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Los árabes acostumbraban a tener dos plantas, la baja y otra sobre ella, pero como
en todo tiempo y lugar, si el espacio intramuros para edificar era escaso en un mo-
mento dado, aumentaba forzosamente la altura de las viviendas, pudiéndose alcanzar
hasta los cuatro o cinco pisos o “plantas”.
Rara era la vivienda palatina con más de dos plantas cual es el ejemplo de la Al-
hambra la que tan sólo deja ver dos plantas y entresuelo en el extremo de los pies
del Patio de Comares.
The Arabs used to have two floors, the ground floor and another above it, but as in any time and
place, if the space within the walls for building was not enough, the height of the houses was ne-
cessarily increased, being able to reach up to four or five floors or "levels".
Naturally this rule did not affect the military architecture multiplying in the towers of tribute and
thick towers the number of floors to house the military.
Rarely was the palatine house with more than two floors which is the example of the Alhambra
that only lets you see two floors and a mezzanine floor at the foot of the Patio de Comares.
Regarding the light of the buildings of the Palatine Sabika we can call “architect of the Light” to
the creator of the Palace of the Lions and "the light made architecture" for the palace of the Partal.
Decorative arcades in height: from the Sassanian palace of Ctesipfon to our facades imafrontes of
Mudejar palaces and churches, the whole Oriental and Western Mediterranean orb full of such de-
coration.
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INTRODUCCIÓN
Hace ya años me ocupé de las plantas altas de los edificios hispanomusulmanes, ar-
quitectura castrense y palatina o doméstica en el Tratado de arquitectura hispano-
musulmana II, III y de paso puse de manifiesto la iluminación de Mezquitas
(Tratado IV).
El propósito del presente artículo es abundar en ambos temas y volver a las arquerías
decorativas de altura que desde los palacios sasánidas (palacio de Ctesiphon) pasan-
do por el arte omeya y abasí hasta las últimas manifestaciones de la arquitectura
mudéjar toledana animaban todo tipo de fachadas de edificios del orbe mediterrá-
neo tanto palatinos como religiosos.
He considerado que tan importantes eran las casas árabes de doble planta como las
de las torres castrenses urbanas y de la campiña en algunas de las cuales se instala-
ron viviendas domésticas tipo urbano, torres señeras de la alcazaba de Antequera,
vivienda de la torre albarrana del malagueño fuerte de Gibralfaro, vivienda alta de la
torre del Homenaje de la alcazaba alhambreña o las torres de la Cautiva y de las In-
fantas de la Alhambra, calahorras mitad militar mitad residencia de príncipes según
el poeta Ibn Hayyan del siglo XIV.
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Todo lo que era o significaba altura resultaba novedoso en al-Andalus, en Toledo ex-
cepcionalmente una segunda planta para la mezquita de las Tornerías o el patio azo-
tea entre dos alargadas torres del llamado palacio de Galiana inicialmente edificio
cuartel a la vez que guardián de todo el entorno extramuros urbano hasta que en el
siglo XIV es convertido en palacio. Ya los califas en Córdoba sesteaban en lo alto de
las azoteas del alcázar que avanzaban hasta la misma orilla del Guadalquivir, lugares
de recreo siempre expectantes de paradas militares de la parte del arrecife por donde
se abría Bab al-Sudda recientemente identificada por Marfil Ruiz.
Todo ello casi siempre a título de excepción hasta que ya en pleno siglo XIII y todo
el XIV Granada ve florecer arquitecturas palatinas de más de una planta, acribilla-
das de ventanas y ventanales por los que entraba la luz del día a raudales iluminando
estancias, pórticos, maylis y miradores o torretas como la del Partal, luz inagotable
que llegaba de los jardines enclaustrados y de los patios de cuatro paredes, jardín de
Lindaraja, patios de Comares y de los Leones, explanada o patio de Machuca y el
del Cuarto Dorado. Antes abajo en la ciudad hubo palacios almohades, entre éstos,
ya desaparecidos, y los nazaríes de Yusuf I y Muhammad V de la Alhambra estaba
el Cuarto Real de Santo Domingo hoy en parte en pie con su qubba de veinte venta-
nas en alto dando luz a las excelentes yeserías planas de las paredes interiores, qub-
ba o sede de gobernantes reiterada por diez veces en el ámbito de la Alhambra.
Una de las estancias de esta ciudad palatina mejor iluminadas es el pequeño mirador
de Lindaraja con tres grandes ventanales precedidas de la sala de ajimeces con otras
dos ventanas de arcos gemelos, estancia luminosa, bahw con Muhammad V, con
cierto parentesco con la Sala del Ninfeo de la planta baja del palacio de la Zisa de
Palermo, uno y otro espacio mocarabados, cuatro arcos de muqarnas y planta cruci-
forme, dos moradas de placer o recreo separadas por tres siglos, XII, XIII, XIV.
Ciertamente en la Alhambra cabe hablar del arquitecto de la luz personificado en
cinco qubbas del Palacio de los Leones cada una con veinte ventanas en tanto que el
palacete del Partal es la luz hecha arquitectura, cincuenta y dos arcos y ventanas, sin
parangón conocido en Oriente y en Europa, una miniatura comparado el palacete
con Santa Sofía de Constantinopla, pero ambos edificios radiantes de luz por todos
sus costados.
3
Luz y arquitectura siempre unidas para los arquitectos, la luz probablemente con
connotaciones simbólicas e incluso espirituales en las mezquitas para algunos auto-
res modernos.
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CAPÍTULO I
6
siglo XII, de Guglielmo II; 5, 6, palacio de la Cuba de Palermo, siglo XII, fachada
sobre alto zócalo liso, ventanales fingidos y nichos u hornacinas copiadas de pala-
cios semiruinosos de la Qal´a de los Bannu Hammad de Argelia, siglo XI.
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Figuras 4, 5. Planta alta y baja de la Puer-
ta del Vino. Esta puerta sería más bien de
arco- puerta honorífica tal vez con la fun-
ción de reclamo o llamada desde la venta-
na para la oración o cualquier otro evento
verificado en la explanada, especie de mu-
salla, por algún tiempo, siglo XIII, donde
se encuentra el palacio de Carlos V.
Este tema lo volveremos a ver en la mezquita de las Tornerías de Toledo, siglo XI,
construida sobre edificio muy anterior romano o visigodo.
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Figuras 6, 7, 8. Torre de las Infantas de la
Alhambra, siglo XIV, dos plantas (3) (4)
(5); 1, ventana en el alto del interior, dos
arcos iluminan las salas laterales (2).
Figura 7. 1, 2 Alzado y sección de la pa-
red de habitaciones con pórtico del sur del
palacio de Comares, según Torres Balbás,
con reflejo de planta baja entresuelo y
planta superior; 3, la cara que mira al pa-
tio del pórtico norte y torre de Comares,
con ventana de dos arcos de la segunda
planta; 4, Casa del Horno de Oro de Gra-
nada, arriba crujía con barandillas y pies
derechos de madera; 5, planta baja de las
dos viviendas moriscas de la Casa del
Chapiz del Albaicín de Granada.
Figura 8. Las tres plantas excepcionales de la Casa del Chapiz, vivienda interior, res-
taurada.
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Figuras 9, 10, 11. 1, 2, ventanas
bíforas de las viviendas del cos-
tado oeste del Patio de los Arra-
yanes del Palacio de Comares.
Figura 10, arquería con bífora
del ala norte del Cuarto dorado
de la Alhambra. Figura 11. 1,
Casa de Zafra de Granada, dos
plantas, adintelada la segunda;
2, 5, 7, la llamada Darahorra de
Granada, después de la restaura-
ción , tres arcos de planta baja
única en uno de sus lados, y tres
plantas en el lado principal; 3,
Casa de las Monjas según dibujo
publicado por Gómez-Moreno;
4, 6, Casa Horno de Oro de
Granada. Las viviendas grana-
dinas árabes y moriscas de fue-
ra de la Alhambra, tras los estu-
dios de Gómez Moreno y Torres
Balbás han sido estudiadas detenidamente por los arquitectos A. Orihuela, A. Alma-
gro y F. Prieto Moreno.
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Figuras 12, 13. 1, 3, portada del palacio mudéjar de Pedro I, Alcázar de Sevilla. De-
corativamente tres fajas o plantas, la tercera con ventanas reales en grupo de tres y
dos arcos que darían luz a la Qubba supuestamente de Pedro I , según A. Almagro
palacio público del monarca, el bajo del Patio de Doncella, palacio íntimo o priva-
do según el mismo autor. De todas formas la portada muy festiva del Patio de la
Montería muy hermanada con la portada (2), obra de Muhammad V, dando entra-
da al palacio de Comares de la Alhambra de Yusuf I con arreglos de aquél; en ambas
portadas se imponen vanos efectivos adintelados por entradas: 4, esquema de por-
tada de las viviendas del Patio de Comares de la Alhambra; 5, 6, el Maristán de
Granada de Muhammad V con su segunda planta, la puerta de entrada adintelada,
imágenes publicadas por Torres Balbás. Excepcionalmente en Granada este edificio
luce al exterior arcos lobulados inspirados por el arte mudéjar sevillano o toledano.
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Figura 13. 1, vieja fotografía de la fachada del palacio sevillano de Pedro I, antes
de la aparición de las arquerías bajas laterales de la portada mudéjar central. Mi cri-
terio es que las galerías altas laterales son fruto de restauraciones del siglo XIX
cuando se retocó al pleno la qubba central de la segunda planta; 2, 3, las dos porta-
das del palacio mudéjar de Tordesillas fundado por Alfonso XI en conmemoración
de la victoria en el Salado sobre Yusuf I y aliados, sin duda la portada principal (2)
es modelo inicial de la portada del palacio sevillano comentado. Tiene puerta adin-
telada con dovelas decoradas, registro superior meramente decorativo y arriba venta-
na de dos arcos gemelos con labor de tsebka encima, copia de uno de los frentes del
alminar almohade de Hassan de Rabat. Como el palacio sevillano tiene dos destaca-
das pilastras de abajo arriba donde se dejan ver mensulones meramente decorativos
sin la función de sostener alero como pensaba Torres Balbás, estos miembros voladi-
zos propios de portadas de piedra de la muralla almohade de Rabat. En la fachada
del costado (3) destaca la ventana de dos arcos lobulados de la segunda planta y aba-
jo arco plenamente de impronta almohade con rizos intercalados.
Figura 14. 1, Las ventanas de doble arco con parteluz de las que venimos comentan-
do con personajes asomándose a la calle o la campiña figuran a veces en edificios
castrenses como castillos de pinturas de la época. Hay ejemplo en pintura del claus-
tro del Convento Francisca de Toledo y el castillo de una de las pinturas de bóvedas
de la Sala de Justicia de la Alhambra de la presente imagen (1); 2, 3, portada de la
casa-palacio de los marqueses de la Algaba de Sevilla. Se trata de una réplica con
variantes de las portadas comentadas del alcázar sevillano y de Tordesillas.
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Figuras 15, 16, 17. Portada del pala-
cio del convento Madre de Dios de
Toledo, de la familia Oter de Lobos.
Puerta con dintel adovelado esta vez
de cerámica, registro de seis arcos de
siete lóbulos entrelazados trama pro-
pia de fachadas de Santiago del Arra-
bal y ventanal de tres arcos lobula-
dos, programa confeccionado con la
vista puesta en la calle central de la
portada del palacio mudéjar de Pedro
I del alcázar sevillano. Al igual que en
esta portada y la de Tordesillas la ca-
ja se desarrolla entre dos pilastrones.
Figura 16. 1, 2, portada del palacio
mudéjar de Astudillo, siglo XIV, el (2)
portada sin restaurar; 3, portada de
Doña María de Molina de Valladolid,
gran arco con herradura apuntada y la
puerta de entrada al palacio de Valladolid con ventana encima de la segunda planta;
4, el patio el patio con crujía superior de barandal de madera del palacio de Astudi-
llo; 5, el palacio de Don Gutiérrez de Cárdenas de Ocaña, siglo XV, según B. Pavón.
Patio con galería de dos plantas los arcos sustituidos por dinteles y las columnas por
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pilares ochavados, como en el patio del palacio de Fuensalida de Toledo del mismo
siglo. Figura 17. 1, 1-1, portada del llamado palacio del Rey Don Pedro, de la Fami-
lia Ayala. Esta portada y la del Palacio de Fuensalida de Pero López de Ayala se dis-
tinguen por el medio punto o arco ojival de encima del dintel formando un segundo
registro, el superior con la ventana medieval alterada. Debajo, a la derecha, galería
doble con pilares ochavados, del palacio del Hospital de Antezana de Alcalá de
Henares (Madrid), siglo XV; 3, casa de doble planta con patio y pórtico de Belyu-
nes, Ceuta, según B. Pavón; 4, tribuna de las mujeres en alto de la sinagoga de
Córdoba, siglo XIV.
