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Voces: JUEZ ~ ADMINISTRACION DE JUSTICIA

Título: La justicia según los jueces


Autor: Fucito, Felipe
Publicado en: LA LEY1993-A, 1157
Cita Online: AR/DOC/9584/2001

Sumario: SUMARIO: I. Introducción. Hipótesis generales. -- II. Informaciones sobre los entrevistados. --
III. Actividad profesional libre y ejercicio de la docencia. -- IV. Antigüedad en el Poder Judicial. -- V.
Poder y prestigio del Poder Judicial. -- VI. Niveles de necesidad. -- VII. Opiniones sobre los abogados. --
VIII. Efectividad del sistema judicial. -- IX. Seguridad y agilidad del procedimiento. -- X. Sobrecarga de
trabajo. -- XI. Publicidad de la tarea judicial. -- XII. Informática y gestión. -- XIII. Opiniones sobre el
personal. -- XIV. Técnicas del trabajo. -- XV. Algunas conclusiones.
I. Introducción. Hipótesis generales
Como parte de un proyecto más amplio tendiente a verificar las condiciones de funcionamiento del servicio
de justicia y la cultura organizacional del Poder Judicial de la Nación, paso previo a determinar la aceptación o
el rechazo reales --no sólo formales-- de innovaciones en las técnicas de gestión, realicé en el marco del Instituto
de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L. Gioja, de la Facultad de Derecho de la Universidad de
Buenos Aires, un relevamiento de opinión sobre una muestra de Jueces Nacionales en lo Civil, Comercial y Ex-
Especial en lo Civil y Comercial de la Capital Federal.
Este trabajo se inserta en una línea teórica que he pretendido desarrollar en el ámbito de la sociología
jurídica: la idea según la cual los aspectos económicos, si bien relevantes para la efectividad y eficiencia del
sistema, no agotan el problema de una administración de justicia adecuada a sus objetivos, sino que constituyen
sólo la parte más visible y elemental de ella. Se trata de distinguir con claridad entre validez como modelo
formal de conducta prescripta, y su real cumplimiento, que pasa por la aceptación (legitimidad en el sentido más
amplio) por los destinatarios de los fundamentos de cualquier norma. Traducido al campo que nos ocupa, así
como la abreviación de los plazos en los códigos procesales no abrevia el "tiempo real" del proceso, la
innovación tecnológica, insertada en viejas tradiciones, se desnaturaliza hasta desfigurarse, si la costumbre y la
rutina tienen mayor legitimidad que el cambio. El resultado será la resistencia por sus destinatarios y ejecutores
(1).
La investigación en conjunto, que es un proyecto ambicioso, trata de determinar las causas estructurales (del
medio interno, incluso de la cultura organizacional) y del medio externo, que influyen en la eficiencia,
efectividad y racionalidad del servicio judicial, y también de determinar los elementos de la cultura
organizacional que facilitan o impiden el cambio organizacional funcional, estructural, o del sistema en
conjunto. Entre las hipótesis generales a probar, me detengo en una que hace a la presentación del material que
sigue. Se refiere a la así formulada: "La insuficiencia, inefectividad e irracionalidad del servicio dependen: a) de
la irracionalidad en el manejo de las normas procesales y reglamentarias; b) de la insuficiencia de integración
entre las necesidades internas y las necesidades del medio externo; c) de la irracional distribución del trabajo
entre los agentes; d) de la insuficiente respuesta a los requerimientos motivacionales de los miembros del
sistema". "Esta hipótesis, y las diez subhipótesis presentadas, deben ser probadas a través del análisis estadístico
del índice de litigiosidad vinculado con indicadores de crisis económica, por encuestas de opinión en el medio
judicial (magistrados, funcionarios y empleados), y en el profesional de los abogados, por el análisis de
expedientes de acuerdo con medidas concretas y formuladas de racionalidad en la gestión, y por entrevistas
estructuradas, no estructuradas y cuestionarios suministrados en todos los niveles del sistema. Debería acudirse
asimismo a una encuesta de opinión externa al medio judicial (opinión de la población sobre el servicio, con los
parámetros usuales en este tipo de trabajos), y también a una investigación participante en el sistema, para seguir
el funcionamiento concreto de una o varias unidades de gestión en su actuar diario.
En este trabajo anticipo los resultados de una parte de esa investigación, sin avanzar excesivamente en las
conclusiones. Se trata de un relevamiento a través de entrevistas estructuradas de una muestra del 16 % de los
magistrados nacionales de los fueros antes citados, de primera y de segunda instancia, llevada a cabo entre

