño en el reino de Dios es mayor que él.
Lucas 7: 28

En esta cita se ubica a Juan como el máximo expo-


nente de este mundo; pero aún con toda su grandeza,
él continúa siendo pequeño ante la mínima expresión del
plano original.

El hombre natural no percibe las cosas que son del


Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las
puede entender, porque se han de discernir espiri-
tualmente.
Corintios I 2: 14

La mente es una expresión de la naturaleza física y


está diseñada para crear y para comprender los mecanis-
mos que regulan este mundo. La naturaleza del Ser solo
puede ser comprendida por el corazón.

22
Dos naturalezas: original y física

Así como hemos traído la imagen del terrenal,


traeremos también la imagen del celestial.
Corintios I 15: 49

Pablo nos acerca a una realidad fundamental, que so-


mos portadores de dos imágenes: nuestra personalidad es
la “imagen y semejanza del cosmos” y nuestro Ser interior
es la “imagen y semejanza de Dios”. Muchas religiones
han enfrentado innumerables problemas y confusiones por
no establecer esta distinción, sobre todo por creer que el
cuerpo biológico y la mente son la imagen y semejanza
de Dios. ¿De dónde viene tanta arrogancia que nos hace
creer que Dios es semejante a algo tan limitado como la
personalidad?

Solo conociéndote a ti mismo comprenderás que no


hay mezcla entre lo temporal y lo eterno, y com-
prenderás que solo hay eternidad.
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad

Ibn Arabi, tal como lo citó Hermes, nos habla de la im-


posibilidad de mezclar las dos naturalezas. Pero reconoce
la Naturaleza original como la única y verdadera. Así el
universo físico, con toda la inmensidad que contiene, es
una simple proyección de su Origen.

Lo creado no puede pensar en lo no creado. El


pensamiento solo puede pensar en su propia pro-
yección, que no es lo verdadero. ¿Puede el pen-
samiento, que es el resultado del tiempo, de las
influencias, de la imitación, pensar en lo inmen-
surable?
Krishnamurti, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

23
Dos naturalezas: original y física

Tal como lo anticipa Pablo, la mente solo comprende


el producto de su propia proyección, el mundo tangible;
la Naturaleza del Ser únicamente se comprende con el
corazón.

El conocimiento existe en dos formas: inerte y sin


vida, reunido en libros; y vivo en la Conciencia de
los seres humanos. Esta segunda forma de existen-
cia es sin duda la fundamental; la otra, indispen-
sable por cierto, ocupa un lugar inferior. Esto es lo
que constituye el distintivo del maestro.
Albert Einstein, Mis creencias

Genial es la distinción que establece Einstein sobre el


conocimiento: está carente de vida toda la información
que procesa la mente a través del lenguaje —oral o es-
crito—, pero lleno de vida todo lo que constituye la Con-
ciencia.

24
Ley Universal

Ley universal

Los principios de la Verdad son siete: el que


los comprende posee la clave mágica con la
que todas las puertas del templo se abrirán
de par en par.
El Kybalión

Después de establecer la distinción entre las dos na-


turalezas, queda claro que el único propósito legítimo,
real y auténtico de la vida es reconocer nuestra verdadera
Naturaleza —la Naturaleza del Ser—; sin embargo, la re-
solución de este planteamiento nos coloca ante un enor-
me conflicto: la Naturaleza original es incognoscible, a
pesar de ser nuestra única realidad. De manera contraria,
la naturaleza física —que no es la realidad— tiene como
cualidad que es cognoscible. Frente a esta situación surge
una gran inquietud, ¿descubriremos la verdadera esencia
de la Naturaleza del Ser? Indiscutiblemente es una pre-
tensión que está fuera de nuestro alcance, por mucho que
nos esforcemos; pero una posibilidad se mantiene abierta
y se encuentra plasmada en los libros universales: prime-
ro debemos reconocer a lo falso como falso y por simple
añadidura la Verdad se manifiesta, se revela.

En contradicción con el planteamiento recién mencio-


nado, los humanos identificamos a la existencia —que es
la naturaleza “no verdadera”— como la Verdad; por esta
razón nos mantenemos confundidos y alejados de la rea-
lidad.
25
Ley Universal

Si históricamente creímos que la naturaleza física es


la verdadera, en este momento tenemos la alternativa de
entender a la existencia tal y como es, como parte de
una simple manifestación; y para comprenderla contamos
únicamente con una herramienta confiable: “La Ley Uni-
versal”, quien nos ofrece una profunda visión, tanto cien-
tífica como filosófica —las Leyes universales son todas las
leyes de la física y aplican en todos los contextos de la
existencia—.

En estos momentos de la existencia, la ciencia (parti-


cularmente la física) ya avanzó lo suficiente para tocar a
la filosofía; y ambas, en unidad, nos brindan los elemen-
tos necesarios para que cada individuo, sin ningún tipo de
apego, recorra el camino de la “no identificación” con la
naturaleza que no es verdadera y alcance el único sendero
legítimo que puede llevarlo al reconocimiento de su Natu-
raleza original y verdadera.

Todo tipo de información acumulada en la mente, en


relación con la existencia, se procesa con grandes tintes
de creencia, de dogma —también la ciencia provoca di-
versos dogmas—; y la única posibilidad que se tiene para
comprender a la naturaleza de forma consciente, con el
peso específico de la vivencia, es a través de la sabia ob-
servación de la Ley universal, cuyos principios permiten
comprender y percibir las verdaderas cualidades de la na-
turaleza física: temporal, transitoria, cambiante, efíme-
ra, dual, relativa… en síntesis, solo un conjunto de apa-
riencias.

Es importante precisar las dos posibilidades que se


presentan sobre el manejo de los principios universales:

*Con el entendimiento de la Ley es posible desarrollar


la suficiente astucia para que, con una visión enriquecida,
26
Ley Universal

se dé como resultado una supremacía sobre los semejan-


tes con la que es posible obtener —con las debidas mani-
pulaciones— la acumulación de dinero y poder. Bajo este
escenario se profana el propósito original de la existencia
de la Ley, convirtiéndose en la peor de las desviaciones;
como logro, se obtiene simplemente un alimento apeti-
toso para el ego y un disfrute de placer estrictamente
“temporal”, pasajero. Pero la naturaleza compensa todo
y tarde o temprano devela el otro lado de la moneda.

*El manejo legítimo, además de fundamental, que se


debe dar a la Ley universal es su observación y estudio;
que permite conocer la esencia verdadera de la existen-
cia. De esta forma es posible comprender el importantísi-
mo quehacer de observadores, para así respetar y aceptar
lo que la vida dispone. Todo hace suponer que los Princi-
pios universales se constituyen como el único instrumento
sobre el que se manifiesta la Conciencia que deviene des-
de otro orden de Naturaleza superior.

Al acercarnos al estudio de la personalidad, particular-


mente al estudio de la mente, encontramos un competen-
te especialista: el psicólogo; pero “psicología” significa
etimológicamente “tratado del alma”, algo muy lejano a
lo que realmente se investiga a través de dicha especia-
lidad. Por otro lado, observemos que la mente se com-
porta en estricta respuesta a los estímulos brindados por
los sentidos; esto la convierte en una máquina, muy so-
fisticada, pero finalmente máquina. Y para que la mente
deje de comportarse como una máquina, primero debe
reconocerse como tal.

Al considerar este rasgo mecánico de la mente, resulta


ilógico pretender estudiarla por medio de la moral o la
espiritualidad; debe partirse del estudio de la mecánica

27
Ley Universal

—una rama de la física—. Ahora bien, los principios regula-


dores de la física son precisamente las Leyes universales.

Todos los libros de Sabiduría abordan las Leyes univer-


sales, de forma directa o indirecta; pero es Hermes Tris-
megisto quien da el seguimiento más directo y puntual.
Los documentos herméticos más importantes de donde es
posible extraer la información más abundante sobre los
Principios universales son: El Kybalión, Tabla Esmeraldina
y Corpus Herméticum.

Son siete los Principios básicos en los que se basa la fi-


losofía hermética, y en la combinación del operar de estas
siete Leyes se generan muchas más:

Mentalismo
Causa-efecto
Polaridad
Vibración
Correspondencia
Ritmo
Generación

En todos los contextos y en todos los niveles, la obser-


vación de la existencia a través del estudio de las Leyes
universales nos brindará más sabiduría de la que podamos
imaginar; siempre será para nosotros una fuente inagota-
ble de conocimiento.

Como se puede apreciar, nos adentramos a una Fuente


inagotable de Sabiduría, la Ley universal. Enriqueceremos
este sendero con la revisión de algunas citas, las de mayor
trascendencia histórica, extraídas de las Fuentes filosófi-
cas originales.

28
Ley Universal

El hecho de que el hombre pueda afrontar las fuer-


zas espirituales del universo sin miedo alguno, de-
muestra que entiende las leyes de Dios.
Confucio

Confucio ratifica lo importante que resulta la compren-


sión de las Leyes universales; ya que expresan las directri-
ces básicas del orden natural, desde el Origen mismo del
Universo.

Es costumbre, ¡oh rey!, que el que se encuentra el


tesoro oculto ofrezca a su padre la joya más valio-
sa. Permítame, pues, que abra mi tesoro, que es la
ley, y acépteme esta gema.
Y el Bhagavat recitó las gathas siguientes:
Sal del sueño, no tardes.
Escucha la ley,
Practica la justicia, y he aquí
Que la eterna felicidad te pertenecerá.
Evangelio del Buddha

No existe tesoro más preciado que la conciencia sobre


el operar de la Ley. Sin la observación y la comprensión de
la Ley no es posible salir del sueño de la existencia.

Sigan primero solo las leyes de su Madre Terrenal,


de quien ya les he contado. Y cuando sus ángeles
hayan lavado y renovado sus cuerpos y fortalecido
sus ojos, serán capaces de soportar la Luz de nues-
tro Padre Celestial.
Evangelio de los esenios

En esta cita, Jesús de Nazaret hace una clara distin-


ción de las dos naturalezas: la madre terrenal en refe-
rencia a la manifestación de la naturaleza física y la Luz
29
Ley Universal

del Padre en relación con la Naturaleza original. Una vez


distinguidas, ubica el operar de las Leyes universales solo
en la “madre terrenal”, no así en la Luz del Padre; porque
en la Naturaleza original no opera la Ley.

Con la comprensión y la observación de las Leyes na-


turales es posible abrirse a la Luz; no así con la aplicación
utilitaria de la ley, motivada por una intención superflua
de acrecentar el bienestar y desarrollo de la personalidad.

Los escribas y los fariseos han hecho cien veces


diez mandamientos. Y han puesto insoportables
cargas sobre sus hombros, que ni ellos mismos so-
brellevan. Pues cuanto más cercanos a Dios están
los mandamientos, menos necesitamos, y cuanto
más lejanos se hallan de Dios, más necesitamos en-
tonces.
Por eso innumerables son las leyes de los fariseos y
de los escribas, siete las leyes del hijo del hombre,
tres las de los ángeles; y una la de Dios.
Evangelio de los esenios

Jesús de Nazareth establece una relación matemáti-


ca entre las leyes y la Conciencia —que se mantiene en
la Unidad perfecta—. A mayor Conciencia, menos leyes; y
viceversa. Jesús coincide con Hermes: puntualizan siete
Leyes para este plano existencial.

Ya se les dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”.


Pero yo les digo, Hijos del Hombre: Honren a su
Madre Terrenal y guarden todas sus leyes, para que
sean largos sus días en esta Tierra, y honren a su
Padre Celestial para que sea suya en los cielos la
vida eterna.
Evangelio de los esenios
30
Ley Universal

Las Leyes (plural) operan para este mundo existencial;


en el Padre —entendido como Origen-destino— opera solo
una: Jesús la llamó Amor.

Si un hombre desea enseñar a los demás hombres,


antes deberá obtener su saber de Dios y de la na-
turaleza; después, si los demás quieren, que se ins-
truyan junto a él. El error se debe a que se quiere
obtener la ciencia más allá del fundamento verda-
dero.
Paracelso, Las Siete Apologías

El “saber supremo” y el de la naturaleza está en las


Leyes universales, que son el fundamento verdadero del
Conocimiento, ajeno a las predisposiciones de la mente
de cualquier individuo.

Es necesario distinguir a los que actúan según la


ley universal de los que actúan según la ley de los
hombres. Unos sirven al amor y los otros al interés.
Paracelso, Las Siete Apologías

Las leyes del hombre —incluidas las leyes morales— son


simple imitación. Fueron creadas para llenar el vacío que
existe en la conciencia humana, por ignorar las Leyes uni-
versales. Los resultados de la ética y la moral son muy
limitados y hacen evidente un sinnúmero de desviaciones;
solo sirven para que las cosas no se salgan de ciertos lími-
tes preestablecidos. En contraste, los Principios universa-
les tienen su Origen en el Ser; y gracias a su comprensión,
la libertad se hace posible.

La naturaleza, en su primer plano, consiste en sie-


te propiedades que se dividen hasta el infinito.
Jacob Boehme, La Llave

31
Ley Universal

Jacob Boheme —al igual que Jesús y Hermes— ratifica


la existencia de siete principios, que a su vez generan
otros.

Queda claro que prefiramos las enseñanzas de la


filosofía y que estimulemos a los espíritus más lú-
cidos y perspicaces a que estudien con exactitud la
naturaleza, en lugar de tintar metales.
Confessio Fraternitatis de la orden Rosacruz

La filosofía responde también a las mismas Leyes na-


turales.

En el mundo físico hacemos la distinción entre


las leyes de la naturaleza y las de la moralidad.
Cuando deseamos explicar los procesos naturales,
no podemos hacer uso de ideas morales. Explica-
mos una planta ponzoñosa de acuerdo con las leyes
naturales, pero no la condenamos moralmente por
ser ponzoñosa.
Cuanto más espiritual sean los mundos en que en-
tramos, tanto más coinciden lo que pudiéramos lla-
mar la ley natural y la ley moral.
Rudolf Steiner, Guía para el conocimiento de sí mismo

Tal como lo cita Paracelso, Rudolf Steiner considera a


las leyes morales como imitación para sustituir a las Leyes
universales; ambas de distinta naturaleza. Sin embargo,
pueden coincidir cuando hay libertad de Conciencia.

La mayoría de las ideas fundamentales de la cien-


cia son esencialmente sencillas y, por regla gene-
ral, pueden ser expresadas en un lenguaje com-
prensible para todos.
Albert Einstein
32
Ley Universal

Ante toda la profundidad científica contenida en las


Leyes universales, no necesitamos convertirnos en cientí-
ficos colosales para entenderlas.

La materia prima sensorial, la única fuente de


nuestro conocimiento, puede llevarnos, por hábi-
to, a la fe y a la esperanza, pero no al conocimien-
to, y todavía menos a la captación de las relaciones
expresables en forma de leyes.
Albert Einstein, Mis creencias

Los Principios universales regulan el comportamiento


de la materia, pero no son la materia. A través de los sen-
tidos solo es posible captar una parcialidad del operar de
la Ley.

33
Mentalismo

Mentalismo

El Todo es mente; el universo es mental.


El Kybalión

Para profundizar debidamente en este Principio, an-


tes debemos revisar la naturaleza del universo físico. Es
probable que lo concibamos como “infinito, perfecto y
eterno”; pero conceptos más equivocados que estos no
son posibles de otorgar, aunque cause sorpresa.

El universo no es infinito: si bien es impresionante-


mente grande, existe cierta distancia entre las galaxias
más lejanas; y esto le pone límite. No es perfecto: existen
colisiones ocasionales y accidentales entre algunos astros;
en la superficie de algunos planetas —como el nuestro— se
presentan desastres ecológicos y extinciones de especies,
no necesariamente provocados por el hombre; esto tam-
bién le pone límite. No es eterno: están destinados a la
extinción todos los planetas, estrellas y galaxias, ningún
cuerpo celeste es perenne; este límite es más que eviden-
te. En conclusión: el universo físico no posee la cualidad
del Todo; porque es finito, imperfecto y temporal.

Para comprender mejor y a fondo este tema, articule-


mos estas observaciones con el siguiente planteamiento
filosófico que puede servir como base para introducirnos
debidamente al Principio de mentalismo:

“Si partimos de que el universo se gestó en vinculación


con un Ser de naturaleza absoluta —Hermes lo denomina
34
Mentalismo

“el Todo”—, entonces este universo tangible, cuyas cuali-


dades son limitadas, no puede formar parte del Todo; en
otras palabras: “no puede estar adentro de la perfección
de ese Ser universal que algunas religiones llaman Dios”.
Si así sucediera, entonces Dios tendría dentro de sí una
parte limitada e imperfecta y dejaría de ser “el Todo”,
ya no sería perfecto ni absoluto. No obstante, en sentido
opuesto, nada verdadero puede existir afuera del Todo; si
así ocurriera, el Todo estaría incompleto, le faltaría lo que
está fuera de él; cualquier cosa real, separada del Todo,
anularía su cualidad total y absoluta”.

A partir de este planteamiento, surge una gran interro-


gante: si el universo —por su carácter limitado— no puede
estar adentro ni afuera del Todo, ¿qué ubicación podría-
mos darle?, ¿qué relación tendría con ese Ser absoluto?
Agreguemos un cuestionamiento de mayor trascendencia:
¿dónde estamos nosotros? El hermetismo, para ofrecer una
conciliación ante esta gran disyuntiva, plantea: “Todo el
universo físico es solo una proyección emanada de un pen-
samiento de Dios”, es una gran emanación, es decir, una
manifestación; surgió a partir un mecanismo espontáneo
y de naturaleza mental. De allí la postura de que otorgar-
le a Dios la responsabilidad creadora de un universo con
límites y constituido por entidades tan imperfectas como
nosotros, sería tanto como juzgarlo de limitado.

Por lo tanto, si el universo es una proyección de un


pensamiento del Todo y como individuos nosotros somos
una proyección del universo; entonces asumámonos como
una proyección de otra proyección. Al comprender este
planteamiento adquirimos mayor conciencia sobre nues-
tra insignificancia; entiéndase “nosotros” como la cuali-
dad de la personalidad corpórea, ya que nuestro verda-
dero Ser va más allá de todo lo planteado en este tema.

35
Mentalismo

Con el propósito de lograr una mejor comprensión so-


bre el Principio de mentalismo, revisemos algunas citas
—las de mayor trascendencia histórica— extraídas de las
fuentes filosóficas originales, con la intención de generar
una visión universal.

El universo solo puede ser el resultado de una Inte-


ligencia Suprema, una inteligencia omnímoda.
Upanishads

El universo es de naturaleza mental, tal como lo plan-


tea Hermes, proyectada a partir de una inteligencia su-
prema que lo abraza y comprende todo desde un Origen
absoluto.

Así como su imagen reflejada en el agua no es dis-


tinta de ustedes, el universo, que es la imagen de
Dios, es lo mismo que Él. Mientras el hombre per-
manezca engañado no podrá visualizar la Realidad
inmanente en él y, por otro lado, caerá en pensa-
mientos, palabras y actos equivocados.
Upanishads

El universo es solo una imagen proyectada desde un


Origen único.

La creación entera está supeditada a nombre y


forma, y por ello es irreal; puede ser descrita con
palabras y, así, es limitada y circunscrita por el in-
telecto y la mente. Solo el Paramatma es eterno,
real y puro. Es él quien impulsa la acción y dispen-
sa las consecuencias. Sin embargo, está más allá de
los sentidos y del intelecto.
Upanishads
36
Mentalismo

Todo lo que no puede ser considerado como real es


limitado, tiene nombre y forma, puede ser descrito con
palabras y puede ser sondeado por la mente; el universo
físico posee todas esas características.

“¡Rama!, ¿cómo es que te has vuelto tan callado?


Tu madre y tu padre sufren de pena y miedo, inca-
paces de comprender este cambio tan inexplicable.
Debes contribuir a su felicidad también, ¿no es así?
Tienes que demostrar con tu propia acción la va-
lidez de los preciosos axiomas «Trata a tu madre
como a Dios» y «Trata a tu padre como a Dios»,
¿no es así?” Vasishta le dio a Rama varias lecciones
para que considerara las verdades que le estaba
enseñando. Rama se sentó sonriendo, escuchando
al gurú. Cuando terminó, le dijo calmadamente:
“Maestro, tú hablas de la progenitora; pero, ¿quién
es exactamente la madre? ¿Quién es exactamente
el «hijo»? ¿Qué es el cuerpo y qué es el alma in-
dividual? ¿Es real el mundo físico o lo es el Alma
Suprema? Este cuerpo no es sino la “imagen” del
Alma Suprema, ¿no es así? Los cinco elementos que
constituyen la sustancia llamada cuerpo también
son la sustancia del Universo entero y este Univer-
so no es más que una interrelación de esos cinco
elementos, ¿no es verdad? Los elementos persisten
a pesar de todas las permutaciones y combinacio-
nes. Estos también tienen una base más profunda.
Si no se comprende esto, si se cree que este Uni-
verso creado es real, si uno cae en la fascinación
de esta falsedad, si se descarta la Verdad por dar-
le peso a la mentira, ¿qué podríamos decir de esa
colosal ignorancia? ¿Qué puede ganar el individuo
ignorando la eterna, absoluta, verdadera Realidad,
el Alma suprema?”
Cuando Vasishta escuchó a Rama planteando estos
problemas filosóficos tan profundos, también notó
un halo de rayos de resplandor espiritual que ema-
naba y rodeaba su faz.
Ramayana
37
Mentalismo

Rama, a su corta edad, ratifica categóricamente que el


universo físico “no es la realidad”, sino una simple ima-
gen. Además, exhibe las consecuencias inevitables para
quien lo ignora.

El universo es una creación mental sustentada en


la Mente del Todo.
El Kybalión

En esta frase, tan profunda como breve, Hermes esta-


blece de manera clara la vinculación del universo tangible
con el Todo como una simple “proyección” mental.

El Todo crea en su Mente infinita innumerables uni-


versos, los que existen durante eones de tiempo; y
aun así, para Él la creación, desarrollo, decadencia
y muerte de un millón de universos no significa más
que el tiempo que toma un abrir y cerrar de ojos.
El Kybalión

Es evidente que el universo proyecta desde sí mismo


la perfección de su propio Origen, pero con un límite con-
tundente: el tiempo. ¿Cómo negar la perfección que ca-
racteriza el operar de los mecanismos de la naturaleza?;
pero de la misma forma, cómo resistirnos al evidente lí-
mite temporal que marca todos los procesos naturales,
inclusive los más longevos como el nacimiento, desarrollo
y muerte de una galaxia.

Dios no es la Mente, sino el origen al que debe la


Mente su Ser.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

38
Mentalismo

Importante precisar que el hermetismo nos dice que el


universo no surge como proyección del Todo, sino de un
pensamiento suyo.

El Conocimiento que corresponde al carácter de


la Mente del Dios supremo, este Conocimiento y
solo éste, es la Verdad; y de esta Verdad no es dis-
cernible ni el más ligero bosquejo o sombra en el
cosmos.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

La Verdad emanada de la Mente del Todo es absoluta;


es la Conciencia del Ser, y para nuestra limitada mente
humana resulta difícil de comprender.

Buscar la Mente con la mente discriminatoria


es el mayor de los errores.
Sosán, Hsin Hsin Ming

Sosán, maestro del Zen, nos lleva al planteamiento de


Hermes que antecede esta cita. Realicemos una distin-
ción: al referirse a “Mente” (con mayúscula) evoca la pre-
sencia del Todo, y la “mente discriminatoria” (con minús-
cula) alude a la capacidad de pensamiento del hombre.
Por lo tanto, sería complicado que a través de las limita-
das capacidades humanas se alcance la comprensión de la
Naturaleza del Todo.

Se dice que lo absoluto nos ha creado. Pero lo que


es absoluto no puede ser causa. Todas las cosas que
nos rodean provienen de una causa, de la misma
manera que la planta procede de la semilla. ¿Pero
cómo lo absoluto puede ser a la vez causa de todas
las cosas? Si estuviera en ellas, ciertamente no las
crearía.
Evangelio del Buddha
39
Mentalismo

Cualquier “creación” proviene de una causa y las Le-


yes universales —incluida la de causa y efecto— provienen
del Todo, pero no operan en Él; ya que nada puede limitar
al Todo, ni siquiera el operar de las Leyes universales. Por
tanto, otorgar a Dios una cualidad creadora es pretender
hacerlo a nuestra imagen y semejanza —los humanos sí
tenemos la capacidad de creación, surgida ante una nece-
sidad de crecimiento cuando se adquiere conciencia de la
limitada existencia—. Dios, entendido como el “Todo”, no
tiene necesidad alguna, ni siquiera la de crear, ¿qué ne-
cesidad tendría de expandirse si lo contiene todo? Resulta
más lógico y entendible que el universo brotara espontá-
neamente como simple manifestación y no como conse-
cuencia de una “necesidad” creadora de Dios.

Asimismo, es conveniente aceptar la reiterada apari-


ción de la palabra “creación” en los textos universales,
incluidos los textos budistas. Esto hace evidente la inter-
vención humana en las múltiples transcripciones y traduc-
ciones.

Si nos despojamos de todos nuestros deseos y re-


conocemos distintamente la no existencia de la
materia, alcanzaremos el estado de perfecto va-
cío. Allí encontraremos las condiciones de la vida
inmaterial.
Evangelio del Buddha

Hace 2,500 años Buddha habló del carácter ilusorio de


la materia, a finales del siglo XX la ciencia moderna de-
muestra que la materia no ocupa un lugar en el espacio.
Esto es lo más maravilloso que ofrece la filosofía, con ella
podemos ir más allá de los propios límites de la ciencia;
aunque después la ciencia misma se reencuentre con la
filosofía.

40
Mentalismo

No es que Allah haya creado todas las cosas, sino


que tanto en el mundo invisible como en el visible
no hay nada salvo Él, en ninguno de los dos mundos
hay una sola partícula de existencia propia.
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad

Desde el corazón del Islam, Ibn Arabi se suma a la idea


“no creacionista” y refuerza el carácter ilusorio de todo
cuanto nos rodea; deja como única realidad, en ambos
mundos, la presencia absoluta del Todo.

Aunque Dios es el origen de todos los pensamien-


tos, todos iguales, el siervo debe cuestionárselos.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Nuevamente se develan los grandes límites de la mente


humana; y un sabio jamás concede el carácter de verda-
dero a pensamiento propio alguno, por elevado que sea.

Así como la Mente eterna imagina en la eterna sa-


biduría de Dios, en el Poder Divino, y la transforma
en idea, la naturaleza crea en propiedad.
Jacob Boehme, La Llave

El gran alquimista Jacob Boheme relaciona la cualidad


creadora con la naturaleza física, no así con Dios.

Yo quisiera saber cómo creó Dios este universo.


Pero no estoy interesado en éste o en aquel fenó-
meno. No, quiero saber sus pensamientos; lo de-
más son solo detalles.
Albert Einstein

41
Mentalismo

Si entendemos a la Mente de Dios como la Conciencia


absoluta, entonces los “detalles” son todo lo que aconte-
ce en el Universo entero.

Toda la luz contenida en el universo no es más que


una sombra de Dios.
Albert Einstein

Einstein deja de lado la palabra “creación” y habla de


una sombra; que es hablar de una proyección, una mani-
festación.

La ilusión más plebeya del realismo ingenuo, de


que las cosas “son” lo que percibimos a través de
nuestros sentidos, domina la vida diaria de hom-
bres y animales.
Albert Einstein, Mis creencias

Einstein redondea este tema diciendo que es ilusorio


creer que la información que ofrecen los sentidos a la men-
te sea una percepción de la realidad, ya que ambos —sen-
tidos y mente— son limitados. Aquí coincide con Buddha,
que se refiere a este mundo como ilusorio; también entra
en sintonía con Platón que concibe al plano físico como
simple “sensación” y no como la realidad. Por lo tanto,
“todo cuanto sensibiliza a nuestros sentidos no puede te-
ner relación con la naturaleza absoluta del TODO”.

42
Causa y efecto

Causa y efecto

Toda causa tiene un efecto; todo efecto


tiene una causa; todo sucede conforme a
la ley; la suerte no es más que el nombre
que recibe la ley no reconocida; hay varios
planos de causalidad, pero nada escapa a
la ley.
El Kybalión

De todos los Principios universales, la Ley de causa y


efecto es probablemente la más perceptible a nuestros
sentidos y, por ende, más comprensible para la mente. La
tercera ley de Newton, emitida para explicar un fenóme-
no físico, ofrece una clara descripción de su operar y nos
permite observar cómo se manifiesta en todos los ámbitos
de la vida —tal como sucede con todas las leyes de la fí-
sica, que a su vez constituyen los Principios universales—.
Es relevante destacar que, varios milenios antes, Hermes
Trismegisto ya la había suscrito —con un tinte muy univer-
sal, sin particularizar en la física— de manera magistral.

Para los buscadores de la Verdad, es obligado hacer un


alto en el estudio de esta Ley, pues solo se tiene la po-
sibilidad de encontrar la realidad pasando de lo externo
a lo interno, de la periferia al centro, de los confines de
la existencia a su correspondiente Origen; en palabras un
tanto alegóricas: “del efecto a la causa”.

Desde el Origen primigenio de todo, hasta nuestra cir-


cunstancia existencial, está tejida toda una cadena de es-

43
Causa y efecto

labones duales de “causas-efectos” tan vasta que resulta


difícil imaginarla. Ante dicha cadena, y con una limita-
da conciencia sobre su entramado, los humanos estamos
acostumbrados a proceder, de manera confundida, respon-
diendo instintivamente a los efectos más inmediatos como
si fuesen profundas causas, y esto es precisamente lo que
nos convierte en máquinas —muy sofisticadas, por cier-
to, pero finalmente máquinas—. Sobre el comportamiento
“mecánico” del hombre se ha hablado mucho, pero sin
ubicar a este fenómeno como el fondo de su causa.

Al detenernos a observar la inercia con que actuamos,


siempre respondiendo a los efectos más inmediatos, des-
cubrimos que estamos perdidos, carentes de conciencia; y
para salir de dicho estado, la única posibilidad es orientar-
nos hacia el Origen de las causas primigenias —sin perder
de vista que nuestro Ser interior original posee la natura-
leza del Origen absoluto—. En otras palabras, la solución
está en el reencuentro con nuestro átomo nous, nuestro
centro microcósmico, principio original de Conciencia; no
importa que seamos científicos, poetas, místicos, obre-
ros o empresarios, mientras no se restablezca la concien-
cia que está presente en nuestro interior, seguiremos por
tiempo indefinido en el olvido de sí mismos, en calidad de
máquinas.

Hablar de “causa-efecto” es hablar de “acción-reac-


ción”, y todo lo que conlleva nuestro proceder egocén-
trico —más allá de las variadas cualidades morales que se
pudiesen asignar— es una cadena de reacciones incons-
cientes y mecánicas. No obstante, aunque parezca así de
simple, puede llevarnos a una innumerable cantidad de
conflictos. Lo más sorprendente es que ignoramos cuán
adictos somos a la reacción; y entre más reaccionarios so-
mos, más nos enredamos con el mundo de las formas, con
la existencia, lo que inevitablemente nos aleja del Ser.
44
Causa y efecto

No reaccionar a la marejada de circunstancias que la


vida nos presenta es maravilloso; pero mucho más trascen-
dente es evitar la reacción al ego de nuestros semejantes.
Tengamos claro que “no reaccionar” a otros no es signo de
debilidad, sino de fuerza; mejor aún, de Conciencia. En
la medida que reaccionamos a los demás, únicamente su-
mamos enemigos; en caso contrario, con la “no reacción”
permitimos que la cordura fluya en todos.

Cuando nos descubrimos adictos a la “reacción”, se


exhibe nuestra incapacidad para la “acción” —a mayor
reacción, menor acción—. Esto demuestra nuestra limita-
dísima capacidad para actuar; porque prácticamente todo
nos sucede. Hasta nuestros pensamientos son algo que nos
acontece.

En tanto sigamos comportándonos como máquinas —o


peor aún, que no caigamos en cuenta que así sucede—,
este problema será irreversible. Siempre que pretenda-
mos hacer algo, aun cuando lo realicemos, descubriremos
que en realidad nos sucedió, que somos movidos por la
interminable cadena de “causas y efectos”, que nuestro
margen de acción es ínfimo ante la enorme e inconsciente
adicción a la reacción; porque “para hacer, primero hay
que Ser”. Con este planteamiento se reitera lo ya enun-
ciado, “el único camino legítimo es descubrir lo que no
somos, para así reencontrarnos con lo que realmente so-
mos”.

Otro aspecto destacable de esta Ley universal es la


forma tan precisa como equilibra todo: “lo que damos es
lo mismo que recibimos”; pero ¿qué tanto podemos recibir
si lo que damos es muy limitado? Pocas veces nos detene-
mos a pensar que mientras más consideramos a los demás,
más somos considerados por la existencia misma.

45
Causa y efecto

En paralelismo con lo anterior podemos establecer: si


ofrecemos poco, poco nos dará la vida; si generamos cir-
cunstancias agradables, el universo nos va a sonreír; si
somos pesimistas, estaremos rodeados de desanimados.

Agreguemos algo más: si nos hacemos daño, haremos


daño a los demás; si interiormente somos libres, ofrece-
remos libertad a quienes nos rodean. Estas observaciones
nos brindarán la posibilidad de hacernos conscientes de la
responsabilidad que tenemos hacia nosotros; porque nada
está aislado, todo repercute en todo; todo está relacio-
nado con las causas primigenias que devienen del Origen
absoluto, de la Unidad perfecta.

Siempre habrá quienes reciban más de lo que dan y


otros que ofrezcan más de lo que pretenden recibir, sin
duda es preferible permanecer entre los segundos. No
obstante, primero hay que distinguir lo que es realmen-
te legítimo y sabio ofrecer: indiscutiblemente, lo que es-
pontáneamente brota de nuestro Ser interior, como paz,
amor, libertad, felicidad o confianza, entre muchas más.
Recordemos que cualquier dádiva en el sentido externo,
material, siempre será engañosa y superficial.

Para redondear lo ya expuesto, observemos que en


sintonía con nuestra más cercana secuencia de “causas
y efectos” siempre llevamos a cuestas una predisposición
—podría llamarse destino— que se materializa en formas
diversas; una de ellas (un factor muy perceptible) es la
genética, que en muchos casos dignifica el futuro de las
personas, pero en pocas ocasiones es ella la dignificada
—por tanto trascendida— por una actuación consciente y
libre.

Es momento de profundizar más, con las citas de ma-


yor trascendencia histórica extraídas de las fuentes filosó-
46
Causa y efecto

ficas originales, sobre la Ley de causa y efecto. Revisemos


para generar así una visión universal.

Todo lo causado y todo lo que es resultado de algo


tienen vida breve.
Upanishads

Esto no es exclusivo para la Ley de causa y efecto: todo


lo que está sujeto a las Leyes universales es transitorio,
es efímero.

Los opuestos, mérito y culpa, son inexistentes. El


mérito da acceso a los mundos superiores después
de la muerte, y la vida culposa lo conduce a uno
hacia las regiones inferiores; sin embargo, para
el que pretende salir de la ignorancia y realizarse
en la Verdad, ambos son como grilletes. Tiene que
buscar la forma de cortar las amarras que atan su
corazón.
Upanishads

Todas las Leyes universales nos mantienen articulados


con el mundo físico de las formas, y es preciso aclararlo:
operan también en el hiperespacio —en la cuarta dimen-
sión—; la libertad de la Conciencia va más allá de todos
los opuestos, del deseo y del rechazo, del bien y del mal,
del efecto y de la causa.

El cuerpo está sujeto a nacimientos y muertes, lo


que trae el nacimiento también trae la muerte;
tratar de saber el porqué es una locura. Los ac-
tos de Dios están más allá de la cadena de causa y
efecto.
Ramayana
47
Causa y efecto

Las Leyes universales surgen desde el Origen de todo,


pero ninguna Ley —y nada que haya surgido en el tiempo—
puede incidir en Él.

Las consecuencias de nuestros actos son ataduras


irrevocables.
Ramayana

Todos los hilos de articulación, surgidos desde las Le-


yes universales, se constituyen como ataduras a este pla-
no de manifestación.

El efecto es más duro que la causa, el metal que


es extraído de la tierra es más duro que la tierra
misma.
Ramayana

El aspecto más “duro” derivado de la Ley universal es


que nos mantiene vinculados con este mundo que no es
nuestro Origen y tampoco nuestro destino.

El ignorante puede asegurar que es el ejecutor de


sus actos.
Ramayana

Tal como se expuso en la parte introductoria de este


tema, Rama ratifica que los ignorantes se creen hacedores
y generadores de causas; cuando tan solo somos máquinas
movidas por el flujo dinámico de la vida natural: la Ley
universal. Y debemos comprenderlo bien: lo que es movi-
do no puede alterar, modificar o manipular aquello que lo
mueve, aunque en apariencia parezca posible.

48
Causa y efecto

El universo entero y toda la naturaleza funcionan


y mantienen la vida solo mediante la combinación
adecuada de acción y reacción. De otra forma, la
creación se destruiría.
Mahabharata

Entre los vedas, el Mahabharata presenta la Ley de


causa y efecto como un factor indispensable y fundamen-
tal de equilibrio; no obstante, aunque el equilibrio se
mantenga durante periodos inconmensurables de tiempo,
ese equilibrio no es eterno.