Portada del Palacio de
Fuensalida, Toledo, la
Figuras 18, 19. En Toledo las dos plantas del casa palacio del convento de Santa
Clara la Real, siglo XV (1), estudiado por Balbina Martínez Caviro y casa palacio
de los Ayala del convento de Santa Isabel la Real, crujía alta de madera (2); 3, plan-
tas altas del palacio de Mondragón de Ronda, siglo XVI; 4, triple planta de fonduk
de Tetuán, como en la Alhóndiga del Carbón de Granada.
Figura 19. El tipo de ventana con dos arcos gemelos hispanomusulmán (1) (2), deja
de usarse en el Norte de África, época mariní. Las imágenes (3) (4) (5) son de ma-
drazas de Fez, arquitectura con patios de doble crujía con ventanas de una sola luz
arriba, construcciones sin paralelo en Al-Andalus.
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PATIOS CLAUSTROS MUDÉJARES DE DOS PLANTAS
Figuras 20, 21, 22, 23, 23-1. 1, claustrillo mudéjar de San Andrés de Toledo, de una
sola planta; 2, 3, patio del palacio del convento de Santa Clara la Real de Toledo,
antes y después de la restauración; 4, de Santa Clara de Vélez-Málaga; 5, Santa Cla-
ra de Moguer; 6, de la Rábida de Palos de Moguer; 7,planta alta claustro de Guada-
lupe; 8 Claustro mudéjar andaluz; 9, claustro cacereño de Abadía. Figura 21. 1, con-
vento de San Isidoro del Campo (Sevilla); 2, 3, la Rábida de Palos; 4, claustro de
Santa María de Vélez-Málaga. Figura 22, 1, patio de Abadía; 2, patio-claustro de
San Juan de la Penitencia de Toledo; 3, patio de una sola arcada de la mezquita de la
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Magdalena de Jaén; 4, una sola arcada de claustrillo de San Andrés de Toledo; 5,
convento de Huelva, de una sola arcada. Figura 23, patios de dos arcadas de palacios
mudéjar-renacentistas de las Dueñas y de Pilatos de Sevilla, siglo XVI; 23-1, las dos
plantas del palacio mudéjar de Gutiérrez de Cárdenas, Ocaña.
Figura 24. 1, 2, mezquita en alto del ribat de Susa, según A. Lézine; 2, mezquita
planta alta, ribat de Monastir (Túnez); 3, oratorio en segunda planta de la almanara
de la alcazaba de Susa, según A. Lézine; 4, mezquita de las Tornerías de Toledo,
planta alta; a la derecha fachada del oratorio a la calle y planta con las cuatro colum-
nas en rojo sobre planta pre-árabe de arcos de medio punto sobre pilares de piedra;
debajo uno de los arcos sustentantes, ilustraciones del arqueólogo Taboada.
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PERSONAJES ASOMADOS EN VENTANAS DE UNO O DOS ARCOS SEGÚN
ILUSTRACIONES MEDIEVALES
Figura 25. 1, pintura mural con castillo y mujeres asomadas a la ventana, claustro
del Convento de la Concepción Francisca de Toledo, siglo XIII-XIV, según B.
Martínez Caviro; 2, de las pinturas de la Capilla Palatina de Palermo, siglo XII; 3,
estampa del Hadith de Bayad y Riyad, siglo XIII (planta alta con ventana y escena
de placer en jardín), la ventana encristalada o con celosía; 4, fortaleza con ventanas,
pinturas de la Sala de Justicia del Palacio de los Leones de la Alhambra.
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SEGUNDAS Y TERCERAS PLANTAS DE LAS FORTALEZAS HISPANOMU-
SULMANAS
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Figuras 28, 29, 30. Fachada de la Puerta de Bisagra Vieja de Toledo, tres plantas, la
segunda de la buhera con dos ventanas saeteras; 2, las tres plantas de Bisagra
según dibujo de G. Marçais; 3, planta alta de torre del castillo de Calatayud, siglo X;
4, planta alta de la Torre Redonda de la cerca de Cáceres, siglo XII, según Torres
Balbás; 5, planta alta de la torre de Espantaperros de la Alcazaba de Badajoz; a la
derecha en color fachada interior con planta alta, puerta del Mayordomo de Toledo,
siglo X en adelante. Figura 30. 1, 2, 3, 4, 5, la Torre del Oro de Sevilla, tres plantas
más la terraza y segundo cuerpo de menor base, según B. Pavón y M. A. Pavón.
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Figuras 31, 32. 1, planta y sección con tres plantas más sótano de la torre de la Vela,
alcazaba de la Alhambra, las plantas remedan aljibes romanos de Francia; 2, la Torre
del Homenaje de la misma alcazaba, seis plantas, la última vivienda el alcaide de la
fortaleza, según Gómez-Moreno; 3, la Torre del Trobador de la Aljafería, según Iñi-
guez Almech, siglo X, modelo de planta de la del homenaje de la alcazaba de la Al-
hambra. Dos plantas y sótano islámicas; 4, torre de puerta de la fortaleza almorávi-
de Tasgimut, Marruecos, según J. Caillé, escaleras de subida a la segunda planta; 5,
la Torre de la Plata de la muralla almohade de Sevilla, sus tres plantas, la inferior (1)
árabe, según Magdalena Piocheta. Figura 32. El llamado palacio de Galiana extra-
muros de Toledo, inicialmente fortaleza del siglo XII-XIII segunda planta con terra-
za, debajo dos saeteras de los muros, en alto.
Vivienda de la
planta alta de la
Torre del Home-
naje, alcazaba de
la Alhambra.
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Dibujo de la cúpula ner-
vada (1) de la figura 36,
de la segunda planta,
según Luis Ferre de
Merlo
Figuras 35, 36. Torre de Gabia (Granada) con sus tres plantas abovedadas y escale-
ras, según publicación de Torres Balbás; 3, 4, 5, 6, 7, la Torre de Muhammad de la
Alhambra defendiendo los accesos de viviendas y otras construcciones, incluido un
oratorio con alminar. Figura 36, el complejo fortificado de la Puerta de Sevilla en
Carmona, siglo XII-XIII. Terrazas con matacanes defendiendo la entrada; 6, habita-
ción alta de torre del patio. Figura 37. 1, las dos plantas de la torre homenaje del la
fortaleza de Villena, bóvedas de crucería tipo almohade; 2 la torre-puerta del Cristo
de la alcazaba de Málaga con planta alta abovedada y entrada desde el adarve, siglo
XIII-XIV.
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Figuras 37, 38. 39. Monográfico, torre de El Carpio de Córdoba, según plantas, alza-
do y fotografías de B. Pavón. Torre de tres plantas abovedadas estudiadas por pri-
mera vez por Torres Balbás. Figura 38. 1, Torre del castillo de Almodóvar
(Córdoba), tres plantas abovedadas y matacanes, siglo XIV-XV; 2, 3, puerta elevada
del suelo de atalaya de Noviercas (Soria); 4, 4-1, torre de esquina de la muralla al-
mohade de Jerez de la Frontera, la segunda planta octogonal de las termas de Anto-
nino de Cartago; 5, sección y planta alta de la torre-puerta de Justicia de la Alham-
bra, con ventana en la buhera y otra enfrente ciega del muro del arco de la misma.
Destacar que en la planta la sala mayor tiene nicho pentagonal copiado de mihrab-s
de la Alhambra ¿sería oratorio en alto esa sala de Justicia? 6, torre albarrana del
castillo malagueño de Gibralfaro con vivienda dentro; 7, la llamada torre de Guzmán
el Bueno de la fortaleza califal de Tarifa (Cádiz), escalera que lleva a la azotea del
baluarte.
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Figura 40, 41, 42. 1, 2, 3, 4, plantas abovedadas de la Torre Alfonsina del castillo o
alcazaba de Lorca (Murcia); 5, torre militar del caserío de Belyunes (Ceuta, siglo
XIV) con dos plantas en alto abovedadas; 6, Torre de Quintos (Sevilla), según pu-
blicación de Torres Balbás; 7, plantas altas de una de las torres mudéjares de la cerca
arzobispal de Alcalá de Henares (Madrid), siglo XIV. Figura 41. A, Torre de tres
plantas abovedas del la cerca mudéjar de Yepes (Toledo; la planta (x) de torre home-
naje del castillo jienense de Segura de la Sierra, planta tipo Torre del Trovador de la
Aljafería y Torre del Homenaje de la alcazaba de la Alhambra. Otras torres alcalaí-
nas, la albarrana del castillo de Alcalá la Vieja, fortaleza árabe con arreglos mudéja-
res del siglo XIV. Figura 42. 1, la fachada exterior de la Puerta del Sol de Toledo
con arco apuntado de la buhera, encima ventanas de la planta alta, obra del arzobis-
po Pedro Tenorio, siglo XIV, a la planta alta se accedía por escalera estrecha (X),
gemela de la de la puerta también toledana de Mayordomo, puertecilla de al lado; 2,
las dos plantas de la torre del Homenaje del castillo de Alcalá la Real (Jaén) con
bóvedas de crucería tipo es-
tancias de la torre homenaje
de Villena y planta última
del alminar de la Kutubiy-
ya.
Figuras 43, 44. La planta alta de
la torre puerta de las Armas de
la Alhambra, dibujada como to-
rre albarrana con azotea con pre-
til en lugar de almenas.
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Figura 45, las gárgo-
las de las torres de la
Alhambra.
Figura 45. Dos plantas y puerta de la llamada torre de Belén en las inmediaciones
del Alcázar califal, según Boix y B. Pavón, arco de puerta de trazas almohades, la
rosca del trasdós salida de la caja del alfiz.
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Figura 46. El tema de las azoteas de la arquitectura doméstica y castrense. Los textos
árabes hablan de una azotea espléndida del Alcázar califal que llegaría hasta la orilla
del Guadalquivir, por el Arrecife, cerca de Bab al-Sudda desde la que los califas con-
templaban los desfiles o paradas militares. Este tipo de azotea (1), restitución mía,
se semejaría a la de los dos arcos junto a la Puerta de Sevilla de Córdoba (2) (3), a la
derecha. Muy significada en esta línea son las azoteas de las torres señeras de la Al-
cazaba de la Alhambra, por ejemplo la Torre de la Vela (4) (9); 6, 7, 8, el patio o
azotea en planta alta del castillo-palacio de Galiana de Toledo, siglo XII-XIII. Acer-
ca de las escaleras de acceso a segundas plantas, interesante la que desde los baños
de la terraza del Salón Rico de Al-Zahra subía a segunda planta desaparecida (5).
Vallejo Triano ha publicado varias escaleras de esta ciudad palatina aunque de acce-
so no se sabe a qué planta; 10, miniatura mozárabe del Beato de Maio, según J. A.
Millán, personaje en una azotea de fortaleza o palacio.
Figura 47. 1, azoteas de torre almenada del alcázar cristiano de Córdoba siglo XIV;
2, sección del palacio de la Zisa de Palermo, siglo XII, según Caronia G., tres plan-
tas más azotea almenada; 3, azoteas del Ribat de Monastir (Túnez), azoteas con al-
menas de dientes agudos; 4, azotea almenas del Ribat de Susa, siglo VIII-IX; 5, de la
fachada principal del palacio del Infantado de Guadalajara de estilo gótico-
plateresco con balconada sostenida por registro de mocárabes de piedra. No es des-
cartable que esta preciosidad de mirador tuviera modelo en palacios islámicos.
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Figura 48. 1, fachada del Qasr al-Hayr al-Gharbi, planta alta con bífora efectiva, cie-
gas los restantes aros; 2, Bab al-Futuh de El Cairo, siglo XII, cinco ventanas arriba
efectivas; 3, defensa desde la las almenas de una ciudad o fortaleza árabe, siglo XIII,
pintura de El Cairo, recuerda la defensa de fortalezas de códices mozárabes de los
siglos X y XI; 4, 5, portadas de miniatura mozárabe con cinco arcos de herradura en-
cima del arco también de herradura de la puerta; 6, marfil visigodo colección Pit-
cairn del Museo de Pensilvania; 7, fortaleza con fachada prestada de una mezquita,
de miniatura mozárabe, las terrazas almenadas fuera de su lugar de origen.
