You are on page 1of 18

Desarrollo Económico, vol.

44, Nº176 (enero-marzo 2005)

DEL COMERCIO A LA TIERRA Y MAS ALLÁ:


LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y
NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)*

ROY HORA**

No es aventurado afirmar que los Anchorena constituyen la dinastía propietaria


más reputada de toda la historia argentina. Juan Esteban de Anchorena, el fundador
de este linaje en el Plata, acumuló un patrimonio que a fines del siglo XVIII ya tenía
"algo de fabuloso"1. Tras la independencia, sus descendientes volcaron esa fortuna,
crecida gracias al comercio con el Alto Perú, hacia otras esferas de actividad, entre
ellas la producción rural, y gracias a este giro, y a sus habilidades para la acumula-
ción de riqueza, el patrimonio de esta familia continuó creciendo a ritmo sostenido.
Hacia mediados del siglo XIX, su fortuna era poco menos que legendaria. En esos
años, un viajero chileno calificaba a Mariano Nicolás de Anchorena, conocido habi-
tualmente como Nicolás, no sólo como "el más rico ganadero de Buenos Aires" sino
también "del mundo", y con ello no hacía más que hacerse eco de una opinión que
muchos habitantes de Buenos Aires tenían por cierta2. Esta impresión se confirma
cuando recordamos que en su Fausto -un poema de la década de 1860 pronto des-
tinado a alcanzar enorme éxito de público- Estanislao del Campo colocaba a su pro-
tagonista ante la tentación de entablar un pacto diabólico que le permitiría ser "más
rico que Anchorena", y lo hacía con plena confianza en que su audiencia conocía muy
bien el significado preciso del término de comparación elegido.
Pese a la relevancia que habitualmente se les reconoce, la historia de estos
príncipes entre los grandes capitalistas argentinos no ha sido explorada con el
detenimiento necesario. Si bien la referencia a los Anchorena es poco menos que
infaltable en todo relato general sobre la historia argentina en el medio siglo que suce-
dió a la independencia, no es mucho lo que sabemos sobre los negocios de estos
capitalistas. Este trabajo se propone llenar parte de este vacío. En particular, se detie-
ne en algunos puntos cuyo análisis permite alcanzar una mejor comprensión tanto de
los negocios de los Anchorena como del contexto económico en el que sus acciones

* Esta investigación contó con el apoyo de la Fundación Antorchas.


** Departamento de Humanidades, Universidad de San Andrés/CONICET. [ Vito Dumas 284 / B1644BID
Victoria/Tel: 4725-7000/E-mail: <rhora@udesa.edu.ar>].
1
Tulio HALPERIN DONGHI: Revolución y guerra. Formación de una elite dirigente en la Argentina criolla
(Buenos Aires, 2002). pág. 42.
2
Benjamín VICUÑA MACKENNA: La Argentina en el año 1855 (Buenos Aires, 1936), pág. 25.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)
568 569

cobran sentido. El artículo analiza los negocios de Juan José y Nicolás Anchorena, y tocolos notariales y sucesiones) que cubre, no sin algunos baches, toda la primera
se interroga sobre el modo en que estos empresarios coloniales respondieron a las mitad del siglo XIX. Como veremos en las páginas que siguen, estas fuentes, que
oportunidades y desafíos que les planteaba un escenario que, tras la ruptura con ponen de manifiesto la relevancia de los emprendimientos extraagrarios de los
España, aparecía caracterizado por la crisis del orden mercantil centrado en el co- Anchorena a lo largo de todo este período, obligan a revisar la interpretación, hoy
mercio con el Alto Perú, la llegada del comercio libre y la inestabilidad política. dominante, que percibe a los miembros de esta familia en primer lugar y por sobre
El mejor estudio sobre los negocios de los Anchorena en la primera mitad del todas las cosas como terratenientes. A lo largo de este artículo, pues, intentaremos
siglo XIX lo debemos a la pluma de Jonathan Brown3. Este perceptivo historiador argumentar que analizar la trayectoria de los Anchorena (en muchos aspectos similar
encaró el análisis de los emprendimientos económicos de Juan José y Nicolás a la de otros grandes capitalistas pampeanos) en el medio siglo que sucedió a la
Anchorena como parte de un trabajo mayor sobre las transformaciones que la econo- independencia desde la perspectiva que ofrece el estudio de sus emprendimientos
mía rioplatense experimentó tras la revolución de independencia. Brown inscribió su rurales constituye una decisión equivocada, pues deja fuera de consideración parte
trabajo en el marco de una problemática que había sido definida algunos años antes importante de sus intereses económicos, y en consecuencia hace imposible com-
por Tulio Halperin Donghi. En un estudio seminal dado a conocer en 1963, Halperin prender cabalmente aspectos relevantes de sus estrategias de acumulación de capi-
Donghi afirmó que el proceso de expansión de la producción ganadera en la campa- tal, así como del contexto en el que éstas cobran sentido.
ña bonaerense ganó impulso gracias al ingreso en los negocios rurales de grandes
mercaderes de origen colonial cuyas oportunidades de negocios en la esfera de la I. La crisis de independencia y el crecimiento de la producción rural en la
circulación se vieron limitadas luego de 18104. Y si bien Brown discutió algunos as- campaña bonaerense
pectos de esta interpretación (por ejemplo, sugirió que el desplazamiento de los co-
merciantes nativos de la esfera de la circulación no había sido tan completo como En el año 1820, el polvo levantado por un decenio de movilización guerrera y
Halperin Donghi afirmaba), de todas maneras terminó por ofrecer una imagen con conflicto político comenzó a asentarse en las tierras ubicadas al oeste del Río de la
muchos puntos en común. Ambos señalaron, por ejemplo, el neto perfil terrateniente Plata. La desaparición de la amenaza de una reconquista española y el fin de la par-
que el gran empresariado porteño adquirió tras la independencia. En alguna medida, ticipación de Buenos Aires en las campañas militares contra la resistencia que los
el trabajo que Brown consagró a los Anchorena fue orientado por (y desarrolló) esta ejércitos realistas todavía oponían en el Altiplano y más allá del macizo andino, permi-
hipótesis. Convencido de que en las décadas que sucedieron a 1810 los Anchorena tieron que la maltrecha elite colonial porteña, que había sufrido duramente la crisis de
habían trasladado su capital de los emprendimientos mercantiles a la tierra, Brown se independencia, comenzara a recomponerse y a buscar nuevos modos de afirmar su
abocó al estudio del funcionamiento de las estancias ganaderas de estos hermanos, supremacía social y económica. El nuevo clima que reinaba en Buenos Aires desde la
a las que describió como empresas que, aunque algo menos rentables de lo que a primavera de 1820, tras la retirada de las fuerzas entrerrianas y santafesinas de la
veces se afirmaba, de todas maneras ofrecieron a sus propietarios una fuente regular Liga Litoral, que por un momento conquistaron la ciudad y humillaran a su elite, permi-
y sustantiva de beneficios. Esta última conclusión, sin embargo, debe ser relativizada tió que los que Juan José de Anchorena calificaba como "hombres de corbata" nue-
por el hecho de que, como el propio Brown se ocupó de señalar, sus estimaciones vamente comenzaran a sentirse más a gusto en su tierra5. No sorprende, pues, que
sobre la rentabilidad de las actividades rurales de los Anchorena se basan en durante la así llamada Feliz Experiencia -un quinquenio de paz luego de una larga
inducciones realizadas a partir del estudio de otras empresas agrarias del período. década de furia- los hermanos Anchorena abandonaran definitivamente los proyec-
tos de radicarse en el extranjero que habían abrigado durante gran parte de la déca-
Interesado en primer lugar en entender cómo funcionaban las empresas gana- da de 1810, y que unieran su suerte a la de la reconstrucción política y económica que
deras de los Anchorena (para lo que sólo contaba con información relevante para la tenía lugar en la antigua capital del más austral de los virreinatos americanos6.
década de 1820), Brown prestó escasa o nula atención a ciertas fuentes que revelan
otras facetas sobre los negocios de estos capitalistas. Entre ellas destacan la corres- Para qué ello fuera posible, los Anchorena debieron adaptarse al nuevo escena-
pondencia comercial de Juan José de Anchorena, las cuentas de gastos de las estan- rio que comenzaba a delinearse tras la ruptura de la relación colonial, las guerras de
cias para el período 1821-1830 y la abundante documentación de origen judicial (pro- independencia y las civiles, y la apertura al comercio libre. Se ha sugerido que, una
vez destruido el lazo comercial con el Alto Perú (cuya economía minera había consti-
3
Jonathan BROWN: "A Nineteenth-Century Argentine Cattle Empire", Agricultural History 52:1 (enero de tuido tanto el motor económico del virreinato como la principal fuente de recursos de
1978), págs. 160-78, luego integrado en su A Socioeconomic History of Argentina, 1776-1860(Cambridge, 1979). su elite), los Anchorena abandonaron progresivamente los emprendimientos mercan-
Véase también Ruprecht POENSGEN: Die Familie Anchorena. 1750-1875. Handelund Viehwirlsschaft am Rio de la
Plata (Colonia, Weimar y Viena, 1998). Algunas referencias, escuetas pero precisas, sobre las actividades comer- tiles para concentrar todos sus recursos en la producción agraria7. Hay elementos que
ciales de los hermanos Anchorena en la década de 1810 pueden hallarse en Guillermo MIRA y Alicia GIL LÓPEZ: parecen confirmar esta visión. En efecto, en aquellos años Juan José y Nicolás reali-
"Minería, comercio y moneda en un período de transición. Potosí, la crisis colonial y las bases del crecimiento zaron grandes inversiones en propiedad fundiaria, y pusieron de manifiesto una voca-
económico del Río de la Plata después de la Independencia", en María Alejandra IRIGOIN y Roberto SCHMIDT
(editores): La desintegración de la economía colonial. Comercio y moneda en el interior del espacio colonial 5
Juan José de Anchorena (en adelante JJA) a Tomás Manuel de Anchorena (en adelante TMA), 26 de julio
(1800-1860,) (Buenos Aires, 2003). de 1821, citado en Carlos IBARGUREN (h): Los antepasados. A lo largo y más allá de la historia argentina. Genea-
4
Tulio HALPERIN DONGHI: "La expansión ganadera en la campaña de Buenos Aires (1810-1852)", en Torcuato logía de sus respectivos linajes (Buenos Aires, 1983).
6
DI TELLA y Tulio HALPERIN DONGHI (compiladores): Los fragmentos del poder (Buenos Aires, 1968), págs. 21-73. Sobre la historia política del período, consúltese HALPERIN DONGHI, Revolución y guerra, cit.
La versión original de este trabajo apareció en las páginas de Desarrollo Económico en 1963. 7
BROWN, "A Nineteenth-Century Cattle Empire", cit., pág. 161.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)
570 571

ción rural de la que hasta entonces carecían. A través de distintos mecanismos de ac- oportunidades de lucro que ofrecía una ganadería que gozaba de altísima rentabili-
ceso al suelo como la denuncia, la compra o el arrendamiento de tierras públicas bajo dad (algunos autores afirman que la tasa de ganancia podía superar el 30% anual)
el régimen de enfiteusis, entre 1822 y 1827 los Anchorena colocaron bajo su dominio concitaran el interés de muchos empresarios coloniales que habían visto cómo la
casi medio millón de hectáreas. En 1826, Juan José le recordaba a su primo y socio revolución y la guerra afectaban los modos de inversión de capital típicos del período
Juan Manuel de Rosas que la superficie que él y su hermano Nicolás poseían era virreinal. Según esta visión, en el lapso de unos pocos años los grandes capitalistas
inusualmente extensa, y que no resultaba prudente seguir reclamando acceso a nue- urbanos se convirtieron en los impulsores de la ganadería del cuero, desplazando del
vas tierras públicas puesto que "ya bastante nos han murmurado por lo que tenemos"8. centro del escenario a los humildes productores que los precedieron. Este proceso,
El interés de estos mercaderes coloniales por la inversión rural se vincula con las concluye el argumento, habría de dar lugar a la emergencia de una nueva y poderosa
oportunidades de negocios surgidas en este sector luego de la ruptura con España. clase terrateniente -de la que los hermanos Anchorena fueron quizá los miembros
Este fue un fenómeno novedoso. En el medio siglo que antecedió a la independencia, más prominentes-, que encontró en la ganadería una fuente de ingresos con la cual
la producción rural en la región pampeana había crecido bajo el triple impulso de la reemplazar con ventaja aquellas que la revolución había destruido.
expansión de la demanda local (en la que destacaba el abasto de trigo y carne), de la Esta visión, que ofrece valiosos elementos para entender el proceso de cambio
proveniente del mercado español (que reclamaba sobre todo cueros vacunos) y de la económico y social que tuvo lugar en las pampas luego de 1810, presenta sin embar-
altoperuana (concentrada en primer lugar en mulas y animales de tiro). A pesar de las go algunos puntos discutibles. El vuelco de los grandes capitalistas urbanos hacia la
abruptas fluctuaciones que en esas décadas de ocaso del imperio experimentaron la tierra y la expansión de las grandes empresas rurales -que fue uno de sus principales
demanda del Alto Perú (afectada por las guerras de castas y el fin de los repartos resultados- no se produjeron inmediatamente después de asegurada la libertad co-
forzados de mercancías) y la peninsular (sobre la que pesó en particular el ciclo de mercial. En la campaña de Buenos Aires, la más importante de todas las nuevas regio-
guerras napoleónicas), la producción creció a ritmo sostenido. Pero no fueron los nes ganaderas que prosperaron tras la apertura comercial, sólo desde entrada la
grandes capitalistas porteños sino una miríada de pequeños y medianos producto- década de 1820 se registran evidencias sustantivas que indican el ingreso del gran
res, muchos de ellos titulares de explotaciones de tipo familiar, quienes constituyeron capital mercantil en los negocios rurales. Esta demora no pasó inadvertida para el
sus principales impulsores. En esa economía de frontera, signada por la escasez de principal analista de ese período. En un trabajo justamente célebre, Tulio Halperin
fuerza de trabajo y las facilidades para la apropiación productiva del suelo, el acceso Donghi afirmó que para entender el desfasaje de más de un decenio entre la libertad
a la mano de obra, más que la posesión de capital o el control sobre la tierra, definió comercial y el inicio del proceso de inversión de capital mercantil en el sector rural es
los parámetros básicos de un patrón de desarrollo agrario signado por la presencia preciso considerar lo sucedido en las principales regiones ganaderas del virreinato,
dominante de la pequeña y mediana producción y en el que el capital mercantil no ubicadas al este del Paraná y del Plata. Durante la primera década revolucionaria, las
mostró mayor interés en penetrar en la esfera productiva. Para los titulares de las endémicas guerras que asolaron estas comarcas dieron motivo a matanzas y sa-
mayores fortunas del período colonial tardío, todavía en vísperas de la independen- queos que diezmaron el rodeo que allí pastaba. Según esta interpretación, el súbito
cia, la actividad mercantil -en particular el comercio a distancia- resultaba más atrac- incremento de la oferta de cueros a muy bajo precio que signó ese ciclo destructivo,
tiva que la producción agraria9. que se prolongó hasta cerca de 1820, retardó el desarrollo de una explotación más
Tras la independencia se produjeron importantes mutaciones en este cuadro. La regular, incluso en aquellas regiones que no habían sido afectadas por el conflicto,
apertura definitiva de los puertos del Plata al comercio con buques de todas las ban- entre las que se contaba la campaña de Buenos Aires10.
deras amplió la demanda externa de bienes pecuarios, en particular de cueros, que El argumento no parece resolver del todo el interrogante que el autor se plantea,
pronto comenzaron a ganar espacio en los mercados nordatlánticos. Esta súbita ex- puesto que la oferta de las zonas ganaderas de la Banda Oriental y el litoral no era
pansión de la demanda se tradujo en un fuerte aumento de los precios ganaderos, competitiva respecto de la porteña, y en consecuencia los márgenes de rentabilidad
que volvió a la actividad rural más atractiva que en cualquier momento del pasado. de la producción rural en esta última región no dependían de lo sucedido en otras
Ello hizo que los grandes capitalistas de base urbana, cuyos negocios en la esfera comarcas. En lo que a cueros se refiere, ambas zonas tomaban precios que se fijaban
mercantil sufrieron duramente la crisis de independencia (en particular aquellos vin- en el mercado consumidor europeo, cuyos movimientos en ese período (fuerte alza
culados a la ruta altoperuana), se volcaran más decididamente hacia la tierra. La desde mediados de la década de 1800, tendencia a la baja en la segunda mitad de la
visión dominante sobre cómo se desarrolló este proceso sostiene que las nuevas década de 1810, luego un breve repunte hasta 1821 y desde entonces una nueva
8
baja que se prolongó hasta la guerra con el Brasil de 1825-8) eran independientes de
JJA a Juan Manuel de Rosas. 13 de mayo de 1826, Archivo Anchorena, Jockey Club (en adelante, AAJC).
9 la situación en el Río de la Plata. Por estos motivos, el aumento de la oferta de cueros
Sobre las características de la sociedad y la economía pampeanas en el periodo tardocolonial, véase:
BROWN, A Socioeconomic History, cit; Carlos MAYO: Estancia y sociedad en la pampa. 1740-1820 (Buenos Aires, provenientes de las tierras al este del Paraná y del Plata no debe haber afectado
1995); Samuel AMARAL: The Rise of Capitalism on the Pampas. The Estancias of Buenos Aires, 1785-1870 mayormente los precios pagados por los cueros obtenidos en las campañas del sur11.
(Cambridge, 1998); Jorge GELMAN: Campesinos y estancieros. Una reglón del Rio de la Plata a fines de la época
colonial (Buenos Aires, 1998); Juan Carlos GARAVAGLIA: Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia 10
HALPERIN DONGHI, "La expansión ganadera", págs. 31-33.
agraria de la campaña bonaerense. 1700-1830(Buenos Aires, 1999). Los grandes comerciantes del periodo son 11
analizados en: Susan M. SOCOLOW. The Merchants of Buenos Aires, 1778-1810: Family and Commerce (Cambridge, El punto ha sido señalado por Eduardo J. MIGUEZ en su "El capitalismo y la polilla. Avances en los
1978), y Jorge GELMAN: De mercachifle a gran comerciante: los caminos del ascenso en el Río de la Plata Colonial estudios de la economía y la sociedad rural pampeana, 1740-1850", Boletín del Instituto de Historia Argentina y
Americana 'Dr. Emilio Ravignani'. 21:1 (2000), pág. 133.
(Sevilla, 1996).
572 ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 573