No veo a una sola criatura en el mundo que se man-


tenga viva sin dañar a otra. Ni los ascetas pueden
mantenerse vivos sin matar a una criatura.
Mahabharata

Nadie escapa al proceder de la ley, todos jugamos tan-


to el papel de víctima como de victimario en múltiples e
inevitables circunstancias.

No hagas a otros lo que no deseas que te hagan a ti.


Confucio

Como percutidos en un muro, todos nuestros actos re-


gresan nuevamente hacia nosotros.

Las cosas del mundo y sus habitantes están someti-


das al cambio, son producto de cosas que han exis-
tido anteriormente; todos los seres vivos son lo que
les han hecho sus actos anteriores; porque la ley de
causa y efecto es uniforme y sin excepciones.
Evangelio del Buddha

49
Causa y efecto

Es indiscutible que nuestra circunstancia actual pro-


yecta nuestros actos del pasado; esto no es posible cam-
biarlo con una limitada disposición humana en pretender
manipular o manejar la Ley.

Buscando el bien de nuestros semejantes, encon-


tramos el nuestro.
Platón

Como resultado de nuestros actos, obtenemos lo que


otorgamos, aunque siempre será mejor hacer el bien sin
esperar algo en retribución.

A toda acción corresponde una reacción, de la mis-


ma naturaleza pero en sentido contrario.
Isaac Newton

Newton destaca en su “tercera ley” algo adicional


que no ha sido mencionado: el efecto siempre será “de la
misma naturaleza” de la causa. ¿Será posible ayudar con
dinero y recibir a cambio amor?, ¿cómo ayudar con beli-
gerancia, esperando conseguir la paz? Y peor aún: ¿cómo
pretender que el bien limitado de nuestros actos sea pre-
miado con el Bien absoluto de Dios? Sería tanto como que-
rer engañarlo, intentando comprar oro con “espejitos” en
pago.

Evidentemente las buenas obras “limitadas” que rea-


licemos, siempre serán compensadas con algo limitada-
mente bueno e invariablemente dentro de la misma na-
turaleza de este espacio existencial; de lo contrario se
gestaría un desequilibrio radical.

50
Causa y efecto

Al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que


no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
Mateo 25: 29

Si lo analizamos textualmente nos veremos en la nece-


sidad de buscar una justificación para encubrir una acti-
tud despiadada de Dios, ¿cómo explicar una compensación
tan injusta? La posibilidad de comprenderlo se presentará
si establecemos la debida distinción entre las dos natura-
lezas: en esta cita se hace referencia al tesoro oculto en
el interior —tanto para el que tiene como para el que no
posee—, que va más allá de la Ley.

Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si


alguno mata a espada, a espada debe ser muerto.
Apocalipsis 13: 10

Se aplica una compensación estrictamente acorde con


la naturaleza misma de la causa, tal y como se establece
en la incomprendida ley del talión: “ojo por ojo, diente
por diente”, que desde su esencia no pretende invitar a
la venganza, simplemente describe el comportamiento de
la vida natural.

Los que tan solo buscan su propio beneficio, son cu-


biertos por una legión de miserias y lamentaciones.
Paracelso, Las Siete Apologías

Ante cualquier acto egocéntrico —como el provecho


personal—, siempre habrá una compensación en la misma
naturaleza, pero en sentido contrario.

51
Causa y efecto

Mientras la acción esté basada en ideas, entonces


la acción es simplemente una reacción; por lo tan-
to, las ideas se vuelven mucho más importantes
que la acción, y eso es precisamente lo que ocurre
en el mundo.
Solo cuando la mente está libre de ideas y creencias
puede actuar correctamente. Como la mente no es
libre, no es capaz de actuar; solo puede reaccio-
nar; y así la reacción es la base de nuestra acción.
Conversaciones de Krishnamurti 1949-1950 (informe textual)

Krishnamurti ratifica que somos incapaces de actuar


ante el comportamiento reaccionario de todos los pensa-
mientos, esto solo puede revertirse con una mente libre
de condicionamientos.

Debemos ser conscientes de este condicionamiento


causa-efecto; no es algo estático pero la mente sí
lo es cuando se aferra a una causa-efecto que ya
ha pasado. Esta esclavitud de la causa-efecto es el
karma. Como el propio pensamiento es el resultado
de muchas causas-efectos, debe liberarse a sí mis-
mo de su propio cautiverio.
Krishnamurti, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

Como consecuencia de nuestras confusiones, la Ley de


causa y efecto se convierte en una interminable cadena
de condicionamientos. Y es precisamente debido a nues-
tra adicción a la reacción que la Ley se convierte en Kar-
ma; a esto se agrega la creencia de que la existencia y la
mente constituyan la realidad de nuestro Ser.

Nunca creeré que Dios juega a los dados con el


mundo.
Albert Einstein

52
Causa y efecto

¿Quién será capaz de juzgar que a Dios le divierta jugue-


tear con la existencia puesta a la deriva por el azar?

La más sutil gota de rocío, que toca el pétalo de


una rosa, repercute hasta la más lejana estrella.
Albert Einstein

Nos llenamos de Luz con tan solo comprender que en el


universo no existe punto aislado alguno, estamos inmersos
en una interconexión plena.

53
Polaridad

Polaridad

Todo es dual, todo tiene dos polos; todo,


su par de opuestos: Los semejantes y los
antagónicos son lo mismo; los opuestos son
de idéntica naturaleza, pero diferentes en
grado; los extremos se tocan; todas las ver-
dades son semiverdades; todas las parado-
jas pueden reconciliarse.
El Kybalión

La simple intención de abordar este Principio herméti-


co tan vasto, exige desglosarlo a través de tres subtemas;
lo que permitirá acercarnos de manera clara a los aspec-
tos más reveladores ofrecidos por la Ley de polaridad.

Dualidad

En todos los ámbitos de la vida, los humanos nos con-


ducimos partiendo de la capacidad cognoscitiva ofreci-
da por la mente limitada; a su vez, la mente humana se
mantiene en plena dependencia de su única fuente de
información: los sentidos, quienes permiten percibir los
fenómenos de la existencia. Asimismo, la mente nunca ha
dudado sobre la veracidad de la información registrada
por medio de los sentidos, y en correspondencia, hemos
brindado confianza plena a lo que la mente determina.
En este pequeño círculo de confianza la duda difícilmente
aparece y la autoafirmación se cristaliza ante el descono-
cimiento de los Principios universales.
54
Polaridad

El estudio y la observación de la dualidad nos motivará


para plantear algunos cuestionamientos nuevos, colocán-
donos así en otros ángulos de percepción de la vida; esto
abrirá algunas dudas sobre lo que antes considerábamos
como verdad plena.

Con una percepción inmediata —que pudiéramos cata-


logar de superficial— resulta evidente que todo se mueve
en el ámbito de la dualidad: bien y mal, verdadero y fal-
so, bello y feo, luz y oscuridad, conocedor y conocido,
amor y odio, sujeto y objeto... esta aparente dualidad
permite descubrir que en la existencia no todo es nacer,
crecer, triunfar o gozar; sino también fracasar, sufrir, per-
der, envejecer y morir. Si observamos lo que sucede y lo
vinculamos con la Ley de causa y efecto terminaremos
descubriéndonos enredados en la existencia, inmersos en
un mar de dualidades. Este planteamiento no pretende
mostrar una cara negativa, sino reconocer la propia natu-
raleza de las cosas, para evitar mantenernos en el común
estado ilusorio.

La mente humana, acorde con su naturaleza, siempre


percibe las cosas en comparación con su contrario, le es
imprescindible el contraste; de lo contrario se enfrenta-
ría ante un inesperado vacío, resultándole imposible com-
prender algo sin su opuesto: ¿cómo entender la luz sin la
experiencia de la oscuridad?, ¿acaso comprender la vida
sin la muerte? Si todo lo existente estuviera pintado con
un solo tono de verde, ¿cómo podríamos decir que las ho-
jas de los árboles son verdes?

Otro aspecto a precisar sobre la dualidad es que los


opuestos siempre van de la mano, nunca se muestra uno
sin la compañía del otro. Como referente, observemos
que permanentemente estará el mal detrás del bien y el
bien detrás del mal —aunque la mente solo mire la apa-
55
Polaridad

riencia de la superficie—. El siguiente planteamiento sirve


de base para establecer los paralelismos que permiten la
comprensión de otras dualidades:

Podemos sentir que la cualidad cambiante de la na-


turaleza es un mal, dado que ninguno de nuestros logros
permanecerá; sin embargo, también podemos apreciarla
como un bien, ya que por muy grande que sea la cristali-
zación de un error cometido siempre terminará por disol-
verse.

La sorpresa más grande que ofrece la dualidad es que


los opuestos “no son opuestos”. La gran dualidad primi-
genia: “Ser y no ser” está vinculada con todos los pares
de opuestos, así discernimos que en todos los casos un
componente dual está relacionado con el “Ser” y el otro
con el “no ser”, uno es verdadero y el otro falso, uno “es”
y el otro “no es”; esto sucede con todas las dualidades.
Es conveniente iniciar la revisión de este punto a partir
de los ejemplos de “pares duales” más estudiados en la
física, pues son los de mayor percepción, y por ende, los
más comprensibles:

*El calor existe, el frío no. Se establecen unidades de


medición para el calor —calorías—, no para el frío; lla-
mamos frío a una baja concentración de calorías, pero
siempre habrá presencia de calor; no se registra lugar en
el universo con ausencia absoluta de calor. Mientras haya
átomos en movimiento siempre habrá calor en algún gra-
do y el frío nunca existirá; a pesar de que nuestra piel per-
ciba bajos niveles de calor y la mente los conceptualice
como supuesto “frío”.

*La luz existe, la oscuridad no. Conocemos unidades


de medición para la luz —lumen, lux, candela—, para la
oscuridad no; llamamos oscuridad a una baja concentra-
56
Polaridad

ción de fotones, pero únicamente habrá una escasa pre-


sencia de luz; no existe punto en el universo con ausencia
absoluta de luz. En tanto que haya átomos en movimiento
siempre habrá luz en algún grado y la oscuridad nunca
existirá; aunque los ojos no perciban los bajos niveles de
luz y, como resultado, a la mente le resulte difícil com-
prender con objetividad que no hay oscuridad como tal.

*El sonido existe, el silencio no. Hay unidades de me-


dición para el sonido —decibeles—, para el silencio no;
llamamos silencio a una baja concentración de vibracio-
nes sonoras, pero siempre habrá presencia de sonido; no
hay punto en el universo con ausencia absoluta de sonido.
Mientras haya átomos en movimiento siempre habrá so-
nido en cierto grado y el silencio no existirá, aunque los
oídos no escuchen las endebles vibraciones sonoras; en
consecuencia, dicho fenómeno resulta poco comprensible
para la mente.

Tal como sucede con el calor, la luz y el sonido, para


todas las dualidades una existe, su opuesto no; una está
manifiesta, su opuesto es conceptualizado; siempre es-
tará presente cierto grado de la cualidad existente y el
opuesto será un simple referente. Al establecer el para-
lelismo correspondiente, lo que vemos como mal es en
realidad una presencia limitada del Bien absoluto; lo que
percibimos como muerte es una manifestación parcial de
la verdadera Vida; lo que observamos como distracción
es realmente un escaso grado de Atención; y así sucesi-
vamente con todas las dualidades, sin excepción alguna,
a razón de que la Verdad resulte paradójica a la mente.

La circunstancia común es que aún comprendiendo que


los opuestos “no son opuestos”, requerimos utilizar —en
el lenguaje— los vocablos asignados a elementos duales
conceptualizados como: frío, oscuridad, mal, por citar
57
Polaridad

algunos ejemplos; porque de lo contrario estaremos de-


sarticulados del sistema comunicativo que emplea la hu-
manidad; no obstante, en la medida que seamos conscien-
tes del único elemento dual existente —vinculado con el
Ser—, trascenderemos espontáneamente la dualidad, para
que así podamos ver todo en Unidad perfecta, cualidad
fundamental del Ser interior original y del Origen mismo
de todas las cosas, del Todo.

Cuando se alcanza la Conciencia sobre la Unidad del


Ser descubrimos que la atracción natural entre hombre y
mujer tiene su raíz en la búsqueda de la Conciencia mis-
ma, en añoranza del fin de la ilusión de la dualidad; y la
unión sexual, la vivencia más profundamente satisfactoria
que puede ofrecernos el plano físico (más allá de cual-
quier limitación impuesta por la moral que histórica y cul-
turalmente ha creado la mente), también puede traducir-
se en la máxima experiencia de aproximación a la Unidad
del Ser. Aunque, claro está, no es más que una pincelada
de la plenitud del verdadero Amor que está presente en la
Unidad absoluta.

Si observamos y atendemos la sensación de la dualidad


—con un poco de sabiduría— queda claro que no es posible
combatir la oscuridad, pero sí propiciar un acercamiento
a la luz; que antes de emprender una batalla contra el
mal, se proceda primero con el bien; que resultará irónico
atacar el silencio, cuando una sencilla y bella melodía lo
llena; que antes de luchar contra el odio, primero hay que
ubicar cualquier vacío para que sea llenado de Amor.

Descubramos cómo se inhibe la sensación de dualidad


y se libera la Conciencia con las citas más exquisitas y
de mayor trascendencia histórica extraídas de las fuentes
filosóficas originales; y además, con ellas se genera una
visión universal sobre la dualidad.

58
Polaridad

En esencia, el hombre es divino. Sin embargo, cree


que es un individuo limitado y temporal porque se
encuentra enredado en las características de los
cinco elementos: sonido, textura, forma, sabor y
olor. Este error trae como consecuencia la alegría
y el pesar, lo bueno y lo malo, la muerte y el naci-
miento.
Upanishads

Por naturaleza, el hombre afronta la dualidad —Ser y


no ser—. Posee una naturaleza original verdadera de la
que no es consciente y cree que su realidad es el cuerpo
biológico, constituido por los elementos de la naturaleza
física. En este error radica la percepción ilusoria de la
dualidad.

El sabio, cuya conciencia está despierta, ve al Atma


en todos los seres y a todos los seres como al Atma.
Ve a todos los seres como uno solo y no percibe
división o diferencia. De este modo se salva de la
dualidad.
Upanishads

En los Upanishads, el vocablo “atma” se emplea para


hacer referencia al verdadero Ser; en esta cita queda cla-
ro que el verdadero Hombre —consciente de sí mismo—
percibe en todo la esencia original del Ser-Uno y no se
detiene con las apariencias de la dualidad.

Para el dualista, siempre existe una atmósfera de


apego, orgullo y odio, porque allí donde hay dos,
siempre hay temor y apego, y todas las pasiones
consiguientes. La no dualidad es la más alta Ver-
dad; la dualidad es una cierta actitud mental.
Upanishads

59
Polaridad

El dualista es el hombre dormido, desvinculado de la


Conciencia, que se obstina en analizar, manejar y mani-
pular la dualidad —además de las otras Leyes—; cree que
con el simple análisis de la dualidad, alcanza la Verdad.

Cuando se enciende la lámpara, desaparece la


“serpiente” y queda solo la cuerda, desaparece la
imagen ilusoria que atraía o repelía, la imagen de
la dualidad. Es este “dos” el que causa temor. Si
uno mismo (el Ser-Uno) fuera el que escucha, el
que ve, el hacedor, el que disfruta... ¿cómo podría
surgir el miedo? En esos momentos está ausente el
mundo externo, están solos consigo mismos.
Upanishads

La dualidad es una “imagen”, es tan solo una de las


distintas caras que muestra el mundo de las formas, que
a su vez es una simple proyección de una realidad original
de la que el hombre natural no es consciente.

La alegría y el pesar, al igual que lo correcto y lo


erróneo, deben ser trascendidos. El amor y el odio
pertenecen a la naturaleza de los instrumentos del
hombre; no pertenecen al “viviente” que habita
con ellos.
Upanishads

La dualidad no opera en el Ser universal ni en el Ser


interior del hombre —que son Uno mismo—; de esto de-
bemos mantenernos conscientes. Las Leyes solo operan
en la personalidad (instrumentos del hombre), que es la
apariencia manifiesta del verdadero Hombre.

60
Polaridad

Los sabios y grandes personajes no se involucran


en actos que impliquen dualidad; se comprometen
en actividades sin ningún deseo o apego a las con-
secuencias de las mismas. Cuando no se buscan los
frutos de la acción y aun así los actos se ejecutan
con sinceridad, corrección y justicia, éstos no atan.
Por el contrario, confieren sabiduría al que los rea-
liza.
Ramayana

Los Hombres lúcidos no se encandilan con los fenóme-


nos vinculados con la dualidad. Aunque se involucran en
los quehaceres de la vida natural, no desean ni esperan
resultado alguno; lo que permite trascender la Ley y man-
tener un legítimo estado de libertad.

Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su pare-


ja de opuestos. Los semejantes y los distintos son
lo mismo; los opuestos son de idéntica naturaleza
pero diferente grado;…
El Kybalión

En unas cuantas líneas, contenidas en el Principio de


polaridad, Hermes puntualiza los aspectos básicos que de-
finen el comportamiento de la dualidad. En esta cita Her-
mes precisa que los opuestos son lo mismo, de naturaleza
idéntica; en otras palabras, son Uno mismo.

Un sabio no siente lástima por los que viven, ni


tampoco por los que mueren. La vida y la muerte
no son diferentes.
Bhagavad Gita, II- 11

¿Qué necesidad tenemos de desgastarnos con las emocio-


nes en la percepción de la división dual?, si finalmente
queda la certeza de que: ¡no hay opuestos!
61
Polaridad

Todos los seres nacen ya en la ilusión, engañados


por la división dual que produce el sentimiento de
deseo y repulsa frente a las cosas de este mundo.
Bhagavad Gita, VII- 27

Desde que arribamos a la existencia, estamos inmersos


en la ilusión de percibir la vida dividida. El “deseo” y el
“rechazo” constituyen la dualidad primigenia que induce
la “sensación” de otras dualidades; cada vez que rechaza-
mos algo, tengamos presente que en realidad lo estamos
deseando; pues ambos son de la misma naturaleza.

Cuando los hombres comprenden que la bondad es


buena, entonces saben que la maldad existe. Cuan-
do los hombres comprenden que la belleza es be-
lla, entonces saben que la fealdad existe. El ser y
el no ser se engendran mutuamente. Lo fácil y lo
difícil se hacen mutuamente. Lo largo y lo corto se
perfilan mutuamente. Lo alto y lo bajo se desnive-
lan mutuamente.
Lao Tse, Tao Te King

Lao tse corrobora que la mente solo puede percibir las


cosas a través del contraste y la inevitable comparación.

Pocos pueden ver lo malo en las personas que le


agradan y lo bueno en quienes le disgustan.
Confucio

Siempre que permitamos que los intereses egocéntri-


cos nos envuelvan, perderemos la posibilidad de visuali-
zar dos lados de la dualidad; y el discernimiento sobre la
sensación de lo dual es la capacidad más elemental que
debemos poseer.

62
Polaridad

La vida y la muerte son la misma historia, lo acep-


table y lo inaceptable están en la misma cuerda.
Chuang-Tzu

Chuang-Tzu, tal como lo cita Krishna, habla sobre la


naturaleza única de la vida y la muerte; fenómeno común
en todas las dualidades.

Mientras estés en un lado o en el otro,


nunca conocerás la Unidad.
Aquellos que no viven en el Camino único
fracasan en ambas: actividad y pasividad,
afirmación y negación.
Sosán, Hsin Hsin Ming

Sosán, en sintonía con Krishna, dice que la ensoñación


con la percepción dual de las cosas nos aleja de la apre-
ciación de la Unidad, cualidad fundamental del Ser. Agre-
ga que el fracaso en la búsqueda del Ser lleva implícito
otro fracaso en la existencia.

Actividad y descanso derivan de la ilusión;


en la iluminación no hay agrado ni desagrado.
Todas las dualidades proceden
de ignorantes deducciones.
Son como sueños o flores en el aire:
es estúpido intentar atraparlas.
Sosán, Hsin Hsin Ming

En la iluminación, la dualidad carece de sentido, solo


existe la conciencia de la Unidad. La ensoñación con la
sensación dual procede de la ignorancia.

63
Polaridad

Mi consejo es que te cases: si encuentras una buena


esposa serás feliz, si no, te harás filósofo.
Sócrates

Toda decisión que tomemos en la vida natural, siempre


tendrá dos lados; lo más sabio es no establecer distinción
alguna entre ellos.

Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí


mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Lucas 9: 23

La cruz no representa el sufrimiento —lo que muchas


religiones nos hacen creer—; simboliza la dualidad que se
pierde en la intersección de los dos maderos. Es una invi-
tación a hacer de dos, Uno.

No existe ningún veneno que no pueda transfor-


marse en un bien para el hombre.
Paracelso, Las Siete Apologías

La dualidad no es estática, es nuestro estado psicoló-


gico quien determinará la cara que puedan brindarnos los
fenómenos duales.

No hay nada más peligroso para la mente que ha-


llarse en la duplicidad, y no tratar de llegar a la
Unidad. Hay en ti dos voluntades, una contra la
otra.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

Krishna y Sosán coinciden con Jacob Boheme, quien


además considera como lamentable que no nos ocupemos
64
Polaridad

en dejar la dualidad de una existencia ilusoria, para re-


gresar a la Unidad de la Conciencia.

Dentro del patrón de dualidad no hay respuesta


duradera. Cada opuesto tiene un elemento de su
propio opuesto, por eso no puede haber nunca una
respuesta permanente dentro del conflicto de los
opuestos. Solamente fuera del patrón existe una
respuesta única, permanente.
Krishnamurti, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

Si nuestra intención es encontrarnos con la Verdad,


primero hay que salir de las limitaciones y condiciona-
mientos de la aparente dualidad.

Firmé una carta dirigida al presidente Roosevelt


en la que pedía que se realizaran experimentos en
gran escala para explorar las posibilidades de pro-
ducir una bomba atómica.
He sido siempre consciente del peligro tremendo
que representaba para la humanidad un éxito en
ese campo. Sin embargo, la posibilidad de que los
alemanes estuvieran trabajando en el mismo pro-
blema, con fuertes perspectivas de resolverlo, me
forzó a dar ese paso. No tenía otra alternativa, a
pesar de que he sido siempre un pacifista convenci-
do. Según mi criterio, matar en guerra equivale a
cometer un asesinato común.
Albert Einstein, Mis creencias

En el contexto de una sociedad dormida, y ante cual-


quier disyuntiva, siempre se presentará la dualidad con
todos los escenarios determinados por su comportamien-
to; cualquier decisión que tomemos, invariablemente ten-
drá repercusiones en ambos sentidos.

65
Polaridad

Relatividad

. . . todas las verdades son semiverdades;


todas las paradojas pueden reconciliarse.
El Kybalión

Para comprender debidamente la relatividad, es nece-


sario partir de una premisa básica: “nada es en sí mismo”
—nada en la existencia posee cualidad alguna que pueda
ser identificada o valorada en sí misma—. Como se expuso
en el subtema anterior, la mente, para entender el plano
físico, requiere categorizar y comparar, no puede apreciar
cuerpo alguno si no establece una relación con otro ob-
jeto; de esta manera se comporta la mente ante la exis-
tencia, en todos los ámbitos y en todos los sentidos. Para
apreciar mejor este principio universal es preciso mirar a
la relatividad, en primera instancia, con los ejemplos más
básicos de la naturaleza física, en el aspecto “dimensio-
nal”:

*El punto, geométricamente, es la intersección de


dos líneas; matemáticamente, es un círculo de diámetro
cero —si fuera mayor de cero dejaría de ser punto y se
ratificaría como un círculo—. Se manifiesta en la “dimen-
sión cero” y por esta razón, en términos estrictos, resul-
ta imperceptible a la capacidad visual natural. Ante esta
limitante, para que los ojos y la mente puedan conce-
birlo y manejarlo, se considera como punto a una figura
de tamaño “relativamente” pequeño en relación con los
objetos que le rodean. Por ejemplo: para el universo, una
galaxia es un punto; para la galaxia, un sol también lo es.
Para el sistema solar, nuestro planeta es un punto; para
66
Polaridad

el planeta, una ciudad también lo es. Para una ciudad, un


parque es un punto; para un parque, un árbol también lo
es. Para un árbol, sus frutos son puntos; para un fruto, sus
semillas también lo son. Para una semilla, una célula es
un punto; para una célula, un átomo también lo es. Y así
sucesivamente. Partamos de esta base: en términos abso-
lutos, nada de lo que percibimos es un punto; en términos
relativos, todo puede ser o no ser.

*La línea, geométricamente, es la proyección que sur-


ge del desplazamiento de un punto; matemáticamente,
resulta de multiplicar un punto por un infinito —por la
presencia de un infinito, se manifiesta en la “primera di-
mensión”—. Su grosor real, tal como sucede con el punto,
es de “cero” —si fuera mayor de cero dejaría de ser línea
y se confirmaría como rectángulo— y por esta razón, en
términos estrictos, resulta también imperceptible a la ca-
pacidad visual natural. Ante estas condiciones, para que
los ojos y la mente puedan concebirla y manejarla, se
considera como línea cuando su espesor es relativamente
delgado con respecto a los objetos que la rodean. Par-
tiendo de esta base: en términos absolutos, nada de lo
que percibimos es una línea; en términos relativos, todo
puede ser o no ser.

*El plano, geométricamente, es la proyección que sur-


ge del desplazamiento perpendicular de una línea; mate-
máticamente, resulta de multiplicar la línea por un infini-
to —se genera a partir de la interposición de dos infinitos
(largo y ancho) por eso es que se manifiesta en la “segun-
da dimensión”—. Su espesor real, tal como sucede con el
punto y la línea, es de “cero” —si fuera mayor de cero,
dejaría de ser plano y se transformaría en un cuerpo volu-
minoso, un cubo—, por este motivo, en términos estrictos,
resulta imperceptible a la capacidad visual natural. Con-
siderando estas limitaciones, para que los ojos y la mente
67
Polaridad

puedan concebirlo y manejarlo, se considera como plano


cuando su espesor es relativamente delgado con respecto
a los objetos que lo rodean. Por ejemplo: la mente no du-
daría en ver el cristal de una ventana como plano, pero su
grosor —que puede ser de tres o cuatro milímetros— hace
evidente que se trata de un cubo, por muy delgado o esti-
rado que se presente; lo mismo sucede con una lámina de
aluminio, una hoja de papel, etc.; todo tiene un espesor.
Partamos de esta base: en términos absolutos, nada de lo
que percibimos es un plano; en términos relativos, todo
puede ser o no ser.

*El espacio, geométricamente, es la proyección que


se genera con el desplazamiento perpendicular de un pla-
no; matemáticamente, resulta de multiplicar el plano por
un infinito —se genera a partir de la interposición de tres
infinitos (largo, ancho y grueso) y por eso es que se mani-
fiesta en la “tercera dimensión”—. Los cuerpos volumino-
sos que están manifiestos en el espacio sí son perceptibles
a la capacidad visual natural —caso contrario al punto,
la línea y el plano, manifestados en dimensiones inferio-
res—. Pero si consideramos lo que nos dice el principio de
mentalismo: que el universo material es simple proyec-
ción, solo una sensación; y lo que la ciencia ya comprobó:
que la materia no ocupa un lugar en el espacio, queda
claro que el mundo material, físico, es manifestación o
proyección relativa de su origen y, por ende, solo puede
ser percibido y manejado por la mente en términos rela-
tivos, tal como sucede con las dimensiones inferiores. Así
también, inevitablemente comprendamos que: en térmi-
nos absolutos, nada de lo que percibimos es corpóreo; en
términos relativos, “todo puede ser o no ser”.

El gran problema del hombre, que lo mantiene en es-


tado de ilusión, es que percibe con sus sentidos el mundo
material relativo y lo entiende como si fuera Absoluto,
Verdadero.
68
Polaridad

Y que no nos sorprenda: la cuarta dimensión, el hipe-


respacio, que se genera con un infinito adicional —y no
ha dejado de ser estudiada por la ciencia moderna— es
una manifestación dimensional en la que opera plenamen-
te esta Ley. El principio de relatividad deja de operar en
la verdadera Naturaleza del Ser —la Verdad absoluta del
Todo— que es “adimensional”.

Como ya se mencionó, la relatividad está presente


en todo y no es de sorprender que opere también en la
energía. En el universo nada existe que tenga fuerza en sí
mismo, y desde hace mucho tiempo se habla sobre la rela-
ción de fuerzas que mantienen todo el equilibrio, pero fue
hasta el siglo XX cuando el gran físico Albert Einstein se da
a la tarea de realizar los estudios necesarios para calcular
las fuerzas relativas entre los cuerpos suspendidos en el
espacio. Los resultados de este trabajo son un parteaguas
para la física contemporánea.

Una vez revisada la forma en que opera la relatividad


en el campo de la física, establezcamos los paralelismos
necesarios y comprendamos su comportamiento en otros
contextos, algunos menos tangibles. De esta manera ve-
mos que aquello que es grade para unos, para otros es
pequeño; lo bello para unos, es feo para otros; lo bueno
para algunos, es malo para otros; la verdad para unos, es
mentira para otros. En dependencia del marco referencial
que se utilice, siempre habrá un punto de vista relativista
que ofrezca “cierta definición” dentro de todas las duali-
dades. Pero no perdamos de vista que una verdad a me-
dias es más peligrosa que una mentira; todas las sectas se
basan en “semiverdades” que se ofrecen como si fuesen
verdades plenas, por eso son peligrosas.

Si miramos la indefinición que caracteriza a todas las


verdades relativas —con las que siempre opera la mente—,
69
Polaridad

comprenderemos que la afirmación “esto es así” repercu-


te en la creación de dogmas y creencias, motivo de todas
las diferencias entre las religiones, con sus naturales con-
secuencias de confrontación y guerra. Un verdadero sabio
se limitará a decir: “esto es posible”.

La relatividad conduce a la comparación; la compa-


ración a la competencia y la competencia al miedo. En
nuestra existencia está siempre presente la lucha compa-
rativa —que implica toda una cadena de prejuicios— y es
profundamente ilusorio creer que la comparación otorga
comprensión; todo lo contrario, la ilusión del ego se man-
tiene viva con la comparación y nos hace creer que somos
de la manera en que nos miran los demás. Nos juzgamos
de forma comparativa, en relación con una sociedad que a
su vez es comparativa; así todos podríamos considerarnos
relativamente malos, locos, torpes, pecaminosos, y un
sinfín de apelativos; tristemente esta es la base de nues-
tra estructura ética y moral. Pero, ¡qué denso!, nuestra
personalidad es solo una verdad relativa y nuestro verda-
dero Ser va más allá de todo esto.

Con esta relatividad sobre nuestra existencia revise-


mos las citas de mayor trascendencia histórica acerca de
este subtema, acerquémonos a las fuentes originales y di-
lucidemos con ellas sobre este maravilloso punto.

Todas las distinciones entre lo bueno y lo malo son


básicamente el resultado del apego y las inclina-
ciones, a causa de que consideran al mundo como
real, aunque “no es ni real ni irreal”. Aquéllos que
han escapado de esta “ilusión” y esta dualidad son
los mahatmas (Grandes Almas). Han comprendido
que su realidad es el Atma inmutable. Saben que
no hay dos; experimentan siempre solo al Uno. Los
demás pertenecen al grupo de los ignorantes.
Ramayana
70
Polaridad

Lo más significativo que muestra la relatividad es que


nada de lo existente en el mundo de las formas puede
ubicarse en cualquier extremo de la dualidad, todo fluye a
lo largo del espacio intermedio; por lo tanto, en contraste
con lo absoluto, nada es real, pero tampoco irreal. Todo
es relativo.

Lo que es bueno en este mundo es aquello que par-


ticipa menos del mal; pues en este mundo el bien
deviene mal.
El bien, pues, se halla solo en Dios. En el hombre,
aquello que se llama bien lo es por comparación
al mal; pues aquello que no es malo, más allá de
cierta medida, es llamado bien.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

En nuestra existencia, el bien y el mal son relativos.


¿Quién posee el “parámetro” para definir cuándo aparece,
y en qué grado, uno u otro? Aquellos que se han jactado de
poseerlo son quienes han provocado las más grandes gue-
rras, han engañado a sus pueblos exponiendo su supuesta
“verdad”. El bien absoluto —Verdadero— está más allá de
esta naturaleza relativa.

El sabio a medias, al reconocer la irrealidad rela-


tiva del universo, imagina que puede desafiar las
leyes, pero no es sino un tonto vano y presuntuoso.
El Kybalión

A medias nada existe, mucho menos la sabiduría; quien


pretende colocarse por encima de la Ley universal queda
muy lejos de comprenderla. Aunque la naturaleza física
sea relativa, es el origen de la personalidad, y lo menos
que podemos hacer es respetarla.

71
Polaridad

Cuando es noche para los demás seres, el hombre


disciplinado despierta a la Luz. Y lo que es día para
los demás seres, para el sabio que puede ver, es
noche.
Bhagavad Gita, II- 69

El humano que se mantiene identificado con la ilusión


de la existencia siempre va en sentido contrario del ver-
dadero sabio.

Si las cosas se miran desde el punto de vista del


Tao, en las mismas cosas no existe diferencia entre
lo precioso y lo vil; si se las mira desde el punto de
vista de las mismas cosas, cada cosa se tiene por
preciosa a sí misma y por viles a las demás cosas.
Lao Tse, Tao Te King

Para el Tao, todo está conectado con la Unidad perfec-


ta; para cualquier entidad humana dividida no solo apa-
rece la separación, sino también la distinción, con la que
pretende colocarse siempre por encima de todo.

Midiendo al hombre de acuerdo a la rectitud abso-


luta, es imposible encontrar un verdadero hombre.
Midiendo al hombre con dimensión del hombre, es
darle a los seres un ejemplo para seguir.
Confucio

Si nos comparamos con el absoluto, somos nada; con la


relatividad solo nos adentramos en la ilusión de creer que
somos algo, sin importar si se mezclen cualidades buenas
y malas. Es por eso que la ética y la moral —que son re-
lativas— se mantienen como principios rectores de una
humanidad dormida, por encima de la Conciencia.

72
Polaridad

Pocos pueden ver lo malo en las personas que le


agradan y lo bueno en quienes le disgustan.
Confucio

La mente humana, además de mirar todo a través del


cristal de la relatividad, es siempre tendenciosa; en todos
los casos apreciará como más le conviene. Esto es un sim-
ple mecanismo de defensa natural, que le permite creerse
verdadera.

Los hombres aseguran que Mao-ch’iang y la Dama


Li eran bellas, pero si los peces las vieran se sumer-
girían hasta el fondo de la corriente; si los pájaros
las vieran, se irían volando; y si los ciervos las vie-
ran, saldrían corriendo despavoridos. De estos cua-
tro, ¿cuál sabe cómo fijar las pautas de la belleza
en el mundo?
Chuang-Tzu

La belleza, como todo lo existente, no escapa al operar


de la relatividad.

Chuang Chou soñó que era una mariposa, una mari-


posa volando y revoloteando por doquier, contenta
consigo misma, haciendo lo que le gustaba. No sa-
bía que era Chuang Chou. De pronto se despertó y
allí estaba: el sólido e inconfundible Chuang Chou.
Pero ya no sabía si era Chuang Chou que había so-
ñado ser una mariposa, o una mariposa soñando ser
Chuang Chou.
Chuang-Tzu

Maravilloso planteamiento que describe el compor-


tamiento de la relatividad, llevándonos del plano físico
al astral, es decir, a la cuarta dimensión, donde también
opera.
73
Polaridad

Cuando los objetos del pensamiento se desvanecen,


el sujeto pensante se desvanece;
y cuando la mente se desvanece, los objetos se des-
vanecen.
Las cosas son objetos debido al sujeto,
y la mente es tal debido a las cosas.
Entiende la relatividad de ambos,
así como la realidad básica: la unidad del vacío.
Sosán, Hsin Hsin Ming

Resulta impresionante descubrir la relación de depen-


dencia y el vínculo relativo entre el objeto material y la
mente; cada uno de ellos “es” en relación con el otro,
pero ninguno de ellos “es en sí mismo”.

Cuando todas las cosas se ven por igual,


se alcanza la esencia intemporal del Ser.
Ninguna comparación o analogía es posible
en este estado sin causas ni relaciones.
Sosán, Hsin Hsin Ming

Toda comparación nos introduce en la ilusión de la re-


latividad; para salir de ella, el sabio nos invita a evitar las
distinciones.

Los que se imaginan encontrar la verdad en el


error, y ver el error en la verdad, jamás alcanzarán
la verdad, pues persiguen vanos deseos. Y los que
reconocen la verdad en la verdad, y el error en el
error, llegarán a la verdad.
Evangelio del Buddha

En la existencia ilusoria siempre van mezclados la verdad


y el error, pretender separarlos es vana sabiduría. No es-
tamos facultados para reconocer la Verdad en la Verdad,
74
Polaridad

porque el Ser es intangible e incognoscible; no obstante,


tenemos toda la capacidad para reconocer el error en el
error, porque todo lo que nuestros sentidos perciben de la
existencia está lejos de ser la Verdad. El verdadero sabio
siempre mira basándose en el discernimiento de las dos
naturalezas: la Verdad en el “Ser” y el error en el “no ser”
de la existencia.

Sobre todas las cosas pueden hacerse dos afirma-


ciones totalmente contrarias.
Pitágoras

De la ignorancia emana cualquier afirmación, y del


apego y del sostenimiento de la afirmación brota la in-
consciencia. Si comprendemos esto, espontáneamente
nos retiraremos de cualquier discusión; a pesar de que a
la mente le fascine el debate.