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Figuras 1, 2. Por orden cronológico hemos elegido los alminares de las grandes mez-
quitas metropolitanas el de la Gran Mezquita de Qayrawan (1, 2, 3, 4, el gran almi-
nar de Abd al-Rahman III de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X (5) (6) y el
de la mezquita de la Qal´a de los Bannu Hammad, Argelia, ya del siglo XI-XII (7)
(8). Prescindiendo de la estructura interna con sus prolongadas escaleras, a veces
empinadas rampas, en torno a machón macizo cuando no superposición de estan-
cias, nos interesan sus ventanas, esos espléndidos colgadizos que animan las alturas
de las torres sacras islámicas en todo el orbe árabe, con uno o dos cuerpos de plantas
decrecientes siempre coronados de almenajes mayormente almenas de dientes agu-
dos. El Qayrawan solo decorado con ventanas la cara que mira al mihrab, la puerta
y tres ventanas en una sola fila, los cuerpos superiores, sobre todo el segundo con
tres ventanas ciegas, el central con vano para ingresar en la estancia del almuédano.
Lo de ventanas solo en el centro cunde en el alminar de la Qal´a argelina, recordán-
donos las tres calles a la Giralda de Sevilla. Con Abd al-Rahman III Córdoba se ve
enriquecida con el majestuoso alminar de dos cuerpos de la mezquita aljama, con
dos caras de distintas ventanas dos registros superpuestos con dos ventanas de dos
arcos gemelos, la bífora sevillana, y otra cara los mismos registros superpuestos con
ventanas de tres arcos iguales, la también trífora o tribelón bizantino, se desconoce
el número de arquillos ciegos del registro superior del primer cuerpo, que según gra-
bados del siglo XVI eran nueve, como así lo creyó Gómez-Moreno, para F, Hernán-
dez, autor de los dibujos que publicamos, los arquillos eran diez, como en la Giral-
da. Figura 2. Veamos el interior de varios alminares y torres mudéjares como suceso-
ras que eran de ellos. 1, Qayrawan: 3, 3-1 tipo cordobés materializados en el almi-
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nar de la mezquita de Santa Clara de Córdoba; 4, alminar de la mezquita de Archez
(Málaga), según M. D. Aguilar; 5, 6, alminares de la Giralda y de la mezquita de
Hassan de Rabat; 7, torre de la iglesia de San Nicolás de Madrid; 8, torre mudéjar
de Santa María de Illescas (Toledo); 9, San Pedro de Franco de Daroca, según
Borrás Gualis y Sanmiguel; 9-1, de Santa María de Ateca, según Sanmiguel; 10, 10-
1, 11, San Pablo de Zaragoza; 13, iglesia de Alagón, según Miguel de Sala; 14, de la
Magdalena de Getafe (Madrid), según Montoya Invarato; 15, torre mudéjar de la
parroquia de San Nicolás de Madrid, según Gómez Moreno y B. Pavón. Falta la 12
de la Magdalena de Zaragoza.
Figura 3. Sobre los nueve o diez arquillos del registro superior del primer cuerpo del
alminar cordobés, F. Hernández en su dibujo del alminar de Córdoba puso arquería
de diez arcos imitando el registro más superior de la Giralda. Nueve según dibujo de
Gómez-Moreno. Nueve tiene la arquería ciega de Bab Rihana de la Gran Mezquita
de Qayrawan, siglo XIII (2) y otros nueve según la desaparecida torre mudéjar de
Santiago de Daroca, siglo XII-XIII en la que hay intento de replicar a la Giralda,
nueve también en las torres de Ateca y Belmonte.
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Figura 5. A la derecha. A, detalle de
la Giralda, según A. Jiménez y A. Al-
magro y (C) con planta de una venta-
na; B, alminar de San José de Grana-
da, siglo XI, según Gómez-Moreno;
D, ventana mudéjar Sevilla del siglo
XIV. Figura 6. A la izquierda. 1 2,
efecto perspectiva de las ventanas de
la Giralda copiado de pórtico y may-
lis de palacios del siglo XI y XII se-
villanos (2): gran arco en el centro
del pórtico y dos o tres arcos de en-
trada al maylis de planta oblonga: 6,
la Giralda con añadido aproximado
del segundo cuerpo desaparecido; 5,
detalle de arco lobulado de la giralda;
3, cinco arcos del registro alto de la
Puerta del Perdón del patio de la
mezquita aljama de Sevilla del siglo
XII, bífora la ventana central: 7, ven-
tanas bíforas de la torre mudéjar de
San Marcos de Sevilla; 8 detalle de ventana con saetera del alminar sevillano de
Cuatrohabitas.
30
Figuras 6, 7. Nuevos aspectos de la Giralda, la fotografía central de Laurent, una
de sus caras. Figura 7. 1, del alminar de Hassan de Rabat, sustraídas las dos co-
lumnas de los arcos lobulados con ojivillas y trama de tsebka encima, novedad
africana distinta de las de la Giralda; 2, ventanas del alminar de la Kutubiyya, nue-
va modalidad en los ventanucos de las albanegas de los arcos de mocárabes, viene
de la puerta de Qahwat al- Qubba de Susa, siglo X-XI; 4, registro alto del primer
cuerpo de la torre de la Kutubiyya. Dos precisiones, primera, ventanas de arcos
abiertos alternando con arcos ciegos, modalidad propia de arcos de mihrab-s de
mezquitas almohades de la Kutubiyya y de Tinmall (5) (6) (7) (8). Segunda moda-
lidad se trata de arcos lobulados entrelazados, arcos de siete lóbulos, replicados
como gala decorativa exterior en los siglos XIII-XIV en el mudéjar toledano; 9,
una ventana de torre de San Dionisio de Jerez de la Frontera.
31
TORRES MUDÉJARES TOLEDANAS Y ARAGONESAS
32
Figuras 10, 11. Torres mudéjares de facturas toledanas. 1, Torre de San Nicolás de
Madrid, según M. A. Pavón y B. Pavón, siglo XII, solo ventana saetera a media al-
tura, los tres registros de arriba con arcos decorativos de diferente dibujos, de abajo
arriba arcos arcaicos de tres lóbulos, de cinco lóbulos y cuatro arcos de herradura,
los tres casos sin columnas, como en el alminar Sevilla de Cuatrohabitas y en una de
la fachadas de la mezquita del Cristo de la Luz de Toledo; 3, torre mudéjar de Santa
María de Illescas (Toledo), saetera con luz abajo y cinco registros de ventanas enci-
ma, los tres últimos se atienen al programa de las torres de San Román y de Santo
Tomé de Toledo (4). Esta torre también enseña abajo saetera con luz, como las de la
Giralda; 5, plantas baja y alta de esta torre, el modelo de la superior vista antes en
torre militar del castillo de Aledo (Murcia). Figura 11. Correspondencia entre Córdo-
ba y el mudéjar toledano, 1, 2, alminar del siglo IX de San Juan de Córdoba, tres
ventanas ciegas y al sur otra con luz a la misma altura; 3, planta alta de la torre-
alminar toledana de San Bartolomé valedera para la torre de Santiago del Arrabal de
la misma ciudad, las tres ventanas ciegas y otra abierta a la misma altura; 5, el mo-
delo de bífora concretamente en la modalidad toledana de Santiago del Arrabal y de
San Bartolomé se traspasa al alminar, cuerpo bajo, de la mezquita de IbnTulun de El
Cairo en el siglo X, según Gómez–Moreno y F. Hernández; 5, esquema de plantas
con arquerías de torres mudéjares toledanas vistas de abajo a arriba, modelo de San
Román y de Santo tomé, tres registros de arquerías, de dos ventanas, arquería ciega
decorativa y tres arcos superiores, lobulado el central.
33
Figura 12. 1, alminar del Ribat de Tit
(Marruecos), prescinde del segundo cuer-
po, siglo XII. Ventanas gemelas en cada
cara a la misma altura, nueva modalidad el
arco de medio punto remontado por otros
de cinco lóbulos, con saetera debajo. Las
restantes torres son mudéjares toledanas
con los siguientes tipos. 2, San Román,
dos ventanas registro decorativo de cinco
34
Figuras 13, 14. Torres aragonesas más sobresalientes. 1, 3, 4, torre de Santo Domin-
go de Daroca, de las más antiguas de Aragón con ventanas solo en la calle central,
como en el alminar de Qayrawan, además de torre mudéjar de San Pedro de Sevi-
lla, alminar de la Qal´a argelina y la Giralda. Las mismas ventanas con arcos de tres
lóbulos y otros mixtilíneos hablan de su antigüedad en paralelo con la desaparecida
de Santiago de Daroca como remedo parcial de la Giralda, de este tipo de alminar es
la trama de tsebka sobre los arcos. Otro tipo de torre mudéjar aragonesa se encuentra
en la Magdalena de Zaragoza (4) dando pauta a las torres de San Martin y Santa
María de Teruel con sus dos pares de ventanas arriba y registro de arquillos ciegos
debajo (5) (6), entrelazados en las turolenses, vistos en la torre de San Pedro de To-
ledo, alminar de la Kutubiyya y para más señas la misma Aljafería en boscaje de en-
trelazados arcos de todo tipo.
Figura 14. Torres aragonesas con superposición de registros con mallas de tsebkas
recordando a la Giralda más por la vía de la evocación que por la de imitación, todas
las torres aragoneses caracterizadas por la ausencia de arcos de herradura y de alfi-
ces; 3, las torres turolenses combinan arcos de medio punto abocinados y arcos mix-
tilíneos de tradición local imponiéndose la trama de rombos entrelazados y la pre-
sencia de saeteras. Por estructura y trama decorativa las torres de Ateca y Belmonte
son verdaderas joyas aragonesas (1) (4). Para la estructura interna ver imagen (2), el
machón central como en la Giralda y alminar almohade de Rabat sustituido por su-
perposición de habitaciones en torno a las que gira la escalera con falsos arcos ob-
tenidos por aproximación de hiladas de ladrillos de tradición toledana . Al exterior
sobresalen estas torres con sus dos cuerpos cual si se tratara de alminares, riquísima
su decoración exterior.
35
Figura 15. Saeteras en el alminar sevillano de Cuatrohabi-
tas siguiendo el ejemplo de la Giralda, dibujo 2, de A.
Jiménez y A. Almagro. Saeteras en otras torres, alminar
de Qayrawan, alminar del Salvador de Toledo y torres
mudéjares toledanas y aragonesas, las primeras lo copian
de la parte baja de la Giralda.
36
Figura 17. 1, 4, Discos de la torre de Erice;
de discos del Fustat (3), discos mudéjares
aragoneses (5) (6) y castellanos (2), del
monasterio de Monsalud de Guadalajara.
ALGURFA
Como conclusión, en estos pasajes se alude a terraza, ático o azotea con almenas
que sería sobre una torre del alcázar asomada al rio y sobre el arrecife, según ilustra-
ción 1 y 3 de la figura 48.
37
CAPÍTULO II
38
Figura 3-1. Estructura de arcos superpuestos o arquería de dos pisos instalada en la
Mezquita aljama de Córdoba desde el siglo VIII (6) (7) (8), modelo tomado de los
acueductos romanos, el de Chechera, Argelia, (1), acueducto de los Milagros de
Mérida (5), tres ejemplos; 4-1, de palacios de la ciudad omeya Ain Anjar.
También influyen en templos de basílicas cristianas como vemos en (2) (3) basílica
de Tigziri (Argelia). El sistema de superposición hacía más viable o llevadera la
premeditada o calculada penumbra del recinto sin ayuda de lucernarios hasta el si-
glo X.
La luz de las lámparas reforzaba la visibilidad; 4, otra opción con la misma finalidad
eran las arquerías del haram de la mezquita omeya de Damasco igualmente inspirada
en otros acueductos antiguos de la zona, esquema aplicado asimismo en las galerías
del patio de la misma mezquita.
39
Figuras 4, 5. Luces en Madinat al-Zahra. El problema del Salón Rico restaurado por
F. Hernández (1) (3). No aparecieron en los años cuarenta del pasado siglo indicios
de ventanas efectivas en este edificio solo algunos restos de celosías con tramas ge-
ométricas (2) (3) (4) (6) de la figura 5. El restaurador dejó en blanco las tiras sobre
los arcos basilicales y la misma en el testero entendiendo que las tres naves tenían
igual altura, sin sobresalir la central como ocurre por ejemplo en la sinagoga de San-
ta María la Blanca de Toledo (4). No se sabe si las ventanas, si las hubiera, eran cie-
gas y de estuco por ello desaparecidos sus restos. Respecto a arco de herradura re-
montado por arquería ciega decorativa sólo disponemos anterior al califato de la
portada de San Esteban de la mezquita aljama de Córdoba del siglo VIII-XI (5). Por
lo demás subrayar la planta del Salón Rico (7) y la también basilical del palacio de
la terraza oriental con cinco naves (8) de la figura 5, con modelo en basílicas bizan-
tinas del siglo IV en adelante (A), San Juan de Estudios con planta de pórtico cerra-
do de cinco arcos flanqueado de dos a modo de torres, a las tres naves centrales se
ingresa por puertas de tres y dos arcos.
