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Teléfono: 1946-0620
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Desarrollo editorial: Víctor Guzmán Zúñiga


Dirección editorial: Yolanda Tapia Felipe
Edición: Cyntia Berenice Ruiz García
Coordinación de diseño: Rigoberto Rosales Al va
Diseño de portada e interiores: Karina Lisette Sánchez Suárez
Ilustración de portada e interiores: Marcia Cortés Almaguer

Derechos reservados:
© 2008 Isela Romero Rojas
© 2008 EDITORIAL PROGRESO, S.A. DE C.V.
Naranjo núm. 248, col. Santa María la Ribera
Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06400
México, D.F.
Para A lmi ta Rebeca e lvá n
El cuaderno mágico
(Colección Rehilete)

Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana


Registro núm. 232

ISBN: 978-970-641 -837-1 (Colección Rehilete)


ISBN: 978-607-456-006-0

Queda prohibida la reproducción o transmisión total o parcial


del contenido de la presente obra por cualquier medio: electrónico
o mecánico, incluso el fotocopiado, sin el consentimiento previo
y por escrito del editor.

Progreso y el logotipo son marcas registradas por


Editorial Progreso, S.A. de C.V.

Impreso en México
Printed in Mexico

t• edición: 2008
3• reimpresión: 2012

, . . PROGRESO
. . . EDITORJAL ®
PARTE 1

El má~ antiguo en la familia

L a semana pasada fue el octa-


vo cumpleaños de Ana, y su abuelita le regaló un
cuaderno muy especial: es azul y el filo de las ho-
jas es morado. Se ve un poco gastado de las es-
quinas y tiene un listón rojo como separador.

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Si no se pone demasiada atención, pasaría fácil- Doña Fermina quería hornear pasteles que no re-
mente como uno de esos ejemplares que venden en las quirieran tanto tiempo para prepararse, pero igual es-
tiendas de libros viejos y amarillos, con pastas gruesas, tuvieran esponjaditos y supieran deliciosos. ¡Pero se le
muchas letras y mucho polvo. ocurrían tantas ideas!

Pero este cuaderno es muy pero muy especial. Es Doña Fermina comenzó a pedirle a don Ruperto
una reliquia que lleva en la familia muchas generacio- que tomara el dictado de todas sus recetas de repos-
nes, porque es heredado de abuela a nieta, abuelo a tería . Al principio hizo como que se le había olvidado
nieta o abuela a nieto, pero lo importante es que nunca y, justo cuando doña Fermina comenzaba a encender
pero nunca el cuaderno ha salido de la familia. la leña, él escapaba a la calle para caminar un rato,
y regresaba sólo a probar las rebanadas de los recién
Todo comenzó cuando don Ruperto, el abuelo del inventados pasteles.
abuelo de la abuela de la abuelita de Ana hechizó ese
cuaderno. Sí, don Ruperto era mago, o al menos sabía
de hechizos y tenía libros, aunque casi no practicaba
ya esas artes que su familia había aprendido mucho
tiempo atrás. A él, la verdad, no le había interesado
mucho leer los libros de hechizos. . . hasta que llegó un
momento complicado en su vida.
Todo comenzó porque a la esposa de don Ruperto,
doña Fermina, la abuela del abuelo de la abuela de
la abuelita de Ana, le encantaba hornear pasteles en
su gran horno de leña. Tanto le gustaba que hizo to-
dos los pasteles y postres que venían en los recetarios
de repostería de su época, todos escritos y copiados
a mano, pero también las recetas de su abuelita y su
mamá, así que doña Fermina empezó a inventar rece-
tas nuevas.

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Pero luego de tres escapatorias exitosas, doña las naranjas para la media taza de jugo que pensaba
Fermina le dijo que no importaba que no estuviera usar, si los duraznos estaban más amarillos que ana-
para tomar nota cuando ella horneaba: que gracias a ranjados y si había batido los huevos hacia la derecha
un nuevo método de memoria que había inventado, o hacia la izquierda ... porque quería que el resultado
podía repetirle cada ingrediente de la receta del pastel siempre fuera igual de delicioso, tal vez más, pero nun-
del día. Pero eso no era lo importante, ¡no! Su gran ca menos ... y eso sólo se conseguiría si tenía la mayor
proyecto era transmitir a sus descendientes todos sus cantidad de datos sobre la elaboración de sus pasteles.
secretos, por lo que más le valía comenzar a tomar
nota de lo que le iba a decir.
Le entregó papel, una pluma de ganso, una latita
con tinta negra, papel secante, un cojín para que se
sentara en la silla, un vaso con leche tibia, una reba-
nada de pastel de nueces con arándanos, cubierto con
merengue y ralladura de coco... y luego comenzó a ·
dictarle, tan rápido que apenas y podía tomar un sor-
bito de leche y pellizcar un arándano del pastel cuando
ya tenía que escribir "Cuatro yemas de huevo, media
taza de almendras ... ".
Las tardes comenzaron a ser de tomar dictados de
recetas, pero con la emoción, doña Fermina comenzó
a inventar hasta tres recetas al día, y le dictaba tan rápi-
do que siempre terminaba con dolor de dedos, muñeca
y, para el caso, de la mano completa. Se cansaba mu-
cho, pues eran al menos dos horas de tomar dictado,
porque doña Fermina no dejaba nada al azar: anotaba
hasta la hora del día en que había comenzado a juntar
los ingredientes del pastel, cuánto medían de diámetro

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Por eso, un buen día, mientras don Ruperto se daba Don Ruperto pensó, "La oreja de pan es para que
masaje en la mano con un ungüento que él mismo ha- el cuaderno escuche lo que le dictan, pero si le pongo
bía inventado, se le ocurrió una gran idea: "Sacaré del flor de pensamiento. . . pues ya se las arreglará para
sótano el libro de los hechizos de animación de objetos pensar el modo de escuchar el dictado de la receta".
inanimados y me haré un cuaderno que tome el dicta-
Nunca se imaginó el cambio que había producido
do por mí, porque termino siempre con la mano can-
su modificación a la pócima (a pesar de la nube de
sada y manchada de tinta que luego no puedo lavarme.
humo morado que se formó}, y los efectos que tendría
¡Hasta termino con mis camisas blancas llenas de man-
ésta en su cuaderno.
chitas negras, como si fuera un leopardo albino!"
Remojó el cuaderno en la pócima, lo exprimió muy
Así lo hizo don Ruperto, se dio a la tarea de buscar bien poniéndole encima una tabla y una roca grande,
las hojas más lindas que pudo conseguir y juntó varias, y luego lo puso a secar al sol. Por fortuna las pócimas
pues presentía que el cuaderno debería tener muchas mágicas no mojan igual que el agua, pues escurren me-
hojas, y buscó una pasta dura y resistente. Él mismo jor, y el papel mágico de su cuaderno no sufrió ningún
lo encuadernó con mucho cuidado y paciencia, para daño.
que las hojas quedaran parejas. Después comenzó a
preparar la pócima para hechizar el cuaderno. Desde Luego, ya con su cuaderno listo, hizo las prue-
hacía una semana que había comenzado a juntar los bas para ver si podía tomar el dictado mágicamente.
ingredientes, pero ya a la hora de hacer el cocimiento Hizo un intento "Dos tazas de harina, media palma de
de la pócima le faltaba uno: una oreja de pan. "¡Zaz! ", mantequilla", pero nada ocurrió. Luego hizo tres in-
pensó, "Si me hubiera aguantado el antojo de hace tentos más, le habló bonito, le cantó, pero el cuaderno
rato, tendría todo lo que necesito para mi hechizo". no quería tomar dictados. Por más que le insistía, no
aparecían las palabras que le decía: "Sapo, hojarasca,
Pero como no tenía otra oreja a la mano, ni ore- ahuehuete". Era inútil. No aparecía ninguna palabra en
jones de manzana, ni nada parecido, y la poción ya el cuaderno.
comenzaba a oler a quemado, le puso los pétalos de
flor de pensamiento que encontró en el florero de la Llevaba ya ocho intentos, cuando exclamó en voz
mesa. alta: "¿Por qué no mejor hechicé una pluma de ganso

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o una lata de tinta? ¿Por qué hechicé este cuaderno to- porque las plumas de ganso mágicas van muy
mador de dictado que no toma dictado?" Cerró el cua- r ápido.
derno y lo volvió a abrir, para copiar la receta para la
Las tintas mágicas también pueden escribir
pluma mágica del libro de hechizos. Pero entonces vio
lo que se les dicta, pero hay que guiar la
algo increíble. En la primera hoja estaba escrito algo:
pluma y cargarla con tinta a cada rato, con lo
que no se resuelve el problema de los dedos
acalambrados.

Una combinación de tinta mágica y pluma de


ganso mágica es una mejor idea, pero hay
que hechizarlos el mismo día, con luna en
cuarto creciente, utilizando orejas de pan
que haya cocinado el mismo panadero con
harina de trigo que haya nacido en el mismo
campo, para que tanto la pluma como la tinta
oigan siempre lo mismo.

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En cambio, un cuaderno mágico que toma dic-
tado es una opción inmejorable: puede tomar
el dictado sin necesidad de recargas de tinta
ni cansados cambios de hoja, y ni hablar de
que la receta es menos complicada de seguir,
al menos para alguien menos glotón que no
se coma las orejas de pan.

Pero, los cuadernos mágicos que toman dic-


Las plumas de ganso encantadas pueden tado llevan oreja de pan en la pócima, y
escribir y tomar dictado, pero hay que es- yo recibí pétalos de pensamiento, así que yo
tar cambiándoles de hoja apenas terminan soy otro tipo de cuaderno mágico: pienso
de escribir, así que las personas no se can- y escribo la mejor respuesta para quien
san de escribir pero sí de cambiar de hojas, pregunta.