Nunca se alcanza la verdad total, ni nunca se está


totalmente alejado de ella.
Aristóteles

Si comprendemos el carácter relativo de la verdad de


este mundo, ¿qué necesidad hay de apegase a ella? Resul-
ta torpe pretender hacerlo.

Tanto en el mundo invisible como en el visible no


hay nada salvo Allah, en ninguno de los dos mundos
hay una sola partícula de existencia propia.
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad

Lo verdadero solo está en el Ser absoluto —Allah— y


en él no opera la relatividad; ésta es una cualidad de la
existencia ilusoria.
75
Polaridad

Cuando ha alcanzado la comprensión clara de todo


y ha pasado de lo relativo a lo absoluto, puede to-
mar la Verdad como creencia y adorarla a Ella y,
entonces, volver otra vez a lo relativo.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Ante una insipiente percepción del Ser absoluto, cual-


quier apego —provocado por el miedo de soltar lo que de
momento se alcanzó— produce un dogma. De esta manera
resultará fácil regresar a la ilusión.

La gente que adora una existencia relativa, adora


solo a un ídolo que ha creado en su imaginación.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Todo objeto tangible es relativo, ilusorio; su aparente


realidad está en relación con la imaginación de la mente.
Creer que es verdadero es tanto como otorgarle la cuali-
dad del Todo; lo adoremos o no.

Se puede hacer el mal a partir del bien y el bien


a partir del mal. Nadie puede acusar una cosa sin
conocer la transmutación. Lo que es veneno puede
ser transformado en no-veneno.
Paracelso, Las Siete Apologías

Las cualidades relativas pueden ser manipuladas,


transformadas, pero qué difícil hacerlo sin involucrar la
ilusión del ego. Es mejor aceptar lo que la naturaleza
ofrece, sin perder jamás de vista su carácter relativo.

La Libertad no admite compromisos. La libertad


parcial del individuo no es Libertad en absoluto.
Krishnamurti, Educación y la importancia de vida

76
Polaridad

Sin importar en qué sociedad nos coloque la existencia,


el estado de libertad que gocemos será siempre relativo,
parcial, aparente. La única libertad con amplitud absoluta
la llevamos adentro, en la naturaleza del Ser original; así
que debemos redescubrirla.

Cuando las leyes de las matemáticas se refieren a


la realidad, no son ciertas; cuando son ciertas, no
se refieren a la realidad.
Albert Einstein

Las matemáticas son el mejor recurso con el que se


cuantifican los fenómenos relativos de la existencia, la
naturaleza dividida; para la Naturaleza absoluta del Ser,
la Unidad perfecta, solo servirían de adorno.

Existen muchas cuestiones que carecen de respues-


ta posible. Sin embargo, no creo que sea correcto
el llamado punto de vista “relativista”, ni siquiera
en el caso de las decisiones morales más sutiles.
Albert Einstein, Mis creencias

La visión relativista, aún en los casos más justificables,


únicamente ofrece cierta comodidad dentro la división;
nunca nos acercará a la Unidad.

La relatividad es como acercar la mano a una es-


tufa durante diez minutos y sentir que fueron dos
horas; o charlar con una bella dama durante dos
horas y sentir que pasaron solo diez minutos.
Albert Einstein

77
Polaridad

Sencilla y graciosa forma de describir la relatividad,


sin necesidad de profundizar en las complejidades mate-
máticas que apoyan a la ciencia.

Dios es simple. Todo lo demás es complejo. No bus-


ques valores absolutos en el mundo relativo de la
naturaleza.
Albert Einstein

La inmensidad absoluta del Todo converge con la máxi-


ma simplicidad, sin pasar jamás por la relatividad. A partir
de esta reflexión, nos introducimos en el aspecto absoluto
inherente en la polaridad.

Polaridad

Todo es doble, todo tiene dos polos; todo,


su pareja de opuestos . . . los extremos
se tocan . . .
El Kybalión

Una vez que se cuenta con cierta claridad sobre lo


que representa la dualidad, resulta fácil advertir que la
relatividad cubre todos los puntos intermedios entre los
elementos duales; pero con este vasto abanico de puntos
nada esencial es posible hacer, son infinitos pero… todos
relativos, aparentes. La única realidad está en ambos ex-
tremos, que al poseer la naturaleza absoluta se funden en
una Verdad única.

Resulta claro comprender que la Verdad absoluta está


en los polos; no obstante, aunque se tenga certeza parcial
78
Polaridad

de ello, la mente nunca tendrá posibilidades de percibir-


la, porque solo se mueve dentro del inmenso valle de la
relatividad. De allí que pueda catalogarse de falso lo que
la mente dirime; no obstante, ella jamás renunciará al
deseo de convertirse en una parte de la realidad. Algo
fundamental y que no debe perderse de vista es que los
humanos, sin advertirlo, vivimos en la polaridad: en rela-
ción con la personalidad (comandada por la mente) somos
nada; pero en la naturaleza del Ser interior original somos
más que un universo, somos la totalidad misma.

Cuando alguien vivencia un chispazo de la realidad del


Ser, inevitablemente llega a la certeza de que ninguna de
las múltiples cualidades asignadas a su personalidad es
verdadera. Así, con la madurez otorgada por esa expe-
riencia, ya nada teme perder; alcanza la conciencia de
que en realidad nada posee y de esta manera adquiere
todo.

Es posible vislumbrar un destello sobre la polaridad


cuando se experimenta todo un día en actividad extrema;
la propia intensidad de las labores permite advertir el mo-
mento en que la tranquilidad ocurre, y cuando desciende
el Sol sobre el horizonte se presenta una pasividad que es
mucho más hermosa que la actividad. Lo mismo ocurre
con la mente: cuando el pensamiento toca el extremo de
la objetividad y la claridad sobre la naturaleza de las co-
sas, surge espontáneamente el “no pensar”.

Profundicemos sobre este principio de polaridad, va-


yamos a la revisión de algunas citas extraídas de las fuen-
tes filosóficas originales, aquellas de mayor trascendencia
histórica, y con ellas generemos una visión universal.

79
Polaridad

El Atma nunca sufre modificación alguna y, sin em-


bargo, ¡es más veloz que cualquier mente! Éste es
el misterio y el milagro.
Upanishads

En la Naturaleza del Atma —Ser universal— se muestra


la polaridad: no cambia, pero se mueve a una velocidad
absoluta; en grado tal que toca el extremo de la estática.

Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su pare-


ja de opuestos. Los semejantes y los distintos son
lo mismo; los opuestos son de idéntica naturaleza
pero diferente grado; los extremos se tocan; todas
las verdades son medias verdades, todas las para-
dojas pueden conciliarse.
El Kybalión

Aunque los dos elementos de la dualidad sean de la


misma naturaleza, solamente en los polos desaparece la
relatividad y se presenta la Unidad perfecta.

El sabio, posponiéndose se antepone. Descuidándo-


se, se conserva.
Lao Tse, Tao Te King

La obsesión por conseguir algo, movilizados por el de-


seo, tarde o temprano nos lleva al lado opuesto. Y en au-
sencia del deseo, todo se concreta espontáneamente.

Nada hay más blando que el agua, pero nada supe-


ra al agua en vencer lo duro.
Lao Tse, Tao Te King

80
Polaridad

El extremo de la blandura del agua ofrece la cualidad


cortante. Hoy en día existen equipos cortadores de acero
que trabajan a partir de un delgado chorro de agua impul-
sado a presión extrema. Lo mismo sucede con la erosión
en las duras rocas producida por las olas del mar. Pero no
nos quedemos con el ejemplo físico del comportamiento
del agua, trasladémoslo a cada uno de nuestros contextos.

La virtud superior no ejerce su virtud; luego tiene


virtud. La virtud inferior no cesa de ejercer su vir-
tud; luego no la posee.
Lao Tse, Tao Te King

Desde la Naturaleza del Ser, por la “no acción”, todo


se realiza.

Solo el carácter más alto y el más bajo no cambian.


Confucio

En la cualidad dinámica de la relatividad, todo cambia


constantemente; en la cualidad estática del Ser, en los
polos, todo se mantiene.

Entiende la relatividad de los opuestos,


así como la realidad básica: la Unidad del Vacío.
En este Vacío ambos son indistinguibles
y cada uno contiene en sí mismo el mundo entero.
Sosán, Hsin Hsin Ming

La Unidad del Vacío solo se presenta en los polos, don-


de todo lo verdadero se funde en comunión plena.

81
Polaridad

Jesús dijo: Desde Adán hasta Juan el bautista no


hay, entre los nacidos de mujer, nadie que esté más
alto que Juan el bautista, de manera que sus ojos
no se quiebren. Pero yo he dicho: Cualquiera de
entre ustedes que se haga pequeño, vendrá en co-
nocimiento del reino y llegará a ser encumbrado
por encima de Juan.
Evangelio de Tomás, Nag Hammadi

Jesús muestra que la máxima pequeñez en la existen-


cia toca la majestuosidad del Ser; donde no existen dis-
tinciones ni grados.

Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en


afrentas, en necesidades, en persecuciones, en
angustias; porque cuando soy débil, entonces soy
fuerte.
Corintios II 12: 10

Sobre la humilde debilidad en la existencia reposa la


fortaleza del Ser.

Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el


Señor, el que es y que era y que ha de venir, el To-
dopoderoso.
Apocalipsis 1: 8

El alfa y la omega son la primera y última letras del


alfabeto griego, esto las convierte en un símbolo universal
de la polaridad; el Apocalipsis dice que es allí donde resi-
de la naturaleza absoluta del Ser.

Allah está en el Principio y en el Fin, Él es el Exte-


rior y el Interior y Él lo sabe todo de su propio Ser.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

82
Polaridad

En el Islam aparece la misma referencia sobre la natu-


raleza del Ser, que la ubica en los polos.

La virtud del Amor es NADA y es TODO, esa nada


invisible de la que provienen todas las cosas; su
poder se extiende a través de todas las cosas; su
altura es tan elevada como Dios.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

Si hablamos del Amor como una cualidad absoluta del


Ser, solo puede estar presente en los extremos; no lo ha-
llaremos navegando en la relatividad. En este espacio na-
tural de vida, lo que fluye es el amor terrenal relativo del
humano, con sus limitaciones naturales.

Solo si escuchamos podremos aprender. Y escuchar


es un acto de silencio; solo una mente serena pero
extraordinariamente activa pude aprender.
Conversaciones por Krishnamurti en India 1966

La pasividad silenciosa, en el acto de escuchar —inhe-


rente a la quietud extrema de la estática—, nos introduce
en el profundo estado del Conocimiento —absolutamente
dinámico—.

Si tu intención es describir la Verdad hazlo con sen-


cillez, y la elegancia déjasela al sastre.
Albert Einstein

La Verdad absoluta no puede ser descrita por medio


del lenguaje; así, cualquier intento osado por lograrlo,
debe realizarse con la más profunda sencillez.
83
Polaridad

Si en realidad comprendemos que los extremos se unen


y en ese punto de convergencia se encuentra la Verdad
fundamental, resultaría absurdo dejar este tema sin antes
hacer una última reflexión, la más fundamental:

En esta existencia cambiante navegamos constante-


mente en un fluir que se moviliza siempre en el mar de la
relatividad, sin la mínima posibilidad de experimentar la
Naturaleza absoluta del Todo. No obstante, una ventana
se abre brindándonos una legítima posibilidad: “alcanzar
uno de los dos extremos absolutos de la polaridad”. De
esta manera surgen dos alternativas: la absoluta totalidad
o la absoluta nadidad.

El tránsito hacia la conciencia de la “absoluta totali-


dad” es complejo, en él tendríamos que esperar que un
proceso evolutivo de crecimiento sostenido nos permita
adquirir las cualidades de la perfección total, hasta hacer-
nos consustanciales con Dios, pero esto jamás acontecerá
—esta es la ruta que emprende casi toda la humanidad y
está definida por la autoafirmación—; pero entendamos:
la naturaleza relativa de la existencia, lo limitado, jamás
podrá conducirnos a lo ilimitado del Todo, del Ser abso-
luto. En un sentido diametralmente opuesto, el tránsito
hacia la conciencia de la “absoluta nadidad” es sencillo,
tan simple que pudiera parecer complejo; además, es el
único accesible a las limitadas capacidades de la persona-
lidad, basta observar la naturaleza cambiante e imperma-
nente de la personalidad para comprender que no puede
considerarse como verdadera —a esto se le conoce como
autonegación—; en ese extremo de la polaridad, la con-
ciencia absoluta del “no ser” queda envuelta e invadida
por la Conciencia del “Ser”.

Pero aproximarse a la certeza de la “nadidad” —que


caracteriza la verdadera naturaleza de la personalidad—
84
Polaridad

resultará imposible mientras se mantenga el gusto por el


sentido de “superioridad” impulsado por la reputación, la
posición social e intelectual, las posesiones económicas y
hasta la afirmación surgida del sostenimiento de los idea-
les religiosos. A la mente le encanta el reconocimiento
y la exaltación del honor porque producen una enorme
“sensación de ser”.

Por la conciencia del “no ser” de la naturaleza tan-


gible, por la conciencia del “no ser” de la personalidad
creada por esta misma naturaleza, será posible ir más allá
de la afirmación del “yo” para allanar el camino hacia la
libertad de la Conciencia. Observemos lo que los libros
universales nos dicen al respecto.

Aquello que no era y posteriormente no será es lo


mismo que “nada”, incluso en el presente.
Upanishads

Tan solo con mirar el carácter temporal de la perso-


nalidad, es suficiente para apreciar su nadidad implícita.
Debemos comprenderlo.

“Brahman, de quien el Vedanta declara que solo se


puede hablar como ‘no es esto, no es esto’, es Yo
mismo; mi realidad es Brahman en el recinto de mi
corazón. Brahman es aquello que queda después
de sustraer cuerpo, mente, aires vitales, cerebro,
etcétera”. Este Conocimiento se alcanza mediante
la disciplina de la negación.
Upanishads

La “autonegación” es el factor fundamental para la


libertad de la Conciencia, el paso único que conduce a

85
Polaridad

la verdadera Vida; con ella no se pretende el abandono


de la personalidad, mucho menos su aniquilación, sino el
reconocimiento de su verdadera naturaleza. Lo que debe
quedarnos claro es que solo será posible reconocer al ver-
dadero Ser interior con la previa conciencia de lo que no
somos, en otras palabras: por la autonegación.

El problema del alma se manifiesta en las expresio-


nes “yo digo”, “yo sé”, “yo percibo”, “yo vengo”,
“yo me voy” o “yo me quedo”. Tu alma no es tu
cuerpo; no es tu ojo, tu oído, tu nariz, tu lengua.
Evangelio del Buddha

Siddharta Gautama, el Buddha, nos invita a ser cons-


cientes de que no somos lo que siempre hemos creído que
somos; porque en la ilusión de “creer que somos lo que no
somos” está el origen de la ilusión del “ego”.

El conocimiento de ti mismo consiste en compren-


der que tu existencia no es real y que tu existencia
no es nada, pues tú no eres, no has sido y no serás
jamás.
Cuando comprendas esto, comprenderás claramen-
te el sentido de la máxima: “No hay Dios más allá
de Allah”.
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad

Cuando se dice en el Islam “no hay Dios más allá de


Allah”, no se pretende descalificar el culto a cualquier
Dios de otra religión; antes bien, se indica que solo Dios
“es” (solo Allah “es”), sin importar el nombre que se em-
plee en cada tradición.

86
Polaridad

Me anulé a mí mismo; mi mismo Yo me encontró


de nuevo.
“Lo serás todo cuando hagas de ti nada”.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Tras la conciencia del “no Ser” se manifiesta el “Ser”


absoluto.

Dice la gran ley: “Para llegar a ser conocedor del


“Yo” entero debe primeramente ser conocedor del
yo”. Para lograr el conocimiento de tal yo, tiene
que abandonar el Yo al no-yo, el Ser al no-ser.
H.P. Blavatsky, La Voz del Silencio

Por la conciencia del “no ser” —la negación del “yo”—


se revela el “Ser”.

Somos nada. Tal vez tengamos un nombre y un títu-


lo, una propiedad y una cuenta en el banco, tal vez
tengamos poder y seamos famosos. Pero a pesar de
todas estas protecciones, somos nada. Posiblemen-
te no tengamos la menor conciencia de este vacío,
de esta nada, o quizá no queramos ser concientes
de ello; pero el problema está ahí, hagamos lo que
hagamos para evitarlo.
Krishnamurti, Comentarios sobre vida (primera serie)

Todos los instrumentos que nos hacen creer que “so-


mos” lo que nunca hemos sido, solo nublan la razón. Que-
ramos o no, ser conscientes de ello.

87
Vibración

Vibración

Nada está inmóvil; todo está en movimien-


to; todo vibra.
El Kybalión

Con este Principio universal, Hermes Trismegisto ofre-


ce la certeza de que todo lo que se manifiesta en el uni-
verso se mantiene en movimiento continuo; además, que
ese movimiento es siempre de tipo vibratorio. “No existe
objeto estático alguno en el universo”, y el movimiento
continuo implica, por sí mismo, que todas las cosas se
mantengan también en cambio continuo; nada permanece
igual, todo se transforma continuamente; cada cosa ofre-
ce caras distintas, momento tras momento, en función del
factor tiempo; además, es importante comprender que el
movimiento y el cambio solo pueden sostenerse bajo la
influencia de algún flujo energético. En relación con esta
Ley universal, es factible apreciar todo el Universo como
un gigantesco mar de “energía” viviente donde se expresa
el Ser a partir de innumerables puntos de manifestación.

En el Universo coexisten fuerzas en dos órdenes, con


naturalezas absolutamente distintas y de origen diame-
tralmente opuesto. Por un lado están las fuerzas naturales
de la existencia que son tangibles y dinámicas —energía
cinética—, en ellas se presentan efectos contrarios, de-
penden unas fuerzas de otras y la relatividad opera en
ellas de manera permanente; su movimiento es continuo
y circundante con el punto de Origen. Por otro lado, en
la Naturaleza del Ser, la energía original es intangible y
88
Vibración

estática —energía potencial—, es por sí misma y en sí mis-


ma; por su Naturaleza absoluta es incognoscible e indes-
criptible, se le conoce como Fuente original —será objeto
de revisión en uno de los temas posteriores—. Es preciso
aclarar que el Principio de vibración lo suscribe Hermes
Trismegisto en relación con las fuerzas dinámicas natu-
rales del mundo de las formas; porque en la naturaleza
estática del Ser la Ley no opera.

En la manifestación externa, cuando dos objetos en


movimiento se encuentran, se libera una fuerza vibratoria
natural que se multiplica en círculos; en cuanto cae una
piedra sobre la superficie del agua se genera una onda que
se multiplica continuamente en “círculos concéntricos”
cada vez más amplios, hasta que la vibración se diluye y
es imperceptible. Este movimiento —senoidal— caracteri-
za todo tipo de energía natural en la existencia dialéctica.

La lógica simplista del hombre ordinario indica que una


manifestación de fuerza natural puede permanecer en un
sentido, es decir, que si algo aumenta, ya no puede dis-
minuir; que si alguien crece, ya no puede decrecer; que
si alguien goza ya no puede sufrir; que si alguien ama, ya
no puede odiar. Esta lógica se sostiene en una dirección
recta, pero la vida se mueve siempre en círculos; el mo-
vimiento es permanentemente ondulante, sube y baja de
manera oscilatoria.

Las manifestaciones de energía más tangibles son ca-


lor, sonido y luz, y están presentes en todos los rincones
del universo; no obstante, también hay gravedad, elec-
tricidad y magnetismo. Y en relación con el magnetismo,
encontramos la sentencia hermética: Los labios de la Sa-
biduría siempre estarán abiertos para el oído capaz de
escuchar, que es un axioma eminentemente magnético,

89
Vibración

que hace referencia a la atracción entre el buscador y lo


buscado, el discípulo y el maestro.

Los verdaderos buscadores de la Sabiduría universal


nunca procuran su fuerza magnética en el aislamiento,
sino que suman siempre su potencial con el de sus afi-
nes, sin desear algún papel preponderante; saben que la
magnitud de su magnetismo se potencializa al fundirse en
un campo de fuerza colectivo y lo ponen a disposición de
quien tenga la necesidad de él.

También, en relación al magnetismo, podemos distin-


guir dos tipos de energía, dos tipos de campos magnéticos
presentes en nuestro espacio de manifestación; no deli-
mitados ni separados, sino presentes existencialmente al
mismo tiempo y en el mismo espacio. Uno orientado a la
densificación vibratoria de las formas materiales y el otro
a la sutileza que reunifica con el Ser; un campo que es de
esta naturaleza física y otro campo magnético originado
en el Ser.

Toda entidad biológica posee un circuito eléctrico que


genera a su vez un campo magnético individual, y el cuer-
po biológico humano no es la excepción: tiene un sistema
nervioso constituido por una infinidad de conexiones neu-
ronales —transmisoras de impulsos eléctricos— que for-
man un imán individual. El campo electromagnético de
cada hombre natural se mantiene en sintonía con el de
la Tierra —también entidad viviente—, de modo que su
centro de gravedad permanece vinculado con el de este
campo existencial, y esto constituye uno de los más gran-
des condicionamientos: “el hombre natural es movido por
la dinámica de la naturaleza y las Leyes que la rigen”.

En su conjunto, la humanidad posee una fuerza elec-


tromagnética obtenida de la Madre Tierra y mantiene con
90
Vibración

ella una interacción condicionante y permanente; la ma-


nifestación universal es regida por Leyes naturales que
regulan su curso y, por consecuencia, inciden directamen-
te en el hombre natural. La red de chacras en el humano
es un sistema que capta radiaciones electromagnéticas y
las traduce en la energía química que regula las funciones
biológicas; es así como los procesos de la vida natural hu-
mana se explican por el curso de los fluidos magnéticos.
De este modo es posible apreciar cómo lo que la humani-
dad engendra en su pensamiento y en sus actos repercute
en orden o desorden magnético para el planeta.

Uno de los fluidos magnéticos más agudos que genera


la humanidad, de manera colectiva, es el deseo, que es
una fuerza de gravedad o de atracción; y tal como sucede
con cualquier imán, tiene sus dos polos: cuando un polo
desea algo, el otro rechaza lo opuesto. Es por eso que, en
sentido natural y por magnetismo, la humanidad se man-
tiene oscilando entre el deseo y el rechazo. Esto permite
comprender cómo es que cada hombre se mantiene —por
el deseo-rechazo— prisionero dentro del campo electro-
magnético del planeta; siendo él su propio carcelero.

Es preciso comprender que resulta imposible liberarse


de una influencia magnética sin someterse a otra; por lo
tanto, lo más inteligente no está en rechazar ciertos es-
tados vibratorios, sino en reconocer el tipo de influencia
a la que se pretenda dirigir, y para esto se requiere de
una aguda observación. Cada persona posee cierto estado
de conciencia existencial y, por correspondencia, procura
acercarse con personalidades afines; la propia observa-
ción será siempre el factor que defina el tipo de personas
con las que cada quien se relaciona —lo que frena o impul-
sa hacia la Libertad— y esto es fundamental.

El habla se constituye como un centro generador de


magnetismo —en sentido natural— que por medio de la
91
Vibración

atracción o el rechazo desencadena toda una serie de pro-


cesos; a través de su poder, el habla humana puede ser
altamente curativa o extremadamente venenosa y dañi-
na. Hablar y cantar son actos magnéticos que denotan el
estado de conciencia existencial de cualquier persona.

En relación con el campo magnético fundamental, los


libros universales reiteran la frase: Dios es Luz; y sobre
esa Luz pránica universal, de Naturaleza absoluta, se sus-
tenta el campo magnético vinculado con el Ser. La ex-
periencia de ese campo magnético gnóstico produce un
contraste tan radical —con respecto al campo natural—
que algunos, por temor a lo desconocido, reaccionan con
rechazo; esto los aleja de ese maravilloso vínculo con lo
interno. Cuando el verdadero buscador acepta la expe-
riencia de ese contraste, con todas sus consecuencias, se
sintoniza con esa atmósfera vibratoria en modo tal que las
nuevas radiaciones ya nunca lo abandonan. Esa tempestad
magnética, provocada por el cambio radical de naturale-
za vibratoria, se describe magistralmente en el libro: Las
bodas alquímicas de Cristián Rosacruz.

Cabe señalar que, cuando los libros universales hacen


referencia a la Luz —en vinculación con el Ser que origina
la manifestación universal—, no se emplea este referente
con intenciones estrictamente metafóricas; porque la luz
es el fenómeno físico que propicia, con mayor claridad,
la más estrecha aproximación hacia la naturaleza del Ser
original, veamos:

“La luz es intangible, no podemos ver los flujos de


luz, solo percibimos cómo se proyecta en los cuerpos”,
ni siquiera la luz solar se puede ver en el espacio, solo
se percibe cuando se proyecta en la Luna o en nuestro
planeta; si creemos ver rayos de luz solar durante el día,
cuando miramos hacia el cielo, lo que en realidad estamos
92
Vibración

viendo es la forma en que se “proyectan” en las nubes o


en espacios de atmósfera con alta concentración de hu-
medad. Así observamos que ningún rayo de luz es visible,
pero sí su proyección sobre los cuerpos tangibles. “Sucede
lo mismo con el Ser universal”: su presencia no es tangi-
ble, pero sí su proyección —el universo entero—; y por la
percepción de la existencia, la manifestación, deducimos
la presencia de su “Origen”, el Ser.
“La Luz es incognoscible, el Ser universal también”.
La ciencia contemporánea ha realizado numerosos estu-
dios sobre el comportamiento de la luz, sin embargo, so-
bre la naturaleza de la luz casi nada se sabe.
“La luz origina la vida biológica, y el universo ente-
ro fue generado a partir le Luz”. Estudios recientes han
revelado que la energía primigenia emanada desde el Big
Bang, que dio origen al universo, es Luz.
“La Luz es omnipresente, no hay espacio vacío en
el universo carente de Luz”. Aunque resulte extraño, el
universo entero está inundado de Luz; lo que sucede es
que no toda es perceptible para nuestros limitados ojos.
Y del Ser original, se dice también que es omnipresente.
“El Ser es adimensional y atemporal, y así acontece
con la Luz”. También podría resultar extraño: la ciencia
tiene comprobado que a la velocidad de la luz (300,000
km/s) la corporeidad se desintegra y el tiempo desapare-
ce. De esto podemos deducir que la luz es la primera fuer-
za vibratoria que se manifestó desde el Origen del univer-
so y se ubica en los límites entre el Ser y la existencia.

Solo resta puntualizar lo que ya se estableció al inicio


de este tema —en relación con la energía—, la distinción
entre la luz natural dialéctica y la radiación fundamen-
tal de Luz que dio origen a todo: la primera “existe” en
vinculación relativa con todos los procesos naturales tan-
gibles, y la segunda “Es” la radiación fundamental que
origina y sostiene al universo, además de ser la fuente del
Conocimiento.
93
Vibración

Cuando alguien obtiene cierta conciencia sobre la Luz


de las radiaciones gnósticas fundamentales, no le aconte-
ce porque haya cambiado su comportamiento moral, sino
porque se ha sensibilizado del carácter cambiante, pasa-
jero e ilusorio de la existencia material; las radiaciones
de esa nueva atmósfera ejercen una influencia tal que
debilitan las radiaciones regidas por las Leyes naturales
del orden físico. Es fundamental que cada humano apren-
da a nutrirse de esas líneas de fuerza esenciales, porque
cada vez que alguien despierta se amplifica el impulso de
la conciencia colectiva, y facilita —por magnetismo— el
cambio para los demás.

El Conocimiento absoluto del Ser —la gnosis— está pre-


sente como campo magnético, aunque de manera intan-
gible, sobre la esfera mecánica de manifestación. Ante
esta atmósfera de Luz debemos desvincularnos radical-
mente del pasado y de las viejas líneas de fuerza que lo
sustentan, para permitir que las nuevas radiaciones, de
Naturaleza absoluta, inunden tanto nuestros cuerpos exis-
tenciales como nuestros cuerpos de orden superior; de
este modo nos mantendremos preparados para las bodas
alquímicas, es decir, para que la cabeza se entregue al
corazón y fluya así la energía fundamental.

Es innecesario preocuparse por las doctrinas, los siste-


mas de enseñanza o las escrituras, es suficiente con en-
contrar en el interior la presencia que no tiene causa y
permitir —sin “hacer” y sin esfuerzo alguno— que el Ser
universal atraiga como un imán al Ser interno.

Existe una Sabiduría universal plasmada en los Libros


universales que va más allá de las palabras y que puede
ser reconocida por todos los que mantienen vivo su im-
pulso de búsqueda; en realidad se trata de una “Fuerza

94
Vibración

vibratoria viva” que se hace presente en aquellos que se


mantienen sustraídos de los estados ilusorios originados
por la ensoñación de la existencia.

Esa Fuerza “vibratoria”, emanada desde el Ser, con-


tiene la única posibilidad legítima para la libertad de la
Conciencia y está presente en cada rincón del Universo;
en relación con ella “no hay espacio vacío”.

Revisemos lo que las fuentes filosóficas originales nos


expresan y profundicemos en una visión universal sobre la
vibración. Demos sustento a lo ya expuesto por medio de
las siguientes citas.

El Atma está más allá del sonido, forma, olor, sabor


y textura; no conoce fin, es el instrumento prima-
rio para toda actividad y conocimiento, la fuerza
motriz interna detrás de todas las cosas.
Upanishads

La fuerza vibratoria motriz que origina todos los proce-


sos dialécticos deviene del Ser universal.

En el instante de morir, el jivi sale hacia los rayos


solares y desde allí hacia el Suryaloka. Sin embar-
go, el jivi que está identificado con la mente y sus
divagaciones, escapa a través del oído o del ojo o
de cualquiera de los otros sentidos, y cae en los
lokas en que rige el karma.
Upanishads

En esta cita se hace alusión a las dos posibilidades de


orientación, hacia alguna de las dos naturalezas de ener-
gía vibratoria.

95
Vibración

Ya que el fuego está presente como calor y luz en


el corazón de todo ser viviente, el fuego que está
presente en la conciencia interna puede quemar
toda indecisión o titubeo. De hecho, el fuego, la
iluminación y el sutil fulgor divino que constituyen
el núcleo del fuego, es el elemento predominante
en el Ramayana.
Ramayana

No solo en el Ramayana, en las fuentes de sabiduría


universal más significativas se valora el carácter esencial
sobre la reconexión con esa energía vibratoria fundamen-
tal.

Para que cambiemos una cualidad, debemos cam-


biar la vibración.
El Kybalión

Abandonar o modificar un estado vibratorio, para sus-


tituirlo por otro de orden natural, a nada legítimo condu-
ce; el verdadero proceso alquímico se realiza cuando se
trascienden los estados vibratorios de la naturaleza “re-
lativa” de las formas y se restablece la conexión con la
energía fundamental “absoluta”.

Si observas con los ojos de tu corazón, hallarás el


camino de ascenso; o más bien, la visión misma te
guiará en tu camino. Pues ello tiene un poder pe-
culiar en sí mismo; se posesiona de quienes han
alcanzado la visión de ello, y los atrae hacia arri-
ba, igual que los hombres dicen que la piedra imán
atrae al hierro.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Literalmente habla Hermes de la “piedra imán” para


referirse a la fuerza magnética de atracción entre el Ser
universal y el Ser interior original.
96
Vibración

Todo era invisible, todo estaba inmóvil en el cielo.


Entonces vino la Palabra; vino aquí de los Domina-
dores. Fue dicha por los Dominadores, los Podero-
sos del Cielo; hablaron: entonces celebraron conse-
jo, entonces pensaron, se comprendieron, unieron
sus palabras, sus sabidurías.
Popol-Vuh capítulo 2

En este libro, los mayas describen el Origen estático


e intangible del Universo y la Gran Emanación de energía
dinámica (la Palabra) que emerge desde ese centro de
energía potencial. Esto constituye uno de los precedentes
más antiguos a la teoría del Big-Bang (Gran explosión).

Pitágoras consideraba que la música contribuía en


gran medida a la salud. Sentaba en el centro a una
persona que tocase la lira, mientras que en el cír-
culo se sentaban los que eran capaces de cantar. En
otros momentos ellos utilizaban la musicoterapia.
También danzaban.
Vida Pitagórica, Jámblico

La música tiene una correlación, a través de vibracio-


nes sonoras, con el orden vibratorio de los planos cósmi-
cos superiores. De esta base partió Pitágoras para diseñar
la escala musical (do, re, mi, fa, sol, la, si) que se emplea
actualmente en todo el mundo. Y sobre esta misma premi-
sa descubrió la musicoterapia, ya que la música es capaz
de modificar el estado de salud tanto en el alma como en
el cuerpo biológico a través de los cambios de vibración
(para bien o para mal).

La Luz ha sido mi libertadora y ha cambiado mis


tinieblas en Luz. Y ha abierto el caos que me envol-
vía y me ha ceñido de Luz.
Pistis Sophia XXIV: 18,19
97
Vibración

La energía vibratoria fundamental de la Fuente origi-


nal liberadora es “Luz”.

El que posee el Conocimiento adquiere lo que es


propio y lo atrae hacia sí.
Evangelio de la Verdad, Nag Hammadi

El Hombre Consciente atrae por magnetismo lo que co-


rresponde a su estado de Libertad.

Partícula soy, visita del Sol eres para mí.


Enfermo estoy de pena,
como medicina eres para mí.
Sin ala ni pluma detrás de ti vuelo.
Limadura soy y como un imán eres para mí.
Rumi, Masnavi

Esta es una estrofa de un bello poema de Rumi, que


establece la relación magnética entre el Ser interno y el
Ser universal.

La Quinta-Esencia es la verdadera Vida de la Natu-


raleza, es una Emanación de la Palabra.
En la Quinta-Esencia reside la región paradisíaca,
la palabra fluida del poder y de la virtud divina,
donde las propiedades reposan en igualdad (uni-
formidad).
Jacob Boehme, La Llave

Los alquimistas llamaron “Quinta-esencia” a la energía


vibratoria fundamental, entendida como la “Fuente” que
da origen a los cuatro elementos de la naturaleza —donde
reside la “verdadera Vida”, reiteradamente referida por

98
Vibración

Jesús de Nazaret—; le otorgan la misma cualidad que se


describe en la parte introductoria del tema.

Para que uno encuentre la Verdad es necesaria una


abundante energía, y esta energía se disipa a tra-
vés del conflicto que se origina con la represión, la
conformidad, la compulsión. Pero el deseo también
genera contradicción, lo que ocasiona de nuevo que
la energía se disipe.
Krishnamurti, Comentarios sobre vida (tercera serie)

Las fuerzas vibratorias naturales van y vienen, se ga-


nan y se pierden, se concentran y se disipan, y esto queda
fuera del control de la simple voluntad humana. Para la
Libertad de la Conciencia, la energía estática esencial del
Ser —la Fuente original— es el factor fundamental.

99
Correspondencia

Correspondencia

Como es arriba es abajo; como es abajo es


arriba.
El Kybalión

“Las Leyes universales operan en toda la manifesta-


ción del universo; en el Todo no opera Ley alguna y el Prin-
cipio de correspondencia no es la excepción”. Iniciemos
el tema a la luz de esta premisa y en complemento con
otra maravillosa cita de Hermes Trismegisto, extraída del
Corpus Herméticum:

El Eón, es una imagen de Dios.


El Cosmos es una imagen del Eón.
El Sol es una imagen del Cosmos.
Y el hombre es una imagen del Sol.

Toda imagen es una proyección y es en la proyección


misma donde la Ley de correspondencia encuentra su raíz;
su operar adquiere alcance en todo lo citado por Hermes,
excepto en Dios —el Ser universal—, porque en el Todo no
existe división alguna —ante esto, resulta absurdo hablar
de “niveles de Ser”—. Tal como se aprecia en la cita, exis-
ten diversos niveles y contextos de aplicación para este
Principio, operando exclusivamente para el mundo de las
formas, la “manifestación” universal.

A partir de las dos citas de Hermes Trismegisto se pue-


de inferir que el microcosmos es un espejo del macrocos-
mos; y si atendemos la correspondencia inmediata que
100
Correspondencia

Hermes asigna para el hombre (físico-biológico), veremos


que establece una relación directa con el Sol, “que es una
estrella”. Así apreciamos cómo los diminutos hombres que
habitan en este pequeño planeta presentan una evidente
correspondencia con las gigantescas estrellas en la inmen-
sidad del cosmos: en el espacio, las estrellas viven por
parejas, en familias y en el seno de grandes naciones; y
tal como los humanos, ellas también nacen, resplandecen
en una efímera juventud, se reproducen, se debilitan, se
reducen y mueren. Particularicemos un poco más al res-
pecto:

Hasta hace apenas un siglo se creía que las estrellas


se esparcían casual y caprichosamente a lo largo de un
espacio infinito, muchos sostuvieron que eran incorrup-
tibles y eternas. Ahora, la ciencia dice que el espacio es
finito y curvado, y en él habitan naciones y pueblos de
estrellas dispuestas en una configuración geométrica que
responde a un orden natural; por lo tanto, los astros no
viven esparcidos arbitrariamente, se mantienen reunidos
en grandes sociedades; tanto en el cielo como en la Tierra
se mantiene la vida asociada. Y estas grandes sociedades
celestes —tal como las sociedades humanas— están com-
puestas de familias: los sistemas solares, que constituyen
la base para la conformación de grandes pueblos y nacio-
nes: las galaxias.