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octubre de 1990 y marzo de 1991. Luego de evaluar algunos antecedentes, opté por la entrevista personal, y
tratándose de una muestra reducida (31 casos), aunque suficiente para el objetivo inicial, realicé personalmente
el relevamiento.
El primer obstáculo a este tipo de investigaciones es que debe contar con la aceptación del candidato para
ser entrevistado; se limita de tal modo el azar absoluto, que validaría las conclusiones de acuerdo con las reglas
metodológicas aplicables. En el caso el hecho se ve agravado por la poca difusión de trabajos de investigación
similares, y a la limitada seriedad de muchos procedimientos pseudosociológicos de encuesta que publicitan los
medios, con resultados ajenos a cualquier control metodológico. Para superar este obstáculo se acudió a
"Informantes clave" y a magistrados que se avinieron a oficiar de "introductores" o "presentadores" del
investigador. En algunos casos, ni aun así se obtuvo la entrevista, pero fueron contados. En la casi totalidad de
las situaciones, este método allanó el abordaje inicial y permitió la explicación de los objetivos de la encuesta.
También fue relevante el marco institucional dentro del cual se realizaba.
El resultado fue realmente alentador. No obstante la reticencia que muchos de los entrevistados opusieron al
comienzo, el encuentro discurría, como norma, crecientemente hacia la espontaneidad, y concluía con la
aceptación --salvo muy contados casos-- de los objetivos propuestos y de la importancia que este tipo de
investigaciones tiene para conocer el funcionamiento real de la administración. Ninguno de los entrevistados,
según se les preguntó al final de la entrevista, pasó por momentos incómodos o recibió preguntas indeseables.
Esta comodidad en la relación, también fue recibida por el entrevistador, que actuó con absoluta libertad y sólo
lamentó que la forma estructurada dada a la entrevista no haya permitido el registro de la amplia información
que muchos registrados suministraron sobre su trabajo, técnicas de gestión y opiniones sobre el sistema en
conjunto.
Las entrevistas, pensadas para una duración de treinta minutos, sólo por excepción tuvieron ese tiempo; la
mayoría se extendió a un ahora, y varias hasta dos horas. Esto es índice también de lo que se señalaba en el
párrafo anterior. Como comentario personal, debo decir que en más de un caso la charla resultaba tan atractiva,
que ni el magistrado daba por finalizada la entrevista, ni el suscripto deseaba ponerle fin, aun en exceso de la
temática propuesta. Era evidente que respecto del prestigio, el poder, las técnicas de gestión y el modo de
trabajo judicial, muchos jueces tienen mucho que decir y desean decirlo.
A la fecha del relevamiento se consideró un universo de 194 magistrados (93 de primera instancia civil, 26
de primera instancia comercial, 57 de la Cámara Civil y 18 de la Cámara Comercial). Esto totalizaba 119 jueces
de primera instancia, y 75 de Alzada. Del total, se entrevistaron 21 de primera instancia, y 10 de Cámara, 6 de
primera instancia comercial, 5 de la cámara comercial, 4 de primera instancia civil patrimonial, 4 de primera
instancia civil de familia, 7 de primera instancia civil Ex-Especial Civil y Comercial, y 5 de la Cámara Civil. Si
bien la muestra representa un 17,64 % de jueces de primera instancia y un 13,33 % de jueces de Cámara, la
diferencia se justificó en el mayor peso que la gestión tiene en los juzgados que en las cámaras de apelaciones,
ya que aquí el trabajo resulta más personal de los magistrados, respecto del conjunto de tareas que se desarrolla.
La diferencia realizada entre jueces civiles patrimoniales y de familia se debió a la consideración (luego
confirmada, pero cuyo análisis no forma parte de esta presentación) que se está estructurando una subcultura en
estos últimos jueces, que difiere en las técnicas de trabajo de las tradicionales del fuero civil; y la distinción
entre los miembros de la justicia civil y los ex-miembros de la justicia Especial en lo Civil y Comercial a que la
reciente unificación de fueros no ha modificado la cultura organizacional que aparece en ambos con distintas
técnicas de trabajo, representando verdaderas subculturas en la organización. Esto se irá seguramente atenuando,
pero en la actualidad todavía es visible. Por el contrario, la distinción entre jueces de primera instancia y jueces
de Cámara no arroja diferencia alguna en sus puntos de vista sobre los temas tratados; no parecen existir
subculturas en cuanto al nivel de instancia. Los jueces comparten criterios generales, a la luz de las preguntas
formuladas, sin diferencias notorias en cuanto a su ubicación en la estructura judicial.
En el presente anticipo se consignan las respuestas más significativas, y algunas interpretaciones que
aparecen claras. Se formularon 43 preguntas, varias con alternativas cerradas, y otras abiertas, pero ninguna de
respuesta libre, con el fin de poder codificar de modo más sistemático las respuestas. No obstante, se vertieron

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muchas opiniones libres y varios magistrados sugirieron nuevas alternativas no previstas en las formulaciones,
que enriquecieron el trabajo del investigador. Más de uno discutió las preguntas, las reformuló, y sugirió nuevos
cursos de actuación para la investigación. Esto fue indicador, no sólo de la calificación de los entrevistados, sino
del interés en la temática propuesta.
Cabe señalar que de los requeridos, un 61,30 % accedió de inmediato a la entrevista, difiriéndola para una
fecha posterior, mientras el 38,70 % restante la concedió de inmediato. Sólo dos magistrados no se encontraron
presentes el día y hora convenidos, fijándose nuevas fechas. En todos los casos las entrevistas se llevaron a cabo
en los respectivos despachos de los jueces, en horario judicial, o con posterioridad al cierre del tribunal.
Señalo también que en el único caso en que la persona entrevistada, por una falla en la coordinación, no
había sido previamente avisada por el colega "mediador", ocurrieron las mayores reticencias en la aceptación de
la entrevista, si bien ésta pudo concretarse.
II. Informaciones sobre los entrevistados
Se garantizó en todos los casos el anonimato de las opiniones vertidas. Se formularon escasas preguntas
sobre datos personales, vinculadas exclusivamente a los objetivos de la investigación. Por edad y por sexo
resulta la muestra como sigue:
Tabla (editar)
El perfil de edad y de sexo muestra una estructura predominantemente joven (77,41 % menores de 50 años)
y masculina.
III. Actividad profesional libre y ejercicio de la docencia
Respecto de la primera, el 61,29 % jamás había ejercido libremente o en relación de dependencia la
profesión de abogado, y de los que declararon haberla ejercido (38,70 %), el 75 % lo hizo por menos de diez
años. Esto señala una justicia profesional en una amplia proporción, ya que se tomó el nivel de diez años de
profesión libre o dependiente como abogado como parámetro de orientación hacia el ejercicio profesional, que
pudiera significar la inserción en el sistema judicial de abogados con extensa práctica profesional. De los
entrevistados, sólo tres respondían a esas características.
Por el contrario, el 65,52 % habían ejercido o ejercían actualmente la docencia. En esta actividad se incluyó
la universitaria, la secundaria, y la interna en el Poder Judicial.
IV. Antigüedad en el Poder Judicial
Las conclusiones anteriores sobre un cuerpo de magistrados orientado hacia el sistema por una prolongada
carrera en el mismo se confirma con la antigüedad que presentan en Poder Judicial.
Tabla (editar)
Esto significa que el 80,64 % de la muestra tiene más de once años de antigüedad en el sistema judicial, y
más de la mitad supera los veinte años en el mismo. A pesar de las quiebras institucionales, significa una
continuidad en la justicia, aunque no en los cargos, lo que es corroborado por igual proporción con menos de
diez años en el cargo actual, y ninguno con más de quince.
Tabla (editar)
V. Poder y prestigio del Poder Judicial
La primera pregunta referida a los objetivos de la organización inquiría sobre el prestigio que a juicio de los
entrevistados, tiene el Poder Judicial frente a la comunidad, de acuerdo con el servicio que presta. Las
respuestas fueron:
Tabla (editar)
El 83,86 % atribuye al Poder Judicial un prestigio medio o bajo, y sólo un 6,45 % considera que el prestigio
es alto. Dos respuestas asociaron el prestigio a la clase social enfocada: bajo prestigio en los sectores bajos, alto
en los más elevados.
Esta alternativa no había sido formulada, y representó como en otros casos posteriores, aclaraciones
libremente expresadas por los entrevistados.