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Don Ruperto estaba sorprendido. Era la respuesta Ahora don Ruperto abrió tanto los ojos que hasta
a las preguntas que había planteado un par de minutos le tembló el párpado. Ese cuaderno contestaba pre-
atrás. Quedó con la boca abierta por tanto tiempo que guntas, cualquier tipo de preguntas, siempre que la
se le secó la lengua y el paladar, así que dijo en voz respuesta fuera conocida por alguien ... y como escri-
alta de nuevo "¿Dónde estará el agua fresca de hoy?" bía la mejor respuesta para quien pregunta, era muy
Cerró su cuaderno y, en la siguiente página, apareció honesto.
escrito: Don Ruperto estaba muy contento de que al final
de cuentas sí tenía un objeto mágico, aunque ahora
debería pensar cómo usarlo para que le facilitara un
poco la vida.
Ya repuesto de la impresión y la emoción del ini-
cio, le preguntó "¿Cómo prepara Fermina la tarta de
manzana?" Cerró el cuaderno, lo volvió a abrir y ahí
estaba la receta completa, hasta con las indicaciones
secretas de doña Fermina: "Mientras se revuelve la
masa hay que cantar una canción dedicada a los árbo-
les del bosque y bailar por toda la cocina, dando pasos
. zag " .
en z1g
Por eso unas 150 páginas del cuaderno estaban
llenas de recetas de pasteles y postres como crepas de
chocolate con almendras, pastel de frambuesa capea-
do con chocolate, mousse de mango con manzana y
muchas otras.
Pero después de las recetas había páginas que
tenían respuestas a preguntas que seguro se habían
El agua fresca de hoy está en la mesa con hecho otros de sus antepasados, y las respuestas pare-
mantel verde. Hoy es de sandía, pero se les cían ser muy importantes, pues a veces ni siquiera se
pasó un poco la mano con el azúcar. entendía bien qué estaban respondiendo.

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Cuando el cuaderno llegó a manos de Ana, ya le que- Ana tomó el consejo de su abuela muy pero muy
daban sólo diez hojas ... veinte paginitas apenas .. . y ella en serio, y guardó su cuaderno por muchos días. Ya
con tantas preguntas que se había hecho últimamente. había pasado casi un mes desde que recibió el cuader-
no cuando pasó algo terrible (bueno, no tanto, pero
para Ana sí era terrible): ¡Su linda bufanda rosa con ra-
yas blancas había desaparecido! Ella la necesitaba pues
hacía mucho frío y era la bufanda más linda de toda la
escuela y del vecindario, además de que también era
un regalo de su abuelita, quien se la había tejido para
su quinto cumpleaños.
"¿En dónde estará mi bufandita ?", se preguntaba
Ana mentalmente mientras buscaba debajo de la cama,
en la zapatera, en el baño .. . hasta en el patio.
No la encontraba, y ya casi se le salían las lágri-
mas de los ojos cuando abrió su armario y vio la bolsa
de tela anaranjada donde había guardado su cuaderno
mágico. Al principio no sabía si preguntarle, porque
ocuparía un pedacito de una página del cuaderno ...
pero ... ¡era su bufanda favorita!
La pregunta por las preguntas Al final cobró fuerza y le preguntó "¿En dónde se
Antes de entregarle el cuaderno, la abuela de Ana le pi- encuentra mi linda bufanda rosa con rayas blancas?"
dió que cuidara mucho de él, pues era como un miem- Cerró el cuaderno y le latía fuerte el corazón cuando
bro de la familia y, por si fuera poco, el más anciano estaba a punto de ver qué había respondido. Lo abrió
de todos. Le recomendó mucho que pensara qué iba a y, donde antes no decía nada, se podía leer:
preguntar, pues quedaban pocas hojas y Ana tenía que Si tu bufanda quieres tener, más ordenada
pensar en sus propios nietos. Así que se puso a pensar debes ser. Busca en el cesto donde guardas
mucho qué pregunta hacer ... o si debería hacer alguna tus juguetes y a la próxima guárdala en el
pregunta. cajón junto con tus otros gorros y bufandas.

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Ana ya había encontrado su bufanda y estaba tan
alegre que se la había enredado en el cuello aunque no
hacía tanto frío ese día, pero le gustaba sentir lo suave
y calientita que era. Pero ahora que ya había resuelto
su gran preocupación del día, dio paso a otras pre-
ocupaciones más interesantes, pues el viernes tendría
un examen de español "especial". Ana siempre había
preferido jugar a estudiar.
Ana pensó que tal vez podría obtener un poco más
de tiempo para divertirse jugando si le preguntaba al-
gunas cosas al cuaderno. "¿Me puedes decir todas las
respuestas del examen de español?" Preguntó Ana en
voz alta. Cerró el cuaderno y lo abrió, esperando en-
contrar todo el examen ahí escrito. Pero en vez de eso,
en el cuaderno decía:
No se estudia sólo para un examen pasar,
debes aprender a razonar ... el secreto es ...
Estudiar
Aprender
"¿El cuaderno me regañó?" Pensó Ana mientras Escuchar
metía medio cuerpo en el canasto ... En efecto, la en-
Respetar
contró en el fondo del canasto. Recordó que dos días
antes llegó de la escuela, se cambió de ropa para jugar. "¡Pero qué le pasa a este cuaderno! ", pensó Ana.
Sacó todos sus juguetes pero también hizo una bola "¡Otra vez me está regañando! ¿Pero qué se cree? Sólo
con toda su ropa y la aventó al cesto para tener espa- es un cuaderno y me debería responder lo que le pre-
cio. Luego sacó la ropa pero la bufanda se había que- gunto, ¿por qué me dice eso? ¿Insinúa que no estudio
dado al fondo ... y no la vio. ¿Pero la había regañado el ni aprendo ni escucho ni respeto? ¿Por qué lo dice?
cuaderno? De momento no le importó tanto. ¿Qué no sabe que jugar es un derecho de los niños?"

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Ana estaba enojadísima. Claro que se cuidó de no "¿Qué haré? Mañana es el examen de español y
decir las preguntas en voz alta, no fuera que el cuader- toda la familia irá hoy a casa de mi abuelita a cenar,
no la escuchara y, además de recibir más regaños, fue- y me gustaría que el cuaderno me dijera qué estudio.
ra a acabarse las diez hojas con todas esas preguntas Le preguntaré a mi abuelita, tal vez ella sepa mejor qué
que se le habían salido con el enojo. hacer".
"Aunque, por otro lado, encontré mi bufanda en Ya en casa de la abuela, Ana trataba de estudiar la
donde el cuaderno me dijo. Mmh, pero, ¿y ahora esto? lección sobre la conjugación de verbos y su mamá esta-
¿Será que ya se descompuso?". Ana pensó por un ba muy orgullosa. Ella decía, "Mírenla, si se la pasa con
momento volver a preguntarle, quizá de otro modo .. la nariz metida en su cuaderno de español, quizá será
pero mejor no. Agitó el cuaderno para oír si no se le novelista, ¡o poetisa! " Ana se sintió un poco apenada,
había soltado algo, lo revisó para ver si no se le había pues no entendía muy bien la lección, por lo que ahora
descosido alguna hoja, pero terminó guardándolo en la le parecía más urgente que el cuaderno le aclarara sus
bolsa anaranjada. dudas.
Ana esperó un momento para estar a solas con su
abuelita y le comentó: "Abue, creo que el cuaderno
mágico que responde cosas ya no sirve." Su abuela,
muy intrigada, le preguntó por qué. "Bueno .. . ", dijo
Ana mirándose la punta del pie y luego volteando
hacia la pared, "Es que , está como loquito, dice cosas
que ... Es que, ¡me regaña! Y en todo este tiempo nada
más le he hecho dos preguntas, eso sí importantísimas,
y con las dos me regañó, y en la última ni me contestó
bien lo que le pregunté." Su abuelita le pidió que le
contara qué le había preguntado al cuaderno.
Ana le contó que en la primera ocasión le había
preguntado por su bufanda, "La linda que me tejiste",

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le aclaró. "La otra, este, ya ni me acuerdo abue", le Sí, había leído el tema, pero mientras leía estaba
mintió porque pensó que tal vez su abuelita la regaña- pensando en otras cosas, como el color del que ilumi-
ría. "Entonces no ha de ser tan importante la pregunta, naría la casa de papel que había hecho para su muñe-
si ya no recuerdas qué duda tenías. Pero no te preocu- co, o la cueva que construiría con cartón para meter al
pes, ese cuaderno ha funcionado perfectamente gene- oso feroz con el que representaría el cuento del oso, el
ración tras generación y nunca se ha descompuesto, burro y la nutria.
como dices", le dio un beso en la frente y la dejó con
"¡Ese cuaderno! Seguro se descompuso con la hu-
sus pensamientos. Ella se decía "¡Claro que no sirve!
medad del refresco que le puse encima la otra vez que
¡Está loco! ¿Pero yo qué haré con el examen?
lo dejé en la mesa, o quizá cuando lo dejé solito en
Al siguiente día, de todos los temas que habían vis- el jardín, o cuando lo dejé toda la noche debajo de la
to, el examen sólo tuvo una sola petición: "Conjuga cama por regañarme. Pero ya no lo trataré así. .. "
los verbos estudiar, escuchar, aprender y respetar,
Trató de ver la hoja de su compañero de aliado, y
todos en presente simple en la tercera persona del sin-
fue tal el esfuerzo que hasta hizo ojos de rayita. Aún así
gular".
nada, ni alcanzaba a ver ni recordaba cómo era lo de
"¿Qué? ¿Tercera persona? ¿Entonces es cuando singular, plural, presente y las personas ésas.
hay tres personas? ¿Singular? ¿Eso era cuando había
"¿Sucede algo Ana?" Le preguntó el profesor.
pocos o cuando sólo había uno? ¿Cómo era? ¡Por qué
"¡Todo bien, todo bien! Es sólo una comezón en el
no pidió que subrayáramos con rojo el sujeto y con azul
ojo", contestó Ana. Ana recordaba cómo conjugar,
el predicado, o cuál es la capital de México! ¡Ah no eso
pero no eso específico de las personas y el singular, así
sería de geografía!, creo. Por estar sólo jugando y no
que respondió de este modo:
estudiar lo suficiente, ahora no sé qué responder. ¿Qué
contesto?" estudio-estudias-estudia

Ana trataba de recordar el tema como venía en aprendo-aprende-aprendemos


el libro de español. Una vez escuchó que hablaban de escucho-escucharon-escucha
memoria fotográfica , así que trató de imaginar una fo-
tografía de la página donde venían las conjugaciones. respetamos-respeta-respetaste

26 27
El cero y el cuaderno sincero
Cuando llegó a casa, Ana limpió muy bien el libro,
lo cobijó para quitarle ese posible resfriado que lo ha-
cia funcionar mal y lo puso a dormir en su mesita de
noche . Al siguiente día Ana le preguntó "Cuadernito,
¿estás bien? ¿Ya no tienes resfriado? Por favor contés-
tame con letra chiquita y bien apretada, para que po-
damos platicar un poco más y no se acaben tus hojas
tan pronto".
Ana cerró el cuaderno y al abrirlo de nuevo, apa-
reció algo en letra pequeña y apretada, tanto que Ana
tuvo que usar una lupa.
No, los cuadernos no nos resfriamos, pero gracias por
preguntar.

