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INTRODUCCION
Al llegar al Tercer Milenio nos percatamos con gratitud creciente del gran regalo
que ha sido el Concilio, y, consiguientemente, de la responsabilidad que hemos contraído
con él. En el documento Tertio Millenio Adveniente (Hacia el Tercer Milenio) el Papa Juan
Pablo II nos dice:
«El examen de conciencia debe mirar también la recepción del Concilio, este gran don
del Espíritu a la Iglesia al final del segundo milenio....»
UN POCO DE HISTORIA
Concilio Vaticano II
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Cuando Juan XXIII anunció el 25 de enero de 1959, en la basílica de San Pablo
Extramuros, la intención de convocar un Concilio ecuménico, un sentimiento de sorpresa y
esperanza recorrió toda la Iglesia. Más tarde escribiría en la constitución apostólica
Humanae salutis, por la que convocaba el Concilio Vaticano II el día 25 de diciembre de
1961: «El primer anuncio del Concilio fue como la menuda semilla que echamos en tierra
con ánimo y mano trémula»
Participaron 2,500 obispos de todas las partes del mundo, entre obispos, peritos,
auditores y observadores de otras confesiones cristianas asciende el número a 3,500. (Como
nota interesante: En el Vaticano I hubo 750 Obispos y en el de Trento poco más de 250).
El Papa Juan XXIII murió el 3 de junio de 1963 y fue electo Papa Paulo VI el 21 de
junio del mismo año.
Personajes importantes en el desarrollo del Concilio fueron: Mons. Felici que actuó
como Secretario General del Concilio, cuya eficacia fue unánimemente reconocida. A partir
del 2o. Período fueron nombrados por Pablo VI cuatro cardenales Delegados o
Moderadores, a saber: G. P. Agagianian, I. Lercaro, I Döpfrer y I. L. Suenens. También el
Cardenal Tisserant, decano del colegio cardenalicio como primer miembro del consejo de
presidencia del Concilio.
Los documentos del Concilio son en total 16, que se reparten de la siguiente
manera: 4 constituciones, 9 decretos y 3 declaraciones. Más adelante volveremos sobre
ellos señalando los rasgos principales de cada grupo de documentos.
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provocaciones que reclamaran de la Iglesia una respuesta, como había sido el caso en gran
parte de los Concilios ecuménicos.
El Concilio en su primer período caminó un poco a tientas, pero a partir del 2o.
Período y con la intervención del Cardenal Suenens el Concilio fue tomando un rumbo más
concreto con la ayuda de la Divina Providencia.
Ecclesia ad intra.- En primer lugar debe responder a la pregunta: Iglesia, «¿qué dices de
ti misma?», enseñando en que consiste su misteriosa naturaleza. Dilucidando su ser,
trátese de su obrar. La Iglesia ha recibido de Jesús este mandato: Id y enseñad a todas
las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Al hilo
de este versículo del Evangelio (Mt 28,19) señala las tareas evangelizadora,
catequética y docente, santificadora y celebrativa como temas que deberían tratarse.
Unidad.- Juan XXIII introdujo en el Concilio el anhelo intenso por la unidad de los
cristianos; y enseñó a poner el acento más en lo que une que en lo que divide.
Esperanza.- No se adhirió a los que «en los tiempos modernos no ven otra cosa que
prevaricación y ruina»... «Disentimos de esos profetas de calamidades que siempre están
anunciando infaustos sucesos como si fuese inminente el fin de los tiempos. En el presente
orden de cosas, en el cual parece apreciarse un nuevo orden de relaciones humanas, es
preciso reconocer los arcanos designios de la Providencia divina».
Paulo VI recogió los rasgos de «pastoral» encomendada por Juan XXIII. La postura
del Concilio ante el hombre ha sido muy a conciencia optimista. Una corriente de afecto y
de admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno, ha reprobado los
errores, sí, pero para las personas sólo la invitación el respeto y el amor. El Concilio envía
al mundo contemporáneo en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores, en
vez de funestos presagios, mensajes de esperanza. Este optimismo intencionado, no es
ingenuo ni olvida la doble fisonomía: la miseria y la grandeza del hombre.
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ESTILO CONCILIAR
El estilo de los documentos del Concilio sin perder en sobriedad y precisión, es con
frecuencia sugerente y literalmente bello. Esta modalidad de estilo está seguramente en
relación con su carácter «pastoral». Aunque todo el Concilio es pastoral, ya que sus
miembros no forman una academia de intelectuales, sino una asamblea de pastores, no
obstante el Vaticano II es pastoral reduplicativamente. Recordemos lo que dijimos a
propósito del «espíritu» que infundió Juan XXIII . Lo pastoral no se opone a lo doctrinal, ni
lo rebaja en su verdad, ya que sólo con alimento verdadero se apacienta auténticamente al
hombre. Pero la exposición pastoral de la doctrina no se contenta con conceptualizar,
definir y deducir; quiere acercarse de manera comprensible al hombre con sus
interrogaciones y expectativas. «Pastoral» indica una modalidad, a saber, la apostólica y
misionera, de presentar la fe cristiana teniendo presente también al hombre concreto.
CONSTITUCIONES
:
LUMEN GENTIUM Emerge entre las constituciones como la espina dorsal del
Sobre la Iglesia Concilio. Es el documento principal del Concilio, al que se
ordena el resto de los documentos y del que reciben su sentido.
En el ha quedado expresada la propia conciencia de la Iglesia en su relación al misterio
trinitario, al destino y palabra de Jesús, a los hombres, a sus propias estructuras y fines.
En el cristianismo lo esencial es Cristo, en quien Dios se nos revela y se nos da
definitivamente como Señor y Salvador de la vida humana, y que nos deja su Santo Espíritu
como memoria viva de su persona, actualización de su palabra, interiorización de sus
exigencias y universalizador del Evangelio. La realidad del misterio trinitario es lo primero
objetivamente en el cristianismo: de él viene y hacia él convoca Cristo.
DECRETOS
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que reclama también el esfuerzo por impregnar con el espíritu evangélico las realidades
temporales.
DECLARACIONES
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Dignitatis humanae Se declara que todos los hombres deben estar inmunes de
sobre la libertad religiosa coacción, tanto por parte de personas particulares como
por parte de grupos sociales y de cualquier potestad
humana, y esto de tal manera que, en lo religioso, ni se obligue a nadie a actuar contra su
conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o
asociado con otros, dentro de los límites debidos.
BIBLIOGRAFIA
VATICANO II Documentos Edición oficial promovida por la Conferencia Episcopal Española. Editorial: Biblioteca de
Autores Cristianos. Madrid 1992.
Carta Apostólica TERTIO MILLENIO ADVENIENTE Hacia el Tercer Milenio. Sumo Pontífice Juan Pablo II. Editorial
Dabar México, D.F. 1994
Carta Apostólica NOVO MILLENNIO INEUNTE Juan Pablo II. Enero 2001. Internet. Aciprensa.com.
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