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Informe de lectura sobre el capítulo

“Desear un niño hoy” de Héctor Gallo

Por: Luisa María Echeverri Gómez

Materia: Construcción de lo social y la infancia

Profesora: Gloria Hincapié

Curso: Martes-Jueves 8-10 am

Universidad de Antioquia

Facultad de educación

Departamento de pedagogía

Pedagogía infantil

Medellín

2017
“Los niños nacen realmente cuando comienzan a tener existencia histórica para los otros”

Gallo, 1999, p. 42.

Las concepciones e ideas que giran en torno al niño han sido muy diversas, igualmente éstas
dependen directamente de la época de la que se esté hablando. La infancia no siempre ha sido
caracterizada por ser un período de felicidad e inocencia, como muchas personas suelen creer
actualmente, pues varios siglos atrás predominaron otro tipo de pensamientos e ideologías,
donde el niño no era reconocido como un sujeto portador de alma.

En este sentido, el autor del texto plantea que el niño realmente nace, entendiendo este
nacimiento mucho más allá de lo biológico, “solo a partir del momento en que (…) es
nombrado como tal y considerado parte singular de la colectividad humana” (Gallo, 1999, p.
42), ya que con esto se crean diferentes espacios y discursos que cubren lo que creen
necesario para él, además de sentirse realmente amado y seguro, incluso se convierte en un
“producto indispensable de una pareja” (Gallo, 1999, p. 42).

Ahora bien, el texto expone una cronología de lo que se entiende como nacimiento del niño,
comenzando antes del siglo XVI, donde la urbanidad era primordial para la vida en sociedad,
y esta no estaba a cargo de los padres, sino de los moralistas, pues éstos era la autoridad
simbólica principal, encargada de impartir esta educación a los niños. En el siglo XVI desear
un niño estaba relacionado con la idolatría, pues la familia lo complacía con el fin de que
fuera feliz. Sin embargo, los moralistas opinaban todo lo contrario, debido a que su prioridad
era que el niño viviera en sociedad, es decir, lo más importante era educarlo y no malcriarlo,
como lo estaba haciendo supuestamente la familia.

El siglo XVI supuso un gran avance para el niño, pues durante el siglo XV el objetivo de la
educación del niño iba encaminado a aprender buenos modales, es decir, por medio de las
conversaciones interesantes que sostenía con los mayores. Igualmente, los niños salían de
sus casas a muy temprana edad con el fin de trabajar como sirvientes en casas vecinas,
retornando a sus hogares entre los catorce y los dieciocho años con un ideal de urbanidad.
Considero importante resaltar que en aquella época dichas acciones no se veían como signos
de maltrato o abandono con los niños, pues la educación en sociedad estaba por encima de
cualquier sentimiento que hubiera entre la familia. No obstante, a partir de que se promulga
el código civil, por lo menos en Colombia, se considera a la familia como una institución
básica, donde el hecho de que un menor trabaje es un delito y enviarlo fuera del hogar es una
forma de abandonarlo. Como se puede ver el ideal de niño es muy diverso, y parte según la
época de la que se esté hablando.

Por otra parte, con respecto a lo que se entiende como ideal y deseo, el autor plantea que “no
hay coincidencia entre los deberes impuestos por el ideal y las aspiraciones del sujeto del
deseo” (Gallo, 1999, p. 50). Es decir, el ideal plantea ciertas cuestiones, como lo son el amor
que la pareja debe tener para transmitirle a ese hijo, el respeto, entre otros., sin embargo, la
realidad en la actualidad muestra que “paralelamente al propósito de proteger al niño, lo cual
se quiere garantizar con base en el ideal de la unión familiar y en el derecho, paradójicamente
crece la hostilidad, fundamentada en motivos que pueden ir desde querer el bien (…) hasta
la perversión y la locura” (Gallo, 1999, p. 51). Es por ello que se concluye diciendo que
anhelar un hijo no es igual a desearlo.

Igualmente, y con respecto a lo anteriormente dicho, un niño “no tiene otra función que la de
ser un objeto que simboliza una falta y que incluso puede suturarla” (Gallo, 1999, p. 52),
pues incluso al comienzo del texto el autor expone que el psicoanálisis le da al niño un
estatuto diferente al de organismo, y en este sentido menciona que para existir debe ser
deseado y asimismo alimentado con palabras y aspiraciones, lo que en resumen le otorga la
posición de objeto libidinal.

Finalmente, el autor expone la importancia del amor y del nombre del padre para el niño. La
ley impone ciertas obligaciones para los padres y una de ellas es el amor, sin embargo, hoy
en día se puede ver cómo es pasada por alto, pues incluso alguno de los progenitores evade
muchas de las responsabilidades que como padres adquieren, y es que “el nombre del padre,
más allá del derecho civil, es el que le permite a un progenitor prestarle al hijo un deseo que
lo haga vivir” (Gallo, 1999, p. 53), y es en este punto donde entra en juego el amor, debido a
que éste otorga una experiencia fundamental en la vida del niño, el amor le da un lugar. No
obstante, se debe tener en cuenta que el amor como metáfora se diferencia del amor como
mandamiento en que éste primero “es un dispositivo simbólico que el niño descubre al
interior de una experiencia en la que descubre con los efectos que produce su presencia en el
otro que él necesita” (Gallo, 1999, p. 54), es decir, el niño asimila de sus padres, por medio
de diferentes experiencias, que no está solo, que tiene un protector en los momentos difíciles
y que asimismo éste le aporta una satisfacción a esos padres.

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