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La pregunta siguiente apuntaba a conocer los motivos del prestigio atribuido. Se formuló como pregunta
parcialmente abierta, con respuestas múltiples, que debían ser aportadas por los entrevistados, ya que se daban
sólo dos alternativas (1 y 2 en el cuadro siguiente). Las respuestas fueron:
Tabla (editar)
Es significativo que casi un 42 % de respuestas se refirió, sin haber sido sugerida la alternativa, a la imagen
que presentan los medios, al transmitir información tendenciosa sobre la Justicia, exagerar y generalizar los
casos de corrupción, e informar erróneamente sobre resoluciones de casos resonantes, con objeto de "venta" de
noticias. Del análisis de las respuestas surge que para la amplia mayoría, las causas del medio o bajo prestigio
del sistema judicial frente a la comunidad son ajenas al sistema mismo (40 respuestas, contra 24 que pueden
imputarse al sistema judicial), y que el problema presupuestario y legislativo no es considerado el más relevante
en orden a la variable considerada.
Cuando se preguntó a los magistrados sobre el prestigio que atribuían a su propia tarea (planteada como
pregunta proyectiva), un 90,32 % respondió que alto o medio, y sólo un 3,22 % lo entendió como bajo:
Tabla (editar)
Esto indica una ruptura evidente entre la valoración propia de la función y la que observan como proveniente
del medio externo: no se sienten valorados tal como se valoran, o como valoran su tarea. Si correlacionamos
esta respuesta con la anterior, se concluye que la mayoría de los jueces entrevistados considera que las
valoraciones propias y de la sociedad no ajustan por causas ajenas al sistema judicial mismo (medios de
comunicación, insuficiencia presupuestaria o legislativa). Esta idea se refuerza al evaluar los motivos por los
que se considera alto o medio el prestigio inherente a su tarea:
Tabla (editar)
Las "obligaciones inherentes al cargo" se entendieron claramente como la importancia de la tarea
desarrollada, que muchos jueces subrayaron. Los que atribuyeron prestigio bajo o medio a su tarea lo hicieron
en general por considerar que no existe debido respeto hacia el cargo, o por el nivel de remuneraciones, que en
ese momento preocupaba particularmente a la magistratura.
Dos preguntas más tendían a precisar el tema del prestigio del sistema. La primera era "¿Cree Ud. que el
Poder Judicial, frente a otros Poderes del Estado, tiene un alto, mediano o bajo poder relativo?". Las respuestas
fueron:
Tabla (editar)
Entre las causas de esta consideración de bajo poder relativo del sistema judicial se argumentaron la
ausencia de autarquía presupuestaria, la forma de designación de los jueces, que no depende del mismo sistema,
el conflicto permanente con el poder administrador, las quiebras institucionales y el vaciamiento de la justicia,
con su consiguiente falta de continuidad en la magistratura. Estas últimas dos causas podrían quedar
desmentidas si reparamos en la antigüedad que los mismos entrevistados tenían en el sistema judicial, quedando
como causas claves la autonomía presupuestaria y la presencia de un autorreclutamiento como requisitos, para
los jueces, de una justicia autónoma. Debe notarse, sin embargo, la importancia que tiene el sistema que el 87 %
de la muestra considere el poder del conjunto disminuido frente a los restantes poderes del Estado,
constituyendo la garantía de los derechos de la sociedad.
La última pregunta --que se formulaba más adelante, para separarla de este contexto-- constituía la típica de
autoorientación al sistema. Se preguntaba al entrevistado si aconsejaría a un amigo que ingresara al Poder
Judicial. Las respuestas fueron:
Tabla (editar)
Agrupadas las respuestas, resulta un 70,97 % con una autoorientación mantenida, y un 29,02 % con débil
orientación hacia el sistema. Tratándose del "cuerpo directivo" de la organización, que suministra los modelos
de conducta a los restantes estamentos, si reparamos en la elevada antigüedad que surge de los datos antes
evaluados, parece un porcentual elevado, y muestra una desmoralización compatible con el bajo prestigio que se
le atribuye a partir del medio externo, o el limitado poder relativo frente a los restantes del Estado. A través de

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esta pregunta se suelen evaluar las expectativas que se tienen frente a una situación de ingresante, proyectada
hacia el futuro, pero apreciada respecto de la propia carrera. En muchos casos esta actitud "depresiva" estimo se
debe a las bajas expectativas económicas de la magistratura, que, o bien producen serias dificultades de
subsistencia, o en el mejor de los casos garantizan un "pasar" sin poder exceder jamás el "vivir al día". Estas
preguntas se relacionan con las formuladas más adelante sobre nivel de necesidades cubiertas para el
entrevistado, por el cargo ocupado.
VI. Niveles de necesidad
En el momento de la encuesta, se dio una variación sustancial en el nivel de remuneraciones de los jueces,
sumamente deprimido, que pasó a un nivel más decoroso. Esto hizo que las primeras entrevistas reflejaran
respuestas tajantes sobre el tema y luego se modificaron lentamente. A la pregunta "Si Ud. tuviera que valorar el
nivel de necesidades que su actual retribución cubre, respecto de sus expectativas, diría que se encuentran
cubiertas" las que se indicaban en un cuadro, se obtuvieran las siguientes respuestas:
Tabla (editar)
El 93,54 % o no cubre sus necesidades o las cubre mínimamente, partiendo de un nivel de expectativas de
clase media, tal cual se definió en el curso de la entrevista. La opción entre una y otra respuesta dependió de
situaciones personales: estado civil, número de hijos, y colaboración económica del esposo o esposa. En general
consideraron que se cubrían las necesidades mínimas aquellos con pocas cargas de familia o con una
colaboración económica sustancial del cónyuge. Los que sostenían familias numerosas, aparecían realmente
agobiados por la situación económica, recogiendo este investigador relatos espontáneos que mostraban bien a
claras un panorama incompatible con el nivel de estabilidad económica que debe mantener un magistrado para
atender dedicadamente sus funciones. Quedaba bien claro que ninguno había optado al ingresar en la Justicia
por una vida de riqueza u honores, pero resultaba indignante no poder subvenir con mínima holgura las
necesidades básicas de una familia de clase media. Con aceptar, sin embargo, que se encontraban frente a un
cambio en la política institucional en materia de remuneraciones, sólo dos magistrados consideraron cubierta su
"seguridad económica" y la opción "crecimiento económico personal" no mereció ninguna aceptación y sí varios
comentarios irónicos.
En sociología organizacional se acepta que la retribución económica es un requisito necesario, pero no
suficiente, en el panorama de las retribuciones que deben existir para considerar gratificante la tarea. Por ello se
inquirió, a partir de la jerarquía de necesidades de Maslow (elegida por su fácil operabilidad), en qué nivel se
ubicaban los entrevistados. Las respuestas fueron:
Tabla (editar)
Un magistrado consideró que debía agregarse la "estima de los profesionales" y se incluyó en esa categoría.
No se había incluido por ser variable ajena al sistema, pero una reflexión posterior mostró que se trataba de un
error, ya que, aun pensada para un sistema judicial en el cual jueces y abogados actúan en la mayor parte de los
casos como "anónimos" por la cantidad de miembros de ambos sistemas, debía incluirse la posibilidad no sólo
en la encuesta para abogados.
Se preguntó a los magistrados cómo podría a su juicio mejorar la situación de necesidades no cubiertas. Las
respuestas fueron:
Tabla (editar)
Descontada la respuesta obvia respecto de las mayores remuneraciones, es significativo que la tercera
opinión fuera utilizar otro tipo de procedimiento, lo que se vincula con las preguntas referidas a la seguridad
jurídica, celeridad del proceso, y efectividad del sistema. El cambio de cargo del entrevistado en el Poder
Judicial mereció una sola respuesta, y esto confirma la idea previa de ausencia de una "subcultura de instancia".
La mayor o menor gratificación en la tarea no se hace depender del cargo concretamente ocupado. Doce
respuestas vincularon la mejora de la propia situación a los roles complementarios: personal más calificado y
cambio de la estructura de cargos en el Juzgado o Cámara de Apelaciones.
VII. Opiniones sobre los abogados