Ana le dijo entonces "¿No estabas enfermo? Por


cierto, ¿cómo te llamas?" El cuaderno le respondió de
nuevo que no estaba enfermo y que no tenía nombre.

Enseguida escribió la siguiente nota, con la letra Los cuadernos no nos enfermamos, pero así como
nuestros primos los libros, con los años nos pone-
más bonita que pudo hacer: "Profesor: Las respuestas mos amarillos, absorbemos la humedad y hasta olemos
están ahí, anotadas. Usted, como sabe tantas cosas, chistoso; algunos de los más viejos hasta se deshacen.
verá de inmediato cuáles son. Yo anoté las otras opcio- Pero yo soy un cuaderno mágico y no me ha pasado
nada de eso afortunadamente, aunque a veces me
nes para que viera que aprendí más cosas en la lección pongo triste. Nadie me había preguntado antes cómo
que eso de las personas y el singular". estaba, por lo que te agradezco de nuevo por pre-
guntar.
Ana pensó "Seguro que le atiné al menos a tres,
pero como quizá fueron más y escribí con letra bonita, Ana se sorprendió mucho con la respuesta de su
tal vez me pondrán un nueve". cuaderno, por lo que decidió probar suerte y preguntar

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de otro modo: "Seguro no te preguntaban cómo estás te dabas cuenta. ¿Te duele el lomo? ¿Tienes fiebre en
porque también los regañabas, ¿verdad? ¿Por qué re- la contraportada?
gañas cuaderno?" Estoy maravillosamente bien, como nuevo, pero gracias
por preguntar, te lo agradezco mucho.
No regaño, una parte de mi hechizo consiste en ser
honesto, para poder dar la mejor respuesta a quien Ana no podía creerlo. Nunca antes se había sacado
pregunta, y soy simplemente como soy, aunque trato
de no ser brusco ni grosero. un cero en un examen. ¿Qué le diría su mamá? ¿Le di-
ría algo su papá? "¿Qué sucederá entonces cuaderno?
"Bueno, está bien", respondió Ana, "pero a ver, ¿Por qué me sacaré un cero?"
cuéntame sin tantos rollos qué calificación sacaré en el
Pues no estudiaste, no creíste en mí cuando te dije
examen", a la vez que pensaba "Mínimo un ocho". -
qué era lo más importante para responder tu exa-
En el examen te sacarás cero. men bien, y por eso el profesor mandará llamar a tu
mamá. Y ya.
Así lo sentenció el cuaderno. "¿Qué? ¡Estás mal
cuaderno, de veras que sí! Te daré tecito de manzani- "¿QUÉ? ¿MANDARÁN LLAMAR A MI MAMÁ?"
lla, eso siempre ayuda" . Ana metió entre las páginas Ana sintió que las piernas no la sostenían, se mareó,
del cuaderno una bolsita de té de manzanilla, como si le dolió la panza y hasta se puso verde sólo por la im-
fuera un separador, y lo dejó reposar toda una noche. presión. En ese momento su mamá la llamó para co-
Un rato después le metió otra bolsita de té pero ahora mer y, como no respondió, subió a verla. Sus papás
de azahar para que se calmara de los nervios. se asustaron mucho; llamaron al doctor que vivía en la
misma calle, y también a la abuelita de Ana. El doctor,
Dejó descansar al cuaderno todo el sábado y el do- estetoscopio en mano y abate lenguas en la otra, llegó
mingo le volvió a hacer la misma pregunta: "cuaderno, a un veredicto:
¿cuánto me sacaré en el examen de español?" y cruzó
los dedos, mientras pensaba "Nueve, nueve .. . " El cua- "Anita tiene los síntomas de una anemia leve". La
derno contestó tajante: abuelita de Ana, incrédula, replicó "¡Pero si está relleni-
ta mi nieta!" El doctor, luego de sonreír y hacerles señas
Cero.
de que se tranquilizaran, les comentó "Bueno señora,
"¿Qué? ¡Pero cómo crees? A ver, seguro que sí estar rellenito no significa estar sano. Seguramente
estás enfermito pero como no te habías enfermado no que Anita come muchos pastelitos y frituras, y es muy

10 il
posible que no coma muchos vegetales verdes, ni len- minerales, las mismas que obtendrías con facilidad de
tejas, ni siquiera frutas, ¿o me equivoco?" Comentó alimentos como frutas, verduras y hasta en los huevitos
el doctor, mientras Ana hacía muecas de asco por los y la leche, y no de todas esas cosas que venden en las
alimentos mencionados. tienditas, como pastelitos y refrescos. También tendrás
que tomar un complemento de hierro". Hasta ese mo-
mento, Ana pensaba que no había resultado del todo
mal, pues hasta le habían recetado unas vitaminas que
parecían dulces. Eso del complemento del hierro ya no
sonaba tan divertido, pero seguro que sólo era alguna
tableta o unas gotas.
"Además", añadió el doctor, "necesitas complejo
B, un grupo de vitaminas que te hacen falta justo por-
que no comes una dieta variada y sana. Pero, para que
1tratamiento sea más rápido, tendrán que inyectarte.
Es sólo una caja de seis dosis, y te inyectarán una cada
tercer día".
"¡NO! ", gritó Ana con lágrimas en los ojos, "¡Me
comeré todos los ositos de gomita que quiera, es más
si quiere hasta pastillas amargas feas, pero inyecciones
no, doctor! Es más, hasta comeré mucho brócoli y me
Nadie contestó, todos miraron al suelo, apenados. lomaré la leche aunque no me gusta cómo huele, y
Ni papá, ni mamá, ni la abuelita, mucho menos Ana, lentejas y zanahorias y hasta betabel y ... " Su abuelita
pudieron refutar ni una sola palabra. "Pues bien Anita," la interrumpió y le dijo "Anita, m'hija, el doctor ya te
continuó el doctor, "tendrás que ir cambiando tu forma dijo que es la forma más efectiva para que te mejores,
de comer y, mientras eso ocurre, tendrás que tomar un y sólo será una caja, unos cuantos piquetes nada más;
complemento vitamínico, unas gomitas en forma de además ya está muy próximo el invierno y no quere-
osito, pero no son dulces sino que tienen vitaminas y mos que te enfermes de algo más".

12 ii
Ana sintió cómo su cuerpo le hormigueaba, así dan a la perfección. Lo que aprendes en la escuela
como cuando una pierna se entume, pero ella lo sintió s muy importante porque te permite aprender después
por todos lados, pero ya no quiso decir nada, qué tal muchas cosas más. Por ejemplo, cuando aprendas otros
que le recetaban más inyecciones ... y todo por no de- Idiomas, te será más fácil comprender muchas cosas si
cir la verdad desde el inicio. Aunque ... por otro lado, si ya entendiste tu propio idioma y cómo funciona ".
era cierto que tenía anemia, mejor que se curara ahora.
Al parecer, después de todo, la respuesta del cuaderno
había resultado ser algo bueno para Ana, aunque le
hubieran recetado inyecciones.
Presente
El lunes en la escuela, a la hora del recreo, el pro-
fesor esperó a que salieran y le habló a Ana, quien se Yo

había quedado en su lugar, con cara de preocupación. Él 1 Ella
"Ana", dijo el profesor "bigotes", conocido así por su Nosotros
Ustedes
enorme bigote que casi no dejaba ver sus labios y hasta Ellos
parecía como si alguien más hablara por él, "estoy des-
concertado". "¿Y eso qué será, dolerá?" pensó Ana. El
profesor, como si hubiera entendido que Ana no había
comprendido la palabra, le explicó: "Me siento confun-
dido y preocupado porque no te fue muy bien en el
examen de español, o más bien dicho, te fue muy mal
en el examen, tu calificación fue la más baja de toda la
clase, porque aunque me pusiste esa nota, que al prin- Ana comenzaba a entender que aunque ella se
cipio me hizo reír, me hiciste notar que no estudiaste había preocupado más por la calificación, el proble-
bien la lección o, peor aún, que no la entendiste des- ma era que no había entendido bien. "Ana", habló de
de el inicio y no me lo habías comentado. Yo siempre nuevo el profesor, "necesito hablar con tus padres lo
les digo que si tienen dudas me pregunten todo lo que más pronto que se pueda, pídeles que vengan maña-
quieran, aunque ya haya pasado la lección, para na mismo si es posible". En ese momento Ana sintió
que podamos repasar bien todo hasta que lo compren- que el mundo se detenía, fue como una cámara lenta

14 15
y ya no pudo pensar en otra cosa. "¿Qué me dirán mi Di siempre la verdad, sé sincera.
mamá, mi papá y mi abuelita? Hasta el cuaderno, que
me regaña, pero él sabía las respuestas y no me dijo, o "¡Ay cuaderno! ¡No me entiendes! ¿Qué hago?
bueno, me dijo pero parecía que no .. . pero sí le atinó Qué tal que no me dejan jugar y hacen que me la pase
a decirme que el profe pediría que vinieran a verlo mis todo el día estudiando, ¿qué hago? Les digo que es por
papás, ¿verdad? ¿Y ahora qué haré?" lo de la anemia esa que no me sentí bien y por eso no
había entendido bien el tema y no respondí el examen
Ya por la noche, casi para irse a dormir, Ana le correctamente?"
dijo a sus papás que el profesor quería verlos. Muy ex-
trañados, le preguntaron cuál sería el motivo, pues los Di siempre la verdad, sé sincera.

profesores muchas veces mandan a llamar a los papás "¡Cuaderno! De veras que no se puede contigo, ya
cuando las niñas o los niños son muy traviesos, y aun- hasta me van a inyectar por tu culpa! Y ahora no me
que Ana siempre ha sido inquieta, nunca lo ha sido al quieres decir qué hacer, ya no te voy a querer, te voy
grado de provocar problemas. "¿Te dijo el profesor de a dejar en el clóset que tiene humedad, porque no me
qué quiere hablar con nosotros, Anita?" le preguntó su ayudas ... ¡Ya dime qué hacer, qué hago! "
mamá. "Pues no sé bien", contestó, "algo me dijo de
un, de un desconcierto". Ni su papá ni su mamá enten- Si desde el principio hubieras dicho la verdad, no es-
taríamos en esta dificultad. ¡Ahora hasta me quieres
dieron nada, y le volvieron a preguntar si no le había abandonar! Como te he dicho, yo sólo contesto con la
dicho algo más "No, nada, buenas noches", respondió verdad y aunque me amenaces con dejarme cerca de
Ana, y se dirigió a su recámara. la humedad, sé que no me abandonarás simplemen-
te por hacerme daño, porque en ese corazón tuyo
Ya en su recámara le dijo al cuaderno "Cuaderno, hay mucha bondad. Lo único que tienes que hacer es
enfrentar esta situación con sinceridad y verdad: el
ayúdame por favor, dime qué debo hacer". El cuaderno cami no es hablar con tus papás, porque ellos siempre
respondió en su página, con letra pequeña: te van a escuchar.

