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Dios

¿Quien o qué es Dios?.


¿Por qué lo escribo con mayúsculas?.
Es indiscutible que las palabras condicionan
la mente.
Unas palabras lo hacen más que otras.
Dios es una de las palabras que más
condiciona.
En nombre de Dios se han desatado las
guerras más sangrientas de la historia.
Dios (o mejor dicho, el uso de Dios), implica
dolor, sufrimiento y poder, pero también
paz, serenidad, tranquilidad, sosiego, calma,
compasión y Amor.
En esa palabra está implícito lo mejor y lo
peor del ser humano.
El punto común de ambos extremos somos
quienes usamos a Dios y lo que significa, lo
que creemos que significa o lo que deseamos
creer que significa para cada uno de
nosotros.
No conozco a nadie que conozca a Dios.
Nadie lo ha visto, nadie puede mostrarle,
muchos le rezan, muchos le piden, muchos le
claman, muchos le adoran. Muchos
defienden “su” Dios y rechazan o atacan el
Dios de los demás. Es bastante ilógico e
insensato hacer esto. No tiene ningún
sentido.
Distintos nombres, distintas
representaciones, pero SIEMPRE un nexo
común; el ser humano que habla en su
nombre.
La percepción de Dios debería ser común,
igual, idéntica; pero de hecho no lo es.
“Cielo” es “cielo” en todo el planeta, no hay
dudas, no hay luchas, está en el mismo sitio
siempre,
siempre arriba, levantamos el dedo y todos
señalamos al cielo.
Da igual la religión que profese uno, da lo
mismo si ni siquiera profesa religión alguna.
El cielo siempre está arriba, el suelo siempre
está abajo.
¿Pero Dios?
Hay muchos “Dios” porque cada uno
hablamos del nuestro, del Dios que nos han
contado, del Dios que nos han hablado, del
Dios que nos han enseñado, del Dios con el
que nos han educado, del Dios que
queremos ver, el que queremos que nos
guíe, el que queremos que nos proteja; el
que nos debe mostrar el camino.
En definitiva para un observador serio, todos
estos dioses no pueden ser otra cosa que
deseos, anhelos y miedos.
Deseos nacidos del “yo” y alimentados por el
miedo.
El miedo a morir, el miedo a sufrir, el miedo
a estar solo, el miedo a desaparecer, el
miedo al desapego, el miedo a recibir el
sufrimiento que infligimos, el miedo a sufrir
las calamidades que vemos cada día.
¿En que Dios creen todos los que sufren
calamidades terribles?
Cuando ya no se puede sufrir más, se alcanza
una comprensión directa y genuina de que
no hay un Dios que castigue ni hay un Dios
que premie.
No puede haber un Dios que premie o
castigue. ¿Cómo puede haberlo?
No hay un cielo ni hay un infierno.
Hay deseos (cielo) y miedos (infierno).
Todo creado en torno a algo externo a uno
mismo, para poder expiar nuestras
responsabilidades, nuestras acciones y
nuestros pensamientos.
No hay Dios, no hay tal cosa.
No hay Dios vengador, no hay Dios justo, no
hay Dios juez.
No hay Dios en la muerte violenta de un niño
y tampoco lo hay en la muerte serena de un
anciano.
No hay Justicia (con mayúscula) si conviene a
unos y perjudica a otros.
Dios es cada uno de nosotros, por eso es tan
diferente.

La percepción directa

Hay un cuerpo y lo que llamamos mente es


una parte de ese cuerpo.
Hay distintos tipos de pensamiento, pero
todos ellos ocurren en el cuerpo, la psique
forma parte del cuerpo y sin este no puede
existir por si misma.
Un brazo si puede existir sin cuerpo, un
brazo ES sin cuerpo, la mente no puede ser
sin cuerpo, por esa razón no se puede
separar la mente del cuerpo.
La mente está formada por distintos órganos
y las diferentes funcionalidades y
propiedades eléctricas y químicas de estos.
Explicado de una forma extremadamente
somera, esas reacciones eléctricas y
químicas, son las que a nivel muscular,
celular, neuronal y molecular conforman
finalmente aquello que conocemos como
pensamientos.
El pensamiento puede estar originado por
reflejos o por lo que podemos llamar
pensamiento reflexivo.
El primero es el que está orientado a
salvaguardar la vida y es automático,
mientras que el segundo es el que nos
diferencia de las demás especies animales, el
que creemos dominar y el que utilizamos
para el aprendizaje.
El aprendizaje tiene dos ramas generales. Lo
que aprende uno mediante método y
repetición y lo que aprende uno de primera
mano, mediante la experimentación directa.
El aprendizaje mediante método y repetición
es el que usamos para aprender a tocar el
piano, para hablar un idioma, para resolver
ecuaciones, para jugar al ajedrez o para
obtener una cátedra en telecomunicaciones.
No cuestiono de ninguna manera que esto
sea fácil ni que cualquiera pueda hacerlo,
solo indico aquí el hecho de que requiere
seguir un método establecido anteriormente
por otros y ciertas pautas de obligado
cumplimiento para alcanzar un objetivo
establecido con anterioridad.
Indudablemente, las capacidades de cada
persona están relacionadas con los objetivos
a alcanzar, pero no se trata de analizar el
ingente número de elementos que participan
en el hecho de obtener un doctorado, se
trata de diferenciar una percepción directa y
genuina de un conocimiento “de segunda
mano” (con todos mis respetos).
De manera errónea, a menudo creemos que
gran cantidad del aprendizaje adquirido
mediante método y repetición es
aprendizaje directo y genuino, lo cual no es
cierto.
En una percepción directa están ausentes los
juicios, las consecuencias y las valoraciones
tanto previas como posteriores.
La percepción directa jamás nace de
recuerdos ni de deseos.
Ocurre en un instante y se es consciente de
que ese instante ha sido y nunca más será.
La percepción directa no se alcanza, sino que
se realiza, simplemente ocurre.
No hay nada que alcanzar, muy al contrario,
solo hay que quitar obstáculos para poder
percibir.
Lo que hay es lo que molesta, se trata más
de ir dejando “cosas” por el camino que de
irlas adquiriendo y conservando.
Si se persigue una meta, el mero hecho de
perseguir algo, hace que sea inalcanzable
pues se espera un resultado y eso es un
deseo, y como he mencionado, en mi
opinión, la percepción directa jamás puede
nacer de un deseo.
Debemos diferenciar la percepción de un
niño de una percepción directa.
Un niño, en su inocencia, en su falta de
conocimientos acumulados, en su falta de
prejuicios, en su falta de experiencia, con un
ego aún sin madurar, puede actuar de
manera que parezca realizar una percepción
directa, pero es solo una apariencia pues
para realizarla, debe haber una certeza de
que la experiencia ha ocurrido y que es
completamente diferente a todo tipo de
percepción hecha con anterioridad.
Un niño no tiene esa capacidad de
discriminación.
Además, un niño, aún siendo consciente de
su propia existencia, no sabe diferenciar los
pensamientos producidos por el ego de los
no producidos por el ego (de haberlos), ni es
capaz de analizar el recorrido de un
pensamiento hasta alcanzar una conclusión,
por tanto esto será una percepción directa
solo a ojos de un ignorante que observe al
niño y juzgue su actitud, sus acciones y sus
palabras.
El miedo está originado por la ignorancia, a
partir de esa ignorancia ocurren una miríada
de circunstancias que terminan en la
sensación de miedo que sufre la persona.
Que solo existe ahora es un hecho
indiscutible.
La “facultad” de poder desplazar el
pensamiento reflexivo hacia atrás y hacia
delante es decir, la capacidad de recordar y
desear (futuro), es el origen del problema.
Los pensamientos acumulados en forma de
recuerdos nos hacen daño, porque evocan
tiempos que fueron, momentos que pasaron
y los comparamos con ahora, por lo que
perdemos el ahora.
Las esperanzas de tiempos mejores, los
deseos de alcanzar algo, ya sea material o
espiritual son enfoques de un futuro
inventado que no existe y jamás existirá tal
como lo imaginamos.
Por necesidad debe haber un conflicto
cuando un observador se ve a sí mismo en
un pensamiento situado en el futuro. Es
simplemente mentira. Esperanzas, recuerdos
y deseos son por tanto la causa de perder el
ahora, que es lo único que tenemos.
Si queremos coger arena de la playa
debemos tener la mano vacía.
Si la mente está vacía (de pensamientos),
podemos percibir que no hay ayer y no hay
mañana.
Lo demás es un molesto ruido de fondo que
termina por adherirse a la mente pensante
como si fuera un parásito y mediante el
método de repetición, queda fijado en la
personalidad en un grado mayor o menor
causando simplemente problemas o
verdaderos estragos en muchos casos.
Esa percepción, que realiza uno mismo, es
fundamental para comprender a nivel
intelectual el hecho de que todo es ilusión.
Aquí no sirve creer, no sirve repetir lo que
han hecho otros, no valen las palabras, son
meros instrumentos para acercarnos a la
verdad, pero se trata de alcanzar la verdad
misma.
Los cinco sentidos están ocupados
constantemente en llevarnos hacia los
recuerdos y hacia las esperanzas. El olor de
un perfume, el tacto de una tela, el sabor de
una fruta, la visión de una fotografía, el
escuchar una canción. Todos está
eficazmente entrenados para hacerlo “mal”,
para llevarnos fuera del ahora.
Los tiempos pasados producen anhelos,
mientras que los tiempos futuros producen
deseos.
Por esa razón es necesario darse cuenta por
uno mismo.
La mente nunca parece estar quieta, cuando
no estamos pensando, estamos hablando.
No somos prudentes ni con nuestros
pensamientos ni con nuestras palabras.
El pensamiento, al igual que las palabras se
puede dominar en mayor o en menor grado.
Estamos completamente condicionados a
nuestro entorno, a lo que piensan los demás
y a lo que dicen los demás. Y no entendemos
que nosotros somos “los demás”.
El silencio es la mejor manera de no causar
ofensas.
La palabra tiene un tremendo poder. Si yo
digo en voz alta ante diez personas la
palabra “silla”, en cada una de esas mentes
ocurre algo diferente, muy semejante, pero
distinto.
En cambio si digo “DIOS”, hay una auténtica
revolución en cada persona. Se pone en
marcha toda la maquinaria del pensamiento
en cuestión de milisegundos, como un
resorte extremadamente eficaz.
Entra el juicio, la opinión, cientos de
pensamientos que nos llevan a una
conclusión casi siempre relacionada con
quien ha dicho la palabra.
Si uno pide a diez personas que con papel y
lápiz pinten un árbol, JAMAS habrá dos
árboles iguales, si se lo pide a mil personas,
tampoco habrá dos exactamente iguales,
esto demuestra el nivel de complejidad de la
mente y el infinito número de posibilidades
que aparecen cuando en una mente aparece
un pensamiento simple. ¿Que no aparecerá
con un pensamiento complejo?.
Esto nos da una idea del increíble nivel de
condicionamiento que tiene la palabra.
Es fundamental entender también que los
pensamientos solo ocurren de uno en uno,
pueden ser complejos, pero siempre son
consecutivos, no es posible tener dos
pensamientos al mismo tiempo.
Pensar en un perro grande de color negro
ladrando y corriendo no son varios
pensamientos, es solo un pensamiento
conformado por varios conceptos
aprendidos previamente y eso lo convierte
en un pensamiento complejo, no en más de
un pensamiento.
La física cuántica se ocupa de aclarar esta
cuestión de una forma fulminante e
irrefutable.
Es evidente que para que el cerebro obtenga
(no digo cree, digo obtenga) un
pensamiento, se requiere un cierto tiempo.
Para que todo el sistema fisiológico lance
todos los procesos que intervienen hasta que
pensamos “silla”, se requiere tiempo, esto es
un hecho comprobable por cualquiera.
(El ejemplo es válido ya pensemos en la silla
como concepto o como imagen).
Ahora bien, a medida que vamos
fraccionando el tiempo en unidades cada vez
más pequeñas obtenemos mas “distancia
temporal” entre los procesos que
desembocan en el pensamiento.
De esta forma, obtenemos dos certezas, a
saber:
1.- El intervalo de tiempo que se puede
medir mediante instrumentos, es
extremadamente menor que el que
podemos percibir con nuestros sentidos.
Este hecho ofrece una probabilidad
elevadísima de que el tiempo fraccionado
hasta la mínima expresión sea “sin tiempo” o
algo distinto al concepto de tiempo que
tenemos y que no contenga al mismo.
Esto es un concepto abstracto y no se puede
ni medir ni comparar ni comprobar, pero es
indiscutible que partiendo de un segundo,
podemos dividirlo en 10 partes y convertirlo
en lo que llamamos décima de segundo.
Realizando la misma operación sobre la
décima de segundo obtendríamos
centésimas de segundo. Si continuamos
haciendo lo mismo con la centésima de
segundo obtendríamos milésimas de
segundo.
Y así sucesivamente, podríamos continuar
poniendo nombres a las fracciones obtenidas
hasta que muriéramos ancianos (así que
mejor no perder el tiempo).
Esto confirma que por muy rápidos que sean
los pensamientos, siempre habrá una
fracción de tiempo menor, que haga que
exista una “distancia temporal” entre dos
pensamientos, lo que hace estos sean
obligatoriamente consecutivos.
2.- La segunda certeza, más importante si
cabe que la primera, es que si este intervalo
entre pensamientos se puede medir, cabe la
posibilidad de que sea perceptible si uno
pone la atención adecuada y dedica el
tiempo necesario a observar de la formar
correcta.
De este modo, crearíamos un pensamiento
dentro de un instante sin tiempo.
Esta es una percepción directa.
Una vez más las palabras limitan lo que se
intenta describir.
Solo pueden ser un instrumento para
acercarnos.
La palabra no es la cosa, solo la señala.
Describir el sabor de una manzana ni siquiera
se acerca al hecho de morder la fruta por
uno mismo. De ahí la importancia de leer,
estudiar, creer, pensar, reflexionar, llevar
nuestros métodos de repetición hasta la
extenuación y después abandonarlo todo
con el único fin de vivir por uno mismo la
realidad.
Absolutamente todo son instrumentos o
métodos, menos la percepción directa y e
intemporal.
Por eso es fundamental probar la fruta por
uno mismo.
No vale lo que uno escriba, lo que uno diga,
lo que uno predique o lo que uno prometa.
Todo estará en su mente, puede estar en lo
cierto o no, puede tener buenas intenciones
o no, puede ser de confianza o no.
Eso no cambia el hecho de que solo uno
mismo puede hacer algo por si mismo.
Si uno encuentra agua y le cuenta lo
fresquita que está, usted morirá de sed.
No muera de sed.
No se crea nada de lo que hay aquí escrito,
intente comprobarlo usted mismo.
Pdta.Si está pensando que quien ha escrito
esto puede enseñarle algo o ayudarle, no ha
entendido nada.
Comience la lectura de nuevo si está
interesado pero hágalo con la pizarra en
blanco.
La pizarra es su mente reflexiva.

Pensamiento_3
La desesperación no es un motivo, es un
efecto.
Pensamiento_2
La vida es la mejor prueba del concepto de
impermanencia.
Por más que uno se empeñe, no escapa de
ella.
Si la vida comienza podemos tener la certeza
de que acabará.
Pensamiento_1
Uno puede romper los espejos o puede
cerrar los ojos, pero la mente seguirá
engañándonos con lo que creemos s
Pensamiento_6
Una mente sin pensamientos es una mente
muerta.
La meta no es el “no pensamiento”.
El objetivo consiste en lograr que tras la
aparición de un pensamiento, si este es
percibido, no se genere en la mente ningún
movimiento.
Pensamiento_5
La Verdad habita en el silencio.
Pensamiento_4
Odio y desprecio son hermanos.
Compasión y Amor son Padre e Hijo.
Pensamiento_7
Tener hace temer perder.
Pensamiento_8
La mano que golpea es la misma que
acaricia.
La mente que sufre es la misma que disfruta.

Pensamiento_10
En una mente honesta nunca hay
pensamientos reprimidos.
No hay mentiras ni actuaciones interesadas
que dañen o puedan dañar a los demás.
No hay ni acción ni pensamiento alguno que
reprimir.
No hay movimientos que generen inquietud,
miedo o duda.
Todo movimiento que surge de una mente
honesta es un movimiento perfecto y justo.
Ni excesivo ni escaso, sino perfectamente
adecuado, como una nube se ajusta al cielo.
Una mente honesta y pura fluye sin más.
Pensamiento_9
Antes de hablar, concluye.
Antes de concluir, reflexiona.
Antes de reflexionar, piensa.
Antes de pensar, constata.
Antes de constatar, percibe.
Antes de percibir, permanece en silencio.
Solo si percibes, constatas, piensas,
reflexionas y concluyes dirás algo con cierto
criterio.

Conversaciones_2
Pregunta:
¿Cuales son los principales obstáculos que
puede encontrar una persona que decida
comenzar a practicar zazen?
Respuesta:
Tanto si se va a practicar zazen como
cualquier otra disciplina que requiera
concentración y esfuerzo, como por ejemplo
la meditación de cualquier clase (Samatha,
Vipassana, Tratak, Dzoghen,
mántrica…etc,etc.); lo más sensato, sobre
todo al principio, es planificar una práctica
razonable.
Es como el que se plantea correr, hay
muchas similitudes con esto.
Si usted no ha corrido nunca, jamás se le
ocurriría comenzar a correr en una maratón,
que son 42 kilómetros.
Es de sentido común.
En el zazen es lo mismo.
Sobre la calidad de la práctica, se requiere
mucha práctica para que esta sea correcta.
Y se requiere que sea correcta para que
exista un progreso o evolución (si me
permite utilizar estas palabras, que quizá no
sean las más adecuadas, pues hablar de
evolución o progreso en la práctica puede
dar lugar a equívocos).
Pero alguna vez hay que empezar, y siempre
es mejor un minuto de práctica correcta que
una hora de práctica mal hecha.
Algo razonable para alguien que comienza es
practicar durante 30 minutos al día, todos los
días del año, durante un año.
Es una práctica muy leve, muy sutil, muy
poco intensa, pero suficiente para encontrar
los primeros problemas y aprender a
sortearlos por uno mismo.
Sería conveniente practicar siempre a la
misma hora y en el mismo lugar (en la
medida de lo posible).
Para personas con más compromiso con la
práctica, en torno a una hora diaria todos los
días del año estaría bien, para empezar,
insisto.
No soy partidario de hacer descansos y saltar
días, pero es una elección particular, no hay
nada de malo en hacerlo.
Como imaginará, nadie tiene la verdad
absoluta y lo que para uno es cómodo y
eficaz para otros puede no serlo.
Conozco algunos casos de personas sin
experiencia que han practicado Vipassana
intensiva durante unas 10 horas diarias con
silencio total durante 8 días (No conozco a
las personas, pero si los estudios que se
realizaron a este respecto). Y los resultados
fueron extraordinarios.
Cierto es que muchas personas abandonan
una práctica tan exhaustiva e intensa y más
si es al principio y también es cierto que para
llevar a cabo una practica como esta se
necesitan personas que la dirijan y que
tengan experiencia previa para corregir los
problemas o defectos que sin duda surgirán
en una práctica tan intensiva como esta.
Pero este tipo de práctica tampoco tiene
nada de malo.
Si usted quiere pruébelo.
Sobre la necesidad de estar guiado o no
durante el zazen, no me pronuncio.
De cualquier forma, entiendo que no
hablamos aquí de este tipo de implicación
con la práctica.
Hay que ser realista, será difícil, pero uno ha
de ser serio y firme con la práctica.
Hay que tener una actitud y un compromiso.
Uno debe tener y mantener la atención y
concentración correctas para poder practicar
con seriedad.
Obviamente, con la práctica se adquiere
soltura y las incomodidades, tanto físicas
como mentales se van superando.
Como principales problemas, siempre surgen
cuatro:
1.- La imaginación.
2.- La pereza.
3.- El sueño.
4.- La incomodidad física.
Sin duda, el más difícil de afrontar es la
imaginación.
Algo tan útil, necesario y bueno como es la
imaginación, aquí se convierte en un
enemigo temible. Los pensamientos no
controlables que molestan, el parloteo
incesante de la mente, las distracciones, los
recuerdos, los deseos, los anhelos, el traer la
atención una y otra vez, una y otra vez……….
Todo sale en el zazen, todo aflora en el
zazen.
La imaginación, puede ser un gran problema.
De hecho, lo será.
La pereza se puede afrontar con ánimo y con
seriedad en la práctica.
El sueño se puede afrontar cambiando o
ajustando los hábitos de práctica, las horas a
las que se practica y el tiempo que se dedica.
Sobre la incomodidad física, es importante
mantener una postura firme pero cómoda,
desde luego, siempre sin dolor.
Si uno no puede estar sentado en loto pues
se sienta en medio loto, y si no puede estar
sentado en medio loto pues se sienta en el
suelo con las piernas semicruzadas, y si uno
no puede estar sentado en el suelo con las
piernas semicruzadas, se sienta en una silla,
SIN APOYAR LA ESPALDA. Esto último es
importante.
Es más importante la actitud de la mente
que la posición de las piernas.
¿Por qué hacerlo todo tan difícil?
Solo siéntese y practique, olvídese de lo que
le he contado y pruebe, indague, reflexione,
aprenda, avance usted mismo.
No necesita nada más.
Conversaciones_1
Pregunta:
¿Como se definiría?
Respuesta:
No me definiría.
Definirse a si mismo es una de las cosas más
perjudiciales que hay para la integridad
mental de uno.
Es gritar a los cuatro vientos como espera
uno que le perciban los demás.
Una triquiñuela para ganarse la confianza del
interlocutor o para conseguir cosas. No estoy
interesado en eso.
Ese deseo de ser tal o cual cosa se fragua en
la infancia y se fija de una manera
determinante durante la adolescencia entre
los doce y los quince años, a partir de ese
momento (o incluso antes), uno será esclavo
de lo que piensa que es o que debe ser.
Me parece demasiado pretencioso, aunque
lo digo sin ninguna humildad disimulada,
simplemente creo que no es relevante.
Hay hechos, como por ejemplo, que soy una
persona, pero lo demás es completamente
subjetivo.
Soy de aquí, soy de allí, soy esto, soy lo otro,
he estudiado esto, he estudiado lo otro, soy
capaz de esto, soy capaz de lo otro…
¿qué importa? ¿a quien le importa? ¿por qué
le importa a alguien?.
Quien lea esto que lo haga sin imaginarse
nada, con la pizarra en blanco. Solo son
palabras.
Si alguien quiere coger arena de una playa,
mas le vale vaciar las manos, porque con la
mano llena de arena siempre cogerá menos.
Haga lo mismo con las ideas preconcebidas,
los prejuicios y los juicios de valor.
Libérese de ellos y percibirá lo que intentan
decir las palabras.
Las palabras no son las cosas que señalan.
Ni siquiera son las cosas que sugieren.
Pero llevan un mensaje.
¿Usted como me imagina?
¿Con una barba larga y la cara pintada?
¿Más viejo… tal vez más joven?
¿Más alto… más bajo?
¿Más sabio?
¿Acaso algo de eso importa?
Mire, lo importante no es el mensajero, eso
es completamente irrelevante, si alguien
señala el cielo no sea necio y mire el cielo no
la mano.
Confundimos continuamente lo que somos
con lo que parece que somos, con lo que
queremos ser y con lo que los demás
deseamos que vean en nosotros, y eso
genera un conflicto contínuo.
Todo es mentira.
Hay que estar muy seguro de lo que uno es
antes de describirse, y aún así, uno corre un
riesgo enorme de equivocarse porque lo que
uno cree que es hoy tal vez no lo sea mañana
y lo que uno sabe hoy tal vez mañana
cambie.
Pensamiento_12
Uno va a vivir toda la vida consigo mismo.
¿Que puede haber mejor que conocerse
profundamente?.
La muerte
La muerte de otras personas solo nos afecta
cuando hay algún vínculo personal.
Cuando no hay conocimiento directo del
hecho no hay sufrimiento.
Mientras escribo esas líneas están muriendo
personas.
Uno no se siente afectado por ello hasta que
piensa en las circunstancias puntuales del
hecho.
Solo si uno reflexiona sobre las causas o
circunstancias de esas muertes, establece un
vínculo emocional que genera pena,
indignación, lástima, desesperación,
sufrimiento en suma.
Todos sentimientos muy razonables y muy
humanos, pero el hecho indiscutible es que
la muerte de otros no afecta a uno salvo que
existan previamente vínculos o estos se
creen a partir de un juicio.
Sin esos vínculos la muerte no afecta.
Así debe ser, eso no nos hace malas
personas ni indica ninguna característica
especial, simplemente se trata aquí de
constatar un hecho.
La muerte forma parte de la misma vida y no
pueden entenderse la una sin la otra.
El miedo a la muerte es el miedo al dolor, al
sufrimiento, a la soledad, a perder el yo, a
perder el cuerpo con el que uno está
identificado, a la extinción del yo con el que
hemos vivido toda nuestra vida.
Si uno no tiene ese vínculo consigo mismo,
¿qué miedo puede tener?.
Analicemos cuidadosamente que pasa
cuando alguien muere.
Me refiero al cuerpo, a la muerte del cuerpo,
a la muerte física.
¿Por qué ocurre?
Dejando de lado las muertes no naturales,
claro.
Una respuesta evidente es porque los
sistemas que sostienen lo que llamamos
“vida”, no pueden mantenerse en
funcionamiento permanentemente.
Los distintos órganos que logran el equilibrio
en el cuerpo se van desgastando poco a
poco.
Las células que los forman se van
deteriorando, empiezan a funcionar mal.
Los huesos se deforman y se vuelven más
frágiles.
Los pulmones, responsables de la función
respiratoria se van deteriorando ofreciendo
menos oxígeno al organismo y el
intercambio de CO2 se hace menos eficaz.
El cerebro se ralentiza y sus funciones
eléctricas y químicas van muriendo, las
conexiones interneuronales envejecen y
fallan, incluso las mismas neuronas van
muriendo.
Todo, absolutamente todo va mermando su
eficacia con el paso del tiempo.
De modo que si una enfermedad no
deteriora el organismo de una forma más
rápida, el mismo paso del tiempo lo hace.
Todos y cada uno de los órganos que
sostienen y permiten la vida tienen fecha de
caducidad, hasta el instante último en que
algo causa un fallo determinante y termina la
vida.
El tiempo no perdona a nadie
(afortunadamente), pues sería impensable,
incluso terrible que el cuerpo fuera inmortal.
Se podría decir que la muerte es lo natural y
el nacimiento es lo casual.
Se puede elegir donde morir, en cambio, no
se puede elegir donde nacer.
Es un hecho que todo lo que nace termina
muriendo pero no hay reglas para
determinar lo que nace.
Lo que va a nacer puede o no hacerlo, pero si
nace, es seguro que muere.
¿Y que siente uno ante el hecho natural de la
muerte?
Esta pregunta puede enfocarse de múltiples
maneras, dos de ellas son lo que sentimos
cuando esto ocurre y otra es la razón última
por la que ocurre el desenlace.
En el primer caso, el cerebro y el organismo
actúan de un modo peculiar y en extremo
ineficaz.
Cuando “perdemos” a alguien nos sentimos
lastimados, aunque me resisto a la frase
“perder” a alguien, ¿como podemos perder
algo que no nos pertenece?.
El enfoque es por tanto erróneo desde el
principio.
Durante años estamos rodeados de
familiares y amigos, pagamos con ellos
nuestros miedos y ansiedades, les negamos
un beso por las fronteras psicológicas que
nos marcamos nosotros mismos.
Les negamos un abrazo por la vergüenza que
supone demostrar Amor en público.
Cuando finalmente se marchan, cuando
abandonan el cuerpo, lloramos, nos
sentimos mal, sentimos pena y muchas veces
sentimos arrepentimiento.
Arrepentimiento por no haber hecho lo que
deseábamos hacer.
Pena porque ya no podremos hacerlo.
El ser humano llora y se lamenta cuando
pierde, pero no valora lo que posee (o tiene
la sensación de poseer), y la alegría que
siente al recibirlo dura poco.
Amanece y como autómatas nos dirigimos al
trabajo. Con un poco de atención se observa
que todo es nuevo, pero nadie se da cuenta,
nuevas caras, nuevas personas, nuevos
momentos, nuevos movimientos en los
árboles, pero nadie se percata, porque ya
hemos visto otras caras, otras personas,
otros momentos y muchos otros árboles.
La mayoría de las personas miran al suelo,
¿que buscan allí? ¿que hay en sus zapatos?
Nos hemos vuelto ciegos y no valoramos lo
verdaderamente importante (si es que hay
que valorar algo).
Cada vez nos volvemos más y más
ignorantes.
Da igual lo que uno posea, anhelamos lo que
no tenemos y esto se convierte en una
carrera perpetua hacia ninguna parte.
Hay personas que viven demasiados años
para lo poco que han vivido.
Hay personas que no han vivido ni un año,
tal vez ni un par de días.
Eso debería ser triste, porque no se han
dado cuenta de su propia vida.
Lo que han dejado atrás es como deslizar
una rama por la superficie de un lago, así de
leve, así de corto, así de endeble, así de sutil,
así de fugaz; aunque indiscutiblemente bello
para quien lo ha contemplado.
La vida se convierte en una persecución de si
mismo, pero este sí mismo siempre va por
delante.
No se puede ganar, pues no existe ni el
perseguidor ni el perseguido, todo es una
ilusión.
Si no se sabe que hacer, mejor cultivar
virtudes durante la vida de uno.
Si hay algo que buscar es Amor, Serenidad,
Compasión y Silencio, todo lo demás
aparecerá cuando caigan todos los velos que
nos alienan.
Pensamiento_11
No vengo de ninguna parte.
Ni voy hacia ningún lugar.
Solo puedo estar ahora.
Buscando la belleza
Uno busca, en estado de vigilia uno busca
constantemente, mira hacia dentro y busca,
mira hacia fuera y busca.
No solo observa, sino que busca.
Cuando uno observa no surgen preguntas,
cuando uno busca si surgen.
Uno se pregunta muchas cosas.
Uno se pregunta donde está la belleza.
La busca, pero por más que la busca, no la
encuentra.
Una bella flor aparece en el camino y uno,
embelesado, se detiene y la mira, se
enamora de su tallo rígido, de sus hojas
verdes, de sus espinas oscuras y de cada
uno de sus pétalos rojos, busca algo en ella,
busca poesía, busca serenidad, es bonita, es
grande, es aromática, es sensible, es
delicada, es preciosa, es agradable, es suave
al tacto y hermosa como pocas…
¿Se ha percibido la belleza?
Todo apunta a que si.
En ese caso será fácil saber donde está la
belleza percibida.….
Reflexionemos un momento.
¿La belleza está en los ojos?
No pregunto si se percibe la belleza con los
ojos, pregunto donde está la belleza. No
perdamos de vista la pregunta.
¿La belleza está en la mente?
No pregunto si se percibe la belleza con la
mente, pregunto donde está la belleza. No
dejemos de pensar en la pregunta.
¿Tal vez la belleza está en la flor?
¿Tal vez la belleza está en algún otro lugar
que desconocemos?
¿Acaso la flor no deja de ser bella si no hay
un observador que cataloga y nombra?
¿Acaso la flor no deja de ser flor si no hay un
observador que cataloga y nombra?
La flor no está identificada consigo misma, y
a pesar de eso existe y es apariencia
fenoménica por si misma.
Una bella flor aparece en el camino y uno se
detiene y la observa, uno sigue su camino
sonriendo.
Dedico este post a mi amigo Juan Carlos
Acosta.
Buscador incansable y gran observador de
flores.
Con todo mi cariño. Deseando paz y
serenidad.

Pensamiento_14
Si obtienes la fruta antes de tiempo será
inmadura y desaparecerá.
Si obtienes la fruta demasiado tarde estará
pasada y desaparecerá.
Si obtienes la fruta en el momento
adecuado, estará dulce y sabrosa, y
desaparecerá.
La aceptación también es lucha
En conferencias a las que he asistido, en
conversaciones o en diálogos, en la mayoría
de las ocasiones se repiten los mismos
problemas una y otra vez, las personas
acuden (acudimos) a estos eventos por
alguna razón, casi siempre es para beber de
una fuente distinta, aprender más o mejorar
en algún aspecto la práctica. Algunas
personas también acuden por curiosidad.
Pero como digo, en muchas ocasiones hay
personas que se tropiezan una y otra vez con
el mismo muro y no salen de esa situación.
Siempre las mismas dudas, siempre las
mismas preguntas.
Se han bloqueado, se han estancado.
Esto hace que su desesperación aumente, su
inquietud también lo hace, y terminan
pensando y sintiendo que su búsqueda es
estéril y que han fracasado, sintiéndose aún
peor que al comenzar.
Para comprender esto es importante indicar
que lo que se escucha en una charla o
conferencia tan solo son palabras; lo que se
lee en un libro o en un escrito son palabras; y
estas palabras causan efectos muy distintos
en cada persona, es posible que la misma
frase deje indiferente a muchas personas y
en cambio en otras creen una duda; abran
una brecha que puede hacer que el individuo
perciba algo nuevo, algo distinto, que note
que debe cambiar algo o hacer algo o DEJAR
DE HACER ALGO.
En definitiva es percibir un movimiento
nuevo en la mente que antes no había sido
observado (por eso digo “nuevo”, no porque
no estuviera ahí antes).
El individuo debe ser (y es) responsable de lo
que hace aunque el resultado de sus actos
no sea necesariamente el que él espera y no
dependa de su persona.
A veces se esperan milagros, el mismo
Tenzin Gyatso, catorceavo Dalai Lama, lo
indica en sus conferencias con una sonrisa
en la cara.
“Si han venido aquí esperando un milagro,
se han equivocado, soy una persona
normal”.
Y aunque esto de que el Dalai Lama sea una
persona normal es discutible, lo que es
indiscutible es que no hace milagros.
Aún así la gente sigue esperándolos.
El orador no es el mensaje, simplemente es
el elemento a través del cual se lleva a cabo
la transmisión de cierta experiencia o
enseñanza.
Las palabras de un orador, incluso de la
categoría de Tenzin Gyatso (sobradamente
preparado para su labor, extremadamente
culto e inteligente, compasivo hasta el
extremo y lider indiscutible del budismo
tibetano en el mundo y una figura conocida y
querida a nivel mundial), pueden ser un
bálsamo, pero no una solución definitiva,
pues esta solo puede ocurrir en uno mismo y
desde uno mismo.
Todo lo que se diga en una conferencia son
conceptos, y deben ser escuchados como lo
que son. Conceptos.
Nadie tiene la verdad absoluta, ni siquiera
tiene su verdad pues la verdad no puede
tener propietario.
Se busca en las palabras de otros la solución
a nuestros problemas, sin comprender que el
origen de nuestros problemas está en
nosotros mismos, así como su solución que
no solo está en uno mismo, sino que está
aquí y ahora pero no es percibida.
¿Cómo puede uno esperar que alguien que
ni siquiera le conoce pueda resolver los
problemas que uno mismo no es capaz de
solucionar?
Suena extraño, pero es una realidad, hay
muchas personas que hacen esto, que
esperan esto.
A veces cargan contra el conferenciante su
ira, y este, normalmente cauteloso y
prudente, pues él (o ella) han sentido la
misma ira y el mismo miedo y aunque los
han trascendido, comprenden el sufrimiento
que causan, y con paciencia infinita, dan la
receta mágica una y otra vez.
Busca en ti, mira hacia dentro, se
introspectivo, observa como piensas, busca
el conflicto en los movimientos de tus
pensamientos y déjalo ir, permanece sereno,
practica…
Pero esto parece no funcionar nunca.
Y no funciona nunca porque se toma a nivel
intelectual y algunas cosas son imposibles
de comprender a nivel intelectual.
Es como intentar percibir el olor de la
alegría.
Simplemente no puede hacerse.
No se puede oler la alegría.
Pero existe el olor y existe la alegría.
Poca gente es consciente de que las palabras
solo son herramientas, y que luego uno debe
usarlas.
Una palabra es inútil si no se le da la utilidad
adecuada.
Uno no puede amartillar un clavo con un
abanico.
Necesita un martillo, un clavo y ENTENDER
EL PROCESO, SU CAUSA Y EL PAPEL QUE EL
INDIVIDUO JUEGA EN TODO ESE PROCESO.
Su responsabilidad como individuo es
necesaria para que llegue el “darse cuenta”.
A muchas personas les resulta fácil entender
que deben observar sus pensamientos, ver
como llegan y dejarlos ir.
Así se convierten en unos observadores de si
mismos.
A partir de este punto comienza la
frustración. Pasan años de práctica y no hay
avances. Meditan sin descanso y no hay
avances.
Esa frustración se ve como propia, se percibe
como si fuera causada por el hecho de no
avanzar (¿hacia donde? ¿hacia que?).
Esa frustración forma parte del Todo, es lo
que hay en ese momento y como tal debe
ser tratada.
Es lo que es, sin más.
El abandonarse supone ABANDONARSE
COMPLETAMENTE EN UN ESTADO DE TOTAL
INAFECTACIÓN.
No hay lucha, no hay resistencia. No puede
haberla.
La aceptación de algo es una forma de
resistencia muy sutil que pocas personas
perciben.
Cuando deviene una circunstancia y produce
en la persona un efecto negativo (o sienten
que les afecta de forma negativa), buscan
aceptarlo.
Esto es casi igual de improductivo que
rechazarlo.
Rechazar es luchar, es violencia, es
conflicto, es negación, pero aceptar es
EXACTAMENTE LO MISMO.
No hay nada que rechazar ni nada que
aceptar, simplemente las cosas son como
es.
No por repetir esto cientos de miles de
veces va a cambiar nada, es necesaria una
cierta comprensión a nivel intelectual que
se alcanza con la práctica y el silencio
introspectivo y que DESPUÉS, puede
producir un cambio (o no hacerlo); y se
termina la lucha, se termina la resistencia,
pero no se acepta, simplemente termina. Es
muy distinto.
Pierde toda la importancia que tenía y uno
percibe con claridad meridiana lo absurdo
que era todo antes de percibir esto.
Uno observa lo antinatural de esa
resistencia, de esa lucha continua incluso por
aceptar.
NO HAY NADA QUE ACEPTAR.
Un hecho es un hecho independientemente
de lo que uno piense o sienta, por tanto no
cambia nada y la reacción que uno tenga
será una reacción totalmente estéril e inútil,
independientemente de que esa reacción
sea de rechazo o de aceptación.
Pensamiento_13
El origen de todo conflicto no es la mente, es
el pensamiento.
La mente es el continente.
El pensamiento es el contenido.
El tarro de cristal no te puede envenenar, lo
que contiene el tarro de cristal si.
El pensar
Durante la meditación y también fuera de
ella, pero sobre todo durante la meditación,
uno percibe de pronto que está pensando en
algo que le preocupa.
Uno puede observar claramente que ese
pensamiento no estaba antes y que ahora si
está.
Pero ese pensamiento no es nuevo, ya ha
estado ahí antes; por tanto está en algún
lugar y lo recuperamos, lo ponemos en el
punto de mira de la mente, frente a
nosotros.
Eso significa que el pensamiento que genera
inquietud está en algún lugar y ha ocurrido
algo, que lo ha recuperado al ahora.
Ese algo puede ser muy sutil o no.
En lugar de buscar la razón por la que ha
aparecido este pensamiento y de esa
manera alimentar la preocupación, debemos
soltarlo inmediatamente, dejar que pase, no
regocijarse en el pensamiento ni buscar una
solución al problema que plantea (salvo que
sea el momento preciso de hacerlo).
Del mismo modo, la mente funciona igual
con los pensamientos o sensaciones que
producen bienestar, alegría, paz o placer.
También podemos recuperarlos y que en
cualquier momento aparezcan; podemos
recordar estados de ánimo establecidos por
uno o varios pensamientos, simples o
complejos.
Es un recuerdo placentero que traemos al
ahora.
Una herramienta que nos ayuda. Pero a la
que no debemos apegarnos.
Esto lo hacemos continuamente de forma
involuntaria, pero la facultad de hacerlo se
puede cultivar y perfeccionar, por ejemplo,
se usa mucho en meditaciones que utilizan
técnicas de visualización.
Cuando la mente está muy quieta, en
silencio, se puede llegar a observar con
cierta claridad de donde salen los
pensamientos, como surgen.
Aparentemente todos salen del mismo lugar,
es más tarde, una vez percibidos, cuando nos
conducen a un estado de alegría o de
inquietud, por tanto el problema no está en
el lugar de origen de los pensamientos, sino
en la interpretación que hacemos de ellos.
El mundo es perfecto, el problema surge de
nuestra forma de ver el mundo.
Lo percibimos de forma parcial, sesgada y
desde un punto de vista individual,
independiente y separado, como si el mundo
fuera distinto a nosotros. Eso genera un
conflicto permanente. Allá donde miremos,
estamos observando desde nuestro punto de
vista personal. No hay unidad.
Otra certeza que se desprende de esto es el
hecho de que existe algo entre los
pensamientos, algo entre el momento de no
pensar y el pensar, hay un hueco, hay un
lugar, hay un vacio ahí….
Cuando uno tiene la costumbre de observar
de donde surgen los pensamientos, con el
tiempo encontrará un “lugar” sereno,
silencioso y tranquilo.
Los pensamientos que surjan dejarán de ser
analizados y juzgados, y por tanto tendrán
un impacto cada vez menor en el estado de
ánimo.
Ni alegría ni tristeza, sino un estado
inafectado.
Si no tomas unas decisión, esa es la decisión
que has tomado.
Alguien puede preguntarse que hay de malo,
una vez dominadas estas técnicas, en cultivar
los pensamientos que producen o que
sugieren alegría, bienestar o placer.
La respuesta es que la mente SIEMPRE tiene
una tendencia a perpetuar lo que le produce
placer, bienestar y alegría, de esta forma, no
estaríamos observando el lugar de donde
surgen los pensamientos, sino el efecto (en
este caso aparentemente placentero) que
generan en el cuerpo y en la mente.
Este es el mismo problema que se
presentaba al principio, solo que menos
desagradable.
En realidad sigue sin resolver el conflicto de
una mente que se regocija en aquello que le
produce placer e intenta evitar a toda costa
aquello que le produce sufrimiento.
En definitiva, esta actitud no nos saca de una
mente que se sigue identificando con lo
pensado.

Pero… ¿quien soy yo?


¿Dónde está el yo?
¿Quién es ese yo?
¿De donde sale ese protagonista que toma
las decisiones?
Cuando uno hace estas preguntas las
personas se sorprenden, les parece algo tan
evidente que no les supone ninguna duda.
– El yo… pues soy yo.
– El yo es uno mismo.
– El yo es la persona que está aquí.
– El yo es este cuerpo que le observa……etc,
etc, etc.
Las respuestas más peregrinas surgen de
esta pregunta.
Es una pregunta importante.
Si uno reflexiona íntimamente sobre esta
pregunta encontrará muchas respuestas, dos
de esas respuestas serán:
1.- El yo no puede definirse por lo que es,
sino por lo que no es.
2.- Así como el ojo no puede verse a si
mismo, el yo no puede encontrarse a si
mismo de forma sincera, frontal y directa.
Dicho esto, busquemos juntos el yo.
¿Cuándo aparece el yo?
Inicialmente, al principio de la vida, cuando
la persona tiene unos 12 o 18 meses
aproximadamente, aparece el concepto de
propiedad.
Aparece el “mío”.
Esto es mío, aquello es mío.
Solo se pronuncia la palabra “mío”, no hay
un sujeto.
Muchos niños a esa edad no se identifican
consigo mismos, sino que se llaman a si
mismos por su nombre.
Construyen frases simples en las que al final
aparece su nombre como propietario de
algo.
Es un poco más tarde cuando aparece el yo,
cuando el pequeño se identifica a si mismo
en un espejo y empieza a tomar conciencia
de que es (cree que es) un individuo
independiente.
También es muy significativo que durante la
infancia, cuando ya está establecido el yo,
uno se señala al pecho cuando habla de si
mismo, se toca el esternón.
Se señala junto al corazón con el dedo índice
para indicar “yo”.
Podríamos por tanto ubicar el yo en el
pecho, pero no, parece evidente que nadie
“siente” el yo a la altura del pecho.
Desechamos por tanto que el yo esté en el
pecho.
Indaguemos un poco más.
Más adelante, parece que el yo se desplaza a
la cabeza. La identidad del ego, del yo, se
establece en la cabeza, se asocia con el
cerebro pensante.
Seguimos apuntando con el dedo al pecho
cuando hablamos de “mi”, pero la sensación
es que quien controla, quien conduce, quien
maneja, quien toma las decisiones, está (o es
desde) la cabeza.
¿Acaso yo soy el cerebro?
¿Acaso yo soy el cráneo?
¿Acaso yo soy el encéfalo?
¿Acaso yo soy la neurona?
¿Acaso yo soy los músculos faciales?
¿Acaso yo soy el tálamo?
¿Acaso yo soy el hipotálamo?
¿Acaso yo soy el bulbo raquídeo?
Para que seguir….
Evidentemente yo no soy ninguna de esas
cosas.
Quizá el yo no esté en la cabeza tampoco.
Quizá solo sea un error de interpretación, un
malentendido universal.
Tal vez, tal vez.
¿Dónde más puedo buscar el yo?
Debe estar dentro del cuerpo, no se concibe
que el yo esté fuera del cuerpo ¿verdad?.
Analicemos pues el cuerpo.
Yo no soy el cuerpo burdo, no soy lo que en
hinduismo se llama dathu, los siete dathus.
1. Rasa – Linfa
2. Rakta – Sangre
3. Mausa – Músculo
4. Meda – Grasa
5. Madhya – Tuétano o médula ósea
6. Asthi – Hueso
7. Shukra – Semen (u óvulo)
No soy la linfa, no soy la sangre, no soy el
músculo, no soy la grasa, no soy la médula
ósea, no soy el hueso y tampoco soy el
semen o el óvulo.
No lo soy.
Parece evidente que los dathus sustentan el
cuerpo físico, pero el yo no aparece por
ninguna parte.
Yo no soy los sentidos.
No soy el oído que me permite oir.
No soy el tacto que me permite tocar.
No soy la vista que me permite mirar.
No soy el olfato que me permite oler.
No soy el gusto que me permite saborear.
No soy nada de eso.
No soy la mente que piensa, ese contenido
solo está basado en el conocimiento
acumulado.
No soy la memoria.
No soy las esperanzas, no soy los anhelos, no
soy la ira.
No soy el miedo ni soy el deseo.
No soy.
Y si no soy todo eso
¿Qué soy?
¿Quién soy?
¿Donde está el yo?
Si se niega todo lo anterior, la conciencia
que queda y permanece eso es lo que soy.
¿Yo?
¿Quién ese ése?
El origen del conflicto interno
Creemos que somos el contenido de la
mente.
Una vez establecido este contenido, el
conflicto interno aparece por las diferencias
que hay entre lo que uno es, lo que uno
quiere ser, lo que uno cree ser, lo que uno
aparenta ser para los demás y lo que uno
aparenta ser para si mismo.
Si estas cinco combinaciones no son una,
siempre habrá conflicto interno.
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Nota: Mi Alma, mi Corazón y mis Lágrimas,
están en Japón, con los japoneses.
Antes, ahora y por siempre. Mi Amor es
vuestro.
Post: My Soul, my Heart and my Tears, are in
Japan, with the Japanese people.
Before, right now and forever. My Love is
yours.
Reisei, reisei, reisei…..
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¿Se puede dejar de sufrir?
Muchas personas preguntan como pueden
dejar de sufrir.
¿Cuál es la receta mágica para dejar a un
lado el sufrimiento?
¿Cómo debe hacerse para no sufrir jamás?
¿Alguien que ha perdido a un ser querido,
puede dejar de sufrir?
¿Alguien que ha perdido a un hijo, puede
apartar ese sufrimiento insoportable?
Hay mucho sufrimiento, esto es un hecho
indiscutible.
Recetas mágicas no hay, es una mala noticia,
pero no las hay.
El sufrimiento forma parte de la vida, no
podemos excluirlo sin más o ignorarlo, eso
no funciona, pero hay alternativas.
En primer lugar, y a fin de aclarar términos,
habría que definir que es el sufrimiento.
Puede haber dos clases principales de
sufrimiento.
El sufrimiento físico y el sufrimiento mental o
psíquico.
Generalmente el sufrimiento físico es dolor y
no es posible evitarlo de forma voluntaria,
en cambio, se puede tratar con fármacos y
técnicas médicas.
El sufrimiento mental es diferente, puede
llegar a causar dolor físico que en muchos
casos aparece como un cuadro asociado al
problema principal, que tiene su origen en la
mente.
Al tratar la dolencia física que es en realidad
el EFECTO QUE CAUSA el problema mental,
lo que se hace es olvidar el problema
principal y tratar el secundario, esto
evidentemente es un error que puede
perpetuar el sufrimiento mental.
Nos centraremos en el sufrimiento mental.
Una vez establecido en la mente, el
sufrimiento toma distintas formas muy
cambiantes de una naturaleza
impredecible.
El sufrimiento se puede presentar en forma
de tensión, vacío, estrés, ansiedad,
negatividad, miedo, ira, tristeza, odio,
inquietud, impaciencia, intolerancia,
soberbia, resentimiento, inseguridad….. etc.
Cualquier emoción, sensación o
pensamiento que deja malestar e
insatisfacción puede considerarse
sufrimiento.
Para corregir esto, debemos ser serios y
sinceros, y sobre todo, debemos tener el
compromiso más absoluto con uno mismo
para erradicar estos defectos del pensar que
son los causantes del sufrimiento, ya que el
sufrimiento es una consecuencia.
El origen del sufrimiento no está en
nuestras circunstancias, sino en nuestros
pensamientos, esto es, en la interpretación
que hacemos de esas circunstancias.
Observar sin discriminación no causa
sufrimiento, en cambio interpretar los
pensamientos y convertirlos en deseos,
anhelos, frustraciones…etc, si causa
sufrimiento.
Esa interpretación se fija en la mente y uno
actúa de forma automática.
Para parar esto, para terminar este camino
sin fin, para salir de ese círculo, uno debe
observar esas interpretaciones por si mismo,
encontrar donde está el fallo y corregirlo con
trabajo, esfuerzo y dedicación.
¿Qué ha hecho aflorar el miedo?
¿Qué ha causado la sensación de la ira?
¿Qué ha ocurrido inmediatamente antes de
sentir frustración?
Generalmente son pensamientos o hechos.
Si es un pensamiento, debemos analizarlo y
observarlo sin juzgar, dejarlo ir sin que nos
afecte, para esto hace falta destreza, y para
adquirir destreza hace falta práctica.
Si es un hecho o una acción, debemos
observar que esperábamos de esa acción,
¿por qué no la aceptamos tal cual es? ¿por
qué nos resistimos?. Las cosas son como ES.
Ya mencioné que la aceptación también es
una forma de resistencia.
Hay que evitar la aparición de esa
resistencia, comprender como funciona
para que la resistencia no aparezca.
Los hechos son y se terminan si no los
perpetuamos en nuestra mente.
No digo que no tengan consecuencias,
indico que el hecho en si mismo ha
terminado.
Podemos aclarar esto si es necesario.
No indico que sea fácil, indico que ese es el
camino.
Por cuestiones personales, realmente uno
conoce lo demoledora que puede ser una
enfermedad mental o el sufrimiento mental,
que es lo mismo, aunque las palabras
condicionen tanto que una cosa parece
mejor que la otra, aún hay muchos prejuicios
sobre los problemas de la mente, y uno
piensa que no existe nadie que no los tenga
o los haya tenido en alguna ocasión, porque
eso significaría que su mente no funciona,
que nunca ha tenido dudas, que nunca ha
sentido miedo y uno nunca ha visto eso en
nadie.
Hay un requisito para poder llevar a cabo esa
introspección que nos llevará a conocer la
causa de nuestro sufrimiento y tener así la
posibilidad de erradicarlo.
El requisito es que la persona se encuentre
dentro de unos márgenes mínimos de
facultades físicas y mentales.
Las personas autistas o con parálisis cerebral
de cualquier clase, o una persona sordo-
ciega (por poner tres ejemplos), no pueden
llevar a cabo una introspección del mismo
modo que una persona que no padece esos
problemas.
Por ejemplo, las personas que padecen TEA
(trastorno del espectro autista), suelen
pensar en imágenes. Sobre todo los niños.
Tienen un sistema de asociación de
imágenes mucho más eficaz que el de una
persona sin TEA, pero otras funciones
cerebrales se pueden encontrar mermadas
y/o funcionar de un modo distinto.
En ese caso, desconozco como puede ser
una indagación interior o si es posible una
discriminación posterior para poder
encontrar una solución al sufrimiento
mental.
En el caso de personas ciegas (ceguera total,
no parcial), por ejemplo, su sistema de
percepción es totalmente distinto al de una
persona que no padezca ese problema,
tienen a su disposición los otros cuatro
sentidos (olfato, tacto, oído y gusto), pero no
disponen de la vista, de modo que se
adaptan a sus recursos disponibles (no les
queda más remedio).
Pero no solo se adaptan, sino que exprimen
sus cuatro sentidos disponibles que se
convierten en herramientas
extremadamente eficaces.
Un invidente de nacimiento suele tener un
sentido del tacto asombroso.
Trabajé hace unos años en un proyecto que
pretendía hacer llegar de forma gratuita
documentación budista (sutras, sastras,
meditaciones….etc) a personas invidentes
interesadas en el tema, en forma de archivos
de audio que escribía y posteriormente
procesaba con un sintetizador de voz.
Se transcribían los textos palabra a palabra y
luego se procesaban para encontrar la
entonación adecuada, el ritmo de
dicción…etc.
Aprendí mucho de aquel trabajo que sigue
abierto y disponible gratuitamente aún hoy.
Observé que generalmente los invidentes
tienen una capacidad de concentración
mucho mayor pues la vista no les distrae y
ese es uno de los principales focos de
distracción.
Como indicaba antes, el resto de sus
sentidos son mucho más sensibles que en
personas que ven normalmente y me consta
que son capaces de realizar una
introspección profunda y genuina.
En cambio las personas con sordo-ceguera,
tienen su campo de interacción muy
mermado, muy limitado. Desconozco si son
capaces de realizar una introspección
personal, dado que la comunicación con
ellos es muy complicada, es posible, pero
esta se lleva a cabo en términos simples, por
lo que resulta extremadamente difícil
intentar explicar términos complejos a una
persona sordo-ciega. Al carecer de los
sentidos principales por los que adquiere
información (vista y oído), su imaginación y
patrones de pensamiento deben
obligatoriamente ser muy distintos a los de
una persona que no carece de esos sentidos.
No he tenido ocasión de tratar con personas
en estas circunstancias por lo que es una
apreciación meramente subjetiva.
Me he extendido demasiado y he desviado el
tema principal, pero no lo borraré, está ahí
por algo, al menos, tal vez provoque una
reflexión.
Ya mencione que el dolor es inevitable y el
sufrimiento es evitable.
Ya tiene uno las instrucciones, solo hay que
seguirlas.
Sin recetas mágicas, sino con comprensión,
paciencia, trabajo y ecuanimidad.
El Amor, la ira y el odio
Se podría decir que el Amor, la ira y el odio
son lenguajes.
Para comprender mejor esto, digamos que el
lenguaje es el “vehículo” mediante el cual se
transmite “algo” que posteriormente se
puede convertir en conocimiento o no.
Tal vez no sea la mejor descripción del
término “lenguaje”, pero desde luego servirá
para lo que se quiere expresar en estas
líneas.
Sin duda, el lenguaje no son solo palabras.
Existe un lenguaje mental formado de
sensaciones a las que hemos puesto nombre.
El Amor es un lenguaje universal y primario.
La ira es un lenguaje universal y secundario.
El odio es un lenguaje universal y terciario.
Se utiliza el término “primario” cuando algo
es genuino y no requiere de ninguna causa
previa para su aparición y desarrollo, puede
aparecer por si mismo de forma espontánea.
Se utiliza el término “secundario” cuando lo
que aparece (ira, por ejemplo), es el
resultado de algo anterior y sin ese algo
anterior no puede darse.
Se utiliza el término “terciario” cuando lo
que aparece (odio, por ejemplo), es el
resultado de al menos dos factores
anteriores que han requerido un juicio
previo y una decisión final.
Para observar esto por uno mismo, hace
falta progresar en la introspección y observar
como surgen tanto unos como otros.
De donde nacen, como permanecen, como
se desarrollan, como crecen, como se
alimentan, como intentar perpetuarse…etc.
Puede alguien pensar que el odio también es
un leguaje primario, pero no lo es.
El odio es terciario, pues para Amar no es
necesario un conocimiento previo ni un
juicio ni una valoración anterior de la otra
parte (de la parte objeto del odio); mientras
que para odiar si es necesaria una razón
previa o un conocimiento anterior (aunque
sea un rasgo cultural, por poner un ejemplo),
y con ese conocimiento, posteriormente
aparece un juicio y una comparación que
derivarán en el odio (que podrá permanecer
o no).
De esta forma, aunque universal (porque
todas las personas han sentido odio alguna
vez), no es de orden primario pues requiere
unas circunstancias anteriores.
A su vez, la ira que podría parecer también
una sensación primaria, tampoco lo es.
Aparentemente se muestra sin un
desencadenante previo, pero de hecho hay
un desencadenante y aunque es sutil, es
perceptible y observable.
Solo la ira es voluntaria.
El Amor Incondicional no se puede sentir si la
mente no está preparada, pero todos
podemos mostrarnos irascibles con mayor o
menor facilidad.
La ira genera un movimiento negativo.
El Amor Incondicional mejora el mundo.
La ira y el odio sugieren separación y
fraccionamiento.
El Amor Incondicional busca la unidad.
Mediante el Amor Incondicional uno se
olvida de si mismo, pues a pesar de que las
sensaciones que se perciben son
extremadamente intensas, gratificantes y
serenas, estas no buscan perpetuarse y no se
refuerza el ego ni la búsqueda de placer y
por esto se puede acallar
momentáneamente el “yo”.
El Amor Incondicional no es una acción, está
más allá de cualquier acción, es más una
sensación, un presentimiento o una intuición
que desaparece cuando es percibido.
Cuando es percibido cambia, ya no es Amor
Incondicional.
Al principio es parecido a una Compasión
absolutamente libre de juicio y/o
comparación.
Ojo, digo Compasión, no pena, cuidado con
esto.
Cuando uno siente pena, la mente cree que
el sujeto está por encima del destinatario de
nuestra pena (aunque sea de manera
inconsciente).
La pena es un sentimiento digno pero
mediocre, no es puro, si siquiera es
saludable.
No ayuda al otro y para uno mismo puede
llegar a ser demoledora.
La pena no es útil.
La Compasión en cambio va dirigida a
alguien a quien no se ha juzgado, no es
lástima. La lástima es similar a la pena.
Es simplemente Compasión, no requiere
explicación ni tampoco argumento para
justificarse. Está ahí y así es percibida.
La Compasión es un sentimiento
extremadamente puro y quien la siente,
percibe a la vez una gran urgencia por
participar en la resolución del conflicto que
ha hecho florecer esa Compasión.
El Amor Incondicional comienza sus primeros
pasos con esos presentimientos de
compasión hacia algo o hacia alguien.
El sentimiento es tan genuino que no
aparecen preguntas en la mente sino la
intención clara de identificarse con el igual y
dar sin esperar nada a cambio. (Digo
identificarse, no compararse).
Esa Compasión, una vez comprendida y
cultivada se convierte en Amor
Incondicional hacia todo y hacia todos.
No puede haber excepciones, si las hay es
que algo ha ido mal y el camino y el fin no
son los correctos.
La ira y el odio pueden conducir a la paz,
esto es posible, pero la paz nunca conduce
ni a la ira ni al odio.