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Se formularon dos preguntas, referidas una de ellas a la aceptación del sistema de control profesional de los
abogados, que fue mayoritariamente contestada en el sentido de aceptación de los términos actuales. La
pregunta era "¿Considera Ud. que el contralor de la actividad profesional de los abogados debe ser competencia
exclusiva de los Colegios Profesionales, responsabilidad compartida entre jueces y Colegios; o exclusiva de los
jueces?". Las respuestas fueron:
Tabla (editar)
Las respuestas a la segunda pregunta deja bastante para pensar, y confirma la idea que los profesores de
derecho vamos teniendo de las nuevas generaciones profesionales (cuya responsabilidad en la formación
compartimos, de modo que no podemos repartir culpas sin autoincriminarnos). Preguntados sobre el grado de
información jurídica que muestran las presentaciones de los abogados ante su Tribunal, contestaron:
Tabla (editar)
La categoría "Mucho más deficiente ahora" no estaba incluida en la encuesta y fue agregada por los que
contestaron de ese modo. De todas formas, "más deficiente" y "mucho más deficiente" muestran un 77,42 % de
respuestas. Un magistrado acotó la observación que los asuntos relevantes en lo institucional, y los importantes
en lo económico, siempre tienen buenos abogados que los defiendan. Pero la masiva respuesta respecto del
conjunto de presentaciones ante los tribunales, a la vista de los jueces, debería preocupar a los que, tras reformas
de los planes de estudio en las carreras de Abogacía, pierden de vista que son los roles de profesor y alumno de
derecho los que deben ser modificados (2). Sin embargo, no cabe aumentar esta presentación ya excedida en
espacio con un análisis de este tema.
La otra parte de la encuesta se refería al cumplimiento general del objetivo de administrar justicia, a la
sobrecarga de tareas y a sus causas, a la eficiencia del propio tribunal comparado con otros, a la seguridad
jurídica suministrada por el Código Procesal, a la agilidad, y a la mejora de ambas, a la publicidad del
procedimiento y de la actuación judicial, a la informática y sus posibilidades a juicio de los jueces, al personal
(su capacitación, su motivación y el modo de mejorarlas), a las reglas de gestión creadas por el juez, y al control
de la tarea conjunta. Puede verse que frente a la ausencia de investigaciones de campo en el medio, lo mínimo a
preguntar ya es excesivo. Sin embargo, esta temática pudo cubrirse con las preguntas previstas.
Resulta difícil aventurar resultados, máxime sin exponer la totalidad del material, todo lo cual limita esta
exposición. Sin embargo, respecto de las hipótesis muestra con claridad la ruptura entre las necesidades externas
del sistema (requerimiento de justicia) y las posibilidades de respuesta del mismo; la discrepancia de
valoraciones internas y externas de la magistratura, y la insuficiente respuesta motivacional que la estructura da
a sus miembros, no sólo en el aspecto económico, aunque en lo general sólo afecta a una parte de la
magistratura. Respecto del manejo de las normas procesales, que se suponen por hipótesis irracional, no surge
dicha variable de esta parte del trabajo; antes bien, los jueces se sienten limitados no por las normas específicas
de cada procedimiento, sino por el procedimiento en conjunto, como se ve a partir de otros datos obtenidos, que
representan el restante cincuenta por ciento de la encuesta.
Sólo me cabe agregar la satisfacción personal que me ha producido no sólo el haber encarado el aspecto
metodológico de la encuesta, sino haber decidido llevarla a cabo en su aspecto práctico. Tuve el gusto de
encontrarme con un unánime grupo de interlocutores lúcidos e interesados en la administración de justicia;
muchos de ellos limitados por la estructura, por el presupuesto con el que cuentan (varios carecían de máquina
de escribir suministrada por el servicio, y disponían de la propia), o excedidos en trabajo; pero ninguno
demostró carencia de información sobre los aspectos prácticos de la gestión.
Me sorprendió la apertura mostrada hacia la innovación tecnológica, hacia la problemática actual, y hacia los
modos de solución de los problemas de gestión. Faltan trabajos comparativos (en rigor, en nuestra sociología
jurídica falta casi todo), para determinar si esto representa una evolución en el concepto que los magistrados
tienen de su tarea. Pero es un buen punto de partida para incentivar nuevas investigaciones, proyectos completos
que no pueden llevarse a cabo sin apoyo económico de relevancia e institucional del mismo sistema investigado.
Agradezco, por último, la colaboración que me fuera prestada por todos aquellos a los que recurrí en busca de
orientación dentro de la organización, de presentaciones y referencias, y de los magistrados entrevistados.