Di siempre la verdad, sé sincera. Ana se tumbó en la cama, pensando. Trató de dor-


"No cuaderno, es que no sé qué me dirán mis pa- mir pero apenas dormía media hora y despertaba agi-
pás ... ¿ahora qué hago, les digo que no entendí por- tada. Así intentó dormir tres o cuatro veces. Al final,
que no le entiendo al profe por sus bigotes?" dirigiéndose al cuaderno, le dijo: "Está bien cuaderno,
lo voy a intentar". Ana salió de su recámara y todas las

16 17
luces estaban apagadas. Vio el reloj y vio que eran ya se sentía un poco menos presionada y hasta comenzó
más de las doce, todos dormían y hasta se escuchaban a entender el tema de las conjugaciones. Ya por la no-
ronquidos. De todas maneras, ya con la convicción de che, su mamá le pidió que bajara a la sala a platicar con
que tendría que enfrentar todo con sinceridad, y que su ella y su papá. Uevaba al cuaderno apretado contra su
cuaderno le confirmó que siempre podría contar con pecho para sentir más apoyo y con la otra mano se
sus padres, pudo dormir mejor. agarraba fuerte del pasamanos.
Al día siguiente el papá de Ana fue a la escuela a la
hora del recreo para hablar con el profesor bigotes. El
profesor les enseñó el examen de español y hablaron
un largo rato. De lejos vio cómo todo terminó cuando
se dijeron "hasta luego" y se dieron un fuerte apretón
de manos. Ana estaba afuera esperando, y cuando se
encontró con su papá, él sólo le dijo "Hablamos por la
noche cuando también esté tu mamá, ¿está bien?" Ana
afirmó moviendo la cabeza.
Ana se había llevado el cuaderno mágico a la escue-
la, para sentirse un poco más segura. Por un momento
pensó en preguntarle qué había hablado el profesor
bigotes con su papá, pero sintió tantos nervios que
prefirió no enterarse hasta que su papá le dijera en la
noche. "¿Me van a regañar cuaderno? ¿Estarán decep-
cionados de mí?" El cuaderno respondió:
Sé sincera, di la verdad y sobre todo di lo que sientes Comenzó a hablar su papá, diciendo: "Ana, quie-
y lo que piensas.
ro saber qué sucede, porque el profesor Ramiro me
Ya en su casa, Ana estuvo en su cuarto leyendo su nseñó tu examen y sacaste cero. Él me dijo que no
libro de español. Ahora que ya había pasado el examen le preocupa tanto el cero, porque ve que sí entendiste

18 19
parte del tema, y le agradó el ingenio con el que tratas- casi no me saco nueves, menos dieces, y yo lo que que-
te de resolver el asunto, pero notó que definitivamente ría era sacar la mejor calificación, pero no estudié ...
no entendiste bien todo el tema, sea porque no pusiste y.. . y luego .. . " Ana trató de seguir hablando pero ya
atención o porque no estudiaste o porque algo más te staba llorando y ni siquiera ella misma entendía las
preocupa. Por favor, dinos si tienes algún problema, o palabras que estaña diciendo, pero quedó muy claro
si hay algo que te moleste". La mamá de Ana le dijo que se sentía mal y que sentía pena con sus papás por
que podía confiar en ellos, que comprenderían lo que haber sacado ese cero, y que las clases comenzaban a
les dijera y buscarían el modo de ayudarla. Ana apretó ser un problema para ella porque no entendía bien las
más fuerte el cuaderno y trató de no llorar. Recordó el lecciones y se distraía.
consejo del cuaderno: ser sincera sobre sus sentimieñ-
Pero aquella noche, que Ana creyó que sería la
tos y pensamientos.
peor de su vida, resultó ser la mejor, porque sus
"A veces me cuesta trabajo atender todo lo que papás la abrazaron, le dieron muchos besos y lue-
me dicen en la escuela, trato de poner atención pero no comenzaron a elaborar un plan de acción para
a veces pienso más en lo que jugaré al llegar a casa, clyudarle con la escuela. Se pusieron a revisar los cuader-
luego no recuerdo lo que dijeron y me pierdo en lo que IIOS de Ana (menos el mágico, pues aunque ellos sabían
sigue después. Yo ya sabía que había tenido una mala que Ana lo tenía, sabían que era un vínculo especial entre
calificación porque no estudié bien y me la pasé jugan- /\na y su abuelita).
do porque pensé que podría obtener la respuesta de las
Hicieron un horario para determinar qué materias
preguntas, y es que yo quiero que me sigan queriendo
t<'pasarían y quién le ayudaría a hacerlo, con base en
aunque sea la más burra entre los burros, y es que yo
no les quería decir nada pero es que mi abuelita me ¡,,s capacidades que tenían, pues no todos son hue-
llOS para todas las asignaturas. Decidieron que papá la
regaló un cuaderno mágico que responde preguntas,
pero no me dijo las respuestas del examen porque me .1poyaría mejor en español y mamá en matemáticas.
dijo que debería estudiar, aprender, escuchar y respe- Luego, los papás de Ana le ofrecieron una discul-
tar ... y curiosamente fueron los mismos verbos que me pd. Ana no sabía por qué sus papás se disculpaban con
pidieron conjugar... Pero luego mi cuaderno me dijo dla, por lo que su mamá le explicó que ellos no se ha-
que tenía que ser sincera y decirles a ustedes lo que
bldn dado cuenta de que estaba teniendo problemas en
pienso y lo que siento, y me siento muy mal porque
J,, escuela, que deberían haberle puesto más atención,

40
••
además de que habían descuidado su alimentación, PARTE 2
pero que todo eso cambiaría.
Ana, por su parte, prometió poner toda su aten-
ción en las lecciones, tanto en casa como en la escue- Mi amigo cuadernito
la, hacer muchas preguntas y no quedarse con dudas,
además de concentrarse mejor en la lección, pues hay
un tiempo para estudiar y un tiempo para jugar, y si
uno piensa en una mientras hace la otra, termina ?in
hacer ninguna de las dos (pues ya Ana ni siquiera había
podido jugar en los días recientes por la preocupación
que le produjo el examen reprobado). También prome-
tió comer mejor y encontrarle el gusto a las verduras
Después de quince largas tardes de
y la leche (y su mamá le dijo que las verduras se las
studio con sus papás, cinco inyecciones, medio bote
prepararía con salsas deliciosas, y la leche en licuados
de ositos de goma vitaminados y quince ensaladas con
de frutas) .
dderezos variados, Ana volvió a sacar a su cuaderno
De no ser por la inyección que le pusieron esa mis- mágico de la bolsa de tela.
ma noche, todo hubiera sido perfecto. "Hola cuaderno, discúlpame por no saludarte an-
tes, pero estuve ocupada estudiando con mis papás y
sobándome las nalgas por tantas inyecciones. El doctor
dice que estoy mejor, ¿tú cómo estás? ¿Me extrañaste?
Qué hiciste en este tiempo? ¿Qué haces cuando no
stoy contigo? ¿Me recuerdas aunque no te he visto en
ste tiempo?"
¡Uy cuántas preguntas! ¡Pobrecita de ti y tus dolores!
Yo estoy bien y sí te he recordado, aunque la verdad
no te extrañé tanto ... pero no lo tomes a mal, es que
a mi edad ya unos días parecen instantes. ¿Sabes?

42 41
Ya soy muy anciano y por momentos me gusta re- morados: no era para nada un cuaderno común, es
leerme en las páginas más antiguas para repasar mis
recuerdos. Con la edad así pasa. Además, tengo muy
más, aunque hubiera muchos cuadernos mágicos, su
presente que cada vez tengo menos hojas en blanco. cuaderno era ya como un amigo a quien le contaría
sus secretos.
"¿Estás triste cuaderno?", le preguntó Ana, pen-
sando que tal vez ahora su cuaderno requeriría ser más
leído que recibir preguntas.
No, no estoy triste porque he tenido mucho tiempo y
seguramente tendré mucho tiempo después, aunque
ya no tenga más hojas en blanco. Es sólo que no sé _
que pasará cuando se acaben mis hojas.

"Quizá pueda preguntarte y que me respondas en


los márgenes, donde quedó espacio en blanco, o
en los pedazos que quedaron sin escribir, yo buscaré
las páginas donde haya un huequito, aunque sea muy
tj
tÜ=
pequeño, ¿qué te parece?"
No es mala idea. Tal vez sólo retrase un poco más el
tiempo que me queda para responder preguntas, pero
de momento puede funcionar. No nos adelantemos,
mientras podemos seguir bien así.