40
Figura 6. 1, Salón Rico hoy restaurado sólo con la luz
que entra por los tres arcos del hastial (1). Según la res-
tauración hipotética del salón de F. Hernández, imagen de la derecha la luz entraría
por los arcos de abajo y cinco ventanas de arcos agrupados de encima en cuyo caso
junto con los arcos de entrada de las tres naves longitudinales el edificio quedaría
bastante iluminado o en penumbra clareada.
41
CÚPULAS NERVADAS EN CÓRDOBA. NUEVA FÓRMULA DECORATIVA EN
LA ARQUITECTURA ISLÁMICA OCCIDENTAL
Las cúpulas como transmisoras de luz a través de las ventanas con celosías del tam-
bor, en Córdoba de forma octogonal al exterior. La mezquita omeya de Damasco ya
tenía cúpula iluminada en el cruce de las dos naves jerarquizadas del testero. Nada
semejante en Madinat al-Zahra. La cúpula simboliza poder u homenaje a la autori-
dad máxima establecida.
Figuras 9, 10. Irrumpen sin orígenes o paralelos conocidos las bóvedas o cúpulas
nervadas en la maqsura de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X por obra de al
-Hakam II (4) (5) (6) (8) (9) y en la falsa bóveda del lucernario de los pies de la nave
central (10). Insólitos engendros en la arquitectura universal que según Torres
Balbás hay que saber esperar para ver si en algún punto del Islam se dieron antes.
Por el contrario, mi propuesta, varias veces expuesta, esta cúpula con cimbra de pie-
dra de arcos o nervios entrelazados son producto de una idea árabe local original. Se
42
trata de una arquitectura que pasa por dos fases o momentos de creación, arcos en-
trelazados en vertical en muros calados y arcos decorativos de las puertas exteriores
sobre los arcos de las entradas, una siguiente fase o momento es el traslado de este
esquema a superficie cóncava con base octogonal, es decir cúpula lisa sobre cuatro
trompas en las esquinas. Un ejemplo es la cúpula de la Martorana de Palermo, siglo
XII, figura 10 (B), de origen bizantino, cubierta completamente lisa. Atención con
la iluminación en este caso: cuatro ventanas enfrentadas dos a dos y sobre las trom-
pas las mismas pero más alzadas y pequeñas. Sobreponemos un esquema de crucer-
ía de Córdoba a esta cúpula palermitana (C), respecto a las luces la ventanas todas a
igual altura y tamaño, las de los ángulos sobre las trompas, imágenes (8) (9) de la
figura anterior, ocho luces con celosías de diferentes tramas geométricas. Insistire-
mos más adelante en el proceso de formación de tales engendros. En el caso de la
falsa bóveda con nervios cruzados se da esta vez en planta cuadrada, sin necesidad
de trompas, con cuatro ventanas de igual altura y tamaño en cada frente, imágenes
(A) y (10) de la figura anterior, Capilla de Villaviciosa. Terminamos estos comenta-
rios con las luces de varias cúpulas ejemplares. 1, la conocida estampa de Santa Sof-
ía de Constantinopla con rosario de luces, una por cada dos nervios convergentes en
el centro, sin tambor, nacen en el mismo arranque del cascarón, el mismo caso de la
cúpula nervada de la qubba de delante del mihrab de la Gran Mezquita de Qayrawan
que veremos más adelante, una imitación de la misma, aunque del siglo XIX, tal vez
respetando una antigua allí mismo instalada, en la qubba de los pies de la nave cen-
tral del mismo santuario (2) y tal vez otro caso en supuesta cúpula del Palacio de la
Cuba de Palermo (3) y de la figura anterior, según restitución de Vitorio Noto. En
la figura 10 la imagen (A) de la cúpula de delante del mihrab de la mezquita cordo-
besa con tramas geométricas de las ventanas rescatadas y publicadas por Torres
Balbás.
43
Figuras 11, 12. Respecto a las cúpulas
laterales de la central de la maqsura
cordobesa damos diversos esquemas
basados en la estrella de ocho puntas agudas normales con origen en mosaicos de la
Antigüedad (1), el (13), de tramas dibujadas por Leonardo da Vinci, siglo XVI; A,
trama de zócalos de la qubba de Comares de la Alhambra; B, cúpulas nervadas de
Turín de Guarini. Figura 12. 1, dibujo de Torres Balbás con las tres cúpulas de la
maqsura cordobesa; 2, extradós de las tres cúpulas con sus tejados y una ventana con
celosías por cada lado de los cuerpos octogonales; 1-1 planta de iglesia de San Lo-
renzo de Milán, planta octogonal reforzadas las esquinas; 2-1, plantas distintas de la
qubba central de la maqsura cordobesa. Debajo piedra visigoda con arcos de medio
punto entrelazados de Almonacid de Toledo, modelo en piedra de arcos como prece-
dente de los arcos entrelazados árabes cordobeses; filas (3) y (3-1) de derecha a iz-
quierda estampas de la cúpulas laterales de la maqsura cordobesa, la del extremo iz-
quierdo de ladrillo, siglo XIII, de la mezquita iraní de Isfahan. Fila de debajo, es-
quemas A y B, de arcos entrelazados cordobeses, dos arcos apuntados por cada me-
dio punto y tres arcos apuntados por cada medio punto, esquemas básicos de los en-
trelazados con nervios de los dos tipos de cúpulas cordobesas; X, círculos decorati-
vos antes comentados con arcos entrelazados haciendo la rueda según esquemas res-
catados de las mezquitas de Susa y de Qayrawan del siglo IX por A. Lézine; X-1, el
esquema de la cúpula central dado en piedra antigua del castillo califal de Gormaz y
en estucos bajorromanos de Villajoyosa (Alicante); X-2, esquema de arcos entrelaza-
dos con una ventana por cada arco apuntado.
44
Figuras 13, 14. En la falsa
bóveda del lucernario de los
pies de la nave central de la
mezquita de Córdoba del siglo
X uno de los compartimentos
enseña cupulín decorativo de
arcos lobulados entrelazados,
novedad no vista en la qubba
de la maqsura. Se da este caso
en cúpula decorativa del Cristo
de la luz de Toledo.
Figura 14. 1, curioso ejemplar de cúpula iraní mocarabada del siglo XIV, de tum-
ba de personaje. Ayuda mucho a comprender el sistema de luces de la cúpulas
cordobesas analizadas, ocho ventanas con celosías las cuatro más altas sobre las
trompas , la planta en forma de cruz; 2, sistema nuevo de luces en la sacristía
mudéjar de la iglesia de San Pablo de Córdoba, sobre la cúpula de nervios cruza-
dos otro cupulín con la misma traza iluminado por ventanas, modelo que debió de
darse en la Capilla de Belén del viejo convento de Santa Fe de Toledo (3) (4) (5),
plantas de Valero Delgado y, el (4) de Gómez-Moreno.
45
Mezquita y palacio unidos a través de la qubba cupulada, signo más palpable del
poder de su constructor regio, la qubba-cúpula significa centro de Islam, la Qubba,
de mezquitas aljamas y de palacios desde al-Zahra hasta la Alhambra, en al-Andalus
cúpula sin trasdosar, con tejados vistos de cuatro u ocho aguas. En Oriente e Ifri-
qiyya, cúpulas trasdosadas.
Figuras 15, 16. Las cúpulas con sus luces del Islam Occidental vistas por los teja-
dos, cubiertas por partida doble dentro de la nave central de las mezquitas. 1, Gran
Mezquita de Qayrawan; 2, mezquita aljama de Susa, la segunda cúpula añadida con
motivo de la ampliación del haram; 3, mezquita Zaytuna de Túnez; 4, 5, de la mez-
quita aljama de Córdoba del siglo X.
46
Figuras 17, 18. 1, el extradós de la
cúpula de delante del mihrab de la
Gran Mezquita de Qayrawan, con tra-
galuz lobulado en el primer cuerpo y
ventanas adinteladas en el segundo,
reflejadas en el interior, imagen en
color de la derecha de E. Carrero San-
tamaría publicada en su artículo
“Fuentes para el cimborrio de la catedral de Zamora”; 2, 3, falsa cúpula de la Capi-
lla Real mudéjar de la mezquita cordobesa, siglo XIV, copia no literal de la falsa
bóveda del lucernario de la entrada a la nave central de la mezquita cordobesa del
siglo X, con sus cuatro ventanas por cada lado; 4, 5, la cúpula con dos cuerpos de la
mezquita Zaytuna de Túnez, ventanas abiertas en el segundo cuerpo. Este modelo
tan clásico según A. Lézine sería copia de edificios de Cartago aún en pie según
fuentes árabes en el siglo X.
47
Mezquita del Cristo de la Luz de Toledo. El alarde de sus nueve cúpulas nervadas de
cuño califal hace que presumiblemente este edificio toledano fuese propiedad de
personaje significado de la madina que pudo tener palacio en la vecindad hoy des-
aparecido. No hay que olvidar el palacio de Zisa de Palermo, siglo XII, el palacio
propiamente dicho de facturas árabes y muy cercano edificio independiente de igle-
sia aún en pie. O el caso de al-Zahra, palacios de la madina próximos a la mezquita
aljama comunicados por sabat, lo mismo con la mezquita aljama de Córdoba. Este
tipo de mezquita cuadrada de nueve espacios pudo, según ya vieja propuesta mía,
existir en la Córdoba califal, tal vez en la iglesia de San Nicolás de esta ciudad
(propuesta avanzada de A. García Ortegel, Al-Qantara, XIII, 2012).
Figura 19. La iluminación por arriba de la mezquita del Cristo de la Luz de Toledo,
año 999, con cupulín del tramo central copiado de las cúpulas laterales de la maqsu-
ra cordobesa ahora sesgada la estrella de ocho puntas. Las ventanas de dos arcos ge-
48
melos sobre los arcos de abajo funcionaban para expansionar con más facilidad la
luz de las puertas y del cupulín estrellado siguiendo el modelo de superposición de
arcos de las naves de la mezquitas omeyas de Córdoba y de Damasco. Importa sub-
rayar que esta estrella al contrario que en Córdoba está centrada ocupando lugar
jerárquico, diseño siempre presente a título de honor en la clave de arcos y bóvedas
de mocárabes a partir de la clave de la bóveda de la mezquita almorávide de Tre-
mecén, así hasta la misma Alhambra.
49
LA LUZ EN LOS PALACIOS DE LA ALHAMBRA Y GENERALIFE
DE GRANADA
50
del fondo, tal vez con un oculto simbolismo que nos llevaría al hábito antiguo de
hacer invisible al personaje mediante cortinajes movibles.
51
Apunte de las cinco ventanas de una qubba granadi-
na del siglo XIII, del Cuarto Real de Santo Domingo,
veinte ventanas de medio punto.
54
Figuras 6, 7. La llamada qubba de la Rawda de la Alhambra, entre el Palacio de los
Leones y el cementerio real. 1, 2, 3, 4, en (A) con una X se señala su ubicación, des-
tacadas tres ventanas en la imagen (4); 5, qubba de Alcázar Genil de Granada, según
L. J. Martín, E. Martín, R. Ruiz Fuentes; Figura 7, iluminación de las qubbas. 1, 6,
qubba del Cuarto Real de Santo Domingo de Granada; 2, la de Dos Hermanas; 3, la
del Mexuar; 4, la de los Abencerrajes; 5, iluminación lateral del oratorio del Mexuar.
57
Figura 11. Palacio de los Leones con el patio central presidiendo la cruz arqui-
tectónica marcada por los andenes de mármol y los doce leones de la fuente del cen-
tro, cinco qubbas (1, 2, 3, 4, 5) con tejados a cuatro u ocho vertientes, la sala de tres
qubbas de los Reyes aisladas dan la imagen (2); el conjunto lumínico (3) de fachada
interior de la qubba de Dos Hermanas, excepcionales las cuatro ventanas de encima
de la trifora.
Un apunte para las falsas cúpulas de esta Sala de Justicia. Es un símil, cubiertas de
la mezquita aljama de Córdoba con trompas y cubierta sin ellas o falsa cúpula en la
Capilla de Villaviciosa. Para la Alhambra, cubiertas con trompas, qubbas Dos Her-
manas y de Abencerrajes, y cubierta sin ellas, falsas cúpulas, en la Sala de Justicia.
Figura 12. 1, 2, dos fachadas interiores de la qubba de Dos Hermanas con la bífora
al fondo del mirador de Lindaraja (2) al que daban luz directa que llegaba del jardín
del mismo nombre; 3, sección de Dos Hermanas de tres cuerpos, el del arco de en-
trada, el de las trompas y el de la linterna con registro liso entre los dos, trompas
muy bajas respecto a la linterna comparado edificio con las linternas con la cúpulas
de crucería de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X. El modelo de Dos Herma-
nas viene del oratorio de la Madraza de Granada de Yusuf I, traspasado a la qubba de
la Torre de las Infantas de la Alhambra y el friso liso de debajo de las ventanas está
ya presente en la Capilla de la Asunción de las Huelgas de Burgos.