Resulta interesante este dato: al hombre natural bio-


lógico lo integran, aproximadamente, cien millones de
células; que corresponde a la cantidad aproximada de
estrellas que contiene una galaxia. Asimismo, en una ga-
laxia hay al menos cien mil sistemas solares semejantes al
nuestro, donde el Sol funge como el padre de un cinturón
de planetas que literalmente son sus hijos, emanados de
él. Igualmente, los satélites —lunas— son engendrados por
los planetas, y así miramos al sistema solar como una es-
tructura familiar.
101
Correspondencia

Otra sorprendente analogía es la “relación de pareja”.


La mayoría de los humanos viven en parejas, y entre las
estrellas sucede lo propio; la mayoría de las estrellas apa-
recen dobles, como astros de tamaño similar que se mue-
ven en correlación de un mismo centro de gravitación.
Resulta curioso, pero en el extremo microcósmico más
diminuto, sobre el espacio vacío —casi vacío—, aparecen
partículas también en pares; y tras una breve existencia,
se aniquilan mutuamente.

Tal como acontece con los hombres, las estrellas tam-


bién nacen, llegan a su juventud, envejecen y mueren.
Gracias a la espectroscopía —que estudia las condiciones
de los cuerpos celestes a partir de la descomposición de
su luz— se han podido reconstruir los procesos que experi-
mentan las estrellas. Surgen primeramente como concen-
traciones de gases que después llegan a un máximo de es-
plendor y calor, emitiendo luz blanca y azulada —durante
su adolescencia y juventud—; después se empequeñecen
gradualmente, emitiendo luz amarilla y luego roja —en
esa etapa se encuentra nuestro Sol—; finalmente cesa su
brillo y colapsan en sí mismas para convertirse en estre-
llas ocultas —conocidas con un término no muy acertado:
agujeros negros—.

Entre los hombres como entre las estrellas, el núme-


ro de muertos supera en mucho al de los vivos; además,
las estrellas jóvenes, radiantes de luz y calor, son infini-
tamente menos que las ancianas y las que ya murieron.
Y si establecemos una relación con la distribución de la
riqueza en las sociedades humanas, las estrellas gigan-
tes y supergigantes son pocas en relación con las enanas;
también en el cielo predominan los muertos, los débiles y
los pobres.

En relación con la vejez existe un paralelismo impre-


sionante: a través de la espectroscopia se exhibe la ma-
102
Correspondencia

durez de una estrella por la presencia en el espectro de


una raya que muestra acumulación de Cal; y en el hombre
la señal principal de vejez es la arterioesclerosis, que es
el endurecimiento y la osificación de las arterias por el
predominio de cal.

En el universo aparecen también masas estelares que


no alcanzan la temperatura mínima de 2,700 grados Cel-
sius que les permita resplandecer lo suficiente para ma-
nifestarse como estrellas, esto corresponde a una gran
oleada de abortos.

Tal como lo hacen los humanos, las estrellas también


se alimentan, se tragan errantes e innumerables meteori-
tos, y absorben infinidad de partículas suspendidas en el
éter; de no ser así, su esplendor resultaría más efímero.

La reproducción de las estrellas adquiere también co-


rrespondencia con la humana: el parto de los planetas no
podría producirse sin la intervención de otro astro gigan-
te, que al aproximarse produce una emisión de materia
gaseosa del cuerpo del padre; a ese fenómeno se le co-
noce como marea sideral. Esta marea, por efecto de la
rotación, se desprende del astro enamorado y se fracciona
en pedazos que, al enfriarse, forman los planetas.

Ilustremos el tema con otros ejemplos de aplicación


de la Ley de correspondencia “más inmediatos” a la vida
natural del hombre: las circunstancias de vida en un indi-
viduo corresponden a su estado de conciencia existencial;
las relaciones entre hombres y mujeres corresponden al
estado de crisis en que la humanidad se encuentre en cada
momento histórico; la contaminación del planeta proyecta
la contaminación psíquica de la humanidad; todo tipo de
reacción, ante las circunstancias externas, refleja el nivel
de conocimiento de sí mismo; el canto y la poesía son una
proyección de la intimidad que es cercana al Ser; quien
103
Correspondencia

es débil ante la vida se muestra igualmente débil ante la


búsqueda; quien se acerca a los Libros universales logra
ver únicamente lo que corresponde a su nivel de concien-
cia existencial. En síntesis, las múltiples correspondencias
permiten comprender con claridad que el mundo de cada
persona corresponde al estado que posee y, por ende, hay
tantos mundos como personas; no obstante, un plano de
Vida verdadero solo corresponde al Hombre verdadero.

La Ley de correspondencia opera, invariablemente,


más allá de nuestra voluntad; y cuando alguien intenta
modificar su curso, se opone de manera frontal contra la
naturaleza: si alguien se introduce forzadamente en un
cielo que no le corresponde, buscará inmediatamente una
salida o construirá allí mismo su propio infierno; igual-
mente, si alguien siente el llamado de su dios, y en res-
puesta habla, canta y discursa sobre ello, pero permanece
anclado en sus apegos hacia el mundo externo, termina en
autoengaño de un falso misticismo. No obstante, en sen-
tido opuesto y ante una actitud legítima: cuando alguien
ríe, el mundo entero le sonríe.

En otra dirección, para penetrar conscientemente en


una persona y comprenderla, es preciso penetrar antes
en uno para así comprenderse a sí mismo; de otro modo
resultará imposible entender a los semejantes. Mientras
no se produzca una verdadera elevación en el nivel de la
conciencia existencial, la historia personal de cada hom-
bre seguirá siendo siempre la misma.

Demos sustento a lo ya expuesto en relación con la co-


rrespondencia; profundicemos con algunas citas extraídas
de las fuentes filosóficas universales, las de mayor tras-
cendencia histórica y generemos una visión universal.

104
Correspondencia

Los ojos no pueden ver cosas abstractas como el


amor, la piedad, la misericordia, la virtud, la fe;
todas ellas están más allá de su capacidad. Sin em-
bargo, por las palabras y las acciones de alguien
podemos inferir que una persona tiene amor en su
corazón. También es posible apreciar si una perso-
na está establecida en su propia Realidad, y si ello
se produce por momentos o si es constante y firme.
Upanishads

El comportamiento siempre refleja lo que se lleva en


la conciencia existencial, que finalmente define toda la
actuación.

La materia grosera es la nutrición de los cuerpos, y


el espíritu es la nutrición de las almas.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Estos son los alimentos básicos que corresponden a


cada una de las dos naturalezas.

Habla para que yo te conozca.


Sócrates

La boca siempre expresa lo que se lleva dentro; en la


conciencia existencial.

En verdad les digo que si no conocen más enfer-


medades sobre la Tierra, vivirán por siempre en el
reino de los cielos.
Evangelio de los esenios

El estado de Libertad interior —el cielo interno— ten-


drá siempre alguna repercusión en el estado de salud bio-
lógica.
105
Correspondencia

Guárdense de los falsos profetas, que vienen a us-


tedes vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos
rapaces. Por sus frutos los conocerán.
Mateo 7:15,16

Cuando alguien oculta artificiosamente lo que lleva


dentro, atenta contra la propia naturaleza. La calidad de
nuestros frutos habla de nuestra madurez.

El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón


saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de
su corazón saca lo malo; porque de la abundancia
del corazón habla la boca.
Lucas 6: 45

En esta cita, Jesús de Nazaret reitera lo dicho por Só-


crates.

Cuando se descubre el enigma de una sola partí-


cula, se descubre el misterio de toda la creación.
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad

En esta cita se establece la correspondencia entre el


macrocosmos y el microcosmos.

Tu boca rebosa lo que tu corazón esconde.


Paracelso, Las Siete Apologías

Paracelso también reitera lo previamente dicho por


Sócrates.

A la gente le gusta ser engañada. Precisamente


porque el mundo no vale nada o casi nada, no pue-

106
Correspondencia

de soportar la presencia de la piedad. Lo semejan-


te se une con su semejante.
Paracelso, Las Siete Apologías

Por la ensoñación con la existencia se desea lo ilusorio.


El falso “yo” —la personalidad— siempre amará lo falso.

El cuerpo del hombre es una imagen o un compues-


to de todo lo que es el mundo. Y el mundo visible
es una manifestación del interior del mundo espi-
ritual.
Jacob Boehme, Tratados sobre el cielo y el infierno

Entre el cuerpo del hombre y el mundo se establece


una clara correspondencia; no obstante, para el plano ori-
ginal, el mundo visible es tan solo una simple manifesta-
ción —proyección—.

Igual que cada semilla contiene en sí misma un ár-


bol completo o un fruto completo, también el mun-
do entero está presente en un pequeño hombre.
Fama Fraternitatis de la orden Rosacruz

La manifestación universal está inscrita en la genética


de cada hombre.

Ser es relacionarse; el Ser aislado no existe. El


mundo y usted no están separados; su problema
es el problema del mundo, usted lleva el mundo
en usted; sin usted el mundo no es. No existe el
aislamiento y no existe objeto alguno que no se
encuentre relacionado.
Krishnamurti, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

El aislamiento como tal, no existe; todo está relaciona-


do y en cada relación se establece una correspondencia.
107
Ritmo

Ritmo

Todo fluye y refluye; todo posee periodos


de avance y retroceso, todo asciende y des-
ciende; todo se mueve como un péndulo; la
medida de su movimiento hacia la derecha
es idéntica a la de su movimiento hacia la
izquierda.
El Kybalión

Acogidos por la naturaleza transitoria, vivimos inmer-


sos en la dualidad, cuyo carácter dinámico se mantiene
regulado por la Ley del ritmo —también conocida como
Ley del Péndulo—; así, de manera implícita, todos los pro-
cesos “dinámicos” de nuestra vida quedan regidos por esta
Ley. Permanecemos oscilando de un lado a otro, aunque
estando en un opuesto perdamos conciencia del extremo
contrario; en grado tal de considerarlo inexistente.

El “movimiento pendular” oscila entre dos extremos y


cuando se alcanza uno de ellos, el péndulo inicia su movi-
miento en dirección contraria; la trayectoria que recorre
a la derecha es simétricamente la misma hacia el lado
izquierdo; cuando va a la izquierda acumula energía para
preparar su retorno hacia la derecha y viceversa. La mani-
festación de este Principio resulta evidente en el hombre:
mientras se alegra, poco advierte que almacena energía
para sufrir; mientras ama, no percibe la acumulación de
energía para odiar; mientras desea, no imagina que des-
pués rechazará; mientras crece, se establecen las condi-
ciones para el decrecimiento.

108
Ritmo

Quien se vuelca con euforia hacia la vida se olvida de


la muerte, que lo tomará inevitablemente desprevenido;
quien es capaz de ver el lado de la muerte en todas las
manifestaciones de vida, en aceptación, sin miedo y sin
resistencia, es capaz de aproximarse espontáneamente al
estado de neutralidad que es fundamental para la Liber-
tad interior.

En la naturaleza de nuestro campo de manifestación,


la Ley del ritmo opera en todo, aunque de manera poco
perceptible en la mayoría de los casos. De manera eviden-
te y tangible la apreciamos en el cambio de estaciones,
del verano al invierno y más tarde de vuelta al verano;
en el movimiento de las olas y de la marea; en el cambio
del flujo del viento. Y particularizando nuevamente en el
hombre natural, el péndulo oscila entre la afirmación y la
negación; entre la certeza y la duda; entre el placer y el
dolor; entre el deseo y el rechazo.

En términos de física, las variables que rigen el mo-


vimiento del ritmo pendular están en función de la lon-
gitud, la amplitud y la velocidad de oscilación —frecuen-
cia—, vemos así movimientos breves que cambian en unos
cuantos minutos y otros que fluyen a lo largo de varios
milenios; cambios simples que parecen imperceptibles y
otros profundamente radicales. En el proceso de toda os-
cilación, cuando se llega a un punto extremo se produce
una breve detención que permite la manifestación de la
fuerza opuesta; es allí donde la velocidad llega a cero,
mientras que en el punto medio se mueve con mayor ra-
pidez. En el extremo derecho es donde la derecha resulta
más débil y donde la izquierda adquiere todo su poder —y
viceversa—. Es precisamente en un punto extremo donde
puede apreciarse la cualidad de la estática, que permite
la trascendencia de la dualidad; y por razones obvias, exi-
ge toda nuestra atención.
109
Ritmo

Seamos observantes ante cualquier pausa entre dos


pensamientos, entre dos versos de un poema, entre dos
frases de una ejecución musical, entre la inspiración y la
espiración. Esta experiencia puede conducir al punto de
contacto con la Conciencia.

A lo largo de todos los fenómenos de la existencia —de


los procesos tangibles y no tangibles de la vida terrenal—
operan fuerzas que a veces van en un sentido y en ocasio-
nes en otro. De modo que después de la guerra sigue la
paz, después de la escasez viene la abundancia, y como
dice el refrán popular: “después de la tempestad viene la
calma”. Es preciso “mirar” sin perder jamás de vista los
dos sentidos. Así quedó plasmada esta idea en el Eclesias-
tés, III,1-8:

Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo


del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de mo-
rir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir,
y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír;
tiempo de lamentar, y tiempo de bailar; tiempo de espar-
cir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abra-
zar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar,
y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de de-
sechar; tiempo de romper, y tiempo de cocer; tiempo de
callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de
aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.

Ante la ignorancia de esta ley, son muchos los que


pretenden cosechar cuando es tiempo de sembrar. Esto
inhibe la capacidad de adaptación y limita también la po-
sibilidad de comprender que los tiempos son marcados por
la naturaleza y nunca por la voluntad humana, aunque
el hombre se obsesione en la tarea de construir, mien-
tras se resiste y sufre los procesos de destrucción; exalte
110
Ritmo

el valor de la paz, cuando no comprende que la guerra


es inevitable; se arroje impulsivamente hacia la vida, sin
entender la magia presente en el impulso que llega tras
la muerte. Resultaría absurdo pretender que en la vida
todo sea nacer, todo sea sembrar, todo sea guardar, todo
sea bailar, […]; si así aconteciera, la naturaleza entraría
en tal desequilibrio que todos sus procesos de renovación
resultarían inviables.

Por eso es fundamental comprender, con claridad ple-


na, que todo lo que llega a su fin es reemplazado por su
opuesto; hasta la “moral” suele ir en un sentido que des-
pués es reemplazado por el otro: un mismo acto puede
ser malo en un tiempo, para ser bueno después. Todo es
el resultado de dos fuerzas opuestas que tienden a con-
trarrestarse una a la otra, garantizando así un equilibrio
razonable —aunque también transitorio— entre todo lo
manifiesto.

Nuestra incapacidad para asimilar esta Ley univer-


sal, para mirar los fenómenos desde las dos direcciones,
para tener conciencia de ambos lados del “movimiento”
pendular —que es el aspecto dinámico de la dualidad—,
hace que seamos propensos a la petrificación por no in-
cluir en nuestra vida la perspectiva que ofrece la visión de
los opuestos; y una vez cristalizados, insistimos en mirar
los acontecimientos de manera unilateral, considerando
que todo lo que es contrario a nuestras ideas es falso y
desechable. Así pretendemos que todo se fije y adapte
a los modelos creados por nuestra mente, volviéndonos
inflexibles y predisponiéndonos a todo tipo de conflictos
con quienes nos rodean.

Es preciso mirar el comportamiento de esta Ley en la


existencia y en nosotros mismos, para así evitar hundirse
en el deseo de cualquier lado del movimiento pendular.
111
Ritmo

Asimismo, es importante observar que estando dos perso-


nas en un mismo punto pueden experimentar condiciones
diametralmente distintas, porque el movimiento puede
ir en una dirección o en la contraria; podemos estar en
un punto idéntico pero con tendencias diferentes, la cir-
cunstancia puede ser la misma pero llevar una dirección
opuesta. Es aquí donde se comprende que las ocasiones
tienen un momento único; y aún si regresaran, sería en
condiciones diferentes.

La aceptación juega un papel fundamental, al no juz-


garse a sí mismo como bueno o malo, al no jactarse de ser
acertado o equivocado. La armonía de los opuestos radica
en la “fuerza neutralizante”, una tercera fuerza de natu-
raleza distinta que trasciende a las otras dos. Esa tercera
fuerza está vinculada con lo que se conoce como la Fuen-
te original —de ella hablaremos en un tema posterior—.

El “factor-límite” más importante que debemos visua-


lizar en la Ley del péndulo es que “nada puede crecer por
siempre”; si así sucediera, el universo entraría en un caos
total. Hay ciclos de crecimiento y hay ciclos de decreci-
miento y nunca debemos aferrarnos a ninguno de ellos;
no es cierto que el ciclo ascendente sea bueno y el des-
cendente sea malo, es solo la mente quien lo juzga así.
Y aunque parezca paradójico, el ciclo descendente suele
resultar esencial para la libertad interior: en el fracaso se
puede experimentar un profundo dolor que, si se asimila
con sabiduría, puede inhibir los estados de “ilusión” de
este mundo y, por ende, conducir al vislumbre de la liber-
tad. En el caso contrario, si se es consciente del carácter
ilusorio del éxito, éste se vuelve vacío y sin significado; así
se desacelera el movimiento pendular “ascendente”, y en
este estado se evita un futuro dolor; al mismo tiempo que
libera del adormecimiento.

112
Ritmo

Recordemos que todas las Leyes universales fungen


como factor equilibrante, y particularmente el ritmo jue-
ga un papel compensador; la ley de la física que descri-
be mejor la compensación es el principio de Arquímedes,
que expresa lo siguiente: “Todo cuerpo que se sumerge en
un líquido experimenta un empuje de abajo hacia arriba,
igual al peso del volumen del líquido desalojado”. A través
de la compensación, la naturaleza propicia que todo vacío
sea llenado y evita que cualquier exceso llegue a rebasar
cierto límite.

Si miramos la compensación desde la Ley de “causa


y efecto”, comprenderemos que la “reacción” es la que
compensa a la “acción”, por esta razón debe ser de la
misma magnitud e inevitablemente en sentido contrario.
Con esto se garantiza que cualquier desequilibrio se trans-
forme en equilibrio.

La Ley del ritmo, como factor de compensación,


coadyuva al orden natural del cosmos, convirtiéndose en
objeto fundamental de estudio para la verdadera Ciencia;
si esta Ley no existiese, el universo tangible entraría en
un estado caótico. Igualmente, si no operase la compen-
sación, las relaciones entre humanos se convertirían en
un desorden tal que el hombre provocaría su propia ex-
tinción. Todo hombre que no comprenda ni visualice el
comportamiento de esta Ley, tampoco comprenderá la
perfección que ha sido proyectada en todos los ecosiste-
mas; incluido el “ecosistema de las relaciones humanas”,
que permite mantener el tejido social en un estado rela-
tivamente sano.

Para sustentar lo ya expuesto y con la intención de


profundizar más sobre la Ley del Péndulo, pongamos a dis-
posición algunas citas extraídas de las fuentes filosóficas
originales de mayor trascendencia histórica, para generar
una visión universal.
113
Ritmo

La pena y la alegría nos afligen una después de la


otra y causan angustia a la persona y a su cuerpo.
Ramayana

Los cambios no son arbitrarios, llevan siempre un rit-


mo predeterminado por la Ley.

Así como la noche sigue al día y el día sigue a la no-


che, la riqueza y la carencia, la felicidad y la pena,
la cercanía y la lejanía vienen una detrás de la otra
de forma inevitable. Solamente los tontos se dejan
llevar por la alegría cuando llega la felicidad y se
sienten desanimados y tristes cuando la miseria los
aqueja.
Ramayana

El ignorante involucra sus emociones de manera con-


dicionada por las fluctuaciones naturales de los cambios;
quien conoce y entiende la Ley, y además comprende el
carácter ilusorio de los mismos cambios, se libera de esos
condicionamientos y así experimenta la libertad.

La alegría y la tristeza son como las dos vasijas que


se balancean hacia atrás y adelante en el palo en el
que están atadas y puestas sobre el hombro. Todos
tienen que cargar a ambas en la misma medida. Si
no se tiene tristeza, no se puede identificar la ale-
gría como alegría. De la felicidad no puede seguir
felicidad.
Ramayana

Inevitablemente, las fluctuaciones siempre irán de un


lado al otro del péndulo; nada en el universo mantiene su
curso constante en una misma dirección.

114
Ritmo

Existen muchos fervientes devotos que olvidan


todo cuando experimentan el Amor y el supremo
poder de Dios, y creen que no hay nada más grande
que Dios; pero después de un tiempo, o cuando sus
anhelos no fructifican, empiezan a dudar incluso
de aquello que experimentaron o vieron.
Ramayana

El deseo (o anhelo) y la duda surgen de la mente, y la


mente misma nos mantiene enganchados con los cambios
movidos por la Ley; la Conciencia es el recurso único que
nos puede sustraer de la ensoñación.

Cada paso tiene su momento; no te aflijas cuando


te invada la pena, ni te exaltes cuando brote la
alegría.
Ramayana

La sabia virtud de conocer el tiempo es comprender y


aceptar que hay un momento para cada cosa. . . y nunca
forzarlo.

A la contracción precede necesariamente la expan-


sión. A la blandura preceden la dureza y la fuerza.
A la ruina precede la prosperidad. Al quitar prece-
de el dar.
Lao Tse, Tao Te King

Uno antecede al otro, para después sucederlo.

Tras la robustez viene la vejez. Esta es falta de


Tao. Sin Tao pronto acaba todo.
Lao Tse, Tao Te King

115
Ritmo

La Ley del ritmo, y cualquier otra, opera por la desco-


nexión con el Tao —la Naturaleza del Ser—.

A gobierno flojo, pueblo inteligente. Cuanta más


inquisición en el gobierno, más delincuencia en el
pueblo.
La desdicha se apoya en la dicha, y la dicha se aga-
zapa detrás de la desdicha. ¿Quién podrá conocer
los límites que las separan? Nada existe puro y
neto. La rectitud se convierte en extravagancia, y
lo bueno en monstruosidad. La confusión en que el
hombre vive es muy antigua.
Lao Tse, Tao Te King

Si se comprende la Ley del ritmo, quedará claro que los


movimientos radicales del péndulo no son absurdos —son
compensatorios—; y con el cobijo de esta comprensión, ya
no provocarán confusión.

El que cada día no progresa, retrocede cada día.


Confucio

No es posible estabilizarse en cierta condición, porque


todo se mueve —en cualquier punto del péndulo—.

Cuando los hombres se juntan para comparar su


fortaleza con juegos de habilidad, comienzan con
un humor liviano y amistoso, pero con frecuencia
terminan con otro oscuro e iracundo. Lo que em-
pieza siendo sincero en general acaba siendo em-
bustero. Lo que era simple al comienzo, adquiere
proporciones monstruosas al final.
Chuang-Tzu

116
Ritmo

Ante una conciencia limitada, cualquier situación pue-


de polarizarse en unos cuantos minutos.

Vivir en el Gran Camino


no es ni fácil ni difícil,
cuanto más se apresuran, más lentos van.
Sosán, Hsin Hsin Ming

Cada movimiento pendular lleva su propio ritmo; cuan-


do la voluntad humana pretende modificarlo, solo consi-
gue el efecto contrario.

¡Ay de ustedes los que ahora están saciados! por-


que tendrán hambre. ¡Ay de ustedes, los que ahora
ríen! porque lamentarán y llorarán. ¡Ay de uste-
des, cuando todos los hombres hablen bien de us-
tedes! porque así hacían sus padres con los falsos
profetas.
Lucas 6: 20-26

No importa de qué lado nos encontremos, el lado


opuesto asomará su cara.

Tú has recibido más que los demás; en compensa-


ción, procura también dar más. Esta recomenda-
ción me sorprendió mucho.
Las bodas alquímicas de Cristián Rosacruz

En esta cita se invita a respetar con sabiduría la Ley


del ritmo.

El que quiera castigar que se ande con cuidado, no


sea que el castigo se vuelva en su contra.
Paracelso, Las Siete Apologías

117
Ritmo

Transitar al otro lado del péndulo no es solo una posi-


bilidad, es algo seguro.

No olvides, tú, que por la liberación del hombre


peleas, que cada fracaso es triunfo.
H.P. Blavatsky, La Voz del Silencio

Mientras nos mantengamos dormidos, cada triunfo se


tornará después en fracaso.

Si el “sendero secreto” es inaccesible para ti en


este día, estará a tu alcance mañana. No olvides
que ningún esfuerzo, ni aun el más insignificante,
así en buena como en mala dirección, puede desva-
necerse del mundo de las causas.
H.P. Blavatsky, La Voz del Silencio

Hasta el acto más insignificante tendrá su compensa-


ción.

Lo puedo asegurar, cuando nos encontramos to-


talmente desnudos, sin esperanza alguna, en ese
momento de inseguridad vital nace la llama de la
suprema inteligencia, la dicha de la Verdad.
Krishnamurti, Informes de conversaciones y respuestas a preguntas, Nueva York 1935

En la incertidumbre extrema del “no saber” surge el


“saber supremo”.

118
Generación

Generación

El género está en todo, todo tiene su prin-


cipio masculino y femenino.
El Kybalión

El Ser universal —el Todo— es impenetrable e inmuta-


ble, de Él nada sale y nada entra, nada es generado por
Él porque su sustancia no se esparce. Todo lo que tiene
inicio y termina, todo lo que se divide y pasa, es tan solo
su sombra, una simple proyección. Pero Él es inmutable
en su propia Luz y permanece incorruptible.

La generación es una Ley universal que opera en la


existencia y jamás debe considerarse como un atributo
divino; porque el Ser universal —el Todo— es absoluto, lo
abarca todo, lo contiene todo y no tiene necesidad algu-
na: ni de crecer ni de expandirse, mucho menos la “ne-
cesidad de generar”. El universo, como tal, sí posee cua-
lidad generadora, y el hombre natural —creado a imagen
y semejanza del propio universo físico— también la tiene.

El hombre dispone de la capacidad para generar pero


no por sí mismo, ni en sí mismo; sino como un canal para
que a través de él fluya la generación universal. Lo que
dice, siente, hace y, por supuesto, “piensa”, todo le su-
cede; la afirmación “yo genero” es tan equivocada como
decir “yo digiero el alimento” o “yo bombeo mi sangre”.

El medio generador del macrocosmos está en la Mente


original universal; y a nivel microcósmico, el canal ge-
nerador está en la mente humana. Cada hombre genera
119
Generación

un mundo alrededor de sí, que depende de los condicio-


namientos de su mente. Y aún cuando la mente forme
parte de un plano ilusorio, es creativa; crea infinidad de
sueños, que pueden ser celestiales o infernales. Alguien
puede estar viviendo en su paraíso y quien está justo a su
lado puede vivir en su propio infierno.

Desde la antigüedad, la humanidad se ha mantenido


enferma, mortalmente enferma como víctima de su ins-
tinto generador —creador—; no hay hombre que escape
de ello. El abuso del poder generador de la mente —por
parte del hombre natural— ha sido tal, que a menudo lo
ha degradado a un estado subhumano; este impulso es
estrictamente reaccionario y lo ha llevado marcado tanto
en la sangre como en la genética. Esto ha provocado un
desarrollo desmedido de la mente —órgano generador y
creativo por excelencia— en detrimento de otras capa-
cidades más sutiles y necesarias, como la intuición y la
Conciencia de Unidad.

En su condición creativa el hombre puede manejar


todo tipo de fuerzas y, como ya se expuso previamente,
con ellas genera sus infiernos o sus cielos; no obstante,
la posibilidad liberadora no está en el desarrollo de la
capacidad para generar cielos cada vez más excelsos, sino
en la disposición para “dejar de generar”, es decir, en el
“no hacer” de la mente humana —del que tanto habla Lao
Tse (en el wu-wei), como base fundamental del taoísmo—,
para así propiciar una clara aproximación a la quietud del
Ser interior original.

La intención de “hacer” es lo que mueve la voluntad


humana, y el hombre que entrega y confía su vida a la
disposición de su propia voluntad estará siempre rodeado
de preocupación y miedo; porque la voluntad de hacer
implica esfuerzo y el esfuerzo implica estrés, como conse-
120
Generación

cuencia de la tensión que produce el deseo de alcanzar al-


gún resultado en el futuro. La magnificencia de la Unidad
del Ser sólo podrá comprenderse cuando hayan cesado las
obsesiones de “hacer” inherentes en la voluntad. “La vo-
luntad humana jamás será liberadora”.

Para el “no hacer” no se requiere de práctica algu-


na, basta con romper el instinto mecánico de “reaccio-
nar”; porque todo lo que creemos “hacer” en realidad es
pura reacción. Los humanos ni siquiera conocemos lo que
realmente significa “hacer” porque lo hemos confundido
siempre con la “reacción”. Es por eso que en el Zen se
dice que la iluminación puede ocurrir en cualquier mo-
mento; porque no es cuestión de cómo alcanzarla, sino de
cómo permitir que esto suceda. El movimiento de la diná-
mica externa nunca podrá penetrar en la quietud estática
de lo interno; cuando esto se comprende, se aprecia por
primera vez la belleza que hay en el “no hacer”.

Todo el “hacer” fortalece la personalidad y detrás


del “no hacer” se manifiesta la Conciencia.

Revisemos lo que aportan algunas citas extraídas de los


libros universales; veamos aquellas de mayor trascenden-
cia histórica y propiciemos con ellas una visión universal.

Todo lo que es generado es incompleto, divisible, y


sometido al aumento y la disminución; pero aque-
llo que es completo no está sometido a ninguna de
estas cosas.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Tanto lo generado, como la entidad generadora, po-


seen las mismas cualidades limitadas que caracterizan la
existencia. Solo el Ser es “total”.

121
Generación

Nunca verás que se genere riqueza sin que se haga


daño a otros.
Mahabharata

Por Ley de compensación, cuando alguien genera algo


lo hace en detrimento de alguien que no pudo hacerlo. Es
por eso que las relaciones productivas y comerciales se
convierten en un verdadero campo de batalla.

La materia contiene en sí la generación de todas


las cosas, puesto que presenta una matriz suma-
mente fértil para la concepción de todas las cosas
que vienen a la existencia.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

La “Madre Naturaleza”, manifiesta en el plano mate-


rial, es la matriz generadora de toda la vida biológica.

Dios no es autor del mal, sino que es la obsesión


por la perduración de las cosas generadas la que
hace que el mal estalle en ellas.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Todo lo generado es perecedero, tiene fecha de cadu-


cidad; obsesionarse por conservarlo es tanto como ir en
contra de la naturaleza.

El conocedor de la relación entre las fuerzas de


la naturaleza y las acciones manifiestas, sabe que
algunas fuerzas de la naturaleza trabajan sobre
otras. Libre entonces de su esclavitud, ya no pre-
tende ser el hacedor.
Bhagavad Gita, III- 28

122
Generación

Cuando se tiene conciencia de que es la naturaleza


quien realiza todos los procesos y genera todas las cosas,
ya no hay reacción en oposición a ella; se descubre la in-
sensatez que hay en la pretensión de “hacer”, cuando la
búsqueda es interna.

Un hombre tal, que ha renunciado al fruto de sus


acciones, está siempre contento y libre de toda de-
pendencia; y aunque interviene en la acción, él no
actúa.
Bhagavad Gita, IV- 20

Únicamente sin el deseo del resultado, en plena “acep-


tación”, se hace posible la participación en la acción; sin
condicionamientos y sin romper la quietud del “no hacer”.

Un fuerte viento no dura toda la mañana. Una llu-


via torrencial no dura todo el día. ¿Quién los ge-
nera? El cielo y la Tierra. Y si el cielo y la tierra
no pueden durar mucho, ¿cuánto menos durará el
hombre?
Lao Tse. Tao Te King

El cielo —plano astral— y la Tierra, por muy majes-


tuosos que parezcan, fueron generados; y por tanto, son
perecederos. El hombre natural no es la excepción.

Pocos en el mundo llegan a comprender la utilidad


de enseñar con el silencio y del no hacer nada.
Lao Tse, Tao Te King

La quietud y el silencio son, para el sabio, el instru-


mento de enseñanza más importante para ofrecer la ver-
dadera Sabiduría.
123
Generación

Un buen labriego siembra el campo, pero no puede


garantizar la cosecha.
Confucio

Todo lo generado es inestable, de ello nada puede ga-


rantizarse.

Tu vida tiene un límite pero el Conocimiento no lo


tiene. Si usas lo limitado para alcanzar lo ilimita-
do, estarás en peligro. Si comprendes esto y aún te
esfuerzas por conseguir el Conocimiento, ¡estarás
en peligro sin duda alguna!
Chuang-Tzu

En la estadía del Ser, la Quietud y la Paz se sostie-


nen por el “no hacer”. En actitud opuesta, y en desdén a
las limitaciones de la existencia, los humanos pretenden
la conquista del Ser por medio del “hacer” de la mente,
pero así jamás lo consiguen.

No vivas en los enredos de las cosas externas.


Mantente sereno, sin hacer esfuerzos,
en la Unidad de las cosas.
Sosán, Hsin Hsin Ming

La Conciencia de la Unidad se manifiesta solo por la


desvinculación con los intereses de la existencia y sin ha-
cer esfuerzo alguno.

Todo lo que ha tenido comienzo se disolverá de


nuevo.
Evangelio del Buddha

Todo lo generado tiene un comienzo e ineludiblemente


le depara un fin.
124
Generación

Se dice que lo Absoluto nos ha creado. Pero lo que


es Absoluto no puede ser causa. Todas las cosas que
nos rodean provienen de una causa, de la misma
manera que la planta procede de la semilla. ¿Pero
cómo lo Absoluto puede ser a la vez causa de todas
las cosas? Si estuviera en ellas, ciertamente no las
crearía.
Evangelio del Buddha

En su Evangelio, Buddha deja claro que el Ser absoluto


no es generador —no es creador—, no tiene esa necesidad
y ninguna otra; por ningún motivo es “causa”, porque en
Él no opera la Ley.

¿Quién genera estos cambios?


Disparo una flecha a la derecha
Cae a la izquierda.
Cabalgo tras de un venado y me encuentro
perseguido por un cerdo.
Conspiro para conseguir lo que quiero
Y termino en la cárcel.
Debo sospechar
de lo que quiero.
Rumi, Masnavi

Los “cambios” que fluyen en todo lo generado son la


causa principal de lo absurdo de la existencia.

Dice Aristóteles, toda generación se hace de cosas


convenientes en naturaleza, y esto es constante,
incluso en la generación de los metales.
Nicolás Flamel, El deseo deseado

La generación es un mecanismo natural de auto con-


servación.

125
Generación

La mente ha sido generada y lo que ella crea tam-


bién es generado, por lo tanto puede ser desecha-
do.
Conversaciones por Krishnamurti en Europa 1956

Krishnamurti ratifica la cualidad generadora —y a su


vez ilusoria— de la mente. “Todo lo generado es perece-
dero, es impermanente, y será desechado inevitablemen-
te”.

La inspiración llega cuando estamos abiertos a ella,


no cuando vamos tras ella.
Krishnamurti, Educación y la importancia de vida

Con el “no hacer” es posible abrirse a la inspiración.

Solo cuando la mente ya no busca ni pide nada, es


libre para descubrir lo verdadero.
Conversaciones por Krishnamurti en Europa 1956

La mente lleva el papel protagónico en el “hacer” de


la personalidad; cuando se renuncia a ese papel termina
la función, y el Ser universal es revelado.

126
Dialéctica

Dialéctica

El cambio, el movimiento, la renovación, el espacio de


vida en el que los humanos nos desenvolvemos, las carac-
terísticas y el proceder que definen la existencia; esto es
—desde un enfoque universalista— el estudio de la dialéc-
tica. Planteamiento que necesariamente nos lleva a todo
un tratado sobre el comportamiento de la naturaleza —en
todos sus aspectos y en todas sus relaciones—; ya que son
las Leyes universales quienes constituyen el recurso fun-
damental que ofrece esta posibilidad de manera amplia.

Consideremos como premisa fundamental que, dentro


de la existencia, las Leyes universales operan tanto en
la tercera dimensión —el plano físico— como en la cuarta
dimensión —el plano astral—. Por lo tanto, miremos ambas
dimensiones como la dualidad indisoluble que constituye
la dialéctica.

En la naturaleza todo se manifiesta a través de la for-


ma, todo posee dimensión, color, olor, textura, sonido,
movimiento, [...], y de este modo todo se hace percepti-
ble, en mayor o menor grado se evidencia delante de los
sentidos. Con la combinación de ciertas cualidades, cada
entidad se manifiesta con una identidad propia, y recibe
autonomía; pero también desarticulación, división. Nunca
perdamos de vista que todas las formas son impermanen-
tes, perecederas; todo está en constante movimiento y
los cambios que se presentan fluyen a través del tiempo y
del espacio.

127
Dialéctica

Ante esta cualidad cambiante de la dialéctica, es po-


sible mirarla de dos modos: como una condena, porque
todos nuestros logros, éxitos, reconocimientos, acumu-
laciones, son inestables y terminarán por disolverse; o
bien, como una bendición, ya que los fracasos y errores
no permanecerán. De esta forma, los cambios naturales
terminan brindándonos la posibilidad permanente de ha-
cer rectificaciones.