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En la primera parte de la presentación de algunos materiales obtenidos en el relevamiento de una muestra de
jueces de la Justicia Nacional en lo Civil y en lo Comercial, que realicé entre octubre de 1990 y marzo de 1991
como parte de una investigación propuesta al Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L.
Gioja, de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, reseñé las respuestas obtenidas a preguntas
sobre prestigio y poder del sistema, orientación hacia el servicio judicial, niveles de necesidades cubiertos por la
tarea realizada, remuneración recibida y opiniones sobre los abogados. En esta segunda parte completo esa
información con las preguntas referidas a la efectividad del sistema en conjunto, y respecto de variables
particularizadas, que se formularon en la misma entrevista.
VIII. Efectividad del sistema judicial
La primera pregunta del conjunto dedicado a este aspecto era deliberadamente genérica y buscaba un
concepto general sobre la efectividad, entendida como la medida del cumplimiento de los objetivos de
administrar justicia. Se había formulado de este modo: "El Poder Judicial, en lo que hace al cumplimento de su
objetivo de administrar justicia es: Muy efectivo, efectivo, poco efectivo o inefectivo". Las respuestas fueron:
Tabla (editar)
Si se agrupan estos resultados, un 61 % consideró que era efectivo, y un 39 % que era inefectivo. Puede
correlacionarse esta pregunta con otra tendiente a definir la opinión del entrevistado sobre su Juzgado o sobre la
Sala a la que pertenecía, en el mismo aspecto. Preguntados: "Si Ud. compara su unidad de gestión (Juzgado,
Sala de la Cámara) con otras unidades similares a la suya, consideraría que la suya es, en cuanto al cumplimento
de sus objetivos: Más eficiente que la generalidad de las restantes, igualmente eficiente que la generalidad de las
restantes, o menos eficiente que la generalidad de las restantes", contestaron:
Tabla (editar)
Si bien la sinceridad y el amor propio quedaban comprometidos en esta respuesta ("nadie va a declarar
contra sí mismo", comentó un entrevistado sobre la pregunta), se formuló en la búsqueda de una correlación
entre la efectividad total del sistema y la propia. Los jueces podían considerarse tan efectivos como el resto, más
efectivos o igualmente efectivos, pero también habían opinado sobre la efectividad total de modo que ser "tan
efectivo como el resto" luego de haber señalado que la efectividad total del sistema es baja, equivalía a confesar
su propia inefectividad. El cruzamiento de las respuestas da el siguiente resultado:
Tabla (editar)
Se observa que los magistrados han tendido a sobreestimar la efectividad propia y la del sistema en general
(ya que en conjunto se otorgan alta efectividad, el 87,09 %), si incorporamos a la alta efectividad, según lo
expuesto, considerarse "igualmente efectivo" dentro de un sistema de alta efectividad. Podría suponerse que esta
opinión no es coincidente con la de los usuarios del sistema, y resultaría necesario formular las mismas
preguntas a los profesionales y particulares que litigan ante esos fueros.
También se preguntó sobre las causas de la mayor o menor efectividad atribuida y se dieron tres alternativas:
Tabla (editar)
Entre las respuestas no previstas se agregaron "la idea de servicio al abogado" y la "vocación por resolver
conflictos".
IX. Seguridad y agilidad del procedimiento
Las preguntas siguientes versaban sobre el papel del Código de Procedimientos en lo Civil y Comercial en
una administración de justicia segura y ágil.
Respecto de la seguridad jurídica (entendida genéricamente como garantía de los derechos), contestaron:
Tabla (editar)
En síntesis, una muy amplia mayoría (87,08 %) consideró que el procedimiento era muy adecuado o
adecuado a la seguridad de los derechos, y un 12,90 % estimó que resultaba poco adecuado o inadecuado.
Se contaron 16 respuestas favorables a una mejora del procedimiento civil y comercial en este sentido y los
posibles cursos de acción:

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Tabla (editar)
Entre las respuestas no previstas se encontró "el aumento de la inmediación (2) y la instauración de
tribunales de instancia única (1). Las propuestas no se limitaron a los jueces que consideraron el procedimiento
poco adecuado o inadecuado, sino también a los que opinaron sobre su carácter adecuado, sugiriendo formas de
mejorarlo.
Se preguntó luego sobre la agilidad del procedimiento, de acuerdo con la regulación del Código Procesal.
Aquí las respuestas varían sustancialmente respecto de las anteriores, de la siguiente manera: "Cree Ud. que el
procedimiento que rige la actuación ante su Tribunal, respecto de una administración de justicia ágil:
Tabla (editar)
Las respuestas se vuelcan en un 35,47 % por la adecuación y en un 64,53 % por la poca adecuación o
inadecuación. La agilidad mejoraría, según las opiniones recogidas, con las siguientes medidas:
Tabla (editar)
Las 65 respuestas sobre diversas formas de agilizar el procedimiento, frente a una sola respuesta en sentido
adverso, resulta tan importante como los porcentuales de las mayores opciones registradas. La creación de
tribunales de menor cuantía es visto como una verdadera necesidad por un buen número de magistrados --a estar
a la muestra relevada-- sobre la base que descongestionarían los tribunales ordinarios de causas menores que
quitan tiempo para la atención de asuntos relevantes, y que son actualmente objeto de un procedimiento
exagerado. Esto se vincula también con la sentida necesidad de simplificar el procedimiento escrito. El
investigador pudo tomar amplio conocimiento sobre la opinión de los jueces de limitar el trámite en conflictos
que consideran susceptibles de ser solucionados con menor dispendio de actividad jurisdiccional, y sin mengua
de la seguridad jurídica. El engorroso procedimiento civil (aun en la forma supuestamente simplificada del
juicio sumario) no se justifica en "horas-hombre" respecto de algunas causas reiteradamente señaladas, como los
llamados "juicios de chapa y pintura" (accidentes de tránsito sin víctimas) y los daños producidos en relaciones
urbanas (vecindad, condominio, especialmente propiedad horizontal), así como los cobros de pequeñas sumas
de dinero, y los desalojos por falta de pago de alquiler y vencimiento del contrato. Los sociólogos jurídicos
críticos han considerado que gracias a la ineficiencia del sistema y a que los jueces se ven obligados a aplicar un
procedimiento excesivo a estas causas, muchos deudores que de lo contrario serían rápidamente compelidos a
abonar sus deudas o a abandonar las viviendas, se benefician a expensas del acreedor --incluso manteniéndose el
perjuicio a costa de alargar el trámite--, y de este modo evitan generalizar la crisis social. Los jueces, de esta
forma, resultan agentes involuntarios de un beneficio externamente decidido (a través de la sanción de una ley
procesal) en favor de los deudores de escasos recursos, aunque esta técnica ha favorecido también a quienes no
pueden ser considerados tales (compañías de seguros).
En el planteo de las opciones de agilidad, la oralidad del procedimiento no tiene gran aceptación. El
investigador recibió la desconfianza que inspira a nuestros jueces civiles y comerciales en general, el
procedimiento oral, por su formación teórica y empírica insertada en el procedimiento escrito, y por la mayor
seguridad que éste, aun simplificado, inspira. Algunas respuestas sostuvieron que seguridad y celeridad son
variables inversamente proporcionales, de modo que la oralidad, aunque aumentara la celeridad (lo que por otra
parte es dudoso, ya que depende de la forma y modo como se instrumente), menoscabaría excesivamente la
seguridad jurídica. Cabe pensar que no tienen buena opinión de sus colegas del sistema anglosajón, que no
parecen abrigar las mismas dudas sobre el procedimiento que aplican, y sobre sus resultados.
El tema de la oralidad, en todo caso, se relega a los "tribunales de menor cuantía", vecinales o centrales,
letrados o ajenos al asesoramiento y participación profesional, pero siempre dedicados a un procedimiento
"verbal y actuado". Respecto de estas formas de organización para pequeñas causas, creo que en escasa medida
producirían el descongestionamiento buscado por los jueces en sus tribunales, porque apuntarían a un "mercado"
que hasta ahora no tiene amparo jurídico. Pocos acuden a un abogado, y luego a un tribunal, por pequeñas
compraventas, por situaciones de vecindad (hasta que se convierten en insoportables), y es necesario mucha
paciencia y dinero para llegar a la justicia con estas pequeñas cuestiones. Desde ya que cambiaría, si se otorgara
competencia en cuestiones hoy propias de los tribunales ordinarios (como las citadas más arriba), pero aun así,