58
Al analizar el tema de la luz en las qubbas nazaríes que veremos a continuación nos
sale al paso artículo de A. Higuera y Moreno Delgado titulado “La almunia de los
Alijares según dos autores árabes s: Ibn Asim e Ibn Zamrak”. Autores de los siglos
XIV y XV. Se trata de un palacio más de Muhammad V de alta topografía hoy en
completa ruina. Este palacio tenía cuatro qubbas enfrentadas en torno a patio rectan-
gular probablemente con pórticos y alberca segura en el centro. Lo de las cuatro
qubbas casa con palacio tunecino del siglo XIV ya mencionado con ese número de
qubbas. En el palacio de los Leones de Muhammad V son cinco qubbas. Los men-
cionados autores árabes se refieren al tema de luz en los Alijares:” Muhammad V
quiso que el palacio tuviera la mayor cantidad de luz interior y que para ello se uti-
lizó gran cantidad de cristales para que a través de ellos entraran los rayos cegadores
del sol y conseguir por refracción la iluminación interior”. Con ello debemos enten-
der que la luz que entraba por las qubbas era suficiente para este tipo de edificio.
Figuras 13, 14. Luz para las qubbas hispanomulmanas. 1, un lejano origen es edifi-
cio central de San Vital de Rávena. Pero en al-Andalus hay que contar con las tres
qubbas de delante del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X que aun-
que no lo parezca son ilustres precedentes de las qubbas palatinas tal vez junto con
las que pudieron existir en los palacios abbasies de Samarra y en Madinat al-Zahra;
2, qubba de cementerio de ilustres personajes de Assuán, siglos X- XI; 3, A dibujos
del ka´a (L. J. García Pulido) o sala central de palacio de El Cairo del siglo XIII con
59
ventanas arriba que iluminaban la estancia principal. Torres Balbás daba esta unidad
arquitectónica como modelo de nuestras qubbas regias pero no parece acertado este
criterio puesto que la iluminación de palacio nazarí del siglo XIII ya constaba en
Granada a partir del Cuarto Real de Santo Domingo; 3-1, 6, qubba de la Sala de las
Camas del Baño Real de la Alhambra; 4, qubba del Mexuar de la Alhambra; 5, Dos
Hermanas de la Alhambra; 7. Mirador alto de la sala de Dos Hermanas; 8, 9, Torre
del llamado Peinador de la Reina, sección y restitución. Figura 14. Nuevos ejemplos
de qubbas de al-Andalus y mudéjares. 1, exterior de la qubba central de la maqsura
de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X; 2, 3, de la Capilla de la Asunción de
las Huelgas de Burgos, uno de los pocos ejemplos de qubba de recreo sin ventanas.
60
Figura 18. La qubba del Cuarto Real de Santo Domin-
go de Granada. Axonométrica, B. Pavón. El símbolo
de poder del edificio radica además de la qubba en los
tres arcos del testero, mayor el central, diseño propio
de palacio real.
Figura 20. Planta de la torre con y sin pórtico del patio. La luz del patio amortigua-
da por el pórtico entra en la sala oblonga de la Barca, con dos al-haniyyas, para pe-
netrar en el pasadizo del supuesto oratorio y escalera derramándose en el espacio
cuadrado de la qubba confundiéndose con la luz directa cenital de las nueve venta-
nas nichos y las veinte con celosías de la altura. Así iluminada la Qubba Real mues-
tra el ceremonial seguido en las audiencias a través de números de los ventanas ni-
chos y dígitos romanos correspondientes a los diversos temas geométricos de ali-
catados de los zócalos (planta en negro): 2-1-3- los tres nichos más jerarquizados del
testero, el central más ancho como sitial del trono y con columnas, otros dos tríos en
61
los muros laterales (4-5-6) el central también priorizado para personajes destacados
y su séquito de la corte, sin columnas. En todo ello simetría impecable reflejada so-
bre todo en los zócalos de alicatado numerados del l al V. Atendiendo a sus compo-
siciones geométricas se dan pareados seguidos en el muro del testero o enfrentados
en los muros laterales. En el muro del hastial se dan como distintos y novedosos
zócalos IV- V- V- IV. 7-7 para las tacas en alto del la entrada. En la Sala oblonga de
la Barca, 8-8 para las tacas que arrancan del suelo; 9-9 para las al-haniyyas de los
extremos. 10-10, frisos a media altura con laudes inscripcionales en caracteres cúfi-
cos y cursivos dirigidos a Muhammad V quien reforma toda esta parte de la entra-
da a la Qubba Real. Y se tiene a gala privilegiar el eje central
mediante los dos capiteles del arco central del pórtico y otro de
la bífora del nicho de la ventana del trono del testero. Como
quiera que fuere la Qubba Real granadina fijándonos en el tes-
tero marca el epígono del tripartito potestativo iniciado en la
mezquita aljama de Córdoba del siglo X, testero basilical del
Salón Rico de al-Zahra, probablemente el testero del Salón Do-
rado del palacio de la Aljafería, la Qubba Real del Cuarto de
Santo Domingo de Granada y alguna que otra vivienda de linaje
granadina. A la derecha planta y sección de la escalera que da
acceso a plantas altas de la torre y la terraza merlonada.
62
Figura 21. A la derecha. Torre de Comares,
exterior, muy arriba dos ventanitas de pisos
superiores ; 2, sección publicada por Torres
Balbás, revisada por A. Orihuela; 3, puerta
adintelada cegada desde antiguo a la izquier-
da según se entra desde la Barca a la qubba
de Comares, sería nicho; 4, pórtico, entresue-
lo y tercera planta del pabellón sur. El pórtico
inferior semejante del pórtico norte del patio.
Las siete ventanas presididas por la central de
dos arcos gemelos según se refleja en la fa-
chada irían con celosías al patio.
63
En la Alhambra su atractivo fundamental es la conjugación al unísono de luz, color y
esos falsos cristalillos colgantes que llamamos estalactitas o mocárabes aquí por es-
ta vía la ciudad palatina granadina convertida en la catedral de las muqarnas, sin
ellas el Islam sería menos bello, por ejemplo la cúpula de la Qubba de Dos Herma-
nas del Palacio de los Leones (3), una estrella de dieciséis puntas iluminada por die-
ciséis ventanas abiertas, y en un escalón inferior la festividad de cuatro trompas mo-
carabadas.
Luz-color reflejado este pareado en uno más entre los muchos zócalos de alicatados
de la ciudad palatina (2): brillo metálico de oro, negro azabache, verde azulado en-
cajados en trama geométrica de lazos de ocho y dieciséis zafates, el ocho y el seis
conjugados en cualquier lacería alhambreña.
64
Figura 22. Abajo. Planta del Generalife de Granada (1) residencia de campo por en-
cima de la Alhambra, obra del sultán Ismael I según los letreros árabes del edificio
leídos por M. J. Rubiera, gran patio jardín con acequia real central, dos pórticos en
los lados menores del gran rectángulo propios de palacios nazaríes. Al norte pa-
bellón formado por pórtico de cinco arcos (2), sala transversal o maylis con tacas ba-
jas en el muro de la entrada con atajos o alhaniyas a los lados y torre o sala de honor,
qubba (3), otra qubba real esta vez con cuatro ventanas en cada frente en la parte
superior. De cara al patio ambos pórticos se vieron aumentados por plantas altas con
ventanas de época morisca. En uno de los costados mayores del patio destaca un
mirador de nueve ventanas, propiamente un nicho o bahw con nueve ventanas, deco-
radas sus cuatro paredes por excelentes yeserías (4). Pudo ser el primer bahw nazarí
de Granada precediendo al del muro norte del patio de Machuca (5), con tres venta-
nas , y al mirador de Lindaraja, tres ventanas con arcos gemelos y el de casas nazar-
íes como Daralhorra de Granada. Dije antes son excepcionales las cuatro ventanas
de la linterna de la qubba (6) con vista al exterior arropada por edificios no medieva-
les (7, parte baja a la izquierda se ve uno de los frentes con cuatro ventanas)
2-3
5
6
7
4
65
QUBBAS SIN LUCES ALTAS DE RECREO Y DE CEMENTERIOS
C D
Figuras 24, 24-1, 25. 1, 2, pequeño pabellón de recreo de jardines de palacio de Pa-
lermo, siglo XII, planta cuadrada, cuatro puertas de arcos apuntados de influencia
egipcia, cúpula lisa sobre cuatro trompas de arcos abocinados. De este interesante
edículo pasamos a los pequeños mausoleos de los cementerios árabes (3) (4) (5) (6)
de Fez, otros de la Chellah de Rabat incluyendo mausoleo de sultán Abu-l- Hassan,
coetáneo de Yusuf I de Granada (figura 25). Pero el mausoleo con qubba más intere-
sante era uno del cementerio, la Rawda de la Alhambra (figura 24-1, A, B) cuya
planta tiene nueve espacios el central priorizado, su restitución podría dar la imagen
del alzado de arriba, con tres o cinco ventanas altas por cada lado y otras con celos-
ías a media altura. La Rawda visto el conjunto de la planta (C) se asemeja aL mauso-
leo de los príncipes saadíes, siglo XVII, de Marrakech (D) con planta formada por
dependencia de nichos, mausoleo propiamente dicho y mezquita con su mihrab, tal
vez éste pudo existir en el muro interrumpido de la tercera dependencia de la Raw-
da granadina.
66
X
67
LA LUZ DE LOS BAÑOS HAMMAD HISPANOMUSULMANES Y MUDÉJA-
RES
Figura 26. Como resumen las cuatro imágenes
presentes de baños que pudieron ser dada la in-
alterabilidad de las plantas de esta clase de edifi-
cios de los siglos X al XIV, las bóvedas plagadas
de lucernas en forma de estrellas para iluminar
el frigidarium tepidarium y caldarium en baños
palatinos, la primera sala o apodyterium normal-
mente tenía qubba de ventanas arriba, cual es el
caso del Baño Real de Yusuf I de la Alhambra.
Para el arte hispanomusulmán sus celosías fueron estudiadas empezando por la mez-
quita aljama de Córdoba y la de al-Zahra por Klaus Brisch y B. Pavón quién añade
las celosías de al-Zahra.
68
Figuras 1, 2, 3, 4. Celosías paleocristianas de Santa María de Trastevere de Roma,
celosías de mármol, caladas y otras ciegas con diseños geométricos superpuestos.
Figura 2, celosías caladas islámicas, 1, 2, del palacio omeya de Jirbat al-Mafyar, ce-
losía acoplada al medio punto de la ventana igual que las celosías de la mezquita
omeya de Damasco, 3, 4, 5; 6, de estuco, Qasr al-Hayr al-Sharqi. Figura 3, celosía
de la mezquita de Damasco semejante a otra de la mezquita aljama de Córdoba del
siglo VIII-IX. Figura 4. 1, celosía de San Salvador de Valdediós, siglo IX; 2, 3, de la
mezquita omeya de Damasco.
69
Figura 5. Celosías de la mezquita aljama de Córdoba, siglos VIII-IX y X. Apartado
(A), la (C) es visigoda; la 1 y 2 de la portada de San Esteban con dibujos al margen
de geometría decorativa pre-árabe. Apartado (B) celosías de la mezquita del siglo
X; la (A) y (7) de la mezquita aljama de al-Zahra
C D
B
Figuras 6, 7, 8. 3, celosía de lazos de seis
rombillos esquema repetido en la madera
toledana de fecha desconocida (4) y en la alcazaba de Málaga. El modelo es la trama
(B), de Nishapur, de influjo abbasí; C, otra trama de celosía de estuco, publicada
por Cabañero Subiza relacionada con dibujo de otra de la mezquita de Ibn Tulun
publicada por L. Golvin (E); celosía de estuco, ésta y la trama (A) según Cabañero
Subiza pertenecieron a cubiertas de los baños del palacio taifa. La celosía (F) con
diseño de origen cordobés es de ventana de época mudéjar del primer patio de la
Aljafería. Otras celosía mudéjar es la (5) con lazos de seis, de la iglesia de San Mi-
guel de Zaragoza.
70
La mezquita como mensajera de la luz de edificios religiosos de culturas precedentes
marcaba el no va a más en este tema de celosías. El suave juego de luz y sombra
quizá como expresión de recogimiento religioso. Las explosiones de luz de la arqui-
tectura occidental cristiana con grandes ventanales carecían de sentido en los edifi-
cios religiosos del Islam. Otra cosa eran las multiplicadas ventanas en alto y en bajo
de las residencias palatinas desde el Salón Rico de al-Zahra hasta los espléndidos
hogares palatinos de luz de la Alhambra de Granada que capitalizaban todo tipo de
celosías en ventanas de medio punto sustitutas de las ventanas rectangulares ome-
yas .