Ello invita a concluir que, dado que en esos años la actividad ganadera no parece Juan José tenía intereses en el mercado chileno, donde colocaba yerba y papel14.
haber atravesado ningún proceso de innovación técnica significativo, las condiciones Más importantes eran sus lazos comerciales en las provincias del interior. Hacia me-
de desarrollo y la rentabilidad del negocio en la campaña de Buenos Aires no debe- diados de la década, Anchorena habilitaba a Josef Velez, un importante comerciante
rían haber sufrido cambios demasiado abruptos hacia 1820. cordobés, con artículos de ferretería para su venta en esa plaza. Esta relación comer-
Una explicación más compleja de los motivos por los cuales algunos de los cial se mantendría por varios años15. Sabemos que hacia 1819 también introducía
mayores mercaderes coloniales sólo muy lentamente se volcaron a la producción azúcar, yerba y textiles en Córdoba, en este caso mediante un agente de nombre
agraria debe considerar factores que no han sido adecuadamente integrados en las Bartolomé Carreras16. En 1823, luego de por lo menos un quinquenio de trato comer-
narraciones habituales sobre cómo tuvo lugar este proceso. La historia de los Ancho- cial, esta relación se mantenía viva; para entonces, tenemos registro de que Carreras
rena ofrece algunos indicios al respecto. En primer lugar, sugiere que para los empre- se ocupaba de la venta de varios productos que le enviaba Anchorena, entre los que
sarios que a lo largo del período colonial se habían acostumbrado a concebir al co- destacaba la yerba17. Entre 1812 y 1816, Anchorena también comerció regularmente
mercio como el único terreno en el que resultaba posible erigir una fortuna, dejar esta con Mendoza, a través de un agente de nombre Benito Torres.
actividad no resultaba sencillo. La cultura empresaria en la que se habían criado, y el La correspondencia nos indica que, en esos mismos años, Juan José tenía im-
lugar central que habían ganado en el mundo comercial rioplatense en el último cuar- portantes intereses comerciales en las provincias litorales. En esta región contaba
to del siglo XVIII, seguramente operó como un impedimento para moverse con veloci- con una red de asociados dedicados al acopio de cueros para su remisión a Buenos
dad hacia otros sectores. Es preciso tener en cuenta, también, que si los Anchorena Aires, y a la introducción de textiles, yerba, azúcar, añil y artículos de ferretería. En
sólo comenzaron a adquirir mayor interés en la producción ganadera luego de más de Santa Fe, por ejemplo, Anchorena tenía trato con Francisco Antonio de la Torre, un
una década de apertura comercial, ello parece deberse al hecho de que durante esos sobrino de su primera mujer, Bonifacia Lezica y Vera. Desde fines de 1812, y por más
años (y aun después) contaron con más alternativas de inversión de las que habitual- de una década, Anchorena y de la Torre mantuvieron relaciones comerciales, que
mente se les atribuye, y a que éstas podían competir en cuanto a rentabilidad y con- sobrevivieron a todos los avatares de las constantes guerras que azotaron a esas
veniencia con la inversión agropecuaria. comarcas. La correspondencia entre De la Torre y Anchorena revela que en no pocas
oportunidades sus esfuerzos se vieron afectados (a veces para bien, otras negativa-
II. Los negocios de Juan José de Anchorena: comercio y crédito mente) por movimientos de tropas, o interrumpidos por bloqueos; en alguna ocasión
el trato se realizó sobre el fondo de "un cañoneo consecutibo" que tornó sus resulta-
Lo que sabemos sobre los negocios de Juan José Cristóbal de Anchorena luego dos algo imprevisibles18. Al margen de su relación con de la Torre, Anchorena también
de 1810 nos ofrece indicios sugestivos sobre los motivos por los cuales éste y otros mantenía vínculos con otros mercaderes litoraleños, como José de López, Francisco
empresarios rioplatenses no tuvieron tanta urgencia en volcarse hacia la inversión Alsogaray y Josef Manuel López Larrosa. En el caso de este último, la relación comer-
rural. Hasta el fin del período colonial, los negocios de Juan José se mantuvieron cial sólo se interrumpió como consecuencia del fallecimiento de Juan José en 183119.
concentrados, al igual que antes los de su padre, en la ruta altoperuana. Esto no La vinculación con Francisco Alsogaray fue aún más importante, y se mantuvo
significaba inmovilidad. Cuando, hacia fines de la década de 1800, la crisis del impe- vigente desde mediados de la década de 1810 hasta la muerte de Anchorena. Por
rio se profundizó, Juan José comenzó a evaluar nuevas alternativas. Así, por ejemplo, varios años, Alsogaray recibió efectivo, libranzas y efectos y a cambio remitió cueros
en 1809, mientras se hallaba comerciando en España, le pidió a su hermano Tomás y sebo. A fines de la década de 1810, Anchorena también apostó a incrementar su
Manuel que se pusiese al tanto de las características del negocio de exportación de participación en el comercio de yerba, en el que su familia venía incursionando desde
cueros, quizás previendo su expansión en un régimen de mayor libertad comercial12. fines del siglo XVIII. Para ello envió a Alsogaray a comprar esta infusión en las regio-
Para entonces, los hermanos Anchorena también comerciaban con textiles de origen nes productoras del Alto Paraná, y a colocar allí textiles y manufacturas. Una vez
británico ("esto nunca puede ofrecer perdida", le escribía Tomás Manuel en 1808), remitida la yerba a Buenos Aires, Anchorena se ocupaba de distribuirla en el mercado
que distribuían hasta el Alto Perú13. urbano, y también en el interior de las provincias del Río de la Plata y en Chile. Para
El impacto inmediato de la crisis final del orden colonial sobre las actividades del comienzos de la década de 1820, la comercialización de esta infusión se había con-
mayor de los hijos de Juan Esteban de Anchorena nos resulta desconocido. Cuando vertido en uno de sus negocios más importantes20. En 1822, Juan José escribía a
consideramos la suerte que corrieron sus negocios en el mediano plazo, empero,
14
ciertas transformaciones se vuelven muy evidentes. La correspondencia comercial Tomás Ignacio de Urmeneta a JJA, 12 de noviembre de 1813, Archivo Anchorena, Archivo General de
la Nación. Sala VIl (en adelante AAAGN), 328.
de Juan José de Anchorena, que se ha conservado en forma parcial y desordenada, 15
José Manrique a JJA, 9 de mayo de 1817, AAAGN, 328.
nos provee de indicios fragmentarios pero reveladores acerca del modo en que este 16
Bartolomé Carreras a JJA, 10 de enero, 1 de agosto y 19 de octubre de 1819, AAAGN. 328.
capitalista se adaptó al clima post-independiente. Veamos algunos de ellos. Para 1813, 17
Bartolomé Carreras a JJA, 21 de junio de 1823, AAAGN, 328.
18
Francisco Antonio de la Torre a JJA, 26 de junio de 1814, AAAGN, 315.
19
12
TMA a JJA. 29 de septiembre de 1809, Copiador de Cartas de Tomás Manuel de Anchorena (en adelan- José de López a JJA, 26 de julio de 1816, AAAGN, 317; Josef Manuel López Larrosa a JJA, 25 de
te CCTMA). febrero de 1820, 12 de enero de 1825, 16 de enero de 1830, 24 de enero de 1831, AAAGN, 334.
20
13
TMA a JJA, 28 de julio de 1808, CCTMA. Nicolás de Anchorena (en adelante NA) a JJA, 9 de diciembre de 1820, 17 de mayo de 1821,
AAAGN, 331.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 575
574

Alsogaray instruyéndole para que "mande mucha yerba y a fin de que nunca falte en menor. En noviembre de 1828 le informó a su primo Rosas que en ese momento el
este almacén porque con la falta pueden perderse algunos marchantes"21. Poco más monto de sus créditos activos (es decir, de sus préstamos) ascendía a $ 200.000 m/c
tarde, la venta de yerba se complementó con la introducción de maderas paraguayas (unos $F 73.500 a la cotización promedio para la moneda de plata de ese mes) y que,
(un importante insumo para la construcción urbana, revitalizada en Buenos Aires en la además se hallaba "con mucho dinero parado" que aún no había colocado 27 . Para
década de 1820, y cuya importancia en el comercio de importación de Buenos Aires entonces, Juan José prestaba dinero (metálico) a corto y mediano plazo a una tasa
era visible todavía a mediados de siglo 22 ), también por intermedio de Alsogaray. Este que duplicaba la vigente en los tiempos coloniales (oscilaba en torno al 1 % mensual).
negocio era, a juicio de su hermano Nicolás (que participó en él desde su regreso de Como su declaración de última voluntad lo indica, Juan José de Anchorena siguió
Río de Janeiro a comienzos de la década de 1820), "excelente"23. El hecho de que activamente involucrado en negocios comerciales y financieros (en asociación con su
para 1824 Alsogaray hubiese recibido de sus patrones en Buenos Aires mercancías hermano Nicolás) prácticamente hasta el fin de sus días28.
por más de $ 200.000 para colocar en el Alto Paraná, ofrece una indicación de la ¿Qué panorama es posible trazar a partir de los elementos dispersos que nos
importancia de este comercio. ofrece la correspondencia comercial de Juan José de Anchorena? El silencio respec-
Como lo indica la cita que hemos transcripto más arriba, para esos años el ma- to al trato con el Alto Perú, que había constituido el corazón de los negocios de esta
yor de los Anchorena también poseía un almacén en Buenos Aires, que aparece men- familia de mercaderes hasta 1810, nos indica que, tras la crisis de independencia, el
cionado en los almanaques de Blondel de 1826 y 1829. Por último, tenemos eviden- mayor de los hermanos Anchorena deshizo los vínculos comerciales que mantenía en
cias que nos indican que en la primera mitad de la década de 1820 también incursionó aquella región, que había quedado dominada por fuerzas hostiles al nuevo orden
en el cultivo de trigo y la comercialización de pan 24 . Juan José de Anchorena le dedi- republicano de Buenos Aires. La correspondencia también nos sugiere que Anchorena
có atención a esta actividad durante su paso por la Sala de Representantes25. se retiró del negocio de importación de bienes europeos, aunque con cierta lentitud
A lo largo de la década de 1820, Juan José también se dedicó al préstamo de (en efecto, a lo largo de la década de 1810 seguiría comerciando con bienes cuyo
dinero, aparentemente de modo rutinario. En esos años, esta actividad se tornó más origen importado es evidente, tales como artículos de ferretería, en algunos casos
riesgosa pero también más atractiva, por lo que el interés que en ella cobró Anchorena provenientes de España vía puertos neutrales; todavía a fines de la década de 1820
resulta comprensible. Durante el período colonial, la Iglesia había ocupado un lugar mantenía contacto, si bien esporádico, con comerciantes peninsulares como Josef
central como oferente de crédito. Esta institución solía prestar dinero a tasas bajas y a Genesy29). Al mismo tiempo, esta correspondencia nos advierte que, frente a la crisis
largo plazo, aunque sólo a particulares muy solventes26. Como consecuencia de la del imperio, Anchorena no sólo puso en práctica estrategias defensivas. También se
crisis de independencia, el patrimonio de la Iglesia, tanto en el Río de la Plata como en lanzó a explorar nuevos terrenos, tales como el préstamo de dinero, en el que aparen-
el resto de Hispanoamérica, resultó seriamente afectado, y con ello la institución per- temente no había manifestado mayor interés antes de 1810. Al mismo tiempo, comen-
dió peso como prestamista. Hasta la aparición de entidades bancarias en la segunda zó a explorar nuevos mercados. Ello se advierte en el giro lento pero muy visible que
mitad del siglo, ninguna otra institución la reemplazó en sus funciones de oferente de experimentó su actividad mercantil, cuyo centro de gravedad se desplazó desde el
crédito. En consecuencia, el préstamo quedó aún más concentrado que en el pasado comercio transatlántico y con el Alto Perú hacia el trato con bienes americanos, en
en manos de comerciantes y capitalistas que, en parte por la contracción de la oferta particular aquellos que se producían y circulaban dentro del territorio dominado por
de dinero, y en parte por el aumento del riesgo que resultaba de la mayor inestabili- las nuevas autoridades republicanas.
dad del período, comenzaron a cobrar tasas más elevadas por sus servicios financie- La razón de este último cambio resulta clara: obligados a buscar alternativas
ros. En el caso rioplatense, el incremento de la tasa de interés que se verificó en la ante al cierre de la ruta con el Alto Perú, mercaderes como Anchorena no las encon-
segunda mitad de la década de 1810 (reveladora tanto de cierto renacimiento econó- traron en abundancia en el comercio de exportación e importación (sobre todo en
mico tras el derrumbe de los años de la revolución como de la contracción de la oferta este último) con los países del Atlántico norte. En este terreno, los comerciantes nati-
de dinero), ayuda a entender el motivo por el cual capitalistas como Anchorena vieron vos se encontraban en clara desventajas frente a recién llegados cuyos vínculos con
en el préstamo una actividad que podía competir en cuanto a rentabilidad con otros los mercados de los que provenían indudablemente eran muy superiores a los suyos
negocios en los que incursionaban. Para Juan José, el préstamo no era un asunto (lo que signficaba, por ejemplo, acceso a más y mejor crédito, a mejor información, a
mayores relaciones comerciales, etcétera). En cambio, en el trato con los bienes pro-
21
JJA a Francisco Alsogaray. 29 de agosto de 1822, AAAGN, 334. ducidos y comerciados en el espacio americano podían hacer buen uso de relacio-
22
Xavier MARMIER: Buenos Aires y Montevideo en 1850 (Buenos Aires, 1948), pág. 47.
23 nes personales que el tiempo habla solidificado, así como de antiguas destrezas mer-
MNA a JJA, 19 de octubre de 1821, AAAGN. 331.
24
Benito Sosa a JJA, 30 de agosto de 1824, AAAGN, 334; BROWN, "A Nineteenth-Century Argentine Cattle cantiles que la apertura parece haber estado lejos de devaluar completamente. En
Empire",cit., pág. 162. estos segmentos más tradicionales del mercado, en los que las armas que le otorga-
25
Diario de Sesiones de la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires. 1822, sesión del 4 ban superioridad a los extranjeros en el comercio de Importación-exportación se tor-
de noviembre de 1822, pág. 563. 27
26
Arnold J. BAUER: "The Church in the Economy of Spanish America: Censos and Depósitos in the eighteenth JJA a Juan Manuel de Rosas, 1 de noviembre de 1828, AAJC.
28
and nineteenth centuries", Hispanic American Historical Review, 63:4 (1983); Carlos MAYO y Jaime PEIRE: "Iglesia Protocolos Notariales, AGN, Registro 6, 1831, ff. 493-5.
29
y crédito colonial: la política crediticia de los conventos de Buenos Aires", Revista de Historia de América, 112 Véase, por ejemplo, Josef Genesy a JJA, 2 de enero de 1816, 11 de abril de 1819, 9 de abril de 1821,
(1991), págs. 147-57; Graciela Pozzi y Carmen FERRAZANO: "El préstamo a interés en una sociedad en transición. 24 de mayo de 1821, AAAGN, 316, y 11 de noviembre de 1829, AAAGN, 334. Al respecto, véase Mira y Gil LÓPEZ:
Córdoba en el siglo XVIII", en AAVVV, Homenaje al Doctor Ceferino Garzón Maceda (Córdoba, 1973). "Minería, comercio y moneda", pág. 46-7.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 577
576

