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Para introducirnos a hablar de esta realidad como cimiento la revelación que hace DIOS
por medio de su Hijo tan amado, y después resaltamos la realidad existencial del hombre
en el momento de verlo como la aproximación directa hacia el misterio de Dios, un Dios que
es revelado a la humanidad a lo largo de la historia de salvación. Un Dios que se revela y
da a conocer por el Verbo mismo del Padre, lo cual lleva al hombre por gracia del espíritu
santo a acceda al amor del Padre. Con este actuar de Dios en favor del hombre vemos el
misionar mismo del hombre como el encuentro objetivo de salvación. Es comprender que
solo a la luz que irradia el amor mismo del padre por medio del Cristo la realidad del
hombre toma sentido en su ser cristológico.
En el obrar mismo de Dios vemos claro la centralidad que se le da al mismo hombre como
ser elegido y predestinado a la santidad y póstuma salvación como imagen del Dios
mismo quien lo creo con sus mismas manos y de su mismo aliento vital. Un nombre que
es dotado de inteligencia y voluntad llamado hacer comunión con sus semejantes, un ser
que siendo imagen de su Dios está llamado a mantener una relación directa y profunda
con su creador.
Es comprender que el creyente está invitado a semejarse a la imagen del mismo Cristo,
el nuevo Adán, el rosto mismo del Padre. Una realidad compartida con el mismo cristo
meso en el pecado. Elemento espiritual en al semejanza con Dios padre. Desde eel principio
el hombre fue creado a imagen del hijo .. todo el hombre ha sido llamado a la resurrección
en cristo todo que el hombre es capaz de conocer y amar a su Creador, es decir, que es
capaz de entrar en relación personal con Dios.
Por ello el concilio Vaticano II (GS 41) puede afirmar que quien sigue a Cristo, el hombre
perfecto, se hace también él más hombre.
Nuestro breve recorrido por algunos de los puntos de la antropología cristiana no puede
dejar de mencionar la categoría de la "gracia", esencial a la visión cristiana del hombre.
Nos hemos referido a la novedad indeducible de la encarnación de Jesús. Dios se
autocomunica libremente en su Hijo y en su Espíritu, y es igualmente don de Dios y
nunca mérito del hombre la incorporación personal a la salvación (=justificación por la
fe). La visión cristiana del hombre no puede olvidar este elemento: la plenitud del hombre
es recibida como don gratuito, no reducible al donde la creación, como no se deduce de ésta
la encarnación de Jesús. Es, por consiguiente, un nuevo elemento irrenunciable de la
visión cristiana del hombre que éste recibe su plenitud como un don inmerecido, lo cual,
a su vez, no excluye que tenga que aceptarlo libremente y cooperar con Dios, que se lo
otorga en su infinita bondad.