72
Figuras 13, 14. Celosías del palacio mudéjar de Pedro I del Alcázar de Sevilla, siglo
XIV, las de 12 del palacio de los Córdoba en Écija. Figura 14, celosías mudéjares de
Toledo, Casa de Mesa y del Taller del Moro; 12, yesería toledana del palacio de Pe-
dro I del alcázar de Sevilla; 13, celosía perdida toledana con lazos de seis yuxta-
puestos a hexágonos. Bastantes celosías de la sinagoga de El Tránsito restauradas,
diseños traídos de edificios nazaríes granadinos y mudéjares sevillanos.
73
Figura 15. La espectacular iluminación de la sinagoga
toledana de El Tránsito, siglo XIV. Seis aspectos de
las celosías de arcos de altura (1) , hastial (2) (4)
(5), el exterior de las ventanas de altura; 5, 6, hastial
y testero.; 3, testero; 6, exterior de las ventanas de los
muros laterales. Por contraste la arquería alta de la
sinagoga de Santa María la Blanca, de la misma ciu-
dad (7) de abajo completamente ciega, la luz llegaba
por ventanas, desaparecidas, del muro de los pies y
alguna ventana del testero.
Figura 16. Sinagoga de El Tránsito, exterior del hastial con seis ventanas las dos ex-
tremas ciegas, debajo arco apuntado y lobulado, ésta y las cuatro de encima con ce-
losías en el interior
74
8
5 6
77
Figuras 6, 7. 1, puerta de San Esteban de la mezquita aljama de Córdoba; de nuevo
Uheydir; 3, la qubba de los pies de la mezquita Zaytuna de Túnez; 4, códice mozára-
be; 5, mezquita mahdiyya de Túnez; 6, portada mezquita cairota, siglos XI- XII; 7,
puerta de Bisagra Vieja de Toledo; 8, una de las portadas de entre los patios de el
León y de la Montería del Alcázar de Sevilla, siglo XII-XIII; 9, una de las fachadas
de la mezquita toledana del Cristo de la Luz, siglo X. Figura 7. 1, 2 esquemas de
portadas califales de la mezquita de Córdoba; 3, 7, de la Biblioteca de la Gran Mez-
quita Qayrawan; 4, 5, Cristo de la Luz, fachada y arquería alta sobre el mihrab; 8,
representación mihrab del minbar de la Gran Mezquita de Qayrawan, siglo IX; 9, 15
oratorio de la Aljafería, siglo XI; 11, portada mihrab de la Gran Mezquita Qayra-
wan, siglo IX; 12, de nuevo portada del ribat de Monastir; 14, arquería alta de la
mezquita de las Tornerías de Toledo, siglo XI.
78
Figuras 8, 9. 1, mihrab de la mezquita califal de Almería, ventanas altas desveladas
por P. Cressier; 2, portada entera de la Puerta de Bisagra Vieja de Toledo, tres arcos
en alto de la buhera, siglo XI; 3, 4, arquería alta de una de las portadas de la mez-
quita del Cristo de la Luz. Figura 9. 1, del alminar de la Gran Mezquita de Qayra-
wan, ventanas de altura, la 2 del piso más superior; 3, arquería decorativa de Bab
Rihana de la gran Mezquita de Qayrawan, siglo XIII; 4, portada la puerta torre de la
mezquita de Mançura de Tremecén, siglo XIV, arquería alta de mocárabes; 5, de una
de las portadas de la mezquita aljama de Sfax; 6, portada de la iglesia de la Santísi-
ma Trinidad de Palermo, siglo XII.
79
Figuras 10, 11. 1, 2, 3, ventanas de la Giralda de Sevilla; ventanas de altura mudé-
jares sevillanas, 4, 5, 6, 7, 8, 9; 10, modelo de portada de mihrab almohade con cin-
co ventanas encima del arco de la entrada: arco de la portada mudéjar de la Puerta
del Triunfo, patio de la mezquita aljama de Córdoba. Figura 11. 1, arquería de altura
de los tres arcos del Patio del Yeso del Alcázar de Sevilla; 2, ventana ciega de altura
de San Dionisio de Jerez de la Frontera; 3, portada mihrab oratorio del Partal de la
Alhambra; 4, portada antes aludida del patio de la mezquita aljama de Córdoba; 5,
arcos de estuco de altura almohades, siglo XII, Córdoba; 6, portada del palacio de
Pinohermoso de Játiva, siglo XII-XIII.
80
Figuras 13. 14. 1, 2, 4, arquerías de la
catedral de Palermo, siglo XII; 3, ar-
querías de la catedral de Corfú; 5, ar-
quería de iglesia siciliana del entorno
de Palermo, de ladrillo, e iglesia de Ta-
lavera de la Reina (Toledo). Figura 14.
Portadas del mihrab del oratorio de la Aljafería, sigo, XI y portada del mihrab mez-
quita almorávide de Tremecén, siglo XII; 3, de la Qubba de Barudiyyin de Marra-
kech, siglo XII; 4, registro superior de la Giralda de Sevilla; 5, registro superior del
alminar de la Kutubiyya de Marrakech, siglo XII; 6, registro superior del alminar de
la mezquita de Archez (Málaga), siglo XII-XIII.
Figuras 17, 18, 19. 1, 2. portada interior Qubba de Justicia del Alcázar de Sevilla,
siglo XIV y registro alto de ventanas caladas y ciegas; 3, ventanas ciegas del Salón
de Embajadores, alcázar de Sevilla, siglo XIV; 4, del palacio de los Córdoba, con-
vento de Santa Clara de Écija, siglo XIV. Figura 18. Toledo mudéjar. 1, arquería su-
perior de entrada al ábside de Santa Eulalia, siglo XII-XIII; 2, exterior de la sinago-
ga de El Tránsito, 12, del llamado palacio de Galiana de Toledo; 11, 13, sinagoga de
El Tránsito; 3, sinagoga de Santa María la Blanca; 4, interior arcos de altura de El
Tránsito. Figura 19. Arriba a la derecha. Mudéjar toledano, 1, 7-1, de Santiago del
Arrabal, siglo XIII; 2, iglesia de Santa Eulalia; 3, mezquita Cristo de la Luz; 4, 5,
registros altos de arcos de torres, Santo Tomé y San Román; 6, arco de la iglesia de
Valdilecha (Madrid); 8, 9. Arcos y altura ; 7, pintura de castillo en madera de Alcalá
de Henares; 12, 13, arco sinagoga de El Tránsito.
82
Figuras 20, 21. 1, 4, 5, de la iglesia de Santiago
del Arrabal, siglo XIII; 2, 7, portada de la igle-
sia de San Andrés de Toledo, siglos XII, XIII;
3, portada de la iglesia de Santa Úrsula; 6, re-
gistro superior de la torre de la iglesia parro-
quial de Erustes (Toledo); 8, sinagoga de Santa
María la Blanca de Toledo. Figura 21. 1, porta-
da exterior de la Puerta del Sol de Toledo, re-
gistros de siete y nueve arcos entrelazados; 2,
registro de arquerías ciegas superiores, torre de
San Nicolás de Madrid; 3, de la torre de San Román de Toledo. A la izquierda torre
mudéjar de San Miguel el Alto de Toledo, tres registros de arcos el de en medio con
columnillas de cerámica coloreadas .
83
Figuras 22, 23. Mudéjar aragonés a partir de arcos entrelazados del palacio de la Al-
jafería del siglo XI (1); las restantes imágenes de torres mudéjares con arquerías de-
corativas y efectivas de altura. Figura 23. Inventario parcial de arquerías superpues-
tas de ábsides mudéjares castellanos de tradición románica, siglos XII, XIII y XIV.
Sorprendentemente una
de las torres del castillo
de Salobreña (Granada)
enseña en alto un regis-
tro de arcos entrelaza-
dos meramente decora-
tivos al estilo cordobés
y mudéjar toledano. 2,
arquería alta del Con-
vento de la Concepción
Francisca de Toledo; 2,
de madraza de Fez; 3,
arquería alta de las Pa-
lomas, Badajoz
84
APÉNDICE SOBRE LA ALJAFERÍA
85
Figura 4. Cúpula nervada de la mezquita al-
morávide de Tremecén, según publicaciones de
G. Marçais y A. Almagro, linterna sin luces
trasladadas a los espacios intermedios de los
nervios entrelazados y a tres celosías de la base
cuadrada de la cubierta.
1 2 3
86
4 5 6
87
Por todo ello se puede pensar que la sala central del pórtico que precede al Salón
Dorado debió de tener arriba apertura con luz del exterior para ganar mejor ilumina-
ción. Respecto a si en el palacio hudí de Zaragoza existen segundas plantas cabe
mencionar Madinat al-Zahra donde se dan varios ejemplos de escaleras, como la de
los baños contiguos al Salón Rico además de pisos altos de las estancias del Tesoro y
del Sabat de la mezquita aljama cordobesa del siglo X, ambos con celosías caladas
recibiendo luz de la maqsura en que se encuentran como se verá después (Figuras 6
y 7).
Figura 6 y 7. Escalera junto a los baños contiguos al Salón rico de al-Zahra y celos-
ías de la segunda planta de las estancias del Tesoro y del Sabat de la Mezquita alja-
ma de Córdoba.
1 A
5
3 4
5
88
Figuras 8, 9. Orígenes y paralelos de los soportes verticales volados
del alfarje del Salón Dorado de la Aljafería. 1, 3, esquema del techo
zaragozano; 2, 2-1, dos dibujos de alero de piedra del Salón Rico de
Madinat al-Zahra; 3, 5, lo que ha llegado del techo adintelado de la
Aljafería; A, techo basílica bizantina de Qalb-Loce ; B, C, alero de
la puerta de san Esteban de la mezquita aljama de córdoba, siglo VIII-
IX con soportes de los modillones y alerillo de pasadizo del alminar
de la mezquita de Ibn Tulun de El Cairo; 4, de aleros de madraza ma-
Qayrawan y
riní de Fez, según Torres Balbás; D, pórtico del Patio de los Leones Bugía ( G.
de la Alhambra, con techos descansando en ménsulas apoyadas en so- Marçais)
portes colgados, lejos del suelo.
Figura 9. Complemento. Canes con perfil de proa avenerada del tipo de la Aljafer-
ía. Precedentes. A, 1, granadino del siglo XI, según Gómez-Moreno, proa avenerada
y dos puntas de lanza en la base; A, 2, esquema de canecillo de la Qal´a de los Ban-
nu Hammad de Argelia, según Beylie, siglo XI-XII, puntas de lanza en la base; B, 5,
canecillo hispanomusulmán en la mezquita de Ibn Tulun, según G. Marçais; B, 3,
solución canecillo de la Aljafería de frente plano y con las puntas de lanza, con répli-
ca en canecillos toledanos; B, 4, canecillo de la Qal´a de los Bannu Hammad, Arge-
lia, según Beylie; C, 1, ménsula de la mezquita aljama de Susa, siglo IX, según A.
Lézine; C, 2, madera del ribat de Monastir; C, 3, can de techumbre siglo XI de la
mezquita de Qayrawan; C, 4, 5, de aleros de piedra de al-Zahra, Salón Rico; C, 6,
de techo de San Millán de Segovia, siglo XII; 7, consolas de Qayrawan, siglo XI y
Bugía, según Marçais.