naban menos decisivas, las consecuencias negativas de la libertad comercial resul- ba sin saberlo en su última década de vida), se sintiese tentado a protegerse de la
taban más bien tenues para los mercaderes nativos. En el trato con productos tales inestabilidad política y económica que signó a ese período no tanto especializándose
como la yerba mate o la madera, pero también en la comercialización en el ámbito sino, más bien, diversificando sus activos. La actitud de Juan José sugiere que, en un
local de bienes ultramarinos, la presencia de los comerciantes británicos, norteame- contexto económico y político de gran incertidumbre como el que los hombres de
ricanos o de la Europa continental se hacía sentir con menos fuerza, y en muchos negocios debieron enfrentar tras el derrumbe del orden colonial, la colocación de
casos los nativos siguieron compitiendo en pie de igualdad e incluso con ventaja. parte del capital acumulado en sectores tenidos por menos rentables pero más segu-
John Murray Forbes, el representante diplomático estadounidense en Buenos Aires, ros cobraba mayor atractivo. Por otra parte, la inversión en actividades más riesgosas
no debe haber estado demasiado errado cuando en 1821 afirmaba que "existe una y que entonces cobraban impulso (entre las que destacaba la producción rural), apa-
fuerte tendencia de parte de los comerciantes criollos a monopolizar el comercio del recía subordinada a los criterios algo especulativos típicos del comerciante que si-
país, con total exclusión de los extranjeros"30. guió siendo hasta su muerte. De hecho, el espíritu con el que Anchorena encaró esta
Es este cuadro el que ayuda a entender por qué tras la revolución de indepen- etapa de su trayectoria sugiere a las claras que el estilo de hacer negocios que había
dencia Juan José se retiró del intercambio a distancia que giraba en torno al comercio aprendido durante sus largos años detrás del mostrador era el que lo guiaba en su
de bienes europeos en el eje Buenos Aires-Potosí y pasó a privilegiar el préstamo de ingreso en nuevos e ignotos emprendimientos económicos. En una carta a su herma-
dinero y la comercialización de bienes producidos en América, muchos de los cuales no Tomás Manuel fechada en el otoño de 1822, Juan José dio testimonio de esta
no sólo no se vieron afectados por la concurrencia extranjera sino que circulaban en actitud de modo particularmente explícito. En esa misiva, Juan José instaba a su
mayor volumen y más libremente tras la apertura comercial iniciada en 1810. En este hermano a imitarlo, señalándole que "la edad y las circunstancias de todos los países
punto, pues, lo que se advierte es, más que el abandono del comercio, un cambio en me decidieron a poner fondos en bienes raíces concentrando todo sobre esta [ciudad
cuanto a la forma de encarar los negocios mercantiles. Desde la perspectiva que nos de Buenos Aires] para evitar los contrastes que en otras partes pueden ocurrir. Yo me
ofrece la evolución patrimonial de Juan José de Anchorena, el resultado de este gira persuado podría convenirte invertir la mitad de tus intereses en bienes raíces y con la
difícilmente pueda considerarse totalmente negativo. Cuando contrajo segundas nup- otra mitad algunos descuentos o entretenimientos y por lo futuro siempre tendrás al-
cias con la joven Andrea Ibañez, a fines del año 1820, el propio Juan José estimó guna suma mobible"33.
poseer una fortuna de unos $ 210.000, distribuida "en barios puntos de Europa y Cuando Juan José se refería a bienes raíces no estaba pensando únicamente
América"31. Esta cifra estaba cerca de triplicar la herencia que había recibido tras la en propiedades o empresas rurales. De hecho, en esos años invirtió una parte impor-
muerte de su padre en 1808, y seguramente lo colocaba entre los mayores capitalis- tante de su capital en bienes de renta urbana. Para 1820, Juan José sólo poseía un
tas rioplatenses. Ciertamente, a esa altura su fortuna era bastante superior a la de pequeño inmueble, que había adquirido en 1816. En los años siguientes, su interés en
Antonio José de Escalada, a quien muchos (erróneamente) tenían entonces por el la inversión inmobiliaria se acrecentó, y en el curso de una década adquirió cerca de
hombre más rico de Buenos Aires32. una docena de propiedades en la ciudad de Buenos Aires. La primera fue la antigua
Casa de Correos, en la calle Perú, por la que pagó $ 17.000 en la primavera de 1821.
III. Los negocios de Juan José de Anchorena: renta urbana En asociación con su hermano Nicolás, a mediados de 1822 compró un terreno con-
tiguo al Colegio de la Unión en la suma de $ 8.950 y, algún tiempo más tarde, otro
En esos años tempestuosos, en los que no pocas fortunas coloniales se derrum- terreno en el llamado Hueco de los Sauces, hoy Plaza Garay, barrio de Constitución.
baron, Juan José de Anchorena halló formas muy aceptables no sólo para sobrevivir En esos mismos años, Juan José adquirió, a través de Juan N. Terrero, otra casa en la
sino también para hacer negocios e incrementar su patrimonio. Sin embargo, desde calle Potosí (hoy Alsina). El precio que abonó por estas últimas dos propiedades nos
comienzos de la década de 1820 Anchorena comenzó a mover capital fuera de la resulta desconocido, pero parece razonable suponer que éste no fuera inferior a $ 15.000.
esfera mercantil. En esos años, invirtió parte de su fortuna en bienes de renta urbana Pocos años más tarde, Juan José volvió a invertir fuertes sumas en propiedad
y en empresas rurales, dos terrenos en los que jamás había incursionado en el pasa- urbana, seguramente acicateado por la súbita aparición de la inflación en el escena-
do. ¿Qué lo impulsaba a comportarse de esta manera? Diversos indicios sugieren rio rioplatense. Es preciso hacer una breve referencia sobre este fenómeno. Como
que su intención era doble: por una parte, pretendía dotar de mayor seguridad al consecuencia de la interrupción del tráfico comercial con el Alto Perú luego de 1810,
patrimonio que había acumulado en los años previos; por la otra, se proponía ingresar la escasez de metal precioso comenzó a sentirse con fuerza en el área rioplatense. En
(como veremos en el próximo apartado, al comienzo de modo bastante tímido) en 1822, las autoridades de Buenos Aires autorizaron la circulación de papel moneda
esferas de actividad en las que las expectativas de beneficio eran altas. Parece ra- convertible, que por tres años no enfrentó mayores obstáculos para mantenerse a la
zonable suponer que un hombre que ya había pasado los cuarenta años (y que entra- par. Las grandes emisiones autorizadas a fines de 1825, destinadas a enfrentar pro-
blemas de caja del gobierno, presionaron fuertemente sobre la cotización de la mone-
30
John Murray FORBES: Once años en Buenos Aires, 1820-1831 (Buenos Aires, 1956), pág. 164.Paraun da fiduciaria. Cuando en diciembre de ese año la escuadra del Imperio del Brasil
temprano señalamiento de este punto, véase Jonathan BROWN: "Dynamics and Autonomy of a Traditional Marke- bloqueó el puerto de Buenos Aires y la guerra se instaló nuevamente en el escenario
ting System: Buenos Aires, 1810-1860", Hispanic American Historical Review, 56: 4 (1976), págs. 605-29.
31
porteño, se produjo una fuerte corrida contra el papel moneda que arrastró consigo el
Protocolos Notariales, AGN, Registro 6.1831, ff. 493-5.
32
FORBES, Once años en Buenos Aires, cit., pág. p. 67; Sucesión Antonio José de Escalada. AGN.
JJA a TMA, 10 de abril de 1822, citado en POENSGEN, Die Familie Anchorena, cit., pág. 250.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 579
578
nos casos superaba el cuarenta por ciento de sus activos totales) en inmuebles urba-
régimen de convertibilidad 34 . El peso papel se devaluó aceleradamente, y para fines nos40. Estas evidencias parecen indicar que la visión que afirma que luego de la
de 1826 había perdido dos tercios de su valor nominal. Al mismo tiempo, el bloqueo revolución el grueso del capital disponible en la economía se orientó hacia el sector
naval a Buenos Aires, que se mantuvo durante gran parte del conflicto con el Brasil, rural, y que la inversión en fincas urbanas perdió importancia respecto de lo sucedido
dificultó las actividades de Importación y exportación, cerrando así alternativas de en el período colonial, debe ser revisada41. Por el contrario, resulta más probable que,
inversión. En esas circunstancias, muchos poseedores de activos que se encontra- luego de un hiato que coincide con los desórdenes de la primera década revoluciona-
ban denominados en papel moneda buscaron protegerse de la inflación que carco- ria, desde los años de 1820 la inversión en inmuebles de renta haya incrementado su
mía sus ahorros. Como argumentó Matías Oliden algunos años más tarde, muchos de importancia respecto a la etapa colonial. Woodbine Parish, el encargado de negocios
esos capitales se convirtieron "en bienes raíces y haciendas de campo" 35 . Teniendo británico, no tenía dudas sobre el hecho de que durante su estada en la ciudad, que
en cuenta estas circunstancias, puede entenderse por qué, en enero de 1827, Juan se prolongó entre 1824 y 1832, había asistido a "un cambio admirable" en "el estilo de
José compró otras ocho casas de altos, aún sin terminar, en Balcarce y Brasil, por arquitectura de los edificios de Buenos Aires", que atribuía a que "el valor de los
$ 51.000 m/c (que entonces cotizaban a $ 17.000 pesos de plata, o fuertes ($F))36. En bienes raíces, especialmente en la parte más central de la ciudad, se ha aumentado
abril del año siguiente, pagó otros $ 57.000 m/c, que entonces equivalían a $F 22.800, extraordinariamente, induciendo a los hijos del país a añadir pisos altos a algunas de
por una casa ubicada en la intersección de las calles La Plata y Maipú 37 . sus casas" 42 . Incluso Juan Manuel de Rosas, quizás el más famoso de todos los
Las razones por las cuales entre 1821 y 1828 Juan José invirtió más de $F 75.000 estancieros del período, no se mostró insensible a las ventajas que ofrecía la posesión
en propiedades urbanas en la ciudad de Buenos Aires se comprenden fácilmente. de propiedad urbana, y en momentos en los que se preparaba para librar el combate
Entre las ventajas de la inversión en inmuebles de renta (pues éste era el destino de político que lo separaba del poder supremo afirmó que "si algo queda después de
todos ellos, salvo la casa de la calle Perú que le servía de almacén y residencia par- esta tormenta acaso seria bueno comprarle á Encarnación una ó dos casas para que
ticular) destacaba la posibilidad de percibir un ingreso constante en el mediano y con el alquiler se mantengan si le hace falta" 43 . Para esos años, los padres del Res-
largo plazo, de alrededor del 6% anual, que resultaba muy independiente de los aza- taurador, por largo tiempo propietarios de la estancia Rincón de López y de otras
res que signaban el rendimiento de otras formas de inversión de capital 38 . Como tierras en Magdalena, se habían desprendido de todos sus bienes rurales, y contaban
pronto iba a advertirse, además de generar un ingreso seguro, la inversión en inmuebles en su haber con unas quince propiedades urbanas, que representaban más de tres
de renta poseía un atractivo adicional puesto que el capital inmovilizado no sólo no cuartas partes de su patrimonio total 44 . Algunos ejemplos tomados del censo de 1855
perdía valor sino que se incrementaba con el paso del tiempo, al ritmo del proceso de ponen de manifiesto la importancia de este fenómeno para los años finales del perío-
valorización del suelo. Aunque no contamos con información alguna sobre la evolu- do que estamos considerando. Para entonces, en manzanas céntricas como la com-
ción de la renta del suelo, todo sugiere que ésta debe haber acompañado (en particu- prendida por las calles Merced, Maipú, Esmeralda y Piedad, residían unas 260 perso-
lar en los distritos más céntricos) la veloz expansión demográfica de Buenos Aires, nas, de las que unas 250 eran inquilinas; a pocas cuadras de allí, casas de renta
que en esas décadas creció a un ritmo notablemente más rápido que otras ciudades como la de la calle Perú 60-2 albergaban más de 60 inquilinos45. Mucho antes de que
latinoamericanas39. la palabra conventillo se volviese de uso corriente, la renta del suelo urbano ya se
La inversión en inmuebles de renta urbana debió resultar especialmente tenta- había convertido en una forma decisiva de apropiación del excedente social, del que
dora en esos tiempos agitados, ya que ofrecía un ingreso seguro y de percepción las clases altas parecen haber sacado grandes provechos.
sencilla, y a la vez permitía el incremento del capital invertido. Considerando estos
elementos, no es sorprendente que no pocos empresarios del medio siglo que suce- IV. Los hermanos Anchorena invierten en tierra
dió a la independencia poseyesen una porción sustantiva de su fortuna (que en algu-
Al mismo tiempo que aseguraba parte de su fortuna invirtiendo en bienes de
34
Tulio HALPERIN DONGHI: Guerra y finanzas en los orígenes del estado argentino (1791-1850) (Buenos renta urbana, Juan José de Anchorena se interesaba en otro negocio para él desco-
Aires, 1986), págs. 157-65; Samuel AMARAL: "El descubrimiento de la financiación inflacionaria. Buenos Aires, nocido: la producción rural. Su hermano Nicolás fue, desde el inicio, su socio en este
1790-1830", Investigaciones y ensayos 37(1988), págs. 413-16. emprendimiento. En la primera mitad de 1821, mientras Nicolás se hallaba en Monte-
35
Citado en GARAVAGLIA. Pastores y labradores, cit., pág. 299. Sobre las consecuencias de ese episodio
inflacionario, véase María Alejandra IRIGOIN: "Inconvertible Paper Money, Inflation and Economic Performance in
video, Juan José le compró a Lorenzo López, en nombre de ambos., una estancia de
Early Nineteenth Century Argentina", Journal of Latin American Studies, 32:2 (mayo de 2000), págs. 353-4. unas 56.000 hectáreas ubicada en la cuenca del Salado. Por la propiedad de Dos
36
Protocolos Notariales, AGN, Registro 6, 1831. ff. 493-5. Islas, pronto rebautizada con el nombre de Tala, los Anchorena abonaron $ 12.000.
37
Protocolos Notariales, AGN, Registro 1,1828. ff. 453-4. 40
38
Juan Carlos GARAVAGLIA: "'Patrones de inversión' y 'elite económica dominante': los empresarios rurales Juan Carlos GARAVAGLIA, "'Patrones de inversión'", cit., págs. 121-43; Roy HORA: "The making and
de la pampa bonaerense a mediados del siglo XIX". en Jorge GELMAN, Juan Carlos GARAVAGLIA y Blanca ZEBERIO evolution of the Argentine economic elite: the example of the Senillosas", Hispanic American Historical Review,
(compiladores): Expansión capitalista y transformaciones regionales. Relaciones sociales y empresas agrarias 83:3, agosto de 2003.
41
en la Argentina del siglo XIX(Buenos Aires, 1999), pág. 142. HALPERIN DONGHI, "La expansión ganadera", cit., pág. 37.
42
39
Se ha estimado que entre las décadas de 1820 y 1860 el crecimiento demográfico de Buenos Aires Woodbine PARISH: Buenos Aires y las Provincias del Rio de la Plata (Buenos Aires, 1958), pág. 167.
43
alcanzó el 2,4 % anual, muy por encima de otras grandes urbes latinoamericanas como Rio de Janeiro (1,8 %) o Juan Manuel de Rosas a JJA, Guardia del Monte, 10 de octubre de 1829, AAJC.
44
ciudad de México (menos de 1 %). Carlos NEWLAND: "Economic Development and Population Change: Argentina, Sucesión León Ortiz de Rosas y Agustina López de Osornio, AGN, Sucesiones, 7280.
45
1810-1870", en John H. COATSWORTH y Alan M. TAYLOR (compiladores): Latín American and the World Economy Censo de la ciudad de Buenos Aires, 1855, San Miguel (1390).
Since 1800(Harvard. 1988), pág. 213.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)
580 581