Cuando los humanos llegamos a esta vida natural sin


recuerdos de nuestro Origen, resulta inevitable que se
creen ciertas expectativas sobre lo que consideramos
que la existencia pueda ofrecer, de esta forma esperamos
que el mundo brinde alegría y felicidad constante... la
realidad es que solo lo hace de manera muy limitada y
temporal; de allí que la vida pueda tornarse en un esta-
do de frustración persistente. Por otra parte, deseamos
con vehemencia permanecer en la existencia, tal vez de
manera inconsciente, pero siempre de forma recurrente.
Lo realmente contradictorio es que la raíz de todos esos
sufrimientos terrenales está en la búsqueda desenfrenada
por lograr una “permanencia” dentro de un espacio donde
nada puede permanecer; lo que deriva en una demanda
de seguridad donde absolutamente nada es seguro —así
nos introducimos en una situación de miedo constante—;
finalmente caemos en cuenta que estamos ante una gran
brecha que se abre entre lo que acontece y lo que desea-
mos que suceda, entre el “quisiera” y el “es”. Solo cuando
somos conscientes del origen de todo el dolor —que no
es otro más que el deseo y la apuesta por las cualidades
ilusorias de la dialéctica— es posible reconocer, por con-
traste, la paz que se encuentra en nuestro Ser interior
original; solo así lograremos reencontrarnos con ella.

Evidentemente tenemos la posibilidad de acariciar el


triunfo sobre muchas metas trazadas en este mundo dia-

128
Dialéctica

léctico, pero... revisemos primero algo inevitable: para


concretar el éxito, en cualesquiera de los campos, inicial-
mente se gesta el fracaso de otras muchas personas que
buscaban lo mismo —ya que es imposible que todos triun-
fen en una misma dirección—; sintetizando: “todo éxito
está fundamentado en el fracaso de otros”. Sustentándose
en esta revisión, queda claro que tras cualquier conquista
viene la inevitable compensación que se manifiesta con el
operar de la Ley del ritmo y la Ley de causa y efecto.

Con base en lo mencionado sobre el comportamiento


de la dialéctica, se corre el riesgo de caer en el error de
mirar al mundo como “malvado”, culpándolo de nuestros
sinsabores; peor aún si esto se combina con sentimenta-
lismos religiosos. Pero el mundo es como “es” —más allá
del bien y del mal—, los problemas surgen si no obtenemos
lo que nuestro deseo pretende. De allí la importancia en
distinguir si nuestra búsqueda de la Verdad es impulsada
por frustraciones y decepciones hacia este mundo —lo que
representaría una plena desviación— o sencillamente por-
que existe un reconocimiento de que esta existencia no es
nuestro Origen ni nuestro destino. Si caemos en el grave
error de juzgar al mundo dialéctico como “malo”, se nu-
blará nuestra visión y difícilmente entenderemos que es la
naturaleza misma —a través de sus Leyes universales— la
que nos muestra el camino de regreso a casa, a nuestro
estado original.

Después de comprender y experimentar la “inestabi-


lidad” que caracteriza a la naturaleza física y todas las
formas manifiestas en ella, dejaremos de otorgar excesivo
valor a cosas que antes nos encandilaban, y sin apego a
ellas ya no nos perderemos buscando a ciegas. Se revelará
el propósito interno de la verdadera Vida, relacionado con
el Ser; lo entenderemos como el único y fundamental, en
contraste con los propósitos externos —aquellos relaciona-
129
Dialéctica

dos con el hacer, construir, generar— que son superficiales


y secundarios. Descubriremos que lo más sabio es —tras
el reconocimiento de las cualidades que tienen todas las
estructuras dialécticas— aceptar este mundo tal como es:
inestable, inseguro, cambiante, temporal, frágil.

Una vez que se “acepte” la cualidad temporal y tran-


sitoria de las formas y se renuncie a la obsesión por trans-
formar este plano de vida para erigirlo como un “mundo
mejor” —para evitar mirarnos arrogantemente como ar-
quitectos cocreadores de un nuevo paraíso—, se revelará
en nosotros el Ser informe y adimensional que llevamos
dentro y que está más allá de todas las limitaciones de la
vida natural dialéctica.

Para sustentar lo ya expuesto y con la intención de


profundizar más sobre la dialéctica, pongamos a nuestra
disposición algunas citas extraídas de las fuentes filosófi-
cas originales, de mayor trascendencia histórica, para así
generar una visión universal.

El árbol del Samsara es como el árbol que hace


aparecer un mago: solo una ilusión.
Upanishads

“Samsara” es el término sánscrito que puede ser tra-


ducido como “dialéctica”.

El mundo en constante cambio y movimiento es


manifestado desde Brahman. Es verdadero, obje-
tivo y útil, en tanto uno no tenga conocimiento de
la Realidad. Lo más que uno puede ganar por me-
dio de la actividad pura y sagrada, es el cielo, que
implica una mayor extensión de vida, la cual, no
obstante, tiene también un final.
Upanishads
130
Dialéctica

Para quienes nos mantenemos en cualquier grado de


ensoñación —en ignorancia de la “Realidad”— la vida dia-
léctica adquiere sentido; para el sabio, que tiene la cer-
teza de que la vida natural es solo un sueño, el mundo
dialéctico carece de sentido.

En esta cita también se expresa que lo imaginado como


cielo —en la cuarta dimensión— pertenece a la dialéctica,
pues posee las mismas cualidades.

El nacimiento y la muerte, el peregrinar por el es-


pacio de un mundo a otro, son todos irreales. Todo
es apariencia, no realidad.
Upanishads

Se ratifica que tanto el espacio tridimensional —plano


físico— como el hiperespacio solamente son apariencia.

El intento de dominar la mente sin ayuda de la dis-


criminación o de hacerle ver al hombre la irrea-
lidad de los objetos de los sentidos, equivale al
intento de vaciar el océano con una brizna de hier-
ba... es algo tonto e infructuoso. Afínquense en la
convicción de que el mundo es una ficción, y solo
entonces podrán aspirar a la paz y la seguridad.
Upanishads

No todos están dispuestos a experimentar esta pauta:


asimilar y asumir que este mundo de las formas es mera
ficción. No obstante, esta clave es más fundamental de lo
que pudiera parecer.

El mundo exterior es creado por nuestro propia


mente pensante como el humo que surge del in-
131
Dialéctica

cienso encendido. Todo no es más que apariencia,


un algo que se cree que está allí pero en realidad
es inexistente.
Upanishads

La mente pensante es intensamente creativa, pero


solo es capaz de crear sueños, apariencias.

Todo lo causado y todo lo que es resultado de algo


tienen vida breve. El cielo y el infierno son resulta-
do de las acciones, son objetos producidos y, por lo
tanto, no pueden ser eternos; asimismo, están con-
dicionados por nacimiento, desarrollo, decadencia
y muerte. No han existido desde el principio, han
sido hechos; antes de aquel “acto”, no eran. Aque-
llo que no era y posteriormente no será es lo mis-
mo que “nada”, incluso en el presente.
Upanishads

En esta cita, se otorgan al hiperespacio cualidades que


corresponden a la dialéctica; se enfatiza que todo lo tem-
poral solo puede ser entendido como “nada”, es decir,
“irreal”.

Una vez que se haya establecido la convicción de


que todas las experiencias sensoriales son irreales,
la mente dejará de funcionar como agente de dis-
tracción; quedará tan impotente como un miembro
paralizado. Por muy hambriento que esté un hom-
bre, ciertamente no ansiará comer desperdicios.
Upanishads

La mente se mantiene como agente permanente de


distracción, precisamente porque otorga toda la credibili-
dad a las percepciones sensoriales. Solamente asimilando
132
Dialéctica

esto se tiene la posibilidad de aquietarla de forma espon-


tánea, para experimentar así la quietud donde radica la
verdadera paz.

Éste es el ciclo de la Rueda de la Ley en continuo


movimiento, y en vano vive el hombre que, mal-
gastando su vida en placeres, no ayuda a este ciclo.
Pero el hombre que se deleita en el Espíritu, y en
Él encuentra su satisfacción y su paz, ese hombre
está más allá de las leyes de la acción. En verdad,
está más allá de lo que se ha de hacer y de lo que
no se ha de hacer, y para realizar su trabajo ya no
necesita depender de la ayuda de los seres morta-
les.
Bhagavad Gita, III- 16, 17 y 18

Krishna toma la rueda como símbolo del cambio conti-


nuo y demás cualidades que caracterizan a la existencia.
Buddha retoma este símbolo que es nombrado en los Ve-
das como Samsara, término que en occidente se traduce
como “dialéctica”.

Duryodhana estuvo desafiante hasta el final.


—No me arrepiento de nada. No me importa que
Bhima baile sobre mi cabeza; después de todo, mi
cuerpo perecerá en algún momento. Mi futuro está
en el cielo, a donde llegan los guerreros, y sé que
mis seguidores estarán ahí y me darán la bienve-
nida.
Mahabharata

Duryodhana, al verse perdido en el combate, apela a


la continuidad de la existencia en el cielo —la cuarta di-
mensión—. Esto sugiere que los planos físico y astral, am-
bos temporales, son complementarios dentro de un mismo
campo dialéctico.
133
Dialéctica

Nunca verás que se acumule riqueza sin que se


haga daño a otros.
Mahabharata

Detrás de la ganancia está la pérdida y aunque reper-


cuta en otros, tarde o temprano se nos devuelve como
mecanismo de compensación.

No veo a una sola criatura en el mundo que se man-


tenga viva sin dañar a otra. Ni los ascetas pueden
mantenerse vivos sin matar a una criatura.
Mahabharata

Es inevitable que la vida de un organismo se mantenga


a expensas de la muerte de otros.

El sabio nunca buscará el gozo en las cosas de este


mundo, pues los placeres que ellas reportan son
tan solo el presagio de los sufrimientos que luego
han de venir. Todo es transitorio, igual que viene
se va.
Bhagavad Gita, V- 22

El placer y el dolor se manifiestan siempre alternándo-


se, como la onda senoidal que se genera con el girar de
la rueda.

El proceso del tiempo es regulado por un orden


fijo; y el tiempo, en su curso ordenado, renueva
todas las cosas del cosmos sucesivamente. Estan-
do sometidas todas las cosas a este proceso, nada
hay que permanezca firme, nada fijo, nada libre de
cambio, ni entre las cosas que vienen a la existen-
cia, ni entre las del cielo ni entre las de la Tierra.
134
Dialéctica

Solo Dios permanece inmóvil, y con buen motivo;


pues es autocontenido y autoderivado, totalmente
centrado en sí mismo.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Hermes también habla de la cualidad cambiante de la


dialéctica, característica que atribuye tanto al cielo como
a la Tierra, es decir, a la tercera y cuarta dimensión.

Dios no es autor del mal; sino que es la obsesión


por la perduración de las cosas hechas la que hace
que el mal estalle en ellas. Y ésta es la razón por
la que Dios ha sometido las cosas al cambio; pues,
por medio de la transformación las cosas hechas,
son purgadas del mal.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Hermes dice que el mal se genera en la medida que


nuestra actitud persistente desea que las cosas perma-
nezcan. Aceptemos los cambios y asumámoslos como un
mecanismo necesario de depuración.

Un fuerte viento no dura toda la mañana. Una llu-


via torrencial no dura todo el día. ¿Quién los pro-
duce? El cielo y la Tierra. Y si el cielo y la Tierra
no pueden durar mucho, ¿cuánto menos durará el
hombre?
Lao Tse. Tao Te King

Lao Tse habla de la impermanencia, misma cualidad


que otorga tanto a la Tierra como al cielo, de esta manera
les asigna una idéntica naturaleza en el marco de la dia-
léctica.

135
Dialéctica

Cuando reina el buen orden, el menos sabio sirve al


más sabio. Cuando no reina el buen orden, el más
pequeño sirve al más grande y el más débil sirve al
más fuerte.
Confucio

En la dialéctica difícilmente reinará el verdadero or-


den —porque es una cualidad exclusiva del Ser—, es por
eso que surge inevitablemente la utilización del hombre
por el hombre; la historia lo ha demostrado siempre. No
podría ser de otro modo.

A los cambios que parecen ocurrir en el mundo


los llamamos reales solamente debido
a nuestra ignorancia.
Sosán, Hsin Hsin Ming

No solo el aspecto cambiante, sino todas las cualida-


des que se manifiestan en la dialéctica tienen carácter
ilusorio.

Todo es vanidad. Desolación y vanidad. Contemplar


el mundo es vano, y gozar de la vida es vano. El
mundo, incluso el hombre, es como un fantasma; y
la esperanza en el cielo, como un espejismo.
Evangelio del Buddha

Pierde todo sentido apuntar al cielo si posee cualida-


des ilusorias similares a las de la Tierra; y uno le sucede
al otro. El verdadero Ser está más allá del bien y del mal,
del cielo y la Tierra; la Naturaleza del verdadero Ser no es
propia de la tercera ni de la cuarta dimensión.

136
Dialéctica

Todo lo que ha tenido un comienzo se disolverá de


nuevo. Todo cuidado de la personalidad es vano; el
“yo” es como un espejismo, y todas las tribulacio-
nes que le tocan son pasajeras. Se desvanecerán
como la pesadilla cuando el soñador despierta.
Evangelio del Buddha

Es de verdad interesante observar cómo los humanos


consideramos prioritario el cuidado de la persona; creer
que la personalidad es nuestra realidad... simplemente es
un sueño.

Pitágoras, sospechando que Fálaris tramaba su


muerte, pero sabiendo que no estaba destinado a
morir en manos de Fálaris, se puso a hablarle con
toda franqueza. Mirando a Abaris dijo que hay por
naturaleza tránsito entre el cielo y las regiones aé-
reas y terrestres.
Vida Pitagórica, Jámblico

Pitágoras habla del constante devenir entre el cielo y


la Tierra, una migración cíclica entre la cuarta y la tercera
dimensión. Este planteamiento abre el debate sobre el
tema “reencarnación”.

Nadie se mete dos veces en el mismo río.


Heráclito

En unas cuantas palabras, Heráclito describe el cambio


constante que fluye en la dialéctica.

Nosotros, hombres, estamos apresados desde la in-


fancia en una caverna subterránea donde no pode-
mos girar la cabeza para dirigirnos hacia la salida,
137
Dialéctica

estando, por el contrario, obligados a mirar a la


pared de la caverna.
Platón, La República, libro 7

Todo el pasaje narrado por Platón, en relación con la


caverna, describe de manera detallada las características
de la dialéctica; incluso el hecho de ignorarnos como “pri-
sioneros dormidos” dentro de ella.

Saliendo Jesús del templo, le dijo uno de sus discí-


pulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.
Jesús, respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes
edificios? No quedará piedra sobre piedra, que no
sea derribada.
Marcos 13: 1,2

Jesús de Nazaret habla, por medio de este ejemplo,


sobre la impermanencia de todas las cosas; incluso las que
consideramos más estables.

Vi un cielo nuevo y una Tierra nueva; porque el


primer cielo y la primera Tierra pasaron, y el mar
ya no existía más.
Apocalipsis 21: 1

En la Apocalipsis de Juan, también se señala el carác-


ter transitorio tanto del cielo como de la Tierra. Nuestro
verdadero origen está más allá de ambos.

Todo aquello que aparece ante nosotros como dis-


tinto de Allah se desvanecerá.
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad

138
Dialéctica

En el Islam, en consonancia con todas las corrientes, se


dice que todo lo que no está en el Todo —Allah— es mera-
mente transitorio e ilusorio.

No es que Allah haya creado todas las cosas, sino


que tanto en el mundo invisible como en el visible
no hay nada salvo Él, en ninguno de los dos mundos
hay una sola partícula de existencia propia.
Ibn Arabi, Tratado de la Unidad

Ibn Arabi plantea como inadmisible el creacionismo.


El Absoluto, al poseer todo lo verdadero, ¿qué necesidad
tendría de crear, de expandirse? También explica que a lo
largo de la dialéctica, de los dos mundos, nada es en sí
mismo.

Debes pedir lo que realmente quieres


No te vayas a dormir.
La gente va y viene a través del umbral
Donde los dos mundos se tocan
No te vayas a dormir
Rumi, Masnavi

En un exquisito mensaje poético, Rumi describe el


tránsito entre ambos mundos; y deja abierta la posible
reencarnación.

¿Es que acaso se vive de verdad en la Tierra?


¡No por siempre en la Tierra,
solo breve tiempo aquí!
Aunque sea jade: también se quiebra;
aunque sea oro, también se hiende,

139
Dialéctica

y aun el plumaje de quetzal se desgarra:


¡No por siempre en la Tierra:
solo breve tiempo aquí!
Nezahualcóyotl, El árbol florido

Nezahualcóyotl hace referencia a lo transitorio de las


cosas y de nuestra breve estancia en la Tierra, pero ade-
más propicia una confrontación acerca de este cuestiona-
miento: ¿de verdad se vive aquí?

El cielo tiene cada día un nuevo modo de acción.


Su esencia cambia cotidianamente: también él en-
vejece. Un niño, tras su nacimiento, se transforma
con la edad. También el cielo, en otro tiempo niño,
comenzó a existir, y se dirige inexorablemente ha-
cia un fin predestinado; la muerte merodea en tor-
no suyo igual que en torno al hombre.
Paracelso, Las Siete Apologías

Paracelso visualiza al cielo tal como es este mundo:


pasajero. Sintoniza con lo dicho por la física contempo-
ránea: El universo entero está en proceso de disolución...
perecerá.

En el materialismo nunca serás capaz de alcanzar


la libertad.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

La libertad se vislumbra al orientarse en sentido con-


trario, desvinculándose de los intereses de este mundo
dialéctico; pero no porque sea malo, sino porque es ilu-
sorio. Y si confiamos en él, nos introduciremos más en el
sueño profundo.

140
Dialéctica

En este mundo, el cielo y el infierno están presen-


tes en todo lugar, pero de acuerdo con la región
interna.
Jacob Boehme, La Llave

Cada quien edifica por sí mismo, de acuerdo con la


proyección de su estado interior.

La mente anhela permanencia; anhela un perpetuo


estado de paz, de amor, de divinidad, una seguri-
dad.
Krishnamurti, Comentarios sobre vida (tercera serie)

Es legítimo anhelar la experiencia de todas la cualida-


des que se otorgan al Ser, pero no perdamos de vista que
en el plano externo solo recibiremos minúsculas pincela-
das.

El problema no es el mundo, sino la relación de


usted con los demás, eso es lo que genera el pro-
blema; y ese problema, al extenderse, se convierte
en el problema mundial.
Conversaciones de Krishnamurti 1949-1950 (informe textual) Ceilán

Los humanos estamos tan divididos como la existencia


misma, y en todos los sentidos; cuando aceptemos esta
cualidad natural, el problema deja de ser problema.

El principio rector es en todas partes la lucha


por el éxito a expensas del prójimo. Este espíri-
tu competitivo predomina hasta en las escuelas y
universidades y al destruir todos los sentimientos
de cooperación y fraternidad, concibe el triunfo no

141
Dialéctica

como algo que emerge del amor al trabajo fecundo


y concienzudo, sino como algo que nace de la am-
bición personal y del temor al rechazo.
Albert Einstein, Mis creencias

El éxito no podría ser de otro modo, el problema con-


siste en que fuimos educados para convertirlo en la razón
fundamental de la existencia —como si fuera el único pro-
pósito de nuestra presencia en este mundo—, sin consi-
derar las implicaciones que conlleva. El verdadero sabio
jamás se esclaviza con el deseo del éxito, es un hombre
tan simple y común que podría pasar inadvertido.

142
Neutralidad

Neutralidad

En su condición natural, el hombre común logra rete-


ner un margen minúsculo del recuerdo de los múltiples
acontecimientos del pasado —ni siquiera retenemos las
impresiones del momento en que llegamos a la existen-
cia, mucho menos la posibilidad de algún antecedente—;
esto podría ser el resultado de un mecanismo de defensa
natural, que nos induce al olvido para protegernos de una
interminable carga de experiencias densas, cuya acumula-
ción en el recuerdo resultaría psicológicamente indigesta
y devastadora. No obstante, este mecanismo de defensa
exige el pago de un costo muy elevado: por la ausencia del
recuerdo, y por el olvido de lo que hay detrás de él, nos
mantenemos en la existencia sobre el influjo ensoñador
de creer que el único propósito de la vida es “estar bien
aquí”. Pero cada vez que la naturaleza nos dice que aquí
no es posible estar lo suficientemente bien, nos ayuda así
empujándonos a investigar la posibilidad de trascenderla,
para descubrir la parte esencial que hay en nuestro ver-
dadero Origen.

No perdamos de vista que la naturaleza tiene una cons-


titución dual, por un lado nos empuja hacia una búsqueda
y, por el otro, nos retiene a través de sus mecanismos de
encantamiento (regulados por la Ley universal). No obs-
tante, el equilibrio cosmogónico es sabio y nos otorga una
gran clave —casi mágica— que permite la desvinculación
con esos mecanismos naturales; su nombre es “neutrali-
dad”. He aquí la importancia fundamental y trascendental
que este tema devela ante nosotros: la neutralidad nos
lleva más allá del operar de la Ley universal; claro, no
143
Neutralidad

contra ella, ni desafiándola, sino con absoluto respeto por


todo lo que representa.

Los verdaderos Maestros coinciden en que el Hom-


bre libre, sustentado en la Conciencia del Ser, sostiene
su mirada sin distraerse hacia izquierda o derecha, no es
conservador ni reaccionario, no asume un papel protagó-
nico pero tampoco antagónico; es decir, no toma partido
en ninguna de las infinitas dualidades que fluyen a través
de las marejadas de la dialéctica. Va más allá del bien y
el mal, no etiqueta las cosas con conceptos de “bueno o
malo”; asume una abstención, permitiendo que el univer-
so fluya y mueva sus fuerzas en consonancia con el Ser.

El gran maestro sufí Gurdjieff relata que al ser recibi-


do en el monasterio de Bokhara, le colocaron una placa
que siempre portaba en el pecho, de un lado decía: “Es-
toy negativo, por favor no me tomen en serio”; y del otro
lado: “Estoy positivo, amoroso, por favor no me tomen en
serio”. Finalmente, cuando dejó de sentirse de un lado u
otro, en el estado donde desaparece la división, cuando
todo está en quietud y en Unidad... fue el momento de
retirarle esa placa, de abandonar el monasterio; la ilumi-
nación llegó.

Nuestra realidad es que no vivimos en un monasterio


y aún así el propósito es convertir la vida cotidiana en un
laboratorio experimental. Observemos que difícilmente
estamos en neutralidad y no advertimos las consecuencias
que se presentan —como miedo o ansiedad— cada vez que
por impulso de cualquier deseo elegimos algo; qué com-
plicado es no elegir. Sin embargo, debemos acercarnos a
ese estado para vivenciar los primeros sabores de la ex-
periencia trascendental del Ser, ya que solo de esta forma
se manifiesta.

144
Neutralidad

En el momento que se presente una circunstancia que


exija un proceder, es natural que surja la pregunta: ¿cómo
puedo decidir, actuar y mantenerme en neutralidad al
mismo tiempo? Claro que es posible, debemos actuar de
acuerdo con lo que consideramos conveniente, pero lo
importante es que se “acepte” cualquier resultado; sin
etiquetarlo como bueno o malo. De este modo se afronta
la existencia “actuado en neutralidad” sin resistencia a lo
sucedido; y así abrimos nuestra ventana interior para que
el Ser se manifieste.

Quien se abstiene de actuar por “indiferencia”, se


aleja de la neutralidad; pues la indiferencia surge de un
desdén egoísta —o cobarde— donde nada importa de lo
sucedido a nuestros semejantes. La neutralidad solo se
presenta cuando la actuación es libre de los impulsos del
deseo y de todo tipo de condicionamiento.

Cada vez que rechazamos, es el deseo quien está ac-


tuando; porque deseo y rechazo son de la misma naturale-
za, y ambos nos sacan de la neutralidad. En la ilusión del
ego siempre sucede así: surge la preferencia o el rechazo
por todo, y eso impide ver más allá de la dualidad. Solo
en neutralidad veremos los hechos tal como son, por enci-
ma de nuestras opiniones que no son más que vendas que
ciegan el corazón.

Con la conciencia sobre la “no-realidad” de la existen-


cia —conciencia existencial—, el desapego surge de mane-
ra espontánea y eso conduce hacia el más legítimo estado
de neutralidad. Pero el desapego no es un obstáculo que
impida disfrutar de lo que el mundo ofrece, por el contra-
rio, por vez primera disfrutaremos sin temor a la pérdida y
sin angustia por el futuro; sin atribuirle a las cosas el peso
y la importancia que no tienen; inmersos en la quietud y
en la paz surgida de la neutralidad.
145
Neutralidad

No nos sorprendamos al descubrir, de manera viven-


cial, un error que es tan común: creer que cualquier im-
pulso “místico emocional” viene de nuestro corazón, del
Ser interior. Al Ser verdadero solo se le escucha en un
estado pleno de NEUTRALIDAD. No estamos aquí para vi-
vir “experiencias emocionales o místicas” ni para “hacer
algo”, sino para permitir que todo suceda como “es”.

Para sustentar lo ya expuesto y con la intención de


profundizar más sobre la neutralidad, pongamos a dispo-
sición algunas citas extraídas de las fuentes filosóficas ori-
ginales de mayor trascendencia histórica; para así generar
una visión universal.

La mente se deja atrapar por el apego cuando se


detiene en un objeto y lo desea o lo rechaza. Para
liberarse de esa atadura, la mente debería ser ins-
truida para no adherirse a ningún objeto, ni de-
searlo ni rechazarlo. La mente es precisamente la
que encadena o libera.
Upanishads

Por naturaleza propia, a la mente no le es posible man-


tenerse en neutralidad.

A pesar de que había perdido un reino y se veía for-


zado a exiliarse, el rostro de Rama brillaba como la
luna detrás de gruesos nubarrones, sin ser afectada
por aquel oscuro velo. El esplendor de su expresión
no había cambiado, pues enfrentaba el honor o el
deshonor con plena ecuanimidad. Se comportaba
como un veterano yogui. Sin traza alguna de agi-
tación en pensamiento, palabra u obra; caminaba
como si nada hubiera pasado, como si nada pudiera
preocuparlo.
Ramayana
146
Neutralidad

La neutralidad caracteriza al verdadero yogui. Con esa


actitud, Rama deja claro que era un Hombre verdadera-
mente libre.

Como una enorme y firme roca erguida sobre las


aguas del mar, Rama seguía imperturbable ante los
golpes de las crecientes olas a su derredor. Estaba
por encima y más allá de los ataques de la pena y
de los halagos de la alegría. Lo embargaba la mis-
ma ecuanimidad que cuando se le había ordena-
do retirarse a la selva por catorce años, igual que
cuando iba en camino de ser coronado rey de un
gran imperio.
Ramayana

La simple neutralidad describe todo lo que hay detrás


de la majestuosidad de un Maestro.

Aquél que no siente atracción ni repulsión, que ha


renunciado a los logros personales y la obtención de
bienes, que, estando más allá del bien y del mal,
ya no se queja por nada, agradeciéndome todo con
su amor, a este hombre Yo le amo en verdad.
Bhagavad Gita, XII- 17

Krishna describe a un “Hombre libre” que va más allá


de todas las dualidades, que de nada se queja. ¿Qué po-
dría afectarle a un hombre tal, si es consciente de que
todos los acontecimientos de la existencia derivan de una
realidad relativa?

El que no es perturbado por las penas ni anhela las


alegrías, ya desapegado de los placeres y estando
más allá de la pasión: éste es un sabio de mente
equilibrada.
Bhagavad Gita, II- 56
147
Neutralidad

Quien ha trascendido la dualidad, quien se mantiene


inamovible ante los vaivenes de la dialéctica, solo él ex-
perimenta el desapego de manera espontánea.

No alabando al ilustre, se mantiene al hombre ale-


jado de la rivalidad. No valorando lo precioso, se
mantiene al hombre alejado de la codicia. No re-
velando lo deseable, se mantiene el corazón del
hombre alejado de la confusión.
Lao Tse, Tao Te King

La sensación de la dualidad comenzó cuando el hom-


bre dio a las cosas el valor que nunca han tenido. Así, sin
advertirlo, se alejó cada vez más del estado original de la
neutralidad.

El hombre superior no alaba a un hombre por sus


palabras, ni rechaza las palabras de un hombre
porque le disgusta su persona.
Confucio

El elogio es tan nocivo como la injuria. Es torpe dete-


nerse en eso y en cualquier dualidad.

Los Hombres-Verdad de la antigüedad no sabían


amar la vida ni aborrecer la muerte. Salían a la
vida sin alborozo y entraban a la muerte sin resis-
tencia. No olvidaban su origen ni buscaban su fin.
Chuang-Tzu

Si la conciencia del Origen permanece en nosotros, la


dualidad se trasciende por añadidura y se restablece la
neutralidad.

148
Neutralidad

No sufrir daño alguno, tengas o no tengas éxito:


solo un hombre con virtud puede lograrlo.
Chuang-Tzu

Se requiere desapego, y una madura conciencia exis-


tencial, para no sentirse afectado en el fracaso y no verse
encandilado con el éxito.

El Gran Camino no es difícil


para aquellos que no tienen preferencias.
Cuando ambos, amor y odio, están ausentes
todo se vuelve claro y diáfano.
Sin embargo, haz la más mínima distinción,
y el cielo y la tierra se distancian infinitamente.
Sosán, Hsin Hsin Ming

Cualquiera puede pensar que el camino hacia la libera-


ción es largo, sinuoso, difícil. Pero con una sencilla mirada
desde el interior, queda claro que con la neutralidad es
fácilmente accesible para quien quiere recorrerlo. Sosán
nos ofrece esta clave: Sin preferencias se abre y se despe-
ja; cualquier distinción lo cierra.

Que no considere el hombre si una cosa es agra-


dable o no. El amor al placer engendra disgusto, y
el temor al dolor crea miedo. El que está libre del
amor al placer y del temor al dolor, no conoce ni el
disgusto ni el miedo.
Evangelio del Buddha

Todo condicionamiento se mantiene vinculado con una


dualidad: deseo-rechazo.

Hay cinco meditaciones[...] La quinta, es la medi-


tación sobre la serenidad, en la que debes elevarte
149
Neutralidad

por encima del amor y del odio, viendo tu propia


suerte con imparcialidad y una tranquilidad per-
fectas.
Evangelio del Buddha

La serenidad, la paz interior, llega por la trascenden-


cia de la dualidad. Seamos neutrales —imparciales— tanto
hacia las circunstancias externas como hacia el vehículo
propio; la personalidad.

El más importante apoyo, para una altura de senti-


mientos, era la convicción de que ninguna eventua-
lidad humana debe resultar inesperada, sino que
debe esperarse todo lo que no está bajo nuestro
control.
Vida Pitagórica, Jámblico

La sociedad siempre tuvo gran respeto hacia los pita-


góricos por su sabiduría. Pitágoras los formó para que, en
vivencia de la neutralidad, estuvieran siempre preparados
para esperar lo inesperado; en permanente ausencia de
emociones.

Hermanos: el tiempo es corto; resta, pues, que los


que tienen esposa sean como si no la tuviesen; y
los que lloran, como si no llorasen; y los que se
alegran, como si no se alegrasen; y los que com-
pran, como si no poseyesen; y los que disfrutan de
este mundo, como si no lo disfrutasen; porque la
apariencia de este mundo se pasa.
Corintios I 7: 29-31

¿Cómo explicaría la religiosidad moral cristiana que


quien tiene esposa sea como si no la tuviese? Más cues-
tionable resulta en pleno siglo XXI. Esto queda fuera del
150
Neutralidad

alcance de la comprensión para todo aquel que ignora la


esencia escondida detrás de la neutralidad. Este pasaje
del Nuevo Testamento es poco leído, y en él Pablo habla
del carácter aparente y transitorio de este mundo.

Toma a uno que no lleva sus cuentas


Que no quiere ser rico, ni tiene miedo a perder
Que no tiene interés alguno en su personalidad:
es libre.
Rumi, Masnavi

¿Qué necesidad de hacer cuentas tiene un hombre li-


bre y neutral? Para él la pobreza y la riqueza son intras-
cendentes.

Ten paciencia, candidato, como aquel que no teme


ningún fracaso, ni acaricia triunfo alguno.
H.P. Blavatsky, La Voz del Silencio

No desear el triunfo, no temer al fracaso... ¡Qué gran-


diosa libertad!

Es posible deshacerse radicalmente de toda simpa-


tía o antipatía, hasta considerar finalmente todo
cuanto nos suceda con la misma neutralidad con
que un observador contemplaría cómo cae el agua
de una montaña sobre el valle al pie. No hay que
buscar indiferencia hacia la vida cuando andamos
tras el conocimiento suprasensible, sino la trans-
formación del interés directo que el ego se toma
en su propio destino.
Rudolf Steiner, Guía para el conocimiento de sí mismo

151
Neutralidad

La “neutralidad” surge de la Conciencia, es una cuali-


dad del Ser; la “indiferencia” viene de la ilusión del ego,
nos aleja del Ser; nunca debemos confundirlas.

Investigamos, analizamos, nos estudiamos a noso-


tros mismos, pero éste es un proceso que implica
conflicto y dolor; en él no hay alegría porque nos
juzgamos, nos justificamos o nos comparamos.
La conciencia de no elección, esta pasividad crea-
tiva, es incluso más esencial que la observación de
uno mismo.
Krishnamurti, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

La conciencia de “no elección” nos lleva de la mano


hacia la neutralidad. Cualquier juicio, incluso hacia uno
mismo, nos aleja de la lucidez que aflora en la neutrali-
dad.

152
Identificación

Identificación

Todos poseemos una verdadera y única identidad, nues-


tro Ser interior, que además de portar una Naturaleza ab-
soluta y perfecta es el Origen de la manifestación corpó-
rea y mental. En relación con nuestra identidad original,
afrontamos un problema sistemático: la incapacidad para
percibirla con los sentidos; esto nos mantiene alejados de
ella en tal grado, que quedó en el olvido y fue sustituida
por una nueva —pero falsa— identidad: la personalidad,
con todas sus manifestaciones corpóreas. A partir de ese
momento, todo lo vinculado con la “persona” se convierte
en objeto de identificación y forma parte de esta falsa
identidad.

Mientras que el Ser original, nuestra “verdadera iden-


tidad”, tiene naturaleza absoluta; la personalidad, la
“identidad sustituta”, es limitada y temporal. Y el miedo
que produce la certeza de que se acerca cada día el fin de
la personalidad corpórea, nos adentra inconscientemente
en la necesidad compulsiva —deseo— de engrandecerla.
Es así como el sencillo juego de la existencia se convierte
en una trágica lucha por el engrandecimiento y la supre-
macía, que también se traducen en supervivencia.

Quien se identifica con la personalidad y se olvida de


lo primordial, atiende con gravedad los asuntos secunda-
rios —los existenciales—; quien mira hacia el Ser, minimiza
los asuntos secundarios y se ocupa de lo primordial —la
Conciencia—. Existe un sinnúmero de objetos de identifi-
cación y todos están destinados a reafirmar la personali-
dad, para hacernos sentir que ella es nuestra verdadera
153
Identificación

identidad —esto nos introduce en el más profundo estado


de ilusión—. Para sustraernos de dicho estado, dirijamos
la atención inmediata hacia la mente; ella tiene el mando
de la personalidad.

La mente es la herramienta más importante que tene-


mos para afrontar la existencia, sin ella estaremos abso-
lutamente perdidos en el mundo; si la usamos correcta-
mente transitaremos por la vida con decoro. No obstante,
si nos identificamos con ella —si la creemos nuestra iden-
tidad verdadera—, ella misma nos utilizará. Al creernos la
mente, ella toma el control de todo.

La mente a su vez se identifica con el tiempo y con


las formas, haciéndonos creer que este mundo es nuestra
Patria original; que somos originarios de aquí y que esto es
nuestro destino. De allí que el paso fundamental hacia la
libertad de la Conciencia sea evitar la identificación con
la mente.

Nuestro esquema de pensamiento, nuestras creencias


—tanto en lo social como en lo religioso—, constituyen un
importante sentido de identidad enraizado en la mente. A
mayor identificación, más amplia se hace la brecha entre
las filosofías y las religiones; así nos identificamos como
cristianos, musulmanes, judíos, budistas, masones, rosa-
cruces, [...], ¡cuánta división, cuánta densidad! Unos des-
califican a otros y todos se consideran poseedores de la
verdad, como un mecanismo inconsciente para proteger
su falsa identidad —individual o colectivamente—.

La mayoría de personas se reducen a “objeto enamo-


rado” del drama particular de su vida, en el momento de
la identificación con su historia. Es así como muchos se
hacen adictos a contar cada pasaje de su vida para reafir-

154
Identificación

mar su falsa identidad. Así se mantienen identificados con


su apellido, su raza, su profesión o su nacionalidad, entre
otros.

Es de lo más común creer que el cuerpo físico es nues-


tro Ser, nuestra identidad; con el cuerpo viene el género
—hombre o mujer— y la apariencia estética, que marca la
autoestima. También nos identificamos con diversas fun-
ciones sociales, como: padre, madre, esposo, hijo, amigo,
[…].

Otro de los motivos más elementales de identificación


surge con los objetos: el juguete, la bicicleta; que después
se convierten en el auto, la ropa, la casa, y tantas cosas
más; suponemos que se crece acumulando pertenencias y
la verdad es que terminamos perdidos entre ellas. Todos
los intereses creados alrededor de la publicidad se de-
rrumbarían si la gente dejara de afirmar su falsa identidad
a través de los objetos materiales.

Existe el riesgo de convertir a la enfermedad en ingre-


diente de identidad; peor aún si nos enganchamos con la
consideración especial ofrecida por familiares y amigos.
De mayor complicación si la enfermedad prolongada defi-
ne algunos rasgos de la personalidad.