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es probable que los nuevos tribunales se sobrecargarían de causas que hasta ahora no reciben ningún trámite ni
atención judicial.
Las otras medidas sugeridas resultan más adecuadas para el resultado propuesto. Respecto de los tribunales
especializados por materia, resultan un avance hacia la adecuación específica del procedimiento a la causa. La
experiencia de los tribunales de familia (con su aceptación del asesoramiento psicológico, sociológico y
psiquiátrico permanente, la oralidad y la inmediación constante, y la presencia del juez como funcionario
visible, activo y "entrenador" de las partes, más que árbitro) es un buen ejemplo de esta idea. Así, varios jueces
sugirieron la creación de Juzgados de Quiebra separados de las causas que hoy tramitan ante los Juzgados de
Comercio, por entender que el procedimiento a aplicar en estos juicios requiere una estructura de trabajo distinta
y propia. En esto coincido plenamente, porque entiendo que el procedimiento civil y comercial genera una
estructura de trabajo que a fuerza de estandarizar situaciones, resulta inadecuado al conjunto y a sus partes.
Dicho de otro modo, si se tuviera la idea de crear un procedimiento supersimplificado para causas especiales, a
tramitar ante los tribunales ordinarios, el peso de la gestión total de juzgado los absorbería en su propia rutina, y
el procedimiento correría la suerte de nuestro difunto "sumarísimo" (debería decir jamás nacido), que es un
ordinario más en el trámite de muchos juzgados.

X. Sobrecarga de trabajo
Se preguntó a los entrevistados si consideraban que existía sobrecarga de tareas en el Poder Judicial, y en
caso afirmativo, si era controlable o incontrolable. La pregunta se formulaba en general, sin referencia particular
al Juzgado o Sala de Cámara a la que pertenecía el magistrado. Se respondió:
Tabla (editar)
El 92,32 % contestó que el sistema está sobrecargado de trabajo, aunque el 77 % estimó que por ahora la
sobrecarga es controlable en virtud del esfuerzo desplegado por sus integrantes. Al porcentual que contestó
afirmativamente la pregunta, se le requirió definiera los motivos por los cuales a su juicio esa sobrecarga existía.
Se dieron seis opciones concretas, y la posibilidad de agregar otras. Ordenadas por su aceptación decreciente,
resultan de este modo:
Tabla (editar)
De las opciones formuladas, la que mereció menos aceptación fue "Prestigio del Poder Judicial como
garantía de los derechos" (2 respuestas), y las no previstas fueron la competencia desequilibrada entre fueros
(incluída en el cuadro), la ausencia de infraestructura (2), ausencia de tribunales de menor cuantía (1) y
anacronismo procesal (1). Señalo como conclusión obvia, que para la mayoría la sobrecarga se debe a las
variables más amplias del contexto externo (crisis económicas y sociales, aumento de la población) y no a
cuestiones específicamente jurídicas.
Las respuestas referidas a la sobrecarga son compatibles con las que se dieron sobre la cantidad de trabajo
actual en comparación con un período anterior en el mismo cargo:
Tabla (editar)
Entre los que manifestaron trabajar menos, se contaron dos causas principales: una del medio externo
(menor flujo de causas como consecuencia de la unificación civil especial) y otra del medio interno (mejor
técnica de trabajo, mayor experiencia en la función). También resultaron congruentes las respuestas a las
preguntas sobre si estaban trabajando a su plena capacidad (SI: 18 = 58,06 %; NO: 10 = 32,25 %); si se
esforzaban más de lo necesario para cubrir las obligaciones inherentes al cargo (SI: 21 = 67,74 %; NO: 8 =
25,80 %), y si podrían desempeñarse mejor de lo que actualmente lo hacen (SI: 18 = 58,06 %; NO: 11 = 35,48
%).
En este caso los que contestaron afirmativamente aludieron a otras condiciones tecnológicas o de menor
carga laboral.
XI. Publicidad de la tarea judicial
¿Cómo consideran los jueces su trabajo, un proceso que debe ser conocido e informado en todas sus etapas,

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o sólo en sus resultados? Se les preguntó si debía darse mayor publicidad a la tarea judicial. Las respuestas se
dividieron con cierto equilibrio (SI: 17= 54,83 %; NO: 13 = 41,93 % Sin respuesta: 1 = 3,22 %). Entre las
respuestas afirmativas, los motivos para que la publicidad pudiera tener lugar se dividieron en tres sugeridas y
otras opciones abiertas:
Tabla (editar)
Entre las respuestas agregadas por los entrevistados, menciono que en tres casos se aludió a los efectos
preventivos que tiene para la sociedad en general conocer de qué modo se aplican las leyes (ya que de este modo
las leyes se saben cumplidas y eficaces, no con una validez de dudoso alcance práctico). En algunos casos la
publicidad se difirió a una información "institucional", que guarda correlación con la mejora de la imagen
pública de la administración judicial. Un solo juez, de los entrevistados, se pronunció a favor de un sistema de
juicio oral con audiencias públicas para todas las causas, como medio de colocar al magistrado en la comunidad,
con su tarea al alcance del conocimiento, observación y comprensión de los miembros del cuerpo social.
De estas respuestas surge una conciencia existente, pero no muy definida, de la relación entre conocimiento
de la tarea judicial y aceptación del servicio prestado. Es posible que el bajo prestigio que muchos sienten,
según son evaluados por la sociedad, se modificaría si el juez dejara de ser un funcionario hermético, cuya tarea
es ignota, sólo accesible a los "iniciados" (abogados), mediadores muchas veces desconfiables de los problemas
personales. El alto prestigio parece exigir información veraz y plena y acceso a ella, sin menoscabo de los
intereses que quepa proteger mediante la reserva de identidad de los litigantes. En una sociedad secular y
abierta, es difícil asociar en los cargos públicos alto prestigio y hermetismo en la tarea.
Los que optaron por la respuesta negativa a la publicidad de la actuación judicial lo fundaron de la siguiente
manera:
Tabla (editar)
Las primeras dos formaban parte de las sugerencias (la otra no fue aceptada: "porque menoscabaría el poder
de los jueces), y las restantes fueron agregadas. De todos modos, los criterios muestran cierta rigidez en la
concepción y el alcance de la tarea de administrar justicia. No es casual que uno de los magistrados que así
contestaron sostuviera que no administraba justicia, sino que "aplicaba la ley".
XII. Informática y gestión
De los entrevistados, sólo 6 (19,35 %) contaba con algún apoyo informático incorporado a su trabajo. En
todos los casos era por decisión propia, con equipos de su propiedad o por cesión de uso. La totalidad de estos
contestó que su gestión había mejorado a partir de la incorporación de la informática, aun en el reducido nivel
en que podían utilizar este avance tecnológico. La mejora se refirió principalmente a la velocidad de
procesamiento, a las tareas repetitivas, y a la disminución del número de errores cometidos. Todos ellos
consideraron la necesidad de aumentar el aporte, extenderlo a todo el fuero, a la Justicia en su conjunto, y
aprovechar al máximo sus posibilidades.
Para la amplia mayoría de los entrevistados que carecían de sistemas informáticos, la incorporación
resultaba conveniente, aun dentro del procedimiento actual (64 %). Las respuestas en contra de su incorporación
fueron minoritarias (12 %), como lo fueron los que entendieron que era inútil salvo como base de datos
jurisprudenciales. Un significativo porcentual de este grupo de no poseedores de ordenadores, conocían sus
posibilidades por haber realizado cursos o por poseer privadamente la información sobre el tema (52 %).
XIII. Opiniones sobre el personal
Las preguntas sobre nivel de capacitación del personal resultaron divididas en las respuestas. A la pregunta
"¿Considera Ud. que su personal, en general, está bien capacitado?" se contestó:
Tabla (editar)
Esto muestra que frente a un 48,38 % que considera a su personal bien capacitado, el 51,60 % entiende que
está regular o deficiente capacitado. A este segundo grupo se les preguntó sobre los posibles motivos de tal
estado de capacitación. Las respuestas, ordenadas por su importancia numérica fueron:
Tabla (editar)