"Me gustaría conocerte mejor, porque con eso de


que sólo contestas, pero no me quiero acabar tus pá-
Las primeras 150 hojas estaban llenas de recetas
ginas pidiéndote que me cuentes tu historia. ¿Qué me
de los pasteles de doña Fermina, como era de esperar-
sugieres?"
se. A Ana le llamaron la atención varias de ellas, pero
Es muy fácil, léeme desde el principio, quizá encuen- prefirió copiarlas en una hoja para llevárselas a la coci-
tres cosas interesantes.
na y hacerlas con su mamá o con su abuelita, porque
Ana comenzó a leer el cuaderno mágico desde el no quería arriesgarse a que le cayera masa, harina o
principio. Ya no era sólo el cuaderno azul con filos mantequilla a su cuaderno mágico.

•• 45
(Ana supuso que esos pedacitos serían más bien
chispas de chocolate, pero a la mejor doña Fermina
no las conocía como chispas, o a la mejor hasta había
Inventado eso de ponerle pedacitos de chocolate a las
galletas).

Galletas con pedacitos de chocolate 'l


Ingredientes:
• Una taza de mantequilla, hecha con leche
de vaca negra y lo más fresca posible
• Media taza de azúcar blanca
• Una taza y cinco cucharadas de azúcar
morena
• Una cucharadita de extracto de vainilla
• Dos huevos recogidos del gallinero en la
mañana, de una gallina café
• Dos y media tazas de harina de trigo del
molino de don Simón
• Una cucharadita de bicarbonato de sodio
• Una cucharadita de sal de mar tranquilo Preparadón:
• Dos tazas de pedacitos de chocolate 1 . Precalentar el horno con leña, hasta que esté tan
semiamargo caliente que se sude cuando uno esté en la cocina.

(En eso, Ana iba a requerir ayuda de su abuelita,


pues sólo los adultos deben encender el horno, ade-
1nás de que esa temperatura parecía ser demasiada.

46 47
Luego su mamá le dijo que unos 375° Fahrenheit o
190° Celsius harían bien el trabajo. Ana escribió ese
dato en su receta copiada).

2. En un recipiente grande, de forma redonda, acre-


mar la mantequilla y el azúcar hasta que la mezcla que- Pastel de fresa
de suave. Agregar la vainilla y los huevos uno por uno.
Ingredientes:
Agregar la harina bien cernida con una tela abierta
metida en un aro de bordar, añadir el bicarbonato de • Cuatro tazas de fresas recogidas al atar-
sodio y la sal, y revolver todo mientras se cantan cinco decer
canciones alegres (se puede mezclar todo parado sobre • Tres cuartos de taza de harina
una sola pierna si se tiene buen equilibrio y un callo
• Una cucharada sopera de levadura fresca.
en el pie levantado, parece que esto no cambia en (La mamá de Ana le dijo que bien podían
nada el sabor de las galletas). Para terminar, revolver sustituir la levadura por polvo para hornear).
los pedacitos de chocolate. Se sirven las cucharadas de
• Media taza de azúcar de caña recogida en
la mezcla sobre la charola para hornear. navidad
• Una taza de leche
(Ana pensó que sería mejor utilizar los moldes con
• Un huevo blanco y bien ovaladito, el más
forma de animales que su mamá le regaló en su cum-
grande que encuentre en la mañana en el
pleaños anterior). gallinero
• Cien gramos de mantequilla
3. Hornear utilizando un reloj de arena que mida 10
minutos, y luego verificar si ya están listas. Retirar de • Una cucharada de ralladura de limón
los moldes y dejar enfriar. Comerlas con leche mezcla- • Media cucharadita de sal (ésta sí puede ser
da con té de canela. molida)
• Dos tazas de crema dulce batida
Ana hizo las galletas con su abuelita y les quedaron
muy ricas. Ana también copió la receta de pastel de
fresa, para el que le pidió ayuda a su mamá .

•• ••
Luego lave y limpie las fresas . Separe una parte de las
Preparación:
fresas y pártalas en pedacitos para adornar el pastel.
Encienda la leña del horno y espere a que llegue a su tem- Remuela el resto de las fresas con el resto de azúcar. En
peratura media. Cierna la harina con el polvo de hornear lcl parte superior de un pastel unte la mezcla, tratando
y la sal, trate de golpear el cernidor con el ritmo de una de hacer varios corazones, hasta que toda la superficie
canción. Sugiero una canción lenta y suave, para que no quede cubierta. Ver tantos corazones le inspirará a bailar
se caiga la harina en todas direcciones. Bata la mantequilla .tlgo romántico, le sugiero que baile un vals por toda la
con un cuarto de taza de azúcar.Mientras bate trate de tener cocina antes de seguir, pero sólo unas diez vueltas para
pensamientos agradables, como un atardecer en el campo, que no se seque el pan. ¿Ya? Ahora ponga el otro pan
y mientras sigue batiendo, agregue el huevo, la harina cer- •ncima, dejando la mezcla de fresas en medio. Unte toda
nida, la ralladura del limón y la leche, hasta que quede una 1,, parte exterior del pastel con la crema dulce batida y
pasta suave. ,,cJórnelo con los pedacitos de fresa que apartó antes.
Puede poner el nombre de un cumpleañero, dibujarle
Engrase dos moldes y ponga la mitad de la pasta en cada
1tna cara o simplemente ponerlas en cualquier orden que
uno. Hornee mientras sale a regar las margaritas ...
le guste.
"Mamá, no tenemos margaritas", dijo Ana.
"Yo creo que con unos veinte minutos, pero aquí ¡Les quedó delicioso! Aunque quizá tuvo que
dice algo más", respondió la mamá de Ana. ver el hambre que les produjo cantar y bailar mien-
h <lS preparaban todo. No obstante, aunque le gustó
hasta que se dore la superficie, o hasta que introduzca un lltucho h acer pasteles y galletas, se aburrió pronto.
palillo de madera de abeto y éste salga seco. Deje enfriar y
1'ensó en brincarse las demás recetas, pero recordó
saque los panes del molde.
'¡ue quería conocer bien al cuadernito, así que por lo
"¿Quién es Abeto mamá, quiso decir Beto?", pre- 111enos vio de qué eran. Se le antojó hacer el mousse
guntó Ana.
'¡,, mango, la tarta de manzana, el pastel de naranja
y también el de zanahoria; vio todas las recetas y se-
"Es un tipo de árbol, luego lo buscamos en la en-
ÍI.tló com o pendientes el panqué marmoleado y los
ciclopedia, pero un palillo cualquiera nos servirá", dijo
t.unales dulces, pero, ¡es que eran tantas recetas!
la mamá de Ana.

50 51
Inés~ la inventora Pero ya cuando iba por la página 149 se dio cuen-
La tatara tatara abuela Fermina seguramente fue muy ta de algo muy extraño, a lo que primero no le había
buena repostera y Ana no podía dejar de imaginársela dado importancia, pero ahora vio que se daba con re-
bailando como trompo chillador por toda la cocina, gularidad ... ¡faltaba una hoja! Miró una vez más y ahí
con un delantal blanco sobre su vestido largo, eso sí, con estaba un pedacito de la página faltante . Regresó 50
las mangas recogidas para no ensuciarse con harina y páginas atrás y otras 50 ... y pasaba lo mismo. Era muy
siempre con cuidado de no acercarse mucho al horno raro.
y no tirar nada ni dejar todo tirado en la cocina, porque Continuó hojeando el libro y se encontró otra pá-
en la cocina hay que tener mucho cuidado de no caerse gina recortada. Al parecer cada 50 páginas le arran-
ni tirar cosas, y siempre es muy importante dejar todo caron una hoja. Ya iba a iniciar la investigación de las
limpio. También podía imaginar al abuelo haciéndose hojas faltantes cuando vio un dibujo. Se preguntó por
el remolón mientras le ayudaba a prender el horno de qué estaba ahí ese dibujito tan extraño y tan mal he-
leña mientras corría de un lado al otro para ir escribien- ho. Le dijo al cuaderno "Como que no es tu fuerte
do a la vez los ingredientes ... dibujar, ¿verdad?"
Si el cuaderno hubiera podido poner cara de ofen-
lido, la habría puesto, pero se limitó a responder:
Sucede que ese dibujito fue para explicarle
algo a alguien.

"¡Ay cuaderno! Primero muy regañón y ahora es-


lás de misterioso. A ver, cuéntame a quién le explica-
has y qué le explicaste, cuéntamelo todo, anda".
El cuaderno le respondió que ese dibujo era Inés, la
nieta de don Ruperto, quien era inventora. Ella había
~·ncontrado el cuaderno de su abuelo en un librero y
primero lo había tomado por un cuaderno cualquiera,

52 51
por lo que había varias páginas con anotaciones suyas. le entendería. Era como si escribiera al revés y con
Pero una vez que se dio cuenta de que el cuaderno era una ortografía que ¡ah, bárbara! "Hablando" lo escri-
mágico y respondía preguntas, comenzó a preguntarle bía "ablando", y en vez de "abría" escribía "habría",
muchas cosas, casi todo relacionado con sus inventos. cuando quería hablar del "arte" escribía "harte", "avía"
n vez de "había", o "rallar" cuando debería escribir
"rayar", "tubo" en lugar de "tuvo" y un sinfín de bar-
baridades, a tal grado que Ana pensó "¡Pobrecita y yo
que me sentía mal por el siete que me saqué en orto-
grafía!"
Luego le dijo al cuaderno "Cuadernito, dime cómo
le hacías para entenderle, porque no sabía escribir,
verdad? Mira que escribir arte con 'h', ¿cómo es po-
'1ible? ¿Me puedes contar más acerca de Inés? Porque
por lo pronto ya vi que no sabía escribir".
Antes que nada -contestó el cuaderno- no
es que tuviera mala ortografía, esas palabras
son homófonas, es decir, se escuchan igual
pero se escriben en forma diferente, y por
eso su significado no es el mismo. "Hablando"
Saber que una de sus antepasadas había sido in- y "ablando" no es lo mismo, pues "hablando"
ventora despertó tal curiosidad en Ana, que quiso leer es de "hablar" y "ablando" es una conjuga-
todo lo referente a Inés. Para tener una imagen más ción de "ablandar", de hacer algo más sua-
clara de ella, puso más atención en la caligrafía y la ve, "abría" de "abrir" y "habría" de "haber",
forma de redactar. Se la imaginó con lentes, un lápiz "arte" como la literatura, danza, pintura, ar-
sobre la oreja, una libreta de apuntar y el cuaderno quitectura, etcétera y "harte" de "hartazgo",
mágico bajo el brazo examinando todo. cuando ya no es posible soportar más algo.
¡Ahí estaba el primer apunte de Inés! Pero no le en- Inés fue la nieta de don Ruperto, era muy crea-
tendió nada. Inés tenía la letra tan fea que ni el doctor tiva y siempre me preguntaba cosas acerca