Hay quienes llegan al extremo de utilizar el dolor y


el sufrimiento para fabricarse una identidad de víctima,
quedan reducidos a un estado de autocompasión; pero
curiosamente logran mover algunas voluntades. Conviven
cortés y educadamente, pero buscan cualquier circuns-
tancia para reaccionar y encontrar a quién confrontar y
culpar, así procuran alguna razón que justifique su infeli-
cidad. No pueden vivir sin buscar a los responsables de su
desdicha para convertirlos en enemigos.

155
Identificación

A través de la identificación con la personalidad es


como se manifiesta el ego, que no es más que un “fal-
so” sentido del Ser. Surge cuando el Ser original —que es
adimensional— se confunde con las formas dimensionales.
Es una grave equivocación creer que el ego es una enti-
dad maligna que nos mantiene sumidos en el mal; el “yo”
es la simple manifestación de una gran confusión; pero
podemos cometer el grave error de engrandecerlo si nos
identificamos con él, diciendo: “yo soy vanidoso, avaro,
envidioso, iracundo…”. Los juicios —peor aún si se dirigen
a uno mismo— a nada verdadero conducen.

Cuando descubramos que hay una voz repetitiva y


constante en la cabeza, que pretende erigirse como el
Ser, comenzará a revertirse la identificación con la mente;
así dejaremos atrás el añejo estado ilusorio. Cuando no
confundamos lo que somos con las formas dimensionales
y transitorias, se expresará en nosotros la eternidad y la
amplitud adimensional del Ser. Cuando hagamos a un lado
la historia personal, que no es más que un cuento carga-
do de emociones, recuperaremos el verdadero sentido del
Ser, que está lleno de luz. Cuando nos reencontremos con
la Conciencia de nuestra verdadera identidad, veremos la
insignificancia de todos los acontecimientos existenciales;
lo que veíamos como “grandes problemas”, serán simples
nimiedades.

El próximo salto evolutivo de la humanidad estará mar-


cado por la trascendencia de los pensamientos y se dará
cuando la humanidad deje de identificarse con la mente.

Para sustentar lo ya expuesto y con la intención de


profundizar más sobre la identificación, pongamos a nues-
tra disposición algunas citas extraídas de las fuentes filo-
sóficas originales, las de mayor trascendencia histórica, y
generemos una visión universal.
156
Identificación

El sabio verá a todos los seres como a sí mismo,


sabiendo que comparten su propia realidad innata.
Será alguien que brilla en el esplendor de su propio
Ser. Así, la forma individualizada no es su forma
genuina, no, y ni siquiera lo son los cuerpos denso
y sutil.
Upanishads

Ninguno de los cuerpos de la personalidad —físico, vi-


tal, astral o mental— constituyen nuestra verdadera iden-
tidad.

El jivi que está identificado con la mente y sus di-


vagaciones, escapa a través del oído o del ojo o de
cualquiera de los otros sentidos, y cae en los lokas
en que rige el karma.
Upanishads

Tras la confusión de creer que la mente es el Ser, surge


la identificación con lo que muestran los sentidos; en esta
condición nos enredamos con todo lo que acontece en el
mundo dialéctico. Esta confusión propicia que la mente
otorgue credibilidad a todo lo que adquiere forma y se
enrede en el entramado de causas y efectos.

Al analizar el valor y la importancia relativa de los


objetos y los poderes, el hombre debe renunciar a
la identificación del Ser con el cuerpo físico y re-
conocer su verdadera realidad. Un hombre de esta
clase se eleva hasta las alturas; es el más noble de
los hombres, riéndose, actuando y moviéndose sin
preocuparse de las necesidades o comodidades del
cuerpo.
Upanishads

157
Identificación

Resultará imposible reconocer nuestra verdadera iden-


tidad, mientras nos mantengamos identificados con el
cuerpo y la mente.

Aquel que se siente uno con el cuerpo denso, per-


sigue febrilmente los placeres que se pueden obte-
ner a través de los sentidos. El deseo no es más que
la consecuencia de la identificación con el cuerpo
físico. Renuncien a ella y los deseos se apartarán
de ustedes. La alegría y el pesar, al igual que lo
correcto y lo erróneo, deben ser trascendidos. El
amor y el odio pertenecen a la naturaleza de los
instrumentos del hombre; no pertenecen al “vi-
viente” que habita con ellos.
Upanishads

La identificación con el cuerpo denso y los cuerpos su-


tiles es la raíz de todos los problemas; tras la negación de
la personalidad, el deseo y los apegos se desvanecen por
añadidura, llevándose el dolor y la ansiedad que llevan
consigo.

El “Yo” se refiere a la Realidad; solo la ignorancia


puede emplearlo para indicar el cuerpo. Esta igno-
rancia y esta falsa identificación son las causas de
los interminables capítulos de sufrimiento y ale-
gría. Por consiguiente, utilicen la palabra Yo con
discernimiento y solo para significar su realidad
bráhmica.
Upanishads

El fondo de la ignorancia radica en la falta de discerni-


miento; distingamos el verdadero “Yo” —el Ser original—,
del “yo” ilusorio —la personalidad—.

158
Identificación

Por muy informada que sea una persona, si se iden-


tifica con el cuerpo habrá que declararla equivoca-
da. No se identifiquen con el cuerpo denso de carne
y huesos, ni tampoco con el sutil o el causal. Solo
así puede emerger la permanente bienaventuran-
za. La alegría y el pesar, el bien y el mal, pertene-
cen al ámbito de la mente y no a ustedes. Ustedes
no son el hacedor ni el que disfruta de los resulta-
dos de la acción. Ustedes siempre son libres.
Upanishads

En la identificación con la personalidad resulta impo-


sible la libertad de la Conciencia. Todos los fenómenos
que rodean la personalidad forman parte de ese estado de
identificación que nos mantiene dormidos, conduciéndo-
nos al envanecimiento de creernos “grandes hacedores”.

Es una lección que Rama enseñó más que con pa-


labras con su comportamiento. “Nadie, por muy
grande que sea, puede escapar de maya, la ilusión
del mundo; los pondrá de cabeza en un momento,
no aflojará sus garras hasta que la víctima esté em-
belesada en la creencia de que es el cuerpo; no se
asustará ante el nombre, la fama, la destreza o la
inteligencia de la persona que busca poseer. Solo
cuando el individuo descarte el nombre y la forma,
se libere de esta conciencia del cuerpo y se esta-
blezca en el Absoluto, podrá escapar del engaño
que maya inflige.”
Ramayana

Maya, la ilusión del mundo, se sustenta en la identifi-


cación con el nombre y las formas. Tras la “no identifica-
ción” viene la Conciencia de la “Realidad”.

159
Identificación

Llorar por Vali en su forma corporal es tonto, pues-


to que el cuerpo está aquí. ¿Lloras entonces por
el Atma que estaba en este cuerpo? Ese Atma es
eterno; no puede morir o deteriorarse, disminuir
o desintegrarse. Solo aquéllos que no comprenden
el principio del Atma sufren por el engaño de que
ellos son su cuerpo, y hasta que no logran compren-
derlo, aun los más eruditos caen en ese error. Estar
enamorado del cuerpo, como si eso fueses tú, es
«ignorancia»; estar consciente del Atma, que es lo
que realmente eres, es «sabiduría».
Ramayana

Los hombres más identificados con las formas corpó-


reas son quienes más sufren por la muerte —aunque esen-
cialmente, la muerte no es real—; solo en la “no identifi-
cación” es posible vivir la sabiduría.

El que busca el “yo” debe distinguir entre el falso


y el verdadero “yo”. Su “yo” y su egoísmo son el
falso “yo”, ambos son ilusiones sin realidad y son
compuestos perecederos. Únicamente aquel que
identifica su “Yo” con la Verdad alcanzará el Nirva-
na, alcanzará el estado de Buda.
Evangelio del Buddha

Buddha nos invita también a discernir entre el Ser in-


terior y la personalidad. Sin el verdadero “Yo” —nuestro
Origen— nada verdadero podrá alcanzarse.

Replica Judas: De lo que tenemos aquí, ¿qué no nos


corresponde?
Contesta el Maestro: Ya les he dicho que ni sus hue-
sos, ni sus carnes, ni sus padres, ni sus hijos; ni lo
que han aprendido de sus antepasados les sirve, ni
les corresponde.
Evangelio de Judas
160
Identificación

Jesús de Nazaret nos pide evitar la identificación con


nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestra historia.

Te digo que el hombre debe volar como las aves,


porque el hombre es Espíritu y el reino del Espíritu
no está en la Tierra.
Evangelio de Judas

Aquí habla sobre nuestra verdadera identidad: el Espí-


ritu; cuyo Origen no es de este mundo.

Debes alejar tu deseo de todas las cosas; no debes


extender tu voluntad para poseerlas para ti. Pues
tan pronto como tomas algo en tu deseo, y lo re-
cibes en ti como algo propio, entonces este mismo
algo se identifica contigo mismo, como si formase
parte de tu propio Ser. Pero si no recibes nada en
tu deseo, eres entonces libre.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

El deseo es el factor vinculante de identificación con


las cosas.

No somos nada. Tal vez tengamos un nombre y un


título y una propiedad y una cuenta en el banco,
tal vez tengamos poder y seamos famosos. Pero a
pesar de todas estas protecciones, no somos nada.
Krishnamurti, Comentarios sobre vida (primera serie)

Todos los elementos de identificación con la persona-


lidad son simples protecciones. Y por muy protegidos que
nos sintamos, la personalidad sigue siendo “nada”.

161
Identificación

La identificación con el conocimiento que hemos


adquirido es otra forma de apoyar la personalidad
¿verdad? A través del conocimiento, el “yo” conti-
núa con su esfuerzo por ser algo, y con ello perpe-
túa el dolor y la desdicha.
Conversaciones por Krishnamurti en Europa 1956

Por supuesto, Krishnamurti se refiere al conocimiento


mental y no al Conocimiento del Ser. La identificación con
el intelecto es lo más difícil de trascender.

La memoria, como proceso de identificación, pro-


porciona continuidad a la personalidad.
Krishnamurti, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

La identificación con la mente es la que otorga más


vida a la personalidad; pero esa vida es relativa y tempo-
ral.

Si somos totalmente conscientes de un obstáculo,


ya se trate de un gurú, de la memoria, o de la clase
social, esa conciencia descubrirá aquello que crea
todos los obstáculos, todas las ilusiones, es decir
la conciencia de la propia identidad, el ego. Cuan-
do la mente es inteligentemente consciente de ese
creador, es decir, consciente de su propia identi-
dad, durante dicho proceso consciente, ese creador
de ilusiones se disuelve por sí mismo. Inténtelo y
verá lo que sucede.
Krishnamurti, Informes textuales de conversaciones y respuestas, Adyar, India 1933-34

Nuestra falsa identidad es la creadora de la ilusión del


ego. El primer paso es descubrirlo, los siguientes pasos
hacia la libertad se darán por añadidura.

162
Identificación

En el momento del gozo no existe conciencia de la


propia identidad. Cuando hay felicidad no decimos
“soy feliz”.
Krishnamurt, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

Nuestra personalidad, que es limitada, no puede expe-


rimentar la verdadera felicidad —la absoluta—; solo perci-
be algunos chispazos efímeros.

No es posible olvidarse de sí mismo identificándose


con algo más grande, ¡eso es la comunidad! No es
un acto de disipación del “yo”, de la personalidad.
Por el contrario, es la identificación del “yo” con
algo más grande. Lo colectivo se vuelve pues el
“yo”. Como el religioso se identifica con una idea
que llama Dios. Y esa identificación sigue siendo el
“yo”.
Conversaciones por Krishnamurti en India 1966

La entrega a alguna filosofía, religión o fraternidad


produce la sensación de renuncia al ego, pero es pura ilu-
sión: pretendiendo abandonar la personalidad, termina
por sumarse a una personalidad colectiva más grande y
fortalecida. Aquí está el origen de todos los pseudo misti-
cismos y fanatismos. La única rendición y entrega legítima
que puede hacer la personalidad es hacia el Ser interior
original.

163
Fuente original

Fuente original

En el desarrollo de los temas anteriores, reiterada-


mente se ha hablado del carácter ilusorio de la existencia
física; no obstante, aún en esa condición, merece toda
nuestra atención. El hecho que la hace relevante es que
surge a partir de un Origen absoluto; y bajo este contexto,
lejos de rechazar, debemos discernir. Resulta fácil obser-
var con qué sencillez se destraban las múltiples dudas que
recurrentemente aparecen, estableciendo simplemente
una distinción clara entre las “dos naturalezas”; de allí
la importancia de que abordemos la Fuente original, ya
que es la radiación de Naturaleza absoluta —accesible a
nosotros— que da Origen a la manifestación universal, y
por tal motivo, es el hilo de contacto entre “el Ser y la
existencia”.

Si el propósito fundamental de la vida está vinculado


con el Ser original, entonces, en primera instancia, con-
siste en permitir que fluya esa Fuente original; que es la
piedra angular, el elixir de la Vida verdadera, la Luz del
Amor universal y el hilo de comunión que garantiza la co-
hesión de la Unidad perfecta, más allá de la división ilu-
soria mostrada a través de la miopía de nuestros sentidos.

El verdadero Conocimiento del Ser es intransmisible


de un intelecto a otro, uno debe buscarlo en esa Fuente
de Luz, que es la “Gnosis”. Hay quienes piensan que la
Conciencia —que es la Luz emanada de la Fuente eterna,
el Maná para los hebreos— está sujeta a un proceso; pero
no es así en términos absolutos, en la Naturaleza del Ser
no existen gradaciones, ni cambios, ni evolución.
164
Fuente original

Toda la obra magna puede realizarse con base en este


campo electromagnético universal que es el elemento se-
creto del Magnum Opus (del latín «gran obra»), oro vivifi-
cado de los verdaderos alquimistas, Logos del Ser univer-
sal; cuyo contacto surge en contraposición de cualquier
método, ritual, disciplina y en ausencia de cualquier es-
fuerzo. Tampoco es algo sentimental ni místico, porque no
causa entusiasmos emocionales o intelectuales.

Abordaremos este tema a lo largo de varios subtemas;


cada uno sustentado con sus respectivas citas de los libros
universales.

*Nombres que recibe

Todos los libros de sabiduría han hablado sobre esa


Fuente original, asignándole diversos nombres; pero la
presencia de este campo electromagnético es lo que im-
porta. Aunque el nombre queda en segundo término, en
este primer subtema se ubican una serie de citas que per-
miten identificar estos nombres, mismos que se realzarán
con letras engrosadas.

El término prana se refiere a Aditya mismo, por-


que Aditya, el Sol, da prana, la esencia vital. Pues-
to que todos los seres viven gracias al consumo de
alimento, el Sol también es conocido como Viswa-
nara.
Upanishads

El término prana es empleado en los Upanishads para


referirse a la Fuente original; después fue retomado por
Buddha.
165
Fuente original

Los hombres que compartieron la Gnosis, devinie-


ron hombres completos.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Hermes fue el primero en emplear el término Gnosis,


asignado precisamente a esa Fuente original.

Porque florece espléndidamente en el Jardín del


Edén, la Comunidad de Israel recibe el nombre de
Rosa de Sharon; porque su deseo es que la riegue
el Manantial profundo que es la Fuente de todos
los ríos espirituales, recibe el nombre de lirio de
los valles.
El Zohar

En la tradición hebrea, el Zohar identifica la Fuente


original como Manantial profundo.

A un pez le basta con tener un pozo de agua para


vivir. Allí encuentra todo lo que necesita. El hom-
bre que vive en el Tao tampoco necesita nada más
que el Tao.
Chuang-Tzu

Tao es el nombre que Lao Tse empleó.

Un verdadero discípulo del Tathagata no debe po-


ner su confianza en autoridades o en los ritos, sino
que trascendiendo lo ideal del “yo”, descansará
confiado sobre el Amitabha, que es la infinita Luz
verdadera.
Evangelio del Buddha

Buddha le llamó Amitabha.


166
Fuente original

El Pleroma, que no es deficiente pero que colma


la deficiencia, es lo que el Padre suministró desde
sí mismo para completar lo que falta, para que así
reciba la gracia. Pleroma es el descubrimiento de
la Luz de la Verdad que es inmutable.
Evangelio de la Verdad, Nag Hammadi

En el gnosticismo cristiano, el término más empleado


fue Pleroma.

Replica el Maestro: Quien come del Pan y bebe del


Agua de la Vida Eterna, nunca volverá a tener ham-
bre ni sed y sus males desaparecerán de él, porque
tiene en su interior la Gracia que la Palabra le ha
dejado...
Evangelio de Judas

El Pan y el Agua fueron los símbolos representativos


de la Fuente original.

Yo he venido para traerles el conocimiento comple-


to de la emanación del universo. Porque la Emana-
ción del universo es el conocimiento del misterio.
Pistis Sophia XXXVII: 20,21

En la Pistis Sophia aparece como Emanación del uni-


verso.

Yo rogaré al Padre, y les dará otro Consolador,


para que esté con ustedes para siempre: el Espíri-
tu de Verdad, a quien el mundo no puede recibir,
porque no le ve, ni le conoce; pero ustedes le cono-
cen, porque mora con ustedes, y estará en ustedes.
Juan 14: 16,17

167
Fuente original

Jesús de Nazareth, en el evangelio de Juan, le llama


Consolador, el Espíritu de Verdad.

El Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre


enviará en mi nombre, Él les enseñará todas las
cosas, y les recordará todo lo que yo les he dicho.
Juan 14: 26

En el mismo evangelio de Juan le llama Espíritu Santo,


que es el término más empleado dentro del cristianismo.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las


iglesias. Al que venciere, le daré a comer del Árbol
de la vida, que está en medio del paraíso de Dios.
Apocalipsis 2: 7

Árbol de la vida es un maravilloso nombre que se em-


plea en Apocalipsis.

Yo Soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al


que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la
fuente del Agua de la vida.
Apocalipsis 21: 6

En Apocalipsis aparece otro nombre muy peculiar:


Agua de la vida.

Todas las cosas que existen se manifiestan de la


Aseidad Absoluta. Si la revelación, que es la vida
de ese Ser, se cortase durante un instante, todo se
sumiría en la no existencia.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

168
Fuente original

Interesante nombre utilizado en el Islam por Ibn Arabi:


Aseidad, que significa “cualidad del Ser”.

Cuando la Luz de Allah se enciende en el corazón,


los pies de los ladrones desaparecen.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Este término no podría faltar en el Islam: Luz de Allah.

El Conocimiento es un espejo de la Aseidad. La


Efusión viene solo de Dios.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Efusión es otro apelativo empleado por Ibn Arabi.

“Los caminos que conducen a Dios son tantos como


los suspiros de las criaturas”, en cada aliento hay
un camino hacia Dios. Lo que dignifica al gnóstico,
y lo que tiene que hacer, es tomar cada Aliento de
Dios y devolvérselo a Él.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Aliento de Dios, una muy significativa expresión.

Entre nosotros, pobres mortales, Cristo opera


como renovador de la Luz eterna, pero además de
eso, Él renueva la luz natural.
Paracelso, Las Siete Apologías

Fuerza de Cristo, expresión empleada por los alqui-


mistas.

169
Fuente original

La sabiduría es la respiración del Poder Divino, un


rayo y un Soplo del Omnipotente.
Jacob Boehme, La Llave

Soplo divino, muy común escucharlo en la tradición


judeocristiana.

La Quinta-Esencia es la verdadera Vida de la Natu-


raleza, es una Emanación de la Palabra. En la Quin-
ta-Esencia reside la región Paradisíaca, la palabra
fluida del poder y de la virtud Divina, donde las
propiedades reposan en igualdad (uniformidad).
Jacob Boehme, La Llave

Quinta-Esencia, término específico empleado por los


alquimistas.

La Voluntad fluida es producida por la Palabra o


Respiración Divina (Soplo), así como la Unidad,
por tanto, la Voluntad anhela seriamente la Uni-
dad, y ésta anhela la Sensibilidad, esto es, la re-
gión del fuego. Así una anhela la otra y cuando hay
esta ansia, ocurre como un estallido o resplandor
de Iluminación.
Jacob Boehme, La Llave

Voluntad fluida y Respiración Divina, son apelativos


que de manera elocuente hablan de un fluido universal.

Salomón dice que la sabiduría es un infinito tesoro


para el hombre, pues ella es el Aliento de la Fuer-
za Divina y un rayo de la gloria del Todopoderoso.
Fama Fraternitatis de la orden Rosacruz

170
Fuente original

Salomón empleó un nombre similar: Aliento de la


Fuerza Divina.

Del Décimotercer Eón fluye lo que los doce Bodi-


satvas tienen que enseñar. Es la misma entidad a la
que los antiguos Rishis llamarón Vishva Karman,
a lo que Zoroastro llamó Ahura Mazdao; es la en-
tidad a la que nosotros llamamos Cristo. Jesús fue
ungido, esto es, ¡compenetrado del Vishva Karman,
del Cristo!
Rudolf Steiner, S/Ev. Lucas

Rudolf Steiner ofrece tres vocablos para tres tradicio-


nes: Décimotercer Eón en el Budismo, Vishva Karman
en el hinduismo y Ahura Mazdao utilizado por Zoroastro
en Persia.

*Otras referencias

En el primer subtema observamos las diferentes desig-


naciones con las que se nombra a la Fuente original; aho-
ra, abramos nuestro horizonte cognitivo y compartamos
otras develaciones que inspiraron a los grandes maestros.

El Atma es como el océano. Para instruir a una per-


sona acerca de él no hay necesidad de pedirle que
se lo beba todo. Una sola gota colocada sobre su
lengua le dará el conocimiento necesario.
Upanishads

Una sola gota de la Fuente original es suficiente para


adquirir el Conocimiento del Ser.

171
Fuente original

Si los príncipes y reyes pudieran guardar el Tao,


todos los seres se acogerían espontáneamente a su
hospedaje, y el cielo y la Tierra se unirían para llo-
ver rocío. El pueblo, sin necesidad de decretos, se
concertaría equitativamente por sí mismo.
Lao Tse, Tao Te King

Lao Tse considera al Tao como el sostenedor del equi-


librio universal.

El gran Tao viste y nutre a los seres y no se adueña


de ellos.
Lao Tse, Tao Te King

Es el gran sustento para todas las entidades vivas y no


ejerce autoridad alguna. Sectas y religiones se jactan de
ser intermediarias y dadoras de esta Fuente de Luz —aun-
que nunca sea cierto—, de esta manera se adueñan de sus
feligreses y así ejercen su autoridad.

El hecho de que el hombre pueda afrontar las Fuer-


zas Espirituales del universo sin miedo alguno, de-
muestra que entiende las leyes de Dios.
Confucio

Si no entendemos las Leyes universales, menos com-


prenderemos esta radiación universal.

La Luz infinita es la Fuente de la existencia espiri-


tual del estado del Buddha; las obras de los brujos
y de los hacedores de milagros son fraudes.
Evangelio del Buddha

172
Fuente original

Solo hay una fuente verdadera de Luz, brujos y chama-


nes emplean fuerzas de la naturaleza dialéctica que nada
tienen que ver con la Naturaleza del Ser.

La Verdad es la boca del Padre y su lengua es el


Espíritu Santo. El que se une a la Verdad se une a
la boca del Padre por su lengua, cuando llegue a
recibir el Espíritu Santo.
Evangelio de la Verdad, Nag Hammadi

Boca y lengua son símbolos que evocan el Verbo, a su


vez símbolo de la radiación universal.

A cada uno le es dada la manifestación del Espíritu


para provecho. Porque a éste es dada por el Espíri-
tu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia
según el mismo Espíritu.
Corintios I 12: 7,8

Pablo testifica que la ciencia y la espiritualidad van de


la mano y esta Fuente de Conocimiento inspira en ambos
sentidos.

Un hombre es en esencia un taller Divino. La Asei-


dad de Dios está revelándose constantemente.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

La aseidad siempre se revela en consonancia con nues-


tro estado de libertad interior. A mayor libertad, más re-
velación.

Cada habitación o sala recibe Luz según su ventana.


Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

173
Fuente original

No estamos para conquistar esta Fuente universal, solo


la recibiremos en la medida que nos abramos a ella.

Traer la sabiduría del Amor, ha sido la misión de


los Bodisatvas y del Buddha; dar a la humanidad
la Fuerza del Amor, ha sido la misión del Cristo.
Hemos de distinguirlo claramente.
Rudolf Steiner, S/ Ev. Lucas

Mientras Buddha habló de esa fuente a través de la sa-


biduría, Rudolf Steiner indica que Jesús propició la aper-
tura necesaria para que esta radiación fluya a lo largo de
este mundo.

*No hay espacio vacío

En cuanto a la existencia de materia, el universo está


absolutamente vacío —aunque nuestros sentidos nos man-
tengan en la ilusión de lo contrario—; en cuanto a la pre-
sencia de la radiación original, todo el espacio está abso-
lutamente lleno. Las citas que se abordan en este subtema
dan testimonio de ello.

No hay absolutamente ningún espacio vacío.


Fama Fraternitatis de la orden Rosacruz

Los rosacruces clásicos lo tenían muy claro y así lo ex-


presan en su libro Llamada de la fraternidad.

El vacío no existe, ni puede haber existido en el


pasado, ni existirá nunca. Ni siquiera la región ex-
terna al cosmos está vacía, está llena de cosas de la
Naturaleza similar a su propio Ser Divino.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum
174
Fuente original

Hermes, además de testificar que más allá de la ma-


teria todo el universo está lleno, agrega que el contenido
del cosmos tiene la Naturaleza del Ser original. Es por
eso que no debe sorprendernos la imperceptibilidad para
nuestros sentidos.

Jesús dijo: Yo Soy la Luz que está sobre todos ellos.


El universo ha surgido de mí y ha llegado hasta mí.
Partan un leño y allí estoy Yo; levanten una piedra
y allí me encontrarán.
Evangelio de Tomás, Nag Hammadi

Jesús manifiesta que aún en el interior de la materia


está presente la radiación original.

La mente que está por completo tranquila se en-


cuentra totalmente llena de Energía. Esa Energía
es anónima; no es suya ni mía. Esa Energía, esa in-
tensidad, esa vitalidad no se genera mediante una
acumulación, sino a través de un profundo ejerci-
cio de investigación sobre dónde se encuentra la
Energía; a través del profundo ejercicio de pregun-
tarse de dónde viene esa Energía.
Conversaciones por Krishnamurti en India 1966

Krishnamurti expresa que esa energía universal a nadie


le pertenece y solo con una mente tranquila nos abrimos
para que sea recibida.

*El Sol como portador de la Fuente original

A lo largo de la historia, la Fuente original ha sido ob-


jeto de búsqueda en todas las tradiciones; lo paradójico
es que siempre la hemos tenido a nuestro alcance y mu-
175
Fuente original

cho más cerca de lo imaginado. En la mayoría de los libros


universales se cita al Sol como portador —pero no como
generador— de ese fluido universal.

En el instante de morir, el jivi sale hacia los rayos


solares y desde allí hacia el Suryaloka. Sin embar-
go, el jivi que está identificado con la mente y sus
divagaciones, escapa a través del oído o del ojo o
de cualquiera de los otros sentidos, y cae en los
lokas en que rige el karma.
Upanishads

La Luz pránica solar conduce a la Conciencia misma.

Rama saboreó las frutas que la anciana le ofreció


con gran devoción; mientras lo hacía dijo: “¡Ma-
dre, estas frutas son tan dulces como tu propio co-
razón! Realmente éstas no son frutas que crezcan
en los árboles. Éstas son frutas que han crecido en
el sagrado árbol de la vida, en las ramas de la men-
te pura, con la luz del Sol del amor”. Rama comió
las frutas, elogiando a cada momento su sabor.
Ramayana

En la tradición hebrea se emplea también el término


“Árbol de la Vida” para referirse a la Fuente de la “ver-
dadera Vida” —nombrada así por Jesucristo—. Además, en
esta cita, Rama la vincula con la “Luz del Sol del Amor”.

Al principio las criaturas nacían con hambre. Para


ayudar, el Sol se inclinó la mitad del año hacia el
norte y la otra mitad hacia el sur. Es la energía del
Sol la que sostiene a la vida. Por ende, debes bus-
car su gracia. Todos los reyes de la antigüedad han

176
Fuente original

mantenido a sus súbditos rezándole al Sol.


Yudhistira orientó sus pensamientos en el Dios del
Sol, recitando sus alabanzas. En respuesta a sus re-
zos apareció el Dios del Sol, luminoso y ardiente, le
ofreció una escudilla de cobre, y le dijo: usa esta
escudilla de hoy en adelante y les abastecerá con
una cantidad inagotable de comida.
Mahabharata

Yudhistira, junto con su hermano Arjuna y otros dos


hermanos más, fueron despojados de su reino y condena-
dos a vagar por el desierto, donde seguramente morirían
por inanición. El Sol ofreció depositar su alimento en una
escudilla de cobre —cuenco en que pedían comida como
limosna los ascetas— para así garantizar su supervivencia.

Toda la vida han existido hombres que pudieron con-


servar su vida biológica exclusivamente con el alimento
solar, sin probar bocado alguno de comida material. Hoy
en día existen varios personajes que viven de esta manera
y, algunos de ellos, ya fueron estudiados por la ciencia,
que corroboró la autenticidad del fenómeno biológico.
Para todos nosotros queda abierta esta posibilidad, la in-
formación necesaria para llevarlo a cabo de manera deta-
llada y sin riesgos, se ofrece en la página:

www.centrouniversalisata.com

Del mismo modo que el Sol proyecta su luz sobre


todas las cosas de este mundo, igualmente el Se-
ñor del campo llena con su Luz todas las cosas del
campo.
Bhagavad Gita, XIII- 33

Todos los alimentos que produce el campo han sido


bañados por esta Luz.
177
Fuente original

El Sol es el conservador y mantenedor de todo tipo


de seres vivientes; el Sol llena todas las cosas del
cosmos con su Luz, y las hace Vivas.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Hermes expresa algo que científicamente es irrefuta-


ble: el Sol porta la Luz que da, conserva y mantiene la
vida. Sin el Sol nada somos.

Los pitagóricos no se levantaban del lecho después


de salir el Sol, sino que cuidaban de adorar al Sol
naciente.
Vida Pitagórica, Jámblico

Para los pitagóricos era obligatorio levantarse a mirar


el Sol del amanecer, de lo contrario, no eran admitidos en
su comunidad. Después de la contemplación solar seguía
una caminata meditativa y posteriormente daba inicio el
ejercicio filosófico. Cabe mencionar que para realizar la
contemplación solar, es el amanecer —junto con el atar-
decer— el momento en que es posible abrir las ventanas
de nuestros ojos para que su Luz nos llene, sin riesgos de
daños oculares.

Cuando sean capaces de contemplar el brillo del


Sol del mediodía con los ojos fijos, podrán entonces
mirar la Luz cegadora de nuestro Padre Celestial,
que es un millar de veces más brillante que el bri-
llo de un millar de Soles.
Evangelio de los esenios

La radiación original es cegadora, el Sol es un transfor-


mador electromagnético que la dosifica en la intensidad
en que es posible digerirla.

178
Fuente original

¿En qué le afecta al Sol el entrar en cada torre,


palacio o casa que se ha construido en el mundo?
Si los palacios estuviesen en ruinas, nadie pensaría
que le ha pasado algo al Sol, porque no le pasa-
ría nada. El Espíritu Cualificado sigue presente por
siempre y en cualquier estado en que esté.
Ibn Arabi, El Núcleo del Núcleo

Esta frase revela la cualidad absoluta e inmutable de


la Fuente original.

¡Oh día, despierta! los átomos bailan...


todo el universo baila gracias a él....
las almas bailan poseídas por el éxtasis,
te susurraré al oído....
a donde les arrastra su danza...
Todos los átomos en el aire y en el desierto....
sabes, parecen locos....
cada átomo, feliz o triste...
está encantado por el Sol...
No hay nada más que decir...
Rumi, poema de los átomos

Maravilloso poema de Rumi que describe cómo cada


partícula de esta Tierra es tocada por la Fuente original.

Es el sepulcro helado nueva cuna


para nacer del Sol a los fulgores,
y su tiniebla, lóbrega, importuna,
brillo para los astros superiores.
Nezahualcóyotl, Vanidad de la gloria humana

Nezahualcóyotl habla del renacimiento por el fuego a


través de la energía solar.

179
Fuente original

El cuerpo natural es grueso y elemental, es como


los elementos exteriores; sin embargo, en este
cuerpo grosero hay un poder y una virtud que es
sutil, semejante al Sol, y que es una con el Sol.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

A través de estas palabras se denota la corresponden-


cia existente entre la naturaleza solar con la que hay en
nuestro Ser interior original.

Será necesario aguardar y esperar la Luz sobre-


natural y Divina designada para gobernar el día,
que se eleva por el verdadero Este. Lo de afuera
se hará sirviente de lo de adentro. No habrá por
tanto peligro alguno, sino que todo irá bien, y todo
residirá en su esfera apropiada.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

Con la Luz sobrenatural que se eleva por el verdadero


Este —punto cardinal por donde sale el Sol—, nuestro Ser
interior se restablece como regulador de lo externo.

Recoge todos tus pensamientos y dirígete con fe


hacia el centro, mantente silencioso ante el Señor,
sentado en soledad con Él en tu celda más interna.
De ese modo tu Luz romperá con la mañana, y des-
pués de que haya pasado su rojez, el Sol mismo se
elevará en ti, y bajo sus curativas alas te regocija-
rás grandemente, ascendiendo y descendiendo en
sus brillantes y salutíferos destellos. Advierte que
éste es el verdadero fundamento suprasensible de
la Vida.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

Confirma al Sol como el verdadero fundamento supra-


sensible de la vida, además de otorgarle cualidades cura-
tivas.
180
Fuente original

Es el presagio del Sol, radiante de Amor, quien con


sus rayos puros y ardientemente radiantes dará na-
cimiento al bienaventurado día que muchos cora-
zones piadosos buscan con anhelo. En la Luz de este
día se verán y se reconocerán en verdad todos los
tesoros celestiales de la sabiduría Divina, así como
todas las cosas invisibles ocultas en el misterio del
mundo.
Este será el verdadero Rubí real, un carbunclo de
noble resplandor que es una perfecta medicina
para todos los cuerpos, que puede transformar me-
tales innobles en oro puro, y que es capaz de supri-
mir todas las enfermedades, los temores, miserias
y tribulaciones de los hombres.
Fama Fraternitatis de la orden Rosacruz

Ubica a los rayos solares como el alimento para el re-


nacimiento, piedra filosofal —Rubí real—, instrumento cu-
rativo que transforma al hombre natural en Hombre libre
e iluminado.

Han existido épocas en las que se veía, otras en las


que se oía, y otras en las que se olía. Queda aún
por llegar, y se está acercando a pasos agiganta-
dos, el tiempo en que la lengua tendrá el honor de
hablar y expresar finalmente todo lo que en algún
momento ha sido visto, oído y olido. Tan pronto
como el mundo haya superado la embriaguez de la
aturdidora y envenenada copa que ha bebido, irá
por la mañana temprano, alegre y jubiloso, con el
corazón abierto, la cabeza descubierta y los pies
desnudos, al encuentro del Sol naciente.
Confessio Fraternitatis de la orden Rosacruz

Los rosacruces (igual que en diferentes culturas) emi-


tieron el presagio de la nueva era Solar; debemos estar
preparados para recibirla con el corazón abierto, la ca-
beza descubierta y los pies desnudos: con el Ser interior
181
Fuente original

libre, la mente quieta y en pleno respeto por la natu-


raleza terrenal, que es la madre generadora del cuerpo
biológico.

Zoroastro fue una de las más grandes figuras de


la evolución de la humanidad; de las profundida-
des del mundo espiritual pudo dar a su época el
sublime mensaje del Espíritu Solar, que más tarde
apareciera como el Cristo. Fue él quien dijo: “Ese
Espíritu, Ahura Mazdao, está en el Sol y se acercará
a la Tierra.
Rudolf Steiner, S/Ev. Lucas

Zoroastro, después del gran diluvio, en la antigua Per-


sia, presagió el acercamiento de la energía solar funda-
mental a la Tierra —el Ahura Mazdao—.

*Dos naturalezas

Retomemos el tema de las “dos naturalezas” para es-


tablecer la debida distinción en la manifestación de la
energía, y con esto ubicar las dos naturalezas de fuerza
que nos ofrece el Sol.

Las Fuerzas Divinas son radiaciones emitidas por


Dios; las fuerzas que originan el nacimiento y el
crecimiento son radiaciones emitidas por el cos-
mos.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

Las fuerzas cósmicas otorgan la vida biológica y la


mantienen de manera “temporal”; por el contrario, a tra-
vés de la Fuente original se mantiene siempre el vínculo
de nuestro Ser interior con el Ser universal, que es la ver-
dadera Vida.
182
Fuente original

La luz inferior es, por naturaleza, un instrumento


de destrucción y muerte que devora todo aquello
que se le acerca. Pero la Luz blanca ni consume, ni
demuele, ni cambia jamás.
Moisés permaneció de pie en la Luz suprema que no
consume y no demuele.
El Zohar

La distinción que hacen los hebreos entre la luz infe-


rior y la Luz blanca, adquiere correspondencia con la dis-
tinción que establece Hermes entre las fuerzas cósmicas
y la fuerza divina.

*Dos naturalezas de fuerza en el Sol

El Sol genera una multiformidad de energías naturales,


todas perceptibles en mayor o en menor grado; y además
transmite la energía de frecuencia absoluta del Ser. En las
siguientes citas se establece esta distinción.

