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Predicación – domingo, 24 de febrero de 2019

ICDC Villa Las Lomas


por Pastor Edgardo José Soto Brito

Título: “Vivamos las buenas nuevas”

Lectura bíblica: Salmo 1 (Biblia del Peregrino)

1 Dichoso quien no acude


a la reunión de los malvados
ni se detiene en el camino de los pecadores
ni se sienta en la sesión de los arrogantes;
2 sino que su tarea es la ley del Señor
y susurra esa ley día y noche.
3 Será como un árbol plantado junto al río,
que da fruto a su tiempo,
su fronda [i.e., hoja] no se marchita;
en todo lo que hace, prospera.
4 No sucede así con los malvados,
serán como paja que lleva el viento.
5 Por eso los malvados
no se levantarán en el tribunal,
ni los pecadores en la asamblea de los justos.
6 Porque el Señor
se ocupa del camino de los justos,
pero el camino de los malvados se disolverá.

Movimiento #1: Introducción

El Salmo 1 comienza el salterio, el libro de oraciones y cánticos del pueblo de

Israel. En los Salmos hay una literatura muy diversa que abarca las temporadas felices de la

vida hasta los momentos más oscuros, las celebraciones y los duelos. Lo que hace particular

al Salmo 1, que inicia el salterio, es que no es ni una oración ni un cántico. Más que orar o

cantar, el Salmo 1 intenta describirnos cómo es la vida, con sus leyes y desafíos.

Y, ¿cómo es la vida? Esta iglesia, con sus 63 años de aniversario, sabe lo que es la

vida. Y justamente porque sabe lo que es la vida celebra que Dios la haya traído hasta aquí.

Pero los aniversarios no solo son momentos de celebración. Todo momento que tiene que
ver con años nos levanta preguntas. Por ejemplo, ¿cómo llegamos hasta aquí? ¿hacia dónde

vamos? ¿qué criterio nos servirá de guía para seguir adelante? Para responder a estas

últimas preguntas la iglesia, en estos momentos coyunturales, se acerca a las Escrituras.

Porque en las Escrituras se nos enseña, tomando como criterio el evangelio de Jesucristo,

cómo debemos vivir.

Movimiento#2: ¿Quién es bienaventurado? (Sal 1:1-2)

La primera parte del Salmo 1 nos describe quién es la persona bienaventurada,

dichosa o feliz según la perspectiva de Dios, primero por vía negativa y luego positiva. La

Biblia del Peregrino dice en el v. 1: “Dichoso quien no acude a la reunión de los malvados,

ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la sesión de los arrogantes”. La

Biblia de las Américas lo dice así: “Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el

consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de

los escarnecedores”. Piense en las imágenes y los personajes que el Salmo nos presenta.

Aquí hay un individuo que recibe consejo de personas que no temen al Señor, pero no las

obedece. Hay un individuo que se ve tentado a vivir de la manera que viven las personas

que no sirven al Señor, pero ignora la tentación. El Salmo 1 comienza hablando de una

persona que despacha las malas compañías porque sabe que sus continuas blasfemias

pueden alejarlo de su obediencia a Dios. Piense si estas instancias son o no son desafíos que

enfrentamos los creyentes todos los días.

Una iglesia quiere vivir en el marco provisto por el evangelio de Jesucristo debe

recordar que su salud se origina de cada individuo o persona que la compone. Christopher

Browning escribió un libro titulado Ordinary Men, en el cual relata cómo un grupo de

policías durante la Alemania nazi pasó de ser un conjunto de personas que llamaríamos
“normales” a ser un batallón que asesinó a miles de judíos, incluyendo niños. Lo horroroso

de leer un libro como este es llegar a la realización de que ninguno de nosotros está tan

lejos de algo así. Solamente basta el silencio, no decir “no” en el momento apropiado.

Solamente basta a ceder a la presión para no caerle mal a la gente que nos rodea.

Abandonar la dicha que nos propone el Salmo 1 no es tan difícil. Solo basta ser, como

decimos, “uno del montón”. Lo importante es que hoy, en el aniversario 63 de esta iglesia,

cada cual esté consciente que un poco de levadura leuda toda la masa. Que si amamos esta

iglesia y queremos llegar a los 70 años, a los 80 y 90, no podemos dejar que el mundo y sus

deseos posean nuestro corazón. Debemos estar conscientes de que nuestra salud espiritual,

física y emocional es la salud de la iglesia, de esta iglesia. En juego está la bienaventuranza.

Más que seguir el consejo de los malos, el dichoso encuentra su alegría en la “ley

del Señor”. Día tras día medita en ella, la graba en su corazón y la manifiesta en sus actos

diarios. Según el erudito John Goldingay, la palabra torah, que se traduce como “ley”, en

este contexto tiene el sentido más amplio de “enseñanza”. Esto hace sentido porque la

Biblia hebrea y cristiana no se compone solo de reglas; también hay historias, hay

oraciones, alabanzas y muchas otras cosas valiosas para el que cree. El bienaventurado y la

bienaventurada meditan las Escrituras en sus variadas formas y permiten que esas

Escrituras les formen, dándoles categorías y criterios para vivir en la voluntad de Dios.