Cuando Nicolás tomó conocimiento de los términos en los que se realizó esta opera- relativamente temprana de su organización. Una medida indirecta de esta situación
ción, se apresuró a escribirle a su hermano diciéndole que "estoy conforme con la puede obtenerse calculando la superficie ocupada por el ganado que pastaba en
compra de las Dos Islas a López y la he celebrado mucho porque hace tiempo que Tala. En ese período suele estimarse, en promedio, una tasa de ocupación del suelo
estoi con la mania de estancia" 46 . Algunos meses más tarde, a comienzos de 1822, de alrededor de un animal mayor cada dos hectáreas, lo que en el caso de esta
Juan José y Nicolás adquirieron otras 120.000 hectáreas al sudoeste del río Salado, estancia nos da un área en explotación que no debía superar las 7.000 hectáreas. Ello
en tierras de frontera que los colonizadores blancos comenzaban a arrebatar a los sugiere que, al momento de la compra por parte de los Anchorena, apenas un diez/
indígenas pampeanos. Por las tierras de Camarones, los Anchorena desembolsaron quince por ciento de la superficie de Tala se hallaba ocupada por ganado 51 .
otros $ 5.500. Ese mismo año, Juan José y Nicolás compraron en $ 308 un terreno ¿Qué hicieron los nuevos propietarios cuando asumieron el control de la estan-
conocido como Laguna de los Toldos, vecino a Camarones. Por fin, mencionemos una cia? Veamos, primero, las cuentas para el período 1821-25. En esos años, Tala vendió
última adquisición, en este caso realizada por Juan José sin participación de su her- 2.569 cabezas vacunas (en su mayor parte novillos) por $ 21.365. Esta cifra represen-
mano: una estancia próxima a Buenos Aires, en Matanzas, que le cedió Manuel Esca- ta el 85% de los ingresos totales de la empresa en el período mencionado, lo que
lada en $ 3.70047. No sin cierto dejo de ironía o quizás de sorpresa ante el interés que confirma que la venta de ganado, en especial de novillos para abasto, constituía su
Juan José y Nicolás Anchorena demostraban en los negocios rurales, su hermano principal actividad. Otros rubros, sin embargo, no eran despreciables, y en esos años
Tomás Manuel (que no mostró vocación alguna por invertir en tierra hasta fines de esa
la estancia obtuvo ingresos adicionales gracias a la venta de frutos ($ 760), cueros ($
década) comenzó a referirse a ellos como los "Sres comerciantes estancieros"48.
1.108), sebo ($ 665), tasajo ($ 375) y grasa ($ 321). En la cuenta también figuran,
Ignorantes de todo lo referido a la gestión de una explotación rural, Juan José y aparte de una pequeña cantidad ($ 80) sin origen especificado, ingresos por la venta
Nicolás confiaron la administración de sus tierras de Dos Islas y Camarones a su de dos esclavos ($350) y dos carretas ($ 176). En ese quinquenio, pues, los ingresos
primo Juan Manuel de Rosas, que para entonces ya poseía una amplia experiencia en totales de Tala alcanzaron a $ 25.200. Los gastos, excluyendo la inversión inicial ($
la materia. Rosas, que asumió esta responsabilidad a cambio de una participación en 12.000), sólo representaron $ 10.906. Entre las salidas, hay dos rubros que se desta-
las utilidades de la sociedad, se desempeñó como administrador de estas estancias can: la compra de 1.360 terneros y vacas de cría por $ 4.010, y de siete esclavos por
fronterizas (y de las que más tarde se agregarían al haber de los Anchorena) desde $ 1.706. Ambos rubros pueden calificarse como inversiones antes que como gastos,
1821 hasta su elección como gobernador de Buenos Aires en 1829. A partir de esta pues en el caso de los terneros se trata de insumos que serán valorizados y nueva-
última fecha, Rosas se desligó de sus compromisos societarios, aunque siguió aseso- mente colocados en el mercado, y en el de los esclavos y las vacas de cría, de medios
rando a sus primos, que por algún tiempo tuvieron dificultades para dirigir y supervi- de producción. El resto son partidas sin aclaración de destino, sobre las que nada
sar por sí mismos la marcha de sus empresas agrarias49. puede decirse, pero donde seguramente pesa la remuneración a la fuerza de trabajo,
De ese período de casi un decenio nos ha llegado un cuaderno en el que Juan que constituía el principal costo variable de la ganadería pampeana del período.
José registró los ingresos y gastos de esta sociedad, a través del cual podemos ob- Descontando los gastos de funcionamiento y el dinero invertido en la compra de
servar algunos rasgos de la historia de estas estancias de frontera en sus etapas ganado, la cuenta nos indica que entre 1821 y 1825 la estancia generó ingresos netos
iniciales. Conviene señalar de entrada que, dado que importantes partidas de gastos por $ 14.300. A pesar de intensas fluctuaciones, la tasa de beneficios (ingresos me-
son anotadas por Juan José simplemente como dinero enviado a Rosas o a otros nos egresos como porcentaje de la inversión inicial) resultó muy atractiva: 17,2% en
subordinados, sin referencia alguna a su destino, lo que puede decirse sobre la es- 1821, 7% en 1822, 29,7% en 1823, 54,8% en 1824 y 17,6% en 1825. El modo algo
tructura de gastos e ingresos y la rentabilidad de estas inversiones a partir de esta desprolijo en que Anchorena llevaba sus cuentas ayuda a entender las fuertes oscila-
fuente resulta en algunos aspectos limitado. ciones de la tasa de ganancia: por ejemplo, en 1824, el año de los beneficios extraor-
Cuando los Anchorena compraron Tala, la estancia poseía un rodeo vacuno de dinarios, la contabilidad no registra erogaciones de ningún tipo. Por este motivo, el
3.200 cabezas, así como algunos yeguarizos (cuyo valor de tasación, junto con los promedio de la tasa de beneficio para ese quinquenio, que fue del 25,2%, ofrece una
"ranchos y corrales", fue de $ 7.000, mientras que a la tierra se le asignó un valor de imagen más realista de lo sucedido en Tala en esos años. Dado que a Rosas le corres-
$ 5.000)50. Para entonces, esta estancia de frontera se hallaba todavía en una fase pondía un tercio de los ingresos por sus servicios como administrador, el beneficio de
los hermanos Anchorena parece haber sido, aproximadamente, del 17% anual.
46
NA a JJA, 17 de junio de 1821, AAAGN, 331.
47 Es muy probable que los beneficios hayan sido algo más elevados que ese 17%
JJA a Rosas, 26 de enero de 1825, citado en Carlos IBARGUREN (h): Los antepasados; cuadernos de
cuentas de Juan José de Anchorena titulados: "Las estancias de Camarones compradas con extensión de 44 como consecuencia de la capitalización de la empresa. Sobre este punto, sin embar-
leguas quadradas a Rosas, Terrero y a mitad de ppal.. con Nicolás y dando a Rosas 1/6, y La estancia de las Dos go, no puede decirse mucho. Dado que no poseemos información alguna sobre la
Yslas que he comprado a D. Lorenzo López en doce mil pesos desembolsando el ppal. y gastos por mitad con mi variación en el tamaño del rodeo, o sobre el destino de algunas partidas de gastos,
ho. Nicolás y dándole una 3e. parte de interés a D. Juan Manuel de Rosas", ambos en AAAGN, 316; POENSGEN,
Die Familie Anchorena, cit., págs. 261 -3; Andrés CARRETERO: "Contribución al conocimiento de la propiedad rural
resulta imposible determinar si, además del excedente obtenido por ventas de pro-
en la provincia de Buenos Aires para 1830", Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana 'Dr. Emilio ductos, el valor de los activos de la empresa (en primer lugar el ganado) aumentó o
Ravignani', XIII:22-23 (1970), pág. 274. disminuyó en este período. Aunque esto último resulta poco probable, lo que llama la
48
TMA a NA. 3 de mayo de 1822, LCCTMA, atención, en cualquier caso, es el muy cauteloso ritmo con el que los hermanos Anchore-
49
Juan Manuel de Rosas a JJA, 30 de septiembre de 1830, AAJC. 51
50
JJA a Juan Manuel de Rosas, 26 de enero de 1825. AAJC. GARAVAGLIA. Pastores y labradores, cit., pág. 28.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)
582 583

na invirtieron en una empresa agraria que generaba beneficios muy sustantivos, y que Juan José aparece tomado en conjunto), las entradas crecieron. El rubro más impor-
disponía de tierra prácticamente ilimitada para expandirse. Hay que recordar que el tante fue la venta de hacienda vacuna, que alcanzó a $ 5.998 sobre un total de ingre-
rodeo vacuno existente en Tala en el momento de su compra, de 3.200 cabezas de sos de $ 8.107 (en el que también se hace notar el producto de la venta de pieles de
ganado, estaba lejos de ser extraordinario pues, según afirmaba un gran conocedor nutria por $ 1.339 y de cueros y sebo por $ 543). En ese bienio, las salidas alcanzaron
de la economía rural de las décadas centrales del siglo XIX, entre "quinientas ú ocho- a $ 6.592. Otra vez, la adquisición de 1.000 cabezas de ganado vacuno, a $ 3 cada
cientas vacas al corte" eran apenas suficientes para sostener a "una familia de cam- una, representa el principal ítem, de este rubro, seguido por la compra de seis escla-
pesinos con las sencillísimas costumbres que les eran peculiares" en aquel tiempo 52 . vos por $ 1.380. En 1825, los ingresos bajaron sustancialmente, alcanzando apenas a
En consecuencia, la expansión de una estancia como ésta, dotada de abundante $ 1.480, compuestos en partes casi iguales por ventas de frutos y novillos. En ese año,
tierra libre, sólo podía alcanzarse en el corto o mediano plazo mediante fuertes inver- la adquisición de otras 1.000 cabezas de ganado vacuno (esta vez a una cifra más
siones destinadas a incrementar el tamaño del rodeo que, como acabamos de ver, los alta, de $ 5 por unidad), los gastos en mensuras ($ 4.200) y otras salidas con fines que
Anchorena prefirieron no encarar53. Los enormes recursos económicos de estos capi- no conocemos llevaron las erogaciones hasta los $ 12.200.
talistas les abrían la posibilidad de actuar a una escala, y asumiendo unos riesgos, En el período 1822-25, pues, Camarones registró ingresos por $ 10.997 y gastos
que otros productores más humildes difícilmente podían igualar. En abril de 1822, por (excluyendo los iniciales en tierra, muy reducidos, de apenas $ 5.500) por $ 28.201.
ejemplo, Juan José le escribía a Rosas anunciándole que "creo que habrá en la cam- Ello representa una inversión neta de $ 17.204. Estas cifras nos indican que la estan-
paña mucho miedo de indios: estos no deben temerse en grande [...] vea Ud si algu- cia experimentó un proceso de capitalización sostenido, cuyo aspecto más relevante
nos tímidos dan ganado barato [...] compre 3 ó 4 mil cabezas para engrosar las estan- se refiere al crecimiento del rodeo vacuno. Sin embargo, este aumento fue ciertamen-
cias [...] Quien no arriesga, no gana, y ya vé si podemos hacernos de ganado barato te modesto, y para 1825 la estancia no debía poseer mucho más ganado que el que
por que no hemos de arriesgar?"54 Sin embargo, esa compra no sólo no tuvo lugar, pastaba en Tala en el momento de su compra (3.200 cabezas). Un rodeo de ese
sino que a lo largo de ese quinquenio jamás se produjeron adquisiciones de ganado tamaño difícilmente ocupara más del cinco/diez por ciento de la superficie total de
de esa envergadura. La conclusión que parece imponerse es que a lo largo del perío- esta extensa propiedad. Por otra parte, cuando recordamos que los $ 17.204 que los
do 1821-25 los Anchorena se preocuparon más por hacer de Tala una empresa mo- Anchorena invirtieron en Camarones a |o largo de cuatro años apenas superaba en
desta pero rentable que por invertir fuertes sumas de capital para aumentar la escala, unos $ 5.000 el monto total de los beneficios que obtuvieron de Tala en el mismo
todavía reducida, de la explotación. período o (para tomar otro patrón de medida) que esta cifra representaba una fracción
muy reducida del valor de sus inversiones en inmuebles urbanos o de su giro comer-
¿Qué sucedía mientras tanto en Camarones? En este caso, el registro nos mues-
cial de esos años, advertimos la extrema cautela con la que estos capitalistas urbanos
tra una empresa agraria en su primera fase de formación. Durante ese período, como
se aproximaron a la inversión rural.
era de esperar, la empresa no rindió beneficio alguno. En 1822, los únicos ingresos
obtenidos en estas tierras nunca antes explotadas por los colonizadores blancos Luego de casi un quinquenio de prudencia, durante el cual el entusiasmo de
resultaron de la venta de cueros de nutria (unos $ 1.500). En ese año, las erogaciones estos hermanos por la producción agraria se mantuvo contenido, apenas comenzada
que insumió este negocio ($ 2.000), y la compra de ganado vacuno (1.000 cabezas la segunda mitad de la década de 1820 se advierte un súbito cambio de actitud, que
por $ 3.000), yeguas para la cría de mulas ($ 900) y un esclavo ($ 200), así como otras se tradujo en una abrupta aceleración del proceso de inversión. Este fenómeno coin-
partidas indeterminadas (entre las que seguramente se encuentran sueldos), llevaron cide con la presencia ominosa de la inflación, que hizo que, como señalamos más
la cuenta de gastos a $ 9.900. En el bienio 1823-4 (que en la contabilidad llevada por arriba, el peso papel perdiera dos tercios de su valor sólo en el curso de 1826. "En
estos días", se lamentaba Juan José a mediados de ese año de cotizaciones
52
José María JURADO: "La estancia en Buenos Aires", Anales de la Sociedad Rural Argentina, IX (1875), descontroladas, "nadie sabe el precio que se puede llamar corriente con el ganado
pág. 187. bacuno" 55 . En esas circunstancias, Juan José y su hermano Nicolás se decidieron,
63
¿A qué velocidad creció el stock vacuno de Tala? Dado que no contamos con inventarios ni con mayor finalmente, a realizar fuertes colocaciones en sus empresas rurales. Al igual que en el
información a partir de la cual estimar la tasa de reproducción del ganado, sólo podemos realizar algunas conje-
caso de las inversiones en inmuebles urbanos realizadas por Juan José, y que tuvie-
turas. Sabemos que la estancia poseía unas 3.200 cabezas cuando ios Anchorena la adquirieron en 1821. En ese
año, Tala vendió 166 animales (79 vacas y 87 novillos), y no realizó compras. En 1822, la estancia se desprendió ron lugar en esos mismos meses, estas operaciones parecen haber tenido por objeto
de 429 vacunos (42 vacas, 150 novillos y 237 terneros), y compró 500 terneros. Al año siguiente, las ventas al- el desprenderse de tenencias en papel moneda que se encontraban en veloz depre-
canzaron a 990 animales (285 vacas y 705 novillos), y las compras, a 860 vacunos (el tipo de animales adquirido ciación, cambiándolas por activos que se hallaran mejor protegidos de las conse-
no aparece descripto). En 1824 la estancia vendió 780 animales (120 vacas y 560 novillos); ese año no hubo com-
pras. Finalmente, en 1825 Tala vendió 374 novillos; tampoco entonces hubo adquisiciones. Si calculamos una
cuencias del proceso inflacionario. Es difícil estimar el valor "real" de estas inversio-
tasa de reproducción anual del 20% (que estaba lejos de ser baja en una estancia de frontera, asaltada y robada nes, no sólo porque a lo largo de este período de alta inflación las cuentas de Juan
varias veces por indígenas, que además parece haber tenido mucho ganado que aún no habla ingresado en la José siguieron asentándose en una moneda que perdía aceleradamente su valor y
etapa reproductiva), para comienzos de 1826 nos encontramos con un rodeo a punto de alcanzar las 6.000 cabe- muchas veces sin mayores referencias al momento preciso en el que tenían lugar las
zas. Una tasa algo más alta, del 25%, hubiese colocado el rodeo ligeramente por encima de los 7.500 animales.
Calculando una tasa de ocupación del suelo de un animal cada dos hectáreas, la estimación más alta sólo hubie-
transacciones, sino también porque uno de los rasgos más característicos de éste y
se sido suficiente para ocupar la cuarta parte de la superficie de Tala. Es decir que, a pesar de duplicar su plantel otros procesos inflacionarios es (como ilustra la cita que transcribimos más arriba) la
en un quinquenio, tres cuartas partes de la superficie de la estancia todavía permanecerían sin explotar. Estima- pérdida de relación entre distintos precios. Dado que no contamos con información
ciones sobre tasas de reproducción de ganado vacuno y de ocupación del suelo en Amaral. The Rise, págs. 106-20.
54
JJA a Juan Manuel de Rosas, 14 de abril de 1822, AAJC. 65
JJA a Rosas, 1 de julio de 1826, AAJC.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)
584 585