54 55
de sus inventos o descubrimientos. Por aque- to que en menos de dos semanas el pueblo
lla época vivía en un pueblo y todo mundo se era el más colorido de los al rededores y de
vestía de blanco, pues no tenían tintes para todos lados le pedían sus diseños y colores
sus telas. A Inés le gustaba mucho ir al campo tan vivos. Cada vez recibió más pedidos, to-
y ver las flores silvestres, y un buen día quiso das las escuelas en los alrededores le pi-
parecer Aor y tener pétalos multicolores. dieron que rediseñara los uniformes, pues
Entonces me preguntó cómo hacer para te- eran muy aburridos, así que se dio a la ta-
ner ropa colorida y yo le enseñé a hacer rea de hacer los uniformes más lindos que
tinturas, pero como quería algo demasiado j amás se vieron, pero sentía que le faltaba
colorido mezcló todos los colores lo mejor - algo, entonces realizó uno de sus mayores
que pudo. Para su sorpresa, el color que sur- inventos: los listones de colores. Pero hizo
gió de su mezcla fue el negro, más por las tantos que les sobraron tres cajas y decidió
sustancias químicas involucradas que por los
colores originales, pero como no tenía ropa de
otro color aparte del blanco igual se alegró
y se puso a confeccionar muchas cosas. Pero
al momento de coserlas surgió el primer pro-
blema: el único hilo que tenía era el blanco.
"¿Que haré?" Pensó, y estaba por pedirme
consejo cuando se sentó y miró la tela tanto
tiempo y de forma tan inquisitiva, que al ver
que está compuesta de muchos hilos entrela-
zados, descubrió el hilo negro. Gracias a eso
los trajes vestidos y otras prendas quedaron
muy bien.
Pero no se quedó con el negro, también fue-
ron el azul, el verde, el amarillo, el rojo y
todos los colores primarios, que son la base ~
de los demás colores. Ana tuvo tanto éxi-

56 57
venderlos en su casa, por lo que a cada rato "¿Su último experimento?" , preguntó Ana rápida-
se escuchaba "Toe, toe" y ella preguntaba mente.
"¿Quién es?" Y le respondían "Soy yo, Inés", No, no fue el último.
a lo cual Inés siempre respondía "¿Y qué
quería?" Casi siempre le contestaban "¡Un "¿Entonces este de qué fue? "
listón!" e Inés "¿De qué color?" Esa era la
Es una tinta invisible.
cantaleta de todos los días.
"¡Ay! ¡Dime cómo la puedo ver! ¿Cuál es la fórmu-
El misterio de la hoja en blanco
1.\?", Ana estaba cada vez más exaltada ante el descu-
Ana estaba muy intrigada con la historia, sobre todo brimiento de tan prodigioso invento.
ahora que le sonaba a que esa antepasada Inés ha-
bía quedado en la historia de algún modo. Ana siguió Es más fácil ahora. Puedes poner la hoja a
viendo el cuaderno, con respuestas y con apuntes de contraluz de un foco incandescente, pero con
Inés. A Ana no se le había ocurrido escribir directa- mucho cuidado porque se calientan mucho.
mente sobre las páginas de su cuaderno mágico, justo Antes se usaban velas y era más peligroso,
para mí y para quien quería ver el mensaje.
porque lo consideraba demasiado valioso para ocupar
Aunque con los focos ya no es tan peligroso,
una página de su cuaderno o incluso dejar un espacio
te recomiendo que le pidas ayuda a un adulto
pequeñito en blanco. para ver cómo se revelan los mensajes. La
En un momento, Ana se quedó atónita frente a fórm ula es muy simple. Es jugo de limón.
una parte donde había una hoja con media página en Ana corrió a la lámpara más cercana, acomodó el
blanco y la otra media página también en blanco, pero libro de tal forma que la hoja quedara pegada a la pan-
completamente tiesa. "¿Por qué esta hoja está en blan- l.,lla de la lámpara, sin maltratar a su amigo cuaderni-
co, cuaderno?" , preguntó Ana. lo. La encendió y ... ¡Oh sorpresa! La lámpara usaba
Es que Inés pensó en sus nietos y mas allá loco fluorescente ahorrador. Buscó otra lámpara y lo
de ellos, por lo que no quiso hacer preguntas 111ismo, una lámpara más y la misma historia. Buscó
que sólo ocuparan hojas sin razón, y la otra •·n la sala, en el comedor, en su recámara, en la de sus
mitad de la página es parte de un experi- p.1pás, en los baños, por todos lados, a ver si aparecía
mento.

58 50
algún foco incandescente, pero en su casa no había Ana corrió al teléfono, llamó a su abuelita y le dijo
más que focos ahorradores. "Es el precio de ser eco- entre gritos y respiraciones "¡Abuelita! ¡Ven por mí
logista", pensó. "¿Y ahora qué hago? Ya nunca sabré pronto! ¡Es algo de vida o muerte! " Su abuelita le res-
lo que escribió Inés, y es que con un cerillo nunca me pondió "Sí, mi amor, nada más que suelten el hervor
atrevería, no quiero ni pensar qué pasaría si quemara a los frijoles en diez minutitos más y voy por ti". Ana se
cuadernito, o peor aún si me quemo yo, y es que esos desesperó y le volvió a decir "¡No abuelita, es que no
focos eran los de antes pero en mi casa los cambiaron entiendes, es urgente!". "A ver, cuéntame, ¿qué pasa
todos porque consumían mucha electricidad. ¿Ahora m'hijita?", respondió la abuelita.
en donde encontraré alguien que tenga focos de antes,
"Es que, 1o de 1nes
' ... " , comenzo' Ana
de los viejos?" Comenzó a pensar y pensar, sin que se
le ocurriera algún lugar de su casa donde hubiera un "¿Cuál Inés?", repuso la abuelita.
foco de esos viejos y traga electricidad. En eso se le
"¿Pues cuál Inés va a ser? ¡La nieta de nuestro re-
iluminó el foco (pero en su cabeza) "¡Pues mi abuelita!
quete abuelo Ruperto! ", dijo con ansiedad Ana, sin
¡Cómo no me lo imaginé desde antes! "
comprender cómo su abuelita no tenía presente a
Inés.
"¡Ah no, hijita, fíjate que ya se murió hace mucho!
Eso sí, vivió 95 años. Por eso todo mundo le decía 'la
vieja Inés' , bueno eso me dijo mi bisabuelito que creo
que alcanzó a conocerla o a su nieta, ya no recuerdo".
"¡Sí, ella abuelita, es que hizo una tinta invisible y

-rr sólo se ve con un foco incandescente y tú todavía tie-


nes muchos de esos en tu casa! ", alegó Ana.
"¿lncande qué? ¿Yo? ¿Pero cuándo? ¿En dónde?
••• Yo sólo tengo focos y punto, no sé de esos focos que
dices", dijo la abuelita.

60 61
"¡Sí abue, son los focos cabezones! De ésos que "¡Que no! ¡Que el foco es para ver la tinta invisible! "
gastan mucha electricidad, dice mi papá que cinco fo-
"¡Ay mi hijita, entonces ya no será invisible! "
cos de colita de cochino como los que usamos, de los
ahorradores, gastan lo mismo que uno de los tuyos". "¡Abueee! ¡Por favor! Es que necesito que vengas
por mí, ya sabes que no debo andar solita en la calle,
¡por fa! Anda, ven por mí y en el camino te explico,
¿si.' ?"

~
"Bueno", contestó por fin la abuelita, "salgo en diez
minutos por que ya soltaron el hervor los frijoles".
"¡Gracias¡ ¡Gracias abue! ¡Gracias, te espero! "
Cuando la abuela llegó a casa de Ana, ella ya es-
taba con el cuadernito dentro de su bolsa anaranjada,

~
y ésta dentro de su mochila. Ana ya traía un peinado
diferente, fue el último de tres que se hizo mientras que
esperaba a su abuelita, pues aunque no pasó mucho
tiempo, Ana se puso un poco nerviosa y para tranqui-
lizarse se peinó frente al espejo. Se peinó hacia atrás,
de raya en medio, de lado y por último de coletas.
"¡Ah mira! ¡Y yo sin saber! Ahora entiendo por A Ana le pareció que el peinado de coletas venía
qué me llega tan alto el recibo de luz, los voy a cambiar, un poco a cuento porque cuando se peinaba así, en la
¿no sabes dónde compró tu papá esos focos de colita escuela le decían que tenía muchas colitas de cochino,
de cochino que dices?" por su cabello rizado, pero a ella le gustaba que le dijeran
"¡Pero abue, es que la tinta! " eso porque le gustaban los cochinitos, por eso evitaba
a toda costa el jamón y las salchichas. En este momen-
"Bueno, si quieres también compramos tinta, ¿ha- to, si algo bueno tenían para ella los focos de colita
rás un trabajo para la escuela?" de cochino era sólo eso, bueno, y lo ahorradores que

62 61
son, pero para gran cosa le habían servido ahora "Es que aquí está escrito en manuscrita, ¡antes así
que tenía que hacer sus experimentos. enseñaban a escribir! Se ve que quiso escribir algo im-
Ya de camino a la casa de su abuela, Ana le contó portante, por eso se esmeró tanto en hacer una letra
acerca de Inés y cómo la conoció por medio del cua- tan linda".
dernito, le platicó de la tinta mágica y del gran descu-
brimiento que iban a hacer en sólo unos minutos.
La revelación
En cuanto llegaron a casa de la abuela, las dos ya sa-
bían qué hacer, y mientras Ana se lavaba las manos
o-" ....-'-"•.,..¡... -~·'1"·~
para sacar de la mochila la bolsita y de la bolsita el cua- ~~.,--,_ · ,
r---,-"--4 ' "'-~< ... r¡ .. -r.. J-4::..._..,
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dernito, su abuela buscó sus lentes en su bolso, luego ..,.,....-t--u.. A.::-~~<
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en la mesa de la cocina y finalmente los encontró en ..---~ ............. --~
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la mesita de noche, al lado de la lámpara que estaba
colocada sobre una carpetita con muchos olanes y en-
cajes y, ¡por fin! con un foco incandescente. Después
____ ,
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¡,r-_,.,.....-J............_.__
....... ,P-
_,!·• - ...

de colocarse los lentes, la abuela encendió la lámpara


y acomodó con mucho cuidado el cuaderno, para ver
qué ocultaba esa misteriosa tinta invisible.
Como por arte de magia las letras fueron apare-
ciendo, primero muy tenues y borrosas, después con
mayor nitidez. "Pero si está todo juntito, ¡apenas levantaba el lápiz
de la hoja! ", respondió Ana.
"¡Ajá!", exclamó la abuela, "¡mira qué bonita
letra!" "¡Ese es el chiste! Lo que pasa es que no estás muy
familiarizada", dijo la abuela.
"¡Pero si no se le entiende nada! ¡Así no escribía
Inés, yo leí otras cosas que ella escribió y no estaba así "¡Sí estoy familiarizada! ¡También es mi abuelita
su letra! ", replicó Ana . Inés!" , replicó Ana.