Movimiento #3: ¿El destino del bienaventurado? (Sal 1:3)

Ahora bien, ¿cuál es el destino del bienaventurado? El texto dice que “será como un

árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo, su fronda no se marchita; en todo lo

que hace, prospera” (BP). El Salmo nos da una imagen preciosa que nos hace desear la vida

bienaventurada considerando sus consecuencias. Cuando yo pienso en ese árbol, mi mente


se va al Lago Dos Bocas en Utuado. Antes del huracán María había un restaurante en una

de las orillas que tenía un árbol hermoso en el borde con el lago. Es una de las memorias

que más atesoro, no solo por el árbol, sino también por la gente con la que compartí ese

momento. Tómese un momento e imagínese como un árbol con raíces amplias y profundas

que se alimentan del río de Dios. Ese es el dichoso, esa es la bienaventurada que describe el

Salmo 1.

Sin embargo, todo aquel que lea este Salmo con algo de sentido común y desde la

experiencia de Cristo se dará cuenta que su explicación de la vida es muy simple. Aunque

superemos la tentación que nos llegan desde aquellos lejos de Dios y meditemos en las

Escrituras día y noche, a veces el río se seca; en ocasiones el fruto no nace; otras veces

estamos deshojados; y lo que hacemos no prospera. ¿Siempre el justo prospera? En su libro

Temor y temblor, Sören Kierkegaard cuestiona este tipo de afirmaciones ideales dado que el

mundo que conocemos “está sometido a la ley de la imperfección; en él se ve

frecuentemente cómo el ocioso obtiene también su alimento y el dormilón en mucho mayor

abundancia que el trabajador. Casi todo está en manos del poseedor en el mundo visible,

obedeciendo a la ley de la indiferencia.”1

En el Puerto Rico que vivimos no todo el que estudia consigue trabajo, no todo el

que se esfuerza tiene sus cuentas al día, no todo crimen se esclarece, no toda relación en

crisis termina en reconciliación y no todo enfermo sana de su enfermedad. En la realidad

“de a pie”, hay tristezas que se prolongan por muchos años y noches oscuras del alma,

como escribió San Juan de la Cruz. Esa realidad difícil la recogen libros como Job e incluso

1
Sören Kierkegaard, Temor y temblor (Buenos Aires: Gradifco, 2014), 35.
algunos Salmos. ¿Significa eso que la vida bienaventuranza no existe? ¡Claro que existe!

Solo que debemos ver qué significa a la luz del evangelio de Jesús.

Movimiento #4: Las bienaventuranzas de Jesús (Mt 5:3-12)

En Mateo 5:3-12 (LBLA), Jesús dice a sus discípulos:


3 Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
4 Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados.
5 Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia.
8 Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues

de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados seréis cuando os insulten y


persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de
mí. 12 Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande,
porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.

Jesús añade al Salmo 1 el reconocimiento de que la vida presente puede ser difícil,

pero no rechaza la bienaventuranza. A pesar de las dificultades, el que vive para Dios es

bienaventurado a los ojos del Señor. En este mundo imperfecto que vivimos, puede ser que

las cosas nos vayan bien como que nos vayan mal. Pero independientemente de las

condiciones del presente, Dios ve la realidad profunda del corazón y nos da a cada uno de

nosotros una promesa de vida y salvación. Kierkegaard lo dijo así: “en el mundo del

espíritu, donde reina un orden eterno y divino... no llueve sobre el justo y el injusto a la vez;

allí no brilla el sol de la misma manera para los buenos y los malos; en realidad, puede allí

decirse: ‘Sólo quien trabaja tiene pan, sólo el angustiado encuentra reposo, sólo quien baja

a los infiernos salva a la amada, sólo quien saca el cuchillo recupera a Isaac’”.2

Movimiento #5: El compromiso de la perseverancia

2
Kierkegaard, Temor y temblor, 35.
Iglesia del Señor, en esta coyuntura de celebración, el Señor te invita a reafirmar tu

compromiso con él. Pero esto no es porque será fácil. No existe tal cosa como un evangelio

de la prosperidad ni una fórmula matemática para el éxito. La vida no es tan predecible. Si

vivimos para Dios es porque él nos mostró su amor primero de la manera más clara y

extrema posible: se dio a sí mismo hasta la muerte. El Hijo de Dios descendió hasta las

profundidades de nuestra pobre existencia para elevarnos junto a Él en resurrección y vida

eterna. Pero para llegar a esa vida tenemos que vivir la Palabra de Dios mediada por la

revelación de Jesús. Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en Villa Las Lomas, “el Señor

te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames

la compasión y que camines humildemente con tu Dios” (Miqueas 6:8 NTV). Hagamos,

amemos y amemos junto al Señor para recibir en su tiempo la promesa bienaventurada.

Amén.

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