Cuando el enemigo es la mente


Pensamos sin parar. Involuntariamente.
Pensar, pensar, pensar, pensar…..
Pensar es agotador y lo hacemos
continuamente.
Las dudas, los conflictos y las obsesiones son
parásitos, son dañinos, pero hay dos
problemas, uno es que muchas personas no
se dan cuenta del hecho de que muchos de
sus pensamientos son parásitos, están tan
acostumbrados a pensar así que no los
perciben como tales, el otro problema es
que no sabemos como dejar de pensar.
¿Cómo se puede dejar de pensar?
¿Es posible dejar de pensar?
En los pensamientos, el planteamiento del
futuro se presenta continuamente,
pensamos en el futuro, en las pensiones, en
el ahorro, en los seguros, en lo que será.
Todo será mejor después. Esa es la
esperanza.
Como no encontramos AHORA la felicidad,
pensamos que llegará más tarde.
Es una huida hacia delante, pero desde el
ahora. Por tanto, es imposible, es mentira.
Estarás feliz después.
Así se plantean su vida la mayoría de las
personas.
Bien, pero… ¿después de que?
Esta forma de ver la vida, es una de las que
sustenta al ego, lo alimenta.
Sin futuro el ego desaparece.
Si uno se toma el tiempo y la molestia de
reflexionar un poco, surge una pregunta……
¿Que sentido tiene el término “viviré”?.
La palabra “VIVIRÉ”.
Es absurdo decir “viviré”.
¿Por qué no puedo hacerlo ahora mismo, en
este mismo instante?
El condicionamiento de la mente es
constante.
Lo anterior fue mejor, porque lo recordamos
de forma amistosa, cercana y amable, pero
esto también es una mentira.
De modo que esperamos que el futuro nos
depare la felicidad y recordamos el pasado
con nostalgia.
Pero resulta que lo único que tenemos es el
ahora, el aquí y ahora, y lo perdemos en esas
ensoñaciones continuamente.
Suena a broma, pero no lo es, esto ocurre
continuamente.
Cuando uno medita, la atención en la
meditación es muy importante.
Si somos capaces de atender a lo que
acontece ahora y no a lo que ha acontecido
o a lo que esperamos o deseamos que vaya
a acontecer, la condición de diferenciación
se fractura, se rompe, desaparece.
La condición de diferenciación se construye
si prestamos atención a lo que ha
acontecido.
Meditar es estar en el presente,
permanecer en el aquí y en el ahora, de
forma firme, clara y contundente.
El ahora ya no es ahora cuando se analiza.
¿Se puede observar algo sin juicio, sin
pensamientos?
Solo mirar.
¿Uno es capaz de mirar únicamente?
Repito, Solo mirar, sin más.
Realmente, cuando uno lo intenta, sino sabe
como hacerlo, verá que no puede, que es
muy difícil, la razón es que resulta
tremendamente complicado permanecer en
el presente de forma continua y sostenida.
Solo cuando uno sale del presente es
consciente de que el presente fue antes.
La paradoja es que cuando uno está en el
presente no es consciente de su estado,
mientras que al salir del presente, el
individuo percibe que ha estado en el
presente ANTES.
Cuando uno se reconoce a si mismo ya no
está en el presente, cuando uno piensa ya no
esta en el presente, cuando uno está en el
presente no sabe que está en el presente.
Es un gran dilema, pero perceptible y
comprobable por cualquiera que se tome el
tiempo de probarlo por si mismo.
Como en un sueño, cuando uno entra en el
sueño, no se da cuenta.
Si trata uno de ver el sueño no se duerme.
Uno trata de ver como el sueño alcanza a
uno y no lo ve, no se duerme.
Cuando uno está dormido no lo nota, no lo
sabe. En ninguno de los dos tipos de sueño
sabe uno que duerme (sueño profundo,
sueño son sueños y vigilia son los 3 estados).
Cuando se despierta, uno sabe que ha
estado dormido, pero si no despierta no
sabrá nunca que ha estado dormido. Otra
paradoja que cualquiera puede reconocer.
Así es el presente.
En el presente no hay nadie porque el
presente integra.
Es tremendamente integrador, une, no
separa, no desintegra.
En el presente no hay fronteras, no puede
haberlas.
Es una gota de agua en la propia lluvia, es un
trozo de cielo en el cielo, es indiferenciado.
Podemos recordar el presente pero no
podemos experimentarlo directamente.
Usted lee esto, si lo lee concentrado y se
olvida de usted mismo, no sabe donde esta
ni sabe quien es.
Es consciente, pero no sabe de que. Cuando
observa esto, se encuentra a usted mismo,
se recuerda usted mismo y ya sale del ahora.
¿Quién es usted, que es usted si no
recuerda nada?
Nada, no puede saberlo.
Sin recuerdos no puede saber nada.
Sin imaginación no puede esperar nada.
Entre estas dos cosas se encuentra el ahora.
El presente no posee cualidades relacionadas
con la memoria ni con la intelectualidad.
El presente es una comprensión que se
comprende a si misma.
No hace falta saber quien comprende en el
presente. No hace falta.
El presente ES por si mismo.
Cuando buscamos a quien comprende,
perdemos el ahora, perdemos el presente.
Si uno está concentrado no hay nadie
haciendo algo….
La capacidad de sorprenderse. Es algo que
no debe perderse.
Los niños tienen una capacidad innata de
sorprenderse, es una capacidad
extraordinaria, es maravillosa y única, es
limpia y pura.
Cada cosa, cada detalle, cada situación es
algo que experimentan, no lo piensan, lo
experimentan.
Cada cosa, cada paso, es sorpresa, es nuevo,
es único, es diferente, de esta forma ve un
niño.
Perder la capacidad de sorprenderse es
lastimoso. Esto es lo que marca el paso hacia
la mente adulta, dejar de sorprenderse.
La capacidad de sorprenderse ante cualquier
cosa es maravillosa.
Un niño no compara lo que percibe, lo ve y lo
experimenta. Continuamente, hace esto de
forma automática.
Más tarde vendrán los condicionamientos,
pero ahora no, ahora las experiencias y la
sorpresa aparecen continuamente, a cada
paso.
Bendita sorpresa.
Un niño de pronto llora, y el adulto le pone
nombre, “tendrá alguna molestia”, “tal vez
algún dolor”, “quizá hambre”, “o enfado”,
“puede que sienta ira”, “tal vez
frustración”….etc.
El niño solo llora.
Déjalo estar, déjalo ser.
Al adulto le molesta, porque no comprende
que el llorar es algo tan natural como el reir,
es necesario. Solo lo hace desagradable el
adulto que no acepta que el niño llora, el
adulto no deja ser, impide el fluir de las
cosas tal como son.
No es un ataque al adulto, no es un reto, no
está probando su paciencia, no es una
agresión.
Simplemente es un niño y llora.
Al rato el niño dejará de llorar, EL HA
OLVIDADO QUE ESTABA LLORANDO. No hay
recuerdos ahí, no hay culpa, no hay segundas
intenciones, ha parado y el llanto quedó
atrás, olvidado por completo.
Es la actitud del adulto ante el llanto la que
condiciona como el niño utilizará el llanto en
el futuro.
Un adulto busca sus experiencias en las
anteriores, busca las repeticiones, intenta
encontrar basándose en sus recuerdos,
experimenta continuamente basándose en
sus recuerdos, algo extremadamente
ineficaz, porque la mente rellena los huecos
de los recuerdos con información que es
mentira, inventada, información
proporcionada por la imaginación para
conseguir una coherencia secuencial y
ordenada de forma consecuente con el
tiempo.
Uno recuerda detalles aislados y la memoria
los tergiversa, los rellena, los cambia, los
modifica, quita cosas y pone otras……
Es mentira, un recuerdo solo puede ser
mentira.
Atención sostenida en el presente.
SOSTENIDA.
En el presente no hay fronteras. En el
presente aparece una condición total.
El presente no necesita nada para Ser.
No desaparece la información pero si se
ausenta la condición de describir lo conocido
a través de la persona que se experimenta
diferente a ello.
No hay tiempo, no hay espacio.
Ser conscientes de la ausencia del límite
personal, del límite del cuerpo. Eso es
meditar en el ahora.
¿Cómo se hace esto?
En meditación hay un sujeto que medita y un
objeto….
Para diferenciar entre sujeto y objeto, nada
mejor que distinguir entre uno y otro.
¿Dónde termina el sujeto y empieza el
objeto?
¿Hasta donde va el objeto y donde empieza
el sujeto?
¿Dónde está la frontera?
Hay dos cosas, sujeto y objeto.
Si no hay frontera, no hay dos cosas
diferenciadas.
Con fronteras hay diferencias.
En la frontera de uno empieza lo otro.
¿Qué es el sujeto y que es el objeto?
Patanjali dijo:
Todo lo que no es sujeto se percibe a través
de los sentidos.
Todo lo que ES sujeto es lo que NO se
percibe a través de los sentidos.
Objeto es todo lo que no es sujeto.
Sujeto es todo lo que no es objeto.
Objeto: Todo lo que se aprecia a través de
los sentidos.
Sujeto: No se aprecia a través de los
sentidos.
El cuerpo es objeto.
Mi pie es objeto.
El teléfono es objeto.
El sueño es sujeto, pues no se experimenta a
través de los sentidos.
El dolor es objeto.
Cuando atiendan al mundo debe prevalecer
el objeto.
Cuando atiendan a la interioridad debe
prevalecer el sujeto.
La interpretación mental del objeto es
sujeto.
Al observar el mundo, debe predominar el
objeto, sin interpretación, sin juicio, sin
interpretación mental del objeto.
En cuanto un objeto es diferenciado,
aparece el sujeto.
En cuanto aparece la interpretación,
aparece el sujeto.
El truco para convertir los objetos externos
en objetos no diferenciados es que
prevalezca la condición atenta del objeto
sobre la del sujeto, que NO DEBE
APARECER.
Si aparece el sujeto hay diferenciación.
Los pensamientos son objetos.
Meditar en el mundo interno es atender al
que atiende
Meditar en el mundo externo es atender a
lo atendido.
Meditar es posar de forma sostenida la
atención en el sujeto y no en los
pensamientos que este produce.
Fácil ¿no?.
Prueben a ver…..
La quietud
Hay un viejo proverbio Taoista que está
inscrito en muchas ermitas.
El proverbio dice: “El corazón del solitario es
un lago plácido imperturbable por los
vientos de las circunstancias”.
Es bello, muy bello.
Más allá de la belleza de las palabras, este
sugerente proverbio nos indica que tan
importante es la quietud como la actividad,
es el equilibrio del Tao.
Nunca se llega al punto de tensión y ruptura,
la acción se alterna con la quietud de cuerpo
y mente, tan importante es una como la
otra.
Solo así puede uno contemplar la brillantez
interna, desde el silencio, desde donde
surgen los pensamientos.
Desde donde se encuentra todo aquello que
genera movimiento mental.
Sin deseos de riqueza o fama, llevando una
vida frugal y digna, cuando aparecen el
deseo y la pasión, se observan como
enemigos pues el placer es efímero y
requiere más placer para alimentarse, la
pasión funciona igual, se perpetua, es su
naturaleza.
Todo lo que perturbe la serenidad y la
calma debe abandonarse, no rechazarse,
sino abandonarse, uno no está tocado por
aquello que perturba el equilibrio y el
silencio.
La ira y el odio pasan de largo, pasan de
largo, quedan a un lado, en la cuneta,
inertes, pasados, sin ser superados, sin ser
alimentados, solo observados, constatados y
trascendidos involuntariamente.
Las cosas llegan y uno es observador y
testigo de las circunstancias.
Esas circunstancias desconocen la existencia
de uno.
No debe uno arrepentirse de lo que ha
pasado pues ha pasado.
Es simple cuando se comprende. No hay
culpa, y sin culpa no puede existir el “pudo
ser”, existe el “fue”.
Y no despiertan la pena o la nostalgia, la
pena y la nostalgia se abandonan, se dejan,
se observan, pero uno no es tocado por ellas,
porque producen dolor y permanece en la
mente.
La pena y la desazón llegan de fuera, nunca
llegan de dentro, en este caso dentro es
fuera, la mente limpia es dentro, la mente
preocupada el fuera.
Es la mente pero hay dentro y fuera.
Siempre vienen de fuera, del exterior de
uno, porque uno no es eso que siente.
Uno permanece dentro y luego sale, cuando
ya no hay nada.
La quietud llega por si misma, el dolor hay
que buscarlo, debe haber una razón, pero
no la hay para la serenidad.
La serenidad está en la ausencia de razones,
en la ausencia de preocupaciones.
Esto es simplemente SER, simplemente
Existir.
Llena todos los huecos.
Esta es la quietud de la mente.
Para muchos es una vida vacía.
Y de hecho lo es, vacía de inquietud, vacía de
problemas, pues no llegan a formarse en la
mente que es donde se forman todos los
problemas.
La quietud debe permanecer, la quietud es la
ventana que da al jardín de la flor del Ser.
Quietud pura, bendita quietud.
Pensamiento_15
Es difícil determinar si el buscador llega a la
pregunta ¿quién soy yo? ó es la pregunta la
que crea al buscador.
Es difícil, pero es posible.
Conversaciones_3
Pregunta:
¿Es imprescindible tener un Maestro?
Respuesta:
…Es una buena pregunta.
Una pregunta que se repite una y otra vez.
Solo puedo darle mi opinión al respecto, que
por supuesto y con toda probabilidad no
será correcta.
Observe que la pregunta casi da por hecho
que es responsabilidad del Maestro que el
discípulo alcance o logre algo, la palabra
Maestro lleva asociada esa supuesta
responsabilidad cuando esto ni siquiera es
una posibilidad.
En Vedanta Advaita por ejemplo, se
considera que cuando un Jñani habla (un
sabio, un Maestro espiritual), es la
Conciencia expresándose.
Uno ve al individuo, que está allí hablando,
y equivocadamente identifica al Jñani como
el dueño/autor/propietario de esas
palabras o ideas.
En realidad es la Conciencia, es la Totalidad
la que se expresa a través del sabio, insisto,
según Vedanta Advaita.
Es muy importante indicar esta diferencia.
Esa persona (el jñani) no piensa
egoístamente (en relación al ego), y por
tanto explica lo que ES, y como se percibe
desde su sistema psicosomático, esto sugiere
al menos como podría ser percibido por los
demás sistemas psicosomáticos, esto es, el
resto de las personas.
La sabiduría permanece, pero el cuerpo
muere.
Ese Maestro, jñani, sabio, o como queramos
llamarle, NO es el responsable de los avances
de cada uno de sus discípulos.
Si puede en cambio, dada su condición y
experiencia, saber quien o quienes pueden
estar más cerca de ALCANZAR POR SI
MISMOS el conocimiento de la realidad.
Puede que su presencia, sus charlas y
conversaciones, causen una devoción que de
pie a que ocurran cambios, pero él en ningún
caso es responsable último de los cambios
que se dan en las mentes de otras personas.
Esos cambios se darían de cualquier otra
forma.
Una cuestión muy habitual es que los
discípulos sientan un auténtico fervor por el
Maestro, fíjese que la misma palabra
“Maestro”, indica el que “enseña”. Quizá
sería más justo llamarle guía.
Como decía, más adelante, a medida que van
avanzando en su comprensión, ellos mismos
(los discípulos) observan lo absurdo de esta
actitud.
Finalmente se ve al Maestro como un igual,
no en conocimiento, sino en intuición, no
desde el conocimiento, sino desde la
intuición.
Uno es unidad con el Maestro, no hay aquí
(no puede haber) competencia ni
competición alguna.
Una vez alcanzada la comprensión última,
uno tiene hacia su Maestro un profundo
sentimiento de agradecimiento sincero,
bondadoso, una sensación de rendición a lo
que fue un problema y ya no será nada, ni
problema ni solución.
El Maestro estaba ahí, pero no ha
desencadenado Eso. Eso estaba antes que el
Maestro.
Al menos así aparece en las escrituras.
Un auténtico Maestro (y quien habla no lo
es, se lo aseguro), no solo no necesita
adoración y devoción, sino que comprende
que eso es un obstáculo muy dificil de
sortear.
No debe uno apegarse a la persona, sino
escuchar y dejar que las palabras florezcan
de alguna forma tras cierto nivel de
comprensión.
El conocimiento debe reposar y crecer,
progresar y cambiar, la causalidad final es
súbita, pero el camino hasta alcanzarla es
arduo y escalonado.
El Maestro corrige, pero el discípulo trabaja.
El discípulo progresa, el discípulo se
equivoca, el Maestro lo sabe y puede
corregir o no, según lo considere oportuno.
No siempre corregir es constructivo.
Me pregunta que ocurriría si no hubiera
Maestro….
Realmente no lo sé.
Uno mismo es su Maestro, cada momento,
cada instante.
La Conciencia está ahí, el Maestro puede
orientar, puede enseñar, pero le resulta
difícil evitar el apego de la mente a la figura
del Maestro, y sabe que puede ser
contraproducente para una práctica
correcta.
En lo que respecta a los libros, las escrituras
y cualquier material que aporte algún tipo
de conocimiento, pienso (tal vez
equivocadamente) que son necesarios, ya
que el aprendizaje intelectual deriva en un
aprendizaje emocional que a su vez, si se
dan las condiciones oportunas, desemboca
en un aprendizaje espiritual introspectivo y
silencioso que en parte es involuntario pero
en parte está inducido por el aprendizaje
intelectual inicial.
La comprensión es repentina, es súbita,
pero la liberación puede ser gradual y
tediosa.
En todo esto puede intervenir un Maestro o
no hacerlo, igual que un libro puede ser
determinante a la hora de alcanzar lo
buscado (si hay algo que alcanzar).
Lo que tenga que pasar ocurrirá si debe
hacerlo.
Su pregunta es si un Maestro es
imprescindible para liberarse, la respuesta
es que ese Maestro no tiene porque ser una
persona distinta a uno mismo.
Hay infinidad de casos documentados que
indican esto.
Si me pregunta si un total ignorante que
jamás ha leído algo es capaz de liberarse, la
respuesta es si.
La razón es que no depende de él.
Si me pregunta si los libros o un
conocimiento intelectual previo son
necesarios, ya le he dado mi opinión al
respecto.
A su pregunta de si uno está iluminado,
decirle que uno solo se ilumina cuando
camina en silencio bajo las farolas
encendidas.

Permitame por último añadir algo que nada
tiene que ver con nuestra conversación, pero
con lo que me gustaría concluir.
Soy incapaz de expresar en palabras la
desolación que siento y deseo enviar todo mi
Amor a todas las personas que están
sufriendo en Japón desde el terrible tsunami
que impactó en la costa noreste del país el
11 de marzo.
Desde aquí, y como siempre, mi Amor es
vuestro.
Hozon suru reisei. Hozon suru reisei.
Conversaciones_5
Pregunta:
Usted dice que la mente engaña, que lo que
yo veo no existe. ¿Puede probarlo?.
Demuéstremelo.
Respuesta:
Cuando uno habla sobre este asunto,
muchas veces se utiliza una expresión que
me hace gracia.
“Si no lo veo no lo creo”.
No se imagina lo arriesgada que es esta
afirmación.
En primer lugar y hablo totalmente en serio,
si lo que usted plantea fuera un hecho cierto,
las personas invidentes no podrían tener
creencias, y las tienen, sin duda. Así que no
parece un buen método para discriminar en
que cree uno o deja de creer.
Por otra parte, las personas invidentes
tienen una percepción muy distinta a la suya
y a la mía, pues no están condicionados por
la vista.
Por lo general son personas con una
capacidad de introspección extraordinaria.
Lo que a usted le une con lo que ve es
simplemente la fisiología de su organismo,
que mediante sus ojos recibe una
información QUE ES INTERPRETADA POR EL
CEREBRO.
Sin entrar en detalle, gracias a la luz, el ojo
capta cierta información por medio de unas
células conocidas como conos y bastoncillos
que se encuentran en la retina, estas células
transportan la información por medio de los
nervios ópticos hacia la corteza cerebral que
es donde se producen los estímulos que
crearán las percepciones visuales.
Luego a estas percepciones visuales les
hemos puesto nombre.
Ya he mencionado que la visión es el sentido
que más condiciona, y salvo cuando estamos
dormidos, recibimos información casi
constante por medio de la vista.
Generalmente las personas se fían de lo que
ven, pero como casi siempre, hay matices.
Le pongo un ejemplo.
Si usted mira directamente a una bombilla
de cristal transparente que está apagada
verá un solo filamento.
Si enciende usted esa bombilla y mantiene si
vista fija en el filamento durante unos
segundos y cierra los ojos comprobará algo
curioso.
Lo que verá son 4 filamentos.
Analicemos donde estamos.
Lo que digo es que usted tendrá los ojos
cerrados y estará viendo cuatro filamentos
donde hace un instante había uno.
Que curioso ¿verdad?.
Tendría cierto sentido (tal vez) ver dos
filamentos, pues tenemos dos ojos, pero vea
como ya nos estamos desviando, lo que está
ocurriendo es que uno ve cuatro filamentos.
Si usted prueba esto y ocurre lo que yo le
estoy diciendo (y créame, ocurre), ¿se
seguirá sigue fiando de lo que ve?
Eso no es todo, si sigue usted con los ojos
cerrados e intenta perseguir los filamentos
que ve ocurrirá otra cosa curiosa.
No podrá alcanzarlos. No podrá mirarlos
directamente.
¿Por qué no puede alcanzarlos con su propia
mirada?
¿Le mienten sus ojos?
¿Le miente su cerebro?
¿Le miente su mente?
¿Le miente su interpretación?
¿No le miente nada de eso y eso que percibe
es lo que realmente está ocurriendo?
No entremos en esos detalles si no es
necesario.
Quédese con esto. A veces, lo que uno cree
que ve no es lo que está viendo.
Del mismo modo, lo que uno percibe, a
veces no es lo que uno percibiría si no fuera
esclavo de sus hábitos, pues igual que la
visión está condicionada por el cerebro y
otros factores fisiológicos, las percepciones
están condicionadas, entre otras cosas, por
las interpretaciones que la mente hace de
ellas.
Conversaciones_4
Pregunta:
Usted dice que yo no puedo hacer nada por
liberarme, que no puedo hacer nada para
alcanzar la iluminación.
En ese caso… ¿Todo esto para que vale?.
Respuesta:
Bien, le agradezco su pregunta.
Es importante.
Podemos plantearla de otros modos si no le
parece mal, en realidad es la misma
pregunta, aunque no se lo parezca….
¿Por qué no está usted satisfecho
completamente con su vida aquí y ahora?
¿Qué le hace buscar algo que usted llama
iluminación?
¿De qué debe usted ser liberado?
¿De qué o de quien huye usted?
Algunas personas esperan que uno pueda
hacer algo por ellos, cuando ellos mismos ni
siquiera saben cuales son los problemas que
les atenazan y les impiden vivir con fluidez
ante aquello que surge a cada momento.
¿Que es aquello que le produce sufrimiento?
Ese es un ejercicio personal que cada uno
debe hacer de forma individual e
introspectiva. De forma muy íntima.
Hay personas que perciben la vida como un
continuo ataque personal hacia ellos.
Es el riesgo de la mirada egoica.
Su resistencia, y permítame decir, su
ignorancia, es tal que consideran que todo
aquello que acontece ocurre para que ellos
sufran.
Tan dañina puede ser la mente. De hecho lo
es.
Mire a su alrededor, dígame cuantas
personas ve felices, completa y
absolutamente felices.
Cuidado, que una persona feliz no es una
persona que carece de problemas. Se
pueden tener problemas y ser feliz.
Dígame cuantas personas ve con gesto
sereno, sin crispación, sin miedo, sin tensión,
sin la frente contraida.
Observe a lo largo de varios días….
Verá pocas, se lo aseguro. Tal vez una, tal vez
ninguna. Obsérvelo usted mismo….
Haga el esfuerzo de prestar atención a ese
detalle, se dará cuenta de muchas cosas.
Hay personas que no ven ni el vaso medio
lleno ni el vaso medio vacío, son personas
que ven el vaso roto.
Todo esto entonces vale para que esa vida
que uno lleva, sea más ligera, no sea tan
dolorosa, sea más llevadera, más relajada,
porque uno comprende por qué ocurren las
cosas y si esa comprensión es alcanzada por
uno mismo, de pronto hay un nuevo punto
de vista que permite que los problemas
pierdan su importancia o al menos cambien
su aspecto.
También cambia la forma de verlos, cuidado
que no hablo de resolverlos ni de
padecerlos ni de enfrentarse a ellos; digo de
verlos, de percibirlos, cambia la forma en
que los problemas son percibidos, y eso
repercute directamente en la manera en
que reacciona la mente ante esos
problemas.
Al fin y al cabo eso hace que usted viva
mejor, que sufra menos.
Si usted no sufre con nada, ENHORABUENA.
Es extraordinario. Si usted no tiene
sufrimiento físico ni psicológico es usted un
ser verdaderamente afortunado. No se
imagina cuanto.
Pero tengo la certeza de que si eso fuera así,
esta conversación no estaría llevándose a
cabo.
En otro orden, hay metas distintas, pero la
primera es minimizar el sufrimiento de las
personas que buscan algo.
Todo el mundo busca algo, si usted no
buscara nada no estaríamos hablando.
Sería un ser plenamente estable,
equilibrado, ecuánime y feliz.
Pero no lo es. Por eso busca.
¿Y que busca?
Indague que le hace daño y porque siente
ese daño.
Indague si ese daño le proporciona algo más
que daño y tal vez esa sensación se ha
convertido en un hábito, en un seguro, en un
refugio.
Indague que hay ANTES del daño.
Indague que hay entre usted y el daño que
siente, físico o psicológico, sobre todo
psicológico.
Probablemente encuentre que es usted
mismo quien se inflige ese castigo
continuamente. Pero ahora no lo ve, no lo
percibe así.
O tal vez uno esté equivocado, esto sería
bueno. Porque así usted no sufriría.
Bien, no se culpe, esto puede llevarnos a
algo positivo. Por eso estamos hablando.
Para eso estamos hablando.
Utilizando un símil, podemos decir que
mucha gente camina en círculos por la vida.
Circulan, dan vueltas y vueltas, pero no
reconocen el camino andado, a pesar que se
repite una y otra vez.
Si uno observa verá las repeticiones,
comenzará a reconocerlas y notará las
reacciones que se producen cuando se
perciben esas repeticiones.
Entonces hay un cambio, hay un antes y un
después.
Comienza la búsqueda.
No sabemos por qué, pero uno nota que algo
no va bien, que debería ir mejor, que debe
haber algo por ahí fuera que resuelva mis
problemas.
Y entonces ocurre.
HEMOS ENCONTRADO LA CLAVE !!!!!.
Y nos ponemos a caminar en círculos en el
sentido inverso.
Imagínese el chasco cuando uno se da
cuenta.
Pasado un tiempo, observamos que a pesar
de caminar “distinto”, que nuestra actitud
ante las cosas y la vida, y los problemas, es
diferente, algo sigue yendo mal, pues no
hemos encontrado lo buscado (que todavía
no sabemos lo que es).
Y entonces, uno lee, uno escucha, uno
indaga, uno estudia, uno medita, uno
escucha esto, lee lo otro y puede que
entonces, solo tal vez, comience a salir de
ese círculo, ya da igual la dirección o el
sentido, habrá salido del círculo y no volverá
a ver lo anterior. Porque ya no habrá ni
dirección ni sentido.
Podrá haber otros círculos más adelante, de
hecho los habrá, pero serán distintos y
reconocibles en cuanto aparezcan.
Cada vez uno va adquiriendo más soltura en
esta actitud, cada vez se encuentra uno más
cómodo, hasta que llega a pensar ¿Cómo he
podido vivir de otra manera toda la vida?
¿Hacia donde camina?
Da lo mismo.
Ha salido de la rutina, ha salido de los
pensamientos mecánicos, ha dejado de ser
un autómata que reacciona y comienza (solo
comienza) a tomar cierto grado de control.
Para eso sirve todo esto.
Para darse cuenta.
Para salir del círculo.
No importa donde llegue usted, ese es otro
problema, ese es otro asunto. Importa salir.
No se preocupe todavía de alcanzar nada. Si
lo hace ya estaría anticipando y creando
deseos, anhelos y metas.
Y AÚN NO HA SALIDO A CAMINAR !!!!.
Está en la casilla de salida, reflexione.
¿Qué quiere hacer?
¿Qué le sujeta las piernas?
¿Por qué sigue dando vueltas?
CAMINE.
Este viaje no es planificable, porque donde
va a llegar solo lo sabrá cuando llegue y solo
usted podrá caminar su propio camino.
No hay ejemplos a seguir, no hay quien
pueda meterse en sus zapatos.
Puede quedarse quieto, seguir en círculos o
caminar hacia fuera o hacia dentro, o hacia
arriba o hacia abajo.
¿O no puede?
¿Quién le pone los límites a uno mismo?
Decida usted, reflexione usted.
Reflexione intensamente sobre quien le
pone los límites a uno mismo.
Gracias por su pregunta.
Pensamiento_16
Intentar comprender intelectualmente qué
es la liberación, moksha, nirvana, la
iluminación o como usted quiera llamarlo; es
como intentar describir el sabor del
chocolate sin utilizar adjetivos.

Conversaciones_6
Pregunta:
¿Qué es la verdad? ¿Quién la posee? ¿Puede
usted o alguien dármela?
Respuesta:
Imagino que usted se refiere a la Verdad con
mayúsculas, a la Verdad última y única, a la
Verdad no referenciada a nada y a nadie.
Supongo que sugiere en su pregunta si es
posible alcanzar por uno mismo o mediante
otros, algún tipo de percepción o certeza
física o mental sobre la Verdad última o el
significado de la misma.
“Verdad” es un término muy delicado, que
debe ser tratado con extrema prudencia, y
nunca, NUNCA, debe uno apropiarse de él.
Su verdad no es la verdad, mi verdad no es la
verdad, la verdad no puede ser propiedad de
nadie, porque en ese caso estaría
condicionada y sería subjetiva, cambiaría,
dejaría de ser lo que era hasta ese momento.
¿Comprende esto? Es importante.
Vamos a intentar avanzar un poco más, en
primer lugar habría que determinan que es
la verdad.
El término verdad es la conformidad de las
cosas con el concepto que de ellas forma la
mente; también es la conformidad de lo
pensado con lo dicho o sentido y quizá el
significado que más se acerca a lo que aqui
tratamos sea que la verdad es la propiedad
de “algo”, tangible o no, que se
mantiene inmutable por si mismo.
De esta forma, si la verdad depende de
alguien externo a uno, ya no será la
experiencia de uno y uno no podrá por tanto
experimentarla por si mismo.
Si la verdad depende de uno mismo, será la
Verdad suya, personal, y no la Verdad
Universal.
Así que aquí aparece un dilema.
Si depende de alguien (de otros) habrá
sufrimiento y deseo, ansiedad y lucha.
Si depende de uno, habrá sufrimiento y
deseo, ansiedad y lucha.
Uno puede percibir esto por si mismo. Sin
ayuda y sin conocimientos externos, tan solo
con una sincera reflexión.
Así que eso nos sitúa en la conclusión
aparentemente cierta de que en cualquier
caso, la propia búsqueda de esa verdad
provoca en si misma sufrimiento, deseo,
ansiedad y lucha.
De una reflexión muy íntima sobre este
asunto surgen muchas preguntas que
pueden acercarnos a la respuesta que se
busca.
3 de esas preguntas pueden ser ( y de hecho
son…):
¿Porque están ahí todos esos problemas
(sufrimiento, deseo, ansiedad y lucha)?.
¿Donde es ahí?.
¿Quien es aquel que los considera un
problema?.
Meditando y reflexionando sobre esto tal vez
encuentre algo nuevo, algo de Verdad.
Y recuerde, NO SE APROPIE DE ELLO, porque
entonces modificará aquella característica
que lo hace inmutable.
La mente hemisférica
Si nos ubicamos en el interior del cráneo, lo
primero que encontramos es el encéfalo, el
cerebro constituye la masa principal del
encéfalo y hasta él llegan señales de todos
los órganos de los sentidos, de las
terminaciones nerviosas propioceptivas y del
dolor.
El cerebro procesa, analiza y compara todas
las informaciones que proceden del exterior
y del interior de cuerpo, las transforma en
sensaciones y las almacena como recuerdos.
En el cerebro se desarrollan los procesos de
elaboración de pensamiento y las reacciones
motoras del cuerpo.
Su peso supone aproximadamente el 2% del
peso total corporal, pero consume en torno
al 20% del oxigeno en circulación.
El cerebro se divide en 2 hemisferios
separados por 3 lados mediante una fisura
profunda, pero unidos en su base por el
cuerpo calloso (c.c.)
El c.c. es un haz de fibras nerviosas de unos
10cm de longitud que permiten y garantizan
la comunicación entre ambos hemisferios.
En cada hemisferio se distinguen la corteza
cerebral (o sustancia gris) y la sustancia
blanca.
La sustancia gris contiene aproximadamente
el 60% de las neuronas encefálicas.
La corteza cerebral presenta numerosos
pliegues que se conocen como
circunvoluciones, surcos, y cisuras según sus
características, ubicación y propiedades.
Algunos de estos pliegues tienen funciones
propias y muy especificas.
La sustancia blanca, más interna, esta
formada principalmente por fibras nerviosas
de tipo mielínico que llegan a la corteza
cerebral.
Desde el c.c. decenas de miles de fibras se
ramifican por dentro de la sustancia blanca.
Si estas fibras se interrumpen, los
hemisferios se vuelven independientes. De
igual modo, si el c.c. se separa o se corta, los
hemisferios quedan totalmente separados.
A día de hoy (Junio de 2011), los científicos
llevan unos 210 años estudiando las
asimetrías funcionales del cerebro. Esto es,
cual es la función específica de cada uno de
los hemisferios y de cada una de las zonas
que componen cada hemisferio.
Ya hace mucho tiempo que la comunidad
científica y médica ha aceptado que el
hemisferio izquierdo maneja lo relacionado
con las palabras y la lógica (entre otras
muchas cosas), mientras que el hemisferio
derecho maneja las emociones, la intuición y
la creatividad (entre otras muchas cosas).
Se podría decir que el hemisferio izquierdo
es analítico y el hemisferio derecho es
emocional.
Por esas carambolas que a veces ocurren y
que tienen como testigo a alguien que
entiende lo que está viendo, a finales del
siglo XIX, Arthur Wigan, médico y escritor,
presenció la autopsia de una persona con
una particularidad extraordinaria, tenía un
solo hemisferio cerebral.
Aquel hombre, durante su vida pudo
caminar, pudo hablar, pudo leer, pudo
escribir y se desenvolvía con normalidad en
su comunidad.
No hizo falta mucho más para que Wigan
empezara a atar cabos y sacara conclusiones.
Si aquel hombre se desenvolvía
normalmente con un hemisferio, con una
mente, los demás, que tenemos dos
hemisferios, tendremos dos mentes.
Dicho y hecho, en 1844 apareció la teoría de
la dualidad de la mente descrita por Wigan
en su obra “A new view of insanity: the
duality of the mind proved by the structure,
functions and diseases of the brain”.
Más tarde, ya en los años 70, Roger Sperry,
que sería premio Nobel de medicina en
1981, realizó una serie de experimentos con
animales y con personas.
Una de la cirugías experimentales que
llevaba a cabo consistía en separar los
hemisferios a personas que sufrían graves
problemas de epilepsia a fin de calmar y en
algunos casos incluso detener los síntomas y
los efectos de esas epilepsias.
De esta forma, Sperry separaba literalmente
los hemisferios cortando el c.c. y haciéndolos
totalmente independientes el uno del otro.
Así se vio que los dos hemisferios trabajan
de forma distinta si están conectados entre
si o si no lo están. Pero no dejan de trabajar
aún estando separados.
Si están conectados, los dos hemisferios se
complementan, se ayudan y realizan tareas
conjuntas. Cuando están separados se
comportan como dos cerebros
independientes, distintos, diferenciados y
con sus personalidades y características
propias.
Dos cerebros distintos en una misma cabeza.
Con los hemisferios unidos (situación
normal), resulta casi imposible determinar
por uno mismo que ocurre en el hemisferio
derecho y que ocurre en el hemisferio
izquierdo, o mejor dicho, que información
gestiona cada hemisferio y como y cuando lo
hace.
Nuestro hemisferio derecho controla la parte
izquierda del cuerpo, y a su vez, el
hemisferio izquierdo controla la parte
derecha del cuerpo, es lo que se llama una
posición refleja.
La información llega al hemisferio derecho a
través de los sentidos, la mente derecha crea
una “percepción” de ese instante, como lo
ve, como lo huele, como lo siente, a que
sabe, como suena y si es suave.
A esos momentos de percepción hay que
unir sensaciones, sentimientos, emociones y
respuestas fisiológicas.
Esta información, procesada de esta forma,
nos permite ubicarnos en el mundo, ver lo
que hay a nuestro alrededor y observar
nuestra relación con el espacio que nos
rodea.
El hemisferio derecho está diseñado para
recordar cosas relacionando unas cosas con
otras.
Por ejemplo, la conclusión “Estaba en Paris el
día del terremoto de Japón” se alcanzada
con el hemisferio derecho.
El lo que se refiere al espectro temporal,
para el hemisferio derecho no existe ayer, ni
mañana, existe ahora, solo es presente.
Hemisferio derecho = Ahora intemporal y
total.
Por su parte, el hemisferio izquierdo tiene
una forma completamente diferente de
procesar la información que recibe.
Digamos que coge cada uno de esos
momentos que ha captado nuestro
hemisferio derecho y los ordena, los
compara y los etiqueta.
Así, consigue archivarlos siguiendo una
secuencia ordenada por los recuerdos de los
detalles de cada momento.
Acaba de aparecer el antes y el después. El
ayer y el mañana. El pasado y el futuro.
Así las cosas, es el hemisferio izquierdo el
que me indica que debo abrir el armario
antes de coger la ropa.
El hemisferio izquierdo piensa en imágenes,
almacena detalles y detalles sobre los
detalles y detalles sobre los detalles de los
detalles.
Fragmenta la percepción del hemisferio
derecho hasta detalles imposibles de hacer
más pequeños.
El hemisferio izquierdo percibe cuerda,
guirnalda, cuentas de cristal azules grandes,
cuentas de plástico verdes medianas,
cuentas de metal plateadas pequeñas…
Mientras que el hemisferio derecho percibe
“collar”.
A través de los centros de lenguaje, el
hemisferio izquierdo parlotea
constantemente.
Cualquiera que haya desesperado mientras
meditaba por el parloteo mental debe
agradecer esta característica a su hemisferio
izquierdo (y hablar seriamente con él).
A pesar de las similitudes estructurales y
funcionales, cada mente es distinta, cada
mente “funciona” a una velocidad, con una
regularidad cíclica, a un ritmo y con una
precisión distintas.
Estas variaciones en el procesamiento de la
información se deben a las diferencias entre
las células cerebrales y a los circuitos
intrínsecos y únicos de cada cerebro.
Una de las tareas del hemisferio izquierdo es
recordarnos “yo soy”.
Como mucha gente lo busca, voy a decir
donde vive. El ego reside en el hemisferio
izquierdo.
Gracias al hemisferio izquierdo sabemos
como nos llamamos, donde vivimos, y cual
es nuestro número secreto para encender el
móvil.
El hemisferio izquierdo además crea
patrones como respuesta a los estímulos
percibidos.
Poco a poco, mediante repetición, va
creando circuitos neurológicos que
funcionan casi automáticamente y hacen así
más eficaz el pensamiento al no tener que
observar, analizar, catalogar y archivar
tantos detalles una y otra vez.
Estas respuestas se van automatizando poco
a poco hasta que quedan fijadas, y entonces
la respuesta es prácticamente instantánea.
(En lo que a percepción de tiempo se
refiere).
El cerebro esta repleto de este tipo de
programas, por eso somos tan predecibles.
¿Quien no conoce al eterno optimista o al
negativo, al animado o al desanimado, al
obsesivo y al olvidadizo…..?
El cerebro izquierdo tiene otra
particularidad, clasifica las cosas mediante
escalas jerárquicas y para ello utiliza
palabras, etiquetas.
De esta forma, es el hemisferio izquierdo
quien decide si esto “me gusta” o “me
disgusta” y si aquello es “bueno” o es
“malo”. No para de comparar. No para
nunca, es su trabajo.
Es la mente izquierda la que comprende lo
que son las letras y como se combinan para
crear un sonido (palabra), que lleva
emparejado un significado (concepto).
Después enlaza una palabra detrás de otra
para crear frases y párrafos que transmiten
mensajes muy complejos.
Por esa razón, a menudo las personas con
una lesión hemisférica izquierda no son
capaces de crear lenguaje o comprenderlo,
pues ahí se encuentra el centro del lenguaje.
El hemisferio derecho a su vez, complementa
la acción interpretando la comunicación no
verbal, la mente derecha evalúa las señales
sutiles del lenguaje como el tono de voz, la
expresión facial, el lenguaje corporal o los
ritmos de dicción.
El hemisferio derecho observa la
congruencia de la expresión general dentro
del contexto que ha creado el hemisferio
izquierdo.
Por si todo esto no fuera asombroso, en el
hemisferio izquierdo existe algo sumamente
extraordinario, son un grupo de células que
se encargan de determinar los límites del
cuerpo, donde empieza y donde acaba el
cuerpo en relación al espacio que nos rodea
y luego es el hemisferio derecho quien nos
ubica en el espacio, pero los límites los
ponen estas células altamente
especializadas.
Hoy en día se sabe que zonas del cerebro
participan en las funciones cognitivas gracias
a una prueba llamada PET, acrónimo en
inglés de “Positron Emission Tomography”
(tomografía computarizada de emisión de
positrones).
Esta técnica permite visualizar las funciones
cerebrales activadas por tareas cognitivas o
comportamentales localizando la glucosa
radioactiva que previamente se ha
suministrado al paciente objeto de la
prueba.
Así, se observa que reaccionan distintas
partes del cerebro cuando una persona está
oyendo, viendo, hablando o pensando.
Estas técnicas han sido fundamentales para
averiguar la especialidad de cada una de las
partes del cerebro y modelar el mapa
cerebral que se tiene hoy en día como
válido.
Ese mapa, considera también que en un
neonato los dos hemisferios tienen
capacidades equipotenciales.
Durante la primera infancia un hemisferio
comienza a dominar al otro y sólo después
de la primera década de vida la dominancia
queda establecida.
El 90% de las personas adultas sin problemas
fisiológicos cerebrales tienen una
prevalencia hemisférica izquierda.
Quizá este trabajo tendría una cabida más
adecuada en un blog sobre fisiología
cerebral, pero finalmente, como casi
siempre, todo tiene relación, para bien o
para mal.
La buena noticia es que con estos datos en la
mano, es científicamente probable que el
cerebro se puede malear, se puede reforzar
y se puede “domesticar”, y sobre todo, que
es posible cambiar los patrones de
pensamiento que hoy nos causan
sufrimiento y que están íntimamente
relacionados con las redes interneuronales y
los caminos neuronales que siguen los
estímulos.
Trabajando sobre esos estímulos y
modificando sus reacciones, se crean
literalmente caminos alternativos.
Caminos nuevos por los que pasan
pensamientos viejos y por tanto se
convierten en pensamientos conocidos con
impactos nuevos y consecuencias
diferentes.
Por poner un ejemplo comprensible, hay
varios tipos de neuronas…. piramidales,
bipolares, de Purkinje, estrelladas….etc, etc.
Sabemos que las neuronas perdidas no se
reproducen de nuevo, y que los circuitos
muertos no se reactivan, también sabemos
que los circuitos neuronales, pueden ser de
distintas clases, convergentes, divergentes,
recurrentes y paralelos. Estos son solo
algunos de los esquemas de funcionamiento
de los principales circuitos neuronales.
De esta forma, en el cuerpo se entrecruzan
de miles de maneras, sumándose,
inhibiéndose e influyéndose mutuamente.
Además, la disposición de las neuronas y el
tipo de enlaces que se establecen entre ellas
influyen en los distintos umbrales de
excitabilidad.
Por esta razón, circuitos muertos pueden
abrirse paso por nuevos caminos y neuronas
poco excitadas pueden volverse funcionales
al cambiar sus características eléctricas.
Es la parte científica de la meditación, y de
las prácticas de introspección.
No tiene nada de magia ni de esoterismo,
nada de religión o creencias.
Estos son datos recientes, comprobables y
científica y médicamente comparados y
aceptados.
Por tanto se puede afirmar que el cerebro y
sus funciones se pueden modificar.
Literalmente.

Bibliografía consultada.
My stroke of insight. Jill Bolte Taylor.
La mente humana. Jose Luis Pinillos.
Los dragones del Eden, la evolución del
cerebro humano. Carl Sagan.
Atlas de Anatomía. Tikal.
A new view of insanity. Arthur Wigan.
Lateral Specialization of Cerebral Function in
the Surgically Separated Hemispheres. Roger
W. Sperry
Pensamiento_18
A veces, uno busca un Maestro, cuando en
realidad lo que necesita es un Camino.
Pensamiento_17
El silencio es origen.
La oscuridad es origen.
Solo se pueden explicar indicando lo que NO
son.
El silencio es la ausencia de ruido alguno.
La oscuridad es la ausencia de luz.
La budeidad es origen.
La budeidad es la ausencia del yo.
Y además, todo son palabras.
Conversaciones_8
Pregunta.
Usted predica que lo material no da la
felicidad y que todo es ilusión. ¿Puede
explicar esto un poco más?.
Respuesta.
Bien, en primer lugar, me gustaría aclarar el
uso que hace del término “predicar”.
Predicar es dejar patente algo, explicarlo,
publicarlo o aclararlo, si usted utiliza este
término con ese significado entonces es
correcto, está en lo cierto.
Pero si usted utiliza el término “predicar”
con alguna connotación religiosa, en ese
caso se equivoca y puede confundir a otros.
Nunca ha sido intención de uno dar ejemplo,
ni convencer a nadie de nada y mucho
menos pontificar o exponer dogmas.
Si uno pretende algo, eso es que cada uno
piense por si mismo, solo eso. Que dude, que
no se crea nada de lo que escuche o de lo
que lea, que indague.
Que cada uno vea las cosas (sus propias
cosas) desde un punto de vista diferente al
que le produce sufrimiento o malestar.
Si no hay sufrimiento o malestar ¿Cuál es el
problema?.
No hay a quien seguir ni hay a quien
obedecer, eso no funciona.
Mire a su alrededor, observe como está el
mundo y sabrá a que me refiero.
Si hay alguien que pueda hacer algo por
usted, ese es usted mismo.
Vayamos ahora a su pregunta.
Lo que aquí se expone solo es un punto de
vista y como tal debe ser tratado.
Este punto de vista cumple siempre un
requisito indispensable que es el respeto
más profundo hacia toda persona y toda
creencia, por tanto no excluye en ningún
caso cualquier otra idea o creencia, religiosa,
filosófica, intelectual o de cualquier clase
que pueda tener una persona, muy al
contrario, lejos de excluirla, la incluye.
Por supuesto, puedo estar equivocado y
seguramente lo esté, téngalo en cuenta.
Observe y piense por usted mismo.
No debe tomar las cosas al pie de la letra,
porque se salen del contexto.
Hablemos primero sobre lo material y la
felicidad y después llegará por si solo el
asunto de la ilusión.
Estará bien saber, antes de nada, ¿qué es la
felicidad?, pues aparentemente es lo que se
alcanza con los bienes materiales según esta
opinión que estamos observando.
En un diccionario podrá encontrar un
significado que parece darle la razón.
La felicidad es un estado de ánimo que se
complace en la posesión de un bien. Esto es
lo dice el diccionario, recuerdo
perfectamente la cita y le aseguro que es
literal.
Por otra parte, también significa “contento o
satisfacción”. Estos últimos términos en
realidad no son descripciones, son
sinónimos, pero a falta de algo mejor, nos da
una idea de lo que podría ser la felicidad.
Es mi opinión es un error.
Si uno se olvida de los diccionarios (que es lo
que debe hacer en este caso), puede obtener
su propia definición de “felicidad”.
Una definición más exacta y realista podría
ser que la felicidad es un estado percibido
en ausencia de problemas y preocupaciones
unido a estados de serenidad y equilibrio
mental.
Valoremos esto de tener o no tener y lo que
ofrece cada opción.
Veamos, le haré una pregunta.
¿Usted que tiene de valor?
(INTERLOCUTOR).
Tengo un trabajo, tengo una empresa, tengo
una familia, tengo un coche, tengo dinero,
tengo propiedades….. en general no puedo
quejarme, vivo bien.
(J).
Tiene muchas cosas, pero aún así busca algo,
no se siente pleno, sino no estaríamos
hablando.
Todas esas cosas que tiene son sus cosas por
que las ha adquirido o las ha perseguido, o
ha hecho algo para obtenerlas.
Ha habido un esfuerzo, un movimiento, una
intención.
Se ha esforzado por ellas y ahora las tiene,
no juzgo eso ni lo cuestiono, si usted vive
feliz con ellas me parece estupendo y siento
alegría por ello, créame.
Pero aunque usted no lo sepa, ahora tiene
un problema, debe mantener todas esas
cosas, y la sola sospecha de perder alguna de
ellas le genera inquietud, y eso ya es no es
agradable.
De modo que ya van apareciendo los
problemas.
¿Qué pasaría si las perdiera todas?. ¿Si
perdiera todas esas cosas de una vez, en un
instante? ¿Qué pasaría?
Le haré otra pregunta. Por favor, reflexione
antes de contestar. Es una pregunta
importante. Es muy importante.
Dígame, por favor. ¿Usted que tiene de
valor en su vida QUE NO PUEDA PERDER?.
(INTERLOCUTOR).
…No lo sé. No sé si lo entiendo. No entiendo
la pregunta.
(J)
Le repito la pregunta.
Usted tiene cosas, personas y bienes a su
alrededor que le proporcionan bienestar y
comodidad.
Dígame una sola de esas cosas que no pueda
perder. Que no pueda desaparecer.
No digo que vaya a pasar, digo que busque
una cosa que no pueda desaparecer.
(INTERLOCUTOR).
Creo que no tengo ninguna que no pueda
desaparecer.
(J).
Efectivamente de esas que ha mencionado
no hay ninguna que no pueda desaparecer, y
no solo eso, sino que su desaparición le
causaría inconvenientes, problemas y
sufrimiento.
Retomemos el asunto.
A eso me refiero cuando digo que todo es
ilusión en este contexto que estamos
hablando.
Hay que ser prudente con la frase “todo es
ilusión”, significa muchas cosas dependiendo
del contexto, del momento y de la capacidad
de comprensión de cada uno.
Todo está condicionado por el tiempo, ahora
tiene esto y le hace feliz (o al menos así lo
cree usted), si lo pierde, todo ha sido una
ilusión, ha terminado.
Pero hay algo que uno no puede perder
nunca.
Al principio sorprende un poco enterarse de
esto, pero si uno indaga y no se queda en
las simples palabras, lo podrá comprobar
por si mismo.
Puede llegar el momento en que uno
perciba que no puede perder la sensación
de Ser.
El hecho intuitivo, presencial de que uno Es.
Usted Es.
Puede ser esto o aquello, alto, bajo, viejo,
joven, español o alemán….Tanto da. NO
IMPORTA EN ABSOLUTO.
El hecho último e indiscutible es que usted
ES.
Eso no puede arrebatárselo nadie ni puede
cambiar ni puede perderse, puede no
encontrarse, pero no puede perderse.
Otra pregunta.
¿Qué esfuerzo hace usted por Ser?

¿Qué camino sigue para Ser?

¿Qué directrices está obligado a seguir para
Ser?
Permítame no indagar más en esto ahora,
llegado el momento hablaremos si es
oportuno.
Quédese con que usted ES.
Ahora le toca a usted mirar hacia dentro e
indagar sobre esa base, si quiere hacerlo,
claro está.
Conversaciones_7
Pregunta:
Usted tiene algo que yo quiero.
Respuesta:
¿De verdad cree eso?.
Le aseguro que está equivocado.
Ahora mismo usted está buscando algo……..
Uno no sabe muy bien como comienza la
búsqueda, no recuerda la razón principal,
probablemente sea desencadenada por la
frustración, el miedo, alguna pregunta sin
respuesta.
Pero casi con seguridad, la búsqueda surge
del sufrimiento, de alguna clase de
sufrimiento.
El sufrimiento lleva a buscar la posibilidad de
erradicarlo o evitarlo y ese puede ser el
comienzo de la búsqueda posterior.
Aunque en ese momento todavía no hay
buscador ni se sabe muy bien lo que uno
busca.
Alguien dijo una vez que la búsqueda
empieza porque empieza, sin más.
No deja de ser cierto, pero creo que aquí
debemos exponer las cosas con algo más de
profundidad.
Una de las diferencias más significativas
entre los animales y las personas es que los
animales se conforman, pero no lo saben,
mientras que las personas no nos
conformamos y lo sabemos.
Esta circunstancia es una fuente
interminable de sufrimiento.
De esta forma, un animal simplemente es, y
su existencia está íntimamente relacionada
con dos asuntos, la supervivencia y la
procreación.
Generalmente los animales sostienen su
equilibro y su existencia en estas dos
premisas, alimentarse y procrear.
Subsistir, vivir y perpetuar la especie.
Sencillamente.
Las personas en cambio quieren ser algo que
no son o tener algo que no tienen, u obtener
algo que creen que no tienen.
O dejar de sentir algo que sienten, o
empezar a sentir algo que no sienten.
Todo esto genera el mismo movimiento
incorrecto, cualquiera de estas formas de
“disconformidad” con lo que ES, empuja
hacia el sufrimiento irrevocablemente.
No es que sea “bueno” o “malo”, es que va
directo hacia el sufrimiento, esto es un
hecho.
Será después cuando cataloguemos el
sufrimiento como algo “malo” y el disfrute
como algo “bueno”.
No pretendo indicar aquí que hay que ser
positivo con todo, que hay que aceptar todo
lo que ocurra; muchas personas
malinterpretan esto.
A una persona con una enfermedad se le
indica que debe ser fuerte, que debe
animarse, que debe tener esperanza, que
debe sobrellevarlo, que debe tener una
actitud positiva hacia su circunstancia….
A personas que sufren, a personas que
tienen necesidades importantes o
limitaciones extraordinarias, se les indica
que deben tomarse esto como un reto para
superarlo, crecer ante la adversidad, vencer
la enfermedad….
NO, no, no, nada de eso.
No estoy de acuerdo con esto.
No me parece el enfoque correcto.
Podemos desarrollarlo en un punto aparte,
creo que merece la pena….. sin duda merece
la pena, pero no en este momento. No se
deben malinterpretar estas palabras, es
delicado, es un asunto muy delicado.
No creo que alguien que tenga un cáncer
deba sentirse feliz por padecer una
enfermedad, ni creo que nadie deba tomarse
como un reto carecer de recursos
económicos, eso son problemas graves,
están ahí, existen y hacen sufrir a muchas
personas. La forma de enfrentarse a ellas
condicionará muchos detalles, pero no
hablamos de eso aquí ahora….
Este asunto merece ser tratado con cautela y
en otro momento, con la atención y la
implicación adecuadas.
Es muy importante no malinterpretar estas
palabras.
Esta actitud está haciendo daño, en mi
opinión es errónea y no resuelve nada.
No cuestiono si a alguien le funciona o no.
Indico que lo que digo está ANTES de valorar
cualquier cosa, antes de decidir si es bueno o
malo.
No hay decisión, la decisión (que no es otra
cosa que un juicio), no llega.
La cosa simplemente ES, no hay juicio
posterior ni valoración, por tanto no se
genera un movimiento hacia resolver nada
porque no se contempla ningún problema.
Un animal, un árbol o una piedra no
pretenden ser algo que no son, no intentan
alcanzar nada más que aquello que les
permita subsistir, y sin eso, sencillamente
mueren y desaparecen.
Sin dolor psicológico, sin remordimientos, sin
culpa, sin pesar.
Es el final de una vida plena, de una vida
absoluta.
Un lobo no se pregunta porque ha de cazar
ni tiene conflictos morales al hacerlo.
Por favor, no digo que la moralidad sea mala,
solo expongo un ejemplo con un animal.
Un gran problema de las personas es que
creen que otros pueden hacer algo por ellos.
Uno va a escuchar a un jñani, a un lama, a un
sacerdote, a un psicólogo, a un psiquiatra…a
quien quiera que sea, y puede buscar
muchas cosas, puede esperar muchas cosas
de estas personas.
Por supuesto, uno no es ninguna de estas
cosas que menciona, solo habla de ellas.
Puede pasar el rato, buscar conocimientos
nuevos, fuentes de opinión desconocidas
hasta ese momento o puntos de vista
distintos.
Pero íntimamente, la razón última de
escuchar a otros, de asistir a conferencias, de
leer libros, de estudiar técnicas, de asistir a
consultas…..etc es que uno espera algo de
eso.
Espera un fruto, espera una solución
universal a sus problemas o una mejora
sustancial de su situación actual. (Situación,
que no olvidemos, se basa en un juicio).
Uno no se da cuenta que el principal
problema es él mismo o lo que él cree que
es, o la forma de percibir la vida que tiene
determinadamente, o la infame carrera
diaria por alcanzar esto y por dejar atrás
aquello.
Es una huida continua del si mismo.
Cuando uno está ante un jñani, un sabio,
alguien que tiene unas cualidades
determinadas y distintas a esas que
pensamos que nos hacen sufrir, uno cree
equivocadamente que esa persona puede
hacer algo por uno.
Que esa persona tiene algo que uno no
tiene.
¿Como ha alcanzado esa persona su estado
de no sufrimiento?
Dígamelo y yo seguiré el mismo camino y así
encontraré esa clave arcana, esa formula
mágica que hará que mi sufrimiento
desaparezca.
Este es un punto extraordinariamente
común entre los buscadores.
Usted tiene algo que yo no tengo.
Usted ha alcanzado algo que yo quiero.
Usted debe enseñarme eso que tiene que yo
no tengo. Démelo.
Usted debe decirme que y como debo hacer
para obtener aquello que a usted le ha
proporcionado ese estado de no sufrimiento.
Usted…..
Usted…..
Uno no se da cuanta de lo absurdo que
resulta pensar así.
Uno no se da cuenta de que lo que
realmente genera sufrimiento es el
contenido de la mente de cada uno y la
interpretación que se hace de ese contenido
y que de ninguna manera, lo que sirve para
erradicar el sufrimiento (temporal o total) de
una persona le puede servir a otra.
El sufrimiento de cada persona es único y
genuino, exclusivamente suyo, así como la
solución (si es que la hay) para ese
sufrimiento.
Se busca una especie de analgésico general y
se le llama iluminación, moksha, liberación,
insight…..etc,etc,etc.
Llamarlo “iluminación” es lo que hace que
sea inalcanzable, lo convierte en algo por
adquirir, por ver, por sentir, por llegar, por
alcanzar.
La realidad es que el jñani no tiene nada que
dar, nada que decir y nada que ofrecer.
Solo clavos, un clavo quita otro clavo. Y tal
vez ocurra algo, solo si debe hacerlo.
Con un concepto, se intenta quitar otro
concepto anterior, y eso perpetua la
esclavitud ante el sufrimiento.
Nuevas palabras sustituyen viejas palabras,
pero nada cambia.
El problema radica en que el jnañi ha
entendido lo que NO es, mientras que los
demás siguen agarrados a las cuerdas de los
conceptos.
Enredados, esperando que el futuro (u otras
personas) acaben resolviendo sus
sufrimientos.
Uno ya es lo que espera ser, uno ya tiene lo
que espera tener, pero el mismo hecho de
desear tener y esperar ser hace que la
verdad se vele, desaparezca.
¿Se puede coger la verdad con la mano?
Igualmente no se puede revelar la verdad
con palabras, porque la verdad es de cada
uno.
Está íntimamente ligada a sus vivencias y no
hay dos verdades iguales.
Porque solo hay una verdad común, luego
desaparece todo, el buscador, lo buscado, el
anhelo, las escrituras, los conceptos, los
maestros….
Cuando la Verdad es interpretada
desaparece. Es un dilema, pero así es.
La verdad no se puede expresar con palabras
pues se convierte en un concepto.
La verdad no puede ser escrita, pues se
convierte en un concepto que depende del
lector para ser interpretada.
Y sabemos que los conceptos no son la
verdad, pueden contenerla, pero no lo son.
Y queda eso, lo que ES sin adornos
alrededor, sin palabras, sin conceptos, sin
esperanzas, sin teorías, sin anhelos.
Así es como una mente puede llegar a
entender lo que NO es por el simple
ejercicio reiterativo de ir eliminando
posibilidades, del mismo modo, la mente no
puede saber lo que ES porque ese lo que ES
contiene a la mente misma y algo no puede
ser entendido por si mismo.
El Sol no sabe que es el Sol, pero no por ello
deja de serlo.
“El ojo no puede verse a si mismo” es una
frase muy conocida que indica, señala más o
menos lo que intentan expresar estas torpes
líneas.
Cuando desaparezca el buscador surgirá lo
buscado.
Otro dilema.
Esto está lleno de dilemas como puede
verse.
Todo en realidad son dilemas, porque
intentamos interpretar cada palabra, cada
intención y cada gesto a cada instante.
La ausencia de consciencia de uno mismo es
lo buscado, pero estas palabras no son más
que eso, palabras.
De alguna forma se llega, pero no hay donde
llegar.
Lo que hace a uno volver al lugar del que
nunca se ha salido. (Vaya, otro dilema).
Es un dilema porque la mente no puede
comprenderlo.
Hay muchas cosas que la mente no puede
comprender de forma intelectual, y el
hecho de intentarlo, no hace más que
complicar la situación.
¿Que hacemos aquí?
No lo sé.
……¿Pero que más da?.