•• 65
La abuela rió tanto que casi se cae de la silla, y Ana quedó perpleja, casi tanto por no ver una
luego dijo entre carcajadas "¡No! ¡Quiero decir que no sola falta de ortografía como por lo emocionante del
estás acostumbrada a este tipo de escritura! " mensaje, pero la abuela se conmovió tanto con el gran
descubrimiento, que se levantó como resorte y le dijo
"¿Me lo lees por favor?"
a Ana "Voy a hacer chocolate y un rico panqué de na-
ranja, receta de Fermina, para que celebremos".

2~ ~, fXñim ~de~ "¡Pero abuela! ¡Vamos a buscar dónde está escrito


~, ClleO- que ke ~la~ pa4a con la tinta mágica! "
~ ~ lw¡a4 ~ CXJm(J. Lw.t que ~ ~ "Mira hijita estoy tan emocionada que tengo que
Prñ ~no- iew¡o- ~ ioJ- ~de la hacer un panqué", dijo la abuela en tono solemne.
~ ~ cxm la que mi aiJUdo. te dio. u.ida, pe;w-
CileO- que iew¡o-la ~. .Po. r¡ae neceddo. akua. e4
~ ~ pa4a kma4 ~de k4/wja4.
'2>e ~ ~ tudaM. de no- ~k4
~en blanco., pueJ- ak¡ún. dh mU ~ 'f W
~demU~~~· 4uqueno-
me~, 'fte~~k4~. Z¡a
Ú, ~ /11th, que ~ áaltido. ~ Lw.t f'J'W-
~ ~ 'f ~ e4ie ~,no- dé
u meta o.~, o. lo. que 1-i<¡a de ew., u e1iru m-
~ en~ cxm e4ie ~dando.
~ u.úÍa a~~~, te pdo. (UJ--
ne1- mucha~, ~ mulf bieft 'f ~la
iida.~ en kú~~de~
~eL~. Buena due4ie 'f ~.
Inés

66 67
"¿Qué? ¡Yo también estoy emocionada y no quiero
hacer ningún panqué! ", respondió Ana casi llorando.
"Hijita, a veces para hacer las cosas bien hay que
estar calmados. Además, ya tengo todo preparado. Es
más, haremos la receta sin tanto baile y maroma, ya
copié aquí la receta así solita".
Panqué de naranja
Este panqué se prepara con una miel
especiaL Se prepara el pan y luego se · Preparación del pan
baña con la miel
Se revuelven los ingredientes. Se engrasa y enharina
Ingredientes: el molde y se vacía la mezcla. Se hornea con el horno
• Tres tazas de harina precalentado a 175° C durante el tiempo necesario. El
• Una taza de azúcar pan está listo cuando se le mete un palillo y éste sale
• Tres huevos seco.
• Tres cucharadas de polvo para hornear
• Una taza de aceite Preparación de la miel
• Una taza de jugo de naranja Se mezclan todos los ingredientes en una olla y se po-
• Una pizca de sal nen a fuego muy bajo, hasta que se obtiene una mezcla
densa.
Ingredientes para la miel
• El jugo de naranja Preparación final
• Una taza de azúcar
Cuando el pan esté listo, se saca del horno y se le ha-
• Tres cucharadas de mantequilla
cen hoyos pequeños con un tenedor. Luego se baña
• Ralladura de naranja
con la miel, tratando de que entre muy bien en todo el
pan. Se deja enfriar dentro del molde y desde éste se
sirve.

68 69
Como de costumbre con las recetas de Fermina, el PARTE 3
panqué de naranja se veía y olía delicioso. Ana no quiso
admitirlo, pero extrañó mucho mezclar los ingredientes
sin bailar o hacer sentadillas, medir la separación entre
los dientes del tenedor o pensar de qué madera habían
Má~ allá de la~ palabra~
hecho el palillo. . . pero tenía tanta ansiedad por ver los
mensajes ocultos ... que ya no se quejó. Menos se quejó
luego de morder el primer bocado de panqué .. .

M ientras se enfriaba un poco el pan-


qué , Ana siguió leyendo a cuadernito, pero notó que
la caligrafía había cambiado, ya no eran ni las patas
de araña ni la letra manuscrita de Inés, por lo que
supuso que era la letra del nieto de Inés que había
comenzado a escribir preguntas.
Las preguntas de ese antepasado resultaron ser
muy insulsas, es decir, demasiado comunes. "¿Va a
llover?". La contestación del libro fue tan seca y sin
chiste como la pregunta: "No". "¿Me quiere o no me
quiere?", decía otra de las preguntas. La respuesta del
libro fue "¡Por qué no le preguntas tú!" Luego un es-
pacio largo y después un "Sí" que parecía escrito con
desgano.

70 71
"¡Ja, ja, ja, creo que no te llevaste muy bien con él, el nieto me descubrió, me tomó en sus bra-
¿verdad cuadernito?", preguntó Ana, y en una orillita zos, muy contento, porque había escuchado
de la misma página, el libro respondió: hablar de un mítico "cuaderno mágico". Lo
bueno es que estoy encantado y habían es-
cuchado hablar de mí, si no ... ¡quién sabe qué
hubiera pasado!
Mientras estuve trabajando como pata de
sillón vi muchos zapatos y conocí a fon-
do a un perrito llamado Tac, que en aquel
entonces era muy pachoncito, con su pelo
todo blanco, ensortijado, con cola de cairel.
En invierno se acostaba junto a mí y me
calentaba el lomo; además, todos los días
me lamía el filo de las hojas para qui-
tarme el polvo, aunque en realidad creo
que era para rascarse la lengua; un buen
perro ese Tac. La verdad es que de repente
lo ·extraño.

"Pero si él no te escribió, ¿cómo sabes de él? Era


sólo un perrito, ¿en verdad lo extrañas?", preguntó
Ana .

Pues no fue tan malo, sólo me preguntó un Si hubiera escrito entonces sería un perrito
par de cosas y me guardó 30 años debajo mágico. Pero no siempre son necesarias las
palabras para comunicarse. Es como cuan-
del sillón porque le faltaba una pata y yo
do tus papás te abrazan o te dan el besito
la sustituí. Aunque en ocasiones pude esca-
de buenas noches. Tac no escribía y su len-
parme, volví a mis funciones de contestador
guaje no es parecido al nuestro, pero aún
de preguntas hasta que tiraron el sillón y así existía una comunicación entre nosotros.

72 71
"¡Ay libro! ¡Perdón, no había entendido! ¿Me dis-
culpas?", comentó Ana, con la cara roja por la pena.
No hay nada que disculpar, disfruté mucho
el tiempo que pasé con el perrito Tac deba-
jo del sillón, y aunque tenía que soportar el
peso del sillón y de la gente que se senta-
ba, fueron como vacaciones para mí. Claro
que lo extraño, pero tuve la fortuna de co-
nocerlo y pasar con él muchos días y años.

{
"¿Y cómo se comunicaban? ¿Cómo le decías cosas

~~
y él a ti?", preguntó Ana con mucha curiosidad.
No lo hacíamos. Sólo nos hacíamos compañía.
Una vez Tac me sacó a asolear porque se
¡Y claro que lo extraño! ¿Tú no extraña- derramó agua de una cubeta. Ya en el jardín,
rías los abrazos y los besos de tus padres delicadamente volteé varias de mis hojas, y
o de tu abuelita? Si te los dejaran de dar, aunque yo sabía que por ser un cuaderno
de seguro que los extrañarías mucho. mágico no me sucedería nada con el agua,
Tac me asoleaba. Pero cuando la tía Rufis se
"¿Y por qué te dejó de abrazar Tac? ¿Se enoja- sentó en el sillón se escuchó un gran tronido
ron?", siguió preguntando Ana. de la madera. Entonces se dieron cuenta de
que yo no estaba cumpliendo mi función
No, él siempre me abrazó cuando pudo pero, de pata de sillón, así que me devolvieron al
como te digo, él no era un perrito mágico y un que según ellos era mi lugar. Al principio lle-
día se tuvo que ir. vaba la cuenta de los que se habían sentado
"¿Y a dónde se fue? ", preguntó Ana ingenuamente. en el sillón, pero al llegar al número 1500
decidí no hacerlo más. En ese momento co-
Él murió hace ya muchos años pero aún así mencé a valorar ser un cuaderno mágico y no
lo recuerdo con mucho cariño. una escoba o un sillón.