alguna sobre qué porcentaje del patrimonio de Juan José de Anchorena se encontra- (de cuya extensión e inventario no tenemos mayores precisiones, pero que debían
ba en activos que no se depreciaban fácilmente, es asimismo imposible estimar el comprender un número apreciable de animales), por un total de $ 66.000 m/c. Ade-
impacto de la inflación sobre sus finanzas. más, las anotaciones de Juan José registran la adquisición de 1.931 cabezas de
Parece evidente, sin embargo, que ante el embate de la depreciación del papel ganado por $ 12.118 m/c, así como de otros $ 34.413 m/c destinados a afrontar gastos
moneda, la inversión rural fue la opción preferida por Juan José y Nicolás. Es proba- autorizados por Rosas. Al igual que en Tala, en Camarones las ventas de ese año
ble que la elevada rentabilidad que había ofrecido la estancia Tala en el quinquenio fueron magras: apenas 50 novillos y 60 redomones por un total de $ 1.460 m/c.
que sucedió a su compra fuese uno de los elementos que los indujese, a la hora de Una vez amainado el huracán inflacionario (pues a lo largo de 1827 y 1828 el
decidir qué hacer con sus activos líquidos, a dar primacía a la colocación en empre- peso papel oscilará, aunque con importantes fluctuaciones, en torno a los $F 0,3), las
sas agrarias por sobre otras formas de inversión. En verdad, la magnitud de las inver- inversiones rurales de estos hermanos retomaron un ritmo menos frenético. Aparte de
siones rurales de los Anchorena en ese año inflacionario resulta notable, a punto tal la adquisición por parte de Juan José de la estancia San Lorenzo o Rincón de
que no parece desacertado afirmar que fue recién en 1826 cuando estos hermanos Gorondona, en Santa Fe, por $F 8.500 (una propiedad que arrendó hasta su muerte,
comenzaron a considerar la producción agraria con alguna seriedad. y no fue integrada a la sociedad con su hermano57), en 1827 no se registran desem-
En efecto, en ese año Juan José y Nicolás invirtieron en tierra tanto o más que en bolsos en bienes rurales de magnitud. En este año, los gastos de Tala sólo alcanzaron
todo el quinquenio previo. En primer lugar, en nuevas adquisiciones, entre las que se a $ 2.634 m/c. Estos fueron destinados en su totalidad a remunerar al personal. Al año
cuentan cuatro leguas en Navarro por $F 1.200, a las que luego sumarían otras tres de siguiente, las erogaciones, algo más altas, representaron $ 4.860 m/c, de los cuales $
una enfiteusis vecina 56 . Sus mayores inversiones, sin embargo, tuvieron por destino la 2.860 m/c correspondieron a la compra de 110 novillos y el resto a otros gastos co-
expansión de sus dos grandes estancias de la frontera sur. Veamos primero el caso rrientes. En cuanto a los ingresos del bienio 1827-28, éstos fueron igualmente reduci-
dos. En 1827 alcanzaron a $ 4.840 m/c (venta de 269 novillos a $ 18 cada uno) y en
de Tala. A lo largo de 1826, los Anchorena realizaron inversiones por $ 37.312 en
1828, a $ 4.000 m/c (producto de la venta de cueros y frutos de varios años). Ello
pesos papel o moneda corriente (m/c). Para estimar cuánto representaba esta cifra en
sugiere que los Anchorena, quizás recelosos frente a la posibilidad de una nueva
moneda metálica hemos optado por tomar el promedio anual de la cotización del
conmoción monetaria, todavía se encontraban remisos a desprenderse de activos.
peso papel en pesos plata para el año 1826, que fue de $F 1,69 (una medida no del
todo arbitraria pues, como ya señalamos, las cuentas de Juan José no nos informan Lo sucedido en Camarones en 1827 y 1828 fue ligeramente distinto. Las fuertes
cuándo se realizaron los desembolsos de ese año). La cifra que obtenemos, que inversiones de 1826 no volvieron a repetirse, aunque en esta estancia de estructura
alcanzaba a los $F 22.078, estaba cerca de duplicar el preció pagado por Tala cinco más pobre y rudimentaria el proceso de capitalización no se interrumpió tan brusca-
años antes. ¿En qué invirtieron ese dinero? Juan José y Nicolás adquirieron derechos mente como en Tala. Durante 1827, los Anchorena invirtieron $ 55.572 m/c (o el equi-
enfitéuticos sobre unas 130.000 hectáreas vecinas, que le fueron cedidos por Juan valente a $F 16.738, a la cotización promedio de ese año) en Camarones, el 88% del
José Ezeyza por $ 8.000 m/c. Síntoma de su renovado interés en la actividad rural, cual fue destinado a la compra de animales. Adquirieron 2.682 vacunos (en $ 39.271
también se preocuparon por mejorar sus derechos legales sobre la tierra, y para ello m/c), y una cantidad indeterminada de ovejas (por $ 5.255 m/c) y yeguas (por $ 4.510
contrataron los servicios de un agrimensor de su confianza, Felipe Senillosa, que rea- m/c). Los ingresos (venta de novillos, caballos y sebo) se ubicaron en apenas un
lizó un plano de mensura del terreno (del que hasta entonces carecían), por el que cuarto de las salidas, en $ 13.094 m/c. Al año siguiente, Camarones siguió capitali-
abonaron otros $ 1.030 m/c. Como era de esperar, el mayor desembolso estuvo des- zándose a un ritmo similar. La estancia se hizo de cerca de 4.000 vacunos y un núme-
tinado a la compra de ganado: 2.660 cabezas vacunas, en su mayoría vacas de vien- ro indeterminado de yeguas por $ 46.750 m/c (F$ 16.010 al promedio anual), que re-
tre, así como 40 caballos, por un total de $ 23.220 m/c. Por su parte, Rosas realizó presentaron el 93% de las erogaciones de ese año. Las ventas (de cueros y frutos de
desembolsos por $ 5.066 m/c que, además de jornales, quizás incluyeran algunas varios años, pero asentadas en 1828) sumaron apenas $ 5.183 m/c. Tal como se advier-
adquisiciones adicionales de ganado. Los $ 37.312 m/c que los Anchorena gastaron te en Tala, tampoco aquí los Anchorena mostraron mayor entusiasmo por vender. Sus
anchas espaldas financieras seguramente les permitieron perseverar en esta conducta.
en Tala en 1826 superaron ampliamente los ingresos de la estancia, que en ese año
sólo vendió unos 600 animales (en su mayoría novillos, que probablemente no podían En 1829, quizás convencidos de que los precios habían finalmente alcanzado
mantenerse sin sufrir pérdidas) por $ 7.528 m/c. La ausencia de grandes ventas de un nuevo equilibrio, los Anchorena comenzaron a desprenderse de ganado en mayor
ganado durante ese año nos ofrece otro indicio acerca de la firme voluntad de estos cantidad. Ese año, Tala vendió un total de 2.065 animales mayores, por los que recibió
mercaderes de capitalizar a la empresa. $ 58.162 m/c (o $F 12.507). La estancia parece no haber realizado adquisiciones de
En Camarones, el giro que se verifica en 1826 resulta aún más notable. Ese año, ganado durante ese ejercicio, por lo que sus erogaciones se mantuvieron muy por deba-
los Anchorena hicieron desembolsos por un total de $ 112.543 m/c. Estos $F 66.593 jo de las cifras de años anteriores, en apenas $ 7.811 m/c. Sí bien no podemos hacer
(también tomando la cotización promedio del peso papel para ese año) duplicaban la estimación alguna sobre la tasa de ganancia (pues carecemos de cualquier informa-
inversión total realizada allí a lo largo de los cuatro años que transcurrieron desde la ción sobre el valor de esta propiedad para ese momento), es claro que, gracias a este
fundación de la empresa (que alcanzaba a $F 33.701). Más de la mitad de ese dinero excedente de más de $F 10.000, Tala retomaba la senda superavitaria que la había
fue invertido en la compra "de contado" de Achiras y Averías, dos estancias vecinas caracterizado desde el momento de su compra hasta la aparición de la inflación.

Protocolos Notariales, AGN, Registro 4, 1826, f. 50. Carlos IBARGUREN (h), Los antepasados, cit.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)
586 587

Una evolución similar se observa en Camarones. Luego de casi una década de en el sur59. En agosto de 1830, cuando lo peor todavía estaba por venir, el capataz de
existencia, esta estancia rindió sus beneficios en 1829. En este año, Camarones ven- Camarones le escribía a su patrón que se hallaba "bastante apurado con la seca,
dió unos 1.463 vacunos, en su mayoría novillos, por $31.618 m/c, y frutos por $2.380 pues se muere mucho ganado y continuamente estamos sacando cueros, y esto es
m/c, lo que dio un ingreso total de $ 33.998 m/c, o $F 7.311. Al igual que en Tala, aquí casi todo lo que se puede hacer por ahora"60. Y si bien es probable que la decisión de
también se advierte una reducción sustancial de las adquisiciones de ganado, que comprar ganado para Tala en 1830 (cuando tanto el agua como las pasturas comen-
sólo alcanzaron a 253 cabezas. Estas compras representaron alrededor de un tercio zaban a escasear) no haya sido particularmente sabia, incluso en la propia carta de
de los gastos totales, que se ubicaron en $ 11.271 m/c. Camarones cerró el ejercicio Rosas la referencia al reducido número de nacimientos sugiere no tanto problemas de
en 1829 con un excedente de cerca de $F 5.000. gestión como la influencia negativa de factores naturales. En efecto, bajas tasas de
A fines de 1829, Rosas se apartó de la administración de las estancias de sus reproducción, elevada mortandad y gastos extraordinarios (que incluían costosos
primos para ocuparse más plenamente de satisfacer sus ambiciones políticas. Desde desplazamientos de hacienda hacia áreas con mejores pastos y aguadas, como los
ese momento, Juan José y Nicolás asumieron personalmente la dirección de sus inte- que los Anchorena ensayarían poco después) fueron característicos de ese período
reses rurales. Los hermanos Anchorena tomaron el control de sus empresas cuando, de calamidades naturales, que se extendió hasta 1832, y que seguramente compro-
luego de casi una década de expansión, éstas alcanzaban cierta madurez producti- metió los beneficios de estas explotaciones por varios años.
va. Algunos indicios sugieren que, para entonces, los Anchorena creían que el ciclo En 1831, el año de la muerte de Juan José, el registro queda trunco y, por otra
de grandes inversiones que habían encarado en años previos había llegado a su fin, parte, la correspondencia que nos provee de información adicional se interrumpe
y que sus estancias debían ofrecerles ganancias regulares. Sin embargo, esta posibi- (pues los papeles de Nicolás, que sobreviviría a su hermano por casi un cuarto de
lidad aún no estaba asegurada. siglo, no se hallan disponibles para la consulta). En consecuencia, no contamos con
De hecho, el debut de los Anchorena como administradores rurales les trajo datos lo suficientemente firmes como para seguir en detalle la evolución posterior de
cierto sabor amargo. En 1830, Tala vendió más de 2.500 cabezas de ganado por $ las empresas agrarias (y más en general los intereses económicos) de estos herma-
66.222 m/c (o $F 9.555 a la cotización promedio de ese año). Las grandes erogaciones nos. ¿Qué más es posible afirmar sobre estas estancias a partir de lo que hemos
de ese ejercicio, sin embargo, estuvieron cerca de igualar esa cifra, pues se ubicaron dicho sobre la década que corre entre 1821 y 1830? Las cuentas de Juan José de
en $ 61.085 m/c ($F 8.814), de los cuales el 66% se destinó a la compra de ganado. Anchorena nos revelan la historia de un conjunto de estancias que se expanden sobre
Para una empresa cuyo valor, para entonces, debía estar por encima de los $F 40.000, un vasto territorio hasta entonces apenas transformado por la acción invasora de los
una ganancia de unos $F 750 era poco menos que insignificante, pues se ubicaba por colonizadores blancos. Al fin de este período, nos encontramos con dos empresas
debajo del 3% anual. En Camarones, el resultado de 1830 fue aún menos feliz. Los más capitalizadas, quizás pobladas por unos 40.000 animales mayores, que ocupa-
ingresos, que sumaron $ 23.878 m/c ($F 3.445), fueron ampliamente superados por ban más densamente la superficie nominalmente controlada por los Anchorena61.
las salidas, que representaron $ 65.886 m/c ($F 9.507). Ese año, al igual que el ante- Para entonces, sin embargo, la ocupación del suelo estaba muy lejos de haberse
rior, no hubo grandes compras de ganado en Camarones, pues éstas sólo alcanzaron completado. Ello explica por qué hombres que mantenían relaciones de dependencia
a 652 vacunos y 111 caballos por $ 16.097 m/c, o el equivalente al 24% de las salidas laboral en este complejo de estancias, como Benito Sosa y Pedro Burgos, todavía
de ese ejercicio. ¿Cuál fue el destino de los casi $ 50.000 m/c adicionales que se criaran ganado de su propiedad en las tierras de sus patrones, y que Manuel Morillo,
gastaron en 1830? Resulta imposible saberlo, pues las anotaciones de Juan José no otro empleado de confianza, solicitara en 1831 tener "algunas baquitas" en las tierras
ofrecen precisiones al respecto. de Navarro cuya supervisión tenía a cargo 62 . En una sociedad donde la tierra seguiría
Disconforme con el balance negativo con que se cerró 1829, que traicionaba las siendo un bien abundante por largo tiempo, en parte gracias a la continua expansión
expectativas que había depositado en sus empresas rurales, Juan José de Anchorena de la frontera hacia el sur y el oeste, esta situación estaba destinada a durar: casi una
le escribió a su antiguo administrador solicitándole consejos y explicaciones. En su década más tarde, en 1839, tres capataces de los Anchorena (Juan Arista, Juan Decima
respuesta, Rosas no dejó pasar la oportunidad de recordar el valor de sus servicios, y Manuel Morillo) aparecen registrados en los libros de Contribución Directa como
señalando que si "la marcación ha ido mal" y las ganancias eran escasas, ello se importantes propietarios de ganado (y en el caso de Morillo, también de tierra) en el
debía a que los establecimientos carecían de "la dirección, el orden y método que partido de Azul.
tenían" cuando él los dirigía 58 . Respecto de la fuerza de trabajo, no es mucho lo que puede decirse, aunque las
Es indudable, sin embargo, que la devastadora sequía que azotaba la campaña breves referencias al tema presentes en la correspondencia entre Juan José y sus
de Buenos Aires desde 1829, y que se prolongaría por otros dos años, tenía una encargados bastan para desmentir la absurda afirmación de que esas estancias con-
relación más directa con ese desempeño negativo. Aunque el desastre climático 59
GARAVAGLIA. Pastores y labradores, cit., págs. 33-5.
-quizás el más terrible de la primera mitad del siglo- golpeó más duramente al centro 60
Juan Arista a JJA, 7 de agosto de 1830, AAAGN, 334. Véase también BROWN, "A Nineteenth-Century
y norte de la provincia (en algunos de cuyos parajes parece haber provocado la muer- Cattle Empire", cit., págs. 171-2.
te de tres cuartas partes del rodeo), sus efectos disruptivos también se hicieron sentir 61
Estimaciones similares en BROWN, "A Nineteenth-Century Cattle Empire", cit., pág. 171.
62
Manuel Morillo a JJA, 25 de marzo de 1831, AAAGN, 334. Sobre la asociación con Sosa, Protocolos
68
Juan Manuel de Rosas a JJA, 30 de septiembre de 1830, AAJC. Notariales, AGN, Registro 6, 1831, ff. 493-5. ,
ROY HORA
588 LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ V NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 589