En verdad que todo debe nacer de nuevo del Sol y


de la Verdad, pues su cuerpo se baña en la Luz del
Sol de la Madre Terrenal, y su Espíritu se baña en la
Luz del Sol de la Verdad del Padre Celestial.
Evangelio de los esenios

Jesús distingue las dos naturalezas de energía; y dice


que la luz del Sol de la Madre terrenal —energía cósmi-
ca— es para el cuerpo biológico y la Luz del Sol de nuestro
Padre Celestial —radiación suprema del Ser universal— es
para nuestro Ser interior original.

Estando Jesús reunido con sus Discípulos, le pre-


guntó Santiago: Maestro, ¿qué debemos hacer para
comprender mejor su Mensaje?

183
Fuente original

El Maestro dijo: Alrededor del Sol, hay muchos


Planetas y cada uno de ellos ocupa su lugar y su
distancia entre ellos y el Sol y entre los demás
Planetas; así ustedes deben ocupar su lugar y dis-
tancia alrededor del Sol, procurando no estar ni
demasiado cerca, ni demasiado lejos. Y entre Us-
tedes, mis discípulos, esto debe ser en equilibrio,
permitiendo así, como los Planetas, que cada uno
reciba únicamente lo que necesite para su propia
sobrevivencia; habiendo concordancia en “la Luz
que viene del Sol y la Luz que viene del Padre”.
Evangelio de Judas

Además de ocupar el lugar que nos corresponde res-


pecto del Sol, Jesús pide distinguir a la luz que viene del
Sol, de la Luz que viene del Padre.

Enseñaba el gran Zoroastro que la luz solar y el ca-


lor que nos llegan del Sol, no son sino la vestidura
física de las supremas entidades Espirituales, rayos
poderosos Espirituales que desde el Sol penetran
en la Tierra. Y el ductor de todas esas entidades
que desde el Sol transmiten a la Tierra su obrar
benéfico, es precisamente la entidad que más tar-
de fue llamado el Cristo. Zoroastro decía: “Sobre
la Tierra no encontramos a este Espíritu-Luz, pero
si dirigimos la mirada hacia el Sol, se nos presenta
la entidad Espiritual que es el Ahura Mazdao, y la
Luz que de allí fluye a nosotros, es el cuerpo del
Espíritu Solar.
Rudolf Steiner, S/Ev. Lucas

Zoroastro decía que la energía calórica y la energía lu-


mínica (perceptibles) son la simple vestidura de la energía
suprema, el Ahura Mazdao (imperceptible a los sentidos).
Y con la invitación que nos hace de dirigir la mirada al Sol,
se convierte en el primer promotor de la contemplación
solar en la historia.
184
Alquimia

Alquimia

El término alquimia surge del trabajo que proyectaron


los científicos europeos medievales en el que pretendían
transformar el plomo en oro. Aunque públicamente habla-
ban de esa intención, es claro que su verdadera búsqueda
apuntaba a transformar la naturaleza de la personalidad
(el plomo) en la Naturaleza del Espíritu (el oro); pero las
circunstancias de censura —prevalecientes en el contexto
de su momento histórico— les obligaron a revelar solo su
supuesta intención externa; la que tiene relación con los
metales.

La verdadera alquimia consiste en el renacimiento


evangélico de agua y Espíritu, proceso en el que la muer-
te se reviste de inmortalidad; donde Isis se encuentra con
Osiris, según la tradición egipcia; donde el Alma se despo-
sa con el Espíritu, en la experiencia que describe Cristián
Rosacruz en Las bodas alquímicas.

En estas tradiciones no se hace referencia a un simple


cambio mecánico, producto de nuestro deseo y voluntad,
o que la vida natural ponga a nuestra disposición; se trata
de una mutación que requiere de un proceso inteligente-
mente dirigido y que va más allá de lo que la naturaleza
por sí misma puede ofrecernos. Pero antes de especular
con la intención de transformar, es necesario determinar
ciertas bases, con el sustento de los Principios de la Sabi-
duría Universal, para así establecer las condiciones nece-
sarias.

Todo inicia con la búsqueda de la verdadera identidad,


que va más allá de los fenómenos naturales de la existen-
185
Alquimia

cia, y que no se reconoce ya en la manifestación corpórea


de la personalidad —constituida por cuatro cuerpos: físi-
co, vital, astral y mental—; esto exige la comprensión y
la observancia de las Leyes universales, lo que favorece a
la “no identificación” con todo lo manifiesto en el tiempo
y en la forma, sujeto al cambio continuo que es regulado
por la Ley. La misma búsqueda apunta hacia la Naturaleza
original, que es incorpórea, atemporal y absoluta, donde
radica la Conciencia del Ser original. A partir del recono-
cimiento de lo que “no somos” (autonegación), la activi-
dad en la naturaleza ordinaria y la orientación hacia ella
se reducen a un mínimo; y en actitud contemplativa, en
estado de “presente”, en plena neutralidad y aceptación,
la cabeza se entrega al corazón; así se abren las ventanas
para la recepción de la energía suprema, la Fuente ori-
ginal, que es referida en todos los libros universales de
sabiduría —hasta aquí el aspecto preparativo y pasivo—.

El aspecto activo del proceso alquímico inicia a partir


de la recepción del Prâna original, el Tao, el Pleroma, la
Luz de Allah, la Gnosis, el Espíritu universal, es decir, la
“Energía Fundamental” de inducción solar que constituye
el motor de todos los procesos transformadores dirigidos
por la Luz de la Conciencia.

La ventana principal de recepción de la energía fun-


damental original la constituyen los ojos; en segunda ins-
tancia el esternón (literalmente significa radiante) que
transfiere la energía directamente al corazón, receptácu-
lo del centro geométrico del microcosmos: el Ser interior
original.

El sistema nervioso es quien recibe las primeras in-


fluencias de la Fuente original. Se reactiva el nervio sim-
pático, que consiste en dos cordones situados a derecha e
izquierda de la columna vertebral; ambos canales forman
186
Alquimia

dos campos magnéticos particulares: uno de ellos tiene


una función creadora (masculina) y el otro, una función
productora (femenina). En la enseñanza universal se lla-
ma al campo masculino Píngala y al femenino Ida; en los
Hechos de los Apóstoles se citan como Ananías y Safira;
respectivamente. En Las bodas alquímicas de Cristián Ro-
sacruz son designados como la “Sal”, sustancia purifica-
dora y conservadora. En este proceso alquímico, el bazo
juega un papel importante, pues absorbe los éteres de
orden superior que son la materia prima transformadora.

En segunda instancia, el sistema endocrino es conmo-


vido por los impulsos eléctricos del sistema nervioso y las
glándulas empiezan a secretar nuevos y renovadores flui-
dos químicos (la palabra “química” deriva de “alquimia”),
que son vertidos directamente en el torrente sanguíneo.
La sangre renovada, portadora de éteres de orden supe-
rior, irriga todo el cuerpo biológico y renueva los cuerpos
sutiles —a través del alma, cuyo sustento físico es preci-
samente la sangre—.

El alma renovada impulsa la reconstrucción de los


cuerpos latentes: intelectual superior —quinto— y emo-
cional superior —sexto—, con quienes mantiene una es-
trecha vinculación; al tiempo que son empleados como
herramienta para establecer el contacto con el séptimo
cuerpo: El Espíritu, el Ser original.

En el libro Las bodas alquímicas de Cristián Rosacruz,


se hace referencia al empleo de los cuerpos superiores a
través de un pasaje que —de manera sintetizada— presen-
ta la siguiente descripción alegórica:

Los invitados a las bodas, para concluir el proceso


alquímico, deben subir al séptimo piso de la Torre de
Olimpo, donde reposa el Espíritu, el Rey. Para ello se les
187
Alquimia

asigna una herramienta. Quienes poseen una visión racio-


nal interior reciben alas (portadores del cuerpo intelec-
tual superior) y a pesar de su limitada experiencia para
maniobrar con ellas logran llegar al séptimo piso; allí se
quedan pero ya no se atreven a descender. Los místicos,
poseedores de la certeza de la fe, reciben una cuerda
(portadores del cuerpo emocional superior) y a pesar de
su limitada experiencia para asirse de ella logran llegar
al séptimo piso; allí se quedan y tampoco se atreven a
descender. Cristián Rosacruz, que siempre puso conscien-
temente el acento en el acto, recibió una escalera (tenía
activos los dos cuerpos superiores); aunque de momento
la recibió con agobio por lo significativo de la responsabi-
lidad, con ella podía ascender y descender cómodamente
hasta el espacio deseado. Así, simbólicamente, queda fa-
cultado para regresar a este plano de vida en ayuda de la
humanidad.

Tras la realización de Las bodas alquímicas surge el


Ánimo —el Alma-Espíritu—, que es la confluencia del Alma
pura y renacida con las radiaciones del Espíritu; asimis-
mo, aparece como un destello de Luz el llamado “vestido
nupcial”.

Cabe hacer el siguiente señalamiento: en distintas


épocas se han empleado hierbas, perfumes y diversas téc-
nicas —de respiración, en muchos casos— con cuya asis-
tencia se fuerza el sistema nervioso y las glándulas de
secreción interna para que provoquen estados que solo
aparentan la plenitud de la alquimia. Son “artificios” ne-
gativos y peligrosos, ofrecen resultados temporales que
derivan siempre en lamentables circunstancias; debido a
que imitan las manifestaciones externas y tangibles de las
“formas” en la alquimia, sin que se toque jamás el “fon-
do”. Los resultados son asimilados por la personalidad, y
con ellos se introduce en una nueva ilusión: creer que lo-
188
Alquimia

gró la conquista del Ser interno. El “yo” (ego) se transfor-


ma en “yo superior” (súper ego), y en lugar de la libertad
interior se consigue el estado más exaltado posible de la
personalidad. Este estado engañoso de engrandecimiento
(autoafirmación) —antagónico al verdadero propósito de
la alquimia— es casi imposible de revertir; la personalidad
queda cristalizada en la densidad más alta.

Con la intención de profundizar más sobre la Alquimia,


reflexionemos con la apreciación de algunas citas extraí-
das de las fuentes filosóficas originales. Se seleccionaron
las consideradas de mayor trascendencia histórica, para
así construir una visión universal.

El conocimiento del lodo y del oro permitirá el co-


nocimiento de todas las vasijas de barro, así como
de todos los brazaletes y collares de oro. Sus mo-
dificaciones y transformaciones son temporales,
meros nombres-formas. De manera similar el mun-
do, al igual que la vasija y el brazalete, solo es un
efecto cuyo Origen se encuentra en la esencia del
Ser.
Upanishads

La transmutación de elementos de la misma naturale-


za física no constituyen la verdadera alquimia; el plomo y
el oro fueron empleados por los alquimistas europeos solo
como símbolos.

Prâna se mueve desde el corazón y sube a través de


los nervios del rostro, de la nariz, y llega a la ca-
beza. Desde allí estimula los distintos nervios que
corren a través del cuerpo y que van cambiando de
nombre de acuerdo con sus diferentes funciones.
Upanishads

189
Alquimia

La verdadera Alquimia se sustenta en la Fuente origi-


nal (Prâna), misma que fluye “desde el corazón” para ele-
varse hacia la cabeza. Con el empleo de cualquier energía
distinta, de otro orden natural, solo podríamos hablar de
pseudoalquimia; peor aún si de dirige a partir de un punto
distinto al corazón y en sentido contrario.

¡Levántate Arjuna! y, beneficiándote de la ayuda


de tu Espíritu, ¡eleva tu alma! No seas un alma caí-
da, pues al igual que tu alma puede ser tu amigo,
igualmente puede ser tu enemigo.
Bhagavad Gita, VI- 5

El alma tiene la posibilidad de orientarse hacia lo in-


terno o hacia lo externo; puede ser amigo o enemigo. Solo
a través de la fuerza electromagnética de la Fuente origi-
nal puede ser reorientada para favorecer a la libertad de
la Conciencia.

El alma es fiel amiga del hombre solo cuando ha


sido conquistada por el Espíritu. Para un hombre
débil que aún no ha conquistado su alma, ésta pue-
de convertirse en su propio enemigo.
Bhagavad Gita, VI- 6

En esta segunda cita, Krishna enfatiza el carácter dual


del alma, con lo que deja claro que también es un cuerpo
existencial.

El verdadero sabio, conociendo la naturaleza del


universo, mediante la alquimia transmuta lo inde-
seable en valioso y de este modo triunfa.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum

190
Alquimia

Antes de pretender ser un maestro de la alquimia pri-


mero debe estudiarse la naturaleza del universo físico —a
través de las Leyes universales—, para así poder estable-
cer la distinción entre las dos naturalezas: la original y la
manifiesta. Sin este debido discernimiento ni siquiera es
posible la comprensión de lo que significa transmutación.

Cuando estos dos, alma y espíritu, se hayan puesto


a tono, serán dignos de recibir al “alma suprema”.
El Zohar

La alquimia se consuma en la comunión del alma con


el Espíritu, a partir de esta unión aparece el “Alma supre-
ma”; conocida en la tradición alquimista rosacruz como
el Ánimo.

El que albergue en su corazón el amor a la Verdad


nunca morirá, porque ése ha bebido el agua de la
inmortalidad.
Evangelio del Buddha

El amor a la Verdad es el impulso fundamental hacia la


Conciencia del Ser, es la sed del Agua viva que conduce a
la trascendencia.

El elemento manifiesto de la Verdad es débil y des-


preciable, mientras que lo interno es lo sólido y
digno de aprecio. Manifiestos están los misterios
de la Verdad a manera de modelos e imágenes,
mientras que la cámara nupcial, que es el Santo
dentro del Santo, permanece oculta.
Evangelio de Felipe, Nag Hammadi

191
Alquimia

Lo manifiesto en nosotros es la personalidad, que por sí


misma es incapaz de algo trascendente. Solo en el “vacío”
interior, en la “cámara nupcial”, se revelan los misterios
de la Verdad.

Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; por-


que han llegado las bodas del Cordero, y su esposa
se ha preparado.
Bienaventurados los que son llamados a la cena de
las bodas del Cordero.
Apocalipsis 19: 7,9

En el plano externo, las bodas constituyen el “símbo-


lo” de lo que internamente acontece como “Unidad alma–
Espíritu”. Bienaventurados son los candidatos a tal reali-
zación.

El espíritu no se une al cuerpo hasta que el cuerpo


está perfectamente purgado y limpio de su inmun-
dicia y de sus máculas.
El cuerpo imperfecto, mediante el fermento, toma
un color firme y permanente, y este fermento es el
alma del cuerpo imperfecto: y el espíritu, por me-
dio del alma, se une con el cuerpo y se transforma
con él en el color del fermento, que se hace una
sola cosa con ellos.
Nicolás Flamel, El deseo deseado

Para que la personalidad, con toda la densidad de sus


cuerpos, se entregue a la sutileza del Espíritu, primero
debe ser digna de ello; el alma es el fermento que —cuan-
do se instauran las debidas condiciones— establece el vín-
culo entre lo corpóreo y lo incorpóreo; así se hace posible
que la personalidad se entregue incondicionalmente al
Ser.
192
Alquimia

La medicina es según como se haga. Se puede hacer


el mal a partir del bien y el bien a partir del mal.
Nadie puede acusar una cosa sin conocer la trans-
mutación. Lo que es veneno puede ser transforma-
do en no-veneno.
Paracelso, Las Siete Apologías

Tras la realización, por la alquimia, se adquiere la Con-


ciencia que permite ir más allá del bien y el mal. Así se
logra la maestría de la transmutación sobre todas las dua-
lidades.

Un médico debe ser astrónomo, también debe ser


cosmógrafo, también debe ser filósofo, también
debe ser artista; finalmente, el médico debe ser
alquimista.
Paracelso, Las Siete Apologías

El arte de la alquimia está en el centro de todos los


quehaceres humanos, es el hilo que los articula en un pro-
pósito común, es la Fuente de Conciencia donde todos
convergen en Unidad.

La temperatura del Fuego y de la Luz es el elemen-


to santo, o el movimiento en la Luz de la Unidad;
de esta región proceden los cuatro Elementos. El
Mercurio ígneo es un agua seca, que dio origen a
los metales y piedras, pero el Mercurio dividido
produjo el agua húmeda. Por la palabra Mercurio
se debe entender siempre, en el sentido espiritual,
la actuante, natural y emanada palabra de Dios.
Jacob Boehme, La Llave

La Fuente original es la Luz de la Unidad; el Mercurio


ígneo es el símbolo que emplearon los alquimistas para
193
Alquimia

referirse a la fuerza electromagnética de la propia Fuente


original, citada en La Biblia simbólicamente como la Pa-
labra de Dios.

Es el presagio del Sol, radiante de amor, quien con


sus rayos puros y ardientemente radiantes dará na-
cimiento al bienaventurado día que muchos cora-
zones piadosos buscan con anhelo.
Éste será el verdadero rubí real, un carbunclo de
noble resplandor, que es una perfecta medicina
para todos los cuerpos, que puede transformar me-
tales innobles en oro puro, y que es capaz de supri-
mir todas las enfermedades, los temores, miserias
y tribulaciones de los hombres.
Fama Fraternitatis de la orden Rosacruz

En este documento, la fraternidad original rosacruz re-


conoce al Sol como portador–ductor de esa Fuente origi-
nal, fundamental para la transmutación del plomo en oro
y para el alivio de todas las enfermedades —del cuerpo y
del alma—; energía fundamental para el proceso alquími-
co.

En relación con la impía producción de oro, muchos


poseídos degenerados han cometido grandes cana-
lladas, aprovechándose de la curiosidad y creduli-
dad de muchos. Incluso personas humildes piensan
que la transformación de los metales es la cumbre
y la coronación de la filosofía, y que aquél que sea
capaz de producir grandes cantidades de oro y de
pepitas de oro sería especialmente agradable ante
Dios.
Así atestiguamos aquí oficialmente que esto no
es correcto, siendo la producción de oro, para los
verdaderos filósofos, algo insignificante y de poca
importancia.
Fama Fraternitatis de la orden Rosacruz
194
Alquimia

Los alquimistas plantearon la transmutación del plo-


mo en oro como un símbolo, la búsqueda esencial estuvo
siempre dirigida a la transformación de la personalidad
—como consecuencia última—, inducida por la transfigura-
ción de los cuerpos superiores bajo el influjo de la radia-
ción electromagnética de la Fuente original .

Bajo el nombre de “alquimia” aparecen libros y


dibujos que son un insulto para la gloria de Dios.
Rogamos a todos los ilustrados que estén cuidado-
samente atentos ante libros de esta índole, pues el
enemigo nunca deja de sembrar su maleza, hasta
que alguien que sea más fuerte que él lo impida.
Fama Fraternitatis de la orden Rosacruz

La sabiduría universal siempre ha sido mancillada por


individuos o grupos que dan prioridad a intereses propios.
Los auténticos buscadores están obligados a distinguir los
documentos legítimos de los adulterados.

Sobre los impostores, en cuestión de transmuta-


ciones de metales, esto es lo que queremos decir:
no queremos menospreciar en absoluto este don
de Dios. No obstante, como este don no conlleva
el incesante conocimiento de la naturaleza y, sin
embargo, la filosofía sí enseña este conocimiento,
además de una infinidad de otros misterios de la
naturaleza, quedará claro que prefiramos las en-
señanzas de la filosofía y que estimulemos a los
espíritus más lúcidos y perspicaces a que estudien
con exactitud la naturaleza, en lugar de tintar me-
tales.
Confessio Fraternitatis de la orden Rosacruz

Este documento rosacruz deja abierta la posibilidad


de que algunos alquimistas lograran la trasmutación del
195
Alquimia

plomo en oro; no obstante, dan poca importancia a este


posible hecho y priorizan el estudio de la filosofía y la na-
turaleza (ciencia).

Cuanto más se una tu alma con aquello que Es, tan-


to más te convertirás en compasión absoluta.
H.P. Blavatsky, La Voz del Silencio

En la medida que el alma de un hombre se acerca al


Ser, sus virtudes relativas se van aproximando a lo legíti-
mo, a lo absoluto.

196
Vivir en el mundo sin ser del mundo

Vivir en el mundo sin ser del mundo

Una de las grandes bondades de la Sabiduría, vinculada


con la observación y la comprensión de las Leyes universa-
les, es que nos conduce a vivir conscientemente; porque
ofrece los elementos necesarios para salir de la incons-
ciencia y la ensoñación de la existencia —estado que se
provoca por la influencia hipnotizante de las sensaciones
con que se percibe la manifestación dialéctica—. Permite
recordar que los propósitos de la existencia carecen de
significado y que todo lo que se hace, a pesar de su escaso
sentido, debe realizarse sin imprimirle una carga de deseo
al resultado. Bajo estas condiciones se hace posible “vivir
en la existencia teniendo la conciencia de no pertenecer
a ella”.

Si un hombre, ante la certeza de la insustancialidad de


la naturaleza física de este mundo, transforma su actitud
y deja de “reaccionar” a todo lo acontecido, observará
que el direccionamiento de las circunstancias que le ro-
dean cambia favorablemente; sin embargo, el agrado por
esos cambios “externos” favorables bajo ningún motivo
debe convertirse en un nuevo propósito; porque el único y
legítimo propósito es “interno”.

La Sabiduría Universal muestra también que el hom-


bre —salvo situaciones muy escasas— es incapaz de actuar
por sí mismo, todo lo hace de manera condicionada como
una minúscula pieza articulada a un gigantesco mecanis-
mo del que difícilmente se sustrae; este gran mecanismo
es regulado y movido por las Leyes universales. Cuando
se comprende cómo es el operar de estas Leyes —y en
197
Vivir en el mundo sin ser del mundo

aceptación a la incapacidad para modificarlas— se mini-


miza la frustración que provoca el fracaso y la soberbia
emergida del éxito; porque ya se posee la conciencia de
que todo acontece “como debe suceder” y de forma in-
evitable. Solo un Hombre libre es capaz de salirse del gran
entramado de “causas y efectos, acciones y reacciones”,
porque vive en este mundo sin ser del mundo, conscien-
te de no pertenecer a él.

La vida de un hombre que conoce el operar de las Le-


yes universales es muy distinta a la de un hombre ordina-
rio. Los propósitos de una persona común se orientan a
mejorar su entorno natural, evitando dificultades y todo
tipo de incomodidades —consiguiéndolo de manera parcial
y temporal—; mientras que el Hombre libre, consciente de
la Ley, acepta dificultades e incomodidades —sin caer en
la indiferencia— porque su propósito inmediato es apren-
der de ellas. Este nuevo comportamiento no se mueve por
el descuido, ni por el deseo de alejarse de la vida, sino por
la comprensión y el reconocimiento de que nada puede
cambiar el curso de la Ley.

Esto no es fatalismo, porque se cuenta también con la


certeza de que en la Conciencia, en la libertad, se posee
la suficiente “templanza” para sustraerse de la influencia
psicológica y emocional que deriva de los cambios y del
operar de la Ley. La Sabiduría Universal es el único camino
para quien busca liberarse de la ensoñación en las formas
externas de la existencia.

El “Hombre libre” pocas veces es reconocido por el


hombre ordinario, porque su centro de gravedad es inter-
no mientras que externamente es igual al hombre ordina-
rio: atiende sus responsabilidades, produce, se relaciona,
disfruta en diversos momentos (sin necesidad de identifi-
carse), en fin; hace las mismas cosas pero sin apego. Ade-
198
Vivir en el mundo sin ser del mundo

más, goza de una libertad interior que le permite estar


en paz sin importar las circunstancias externas y no es
movido por las fluctuaciones de la existencia, a pesar de
vivir en ella.

Cuando se dan los primeros pasos hacia la Conciencia,


se experimenta cierta inseguridad en la medida que todos
los propósitos externos se desvanecen, hay quienes sien-
ten vértigo por la sensación que se experimenta al estar
en medio de dos mundos —el interno y el externo—; no
obstante, debe otorgarse toda la confianza a la presencia
interna. Una vez dado el salto, se vive en la amplitud de
la verdadera libertad, cuyo valor es incalculable. Y ante
la Conciencia libre, ya no es posible sentirse en casa vi-
viendo en la naturaleza cambiante de este mundo. “Vivir
en el mundo sin ser del mundo” es tanto como “vivir en la
personalidad sin ser la personalidad”.

La no identificación —que conlleva a la Conciencia de


sí mismo— es fundamental para la desvinculación de las
influencias de la existencia dialéctica; permite actuar
conscientemente aún en los momentos más complejos. Y
una vez que se goza de cierta libertad sobre las influen-
cias de este mundo, surge una profunda y reveladora pre-
gunta: ¿qué puede ofrecernos una existencia cambiante y
temporal, tras la Conciencia de que nuestro verdadero Ser
es absoluto y eterno?

Ante esta interrogante, solo hay un camino: la desarti-


culación de los hilos que nos mantienen identificados con
las formas de este mundo. La dicha de esta libertad será
como pasar por un puente sobre aguas turbulentas.

Para dar sustento a lo ya expuesto y con la intención


de profundizar más sobre este tema, atendamos algunas
199
Vivir en el mundo sin ser del mundo

citas extraídas de la fuentes filosóficas originales, las de


mayor trascendencia histórica y generemos una visión uni-
versal.

Tan pronto como visualice el Atma, ya no se senti-


rá inclinado hacia nada, ya no sentirá apegos. Allí
donde lo sorprenda la puesta del sol, se tenderá
a descansar. Se moverá entre los hombres de in-
cógnito, sin ser reconocido, sin buscar que se le
reconozca.
Upanishads

Solo por la Conciencia del Ser se hace posible vivir en


este mundo sin las inclinaciones naturales hacia las for-
mas pasajeras, considerando ridícula la autoafirmación;
porque este plano de vida no es el Origen y tampoco el
destino.

Los hombres que no eran capaces de reconocer la


realidad de los muchachos, por el ocultamiento de
maya, deseaban entrenarlos para hacerlos diestros
en las armas y enseñarles prácticas útiles para la
vida mundana. Pero los príncipes habían venido a
salvar al mundo del desastre y por eso tenían que
estar en el mundo, respetando sus reglas, en tanto
que sirvieran a su propósito. Los hombres no po-
dían entender sus actos por estar más allá del inte-
lecto o de la imaginación humanos.
Ramayana

El Ramayana nos dice que los nobles de la antigüedad


nacían en este mundo con un propósito claro y sin perder
la Conciencia de su Origen, que no es de este mundo.
Vivían entre hombres dormidos, pero sus actos poco se
comprendían porque ellos se mantenían despiertos.
200
Vivir en el mundo sin ser del mundo

Actualmente, esta sociedad dormida capacita a los


jóvenes para que todo su potencial humano coadyuve a
intereses estrictamente mundanos.

El hombre, aunque divino en parte, también ha


sido hecho mortal en parte, siendo colocado en un
cuerpo. Ahora bien, todas las cosas terrenales que
el hombre mantiene en su posesión para gratificar
sus deseos corporales son ajenas a toda esa parte
de su Naturaleza que es afín a Dios; y estas cosas es
correcto que se llamen posesiones por este motivo:
que no nacieron con nosotros. Todas esas cosas, por
consiguiente, son ajenas al hombre; sí, y también
al cuerpo debemos estimarlo ajeno.
Hermes Trismegisto, Corpus Herméticum.

Si toda la manifestación corpórea es ajena a nuestro


Ser, ¿qué podemos decir de las posesiones? Con la perso-
nalidad y con los bienes que la engrandecen —materiales
y no materiales— nos mantenemos deseando permanecer
en este mundo, pero no somos de aquí.

Vive en paz con la multitud, sin ser multitud.


Confucio

Las masas siempre se equivocan, se comportan de ma-


nera mecánica, ciega e inconsciente; aprendamos a fluir
en armonía con la multitud, sin imantarnos de su incons-
ciencia.

El sabio tiene la forma de un hombre pero no sus


sentimientos. Como tiene la forma de un hombre,
se junta con otros hombres. Como no tiene los sen-
timientos de un hombre, el bien y el mal no lo al-
201
Vivir en el mundo sin ser del mundo

canzan. Pequeño e insignificante, se queda con el


resto de los hombres. Inmenso y grandioso, perfec-
ciona su Cielo solo.
Chuang-Tzu

El Hombre libre comparte con el hombre natural lo


que es posible, para evitar cualquier rompimiento en la
relativa armonía; siempre y cuando se garantice la esta-
bilidad de su centro de gravedad interior y su vinculación
con el Ser.

¿Debo abandonar mi opulencia, mi casa, mis nego-


cios y, como tú, vagar sin hogar, a fin de alcanzar la
felicidad de una vida religiosa?
El Buddha dijo: La felicidad de la vida religiosa
puede alcanzarse por cualquiera que vaya por el
camino del noble óctuple sendero. El que se ape-
gue a la riqueza hará bien renunciando a ella antes
de permitir envenenar su corazón; pero el que no
es apegado a la opulencia y siendo rico se sirve de
sus riquezas con justicia, ese será una bendición
para los seres y sus hermanos.
En verdad te digo, sigue en tu condición de vida y
aplícate activamente a tus negocios. No son ni la
vida, ni la riqueza, ni el poder lo que hacen al hom-
bre esclavo, sino su apego a la vida, a la riqueza y
al poder.
Evangelio del Buddha

Para un “Hombre libre” las bondades y las riquezas de


este mundo no constituyen problema alguno, porque ya
trascendió la identificación y los apegos hacia las formas
manifiestas; su desapego brinda la lucidez necesaria para
poner orden a los intereses externos sin que cause estra-
gos a la estabilidad interna. En ese estado proyecta su
armonía hacia el exterior y se convierte en una bendición
para la humanidad.
202
Vivir en el mundo sin ser del mundo

La ley del Tathagata no exige al hombre vagar sin


hogar o renunciar al mundo, a menos que tenga vo-
cación para ello; la ley del Tathagata lo que exige a
todo hombre es que se libere de la ilusión del “yo”,
que purifique su corazón, que renuncie a la sed de
placeres y que lleve una vida recta.
Y que todo hombre en lo que haga, ya en el mundo
como artesano, mercader, soldado, rey, o ya reti-
rado del mundo y consagrado a la vida religiosa,
ponga todo su corazón en ello; que sea diligente
y enérgico; que se parezca al loto, que creciendo
en el agua, quede, sin embargo, sin tocar con ella.
Evangelio del Buddha

En su primera etapa, Buddha busca la liberación en


el ascetismo; y al toparse con un sinnúmero de límites,
decide abandonarlo. Posteriormente se encuentra con la
iluminación y en dicho estado nos invita a “vivir las expe-
riencias de este mundo sin identificarnos con ellas”, como
lo simboliza la flor del loto.

El hombre que sigue el excelente camino vive en el


mundo, y, sin embargo, su corazón no está mancha-
do por los deseos mundanos.
Evangelio del Buddha

Los verdaderos caminos hacia la libertad de la con-


ciencia fluyen por el mundo, pero deben recorrerse en el
más legítimo desarraigo.

Vivamos felices, sin odio para los que odian. Viva-


mos entre los que nos odian exentos de todo odio.
Vivamos exentos de males entre los enfermos. En-
tre los hombres enfermos permanezcamos exentos
de males.

203
Vivir en el mundo sin ser del mundo

Vivamos felices, pues, exentos de avaricia entre los


avaros. En medio de los codiciosos vivamos exentos
de codicia.
Evangelio del Buddha

Tal como lo expresa Confucio, Buddha también nos in-


vita a vivir con la multitud sin ser la multitud.

Los pitagóricos constituyeron una gran sociedad,


pero era una pequeña parte de la ciudad, que no
compartía políticamente los mismos hábitos y for-
ma de vida de ellos.
Vida Pitagórica, Jámblico

A nivel grupal, los pitagóricos “vivían en una sociedad


sin ser de esa sociedad”; sin sentido de pertenencia.

Replica Judas: De lo que tenemos aquí, ¿qué no nos


corresponde?
Contesta el Maestro: Ya les he dicho que ni sus hue-
sos, ni sus carnes, ni sus padres, ni sus hijos, ni lo
que han aprendido de sus antepasados les sirve, ni
les corresponde.
Evangelio de Judas

Aunado a nuestra manifestación corpórea, vivimos en


un mundo que tampoco nos corresponde.

Les he dicho que la fuerza que está depositada en


ustedes la he extraído de los doce salvadores que
están en el tesoro de la Luz. Y por eso les he dicho
desde el principio que ustedes no son de este mun-
do, ni yo tampoco lo soy.
Pistis Sophia I: 37,38

204
Vivir en el mundo sin ser del mundo

En el Evangelio de Valentín, Jesús de Nazaret confirma


que él no es de este mundo y nosotros tampoco.

Si el mundo los aborrece, sepan que a mí me ha


aborrecido antes que a ustedes.
Si fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo;
pero porque no son del mundo, antes yo los elegí
del mundo, por eso el mundo los aborrece.
Juan 15: 18,19

Cuando un Hombre, tras el encuentro con la ibertad,


descubre que no es de este mundo, se gana la animadver-
sión de quienes creen que son de aquí.

Ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que


tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborre-
ció, porque no son del mundo, como tampoco yo
soy del mundo. No ruego que los quites del mundo,
sino que los guardes del mal.
No son del mundo, como tampoco yo soy del mun-
do.
Juan 17: 13-16

En el evangelio de Juan, Jesús ratifica que ni él, ni


nosotros somos originarios de este mundo. Reitera que los
hombres dormidos, que creen ser de aquí, acumulan odio
hacia los Hombres libres.

Mi reino no es de este mundo.


Juan 18: 36

Queda claro que este mundo dialéctico no forma parte


del plano Original.
205
Vivir en el mundo sin ser del mundo

Aunque andamos en la carne, no militamos según


la carne; porque las armas de nuestra milicia no
son carnales.
Corintios II 10: 3,4

Aunque estemos manifestados en un cuerpo de carne,


nuestra conducción no debe girar alrededor de ella.

Nos atormentamos:
no es aquí nuestra casa de hombres…
allá donde están los sin cuerpo,
allá en su casa…
¡Solo un breve tiempo
y se ha de poner tierra de por medio de aquí a allá!
Vivimos en tierra prestada
aquí nosotros los hombres.
Nezahualcóyotl, Nos Atormentamos…

En este poema, Nezahualcóyotl dice que aquí no es


nuestra casa, y “tampoco la morada del más allá” (el pla-
no astral).

Deseas que te diga cómo abandonar tu propia vo-


luntad. Te puedo asegurar que solo hay un modo de
hacerlo: debes considerar seriamente que éste no
es tu verdadero país nativo; dado que el reino de
Cristo no es de este mundo, debes en consecuencia
hallarte en continua ascensión si es que deseas se-
guir a Cristo, aunque tu cuerpo deba habitar entre
las criaturas.
Jacob Boehme, Diálogos Místicos

Si comprendemos que este mundo no es nuestra Patria


original, la voluntad propia y el ego no tienen cabida.

206
Vivir en el mundo sin ser del mundo

Aprende a evitar todas las causas. A la ondulación


del efecto, lo mismo que a la gran oleada del agua-
je, la dejarás seguir su curso.
H.P. Blavatsky, La Voz del Silencio

Aprendamos a permitir que fluyan las ondulaciones de


este mundo cambiante —liberarse del operar de la ley—,
dejemos que todo pase, sin involucramiento.

Cuando algo tiene que ser soportado, aparece in-


mediatamente el poder de soportarlo firmemente.
Cuando algo penoso aparece nos es posible adoptar
una actitud tal, hacia esas experiencias, que más
bien nos colocan en situación de espectadores de
nuestras propias experiencias.
Rudolf Steiner, Guía para el conocimiento de sí mismo.

Si logramos asumir la actitud de espectadores ante


experiencias propias, recibiremos la Luz necesaria para
soportar lo insoportable, para transitar con ecuanimidad;
para vivir en el mundo sin ser del mundo.

Para cambiar la sociedad es necesario primero ale-


jarnos de ella. Debemos dejar de ser lo que la so-
ciedad es: codiciosa, ambiciosa, envidiosa, busca-
dora del poder, etc.
Krishnamurti, Comentarios sobre vida (tercera serie)

Para no ser de aquí, vivamos en el mundo sin ser lo


que la sociedad es. Esto es lo único que nos faculta para
transformar la conciencia de la sociedad.

¿No podemos vivir sin codicia entre la codicia, sa-


tisfechos con poco? ¿No podemos vivir con salud
entre lo malsano? El mundo no está apartado de
nosotros, somos el mundo; hemos hecho de él lo
207
Vivir en el mundo sin ser del mundo

que es. Ha adquirido su sentido mundano a causa


nuestra y para dejarlo debemos eliminar de noso-
tros ese sentido mundano. Solo entonces podremos
vivir con el mundo y no ser parte de él.
Krishnamurti, Informe auténtico de dieciséis conversaciones dadas en 1945 y 1946

Para ir más allá de las cualidades duales de la huma-


nidad es preciso trascender el sentido mundano; solo así
—como lo deja inscrito Krishnamurti— es posible vivir en
el mundo sin ser del mundo.

Debe existir una nueva sociedad, una nueva comu-


nidad de personas que, aunque vivan en el mundo,
no sean del mundo.
Conversaciones por krishnamurti en U.S.A.1996

Si la humanidad da un brinco verdaderamente evoluti-


vo, tendrá que ser en este sentido.