89
He tratado de buscar precedentes de ese grupo de cuatro arcos y de su descendencia
dentro y fuera de Aragón. Solo he encontrado un remoto ejemplo en la planta y alza-
do de la Qubba de La Roca de Jerusalén (1) (2). Cuatro arcos de medio punto ubica-
dos en los encuentros de las líneas de la estrella de ocho puntas aguda de la planta
simetrizada por los especialistas del monumento, entre ellos M. Ecochard, cuatro ar-
cos ya presentes en la basílica de San Juan Evangelista de Éfeso, según Cyril Man-
go, y en la catedral de San Marcos de Venecia ¿Por qué cuatro arcos en la Aljafería y
no el clásico tribelón califal? ¿Para dar más luz al Salón Dorado nula en su altura? Y
en esta línea ¿Por qué los cinco arcos del pórtico del Salón Rico de al-Zahra y no los
tres clásicos? Sin duda para dar mayor luz, fórmula ya ideada para las basílicas bi-
zantinas del siglo IV aprovechada también en palacios medievales como el valencia-
no de Pla de Nadal y palacios de Sabra-Mansuriyya, o simplemente cinco arcos ico-
no heredado. Lo del número de arcos empleados en los edificios islámicos puede te-
ner un significado, como el consabido tres, siempre potestativo y muy en primer
término, el nueve para arquerías de altura, alminar califal de la mezquita aljama de
Córdoba, torre iglesia mudéjar de Santiago de Daroca y torres de Ateca y Belmonte
además de registros aragoneses con arcos entrelazados. En Qayrawan arriba de Bab
Rihana de la Gran Mezquita, siglo XIII. Los siete arcos presentes en altura de la
portada del palacio de Diocleciano de Split, Dalmacia, como modelo de registro su-
perior del arco del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del siglo X y registro
superior de la portada de la entrada al oratorio de la Aljafería, además arcos de altura
del testero de Santa Eulalia de Toledo. Cinco arcos clásicos del registro sobre arco
de entradas de la mezquita aljama cordobesa. Cinco arcos aplicables a arquerías de
altura de portadas toledanas, torres mudéjares. Volviendo a los cuatro arcos de la Al-
jafería, vemos ejemplos hispanomusulmanes dentro del campo decorativo, 7, regis-
tro de arcos entrelazados sobre el arco del mihrab de la mezquita del Cristo de la
Luz de Toledo; 8, registro superior del primer cuerpo del alminar de la Kutibiyya de
Marrakech; 9, registro superior de portada de la iglesia de San Andrés, de la sinago-
ga de Santa María la Blanca y registro superior de la torre de San Pedro, tres ejem-
plos de Toledo. Por último registro superior de la Torre mudéjar de San Nicolás de
Madrid. Y probablemente el caso de la pequeña mezquita de Vera (Almería) desapa-
recida y descrita por el cronista árabe al-Udri. Dice éste que el mihrab de la mezqui-
ta, del siglo IX, tenía siete columnas cuya interpretación es que dos de ellas eran del
arco del nicho sagrado y las otras cinco de registro superior correspondientes a cua-
tro arcos. Lo insólito de los cuatro arcos del Salón Dorado de la Aljafería con su
trama agujereada de arriba así como los cuatro del pórtico que le precede lleva a
pensar que su invento o adopción se relaciona con el tema de la luz, figuras 11, 12,
de debajo, vista exterior e interior. Casualidades pudieron ser cuatro arcos presentes
a veces en la Alhambra y el Generalife de Granada
90
Figuras 11, 12. Relacionando estas dos imágenes, ¿qué necesidad había de romper la
simetría de arcos cordobeses, mezquita aljama y al-Zahra, tres arcos iguales, tri-
belón bizantino, el central siempre abierto y jeraquizado? En la Aljafería el paseante
para entrar en el Salón Dorado tenía que burlar la columna eje central para acceder
por uno de los arcos, algo antinatural, prohibitivo, en salas destinadas al trono en
palacios árabes y pre-árabes, fórmula solo aplicable en arquerías decorativas de altu-
ra cual es por ejemplo el caso de la fachada del palacio de Teodorico de Ravenna. Y
lo cierto es que tanto en la Qubba de la Roca de Jerusalén como en el Salón Dorado
de la Aljafería la existencia de los cuatro arrancando del suelo tiene explicación por
la vía del tema o problema de la luz, a pesar de que la Qubba de Jerusalén cuenta
con espléndida linterna de ventanas arriba.
91
Figura 13. Fachada del palacio de Teodori-
co en Ravenna, dos plantas en la segunda a
uno y otro lado del arco grande central
ventanas ciegas de cuatro arcos iguales.
92
EL PROBLEMA DE LA UBICACIÓN DEL TRONO CON O SIN RESPALDO
ARQUITECTÓNICO DEL SALÓN DORADO DE LA ALJAFERÍA Y DE
OTROS PALACIOS HISPANOMUSULMANES. APROXIMACIONES.
93
Figura 17. Sobre el tribelón bizantino, tres arcos igua-
les, visto sólo en el pabellón sur del patio del palacio
hudí y no los cuatro arcos del Salón Dorado. C, tipo
califal de Córdoba; A, patio crucero de la Casa de con-
tratación, según Manzano Martos; B, otro patio de cru-
cero del alcázar sevillano, últimamente publicado por
Tabales Rodríguez.
Los tres arcos están precedidos de los pórticos columnados o con pilares y el may-
lis oblongo a continuación. Respecto a los dos pórticos de los lados menores del pa-
tio rectangular el modelo es el patio de Santa Isabel del palacio taifa de la Aljafería
reiterado tardíamente en los patios del Palacio de Comares de la Alhambra y en el
Generalife. El palacio de las alcazabas de Almería y de Málaga se equipararían al
modelo comentado de la Aljafería.
94
1
Figura 18, 19, 20. 1, 2, los tres arcos de
testero del Salón Rico de Madinat al-
Zahra, restitución de F. Hernández, éste
arquitecto no se vio obligado a copiar
del frente del mihrab de la mezquita cor-
dobesa del siglo X el registro superior
2 de los siete arcos decorativos, sin duda
porque creía en una arquitectura palatina
autónoma o independiente de la religio-
sa. Lo del icono de tres arcos por testero
al parecer copiado de las tres qubbas de
la maqsura de la mezquita metropolita-
4
5
na (A); 5, 6, plantas de los salones Ri-
3 co y de Oriente de al-Zahra; 3, 4, el ar-
co central y uno de los laterales del testero del Salón Rico. Lo de dovelaje completo
de los arcos es obra del restaurador que aplicó esta modalidad a todo el regio salón
excluidos lógicamente los arcos de las tres naves. Figura 19. Los arcos decorativos
sobre los arcos de puertas. En la mezquita de la Córdoba emiral se inician estos re-
gistros de altura, pero solo de tres arcos iguales (1), los siete arcos de puertas (2) y
frente del mihrab del oratorio del siglo X (4) (5) vendrían de la portada del palacio
de Diocleciano de Split, Dalmacia (3) y quizá de otros modelos antiguos. La mez-
quita aljama de Almería del siglo X también tenía en alto los siete arcos, según P.
Cressier. Luego de seguido siete arcos de la puerta del oratorio de la Aljafería (6), si
se quiere arcos de altura del interior del oratorio (7). No probado del todo registro
superior en arcos de puertas del palacio de la Aljafería tal vez exceptuado el frag-
mento (1) de la figura 16; 8, siete arcos de las torres mudéjares además de las to-
rres de Ateca y Belmonte; 9, aproximación de arquería de la catedral de Palermo. Fi-
gura 20. Registro de arcos decorativos de altura encima de arcos de la arquitectura
no religiosa, si se acepta como cierta la restitución de Schlumberger de la portada
omeya de Qasr al-Hayr al-Gharbi (1); una de las puertas del ribat de Monastir
(Túnez), siglo X (2). Y de aquí se pasa a la arquitectura de los siglos XII, XIII, los
tres arcos del Patio del Yeso almohade del Alcázar de Sevilla (3), dos de las puertas
de la muralla de Niebla; 4, 5, puertas de palacio de Pinohermoso de Játiva y palacio
del Convento de Santa Clara de Murcia. Con todo ello se acepta que los arcos deco-
rativos de altura de la arquitectura religiosa propios de puertas y mihrab-s pasan en
Occidente a edificios no religiosos en el siglo XII, no hay pruebas fehacientes que
ocurriera lo mismo en el siglo XI, efectivamente la duda queda marcada en la Alja-
fería.
95
Figura 21. El traspaso a la arquitectura doméstica
de portadas con registros de altura de arcos deco-
rativos de la arquitectura religiosa resulta eviden-
te a partir del siglo XIII en la Granada nazarí y el
arte mudéjar. 1, 2, de mihrab-s, las restantes imá-
genes de palacios nazaríes y mudéjares.
SOBRE LA UBICACIÓN DEL TRONO CON
RESPALDO ARQUITECTÓNICO
96
Figuras 21-1, 22. Como va dicho, en al-Andalus al parecer no se llevaba en los pala-
cios el nicho horadado en el centro del muro testero al uso de los nichos potestati-
vos con arcos de obligadas columnas de la Antigüedad Tardía y Bizancio que vere-
mos en la siguiente figura. Habrá que esperar al siglo XIII en que dentro de la arqui-
tectura nazarí nace el nicho ventana o camerín de luces directas del exterior con
ejemplos que lo prueban en la Alhambra. 1, pintura de los baños de Qusayr ´Anmra
con jerarca o rey sedente dentro de nicho con arco de dos obligadas columnas, tie-
ne asistencia a uno y otro lado, según R. Ettinghausen; 2, nicho esta vez de mocára-
bes de la planta baja, Sala del Ninfeo, del palacio de la Zisa de Palermo, siglo XII;
3, excepcionalmente nicho rehundido del patio anejo al Salón Rico de al-Zahra,
desaparecidas las columnas, subsisten las impostas; 4, sitial de palacio cairota del
siglo XIII con nicho rehundido y dos columnas a la entrada; 5, arco central no re-
hundido por respaldo del trono en la nave central del Salón Rico y arco semejante
pero más estrecho de las naves colaterales supuestamente para los visires; en el pala-
cio mudéjar de los Córdoba de Écija yesería mural con doble arco de medio punto el
de arriba y acortinado el de debajo, recuerda el respaldo arquitectónico de la ventana
central de la Qubba del Cuarto Real de Santo Domingo de Granada; 7, de la fortale-
za-palacio de Favara de Palermo, planta de sala de audiencia con nicho en el testero
y la de la capilla contigua.
Figura 22. Los arcos potestativos con dos columnas. Aquí al parecer la arquitectura
religiosa y doméstica coinciden en aceptar el simbolismo de arco y dos columnas
como expresión de jerarquía divina y la terrenal. 1, entrada al ábside de Santa Cris-
tina de Lena, iglesia visigoda; 2, mihrab de la mezquita del ribat de Susa; 3, mihrab
de la Gran Mezquita de Qayrawan; 3-1, arco de entrada a la nave central desde el
patio, mezquita aljama de Niebla; 4, mihrab de la mezquita aljama de Córdoba del
siglo X; 5, uno de los mihrab-s simbólicos de la mezquita de Ibn Tulun; 6, una de las
puertas del ribat de Monastir, arco con dos columnas; 7, supuesto mihrab portátil de
mezquita de Tarragona; 8 arco de Bab al-Rihana de la Gran Mezquita de Qayrawan,
siglo XIII; 9, de un mihrab tunecino de época hafsí; 10, puerta de ventana de la bi-
blioteca de la Gran Mezquita de Qayrawan, siglo XI; 11, 12, arco comentado ante-
riormente de nicho de patio anejo al Salón rico de al-Zahra; debajo arco de entrada
principal del palacio de la Zisa de Palermo; 13, columna e imposta del mihrab , ora-
torio del ribat de Monastir.
97
Figura 23. 1, 2, modelo de sitial del trono
1
dentro de nicho hueco de ventana inaugura-
do en la qubba del Cuarto Real de Santo
Domingo de Granada, siglo XIII; 3, ubica-
ción del trono en nicho hueco de ventana
central de la qubba de Comares de la Al-
3
hambra, en los dos casos esquema triparti-
2
to con el centro priorizado inaugurado en la
mezquita aljama de Córdoba y testero del
Salón Rico, tal vez reiterado en el Salón
5 Dorado del palacio de la Aljafería. El lujo
4
del nicho balcón de Comares enjoyado con
las mejores galas decorativas del arte na-
zarí de la época; 4, nicho hueco o bahw de
ventanas cortejado por cuatro arcos de
mocárabes del Mirador de Lindaraja de la
Alhambra. A él se entraba por arco mocarabado remontado por tres ventanitas (5).
Insistir en que en estos dos casos las ventanas en su haz más exterior tienen una
bífora con probable valor simbólico concretamente en la Alhambra. Es el tipo de
ventana más repetido en al-Andalus a partir del siglo XII y XIII.
Figura 24. Respaldo arquitectónico del trono. 1, del Cuarto Real de Santo Domin-
go, arco central; 2, de casa nazarí según publicación de Manzano Martos, de nuevo
el esquema tripartito cual corresponde a la jerarquía principal y su asistencia por
partida doble conforme lo exigiría la iconografía animada de las siguientes imáge-
nes desde los tiempos del califato de Córdoba.
98
A
10
99
Figura 26. Todo el lujo cortesano para la qubba real y el sitial del trono. 1, 2. de la
qubba de Comares. Decoración parietal del nicho ventana del trono con poema es-
crito al parecer de Ibn al-Jatib, según A. Fernández-Puertas, anteriormente leída por
Lafuente y otros epigrafistas, donde se lee que este lugar era del trono de Yusuf I.