74 75
Ana le quería preguntar a cuadernito más sobre "Te las voy a leer seguidas. Son así:
Tac, su amiguito peludo, pero en eso se dio cuenta de
El nombre de un amigo siempre sonará distinto,
algo terrible: ¡Al cuaderno mágico sólo le quedaba una
y siempre lo escucharás claro aunque sople fuerte el
hoja en blanco!
viento.
"¡No puede ser! ", pensó Ana, con inquietud,
Si le das tu afecto a un amigo, una parte de ti
"¡Además, ni siquiera he encontrado las hojas que dijo
se queda en su corazón, y una parte de su corazón
Inés! ". Antes de hacer cualquier otra cosa, para evitar
queda en ti.
la tentación, Ana guardó muy bien a cuadernito, le dio
un beso y le prometió que haría lo posible por encon- - Antes de preguntar a tus amigos por lo que tie-
trar una solución. Tomó el teléfono y le marcó de in- nen dentro de sí, también debes mostrar tu propio
mediato a su abuela. Marco tan, pero tan rápido, que in terior y hacer nacer la confianza, para luego ha-
sus dedos parecían alas de colibrí, por lo que la llamada cerla vivir para siempre ".
no entró. Ana recordó que en los momentos de ma- "Recuerda que la vieja Inés escribió que si cono-
yor emoción es mejor tranquilizarse un poco. Respiró cías bien al cuadernito sabrías qué hacer; vamos hijita,
profundo y marcó de nuevo, pero ahora de una forma tú conoces bien a cuadernito, piensa, respira hondo,
muy pausada. La llamada entró de inmediato. descansa y mañana seguramente las cosas irán mejor.
"Abuelita, ¡tienes que ayudarme! A cuadernito sólo Ahora mejor ya duérmete, porque mira nada más, ¡ya
le queda una hoja y no sé que hacer! " casi son las nueve! ¡Ándale, ándale! No sea que te lla-
men la atención por no dormir a tus horas", repuso la
"¿Ya buscaste las partes donde podría estar escrito
abuela. Ana se despidió, colgó el teléfono y trató de
algo con tinta mágica?", contestó la abuela.
dormir.
"Sí, con la lámpara que me prestaste abuelita. Pero
Un nombre para cuadernito
en la parte que he revisado no he encontrado mucha
Esa noche la pobre de Ana apenas durmió, porque se
información. Sólo he encontrado algunas frases . ¿Te
la pasó pensando cómo hacer para alargar la vida de
las leo?" , preguntó Ana.
cuadernito. Entre tanto pensar, se dio cuenta que ni si-
"Está bien, léemelas pero apúrate porque ya tienes quiera sabía el nombre de cuadernito. Recordó que una
que dormirte", contestó la abuela. vez le preguntó su nombre pero el cuaderno nunca le

76 .,.,
contestó. "¿Será que no tiene nombre mi cuadernito? la cama con su abue, quien ya hasta se había acomo-
¿Y si de pronto se acaba su última hoja y mi cuadernito dado debajo de las cobijas, pues varias veces ambas se
ni nombre tuvo?" , reflexionó Ana. acostaban a leer libros o simplemente platicar, y más
cuando hacía frío.
Ana se levantó de la cama y buscó un libro de sus
papás llamado El libro de mil y un nombres para "Tápate m'hijita, que se siente frío" , le dijo la
su bebé, que sus papás compraron antes de que ella abuela.
naciera. Encontró el nombre perfecto y una vez más
Ana sacó el libro y con la letra más chiquita que
recordó lo escrito por Inés. Una sonrisa le iluminó el
pudo, escribió "Hola cuadernito, sólo te queda una
rostro y ya sólo quería que fuera de mañana para ave- -
hoja, pero eso tú lo sabes mejor. Por favor escribe con
riguar si sus sospechas eran correctas.
la letra más pequeña que puedas", le solicitó Ana. El
Ya eran las 11 de la mañana del sábado y Ana, cuaderno le contestó que estaba bien, pero con una
por desvelarse, aún seguía dormida. Pero justo en ese letra tan pero tan chiquita que Ana tuvo que cerrar un
momento llegó su abuelita y tocó la puerta, pues es- ojo y entrecerrar tanto el otro que parecía que su ojo
taba muy interesada en saber si Ana ya tenía alguna era sólo una rayita, eso sin contar que estaba usando
respuesta al enigma de la tinta mágica y la forma de una lupa.
obtener más hojas para el cuaderno mágico.
"Cuadernito, qué te parece si te llamas Renato!",
"¡Pero, cómo! ¡Sigues dormida!", le dijo la abuela a dijo Ana, con una gran sonrisa en la cara.
Ana mientras le acomodaba el cabello enmarañado.
Gracias Ana, nunca había tenido un nombre, y me gus-
ta mucho. Renato, ese será mi nombre. Ahora que ten-
"¡Ay, es que no pude dormir bien abue, pero no te
go un nombre, para ti siempre seré distinto, y siempre
preocupes, creo que ya tengo la solución". estaré presente en tus pensamientos con ese nombre.
Además, me da muchas esperanzas, porque significa
Ana se levantó en pijama y con el cabello aún re- "renacido".
vuelto (tanto que parecía que traía en la cabeza dos
arañas gigantes con las patas revueltas), tomó el libro, "Justo de eso quería platicarte, Renato. Como sa-
bes, he buscado la forma para lograr que sigas con no-
y después de un brinco y dos estornudos ("¡Por pisar el
sotros. La vieja Inés escribió que te deberían conocer
suelo frío! ", le dijo su abuelita) ya estaba de vuelta en

78 79
bien para encontrar esa respuesta, y creo que la res- material para hacer nuevas pastas, de preferencia
puesta la tienes tú. ¿Me puedes decir cómo aumentarte uno muy resistente. La parte más importante es que
deberás unirlo todo con un fuerte abrazo, en el
hojas?", preguntó Ana. que pongas todo tu corazón, y luego deberás de-
jarme descansar un t iempo en mi bolsa anaranja-
da. Sólo el tiempo necesario ... no puedo decirte con
precisión cuanto será. Luego, sólo cruza los dedos y
esperemos que todo funcione como debe ser.

"¡Pero Renato! ¿No te dolerá que te abra el forro y


te arranque más hojas?"
No Ana, no te preocupes, aunque tengas que abrir
un poco mi vestimenta, lo importante es lo que está
adentro y ya te he dado: recuerdos, historia, ocu-
rrencias ... no a cualquiera le permito abrir todas mis
páginas.

"Pero, ¿por qué la vieja Inés no hizo otro cuader-


no.? "

"¿Qué tienen de especial esas hojas, Renato ?",


preguntó Ana.
Tienen la sustancia pura de la pócima mágica, y es
tan poderosa que las hojas hasta huelen a flor de
Eres muy inteligente Ana y has terminado por com- pensamiento. Mucha gente cree que esa flor no des-
prender que aunque las respuestas son muy importan- prende ningún aroma; yo te puedo decir que sí lo
tes, es mucho más importante aprender a preguntar. hace y es muy sutil, pero su mezcla en la poción má-
La respuesta es sencilla y a la vez no tanto. Como gica hizo que su perfume se multiplicara, del mismo
te has dado el tiempo de conocerme más y dejaste modo en que mis hojas permiten que los pensamientos
que te conociera, ahora me siento con la confianza se multipliquen. Una cosa más... dentro de mi forro
para permitirte abrir una parte de mi forro. Ahí también encontrarás unos pelitos de Tac que logré
encontrarás seis hojas en blanco que arrancaron de meter dentro de mí con mucho esfuerzo. Te pido que
mí. Deberás tomarlas, junto con mi divisor de pági- por favor también los pongas en el nuevo cuaderno.
nas y algunas hojas escritas. Después buscarás un Ya veremos si algo ocurre.

80 81
"Está bien, mi cuadernito Renato, haré todo lo que PARTE 4
me dices y cruzaré los dedos", le comentó Ana. "Aún
nos queda media página", pensó Ana con cierta tris-
teza, pues la dejó así por si era necesario que se des-
pidieran.
Epnogo
Ana salió a buscar lo que necesitaba. Buscó papel y
unas pastas de cuero. Le pidió a su mamá que le ayuda-
ra a coser las hojas y a pegarlas en los forros. Hizo todo
lo que le dijo Renato, y mientras lo hacía pensaba en su
amigo y en lo mucho que deseaba hacerlo pervivir.
Luego intercaló las hojas con la sustancia mágica
cada cincuenta hojas. Al terminar, abrazó al nuevo
cuaderno con tanta fuerza que sus páginas se pegaron
Va había pasado casi un mes y Ana no
se atrevía a sacar al nuevo Renato, porque tenía mu-
completamente. cho miedo de que no volviera a aparecer. Cuando llegó
el segundo mes se armó de valor y lo sacó por fin.
Ana le dio un beso a la portada y deseó con todo su
corazón que Renato reviviera en ese nuevo cuaderno. "Renato, ¿estás ahí? Lo cerró, lo volvió a abrir y
Luego metió a Renato y al nuevo Renato en la bolsa y nada.
los guardó. "¡No, no puede ser!", dijo Ana, sintiendo en su piel
como si el viento estuviera más frío.
Ahora escribió en una de las nuevas páginas de
Renato "¿Estás ahí?" Cuando lo volvió a abrir, decía:
Hola Ana, aquí estoy.

Ana dio gritos de emoción, corrió abrazando a


Renato y brincaba, con lágrimas en los ojos. "¿Por qué

82 Bi
no me contestaste desde el principio Renato? Ya otra el separador estaba cubierto con pelo blanco y rizado,
vez estás de enojón ?" y se movía alegremente de lado a lado. Ana compren-
dió cuál era el efecto de los pelitos de Tacen Renato.
Bueno, Ana, ¡es que en el transcurso de estos
dos meses me sacabas y me metías tanto del Ahora estarían juntos mucho tiempo más.
saco que hasta me mareé! "¡Qué bueno es tenerte de vuelta, Renato! "
"¿Cómo te sientes, no te duele nada?" Lo mismo digo Ana, pero antes que nada re-
Estoy muy bien. Me siento joven y sabio, es cuerda apartar una hoja cada cincuenta pá-
una sensación muy agradable ... ginas, para seguir conociendo a muchos niños
más ... y ahora con más historias para contar.
En ese momento, Ana vio que algo se movía entre
las páginas de Renato. Lo abrió de par en par donde
estaba el separador de hojas y vio algo sorprendente:

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Se terminó la impresión de esta obra en septiembre de 2012
en los talleres de Editorial Progreso, S. A. de C. V.
Naranjo No. 248, Col. Santa María la Ribera
Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06400, México, D. F.

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