La necesidad de experiencias
Uno piensa en la inmensa codicia de
experiencias nuevas que tiene, de
sensaciones distintas que anhela… y se
entristece.
Uno es mezquino, egoísta, intransigente y
perezoso, lo observa y lo ve, constata que es
así, y se entristece.
No hay virtud.
La identificación es tan enorme que
pretende comprender con el intelecto que
uno es separado del mundo que ve.
Si uno no parte del mundo, sino que mundo
y presenciador parten de la Consciencia,
dado que el resto es la expresión fenoménica
de la misma, ¿cómo se puede pretender
alcanzar una comprensión sobre esto
utilizando el intelecto?
¿Quién pretende comprender que?
La Consciencia no puede comprenderse a si
misma, pues cualquier comprensión se da en
el plano fenoménico y es interdependiente
de un yo (y/o un ego) que alcanza algo, que
comprende algo.
De lo fenoménico no surge la Consciencia.
Lo fenoménico, lo percibido y quien lo
percibe son los que surgen de la
Consciencia.
El ego pretencioso y estúpido que se permite
dar consejos y proteger a otros, anhelante
de experiencias, conocimientos y aprobación
es lo que surge de la Consciencia.
Consciencia es antes que nada, todo surge
de ella.
Uno es la Consciencia indiferenciada pero
identificada con el cuerpo-mente.
La mente segmentada y dividida supone que
entra en el mundo mediante el nacimiento y
sale de él por medio de la muerte.
El nacimiento, la vida y la muerte son
expresiones fenoménicas de la Consciencia
universal.
¿Cómo comprender esto con la mente?
¿Se puede coger la alegría con la mano?
¿Cómo comprender el todo utilizando una
parte?
¿Qué hace que esto sea comprendido?
No lo sé.
Cuando el mundo desaparece y el yo se
marcha ¿Dónde va el mundo?
¿Dónde va el yo?
¿Cómo puede uno constatar la propia
ausencia de si mismo?
No lo sé.
¿Cómo se irá uno cuando se marche. Cuando
parta, cuando el tiempo del cuerpo llegue a
su fin?
Todo lo que fue, es y será se inicia desde el
“MI”, pero el “MI” no es el “yo”.
El “yo” parte del “MI”, nunca al revés.
El “yo” es fraccionado y parcial, mientras que
el “MI” es absoluto e indisoluble.
El “yo” es soy y el “MI” es Ser.
¿Acaso no hay dolor?
¿No hay guerras?
¿No hay dramas?
¿No hay injusticias?
¿No hay sufrimiento?
¿Quién puede negarlo?
Nadie puede negarlo. De hecho hay todo
esto. Lo hay, pero en el plano fenoménico.
Hay dolor para el yo, no hay dolor para el MI.

Percepción condicionada y percepción total


Si hay percepción total no puede haber un
“quien”.
Ese supuesto “quien” está dentro de esa
percepción total. Pertenece a ella.
Es una expresión de ella.
En el momento en que uno nombra algo deja
de serlo.
Esto se puede apreciar intelectualmente.
Al ponerle un nombre, identificarlo y
DIFERENCIARLO, se le cambia, se le modifica,
se apropia uno de ello por medio de las
palabras y LO SEPARA.
Pero no hay separación alguna.
La palabra no es la cosa.
La palabra no es la cosa.
La mesa no es la mesa
¿Se entiende esto?
Lo mismo es arriba que abajo.
El arriba depende de un observador que se
encuentre abajo y el abajo solo depende de
un observador que esté arriba.
No hay arriba ni hay abajo.
¿Lo vemos…?
¿Vemos esto…..?
La separación entre el observador y lo
observado es una ilusión de la mente
condicionada desde hace millones de años.
No se puede percibir la totalidad con una
parte de ella y la propia totalidad no puede
ser percibida pues abarca e incluye a
aquello que cree percibir.
¿Como puede uno percibir intelectualmente
lo global, lo completo?.
Lo completo lo abarca Todo.
Uno no puede abarcar el Todo pues es parte
de él.
La parte no percibe el Todo.
El Todo desmenuza las partes.
El todo con minúsculas es la expresión de la
Totalidad (por nombrarlo de alguna forma).
Lo que uno percibe es expresión de la
Totalidad.
Uno es expresión de la Totalidad.
La Totalidad, el Todo con mayúsuculas es
todo aquello innombrable e incomprensible
intelectualmente que incluye.
No hay separación.
Sin mente no hay separación, la separación
es imaginaria. Es ilusión.
Uno persigue esto con la imaginación como
un corredor persigue su sombra, pero
cuando se haga de noche, pensará que la ha
adelantado y no solo cesará su búsqueda
sino que estará convencido de haberla
alcanzado y rebasado.
Mañana volverá a salir el sol y no entenderá
nada.
Así pasa la vida.
Viendo sin Ver.
Pensamiento_19
A veces hay más Verdad en ausencia de
respuesta que en la respuesta misma.
Esta reflexión y este enlace son un pequeño
homenaje a India, lugar que amo y al
extraordinario trabajo fotográfico de Patrick
André Perron, alguien capaz de congelar el
tiempo.
Gracias Patrick.
http://www.zazen.es/mwall.html

Conversaciones_9
Pregunta:
Siento una culpa que me impide vivir.
¿Que puedo hacer?. ¿Puede ayudarme?.
Respuesta:
Hablemos de la culpa.
La culpa……
La culpa es como el sufrimiento.
Es un tipo de sufrimiento….
La culpa no es como el dolor.
El dolor es inevitable, la culpa se puede
evitar.
El sufrimiento también se puede evitar.
¿Como hacerlo?
Comprendiendo su naturaleza, viendo la
razón por la que surge, percibiendo la causa
por la que permanece y alcanzando la
certeza de que uno nada puede hacer.
¿Que puede hacer usted para nacer en otra
parte?
Nada, pues esto es igual, pero hay que
comprenderlo por uno mismo, esto no es
teoría, es un camino, ensayo-error, ensayo-
error, ver por uno mismo.
La culpa es algo inutil, es un sentimiento que
no sirve para nada constructivo.
La culpa destruye, inhabilita, deshace,
debilita, limita….
¿De que sirve la culpa?
Reflexione y verá que solo causa dolor.
Rara vez produce consuelo, casi nunca.
Si la culpa supone un desahogo o un
sentimiento consolador puede ser
justificada durante un determinado espacio
de tiempo, en otro caso no.
La culpa puede derivar en un sufrimiento
que a su vez puede desembocar en una vía
de escape de si mismo, pero la culpa por si
misma no suele hacerlo.
La culpa debe evolucionar hacia otra cosa,
transformarse, tomar una nueva forma de
la que poder obtener algo.
¿Cual es el origen de la culpa?.
¿Cual es el origen de esa culpa en
particular?.
¿Algo hecho o dicho?
¿O algo por hacer o por decir?
El asunto es que la culpa está ahí y hay que
hacer algo con ella.
Es persistente, indica algo.
¿Podemos cambiar algo ahora?
¿Esa culpa está situada AHORA o es algo
pasado, algún recuerdo, algo que
acarreamos del pasado?
No digo que no sienta la culpa ahora, en este
momento, pregunto si la culpa se situa
AHORA.
Tal vez su aparición se deba a algo que no
salió como uno esperaba.
Esa es la raiz del origen de la culpa, alguna
acción, palabra o hecho que no surtió el
efecto que uno esperaba. Pero eso no se
situa en el AHORA, lo trae uno del pasado,
del recuerdo.
Pensando que puede cambiar algo de lo que
ES, uno siente la culpa de su mala acción, de
su no acción o de lo que cree SU acción o
palabra equivocada.
Esto es porque pensamos que los hechos se
producen causados por nuestras acciones.
Si “A” lleva a “B” y “B” lleva a “C”, desde “A”
llego a “C”, entonces si puedo llegar de “A” a
“C” ¿Para que sirve “B”?.
Y ya nos hemos enredado.
A veces esto parece ser así realmente,
parece….
Esto es una forma de pensar normal, lineal,
pero irreal, es mentira, de hecho “A”, “B” y
“C” pueden existir por si mismos de forma
totalmente independiente.
Es en la mente donde se realizan esas
asociaciones.
La culpa no aparece ahora, depende de una
circunstancia anterior no aceptada (no hay
nada que aceptar, pero eso puede llegar a
verse solo después). El remordimiento es
recuerdo, es un pesar íntimo por algo de lo
que nos sentimos responsables directos. Eso
es la culpa. No puede uno vivir los
remordimientos de otras personas y uno no
puede vivir la culpa de otras personas.
No hay que aceptar, eso es acción, no hay
que permitir, eso es acción también.
Hay que observar, de forma justa,
inafectada, en ese caso la culpa no se
percibe como se percibe “normalmente”.
¿Que culpa hay cuando uno duerme?
¿Cuando uno muera que culpa habrá?
¿Quien la sentirá?
¿Quien será el propietario de esa culpa?
La culpa no es inevitable.
Para evitarla hay que comprender su origen
y si uno no puede cambiar nada dejar que
pase, observala, mirarla sin pasión, mirar la
palabra, desnuda, su significado no importa,
la palabra, ella sola no desencadena nada,
ningún efecto, es culpa pura en su
contenido que no condiciona, hay que
esperar, dejarla estar sin alimentarla.
No retenerla, la culpa no es util, no hay que
deshacerse de ella mediante la acción, pues
la acción hará que se apegue aún más.
Uno siente la culpa, pero uno no es la culpa.
Uno puede observar la culpa y ver el espacio
que hay entre uno mismo y el sentimiento,
entre uno y la sensación, igual que ocurre
con el miedo.
Hay que sentirlo y luego ignorarlo, verlo
ajeno, ese es el camino que uno conoce, no
conozco otro y ni siquiera sabe uno si es
correcto o tan solo posible.
De cualquier forma, pruebe.
¿Tiene algo que perder?
Conversaciones_10
:
¿Estoy triste, no puedo salir de este continuo
estado de tristeza, que puedo hacer?
Respuesta:
Observe que la agitación mental no es un
hecho en si misma, sino que es una
constatación.
La constatación SI es un hecho en si misma,
siempre que sea constatación y no juicio u
opinión.
Usted no es la tristeza que siente, de hecho,
usted no está triste, sino que siente la
tristeza, esto es totalmente distinto.
Abandonarse a la agitación es el modo de
resolver esto.
No rendirse, sino abandonarse, no ignorarla
(que es un esfuerzo y es acción), sino
observarla como algo separado.
Rendirse es una acción ante una condición,
abandonarse es una reacción sin movimiento
posterior.
El querer detener el movimiento del agua
(mente) con un palo (pensamientos), es lo
que crea más pensamientos y agita el agua.
Una vez constatado esto, el palo desaparece
y el agua también.
Hay que conocer la tristeza, acunarla,
observarla con amor, con extrema humildad,
muy atento, muy sereno….
Una vez que uno está lleno de tristeza….
¿que pasa con ella?
Lo que pasa es que solo aparecen más
movimientos de la mente causados por la
interpretación de esa tristeza, lo que tiende
a perpetuarla y modificarla causando un
daño contínuo.
La tristeza en si misma es inofensiva si uno
la constata, pero es demoledora si uno la
padece.
Uno, inundado de tristeza, se detiene, se
para, pero lo hace sin bloquear, sin impedir,
sin buscar la causa o las consecuencias de
esa tristeza, y entonces la tristeza muere por
si misma pues no es alimentada por la mente
y sus pensamientos.
Intentar no estar triste o comprender el
motivo de la tristeza la mantiene y la
alimenta.
¿Como salir de la tristeza si usted no está
dentro de ella?
Observela como algo alejado, distinto a la
sensación de SER y perciba que si no la
alimenta, la tristeza se olvida.
La tristeza está en la mente, son
pensamientos.
Usted no está en ella, sino que la tiene
presente de forma contínua en su mente,
cuando se olvida, su memoria se encarga de
hacerle recordar.
¿Donde está la tristeza cuando uno duerme
profundamente?
¿Donde está la tristeza cuando no está
presente en su memoria y en su mente?
¿Donde se encuentra?
La tristeza no puede sobrevivir por si misma.
Por tanto la tristeza es una estado de la
mente y como tal se puede modificar y se
puede convertir no solo en algo menos
doloroso sino en algo incluso constructivo.
Observe su tristeza sin alimentarla, verá
como “es su mente y no usted” quien le lleva
hacia el sufrimiento.
Le deseo mucha suerte.
Los pensamientos automáticos
Somos seres emocionales, eso es indudable.
Ante una misma circunstancia, cada uno
actúa de una forma diferente, guiado por el
impulso emocional que rige su respuesta.
El problema no es el hecho, sino la
interpretación que se hace del hecho.
El problema no es la situación, es la reacción
a dicha situación.
Lo que se produce en la mente TRAS el
hecho.
Ese es el problema, lo que ocurre DESPUÉS
del hecho.
Pensamientos molestos tiene todo el
mundo, son pensamientos automáticos,
irreales, negativos, irracionales y exagerados,
pero sobrevienen a una velocidad tal que
uno no sabe que hacer.
Es tanto el condicionamiento de estos
pensamientos, que rigen la vida.
Uno se refiere a pensamientos como:
“No puedo más”, “Estoy harto”, ¿Por qué a
mi?……etc.
Son respuestas automáticas totalmente
implantadas en el pensamiento cotidiano.
Estas respuestas son demoledoras para
quien no las ignore.
Le llevan como una corriente de agua
incansable, una y otra vez al mismo sitio, al
desánimo, al pesar, a la culpa, a la cólera.
La buena noticia es que una vez se es
consciente de que estos pensamientos
existen, uno puede detectarlos como tal, y
así tomar el camino de erradicarlos,
entendiéndolos y reinterpretándolos,
comprendiendo así el efecto que estos
pensamientos tienen en el organismo.
Ese es el camino.
El bienestar mental depende en gran parte
de no dejarse llevar por este tipo de
pensamiento.
¿Qué hacer?
1- Detectarlos.
2- Identificarlos.
3- Cambiarlos.
Antes de seguir es importante comprender
que toda acción aislada para detener estos
pensamientos los adherirá aún más.
En este caso se necesita una estrategia, un
método, un proceso, hay un comienzo y hay
un final. Todo es consciencia, pero este
movimiento se crea y termina dentro de ella,
uno tiene posibilidad de modificarlo, pero no
desde la intuición, sino desde el hábito, de
modo que hay que reeducar la mente.
1.- ¿Cómo detecto estos pensamientos?
Cualquier acontecimiento que suponga
malestar tiene que estar PRECEDIDO por la
interpretación de un pensamiento.
Primero se detecta el pensamiento y luego el
diálogo interno (a veces rapidísimo) que
deriva en la interpretación de ese
pensamiento.
Por ejemplo.
Uno está ante mucha gente y debe hablar,
de pronto siente miedo.
Ese miedo está PRECEDIDO de un
pensamiento que ha su vez a derivado en
una interpretación que a su vez a terminado
generando temor, que es la sensación
emocional.
Sin la interpretación el miedo no llega, no se
abre camino. Se disipa, muere en si mismo
porque no es generado.
Este miedo es el hijo de una mujer esteril, no
puede existir.
La interpretación es la vía por la que camina
el miedo.
Los pensamientos pueden estar asociados a
hechos externos (enfrentarse a alguna
situación o persona) o ser pensamientos
íntimos (culpa, tristeza, pérdida, vacío….).
2.- ¿Cómo identifico los pensamientos?
Es importante diferenciar un pensamiento
automático de otro que no lo es.
Hay pensamientos automáticos que no
afectan, por tanto, no molestan, de modo
que estos se ignoran.
Hay que observar detenidamente los que
molestan, y una vez detectados, analizarlos.
El análisis consiste en comprobar por uno
mismo la “veracidad” de ese pensamiento.
Estos pensamientos no aguantan un análisis
intenso, una prueba de verdad.
Enseguida percibe uno que no se ajustan a la
realidad, que son exagerados, que no
atienden a la lógica y que casi siempre su
parcialidad está motivada por un estado de
ánimo o un punto de vista irreal.
En realidad son dramatizaciones de algo, lo
modificamos y lo convertimos en otra cosa
que es totalmente diferente del
pensamiento inicial.
Estas distorsiones del pensamiento
“normal”, deben ser observadas y
comprendidas.
Su naturaleza es permanecer cuando se las
alimenta.
Se las alimenta cuando no son observadas de
modo imparcial y justo.
Cuando uno comprende que son estos
movimientos posteriores al pensamiento los
que producen las sensaciones, también uno
puede darse cuenta de que cuánto más
credibilidad se le dé a este tipo de
pensamiento, más intensas serán las
sensaciones o emociones que suscitan.
Literalmente puede uno llegar a ser esclavo
de ellas (de las emociones), porque las
interpretamos como una respuesta
adecuada y justificada a pesar de no serlo.
3.- Que bonito es todo esto, vale, y ahora
¿cómo cambio estos pensamientos?
Pues mediante la sustitución de
pensamientos.
Cuando uno detecte un pensamiento
automático que le produce sufrimiento,
inmediatamente debe corregirlo, debe
contrastarlo con su parte racional y ver la
mentira que supone la interpretación de ese
pensamiento, esto debe verlo uno mismo,
esto debe hacerlo uno mismo.
Ver que no se ajusta a la realidad,
modificarlo en un diálogo mental interno,
intenso e íntimo en el que miremos a los ojos
al pensamiento y veamos que nos
condiciona, que nos lleva a la posterior
interpretación que es MENTIRA; que no se
ajusta a la realidad.
Esta interpretación hay que reforzarla.
Una y otra vez, una y otra vez.
Y lo que al principio es un esfuerzo con la
práctica se convierte en un hábito.
Y ese hábito crea serenidad, crea calma.
Poco a poco, cuanta más credibilidad
sostenga la parte racional sobre la
dramatización de los pensamientos más
calma se encontrará.
El diálogo interior será menos denso y
mucho menos doloroso, hasta que no lo sea
nada.
Y así los pensamientos fluyen sin
interrupción, aparecen, y se van.
Aparecen y se van.
Pasan, pasan.

Madre ha vuelto a Casa.

He dejado de ver una estrella en mi universo


cotidiano.
Madre se ha fundido con el Todo, ahora es
Todo y no está amarrada por las limitaciones
y mediocridades del cuerpo.
Madre está en cada luz y en cada sombra,
en cada sonrisa y en cada lágrima,
en cada pausa y en cada instante,
en cada pensamiento y en cada sueño,
en cada inhalación y en cada exhalación…
En cada hoja que ahora sobrevuela el suelo
por un leve soplo de aire y más tarde se
posará tranquila donde la lleve su destino.
Madre sabe ahora que ni la luz es amable ni
la oscuridad es hostil.
Su cuerpo no está y esa ausencia cobra un
sentido extraordinario por su legado.
Ella sigue viviendo en lo que ha dejado en el
resto.
Madre me enseñó lo que es el sufrimiento.
Enseñó a uno a no sentir pena sino
compasión por todo ser que sufre.
La pena no alivia, la compasión ayuda.
Uno comprendió.
Eso repercute ahora en otras personas y en
otras vidas, de manera constante y contínua.
Ya no hay dolores,
no hay sufrimiento,
no hay lágrimas,
no hay ira,
no hay frustración,
ya no hay miedo,
ya no hay miedo Madre, por fín.
No temo el campo yermo que he visto pues
es ahí donde surgen las flores más bellas.
La visión de la sangre puede ser amable si
comprendes lo que está pasando.
Miro el campo vacío, buscando, y estás en
todas partes.
Madre, gracias por hacer que comprenda.
Bien sé que esto no es el final. Bien sé.
Esto ya lo sabes por mi propia voz, pero
quiero dejarlo aquí, para que florezca, para
que permanezca, para que fluya…
Gracias por criarme sin tener que hacerlo.
Gracias por enseñarme.
Gracias por estrecharme en tus brazos
cuando sentía temor.
Gracias por perdonarme cuando he
cometido un error y gracias por corregirlo
con paciencia y cariño infinitos.
Gracias por demostrame que alguien puede
no enfadarse en 41 años. Jamás.
Que persona más extraordinaria !!!.
Que Pureza más Absoluta.
Cuanto Amor dejas.
Madre ha vuelto a casa.
Madre, mi llanto es desahogo, no es pesar.
Estoy calmado.
Ya está de nuevo la sonrisa amable en mis
labios como homenaje merecido ante tu
ausencia.
Mi egoismo solo duró un segundo, lo ví, lo
percibí y lo rechacé.
Debo corregirlo y lo haré.
No podías quedarte y así lo percibí.
Gracias por marcharte tranquila, serena y
calmada con mis manos sobre tu cuerpo.
Te acompañé hasta donde pude y te llevaste
mi sonrisa.
Esa sonrisa existe gracias a ti y te pertenece
por siempre.
Tranquila, serena y calmada, mi niña ya
reposa en el Todo y cubre el Mundo.
Tu ausencia será honrada con Amor.
Gracias Madre.
Descansa en paz mi Amor.
Haha reisei, haha reisei.
Pdta. Sepan disculpar este pequeño
homenaje personal que me permito incluir
aquí para honrar alguien muy amado.
Pensamiento_20
No cargues con el peso del mundo, no te
pertenece.

Conversaciones_11
Pregunta:
¿Qué puede uno esperar del Zazen?
Respuesta:
¿Esperar?
¿Qué puede uno esperar del Zazen?
Nada.
Uno no puede esperar nada del Zazen.
¿Cómo va a esperar?
Cuando uno se sienta, se sienta a luchar, en
silencio, concentrado, observando
intensamente hacia dentro, viendo los
pensamientos pero sin mirarlos, oyendo el
sonido que crea la mente pero sin
escucharlo, zambulléndose en el temor
original, mirando al miedo a los ojos. Sin
esperar nada.
Por supuesto ocurren cosas, pero uno no
debe esperar nada.
Desde el intelecto, desde las sensaciones
corporales y desde la mente psicológica y
analítica, Zazen es sufrimiento, es
confrontación, es enfrentamiento, es lucha y
es violencia.
A pesar de esto, Zazen también es paz,
ausencia de conflicto, silencio, calma,
tranquilidad, serenidad y pureza.
Un verdadero dilema ¿verdad?
Es el dilema continuo, a nivel mental, claro.
Si uno se busca así mismo desde uno mismo,
¿cómo puede esto ser fácil y tranquilo?, por
necesidad ha de haber conflicto.
Claro que uno habla de la práctica que uno
cree correcta. Y uno se equivoca con
seguridad. Debe usted comprobarlo.
¿Usted disfruta de su Zazen?
Pues en ese caso lo hace mal.
¿Le causa placer?
Pues eso no es Zazen, es su mente.
Cierto es que las molestias, el malestar, la
agitación, la ansiedad, la ira, la
tristeza…. gran parte de lo que ocurre
durante Zazen está originado por la mente
y/o en la mente.
Pero a pesar de esas molestias (o gracias a
ellas), en algún instante uno llega a la
conclusión de que es el momento de
discernir.
Primero es el discernir, luego es el separar y
luego es el destruir.
Esa distinción, esa separación y esa
destrucción son niveles mentales.
Pregunta:
¿Es fácil alcanzar eso?
Respuesta:
No es fácil ni es difícil.
Pregunta:
No lo entiendo.
Respuesta:
¿Es fácil el cielo?
Verá, puede preguntarse si es útil, si sirve
para algo, incluso si es posible, pero no
puede preguntarse si es fácil.
Pregunta:
Bien, en ese caso, ¿Sirve para algo?
Respuesta:
En el momento en que es percibido no, más
tarde es posible.
Practicar Zazen correctamente supone un
reto a uno mismo, es doblegar al ego
utilizándolo.
La paradoja es que uno deba luchar consigo
mismo para terminar con el si mismo.
Rinzai dijo “si encuentras a Buda, mata a
Buda”.
No pudo ser más claro.
Es complicado explicarlo, pero a nivel sutil es
claro como el agua.
Para pensar de forma sutil debe prestar
atención a las diferencias.
Por ejemplo, observe la lucha entre el
intelecto y la imaginación.
¿Usted ha percibido esto alguna vez?
¿Lo ha percibido por si mismo?
¿Lo ha percibido como una lucha?
Tal vez le parezca que el intelecto y la
imaginación conviven de forma cordial,
cómoda, estable y feliz.
Pero no es así en realidad.
La percepción de este hecho es
sencillamente demoledora.
Desmonta por completo la idea que uno
tiene sobre su propia vida y lo que uno es
en esa vida, para si mismo y para el resto.
Cuando usted agote el intelecto (mediante
muchas teorías, infinitas lecturas, años de
estudio…etc), aparecerá la imaginación
liderando su “búsqueda”, creerá que ha
encontrado algo y eso le hará detenerse.
Esa misma creencia es un estorbo, un muro
infranqueable porque lo ha puesto usted sin
darse cuenta y desea que esté ahí para
poder rebasarlo aunque no lo sabe.
Observe por favor, que no estamos hablando
de la memoria, estamos hablando del
intelecto y de la imaginación, es importante.
La memoria no participa en este caso, ya
enreda bastante en otros momentos.
No podrá distinguir imaginación y memoria
si no diferencia claramente antes intelecto e
imaginación, tenga esto en cuenta.
Sigamos.
Vea la diferencia entre hacer e intentar
hacer.
Si quiere uno hacer, hace.
Si quiere uno intentar hacer, hay algo ahí
entre medias del hecho que le va impedir
escoger el camino correcto.
Intentar hacer es directamente una mala
elección, es poner una piedra para tener la
posibilidad de quitarla después.
Intentar es empezar desde el miedo.
Intentar lleva la semilla de lo limitado.
No existe tal límite, solo se pueden pintar las
líneas de los límites cuando uno los ha
superado, solo en ese caso existen y en ese
momento dejan de ser límites, solamente
fueron limites pasados.
Tener la mente dispuesta a intentar algo no
es la mejor alternativa.
Tener la mente dispuesta a hacer algo lleva
implícito el alcance de ese algo.
No hay que intentar sentarse.
No hay que intentar Zazen.
Hay que hacer Zazen (quien quiera hacerlo
claro).
Hacer, no intentar hacer.
Es un error en el que muchos llevan
(llevamos) enredados años.
Intentar sentarse es como esperar que la
imagen del espejo nos diga quienes somos.
Mal, eso no lleva a nada, enreda y enreda.
Usted se acomodará en la imaginación, en el
intelecto y/o en la memoria pensando que es
especial o distinto (mejor).
En esta situación se hace
extraordinariamente difícil avanzar.
Es el techo de la práctica para muchos.
Si uno se da cuenta comienza un sufrimiento
intenso y una lucha interior que parece no
tener fin jamás.
Por la mañana, por la tarde, por la noche, en
invierno, en primavera, en otoño, en verano,
las largas noches en vela permiten
angustiarse hasta niveles insospechados.
Eso es práctica también.
Quien practica Zazen intenta hacerlo en todo
momento, es una actitud continua ante la
vida y ante uno mismo.
Una práctica pura permitirá distinguir entre
lo que es y lo que no es, entre lo que uno
cree que es y lo que la mente, la sociedad, la
inteligencia, la memoria, las personas y la
imaginación nos gritan a cada instante que
somos.
¿Todos mienten?
Quien sabe……
Le dicen que usted es vacio y uno intenta
creerlo y ve que no puede, pasan los años y
no puede percibir que es nada.
Uno se queda en las palabras y la vida pasa.
Las analiza, las mira, les habla, les pregunta,
las estudia por encima, por debajo, por
dentro y por fuera.
Todo lo que se le ocurra y más y más y más,
y la vida pasa…….
Le hablan de ausencia, de vacio, de nada.
Pero uno sigue buscando y comparando para
lograr entender.
Llegará un momento en que uno percibirá
por si mismo que “nada” NO es lo mismo
que “vacío”, que “vacío” NO es lo mismo
que “cero”, y que “cero” NO es lo mismo
que “ausencia de todo”.
Pero también llega a la conclusión de que
“nada” SI es lo mismo que “vacio”, que
“vacio” SI es lo mismo que “cero” y que
“cero” SI es lo mismo que “ausencia de
todo”.
Vaya, otro dilema.
Y uno cree que es maravilloso llegar a esa
conclusión por si mismo, y entonces uno
piensa que sabe algo sin darse cuenta de que
sigue enredado por el yo, por el ego.
Es él todo el rato cambiando de disfraz.
Esto es un dilema tremendo, hace temblar
(literalmente) cuando uno se enfrenta a él de
forma intensa, es un cisma en lo conocido,
en lo cotidiano.
Puede que cambie algo o puede que no
cambie nada.
No hay reglas para saber si uno obtendrá
algo de Zazen porque solo el hecho de Zazen
es un fin en si mismo.
Todo lo que no sea Zazen le sobra a Zazen.
No son palabras sin sentido.
Pero tal vez sea mejor no empezar si solo se
va a intentar.
Decida usted.
Pensamiento_21
Entendiendo el “por qué”, comprende uno el
“como”.
Existir o no existir, esa es la cuestión
Fue Shakespeare quien escribió allá por el
año 1600 en su obra Hamlet la famosa frase
“Ser o no ser, es la cuestión”.
Uno, se atreve a desdecir a Shakespeare
modificando su afirmación.
La cuestión no es ser o no ser, la cuestión es
existir o no existir.
Hace unos meses, durante unas
conversaciones, una persona se levanto de
su asiento y con expresión grave dijo (y cito
literalmente):
“Lo más triste de todo esto es que los que
estamos aquí no existimos y no lo sabemos”.
Es una aseveración muy atrevida, sin duda,
llamó la atención de muchas personas, y
aunque nadie replicó, uno no puede evitar
sentir que quien la pronunció no la
comprende.
Tal vez la haya leído, tal vez la haya
escuchado. ¿Quién sabe?.
El hecho es que decir eso sin más es tan
inútil como confuso para uno mismo y para
los demás.
De manera que según ese comentario no
existimos.
Dificil de creer y aún más dificil de probar.
¿Acaso no está uno escribiendo estas líneas
con sus dedos? ¿No demuestra eso
existencia?
¿Acaso no esta usted leyendo estas líneas
con sus ojos e interpretándolas con su
mente? ¿No demuestra eso existencia?
¿No se levantan cada mañana?
¿No abrazan a sus hijos?
¿No sufren?
¿No padecen?
¿No disfrutan?
¿No rien?
¿No lloran?
¿No sueñan?
¿Si esto no es existencia, que es entonces?
La confusión de este hombre viene dada por
la ignorancia y la falta de indagación
personal.
Intentemos distinguir en primer lugar entre
“ser” y “existir” (a ver si esto es posible,
vamos a intentarlo).
Un árbol existe, una roca existe, un rio
existe, el cielo existe, las nubes existen….. Y
así podríamos seguir.
Es indiscutible que existen, al menos en
cierto nivel de conciencia.
Está bien, lo que viene ahora es delicado,
hay que entenderlo correctamente para
poder continuar con una base sólida.
Uno no intenta convencer a nadie, ojo, uno
solo habla o escribe y los demás deben llegar
a su propia conclusión por si mismos, si así lo
desean; si no se anda ese camino no sirve
para nada creer.
Creer es irrelevante, saber es constructivo,
aunque ese saber sea erróneo, si es
alcanzado por uno mismo es útil porque
puede ser corregido por uno mismo
también.
El saber “de segunda mano” no sirve para
nada ahora.
Bien, me desvío. Retomemos la
conversación.
Decíamos que el existir y el ser son cosas
distintas con cualidades y características
diferentes.
Una mesa existe y una persona existe, pero
una mesa no sabe que existe mientras que
una persona si sabe que existe.
Esa es la diferencia principal entre existir y
Ser.
El hecho de saber que uno existe deriva en la
resolución de que uno ES.
De hecho uno puede sentir que ES.
Un objeto, a pesar de su existencia no es
capaz de sentirla.
El agua no sabe que es por si misma, por
tanto para tener conocimiento de si misma
debe haber un observador, en este caso es
un observador externo, la persona.
Es la persona quien constata que el agua
existe y que el agua es.
El agua existe pero no sabe que es.
En ausencia de posibilidad de auto
observación, hay existencia pero no hay
presencia ni constatación de la misma, así
que no puede haber conflicto.
Insisto en que esto puede resultar
complicado, pero una vez percibido no
puede resultar más esclarecedor.
El hecho de que la persona exista y tenga la
posibilidad de percibirse a si misma no es
malo de por sí.
La persona puede percibirse de diversas
formas.
Uno de los orígenes principales del
sufrimiento es que la persona se percibe
como algo separado e independiente del
resto.
Y ESE ES EL PROBLEMA.
¿Y que es el resto?
Todo lo que no es la parte física, psíquica o
emocional de la persona.
Pensamos que las ideas son propiedad
nuestra porque otras personas no las tienen
o tienen otras diferentes.
Otros recuerdos, otros pensamientos, otras
sensaciones y otros sentimientos.
Pensamos que el cuerpo es nuestro porque
(permítanme) llevamos dentro de él toda la
vida.
De manera que hay que trabajar con la idea
de que lo que parece de uno no lo es, y con
la intención de percibir que todo lo que no
parece de uno si lo es.
Pero no como propiedad, sino como parte.
Es decir, uno forma parte del Todo, es una
expresión del Todo.
Por tanto no puede ser propietario de nada.
¿Se entiende esto?
Ver la vida desde el cuerpo como algo único,
inequívoco y separado es parcial y creará
fracturas.
El sentirse separado nos hará buscar
experiencias que nos hagan “olvidar” esa
supuesta separación, y esto crea un hábito
que deriva en sufrimiento psicológico.
Esa separación provocará una agitación que
puede llegar a ser continua, es lo que uno
llama “el abrazo de la angustia” (hablaremos
en otro momento sobre esto), esa
agitación, proviene de la sensación de nos
falta algo, de que uno no está completo y
por tanto no puede estar satisfecho o
conforme jamás.
Esta sensación tiende a perpetuarse si uno
no comprende lo que está pasando o si uno
se aferra a la propia sensación para poder
superarla.
Para trascenderla hay que comprender su
origen, no hay otro camino.
Una vez uno comprende la parte tiene
posibilidad de percibir el todo, mientras que
si solo se observa una “realidad” percibida
de forma fragmentada y parcial, se vivirá en
círculos, sin avanzar, sin comprender, sin
crear y sin crecer.
No hay salida, porque nunca hemos entrado.
Es un lugar imaginado, así que las puertas se
mueven, el ego impide encontrarlas porque
las ha creado él mismo y las cambia a su
antojo.
El ego no es el protagonista, ni siquiera es
parte, solo es un fenómeno de una parte del
todo.
Pero esto hay que percibirlo, sino no sirve
de nada.
Palabras y más palabras.
Siempre palabras que intentan indicar
algo…..
Siempre palabras.
Siempre.
El asombro
Los pensamientos se componen en su mayor
parte de recuerdos y/o de anhelos, por eso
pasamos por alto el hecho de que cada
instante es único e irrepetible.
No vemos los árboles, no vemos las caras, no
vemos las expresiones, por eso no
percibimos las cosas como nuevas.
Ya vimos otros árboles, otras caras y otras
expresiones.
La mente repite patrones una y otra vez y
pensamos “mal” de forma automática.
Mediante la meditación uno alcanza la
capacidad de ver cada instante como único,
genuino, distinto e irrepetible.
Es la maravillosa posibilidad del asombro
continuo.
No dejar de asombrarse es un buen modo de
vivir; es un modo de vivir que transforma y
crea.
Sobre el sufrimiento
La causa primera del sufrimiento es nuestra
propia ignorancia.
Cuando uno comprende esto, ocurre algo a
nivel intelectual y algo a nivel espiritual o
íntimo.
A nivel intelectual uno concluye que es la
ignorancia sobre la propia causa del
sufrimiento la que perpetúa su presencia
como una consecuencia.
Parece lo mismo, pero no lo es.
A nivel espiritual uno concluye que no es que
no haya salida por ahí, sino que ni siquiera
hay camino.
Y si no hay camino tampoco hay que andarlo,
no es una posibilidad.
Salir del sufrimiento utilizándolo es como
taparse una herida con un cuchillo.

Conversaciones_13
Pregunta:
Perdone, yo no he entendido nada de lo que
usted dice.
Respuesta:
Eso es lógico.
Observe su frase.
Obsérvela detenidamente.
¿Quién es ese “yo” que no ha entendido
nada?
Ese “yo” le ha estado “hablando” mientras
usted creía escuchar, de modo que ha oído,
pero no ha escuchado.
Mientras espere compresión de ese “yo”,
nunca va a entender.
El “yo” no puede ser el filtro de
conocimiento, porque obviará las partes que
no le interesen a él mismo.
Pregúntele a ese “yo” que ha entendido él y
verá la trampa.
¿Con quien habla cuando hace esto?
¿Acaso no es usted mismo?
¿Dónde está la distancia entre usted y el
“yo” con el que habla?
¿Se puede observar esa distancia?
¿Es perceptible y medible?
¿Se puede controlar?
Si usted tuviera control total sobre su mente,
nunca tendría pensamientos molestos,
inquietantes o desagradables….
Pero no es así.
La realidad es que vivimos utilizando la
mente dirigida por ese “yo” que ha sido
quien le ha impedido entender algo.
Hay que razonar como si tuviéramos razón y
escuchar como si no la tuviéramos.
Eso le hará más libre y le dará la posibilidad
de aprender.
Si el “yo” decide que no hay nada nuevo
porque él ya lo sabe todo o lo corrige todo,
entonces no hay esperanza, no hay nada que
hacer.
Hable con ese “yo” a ver que quiere él y
luego pregúntese íntimamente que quiere
usted.
A veces ocurre que vamos de un lado para
otro sin saber que buscamos, por qué lo
buscamos o ni siquiera quien lo busca.
A veces ocurre que la Verdad es un camino
sin senderos marcados.
Conversaciones_12
Pregunta:
¿Qué es la Verdad?
Respuesta:
No lo sé, y dudo mucho que pueda
expresarse con palabras.
También dudo mucho que nadie pueda
responder de forma eficaz a su pregunta.
Quizá pueda uno tan solo aproximarse
utilizando las palabras adecuadas….
Podríamos decir que lo falso es todo lo que
sobra, el resto es la Verdad.
El meditador y la meditación, el corredor y
la carrera.
En ocasiones me preguntan como debe
meditarse.
Es una pregunta que no sé contestar, dado
que no tiene una respuesta común para todo
el mundo.
Uno debe ir encontrando su forma de
meditar.
Su propia forma de meditar eficazmente.
A veces uno habla de la meditación y la
compara con el correr…..
¿Alguien corre?
Bien, hay muchas similitudes entre una cosa
y la otra.
En apariencia un corredor, simplemente
corre, para un observador externo, es
alguien que corre, sin más.
Puede correr más rápido, con mejor postura,
con esta o aquella ropa, pero esto solo son
juicios sobre el hecho de que está corriendo.
Igualmente, en apariencia, un meditador es
alguien sentado en el suelo, con cara serena,
para un observador externo, claro.
¿Pero qué ocurre en la mente y en el cuerpo
del corredor?
Hablemos de distancias largas, de 20km o
más.
Carreras que requieren esfuerzo físico y
psíquico, como la meditación.
Los primeros kilómetros se corren con las
piernas.
Los últimos, con la mente.
Habrá molestias, habrá dolor, como en la
meditación.
Habrá que superar escollos o abandonar,
como en la meditación.
Habrá sufrimiento y calma, como en la
meditación.
Habrá ritmo y equivocaciones, como en la
meditación.
Habrá contratiempos y acontecimientos
inesperados, como en la meditación.
Para poder correr 20 km uno debe planificar.
Para meditar también.
No se trata de poner un pie tras otro y
alcanzar el km20, ni mucho menos, si alguien
ha corrido 20km sabe de qué hablo.
Tampoco se trata de sentarse en el suelo y
cerrar los ojos, tampoco.
Comienza uno a correr y a los pocos minutos
alcanzará ritmo, si no ha apretado
demasiado y falta aire (molestias), tendrá un
ritmo mantenido.
Si ha habido un calentamiento previo, no
habrá calambres ni dolores musculares (de
momento).
Como en la meditación, cualquier exceso se
paga.
Cuando el corredor ya está corriendo con
ritmo sostenido y superados los primeros
pensamientos/anhelos, el corredor
desaparece.
Lo repito, EL CORREDOR DESAPARECE, y se
convierte en carrera.
El corredor se da cuenta de que lo
importante no es llegar, es estar.
No es importante el siguiente paso ni el
anterior, ni siquiera el actual.
Si uno piensa en la meta la carrera ya no es
un fin en si misma.
Si uno piensa en el dolor ocurre lo mismo.
En carrera los anhelos son coger el ritmo, no
encontrarse mal, mantener pulsaciones,
observar la ausencia de dolores musculares,
desear alcanzar el siguiente Km, obtener
ánimo por parte del público….etc.etc.
DISTRACCIONES, nada más.
Todo esto demuestra ausencia de
concentración en el objetivo único.
CORRER.
No llegar, correr.
El corredor no observa la meta, no la espera,
no le importa.
Lo que le interesa al corredor debe ser “el
instante”, el sudor corriendo por la espalda,
los ojos empapados en lágrimas, la
respiración forzada, la espalda encorvada
para abrir las costillas flotantes y rascar ese
mililitro de aire…. todo eso son efectos del
esfuerzo realizado en el instante.
Esos efectos tampoco importan y no hay que
observarlos.
Aparece el dolor y luego desaparecerá si no
se le observa. Igual que en la meditación.
El corredor desaparece y solo corre, solo
hay carrera, libertad en estado puro,
esfuerzo que en este caso desencadena
cambios fisiológicos y químicos dando lugar
a estados alterados de ánimo que pueden
ser muy similares a los estados de
concentración profunda en la meditación.
La secreción de endorfinas no es nada
nuevo, ni mágico ni esotérico.
El hipotálamo y la glándula pituitaria
trabajan a marchas forzadas y segregan las
preciadas endorfinas, que como
neurotransmisores, producen una sensación
de bienestar, de alegría, de energía.
Es el eterno consejo de los beneficios de la
actividad física.
Es un cierto “control” (y quiero ser muy
cuidadoso con la palabra control), sobre los
equilibrios químicos y eléctricos del
organismo a niveles moleculares y celulares.
Como la meditación.
Cierta clase de respiración modifica la
secreción de endorfinas, por poner un
ejemplo, a eso es a lo que llamo cierto
control.
No hay preguntas, no surgen, no hay ni
siquiera objetivos, solo se es consciente de
que el cuerpo está corriendo.
A partir de cierto Km, comienzan los
problemas graves y el cuerpo y la mente
luchan por parar.
¿Ante el dolor debe uno parar?
¿Ante la ansiedad debe uno parar?
¿Ante el miedo debe uno parar?
¿Ante la falta de aire debe uno parar?
¿Dónde está el límite?
Es conveniente ser prudente SIEMPRE.
Pero…. Si el cuerpo y la mente luchan por
parar ¿Quién continúa?
¿Quién continúa?
Es una buena reflexión para cada uno.
Dicho esto, el límite no está en ninguna
parte.
El límite es uno y es instantáneo.
El límite de hoy no es el de mañana ni fue el
de ayer, así que el límite no existe.
Si hoy te detienes, ahí está el límite de hoy,
de ese instante, pero eso no es el límite pues
puede cambiar y la palabra “límite” indica un
final inequívoco.
Cuando se ha alcanzado el límite,
inmediatamente queda superado.
Es difícil explicar esto con palabras, hay que
sentirlo.
El corredor tiene también distracciones
psicológicas. Como en la meditación.
Cuando uno corre contra el sol, ve su
sombra, por más que corra no la alcanzará
jamás, tal vez si sigue corriendo y se hace de
noche, la ausencia de sol hará que no haya
sombra y el corredor pueda pensar
(equivocadamente), que la ha dejado atrás,
que la sombra se ha cansado de ir por
delante.
Es solo un ejemplo de las cuestiones
absurdas que surgen también durante la
meditación y que alimentamos con nuestros
pensamientos y nuestras “reflexiones”.
La meditación y el correr son
complementarios, si se quiere, el correr se
convierte en una meditación (al revés no es
posible).
Hay que convertirse en meditación.
Hay que convertirse en carrera.
Y como tantas veces, esto hay que probarlo,
no valen las teorías.

Pensamiento_22
Los lugares más inquietantes están en la
mente, no fuera de ella.
La Consciencia y la mente
Todo es Consciencia, y la mente es una parte
fragmentada, fraccionada y parcial de ese
Todo.
Pertenece a ella, pero no es ella.
La mente es parte del Todo, SURGE del Todo
y no puede ser sin ese Todo, depende de la
Consciencia para existir.
Sin Consciencia no hay mente, Conciencia es
origen y lo demás es el resto.
La mente es una expresión a nivel
fenoménico (perceptible) de la Consciencia.
Si la Consciencia es el mar, la mente es un
rio.
El mar puede ser sin río, pero el río no puede
ser sin mar.
Si uno pudiera preguntarle a un río (a la
mente), si existe por si mismo, contestaría
que si, aunque no supiera que su existencia
depende del mar.
Eso le pasa a la mente, y por extensión,
también a las personas.
“Parece” que son individuos independientes,
percibimos que somos entidades que
empiezan y acaban en ellas mismas y por
ellas mismas.
La mente es la bolsa que contiene los
pensamientos, y “pensamientos” engloba
todo lo relacionado con los pensamientos,
sensaciones, juicios, opiniones, estados de
ánimo, prejuicios..etc, etc, etc.
Todo eso procede de la mente.
Sin Consciencia no puede surgir una mente.
Alguien con profundas convicciones
religiosas podría decir que Consciencia es
Dios, por poner un ejemplo.
Si la mente no tiene vislumbre de la
Consciencia (no percibe o conoce la
Consciencia o alguna de sus facetas), la
mente permanece como entidad
independiente, esa es la creencia general y
así piensan la mayor parte de las personas.
Eso desemboca en la personalidad
egocéntrica.
El yo como cerebro pensante y centro de la
vida. Dueño de la mente y por tanto
propietario de su contenido.
Pero con un poco de atención, se observa
que eso no es cierto.
¿Acaso es uno propietario de sus
pensamientos?
¿Los domina?
¿Los controla?
¿Puede uno tener únicamente pensamientos
felices porque así lo quiera?
¿Puede uno detener el pensamiento
voluntariamente?
Ni la mente es de uno ni los pensamientos
son de la mente, sino que surgen de esta.
Si uno cree firmemente que es un individuo
independiente de todo, no hay posibilidad
de percibir el Todo, porque uno es percibido
como el centro de ese Todo y no como parte.
Uno cree ser el mar, pero en realidad nunca
lo ha visto ni sabe de su existencia.
La mente es por tanto el tarro que contiene
lo que uno cree ser, lo que cree sentir, lo que
cree pensar, la mente contiene lo que las
circunstancias personales le han llevado a
llamar “verdad” o “vida”.
“mi verdad, tu verdad”, en definitiva, la
verdad de cada uno.
Creemos equivocadamente que necesitamos
esa verdad para poder vivir y desarrollarnos.
Cierto es que la mente es necesaria para vivir
y desempeñar ciertos trabajos, pero no así
los pensamientos, que muchas veces causan
estragos (los pensamientos y las
interpretaciones que hacemos de ellos).
¿Donde está esa mente cuando uno
duerme?
¿Donde está lo que contiene esa mente
cuando uno duerme profundamente?
¿Como y desde donde vuelve el contenido
de ese “tarro” al “presente” cuando uno
despierta?
¿Que pasa si el tarro que contiene los
pensamientos se rompe?
¿Que pasa si lo rompe uno mismo?
El dilema eterno
Cuando uno investiga e indaga seriamente
sobre uno mismo, llegará a la conclusión de
que el pensamiento sobre si mismo no es la
experiencia de la Consciencia (nunca puede
serlo).
Pero resulta que este pensamiento, esta
inercia, este deseo de conocer, proviene de
la propia Consciencia, de manera que ese
pensamiento que señala al deseo de conocer
la Consciencia (o experimentarla), puede
llegar a hacer que esta se manifieste como la
comprensión de ese mismo pensamiento.
Parece complicado, pero no lo es, solo es
complicada la “traducción en palabras” de la
experiencia.
En ese caso, la propia comprensión de ese
pensamiento puede ser la expresión de la
Consciencia en si misma.
Casi siempre, la mente piensa que cuando
se presenta un dilema hay que resolverlo.
En realidad lo que está haciendo es enredar,
no puede permanecer quieta.
Ese es el trabajo de la mente pensante,
buscar respuestas y hacer preguntas
constantemente.
No es Consciencia.
Resolverlo no es lo mismo que entenderlo.
Pero si se entiende no hace falta resolverlo.
Con entenderlo es suficiente, pues muchas
cuestiones no tienen una resolución que
pueda “traducirse” en conceptos
comprensibles, y mucho menos, esa posible
(que no probable) solución, tiene porque
agradar a uno, o tan siquiera acercarse a lo
pensado.
Simplemente ES, independientemente de
nuestro juicio, opinión, valoración,
aprobación o crítica.
En ausencia de eso, hay percepción.

Pensamiento_25
Ante algunas circunstancias, la propia
ausencia de solución es la respuesta justa,
correcta y adecuada.
Pensamiento_24
El silencio no surge.
La ausencia de silencio siempre es falta de
percepción.
El silencio no surge.
Permanece bajo el ruido, siempre está bajo
él.
Pensamiento_23
Conviene no olvidar nunca que a veces el
ego habla de si mismo en tercera persona.
Entrevista con YIN ZHI SHAKYA
– Introducción
Hace ya unos cuantos años tuve la fortuna
de encontrar a una persona que me ha
servido de refugio y de ejemplo en muchas
ocasiones a lo largo de la vida.
Esta persona es Hortensia de la Torre. Rev.
Yin Zhi Shakya de la orden Hsu Yun del
Budismo Chan.
Esta viejita entrañable (ella dice que es
viejita y uno por su cuenta añade que es
entrañable), dedica todo su tiempo a
diseminar las enseñanzas genuinas del Buda
Shakyamuni.
Trabajé con Yin Zhi Shakya en proyectos
relacionados con la transcripción de algunos
Sutras y otros asuntos y compromisos que
adquirí personalmente con ella (y que no
olvido), y la relación que surgió de aquel
trabajo perdura hoy y perdurará siempre.
Yin Zhi Shakya es un espejo de compasión
donde mirarse. También es un ejemplo de
comprensión y sinceridad.
Recuerdo perfectamente los primeros
intercambios de impresiones con ella y
fueron sencillamente demoledores.
Con su “martillo” en forma de palabra,
siempre prudente pero firme, destruyó
muros que uno ni siquiera sabía que existían.
Abrió caminos que no sabemos donde
llevarán, pero que no estarían ahí sin ella.
Me consta que no le gusta nada que
alimente su “no ego”, pero mi deuda de
gratitud con ella es elevada y por esa razón
escribo estas líneas.
Yin Zhi Shakya ha tenido la amabilidad de
contestar a una entrevista que le envíe y que
sin duda resultará clarificadora para muchas
personas.
Tengo su permiso para transcribirla y así lo
hago.
Ella prefiere llamarlo enseñanza, y uno está
de acuerdo, lo que comenzó siendo un
cuestionario ha terminado siendo una clase
magistral y una lección de vida.
La enseñanza se compone de 19 preguntas
con sus correspondientes respuestas.
Son respuestas intensas, algunas de ellas
largas, son respuestas sobre las que hay que
reflexionar sinceramente de forma muy
íntima para comprenderlas en su
profundidad y poder así observar su
auténtico valor.
Por esa razón, inauguro una nueva categoría
llamada “enseñanzas”, donde pondré todas
las preguntas y las respuestas de una en una
hasta completar las 19 de que se compone
esta entrevista.
Gracias Maestra.

Entrevista con YIN ZHI SHAKYA –


Pregunta 1/19.
1.- ¿Quien es Hortensia de la Torre?
Esta pregunta se puede responder de dos
formas: la relativa y la absoluta; o en
el lenguaje de la gente y en el lenguaje del
Dhamma/Dharma.
Si fuésemos a responderla en el lenguaje de
la gente o de cada día, caeríamos en la
trampa del ego, no practicando lo que
predicamos. Siento desilusionarlos, pero no
hay nada que decir, ni contar acerca de una
manifestación aparente, que surge y
desaparece a cada instante a través de sus
pensamientos, eso no tiene importancia en
vuestro despertar y mucho menos en
vuestra iluminación o Nirvana. Si así fuera,
lo habría hecho. Pero como dice Buddhadasa
Bhikkhu, hay que estar en guardia, alertas,
en no dejar nacer o surgir el ‘yo’ y ‘lo mío’,
porque si así sucediera, la
consecuencia siempre es el sufrimiento.
Eso seria dejar que el ego hablara, y a eso
hay que temerle. El ego siempre quiere
ser protagonista. Así que si de algo valen
estas palabras, escribámoslas en el lenguaje
del Dhamma/Dharma.
En el lenguaje del Dhamma, les diría que,
Hortensia De la Torre no existe per se; no
tiene una identidad o un ‘yo’ ni nada que
pertenezca a esa identidad o a ese ‘yo’
aparente. Es una con el vacío. En ocasiones
previas he hablado del vacío y en ‘Acharia’
hay muchas traducciones de los Grandes
Maestros sobre el tema, ya que es un asunto
muy importante para entender como ha de
ser la práctica del Camino. Así que, como
algunos aspectos de este tema del ‘vacío’
permanecen oscuros, ahora tengo la
oportunidad de hablar de eso.
El vacío es lo más difícil de entender de las
Enseñanzas Budistas porque es su
núcleo/corazón más íntimo y recóndito.
Llamándolo corazón, obviamente es algo
sutil y profundo. Su entendimiento no
descansa en el alcance de meras conjeturas
o en la clase de reflexión o consideración
que las personas ordinarias están
acostumbradas. Se puede entender
solamente con un estudio resuelto o
decidido/firme. Ahora hablaré de eso.
Desde el momento del nacimiento hasta el
momento de la muerte, hablando en
sentido relativo, debemos entrenarnos
examinando el contacto de la mente con los
objetos que la circundan y la naturaleza de
los resultados del contacto, porque en el
proceso natural habrá inevitable e
igualmente placer y dolor, y observándolos,
la mente se hará más
sensata y fuerte/resistente. El mantener
observando la naturaleza de nuestros
pensamientos genera una mente vacía de
Dukkha/Sufrimiento, y por lo tanto es el
mejor conocimiento que hay. A través de eso
nos damos cuenta o nos familiarizamos con
el entendimiento y la consciencia del vacío.
Este vacío, que tiene esa ancha amplitud de
significado, es auto- existente: nada puede
tocarlo, desarrollarlo o mejorarlo, o hacerle
cualquier cosa. Por lo
tanto, es un estado inmutable—no es una
condición—porque no conoce ni nacimiento
ni muerte. Su ‘ser’ no es el mismo que el
‘ser’ de las cosas que nacen y mueren—las
cosas relativas—pero dado que no tenemos
otra palabra para usar, decimos que se
caracteriza por el vacío inmutable.
Por favor, continúen tratando de
entender el significado de esta palabra
vacío, o sea, sunnata, como es en Pali,
mientras la explico punto por punto.
Primeramente, consideremos el punto de
la declaración del Buda cuando dijo, que
cada palabra que él, el Tathagata, (uno que
ha estado a la Realidad) hablaba, lo hacia
refiriéndose al tema del vacío. Él no habló de
otro asunto, ni directa o indirectamente.
Cualquier charla que no esté conectada con
el tema del vacío no es el discurso
del Tathagata sino de sus discípulos de
tiempos posteriores que les gustaba hablar
extensa y detalladamente para demostrar
que inteligentes y elocuentes eran.
Uno puede, si quiere, agregar mucho más,
por ejemplo: Que el vacío es la ausencia de
‘yo’ o ‘lo que pertenece al yo’ porque la
palabra vacío tiene un gran número de
aplicaciones o significados en general.
Aunque la característica
del vacío permanece constante, sus
expresiones son innumerables. Siendo eso
así, nosotros nos
dirigiremos a examinar el vacío solamente
como la ausencia de Dukkha [sufrimiento]
y como la ausencia del sentimiento de que
hay un ‘yo’ o que hay cosas que son
posesiones del ‘yo’. Eso es vacío en cuanto a
su relación con nuestra práctica del
Dhamma.
Si nosotros preguntamos o investigamos
cual o cuales de las pronunciaciones del
Buda tratan con este tema, se puede decir
en una declaración de autoridad que lo
encontraremos en muchos lugares en que el
Buda nos enseñó que miráramos al mundo
como siendo vacío,
como por ejemplo en la frase “Sunnato
lokam avekkhassu
mogharaja sada sato“, que significa “Deb
en mirar al mundo
como siendo vacío”. Si ustedes pueden e
star atentos/alertas siempre del vacío del
mundo, la muerte no los encontrará.
Esas palabras del Buda instruyéndonos y
alentándonos a mirar al mundo como siendo
vacío, demuestra que eso es la cosa
suprema. Cualquiera que
quiera no tener problemas concernientes a
Dukkha/Sufrimiento y la muerte, debería
mirar al mundo, diríamos, a todas las cosas,
como realmente son, a saber, como
vacías, no hay ‘yo’ ni hay ‘algo mío’.
El ver cada una de las cosas claramente se le
llama ver ‘todas las cosas’ y en referencia a
las cosas que el Buda enseñó, a ninguna en
absoluto debemos apegarnos o aferrarnos.
No podemos aferrarnos o apegarnos a este
cuerpo. Aun más, ni siquiera a la mente; ella
es una ilusión aun mayor que el cuerpo.
La verdad, la consciencia-que-discierne o el
conocimiento del Dhamma que todavía no
ha alcanzado su pináculo, puede solamente
extinguir
algunas veces, algunos tipos de apego. Al
gunas personas pueden tener la opinión de
que una mota de polvo no es una entidad
independiente pero que un gorrión si lo es.
Otras pueden ver que los árboles y los
animales no son entidades independientes
pero que las personas y los son. En ver a
las personas como entidades
independientes o ‘yoes’, algunos dirán que el
cuerpo no es el ‘yo’ sino que la mente lo es.
A esto se le llama extinción incompleta,
algunos aspectos se extinguen pero otros se
quedan sin extinguir como siendo el ‘yo’.
Otros pueden alcanzar el punto de decir que
la mente no es el ‘yo’ pero que algunas
buenas cualidades de la mente tales como
las virtudes los son. U otros pueden creer
que si éstos no ‘yoes’, eso que está más allá
del tiempo, el elemento Nibbana es el ‘yo’.
Esta clase de extinción siempre deja una
semilla. En cada ocasión que nosotros
barremos el terreno completo, incluso
el elemento-Nibbana como ‘no yo’ a esa
acción se le llama extinción verdadera sin
residuo del ego o ‘yo’.
A eso es a lo que me refiero cuando dije al
principio, en el lenguaje del Dhamma, que
Hortensia De la Torre, o Yin Zhi Shakya, no
existe per se; porque no tiene una identidad
o un ‘yo’ ni nada que pertenezca a ella.