taban con "millares de peones militarmente regimentados"63. Por el contrario, de ella urbanas ya había concluido). En ese año, Juan José decía tener colocados a interés
se colige que ios Anchorena solían encontrar inconvenientes para contratar trabaja- $F 73.500, además de otra importante cantidad ("mucho dinero parado"), destinado a
dores en los términos en los que consideraban convenientes (lo que explica en parte idéntico fin 65 . En síntesis, incluso una estimación conservadora del valor de sus acti-
la intensidad con la que recurrieron a la compra de fuerza de trabajo esclava). Al igual vos líquidos y de sus bienes de renta urbana, que parece razonable colocar por enci-
que las complejas relaciones de asociación que establecieron con sus subordinados, ma de los $F 150.000, sugiere que éstos superaban a sus inversiones rurales. Estos
ello nos habla de una sociedad en la que, a pesar del avance de la gran estancia (de elementos ayudan a explicar por qué no fue sólo el peso de la tradición el que hizo
hecho, acompañando esa expansión sobre tierras nuevas), los sectores subalternos que el mayor de los hermanos Anchorena se percibiese como una criatura urbana del
seguían manteniendo una gran capacidad de negociación frente a los empleadores 'Vecindario y comercio" de Buenos Aires hasta el fin de sus días66.
que, por cierto, conservarían por largo tiempo. En efecto, en su paso por Camarones La muerte prematura de Juan José de Anchorena, ocurrida en 1831, cuando
en 1847, William Mac Cann advirtió las dificultades que esta empresa enfrentaba como apenas había cumplido los cincuenta años, impide evaluar hasta qué punto el nuevo
consecuencia de la ausencia de una fuerza de trabajo estable y disciplinada, y refirió rumbo que había dado a sus negocios en la década de 1820 -en particular su interés
que, a causa de la falta de peones, la hacienda, que estimaba en "por lo menos en los inmuebles urbanos y las empresas rurales- alcanzó a completarse. Al mismo
cuarenta mil cabezas de ganado" se había vuelto "completamente cimarrona"64. tiempo, la imposibilidad de acceder al inventario completo de los bienes que dejó a su
fallecimiento (del que no queda rastro alguno en los archivos públicos argentinos),
V. Una visión de conjunto sobre los negocios de Juan José nos impide trazar un cuadro pormenorizado de la estructura de su fortuna. En parte
por estos motivos, la información con que contamos sobre su hermano Nicolás, aun-
¿Hasta qué punto Juan José de Anchorena se había transformado en un estan- que más escueta, resulta de gran utilidad. Ella nos permite confirmar algunas aseve-
ciero para fines de la década de 1820? Es indudable que en esos años, particular- raciones referidas a la importancia de las inversiones extraagrarias de estos grandes
mente a partir de 1826, los emprendimientos agrarios concitaron cuotas crecientes de capitalistas pampeanos de la primera mitad del siglo XIX.
los recursos y energías de este capitalista. Según nos informan las cuentas de Tala y
Camarones, para 1830 Juan José había desembolsado al menos $F 85.000 para ad-
VI. Los negocios de Nicolás
quirir tierra y ganados, y otro tanto había hecho su hermano. Si consideramos el alza
sostenida de los precios de los bienes rurales en esa década, medido en moneda La historia de Mariano Nicolás de Anchorena, tenido de modo justificado como
metálica, es indudable que su apuesta a la actividad rural le resultó provechosa. En el más exitoso integrante de la segunda generación de los Anchorena en el Plata,
1821 los Anchorena compraban ganado vacuno a $F 3 por cabeza; para 1828 los ofrece evidencias adicionales que sugieren la manera en que los mayores empresa-
precios que pagaron por los animales que adquirían o vendían oscilaban entre $F 4 y 7. rios rioplatenses se adaptaron al tormentoso período posterior a la independencia.
Si calculamos que para ese último año el stock vacuno de estos empresarios alcanza- Desde comienzos de la década de 1820, Nicolás volcó parte de su fortuna hacia la
ba a 40.000 cabezas, y estimamos el valor de este rodeo a la cotización promedio del tierra, pero siguió participando en diversos emprendimientos mercantiles. En esos
precio de compra por cabeza para ese año ($F 5,5), advertimos que el patrimonio años, y al igual que sus hermanos, Nicolás fue alejándose del comercio de importa-
ganadero de estos hermanos debía estar cerca de los $F 220.000. Si a esta cifra le ción de bienes europeos -"ya esta visto que no podemos concurrir con los extranje-
sumamos un 20% por el valor de la tierra y las mejoras, tenemos que el patrimonio ros"67, decía en 1821- y se lanzó más plenamente a operar con productos america-
rural de cada uno de estos hermanos no debía estar lejos de alcanzar los $F 130.000. nos. Como ya hemos señalado, Nicolás se asoció con Juan José en distintos nego-
Se trata, sin duda, de una cifra muy significativa, que por sí sola constituía una cios, entre ellos la importación de madera y de yerba del Alto Paraná68. Durante la
fortuna de primer orden en el Río de la Plata posrevolucionario. Es muy probable, sin década de 1820 también mantuvo activas sus relaciones comerciales con Río de
embargo, que el valor de los bienes rurales de Juan José no fuese superior al de sus Janeiro (ciudad en la que había residido por cerca de tres años, entre 1816 y 1818),
colocaciones en otras esferas. Conviene tener presente que, además de las propie- donde compraba azúcar, textiles y tabaco. A fines de la década de 1830 era sindica-
dades de renta urbana a los que hemos hecho referencia más arriba, cuyo valor para do como un importante productor y especulador en trigo en la plaza porteña, al punto
1828 no debía ser inferior a los $F 75.000 (y quizás más, puesto que algunos indicios de que se lo llegó a acusar de dominar el mercado local. Estas denuncias encontraron
que ya hemos señalado sugieren que en la década de 1820 las cotizaciones de la eco en la prensa antirrosista; en abril de 1839 el Grito Argentino lo retrataba como un
propiedad urbana acompañaron, aunque de modo más atenuado, el alza de los pre- inescrupuloso especulador en granos, dispuesto a "llenar la bolsa, aunque perezca el
cios rurales), Anchorena también mantenía parte sustancial de su patrimonio en la pueblo entero de hambre y de miseria"69. En una carta al gobernador en la que des-
esfera de la circulación, bajo la forma de créditos y negocios comerciales. Carece- mentía "la infame impostura, que se me ha hecho, de haber abarcado todo el trigo" de
mos de cualquier estimación sobre la importancia de estos últimos pero, como ya
señalamos, poseemos algunos indicios sobre la magnitud de los primeros para fines 65
JJA a Juan Manuel de Rosas, 1 de noviembre de 1828, AAJC.
66
de 1828 (esto es, en un momento en el que la etapa de grandes inversiones rurales y Protocolos Notariales. AGN, Registro 1,1831, f. 111.
67
MNA a JJA. 9 de junio de 1821, AAAGN, 331.
63 68
Juan José SEBRELI: Apogeo y ocaso de los Anchorena (Buenos Aires, 1974), pág. 157. MNA a JJA, 19 de octubre de 1821. AAAGN, 331.
64 69
William MAC CANN: Viaje a caballo por las provincias argentinas (Buenos Aires, 1969). pág. 63. Juan Manuel de Rosas. Su iconografía (Buenos Aires, 1970), pág. 180.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 591
590

la ciudad, Nicolás Anchorena argumentaba que la misma respondía a las maquina- unas 8 leguas que pasó a poder de Nicolás y de los herederos de su hermano Juan
ciones de "un par de godos, y godos unitarios". De todas maneras, aceptaba que "la José en 1837. Hay que señalar, sin embargo, que esta adquisición no fue resultado de
casa ha sembrado una cosa mui insignificante, también recibirá alguna semilla de los una compra directa, sino de la cancelación de una deuda por $F 23.786 que la casa
años pasados que se le debe, he comprado alguno" y prometía desde entonces cons- mercantil de Sebastián Lezica y Hnos. mantenía con los Anchorena desde 1831, y
tituirse "en el ángel de la guarda de los labradores"70. que tras su quiebra fue saldada con el traspaso de la estancia74. El hecho de que en
En los últimos años de su vida, que culminó en 1856, Nicolás Anchorena parece el cuarto de siglo que transcurrió entre la muerte de Juan José y la suya propia, Nico-
haberse alejado de la actividad mercantil. Todavía en 1844 solía presentarse como lás no haya mostrado mayor interés en realizar nuevas adquisiciones de tierra resulta
del "vecindario y comercio" de Buenos Aires, pero en fechas posteriores esta forma particularmente revelador, pues sugiere que este empresario no consideraba que el
de autoidentificación desaparece de los documentos que llevan su firma 71 . De todas crecimiento de su fortuna dependiese de la continua expansión de su patrimonio rús-
maneras, continuó actuando como oferente de crédito hasta el fin de sus días. La falta tico. Ello es aún más notable cuando recordamos que en las décadas de 1830 y 1840
de información proveniente de su archivo personal hace difícil reconstruir su actividad el precio del suelo todavía era lo suficientemente bajo como para que un incremento
como prestamista. Sin embargo, algunas operaciones de crédito que registró ante sustantivo de su patrimonio territorial no lo obligara a realizar erogaciones capaces de
escribano público ofrecen indicios acerca de la importancia de sus incursiones en comprometer su margen de maniobra en otros negocios. En esos años, Nicolás no
este campo. En 1852, por ejemplo, concedió préstamos protocolizados por un total de ocupó un lugar significativo entre los compradores de tierra pública, no obstante las
F$ 38.000, a una tasa del 8% anual 72 . Un panorama más completo de la participación muy atractivas condiciones bajo las cuales el Estado rosista sacó a la venta gran
de Nicolás en este negocio lo tenemos gracias al inventario de sus bienes que sus parte del patrimonio rústico que se encontraba bajo su dominio. Ello obliga a concluir
hijos Nicolás y Juan levantaron tras su fallecimiento. En este documento de 1856 -por que si Nicolás Anchorena no adquirió más tierra en los últimos dos decenios de su
otra parte muy revelador de algunos rasgos del sistema de crédito en la era vida (para lo que, como acabamos de ver, tenía dinero en efectivo en abundancia) no fue
prebancaria-, aparecen consignados unos 25 préstamos, muchos de ellos a 90 días por falta de recursos sino, más bien, porque prefirió emplear su capital de otra manera.
y a una tasa del 1,25 mensual en moneda corriente, en documentos que sus hijos ¿En qué otras esferas invirtió Nicolás Anchorena en esos años? Además del
hallaron guardados "en el armario del labatorio" de su residencia, por un valor cerca- préstamo de dinero, Nicolás realizó importantes colocaciones en bienes de renta ur-
no a los $F 240.000. Amén de estos créditos activos, también encontraron, "envuelto bana. Hasta comienzos de la década de 1820, el menor de los hermanos Anchorena
en un pañuelo de seda de color", otros documentos de crédito, entre los que se des- no poseía ningún inmueble en Buenos Aires. A partir de ese momento, y al igual que
taca un préstamo con garantía hipotecaria por 4.700 libras esterlinas, concedido a otros miembros de su familia, Nicolás comenzó a volcar parte de su capital en la
una tasa del 6% anual. Sumados, estos créditos activos superaban los F$ 260.000. compra de propiedad urbana. Además de las adquisiciones que realizó en sociedad
Finalmente, los herederos dieron testimonio de la existencia de otro "pañuelo blanco" con su hermano Juan José, a las que ya nos hemos referido, entre 1826 y 1830 se hizo
en el que hallaron "documentos y escrituras chanceladas y algunas pequeñas deu- dueño de varias propiedades, entre las que destaca una importante "casa de altos"
das que por su naturaleza serán de muy difícil pago", sin referencia alguna a su mon- en la calle Reconquista y "tres tiendas y el edificio alto que ellas tienen" en la calle
to 73 . Según se desprende de este documento, Anchorena no tenía deuda alguna. Bolívar75. Los registros de Contribución Directa para el año 1839 nos informan de la
existencia de una decena de inmuebles a su nombre, casi todos ellos ubicados en la
La opinión de los hombres de las décadas centrales del siglo es coincidente a la
zona más céntrica del casco urbano porteño: en las calles Perú, Cerrito, Potosí, Belgrano
hora de calificar a Nicolás Anchorena como el mayor propietario rural de la Confede-
(en este caso, una "finca y quartos", seguramente de alquiler), así como otros en las
ración Argentina. El menor de los hijos de Juan Esteban de Anchorena dejó a sus tres
parroquia de San Telmo, del Socorro y del Pilar. Según este registro, estos inmuebles
descendientes (sus hijos Nicolás y Juan y su nieto Fabián Gómez) valiosas empresas
tenían una valuación fiscal de $ 571.000 m/c (unos $F 38.100 al precio promedio del
agrarias que se extendían sobre más de 75 leguas cuadradas, esto es, cerca de
peso papel en ese año), indudablemente muy inferior a su valor de mercado.
200.000 hectáreas. Enfatizar este aspecto de su trayectoria como empresario puede,
sin embargo, llevar a conclusiones erróneas. Resulta revelador constatar que la ex- La información con que contamos indica que desde fines de la década de 1830
tensión del patrimonio territorial rural que dejó tras su fallecimiento, aunque mejorada y hasta su muerte, Nicolás incrementó su interés en este tipo de inversión. En 1839
en lo que se refiere a derechos sobre el suelo, era prácticamente la misma que poseía compró un "edificio" en la calle 25 Mayo de más de treinta varas de frente, y una
en el momento en el que se produjo el deceso de su hermano Juan José. Su única "casa-barraca" en San Telmo. En los años siguientes, sus adquisiciones continuaron;
compra posterior de cierta relevancia fue la estancia Fontezuelas, una propiedad de más de cinco casas en la calle Moreno, una "casa de altos" en la calle Defensa y un
conjunto de varias casas en la calle del Temple76. Para 1856, Nicolás contaba con 24
70
MNA a Juan Manuel de Rosas, 26 de febrero de 1839, AGN, VIl, 2068. inmuebles urbanos, algunos de los cuales (como el de la calle 25 de Mayo adquirida en
71
Protocolos Notariales, AGN, Registro 1. 1844. f. 847. 1839) habían sido objeto de importantes reformas y ampliaciones. El inventario levan-
72
Protocolos Notariales, AGN, Registro 1, 1852, ff. 640 y 644. Para otros ejemplos, encontrados al azar,
74
Protocolos Notariales, AGN, Registro 1,1827, f. 228; Registro 1,1831, ff. 7 y 278; Registro 1, 1835, ff. 269 y 296; Protocolos Notariales. AGN, Registro 1, 1837, f. 120.
75
Registro 1, 1837, ff. 120 y 196; Registro 3, 1842, f. 183; Registro 1, 1846, f. 235; Registro 1, 1847, ff. 65 y 228; Protocolos Notariales, AGN, Registro 1,1828, f. 585-7; Registro 1,1829, f. 11; Registro 1,1830, ff. 483-
Registro 1,1849,1.741. 4; Registro 6, 1830, f. 397; Registro 1, 1835, f. 269.
73 76
AGN, Sucesión Nicolás Anchorena, apéndice; "Fabian Gomez, sobre nombramiento de curador en la Protocolos Notariales, AGN, Registro 1,1839, ff. 529-30y 701; Registro 1,1844, f. 617; Registro 1,1847,
testamentaria de Nicolás Anchorena" ff. 17-20. ff. 276-7 y 955; Registro 1, 1849, f. 794; Registro 1, 1852. f. 779; Registro 1, 1854, f. 137.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856)
592 593