208
Referencias históricas
Los Upanishad son escrituras pertenecientes al “corpus” védi-
co que exponen la metafísica del no-dualismo, tratan acerca de la
naturaleza de Dios y el universo. La tradición dice que los Vedas no
fueron precisamente compuestos, sino que fueron revelados a los
Rishis o videntes védicos. Muchos eruditos consideran que son el
conjunto de escritos más antiguos de los que se tiene conocomiento.
Se distingue a los Upanishad del resto de los escritos porque se
consideran como las reflexiones místicas del significado más íntimo
de los Vedas, por ello son también conocidos como Vedanta, que
quiere decir “el fin o la culminación de los Vedas”. Dada su pro-
fundidad y elevado tono filosófico es que son la base de la religión
hidú y de disciplinas como el yoga y la meditación, que conducen
a estados contemplativos. De acuerdo a la tradición, existen más
de doscientos Upanishad, pero se consideran solo once como los
principales, debido a que estos son los comentados por Shankara, el
maestro y filósofo responsable de consolidar las bases de la escuela
de pensamiento no dualista Vedanta.

El Ramayana es una de las obras más importantes de la antigua


India, está compuesto por 24,000 versos, divididos en 7 volúmenes.
El término Ramayana significa “la gesta de Rama”, esta célebre epo-
peya figura como la obra más espléndida de la literatura hindú; se
atibuye al poeta Valmiki Prachetasa, aunque seguramente intervi-
nieron varios en su redacción y Valmiki fue quien escribió la versión
definitiva. A pesar de los múltiples elementos de carácter fantástico
que integran esta composición, se considera que tiene una base his-
tórica, los hechos relatados habrían ocurrido entre 2350 y 1950 a.C.,
según algunos investigadores, mientras que otros proponen fechas
más tardías.

Krishna. Un número de tradiciones y deidades regionales pueden


haberse fusionado en las historias y la persona de Krishna. Los mitos
y canciones acerca de Krishna aparecen en un gran número de textos
filosóficos, religiosos y poéticos. Estos incluyen el Mahabharata (que
contiene el Bhagavad Gita) y otros de desarrollos posteriores como
el Jarí vamsa parva (‘el capítulo [del Mahabharata] sobre la familia
de Jarí [Krishna]’). También el poema Gita govinda y el Bhagavata-
purana, que dedica miles de versos en describir la vida de Krishna.
Según la tradición hindú,basada en cálculos astrológicos, Krish-
na nació en el Rohini nakshatra, a la medianoche del octavo día
después de la luna nueva del mes de Sravana (bhadrapada).Pero
no se sabe en qué año. Varios astrólogos hindúes, con la ayuda de
software especializado en astrología, han propuesto varias fechas:
•5,561 a.C.: según P.V.Vartak.
•3,228 a.C., 21 de julio: según Arun K. Bansal.
•3,228 a.C.: según Swami Prakashanand Saraswati.
•3,067 a.C.: según B. N. Narahari Achar.

Hermes Trismegisto o Mercurio Trismegisto, tres megas, esto es,


“Tres Veces Gran Hermes”, era también identificado como Toth en-
tre los egipcios.
Ese personaje fabuloso, que los egipcios y los griegos considera-
ban como el padre de todas las ciencias, era el legislador, el mago y
el benefactor de Egipto y vivió en el siglo XX a.C.
No se puede precisar realmente la localización de Hermes en el
tiempo y en el espacio. Según la cronología egipcia de Maneton, su
época se denomina “reino de los dioses”. Por ese entonces no había
aún ni papiro ni grafía fonética pero sí, apenas, la ideografía sagrada
grabada por los sacerdotes en jeroglíficos en las columnas y paredes
de los Templos.
Los griegos, discípulos de los egipcios, lo llamaban Hermes Tris-
megistus o Trinidad Suprema; lo consideraron como un legendario y
fabuloso legislador egipcio, sacerdote y filósofo; lo ubicaron en el
reinado de Ninus, alrededor de 2,270 años a.C.
Hermes Trismegisto era el nombre que los griegos daban al dios
egipcio (Hermes Toth). En el culto egipcio de Osiris, Toth era el gran
consejero; que presidía las ciencias y se le atribuían la totalidad de
un conjunto de obras que contenían prácticamente todo el saber del
antiguo Egipto.
Diódolo Sículo lo describe como secretario de Osiris y Cumberland
llegó a decir que ese personaje era el propio Osiris. Sin duda existe
mucha confusión entre los mitologistas respecto a este personaje.
Dicen que Hermes Trismegisto escribió más de treinta libros sobre
teología y filosofía, y seis sobre medicina. Parece que todos des-
aparecieron, probablemente en las invasiones y guerras que Egipto
sufrió a lo largo de su historia. Los egipcios atribuían a Hermes cua-
renta y dos libros sobre ciencias ocultas.
El hermetismo, que continúa siendo un punto de referencia para
las ciencias esotéricas contemporáneas, se desarrolló a partir de la
Edad Media como una doctrina filosófica estrechamente ligada a la
Alquimia.
Hermes es considerado el padre fundador de la alquimia y de
donde surgieron las ciencias herméticas que originaron, en la Maso-
nería, los ritos y grados herméticos. La influencia del hermetismo en
la elaboración del ritual de la Masonería fue importante, ya que en
los primeros tiempos del cristianismo Hermes era considerado como
padre de la inteligencia humana, citado inclusive, en las herencias
documentales de la fase operativa de la Orden.
En todos los registros y manuscritos antiguos que contienen leyen-
das de la fraternidad, se hacía mención a Hermes Trismegistos como
fundador de la Masonería. Así el Manuscrito de la Gran Logia de los
Operativos, que data de 1632, afirma que “el grandioso Hermarino,
que fue hijo de Cuby, hijo de Sem y nieto de Noé, fue identificado
posteriormente como Hermes, padre de la sabiduría”.
Es en el asiglo XII cuando surge en toda Europa Occidental, a
través de las cruzadas y de los contactos con el mundo islámico,
una serie de textos herméticos traducidos del árabe al latín. El más
conocido de todos esos textos es la Tabla Esmeraldina, así denomi-
nada porque fue grabada en una piedra verde. Ésta es la “biblia de
los alquimistas”.

El Zohar. Es una fuente de gran sabiduría espiritual que le fue re-


velada a Moisés como el “decodificador” de La Biblia. Fue transmiti-
da como tradición oral hasta que se puso por escrito como un texto
sagrado que permaneció oculto durante miles de años. El Zóhar y la
Kabbalah han tenido una profunda influencia en todas las disciplinas
más relevantes, desde la literatura y el arte hasta la medicina y la
ciencia.

Lao Tse. Según algunos, Lao Tse nació en el año 604 a.C. Según
otros, vino al mundo en el año 729 a. C. La fecha del año 604 a.C. se
confirma como la más razonable si tomamos como referencia a Con-
fucio y el primer encuentro que se produjo entre ambos filósofos.
Lao Tse no es un nombre propio, sino un sobrenombre que signi-
fica “Viejo Sabio”. Su nombre completo y verdadero era Li po yang.
Lao Tse nació en Khio-gin en el reino de Tsou.
Según unos, era censor en la corte de la dinastía Chu; según otros
era archivero. En cualquier caso, después de un largo tiempo dedi-
cado a los menesteres palaciegos, Lao Tse decidió no solo abandonar
aquel estado, sino el territorio de la inmensa China, es decir, el
Imperio.
Pero antes de cruzar la frontera decidió dejar escrita su obra,
condensada en el Tao Te King.

Confucio. Filósofo, teórico social y fundador de un sistema éti-


co -más que religioso- que ha llegado hasta nuestros días. Kung-tse
(Confucio, para occidente) vivió en la China feudal hace 2,500 años,
entre el 551 y el 479 a. C. Sus orígenes eran muy humildes, pero des-
de joven mostró una gran inclinación por los libros antiguos y, con el
tiempo, desempeñó una alta posición como funcionario del estado
de Lu, en la actual provincia de Shang-Tung.
Chuang Tzu (350-275 a.C.) nació en el estado Chu, en la actual
China central, y es, incuestionablemente, el segundo maestro del
taoísmo.
Chuang Tzu es posterior a Lao Tse, lo que le permitió exaltar la
labor de éste y desarrollarla y ampliarla. Lo hizo básicamente me-
diante un libro que lleva el nombre del propio filósofo y que está
escrito en prosa. Chuang Tzu está considerado como el gran genio
impulsor de las letras chinas.
Según se cuenta, Chuang Tzu llevó una vida de ermitaño, pese a
que tuvo muy buenas oportunidades para destacar. Una de ellas se
produjo cuando el rey Ch’u le ofreció el puesto de primer ministro, y
no solo rechazó la oferta, sino que luego ridiculizó a los dos enviados
y el pomposo ceremonial con el que se habían dirigido a él.
En su obra, Chuang Tzu dedica muchas páginas a comentar el con-
fucianismo, que, bajo el punto de vista del taoísmo, era una escuela
rival muy digna. Sin embargo, se empeñó Chuang Tzu en demostrar
que Confucio había sido un admirador e incluso discípulo sumiso de
las doctrinas taoístas. Aún así, las posturas del confucianismo y del
taoísmo eran irreconciliables: para el primero, la base era buscar un
humanismo perfecto; para el segundo, la perfección
no es posible en lo humano, la perfección solo puede encontrarse
en el Tao.

Sosan (murió en el 606 d.C., de pie, bajo un árbol, en la postura


de kin hin) es el tercer patriarca zen. No se sabe mucho sobre él;
así es como debe ser, porque la historia solo registra la violencia. No
registra el silencio; no puede.
Sosan fue durante toda su vida un monje errante. Nunca se quedó
en ningún sitio; siempre de paso, yendo, moviéndose. Era un río;
no era un estanque, no era estático. Era un constante movimiento.
Una vez que su iluminación fue un hecho reconocido, Sosan continuó
en su antiguo estilo de vida de vagar mendicante. Y nada en él era
especial. Era un hombre ordinario, un hombre del Tao.
El zen es un cruce entre el pensamiento de Buda y el de Lao Tse.
Es un gran encuentro, el mayor que jamás haya tenido lugar. Y Sosan
estaba ahí justo al comienzo, junto a la fuente original, cuando el
zen salía del útero.

Siddhārtha Gautama, Buddha, nació hacia el año 560 a.C., en


Kapilavasthu (en la antigua India, hoy Nepal), príncipe heredero del
clan de los Shakyas, de donde derivaría su apelativo Shakyamuni
(sabio de los Shakyas). Tras haber llevado una vida llena de lujos y
placeres, privado del contacto con las cosas tristes de la vida, se
encontró en tres paseos sucesivos, por los límites de los jardines
reales, con escenas por él desconocidas hasta entonces, las que re-
percutieron profundamente en su interior: un anciano, un enfermo
débil y delgado y un muerto llevado por sus parientes. Sabiendo
que su linaje no lo aislaba de esos infortunios (vejez, enfermedad,
muerte), se dio cuenta de la inutilidad de gastar la vida en lujos y
placeres y deseó encontrar un medio para liberarse de tales tribula-
ciones. Así abandonó sus riquezas y su futuro trono y partió en busca
del remedio para la enfermedad, la vejez y la muerte. Siddhārtha
Gautama murió alrededor del año 486 a. C., a los 80 años de edad.

Popol Vuh. Las antiguas “Historias del Quiché”. Es el libro sagra-


do de los quichés que habitaban en la zona de Guatemala. Se expli-
caba en él el origen del mundo y de los mayas. También se relataba
la historia de todos los soberanos.
Es esencialmente una descripción del conjunto de tradiciones
mayas de quienes habitaban la región guatemalteca. No se conoce
el nombre del autor pero, por datos sacados del contenido de la
obra, se supone que ha sido escrito hacia 1544. Fue escrito origi-
nalmente en piel de venado, posteriormente transcrito en 1542 al
latín por Fray Alonso del Portillo de Noreña. La versión española fue
realizada sobre este último texto en el siglo XVIII (1701) por el fraile
dominico Francisco Ximénez.
El significado de los términos que conforman el nombre es:
Popol: Palabra maya que significa reunión, comunidad, casa co-
mún, junta.
Vuh: Libro, papel, árbol de cuya corteza se hacía el papel.
Para los quichés de Guatemala, hombres del bosque o de los ma-
gueyes, el Popol Vuh es su Biblia.

Filósofos griegos
•Pitágoras. Si bien no son muchos los datos históricos que se co-
nocen de la vida personal de Pitágoras, se puede citar lo siguiente:
Nació hacia el año 578 a.C. en Samos (rival comercial de Mileto).
Fué expulsado hacia occidente por cuestiones políticas, abandonan-
do su patria para escapar de la tiranía de Polícrates (538 a.C.), re-
fugiándose en la Magna Grecia (sur de Italia), específicamente en
Crotona.
Fue en Crotona donde fundó en 532-520, más o menos, una es-
pecie de comunidad de carácter filosófico–religioso, misma que se
difundió en numerosas filiales esparcidas por Tarento, Metaponto,
Sibares, Regnum, Siracusa, etc.
Estableció su hogar en Crotona, donde sus opiniones políticas do-
minaron en la ciudad.
Fue desterrado por el partido adversario, exactamente por Cylon.
Murió en Metaponto en 495, a.C. teniendo cerca de 83 años.

•Heráclito de Éfeso (544-484 a.C. aprox.) Para Heráclito, no solo


las cosas individuales salen del fuego y vuelven a él, sino que el
mundo entero perece en el fuego para luego renacer. He aquí la
imagen del “ciclo cósmico” la que ya fuera apuntada por Anaximan-
dro, ésto es, la antigua idea griega del “eterno retorno” que volverá
a aparecer con Platón.
Pero el aporte más trascendente de Heráclito está en sus ideas
respecto a la contradicción y el Lógos. Todo está en constante movi-
miento porque el mundo fluye permanentemente.

•Parménides. Nació en Elea, hacia el 540 antes de Cristo aproxi-


madamente, donde residió hasta su muerte en el año 470 a.C. Se
dice que fue pitagórico y que abandonó dicha escuela para fundar
la suya propia.

•Sófocles. Nace en Colona, hoy parte de Atenas, actual Grecia,


495 a.C.; muere en Atenas, 406 a.C. Poeta trágico griego.

•Herodoto. Historiador griego nacido en Halicarnaso poco antes


de la expedición de Jerjes contra Grecia (480 a.C.). Con motivo
de la revuelta Herodoto hubo de abandonar su patria y dirigirse a
Samos, donde pudo tener un contacto más estrecho con el mundo
cultural jonio.

•Sócrates. Nació en Atenas en el año 470 a. C. de una familia,


al parecer, de clase media. Su padre era escultor y su madre coma-
drona, lo que ha dado lugar a alguna comparación entre el oficio
de su madre y la actividad filosófica de Sócrates. Los primeros años
de la vida de Sócrates coinciden con el periodo de esplendor de la
sofística en Atenas.

•Arístocles de Atenas, apodado Platón (Πλάτων, «el de anchas


espaldas»), nace, probablemente, en el año 428-427 a.C. en Atenas,
o quizás en Aegina. Pertenecía a una familia noble. Platón tuvo una
educación esmerada en todos los ámbitos del conocimiento. A los
veinte años (407) tiene lugar el encuentro con Sócrates: aconteci-
miento decisivo para Platón. Sócrates contaba entonces con 63 años
y se convertirá en su único maestro hasta su muerte.
•Aristóteles. Nació en el año 384 a.C. en una pequeña localidad
macedonia, cercana al monte Athos, llamada Estagira. Su padre,
Nicómaco, era médico de la corte de Amintas III, padre de Filipo
y, por tanto, abuelo de Alejandro Magno. Aristóteles fue iniciado
de niño en los secretos de la medicina y de ahí le vino su afición a
la investigación experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de
padre y madre, en plena adolescencia, fue adoptado por Proxeno,
a quien pudo mostrar años después su gratitud adoptando a un hijo
suyo llamado Nicanor.

•Horacio. Poeta lírico y satírico romano, autor de obras maestras


de la edad de oro de la literatura latina. Quinto Horacio Flaco nació
en diciembre del año 65 a.C., hijo de un liberto, en Venusia (hoy
Venosa Apulia, Italia). Estudió en Roma y Atenas filosofía griega y
poesía en la Academia. Horacio murió en Roma el 27 de noviembre
del año 8 a.C.

•Plutarco. Procedente de la hoy desaparecida Queronea, en la


actual Grecia, fue un historiador, biógrafo y ensayista griego que
vivió entre el 46 y el 120 d.C.

•Epícteto, en griego: Επίκτητος (Hierápolis, 55 – Nicópolis, 135).


Fundó su escuela en Nicópolis, a la que se dedicó plenamente, pues
él, a imitación de Sócrates, uno de sus modelos, no escribió nada.
Las enseñanzas de Epícteto tenían su base en las obras de los anti-
guos estoicos; se sabe que se aplicó a las tres ramas de la filosofía en
la tradición de la Stoa, lógica, física y ética. Sin embargo, los textos
que se conservan tratan casi exclusivamente de ética. Según ellos,
el papel del filósofo y maestro estoico consistiría en vivir y predicar
la vida contemplativa.

Cristianismo
•Evangelio de los esenios. Fue necesario el “accidental” hallaz-
go hecho en el interior de una gruta, en el año 1947, por un joven
beduino, Mohamed el lobo, quien encontró las jarras de greda con
rollos de lino recubierto de alquitrán o cera con escritos en perga-
mino y láminas de cobre de más de 2,000 años de antigüedad, para
que los esenios fueran nombrados en el mundo moderno.
El evangelio de los esenios, que es una traducción directa del
arameo de los evangelios conservados en el Vaticano, en los que la
Madre y el Padre ocupan un lugar primordial en contraposición a la
versión patriarcal de otros evangelios, es una auténtica doctrina y
enseñanzas espirituales de la escuela de los esenios.
Se dice que casi todos los principales fundadores, de lo que luego
se denominó la cristiandad, fueron esenios: Santa Ana, José y María,
Juan el Bautista, Jesús, Juan el Evangelista, etc.
Los Pitagóricos y Estoicos en Grecia siguieron los principios ese-
nios; sus enseñanzas están presentes en los elementos de la cultura
Adónica de los Fenicios, en los de la escuela de Alejandría que con-
tribuyeron a cimentar la cultura de Occidente con el Gnosticismo, la
cristiandad, la kabbalah, la Francmasonería y una pléyade de movi-
mientos renovadores posteriores que actuaron secretamente debido
a las persecuciones a que fueron sometidos.
En 1928 Edmond Bordeaux Szekely (filólogo y lingüista, Ph. D. de
la Universidad de París) publicó la primera traducción del Arameo al
Francés, del primer tomo del “Evangelio Esenio de la Paz”.
Las ediciones del material esenio precedieron a los escritos en-
contrados en las cuevas del Mar Muerto en 1947.

•Evangelios Gnósticos de Nah Hammadi. Los evangelios cono-


cidos como apócrifos, comprenden alrededor de 50 textos, escritos
algunos en arameo, otros en copto, en griego antiguo, etc.
En 1945 fueron descubiertos por campesinos Egipcios los papiros
de Nag Hammadi, que recopilaban una serie de textos originales, en
una forma muy parecida a los cuatro evangelios reconocidos por el
cristianismo ortodoxo, con clara expresión del cristianismo gnósti-
co esencial, prístino, original. Estos evangelios fueron desdeñados
por el catolicismo con el nombre de apócrifos (por considerar que
“se apartan de la verdad”, al menos la pretendida), considerados
actualmente “Evangelios apócrifos gnósticos”, entre los que se en-
cuentran el Evangelio de Tomás, el Evangelio de Felipe, de María
Magdalena, el evangelio apócrifo de Juan, el de San Valentín; y para
asombro de los intelectualoides de la Era del Kaly Yuga, en pleno
2006, el evangelio de Judas.

•Evangelio Según Judas. El papiro con el Evangelio según Judas,


de 26 páginas, fue hallado cerca de la localidad de Beni Masar, en
Egipto, en 1978. En 2000, la Fundación Mecenas de Arte Antiguo
de Basilea (Suiza) se hizo con el documento e inició los trabajos de
traducción. Los expertos consideran que se trata de una copia de
un texto aún más antiguo, en el que Judas aparece retratado como
una figura benévola que trata de ayudar a Jesús a salvar a la raza
humana.
La autentificación del documento se ha llevado a cabo utilizando
numerosas técnicas, como la prueba del carbono 14, el análisis de
tinta, la imagen multiespectral, así como los índices paleográficos
e históricos.

•La Pistis Sophia es una traducción de una colección especial de


manuscritos Gnósticos Coptos de 2,000 años de antigüedad, deriva-
dos de Códices Egipcios-Coptos Cristianos. En el periodo histórico
posterior en que la iglesia temprana fuera establecida como la “reli-
gión oficial” del Imperio Romano (325 d.C.), la literatura de la Pistis
Sophia fue retirada.
El término “Pistis Sophia” corresponde en Griego a las palabras
“Fe-Sabiduría” y representa la enseñanza que fue dada a los discí-
pulos de Cristo-Jesús después de su resurrección. No son enseñanzas
reveladas tan solo a los discípulos de Jesús, sino también a sus discí-
pulas, incluidas María Magdalena, Martha y Salomé.
Los manuscritos de la Pistis Sophia datan del 150-300 d.C. Sin em-
bargo, esta extensiva y expansiva enseñanza se dice que fue dada
hasta los 11 años posteriores a la resurrección.

•La Biblia. No es un solo libro, es una colección de antiguos tex-


tos compuesta por diversos libros separados, escritos a lo largo de
aproximadamente 1,600 años. El Antiguo Testamento contiene 30
libros escritos aproximadamente entre el 1500 y el 400 a.C., y el
Nuevo testamento contiene 27 libros escritos aproximadamente en-
tre el 40 y el 90 d.C. El Antiguo Testamento original fue escrito prin-
cipalmente en hebreo, con algo de arameo, mientras que el Nuevo
Testamento original fue escrito en griego común.
Comenzando ya desde el 250 a.C., La Biblia hebrea fue traducida
al griego por expertos judíos en Alejandría, Egipto. Esta traducción
fue conocida como la “Septuaginta”.
Comenzando cerca del 40 d.C, y continuando hasta cerca del 90
d.C., los testigos oculares de la vida de Jesús, incluyendo Mateo,
Marcos, Lucas, Juan, Pablo, Santiago, Pedro y Judas, escribieron los
Evangelios, cartas y libros que se convirtieron en el Nuevo Testa-
mento de La Biblia. Durante los años 200 d.C., los escritos originales
fueron traducidos del griego al latín, cóptico (Egipto) y sirio (Siria),
y ampliamente diseminados como “escrituras inspiradas” a través
del Imperio Romano (y más allá). En el año 397 d.C., los actuales
27 libros del Nuevo Testamento fueron formalmente y finalmente
confirmados y “canonizados” en el Sínodo de Cartago.

Islam
•Ibn Arabi. Es todo un referente del misticismo neoplatónico mu-
sulmán, nacido en 1165 en la ciudad de Murcia, Mohidin.
Con la comodidad que supone proceder de una familia distingui-
da, pronto sale de Murcia para pasar su juventud en Sevilla. Pasa
unos años en los que la ligereza y la disipación toman las riendas de
su vida, hasta que irrumpe en él una atracción irrefrenable por la
mística y la filosofía sufi. Decide entonces embarcarse en un viaje
que le llevará a recorrer los reinos bajo dominio árabe en el interior
de la península, pasando después al norte de África: Marruecos, Tú-
nez y Egipto, para llegar finalmente a Oriente, donde pasará el resto
de su vida, muriendo en Damasco cuando contaba con ochenta años
de edad. Durante su estancia en la Meca, a los treinta y nueve años,
él mismo relata que recibió la iluminación de Allah.
La fecundidad literaria de Ibn Arabi es impresionante, siéndole
atribuidas más de cuatrocientas obras en prosa y verso que abarcan
las más diversas temáticas: filosofía, mística, poesía, teología...Evi-
dentemente su fuente principal es el Corán.
En cuanto su epistemología, Ibn Arabi sostiene que el conocimien-
to del mundo presente a través de los sentidos no es el conocimiento
verdadero, sino el camino hacia el Conocimiento.

•Mevlana Jalal’uddin Rumi (1207-1273) nació en Balk (lo que se


conoce hoy como el norte de Afganistán), hijo de un gran maestro
sufi de la época, Baha Veled. Fue criado dentro del mundo místico
desde muy pequeño: debió compenetrarse con la lectura del Corán,
su interpretación y exégesis (interpretación crítica), la jurispruden-
cia Islámica y los hadith (los dichos y actos del profeta Mahoma), los
que llegó a manejar a la perfección. A la edad de 10 años debió emi-
grar, debido a que el pueblo Mongol estaba invadiendo cruelmente
esa zona. Él y su familia emprendieron un largo viaje, pasando por
La Meca y Damasco, arribando finalmente luego de 12 años al estado
de Anatolia (Turquía); durante el viaje, Rumi conoció a muchos y
notables maestros del sufismo. Luego de la muerte de su padre en
1231, se convirtió en su sucesor y tuvo diversos ilustres e ilumina-
dos maestros, que fueron sus tutores y guías. Pero no fue hasta su
encuentro con el gran maestro Shams i Tabriz, que Rumi despertó al
máximo su potencial. Shams es un espejo para Rumi, y en su compa-
ñía Jalal’uddin Rumi hace realidad la Verdad de su Ser.
Son sus discípulos o amigos los que transcriben sus recitaciones
y así será el caso de todas sus obras. Años más tarde, Husamedin
Chelebi -seguidor y amigo de Mevlana- se ofrecerá para transcribir
el Masnavi, que es una de las obras principales y más extensas de
Rumi. Es seguro que quien abra su corazón a Rumi comprenderá en
mayor profundidad el místicismo Islámico (Sufismo).

Nezahualcóyotl (1402-1472), gobernante y poeta del México


antiguo. Desde los últimos años del mundo indígena hasta nuestro
tiempo, el rey poeta de Tezcoco ha sido una figura legendaria, de
multiple fama. Y sin embargo, se le conocía más por sus anécdotas y
por cierto vago prestigio, que por los hechos de su vida y, hasta hace
pocos años, se ignoraban sus verdaderos poemas o cantos.
En Nezahualcóyotl se unían de manera excepcional las aptitudes
a menudo irreconciliables del guerrero, el gobernante, el construc-
tor, el sabio en las cosas divinas y el poeta. Pero, además, él fue un
hombre que trascendió a su tiempo, por las indagaciones espiritua-
les que formuló y por la organización administrativa y la estructura
legal que dio a la vida de su pueblo y, singularmente, por las insti-
tuciones culturales que estableció, como fueron los archivos de los
libros pintados, las escuelas y consejos superiores, las academias de
sabios y poetas, las colecciones de flora y fauna, y aun por el cui-
dado de la lengua que distinguía a sus dominios. Dentro del mundo
nahua del siglo anterior a la conquista, él representa una tradición
moral y espiritual, la herencia tolteca de Quetzalcóatl, que intentó
oponerse a la concepción místico-guerrera de los aztecas.

Alquimistas
•Nicolas Flamel (Pontoise, 1330 – París, 1413). Fue un burgués
parisino del siglo XIV, escribano público, copista y librero jurado;
aunque sin duda un personaje histórico, su vida está ligada con le-
yendas, que lo reputan como alquimista de suficiente habilidad para
ejecutar las dos obras más complejas del arte alquímico: la trans-
mutación de los metales en oro gracias a la elaboración de la piedra
filosofal, y la inmortalidad.

•Paracelso. Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus Paracel-


sus es el nombre latino adoptado por el astrólogo, médico, mago,
alquimista y filósofo alemán Theophrast Bombast von Hohenhein.
Nació en Einsiedeln en 1493 y murió a los 48 años, en 1541, en Salz-
burgo.
Comenzó trabajando como cirujano militar, así hizo sus primeros
viajes a Oriente, Escandinavia…, estos viajes le sirvieron para reco-
pilar conocimientos.
En 1527 se instaló en Basilea, allí fue reconocido por sus sor-
prendentes curaciones, devolvió la vida a un amigo de Erasmo de
Róterdam. Gracias a su fama fue nombrado profesor de la escuela
de medicina, dejaba entrar a sus clase a los barberos cirujanos, les
hablaba en alemán y no en latín(lengua de los cultos), quería que los
conocimientos médicos fueran para el pueblo y no para unos cuantos
privilegiados. Escribió más de 14 volúmenes de medicina, naturismo
y filosofía y otros tantos de teología.
Descubrió la homeopatía, si un veneno se aplicaba en pequeñas
dosis surgiría de él su naturaleza oculta beneficiosa: “lo símil se cura
con lo símil”.
Paracelso tenía su propio concepto de la sanación, basado en el
tratamiento de las enfermedades con sustancias minerales trans-
formadas alquímicamente, consistente en el reconocimiento de la
íntima unión de los tres elementos que conforman la totalidad del
hombre: espíritu, alma y cuerpo.
Él mismo dice: “la alquimia no tiene por objeto exclusivo la ob-
tención de la piedra filosofal, la finalidad de la ciencia hermética
es producir sustancias soberanas y emplearlas en la curación de las
enfermedades”.
Según Paracelso, el verdadero médico es ordenado por Dios.

•Jacob Boehme (1575–1624). El “Teósofo Alemán”, cuya vida


creativa abarcó el periodo Rosacruciano, nació en un poblado de la
Antigua Seidenburg y se trasladó a la Lusatia Superior en las cerca-
nías de Bohemia en las últimas décadas del siglo XVI. Fue un místico
cuyo discernimiento contribuyó mucho para establecer una inter-
pretación espiritual de la alquimia. Aunque haya sido un zapatero
sin instrucción, Boehme poseía un alto grado de percepción mística
de los mundos espirituales y para expresar sus experiencias inte-
riores decidió revestirlas de términos alquímicos. Boehme tuvo una
profunda influencia sobre las ideas teológicas y esotéricas, particu-
larmente entre finales del siglo XVII e inicio del siglo XVIII; con todo,
su sistema esotérico-filosófico de la teología continúa inspirando a
muchos en los días actuales.

•Fama Fraternitatis. De este libro proceden las primeras referen-


cias históricas a la Orden de la Rosa Cruz, obra esotérica publicada
en Kassel, Alemania, en el año 1614, de autor anónimo y descono-
cido, que ha sido sin embargo atribuida por varios autores a Johann
Valentin Andreae (1586-1654), sin que exista no obstante ninguna
prueba formal que apoye esta tesis. Según lo relatado en la Fama,
la Orden Rosacruz tendría sus orígenes en Christian Rosenkreuz, per-
sonaje legendario nacido en 1378 en Alemania. A partir de 1393 este
místico alemán iniciaría un periplo iniciático que le llevaría a visitar
varios países lejanos como Damasco, Palestina, Tierra Santa, Egipto
y Marruecos entre otros, donde estudió durante años con maestros
de las ciencias ocultas.
Según la Fama, a su retorno a Alemania en el año 1407, fundó la
Orden Rosa-Cruz, que estaría constituida por un pequeño grupo de
no más de ocho personas, y de quienes esta obra da sus nombres
y funciones en el seno de la Orden. Cuando Christian Rosenkreuz
murió en 1484, la Orden se extinguió y la localización de su tumba
permaneció desconocida hasta que en el año 1604 fue redescubier-
ta, y como consecuencia la Orden Rosacruz «renacida».
Otros dos documentos importantes en relación a la fundación de
la Orden Rosacruz fueron la Confessio Fraternitatis publicada tam-
bién en Kassel en (1615), anónima pero atribuida de igual forma a
Andreae y Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreuz publicada
en 1616 y atribuida por otros a Francis Bacon. La Confessio Fraterni-
tatis está indiscutiblemente ligada a la Fama, ya que podría afirmar-
se que es una continuación de la misma. Con respecto a las Bodas
Químicas, explica con un lenguaje simbólico y alquímico el proceso
místico de Christian Rosenkreuz.

Teosofía
•Helena Petrovna Blavatsky. Nació el 30 de julio de 1831 en Ye-
katerinoslav, Dnipropetrovs’k (Ucrania). Durante mucho tiempo via-
jó por Europa, Asia y Estados Unidos. Afirmó que había estudiado
durante siete años con los mahatmas hindúes durante su estancia en
Oriente. En 1873 viajó a Nueva York y en solo dos años se convirtió
en la principal fundadora de la Sociedad Teosófica, un activo grupo
internacional. Con la nacionalidad estadounidense se estableció en
la India en 1878. Entre sus obras destacan: La Voz del Silencio, Na-
rraciones Ocultistas, El país de las Montañas Azules, La Clave de la
Teosofía, Isis sin Velo, la Doctrina Secreta, el Glosario Teosófico y
cientos de artículos publicados en numerosas revistas del mundo.
Falleció el 8 de mayo de 1891.

•Rudolf Steiner. Nació en Krakjevec (Hungría-Croacia) el 27 de


febrero de 1861. Hijo de un empleado ferroviario, pasó su niñez
en Neudörfl, un apartado y encantador pueblito austríaco. Cursó
estudios en Wiener Neustadt, en la Technische Hochschule de Viena
y finalmente en la Universidad de Rostock (doctorado en Filosofía).
Cultivó especialmente ciencias y matemáticas, y la lectura de
filósofos como Kant, Fichte, Schelling y Hegel; su temprana preocu-
pación por Goethe hizo que se le encomendara la edición comenta-
da de la obra científica de este autor. La notable introducción que
escribió para los primeros volúmenes hizo que fuera contratado por
los Archivos Goethe y Schiller de Weimar, donde se radicó durante
varios años y terminó su edición de la obra goethiana.
Desde niño había tenido un conocimiento intuitivo y clarividente
de los aspectos ocultos de la naturaleza y el hombre, y paulatina-
mente logró desarrollar una clarividencia consciente que le permitió
acceso a planos más elevados. Fue gestando así su doctrina antro-
posófica o Ciencia Espiritual que pretende alcanzar el conocimiento
del hombre, del mundo suprasensible y de las fuerzas espirituales.
Hacia 1901 se lanzó abiertamente a la enseñanza de la Ciencia
Espiritual, habiendo aceptado el cargo de Secretario General de la
Sección Alemana de la Sociedad Teosófica en 1902.

•Krishnamurti. Nació en la India en 1895 y murió en 1986. A los


13 años lo tomó bajo su protección la Sociedad Teosófica, que lo
consideraba a él como el vehículo para el “instructor del mundo”,
cuyo advenimiento habían estado proclamando. Krishnamurti emer-
gió como un maestro inflexible e inclasificable.
Sus pláticas y escritos no tenían conexión con ninguna religión
específica y no pertenecían ni a Occidente ni a Oriente, sino que
eran para todo el mundo.
Repudiando firmemente la imagen mesiánica, en 1929 disuelve
de forma tajante la vasta y caudalosa organización que se había
construido en torno a él y declaró que la Verdad era una tierra sin
senderos a la que resulta imposible aproximarse mediante alguna
religión filosófica o secta convencional.
Por el resto de su vida rechazó insistentemente la condición de
gurú que otros trataban de imponerle y negó él mismo su autoridad;
no quizo discípulos y habló siempre como un individuo habla a otro.
El núcleo de sus enseñanzas estaba en la comprensión de que los
cambios fundamentales de la sociedad podían tener lugar solo con
la transformación de la conciencia individual: acentuaba constante-
mente la necesidad del conocimiento propio y señalaba las influen-
cias restrictivas y separatistas originadas en los condicionamientos
religiosos y nacionalistas.
Krishnamurti siguió hablando hasta su muerte a los 90 años. Sus
pláticas, diálogos, diarios están reunidos en más de 60 volúmenes.
Cada libro se centra sobre alguna cuestión que tenga particular im-
portancia y urgencia en nuestras vidas cotidianas.

Albert Einstein. Nació en la ciudad bávara de Ulm el 14 de marzo


de 1879. Fue el hijo primogénito de Hermann Einstein y de Pauline
Koch, judíos ambos, cuyas familias procedían de Suabia. Al siguiente
año se trasladaron a Munich.
El pequeño Albert fue un niño quieto y ensimismado, que tuvo un
desarrollo intelectual lento. El propio Einstein atribuyó a esa lenti-
tud el hecho de haber sido la única persona que elaborase una teoría
como la de la relatividad: «un adulto normal no se inquieta por los
problemas que plantean el espacio y el tiempo, pues considera que
todo lo que hay que saber al respecto lo conoce ya desde su primera
infancia. Yo, por el contrario, he tenido un desarrollo tan lento que
no he empezado a plantearme preguntas sobre el espacio y el tiem-
po hasta que he sido mayor».
A partir de 1933, con el acceso de Hitler al poder, su soledad se
vio agravada por la necesidad de renunciar a la ciudadanía alemana
y trasladarse a Estados Unidos, en donde pasó los últimos veinticinco
años de su vida en el Instituto de Estudios Superiores de Princeton,
ciudad en la que murió el 18 de abril de 1955.
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Arabi Ibn, El Núcleo del Núcleo, Editorial Sirio, S. A., España 2002
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Nezahualcóyotl, Vida y Obra, Fondo de cultura económica, México 1972.
Flamel Nicolás, El Deseo Deseado, Ediciones INDIGO, España 1997.
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Steiner Rudolf, El evangelio según San Lucas, Ed. Kier, Buenos Aires.
Steiner Rudolf, Guía para el conocimiento de sí mismo, Editorial
Kier, Buenos Aires 2005.
Dichos de Krishnamurti, Editorial Sirio, S. A., España
Einstein Albert, Mis creencias, Editorial Leviatán, Buenos Aires.
El presente material se imprimió en
febrero de 2016 en los talleres de
Terminados Bibliogáficos.
Enrique Díaz de León Nte. # 732,
Col. Artesanos, Guadalajara, Jal.
Tiraje: 1,000 ejemplares.

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