El camino en la resolución de
conflictos internos
Me voy a permitir escribir esta entrada en
primera persona a fin de imprimir al texto la
cercanía que siento.
En poco tiempo he recibido varios emails de
distintas personas en los que me transmiten
problemas personales de diversa índole y
gravedad.
Me resulta muy difícil imaginar de qué forma
esperáis que pueda ayudaros, pero sin duda
voy a intentarlo.
Me habéis confiado asuntos muy personales
que pertenecen al ámbito íntimo de cada
uno sin siquiera conocerme y eso indica el
grado de desesperación que podéis estar
sufriendo.
Desconozco la razón por la que soy el
destinatario de esos emails, tal vez la web o
el blog os hayan resultado inspiradores,
interesantes o incluso reveladores, quizás.
Tal vez no haya quien escuche, tal vez no os
atreváis a contar vuestro problema a alguien
cercano de vuestro circulo personal, no sé,
pero lo que es seguro es que hasta ahora no
se han resuelto los problemas, tal vez no
hayáis encontrado quien responda a las
preguntas.
O puede que no hayáis hecho las preguntas
oportunas.
En cualquier caso, evidentemente, no hay
una solución común a los distintos
problemas, pero observando con mucho
detenimiento se puede ver que hay varios
problemas que tienen una raíz común.
En vuestros emails aparece el miedo, la
desolación, la tristeza y todas esas
emociones o sentimientos que afloran
cuando las cosas van mal (o se percibe que
van mal) o cuando uno debe enfrentarse a
una situación personal especialmente
complicada.
Percibo el conflicto, lo veo claramente y voy
a intentar ayudaros.
Aunque debe quedar claro desde el principio
que no soy médico, ni psicólogo ni terapeuta
de ninguna clase, consideradme
simplemente alguien que se alegraría
enormemente si vuestros problemas se
solucionaran, olvidaros del mensajero (que
no tiene ninguna importancia) y quedaros
con el mensaje, y dicho esto, vamos a
caminar juntos un rato.
Todo conflicto tiene unas raíces comunes
que vamos a intentar ver juntos, cada uno
debe percibir por sí mismo, percibir si lo que
estoy escribiendo oculta algo de verdad, algo
de sentido.
De nada sirve creer.
Cuando uno está devastado por los
problemas puede ser pasto de falsas
esperanzas, debéis ignorarlas y comprobar
todo por vosotros mismos.
NO OS CREAIS NADA, PENSAD. De verdad,
insisto, de nada sirve creer.
Lo que voy a tratar de describir aquí es
común a todas las personas, solo hay que
observar con mucha atención y prudencia,
de forma seria e íntima para saber
encontrar.
Si sabes buscar tal vez encuentres, pero si no
sabes encontrar estarás buscando siempre.
Para lo que intento contar, prácticamente da
igual el desencadenante del estado actual de
la persona, me voy a centrar en este estado
laxo actual, en las razones por las que estaís
así, por las que os sentís como os sentís y por
las que pensáis como pensáis. Y lo más
importante es que cuando comprendáis
como funciona esto, podréis cambiarlo.
Cuando uno se encuentra en medio de un
conflicto, generalmente los sentimientos que
aparecen son comunes a la mayoría de las
personas.
Pongo los 3 más comunes aunque hay otros.
Miedo, Ira y Tristeza.
Todos lo que me habéis escrito sentís los 3,
juntos o separados, tal vez depende del día,
pero pasáis por los 3 en ciclos de forma
reiterada.
A partir de estos aparecen muchos otros
estados distintos, por ejemplo, una tristeza
profunda y sostenida en el tiempo se
convierte o puede convertirse en una
depresión.
Los opuestos a estos estados son 3 también.
Felicidad, Serenidad y Ecuanimidad.
Y pensareis, muy bien, vale, yo lo que
quiero es ser feliz, tener serenidad y ser
ecuánime.
¿Qué hago?
Bien, pues la respuesta es que para
encontrar estos 3 estados hay que
comprender porque aparecen y
permanecen los 3 estados “malos”.
Hay que entender y asimilar íntimamente las
razones por las que te sientes atemorizado,
iracundo y triste.
Un detalle extremadamente importante.
El miedo, la ira y la tristeza son estados
emocionales con reflejo FISICO.
¿Y esto qué es?.
Esto significa que solo se constatan porque
son estados físicos, ciertamente son estados
mentales, pero tienen un efecto
psicosomático muy adherido a la genética.
Por ejemplo, el miedo es útil, es el que nos
preserva la vida, es el que nos avisa de un
peligro.
Cuando uno tiene miedo, generalmente la
tensión sanguínea aumenta y los latidos del
corazón suben, esto sirve para bombear más
sangre hacia las extremidades y permitirnos
escapar o pelear.
Es decir, es un estado FISICO provocado por
un PENSAMIENTO.
Cuando uno siente ira, uno de los efectos es
que se fuerzan las mandíbulas (se aprietan
los dientes), para involuntariamente encajar
mejor un posible golpe, los iracundos buscan
el enfrentamiento y la confrontación, por
eso se aprietan los puños y sienten mucha
inquietud en las piernas.
¿Y cuando uno está triste?
Pues bien, esa tristeza sirve para entrar en
un periodo de laxitud y poder pensar más
despacio, con más detalle, el organismo
enlentece para permitirnos escribir con
buena letra. Eso es la tristeza. A diferencia
de lo que puede pensarse, la tristeza es una
predisposición biológica muy útil. Este bajón
en la actividad normal nos brinda la
oportunidad de planificar y valorar
consecuencias. En definitiva, de resolver,
aceptar, asimilar o trascender la causa
propia de la tristeza. Por supuesto hablo de
una tristeza lógica, justa y realista.
Esto funciona así.
PRIMERO ES EL PENSAMIENTO Y LUEGO LA
EMOCION.
SIEMPRE.
Aquí utilizo emoción = sentimiento.
Lo repito.
SIEMPRE es primero el pensamiento y luego
la emoción.
El pensamiento puede ser advertido
(percibido) o inadvertido (no percibido).
En cualquier caso, el pensamiento ha estado
ahí.
Prestando atención se observan los
pensamientos que en estados de tristeza o
frustración pasan desapercibidos.
Así que lo primero es advertir los
pensamientos, percibir y entender su
mensaje.
El pensamiento es esa voz que nos amartilla
la mente una y otra vez de forma continua.
Es esa voz que nos despierta por la noche
diciéndonos que no tenemos trabajo o que
tenemos esta o aquella enfermedad o que
deberíamos estar preocupados por un
asunto u otro.
Es esa voz que pregunta ¿qué voy a hacer
con mi vida?
Esa voz que te dice que eres un desgraciado
y que tienes razones para pensar así.
Todo esto ocurre dentro de la mente, el
pensamiento verbalizado es la palabra, y
aquí hablamos de pensamientos.
Como digo, esa voz está en la mente, y la
mente es nuestra, vive con nosotros de
forma ininterrumpida, la tenemos ahí arriba,
sobre los hombros, en el cerebro, y el
cerebro también es nuestro.
Lo que vamos a hacer es darnos cuenta de
que el cerebro es nuestro y no al revés.
Vamos a poner al cerebro a trabajar a
nuestro favor y no en nuestra contra.
Es cierto que “no se puede controlar” lo que
pensamos, si pudiéramos hacer eso nadie
tendría pensamientos tristes o amargos.
Tenemos cierto control sobre los
pensamientos, pero la mayoría de la gente
no podemos controlarlos hasta ese nivel,
tampoco podemos acallar la mente, o
apagarla, no hay un botón de apagado para
los pensamientos, seguro que ya os habéis
dado cuenta.
Pero tenemos algo.
Si percibís realmente que es cierto que
primero es el pensamiento y luego la
emoción SIEMPRE, entonces existe la
oportunidad de analizar ese pensamiento
que desencadena la posterior emoción
sentida.
Esto es como hacer ingeniería inversa.
Vamos a constatar que son nuestros propios
pensamientos los causantes de la emoción
(sentimiento).
Una vez constatado podemos modificar ese
pensamiento o incluir uno nuevo ANTES de
la emoción o corregir el pensamiento que
desencadena tristeza por un pensamiento
más realista y/o menos doloroso.
Los pensamientos automatizados integrados
en el carácter, en el día a día, en la vida
cotidiana, son los responsables de estas
emociones negativas. Hay que detectarlos
para poder trabajar sobre ellos y cambiarlos.
Esto no es nada misterioso, requiere
esfuerzo y dedicación, pero como he dicho,
se trata de poner el cerebro a trabajar a
nuestro favor, de ponerlo a trabajar para que
proporcione bienestar en lugar de tenerlo en
nuestra contra, que es como está muy a
menudo, y es el estado “por defecto” en
multitud de personas. (Esas que llamamos
pesimistas).
Como digo hay que sustituir ese
pensamiento por pensamientos realistas,
generalmente los pensamientos que
repetimos son catastrofistas y muy poco
justos, HAY QUE CAMBIARLOS.
Ante un ¿qué voy a hacer ahora sin trabajo?,
hay que valorar lo que se ha hecho antes en
el pasado, la situación actual y analizar las
posibilidades reales de obtener un nuevo
trabajo.
Desconozco cuál será la conclusión de este
ejercicio, pero observad que ya hemos
evitado entrar en la espiral catastrofista de
repetir una y otra vez una pregunta para la
que no tenemos respuesta.
Se ha creado un nuevo camino, dadle una
oportunidad a ese camino.
NUNCA HAY QUE MATAR LA OPORTUNIDAD.
Hay que dejar de ver el pasado como un
lastre y aprender de él.
Es lo mejor que podemos hacer con el
pasado.
En realidad es lo único sensato que podemos
hacer con el pasado.
Todo lo demás suele resultar amargo.
Si alguien se percibe como un desgraciado es
en gran medida por el diálogo mental que
mantiene consigo mismo de forma continua.
Las personas que se sienten mal
continuamente, a menudo tienen diálogos
demoledores consigo mismos, diálogos muy
injustos, muy duros y nada realistas. Uno no
debe sentir pena por sí mismo, la pena no es
útil, se puede sentir compasión, pues la
compasión lleva al Amor y hará crecer el
Amor propio, la pena es un sentimiento
estéril cuando no destructivo, pero
hablaremos de esto en otro momento.
Nadie se merece una mente que le esté
arreando continuamente. Eso hay que
corregirlo.
Todo esto no es nuevo, son técnicas
milenarias que hoy llamamos programación
neurolingüística, confrontación
temperamental, inteligencia emocional,
técnicas de reeducación cognitiva, etc, etc.
Todo vigente y actual, pero conocido desde
hace más de 2500 años con nombres menos
sofisticados.
Estas técnicas son plenamente eficaces a día
de hoy y su funcionamiento está más que
demostrado.
Es pasmosamente simple, de simple que es,
pasa desapercibido.
La única pega es que LO DEBE HACER UNO
MISMO, UNO MISMO DEBE COMPROBAR
QUE ESTO ES VERDAD.
No es fácil conseguirlo, pero es posible,
incluso es probable si se ponen el empeño y
la voluntad necesarias.
Ya tenéis la herramienta y el plan de trabajo.
Cualquier duda, enviad un email, no
publiquéis en el blog asuntos o datos
personales a fin de preservar vuestra propia
intimidad y privacidad.
Y recordad……
El dolor es inevitable, el sufrimiento no.
Vive en el presente, es lo único que de
verdad tienes.
No te culpes demasiado, si no
cometiéramos errores no tendríamos
ocasión de corregirlos y por tanto de
aprender.
No conozco a ningún niño que no se haya
caído alguna vez. Y ahora TODOS saben
levantarse.
El peor juez para juzgarte eres tú mismo,
porque no eres imparcial.
Hazte amigo de tu cerebro, habla con él y
ponlo a tu favor.
Tus pensamientos te pertenecen, tú no
estás a merced de ellos.
Tú no eres el miedo.
Es el contenido de la mente lo que rige
como te sientes, ordénalo, colócalo, cuídalo
y se selectivo, nadie guarda en su cocina
fruta podrida.
Se firme contigo mismo.
Deja de destruir y comienza a construir,
empieza por tus pensamientos, obsérvalos y
si te duelen construye unos nuevos,
distintos, realistas y amables.
Me gustaría terminar este hilo con una frase
que expresa de forma extraordinariamente
exacta la actitud correcta que debe tener
una mente ante las adversidades.
Se ha quemado el granero, ahora puedo ver
la luna.
Mizuta Masahide. (1657-1723).
Mucho ánimo a tod@s.
Seguimos………..

La Experiencia de SER. (¿A quién le importa


este instante?).
¿Como agradecer a todos lo que me habeis
dado?
¿Como agradecer lo que me ha sido dado?
Cada desprecio, cada agradecimiento, cada
insulto, cada abrazo, cada burla, cada caricia,
cada aliento, cada inspiración, cada
espiración….. Cada instante.
Todo unido y deshecho en su momento
perfecto conforma la Experiencia.
Nada sobra y nada falta, es plenitud en
ausencia del presenciador.
La lucha termina por un instante y es
percibido, y algo que no es uno, sabe que
está unido, que no hay separación alguna,
que no puede haberla.
Unidad, integridad, calma y dulce ausencia,
todo en una sola palabra que no existe.
El silencio arropa.
Estúpido poeta sordo, ciego y mudo que
pretende describir lo indescriptible.
¿A quien le importa este instante?
Todo está ordenado y perfecto.
Hay armonía.
Cada nacimiento recibido con intensa
alegría, cada muerte despedida con suma
tristeza, cada enfermedad padecida, cada
dolor sentido, cada noche en vela, todo
miedo y toda angustia han sido justos y
perfectos.
Tanto miedo y tanta angustia han sido
amables. Aún lo son aunque siempre sean
odiados. Es la reacción.
Nada sobra y nada falta en la Unidad
completa.
Vuelve a haber armonía. De hecho siempre
la hay. Es el estado natural.
La anormalidad es el estado cotidiano.
Uno se arroja al silencio dejando el miedo en
la mente.
¿Y donde queda esa mente?
Uno no sabe.
Todo sigue al alcance de la mano pero no
hay mano.
Nada ha cambiado y ha cambiado todo.
No hay colores, no hay sonidos, pero si hay
vibraciones, fluidez y soltura.
Todo es constatado después.
Del Zazen frustrante de una mente agitada
que busca el conocimiento y está ciega de si
misma, a la explosión física de las lágrimas
que son una catarsis, preludio de una clara
percepción de ausencia de objeto y sujeto.
Vivir el hecho, percibir el instante perpetuo y
completo…
Amar el momento presente sin intención, y
el gozo de “¿DIOS?”, el gozo del “¿BUDA?”,
que es mío por un instante.
¿DIOS? ¿BUDA? ¿MIO?
JAJAJAJAJAJA.
Ensordecedora risa que se revela sincera en
su origen y en su fin.
Todo ha encajado y el puzzle se ha hecho
uno.
Uno es el puzzle, no lo está mirando.
No hay quien constate lo que uno constata.
¿Como sería posible?.
Presentimiento de plenitud en el que nada
importa.
Realidad y Amor espontáneos que nadie
debe explicar ni mencionar.
La descripción de algo nunca es el “algo”.
La palabra no es la cosa.
Nada es pero Es todo.
Malditas palabras…..
Uno nunca sabe.
Uno nunca sabe.
Pensamiento_27
Si aprendes el “por qué” querrás saber el
“cuando” y una vez percibido el “que”
buscarás el “como“.
Si siempre aprendes y siempre buscas….
¿Cuando llegas?
Pensamiento_26
No puedo hablarte, pues ni yo tengo boca ni
tu tienes oidos.
El yo (otra vez)
Uno siente que hay un YO porque a ese yo le
ocurren cosas, uno está identificado con esa
imagen que tiene de sí mismo/a.
Esa imagen suele ser muy sutil e incompleta,
pero es persistente.
Al fin y al cabo, es ese “yo” el que nos mira
desde el espejo antes de salir por la mañana
a trabajar, es el que habla, es el que actúa y
el que reacciona.
El yo aparece y permanece porque uno es
consciente de sí mismo como algo
independiente y separado del resto.
Ese algo independiente sufre, piensa y actúa.
En realidad, casi todo son reacciones y
consecuencias, pero eso hay que verlo, hay
que percibirlo.
Lo que uno sabe de sí mismo es
completamente superficial.
Un análisis profundo y sincero a la pregunta
¿Quién soy yo?, no se sostiene, enseguida
percibe uno que sabe muy poco sobre sí
mismo y sobre eso que conoce como “yo”.
Si dejamos las ideas preconcebidas y
adquiridas veremos que un ser se compone
de 5 procesos.
Cuatro mentales y uno físico.
El aspecto físico es lo más percibido y obvio,
es lo que percibimos con los sentidos.
Podríamos decir que todo lo que vemos está
compuesto de partes más pequeñas, por
ejemplo, vamos bajando y nos encontramos
con las células que conforman el tejido
humano, bajamos más y nos encontramos
con las moléculas, los átomos….etc, etc.
En realidad, esto es física básica, no
descubre uno nada nuevo.
Esto es cierto para cualquier cosa que pueda
ser percibida como forma material.
Resulta que aquello que percibimos como
sólido está compuesto de partículas
subatómicas y ESPACIOS VACIOS.
Estas partículas subatómicas tienen una
duración, aparecen y desaparecen en
trillonésimas de segundo conviertiendose en
un flujo de vibración.
En realidad, la materia es una corriente
constante de ondas y/o partículas.
Así, todo lo material está compuesto de
partículas —llamadas kalapas en pali— que
son «unidades indivisibles».
Todas estas partículas tienen unas
determinadas cualidades básicas de la
materia que forman, esto es:
Masa, cohesión, temperatura y movimiento,
que se combinan para formar estructuras
que aparentemente tienen permanencia,
pero que en realidad están compuestas de
minúsculos kalapas que surgen y
desaparecen constantemente de una forma
extraordinariamente rápida.
Utilizando la física cuántica y de partículas
actual, estos “Kalapas” (llamados así hace
2500 años por el Buda), son los “quarks” y
los “leptones” actuales, es decir, las
partículas conocidas más pequeñas que
conforman la materia visible.
Esto es lo referente al cuerpo físico.
Ahora está la mente, la mente también
forma parte de uno, o tal vez es al revés.
Bueno, la realidad es que el proceso mental
se conforma de cuatro procesos.
Consciencia, percepción, sensación y
reacción.
En pali estos procesos son Viññana, Sañña,
Vedana y Sankhara.
Consciencia: Es el acto de reconocimiento, la
parte de la mente que recibe la información
pero NO evalúa ni etiqueta, simplemente
constata y registra la recepción de cualquier
dato físico y/o mental.
Percepción: Identifica lo recibido por la
consciencia, etiqueta y evalúa lo recibido
como positivo o negativo.
Sensación: La sensación permanece quieta
hasta que evalúa el mensaje que recibe de la
percepción, y lo cataloga como agradable o
desagradable.
Reacción: Surge una actividad a raíz de la
interpretación que se ha dado en la
sensación, si la sensación cataloga como
agradable, la reacción es de apego; si la
sensación cataloga como desagradable, la
reacción es de repulsión.
Los cinco sentidos utilizan los mismos 4
procesos.
Es decir, el tacto, el oído, el gusto, el olfato y
la vista reciben un dato y lo procesan
siguiendo el esquema ordenado de los
cuatro procesos.
Como la exposición a estímulos externos es
constante, estamos continuamente
recibiendo información que es procesada
siguiendo esta pauta.
Esto se convierte en un hábito y no se
percibe que en realidad lo que ocurre es esto
y en ese orden.
Vivimos sin darnos cuenta de esto, y eso
hace que tengamos la sensación de que hay
un yo en alguna parte que recibe una
experiencia continua.
Así, parece que hay un “yo” que
experimentó, que experimenta y que
experimentará, de aquí surgen los “yo era”,
“yo soy” y “yo seré”.
Al igual que un televisor que aparentemente
muestra movimiento continuo, pero que
sabemos que son imágenes consecutivas,
independientes y encadenadas a gran
velocidad, la progresión ininterrumpida de
acontecimientos ofrece una sensación de
continuidad y de identidad.
Se puede decir que una persona es un
proceso que fluye constantemente.
No podemos asegurar que lo que somos
ahora es lo mismo que éramos hace dos
segundos, como tampoco podemos asegurar
que lo que somos ahora es lo mismo que lo
que fuimos hace 20 años.
El apego a estos 5 procesos (consciencia,
percepción, sensación, reacción y mente),
produce el sufrimiento.
A su vez hay varios tipos de apego, los dos
más incontrolables son el “yo” y el deseo.
El apego al hábito de buscar y encontrar
gratificación de tipo sensual o sexual es
deseo.
La aparente necesidad de obtener esto o
aquello es deseo.
La necesidad de alcanzar cualquier cosa
material o inmaterial (conocimiento i.e.),
implica deseo.
La esperanza es deseo.
El deseo es un círculo sin final en el que el
“yo” está en el medio señalando con el dedo
y nunca sale de ahí, nunca se terminan las
cosas (materiales o inmateriales) que uno
puede llegar a desear.
El otro gran apego es el “yo”, el ego, esa
imagen que tenemos de nosotros mismos.
Para cada uno ese “yo” es lo más
importante.
Es la persona desde la que vivimos la vida y
entendemos que sin “el”, sin ese “yo”, nada
podría existir, porque desaparecería el
constatador.
No hay nada que cree más apego que el
“yo”.
Automáticamente de ese “yo” surge el
“mío”.
El apego surge de las sensaciones de agrado
y desagrado que a su vez derivan en
atracción y repulsión.
Así, parece que el “yo” surge por la
ignorancia de nuestra propia naturaleza.
La rueda del sufrimiento lo deja
meridianamente claro:
Si surge la ignorancia, se produce la reacción.
Si se produce la reacción, se produce la
consciencia.
Si se produce la consciencia, aparece el
fenómeno mente-materia.
Si aparece el fenómeno mente-materia, se
producen las 6 bases sensoriales (oído, tacto,
gusto, vista, olfato y mente).
Si se producen las 6 bases sensoriales,
aparece el contacto.
Si aparece el contacto, surge la sensación.
Si surge la sensación, aparecen el deseo y la
aversión.
Si aparecen el deseo y la aversión, se
produce el apego.
Si se produce el apego, se produce el
devenir.
Si se produce el devenir, se produce el
nacimiento.
Si se produce el nacimiento, aparece la
muerte.
Así surge el sufrimiento y así surge el “yo”.
Por tanto…
¿Quién es ese yo?.
No pregunto como surge, eso ya lo hemos
visto.
No pregunto por qué surge, eso ya lo hemos
visto.
Pregunto ¿Quién es? ¿Qué identidad tiene?
¿Cuál es su naturaleza?.
Eso no lo hemos visto y lo que yo vea no será
lo mismo que lo que veas tu.

Post dedicado a mi amigo R. que está
buscando algo.
Deseando que lo encuentre y lo abandone.

La ignorancia sabia.
A veces uno se pregunta de donde surge el
conocimiento.
Puede parecer que surge de algún “sitio” en
donde no había nada ANTES de que el
“conocimiento” ocupara ese lugar.
Pero realmente esto no explica de donde
surge, si no donde parece que está ahora.
Es sencillo entender que lo que llena la taza
es el agua que contiene, no es la propia taza
la que se llena así misma.
Agua y taza son cosas disntintas e
independientes.
En este caso, la taza es Uno, el Ser, el
continente.
Y el agua es lo que la llena, los
pensamientos, las creencias, el contenido.
El agua se cree que es la taza porque toma
su forma y la completa, pero la taza no
percibe su propia existencia en asusencia del
agua, esto es un simil, claro.
Pero no es tan facil observar esto en uno
mismo como observarlo en una taza.
El problema es que uno cree que es lo que
piensa.
Durante la Práctica (Meditación, Zazen,
Kinhin, o lo que quiera que se practique con
el objeto de Ver), se puede percibir que:
Es posible Ver la oscuridad y es posible
Escuchar el silencio.
Cualquiera puede comprobar esto
encontrando un estado sostenido de calma
mental y tranquilidad física.
Esta sería la cualidad.
Es la cualidad del mirar y la cualidad del oir.
Cuando algo adquiere una cualidad, ese algo
cambia.
Hay que buscar la cualidad en la vida, en el
día a día, en el momento, e incluso en el
instante.
Se puede mirar y no ver y se puede oir y no
escuchar.
Algunas veces es una decisión voluntaria,
otras no.
¿Por qué oimos cuando hay ruido y por qué
miramos cuando hay luz?
Podríamos también Escuchar cuando hay
ruido y Ver cuando hay luz.
Esto cambiaría todo.
Es la cualidad del ver.
La cualidad del escuchar.
Hay que poner cualidad en la vida, en cada
acto, incluso en cada pensamiento.
Uno percibe la necesidad, el requerimiento
imperioso, inquietante y trascendente de
buscar en el silencio, de buscar en la
oscuridad.
Pero cuando uno observa que lo que Es no
está en los objetos, ni está en los sonidos,
concluye que tampoco está fuera de ellos.
No está fuera. Después se vera que tampoco
está dentro.
Parece simple ¿no?.
Pues no.
Dado que no ni hay fuera ni hay dentro.
Así que uno se lleva esta necesidad de
buscar al día a día, al momento, al instante.
Hay que percibir que la mente que busca al
Buda es la mente pensante.
Es como reconocer un error, hay que
hacerlo.
Entonces, algunas veces y en algunos
momentos, se comprende que todo es
camino y la búsqueda finaliza, cesa sin más.
Sin más.
Luego la mente pensante habla, parlotea, y
uno deja que hable, que parlotee.
Y ella sigue, y uno deja.
La mente sigue ahí, y uno deja.
Muchas veces hay que parar para saber
donde se encuentra uno.
Hay que detenerse para poder entender que
no debe uno detenerse.
¿Un dilema?. Lo es hasta que es
comprendido y deja de serlo.
Son las crisis de práctica, la lucha interna,
intensa y dolorosa de la duda.
Creer que uno sabe el camino que debe
andar es delicado.
Automáticamente intenta llegar, porque la
mente sigue pensando, y dice “si hay camino
hay destino”.
Y ya estamos enredados, casi sin darse uno
cuenta.
Mejor parar y Ver que seguir y mirar.
Mejor parar y Escuchar que seguir y oir.
Lo Sagrado también se expresa mientras uno
come un helado, si no se le impide, claro.
Conversaciones_14
Pregunta:
Consciencia, Consciencia…
Usted no para de repetir esta palabra.
¿Que demonios es la Consciencia?
Respuesta:
Le agradezco el ímpetu y la intensidad de la
pregunta, eso demuestra que este asunto le
importa, le interesa o le
afecta de alguna forma.
Intentaré imprimir el mismo espíritu a la
respuesta aunque no se si seré capaz de
hacerlo……
Observe en todo caso, que lo puede indicar
uno sobre la Consciencia no será más que
una descripción, personal,
parcial y subjetiva utilizando palabras, y debe
entender que lo descrito nunca es lo que ES.
Se trata de repetir con otras palabras lo que
se ha hablando antes, lo que está escrito, lo
que se ha visto, tal vez
se vea mejor enfocado de otro modo, dicho
de otra manera….
No es nuevo, es otra vez, una vez más.
Vamos a ello.
La Consciencia no puede comprenderse a si
misma, pues cualquier comprensión solo
puede darse en el plano fenoménico,
interdependiente de un “yo” (o un ego), que
alcanza algo o que comprende algo.
De lo fenoménico no surge la Consciencia.
Lo fenoménico, lo percibido y el percibidor
surgen de la Consciencia.
La Consciencia es Origen, y Origen solo hay
uno.
El ego, pretencioso y estúpido, siempre
codicioso de experiencias y conocimiento es
algo que surge de la Consciencia.
Uno es la consciencia indiferenciada y única,
pero uo está identificado con el cuerpo-
mente.
La mente fragmentada, dividida y parcial
supone que entra en el mundo mediante el
nacimiento y sale de él mediante
la muerte.
El nacimiento, la vida y la muerte son
también experiencias fenoménicas de la
Consciencia.
Ahora bien,
¿Como comprender esto con la mente
pensante?
No es posible.
¿Como comprender el Todo mediante una
parte?
No es posible.
Las preguntas están mal enfocadas, mal
hechas y son incompletas.
Una pregunta como ¿que es la consciencia?
no puede tener una respuesta directa,
evidente y obvia.
Es como preguntar ¿que es la vida?
Puede coger un diccionario y creer que sabe
algo, tal vez sea así, pero seguira sin
comprender lo que ha sido
aprendido.
¿Que hace que esto sea comprendido?
No lo sé.
No lo sé.
Cuando el mundo desaparece y el yo se
marcha…
¿Donde va el mundo?
¿Donde va el yo?
¿Como puede uno constatar la ausencia de si
mismo?
En el trasfondo siempre hay sufrimiento y
lucha.
Abandone esa violencia, abandone esa lucha.
La Consciencia es el Todo y todo es el resto.
Todo esto son palabras.
Solo son palabras.

Pensamiento_29
Publicado: 29 noviembre 2012
en Pensamientos cortos
Etiquetas:mente, preguntada, responde
2
Que distinto resulta todo si la mente solo
responde cuando es preguntada.
Que distinto.
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Entrevista con YIN ZHI SHAKYA –
Pregunta 2/19.
Publicado: 26 noviembre 2012
en Enseñanzas
Etiquetas:YIN_pregunta2
0
2.- ¿Cómo llegó usted hasta el Budismo o
como llegó el Budismo hasta usted?.
Aquí vamos otra vez con una pregunta que la
podría comparar con: ¿cómo surgió esto y
aquello?
Pues la respuesta para las dos es que surgió
como consecuencia de una causa, como todo
surge.
Todo lo que surge y existe en el Universo y
más allá de él es gobernado por la Ley de la
Condicionalidad, (Idappaccayata).
Las condiciones surgen cuando, trabajando
al unísono, hay una causa y unos factores
que la ayudan:
“Dependiendo en Esto, surge Lo Otro.
Si esto no existe, entonces lo otro no existe.”
Usando el dedo índice como ejemplo: ¿es el
dedo índice largo o corto?.
Una pregunta de este tipo no puede ser
respondida con un simple sí o no, porque
una comparación debe ser hecha primero.
Si el dedo índice se compara con el dedo del
medio, el dedo índice es corto.
Si se compara con el pulgar, entonces será
largo.
“Dependiendo en Esto, surge Lo Otro”
Cuando se pregunta si alguien es bello o no,
la respuesta depende en la comparación de
la opinión personal de alguien o de ambos.
¿Bello comparado con qué?.
¿Bello en los ojos de quién?.
¿En la opinión de quién?
“Dependiendo en Esto, surge Lo Otro”
Usando una taza de café como ejemplo,
aquí tenemos muchos ingredientes
(factores) trabajando al unísono: el agua
caliente, el café, el azúcar, la crema y otros
ingredientes.
Esperamos que estos muchos factores
resulten en una taza de café delicioso.
La Ley de la Condicionalidad abarca esto.
“Dependiendo en Esto, surge Lo Otro”
¿Por qué hoy llovió?
¿Por qué naciste mujer en lugar de hombre?
¿Por qué la cólera guía al sufrimiento?
¿Por qué la ausencia de cólera guía al no-
sufrimiento?
En el Universo todo surge, existe y muere
bajo la Ley de la Condicionalidad,
Idappaccayata.
La Ley de la Condicionalidad es el Dios del
Budismo.
Ella evoluciona en todo, Omnipotente.
Lo realiza todo, Omnisciente.
Aparece en todas partes, Omnipresente.
Pensamiento_28
Hay un dolor producido por la negación de lo
evidente.
La continua negación en el pensamiento de
algo que es un hecho y no se quiere aceptar
tal como es.
Nos equivocamos continuamente con las
metas.
Jamás conseguirás evitar el dolor, pero
puedes lograr que no te afecte.
Si luchas por no sentir dolor tendrás dos
problemas, el dolor y el conflicto generado
por la lucha.
Si comprendes como funciona no entrarás en
esa lucha, y tendrás media batalla ganada.
Eludir el conflicto mediante la comprensión
es una meta en si misma.

Pensamiento_31
La felicidad no es una meta, es un camino.
Pensamiento_30
Cuando uno tiene un conflicto consigo
mismo nunca puede haber un ganador.

Entrevista con YIN ZHI SHAKYA –


Pregunta 3/19.
3. ¿Qué es para usted el Budismo Chan?
Chan quiere decir: ‘meditación’.
Así que el Budismo Chan utiliza la meditación
como principal instrumento para su práctica.
Para mí la meditación es imprescindible, sin
ella no podemos completar todos los pasos
del Camino Óctuplo que nos guía a la
liberación del ‘yo’ y de lo perteneciente al
‘yo’.
La meditación Vipassana, que a través del
discernimiento nos analizamos
introspectivamente a nosotros mismos es de
vital importancia en el crecimiento y la
comprensión de la verdad/la realidad y el
proceso de liberación y extinción del ego.
El Budismo Chan es un instrumento en el
proceso de desarrollo, transformación y por
ultimo liberación y extinción del ego o ‘yo’,
hacia el Nirvana o la Iluminación.
Entrevista con YIN ZHI SHAKYA –
Pregunta 4/19.
4. Algunas personas piensan que el Budismo
es una secta (en el sentido peyorativo del
término). ¿Qué les diría?.
Muchas personas creen que el Budismo es
una Filosofía. Sin embargo, el Buda enseñó
solamente el sufrimiento y el no-sufrimiento,
los cuales pueden ser demostrados aquí y
ahora. Cuando la mente ha sufrido,
sabemos que la mente ha sufrido. También
puede ser experimentado en la mente que lo
siguiente es verdad: todas las mentes
condicionadas son Dukkha (sufrimiento),
Anicca (impermanencia), y Anatta (no-yo).
Al mismo tiempo, si la mente no está
ocupada con corrupción, permanecerá clara,
limpia, calmada y serena. Podemos
demostrar cada estado o condición de
mente, haciendo del Budismo un camino
científico, no una Filosofía. El Budismo es
una Ciencia limitada al ‘sufrimiento’ y al ‘no-
sufrimiento’. Sería correcto decir,
“Dependiendo en el Sufrimiento y el no-
Sufrimiento, surge el Budismo.”
Por lo tanto el Budismo cae bajo la Ley de la
Condicionalidad, Idappaccayata.
“Dependiendo en Esto, surge Lo Otro”
El Buda poseyó la Sabiduría Final referente a
‘Todas las Cosas’. Sin embargo enseñó
solamente ‘el sufrimiento’ y ‘el no-
sufrimiento’.
Hoy en día, hay cuatro tipos de Budismos
que se practican.
Primero, hay una religión Budista que puede
ser observada en los templos a través de
Taiwán y del mundo entero. Sin embargo,
esto no representa el Budismo real.
Segundo, hay una academia Budista que se
enseña en muchas universidades hoy en día,
donde vemos el Budismo tratado puramente
como una filosofía, una práctica o ejercicio
académico, especialmente en Japón. Esto
tampoco es exactamente una educación
Budista.
Tercero, y el más desafortunado de todos, es
la total degeneración del Budismo en un
culto. Este tercer tipo de Budismo es mucho
más dañino para el público que los primeros
dos tipos.
Y finalmente, está el Budismo tradicional, las
Enseñanzas del Buda Shakyamuni en su
esencia verdadera, las cuales son muy
preciadas, extraordinarias y
raras en nuestro tiempo y días
presentes. Las enseñanzas que despertaron
a Ananda, a Shariputra, a Hui Neng, a Hsu
Yun y los Grandes Maestros del Budismo en
todo el mundo. Estas son las enseñanzas que
se ofrecen a través de ‘Acharia’, y a la que
todos ustedes están invitados a participar si
así es vuestro deseo.

Pensamiento_33
El pensamiento es necesario para
Comprender.
No le conviertas en el enemigo.
Es fácil echarle la culpa al pensamiento.
El cuchillo no mata, es la mano que lo
acarrea la que produce el daño.
Distinguir esto cambia todo.
Un Maestro transmite el conocimiento
adquirido como ajeno, mientras que el ego
transmite el aprendizaje como propio.
Esto también ocurre con el pensamiento de
uno.
Distinguir esto cambia todo.
Para Daniel.
Deseándole la calma y serenidad que a le
faltan a quien esto escribe.
Sampai, amigo mío.
Pensamiento_32
Tal vez, solo tal vez pueda uno darse cuenta
de que cualquier juicio, opinión, o incluso
cualquier pensamiento puede generar un
conflicto.
Llegado el momento, quizá pueda uno
constatar que cualquier clase de conflicto es
un ejercicio de violencia contra si mismo.
Tal vez también pueda uno llegar a ver como
verdad que cualquier violencia contra si
mismo genera sufrimiento siempre.
Comprendido este ciclo, el juicio desaparece,
la opinión se percibe como inutil y es
ignorada y el pensamiento se detiene hasta
que es reclamado.
Pensamiento_35
En los términos de la Verdadera Liberación,
se puede decir que no está aconteciendo
absolutamente nada.
En el momento en que aparece el intelecto
intentando percibir algo o la ausencia de ese
algo, aparece el acontecimiento y la Nada se
diluye.
La Nada es sin el intelecto o en ausencia del
mismo.
La Nada no puede ser percibida, pero la
ausencia de percepción convencional da
lugar a la Nada.
Vaya, hemos encontrado un nuevo dilema.
Conversaciones_15
Pregunta:
Llevo años practicando y no avanzo, no
alcanzo ningún estado distinto ni me siento
mejor.
¿Qué puedo hacer? ¿Por qué ocurre esto?
¿Qué hago mal?
Respuesta:
En ese caso le pasa igual que a mí, igual que
a muchos, igual que a casi todos.
La meditación, el Zazen, el Pranayama, la
concentración, o lo que sea que usted llame
Práctica, no puede convertirse en un
obstáculo, en ese caso hay que dejarlo, sin
más.
No dice uno que al primer contratiempo se
abandone la Práctica, ni mucho menos, pero
si con el paso de los años, el Refugio no es tal
cosa, la calma no se vislumbra, y todo lo que
hay es agitación y problemas, es mejor
detenerse a ver que estamos haciendo mal.
La Práctica funciona, eso es un hecho, por
tanto, lo que puede estar pasando es que la
Práctica se lleve a cabo de una forma
incorrecta, o que no se entienda.
El problema es que la propia Práctica se
convierte en un hábito mental.
Es solo eso, pero es extraordinariamente
difícil de observar y mucho más difícil aún
de resolver.
Pero puede hacerse.
En primer lugar hay que entender que se
está haciendo.
Cuando al principio a uno le dicen que se
concentre en su respiración y cuente las
inhalaciones y las exhalaciones, lo que se
busca es una distracción nueva para cambiar
las distracciones habituales y a partir de ese
cambio, dar el siguiente paso.
Pero en esa fase no es más que otra
distracción.
La mente piensa en patrones establecidos
que están muy arraigados, por eso cada
mañana en cuanto uno despierta, si uno
observa, si uno escucha, verá que la mente le
pone “delante” del pensamiento los
problemas que más nos acucian, los asuntos
que más nos inquietan, las cuestiones que
más nos preocupan, una y otra vez, una y
otra vez.
Generalmente uno empieza a practicar
porque sufre.
En muchos casos, el sufrimiento es el
motivo por el que las personas buscan
soluciones y por ello practican, de este
modo, la Práctica es una “solución” a un
problema, pretende ser una huida de una
realidad percibida (el sufrimiento) y por
tanto, se esperan resultados de ella, una
evolución, se empieza a pensar que con la
Práctica se puede erradicar el sufrimiento, y
aunque esto sea cierto, no se puede tener
este pensamiento como motivación para
practicar, porque lo que ocurre es que la
Práctica se convierte en una esperanza para
el futuro y por tanto en un pensamiento
más.
Eso la convierte en algo completamente
inútil y muchas veces contraproducente.
Más tarde, al ver que uno no obtiene los
resultados deseados, se culpa a la Práctica,
cuando en realidad la culpa es de quien
practica.
Es como si uno tiene una enfermedad y
mantiene el fármaco que la cura en su mano,
bien cerrada, apretado el puño con todas sus
fuerzas para que nadie le arrebate la
solución; pero esa solución de la que no
debe apropiarse, debe ser ingerida, para que
mediante los tejidos digestivos se absorba,
alcance el torrente sanguíneo y haga su
función.
Con la Práctica es similar, tenemos el
“fármaco que cura”, pero lo usamos mal.
La Práctica debe ser nueva cada vez,
diferente, debe ser percibido que cada
ocasión es única.
No tenemos otra cosa.
El pasado solo sabemos que quedó atrás y
ahora es un recuerdo que traemos al ahora
(un pensamiento), el futuro es imaginación
que también traemos al ahora (otro
pensamiento), en definitiva lo único que
tenemos es ahora.
No hagamos del ahora un pensamiento.
Con este planteamiento y algo de esfuerzo
se puede percibir que la única posibilidad de
arreglar cualquier cosa (si es que hay algo
que arreglar), es ahora.
No tiene ningún sentido esperar nada de la
Práctica en el futuro.
¿Se entiende esto?
¿Qué futuro?
Si no utilizamos los recuerdos y no
proyectamos lo que esperamos del futuro,
cada vez que uno se sienta en Zazen es una
ocasión única, distinta y genuina, una
posibilidad de estar consciente, tanto si
meditamos como si comemos una
hamburguesa con patatas, o pintamos una
pared.
También es Práctica si se tiene la actitud
mental adecuada.
La propia vida es Práctica si se tiene la
actitud mental adecuada.
Uno se sienta en un acantilado, al amanecer,
temprano, hace frío, percibe sensaciones
físicas, sensoriales….
observa el horizonte y al poco tiempo va
saliendo el sol, los primeros rayos despuntan
ofreciendo una luz intensa pero cálida, el
cielo grisáceo toma un tono rojizo y las
nubes blancas se vuelven aún más blancas
por el reflejo del sol asomando.
A los pocos segundos el sol muestra su forma
y el cielo se convierte en un cuadro de
colores rojos, azules, blancos, grises e incluso
amarillos.
Uno ve, uno observa.
Uno ve el sol.
La imagen explota en la retina y permanece
en la memoria, eso ya fue, pero el recuerdo
permanece.
Uno no se apropia de la imagen.
Lo que queda ahora es el recuerdo, y uno se
apropia del recuerdo.
Hay que soltarlo.
Nadie puede robar el recuerdo, pero nos
afanamos en conservarlo y recuperarlo una y
otra vez, nos empeñamos en repetirlo.
Esto requiere un desgaste y un esfuerzo
innecesarios.
La próxima vez que veamos un amanecer ese
recuerdo impedirá que lo veamos.
Por eso hay que abandonarlo.
Esto nos pasa con todos los pensamientos no
solo con la contemplación.
Durante la Práctica, se dice que se dejen
pasar los pensamientos.
¿Acaso dejar pasar los pensamientos no es
una acción?
Sí que lo es, de hecho requiere un esfuerzo
mental, la actitud debe estar orientada a
practicar sin intención, sin finalidad y con
una actitud mental totalmente inafectada.
Los primeros años se requiere esfuerzo, hay
que ir a por el pensamiento y cortarlo, ver
que “nos ha cogido de la mano” y nos ha
llevado de paseo haciendo que perdamos “la
permanencia”.
Hay que permanecer.
Es como respirar, si uno observa la
respiración se da cuenta de que respira, pero
si se olvida de prestarle atención, el cuerpo
sigue respirando.
Con la Práctica es lo mismo, los
pensamientos cotidianos, los problemas,
siguen estando ahí si se les busca, si son
llamados, pero no nos afectan, al menos
desde luego no lo hacen de una forma tan
frontal y tan hostil como antes de comenzar
a practicar.
No debe uno apropiarse de nada, ni siquiera
los pensamientos son de uno, esto debe
percibirse y hará más fácil que uno permita
que se marchen, por muy arraigados que
estén.
Me pide consejo, me hace preguntas….
Yo no soy un maestro, solo observo, soy un
gran ignorante.
Yo no sé nada, yo no tengo nada, nada para
mí y nada para ofrecer.
Percibo un gran sufrimiento de forma
continua, y ese sufrimiento, a veces propio, a
veces ajeno es demoledor, agotador.
Yo solo pienso, algunas veces practico, y
siempre respiro, vivo y observo, observo
hasta la extenuación física y psicológica.
Y es algo que no recomiendo. No lo
recomiendo en absoluto.
Sé que hay Calma porque la he percibido,
pero esa Calma ES en ausencia de la imagen
mental de uno mismo.
No digo que aparece, digo que ES.
Esto significa que el “yo” ahuyenta la Calma.
Todos los pensamientos que se refieran de
alguna forma a la persona, a lo que piensa
uno de sí mismo, a cualquier cosa que crea
que le afecta o le pueda afectar como
individuo separado y único ahuyentan la Paz
que existe bajo todo eso.
Si se busca se pierde la actitud adecuada.
No hay que buscar.
Si se espera se pierde la actitud adecuada.
No hay que esperar.
Si se valora si la actitud es la adecuada, se
pierde la actitud adecuada, pues nos hemos
puesto a valorar, a juzgar, a discriminar, a
seleccionar, a elegir.
La clave es detenerse sin intención, sin
darse cuenta.
Si realmente la Práctica es un problema hay
que parar.
En contra de lo que muchos creen, el estado
natural de la mente no es el pensar.
Insisto, si la Práctica no es buena hay que
parar, porque si no, la Práctica se fija como
un pensamiento más, y nos impide ver
dónde y cómo estamos en realidad.
En este caso, no sirven anestesias, no se
trata de sufrir sin más, hay que contemplar
el sufrimiento psicológico para comprender
su origen, sus mecanismos, sus movimientos
y así tener la opción de trascenderlo.
Como curiosidad, quien esto escribe lleva
más de 2 años sin practicar por esa misma
razón.
Cuando lo entienda continuaré o no.
No sé si será correcto o no.
¿Qué más da?
Uno cree que no espera nada, pero si algo
espera es no dañar.
Pensamiento_34
Conviene no olvidar que quien fija las metas
es el mismo que se encarga de impedir que
sean alcanzadas.

Conversaciones_16
Pregunta:
Bueno, pero entonces en qué quedamos, ¿yo
existo o no existo? ¿Soy real o no soy real?
Respuesta:
Estamos aquí hablando, no creo que eso sea
cuestionable, eso es un hecho, hay dos
entidades con cierto nivel de inteligencia que
se están comunicando mediante la facultad
del habla.
En este momento y en este contexto usted y
yo existimos, no debe haber duda sobre eso.
Somos reales, al menos en el plano de las
percepciones, nos estamos viendo, nos
estamos escuchando….
El problema es que pensar o creer (y subrayo
las palabras pensar y creer) en la posibilidad
de que puede no existir uno mismo, será
siempre un fracaso.
No es la forma adecuada de percibir lo
buscado.
La pregunta es una trampa, no está bien
formulada, precisamente está construida
para no poder ser respondida.
Es como si yo le pregunto el olor del Amor,
usted no sabrá decirme.
Usted sabe (o cree que sabe) que el Amor
existe porque lo ha sentido, pero no podrá
describirlo sin utilizar adjetivos que hablen
de su cualidad.
¿Me sigue?
P: Creo que si.
R: Bien, entonces continuemos.
Usted no está identificado con el Amor, sino
diría que usted ES Amor, pero no dice eso,
usted dice que es Pedro, o Juan o Antonio.
Con esos conceptos (esos nombres), SI está
identificado.
El Amor es percibido como algo conocido
pero ajeno.
Basarse en las percepciones para intentar
alcanzar la Verdad es un error.
Cuando usted pregunta si existe, lo hace
desde su realidad, la que usted percibe, que
se compone principalmente de sus
pensamientos.
No existen dos realidades iguales, existen
muchas similares, pero no hay dos iguales.
Cada ser sintiente tiene una realidad creada
por sí mismo, además, le guste o no; su
realidad es culpa suya, utilizo la palabra
“culpa” con toda intención.
Por supuesto, si no se encuentra a gusto con
ella puede intentar cambiarla.
P: ¿Cómo puedo hacer eso?
R: Primero debe entender y aceptar que su
realidad es creación suya exclusivamente y
por tanto responsabilidad suya
exclusivamente, entenderá que igual que ha
llegado a donde está puede reescribir de
nuevo su libro de pensamientos y
experiencias.
Lo que ocurre es que es más fácil escribir
sobre una hoja en blanco que sobre una que
ya está escrita, que es su mente.
Pero desde luego, puede hacerse.
Hablemos si le parece de la cualidad de la
mente, no se puede entender un estado
mental sin hablar de la cualidad.
Hay personas alegres, personas tristes,
personas resolutivas, personas optimistas,
personas resilientes, personas empáticas,
personas antipáticas….etc, etc, etc.
Hay personas extraordinariamente
tranquilas y personas asombrosamente
ansiosas.
Todo esto tiene que ver con el contenido de
sus pensamientos y con el efecto que esos
pensamientos provocan en su vida.
Esto es, la autogestión de sus propios
pensamientos.
Un mismo pensamiento puede provocar
tristeza y alegría en diferentes personas. No
tiene nada que ver con las posesiones o con
los bienes o con el dinero, aquí hablamos de
sus pensamientos.
El habla y los pensamientos son la misma
cosa, ¿no le parece?
Cuando usted habla envía un mensaje, una
petición, a veces una exigencia, tal vez una
imposición, en definitiva intenta
comunicarse.
Los pensamientos hacen lo mismo, pero no
salen al exterior, intentan comunicarse,
cambiar algo, obtener algo, imponer algo,
pero no salen al exterior.
El dialogo es únicamente interior y el
objetivo de ese bombardeo de pensamientos
siempre es uno mismo. O mejor dicho, el
objetivo es siempre la imagen que uno tiene
sobre si mismo.
Uno cree que no puede funcionar como
persona sin utilizar el pensamiento de esa
forma, pero la realidad es muy distinta, es el
pensamiento es que nos está utilizando y no
nos damos cuenta.
Esa voz interior, ese diálogo que somos
nosotros mismos y que nos permite tomar
decisiones, funcionar en la vida diaria, abrir
una puerta o trabajar.
Esa voz interior no debe ser un charlatán
insensato, y muchas veces lo es.
Ese pensar se convierte en un hábito
imprescindible por su insistencia y repetición
y llega un momento en que consideramos
que “somos así”.
Pero como le digo, eso puede cambiar.
Su realidad percibida es única.
Y la realidad percibida es necesaria para
intentar encontrar esa calma que busca o
alcanzar esa meta anhelada.
En realidad no tiene otra cosa, no tiene otro
medio de alcanzar nada.
Su realidad se conforma de tres pilares
básicos: recuerdos, presencia y deseos.
Y esos tres pilares se construyen con la
información que percibida mediante los
cinco sentidos (gusto, vista, olfato, tacto y
oído).
Y todo esto se almacena en la memoria y ahí
queda, disponible en forma de experiencias
que luego juzgaremos, etiquetaremos y
catalogaremos.
Usted no será capaz de encontrar nada en su
realidad que no haya sido adquirida
mediante estos cinco sentidos.
Posteriormente, la información recibida por
esas vías, ha sido procesada en el cerebro
creando un perfil personal único. (Su vida).
Sus recuerdos no se repiten en ningún
cerebro de ninguna persona que haya
existido, que exista o que existirá.
¿Hasta aquí me ha seguido?
P: Si
R: Bien, pues no me pierda ahora que vamos
bien y esto es importante.
Lo que quiero que perciba ahora es si cree
que hay verdad en la idea de que es posible
cambiar la realidad.
Piense en ello.
Le pongo otro ejemplo, si usted mañana
pierde la vista, su vía de entrada de
información se verá intensamente afectada.
Dejará de ver y su realidad cambiará.
He tenido alguna experiencia con personas
invidentes y su realidad y profundidad de
concentración son extraordinariamente
distintas a las de una persona que ve.
Un invidente de nacimiento no sabe lo que
es un color, los distingue mediante una
suerte de criterio relacionado con la
temperatura del mismo.
Por ejemplo, un color rojo es caliente
mientras que un color azul es frío.
Conforman su realidad de un modo
completamente distinto.
El contenido de su mente está escrito de
otro modo, con otro silabario, como si fuera
en otro idioma, pero las personas invidentes
funcionan perfectamente en el mundo,
trabajan, viven, sienten, padecen, disfrutan,
sufren, ríen y lloran, aman y odian, igual que
alguien que no tiene afectada si visión.
Igual que usted, igual que yo.
Es muy importante entender que es
necesario discriminar para poder distinguir
en último término lo que es de lo que no es.
Y lo que ES de lo que parece ser.
Por ejemplo, hay personas con trastornos
neurológicos graves que no son capaces de
discriminar, de diferenciar, de distinguir.
Pero cuidado, no estamos hablando de un
cerebro que no pueda discriminar, un
cerebro así no funciona y ncesitamos un
cerebro que funcione.
Esa situación no es lo buscado, no puede uno
imaginarse siquiera como es la vida de esas
personas, pero su silencio no es indicativo de
saber o de calma.
Insisto, debe haber un ser sintiente,
coherente (al menos en parte) y lo más
importante, que sea capaz de discriminar por
si mismo su propia realidad.
Y para eso es necesario estar vivo y saberlo.
Si tratamos de imaginarnos como serían las
percepciones sin ninguno de los cinco
sentidos (y sin enfermedad de por medio);
llegaríamos a la conclusión de que el cerebro
estaría permanentemente a la espera de
recibir algún tipo de estímulo del exterior y
así poder reaccionar.
Como no le llegaría información, entonces
permanecería en calma, detenido.
Pero lamentablemente, esa es la teoría,
porque el hábito está muy arraigado, y el
cerebro funciona por sí mismo, eso es
precisamente la imaginación, que unas veces
es un fantástico ejercicio voluntario y otras
veces es un enemigo incansable y
demoledor.
También ocurre cuando dormimos, son los
sueños. No hay ninguna voluntad, ninguna
intención, ninguna acción para que
aparezcan, pero ahí están.
El cerebro parece no poder detenerse y
darnos un respiro.
Cuando conseguimos concentrarnos,
aparecen recuerdos pasados, o deseos para
el futuro, los cogemos de la mano y los
perseguimos, los acompañamos, nos
desviamos.
Solo hay ahora, solo hay presencia.
Si usted se mantiene en esa presencia, todo
se ralentiza, se calma, los pensamientos solo
aparecen cuando son reclamados.
Algunas personas piensan que meditar es
como estar en trance.
No es cierto, meditar es estar calmado pero
alerta, sin movimientos del pensamiento,
pero perfectamente conscientes y por
supuesto, el cuerpo responde a todos los
estímulos.
Si alguien abre una puerta lo escuchamos, si
hay que levantarse del zafú porque hay un
incendio nos levantamos y huimos.
Solo es concentración.
Pero es una concentración que permite
cambiar las cosas porque ofrece una
comprensión de uno mismo que nadie más
le puede ofrecer.
Nadie está más cualificado que usted para
analizar su realidad y ver que puede cambiar
en ella para mejorar su existencia.
NADIE.
Ahora ya sabe el por qué y sabe el cómo.
Lo que usted busca de una práctica es lo
mismo que buscan otros muchos.
ESO está ahí, ESO no tiene que llegar, porque
no tiene de donde hacerlo.
Cuando usted comprenda y perciba que cada
instante de su vida es completamente
diferente al instante anterior y que el
instante siguiente no existe sino como un
concepto de esperanza, su realidad
cambiará.
Tal vez a mejor, pero sin duda a algo distinto.
Eso le ofrecerá la posibilidad de tener más
control sobre su vida. Sobre la vida.
No le quepa duda de que es necesario ser
individuo para tener la oportunidad de dejar
de serlo.
Sin una mente pensante luego no se podrá
desprender de sus pensamientos, es distinto
despejar la mente que tener una mente en
blanco, que no funcione.
Llegados a este punto, parece que la
diferencia entre existir y no existir es una
cuestión de comprensión.
Usted debe dejar de ser usted para
encontrarse.
Obsérvelo en su vida diaria y sea capaz de
responder usted mismo a su pregunta.
¿Usted existe o no?

Pensamiento_37
Es muy importante diferenciar entre una
creencia y una certeza.
Generalmente una certeza es una creencia
que por las experiencias propias se
transforma en una verdad alcanzada por uno
mismo, es algo que uno ha comprobado
personalmente y lo considera una verdad.
En la creencia aún queda esa comprobación
individual.
También una certeza puede convertirse en
creencia cuando la semilla de la duda
aparece.
Lo cual es muy sano en mi opinión, poner las
cuestiones en tela de juicio aporta
conocimiento.
Es muy arriesgado considerar que se poseen
muchas verdades, porque eso provoca que
uno se pare, que deje de indagar.
La verdad es una certeza parada, muerta,
acabada.
Si se ha alcanzado la Verdad hay que
abandonarla, es la única alternativa.
Por el camino se alcanzan estados a los que
uno se aferra, esta es la razón por la que hay
que abandonar esos estados.
Un estado nuevo no tiene porque ser una
evolución hacia nada, en la mayoría de los
casos solo es una distracción más.
Una distracción distinta, pero una distracción
al fin y al cabo.
Por una parte es frustrante percibir con
claridad que cientos de meditaciones han
sido tan solo otro juego del pensamiento,
otra triquiñuela de la mente pensante, pero
una vez superada la frustración
(abandonada), se percibe una alegría de lo
nuevo, de lo distinto, todo sirve, no hay que
detenerse.
Se abre la puerta a seguir.
No hay que detenerse.
Zazen es sufrimiento.
Pensamiento_36
Uno no deja de preguntarse….
¿Donde irá la meditación cuando uno ya no
esté para meditar?
¿Donde estarán todas las meditaciones
realizadas?
¿Donde estarán todas las meditaciones que
no han sido realizadas y jamás serán
realizadas?
Hay que romper el conocimiento,
comprender que no se comprende. Tener la
inmensa humildad de reconocerse ignorante
sinceramente, sin aprecio ni desprecio
alguno. Sin apego ni desapego.
Conocer la respuesta es poseerla y cualquier
posesión es un lastre.
El conocimiento se expresa a si mismo solo
en ausencia de un sabedor, de cualquier otro
modo, es una creencia, una propiedad.
Y esa creencia, esa propiedad no sirve más
que para entorpecer lo que Es.
Pensamiento_39
Constantemente buscamos la liberación,
pero…
¿La liberación de qué?
¿La liberación de quién?
Se vive con el lastre del pasado (experiencia)
en espera de alcanzar algo en el futuro
(esperanza, deseo, anhelo), y eso hace que
perdamos lo único que tenemos, que sea lo
que sea, solo puede ser ahora.
Esa es la razón por la que no puede devenir
una iluminación, porque desde ese punto de
vista ni hay futuro ni hay pasado, ambos son
irreales, tan solo son ideas o pensamientos,
imagenes en el espejo.
La cara reflejada sobre el agua no es la cara.
Solo hay instante.
Darse cuenta de que lo que atenaza la vida
es simplemente un conjunto de ideas, es en
si mismo un modo de liberación.
Pensamiento_38
La sensibilidad humana es una virtud, no un
defecto.
Es armonía, no vulnerabilidad.
Y así debe ser percibida.

Conversaciones_17
Pregunta:
Entonces, ¿cual es el origen del sufrimiento?.
Respuesta:
El origen del sufrimiento es el nacimiento.
Si usted no nace, no sufre, así de simple.
(Por supuesto, no cuestiono que pueda
existir el sufrimiento durante la gestación).
Eso significa que todo ser consciente que
nace padece sufrimiento en algún momento
de su vida.
Pero tenga cuidado, usted ha preguntado
cual es el origen, no cual es la razón.
P: En ese caso, ¿cual es la razón del
sufrimiento?
R: Usted.
Uno mismo, la creencia de uno mismo es la
razón del sufrimiento.
Pero no se preocupe demasiado, eso puede
arreglarse.
Para poder resolver el sufrimiento primero
hay que padecerlo, sino sería imposible
deshacerse de algo que no tiene ni ha
tenido.
Para dejar de sufrir es necesario un
aprendizaje.
P: ¿Usted es un maestro?
R: No, en absoluto. Ni lo soy ni pretendo
serlo.
P: Pero usted enseña.
R: Realmente desconozco si eso ocurre,
desde luego no es mi intención.
Es distinto que uno hable y el otro aprenda,
son muy distintas las razones y las
consecuencias de que uno escriba y otro lea.
El resultado de esa lectura o de esa escucha
no es un efecto que cause quien habla o
quien escribe.
Es un efecto de lo leido o de lo escuchado.
¿Entiende esto?
Si usted aprende es asunto suyo, pero yo no
enseño.
Si usted se moja con el agua es culpa suya,
no del agua.
Esto es algo muy delicado, verá, para
enseñar uno debe ser arquero, arco y flecha.
El arquero es la persona, el arco es la
herramienta (texto, conversaciones, libros,
mensajes, diálogos…) y la flecha es el
conocimiento enviado (voluntariamente o
no).
Pretender ser un Maestro conlleva unificar
las formas del arquero, del arco y de la flecha
en una sola cosa.
Eso no ocurre en mi caso.
Se supone que un Maestro sabe, y uno
aspira precisamente a no saber.
En este caso, olvide al arquero que no tiene
ninguna importancia, céntrese (si así lo
quiere) en la flecha.
Ella será la que aporte algo, daño o virtud.
El daño es confusión, la virtud es calma y
comprensión.
O quizá le aporte otra cosa. ¿Quién sabe?
P: Por que hay personas que sufren y otras
que no lo hacen.
R: Eso no es del todo cierto, como le decía, el
hecho de nacer supone sufrimiento, supongo
que se refiere a que hay personas que
parece que no sufren o que han dejado de
hacerlo.
Mire, pongamos un ejemplo, ¿usted conoce
a alguien que no sufre?
P: Si.
R: Bien, y desde luego, conoce a alquien que
sufre. ¿Puedo sugerir que es usted mismo?
P: Si, puede hacerlo, yo sufro.
R: Bien, veamos ahora la diferencias entre el
sujeto “A”, que es la persona que no sufre y
el sujeto “B” que es la persona que sufre.
Ambas han nacido, esto es un hecho.

Disculpe, entiendo que la persona que usted
considera que no sufre sigue con vida
¿verdad?
P: Si.
R: Correcto entonces, como con usted estoy
hablando consideraré que está usted vivo
¿de acuerdo?.
P: (Risas) si, de acuerdo.
R: Como le decía, ambos han nacido.
Hay dos cualidades que rigen la vida de las
personas, solo dos.
Una es el cuerpo físico y la otra es el
contenido de los pensamientos.
Simplemente estas dos cualidades son las
que diferencian a unas personas de otras.
Ya puede haber miles de millones de
personas, que en ningún caso encontrará
dos contenidos mentales exactamente
iguales.
Si usted no padece sufrimiento por alguna
causa física (enfermedad, dolor…etc),
entonces su sufrimiento proviene
de la parte psicológica, es decir del
contenido de sus pensamiento o de la
interpretación que usted hace de los
mismos.
La única diferencia que habría entre usted y
la otra persona que conoce y no sufre, es el
contenido psicológico.
Estará de acuerdo conmigo en que poco
podemos hacer para nacer altos, guapos y
listos, pero el contenido psicológico es
absolutamente responsabilidad suya.
Es usted con sus pensamientos, con sus
diálogos internos, con sus experiencias, con
su vida, quien ha llenado su espacio mental
con su propio contenido.
¿Está de acuerdo con esto?
P: Creo que lo entiendo.
R: Bien, si usted ha sido capaz de llegar hasta
este momento y comprende que el
contenido de su mente se debe a usted
mismo, estará de acuerdo en que ese
contenido cambia, se modifica, es
dinámico….
Por ejemplo, si usted tiene un hijo mañana,
creame que su contenido mental cambia, sus
ideas cambian, sus metas cambian, sus
valores cambian, su vida cambia.
Eso es lo que tiene que entender, que lo que
le hace sufrir es el contenido y que ese
contenido puede cambiarse.
Pero debe darse cuenta utilizando su
experiencia y trabajando sobre ello.
Solo usted tiene sus pensamientos y debe
utilizarlos para deshacerse de ellos, si así lo
desea, parece un dilema, pero cuando se
entiende se ve bastante claro.
No digo que sea facil, digo que se ve claro.
P: ¿Puede ayudarme a hacer eso?
R: Puedo darle una pista, pero desde luego,
no puedo hacerlo por usted.
Para poder resolver sus problemas, deje de
buscar las soluciones en el exterior, deje de
buscar las solcuoines en los objetos, en los
deseos, en las metas, deje de buscar en lo
que le rodea.
Debe buscar las soluciones en el interior.
Parece evidente, pero observelo y si
concluye que esto es cierto, no lo
dude, cámbielo.
Cámbielo.

