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HORA SANTA

(TODOS) (De pie)


Cantemos el gran misterio del cuerpo y sangre preciosos, que el rey de todos los pueblos; fruto de un vientre dichoso,
para rescatar al mundo, quiso entregar por nosotros. Para nosotros nacido de Virgen Inmaculada, vino a vivir nuestra
vida, y sembrada su Palabra, selló con este misterio el tiempo de su pasada. Era la tarde postrera, cenaba con sus
hermanos, para cumplir con los ritos de aquel pueblo liberado, ¡y a los Doce en alimento se da Él mismo con sus manos!
Y la Palabra hecha carne, convierte con su palabra el Pan en su propio cuerpo, el Vino en su sangre santa; de corazón lo
creemos porque la vista se engaña.

(Sentados)
Todos: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.
Guía: Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor.
Todos: El que coma de este pan vivirá para siempre, aleluya.
Canto: Te adoraré (25)

Todos: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.


Guía: Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor.
Todos: El que coma de este pan vivirá para siempre, aleluya.
Canto: Rendid a Yahvé (18)

(De Pie)
Todos: Padrenuestro. Avemaría y Gloria.
Guía: Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor.
Todos: El que coma de este pan vivirá para siempre, aleluya.
Canto: Aleluya (4)

(Incados)
ADORACIÓN:
Lector: Jesús Sacramentado, creo en ti. Creo que por amor te has quedado en la Eucaristía para darme el pan que me da
la vida. Te pido en esta Hora Santa me concedas una fe que me haga ver mucho más allá de las preocupaciones y
tristezas, para poder caminar siempre hacia delante, detrás de ti. Señor Sacramentado, ayúdame a tener necesidad del
Pan que eres tú, lo necesito para ser discípulo tuyo, necesito la fortaleza para poder caminar con entusiasmo y alegría mi
vida de fe, necesito tu alimento para resucitar a una vida nueva, ya desde ahora, en medio de mi peregrinar de cada día.
Jesús Sacramentado, me das el pan que necesito para poder vivir plenamente mi vocación.
¿Realmente aprovecho este alimento? ¿Estoy consciente de que la Eucaristía no es un símbolo, que eres Tú, un Dios vivo,
hecho hostia, el que recibo en vida como discípulo tuyo? Te suplico que esta Hora Santa me lleve a contemplarte en la
Eucaristía y nunca permitas que se me haga una costumbre, un rito o un hábito sin sentido.

Oración en silencio.
Canto: Hoy en oración (20)

(Sentados)
Lector: Estas con nosotros, Señor resucitado, en el Pan de la Eucaristía, vives en medio de tu pueblo en los pequeños y
humildes, tus predilectos, en todos aquellos y aquellas que son clavados en la cruz para que la humanidad entera
resucite, para que todos los hombres mujeres tengan vida y la tengan en abundancia, para siempre. Te entregaste en
alimento para la vida del mundo. Moriste para resucitar. El que cree en ti tendrá vida eterna.
Todos son llamados a ser “discípulos de Dios”, hijos de un mismo Padre. Gracias a ti, Jesús hermano, nos incorporamos a
la gran familia de Dios. Gracias a tu resurrección entramos a la vida nueva, la vida que compartimos contigo, la vida que
no termina nunca porque viene de Dios. A ti acudimos, Señor Jesús porque vienes enviado por Dios y eres Dios. Vienes
para dar vida al mundo, a nuestro mundo. Vienes para vencer la muerte en mí, en nosotros, en nuestros hogares. Vienes
a implantar vida verdadera, la felicidad, la plenitud, la victoria sobre el sufrimiento, el mal y la injusticia. A ti acudimos,
porque eres nuestro vecino, nuestro huésped, nuestro amigo, nuestro hermano.
A ti te escuchamos, Señor Jesús, porque caminas a nuestro lado y, en la voz del mendigo y del niño de la calle, nos
explicas el proyecto de Dios: proyecto de victoria y de vida para quienes creen en ti. ¡Cómo nos arde el corazón al
escucharte! Y si no nos arde, es porque aún no te hemos reconocido. De ti aprendemos, Señor, de tu palabra, de tus
obras, de tu vida; de tu pasión, muerte y resurrección; de tu saludo a los discípulos: “La paz esté con ustedes”; de las
heridas en tu cuerpo resucitado y de tu palabra reconfortante: “No tengan miedo”. De ti nos alimentamos, Señor
resucitado: “Yo soy el Pan de la vida: el que coma de este Pan vivirá para siempre”

(De pie)
Canto: Viva Cristo Rey (22)
ORACIÓN:
Lector: Jesús Sacramentado, bendita sea tu presencia entre nosotros. Eres el Cristo, el Resucitado, el Amigo que por
amor se entregó sin medida, el Cordero que con valor enfrentó la muerte, el Señor que del sepulcro resucitó a la vida.
Todos: Alabado seas, Jesús y glorificado por siempre.
Lector: Bendito seas, Señor de la vida.
Todos: Bendito seas por siempre, Señor.
Lector: Glorificado seas, Señor resucitado.
Todos: Glorificado seas porque has vencido la muerte.
Lector: Gracias por la vida.
Todos: Gracias por la felicidad.
Lector: Gracias por la plenitud.
Todos: Gracias por ser nuestro Amigo.
Lector: Señor, Jesús, sé tú nuestro alimento.
Todos: Señor Jesús, sé tú nuestro Pan de vida.
Lector: Señor Jesús, sé tú nuestro nuestra vida para siempre
Todos: Señor Jesús, danos del Pan que baja del cielo.

(Sentados)
Oración en silencio.

CONTEMPLACIÓN:
Lector: Jesús hoy nos dice: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna”. El Papa reflexiona sobre la vida eterna: “Sobre este
punto, es clara la diferencia entre quien cree y quien no cree, o, se podría igualmente decir, entre quien espera y quien
no espera. San Pablo escribe a los tesalonicenses: ‘No queremos dejarlos en la ignorancia sobre aquellos que murieron,
para que no estén tristes como quienes no tienen esperanza’. La fe en la muerte y la resurrección de Jesucristo marca,
también en este campo, un antes y un después decisivo. También san Pablo recuerda a los cristianos de Éfeso que, antes
de acoger la Buena Noticia, estaban ‘en el mundo sin esperanza y sin Dios’. De hecho, la religión de los griegos, los cultos
y los mitos paganos, no podían iluminar el misterio de la muerte, tanto que una antigua inscripción decía: ‘¡Qué pronto
recaemos de la nada a la nada!’. Si quitamos a Dios, si quitamos a Cristo, el mundo recae en el vacío y en la oscuridad. Y
esto encuentra eco también en las expresiones del ateísmo contemporáneo, un ateísmo a menudo inconsciente que
contagia lamentablemente a muchos jóvenes»

Canto: Déjame entrar en tu corazón (36)

(Incados)
BENDICIÓN:
Guía: Nos diste el pan del cielo.
Todos: Que contiene en sí todo deleite.
ACLAMACIONES
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo Corazón.
Bendita sea su preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la gran Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su santa e inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.

Canto: Que viva mi Cristo

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