tado por sus hijos en 1856, al que hemos hecho referencia más arriba, contiene un 1840 uno de cada cuatro adultos mayores se encontraba bajo bandera) 82 . Luego de
apartado sobre "materiales que existen para edificar", cuyo valor fue estimado en $F algunos años de relativa calma (que no significaron desmovilización del ejército de la
20.000, que nos revela la importancia de sus emprendimientos como constructor77. No Confederación), desde setiembre de 1845 el puerto otra vez fue cerrado (esta vez por
cabe duda de que, para entonces, Nicolás se había convertido en uno de los mayores acción de una fuerza naval anglo-francesa) y la guerra nuevamente ensombreció el esce-
propietarios y rentistas de la ciudad, probablemente más importante que Francisco nario rioplatense. El bloqueo, aunque de eficacia cada vez más relativa, no se levan-
Pérez Millán, que había dejado propiedades urbanas por valor de $F 102.000 en 183778. taría hasta 1848. En esos años, otra vez, los precios de los productos rurales se derrum-
¿Por qué desde fines de la década de 1830 y hasta su muerte Nicolás Anchorena baron, y la escasez de mano de obra volvió a incrementarse. En 1846, decía un testigo,
se propuso destinar mayores recursos a la compra de bienes de renta urbana que en "en toda la redondez de la provincia en vez de peones solo se ven soldados" 83 .
etapas previas de su vida? No tenemos testimonios directos que nos aclaren el punto, Este escenario de crisis y conflicto golpeó duramente a la producción agropecua-
pero diversos indicios nos sugieren que en ese período la rentabilidad de sus empre- ria. No tenemos mayor información sobre lo sucedido en las estancias de Nicolás en
sas agrarias debe haberse reducido respecto a períodos previos. En primer lugar, por esos años, salvo por el relato ya mencionado de Mac Cann, que en su visita a Cama-
la baja sostenida del precio de los productos rurales en esos años. Esta caída fue rones en 1847 encontró a la hacienda "completamente cimarrona" por falta de peo-
particularmente pronunciada en el caso del cuero, el principal producto de exporta- nes. Por este motivo, lo que sabemos sobre la suerte de los negocios de su hermano
ción del Río de la Plata, cuyo precio en Buenos Aires cayó cerca de un 50% entre el Tomás Manuel en ese período resulta de utilidad. Al igual que sus hermanos, Tomás
comienzo y el fin de la década de 1830, para desde entonces mantenerse, a pesar de Manuel de Anchorena poseía un patrimonio diversificado. Entre 1828 (cuando hizo
importantes oscilaciones, muy por debajo de las cotizaciones alcanzadas en los años pie en la actividad rural con la compra de una gran estancia en el partido de Dolores,
veinte79. Por otra parte, y a pesar de la fuerte expansión que el rodeo de las provincias en la misma región en la que sus hermanos poseían el grueso de sus tierras) y 1835,
de la Confederación experimentó en la década de 1840, el ingreso agrario se tornó sus ingresos rurales parecen haber sido considerables. Desde entonces, empero, la
más incierto. Las bruscas oscilaciones que las cotizaciones del cuero y de otros bie- situación cambió radicalmente, y por cerca de una década la rentabilidad de su es-
nes rurales experimentaron desde fines de la década de 1830 se encuentran vincula- tancia de Las Víboras fue muy baja e incluso por momentos negativa. Durante esa
das a las profundas alteraciones que el comercio exterior sufrió en esos años. Estas etapa plagada de dificultades, sus rentas urbanas, mucho menos afectadas por la
se iniciaron con la crisis económica mundial de 1837 y tuvieron un momento particu- interrupción del comercio exterior, el alza de los costos laborales y la baja de la acti-
larmente negativo durante el bloqueo francés al puerto de Buenos Aires que se pro- vidad en el sector rural se revelaron como una invaluable fuente de recursos para To-
longó entre abril de 1838 y octubre de 1840. Acusando el golpe causado por el cierre más Manuel de Anchorena. En momentos especialmente malos para la estancia, como
del puerto al comercio internacional, el propio Rosas se lamentaba ante el adminis- el año 1847, sus rentas urbanas (donde había inmovilizado un capital de magnitud
trador de su establecimiento San Martín señalándole que, en 1838, "los productos de similar al que había colocado en tierra) le dejaron un ingreso diez veces mayor84.
esa estancia no han correspondido al capital invertido en su compra [...] pues que si
el dinero se hubiera puesto al rédito ínfimo del 3% al año habría producido mucho más"80. La información con que contamos sobre Los Sajones, la famosa estancia ovejera
de Peter Sheridan, nos ofrece otro testimonio aleccionador sobre los problemas que
El intenso malestar que ganó a parte significativa de los propietarios rurales en las empresas rurales atravesaron en esos años. Tras la muerte de Sheridan en 1844,
esos tiempos extremadamente duros se puso de manifiesto en el alzamiento rural que la administración de Los Sajones recayó por algo más de un año, hasta que fue arren-
estalló en la campaña sur (donde los Anchorena tenían casi todas sus tierras) en la dada, en James Sheridan y Thomas Hughes. Según el relato de los administradores,
primavera de 1839. Tras la derrota de los estancieros que se levantaron contra Rosas, 1845, el año en el que se declaró el bloqueo anglo-francés, fue "desastroso". A las
los problemas continuaron. A fines de 1839, Robert Gibson, también propietario en la pérdidas causadas por el mal tiempo se sumó la cancelación de un contrato "muy
campaña sur, le escribía a su hermano que "si el bloqueo continua por algún tiempo ventajoso" para la venta de cosecha de lana de la estancia, que sólo pudo ser revendida
más, tendremos otro levantamiento; no tienes idea de la magnitud del malestar"81. En aceptando una rebaja del 40 por ciento en el precio final en moneda corriente. Medida
agosto del año siguiente, todavía con el bloqueo en pie, la invasión de Lavalle otra vez en moneda fuerte, la baja fue aún más pronunciada, pues el papel se depreció acele-
puso a la provincia en pie de guerra. El conflicto político afectó a la producción, en radamente ese año: la primera venta se realizó con un tipo de cambio de $ 200 m/c
primer lugar, contrayendo la oferta de fuerza de trabajo en una sociedad donde ésta por onza de oro; la segunda, con la onza a $ 400 m/c. Esta baja del 70% en el ingreso
nunca había sido abundante (según cálculos recientes, a comienzos de la década de se acompañó de un incremento de los gastos. La estancia debió realizar mayores
77
Sucesión Nicolás Anchorena, AGN, Apéndice: "Fabián Gómez, sobre nombramiento de curador en la desembolsos para atraer trabajadores, que escaseaban como consecuencia de la
testamentarla de Nicolás Anchorena", ff. 75-80. presión reclutadora del Estado. Los gastos corrientes también subieron, y lo mismo
78
GARAVAGLIA, "Patrones de inversión", cit., págs. 130-33. sucedió con el tipo de interés del dinero que tomaron a premio para hacer frente a la
79
AMARAL, The Rise, cit., pág. 237.
80 82
Citado en Jorge GELMAN: "Las condiciones del crecimiento estanciero en Buenos Aires de la primera Juan Carlos GARAVAGLIA: "Ejército y milicia: los campesinos bonaerenses y el peso de las exigencias
mitad del siglo XIX. Trabajo, salarios y conflictos en las estancias de Rosas", en GELMAN, GARAVAGLIA y ZEBERIO militares, 1810-1860". Anuario IEHS 18 (2003), pág. 181.
83
(compiladores): Expansión capitalista y transformaciones regionales, cit., pág. 115. Citado en GELMAN, "Las condiciones del crecimiento estanciero", cit., pág. 117.
81 84
Robert Gibson a George Gibson, 23 de noviembre de 1839, citado en lain A. D. STEWART: "Living with "Cuenta de administración de la testamentaria del Doctor Tomás Manuel de Anchorena", en Sucesión
Dictator Rosas: Argentina through Scottish Eyes", Journal oí Latín American Studies, 29 (1997), pág. 39. Tomás Manuel de Anchorena, AGN, ff. 7-19.
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 595
594

administración. Todo ello, decían Sheridan y Hughes, trajo "el lamentable resultado de la tasa de crecimiento de los activos rurales de Anchorena entre 1828 y 1871 habría
que los productos del año fuesen menores que los gastos de la estancia". Con una estado cerca del 5,6%. Si nos inclinamos por estimar una proporción más modesta de
nota justificadamente pesimista, los administradores pronosticaban que había "pocos ganado, de la mitad del adelanto, tenemos que los bienes rurales debían alcanzar los
motivos para esperar una mejora en 1846". Si bien era necesario desprenderse de $F 1,14 millón. En este caso, habrían crecido a una tasa del 5,2% anual.
activos para saldar éstas y otras deudas, tanto los administradores como el represen- La importancia de un patrimonio rural superior al millón de pesos fuertes salta a
tante de los herederos menores de Sheridan se opusieron a toda venta con el argu- la vista cuando recordamos que los ingresos ordinarios del Estado argentino en el año
mento de que "el valor de la propiedad en consecuencia del bloqueo, etc., era a la 1871 alcanzaron los $F 12,7 millones; la fortuna rural que estamos considerando re-
sazón puramente nominal" 85 . presentaba, entonces, alrededor del 10% de esta cifra 87 . Pero el patrimonio de
Teniendo en cuenta las difíciles circunstancias que la producción rural atravesó Anchorena estaba lejos de agotarse allí. Si Nicolás Anchorena fue descripto como "el
en aquel período, no extraña que a partir de la década de 1830 y hasta su muerte, más rico ganadero de Buenos Aires", hay elementos que nos sugieren que es necesa-
Nicolás de Anchorena se ocupase de desplazar recursos hacia otras esferas de acti- rio hacer énfasis en la primera parte de esta frase ("el más rico") tanto como en la
vidad. Y aunque parece probable que los contratos de venta de ganado al Estado de segunda ("ganadero"). Al fin y al cabo, otros estancieros del período, como Felix de
los que se benefició en esos años le otorgaron ventajas que otros productores no Álzaga (dueño de más de 76 leguas), dejaron propiedades rurales tanto o más exten-
pudieron explotar, lo cierto es que sus estrechos vínculos con el régimen no le impi- sas que Anchorena, pero siempre estuvieron lejos de ser considerados como capita-
dieron perseverar en esta conducta cautelosa86. Todo sugiere que, para el momento listas del mismo rango. Para entender por qué Nicolás Anchorena era percibido como
de su fallecimiento en 1856, el mayor propietario rural argentino de las décadas cen- un hombre cuya fortuna era la primera de la Confederación es preciso prestar espe-
trales del siglo era un empresario cuya fortuna no se concentraba en el sector agrario, cial atención a los demás componentes de su fortuna. Veamos, en primer lugar, sus
sino que tenía su centro en el préstamo de dinero y la renta urbana, que en conjunto inmuebles urbanos. Tras la muerte de Nicolás, su viuda destinó el grueso de sus
tenían clara primacía sobre sus bienes rurales. La consulta de su juicio sucesorio, ingresos a adquirir propiedad urbana, que para 1871 estaba cerca de triplicar el valor
iniciado en 1871 a solicitud de su nieto Fabián Gómez y Anchorena, brinda informa- de sus empresas rurales ($F 3,3 millones contra $F 1,14/1,35 millón). Con más de
ción muy confiable al respecto. Este documento nos ofrece una lista detallada de IOS ciento veinte inquilinos, algunos de los cuales estaban lejos de ser pobres, Estanislada
bienes que Nicolás Anchorena dejó tras su deceso, así como también una estimación Arana debía ser la mayor propietaria y rentista de la ciudad de Buenos Aires, y de la
del valor de parte de ellos para el año 1871. Sus inversiones rurales, que hemos Argentina toda. El patrimonio urbano que Nicolás acumuló hacia el fin de sus días era
calculado en unos F$ 130.000 hacia 1828, para 1871 estaban próximos a alcanzar el más pequeño, pero de todas maneras muy notable. En 1856 dejó 24 propiedades que
millón de pesos ($F 0,88 millones, o $ 22 millones m/c). Es importante señalar que esta tenían un valor de inventario de $ 32,1 millones m/c, o $F 1,3 millón. Es decir que
cifra no contempla la totalidad del rodeo dejado por Anchorena. Tras la muerte de cualquier estimación que coloque el porcentaje representado por el ganado por de-
Nicolás, sus dos hijos recibieron un adelanto de herencia que incluía, en proporciones bajo del 60% del adelanto al que nos hemos referido en el párrafo anterior (punto en el
imposibles de determinar, tanto efectivo como ganado. Esta cesión fue hecha a una que el valor de su patrimonio rural se iguala con el urbano) da como resultado que el
tasa del 7% anual, y para 1871 alcanzaba a $F 0,52 millón, o $ 13 millones m/c. Tenien- valor de los inmuebles urbanos de este capitalista superaba el de sus activos rurales.
do en cuenta que la viuda de Nicolás, que autorizó este adelanto y fijó ese tipo de Aunque quizá nunca podremos saberlo con certeza, no es improbable que el valor de
interés, no parece haber tenido intención alguna de perjudicar a su nieto, el tercer las empresas rurales del mayor estanciero pampeano de la primera mitad del siglo
heredero (que era entonces menor de edad y que, pese a la conflictiva relación que XIX fuese inferior al de sus inmuebles urbanos.
luego mantendría con su abuela, no objetó este aspecto del arreglo sucesorio), pode-
mos considerar que esa tasa refleja bastante bien el incremento patrimonial que el A valores de 1871, y descontando los activos líquidos, el patrimonio que Nicolás
acervo sucesorio experimentó luego de 1856. Como ya señalamos, resulta imposible Anchorena dejó a su fallecimiento estaba compuesto en partes similares por bienes
determinar cuánto de ese medio millón de pesos fuertes estaba integrado por ganado urbanos y rurales. ¿Es posible trazar un cuadro, siquiera aproximativo, del valor rela-
y cuánto por efectivo. Pero aún si, como hipótesis extrema, consideramos que el ga- tivo de sus propiedades urbanas y de sus empresas rurales para 1856? Desgraciada-
nado constituía un 90% de esta cifra (y los adelantos en efectivo sólo un 10%), tene- mente, carecemos de los instrumentos (inventarios del ganado existente en las estan-
mos que, tomados en conjuntos, y a precios de 1871, los bienes rurales dejados por cias en 1856 y 1871, un detallé de las mejoras introducidas en los inmuebles, serie de
Nicolás Anchorena debían rondar los $ 33,5 millones m/c, o $F 1,35 millón. De ser así, precios del ganado y del suelo, etc.) que nos permitirían avanzar en este sentido. Al
respecto, sólo puede afirmarse que el precio de la tierra en la campaña subió
85
Sucesión Pedro Sheridan, AGN, ff. 267, 270. marcadamente entre las décadas de 1850 y 1870 al calor de la expansión de la eco-
86
Es preciso señalar, sin embargo, que Anchorena no siempre parece haber obtenido beneficios en esas nomía lanar, y que otro tanto debe haber sucedido en la ciudad de Buenos Aires. Es
transacciones. En 1837, por ejemplo, se quejaba ante Rosas de que el Estado le debía un monto equivalente al razonable suponer que el precio del suelo en los distritos céntricos debe haberse
valor de doce mil reses, y amenazaba abandonar la provisión de ganado. "Cada día conozco mejor que el
gobierno, aunque quiera, no puede pagarme por los medios ordinarios, y yo no debo, ni puedo aventurar en incrementado de modo sostenido en una ciudad que, en lo que a ocupación del espa-
mayor cuantía la fortuna de mis pupilos y de mis hijos a los azares de operaciones extraordinarias". Nicolás cio se refiere, no sólo creció más rápido que en etapas previas (entre 1855 y 1869, la
Anchorena a Juan Manuel de Rosas, 6 de enera de 1837, en AGN, Sala VIl, 2068. En esos artos, otros producto-
res, como Vicente González, tenían mayor participación en este negocio. Véase al respecto, HALPERIN DONGHI,
Guerra y finanzas, cit., pág. 172. Oscar OSZLAK: La formación del Estado argentino (Buenos Aires, 1985), pág. 261.
596 ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 597