El ciclo del sufrimiento.


Uno debe reflexionar profundamente, y si lo
hace podrá comprobar que existe un ciclo
que se repite una y otra vez, una y otra vez,
una y otra vez, sin final…
El nombre no importa, le podemos dar
muchos nombres.
Importa el ciclo, el orden, la secuencia y el
desenlace (si lo hay, pues en un ciclo no hay
desenlace).
Con el nacimiento surge el “yo”.
Con el “yo” surge el “mío”.
Con el “mío” surge la ignorancia.
Con la ignorancia surgen las reacciones
mentales.
Con las reacciones mentales surge la
consciencia.
Con la consciencia surge el fenómeno
“mente-materia”.
Y con el fenómeno “mente-materia” surge
el “yo”.
Primero hay que encontrar si esto es
percibido, si esto es realmente sentido así,
como verdad.
Más tarde hay que encontrar donde se
puede romper esta cadena.
y finalmente, si ha sido rota, aparecerá el
dilema de quién la rompe.
¿Se puede detener este ciclo?

Pensamiento_40
Hay que poner toda la atención en el paso
que uno da, no en el camino que uno espera.
Conversaciones_19
Pregunta:
¿Has visto el Rey león?
Respuesta:
Si
P:
¿Te puedo cantar una canción?
R:
Si, claro.
(Canta)
Desde el día que al mundo llegamos
Y nos ciega el brillo del sol
Hay mucho más para ver de lo que se puede
ver
Más para hacer de lo que da el vigor
Son muchos más los tesoros
De los que se podrán descubrir
Mas bajo la luz del sol jamás habrá
distinción
Grandes y chicos han de convivir
En el ciclo sin fin que nos mueve a todos
Y aunque estemos solos, debemos buscar
Hasta encontrar nuestro gran legado
En el ciclo, el ciclo sin fin
Es un ciclo sin fin que nos mueve a todos
Y aunque estemos solos, debemos buscar
Hasta encontrar nuestro gran legado
En el ciclo, el ciclo sin fin
El Rey león. “El ciclo de la vida”.
Con todo mi Amor para L.
Deseando con toda mi alma que me
sobrevivas.

Conversaciones_18
Pregunta:
Aceptar es rendirse, no creo que eso sea una
solución.
¿Eso es lo que debemos hacer?
Respuesta:
¿Una solución?
¿Una solución a que problema?
No creo que de ningún modo aceptar sea o
conlleve rendirse.
Hay muchas formas de apreciar la
aceptación, pero no debe suponer en ningún
caso una sensación de rendición.
Esa percepción parece ser errónea.
Debe empezar por algún sitio, algún lugar
claro, alguna pregunta concreta.
Por ejemplo, ¿Por qué quiere usted aceptar?
¿Qué situación debe ser aceptada?
¿Se acepta usted a si mismo tal como es
ahora en este mismo instante?
No después ni antes, EN ESTE MISMO
INSTANTE.
Vea su conflicto, percíbalo para poder tener
la oportunidad de resolverlo.
Después veremos en qué consiste la
aceptación según el contexto.
Una de las causas más comunes para aceptar
algo es que uno piensa que dejará de sufrir.
“Aceptar” esa circunstancia (sobrevenida)
que se ha presentado llevará a un estado en
ausencia de sufrimiento.
Eso es una creencia.
Uno sufre porque tiene extraordinariamente
arraigada la creencia de que lo que acontece,
lo que ocurre, si es malo, no debería ocurrir.
Normalmente no cuestionamos lo que nos
proporciona calma o beneficios o placer.
En cambio, hay una resistencia frontal hacia
todo aquello que nos produce sufrimiento.
La respuesta es automática, algo ocurre, nos
crea sufrimiento, lo tenemos como una
respuesta natural, pero no lo es.
Eso tan solo ocurre si la mente etiqueta lo
acontecido como “malo para mí”
En ese caso, la mente cree que eso que hace
sufrir no debería ser así.
Se rebela contra eso que ha sucedido, se
resiste, impide, lo rechaza.
No lo quiere (no lo acepta), porque sabe que
le va a hacer sufrir.
Eso es conflicto, es violencia, es
confrontación.
¿Que hay entre lo acontecido y el
sufrimiento percibido?
La idea de que aquello es malo.
Si algo se puede hacer es en ese momento,
entre lo acontecido y lo etiquetado como
amenaza.
Hay algo que continuamente nos impide
alcanzar aquello que nos proponemos, en
este caso aceptar.
¿Qué es aquello que nos impide
simplemente aceptar?
¿Qué es aquello que nos impide
simplemente permitir?
¿Qué es aquello que está permanentemente
presente y nos impide todo esto?
Es algo que podemos cambiar, incluso
ignorar, es algo que debe uno identificar
dentro de su pensamiento.
La aceptación de “LO QUE ES” en todo
momento y en toda circunstancia erradica
el sufrimiento.
Esto no es de ningún modo una actitud
pasiva o una intención de ignorar las
circunstancias o de mirar hacia otro lado.
¿Entonces que es esta aceptación?
Esta aceptación desde luego debe ser
intencionada y consciente, pero no por eso
es una acción que haya que llevar a cabo.
Esta aceptación es permitir.
No ignorar, no esquivar, no evitar, sino
permitir, observar en ausencia de juicio, de
acción y de intención.
Observación pura.
No se trata de ser otro, de cambiar o de ser
diferente.
¿Acaso puedes ser diferente de lo que eres
EN ESTE MOMENTO?
Sea lo que sea que tú creas ser, no entremos
en eso ahora…
¿Puedes ser diferente de lo que eres EN ESTE
INSTANTE?
La respuesta es sencilla y rotunda.
No.
Por tanto, actúa como creas que debas
hacerlo EN ESE INSTANTE y PERMITE que las
cosas sigan su curso.
En este contexto tú eres solo un observador,
no el causante de la acción.
Permite sin crear resistencias y observa que
ocurre.
Simplemente PERMITE.
En busca de la felicidad.
Algunas veces uno se pregunta que es la
felicidad.
Parece algo que siempre está por venir,
siempre está por alcanzar, parece algo que
no se puede comprar, no se puede ver, quizá
se pueda sentir, pero si esto ocurre, rara vez
permanece.
A veces es percibida como un estado de
exaltación de la conciencia.
Uno cree que la felicidad es más un estado
mental en ausencia de todo conflicto que un
estado mental alterado por la adquisición de
algo externo, sea esto tangible o intangible,
material o inmaterial, espiritual o físico.
¿Puede ser la felicidad el estado natural de la
persona?
En un diccionario o en una enciclopedia se
encuentran algunos significados algo lejanos
de lo que uno cree que es la felicidad.
“Felicidad: Estado de ánimo que se complace
con la posesión de un bien.”
“Felicidad: Estado emocional que se alcanza
cuando se obtiene una meta.”
Aparentemente son muy desacertadas, pues
si fueran ciertas, se diría que la felicidad
depende siempre de algo externo, en el
primer caso de algo que puede poseerse y en
el segundo caso de algo que puede
alcanzarse y previamente está marcado
como una meta o un objetivo.
Por tanto, según estas descripciones, la
felicidad siempre debería de obtenerse
mediante acción y esa obtención sería la que
proporcionaría la emoción (o sensación, o
estado) de felicidad.
Sin ese “camino intermedio” parece que no
es posible ser feliz.
Visto así, la felicidad es una suerte de
persecución contínua de metas y/o objetivos
y/o bienes.
Uno piensa que esto es un disparate.
Puede uno estar de acuerdo en que la
felicidad no es un estado natural, sino
sobrevenido.
Pero la felicidad no puede provenir
únicamente de experiencias satisfactorias.
Hay personas que viven situaciones
desastrosas y su actitud es feliz, están
tranquilos, están conformes, sin conflictos
mentales, sin preocupaciones, sin anticipar
nada, viviendo la situación con plenitud por
dramática que esta sea.
Busquemos una razón y veremos si esto es
cierto, si esto es posible al menos.
Todo lo que experimenta una persona se
representa en la mente como información,
cualquier cosa, buena o mala, se registra en
el cerebro y es ahí donde es catalogada
como “buena” o “mala” o de cualquier otra
manera.
Previamente a ese “etiquetado”, no deja de
ser una experiencia percibida.
Ya sea dolor, placer, aburrimiento, gozo,
inquietud, perplejidad, curiosidad o miedo.
Lo que sea, será etiquetado.
Muchas veces de forma automática estas
experiencias son percibidas como una
amenaza o como una fuente de placer.
Si hay orden en la consciencia, si hay calma,
toda experiencia puede ser no catalogada.
Simplemente se vive la experiencia sin
nombrarla mentalmente, sin describir lo que
uno percibe al llevarla a cabo.
Dicha experiencia no genera ningún
movimiento posterior en la mente.
Controlando esa información y observando
el rastro que deja en nuestra experiencia,
estamos trabajando sobre nuestras
posibilidades de ser felices.
En estado de vigilia (despiertos), estamos
literalmente bombardeados por
experiencias, unas percibidas y otras no.
Las experiencias son adquiridas mediante
los sentidos y “gestionadas” mediante el
cerebro.
Esta gestión es fundamental, porque la
posibilidad de actuar sobre esa gestión nos
indica que la felicidad se puede preparar, se
puede cuidar, se puede cultivar.
La atención al instante. La atención
sostenida de forma contínua es lo que puede
llevarnos a experimentar la ausencia de
conflicto si no entramos en la valoración de
la experiencia.
Los dos problemas más importantes a la
hora de valorar una experiencia son la falta
de realismo y la anticipación.
Si fueramos realistas con nuestra situación y
no anticipáramos lo que está por venir
(preocupación), estaríamos dejando espacio
para que la experiencia de la felicidad se
muestre.
Cuanto sufrimiento generan las espectativas
no realistas, cuanto sufrimiento generan las
preocupaciones sobre
circunstancias que nunca van a darse, que
nunca van a vivirse, pero que ocurren
incansablemente en nuestra imaginación.
Ser feliz es estar conforme, estar en paz con
uno mismo y con el resto, no tener conflictos
mentales ni dilemas, no sentir violencia
mental ni confusión, no sentir ira.
Simplemente poner toda la atención en la
experiencia actual. En la única que puede
vivirse.
Lo demás es esperanza, deseos,
imaginación…..etc.
Cuando todas las experiencias percibidas no
son etiquetadas ni juzgadas mentalmente
con adjetivos hay unidad, hay solvencia en el
pensar.
No hay dispersión.
Se disfruta con plenitud comiendo una pieza
de fruta.
Cuando uno se esfuerza en conseguir cosas
para su ego (fuerza, poder, dinero, placer),
se agota en la persecución y se olvida del
Ser, que solo requiere estar presente y con
la máxima atención AHORA.
El ego calla y el Ser es. No hay nada más.
La experiencia es percibida pero no deja
residuo alguno en la memoria.
No es olvidada, sino que no llega a ser
registrada.
¿Es posible esto?
Uno no sabe.
Solo alcanza a imaginar como sería.
Si no hay recompensa ni hay castigo,
simplemente hay Experiencia.
¿Puede uno sentir felicidad sin verse
afectado por las circunstancias externas?
¿Puede cada acontecimiento ser plenitud?
¿Puede uno observar sin violencia ni
conflicto lo que sucede en su mente
consciente?
¿Puede una amenaza convertirse en
oportunidad?
¿Puede un defecto tornarse virtud?
¿Puede la ecuanimidad sofocar la ira?
¿Puede la calma rendir al miedo?
Parece que la respuesta a estas preguntas es
SI, pero todo depende de la cualidad de la
experiencia.
La cualidad (atención) será la que determine
una cosa u otra.
Así mismo, la cualidad será la que impida
que la experiencia sea catalogada, y evitará
ese movimiento en el pensar que
ineludiblemente nos lleva hacia el hábito de
juzgar.
Ese movimento del pensar (hábito), está
formado por redes neuronales en el cerebro
que están predispuestas a responder ante
estímulos previamente habituados por
razones genéticas y fisiológicas.
Pero el camino se puede reescribir.
Es la plasticidad cerebral (o plasticidad
neural o sináptica).
¿Acaso la vida de uno no es la interpretación
del contenido de la propia mente?
De como se INTERPRETE y se GESTIONE el
contenido de esa mente dependerá la
cualidad y la calidad de la experiencia que
llamamos vida.
La vida no es ni buena ni mala; ni amable ni
hostil; ni facil ni dificil; ni cómoda ni dura.
La vida es indiferente.
INDIFERENTE.
En nuestra mano está socabar el camino
conocido y hacerlo aún más profundo y
persistente o explorar nuevas
posibilidades para encontrar calma, paz y
felicidad.
Una práctica sencilla.
Algunas personas preguntan a menudo por
una práctica sencilla para poder iniciarse en
la meditación, en la concentración o en el
Zazen.
La práctica más sencilla, para empezar es la
concentración sobre la respiración.
La describo a continuación:
– La postura.
Hay que olvidarse de la postura, es muy
importante, pero no ahora.
Mantenga una postura cómoda, sentado,
con la espalda recta y sin apoyarla en ningún
respaldo, puede estar sentado en una silla o
en el suelo, pero hágalo fácil, antes de correr
hay que saber andar.
Muévase lo menos posible, pero si le pica
una oreja rásquese con normalidad,
despacio, atendiendo a lo que se está
haciendo, siendo consciente de lo que
acontece.
(En ese momento rascarse la oreja es lo
único que hay que hacer), luego vuelva a
tomar su posición anterior.
– La mente.
La técnica que suele dar mejor resultado al
principio es contar respiraciones y nombrar
algo mentalmente para evitar en la medida
de lo posible la agitación mental, la
imaginación y la somnolencia.
Por ello, se trata de estar muy atento a la
respiración.
Cuando inspire (cuando coja aire), el
abdomen debe hincharse (no el pecho, hay
que respirar más abajo), si esto resulta difícil,
respire con normalidad a un ritmo natural
(no fuerce la respiración, el ritmo lo pone el
cuerpo, no la mente).
Después, viene de forma natural la
espiración (soltar el aire).
Ambos procesos se llevan a cabo por la nariz,
si esto es un problema, se inspira por la nariz
y se espira por la boca, despacio, siendo
consciente de lo que se está haciendo.
Es importante hacer siempre lo mismo para
crear un hábito de práctica (si respira solo
por la nariz hágalo siempre así).
Cuando inspire pronuncie mentalmente la
palabra “dentro”.
Cuando espire pronuncie mentalmente la
palabra “fuera”.
Observe que en un corto espacio de tiempo
se sumará la sensación de dentro y fuera.
Su mente irá percibiendo que al inspirar el
aire entra (dentro) y al espirar el aire sale
(fuera) de un modo coincidente con las
palabras pronunciadas mentalmente.
Esto producirá una asociación mental que
resultará beneficiosa para la concentración.
Repita este ejercicio durante al menos 10
minutos diarios en un lugar tranquilo
durante un mes.
Este es el primer paso más seguro que
conozco.
A partir de aquí, se complica un poco la
práctica de contar respiraciones, de forma
escalonada hasta llegar a lo siguiente
(aunque siempre se puede complicar más):
– 1ª inspiración – Dentro (Palabra
pronunciada mentalmente y percibiendo que
el aire entra).
– 1ª espiración – Fuera (Palabra pronunciada
mentalmente y percibiendo que el aire sale).
– 2ª inspiración – Tranquilo (Palabra
pronunciada mentalmente y percibiendo que
uno se encuentra tranquilo).
– 2ª espiración – Calmado (Palabra
pronunciada mentalmente y percibiendo que
uno se encuentra en calma).
– 3ª inspiración – Profundo (Palabra
pronunciada mentalmente y percibiendo que
el aire es inhalado profundamente).
– 3ª espiración – Lento (Palabra pronunciada
mentalmente y percibiendo que el aire es
expulsado lentamente).
Y se repite de nuevo el ciclo hasta que
termine el tiempo del ejercicio, que puede
ser de minutos o de horas.
Hay complicaciones posteriores que señalan
a objetivos determinados, como por ejemplo
incluir un cuarto ciclo de respiración.
– 4ª inspiración – No muerte. (Palabras
pronunciadas mentalmente. No es momento
de explicar el significado de esto).
– 4ª espiración – No temor. (Palabras
pronunciadas mentalmente. No es momento
de explicar el significado de esto).
De esta forma, se pueden ir añadiendo ciclos
dependiendo de los resultados, de la
persona y de los objetivos (si es que hay
alguno).
Es posible que a alguien le resulte familiar
este ejercicio, es una variación de un
ejercicio utilizado y transmitido por el
Maestro Thich Nhat Hanh.
En su ejercicio se utilizan las siguientes
palabras:
Dentro – Fuera
Profundo – Despacio
Calmado – Relajado
Sonrío – Suelto
Momento presente – Momento maravilloso
Si hay dudas pregunten.
Buena Práctica.
Buscando el “yo” desesperadamente.
La búsqueda del YO es el único camino
común en todo conflicto mental y/o
espiritual.
No se hace uno a la idea de lo importante
que es esta pregunta hasta que pasados los
años de estudios, de práctica, de meditación,
de frustración, de desesperación, de
búsqueda en definitiva, uno observa que
está casi en el mismo sitio en donde estaba.
O incluso en un sitio peor, lleno de dudas, de
dilemas y de cuestiones supuestamente
absurdas.
¿Quién soy yo? es la pregunta más
importante que alguien interesado en si
mismo puede hacerse.
Pero no es una pregunta de respuesta fácil, o
¿tal vez si?
¿Cómo abordarla?
¿Cómo empezar?
¿Cómo no perderse por el camino?
¿Cómo distinguir el trigo de la paja?
¿Cómo determinar algo como verdad?
¿Cómo etiquetarlo como irreal?
¿Lo que es verdad para mí lo es para otros?
¿Lo es para todos?
¿Mi realidad es la del resto?
¿Mi realidad no es el contenido de mi
mente?
¿Cómo puedo comprobar esto?
¿Cómo puedo comprobarme a mí mismo
desde mi propia mente?
Muchas son las preguntas, y aún más son las
respuestas. Esto hace que multitud de
buscadores dediquen su vida a girar una y
otra vez sobre el asunto sin encontrar el más
mínimo atisbo de verdad y desde luego, sin
llenar a conocer SU verdad última al
respecto de quien es uno.
Parece un camino sin meta, y
probablemente lo sea.
El corredor de este camino alza el pie para la
siguiente zancada y no hay nada más, no hay
meta.
No debe haberla, y si la hubiera, ya llegará.
En esa zancada no hay nada que esperar,
nada que anticipar y nada que temer.
¿Es la meta la que llega o es uno el que se
dirige a ella (si la hubiera)?
¿Las circunstancias se presentan o es uno
quien va hacia las circunstancias?
Uno observa el mundo desde sí mismo, la
cabeza parece ser el centro perceptor del
resto, por tanto parece claro que como es
uno quien percibe, ese uno es el centro de
observación.
PARECE CLARO,
Parece.
Durante siglos, la humanidad consideró que
la tierra era el centro del universo, y
observaba cada día como el sol “salía” y “se
ponía”, es decir, se movía con respecto a la
tierra, que permanecía fija. Hoy sabemos
que esto no es cierto, es la tierra la que
orbita alrededor del sol.
Esto podría llamarse realidad externa, es una
realidad constatable, que ocurre fuera de
uno mismo.
Así, cada persona da por hecho que fuera de
sí misma y sin necesidad de su influencia, las
cosas existen “per se”, es decir, existe una
realidad externa a nosotros
independientemente de que estemos
observándola o no.
Esta certeza, nos permite vivir tal cual lo
hacemos, sin necesidad de plantear a cada
instante dilemas y preguntas constantes,
pues da por supuesto que la casa donde
vivimos seguirá estando cuando volvamos
del trabajo, que nuestros hijos seguirán con
vida cuando les volvamos a ver, suponemos
que el coche estará aparcado donde lo
dejamos, suponemos que el árbol de hoja
verde en primavera tendrá la hoja amarilla
en otoño, suponemos que el agua del mar
está mojada y que la sal está salada.
Podemos hacer esto porque existe una
sensación de continuidad.
Son cuestiones que se repiten y que son
comprobables por uno y por el resto, por
tanto son contrastables.
Si estos datos pueden transmitirse a otros,
contarse, explicarse, comprobarse y esos
otros perciben lo mismo que uno o algo muy
similar, se considera que los datos son
OBJETIVOS.
Así las cosas, el movimiento del sol con
respecto a la tierra, fue una realidad objetiva
y externa, a pesar de que era incierta.
Pero quedémonos con el significado del
término “DATO OBJETIVO EXTERNO”.
Cuando uno observa su mundo interior, sus
pensamientos, sus emociones, sus
sensaciones, hablaríamos de un “DATO
INTERNO”.
Si ese dato puede trasmitirse a otros, puede
contarse, explicarse, comprobarse y otros
perciben lo mismo que uno ante las mismas
circunstancias, se considera que esa
información es un “DATO OBJETIVO
INTERNO”.
Por ejemplo, el miedo sería un dato objetivo
interno y un bosque sería un dato objetivo
externo.
Y aquí encontramos el primer dilema.
¿Acaso el miedo no es una percepción
mental igual que el bosque?
¿Ambos no ocurren en la mente?
¿Acaso el bosque no es una percepción de
nuestra mente?
¿Las percepciones externas no ocurren en
nuestra mente?
¿Cómo sabe uno si existen los pensamientos
si no los está observando?
¿Puede saberlo uno?
Existen por otra parte, las llamadas
experiencias subjetivas, que son aquellas
que no han tenido un desencadenante
exterior (percibido por alguno de los 5
sentidos) y que pertenecen al mundo
interior.
Por ejemplo los sueños, los recuerdos, los
sentimientos o las preocupaciones serían
experiencias subjetivas.
Pero se consideran normales, de hecho lo
anormal sería la ausencia de estas
experiencias.
Es indiscutible que existen, que pueden ser
transmitidas, contadas y comparadas, por
tanto son datos objetivos y contrastables
(vaya, otro dilema).
Entonces, ¿el “yo” es objetivo o es
subjetivo?.
CUIDADO con la respuesta, no es evidente
aunque pueda parecerlo.
De hecho, el término “objetivo” no hace que
algo sea REAL ni el término “subjetivo” hace
que algo no lo sea.
Si parece claro que el “yo” solo está cuando
se observa a sí mismo, y si ese “si mismo”
es percibido como algo separado e
independiente del resto, entonces aparece
el “yo” y se adueña de todo.
Mis sueños, mis pensamientos, mi vida, mi
familia, mi trabajo, mi nombre…..etc.
Por tanto, el “yo” es el centro de la
experiencia percibida, y sin ese “yo” parece
que no puede haber experiencia posible.
Pero a poco que busquemos veremos que
esto no es cierto.
¿Es posible observar el yo cuando estamos
en sueño profundo?
¿En sueño profundo existe el “yo”?
¿Puede ser verificado antes de despertar por
la mañana o es tan solo una suposición
perfectamente anclada en nuestro día a día?
La conclusión a la que puede llegar
cualquiera que indague un poco en este
asunto, es que la realidad percibida no
puede existir nunca como DATO OBJETIVO,
pues siempre será una percepción en la
mente que necesariamente es SUBJETIVA.
Por tanto, no se puede concluir que lo
percibido sea REAL.
Por suerte o por desgracia, ahí entra también
la percepción del “yo” que tenemos cada
uno.
Ese “yo” es totalmente subjetivo.
De modo que surgen las dudas:
¿El “yo” es real o no?.
¿El “yo” es una percepción creada por la
propia mente?.
¿Cómo no voy a existir si me duele un pie?.
Todo esto son palabras que pueden formar
un punto de partida, o un sendero, o tal vez
no hacerlo.
No se busca aquí dar una explicación y
mucho menos una solución a un dilema vital,
sino observar desde un punto de vista menos
habitual a fin de despertar la curiosidad del
buscador.
No hay nada peor que un buscador que no
sabe lo que busca.
Es un buscador perdido, literalmente.
Hay quien justifica la existencia del yo
señalándose el pecho cuando es preguntado.
¿Es por tanto el cuerpo el “yo”?
Parece que no, pues en un cuerpo inerte no
hay “yo” (que sepamos).
¿Está ese “yo” dentro del cuerpo?
Si es así, ¿dónde se aloja?
¿Se puede sacar?
¿Se puede separar del cuerpo?
Hay quien justifica la existencia del yo en el
conjunto mente-cuerpo.
En el año 2000, un grupo de científicos
americanos aislaron el genoma completo de
la mosca de la fruta o mosca del vinagre
(Drosophila Melanogaster) y el hallazgo
resultó sorprendente.
La mosca de la fruta comparte ADN con el
ser humano en un porcentaje mayor que
cualquier primate.
Este detalle cuestiona teorías como la de la
evolución de Darwing, nada menos.
Sin embargo, nuestra querida mosca de la
fruta también tiene cuerpo y también tiene
mente, pero no hay ninguna prueba de que
sea consciente de sí misma como algo
separado e independiente, y por tanto tenga
una actitud egoica (que sepamos).
Así que parece que tampoco el hecho de
tener cuerpo-mente hace que aparezca el
buscado “yo”.
Un recién nacido tiene cuerpo y mente. Pero
no hay “yo” por ninguna parte, así que
parece que el “yo” podría ser un hábito
adquirido.
Un pensamiento, una costumbre.
No, no puedo probar todo esto que digo, por
supuesto que no.
Pero el que no lo entendamos no significa
que sea mentira y tampoco significa que sea
verdad.
Todo esto es metafísica pura, pero no por
ello debe ser ignorado.
Y desde luego tampoco defendido como algo
cierto.
Los materialistas, los dualistas y los anclados
a teorías cartesianas y rigurosas lo percibirán
ridículo.
Tienen todo mi respeto, por supuesto.
Uno solo es alguien que duda
constantemente.
El miedo y la mente realizada.
La mente cataloga continuamente.
Algunas veces lo hace de forma voluntaria
(intención consciente) , pero la mayoría de
las veces esto ocurre de forma involuntaria
(sin intención consciente).
Sin embargo, en muchas ocasiones, lo hace
de una forma burda y muy poco realista,
convirtiendo el resultado de esa
catalogación en un hábito del pensar, en una
reacción automática, en una “realidad
cotidiana”.
Así, la mente se puede preguntar…
¿Qué es aquello que es malo?.
¿Qué es aquello que es bueno?.
¿Cómo puede uno diferenciarlo?.
Algo bueno podría ser algo que NO es
percibido como una amenaza.
Algo malo podría ser algo que SI es percibido
como una amenaza.
Así de simple y así de complicado al mismo
tiempo.
Cuando la mente percibe una amenaza
aparece el miedo.
Nunca aparece el miedo sin una amenaza
PREVIA.
Nota:
Hay ciertas enfermedades o trastornos tanto
psicológicos como fisiológicos, como la
tanatofobia, las crisis sostenidas de
ansiedad, los ataques de pánico recurrentes
(de raíz psicológica) ó algunos problemas en
la glándula tiroides, en el sistema límbico,
simpático, parasimpático y/o el SNC y otros
(de raíz fisiológica), que provocan que los
sistemas naturales de alerta estén
disparados continuamente o que su umbral
de disparo sea anormalmente bajo, pero
hablamos en circunstancias normales sin
problemas de salud que puedan causas estos
efectos.
Como digo, en circunstancias normales,
siempre previamente al miedo y sus
consecuencias asociadas hay un
desencadenante, que suele ser un
pensamiento (observado o no), que es
catalogado (o ha sido catalogado
previamente) como una amenaza.
Las personas temen, el miedo es un
denominador común en la vida.
En algunos casos es el epicentro de la
experiencia vital.
Si cogemos a 100 personas que son
conscientes de su propio sufrimiento y les
preguntamos que desearían, el 90% desearía
no sentir miedo, deshacerse de esa
sensación asfixiante que puede llegar a
convertirse en un hábito demoledor.
El miedo, el temor, el miedo al propio miedo
es un círculo de sufrimiento casi constante.
¿Pero miedo a qué?
¿Miedo a quién?
Tememos perder, tememos no tener y
tememos no alcanzar.
Esos son los tres pilares básicos del temor.
El temor a perder lo obtenido, lo poseído, la
propiedad, la salud.
El temor a no tener lo que creemos que
necesitamos.
El temor a no alcanzar esas metas, ese
objetivo, material o espiritual que creemos
nos colmará de tranquilidad por fin.
– Siempre pensando que la solución llegará
mañana, siempre esperando que ocurra algo
en el futuro que cambie el sufrimiento
actual. (¿Pero cómo puede algo en el
FUTURO cambiar el sufrimiento ACTUAL?, el
planteamiento es sencillamente absurdo).
– Siempre preocupados por cuestiones que
no podemos controlar EN ESTE MOMENTO.
– Siempre con ideas nada realistas sobre las
circunstancias que no ocupan y preocupan.
Si uno consigue entender el origen del temor
(no las consecuencias, sino el origen), estará
caminando en la senda hacia la calma.
Muchas personas consideran que la ausencia
de temor es una consecuencia de una
realización, uno (probablemente cometiendo
un error), considera lo contrario.
La mente realizada solo puede surgir (NO
SER ALCANZADA; NO SER CONSEGUIDA), la
mente realizada solo puede surgir desde
una mente que permanece en ausencia de
miedo.
Si esto fuera cierto, la ausencia de temor
abriría la posibilidad de que surgiera una
experiencia de realización.
La posibilidad.

El dilema extremo.
¿Si no hay yo, quién se libera?
A partir de esta cuestión, surgen miles de
preguntas.
¿Quien se libera de qué?
¿Cómo surge el yo?
¿Cómo puede uno liberarse?
¿Cuánto se tarda?
¿Qué tengo que hacer?
….. etc, etc, etc…..
Hay que tener algo de profundidad de miras,
porque hay preguntas que se hacen muy
alegremente y no tienen una respuesta
evidente.
A veces, directamente no tienen una
respuesta y la propia ausencia de respuesta
es lo correcto, lo justo y lo adecuado para la
pregunta realizada.
Hay preguntas muy difíciles de responder y
que no tienen una respuesta común.
– ¿Cómo hay que vivir la vida?
Tu respuesta no tiene por qué ser la mía.
– ¿Es de día o es de noche?
Pues…depende.
Y si “depende”, no es la Verdad indiscutible
que se está buscando.
Todo aquello que “depende” puede servir
para practicar, pero también es un
obstáculo.
Si “depende” estamos pensando desde la
dualidad, desde la comparación, desde el
juicio y desde la separación.
Muchas personas se quedan en las
preguntas y conforman su práctica con ellas,
confundiendo la Práctica real con mantener
una duda encendida en sus mentes.
Piensan (erróneamente) que tener una
pregunta les hace estar más cerca de la
respuesta.
Piensan (y sienten realmente como verdad),
que tener preguntas significa estar
avanzando, aunque no puedan explicar cuál
es el objetivo final de este avance o si sirve
para algo.
¿Donde se quiere llegar?
¿Qué se quiere obtener?
¿Quién quiere obtenerlo?
Por desgracia, es necesario crear una actitud
que propicie la aparición de esa respuesta.
La llama de la duda no es Práctica.
Observamos la piedra con el cincel en la
mano, pero rara vez nos atrevemos a golpear
el mármol con el frío martillo.
Pensamos que al sentir el peso del martillo
estamos haciendo algo útil, pero no es así.
El mármol hay que romperlo, hay que
equivocarse para poder entender.
Repitiendo el enunciado de la ecuación no
obtenemos el resultado.
Las personas se frustran y critican cosas,
muchas veces porque no las entienden y
porque han fracasado en su búsqueda.
Esas personas sufren y no comprenden por
qué.
Este no es un camino amable.
Enredarse y tropezar, levantarse y seguir
parecen directrices fáciles de llevar a cabo,
pero no lo son.
La desesperación está presente a menudo.
¿Para qué luchar?.
¿Por qué no dejarlo todo?
Abandonar.
Muchos lo hacen.
Muchos lo hacemos.
La constancia se pierde, el deseo de la
finalización de todo sufrimiento hace que
nos equivoquemos y nos bloqueemos una y
otra vez, una y otra vez, durante años. Forma
parte del camino.
Dame la fórmula mágica !!!.
Dime que tengo que hacer !!!.
Ayúdame !!!.
La Práctica puede convertirse en un enemigo
si no es bien comprendida.
Es como rezar a Dios, y si las cosas no salen
como uno espera culpar a Dios.
Eso es no entender a Dios.
¿Y dónde queda nuestra responsabilidad
como individuos?
La buena Práctica es responsabilidad del
individuo.
La mala práctica también.
Tratemos de descubrir juntos, de la mano,
con Amor, cercanía, prudencia y cautela
quién se esconde tras ese velo de ira y
violencia que llamamos “frustración”.
Uno de los dilemas que más bloqueos de
Práctica causan es no tener claro quién está
haciendo qué, y por qué lo hace.
Este es un punto básico para comenzar a
comprender algunas cosas, y como digo,
también es una enorme piedra en
el camino, que algunos se empeñan en
deshacer a puñetazos, otros se empeñan en
sortear (haciendo trampas) y solo
unos pocos son capaces de sentarse ante la
enorme piedra y esperar a que se deshaga
comprendiendo la verdadera
naturaleza de la piedra que observan,
comprendiendo de donde a surgido y por
qué lo ha hecho, comprendiendo
quien está observando la piedra y por qué lo
hace.
Percibiendo como verdad inequívoca que ni
la piedra ni quien la observa son lo
importante.
Percibiendo que no son distintos.
Comprendiendo por qué el iracundo siente
ira, por qué el que odia siente odio, por qué
el que grita tiene la
necesidad de hacerlo y comprendiendo
también por qué, tiempo después ya no hay
necesidad de gritar, no hay
necesidad de odiar ni tan siquiera de sentir
ira.
Esto se llama aprender de uno mismo.
Uno es discípulo y maestro a la vez.
Nadie puede enseñarlo.
Sería mentira.
Sería como intentar ponerle puertas al mar.
El mar es así. Es su naturaleza.
Este es el único camino, porque si perdemos
de vista la piedra, saltando por encima o
bordeándola por un lado,
volverá a aparecer y será más grande.
El camino que voy a describir es
tremendamente común….
En algún momento de mi vida, leo algo, o
estudio algo, o escucho a alguien, o vivo
una tragedia, o en algunos casos se
despierta una sensación o un
presentimiento incómodo que hace que
perciba sufrimiento aparentemente sin un
motivo, así que:
– “YO” me doy cuenta de que sufro, de que
no vivo como me gustaría y que la vida es
en general una experiencia frustrante y
dolorosa.
– En algún momento, “YO” me doy cuenta
de que el origen de mi sufrimiento es el
nacimiento o la misma consciencia de mi
mismo como ser independiente y separado.
– Con el paso del tiempo, con Prácticas,
Creencias, Meditaciones y Fe, “YO”
comprendo o creo comprender mediante la
observación que el punto anterior es una
realidad.
– En otro momento “YO” entiendo (o creo
entender) que soy “YO” mismo la causa del
problema.
– Así que “YO”, decido que tengo que
terminar con el “YO”, (pero debo seguir
siendo “YO” porque no hay forma de evitar
ser “YO”).
Y aquí, cientos, miles, decenas de miles de
practicantes se bloquean y se detienen en
seco.
¿POR QUÉ PASA ESTO?.
En la niñez, hasta los dos o tres años, un niño
no percibe si contiene el mundo, o es el
mundo quien le contiene
a él.
NO hay diferencia.
El niño es el mundo.
El niño contiene el mundo.
En la edad adulta, el mundo te contiene a ti.
Hay una separación clara, contundente,
rotunda, violenta, inequívoca.
Uno es uno, y el mundo es el resto.
Mientas pienses como un niño o tengas una
mente con esa maravillosa característica
infantil, no habrá sufrimiento. Podrá haber
dolor, pero ni sufrimiento ni culpa ni por
tanto arrepentimiento.
Es la fantástica inocencia infantil.
En la edad adulta en cambio. Todo es
distinto, vamos hacia cosas en lugar de ir
descubriendo lo que va apareciendo ante
nosotros.
La vida es una persecución y uno siempre va
detrás de algo, que cuando es alcanzado,
enseguida es sustituido por
alguna otra cosa, alguna otra meta, algún
otro logro.
No hay calma.
Este es el por qué y estas son las diferencias.
La buena noticia es que para deshacerse de
algo hay que conocerlo.
Para que desaparezca el “YO”, ha debido
aparecer antes.
Esto es inequívoco, es un hecho.
¿Y cómo se sale de este dilema?
Ni idea.
El suelo debe desaparecer para tomar
conciencia de que estamos apoyados sobre
él.
Es un camino incierto, sin sendas, el camino
del ganador no tiene señales.
Pero esto es una esperanza y una frase
sugerente, nada más.
¿Donde está la receta?
No hay
¿Donde está el prospecto?
Lo has perdido.
¿Donde están las instrucciones?
Se las ha comido el mismo que las busca.
¿Y ese quién es?
Uno que se regocija en su propio sufrimiento
y lo tiene como bandera y seña de identidad.
Uno que justifica su mediocridad y sus
defectos sin hacer nada por cambiarlos
porque cree que él mismo es esas
cosas que siente, esas cosas que piensa.
Uno que no ve que él es el cielo, no el azul.

El vaso roto.
En general, las personas consideran el
optimismo como una virtud y el pesimismo
como un defecto.
En realidad no existen el optimismo y el
pesimismo, y tampoco exiten la virtud y el
defecto.
Simplemente son cuatro conceptos
comparativos basados en un juicio de valores
totalmente parciales.
Hay quien ve el vaso medio vacío y esto es
malo.
Hay quien ve el vaso medio lleno y esto es
bueno.
Hay quien ve el vaso vacío y esto es aún
peor.
Hay quien ve el vaso lleno y esto es aún
mejor.
Hay quien ve el vaso y esto no es ni malo ni
bueno ni mejor ni peor.
Y luego está quien no ve el vaso, y esto ES.
Rompa el vaso y será.
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Entrevista con YIN ZHI SHAKYA –
Pregunta 5/19.
5 ¿Cómo puede ayudarnos el Budismo?
El Budismo nos enseña que solamente hay
una mente en el Universo y más allá de él.
Los Budistas que dedican su tiempo y
energía a la práctica del Budismo alcanzarán
el estado de Nibbana en sus vidas diarias
porque ellos ahora tienen la habilidad de
ejecutar sus actividades o deberes
necesarios con no-sufrimiento.
El budismo es la medicina para un mundo
enfermo.
Busca cultivar la paz, el alivio, la ética firme,
la reconciliación, las buenas relaciones y
unas vidas más felices. No es simplemente
un planteamiento hacia la felicidad y
salvación individual, sino que está enfocado
principalmente a proporcionar esos
supremos beneficios al mundo en general.
No podemos sanar a los privilegiados sin
emancipar a los oprimidos, más de lo que
podemos sanar a la humanidad en su
conjunto sin sanar a la naturaleza.
El budismo, por lo tanto, nos enfrenta a una
elección. En el corazón del mensaje budista
está la idea de que las personas son lo que
hacen, y lo que hacen tiene consecuencias.
Puesto que tenemos una vida, y puesto que
eso significa que debemos actuar, y puesto
que las acciones tienen consecuencias, lo
que hacemos tiene gran importancia.
Si nuestros actos se llevan a cabo desde la
ignorancia de la gran enfermedad,
únicamente agravaremos el problema.
David Brazier dijo: El budismo es también un
grito desde el corazón. Buda salió de su
palacio porque no podía soportar más vivir
en la opulencia mientras tantos otros sufrían
enfermedades, pobreza y muerte prematura.
Este grito, no obstante, no es solamente
emotividad; es también un sabio camino de
principios que trae al practicante el
conocimiento de estar en el buen camino así
como de estar trayendo beneficios para el
mundo.
La razón por la que (los budistas) estudiamos
las enseñanzas del Buda es que al vivir en
este mundo nos vemos confundidos por un
buen número de problemas que necesitan
ser resueltos.
Muchas personas se encuentran ahora en
una búsqueda espiritual de un camino que
conduzca a sus mentes hasta la paz y la
apertura. Han descubierto que las normas
del mundo que enfatizan la felicidad material
no traen paz y seguridad reales; al contrario,
conducen a más dolor e insatisfacción.
Para estas personas, el Noble Camino
Óctuple del Buda, ejemplifica una vida
sencilla y de satisfacción. Una vida que es
abierta y libre. Él enseñó los métodos para
liberar nuestras mentes de la lujuria, el odio
y la ilusión, y comenzó enseñando a sus
discípulos cómo tener una mente abierta
que se expandiera más allá de sus
limitaciones presentes, de forma que
pudieran examinar con comprensión.
En el Sutra de los kalamas, Buda declaró
explícitamente que debíamos examinar e
investigar siempre y no seguir ninguna
creencia de forma ciega.
Todas estas advertencias tienen el propósito
de abrir y expandir nuestra experiencia para
que no nos apeguemos a ninguna doctrina
particular sin una investigación profunda (U
Vimalaramsi).
Siguiendo el Noble Camino Óctuplo, “Ariya-
Magga”, que significa la práctica de la no-
violencia hacia todos los seres vivientes a
través de la práctica del Correcto-
pensamiento, el habla-Correcta, las acciones
corporales-Correctas, el modo de vida-
Correcta, y así sucesivamente, es la Rectitud
del Budismo.
Si fuéramos a preguntar a nuestros
ancestros, “¿Qué es la rectitud?”, ellos
responderían, “Practicar la no-violencia hacia
nosotros y los demás.” ¿Por qué
responderían de tal forma?
Ellos conocen que la Filosofía y la Ciencia son
materias ilimitadas, y que cada uno se apega
a su propia forma de rectitud.
Además ellos saben que cada rectitud ofrece
beneficios variados en diferentes aspectos.
Por la paz y la felicidad de la sociedad, ellos
tienen solamente una respuesta: “¡Cada uno
debe practicar la no-violencia!”

Ciao Paco.
Toda expresión artística acerca al hombre a
lo que realmente es.
Cuando esa expresión artística se une a un
ser humano humilde se convierte en algo tan
virtuoso que se hace irrepetible.
Lucha interna sin cuartel en la que uno
muere y renace en cada nota, en cada
acorde, en cada armonía.
Solo unos pocos entienden.
Rasgar las cuerdas con las manos y
escucharlas con el corazón y el alma.
Tocar el cielo cuando se hace algo y alcanzar
a todos y cada uno con una destreza
impropia de la naturaleza.
Estoy en el bosque, rodeado de árboles.
Hormigas, avispas y arañas se suben en el
cuerpo, me ignoran y son ignoradas.
Hay silencio, luego trinos.
Hay calma, y una vez más soy bosque.
Tu eres música, yo soy bosque.
Descansa Paco.
Y gracias.
MIL GRACIAS.
Pensamiento_42
Por favor, busque en su interior, tome el
tiempo que necesite, reflexione
profundamente, vuelva a la pregunta las
veces que sean necesarias y responda
cuando esté preparado.
¿Qué es aquello que le impide alcanzar una
Plenitud total EN ESTE MISMO INSTANTE, y
que no es ni deseo, ni anhelo, ni confusión,
ni dudas, ni preguntas, ni esperanzas, ni
recuerdos, ni miedos?
¿Qué es?
Pensamiento_41
Deberíamos preguntarnos que puede hacer
uno por la Vida en lugar de permanecer
esperando que la vida haga algo por
nosotros.
Permitiendo que la vida se exprese.
Todo está hecho para uno crea que la vida
que vive la vive uno mismo.
¿Pero quién es ese “uno mismo”?
El yo, está contínuamente construyendo
cosas a su alrededor, pensamientos,
esperanzas, deseos, acciones, juicios,
objetivos…etc.
Estructuras que predisponen la situación
para que uno crea que vive su propia vida.
En realidad no es así.
Esa vida que crees tuya no lo es.
Tú no tienes ningún control sobre tu vida.
Tienes control (y muy poco), sobre LO QUE
CREES QUE CONFORMA TU VIDA.
Es decir, aquello que tú consideras necesario
y/o deseable para tu subsistencia.
Todo aquello material o inmaterial, personal
o emocional que aspiras a obtener, a
mantener y a no perder.
Y aquí aparece el primer conflicto.
NO ES POSIBLE que la felicidad real dependa
de factores externos.
Parece que sí, pero no. Porque los factores
externos con cambiantes y no dependen de
uno, y por tanto la felicidad no puede
depender de ellos.
Esa es la gran mentira.
Pero todo está tan bien estructurado, tan
enfocado a perpetuar la misma duda una y
otra vez, una y otra vez, que no nos damos
cuenta, no nos hacemos (salvo rara vez), las
preguntas adecuadas.
Y cuando las hacemos, no las enfocamos al
destinatario adecuado.
Solo el hecho de describir lo que es “TU
VIDA”, ya es un reto. Poca gente puede
responder con honestidad a esta pregunta.
Una respuesta honesta es NO LO SE.
¿La vida es un lugar?
¿Es una franja de tiempo?
¿Es una riada de pensamientos?
¿Es imaginación?
¿Es sufrimiento?
¿Es todo lo anterior?
¿Es todo lo anterior y muchas más cosas?
Requiere mucho tiempo y mucha
observación poder contestar a esta pregunta
y sobre todo requiere sinceridad.
Y mi respuesta no es la tuya, eso es seguro.
Cuando encuentras tu respuesta todo
cambia.
No es que cambie, porque todo sigue igual,
mejor dicho, la apariencia de todo sigue
igual.
Salvo la idea de uno mismo.
Eso si cambia.
Ya no se busca nada fuera.
Y la persona se convierte en lo que siempre
ha sido; una herramienta para interactuar
con la sociedad que ha creado.
La memoria se utiliza para saber volver a
casa, no para martirizarse con la culpa.
Para saber donde ha aparcado uno el coche,
no para recordar el atasco de ayer.
El conocimiento se utiliza para resolver
problemas, no para imponer ideas.
La compasión aparece y se utiliza para
comprender a los demás desde sus propios
ojos.
Cuando el yo no está, aparece el resto del
mundo y te ves reflejado en él, en su miseria,
en su violencia, y comprendes como
funciona.
Te enfrentas a lo único que hay que es
ahora.
Y ese ahora NO ES CONOCIDO.
Ese es un gran reto.
Porque no nos gusta lo desconocido, lo
rechazamos, nos inventamos mil y una
excusas para aferrarnos a lo conocido.
De modo que todo lo que se vive es nuevo a
cada instante, y esa novedad trae viejos
miedos.
Hay que saber lidiar con ellos.
Es extraordinariamente fácil caer una y mil
veces en los vicios de la “antigua mente”.
Es más cómoda, es más segura, cree que no
hay sorpresas.
Al “yo” no le gustan las sorpresas, pueden
acabar con él.
Así que cada instante es como estar
balanceándose en un trapecio desde el que
uno puede caer.
La red son los recuerdos y las esperanzas.
Las cuerdas que soportan esa red y la
sostienen son el yo y la imagen que tenemos
de nosotros mismos.
Y no la queremos perder.
NO QUEREMOS PERDER ESTO BAJO NINGÚN
CONCEPTO.
Cuando el miedo aparece, casi todo el
mundo quiere dejar de sentirlo.
Pero… ¿Qué pasa si dejas que el miedo se
exprese?
El miedo, que está debajo y detrás de todo
conflicto, es un gran maestro si se le sabe
escuchar.
¿Por qué el miedo es un Maestro?

Porque es insistente, porque no se cansa


nunca, porque no da tregua, porque está
ahí siempre si eres capaz de verlo y porque
no te deja hacer lo que tienes que hacer y
precisamente ese puede ser el
desencadenante de que lo hagas.
Cuando se enfrenta uno al día a día, lo hace
vestido con una armadura que es su
carácter, su personalidad, su imagen de sí
mismo (que es la que uno espera que
perciban los demás).
Su ira, su gracia, su mal humor, su buen
humor, su comprensión, su impaciencia, su
ecuanimidad, su cariño, sus detalles, sus
gestos, su violencia, sus
palabras…..etc.etc.etc.
Y uno va y se cree que es eso, lo cree
firmemente.
¿Eso eres tú?
No. Nada de esto eres tú.
La persona usa eso, pero tú no eres eso.
Estamos entrenados para sentir placer
cuando surge algo positivo y para sentir
frustración cuando ocurre algo negativo.
Y así funciona, nos quedamos tan anchos,
nos conformamos.
Parece lógico…
¿Cómo no voy a sentir dolor si me está
doliendo?
¿Cómo no voy a sufrir si estoy enfermo?
¿Cómo no voy a sentirme desgraciado si he
perdido el trabajo?
¿Pero qué pasa si no etiquetamos las cosas
como negativas o positivas?
¿Es posible hacer esto?
Es posible, es un hecho, pero solo puede
aparecer ese espacio si honestamente
percibimos como una realidad que nosotros
NO somos el centro de la acción, sino una
parte de Todo.
Cuando aparece la ira, automáticamente
estamos entrenados (por herencia genética),
durante miles de años para responder de
cierto modo (totalmente predecible), tal vez
con violencia, con indignación, con
enfado….etc.
Pero no con calma, con alegría y con
ecuanimidad.
Así mismo, Cuando aparece la felicidad,
automáticamente estamos entrenados,
durante miles de años para responder de
cierto modo, (totalmente predecible), tal vez
con relax, bienestar, tranquilidad,
serenidad….etc. Pero no con tristeza, pena o
frustración.
Y desde luego, estamos programados para
etiquetar.
Inmediatamente.
No sabemos percibir una sensación sin
etiquetarla, sin archivarla. Pero esto es
posible.
Si siento dolor, ES MALO.
Si siento alegría, ES BUENO.
¿Y si uno intentara no involucrarse con su
dolor o con su alegría?
No apropiarse de él.
No es tu dolor, es dolor.
No es tu alegría, es alegría.
Uno siente dolor, y lo observa, como algo
ajeno, no como algo propio, no es un castigo,
no es una penitencia merecida.
Lo que ocurrió en el pasado no está
ocurriendo ahora.
Tu hoy no es el tu de mañana.
Tu hoy muere hoy, con el final del día, con el
final de cada segundo, con el final de cada
milisegundo, incluso antes….
Así que tú eres nuevo a cada instante. Pero
no lo notas.
Tu “programa” funciona demasiado bien.
Pero ¿Quién eres cuando duermes
profundamente?
Eres tú mismo, pero sin un testigo.
También podrías ser tú mismo si estás en
estado de vigilia, y tuvieras una mente que
dejara de nombrar, juzgar, mentir, hablar,
adaptar, colocar, ordenar, mover,
anticipar….
Si NO haces todo eso, entonces la VIDA es
revelada y comprenderás algo.
Comprenderás de primera mano que quien
tú crees que eres te está impidiendo saber
quién eres en realidad.
Permite que la vida se exprese, NO SEAS TU
QUIEN SE EXPRESA.
..
¿Hay dolor?
Constátalo, no lo evites, no lo acunes,
obsérvalo como quien ve un pájaro.
PERMITE QUE EL DOLOR SE EXPRESE.
No lo reprimas ni lo verbalices. Todo eso lo
perpetuará.
No cuestiono el hecho de que exista dolor o
no.
Por supuesto que existe, lo que cuestiono es
que ese dolor tendrá un efecto y un impacto
TOTALMENTE DIFERENTE según sea el
enfoque de la mente.
¿Hay alegría?
No la reprimas ni la verbalices. Eso hará que
quieras volver a sentirla.
Eres esclavo de tus propias sensaciones y los
pensamientos son los eslabones de las
cadenas.
Esos eslabones crecen en número a medida
que añades pensamientos, y ofrecen una
sensación de falsa libertad.
Sigues encadenado, pero la cadena es más
larga y te permite moverte.
Siempre limitado, eso sí.
Las sensaciones (tacto, vista, oído, olfato y
gusto) y las emociones (alegría, tristeza,
frustración, malestar), están sobrevaloradas.
Rigen la vida, y eso no debería de ser así.
Es mentira, estás mirando con los ojos, no
con el corazón.
Estás tocando con las manos, no con el alma.
Mirar con el corazón es permitir que la vida
se exprese.
Tocar con el alma es sentir que no eres el
centro.
Tú no eres la prioridad.
¿Eres capaz de meter tus manos bajo el agua
fría y que tu mente no diga “FRÍA”.?
¿Eres capaz de no etiquetar absolutamente
todo lo que pasa?
¿Puedes simplemente constatar aquello que
ocurre sin tomar partido, sin intervenir ni de
acción ni de pensamiento?
¿Puedes entender que solo tienes este
instante para obtener algo y lo estás
perdiendo por pensar que puedes obtener
algo en ese momento?
¿Se entiende esto?
¿Puedes darte cuenta que este instante ES
común y único para todo ser viviente y que
inmediatamente después ya no ES?
Es EXACTAMENTE EL MISMO INSTANTE PARA
TODO SER. (Es abrumador si uno lo percibe).
Crees que puedes cambiarlo, crees que
puedes cambiar las cosas.
Pero si tu pisas es flor, lo que habrá
cambiado es el Todo, tu no has cambiado
nada.
¿Se entiende esto?
Si luego te culpas por haberla pisado lo que
cambia es lo que tú crees que eres.
(Eres una mala persona porque vas por ahí
pisando flores).
Has verbalizado una experiencia !!!! y has
vuelto a equivocarte.
Calla la mente y experimenta el Silencio.
Permite que la Vida se exprese a tu
alrededor y luego podrás dejar que la Vida se
exprese mediante ti.

Si este no fuera el último día.


Si este no fuera el último día, no habría
notado el peso al levantarme.
No habría olido el cabello de quien descansa
a mi lado ni le hubiera acariciado la cara
mientras dormía.
No habría hablado con la pequeña mientras
descansaba calmada, relajada y durmiente
apoyada sobre sus muñecos de peluche.
No habría formulado los deseos que espero
para ellas y para el día de hoy.
Tampoco habría percibido el peso y el sonido
del agua sobre el cuerpo al ducharme ni el
olor del jabón, ni la textura de las miles de
pompas sobre la piel.
Pompas grandes, diminutas, pompas todas,
tan iguales, tan distintas.
Tal vez no me habría puesto una sonrisa en
la boca para fluir durante el día.
Tal vez me hubiera puesto la cara enfadada,
tensa, desagradable y hostil que tantos días
nos ponemos para funcionar en la vida.
Al salir no habría reparado en el aire frío
impactando sobre la cara y las manos.
No habría percibido el movimiento de las
ramas de los árboles desnudos
cimbreándose sobre el tronco.
Tampoco habría podido esquivar la hierba
sembrada de rocío brillante y la habría
pisado sin duda, sin respeto, sin que me
importara.
No habría percibido el regalo del aire
haciendo volar varios papeles sobre la
cabeza como si fueran cometas.
Y no habría escuchado el leve trino de algún
pájaro que también ha madrugado.
Al conducir no habría sentido el volante
sólido y frío.
No habría sentido la inercia del arranque y el
movimiento ni el desplazamiento del
frenado.
No habría tenido ocasión de sonreir en el
atasco.
No habría visto el rayo de sol que a través de
la ventana se posó sobre mi mano e hizo que
cambiara su temperatura, su color y su brillo.
No habría visto como llueve.
No habría visto como cada gota de agua
revienta en el suelo convirtiéndose en miles
de pequeñas gotas iguales y distintas que la
gota inicial que cae del cielo.
Al comer no habría pensado en cada
movimiento desde el plato hasta mi boca y
en todo lo que eso conlleva.
No habría bebido agua fría sintiendo su paso
desde la boca al estómago, observando
como desaparecía la sensación de sed.
Si no fuera el último día, no habría
saboreado el postre de la misma forma.
Tampoco me hubiera relacionado con otras
personas desde la calma, la serenidad y la
atención, escuchando, reflexionando y
respondiendo solo cuando es necesario, sin
llenar el día de palabras inútiles que no son
más que ruido y violencia.
Y desde luego, no habría respirado como si
fuera la única cosa sobre la que tuviera
control (que tampoco).
Igual no es mi último día y mañana puedo
repetir estas experiencias maravillosas.
¿Quien sabe?

Diario de un ofrecimiento de méritos.


El ofrecimiento de méritos es un gesto de
compasión muy extendido entre los
budistas, consiste literalmente en ofrecer la
práctica a una persona determinada, aunque
no hace falta ser budista para llevarla a cabo.
Es importante indicar que se ofrece la
práctica en si misma, no el fruto de la
práctica (si lo hubiere).
En este caso el ofrecimiento es para “L”.
De modo que este es un pequeño diario al
hilo de un ofrecimiento de práctica que uno
ha realizado durante 100 días consecutivos.
Este diario pertenece únicamente a los
primeros 30 días.
Lo publico porque tal vez sea de utilidad para
alguien y porque precisamente hoy
(23/4/2014) es un día clave en la
recuperación de “L”.
No pretendo nada más que rendir un mínimo
homenaje a “L”, a su lucha, a su sufrimiento,
a su entrega, a su fuerza, a su entereza, a
toda la grandeza y virtud que tiene el
esfuerzo de quien sufre.
“L” es como la parte azul del mar.
El resto no debería tener ningún interés.
Las notas se han tomado siempre en los 5
minutos posteriores a la práctica.
Día 1.
Hoy comienza.
El sentimiento principal es el miedo, siempre
tan presente, el miedo es percibido como
algo propio, no ajeno. Algo tan pegado que
parece adherido a la misma vida. Uno siente
el miedo como siente las manos, el miedo
está ahí, las manos están ahí, veo el miedo,
siento el miedo, veo las manos, siento las
manos.
Pero hay un matiz, el miedo no pertenece al
cuerpo, las manos si.
Día 2.
La Serenidad y la Calma están lejanas.
Aún no te conozco ni te he visto jamás, pero
influyes en mi vida, y eso tiene que significar
algo.
Pisas una piedra y cambia tu camino,
tropiezas con una flor y cambia tu vida.
Siento Esperanza.
Día 3.
Inquietud, movimiento, miedo y reiteración.
No hay calma.
Estoy incómodo y muy distraído, se que ha
empezado, en una semana aparecerán
síntomas duros.
Siento un gran desasosiego y mucha
compasión.
No siento pena, bien se diferenciarlo, bien
se.
Día 4.
Algo de calma, recuerdos, efectos en la
visión por tratak sostenido.
¿Dónde está la esperanza del inicio?.
Tan solo 4 días y ha desaparecido por
completo.
Sé cómo funciona y comprendo por qué
pasa.
La mente es tozuda en su pesimismo y muy
proactiva.
Tiene que haber algo….,
Una pauta, un sendero al menos.
Hay que encontrar el Tesoro de la Calma
para poder ofrecerlo.
Hay un motivo, pero ¿cómo funciona?
¿cómo acercarse? ¿cómo imaginarse siquiera
lo que viene?.
Día 5.
¿Cómo entender lo que ES sin inmiscuirse,
sin nombrar, sin juzgar?.
Simplemente aceptar sin intención ni juicio.
Permitir. Solo permitir.
El flujo de la vida es esto, no hay que
aceptar.
¿Es posible esto?
¿Puede haber aceptación en ausencia de
acción y observador?
Día 6.
Distraído, inquieto, irresponsable, sin
motivación.
¿A dónde lleva esto?
¿Para qué sirve este miedo?
¿Por qué tantísima angustia?
¿Cómo imaginarme siquiera tu miedo?.
¿Cómo imaginarme siquiera tu angustia?.
Coge mi mano y caminemos.
Te beneficia ser un niño, al no tener
conceptos preconcebidos ni falsas
esperanzas tu lucha será limpia y genuina,
eso te da ventaja.
Día 7.
La compasión que duele no es útil, no es
genuina, estorpece, interrumpe, resta.
Pienso mucho en la situación, no hay calma
“L”, no hay calma.
Otro día más. Lloro y junto mis manos, pero
mi llanto no te sirve, mi respeto no te sirve.
Día 8.
No debo juzgar la práctica en términos como
buena o mala, pero es muy difícil (no es
inevitable) que la mente lo haga.
Confrontación sobre los sentimientos de
bondad.
Acuno la ira.
Qué gran estupidez es valorar una situación
como esta con términos como “justicia” o
“injusticia” o bien “justo” o “injusto”.
¿Cómo puede haber quien juzgue que esto
es injusto o aquello es justo?
¿Qué tiene que ver la justicia en todo esto?
Cuanto sufrimiento causan los malos hábitos
del pensar.
Día 9.
Los fármacos van progresando, en breve el
sufrimiento físico será intenso. Fuerza, calma
y comprensión. Silencio.
La cabeza hierve.
Día 10.
Algo más de calma en la práctica, los días
pasan, tú sufres, sigues un camino incierto,
sin sendas, el camino del ganador no tiene
señales.
EL CAMINO DEL GANADOR NO TIENE
SEÑALES.
Crea tu Camino.
Y una vez sea tuyo, transítalo.
Día 11.
Algo de tranquilidad utilizando un Mala en
las meditaciones.
Estás descansando, el proceso farmacológico
ha empezado, hay que esperar el impacto.
Hay que esperar los efectos del impacto.
Día 12.
VACACIONES !!!!.
Salir de un hospital y dejar atrás el dolor
aunque sea por un espacio corto de tiempo
es como un baño en el mar.
Unas horas libres de angustia, un tesoro, una
isla, una nube de azucar, una cara suave.
Descanso tras el miedo.
DESCANSO.
Una tregua.
Amor percibido.
Día 13.
Miedo, ausencia, intranquilidad, agitación.
Estoy en “— omitido —“, ante un espejo, en
pie, tenso, inquieto, incómodo.
No reconozco lo que veo. Es un lugar que me
resulta extraño, no estoy familiarizado con
este lugar.
Pienso que te gustaría estar aquí.
A todos nos gustaría que eso fuera posible.
Día 14.
Estoy en medio de una arboleda, paseando,
observo hormigas, libélulas y mariposas, las
flores coloreadas y las hojas verdes se
mueven libres. Me quedo quieto, siento que
te encantaría estar aquí. No hay silencio, ni
en la mente ni fuera.
Los cerezos están espléndidos. ¿Hay un árbol
más bello que este?
Lo abrazo, y apoyo mi cara en su corteza.
Veo caer una flor y percibo que en todo el
planeta solo yo he tenido esta experiencia en
este momento.
La conservo para ti. La caída de esa flor me
acompaña-
Día 15.
Busco la fuente, no la encuentro, es la propia
búsqueda la que me impide tropezarme con
ella. Lo percibo.
Día 16.
Una práctica mediocre, me distraigo
observando a “— omitido —“, su pelo está
sobre la almohada, extendido y salvaje, su
mano cuelga tranquila y la acaricio.
Duerme tranquila y serena, la respiración es
calmada y su pelo huele a regaliz (o eso me
parece).
Hay cercanía, proximidad y unión.
Practica insistente, reseñar únicamente que
hay somnolencia y un poco de relajación del
cuerpo. Nada más.
Día 17.
Hay enfoque, entro en la calma por un
instante que no es sueño. Hay que seguir,
hay que insistir, pero sin seguir, sin insistir,
sin buscar.
Fluyendo, permitiendo que se exprese lo que
sea que se tenga que expresar.
¿Cómo estarás tú?. No lo sé, no lo sé.
Día 18.
Mal, hay un claro sentimiento de perder el
tiempo, desesperación, distracciones
continuas.
Debo detenerme para ordenar la mente.
Día 19.
Vislumbro tranquilidad por un instante.
Día 20.
Distracción, ausencia, desapego, me siento
perdido.
Las comparaciones no paran, imágenes me
bombardean la mente, pero no me
inquietan, me distraen.
Muy mal, práctica totalmente inútil,
desánimo, muy distraído. ¿Cómo estarás tú?
Preocupación, inquietud.
Día 21.
Algunos segundos de calma, zumbidos en los
oídos que retienen la atención.
Día 22.
El sábado fue tu cumpleaños. Cumpliste “—
Omitido —“. Mala práctica. Gran inquietud,
distracciones y muchos pensamientos. La
espalda arqueada, mala postura y tensión en
la pierna derecha y dolor en la rodilla.
Constato e ignoro ambas molestias.
Día 23.
Algo de calma, buena postura,
concentración. No sé nada, me preocupa. A
veces no sabe uno qué es mejor, si saber o
no saber.
Día 24.
No hay calma. ¿Dónde ESTÁ?
Día 25.
Ahí está, un instante, robado al tiempo, un
momento sin tiempo, mínimo, siempre
constatado después, pero ahí ha estado. El
no ser, impermanencia en estado puro. No
había nada, no había nadie. Ausencia total y
completa de uno. Unión completa por
disolución. Uno no estaba, está el resto,
siendo uno parte del resto y parte del todo
que es lo mismo.
Nombrar ESTO es matarlo. Intentar
conservar ESTO es matarlo. Recordar ESTO
es matarlo. Aferrarse a ESTO es matarlo.
Yo no soy, ESTO ES.
Día 26.
Una mierda, directamente. Muy distraído,
muchas imágenes en la mente. Imaginación
desbordada. Ya has pasado la cuarta parte
de la primera fase.
Día 27.
Fatal, distraído, sin ninguna concentración.
Es absurda una práctica como esta, pero no
hay que parar. Siento los engranajes del
pensar, chirriando cada vez que me
bombardea la imaginación con imágenes al
respecto de tu situación. No puedo evitar
esto, es como tapar una cascada con la
mano. El agua se abre paso, los
pensamientos igual. Si no tienen camino lo
crean.
Día 28.
Siento que el ofrecimiento es sincero,
realizado con todo mi Amor, me emociono.
Siento un temor intenso pero no detecto la
causa, no percibo la razón que ha iniciado
esta riada de pensamientos y emociones.
Día 29.
Dejo ir, permito que se exprese también la
frustración, la ira y la pena, el enfado y la
disconformidad, son expresiones de la
Totalidad también y son amadas.
Día 30.
No me concentro. Demasiada imaginación y
muchas preocupaciones impiden una
práctica adecuada.
Aquí termina el diario.