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Las primeras tres habían sido sugeridas como respuesta; las dos últimas fueron agregadas, pero de ellas, la
"mentalidad de empleo público" puede agregarse sin excesiva dificultad a la primera, ya que una de sus
consecuencias es precisamente la carencia de interés en la capacitación. Así tenemos 14 respuestas por el
desinterés del personal en conocer su trabajo, y 8 por las técnicas deficientes que se utilizan para capacitar (por
ejemplo, el "ensayo y error") que derivan en una baja efectividad del sistema. ¿Cómo se compatibiliza esta
respuesta con la alta efectividad propia y del sistema, que comprometía, según vimos, al 87,09 % de la muestra?
Cabe pensar, o que los jueces carecen de información sobre el peso que el personal mal capacitado puede tener
en la gestión y el resultado procesal, o que asumen personalmente todos los defectos de sus subordinados, y el
resultado así queda saneado. La investigación necesaria para definir estas hipótesis debería ser intensiva sobre
una muestra de juzgados y sus técnicas de trabajo.
Cuando se les preguntó cómo se mejoraría a juicio del entrevistado la capacitación del personal, existieron
22 respuestas en favor de mejor enseñanza de las técnicas de trabajo, 9 en el sentido de más o mejores cursos de
derecho procesal y 3 sobre cambio de criterios en la selección de personal.
Se inquirió concretamente sobre si consideraban que el personal estaba bien o mal motivado respecto de la
tarea conjunta. Respondieron:
Tabla (editar)
Si bien las proporciones ascienden respecto de la respuesta sobre capacitación, se mantienen correlativas;
54,83 % (contra 48,38 %) en favor de la buena motivación y 38,70 % (contra 51,60 %) por la segunda opción.
Del mismo modo que en el caso anterior, se le preguntó al segundo grupo por las posibles causas de la
escasa o mala motivación, y se respondió:
Tabla (editar)
De este conjunto de respuestas puede inferirse que los magistrados consideran en general que la mala
capacitación y la baja motivación del personal proviene del medio interno, ya que no motiva el interés en la
capacitación, no da tareas motivadoras ni remunera adecuadamente. Lo extraño de estas conclusiones es que el
sistema en este aspecto negativo parece tener más fuerza que la orientación hacia los estudios jurídicos. En su
casi totalidad, los jueces informaban tener abogados o estudiantes de derecho entre su personal, pero sólo en dos
casos se relacionó alta motivación con estudio de derecho o carrera concluida, y baja motivación con empleados
antiguos sin formación jurídica. En más de un caso la posesión del título parece significar una frustración ante la
imposibilidad de un rápido ascenso al cargo de Secretario. Si estas interpretaciones son correctas, resultan
compatibles con los supuestos comunes de la teoría organizacional:
Es la estructura la responsable de las respuestas que el personal da al servicio, sea por los criterios de
selección, por el control que puede tener de las variables del medio externo que impiden una adecuada inserción
en la cultura organizacional, por las técnicas de trabajo y la orientación motivadora (la autoorientación que los
jueces presentan en una alta medida, según se vio en la primera parte de este informe), y también por las
posibilidades reales de promoción, que resultan tan negativas cuando ésta es meteórica (y no permite ni
sedimentar conocimientos, ni absorber la cultura organizacional), como cuando es signo de estancamiento (por
no existir nuevas posiciones, o por escasas promociones). Todavía debería sumarse el peso (desconocido) de las
orientaciones adscriptas en selección y promoción, frente al esfuerzo demostrado y a la "idoneidad técnica" que
debería ser (pero que en muchos casos no es) el único criterio de acceso a una posición superior. Si reparamos
en el peso que el personal tiene en las tareas de ejecución de un juzgado de estructura tradicional (y que, según
estimo, los jueces minimizan), se verá el fuerte componente negativo que la baja capacitación o motivación
puede tener respecto del resultado conjunto de la tarea.
XIV. Técnicas de trabajo
Se les preguntó a los jueces con qué frecuencia debían disponer de reglas de gestión para el juzgado o la sala
por insuficiencia de las reglamentaciones. Esta pregunta debió en general ser aclarada precisando que se trataba
de normas específicas dictadas en el marco de los arts. 34 y 36 del Cód. Procesal Civil y Comercial de la
Nación; las respuestas fueron:

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Tabla (editar)
Este último grupo corresponde nuevamente a una concepción muy dogmática del derecho, en la cual el juez
nada crea, ni aun cuando tiene facultades para dirigir u ordenar el proceso, pues éstas están genéricamente
previstas en la ley. Lo que se trataba de saber era en qué medida estas facultades eran utilizadas, por lo que
llama la atención el alto número de respuestas negativas.
Se preguntó sobre la frecuencia que el entrevistado ordenaba rehacer despachos proyectados por su personal.
Las respuestas fueron:
Tabla (editar)
Si bien no pudo detectarse correlación entre estas respuestas y la capacitación o motivación del personal,
nuevamente se trata de un aspecto relevante en lo que hace a la efectividad del sistema. Si el 87,09 % se otorga
la alta efectividad antes señalada, debe convenirse que esto es también a expensas de un dispendio de energía
"correctiva" dentro de la unidad de gestión, ya que más de la mitad de los entrevistados debe frecuentemente
ordenar se rehaga el trabajo, cabe suponer, habiendo dado previamente las instrucciones necesarias, o formando
éstas parte de la rutina del trabajo.
Desagregados por instancia, resulta:
Tabla (editar)
Puede interpretarse la diferencia en el sentido de mayor delegación de trabajo en primera instancia, y trabajo
mas personalizado en la segunda. Sin embargo, atendiendo a esas mismas circunstancias, llama la atención que
la mitad de los entrevistados de los Tribunales de Alzada reconozcan que con frecuencia deben ordenar que se
rehaga el trabajo.
Respecto del control del trabajo, los jueces mostraron un perfil "controlante" de las actividades de sus
subordinados. Se les preguntó cuándo controlaban la actividad. Contestaron:
Tabla (editar)
También se les preguntó por el modo de ejercicio de ese control:
Tabla (editar)
Si agrupamos por "verificación permanente y personal" o "cada tanto", del mismo modo, y "verificación
delegada", se obtienen 18 respuestas para los primeros y 20 para los segundos de lo que puede desprenderse que
los jueces optan por igual por el ejercicio directo del control como por el delegado.
Se tomó también como criterio de control interno el recibir a los profesionales con motivo de los juicios en
trámite. En este caso, contestaron:
Tabla (editar)
Esto totaliza para las opciones que dificultan el acceso de los profesionales, un 19,32 % contra un 80,64 %
que tiene como actitud recibir quejas o pedidos directamente de los letrados.
El criterio de permeabilidad a las órdenes se intentó a través de una escala de opciones sobre las órdenes de
trabajo.
Tabla (editar)
Representaba una escala de autoritarismo, frente a la cual los jueces se mostraron democráticos (86,52 %), lo
que no parece obstaculizar el control ejercido sobre el trabajo. En general los magistrados demostraban interés
por conocer la marcha de su juzgado y la repercusión externa del trabajo, y el perfil verticalista que aparecía en
la frecuencia de control quedaba mitigado por la delegación, la permeabilidad a las sugerencias y una política de
"puertas abiertas" respecto de los profesionales.
XV. Algunas conclusiones
Los resultados más llamativos de este relevamiento son:
1) La estabilidad de los jueces actuales en el sistema, a pesar de las crisis institucionales y económicas.
2) Un perfil joven y profesional de la magistratura, sin mayor incidencia de la práctica profesional como
abogados, pero con actividad docente ejercida o en ejercicio.

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3) La consideración que el Poder Judicial tiene un prestigio medio o bajo dentro de la sociedad, por causas o
limitaciones predominantemente externas.
4) La ruptura entre autovaloración (elevada) y orientación hacia el sistema (también elevada) frente a la
consideración que se siente proviene de los destinatarios del servicio (sociedad en general).
5) Una elevada consideración del bajo o mediano poder relativo del sistema judicial frente a los restantes
poderes del Estado.
6) El bajo o muy bajo nivel de necesidades económicas cubiertas por la retribución a la magistratura.
7) El elevado nivel de otras necesidades cubiertas por el cargo.
8) La consideración de la aguda baja del nivel formativo de los abogados, a juicio de los magistrados.
9) Una excesiva valoración de la efectividad total del sistema judicial y de la propia.
10) Una valoración igualmente elevada del Código Procesal como garantía de la seguridad jurídica.
11) Una evaluación del mismo Código como poco adecuado en general o inadecuado a la agilidad del
procedimiento.
12) Opciones mayoritarias en el sentido de crear tribunales de menor cuantía y simplificar el procedimiento,
así como crear tribunales especializados, pero contraria a la oralización del procedimiento.
13) La amplia consideración que el sistema judicial está sobrecargado por causas atribuíbles al medio
externo (crisis económicas, aumento vegetativo de la población), más que a causas jurídicas o internas al
sistema.
14) La presencia de opiniones divididas respecto a la mayor o menor publicidad a otorgar al trabajo judicial,
y al servicio en conjunto.
15) Una opción mayoritaria en el sentido de aceptar la informatización del sistema.
16) Una opinión dividida sobre la capacitación del personal y su motivación para la tarea.
17) Una información incipiente sobre técnicas de trabajo que muestra un dispendio de energía dedicada a la
corrección de errores, que no es compatible con la alta efectividad atribuida al sistema, máxime si este se
considera sobrecargado de trabajo.
18) Un perfil democrático en cuanto a la opinión y discusión de órdenes de trabajo, y controlador en los
resultados, pero con la salvedad de delegar parte de este control en el Secretario.
De las hipótesis generales planteadas al comienzo de esta presentación, se consideran posiblemente correctas
las que hacen a la insuficiente integración de las necesidades internas del sistema judicial y externas de la
sociedad, y la insuficiente respuesta a los requerimientos motivacionales de los miembros del servicio, con
mayor trascendencia aparente (porque falta la opinión de los interesados) respecto de los empleados. La alta
efectividad atribuida al sistema requiere ser confrontada con la opinión del medio usuario del mismo; pero tal
efectividad, a pesar de la sobrecarga existente, tendría como precio sobrealimentar los circuitos internos de
rectificación, es decir, originar excesiva información errada con la consiguiente elevación del costo en horas-
hombre. Si fuera tan efectivo, igualmente sería ineficiente, porque podría realizarse con un costo menor, o en
menos tiempo. Debe suponerse también que existe gran discrecionalidad en la creación de reglas de gestión
particulares para cada unidad de trabajo, porque éstas se encuentran aisladas, y cada juez, a su vez, acude al
"ensayo y error" para la distribución del trabajo, o a su propia experiencia previa como empleado o funcionario,
sin revisarla.
Como puede observarse, el campo de investigación es sumamente amplio y se encuentra virgen en su casi
totalidad. Insisto una vez más sobre la necesidad de su conocimiento para evitar acciones reformadoras erráticas,
en base a suposiciones o generalizaciones de alguna experiencia conocida, que se transforma en "típica ideal"
sin fundamento alguno. Lo que antecede es sólo un ejemplo de lo mucho que cabe realizar y todo lo que falta
investigar en el servicio de justicia para conocer sus técnicas y apoyar una actividad efectiva y eficiente, además
de aceptada por la comunidad. Es de desear que contribuya a generar una conciencia de esa necesidad, que en
nuestro país se demora excesivamente.

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Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723).

(1)Remito a mis trabajos reunidos en "La transformación del servicio judicial. Aspectos Sociológicos".
Secretaría de Justicia de la Nación, Buenos Aires, 1989, y bibliografía allí citada. Una amplia cantidad de
juristas acepta actualmente la validez de estos puntos de vista respecto del proceso y la gestión judicial sin
mengua de los numerosos aportes que ya existen, y que no cabe inventariar en este lugar, no pueden soslayarse
dos nombres relevantes como Julio C. Cueto Rúa y Augusto M. Morello en la permanente difusión de estas
concepciones.

(2)Idea expresada recientemente por Juan Carlos Agulla, en su investigación "El profesor de derecho. Entre
la vocación y la profesión", Cristal S. R. L. Buenos Aires, 1990.

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