población de la ciudad pasó de 92.700 a 177.800, a la formidable tasa del 4,7% anual) Cuando comparamos esta cifra con el valor atribuido al resto del patrimonio de
sino que también tenía rasgos claramente ricardianos (en tanto ese crecimiento valo- Nicolás Anchorena en la valuación de 1871, comprobamos que sus tenencias en di-
rizaba en primer lugar a los distritos de asentamiento más antiguo, en particular a los nero resultan ligeramente superiores a sus bienes urbanos o rurales. Si bien parece
ubicados en las inmediaciones de la Plaza de Mayo, donde Anchorena poseía el algo temerario avanzar mucho más allá de estas gruesas estimaciones a partir de los
grueso de sus propiedades). En cualquier caso, quince años antes de la tasación de datos con que contamos, parece difícil escapar de la siguiente conclusión: el hombre
1871, la importancia relativa de cada una de estas categorías (bienes urbanos y bie- que era tenido por el mayor terrateniente de las pampas era, al fallecer, algo más que
nes rurales) en la fortuna de Anchorena no debía ser muy distinta a la vigente en ese un terrateniente. Nicolás poseía una fortuna diversificada, cuya estructura estaba com-
momento. Si algún cambio en el peso relativo de los inmuebles urbanos y rurales puesta, en partes relativamente equivalentes, por bienes rurales, bienes urbanos y
debe señalarse, el saber convencional sobre el tema sugiere que, considerando la activos líquidos, quizás con una ligera primacía de esta última categoría.
veloz valorización del suelo rural durante ese período de "fiebre lanar", para 1856 el
precio de los bienes rurales debería haber sido comparativamente más bajo que el de
los urbanos. Si esto es así, la estructura del patrimonio de Anchorena para 1856 refle- V I l . Conclusiones
jaría una incidencia de los bienes urbanos aún mayor que la presente en 1871.
La historia de Juan José y Nicolás Anchorena ofrece un punto de mira privilegia-
Falta considerar, todavía, una parte muy relevante de esta fortuna. La informa- do para entender cómo los grandes capitalistas rioplatenses reaccionaron ante las
ción contenida en el inventario de 1856 nos indica que Nicolás dejó unas 32.000 libras dislocaciones que la economía de la región experimentó en el medio siglo que suce-
esterlinas ($F 160.000) depositadas en Londres, y créditos activos por unos $F 261.000.
dió al derrumbe del orden colonial. Vista en perspectiva, la reorientación de la activi-
Además, en distintas "cajas de fierro" en su propio domicilio, Anchorena guardaba
dad económica hacia la exportación de productos ganaderos se revela como la prin-
una importante cantidad de dinero en efectivo: $ 3,2 millones en papel moneda ($F
cipal transformación de ese período de mayor libertad comercial. En una economía
156.000), y más de $F 100.000 en metálico, además de cerca de 437 libras en piñas
tan abierta como la que entonces comenzó a tomar forma, y que además carecía de
(es decir, mineral no amonedado) de plata, que debían equivaler a unos $F 8.000.
un sector secundario o terciario de envergadura, el sector de exportación pronto al-
Parte del dinero que Nicolás conservaba en su domicilio debía constituir una reserva
canzó una influencia sobre el funcionamiento global de la economía que sería mayor
de valor; otra, quizás, esperaba ser colocada en algún negocio. Tomados en conjun-
que en cualquier otra etapa (previa o posterior) de la historia argentina. De este cua-
to, y a precios de 1856, estos activos líquidos alcanzaban la enorme cifra de $F 685.000
(cerca de $ 14 millones de pesos papel). dro no resulta legítimo concluir, como se ha hecho muchas veces, que la especializa-
ción en la producción primaria para la exportación fuera la actitud predominante entre
¿Cómo comparar estos activos líquidos, cuyo valor sólo conocemos para 1856, los miembros más conspicuos de la elite económica pampeana. Como el ejemplo de
con los inmuebles (urbanos y rurales)? Dado que resulta imposible estimar el valor de los hermanos Anchorena pone de manifiesto, poderosos miembros de este grupo
estos últimos para 1856, una opción más razonable es tomar como base de compara- respondieron a los desafíos que les planteaba un contexto plagado de incertidumbres
ción al año 1871. Para ello, debemos estimar cuánto hubiesen representado los acti- -que sólo retrospectivamente puede describirse como signado por el ascenso irrefre-
vos líquidos en ese año. De haber permanecido colocados a una tasa de interés nable de la economía ganadera- adoptando estrategias cuyo objetivo principal estu-
similar a la que percibían en 1856 ($F 240.000 al 10%, $F 23.500 al 6%, $F 160.000 al vo lejos de circunscribirse a profundizar su vinculación con la producción rural.
4%), para 1871 los créditos activos de Anchorena deberían estar cerca de alcanzar Descripta habitualmente como un ejemplo paradigmático de la mutación del comer-
los $F 1.380.000. Dado que en la década de 1860 las tasas de interés tendieron a ciante colonial en terrateniente, la historia de los Anchorena nos revela que los más
bajar como consecuencia del avance del sistema bancario, es probable que, de ha-
poderosos capitalistas porteños de la primera mitad del siglo XIX responden a un tipo
ber vivido, Nicolás Anchorena hubiese actuado de forma similar a los herederos de su
histórico de empresario bien distinto. En efecto, desde los años de 1820, y hasta
hermano Tomás, que retiraron sus depósitos de la plaza de Londres y colocaron el
bien pasada la mitad del siglo, no fue la apuesta exclusiva a la actividad rural, sino
grueso de sus activos en el Banco de la Provincia, donde percibían un interés cercano
la inversión en distintos campos de actividad, el principio que presidió la organiza-
al 7% anual. Si optamos por realizar una estimación alternativa tomando como base
ción de los negocios de estos príncipes entre los capitalistas de la Argentina inde-
esta tasa (a la que Estanislada Arana, la viuda de Nicolás, le ofreció adelantos a sus
pendiente.
descendientes en ese período) para todos sus depósitos y créditos activos, similar o
quizás inferior al ritmo de valorización del suelo en esos años, advertimos que los $F Esta constatación no puede pasar inadvertida para una historiografía que tradi-
423.500 que Anchorena tenía colocados a interés en 1856 debían estar cerca de cionalmente ha considerado al empresariado que emergió de la crisis del orden colo-
alcanzar los $F 1.170.000 en 1871. Si a esta estimación, más modesta que la anterior, nial como una elite económica de neto perfil terrateniente, y que de esta premisa ha
le sumamos los $F 260.000 que Anchorena poseía en efectivo en su domicilio, tene- deducido una serie de corolarios referidos a la importancia (económica pero también
mos que el valor de sus tenencias en créditos o efectivo debía ubicarse por encima de social y política) de la gran estancia ganadera y de sus dueños. Todo ello es más
los $F 1.400.000. En cambio, si optamos por tomar como cierta la estimación realiza- relevante puesto que esta hipótesis ha sido objeto de algunos estudios críticos que,
da con las tasas vigentes en 1856 ($F 1.380.000), resulta que los activos líquidos de recientemente, han puesto de manifiesto la importancia de las inversiones extraagrarias
este capitalista superaban holgadamente el millón y medio de pesos fuertes. de algunos grandes empresarios, y que cuestionan el carácter exclusivamente terra-
ROY HORA LOS NEGOCIOS DE JUAN JOSÉ Y NICOLÁS DE ANCHORENA (1810-1856) 599
598

teniente del sector más poderoso de la elite propietaria que emergió de la crisis de Por cierto, en este período los hermanos Anchorena también invirtieron capital
independencia 88 . en la producción rural. Su ingreso en esta actividad, sin embargo, estuvo lejos de ser
Una exploración sistemática de este problema cae fuera de los objetivos de este arrollador. Sólo luego de un quinquenio de cautelosa exploración de este terreno, en
trabajo, y sólo puede encararse a partir de un estudio que tome por objeto no a figuras el que cosecharon altos beneficios, las inversiones rurales de estas criaturas urbanas
individuales sino a un conjunto más representativo de los mayores capitalistas de la tomaron ímpetu. Y todo hace pensar que, además de la elevada rentabilidad que sus
primera mitad del siglo XIX. La mirada más microscópica que aquí se ha intentado, sin estancias habían alcanzado en los años que van de 1821 a 1825, otros factores
embargo, puede ofrecer algunos indicios acerca de los motivos por los cuales algu- circunstanciales los decidieron a tomar este curso de acción. El fenómeno inflaciona-
nos capitalistas optaron por invertir simultáneamente en distintos campos de activi- rio que desde fines de 1825 se desató sobre Buenos Aires parece decisivo para en-
dad. En el caso de los Anchorena, antes que un modelo abstracto de organización tender los motivos que los indujeron a realizar fuertes inversiones en tierra. En esa
empresaria, este principio resultó de la adecuación de un estilo de hacer negocios ocasión, los Anchorena parecen haber intentado desprenderse de activos que se
madurado durante el orden colonial a una realidad económica tan incierta como encontraban en riesgo de depreciación, cambiándolos por otros mejor protegidos
novedosa. La desaparición de los lazos comerciales con España y el Alto Perú asestó frente a los avatares del papel moneda. Cualquiera sea el caso, ello sugiere que sus
un golpe decisivo a la comunidad mercantil porteña, que en poco tiempo perdió la decisiones de inversión estaban sometidas a un cálculo en el que la rentabilidad y los
posición de primacía que, gracias a los privilegios que el orden imperial le otorgaba, riesgos de la inversión rural aparecían comparados con los que predominaban en
había sido suya durante el período tardocolonial. De todas maneras, para actores otras esferas de actividad en las que poseían parte importante de su patrimonio.
cuya cultura empresaria se había forjado en la esfera de la circulación, este terreno Todo ello parece confirmarse cuando observamos cómo evolucionaron las in-
continuó proveyendo oportunidades para la acumulación de capital. Como los ejem- versiones rurales de los Anchorena en décadas posteriores. Pues el fuerte giro hacia
plos que analizamos parecen sugerir, la pérdida de los mercados altoperuanos y la la inversión rural de fines de la década de 1820 no marcó una tendencia de largo
competencia extranjera, particularmente dura en el comercio de importación-expor- plazo en sus estrategias de inversión. Según hemos visto, desde fines de la década
tación con el Atlántico norte, no impidió que algunos dinámicos (o afortunados) mer- de 1820 y por un cuarto de siglo, estos hermanos no mostraron mayor Interés en
caderes lograran sobrevivir e incluso prosperar gracias a nuevos emprendimientos continuar incrementando su patrimonio inmobiliario rural; todo sugiere, por otra parte,
mercantiles. En el caso que nos ocupa, ello resultó de la reorientación de los negocios que desde entonces el proceso de capitalización de sus empresas rurales se realizó
de Juan José y Nicolás Anchorena, en primer lugar, hacia el trato con productos ame- con recursos propios, y que cesaron las fuertes transferencias provenientes de otros
ricanos como la yerba o la madera. En este terreno, los Anchorena parecen haber sectores. Al respecto, parece importante recordar que en diversos momentos de ese
encontrado modos de competir en condiciones de igualdad, e incluso con alguna largo período (particularmente durante los años de sequía de 1830-31 y en la década
ventaja, con los mercaderes extranjeros. que va de 1838 a 1848, signada por repetidas interrupciones en el comercio de expor-
Todo sugiere, sin embargo, que en el clima más incierto que dominó el escenario tación y por una aguda escasez de trabajadores rurales), la rentabilidad de sus em-
rioplatense desde la década de 1810, el comercio ya carecía del atractivo que lo presas ganaderas no parece haber sido ni tan alta ni tan constante como en el quin-
singularizaba en tiempos coloniales, cuando constituía la única actividad a partir de la quenio 1821-25. Esta poderosa señal no pasó inadvertida. No sorprende que expec-
cual podía erigirse una gran fortuna en el Río de la Plata. No sorprende, pues, que los tativas de baja rentabilidad y alto riesgo fuesen un aliciente para que los empresarios
Anchorena, hasta entonces ejemplos característicos del mercader que concentraba optasen por incrementar sus colocaciones fuera del sector agropecuario. La informa-
sus recursos en la actividad comercial, comenzaran a explorar nuevas esferas de ción con que contamos nos indica que, desde fines de la década de 1830, Nicolás
actividad. Para la segunda mitad de la década de 1820 encontramos a Juan José Anchorena parece haber girado capital desde sus emprendimientos rurales hacia la
convertido en un importante prestamista, y otro tanto parece haber sucedido con su compra de inmuebles y (quizás también) el préstamo de dinero, que al momento de
hermano Nicolás, que cuando falleció tenía cerca de un tercio de su patrimonio en su muerte tenían clara primacía sobre sus inversiones en la campaña, a punto tal que
efectivo, depósitos y créditos activos. El alza de las tasas de interés que se verificó representaban alrededor de dos tercios de su patrimonio total.
desde la década de 1810 parece haber vuelto al préstamo mucho más atractivo que Esta última evidencia invita a formular una observación final. El hecho de que
en el período colonial. Sin embargo, la inestabilidad monetaria que caracterizó a la desde la década de 1830 el más exitoso de los empresarios de la Confederación
economía de Buenos Aires desde la década de 1820, en parte consecuencia de la Argentina, lejos de haber profundizado su vocación terrateniente, la haya atenuado,
fragilidad del orden político, dio lugar a abruptas fluctuaciones en el valor del dinero merece ser puesto de relieve. Constatar este dato a primera vista sorprendente es,
(metálico y fiduciario), que incrementaron los riesgos que afrontaban quienes empero, menos relevante que intentar reconstruir la lógica que impulsaba a Nicolás
incursionaban en esta actividad. No sorprende, entonces, que los Anchorena intenta- de Anchorena a actuar de ese modo. No resulta aventurado sugerir que la conducta
ran combinar este tentador pero riesgoso negocio con otros más seguros. Entre ellos de este hombre de negocios nos habla de una percepción sobre el porvenir de la
se contaba la inversión en inmuebles de renta urbana, en la que desde la década de economía de exportación bastante más desconfiada que la que se volvería dominan-
1820 invirtieron una parte muy sustantiva de su patrimonio. te a partir del último tercio del siglo XIX, cuando el arrollador avance de la producción
rural en las pampas, y la veloz valorización del suelo que lo acompañó, invitaron a
GARAVAGLIA, "Patrones de inversión", cit.; HORA, "The making and evolution", cit. muchos contemporáneos (y también a historiadores de tiempos más recientes) a con-
600 ROY HORA

siderar a estos procesos como datos que no podían haber escapado al juicio de los
hombres de la primera mitad del siglo XIX. Como hemos intentado sugerir en este
trabajo, las propias acciones de los hermanos Anchorena nos revelan que ése no era
el horizonte de ideas en el que se movían los capitalistas de esos años, que tomaron
decisiones de inversión en función de expectativas y creencias que no eran las del
futuro sino las de su propio tiempo. Visto desde la perspectiva que ofrece la historia
del empresariado, es quizás en torno de este punto (que nos habla de una evaluación
en muchos aspectos más sobria sobre las promesas contenidas en la expansión ru-
ral) que se ubica una de las discontinuidades más radicales entre la primera y la
segunda mitad del siglo XIX, que ningún estudio sobre la elite económica argentina
puede dejar de tener en cuenta.

RESUMEN

Este articulo analiza cómo los hermanos Juan aquí se ofrece sugiere que esta interpretación
José y Nicolás de Anchorena, dos miembros debiera revisarse. Una mirada atenta a los
prominentes de la elite económica de Buenos papeles comerciales de los Anchorena, así como
Aires, respondieron a la crisis de independencia. también a información de origen judicial, indica
Habitualmente se afirma que cuando el orden que más que concentrarse en la producción rural,
colonial comenzó a resquebrajarse, los grandes estos grandes capitalistas diversificaron sus ac-
capitalistas porteños desplazaron sus activos del tivos en distintas esferas de actividad (comercio,
comercio a la producción agropecuaria. Los An- finanzas, renta urbana y producción rural). Este
chorena (que pronto se convertirían en los mayo- patrón de inversiones intentaba responder a la
res terratenientes de la Confederación Argentina) inestabilidad económica y política, que constitu-
son usualmente descriptos como un ejemplo yó un rasgo decisivo de la historia rioplatense
paradigmático de este giro. La evidencia que en el medio siglo que sucedió a la independencia.

SUMMARY

This article analizes how Juan José and requires revision. A close examination at the
Nicolás de Anchorena, two prominent members Anchorena brothers' papers, and to judicial
of the porteño economic elite, reacted to the crisis sources, indicates that, rather than concentrating
of Independence. It is often argued that, as the on rural production, these large capitalists
economic environment in which colonial diversified his assets into several spheres of
merchants had prospered began to crumble, activity -commerce, finance, urban rents and
large capitalists moved from commerce into cattle rural production-, I argue that this pattern of
ranching. The Anchorenas (who would soon investment emerged as a result of businessmen's
became the largest landholders of the Argentine attempts to cope with economic and political
Confederation) are usually described as a instability, which was a recurren! feature of River
paradigmatic example of this shift. The evidence Plate history in the first half century after
produced here suggests that this interpretation independence.

REGISTRO BIBLIOGRÁFICO
HORA, Roy
"Del comercio a la tierra y más allá: los negocios de Juan José y Nicolás de Anchorena (1810-1856)'.
DESARROLLO ECONÓMICO - REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES (Buenos Aires), vol. 44, N» 176,
enero-marzo 2005 (pp. 567-600).
Descriptores: <Historiaeconómica> <EI¡te> <Comercio> <Anchorena> <Argentina>.

You might also like