“L”, en mi mente, mi mano se dibuja sobre la
tuya en este momento.
Mis brazos te sujetan, no los sueltes por
nada.
Agárrate fuerte y…
PERMANECE.
El dolor, la pérdida, el furor y la ira.
Hace poco tiempo he recibido un email de
alguien que ha sufrido una gran pérdida, es
una tragedia que ocurre muchas más veces
de las que pensamos, cada día, cada rato,
cada instante, pero no por ello es menos
dolorosa y terrible.
Me gustaría dedicarle esas líneas a todas
aquellas personas que han sufrido una
pérdida como esta, y en especial a la persona
que me ha escrito, con el íntimo deseo de
que en algún momento todos ellos
encuentren al menos la senda que les lleve a
obtener una mínima calma.
Sé que esa calma está ahí, bajo los
escombros y la desolación, porque la he
sentido.
Pero yo no la tengo y no la puedo dar.
Yo no la tengo.

Las personas temen, el miedo es un
denominador común en la vida.
En algunos casos es el epicentro de la
experiencia vital.
Si cogemos a 100 personas que son
conscientes de su propio sufrimiento y les
preguntamos que desearían, el 90% desearía
no sentir miedo, deshacerse de esa
sensación asfixiante que se convierte en un
hábito.
El miedo, el temor.
Tememos perder, tememos no tener y
tememos no alcanzar.
Esos son los tres pilares básicos del temor.
El temor a perder lo obtenido, lo poseído, la
propiedad, la salud.
El temor a no tener lo que creemos que
necesitamos o merecemos.
El temor a no alcanzar esas metas, ese
objetivo, material o espiritual que creemos
nos colmará de tranquilidad por fin.
Siempre pensando que la solución llegará
mañana, siempre esperando que ocurra algo
en el futuro que cambie el sufrimiento
actual.
Siempre preocupados por cuestiones que no
podemos controlar EN ESTE MOMENTO.
Siempre con ideas nada realistas sobre las
circunstancias que nos ocupan y preocupan.
Y que fácil es decir: “no pienses en ello, no
puedes hacer nada ahora”.
Y que extraordinariamente difícil es
reconfigurar el pensamiento para que corrija
esos problemas que causan tanto
sufrimiento y tanto agotamiento mental, que
frustran tantas vidas que podrían ser
mejores….
Ahora, tal como he indicado, vamos a
centrarnos en la pérdida.
La mente pensante no está preparada para
la pérdida, ya lo he comentado otras veces,
aunque la pérdida de la vida esté prevista
(por un diagnóstico médico, por ejemplo), la
mente jamás está preparada para la muerte
de otra persona que no sea uno mismo; por
pura lógica no puede estarlo.
Puedes planificar, puedes prever, puedes
preparar, pero el instante en el que ocurre el
desenlace, es único, es imprevisible y es
irrepetible.
Nadie está preparado.
Si además se trata de la muerte de un niño,
es imposible prever las consecuencias en los
progenitores y en su círculo cercano.
Esa muerte es contra natura, la mente no la
acepta, las personas no la aceptan.
Erróneamente, durante el duelo (del que
hablaré más adelante), se comete un fallo
enorme, pero que está plenamente
justificado.
Ese error es buscar la justicia o injusticia que
hay en la muerte, intentar etiquetar la
ausencia en términos de “justo” o “injusto”
es un camino sin salida, tan estrecho, que es
muy difícil dar la vuelta y salir, así que
normalmente la salida está por delante,
traspasando el muro que hemos encontrado,
y eso significa una lucha enorme y un castigo
muy severo a nivel mental y físico.
Vivimos siguiendo una lógica que aunque no
se vea o se perciba, si se analiza resulta
conocida, coherente y cercana.
Si ponemos un pie y luego el otro,
caminamos, esto es normal, es natural, se
hace habitual y por tanto es un hábito
aceptado.
Forma parte de la coherencia de lo que
consideramos normal.
También “comprendemos” que un anciano
fallezca, que termine su periplo vital y su
vida termine, esto es aceptado.
Todo lo que empieza termina, una mente
lógica puede llegar a esta conclusión por si
misma sin mucho esfuerzo.
Pero la pérdida de un hijo es devastadora.
En el caso de los niños, uno no percibe un
dolor mayor, un castigo más exigente, una
inquietud más inmensa, un miedo más atroz
que la pérdida de un hijo.
Uno no ha pasado por esa circunstancia, y no
puede hacerse ni una idea.
Es una pérdida demoledora, no hay palabras
que puedan describir la desolación completa
que debe sentirse.
Uno ha visto estas situaciones, uno ha
hablado con personas que están transitando
por esta terrible senda, y no es posible
describir el dolor, la angustia, la soledad, la
culpa….
No es posible.
El dolor toma formas extrañas, inciertas,
decadentes y sórdidas.
Se solapa con desconcierto, con ira, con
frustración, con violencia….
Esa pérdida, sea súbita o previa enfermedad,
deriva en un estado mental que puede (y
debe) ser analizado en profundidad para
poder minimizar el tiempo de sufrimiento.
Es un error pensar que las heridas se curan,
esas heridas no se curan.
No desaparecen y no puede esperarse que lo
hagan, ese no es un objetivo realista.
El tiempo es muchas veces algo destructivo,
interminable y contraproducente.
No hay consuelo para esos padres, para esos
hermanos y hermanas, para esos amigos,
para esos cuidadores.
El desasosiego azota sin misericordia a estas
personas, las mentes devastadas y sin
esperanza buscan una salida, el agotamiento
físico y mental, el no dormir, hace que la
realidad (en este momento durísima), se
vuelva aún más hostil.
Convivir con este dolor inmenso es
imposible.
Conciliarlo es inalcanzable.
La confusión es extrema.
¿Cómo explicar que uno siente una
vergüenza sobrecogedora por haber
sobrevivido?
¿Cómo tragarse esa ira amarga y feroz que le
queda a uno por haberse quedado?
¿Por qué no es posible, cumpliendo el acto
de Amor más puro, poder cambiarse uno por
aquel que ha partido?
La mente sabe que no es posible y este es
otro conflicto.
El dolor, la pérdida, el furor y la ira se han
convertido en un instante en lo único que
nos queda.
¿Qué hacer cuando esto ocurre?, ¿qué hacer
ante esta situación?, ¿cómo ayudar a estas
personas?, ¿Cómo pueden encontrar
consuelo?
Supongo que nadie tiene un manual para
esto.
Pero no por ello hay que dejar pasar la
situación con la idea de que ya terminará,
hay algunas referencias, algunos mapas,
algunas marcas que pueden seguirse.
Solo comenzar a caminar tras una pérdida
como esta es signo suficiente de que se está
haciendo algo, hay que caminar, hay que
moverse, hay que hacer, hay que
equivocarse, llevar una pequeña brújula en
la mano y no detenerse.
(Qué fácil es decir esto, y que
extraordinariamente difícil debe ser hacerlo,
disculpadme, por favor).
Generalmente ante una pérdida importante,
las personas transitan o pueden transitar por
una serie de fases que están relativamente
bien definidas.
Conocer estas fases puede ser diferencial
para reducir el nivel de dolor psicológico y la
carga mental que se está soportando.
Ese proceso tras la pérdida se conoce como
duelo.
El duelo no solo es normal, sino que es
necesario, es como la sangre que coagula
tras una herida.
Es un proceso hacia la aceptación de una
situación nueva, un intento de adaptación
natural de la mente.
La duración del duelo es muy variable, pero
los expertos consideran que el 90% de los
casos que cubren las 5 etapas lo hacen en un
tiempo que varía entre 1 y 3 años desde el
momento de la pérdida.
(Quien esto escribe no es médico ni
terapeuta; pero ha sentido y siente la
pérdida como algo propio).
Solo uno mismo irá viendo el tiempo y el
ritmo que se requiere para ir transitando el
duelo.
No hay una forma “correcta” o “incorrecta”
de llorar una pérdida: no todos
experimentamos lo mismo, ni debe
esperarse que sea así.
La pérdida siempre está ahí, pero para la
mayoría de la gente, la pena cambia con el
tiempo.
Cuidado, digo CAMBIA, no digo desaparece.
Eso no significa que todo el mundo tenga
que pasar por todas las etapas, ni siquiera
que los sentimientos aparecerán en ese
orden.
Hay un estudio muy interesante y reciente
(2012) en el que se demuestra que no existe
un patrón establecido ni en la duración ni en
el orden de las fases.
Se puede consultar aquí: (En inglés).
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/2247
2274
(Si alguien lo necesita lo puedo traducir, no
tiene más que decirlo).
Retomemos el duelo.
Todo duelo se compone de cinco etapas.
1.- Negación.
2.- Ira.
3.- Pacto o negociación.
4.- Depresión.
5.- Aceptación.
Veámoslas en detalle.
1.- Negación.
La negación siempre aparece, su duración
varía enormemente, puede aparecer en
forma de palabras o interiormente, en forma
de pensamientos o elucubraciones
personales. Pero SIEMPRE aparece. Es un
indicador de una mente reactiva ante la
pérdida inesperada (e inaceptable) que
acaba de acontecer.
Le negación es un colchón de tiempo para
que la mente pase a la siguiente fase.
Es el mecanismo de defensa más primario de
la mente pensante, es poco eficaz, pero es
necesario porque ofrece un espacio (no muy
realista, pero espacio al fin y al cabo) para
preparar el camino posterior.
La negación es un hueco entre la realidad (la
pérdida) y la esperanza (que esa pérdida no
sea cierta).
2.- Ira.
Junto con las primeras preguntas aparece la
ira.
A menudo se solapa con la fase de negación.
La ira es el resultado de sumar un profundo
pesar, la tristeza por la pérdida, la
vergüenza, la rabia, el resentimiento, la
sensación de injusticia.
Aquí están condensadas las preguntas
evidentes:
¿Por qué no a mí?
¿Por qué a él/ella?
¿Por qué ahora?
¿Y si hubiéramos ido antes al médico? (En
caso de enfermedad)
¿Y si ese día no le hubiera dejado salir? (En
caso de pérdida inesperada)
La ira es una fase agotadora para uno mismo
y para los que rodean a uno, la paciencia
tiene límites y el resto puede no entender
una actitud tan hostil hacia uno mismo y
hacia los demás.
3.-Pacto o negociación.
Aparece aquí una reacción primitiva y
primordial, el penúltimo intento de evitar
una realidad que cada vez se hace más real.
Al alcanzar la negociación la mente está
exhausta de buscar culpables y de no
encontrar alternativas.
Posiblemente es la fase más compleja del
duelo y es seguramente la fase más íntima.
Las negociaciones pueden ser de toda clase,
pero generalmente (y dependiendo de las
creencias y culturas) se basan en
ofrecimientos a Dios, a los médicos, a la
sociedad, a uno mismo y a otros, para
“cambiar” lo ocurrido.
En la negociación, el sentimiento de culpa (si
existe), tiene un gran peso.
4.- Depresión.
Es la fase más evidente vista desde el
exterior.
La persona se muestra débil, apática, pueden
aparecer cuadros de angustia severa,
insomnio, emociones conflictivas,
pensamientos extraños, desrealización…
El impacto y la repercusión de esta fase es
muy cambiante, y depende de factores tan
dispares como la edad, la educación, el
entorno social y las creencias.
También tienen un papel muy importante en
esta fase las habilidades personales y
sociales como la empatía, la resiliencia, la
asertividad….etc.
Las personas mayores (>65 años) por
mencionar un ejemplo claro, actúan de un
modo muy distinto que adolescentes o
personas de mediana edad.
Es una etapa muy delicada, probablemente
es la que requiere más esfuerzo físico y
mental para ser superada. Se junta todo el
proceso anterior a esta fase y los síntomas
físicos más complicados de asumir y
soportar.
El cansancio es notable.
Es un momento en el que el apoyo exterior
es más fundamental, aunque una excesiva
intervención de personas externas puede
dificultar el proceso de duelo.
5.- Aceptación.
Muchas personas piensan (o esperan) que la
aceptación sea un estado en ausencia de
conflicto, por decirlo a la ligera, una
resolución de los estados anteriores.
Esta esperanza irreal, puede llevar a una
vuelta (recaída o retorno) a fases anteriores.
La aceptación NO es una solución.
Probablemente la palabra “aceptación” no
sea la más adecuada para definir un estado
que tiene un comienzo, un proceso y un fin y
que tiene más que ver con alcanzar la
conclusión personal de que hay que vivir con
lo que ha ocurrido, aunque sea
extraordinariamente trágico, de que hay que
continuar, de que hay que permitir, de que
no hay que bloquear.
Algunas personas confunden aceptación con
el final del camino, con la ausencia de
malestar y en realidad no es así.
En este estado el dolor permite un vislumbre
de esperanza, se percibe que la vida se abre
paso, y ahí comienza la fase de aceptación.

Esta es la pequeña brújula que puedo
ofrecer, que sin llegar a ser una guía, tal vez
pueda al menos orientar.
No existe un manual para vivir, sería
imposible hacerlo para todo el mundo.
Solo se trata de orientar, de tender una
mano.
Esto no es fácil.
La pérdida es un hecho que cambia la vida,
pretender evitarla o ignorarla no solo no es
posible, sino que además es un error.
No voy a añadir nada más.
Mucho ánimo y muchos abrazos.
MI AMOR ES VUESTRO.

Pensamiento_43
La mente pensante es necesaria.
A diferencia de lo que mucha gente cree,
además de servir para amargarle a uno la
vida, la mente pensante sirve para poder
percibir que lo contrario del Amor no es el
odio sino la indiferencia; sirve para poder
entender que el opuesto de la desdicha no
es la felicidad sino la ausencia total en la
percepción de acontecimientos y sirve
también para propiciar la certeza de que lo
contrario de la desgracia no es la alegría sino
la calma.
Observa tu mente pensante, es útil.

La honestidad de la mente frente a la


traición del pensamiento.
Resulta que lo obvio no es propiedad de
nadie, lo evidente no tiene amo.
Siempre habrá alguien que lo mencionó
antes, y no por ello el conocimiento es suyo.
Por eso es importante obtener un enfoque y
una experiencia propios.
En lo que respecta a las palabras, no es lo
mismo constatar que repetir.
En lo que respecta a los pensamientos, una
mente que piensa es un foco continuo de
conflicto, por el mero hecho de pensar,
mientras que una mente que discierne tiene
alguna posibilidad de evitar el interminable
conflicto de una mente pensante.
Debe uno ser honesto.
Si crees que sabes algo no estás siendo
honesto.
Ser honesto significa ser humilde, ser
paciente, dar al pensamiento el valor que
realmente tiene.
Darse cuenta de que ESE (el que sea) es
realmente el valor que tiene (o el NO valor).
Para saberse incompleto hay que ser
honesto, hay que ser justo y ecuánime en el
pensar.
Cultivar el silencio de voz proporcionará
calma a la mente o al menos ausencia de
ruido.
Hay que bajarse del tren de los
pensamientos y observar como continúa su
marcha sin nosotros.
También hay que bajarse del tren de los
buenos pensamientos, de los agradables, de
los que ofrecen placer, que son los que crean
más apego.
La tristeza y la alegría habitan en el mismo
contenedor. ¿Cómo nos atrevemos a
distinguirlas?.
Ese discurso mental, parcial, interesado, no
tiene fin.
La propia naturaleza del pensamiento es ser
pensado, permanecer, subsistir, insistir,
imponerse.
La naturaleza de la mente evita que el
pensamiento sea trascendido, es como
mantener una conversación ante un espejo.
Siempre habrá una respuesta que en
realidad no lo es.
¿Qué utilidad tiene recordar dos veces la
misma circunstancia?
Esto solo puede provocar placer y apego o
dolor y rechazo, pero lo hacemos cientos de
veces al cabo del día.
Hay que ser honesto para darse cuenta, hay
que ser valiente, salir de detrás de la piedra,
que lejos de protegernos nos está ocultando.
La basura, el caos y la violencia conviven
junto a las flores, la calma y el silencio.
Aromas recordados tras el estruendo del
miedo rompiéndolo todo.
El miedo a no saber que uno ES, tan
presente, sin ver que es otra trampa.
Qué difícil es ver que cada pensamiento
aplasta la serenidad, que difícil es ver que
cualquier pensamiento es falso, es
desesperante observar que cada palabra
traiciona el silencio.
Es inquietante ver que esa mente que
domina y maneja es la que nos hace ver que
algo ha sido alcanzado, sutil trampa en la
que hay que caer para poder salir y percibir
lo profunda que es.
La honestidad te hará ver que eres mediocre
y engreído, y ese es un buen punto de
partida, tal vez sea el único punto de partida,
porque los vicios están demasiado
arraigados y la práctica es muy débil, poco
sostenida e insignificante.
La práctica nunca es suficiente porque hay
“alguien” que espera algo (o mucho) de ella.
Y espera porque no la entiende.
Es como intentar atrapar el reflejo de la luna
en el agua.
Eso es no entender la práctica.
Estaremos eternamente en la orilla lanzando
las manos al agua sin éxito.
Intentar explicar esto con palabras es
absurdo, entramos en el enredo de las
palabras que se justifican a sí mismas.
¿Entonces, dónde está lo verdadero?
Quizá la pregunta sería más justa si
dijéramos ¿Cuando está lo verdadero?.
Podemos acercarnos aún un poco más,
intentando no juzgar, no opinar, no obtener
nada, no tomar posición, intentando no
anticipar nada.
¿Cuándo es lo que acontece?
¿Cuándo es?
Utilizando las palabras como herramientas
no podemos acercarnos más, no podemos
simplificar más la pregunta.
La respuesta solo puede ser silencio si la
pregunta es la adecuada.
Si no hay respuesta la pregunta es una flecha
o una trampa.
Si pensamos en la pregunta ya hemos
fracasado.
Si pensamos en la respuesta ya hemos
fracasado.
Utilizar “mi opinión” es estar equivocado.
¿Se ve esto?
No puede haber respuestas sin plantear
preguntas pero puede haber respuestas que
no originen nuevas preguntas.
¿Cuántas facetas tiene una pregunta?
¿Cuántas facetas tiene una persona?
¿Puede haber un estado en ausencia de
facetas?
¿Qué otra cosa son las facetas sino juicios
comparativos?
Es la rivalidad contra uno mismo, perpetua,
incomprendida, invisible, insistente que se
ha establecido como un hábito del pensar y
al que erróneamente le llamamos
“personalidad”.
No hay tal cosa.
Esa “personalidad” no soporta tres
preguntas honestas sin desmoronarse.
Pero al sentir firmemente que esa creencia
nos conforma, la perpetuamos, porque
pensamos que somos ella.
Uno nunca puede ser una creencia.
La personalidad no es necesaria, es un traje,
es un disfraz.
Sin personalidad no hay rivalidad
(autorivalidad), no hay conflicto y al no
haber discurso mental uno se olvida de sí
mismo.
UNO SE OLVIDA DE SI MISMO.
Porque es ese sí mismo quien realiza las
preguntas reclamando atención
permanentemente.
No es un acto voluntario, eso sería una
mentira, una apariencia.
No vale “hacerse el dormido”. O uno duerme
o no duerme.
O uno está despierto o no, hacerse el
despierto es una trampa mucho peor aún
que hacerse el dormido.
¿Retomamos la honestidad?
Con trampa no puede haber honestidad.
Si hay oscuridad no puede haber luz, pero
una pequeña luz hace desaparecer la más
inmensa oscuridad.
Esa es la honestidad de la que hablo y ese
es su valor.
El opuesto silencio es el ruido, como el
opuesto del meditador es el héroe.
Fisiológicamente el hombre es un animal, es
el único animal con personalidad, y es esa
personalidad la que provoca que la persona
quiera ser algo que no es.
¿Acaso la piedra quiere ser algo más que una
piedra?
¿Acaso el delfín intenta volar?
¿Acaso el águila pretende subsistir bajo el
agua?
El delfín y el águila ni siquiera aceptan nada,
porque la pregunta nunca llega a realizarse.
Así, cuando alguien pretende ser algo que no
es o pretende alcanzar algo que no tiene la
mente honesta deja paso al pensamiento
traidor.
La (posible) honestidad deja paso a la
(segura) traición.
Unas gotas de Advaita (sin anestesia
ni nada).
Yo digo que tú eres lo que crees que eres por
cómo te percibes, por cómo te piensas y por
cómo te sientes.
Tu dices que no lo entiendes, que no estás
de acuerdo, pero pregúntate lo siguiente….
¿Qué queda de ti en ausencia de ese que se
percibe a si mismo?
Sin percepción, ¿Quién es aquel que
percibe?
¿Acaso puedes nombrarlo?
¿Qué mundo queda en ausencia de
percepción, pensamiento o sensación?.
¿Cómo puede ser uno lo que es pensado?
¿Acaso la sensación me siente a mi?
¿Acaso el pensamiento me piensa a mí?
¿Cómo puedo ser yo aquello que pienso?
¿Cómo puedo?

La condición de SER.
La vida no te necesita para SER, pero en
cambio tu si necesitas la vida para sentir que
eres.
Esa certeza (que no sensación) de SER, no es
recuerdo de si, no es memoria, no es
imaginación, no es idea, no es deseo,
tampoco es esperanza.
La vida no trascurre, no pasa,
sencillamente acontece.
La diferencia parece sutil, pero es
fundamental.
Nada pasa a consecuencia de nada.
Nada surge de nada, lo anterior y lo
posterior, los motivos, las razones, los
culpables y los inocentes, ninguno de ellos
existe ni puede hacerlo.
Discurso absurdo que se repite hsata le
extenuación en aquel que busca y tropieza.
Ayer es un espejismo de la mente, mañana
también, incluso el ahora nombrado es un
concepto.
Utilizar el SER como verbo y no como
nombre.
Nacer te hace vivir, vivir te hace sufrir pero
vivir te permite vislumbrar la presencia de
SER. No se puede evitar, si lees esto ERES, el
presentimiento de existencia intregra, unica
e indivisible, no idealizada, no personada en
carne alguna.
Mente pensante que se reinventa a si misma
a cada instante y se justifica escondiendose y
mintiendo como mil hombres al mismo
tiempo.
¿Que salida buscas de esa mentira?
Sueñas que caminas pero estás atado con
cuerdas invisibles e intangibles que creas tu
mismo en una suerte de tortura interminable
que se realimenta a si misma y se perpetua
en su propia causa-efecto.
TU vida no existe, pero no lo vés.
El que intenta no verlo eres tu mismo y ese
no sirve para autoextinguirse.
El contenido nunca puede fagocitar al
continente.
Eres algo intangible, inimaginable,
indescriptible, lo que no necesariamente
significa mejor, pero si distinto.
El lastre es quien crees que eres.
No te harias estas preguntas si hubieses sido
transcendido.
Crees que debes hacerlo tu mismo y no
cuentas con el verdadero valor.
LO UNICO QUE PERMANECE ES LA
CONSCIENCIA Y LO HACE ACONTECIENDO,
El mundo que ves, el mundo que percibes, Y
QUE TE INCLUYE A TI MISMO, simplemente
acontence, NO TE NECESITA PARA EXISTIR,
unicamente para ser percibido, pero sin esa
percepción, lo que ES, sigue siendo y no
puede ser de otra manera.
Tu ERES, simplemente, nada más.
El hecho de SER es el único hecho plausible
que soporta un cuestionamiento indiscutible,
no es una condición, no es una posibilidad,
es un hecho que deriva siempre en lo mismo.
SER.
El resto sobra. Lo utilizamos, es útil, pero no
es necesario.
¿No lo puedes ver?
¿No lo puedes ver?

El pescador en el desierto (o cómo


deshacerse del ego).
Uno es preguntado sobre la posibilidad de
deshacerse del ego definitivamente……
Inicialmente uno debe determinar si aquello
de lo que quiere deshacerse no es uno
mismo.
Después debe determinar la forma en la que
quiere deshacerse de eso que llama “ego”.
Veamos si se puede explicar esto un poco
mejor.
Usted intenta comprender que el ego no es
la mente, pero utiliza la mente para
comprenderlo.
El ego parece estar en la mente pensante, o
ser la mente pensante misma.
Es necesario discriminar esto por uno mismo.
Puede que ambas cosas sean inciertas,
puede que lo sean para algunas personas y
no para otras, por eso es importante que sea
uno mismo quién indague.
Permítame hacerle una apreciación.
Usted pretende trascender el mundo
matando al ego, pero quizá, no es capaz de
permanecer observando como el viento
cimbrea las ramas de un árbol durante un
minuto sin distraerse, sin descentrarse.
Quiere dejar de sufrir y ha encontrado al
culpable (ego), así que deshaciéndose de él,
problema resuelto.
Parece fácil. El ego hace que parezca fácil.
Pero no lo es en absoluto.
En realidad no es ni fácil ni difícil, solo es un
enredo de la mente.
Quiere matar el ego pero no sabe que es
usted.
Empiece por algo más asequible, por algún
objetivo más cercano, por ejemplo, por
recuperar el asombro que le rodea, por
sentir el gozo de lo simple.
Observe y respire con calma. Cuando note
que se ha dispersado, vuelva a su respiración
(no la controle, simplemente obsérvela).
Esto es más fácil que acabar con el ego.
Si continua si empeño, habrá
inconvenientes, porque tiene un objetivo,
matar el ego.
Ese objetivo es insistente (es más que eso,
es permanente).
¿Quizá trascenderlo?
¿Vencerle?
Todo es lo mismo.
Comience ese trabajo permitiendo que la
vida se exprese tal como es, que se exprese
en usted, en su realidad (que no es la mía ni
la de otro, es la suya), en su verdad, en su día
a día, en las cosas que le preocupan, en las
cosas que le alegran.
Vea que ambas son un trastorno posterior a
un estado anterior.
¿Cuál era el estado antes de la ira?
¿Cuál era el estado antes de la alegría?
Descarte todos los estados y aparecerá algo.
Si quiere trascender el ego, es que supone
que existe.
Si está ahí, ese es el problema, o al menos es
parte del problema.
Es el propio ego el que sugiere que se puede
acabar con él, es el propio ego el que insinúa
que puede desaparecer.
¿Hay mejor manera de perpetuarse en la
mente?
Tal vez la clave no esté en deshacerse del
ego, quizá no sea posible encontrar un
método, un procedimiento para acabar con
él.
Es posible que al ser ignorado, no sea
percibido.
Uno es más de la idea de que esto ocurre así.
Puede preguntar, ¿Si ignora el ego, eso es
acción?. ¿Quién ignora el ego sino el ego
mismo?.
Tendría razón, pero solo en parte, dado que
el hecho de ignorar es acción, pero puede
ser inconsecuente.
Puede ser una acción inafectada, que no
cree movimientos en el pensar.
Verá, esto es mucho más complicado de lo
que parece, o todo lo contrario.
Si nos enredamos en intentar conceptualizar
las cosas, es fácil perderse y echar la vida en
prácticas estériles o en soportar un
sufrimiento constante sin percibir que el
propio “sufrir” es el precio, es el problema,
(independientemente de la causa que lo
cree).
El ego no se esconde, como mucha gente
dice (incluido uno mismo), está bien cerca y
bien presente, pero hay que saber
identificarle.
Verá, usted tiene una preocupación por su
trabajo, ahí está el ego.
Le preocupa que pensarán de usted sus
hijos, ahí está el ego.
Teme hacer un viaje, ahí está el ego.
Recuerda con dolor a una persona querida
que ya no está, ahí está el ego.
Hace una “buena obra”, ahí está el ego
(¿Quién cree que lo etiqueta como buena?).
Se cree mejor persona que otros porque
ayuda a los demás. Ahí está el ego.
Medita 10 minutos y cree que es suficiente,
ahí está el ego.
Interrumpe a sus interlocutores sin
escucharles, ahí está el ego.
Cree que tiene razón sin atisbo de duda en
alguna cuestión, ahí está el ego.
Puede permitirlo o no, eso iniciará otros
diálogos internos, pero el hecho es que el
ego está presente SIEMPRE de una forma
más o menos sutil, salvo en el estado de
sueño profundo.
Incluso cuando usted tiene sueño con
sueños, la persona con la que sueña es usted
mismo, usted está identificado como si
mismo en sus propios sueños; la idea que
usted tiene o querría tener de usted mismo,
sus miedos, sus complejos, sus deseos….
Primero hay que entender cómo funciona,
para no estar intentando llegar a la luna
caminado por la tierra. Como la tiene uno a
la vista piensa que puede estar a su alcance,
obviamente, como usted sabe dónde está la
luna y donde está la tierra, sabe que esto no
es posible y le parece absurdo, pero le
sorprendería saber la cantidad de personas
que intentan hacer algo similar con sus vidas
cada día.
Es como echar una caña de pescar a la tierra
del desierto. Eso es no entender.
Un maestro, me pregunta por un maestro.
¿Cree que un Maestro puede conseguir que
otro deje de sufrir?
Un Maestro le puede enseñar un camino,
una técnica, pero SIEMPRE, aparecerá un
apego que será un obstáculo, aparecerá una
admiración, una necesidad, una
dependencia…
Son problemas que nos complican, o quizá
no.
Tal vez sea más fácil abandonar una
búsqueda que implica tanto esfuerzo, tanto
sufrimiento y tan pocos resultados ¿no le
parece?
A veces hay que detenerse.
Estar junto a un Maestro puede
ser evocador, estimulante, entretenido,
agradable, incluso inspirador. Pero estar
junto a un Maestro no le hará Maestro, igual
que estar junto a un muerto no hace que
usted deje de estar vivo.
Ocurrirán cosas, si, pero no sabe qué
ocurrirá, y tampoco sabe por qué ocurrirán;
y además delega su propia responsabilidad
en manos de otro, esto es delicado, tanto
para uno como para el otro.
Una vez se de cuenta de que no puede hacer
nada, todo cambiará. Todo se detiene.
No hacer nada no es posible, lo que digo
aquí es que comprenda la inutilidad de lo
que se hace.
La mente egoica hace que uno venga de
recuerdos y vaya hacia deseos, impide el
permanecer, impide la estabilidad mental, el
silencio de pensamiento.
Hay que evitar escucharla, hay que darse
cuenta cuando habla y diferenciarla del
estado en que no está presente,
diferenciarlo de esos poquísimos momentos
en que no había nada, no había ruido, no
había pensar.
Si uno constata que lo único que tiene es el
instante, toda búsqueda puede terminar
(PUEDE).
Anuncios
Novedades y cambios.
Ya lo dijo Thích Nhat Hanh.
Todo llega y todo pasa.
Si comprendiéramos algo tan simple, algo
tan evidente, sufriríamos menos y viviríamos
con más calma, quizá incluso con plenitud.
Todo tiene su momento, luego cesa, o
cambia, o no.
Nada hay que hacer.
Nadie hay que lo haga.
Es el caso de la web http://www.zazen.es ;
que tras 9 años de ofrecer recursos
completamente gratuitos, va a desaparecer,
(solo aparentemente, pues todo es
aparente).
Por tanto, es el momento de descargarla
completa o hacer las consultas necesarias.
El coste del alojamiento, la propiedad de los
dominios, el almacenamiento y otros costes
derivados, se destinará íntegramente a
proyectos relacionados con asociaciones que
trabajan para mejorar la situación de niños y
niñas con trastornos del espectro autista
(TEA) y síndrome de Aspergen, que un
asunto con el que uno está especialmente
sensibilizado.
Es poco, pero poco siempre es más que
nada.
Quedo muy agradecido a todas y cada una
de las personas que durante estos años han
dedicado al menos un instante de sus vidas a
intentar encontrar un camino y han utilizado
los recursos de esta web para ello.
HA SIDO EXTRAORDINARIO.
Gracias.
Abrazos.
Mi Amor es vuestro.

Conversaciones_20
Sobre el estado natural y el estado
adquirido.
Pregunta:
¿Cómo puedo saber si estoy iluminado?
¿Cómo puedo saber si he entrado en el
estado del Ser?
¿Cómo puedo saber si he percibido la Verdad
o la estoy percibiendo?
Respuesta:
Cualquier estado percibido no puede ser el
estado natural del Ser.
Debería ser sencillo explicar esto, pero quizá
no tanto comprenderlo.
Hay confusión al respecto de lo que debería
uno sentir ó pensar en un estado de Gracia
(ó de iluminación, ó de Moksha, ó de
Samadhi ó de liberación, ó de
supraconciencia…..etc, etc, etc (Póngase aquí
el nombre correspondiente según la creencia
o pretensiones).
Se busca percibir algo que no puede ser
percibido.
Eso debe quedar claro.
No puede ser oído.
No puede ser tocado.
No puede ser olido.
No puede ser saboreado.
Y no puede ser visto.
Pero seguimos empeñados en percibirlo.
Durante años es la lucha de muchas
personas, de muchos practicantes, incluso
avanzados, que aún teniendo una gran
destreza en la práctica meditativa (por
ejemplo), continúan auto engañándose a sí
mismos, buscando (BUSCANDO), una suerte
de conclusión (CONCLUSIÓN) a la Práctica.
La vida concluye en la muerte.
La Práctica no concluye en nada.
Podría haber un inicio, un comienzo, pero no
tiene que conducir a una meta.
No debe hacerlo.
Toda meta supone el fin de algo (por eso es
meta), y la Practica no tiene fin.
Es como la vida, es algo subjetivo.
Tu vida puede tener fin, la Vida no, ni
comienzo tampoco.
La meta en la práctica es un canto de sirena,
es un oasis en el desierto, una visión, un
objetivo.
Algo que te “obliga” a continuar la Práctica, y
ese obligar mata la propia Práctica.
Cualquier estado de conciencia (ó
consciencia) alterado no puede ser el estado
natural, entre otras cosas porque todo son
conceptos.
El estado natural ni es un estado ni es
natural.
Los pensamientos verbalizados son palabras
solo porque las personas utilizamos esos
términos.
¿Se entiende esto?
La alegría, la euforia, la complacencia, el
júbilo, la ventura, el consuelo, la calma, el
optimismo, el regocijo, el gozo, el éxtasis, la
felicidad, el entusiasmo, el placer, la
satisfacción, la exultación, el recogimiento, la
frustración, la tristeza, la depresión, el
lamento, el tormento, la pena, el
desconsuelo, la aflicción, la amargura, la
melancolía, el pesar, la desdicha, la
nostalgia.
¿Qué son todos estos sino conceptos, juicios,
apreciaciones, comparaciones u opiniones?
Modificamos detalles de un concepto inicial
y lo convertimos en otro concepto para
diferenciarlo, para distinguirlo, para
compararlo.
De modo que nada de esto puede indicar si
uno se encuentra o se ha encontrado en un
estado de “como quiera llamarse al estado
del que se habla”.
Todo esto son procesos del pensar, nombrar,
enjuiciar, todo es la mente verbalizado
pensamientos, anhelos y objetivos,
enjuiciando y comparando, que es lo que la
mente hace continuamente, a veces parece
que es lo único que sabe hacer (aunque no
sea así).
De hecho, muchas corrientes, señalan a ese
estado como el estado de “no mente”, de
“no yo”.
Es decir, indican AUSENCIA de algo, no
presencia.
Equivocadamente, pensamos que la
ausencia de algo puede ser detectada.
Una y otra vez, una y otra vez.
¿Cómo podríamos detectar la ausencia de
algo de forma directa?
Sin comparar, sin enjuiciar, sin recordar.
¿Cómo podríamos?
¿Podríamos?
Manejándonos en el campo de las palabras y
limitándonos a ellas (que es mucho limitarse)
Se podría sugerir algo como:
Mente sin movimiento = estado natural de la
mente.
La mente sin movimiento no es una mente
inútil.
Mientras dormimos, las manos no se
mueven, pero están perfectamente
funcionales cuando despertamos.
Es un estado del que se entra y se sale.
Puede llegar a ser uno consciente de la
entrada y salida e incluso provocarla
voluntariamente (o eso parece).
Pero esto no puede ocurrir en una mente
deteriorada.
De lo que estamos hablando aquí es de una
mente con funciones neurológicas y
cognitivas completas, que no ofrece
respuestas emocionales a los estímulos
percibidos salvo de modo voluntario.
Una mente que recibe la información y no
responde, no genera movimiento del pensar,
ni actividad eléctrica en ninguna parte del
cortex, (esto es medible y cuantificable, se
hizo con Matthieu Ricard), simplemente
percibe pero no reacciona.
Aquí estamos hablando de cómo conseguir
eso, de cómo obtener una mente así, de
cómo y que practicar para obtener una
mente así.
De si hacer flexiones, recitar mantras, rezar a
Dios o respirar en silencio puede conducir a
eso.
Y no se entiende que el mero hecho de
hablar, intentar, buscar, pretender, practicar,
recitar, rezar, pedir…..etc,etc,etc.
Es lo contrario de lo que hace una mente así.
Puede que ya se tenga una mente así,
puede que no haya que alcanzarla.
A pesar de lo que opina mucha gente,
quizás el camino no sea cambiar las
ventanas, sino limpiar los cristales.
Para mi querida A. deseando que alcance esa
calma y ese silencio mental que tanto
necesita.

La desolación de la existencia y la
sobrecogedora plenitud de la insignificancia.
La indiferencia solo a veces conduce a la
calma.
Cuando uno se da cuenta de que todo es
perfecto en ausencia de mi (yo), todo
cambia.
No solo cambia la vida de uno, cambia
también el resto, todo lo percibido, porque
la cualidad con que se percibe es distinta.
El Todo es percibido desde un punto vacío,
en el que no hay nadie que opine, nadie que
espere, nadie que pretenda, nadie que
quiera, y entonces simplemente lo que está
pasando ocurre, acontece….
Y uno está inmerso, diluido en esto que
acontece, y forma parte indisoluble de
aquello que ES en ese momento, en ese
instante.
Y ya está.
Ver el mundo y a uno mismo desde el
profundo conocimiento que aporta saberse
insignificante es enriquecedor.
Nada hay de malo en ello.
Quizá alguien pueda pensar que algo
insignificante resulta pequeño, sin
importancia, incluso despreciable o inútil.
Pero no es así, nada más lejos.
Las moléculas son pequeñas, no
insignificantes.
En este contexto, la insignificancia tiene un
valor brutal y jerárquicamente se sitúa en la
cúspide de la importancia.
Una partícula pequeña, como el bosón de
Higgs es vital.
(Que nadie se asuste, hoy no se habla de
física cuántica).
Sin esta partícula nada sería como aparenta
ser.
Y es pequeña, es muy pequeña, al menos
para la forma que tenemos las personas de
medir las cosas y obtener percepciones de
esas medidas (que manía de catalogarlo
todo, caramba).
Los que entienden de estas cosas dicen que
aproximadamente en un milímetro caben mil
millones de átomos, y en el centro (núcleo)
de cada uno de esos átomos hay unas
partículas llamadas protones, que ocupan
una diez milésima parte de la superficie del
átomo, y cada uno de estos protones tiene
cien veces la masa de un bosón de Higgs.
Vamos, que es lo que se dice pequeño,
pequeño.
Pero el bosón es el responsable de que la
materia tenga masa (nada más y menos) y el
bosón de Higgs es el más diminuto de todos
los bosones que se ha descubierto hasta la
fecha.
Al ser elemental, se convierte en el más
pequeño, pero también en el más
importante.
Así, es fácil comprender que “pequeño” es
solo una palabra a la que se puede dar uno u
otro significado, y que este significado
tendrá un impacto u otro en el pensamiento
y ese impacto a su vez, causara una
consecuencia en forma de decisión, opinión
u otros (o no).
Y así ocurre con todas las palabras, con todos
los pensamientos.
Esta es la condición de la mente y estaremos
tremendamente condicionados si no
observamos esto con mucha prudencia.
No veremos casi nada y percibiremos aún
menos la cualidad o el rasgo sutil que hay
que Todo (en absolutamente todo lo
perceptible).
A Edward Bulwer-Lytton es a quién debemos
la genialidad literaria “La pluma es más
poderosa que la espada”.
Para aquellos que prefieran una traducción
más purista; Bulwer literálmente escribió:
“The pen is mightier than the sword”.
La pluma es más poderosa que la espada.
La palabra es más poderosa que la acción.
Si percibe uno que el pensamiento precede a
la palabra (siempre), podría ser fácil
constatar por uno mismo, que el
pensamiento es el embrión de lo que
posteriormente uno diga y haga.
Por tanto, la palabra y el impacto que esta
tenga en uno mismo y en el resto dependerá
del manejo de los pensamientos.
Observar esto, permitirlo, fomentarlo o
impedirlo forma parte de nuestra
responsabilidad como individuos y de
nuestra libertad para hacerlo, por supuesto.
De esta forma, nos encontramos con
personas con una espléndida gestión de sus
pensamientos y cuyo objetivo es la
brillantez.
Deslumbrar, destacar, diferenciarse, liderar y
buscar seguidores, obtener admiración,
generar envidias e incluso llegar a regocijarse
continuamente ante el ingenio propio.
Tal son los objetivos.
Gente que está feliz de haberse conocido y
que percibe que sin ellos, el mundo no
funcionaría.
Muy probablemente todos conocemos a
alguien con esta peculiaridad.
Esta actitud es hostil, es competición, es
violencia, es una lucha perpetua en la que
cada palabra es un reto que busca un
resultado en otros y que estimula, fortalece
y reafirma al ego propio, (que es de quién
sale todo esto).
Así que es fácil ver que en una mente así no
hay libertad. NO LA HAY.
El talento y las facultades pueden por tanto
ser nocivas si no está bien gestionadas.
Ante un interlocutor que es superior
jerárquica e intelectualmente, la
insignificancia resulta liberadora.
Es el Silencio del que habla el Zen japonés.
La existencia del brillante es decadente y
opresora, es una lucha continua por
demostrar.
El brillante, el talentoso, empeñará todo su
tiempo en “intentar cosas”, en
“demostrarlas”, en “adueñarse de ellas” y en
“transmitirlas” y así, pasará toda la vida sin
alcanzar certeza alguna, pues las variables de
la ecuación de la vida siempre dan
“indeterminado”. Pues no son “ciertas”
hasta que “ocurren”.
Hay demasiadas variables y contemplarlas
todas no es posible con las herramientas de
que se disponen (la mente y la inercia de la
intención), así que es un trabajo sin final.
En la mente teórica no hay espacio para la
improvisación y el riesgo que conlleva.
Es una mente limitadísima, ajustada a
estrictas normas en las que hay cabida para
la creatividad únicamente para poder
mostrarla a otros como propia.
Es desolador.
En cambio el silencio y la acogida de la
insignificancia resultan reveladores.
Lejos de frustrar, contentan.
El insignificante es feliz ante el brillante.
La insignificancia es el martillo que destroza
el orgullo y la altivez.
La insignificancia es la semilla de la
humildad honesta y sincera.
La buena noticia es que con el suficiente
temple y esfuerzo, se puede llegar a ser
insignificante.
Incluso aquellos que son brillantes.
Ellos también.

La mentira del “nacer”, la mentira del “vivir”.


¿Dónde está aquello que sentí?
¿Dónde se ubica exactamente?
¿Puede haber algo que me haga recuperar
aquel sentimiento?
¿Puede hacer uno alguna cosa para
recuperar de la memoria aquella sensación
maravillosa?
¿Aquella visión del mar en aquel momento
pasado, en aquel instante ya perdido?
¿Aquel asombro ante la belleza indiscutible e
indescriptible que surgió sin saber cómo
pero fue percibida.?
¿Aquel sobrecogimiento que fue claramente
sentido?
¿Puede ser recuperado?
¿Puede mantenerse?
¿Puede conservarse activado?
¿Acaso está en la memoria en este
momento?
Si parece que pueda uno obtener tristeza
rápidamente mediante los recuerdos.
Más complicado es obtener alegría.
La melancolía no es alegría.
La alegría es espontánea, nueva cada vez,
irrepetible.
La alegría no es repetida, pero la tristeza si
parece serlo.
¿Entendemos esto?
¿Se ve esto?
¿Se percibe como cierto?
¿A quién he pedido yo nacer?
¿Qué es aquello que yo he hecho para nacer
cuando eso sobrevino?
¿Qué puede uno hacer para evitarlo o
provocarlo?
¿Qué voluntad propia actúa sobre el hecho
del nacimiento?
¿Quién era uno antes de los 3 años?
Uno vive, esto es un hecho.
¿Pero qué esfuerzo voluntario hace uno para
vivir?
¿Qué es aquello que llamamos voluntad?
¿Es intención?
¿Tal vez deseo?
Uno piensa que le gustaría asombrarse a
cada instante con cada detalle percibido.
Asombrarse y dejar que finalice ahí mismo el
propio asombro.
Algo percibido de lo que uno no debe
intentar apropiarse.
Pasa uno junto a una flor y la arranca con el
fin de disfrutarla (de conservar para sí mismo
su belleza), de hacerla propia, de manejarla,
sin darse cuenta que la mata, sin darse
cuenta de que la retira de la tierra que es su
sustento. De que la convierte en otra cosa.
De que en definitiva, acaba con ella y con
todo lo que significa.
Tal es la naturaleza de la mente humana.
Arrebatar para uno, mantener para uno,
acumular para uno (experiencias,
sensaciones, vivencias, bienes, dinero….)
¿Donde están las vivencias?
¿La belleza está en el objeto, en el ojo, en la
mente o en el juicio?
¿Puedo salvar a alguien a quien amo?
¿Salvarle de qué?
¿De aquello que ES y yo considero una
amenaza?
La realidad de la persona que sufre es
también una realidad percibida por uno.
¿Cuál es el objeto REAL, SINCERO e ÍNTIMO
de la compasión?
¿Cómo puedo siquiera pensar en que uno
tiene algún derecho a intervenir sobre la
realidad de otros?
¿Acaso dejar hacer mientras uno percibe con
honestidad no es lo único posible?
¿Qué da sentido a mí vivir?
¿No soy acaso yo mismo quien lo hace?
¿Si yo no estoy habría un sentido?
¿Un sentido es un objetivo?
¿Es una meta?
¿Qué hay que alcanzar?
¿Quién lo alcanza?
¿Acaso el que busca es aquel que alcanza?
¿El buscador se convierte en ganador?
Si alcanzas una meta….¿por qué surge otra
casi inmediatamente?
Superar un límite es la mejor prueba de que
los límites no existen sino en la mente.
Si lo superas no es un límite, lo era, pero
ahora ya no lo es.
¿Se ve esto?
¿No es, tal vez, la propia naturaleza de la
mente pensante?
¿Acaso no se piensa a si misma siempre
buscando como inquietud vital y perpetua?
¿Tiene sentido la vida si se detiene esa
inercia, ese movimiento interminable e
incansable?
¿Eres la misma persona que cuando tenías 2
años?
¿Si no hubiera nadie que observara desde el
exterior como sabrías lo que eres?
¿Si no te pensaras, cómo obtendrías la
imagen que tienes de ti mismo?
¿Acaso esa imagen no es sino imaginación?
¿Como la obtendrías y quien la mantendría y
la realimentaría si no te pensaras?
Si no es la misma persona quien hace esto
consigo misma…
¿Quién es uno y quién es otro?.
¿Puede uno hablar consigo mismo?
¿Cómo es posible esto si uno es su mente?
¿O tal vez no lo sea?
¿Qué pasa si se calla esa voz mental, si
termina el continuo parloteo mental?
Pero no dice uno que se calle durante un
rato.
Pregunta uno…
¿Qué ocurriría si esa voz descubre que ya no
tiene nada más que decir?
¿Cómo sería la vida si esa voz descubre que
ya no tiene a quien decirle nada?
¿Acaso la imagen de uno mismo no está en
el propio pensamiento, en el propio diálogo
interior?
Es temprano, quizá son demasiadas
preguntas, y tal vez no seamos capaces de
contestar honestamente ni siquiera una de
ellas.
Pero es posible, que desvelar la respuesta de
tan solo alguna, tenga la capacidad de
cambiar la vida.
¿Por qué no intentarlo?

Nada sigue, pero todo está.


Estoy muy solo aquí.
Las ramas de los árboles siguen moviéndose,
alocadas, nerviosas desde hace bastante
rato.
Sus hojas marrones me saludan o se burlan
de mi, no estoy seguro.
Oigo agua, un pequeño caudal, sereno y
calmo.
Puedo escuchar algún trino.
El agua es transparente y está limpia, alargo
la mano y con la punta de los dedos
compruebo que está helada.
Siento un estremecimiento peculiar, distinto
a otros.
No es frío, es miedo.
Lo reconozco enseguida.
El miedo está muy presente, es fácil
reconocerlo, porque el miedo impide la
acción y enerva el pensar, lo altera.
Cuando uno siente miedo no puede actuar,
casi no puede hacer nada, y desde luego no
piensa con normalidad.
El diálogo interior aumenta frenético
mientras todo lo que hay fuera (el resto),
sigue su curso inafectado, sin conocimiento
de ese miedo que tan solo siento yo.
¿De qué sirve pues mi miedo?
¿Me he apropiado yo de él o él de mi?
¿Qué busco a través del miedo?
¿Es posible utilizar el propio miedo como
herramienta para erradicarlo?
Es un error. Eso pienso en este instante. Más
tarde ¿quién sabe?.
Comprendo la utilidad del miedo, pero el
exceso de miedo o la mala interpretación del
mismo con pensamientos irracionales
suponen un abismo permanente.
Me preocupa crear rivales con la palabra.
Los rivales del pensamiento son intimos,
privados, desconocidos para el resto, pero
los rivales creados por la palabra o por la
acción no lo son.
Lo observo mientras camino.
Me gustaría obtener la certeza de que se
puede educar con valores, sin hacer carreras,
sin competir, sin conseguir diplomas, sin
distinguir a alguien que brille por medio de
muchos que fracasan.
¿Puede ser esto posible?
El valor tiene la virtud de ser igual de útil
para todos los que lo perciben, pero tiene
también la particularidad de que cada uno lo
canaliza o lo acondiciona según su pensar, lo
acepta o lo rechaza según su sentir.
El valor se moldea, se adapta a las
intenciones, incluso a la personalidad de
cada uno.
No es un mérito académico. Eso sirve de
poco en la vida emocional, en la vida interna,
en la vida espiritual.
Hacer integrales está bien (para quien
necesite resolver integrales).
Pero es una vía muerta, finalizada, sin
esperanza, sin futuro, inútil.
No soy un loco, comprendo, valoro y
reconozco el conocimiento y la utilidad de
acumularlo mediante repetición….
Pero en cambio un valor, es una semilla, es
imprevisible lo que puede resultar de cultivar
un valor.
Un valor puede cambiar el mundo.
Un valor es algo vivo, que cambia, es una
oportunidad.
Nunca hay que acabar con la oportunidad.
Luego sumar está bien también, claro.
Es útil en la vida diaria, necesario muchas
veces.
Es una destreza que sirve para compararse,
para reflejarse, para diferenciarse.
Sumar mejor, sumar más rápido, sumar de
memoria….
Pero…. ¿y la compasión?; ¿y la calma?; ¿y la
resiliencia?; ¿y la empatía?; ¿y el cariño?; ¿y
el arrojo?; ¿y la valentía?; ¿y la constancia?;
¿y la sinceridad?; ¿y el mérito?; ¿y la
humildad?…
En determinado momento, o se tiene o no,
pero no se tiene más o menos (en mi
opinión).
Afilar o perfeccionar una virtud puede hacer
parecer que se tiene en mayor medida.
Pero la virtud, el valor, no es cuantificable,
no es medible desde donde uno mira.
No es el enfoque de este pensamiento.
Simplemente forma parte de la vida, pero
con la inmensa grandeza de que puede
adquirirse y abandonarse.
Estas observaciones dan lugar a
pensamientos, y al darme cuenta de la
presencia de ese pensar, me doy cuenta de
que he perdido todo lo que ES a mi
alrededor en ese instante.
Y pienso que uno también es parte de ese
ES.
Pero el pensamiento es una idea, una
metáfora, un dibujo, es imaginación.
No puede ser de otro modo.
¿Cómo podría ser de otra manera?
¿Ha sido útil todo lo que ha sido pensado?
¿Quién sabe?
Esto no es una epifanía, no es un milagro, no
es liturgia, no tiene nada de místico o
religioso.
Es solo un paseo caminando despacio,
permitiendo que lo que ES sea, que aquello
se exprese tal como ES.
Intentando no interrumpir o impedir los
pensamientos, sin crear barreras ni
resistencias.
El ruido no molesta y el silencio no
tranquiliza, simplemente son consecuencias
distintas, antagónicas de un mismo origen.
Son un juicio.
Son el otro extremo de una acción, son
consecuencias.
Tomando sopa de miso, observando las
volutas de humo elevándose por el aire que
todo lo inunda, mirando el baile del tofu, las
algas y el caldo, me viene a la memoria
aquella alegoría en la que una sola llama de
una vela es capaz de terminar con todas las
oscuridades del universo.
Es una bella parábola.
Pero nadie parece darse cuenta de que la
vela debe estar.
Hay que sostenerla.
Debe ir con uno.
A su paso la oscuridad desaparece.
No sabe uno si la oscuridad desaparece o
aparece la luz.
Puede no ser lo mismo.
¿La oscuridad se retira o la luz avanza?
Tal vez ambos.
Esta es la naturaleza del pensamiento
analítico.
Absurda muchas veces, inútil casi siempre.
Pero la cualidad de la percepción hace
necesaria una observación intensa y sutil a la
vez.
Intensa por lo enfocada, sutil para que no
cree resistencias, para que no cree
pensamientos ni movimientos mentales.
¿Mañana estarán aquí estas piedras?
Son de un bello color.
Al coger una entre mis manos noto la
aspereza de su solidez.
Y me doy cuenta de que se ha perdido el
instante.
De que lo he perdido yo.
Esos pájaros a lo lejos han levantado el vuelo
y no ha sido visto.
La mente estaba ocupada.
Como tantas veces.
Como siempre.
Demasiado ocupada en darle a la manivela
de la inutilidad, del pensar hasta la
extenuación.
De anticipar y recordar.
Una vez más.
Nada sigue, pero todo está.
Lamento no verlo siempre, lamento
olvidarlo.
No hay culpa, no hay arrepentimiento.
Solo hay miedo, cansancio y angustia.
Y una vez más son percibidos.
Pero si lo tengo todo…….
Conozco personas que no pueden ver y
quieren ver.
Lo darían todo por ver, por saber cómo son
los colores, algunos de ellos por verlos por
primera vez y otros por poder verlos de
nuevo. Ver un amanecer, ver el mar, ver la
noche y ver las estrellas, contemplar a su
familia, ver como envejecen los mayores y
como crecen los jóvenes, incluso alguno
quiere ver la televisión, aunque también hay
quien quiere ver árboles. Esto es lo que
quieren.
También conozco personas que no pueden
oír y quieren oír.
Lo darían todo por poder oír su propia voz, el
llanto de sus hijos y el trino de un pájaro. Por
escuchar música o poder oír su propia
respiración, escuchar el caudal de un río o el
ruido de una tormenta o el de una campana.
Esto es lo que quieren.
Así mismo, conozco personas que no pueden
andar y quieren andar.
Lo darían todo por poder caminar, algo tan
cotidiano, tan “normal”, poder trotar, poder
correr incluso. Sueñan constantemente con
ello. Poder pasear tranquilamente despacio,
sintiendo cada paso, sentir los pies sobre el
asfalto sería un regalo inmenso. Ir donde
ell@s quieran. Esto es lo que quieren.
También conozco personas que no pueden
moverse, están postradas en una cama.
Lo darían todo por poder levantarse, poder
orinar sol@s, no depender de nadie que les
limpie cuando defecan, poder girarse en la
cama o como mínimo poder girar la cabeza
para ver la ventana, poder coger el vaso de
agua y beber por si mismos. Ducharse de pie.
Poder acariciarse la cara y sentirla. Esto es lo
que quieren.
Y yo, que lo tengo todo, no sé que quiero.
Adiós P. (ó la decrepitud).
Él se ha marchado y aquí queda ella.
Una despedida, otra más…
¿Cuántas van ya?
¿Por qué esto no aparece como algo normal
dentro del ciclo vital?
¿Por qué no es entendido?
El apego. El apego…..
El llanto, el dolor y la angustia pasarán, tal
vez algún día pasarán.
Pero esa sensación que empapa el alma, que
lo cala, ese dolor que pesa….
Esa certeza de ausencia causa dolor, me
provoca mucho dolor.
Te recuerdo en aquel viejo pasillo caminando
lentamente, siempre cordial.
Buscando el contacto físico, la mano en mi
hombro, el saludo fuerte de esa mano recia,
el abrazo, el cachete en la cara….
Removiendo mi pelo desde que era casi un
niño.
Ahora la mujer mira al suelo avergonzada tal
vez de la propia vida que le ha tocado vivir.
Devastada.
Tanto daño deshace la espalda más firme.
Cuánto dolor pueden acaparar esas cuatro
paredes mudas que nunca respoderán
preguntas pero que gritan constantemente
por medio de los recuerdos y de la
memoria…
Ella sigue y ahora está sola.
Tan sola como nunca ha estado.
¿Podré yo estar cerca?
¿Quién podrá estar cerca?
La demoledora ausencia pesa sobre la
cabeza como si sostuviera uno el mundo
sobre sus hombros, y de algún modo lo hace.
Recuerdo la barandilla de la escalera
goteando lentamente tras la lluvia, el olor a
ropa tendida, el sonido de los pasos por las
escaleras de madera, las macetas que un día
vez fueron proyectos están ahora podridas,
sin vida, olvidadas.
99 peldaños que desembocan en la que fue
tu casa.
Tu chaqueta de punto en invierno y en
primavera y tu camisa de cuadros en verano.
El botón de arriba siempre abierto, con frío o
con calor.
Tu nariz aguileña y la mirada de aquel que
percibe que ha sido apaleado por la vida y lo
asume.
Si uno quiere, la tristeza se puede ver igual
que la belleza.
Veo la decadencia de tu casa que ya no es un
hogar, huelo la madera, la ropa sin airear y
percibo el sabor a libro viejo.
Páginas que nunca han sido leídas salvo por
tu mente y ahora ya no están.
La foto de la niña es el único vínculo que aún
le ata a algo.
¿Qué merecimiento hay en esto?
¿Podrá ella continuar?
El barco de los recuerdos lleva a puertos
poco amables.
¿Por qué seguir?
¿Para qué?
¿Hacia dónde?
Ante el peso de semejantes ausencias solo
queda esperar respirando con calma,
llorando despacio.
Pero esto no es entendido.
La decrepitud llegará, tal vez, o tal vez no.
Esperarla no es buena idea.
Cuando llegue será recibida, pero no debe
convertirse en un objetivo.
¿Qué amabilidad hay en la ausencia?
¿Es posible encontrarla?
¿Qué razón hay ahora para buscarla?
¿Qué razón hay ahora para todo lo que no
sea derrumbarse?
Si tus pilares de vida desaparecen uno tras
otro ¿qué alternativas tienes?
No hay que esperar comprender.
Solo se puede transitar.
Solo queda esperar en silencio, con profundo
respeto y extrema paciencia que se exprese
el dolor, que es otra faceta de la vida, una
más.
Luego pasará, y tal vez ella se recomponga.
O quizá no.
Y tal vez ella sea capaz de reconducir su
mente a lugares menos hostiles.
O quizá no.
El castigo es muy intenso. Es demasiado
severo.
Cuanto lo lamento.
Cuanto lo lamento.

Para P. ahora que ya no necesita nada ni
depende de nuestra mediocridad.
Ya estás con la niña, y sé que eso te ayudó.
Con Amor.
¿Pero entonces, la vida qué es…?
La Vida es el tiempo que tardas en darte
cuenta de que esa Vida eres tú mismo.
Después, la Vida ya no es igual, no es
percibida del mismo modo.
Observas que no es algo que haya que
trascender, ni algo por lo que haya que
transitar, ni algo por lo que haya que luchar,
ni algo que haya que superar, ni es una
prueba ni es una carrera.
El hecho de que no puedes evitar Ser Vida es
percibido.
Tú eres Vida en estado puro.
¿Por qué la buscas fuera?
¿Si uno desaparece…?,
¿La Vida se marcha con uno o permanece?
No puedes separarlo. Todavía nadie ha
podido.
Es un dilema irresoluble porque NO hay
ambas cosas, pero hay muchos nombres.
No necesitas nombrar la Vida para percibir
que tu eres Vida, pero necesita ser
nombrada para poder valorarla,
cuestionarla, determinar si estás de acuerdo
con ella o no, si te satisface o no.
Necesita ser nombrada para ser vista por
otros, para ser juzgada por el ego,
comparada y expuesta.
Una vez nombrada, Vida se convierte en
concepto y uno pierde de vista su esencia,
aunque esta persiste, por supuesto, pues
nada puede renunciar a su naturaleza
original.
Has perdido su pista, aunque todo sigue
cerca, tan cerca que eres tú mismo pero no
te ves, no te percibes.
Está velada, pero sigue ahí, no puede no
estar, y cuando se percibe ESO, todo cambia.
Tu formas parte de la Vida, no es la Vida la
que forma parte de ti.
Por eso,
La realidad es el 50% percepción del ahora
(instante) y el 50% percepción de Vida.
Entrevista a un ignorante.
¿Quién es usted?
Dependiendo de lo que usted busque eso no
tiene ninguna importancia, si busca datos,
efectivamente tengo un nombre, una vida,
un trabajo, vivo en un lugar…….etc, etc.
Pero eso a usted supongo que le dará igual
(o debería), en realidad esa información es
totalmente irrelevante para una entrevista
como esta.
Estamos hablando porque usted tiene algo
que decir, pregunte, pero no se quede
mirando la caja, a lo que debe prestar
atención es a lo que contiene esa caja, como
le digo, que la botella sea verde o blanca, de
cristal o plástico tanto da, el agua o el
veneno están dentro.
No se quede en la portada de este libro,
ábralo y busque, lea, relea, observe el
contenido e interprételo.
¿Amargo o dulce? ¿Quién puede saberlo
hasta que no lo prueba? Determínelo por
usted mismo.
¿Es usted un Maestro?
No, desde luego que no.
Ni lo soy, ni lo he sido nunca ni pretendo
serlo, no estoy interesado en eso.
En cierto modo ser esto o lo otro es algo que
limita, y se trata justo de lo contrario, se
trata de comprender esas limitaciones para
poder trascenderlas. Cuidado con las
palabras, no las tome al pie de la letra.
Estas palabras parecen indicar que
”transcender” algo es un acto voluntario que
depende de uno mismo y/o requiere un
esfuerzo, y eso no es del todo cierto.
De cualquier forma si yo dijera que lo soy,
¿en qué cambiaria lo que ES? En nada, no
cambiaría en nada.
No se fíe de las palabras, son demasiado
creíbles, es mejor la reflexión personal.
En general, creo que deberíamos hablar
menos y reflexionar más.
Para que exista un maestro debe haber una
intención de enseñar, y no es el caso, uno es
demasiado imperfecto como para pretender
enseñar algo.
¿Cómo puedo saber si alguien es un
Maestro?
Todo depende de lo que considere usted que
es un Maestro, pero a título general, creo
sinceramente que no lo puede saber a priori.
¿Cómo sé que usted no me va a engañar?
No puede saberlo, indague por usted mismo
y alcance sus propias conclusiones, mi
verdad no es la suya ni debe serlo.
Sinceramente creo que esa es la única
manera de que ni yo ni nadie le pueda
engañar.
¿Cómo puede saber uno si está iluminado?
Supongo que alguien en ese estado jamás se
haría esa pregunta.
De hecho, no habría nadie a quien hacérsela.
Pero esto lo han dicho otros, no es una
experiencia de primera mano.
De lo que estoy seguro es de cuando uno NO
está iluminado.
De cualquier forma, en mi opinión, en según
qué contextos, la iluminación está
sobrevalorada, es sencillamente una meta,
un objetivo…. también considero que
muchas de las personas que la buscan tan
ansiadamente dejarían de hacerlo si
comprendieran o sintieran por un
instante lo que significa perder el YO, el
protagonista de sus vidas.
¿Qué es la iluminación?
En principio, hasta encontrar algo mejor, el
término “iluminación” podría definirse como
un estado mental en el que la ausencia de
pensamientos es sostenida, pero las
percepciones y los sentidos persisten sin
causar interferencias con ese estado mental
laxo y sin movimiento, sin pensamientos.
Hay atención enfocada en el vacío del propio
uno atemporal.
No hay un hoy, ni un ayer, ni un mañana, por
tanto no puede haber un antes ni un
después. Y por supuesto no hay un alguien
que perciba todo eso. Hay un Todo al que
pertenecen partes, pero mientras que el
Todo está integrado y así es percibido, el
resto está desintegrado, no integrado.
Pertenece, pero no conforma.
En ese estado no hay partes, solo hay unidad
y uno pertenece a ella, por decirlo de algún
modo.
A veces las palabras son un impedimento
para entender las cosas, pretendemos
reflejar todo con palabras, y la palabra MAR
no es el MAR ni puede serlo.
Es importante entender que para esto hace
falta una mente, un cerebro, un cuerpo, hace
falta nacer y vivir.
Hay gente que piensa que estar iluminado
permite levitar y cosas semejantes, hay
bastante desinformación al respecto, aunque
esto es solo una opinión que muy
probablemente será equivocada.
¿Qué puede hacer usted por mí?
Escucharle con profundo respeto y si formula
preguntas y conozco las respuestas
basándome en mi experiencia, puedo
intentar responderlas desde mi realidad y
con toda la sinceridad de la que soy capaz de
transmitir con unas palabras. Pero en
realidad debe saber que ni yo ni nadie puede
hacer nada por usted, más allá de lo que
usted mismo haga.
Si yo estuviera enfermo. ¿Usted podría
ayudarme?.
Puedo escucharle, puedo hablarle, puedo
escribirle, puedo ir hasta usted y abrazarle,
puedo estar a su lado acompañándole en su
sufrimiento, pero no puedo curarle si es a lo
que se refiere.
Tenga en cuenta que la desesperación es una
situación muy compleja que nos lleva a
tomar algunas veces decisiones equivocadas,
sea prudente, porque hay demasiadas
personas que se aprovechan de las
desgracias ajenas.
Y dentro de su enfermedad (de la cual
desconozco cualquier dato, ni siquiera puedo
saber si es cierta o simplemente es una
pregunta), enfréntela o acéptela con la
mayor calma posible para que de esta
manera,
llegado el momento, pueda tomar las
decisiones adecuadas con el mejor criterio
posible. En cualquier caso considere que el
enfrentamiento y la aceptación no tienen
por qué suponer violencia o rendición. Hay
que entender el enfrentamiento como un
ejercicio de comprensión hacia la
enfermedad en sí misma y hacia la situación
que provoca.
Generalmente culpamos a la enfermedad de
nuestro sufrimiento, pero la enfermedad
ignora nuestra existencia, ahí empieza
nuestra responsabilidad como individuos
para encauzar en la medida de lo posible la
nueva situación, para reconducirla.
¿Es usted feliz?
No, rotundamente no.
El estado mental que prima la mayor parte
del tiempo no me parece que sea la felicidad
ni nada parecido.
Pero de cualquier modo, habría que definir
previamente que es la felicidad, puede que
lo que para uno sea felicidad no lo sea para
otro.
¿Cómo empezó su búsqueda?
Recuerdo que de niño hacía preguntas
complicadas, reflexionaba mucho sobre la
muerte y la separación, la aparición de
conflictos mentales en la mente de un niño o
de un adolescente lleva a hacerte preguntas
que pueden cambiar la vida. Esto puede
ocurrir en cualquier momento, de hecho, yo
creo que le ocurre a todo el mundo, pero
esas preguntas que siempre surgen tienen
diferente impacto en cada persona. En
algunas permanecen, persisten con más
intensidad que en otras no.
Yo recuerdo percibir sufrimiento en otros,
observarlo, de ese sufrimiento aprendí
cosas, busqué respuestas, busqué razones,
busqué motivos. Y cuando no encontré
ninguno quedé desconcertado.
Esto no tiene nada de especial, observar el
sufrimiento es como observar la alegría, a mi
me llamaba la atención el sufrimiento, no
sabría decir por qué.
Buscaba razones para la ausencia, para la
muerte, buscaba la justicia que hay en la
muerte, es un mal enfoque, es erróneo, pero
debe uno darse cuenta por sí mismo, no es
fácil transmitir esto.
Durante un tiempo todo tenía que tener una
razón, luego dejó de ser así.
Si no hay culpables los creamos, eso es
delicado. Pero como digo, debe ser
entendido por uno mismo.
Afortunadamente todo cambia, y pasado el
tiempo comprendí mediante mi propia
experiencia que no hay nadie que tenga la
culpa de nada, que nadie arrebata la vida a
un enfermo, que el dolor es inevitable pero
el sufrimiento no lo es.
Permítame repetir esta frase, es importante,
el dolor es inevitable, pero el sufrimiento no
lo es.
Esa mente cartesiana y desesperada por
encontrar respuestas buscó mucho, pero las
preguntas que se hacía no eran correctas y la
mente caminaba en círculos continuamente
y aún lo hace.
Las preguntas y las respuestas se
convirtieron en un hábito mental inútil y
agotador.
Recuerdo una conversación con un amigo
mío al que tengo por una persona inteligente
y sensible.
Él justificaba siempre sus posturas mediante
el método científico, y en nuestras
conversaciones era muy riguroso con
respecto a las cosas en las que creía y en las
que no.
Insistía a menudo en que todo lo que no
fuera visible, medible, detectable y/o
cuantificable, era susceptible de no existir.
En esas estábamos cuando un día le
pregunté cómo veía, medía, detectaba y/o
cuantificaba el Amor, la amistad, la
compasión, la pena, la comprensión o el
sufrimiento.
Volvieron a repetirse las conversaciones en
aquellos términos, las recuerdo con enorme
gratitud y creo que por primera vez en
meses adquirieron una dinámica distinta, útil
incluso.
Es importante intentar aprender algo de un
interlocutor, siempre es posible y muy
saludable hacer esto. Incluso alguien en
silencio puede transmitir algo interesante,
no todo son palabras. Es importante saber
escuchar con limpieza, con calma, con
quietud.
A veces es en silencio cuando más
información de transmite, porque las
respuestas siempre parten del silencio, de la
reflexión.
Sin silencio previo no hay respuesta. No
puede haberla.
¿Usted que busca?
Inicialmente buscaba dejar de sufrir y dejar
de sentir miedo.
No hablo de un sufrimiento físico, sino de un
sufrimiento psicológico, continuo,
contundente y rotundo que me creaba
muchas dudas, preguntas continuas acerca
de muchas cosas, de todas las cosas, en
realidad. Un sufrimiento que con el paso de
los años he visto en muchas personas y que
resulta mucho más habitual de lo que podría
creerse.
Muchas preguntas son trampas para no
encontrar las respuestas, porque están mal
formuladas por uno mismo, pero de eso hay
que darse cuenta, puede uno estar muchos
años caminando en círculos. Es importante
alcanzar las certezas por uno mismo, que no
se las cuenten, comprenderlas, analizarlas,
verlas, darse cuenta, ese conocer íntimo que
da saber algo por sí mismo, por la propia
experiencia.
Ese es el conocimiento adquirido que resulta
más útil.
En general creo que estamos demasiado
sobre estimulados desde el exterior y desde
el interior.
Todo el mundo busca fuera, las sensaciones
vienen del exterior, por eso buscamos fuera,
pero las preguntas realmente importantes
salen de uno mismo, de dentro.
Sus preguntas no son las mías, por eso es
importante el enfoque interno, íntimo y
personal de la pregunta.
Debe utilizar su propio lenguaje con usted
mismo.
El contenido de su mente solo está en su
mente.
Hay que llegar a esas preguntas y ahí se
detiene uno.
Dígame tres cosas que haya descubierto con
su práctica.
Sobre las cosas que he descubierto con la
práctica le puedo decir que hay sufrimiento y
que el manejo y la comprensión profunda de
ese sufrimiento pueden, tal vez, llevar a la
calma. Ese tipo de sufrimiento no se pasa
solo, no es una cuestión de paciencia o de
olvido, tiene causas y hay que tratar con ellas
para comprender en primera instancia las
razones de ese sufrimiento.
Trabajar con el sufrimiento es fundamental.
Con el de uno y con el de los demás.
También puedo decirle que si hay alguien
responsable de lo que usted siente, ese es
usted mismo.
Parece una persona calmada, ordenada,
feliz.
Pues se equivoca, usted lo ha dicho,
“PARECE”, no confunda lo que parece con lo
que es.
Además, fíjese en un detalle; si yo le hubiera
respondido que soy feliz, automáticamente
en su mente despertaría la esperanza de que
usted podría serlo también.
Eso es delicado, sobre todo si espera que esa
felicidad venga de fuera, de otra persona, en
este caso de quien le habla.
¿Es usted budista?
No, realmente creo que el sediento bebe de
todas las fuentes que se encuentra en el
camino, beber de una y llenarse la tripa no
me parece la mejor opción.
Me he acercado un poco al Budismo en
muchas de sus ramas y tradiciones,
Theravada, Chan, Zen ó Mahayana, al
Hinduismo, al Jainismo, al Cristianismo, en el
que fui educado, y cuando se ve todo eso
desde una perspectiva exterior, sin intentar
defender lo que pretende ser de uno y sin
atacar lo que supuestamente es de otro, se
observan cosas sorprendentes, son
montones de manos que señalan el mismo
lugar, algunos miran la manos y defienden su
dedo, su señalar, pero hay otros que miran
hacia arriba, y se dan cuenta de que no
importa el nombre, todo es lo mismo, con
matices socioculturales e históricos, pero
esencialmente lo mismo.
Dios, Atman, el Ser, Moksha, Presencia,
Liberación, Santidad….. Cambia el nombre,
pero no cambia el significado.
Ser budista me parece maravilloso, yo soy
demasiado imperfecto y ansioso para poder
cumplir con las obligaciones budistas, lo digo
completamente en serio, con total humildad.
Respeto y admiro profundamente a todas las
personas que se entregan a una práctica así,
pero no me parece realista llevar ese tipo de
vida con la que debo llevar actualmente
dadas mis circunstancias personales.
Ponerse un Kesa sin una implicación absoluta
es una farsa y una falta de respeto, es un
disfraz.
En el budismo Theravada los monjes viven
en templos y mendigan su comida, todo eso
es un universo de vida que no puede darse
aquí en Europa hoy en día.
No concibo un budismo “a medias”, un
budismo de martes a jueves de 7 a 9.
Un budismo de gimnasio o de club.
Quizá soy demasiado firme con esta opinión,
pero si quieres hacerlo, hazlo bien.
Tal vez no puedas, no pasa nada, acéptalo,
permitelo, observalo y continúa.
Pero no te mientas a ti mismo, eso no es
bueno, es una farsa.
He visto demasiado mercadeo con la
esperanza de la gente y estoy totalmente en
contra de ser superficial en este aspecto. Me
parece muy delicado que se mercadee con el
conocimiento y menos con el sufrimiento y
la esperanza de personas que son
vulnerables por su situación emocional y/o
personal.
¿Cómo se puede encontrar la Verdad?
Si hay algún camino para alcanzar la Verdad
supongo que es haciéndose preguntas y
encontrando las respuestas por uno mismo.
Aunque no se lo recomiendo, es
extraordinariamente frustrante y agotador
tener la cabeza pensando continuamente.
¿Cómo definiría la felicidad?.
Como un estado en ausencia de inquietud.
Muy parecido a la calma y a la tranquilidad
absolutas de la mente. Pero en el momento
en que lo nombre en su mente como
felicidad, se romperá el hechizo y la situación
cambia, pues ha conceptualizado un estado
de la mente y eso lo hace el ego no el Ser. Lo
hace la personalidad, no la Vida.
Supongo que el Ser, lo que usted ES, puede
ser feliz, pero una mente egoica no puede
serlo nunca, está demasiado necesitada de
experiencias, de obtener cosas, de mantener
esperanzas, de alcanzar metas, esa mente no
se detiene nunca. Es su naturaleza, no es
buena ni es mala, necesita ser entendida
para poder ser ignorada.
¿Que se necesita para poder alcanzar la
felicidad?.
Pues no lo sé, porque como le digo no me
siento feliz, pero supongo que es necesario
comprender de donde surge el sufrimiento y
de que clase es para poder hacer algo al
respecto, y después, tal vez aparezca lo
buscado.
A veces la ausencia de respuesta es una
respuesta en sí misma, igualmente, la
ausencia de sufrimiento puede ser un estado
sobrevenido como el que usted nombra con
la palabra “felicidad”, pero estamos tan
distraídos que no percibimos la felicidad
existente, salvo cuando estamos inquietos,
alterados o preocupados, y entonces
echamos de menos esa calma que antes era
ignorada.
¿Cómo ve la sociedad actual?.
Estoy sobrecogido.
Me pregunto qué es lo que estimula ese
grado de violencia, que es lo que alimenta
ese grado de brutalidad. Pero uno no sabe.
Es una pregunta que no ofrece respuesta.
Una pregunta inquietante y presente
permanentemente.
¿Por qué existe tanta violencia?.Verbal,
física, psicológica…..
Creo que es por el miedo. Casi todo ocurre
por el miedo. Tenemos todos una gran
responsabilidad, enseñamos de una manera
incorrecta. Odia esto, odia aquello, respeta
esto, ama lo otro. Pero no nos damos cuenta
de que existe la posibilidad de no odiar, de
no rechazar, de no repudiar, de no
apropiarse de algo y rechazar el resto de
cosas, el resto de alternativas, el resto de
opciones.
Educamos en la rivalidad, en la competencia,
hay que ser el mejor, el primero de la clase,
pero no enseñamos a acompañar en silencio
a un enfermo, que es una de las experiencias
más enriquecedoras que puede haber en la
vida.
No enseñamos a escuchar, que es una de las
vías de aprendizaje más fantásticas que hay.
Uno se pregunta si puede haber un mundo
sin rivales. Es difícil, dado el camino que
hemos tomado la sociedad como conjunto.
Se requieren personas comprometidas que
tengan acceso a recursos y sean
impenetrables a su propia corrupción, y esto
es muy difícil. Uno de los objetivos del
milenio era la erradicación el hambre en el
mundo, algo relativamente fácil si lo
consideramos desde el punto de vista
económico, pero cuando entran en juego los
intereses políticos, de estado, militares….etc,
todo se desvanece. Es un mundo perfecto
lleno de gente absurda tomando decisiones
que afectan a otros y pensando únicamente
en mantener su propio prestigio y su estatus
personal, pues esa es la realidad que
perciben, una realidad personal, individual,
no común.
Las personas de a pie no tenemos ni
herramientas ni medios para conseguir que
cambie nada a un nivel que no sea
infinitesimal.
No hay ninguna posibilidad, es desolador.
¿En qué consiste la Práctica?.
La Práctica consiste en dejar de pensar, estar
presente y consciente sin que la mente esté
enredando, permanecer.
La práctica permite permanecer en ausencia
de quien está practicando. A ese hay que
dejarle fuera de la práctica, a ese y a sus
neuras, a sus problemas, a sus
pensamientos, a sus necesidades, a sus
urgencias……etc.
Uno tiene su trabajo, sus obligaciones, su
familia, sus aficiones, sus defectos.
¿Toda esta vida agitada y ocupada es
compatible con la Práctica?
Tal vez toda esa vida se convertirá en
Práctica si el sufrimiento es lo
suficientemente intenso.
Generalmente, al menos en occidente, el
nivel de práctica se determina durante el
paso de los años, dependiendo del problema
que se pretenda resolver con dicha práctica.
Es como ir al gimnasio, si uno está muy
gordo va más horas. Del mismo modo, si uno
tiene problemas, inquietudes, dudas,
dependiendo de su intensidad y efectos, así
se aplicará a su práctica.
Es decir, no hemos entendido absolutamente
nada.
¿Por qué dice que no hemos entendido
nada?
Porque no hay devoción en ese tipo de
práctica, no hay intensidad ni honestidad, no
hay pureza, es simplemente un pasatiempo.
Se pone uno un Kesa y se sienta en el suelo 2
horas y cree realmente que está haciendo
Zazen.
Es un hábito, es absurdo pretender algo de
este tipo de práctica.
Y eso mata la Práctica genuina, la Práctica es
la cosa más sagrada que puede haber.
Es la bala que mata al yo.
Eso es duro, supone un reto continuo, una
responsabilidad que si es entendida ofrece
un vértigo increíble.
Es una forma de vida, de pensar, incluso de
actuar, hasta un lápiz se coge diferente
cuando conoces la Práctica. Mucha gente
practica sin saber incluso para que lo hace.
Es lo más parecido a caminar sin rumbo.
En la Práctica como yo la entiendo, te va la
vida. Así de importante es.
¿Cual es el mayor temor que tenemos?
Sin duda, el enfrentamiento con la muerte.
Nuestro mayor temor es morir.
Nadie quiere morir, nadie quiere
desaparecer, tememos mucho el sufrimiento
pero aún más la muerte, porque el
sufrimiento es pasajero o puede serlo, pero
la muerte es definitiva. El sufrimiento te da
una oportunidad, la muerte no.
Y también tenemos mucho miedo a la
pérdida, a la pérdida de un ser querido, por
ejemplo.
La mente no está preparada para la muerte,
muy pocas personas lo están para recibir su
propia muerte, pero al tratarse del
fallecimiento de otros, la mente no está
preparada por más que ese desenlace sea
esperado y previsto.
Tenga en cuenta que la muerte “conduce” (y
permítame ser muy prudente con mis
palabras), a un estado desconocido.
Pero por otra parte, todos hemos visto
fallecer a alguien o al menos es una
experiencia que ha sido vivida desde muy
cerca, en el entorno familiar tal vez.
Convivimos con la certeza de que algún día
estaremos ahí nosotros, pero es algo
incómodo, y lo olvidamos continuamente, es
una huida permanente.
Ese pensamiento causa sufrimiento, causa
preocupación…
¿Para qué sufrir sin motivo? Por eso lo
“olvidamos”.
¿Por qué sufrimos?
Podemos sufrir de muchas maneras, las
principales son el sufrimiento físico y el
psicológico.
Psicológicamente sufrimos por el miedo a
perder lo que tenemos (esto sería algo
parecido a la codicia), por el miedo a no
tener lo que queremos (esto sería el deseo) y
por el miedo a no alcanzar (que sería la
esperanza).
Fíjese con detenimiento que si usted fuera
capaz de mantener su mente en el instante
actual sin recordar y sin anticipar (salvo
cuando fuera necesario y sin que esto le
afectara emocionalmente), estaría justo en
un lugar en ausencia de sufrimiento.
¿Verdad?
—FIN—

La mezquindad de ser otro frente a la


responsabilidad de ser uno mismo.
Vivir tu propia vida es un ejercicio de
honestidad imprescindible.
Darte cuenta de que eres responsable de tus
propios pensamientos es necesario para
poder salir de ese eterno descontento que
para algunos supone transitar su propia vida.
Un descontento del que generalmente se
culpa a otros.
¿Son los demás los que deben actuar como
nosotros queremos para que nuestra
emoción no sea el enfado?
¿No es esto someter al otro?
¿No es esto obligarle a actuar de tal forma
que se adecúe a nuestro antojo?
¿No es esto coaccionar?
¿No es esto literalmente depender de otros
para obtener algo uno mismo?
¿No es hacer responsable a otro de nuestras
propias sensaciones?
¿No es obligar al otro a que se comporte de
modo que nosotros seamos felices?
¿No es hacer responsable a otro de lo que
sentimos?
¿Por qué ocurre esto?
¿Por qué no podemos ser felices por el mero
hecho de existir, de vivir?
¿Qué otro objetivo hay más importante, más
necesario o más acuciante que ser feliz
durante la vida?
Tú crees que siendo otra persona las cosas
cambiarían (a mejor, claro).
Crees que si las circunstancias fueran otras,
las cosas cambiarían (a mejor, claro).
Crees que si no hubieras tomado aquella
decisión en aquel momento, las cosas
cambiarían (a mejor, claro).
Esa eterna persecución de la mentira es tan
agotadora como inútil.
Hasta el día en que desaparezcas, estará
presente si no pones remedio.
Únicamente uno mismo puede hacerlo.
Solo tú puedes resolverlo.
¿Cómo?
Siendo honesto, y no mezquino, siendo
humilde y no altivo e intransigente, siendo
responsable de ti y de tus pensamientos, de
tus emociones, de tus alegrías y de tus
tristezas.
Siendo sincero contigo, estando presente en
tu propia vida.
¿Estás presente en tu propia vida?
¿Eso crees?
Yo creo que no.
Si estuvieras presente no tendrías miedo.
Si estuvieras presente no te harías tantas
preguntas.
Si estuvieras presente no te sentirías
frustrado.
Si estuvieras presente evitarías una gran
cantidad de conflictos que ahora tienes
como hábitos de vida y ni siquiera te das
cuenta de que te están moliendo a palos.
Tu mismo te estás moliendo a palos.
¿No se ve esto?
Vive tu vida, permite tu tristeza, solo es una
expresión de la vida, de tu propia vida.
¿Duele?
Permite el dolor, no crees barreras, no crees
resistencias.
Si lo haces, entonces tendrás dos problemas,
el dolor y la resistencia al dolor.
¿Has probado a permitir el dolor?
No a iniciarlo o a provocarlo o a mantenerlo.
A permitirlo, o al menos a no intentar
impedirlo.
Percibirlo y no bloquearlo o iniciar un diálogo
mental sobre él.
Simplemente que el dolor sea percibido y
seguir respirando.
No es difícil. Pero requiere compromiso y
algo de esfuerzo.
Ya tienes el camino, ya tienes el cómo, ahora
depende de ti probar.
¿Estás satisfecho con tu vida?
Intentas conseguir cosas que corrijan tu pena
y lo haces desde el exterior.
Obteniendo cosas desde el exterior.
Materiales o no.
Pero desde el exterior.
¿Qué sentido tiene esto?.
¿Dónde está tu pena?
¿Está fuera?
Intentas cubrir la frustración con el agua de
tus deseos pero el sol o el tiempo secan el
agua y ahí sigue la miseria.
Cubrir un problema no es resolverlo, es
olvidarlo o ignorarlo momentáneamente.
Obsérvala, acúnala, ámala, esa tristeza forma
parte de ti no hay porque evitarla. No te
regocijes en ella, no te apropies de ella, ella
no eres tú. Si la observas hay una distancia.
La felicidad no está lejana.
¿Por qué dejarla para mañana?
¿Por qué dejarla para el día que mueras?
TODO lo que sientes es felicidad.
Pero la felicidad no es una sensación, sino un
estado.
O quizá incluso puede ser la ausencia de
cualquier estado.
¿Se ve esto?
Si determinas que es una sensación la has
nombrado y la expulsas de tu percepción,
pues la has anclado como concepto. Los
conceptos pueden ser nombrados y
analizados, no observados. Hay que deshacer
el concepto para poder entenderlo en
esencia.
PERMITE. PERMITE.
Deja ir, deja ir.
Dejar ir no es rechazar.
¿Se ve esto?
Permitir no es provocar.
¿Se ve esto?
No hay que rechazar ni aceptar, ambas
acciones son violencia y generan más
violencia.
No crees violencia.
Intentar impedir aquello que sientes (sea lo
que sea), es violencia hacia ti mismo, hacia
tus ideas, hacia tus emociones.
Es traicionarte, es luchar contra ti mismo. Es
una fuente infinita de conflictos.
Permite que tus sentimientos se expresen.
La mente está completamente condicionada
por la palabra.
En la mente, los pensamientos toman la
forma de palabras en multitud de ocasiones.
Es ese diálogo interior y agotador que casi
nunca lleva a ninguna conclusión útil y que
está tan presente.
Pero no nos damos cuenta de hasta qué
punto estamos condicionados.
Lo único de lo que puedes estar seguro es de
que eres. ERES.
Nada más.
Vive esa experiencia de SER.
En tu mente es distinto.
Verás cómo te suena esto que cuento…..
Tus esperanzas y tus deseos están delante.
(Futuro, el futuro queda delante).
¿Delante de qué?
¿Delante de quién?
¿Cómo puede estar delante algo que no
existe?
Pero ciertamente así es percibido por la
mente.
Tus recuerdos están detrás. (Pasado, el
pasado queda atrás).
¿Cierto?
La percepción espacial de los recuerdos es
que están detrás.
¿Detrás de qué?
¿Detrás de quién?
¿Cómo de detrás?
¿Cuánto de detrás?
¿Cómo puede estar detrás algo que no existe
salvo en tu mente?
¿Está acaso detrás de tu mente?
¿Es posible eso?.
Pero ciertamente así es percibido por la
mente.
De momento obsérvalo, dale un sentido,
percibe esto…..
¿Por qué no están tus recuerdos a mano
derecha?
¿Por qué no están tus deseos a mano
izquierda?
¿O al revés?
Palabras, palabras, enredos, enredos.
Es la eterna manía del orden, de colocar
cosas siguiendo secuencias que
aparentemente tienen un orden.
Al parecer eso evita el caos.
Al parecer, solo.
En realidad no lo evita, lo crea.
Vivir así es más complicado que vivir sin esa
forma de pensar.
La forma de pensar “natural” es más sencilla.
La forma de pensar de un niño es más
sencilla y maravillosa.
Solo ahora.
Hay un problema y es olvidado en segundos.
No hay resentimiento, no hay rencor, no hay
culpa salvo en instantes puntuales.
Luego pasa. Todo llega y todo pasa. Sin
residuos, sin secuelas que ponemos nosotros
mismos.
Nos castigamos a nosotros mismos.
¿Qué sentido tiene esto?
¿Qué objetivo tiene ese nivel de exigencia
con uno mismo?
Quizá el silencio es la forma de pensar que
puede que estés buscando.
La que hace cesar esa canción que oyes
siempre que despiertas.
Cada día, una y otra vez, una y otra vez.
¿Te has fijado que para cambiar el primer
pensamiento que surge en la mente recién
despierto tiene que haber pasado algo
importante o al menos haber hecho un
esfuerzo por que otro pensamiento sea el
primero esa mañana?
Es un recuerdo.
Los recuerdos tienen peso, prioridad y
jerarquía, se la damos nosotros mismos,
pero casi nunca nos damos cuenta y pocas
veces sabemos cómo o por qué.
¿Cuándo vas a dejar de cantar en tu mente?
Hazlo ahora.
Detenlo.
Solo tú puedes.
La consciencia no te necesita para Ser, pero
tu silencio mental le permitirá expresarse.
Permíteselo.
Aunque no lo creas, eres dueño y
responsable de lo que piensas, se dueño
también de lo que sientes.
Aprende a negociar contigo mismo, no
cedas tus derechos, te pertenecen, tienes
derecho a ser feliz.

Vislumbres de nada en ausencia de mi.


(Inmensos momentos mínimos)
Uno cree tener una percepción clara de su
propia existencia.
Parece indiscutible que uno existe, que uno
está y que uno es.
A uno le hablan, le nombran, le llaman, le
tocan, le abrazan, le besan, interactúan con
él….
La sensación de yo como entidad personal
independiente siempre está presente
durante la vigilia.
Desde cierto punto de vista esto es cierto, es
lógico, e incluso es necesario.
Para poder transcender al yo (si es que
alguien pretende hacer esto), debe haber un
yo al que poder transcender, hasta aquí
parece todo bastante claro.
El cómo se transciende, quién es aquel que
transciende, quién es aquel que es
transcendido y quién queda cuando aquel y
este son transcendidos, son asuntos que ya
no están tan claros.
Pero si uno indaga, las cosas cambian o al
menos pueden hacerlo.
La indagación debe ser un trabajo íntimo,
intenso, cuidadoso, honesto y sobre todo
constante.
La intensidad y la constancia parecen
fundamentales para que aparezcan las
preguntas necesarias, en el contexto
adecuado y en el momento preciso, y sobre
todo, para que las preguntas que aparezcan,
o las respuestas que ofrezcan esas
eventuales preguntas, puedan ser enfocadas
desde la perspectiva correcta.
Quizá más que preguntas, lo que surgen son
“dudas”, ó “escenarios de duda” ó
“incongruencias”.
Algo que con la mente sutil resulta
incongruente puede no resultar extraño para
la mente mundana “normal”, que no tiene
un enfoque introspectivo (“hacia dentro”) ni
profundo (“intenso”).
Es importante el estado de la mente para
que cuando se formule la pregunta y afloren
las respuestas, se pueda percibir desde
donde aparecen esas respuestas, quién
formula las preguntas y quién es aquel que
las responde. Hay que distinguir esto.
Sin práctica no es posible salir del ciclo del
pensar.
En el pensar hay rasgos importantes, como el
enfoque, la cualidad y/o la cantidad.
El equilibrio de estos componentes es
importante, hay que adquirir destreza para
manejarlos adecuadamente o al menos para
percibir la diferencia.
Y esa destreza viene con la práctica.
Cada característica proporcionará una
información.
Pensar mucho no tiene porque ser bueno o
útil.
Estamos totalmente condicionados, hay que
des-condicionarse y esto cuesta.
El peso pesa, el daño daña, el pensamiento
enreda.
Es la propia naturaleza del peso, del daño y
del pensamiento, no pude ser cambiada.
La verdadera naturaleza no pude ser
cambiada.
La indagación comienza en uno mismo.
¿Quién es aquel sobre el que comienza la
indagación?.
Este es un punto importante, pero resulta
fácil de ver.
El uno sobre el que comienza la indagación
es aquel que tiene nombre y apellidos.
El amigo, el vecino, el padre, la persona, el
practicante, el buscador, el estudiante o el
profesional.
Ese yo es el yo mundano, el ego.
El que gira la cabeza cuando escucha su
nombre.
El inicio de la indagación íntima puede
llevarnos a poner atención sobre el pensar y
los intervalos de no pensar que hay entre
pensamientos.
Pueden ser detectadas muchas cosas, entre
ellas tres.
– El mismo proceso del pensar.
– Los intervalos entre pensamientos
(percepción de la distinción/diferencia entre
unos y otros pensamientos).
– Y los “espacios” que existen entre los
distintos pensamientos.
(Me centraré aquí en el pensar, pero en todo
momento pueden surgir emociones y/o
sensaciones que pueden tener un reflejo
físico, esto de momento lo ignoraré).
Por lógica, uno percibirá el estado actual (el
ahora), cualquier otro estado no puede ser
percibido en este momento, pues
pertenecería al pasado (memoria, recuerdo,
e imaginación) o al futuro (esperanza,
deseos, anhelo, imaginación, anticipación).
Y por lo tanto, un estado que no sea “ahora”,
puede ser imaginado o inventado o soñado,
pero no REALMENTE percibido pues no
existe en ese instante.
Y en todo caso, como he dicho, pueden
aparecer estados del pensar que induzcan
estados físicos, (repulsión, anhelo, ira,
lujuria, deseo sexual, alegría, enojo, congoja,
asombro, sobrecogimiento, tristeza,
desánimo, exaltación…etc, etc, etc).
Obviamente, estos estados son provocados
por el pensamiento, son consecuencias del
pensamiento (de la interpretación del
pensamiento), y por tanto no nos interesan
ahora en este asunto que nos ocupa.
Uno puede centrarse en los pensamientos
que se van presentando pero esto no sirve
para nada. Puede uno pasarse la vida ahí,
haciendo eso, sin más. Observando esos
pensamientos. Pensando que está en calma,
creyendo que está en calma, pero no es así.
Con algo más de enfoque y práctica, con algo
más de profundidad y compromiso, uno
puede centrarse en el intervalo que hay
entre pensamientos, una suerte de espacio
vacío que aparece (en realidad no aparece,
sino que está ahí), y puede ser percibido,
pero esto no sirve de mucho (sí de algo, pues
afina la concentración), pero puede uno
pasarse la vida ahí, haciendo eso, sin más.
Observando ese espacio.
Pensando que está en calma, creyendo que
está en calma, pero no es así.
Debe uno indagar más, mucho más, para
percibir lo sutil, y que puedan aparecer las
preguntas que amenazan al yo mundano.
Estas preguntas no pueden surgir del propio
yo mundano, porque nunca se pondría en
peligro a sí mismo.
El mito del ego auto-extinguible es eso, un
mito.
Si uno continua, de forma seria y constante,
comprendiendo quién es quién y quién no es
quién en este “juego vital”, si uno continúa
comprendiendo que solo hay Uno, pero que
parece haber muchos, tal vez, pueda avanzar
algo más, si es que hay algo sobre lo que
avanzar.
Puede uno observar que si uno se hace
preguntas, él mismo es distinto de las
preguntas que se realizan. Esto es obvio.
Por tanto ahí hay un “espacio”, una
“distancia”, una “separación” entre pregunta
y preguntado.
Uno tal vez puede ver de donde surgen las
formulaciones de las preguntas y puede ver
de donde surgen las formulaciones de las
respuestas, que no tiene porque ser lo
mismo (de hecho muchas veces no lo es).
Incluso si se ve a sí mismo indagando, puede
llegar a entender que él no es ni el
observador, ni lo observado, ni la pregunta,
ni la respuesta.
Y tampoco es lo pensado.
Pero si uno no es lo observado, ni tampoco
es el observador, ni lo pensado, ni la
pregunta, ni la respuesta.
¿Entonces qué es?
¿Uno que es?
Y una cuestión importante (aunque algo
confusa si no se ha percibido por uno
mismo).
Si uno se observa observando, ese “segundo
observador”, puede llegar a percibir que
aunque se diferencia del primero, tampoco
es genuino. ¿Por qué iba a serlo?
Y aquí se queda mucha gente.
Posada en observar el silencio entre
pensamientos, desde el segundo observador
al que da por genuino.
(Las palabras complican un poco todo esto).
Este es el fin de la práctica para muchos.
Pero y si….
Pero y si….
Pero ¿y si uno fuera capaz de observar que el
segundo observador también es una
creación de la mente?
¿Y si uno fuera capaz de ver que el segundo,
el tercer o cualquiera de los cientos de miles
de observadores que pueden ser percibidos
son falsos?
¿Y si uno pudiera darse cuenta de que lo
observado son creaciones de la mente?
TODO.
Repito….
TODO lo observado son creaciones de la
mente.
¿Entonces que vería?
¿Quién estaría pensando?,
¿Quién estaría siendo pensado?
Si se enfoca y se posa la atención en aquello
de lo que surgen los pensadores que son
observados, ahí, hay una ausencia.
En aquello de lo que surgen los pensadores
(no lo pensado).
Ahí hay una falta que crea espacio.
No que “es espacio”, sino que “crea
espacio”.
Ahí puede haber un vislumbre de lo que ES.
Si uno se identifica con ESO lo pierde.
Si uno nombra ESO, lo pierde.
Si uno se intenta apropiar de ESO, lo pierde.
Si uno habla de ESO, lo pierde.
De hecho uno no puede hacer nada con ESO,
porque ahí, en ese instante no percibido
como instante, en ese momento preciso no
hay uno que pueda hacer nada.
Uno surge de ESO, y si es nombrado,
desaparece (o mejor dicho, aparece de
nuevo).
Uno surge de ESO, y si es pensado,
desaparece (o mejor dicho, aparece de
nuevo).
Cuando un NO UNO observa desde ahí, no
nombra ni juzga, simplemente percibe y esa
percepción se auto-extingue y se crea
constantemente, uno no hace nada por que
desaparezca ni porque vuelva a aparecer (de
hecho, uno no puede hacer nada).
Es su naturaleza, la percepción es temporal,
pero hay algo que no lo es.
Algo que no es temporal.
Algo sobre lo que se posa la percepción y al
hacerlo, la propia percepción se diluye en
ESO (Malditas palabras necesarias).
Algo que está más allá del tiempo.
Si hay identificación con ello, se pierde.
Si se intenta alcanzar mediante yo, no se
alcanza.
Y es desde ahí (por decirlo de algún modo),
desde donde surgen las cuestiones (uno no
se hace las preguntas), estas surgen y son
observadas (se observan las consecuencias
no surgidas del pensar), la percepción
permite sentirlas, pero no nombrarlas, si las
nombras las pierdes, porque intentas
racionalizar una percepción muy sutil y sacas
la caja de etiquetas e intentas ordenarla,
catalogarla, cuantificarla y entonces la
matas.
¿Por qué ha surgido?, ¿A quién le ha
surgido? ¿Soy afortunado? ¿Soy mejor?
¿Estoy progresando? ¿Terminará mi dolor?
¿Seré menos mediocre? ¿Acabará mi
miedo?, ¿Esto es Samadhi?, ¿Espérate, que
igual es Satori?, ¿Quizá Moksha?, ¿En qué
grado?…………
Bueno, bueno, bueno…
Bla, bla, bla, bla……..
Bla, bla, bla, bla……..
Y entonces te das cuenta de que la has
perdido.
Tu “no yo” ha sido conceptualizado y la has
perdido y vuelves a ser un yo meditando con
seriedad y determinación, pero nada más.
Esas preguntas que surgen son dilemas
vertiginosos y comprometen al ego, le
cuestionan, le hacen temblar y le desgastan.
Una vez que se ha estado ahí y se ha estado
así, hay un camino trazado.
Solo es un paso, pero si ocurre, no lo
olvidarás jamás.
Es un instante permanente.
Todo se detiene y surge lo que Es, que
siempre ha estado ahí, velado por el ruido y
el pensar.
Y uno no es otro ni siquiera es uno. Pues no
hay ni uno ni otro.
Esto es una vivencia, no es pensar.
Es un sentir muy íntimo, no es opinar.
Es un presentimiento (lo que hay ANTES de
un sentimiento), no es un deseo.
Luego la mente analizará las preguntas, las
sensaciones, intentará sacar conclusiones y
encasillar experiencias. Todo eso no importa.
Pero esas dudas, señalan asuntos que si
pueden llegar a ser importantes.
Tras esto, surgirá la reflexión.
¿Una vez nacido, cuando aparece el
hacedor?
Si de los 0 a los 2,5 años uno ha vivido, ha
tenido vida, ha sido un ser vivo, que respira y
come…. ¿Dónde estaba el ego entonces?
Esto demuestra que se puede vivir (no sé si
sobrevivir, pero desde luego vivir si), sin el
ego, sin la certeza del “yo soy”. Sin la
sensación del “mío” y el “tuyo”. Sin ese
abismo diferencial tan tremendo.
De hecho se ha vivido así, por lo que al
parecer (empíricamente), el yo es algo
adquirido a posteriori del nacimiento.
¿Cómo dice?
EL YO ES ALGO ADQUIRIDO A POSTERIORI
DEL NACIMIENTO DE UNO.
Y pueden surgir preguntas.
Surgirán, casi con toda seguridad si la
práctica es lo suficientemente seria y
comprometida,
Y vienen las preguntas que son espadas.
¿Quién era uno cuando no había nacido?
¿Quién o quienes estaban con nosotros
cuando uno no era aún?
¿Cómo puedes encontrarte o pensarte a ti
mismo en tu yo ahora nacido, cuando aún
eras un estado no nacido?
¿Qué esfuerzo has llevado a cabo para estar
aquí y ahora?
¿Qué elección tomaste para ser nacido?
¿Dónde está ese estado de nacimiento y ese
estado de ausencia de nacimiento en
nosotros?
¿Quién percibe ese estado de nacimiento y
ese estado de ausencia de nacimiento en
nosotros?
¿Cómo puede ser percibido un estado de
ausencia de nacimiento en nosotros?
¿De dónde ha salido la sensación/certeza de
que uno es?
Ni el nacido ni nosotros existe desde este
diálogo. ¿Se ve esto?
¿Podemos vernos a nosotros mismos y
podemos ver lo que nosotros mismos no
somos al mismo tiempo?
¿Acaso no están hechas ambas ideas del
mismo material?
¿No son igualmente inciertas?
¿Quién es aquel que está siendo pensado
por uno mismo?
¿Qué realidad tiene?
¿En donde se encuentra esa realidad?
¿Es la realidad de uno?
¿Cómo puedes ser lo que ves?
¿Cómo puedes ser lo que imaginas?
¿Cómo puedes ser lo pensado?
¿Cómo puedes ser lo nombrado?
¿Cómo puedes ser el concepto?
¿Cómo puedes ser la parte?
¿Cómo puedes ser la fracción de algo?
¿Cómo puedes estar separado de aquello de
lo que ha surgido?
¿Cómo puedes ser otra cosa?
¿Cómo puedes ser distinto?
Tu no eras en el estado de no nacimiento (de
aún no nacimiento).
¿Quién más era contigo en el estado de aún
no nacimiento?.
¿Cómo puedes ver tu propia ausencia?
¿Cómo puedes siquiera pretender
ver/saber/conocer/percibir/saborear/sentir
tu propia ausencia?
Ausencia=No existencia en plano pensante.
¿Cómo puede ser pensado ese estado en
ausencia de estado o en presencia de no
estado?
¿Es uno mismo quien está viendo lo que no
es?.
¿Quién es aquel que ve eso?
Todas estas preguntas, y decenas,
centenares, miles más que puede formularse
un practicante a lo largo de años de práctica
tienen una respuesta común.
Solo una.
UNO NO SABE.
Si uno no sabe.
Sabemos quién no sabe, pero… ¿quién es
aquel que sabe que no sabe?
Aquel que sabe que no sabe no necesita
nombre.
¿Cuál es la manifestación de la que surge lo
no manifestado?
¿Dónde mora lo no manifestado?
¿Dónde estaba yo en el estado no nacido?
¿Dónde está yo en lo inmanifestado?
¿Quién es aquel que siente la conmoción de
no ser?
Silencio….
Silencio….
Silencio….
Durante un sueño.
En el momento del sueño, no antes, no
después.
En el instante del sueño.
Tú no sabes que eres.
¿Quién es aquél que está soñando en el
instante del sueño?
¿Quién es aquel que observa al que sueña en
el instante del sueño?
¿Quién es aquel que está siendo soñado?
¿Cuál es el destello genuino de un diamante
de 1000 caras?
¿Cuál es el destello único de un diamante de
mil caras?
¿Acaso está en el diamante?
¿De dónde surgió la certeza “YO”?
¿A quién le surgió?
¿Quién es aquel que percibió “yo” aún
cuando no lo era?
¿Quién eras antes de poder decir “yo”, “mío”
o “ahora”…?
¿Quién es este que vislumbra lo que fue
antes de ser lo nombrado?
La propia búsqueda de aquello que se ha
perdido es lo que impide ver que no hay
nada que se haya perdido ni nadie que lo
haya olvidado.
No siempre las preguntas se formulan
esperando una respuesta.
¿Qué mentira puede ser más atroz,
destructora, persistente e infinita que pensar
que uno puede encontrar algo que ha
perdido?
Tu vida es un sueño individual.
Todo son sensaciones.
Todo son pensamientos.
El único final de las sensaciones es verse
cuando la sensación no es.
El único final de los pensamientos es verse
cuando el pensamiento no es.
No hay otro camino, no hay otro final.
Es ahí donde hay que posar la sensación de
presencia sin presenciador.
No hay ningún otro escape del mundo de la
sensación que no sea verse cuando la
sensación no era.
NOTA:
Lamento la densidad de este post.
Así ha nacido y así se queda.
No soy conferenciante, soy agricultor.
AMOR.
Los árboles, las estrellas, la luna y la hierba
callan hoy como si hubieran tenido
noticias vuestras.
(Para L. y para C.)
(Para C. y para L.)
Todo el mundo a lo largo de su vida se
enfrenta a dificultades, inevitablemente
aparecen momentos y situaciones de dolor y
sufrimiento.
Algunos se enfrentan a estas dificultades
desde el momento en el que nacen.
Estas personas, estos niños y niñas, son
especiales.
Son quienes necesitan un mayor cariño,
afecto, dedicación, paciencia, comprensión,
apoyo y atención.
Y nos recuerdan siempre que la única
finalidad de la propia vida es el Amor
Incondicional.
Para uno son tiempos de pérdida.
Tiempos de dolor.
Ratos de ira que tal vez precedan a instantes
de calma.
Cuando uno está cerca del fuego puede
calentarse, pero también puede quemarse.
Algo me impide escribir esto, pero me sale a
borbotones del alma.
¿Por qué pararlo?
No puedo pararlo. No sé pararlo. No quiero
pararlo.
Ya sé la teoría.
Bien la sé.
Pero también sé que a veces la teoría no es
más que eso, teoría.
La pena, el dolor y la angustia están aquí.
Siguen aquí.
Una vez nombradas, identificadas e
integradas, son fuertes, enormes,
invencibles, terribles, como un gigantesco
castillo de piedra que se derrumba poco a
poco sobre la cabeza.
Ese castillo no termina de caer, las piedras
parecen no acabar nunca.
Me tumban una y otra vez.
Uno se levanta, pero vuelve a caer
apedreado.
Cuando todo acaba, meditar sobre las
cenizas no es suficiente, los restos siguen
revoloteando en alguna parte muy profunda,
muy íntima.
Son emociones, tan solo son procesos
químicos a los que mi yo más estúpido y
mundano pone nombre. Uno ya sabe.
Intento no hacerlo pero no puedo evitar
pensar, no puedo evitar imaginar, no sé
cómo dejar de soñar. Es una sensación
arrolladora.
Siento el peso, el ahogo, el malestar y la ira.
No se puede tratar con la furia.
La furia no entiende de razones.
Hay que esperar a que pase.
Pero ahora está.
Ahora soy furia.
Hace muchos días que soy furia, muchas
semanas…
Cualquier cosa que haga, piense, diga o
imagine no consolará.
Sé que hay que esperar.
Es un gran error enfocar la pérdida como
propia.
Es un gran error enfundarla en términos
como “justa” o “injusta”.
Es un grandísimo error.
Pero…
Ahora no quiero pasarlo por alto.
Hoy no quiero olvidar.
No quiero permitir.
No quiero dejar de pensar.
Hacer eso me parecería traicionaros.
Porque creo que si evito, ese esfuerzo irá en
mi contra y dañará todo significado.
El tiempo no hace nada, en realidad no es el
tiempo el que hace que olvidemos.
Eso lo sé.
Olvidamos para no sufrir.
¿Sino para qué?
¿Qué sentido tiene seguir?
¿Para qué intentar huir si de quién quiero
escapar es de mí?
No tiene ningún sentido, es un objetivo
estéril.
¿De qué sirve mi furia?
No sirve de nada.
Ni siquiera de desahogo.
Sin embargo me daña a mí y daña a los que
están cerca.
Eso lo sé.
Lo veo y lo percibo.
Y lo lamento.
Solo es una reacción, como apartar la mano
del fuego.
Una reacción….
Os sueño muchas noches, siento vuestros
cuerpos fríos y me despierto muy asustado.
Dormir tranquilo me parece traicionaros.
Es estúpido, lo sé. Pero es así ahora.
Sueño con sangre, pastillas, agujas,
deshechos, vías, tubos, pasillos, carros de
parada, cansancio, olor a desinfectante,
lapidas, entierros, miedos, disculpas, llantos,
lamentos, abrazos, sollozos y gritos.
Hay mucha violencia y mucha hostilidad en
esos sueños.
Y siento que necesito correr 100 kilómetros
hasta estar exhausto y dejarme caer y
permanecer ahí, rendido, tumbado y
expuesto.
Y siento que necesito derrumbar muros a
golpes hasta que me sangren las manos y no
pueda más.
Y siento que necesito gritar hasta que se me
desgarre la garganta.
Y siento que necesito llorar hasta que se me
seque el alma.
Y siento que necesito aislarme, dejar a todos
y permanecer solo, sentado, respirando,
lejos del mí que soy ahora.
Sin embargo, no hago nada de eso.
Despierto sobrecogido, me siento y
permanezco atando al animal salvaje que ha
vuelto a escapar y lidio como puedo con mi
propia miseria, mi dolor, mi debilidad y mi
mediocridad que posiblemente es mucha,
probablemente es muchísima.
Y me pongo a buscar a ese que no sufre, le
busco una y otra vez, una y otra vez, una y
otra vez, desechando a los farsantes que
encuentro y que dicen ser él, una y otra vez,
una y otra vez, una y otra vez….
Y si le encuentro…..
Y si le encuentro…..
Y si le encuentro, entonces miro desde sus
ojos, siento desde su alma vacía de objetos
pero llena de Amor y plenitud y me calmo,
me sereno completamente y soy capaz de
sonreir.
Y sé que ese es un YO que no soy yo, pero
que está y ES.
Pero eso lo sé después.
Cuando vuelvo a ser yo en lugar de YO.
Pero si no le encuentro, la congoja
permanece y se intensifica.
En este espejo en que me veo, todo se nubla.
Y no hay esperanza porque ya no puedo
ayudar.
La ira y la tristeza me nublan la vista y me
ciegan.
¿Donde está la humildad?
¿Donde está la compasión?
¿Dónde está ese al que conozco y que no
sufre?
¿Por qué no le encuentro ahora?
Es la forma en la que se expresa lo que ES
ahora.
Ni yo mismo entiendo por qué me afecta así.
Quizá lo entienda más adelante, no ahora.
Quizá.
L.
Me gustaría que tu corta vida sirviera para
hacerme mejor.
Deseo con toda mi alma que tu Fuerza, tu
Coraje y tu Arrojo me sirvan de inspiración.
Y cuando junte y mire mis manos grandes y
arrugadas, pensaré en las tuyas, pequeñas y
limpias.
Ya nada puede dañarte.
Pero eso no me consuela.
Adiós L.
C.
Me gustaría abrazarte y curar tus manos,
limpiar tus heridas y reír contigo muchas más
veces.
Todo lo aprendido permanece.
Ahora causa dolor, pero la semilla enterrada
florecerá y permanecerá.
Nuestra risa siempre ganará al llanto.
Nadie puede arrebatarnos lo que ya ha sido.
Aunque ahora el dolor sea intenso, todo
tiene utilidad si se hace con Amor.
Hay que comprender la trascendencia de la
unción.
Es fundamental entender la importancia de
la dignidad del otro, de acompañar al otro,
de estar con el otro, de reír con el otro, de
llorar con el otro, de escuchar al otro.
Y luego uno se marcha y el otro permanece
un poco más.
Descansa ahora, pues tu sufrimiento ya no
existe.
Ya nada puede dañarte.
Pero eso no me consuela.
Adiós C.
Con AMOR.
Siempre.

La armonía del pez muerto.


Estoy sentado en una gran piedra, noto el sol
en mi cabeza, está muy alto, deben ser las 12
de la mañana.
No hace aire, algunas plantas cimbrean
levemente cerca de mí.
Huele a campo, a limpio, pienso que me
gustaría que lloviera.
La lluvia hace que el olor cambie. Huele bien
cuando llueve.
Estoy sentado con las piernas colgando sobre
un abismo de muchos metros.
Abajo, un río transcurre lento, ignorante y
ausente a mi presencia.
Magníficamente inafectado.
Algunos insectos de un tamaño inquietante
se posan en flores cercanas.
No estoy meditando, no estoy pensando, no
estoy reflexionando, simplemente intento
estar ahí. Sentado, como una piedra más.
Intento formar parte de ese lugar, pero sin
hacer nada por conseguirlo.
Simplemente estoy.
Pero es muy difícil, llevo la “mochila” llena
de cosas que debo sacar y abandonar, como
quien purga una tubería sucia.
Es una limpieza necesaria.
No siento vértigo, esto es raro, pienso en el
oído interno, en la apófisis lenticular y en la
complejidad que puede darse en algo tan
pequeño.
Luego pienso que es mucho más pequeño un
átomo y aún más pequeña una partícula
subatómica, en un instante estoy pensando
en el bosón. (En el de Higgs, si).
Y me cuesta mucho trabajo detener ese
pensar absurdo y completamente inútil que
no hace otra cosa que molestarme ahora.
Percibo la inutilidad de esta información
memorizada y me siento ridículo.
Vuelvo a sentir la piedra.
Al poco rato percibo un sonido que me
alerta. Puede ser un animal algo más grande
que esté corriendo por ahí, un conejo o algo
así.
Mi mente ya se ocupa de pensar estupideces
e iniciar mi sistema de alerta como si
estuviera bajo una lluvia de misiles.
Tengo que hablar seriamente con mi
amígdala sobre esto. Me está dando muchos
problemas esta amígdala mía.
Ya te pillaré, se dónde estás.
Ignoro este trocito de tejido neuronal del
tamaño de una almendra, porque ahora
estoy intentado ser naturaleza, y no puedo.
Esa almendrita y sus amigos los
neurotransmisores no me dejan en paz.
Me relajo un poco, algunas técnicas sirven
para que esa tensión que siento en el cuello,
brazos y espalda baje un poco y se relaje el
cuerpo.
Lo hago precisamente tensándolo aún más y
luego relajando cada grupo muscular.
(Jacobson).
Es curioso, a veces hay que apretar para
poder aflojar. Es una lección que tengo
presente.
Retomo mi contemplación con lo que
parecen ser cigüeñas surcando un cielo en
ausencia de nubes. Aunque dada mi destreza
y conocimientos en este campo, bien
podrían ser canarios flauta muy grandes….
Me limito a “disfrutar” de la canícula y a
prestar atención a nada en particular.
La atención….
Que importante es.
La atención es transformadora.
No hay arma más afilada que la atención.
Alguien atento es invencible.
Alguien atento percibe que bajo el lodo
puede haber agua y eso le conduce a una
espera prudente (el cultivo de la paciencia).
De la atención surgen muchos estados,
muchas virtudes y sobre todo, muchas
actitudes, que si no son correctas o
adecuadas, pueden ser modificadas.
Como pueden ser provocadas por la
atención, pueden ser buscadas, encontradas
y modificadas.
La atención es una guía, es un mapa, es una
brújula, es una herramienta que procura e
incita.
Sin atención eres un barco a la deriva.
Cuanto más fina sea la aguja de esa brújula,
más óptimas y precisas serán las indicaciones
que de.
Y por supuesto, la atención se puede
trabajar, se puede mejorar, se puede afinar,
se puede cultivar, se puede reforzar, y luego
también se puede olvidar y/o ignorar, que es
lo que hacemos casi todos.
Gracias a esa atención, vuelvo a sentir la
piedra sobre la que estoy sentado.
Ahora escucho el río, lejano. No lo oigo, sino
que lo escucho.
Mi cerebro (gracias a la atención, la
concentración y el enfoque), es capaz de
filtrar sonidos y “eliminar” o “amortiguar”
los que no quiero oír.
Es maravillosa esta función. Casi todo el
mundo la tiene.
Me centro en el río.
El agua transcurre de derecha a izquierda.
Rápidamente me pregunto si en Australia iría
al revés y yo lo vería de izquierda a derecha y
si yo estaría boca abajo ahora mismo…. (otro
despiste, vaya, es muy difícil concentrarse
¿verdad?).
Como no hay un Maestro Zen con un
Kyosaku detrás de mi, esta vez me libro del
garrotazo, pero me lo hubiera llevado
seguro, por el descuido.
Quedarme en silencio conmigo mismo es
una de las cosas más difíciles que creo que
he hecho jamás.
La inquietud mental es un obstáculo
increíblemente duro y persistente.
El aburrimiento, el sopor, el sueño, los
pensamientos circulares, los pensamientos
obsesivos, los temores, los problemas, las
preocupaciones, los anhelos, la culpa, la
pena, el deseo, la intención, el cansancio, el
dolor….
TODO, absolutamente TODO está ahí.
(Por cierto, que de nombres distintos le
ponemos al pensar).
Por supuesto, para barrer la casa hay que
sacar la escoba, no es suficiente con desear
que esté limpia, hay que trabajar.
Y entonces te puedes dar cuenta de que no
puedes estar contigo mismo, de que no te
soportas y sobre todo, de que no te conoces
y de que no eres como quieres creer que
eres ni como te muestras a los demas. No
eres como la imagen que crees que
transmites al exterior.
Esto es disruptivo.
Hay un antes y un después de esto.
Desmoronar creencias es un trabajo duro.
Cuando percibes que es insoportable estar
en silencio contigo mismo sufres bastante,
lloras a menudo y estás muy triste (o tal vez
no).
Durante años alcanzar el silencio costaba
(cuando se conseguía), una mezcla de
esfuerzo, práctica, insistencia, serenidad,
calma, ira, furia, frustración, acción, empuje,
determinación….
Y aún lo requiere, pero en algún momento
todo eso sirve. Pero no es una fórmula
mágica, sino un darse cuenta de algo.
Es como si estuvieras rellenando el mar con
un cuenta gotas y sacaras el agua del propio
mar.
Lo que estás echando ya está ahí y le
pertenece y es lo mismo y cuando lo ves,
tiras el cuentagotas lejos y te ríes. Te ríes
mucho. Aunque también lloras.
También te das cuenta de que las
experiencias y la intensidad de las mismas
efectivamente aportan, pero aportan
problemas, ruido y distracciones, son
contraproducentes para parar, para
detenerse. Es más difícil darse cuenta de que
no hay que sumar ni añadir.
Ese no es el camino correcto (al menos para
quién esto escribe).
Cuanto más intensa sea una experiencia,
más te aleja del silencio.
Es difícil entender esto.
Sabes “que” te duele, pero no sabes “por
qué” te duele.
Aquí hablamos del “por qué” te duele.
Te pasas la vida lamentando que no puedes
meditar bien, pero no te preguntas por qué
no puedes hacerlo.
Regocijarse y permanecer en el propio dolor
es una mala idea que tiende a perpetuarse,
porque justifica la consecuencia sin
enfrentarse a la causa.
Sentirse desgraciado y no saber por qué es
lamentable, hay que hacer algo, no quedarse
en el “sentirse”, sino comprender la razón
subyacente. El motivo. Sentirse desgraciado
o triste es una consecuencia.
Saber que no puedes detener el
pensamiento no es saber por qué no puedes
detener el pensamiento.
Reconocer esto requiere mucho tiempo y
práctica, hay mucho de ensayo-error en esto.
Tenemos una manía horrible de observar
continuamente en que somos mediocres y
culparnos por ello en lugar de pensar en
mejorar nuestras destrezas y engrandecer
así nuestras oportunidades.
En general, creo sinceramente que somos
muy injustos y muy duros con nosotros
mismos.
Hay que hablar de la psicología positiva (y
aplicarla un poco de vez en cuando, si no
constantemente).
Nadie acude a un psicólogo porque es
optimista o porque se siente feliz. Es una
pena.
Porque quizá sería más fácil entender y
aplicar las razones por las que alguien se
siente feliz que comprender y corregir los
motivos por los que alguien sufre una
depresión.
Retomo mi atención sobre el agua.
Dos segundos después observo peces.
Parecen carpas, casi todas grisáceas, veo
algunas iridiscencias por el sol.
Definitivamente son carpas.
Distingo razonablemente bien las carpas.
Milésimas de segundo después, mi cuerpo
sigue sobre esa piedra, pero mi cabeza ha
volado al jardín de Tenyru-ji, el templo
principal de la escuela Rinzay en Japón, (Está
en Kyoto).
Nunca he estado, pero he soñado con sus
carpas koi cientos de veces.
Es fantástico estar en Kyoto y llegar tan
rápido, pero debo volver y así lo hago.
Vuelvo a mi piedra.
Las carpas se desplazan de una forma un
poco caótica, conforman un grupo, pero no
es compacto, hay muchas de ellas que
parecen inquietas, sobre todo las que están
en la parte exterior del grupo. Las carpas
sacan la cabeza del agua, son como
dragones, en la cultura japonesa es un
animal muy admirado e importante.
Son valientes, resistentes y respetables.
El grupo es hermoso y hay mucha armonía
en esos movimientos fugaces, en esos giros
rápidos, contundentes, rotundos y seguros.
Presto atención y percibo que una de ellas
no se desplaza por sí misma, sino que
simplemente lo hace por el movimiento que
genera el resto del grupo.
Pronto queda atrás, y tras un par de giros en
el agua percibo que está muerta.
Esa carpa no tiene vida.
Ha dejado el grupo.
¿Dónde está? uno no sabe.
Pero esa carpa me ha dado una lección.
¿Acaso yo estaré muerto y me lleva la inercia
del resto?
¿Me lleva la velocidad de la vida y me estoy
perdiendo LA VIDA?
Desde lejos parecía viva, era indistinguible, la
corriente y las circunstancias dirigían a esa
carpa, la movían, la transportaban, parecía
igual de viva que el resto….
Pero la atención ha hecho que uno se de
cuenta. (Otra vez la atención).
Si te dejas llevar por las circunstancias eres
un pez muerto!
Pienso que la mayoría muere sin que nadie
se de cuenta, ni tan siquiera ellos mismos.
Y no puedo evitar preguntarme si soy un pez
vivo en el río de esta vida.
¿Y tu?

Para Nobuyuki Tsujii, que nunca podrá leerla


esto ni ver la carpas que yo veo.
Gracias por hacerme sentir tanto.
J.
Aprendiendo a DESaprender
Uno de los aspectos más difíciles de alguien
que aborda alguna clase de práctica es el
proceso de DESaprendizaje.
Este es un término o un concepto que puede
resultar algo abstracto e incomprensible,
pero en realidad no es tal cosa.
Tan simple es, que cuando es entendido,
rara es la persona que no lo integra en su
vida diaria.
En muchos escritos, muchos Maestros,
hablan de abandonar, hablan de que la
progresión no consiste en adquirir, sino en
soltar, dejar, olvidarse, desprogramar…..etc,
etc, etc.
Este hilo habla de ese tipo de proceso.
Aunque en mi opinión, y por mi experiencia
(que por supuesto, puede estar equivocada,
y con toda probabilidad lo estará), es mucho
más difícil “olvidar” o “abandonar” hábitos
del pensar que conseguir sustituirlos.
La clave es sustituir, el método es sustituir.
Pongamos un ejemplo….
La mente es un libro, cuando nacemos está
lleno de hojas en blanco. A medida que
crecemos, “aparecen” más hojas. De hecho,
hasta el momento en que morimos, siempre
hay hojas disponibles, salvo que exista un
deterioro neurológico o cognitivo, pero no
estamos hablando de eso ahora.
Esas hojas las “escribiremos” con todo el
contenido que seamos capaces no solo de
almacenar sino también de gestionar.
El almacenaje serían los recuerdos y el
aprendizaje, pero también gestionamos
continuamente todo aquello que es
percibido, las emociones, las sensaciones, las
experiencias y los estímulos (olores,
sabores), que pueden quedar almacenados o
no, pero que ahí han estado y por tanto han
“escrito” aunque sea una leve línea en ese
libro que es la mente.
En ese libro vamos escribiendo lo que
sabemos y también lo que sabemos que no
sabemos.
¿Lo que sabemos que no sabemos?
Exactamente eso.
Aunque suene raro es muy importante.
Sabemos que somos Pedro, Antonio o Silvia.
Sabemos que somos solteros o casados, que
somos personas y no piedras, sabemos
donde vivimos y sabemos dónde fuimos de
veraneo el año pasado. En realidad sabemos
muchas cosas útiles (y otras menos útiles).
Sabemos una gran cantidad de cosas.
Cuando digo que también sabemos lo que no
sabemos, me refiero a que sabemos que no
sabemos pilotar un avión o poner en órbita
un satélite o realizar una cirugía intracraneal
o hacer una traqueotomía con un boli bic
(algo que recomiendo encarecidamente no
intentar).
Esto es lo que sabemos que no sabemos.
Tampoco sabemos hablar ruso. Por poner
otro ejemplo. (Un ruso si sabrá, pero
nosotros no).
No dice uno que no podamos llegar a hacer
eso, dice uno que AHORA sabemos que no
sabemos hacer estas cosas.
De modo que lo que sabemos y lo que
sabemos que no sabemos queda
almacenado en nuestro libro.
Es un libro especial. En primer lugar porque
es único, no hay otro igual, y en segundo
lugar porque es un libro que no puede
borrarse, puede cambiarse, pero no
borrarse. No hay goma de borrar, no venía
en el pack, son las normas del juego de la
vida. Esto es importante,
más adelante veremos por qué.
La mente aprende (se va escribiendo) de un
modo curioso, autónomo e irrefrenable. No
se puede impedir el aprendizaje. No hay
manera. Es maravilloso.
Los estímulos y la respuesta a los mismos,
hacen el trabajo.
Si existen estímulos, habrá aprendizaje de
alguna clase a algún nivel y habrá respuesta.
Voy a buscar a un niño para recogerle, tiene
menos de 2 años. (Esto es verdad, no es un
ejemplo).
Me conoce, me ha visto otras veces.
Cuando me ve en la puerta, va hacia ella, a
pesar de que sabe que no le van a dejar salir.
Eso es un aprendizaje que ya ha integrado, y
es intuitivo, no es reflexivo, es un reflejo casi
impulsivo.
Si me ve es que va a salir.
Si me ve es que voy a buscarle a él.
Todavía no lo entiende, pero lo sabe. El
análisis llegará más tarde.
Si me ve desde una ventana que aún está
lejana, me sonríe, levanta su mano y se pone
a brincar. Se ha alegrado, se ha emocionado.
Es una respuesta automática. No sabemos
porque se ha alegrado (y ahora no tiene
importancia), pero lo ha hecho.
Al salir a la calle, hay plantas, flores, entre
ellas, hay una gran planta de romero, yo
tengo la costumbre de tocar algunas hojas y
después olerme las manos.
Lo mismo hago cuando como mandarinas,
froto mis manos en la cáscara, las junto y las
pongo sobre mi nariz inspirando ese
maravilloso olor a mandarina.
El niño alarga su mano y repite
EXACTAMENTE los movimientos que ha
visto, yo no intento que lo haga, yo no
quiero que lo haga, no se lo pido, tampoco
quiero que no lo haga, no hago nada para
propiciarlo y no hago nada para impedirlo.
Simplemente lo hace él.
Toca la planta con sus manos, las frota y se
las pone ante la cara.
Esto lo ha aprendido y lo ha integrado,
porque si va otra persona a buscarle también
lo hace.
Qué forma más maravillosa de aprender.
Que inmensa capacidad de aprendizaje, que
potencial más sobrecogedor y que fantástica
herramienta tenemos sobre los hombros.
Aunque viviera 1000 años (cosa que
afortunadamente no va a ocurrir), jamás
dejará de asombrarme esta capacidad.
Estamos hablando de un niño con 20 meses
de vida.
Percibir esto es asombroso, es un instante de
autentico gozo, un regalo.
Toda esta forma de aprender, adaptar y
adquirir, se va automatizando a lo largo de la
vida.
Por desgracia, la tendencia a complicarlo es
inevitable.
Cuando dentro de poco tiempo el niño
empiece a hacerse preguntas a si mismo
sobre la razón por la que toca una planta y la
razón por la que se huele las manos, habrá
una nueva variable del pensar que puede
complicarlo (seguro).
Y así vamos sumando juicios, ideas, dudas,
miedos, posibilidades, alternativas….etc, y
creamos estas vidas conflictivas que son las
que normalmente vivimos, centrados en
sortear problemas que en muchas ocasiones
creamos nosotros mismos en nuestra mente
y que nunca se van a producir en realidad.
(Preocupaciones poco realistas, obsesiones,
dudas, certezas sobre nuestra propia
incapacidad o ineptitud…..etc, etc, etc).
¿Entonces esto es inevitable? ¿Seré siempre
esclavo del pensar?
La respuesta es que es posible, pero también
es posible que no.
Veamos en detalle cómo puede un adulto
trabajar con su pensamiento y poner su
cerebro a trabajar para él a fin de vivir mejor,
o al menos con el fin de sufrir menos.
Recordemos que el aprendizaje ocurre (o
puede ocurrir) hasta el último instante de la
vida, y en una persona adulta, el aprendizaje
está mucho más condicionado que en un
niño, en el que resulta algo totalmente
natural.
Por ejemplo.
Aprender a conducir suele ser una actividad
estresante y complicada para muchas
personas, pero podemos usarla como un
muy buen ejemplo para ver cómo funciona
el DESaprendizaje.
Es fácil recordar que cuando uno aprende a
conducir todo es complicado.
Tenemos dos pies y hay tres pedales.
Uno frena, otro acelera y otro
¿desembraga?…. (Esto es muy complicado,
me compraré un coche automático
seguro….).
Además estamos moviendo un vehículo que
pesa más de mil kilos, y nuestros límites ya
no son los del cuerpo, son los del coche, y
hay que controlarlos, por eso la atención
está en extremo acentuada. Y además hay
otros vehículos que interaccionan con
nosotros. Hace falta concentración e ir
adquiriendo destreza.
También está el profesor o profesora
(juez/jueza implacable de nuestros desastres
como conductores novatos) para añadir un
poco más de complicación a la cosa, por si no
hubiera suficiente.
Todo esto es dificilísimo, hasta que en algún
momento, todo se convierte en automático,
y ya no hay que pensar de forma secuencial.
Ya no hay que planificar paso a paso. ¿Que
ha pasado? ¿Que ha cambiado?.
Llegados este punto, hemos creado un
camino cerebral, una ruta neuronal, un
nuevo programa que nos permitirá
conducir, pero no únicamente ese vehículo,
sino cualquiera que sea parecido.
Algo así pasa cuando aprende uno a montar
en bicicleta. Eso no se olvida.
10 años sin montar en bicicleta, y nos
costará poco retomar cierta soltura, porque
ya existe el programa en el cerebro que se
“acuerda” de cómo montar en bicicleta.
Esto es fantástico y muy útil, pero ¿qué
ocurre si los programas que hemos fijado en
nuestra mente nos hacen sufrir?
Pues que hay que cambiarlos.
Y eso cuesta.
Veamos…..
Si ahora intentáramos DESaprender a
conducir sería complicado, porque puedes
no conducir durante un año, pero
seguiríamos siendo capaces de imaginar y
pensar como se conduce (en definitiva, de
recordar cómo se conduce). Seguiríamos
viendo a gente conducir en nuestro entorno,
conducir seguiría siendo algo normal. Y
pasado ese año sin conducir, podríamos
conducir un coche con muy poca dificultad.
Quizás no podríamos circular con
normalidad, pero lo recordaríamos en muy
poco tiempo.
De modo que así no habríamos
DESaprendido nada.
Esto tiene toda la pinta de ser un fracaso.
No nos rindamos tan fácilmente, siempre
hay opciones.
Si durante un año, allá donde fuera uno, y
con quien fuera uno, estuviera obligado a
conducir una carretilla elevadora, y fuéramos
capaces de no ver ni un solo coche, ni
conducirlo, ni siquiera verlos, entonces, el
cerebro construiría nuevos programas,
nuevos
caminos cerebrales que antes no estaban y
que SUSTITUYEN el HABITO de conducir tal
como está establecido en el subconsciente.
Son caminos nuevos, no son modificaciones
de los caminos previamente integrados en la
mente, es muy importante diferenciar esto.
Es algo llamado procesado subconsciente y
es de vital importancia para comprender
todo esto y poder aplicarlo.
Estamos haciendo una actividad MUY
parecida a la que queremos sustituir.
Si jugáramos al tenis no DESaprenderíamos a
conducir.
En cambio aprendiendo y adaptado la
conducción a unas condiciones diferentes a
las de un coche, sustituimos el hábito por
otro similar.
Así podemos pensar que podemos cambiar
emociones por emociones, ideas por ideas y
sensaciones por sensaciones.
Esto, que así leído parece algo evidente a
veces cuesta años de entender e integrar.
No se puede cambiar una idea por una
emoción, ni se puede sustituir una sensación
por una idea.
Todo tiene su lugar, todo tiene su orden,
unas cosas desencadenan otras, mientras
que otras no pueden desencadenar unas….
En esta situación, es muchísimo más
complicado volver a conducir un coche,
porque habría que desprogramar o
DESaprender, en cierta medida la
conducción de la carretilla elevadora, que ha
SUSTITUIDO a la habilidad conducir un
coche.
En cualquier caso, uno se pondría a conducir
su coche y le costaría bastante, pero lo
lograría, pues la capacidad de conducir un
coche permanece en la memoria
almacenada y puede ser reactivada si es
necesario.
Pero ya se ha creado la programación de la
carretilla, de manera que si se quiere evitar
conducir un coche, puede quedar olvidado.
No se trata de un recuerdo, es una acción
física que requiere muchos factores
trabajando simultáneamente, algunos de
ellos de modo inconsciente e involuntario
(Como la integración del cálculo reflejo de
las distancias, por ejemplo).
Hay un experimento fantástico que se le
ocurrió a Destin Sandlin y que consiste en
manipular una bicicleta para que el giro de la
rueda sea justo el contrario al esperado.
El experimento es sencillamente genial y
explica muchas cosas al respecto del proceso
de DESaprendizaje.
Se puede encontrar poniendo en google
“bicicleta al revés”
Con este experimento, Destin Sandlin
descubre algunas cosas fascinantes sobre el
condicionamiento de la mente en general y
sobre el aprendizaje infantil en particular.
Dicho esto,
Parece que el camino correcto no pasa por
corregir pensamientos inadecuados (que
generan actuaciones que pueden
desembocan en sentimientos de culpa), sino
que hay que SUSTITUIRLOS.
No eliminarlos, sino SUSTITUIRLOS.
No es lo mismo.
De hecho muchas personas no entienden la
diferencia, pero la hay y es fundamental.
¿Y si las valoraciones y los juicios de uno
fueran hábitos del pensar?
¿Y si uno fuera capaz de fijar sus
valoraciones positivas y sustituir las
negativas?
¿Acaso toda práctica de meditación
SOSTENIDA no es SUSTITUIR el pensar burdo
por el pensar sutil?
¿Acaso no es sustituir el ritmo de la mente
por otro ritmo?
En otro hilo hablaré de las frecuencias del
cerebro, pero a modo de introducción,
indicar que el cerebro funciona con distintas
frecuencias (medidas en hercios (Hz) o ciclos
por segundo).
Principalmente 5 tipos, Gamma, Beta, Alpha,
Theta y Delta, ordenadas de mayor a menor
frecuencia.
Aunque hay algunas discrepancias a la hora
de establecer las cifras, a grosso modo, la
frecuencia Gamma es la frecuencia que
muestra el cerebro cuando está en alerta, o
ante una amenaza. Hablamos de frecuencias
superiores a 30 Hz.
La frecuencia Beta (10-29 Hz) es la
“frecuencia de trabajo“ que muestra el
cerebro mientras estamos despiertos en una
situación “normal”.
La frecuencia Delta (0.1-4 Hz) es la
“frecuencia de trabajo” que muestra el
cerebro mientras estamos en sueño
profundo sin sueños.
En la meditación (y esto está comprobado),
en el lóbulo frontal se incrementa la
actividad mientras que en el lóbulo parietal
se ralentiza. Es decir, mientras uno medita, la
frecuencia cerebral cambia.
Y uno se pregunta:
¿Las ondas theta las crea el cerebro o
aparecen cuando el cerebro está preparado?
¿Si con la práctica, el cerebro sustituyera las
ondas Beta por ondas Theta, estaríamos
DESaprendiendo a pensar?
Y así, llegamos a la pregunta más
interesante.
¿Y si el “yo” es un programa mental?
Dale una oportunidad a esta opción…
¿Te lo puedes creer?
¿Qué implicaciones tendría esto?
¿Podríamos desaprender el yo?
¿Quieres intentarlo?

Para mi amigo D. Que ha conseguido que le


recuerde cuando oigo el trino de un pájaro.

Vivencias intensas (Atención, enfoque


y pensamiento)
Hace demasiado tiempo que no escribo en el
blog y desde hace semanas tengo rondando
por la cabeza la intención de hacerlo con
varios post de temática muy diversa.
Pero cambios importantes en los últimos
meses me han bloqueado de tal manera que
han despedazado mi vida tal como la
conocía. Uno se asusta de lo fácil que resulta
perder el pie, caer, olvidar que no hay que
dar nada por hecho, que nada hay seguro,
que la pérdida está ahí siempre, porque
forma parte de la propia naturaleza de la
vida. No voy a decir si lo que ocurre es bueno
o malo, porque eso sería juzgar y es algo que
evito hacer (cuando me acuerdo), pero si es
cierto que los hechos están ahí, presentes,
amenazadores, presuntuosos y retadores,
con la barbilla levantada y mirándome
altivos, en espera de ver como reacciono o
como no reacciono.
Por eso, me gustaría retomar la escritura con
algo más íntimo y personal de lo que
habitualmente escribo.
Hoy quiero escribir sobre la atención, el
enfoque y la cualidad del proceso de pensar
(esa es la intención, veremos como acaba
esto).
La primera vez que me di cuenta de las
inmensas diferencias que hay entre prestar
atención y no hacerlo fue hace más de 20
años, pero lo recuerdo como si hubiera sido
hace 5 minutos.
En aquel momento el parque del Retiro de
Madrid estaba abierto permanentemente,
ahora lo cierran durante la noche.
En aquel tiempo, uno estaba pasando por un
momento vital crítico, lo escribo de forma
automática, sin saber exactamente que
significa eso de “un momento vital crítico”,
tengo la sensación de que se trataba del
presentimiento de un cambio radical, la
necesidad de un giro de 180 grados en la
vida que llevaba hasta ese momento y
durante esa etapa de la vida en particular,
que me generaba un inmenso y constante
sufrimiento, físico y psicológico.
Quien haya pasado por una etapa así sabe de
lo que hablo, quien no sepa de lo que hablo,
me produce alegría, porque eso significa que
no ha transitado por un “lugar” tan hostil,
doloroso, decadente, tenebroso y delirante
como ese. Un lugar que te despedaza sin
contemplaciones. De forma continua y
persistente, como un martillo neumático.
La respuesta normal es buscar ayuda médica
en primer lugar porque si hay dolor
normalmente ocurre algo.
Luego buscas ayuda y distracción en tus
amistades, en tus relaciones familiares, en
tus relaciones sociales, en el trabajo, en el
ocio, en tu entorno más cercano, en tu
propia intimidad….etc.
Pero pasaron meses y meses y observé que
aquello (fuera lo que fuese), no daba tregua
y ningún médico podía explicarlo (Aunque
hubo muchas explicaciones peregrinas,
muchas pruebas y demasiados palos de
ciego).
Yo me entregaba cada vez más a prácticas
intensas como el rezo (en aquel momento
rezaba), o la meditación, o la contemplación,
o el pranayama (control de la respiración), o
el Zazen o eso que ahora llaman mindfulness
y que antes no llamaban así o las lecturas de
una miríada de textos distintos, que
abarcaban multitud de campos.
Muchas de estas cosas me ayudaron. La
agonía cambio, no terminó, pues no hay final
ni principio y eso debió ser entendido.
Me di cuenta de algo, observé por mí
mismo que podía sustituir el contenido del
pensar por otro contenido.
Así, NO podía dejar de hacerme preguntas
de un modo obsesivo, pero SI podía cambiar
esas preguntas (esas palabras en la mente),
por otro contenido. Experimente mucho
durante aquel tiempo. Observé que es
mucho más eficaz tararear una canción que
seguir pensando en otra cosa en términos de
“palabras”. Era más eficaz seguir un ritmo
con la mente, o con los dedos, u observar la
respiración, o contar desde 10.000 hasta 1
hacia atrás restando 3 cada vez (este
ejercicio deja exhausta la mente, casi puedes
escuchar los engranajes del cerebro, ahí,
buscando el siguiente número e intentado
no olvidar por donde ibas, la guasa estaba en
que si te equivocas, empiezas, así que la cosa
tenía su gracia; aunque luego te lo sabes de
memoria y solo recitas, y así ya no vale).
Es importante ser constante, incluso severo.
Cuando quieres cambiar algo hace falta
esfuerzo. El trabajo es arduo y muchas veces
se torna duro, porque hay una tensión
constante entre exigir y permitir, hay que
tener disciplina para combatir el impulso
natural de dejarse ir por el camino más fácil
(el camino más fácil es seguir igual o no
hacer nada).
Por aquel entonces yo buscaba parques y
entraba en ellos para sentarme en la hierba y
esperar. Creo que recorrí el 70 % de los
parques de Madrid (y eso son muchos
parques).
Buscaba un espacio tranquilo, en el que no
hubiera nadie, y me sentaba. Pasaban horas
haciendo esta clase de ejercicios y conseguía
tranquilizarme. Simplemente observaba,
escuchaba (pájaros, agua, nada), y eso me
calmaba y el dolor desaparecía (resultaba
bastante extraño, desconcertante.).
Si tienes la mente preparada, la percepción
de la “realidad” cambia, digo la percepción,
no digo la realidad. La realidad es
inmutable. La percepción de la realidad
depende absolutamente de la mente y los
sentidos, por eso hay tantas percepciones
de la realidad como seres vivos, pero hay
únicamente una realidad. (Es curioso
observar esto).
Pero retrocedamos 20 años y volvamos al
parque del Retiro. A las 3:30 de la mañana yo
no podía dormir y me animé a ir al Retiro,
como no tenía coche ni medio de transporte,
fui corriendo. Era fin de semana, y había
bastante gente por la calle. El “running” no
estaba de moda, ni siquiera se llamaba así,
de modo que ver a alguien corriendo a esa
hora, suponía que estabas huyendo de algo.
(Y realmente así era, aunque toda esa gente
no lo supiera nunca).
Llegué al Retiro y en lugar de sentarme no sé
porque me puse a caminar, muy despacio,
no haciendo Kin-hin (de hecho no sabía lo
que era eso), pero casi.
Era completamente de noche, el cielo estaba
despejado y había luna. Solo las farolas
indicaban los caminos, el retiro es como un
frondoso bosque que de día mola, pero de
noche no mola nada, así que caminé muy
despacio a donde me llevaran las farolas
encendidas y cuando llegaba a un cruce de
caminos, elegía uno de forma automática,
sin detenerme, simplemente continuaba.
Pasado un rato empecé a darme cuenta de lo
que me rodeaba.
Soledad total, aislamiento, silencio, calma,
frío, espacio, lejanía, miedo….
Miedo, siempre miedo, el maldito ahí
agazapado.
Tan conocido, tan necesario para sobrevivir
siempre y tan enemigo a veces….
Los arboles movían sus ramas, ningún animal
apareció a mi paso, ni pájaros, ni ardillas, ni
nada. Y llegué al estanque.
La luna, se reflejaba en el agua.
Calma total. El agua era como una bandeja
de plata, una balsa de aceite, una mesa de
piedra inerte que producía reflejos vivos.
Una mínima vibración, de los peces que
nadaban bajo el agua, supongo, quizás el
aire.
No lo sé con seguridad, pero no es
importante, lo importante es que no me
interesaba la luna que veía en el cielo, sino la
que veía en el agua.
Eran aproximadamente las 4:30 de la
mañana. Me senté y no dejé de observar la
luna en el agua. Vi cómo se desplazaba la
luna sobre el agua, mientras el agua
permanecía.
Si prestas atención ves, escuchas y sientes
cosas que están ahí, pero que pasan
completamente desapercibidas. Como ese
reloj que siempre hace tic tac, pero que no
se oye hasta que enfocas.
Pasaron horas y amaneció, vi como el sol
nacía, rojo fuego, y como subía, majestuoso
hacia el cielo, a las 7 o las 8 de la mañana
empezó a llegar gente, muy pocas personas,
escuchaba arrastrar cosas, maletas, cajas y
pies caminando, personas murmurando,
hablando, llegando. Matando el silencio que
me servía de refugio, que me servía de piel.
A las 11 de la mañana seguía sentado en el
mismo sitio, y aquello era otro mundo.
Cientos de personas paseando, un ruido
ensordecedor, montones de parejas y
familias remando en las barcas del estanque.
Pájaros sobrevolando el cielo, perros
ladrando, niños llorando y gritando, peces
mutantes buscando gusanitos o lo que les
echen.
Y pasó algo. Algo muy importante para mí.
Pasó que me di cuenta de que allí seguíamos
el estanque, el sol y yo y que aquello era
inmutable.
Era inmutable a pesar del movimiento, a
pesar del caos aparente y de la
muchedumbre.
Éramos los mismos que hacía unas horas,
pero el estanque estaba lleno, el sol estaba
alto y yo estaba alterado por tanto barullo.
Pero hacía tan solo unas horas había estado
en comunión con la luna, el sol, el agua y la
mente (no mi mente, sino la mente).
Lo que ES estaba ahí aún, abarcándolo todo.
Entendí cosas. La luna se había marchado (la
pérdida). El sol se movía (la incertidumbre, la
duda, el riesgo, el tiempo), el estanque
estaba agitado y lleno de gente (la mente,
los pensamientos, el miedo).
Entendí que el pensar se puede cambiar para
no sufrir.
Una experiencia de primera mano magnífica.
Esto no fue inmediato, darme cuenta fue un
proceso intenso. Me di cuenta de cómo
pensaba.
Del proceso, la intensidad, el orden, la
profundidad, los tiempos, la cualidad….. hay
muchos detalles en el pensar.
Leyendo algunos de vuestros correos, sé que
no soy el único que piensa de esta forma.
Por ejemplo, si yo veo un avión en el cielo,
inmediatamente y de forma involuntaria, me
imagino la cabina, el piloto, noto los mandos
en mis manos, y los pedales en mis pies,
“siento” lo que siente ese piloto, imagino
con un nivel de detalle que asusta, todos y
cada uno de los relojes, luces, pantallas e
indicadores que está viendo, leyendo y
analizando para realizar su vuelo, puedo ver
las manillas de los relojes, sé lo que ponen,
sé lo que indican, sé que le deberían indicar.
Otro ejemplo, si veo una fotografía en la que
aparecen unos ojos, siempre busco el reflejo
en ellos de quien está haciendo la fotografía.
El fotógrafo (el observador externo de esa
escena), tiene que aparecer reflejado en
alguna parte (o puede hacerlo), sobre todo
en la córnea ocular. Es un efecto óptico que
se produce por el reflejo de la luz en las
cuatro capas del globo ocular que tienen la
propiedad de reflejar (córnea, iris, pupila y
cristalino) y que siempre devuelve una
imagen. Bueno, pues yo la busco.
Ese potencial de la mente, que es la
imaginación, puede abrumarte o puede
ayudarte.
Préstale atención, tu imaginación es un
tesoro, pero debe estar controlada y ser
entendida. Porque también puede dañarte.
Con atención y enfoque pones a tu mente a
tu favor y la cualidad del pensar cambia, se
transforma.
En aquellos años, a mí, aquel pensar me
estaba despedazando.
Los momentos más importantes de mi vida
(que puedo contar aquí), son pocos, pero en
todos ellos ha habido un nexo común.
La mente estaba extenuada y al límite. La
atención era extrema, el enfoque al máximo
y la cualidad del pensar era comprendida. El
contexto del pensar era comprendido.
Por ejemplo, he tenido experiencias
corriendo, buceando, acompañando
enfermos o tocando el piano. También
sentado y meditando, o sencillamente
sentado, sin hacer nada.
Hablemos de pianos, recuerdo una gran
experiencia y puedo imbuirme en ella a
menudo, cuando toco el piano como si me
fuera la vida en ello. Haciendo esto con
convicción y esfuerzo (igual que al meditar),
te conviertes en la propia música que tocas.
Cientos de horas después de imaginarte la
pieza, en tu mente, una y otra vez, una y otra
vez, debes ponerte frente al piano y tocar
cada tecla, cada blanca, cada negra, cada
pausa, cada dedo, cada impacto, cada
pulsación, la cadencia, la armonía, la melodía
principal, el acompañamiento, el ritmo, el
silencio. (El silencio es tan importante como
la propia música, de hecho el silencio es
parte de ella y no se concibe una sin la otra).
El piano, cuando deja de ser
desesperadamente complicado (igual que la
meditación), empieza a proporcionar placer,
el problema es que el piano puede ser
endiabladamente complicado durante 4 o 5
vidas enteras, salvo que seas Bach, Mozart,
Chopin, Liszt, Schumann, Brahms,
Beethoven, Sokolov o Lang Lang, que
también sufrieron lo suyo (algún día escribiré
sobre ellos), y que fueron capaces de escribir
sinfonías y piezas de más de 125.000
pulsaciones para piano, y se las sabían de
memoria. Podían tocarlas en su mente, nota
a nota, pulsación a pulsación.
Aunque ellos eran (y algunos son todavía,
porque están vivos), totalmente únicos.
Ahí está la aptitud. Por supuesto también
está la actitud, y una destreza, una habilidad
y maestría casi imposibles de encontrar,
pero nosotros no somos ellos.
Y es importante entender que muchos de
ellos, solo olvidaban sus penurias y sus
circunstancias cuando tocaban, no tenemos
noticias de que estos maestros alcanzaran el
nirvana ni la plenitud en sus vidas, pero
cuando tocaban, entonces desaparecía todo,
que es un estado muy buscado por estos
lares.
No debe ser muy fácil llamarse Joannes
Chrysostomus Wolfgangus Theophilus
Mozart, tampoco debe ser fácil escribir tu
primera sinfonía a los 8 años y escribir 41
sinfonías antes de morir a los 35 años con 6
hijos. Por no mencionar que también
escribió 22 óperas y más de 600 obras
perfectamente clasificadas y diferenciadas,
aunque esto supongo que lo haría en sus
ratos libres.
Con seguridad, la mayoría de nosotros no
somos genios deslumbrantes de la historia
de la música (ni lo seremos), pero quizá
tengamos más información que ellos y sea
útil.
Puedes tocar el piano, tienes manos y ante ti
un Steinway con todas y cada una de sus
piezas hechas a mano.
Dale.
Pero para darle bien, para sacar lo que ese
piano puede dar, necesitas actitud.
La actitud ante un piano, y ante cualquier
circunstancia en la vida es la que marcará el
resultado de la experiencia que te
proporcione ese piano o esa circunstancia.
(¿Se ve esto?).
Todo cuesta.
Quien diga que no, que las cosas ocurren por
osmosis o por generación espontánea
miente.
Igual ocurre con Ramana, Krishnamurti,
Deshimaru, Dogen, Nagarjuna, Shantideva,
Yogananda, Hui-neng, Thich-nhat-hanh….y
tantos y tantos otros, que resulta imposible
nombrarlos a todos. Con su legado, con sus
experiencias.
Yo puedo probar lo que estamos hablando
aquí.
Cuando alguien se aplica con el suficiente
interés, esfuerzo y pasión, el resultado de
su experiencia cambia.
Y lo hace porque las partes del cerebro que
intervienen y se activan en la ejecución de
una pieza de piano CAMBIAN si estas
emocionado y vives la pieza. No hay nada
místico. Es físico.
Hay multitud de pruebas científicas que
avalan estas teorías del uso de zonas
cerebrales no necesarias para realizar una
tarea. (Ya sea meditar, tocar un instrumento,
escalar, bucear, correr..etc. (Nota: Ver la tele
con interés no sirve).
Cuando alguien siente emoción, se activan
circuitos neuronales distintos Y NO
NECESARIOS para llevar a cabo la tarea
pretendida.
Hay quien cuida plantas, quien observa en
silencio, quien dibuja espléndidamente bien
(yo no tengo esa destreza, por desgracia),
hay quien hace Sumi-e, quien hace Origami,
quien cuida personas, quien cura enfermos,
quien pasea entre flores, quien toma una
sopa miso, quien mira a sus hijos dormir,
quien observa el cielo, quien lee un libro,
quien simplemente vive su día a día con la
actitud adecuada para ser pleno.
Pero para todo eso se necesita atención,
esfuerzo, trabajo, darse cuenta, esforzarse,
trabajarlo, tener la actitud adecuada, la
paciencia, la insistencia y por supuesto, la
práctica.
Tu vida es la pieza musical más importante
del mundo
¿Puedes tocarla con la actitud y emoción
necesarias?
Si alguien no sabe de qué hablo cuando
describo esto, puede ver estos vídeos de Ezio
Bosso. Tal vez resulten aburridos o tal vez te
cambien la vida. ¿Quién sabe?

Lista de deseos 2017. (Otra vez).


Hoy es el primer día del año.
Normalmente en estas fechas las personas
solemos hacer un esfuerzo por evitar errores
anteriores, por mejorar algunas
facetas y por alcanzar algunas metas.
Todos los años hacemos lo mismo. Casi todo
el mundo comienza el año con buenas
intenciones.
No puedo hablar de las que tiene el resto,
pero puedo hablar de las mías.
La inercia de esas intenciones no duran
demasiado, en algunos casos, apenas unas
horas.
Yo tengo algunas fantásticas que todos los
años me planteo que voy a lograr.
Mis metas para el 2017 son las siguientes:
– Bucear en el mar Rojo.
– Ir a las Islas Medas a encontrarme con un
amigo mío y bucear con trimix a 75 metros.
(Esto no es una gran idea
considerando que la cámara hiperbárica civil
más cercana está en el hospital de Palamós,
a 30 kilómetros en coche, aunque
hay una militar más cerca, creo). En todo
caso, no es buena idea.
– Aguantar en apnea (bajo el agua sin
botellas de aire) más de 5 minutos. Esta es
aún una idea peor que la anterior.
– Correr la maratón de Nueva York.
– Meditar mucho más.
– Ir a Japón, alojarme en ryokanes y visitar
todos los jardines japoneses de Kioto (al
menos) y a alguien muy especial.
– Ir a la India (En particular a Leh y Baranasi,
y ya estando por allí, acercarme a Katmandú,
en Nepal).
– Comprarme una casa en Canadá (esta me
hace gracia hasta a mi). (JAJAJAJA).
– Hacer un retiro de silencio y ayuno de 10
días completamente aislado solo con un
zafú, un mala y un cuenco.
– Aprender japonés.
Pongo solo unas pocas, hay docenas, y hay
momentos en los que pienso que las voy a
hacer.
Cuantos más años cumplo, la experiencia me
dice que siempre he sido muy impaciente y
he abarcado demasiado.
Seguramente, dentro de un año, si todavía
existo, escribiría lo mismo que hoy, o
parecido.
Porque me temo que de lo que pone arriba,
tal vez medite más. Pero eso es todo.
Algunos diran que es porque no tengo el
empuje suficiente, las verdaderas ganas de
hacer las cosas, el deseo profundo de
llevarlas a cabo.
El libro “el secreto” de Rhondha Byrne, tiene
la culpa de que muchas personas que
piensen así.
Aunque ciertamente, ha vuelto optimistas a
muchos pesimistas, lo cual tiene un gran
mérito. En todo caso, es
incuestionable que esa “búsqueda espiritual”
se ha convertido en una franquicia que
factura cientos de millones de dolares
al año. Con libros, app´s, DVD´s, peliculas,
vídeos, bandas sonoras (si, yo tampoco
entiendo que haya una banda sonora). Casi
todas ellos, artículos de dudodas utilidad
(según mi equivocada opinión).
Casi me recuerda a Osho en sus mejores
tiempos.
Vivimos en una sociedad en la que parece
que tener deseos es obligatorio y demuestra
una buena salud mental e iniciativa.
Estoy en frontal desacuerdo con esto, pero
es lo que tenemos.
Hay que ser tremendamente competitivo, si
no corres una maratón, eres un blando.
Eres una piltrafilla si no terminas una
rompepiernas (se llaman así, son carreras
muy duras, de hasta 21 km y con
pendiente superiores a los 23 grados).
O una Espartan. “Eso se lo hace mi hijo de 14
años” (esto lo he oido de verdad).
Es una carrera de 20 kilómetros que te hace
saltar sobre fuego entre otras 24 pruebas
igual de ocurrentes.
Una cosa es motivar a las personas, pero no
me parece que esto lo sea.
Esto es más parecido a la mortificación
personal, al castigo, a los cilicios que se
usaban cuando había una tentación.
Algo brutal, vaya.
Hay una mentalidad asociada al sufrimiento
para sentirse mejor, hay una cultura
generalizada en la que prima que si
quieres conseguir algo tienes que esforzarte
y sufrir.
Si no sufres, algo haces mal. Para mi esto es
un error.
Veo corredores que llevan en su muñeca un
chisme con más tecnología que el avion de
los hermanos Wright.
Estos si que tenian lo que hay que tener.
VALOR.
Eso es lo que hay que tener.
VALOR.
Y si ahora no tienes valor, habrá que
buscarlo, pero no te hace falta saltar de un
rascacielos para demostrarte lo capaz que
eres. Tienes vértigo. ¿Y que? yo también lo
tengo, por cierto.
No hace falta hacer cosas arriesgadas para
pensarse mejor.
Sientate y lidia contigo mismo si quieres un
reto.
Y más barato, una espartan cuesta 100 euros
el mismo día de la carrera.
Hace falta mucho Valor para enfretarse a
uno mismo, y otras muchas cosas
(honestidad, temple, calma, sinceridad,
perseverancia, paciencia……). Y es gratis.
Solo reivindico la importancia de lo lento, de
lo mínimo, de lo sencillo, de lo fundamental.
Conozco deportístas de élite. No critico eso,
ni mucho menos.
Son personas que son capaces de gestas
asombrosas, pero ninguno de ellos lo hace
para contarlo.
Lo hacen para sentirlo.
Esa es la gran diferencia.
Inmensa y fundamental.
Contartelo a ti mismo al fin y al cabo es
contarlo.
Si te lo cuentas no lo sentirás.
Quién haya pasado por aquí sabe de lo que
hablo.
Retomo la intención inicial de este post, que
me desvío.
Hace años me cansé de tener deseos
absurdos que pertenecen más a la
imaginación que a lo realmente posible, lo
que hace
que cuando uno ve que no se puede, tal vez
se frustre. Tal vez.
Es por esto, que para todos aquell@s que
sois algo más realistas y no teneis ideas tan
raras como las mías, propongo un
cambio de vital importancia, sin
complicaciones, sin bellas montañas
japonesas ni fantásticas cascadas en Costa
rica y no,
no hay que saltar sobre fuego.
Lo que os ofrezco es la posibilidad de
integrar la meditación en vuestra vida.
Quizá no sirva para nada, quizá os cambie la
vida (a mejor).
Esta idea no es mía, fue de Martin Boronson.
Y es muy importante no cambiar el ejercicio.
Muy importante.
También hay un libro, no es excesivamente
interesante (para mi).
En todo caso, el vídeo si lo es, y si integras
algo tan fácil como esto en tu vida,
seguramente te sentirás mucho mejor.
Espero que así sea.

Ahora vivo con tres guijarros.


Tú me conoces, saltémonos las
presentaciones, que no vienen a cuento.
Has respetado mi espacio y te lo agradezco,
creo que es malo hablar solo para rellenar
huecos.
Los huecos hacen falta. Son espacio.
A nosotros no nos hace falta aparentar
interés, esa fase ya la pasamos.
Siempre es de agradecer, pero ahora he
necesitado calma y desde ahora voy a
necesitar rodearme de ciertas personas y
evitar otras.
Puede que suene injusto, tal vez lo sea, en
todo caso importa poco.
Debo evitarte a ti (a yo), porque tu me
dañas.
Un hombre con un objetivo es invencible.
No hay problema insalvable, hay enfoque
malo.
Recibir los latigazos con una sonrisa en la
cara, pero no de desprecio o desdén, sino de
calma y serenidad.
La sonrisa del que sabe que ya no le pueden
dañar más.
Porque ha aprendido a manejar el daño.
No es que no lo sienta, es que lo comprende
y lo acuna, lo observa y lo tolera.
No en presencia de indiferencia, sino en
ausencia de implicación, que es totalmente
diferente.
Ese es un objetivo.
La ausencia de implicación es un objetivo
muy importante.
Para que nazca una flor de loto debe haber
barro.
Es una estupidez, pero es una estupidez
evocadora. Incluso inspiradora.
Hay que mancharse, mancharse con el barro.
Cuando encuentras la mayor de las
felicidades en una música o la risa de otra
persona…
Uno puede observar que siempre ha estado
ahí, pero que ahora es percibida. Percibida
de otra manera.
¿Que ha cambiado?
¿Quién ha cambiado?
¿Por qué?
¿Cómo?
Y ahí ya nos hemos perdido.
Te puede hacer feliz mirar una piedra sobre
el agua.
Es la misma piedra de siempre, es el mismo
agua de siempre, es el mismo estanque de
siempre.
¿Que ha cambiado entonces?
La cualidad del observador.
La cualidad de quién mira.
Ha cambiado quién mira.
En realidad es lo único que puede cambiar,
¿no ves esto?
Siempre cambia aquel que observa, lo
observado no cambia nunca.
De hecho lo que cambia es la interpretación
de lo observado (En aquello que es
observado, incluyo a uno mismo, claro).
El abandono, el desprecio, es amargo, es
duro, intransigente, demoledor.
¿Donde están la dulzura y la calma?
¿Acaso no son todo emociones?
¿Acaso no son todo reacciones ante
emociones?
¿Acaso no todo es una absurda carrera
interminable para sentir algo y no sentir
otras cosas?
Si la mente percibe eso (o reacciona así ante
eso).
¿No podría reaccionar con Amor y Calma
ante otras cosas?
¿No podría reaccionar con Amor y Calma
ante todas las cosas?
Y lo más importante. ¿Que hay ANTES de
reaccionar?
¿No podría NO reaccionar?
Uno no se da cuenta, pero cuando siente ira,
la siente uno mismo, no el resto, ni siquiera
aquello hacia lo que se dirige la ira.
Cuando se odia, es uno mismo el que siente,
padece y sufre su propio odio. No es nadie
más.
Cuando se desprecia, no es el despreciable el
que sufre, sino aquel que inicia el desprecio.
¿Y quién lo siente?
Da igual hacia qué o hacia quién vaya
dirigido.
Da igual incluso el motivo que ha iniciado ese
odio.
El odio daña a uno mismo, te daña a ti.
Tu odio te daña a ti.
¿Otra vez?
Tu odio te daña a ti, tu pena te daña a ti, tu
desesperación te daña a ti, tu tristeza te
daña a ti.
Hay que ver esto.
Identificarlo puede cambiar las cosas.
Puede cambiar la vida.
Puede cambiarlo TODO.
Solo con creencias.
Y TU no eres tus creencias.
He perdido mucho, quizá lo he perdido todo.
Pero ahora vivo con tres guijarros.
Y los cuento constantemente.
En ciertos momentos es todo lo que hay en
el universo y nada más me importa.
Son todo lo que tengo.
Cuando dejo de contarlos, vuelve el mundo.
Esos guijarros estaban aquí antes que yo, y
probablemente permanezcan cuando yo no
esté.
Y me pregunto…. ¿qué es real, el mundo o
los guijarros?.
Tal vez ni lo uno ni lo otro.
Mil Gracias a Alexandra Koch por esta
fotografía.

¿Quién es aquel que no somos ni tú ni yo


pero somos los dos al mismo tiempo?
Hola.
Hace tanto tiempo que no paso por aquí que
lo menos que puedo hacer es saludar….
Espero que estéis tod@s bien.

Hoy han pasado dos cosas.
He preguntado a una niña de 9 años cual es
el origen o la causa de todo sufrimiento y me
ha respondido: “llorar”.
Ella ha confundido la consecuencia con la
causa.
Esto es algo muy importante y muy habitual,
también en adultos.
En la mente primero surgen los
pensamientos, algo complicadísimo de
detener, pues la mente piensa, no es algo
voluntario, nuestro cerebro piensa, esa es su
labor, eso es lo que hace. Es su función.
¿Puedes hacer algo para que tu páncreas no
funcione?
(No hablo de pegarte un tiro en el estómago,
claro).
¿Puedes hacer algo para que tus pulmones
respiren?
¿Y porque crees que puedes detener la
función del cerebro?
No solo lo crees, sino que lo persigues, lo
intentas.
Mal hecho.
No es por ahí.
No se trata de no pensar.
La clave está en lo que se haga con esos
pensamientos, en como impacten (si lo
hacen).
Una cuestión clave es que primero es el
pensamiento y después es la emoción.
Salvo problemas en el SNC ó en el SNP
(sistema nervioso central o en el periférico),
la mente no percibe emociones sin un
pensamiento previo.
Conozco a personas (no pocas) que
pretenden dejar de pensar.
Creen que la clave del cese del sufrimiento
es dejar de pensar.
Algunos dicen “como cuando duermes, me
gustaría estar siempre como si durmiera, sin
pensar”.
Eso tiene fácil solución. Dormir más.
O aplicar morfina en dosis adecuadas para
sedación completa.
Pero no va por ahí ni el problema ni la
solución.
Eso es como luchar contra el aire a
puñetazos, no se ha entendido nada.
Cuando se seda a una persona es para que
no sufra, no para que no piense.
Hoy he conocido a Pelayo.
Pelayo tiene 13 años. Tiene pelo en las
axilas, las costillas muy marcadas por una
delgadez que sin ser extrema resulta
llamativa. Mide 1.70m aproximadamente, y
pesa unos 47 kilos.
Los codos y las rótulas se marcan en exceso
en unos brazos fibrosos y unas piernas
largas, sus clavículas parecen intentar salir
del cuerpo.
Su espalda arqueada no ayuda al conjunto.
Al caminar “rema” con los brazos, es un
efecto muy común en personas con que
tienen la dificultad que tiene Pelayo.
Igual que el balanceo cuando avanza.
Su movimiento es muy espástico.
Muchos de sus músculos y articulaciones se
encuentran en contracción permanente.
Es muy doloroso, él puede decirlo, verbaliza,
es capaz de hablar, con “voz” muy
cavernosa, pero habla.
Hay otros que no pueden indicar si les duele
o donde. Quizá no sepan lo que es el dolor,
más allá de sentirlo. ¿Tú podrías describir el
dolor si no supieras lo que es pero lo
sintieras?
Estas personas no emiten juicios de valor, no
verbalizan, no indican, no exteriorizan, no
hay comunicación ni hacia afuera ni hacia
adentro.
Es solo dolor en estado puro. Solo dolor.
DOLOR.
Quizá no sepan ni el nombre, porque la
palabra dolor no es el dolor.
Como decía, Pelayo habla, es capaz de emitir
sonidos y verbalizar algunas palabras.
Dice hola, pero no por ecolalia (repetición de
las palabras involuntaria enmarcada dentro
del espectro de trastornos obsesivo
compulsivos), sino porque tiene intención de
saludar.
Pelayo saluda. Y se despide. Cuando ve a su
hermano pequeño que es apenas un bebe,
alarga sus brazos hacia él. Está sentado en el
suelo y va arrastrando el culo ayudado por
sus brazos hasta llegar a los pies de su madre
y se levanta (le cuesta bastante), abraza a su
hermano y yo pienso que esos brazos son
como las ramas de un árbol.
Acerca su cara y le besa. Le dice algo
ininteligible para mí.
Pero el tono es cariñoso y el gesto
totalmente intencionado. No está
reaccionando, está actuando, hace lo que
quiere, es intencionado.
A los pocos segundos lo habrá olvidado.
Pero ahí ha estado su sonrisa. Un instante.
Él vive ahora sin referencias, sin conceptos. A
veces “se acuerda” o mejor dicho, su cerebro
le permite recordar cosas y actúa.
Otras veces permanece ausente.
Si estuviera de espaldas, tuviera una posición
adusta, la espalda recta y vistiera un kesa.
Podría estar horas en estado ausente y bien
podría pasar por un iluminado, un maestro,
alguien que ha alcanzado Moksha. Alguien
LIBRE. Todo depende de quién mire.
En realidad Pelayo tiene un 23% de función
cerebral.
Su mirada y el gesto de su cara indican que
probablemente naciera con el síndrome de
maullido de gato, un deterioro del
cromosoma 5 (en realidad le falta un trozo).
Y su nombre se debe a que el llanto de un
bebe con este síndrome se asemeja
sorprendentemente al maullido de un gato.
Más adelante, las facciones pueden o no ser
características. En este caso lo son.
Pelayo tiene un dimorfismo cráneo-facial
consistente en microcefalia (cabeza pequeña
para el tamaño del cuerpo), cara redondeada
con forma de luna llena, ojos con amplia
separación, pliegues epicánticos excesivos
(los pliegues característicos de la raza
asiática en la parte interior de ambos ojos) y
un puente nasal demasiado ancho.
Así que tenemos dos problemas.
Una ausencia de función cerebral del 77% y
un síndrome que causa un pronunciado
retraso mental y del desarrollo (siempre por
debajo del percentil 50 en la parte mental y
siempre por debajo del percentil 20 en la
parte del desarrollo), aunque a pesar de ello,
el síndrome del maullido de gato no se ha
podido asociar con anomalías estructurales
cerebrales.
A Pelayo no le hacen falta más anomalías
cerebrales, ya las tiene por otras causas,
hipoxia neonatal, para ser más concreto
(falta de oxígeno durante el nacimiento).
Este es el cuadro clínico de Pelayo.
Pelayo no puede pensar. Sus discursos
mentales y rumiaciones son básicas.
Cualquier pensamiento complejo lo atora, lo
bloquea, no es capaz de gestionarlo.
Cuando digo pensamiento complejo no me
refiero a hacer una ecuación o a resolver la
teoría de cuerdas, me refiero a gestionar una
emoción, a tener empatía, a sentir
compasión, a entender que siente alegría,
por ejemplo. Para eso hace falta pensar.
Pero si no piensas….. ¿Qué ocurre?.
Es difícil saberlo. Pelayo tiene una
prevalencia hemisférica derecha, esto quiere
decir que su 23% funcional se concentra en
su mayor parte en actividad eléctrica en el
hemisferio derecho.
Para hacerlo corto, el hemisferio izquierdo
hace cálculos y busca certezas, mientras que
el hemisferio derecho gestiona la parte más
emocional de una persona.
Pero necesitamos los dos para pensar “con
normalidad”.
El estado de Pelayo es un drama, es trágico.
Él hace su vida sin anticipar. Sólo pide
comida cuando tiene hambre.
Si se tropieza con una verja que le corta el
paso y le llega a las rodillas, en muchas
ocasiones se bloquea y se pierde, no sabe
dónde está ni como volver. No sabe lo que es
volver. Se queda ahí, bloqueado….
Se autolesiona porque no es capaz de
gestionar el sobrecogimiento que le supone
manejar una emoción como el cariño hacia
su hermano.
¿Tengo que contar más?
Eso no es lo que buscáis.
No queréis dejar de pensar.
Sois afortunados por poder pensar.
Por poder anticipar vuestros problemas, por
poder interaccionar con ellos.
Por sufrir por ellos.
Eso os da la posibilidad de hacer algo.
Pelayo no tiene esa posibilidad.
Quizá os sintáis desgraciados, pero podéis
hacer algo.
La figura del cese de pensamiento es una
constante del budismo (Zen, Chan,
Mahayana…..etc,etc.) también de la Vedanta
Advaita. y de muchísimas corrientes
espirituales hinduistas y asiáticas, antiguas y
modernas (como el neoadvaita), porque
parece que se trata de ser más y mejor que
lo que había. Siempre mejorar algo, le
cambiamos el nombre y así es algo nuevo, es
algo mejor, se venden más libros, aparecen
gurús, escuelas, maestrillos del tres al cuarto
que curan cánceres haciendo que la gente
tome infusiones de limón con lejía rebajada
con agua (nueva medicina germánica) y
cobrando 400 euros por sesiones de 45
minutos.
Esto pasa. Yo lo veo y muchas veces se
disfraza de práctica espiritual.
Aunque necesitas a alguien muy
desesperado para lograrlo, pero siempre hay
un roto para un descosido.
Retomemos, que me estoy desviando.
Olvidemos los nombres y conceptos.
¿Funciona esto del no pensar?
La respuesta es no.
¿No se puede dejar de pensar
voluntariamente?
La respuesta es no.
¿No es la solución a nuestros problemas no
pensar?
La respuesta de nuevo es no.
Hablemos de una práctica. No la nombremos
ni la cataloguemos.
Uno se sienta a meditar. Tras cierto tiempo
de práctica, y de guía, hay una
transcendencia de estados.
Esto no quiere decir nada más que la mente
va afilándose, va enfocando cosas que no
son percibidas durante la actividad cotidiana.
Hay un punto en que el meditador se piensa
meditando (se imagina, se ve meditando en
su mente). Ahora hay dos cosas, un
meditador y un observador del meditador
creado por el meditador.
No os perdáis, que aquí hay algo que puede
ser importante.
Ese meditador imaginado toma el mando
como un modelo a seguir, es lo que se quiere
alcanzar.
Simplemente es un reflejo egoico, pero toma
el mando y pensamos “medito que te cagas”.
Me he leído un par de libros, me he
comprado unos cd´s, tengo una app
cojonuda y encima escucho a la gente, soy
más paciente y nunca me enfado (bueno,
casi nunca).
Leo a Krishnamurti y a Ramana. Me se los
Yogasutras de Patanjali. Hago retiros (me
llevo el móvil y mis pastillas, pero que bonito
es ese árbol y el sonido del río y solo por 250
euros un fin de semana). Y dono dinero para
cruz roja.
Estoy cambiando. Soy mejor. Soy mejor que
tu.
Y este meditador imaginado o pensado, a su
vez crea otro que cada vez es mejor. Y es
mentira también.
Ver que el segundo meditador es solo una
idea es útil y puede dar lugar a un cambio.
El cambio consiste en permitirle estar ahí y
seguir meditando.
Muchos lo intentan eliminar al percatarse de
que es imaginado.
MAL!. Dejadle ahí.
No buscando, meditando. Permanecer en el
silencio. El segundo meditador desaparecerá
(con tiempo, práctica y guía). En realidad
seguirá estando, pero estará como la pared
de tu izquierda, esa en la que acabas de
reparar y antes no.
Y se transformará en un tercer meditador
que observa a los dos anteriores. CUIDADO
que ese también es mentira.
y el cuarto y el quinto. TODOS FALSOS.
Volvamos al primero. Cuando el primero no
refleje a ninguno habrás avanzado algo.
Y es desde ahí desde donde puedes
continuar avanzando.
Es muy delicado utilizar el término
“avanzar”, por defecto se considera positivo
y eso es arriesgado.
El problema es que cualquier meditador es
falso, incluido el primero también.
¿El primero también?
SI, el primero también.
¿Entonces todo es falso?
No.
Entonces ¿Quién es aquel que obtiene la
certeza de que todos son falsos?
NADIE.
No es un quién. Es NADIE.
Cuando llega esa certeza no obtienes nada.
Lo pierdes.
Y no levitas, ni vuelas, ni haces nada raro o
extraño ni te tiras un pedo arco iris místico.
Solo has descubierto una gran mentira. Nada
más, y nada menos.
Los cambios son muy sutiles, impactantes,
pero sutiles.
Si se percibe como que has estado
equivocado hasta entonces, OTRA MENTIRA.
Deja las invenciones. Busca aquello que no
son invenciones.
Tú que puedes discriminar.
¿Qué tiene Pelayo en el instante en que está
en ausencia?
¿Qué le falta a Pelayo en el instante en que
él está en ausencia?
Puedes estar inafectado por ti mismo.
Cuando esto llega, no hay nadie que sepa
que tú y tú no suman dos. Pero así es.
Cuando esto llega, no hay nadie que sepa
que tú y yo somos lo mismo. Pero así es.
Si es percibido, nombrado, catalogado…. Te
ha vuelto a engañar.
Literalmente.
Te quiero Pelayo.
Te deseo la mejor de las suertes en ese
mundo que soy incapaz de imaginarme
siquiera.

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