Obsérvese que el arco de la entrada tiene dos simbólicas columnas, no las restantes
ventanas; 2, el techo de madera interpretado como los Siete Cielos superpuestos del
Islam, simbolismo que era habitual en los palacios hispanomusulmanes empezando
por poemas del Salón Dorado del palacio de la Aljafería según lectura publicada por
Bernabé Subiza y Lasa Gracia. La interpretación del techo de Comares debida al pa-
dre Cabanelas.
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Figura 28. El Mexuar de la Alhambra a la luz de texto de Ibn al-Jatib, siglo XIV.
Siguiendo a García Goméz (¿Fue un lavado de gato la nueva Alhambra? Una extra-
ña opinión, 1992), al -Jatib dice que Muhammad V “elevó su trono sobre el suelo
del iwan más de una braza y que al trono se subía por tres escalones”, para que el
rey fuera bien visto por los invitados en la fiesta del Mawlid del año 1362 dice
García Gómez, aproximadamente poco más de un metro del suelo. Podría ser discu-
tido si los palacios de la Alhambra con siete qubbas reales o salas de audiencias
tenían más de un trono móvil o fijo en su lugar o qubba. Es poco creíble que el
Mexuar en este sentido fuera el lugar preferido para ser visto oficialmente ¿Existía
o no existía en esa fecha la Sala-Qubba de Dos Hermanas del Palacio de los Leones?
Al-jatib dice que los palacios de la nueva Alhambra estaban a medio construir. Pero
vayamos al tema del trono. En la presente figura damos tres imágenes de la sala-
qubba del Mexuar con función pública, el Mexuar con Muhammad V sentado en el
trono a un lado de la estancia, según dibujo por libre (3). El dibujante ha puesto cua-
tro altos escalones. No existe en el actual Mexuar ningún respaldo arquitectónico en
la pared en el que se ubicaría el trono, tampoco en la sala-qubba de Dos Hermanas y
así en otras qubbas donde el jerarca daba audiencias, un ejemplo más es el llamado
Salón de Embajadores del palacio mudéjar de Pedro I del Alcázar de Sevilla. El
mexuar granadino hoy con cubierta adintelada muy en bajo (1) tenía en tiempos de
al-Jatib una elevada cúpula con o sin trompas sobre cuatro columnas según se ve en
mi criterio en el dibujo (2).
Figura 29. Interior del mirador de Lindaraja, nicho bahw potestativo, contiguo a la
sala Qubba de Dos Hermanas del Palacio de los Leones. La qubba es la sala de plan-
ta cuadrada con ingreso directo desde el patio y soberbia cúpula de mocárabes. En
ella no existe respaldo arquitectónico para el trono. El mirador es equivalente del ni-
cho ventana central del fondo de la Qubba de Comares. Entre la Qubba de Dos Her-
manas y el mirador está la sala alargada de Lindaraja con una ventana de doble arco
a uno y otro lado del arco mocarabado de ingreso al nicho. Sala de lindaraja y el ni-
cho mirador dibujan la clásica T invertida de palacios islámicos de Occidente, a par-
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tir del Palacio Zirí en Achir, Argelia, siglo X. Se cuenta con ella en el palacio de Co-
mares, mirador del Patio de Machuca, el Partal, pabellón norte del patio de la Ace-
quia Real del Generalife y algunas de las casas nazaríes y moriscas del albaicín gra-
nadino. En esa T invertida estaba postrado Muhammad V para dar audiencias, lo de
la qubba precedente era la ritualización de la estampa real completa del siglo XIV
granadino.
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Figura 31. Veneras pre-islámicas del 1 al 6-13. Las restantes hispanomusulmanas; a
la derecha, 7, cubierta del nicho del mihrab de la mezquita aljama de Córdoba. Del 8
al 16, de al-Zahra. Las restantes almohades, nazaríes y mudéjares.
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Figuras 32, 33. Más sobre nichos en la arquitectura islámica. 1, supuesto palacio de
jerarquía árabe de Rusafa si no iglesia bizantina, según Cyril Mango; 2, nicho de
palacio de Amman, recuerda las tres naves la central terminada en ábside para el tro-
no, palacio grande de ´Amyar (Líbano), según Finster; 3, capilla de San Lorenzo de
Toledo, ventanas ciegas a modo de nichos poco profundos; 4, 5, 6, la Sala Qubba de
Justicia mudéjar del Alcázar de Sevilla, siglo XIV; 7, planta Capilla de Belén, con-
vento de Santa Fe de Toledo, Clara Delgado; 8, planta y nicho de los pies de la sina-
noga de Córdoba, siglo XIV; 10, planta de la qubba del llamado Corral de Don die-
go de Toledo, siglo XIX, cuatro nichos, tres en el testero priorizado el central; 11, la
llamada Capilla Dorada del palacio mudéjar de Tordesillas, siglo XIV; 12, los dos
nichos de la planta alta de la Puerta del Vino de la Alhambra. Figura 33. Sala y ante-
sala o maylis con nicho- bahw- formando una T invertida, este tema profundizado
por G. Marçais. 1, 2, palacio Zirí en Achir, Argelia, siglo X, según A. Lézine y L.
Golvin; 3, del palacio del siglo XII de El Castillejo de Murcia; 4, Palacio de Coma-
res de la Alhambra; 5, pabellón norte del Generalife de Granada; 6, planta del Partal
de la Alhambra; 7, Daralhorra de Granada, según A. Almagro, A, Orihuela y G. Mo-
reno; 8, casa del Belyunes, Ceuta, con nichos en el centro de la sala principal, muy
habitual en viviendas del norte de África; 9, palacio de los cuatro cruceros del alcá-
zar de Sevilla según A. Almagro; 10, Mirador de Lindaraja de la Sala-Qubba de Dos
Hermanas de la Alhambra; 11, la llamada Capilla de la Asunción de las Huelgas de
Brugos, siglo XII, con dos nichos gemelos en el testero; 12, planta alta de la Puerta
de Justicia de la alhambra, nicho poligonal en la sala principal; A, palacio de Sama-
rra en el centro la T invertida modelo de casas de El Cairo a partir del siglo IX.
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Figura. 34, 35, 36. Plantas cruciformes de salas de audiencia sin respaldo arquitectó-
nico conocido. 1, de Roma, según Rivoira; 2, termas romanas de Itálica; 3, palacio
sasánida; 4, en el fondo del patio sala de audiencias del palacio omeya de Mushatta
(Creswell); 5, Sala de audiencia del palacio omeya de Amman, según publicación
de A. Almagro; 6, al fondo en el eje de la entrada, palacio omeya de Jirbat al-
Mafyar, Según Creswell; 7, palacio Manara de la Qalá de los Bannu Hammad de
Argelia, según Beylie; 8, 9, planta baja y alta del palacio de la Zisa de Palermo,
según Bellafiore; 10, la sala qubba de Embajadores del palacio mudéjar de Pedro I,
Alcázar de Sevilla, siglo XIV, sin respaldo arquitectónico. Figura 35. 1, sala de au-
diencias o qubba de planta tripartita, espacios cruciformes, del Palacio del Mar de la
Qal´a de los Bannu Hammad, Argelia, plantas de Beylie y L. Golvin; 2, el ejemplo
de estancia cruciforme del Mirador de Lindaraja de la Alhambra; 3, palacio de la
Cuba de Palermo, siglo XII. Figura 36, Axonométrica de palacio de Samarra en base
a la planta, edificio con qubba en el cruce de dos brazos y cuatro compartimientos de
nueve espacios el central priorizado.
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BÍFORA, DOS ARCOS GEMELOS EN LA ALJAFERÍA
A B C
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mudéjar de Santo Domingo de Daroca, planta de la qubba del Cuarto Real de Santo
domingo de Granada, planta de la Sala del Cuarto Real de Santo Domingo de Gra-
nada y planta de la Sala-Qubba de los Abencerrajes del Palacio de los Leones de la
Alhambra.
CONCLUSIÓN
Resumen referido a la Aljafería. Arriba dibujo del Salón Dorado publicado por Ca-
bañero Subiza y Lasa Gracia, lo del esquema tripartito por respaldo arquitectónico
del trono aunque se trata de una interpretación libre del testero de las tres naves del
Salón Rico de al-Zahra, no deja de ser un invento en el presente caso del palacio
hudí, quedan en la ambigüedad los registros de altura de arcos decorativos, nada se
vislumbra en el salón regio de nicho o algo parecido, ni siquiera está presente la
qubba, es cierto que los arcos potestativos sin profundidad se dan antes en el Salón
Rico de al-Zahra. No se puede afirmar que en la Aljafería los registros de arcos de-
corativos de altura de portadas o frontispicios pasan por primera vez de la arqui-
tectura religiosa a la palatina o doméstica, sería lógico que así fuera en un palacio
con tantas novedades en su haber con respecto a Córdoba, pero no es demostrable
mientras sigamos ignorando si tal traspaso se dio antes en los palacios califales del
Alcázar de Córdoba de la época de Abd al-Rahman III y al-Hakam II. En el largo re-
cordatorio que hemos trazado de arcos decorativos de altura en portadas subraya-
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mos por su antigüedad dentro del siglo X este logotipo presente en la portada de
una de las entradas del ribat de Monastir de Túnez seguidos de otros de al-Andalus
del siglo XII detectados en Niebla y en el Alcázar de Sevilla. Sobre ventanas de cua-
tro arcos iguales en la Aljafería no existen precedentes en Oriente y Occidente, con-
cretamente no se ven en Córdoba y Toledo. Seguirá siendo discutible si realmente
se dio en el palacio hudí una segunda planta sobre el Salón Dorado con la finalidad
de destacar o dignificar el edificio regio del norte del patio frente a planta más sim-
ple de las salas del sur del mismo. Sobre la presencia de escalera de acceso a segun-
da planta Cabañero y Lasa presentan algunas pruebas, es el mismo caso de la escale-
ra de acceso a la segunda planta del palacio mudéjar del Alcázar de Sevilla estudiado
por A. Almagro aquí con algunas pruebas convincentes. Como quiera que fuere en
uno y otro caso no se trata de escaleras solemnes o grandielocuentes como por ejem-
plo las del Palacio de Zisa de Palermo. El tema de ritual arquitectónico en los pala-
cios hispanomusulmanes lo traté en extensión en mi artículo de Internet “Palacio de
los Leones de la Alhambra. Funciones e iconografía de la arquitectura de la ciudad
palatina” (www.basiliopavonmaldonado.es).
Un subrayado para los siete arcos de friso o registro sobre el arco de herradura asen-
tado en el suelo pese a que F. Hernández no lo vio o supo ver en la nave central del
Salón Rico. En esta línea un matiz. En el testero de la maqsura de la mezquita alja-
ma de Córdoba para algunos autores con tres mihrab-s el real del centro tiene los
siete arcos de altura, no en los arcos de uno y otro lado de estancias del Tesoro y del
sabat remontados por una ventana con celosía cuadrada. Este tema se centra en si Al
-Hakam II distanciándose de su padre autor del Salón Rico de Al-Zahra copió la bri-
llante delantera del mihrab de la mezquita metropolitana, repleto de color, oro y fili-
granas inauditas arquitectónicas y decorativas, en su salón de audiencias del pala-
cio del Alcázar cordobés. Solo a un paso del mismo estaría la ingeniería de las ex-
quisiteces del palacio de la Aljafería.
Tras el examen casi exhaustivo del tema respaldo arquitectónico del trono y de
éste se puede concluir que la jerarquía terrenal islámica occidental era muy frugal,
poco teatral, las miniaturas y otras representaciones animadas, entre ellas los marfi-
les, enseñan sólo banqueta o plataforma baja y apaisada con almohada o sin ella, se
usa la jabuga, lo simbólico recae más en la vasija de libaciones y en el ramo o fruto
vegetal de una y otra mano de los personajes. Los emires y califas cordobeses eran
bastante parcos en este sentido, lo dicen los arcos del testero del Salón Rico de Al-
Zahra. Los jerarcas sasánidas eran dados a ser representados metidos en nichos po-
testativos. La jerarquía hispanomusulmana no o mucho menos. De esto nada se sabe
en palacios omeyas y abasíes de Oriente pese a que algo de ello se desprende de los
trabajos de de O. Grabar y R. Ettinghausen, como ejemplo el rey entronizado de la
sala de audiencia de Qusayr ´Amra de Jordania a imitación de la iconografía palati-
na de Bizancio, tema evocado por J. M. Blázquez (“Las pinturas helenísticas de
Qusayr ´Amra”). En la iconografía bizantina figura el emperador asentado en trono
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alto acompañado de dos personas. O. Grabar ha mostrado un varón entronizado en la
entrada del patio de Qasr al-Hayr Oeste (La formación del arte islámico).
El dibujo del testero del Salón de Oro de la Aljafería con el que inicié esta conclu-
sión me resulta muy en la línea de otros arquitectos de nuestros días que de cara a
las restauraciones de edificios artísticos de al-Anadalus al no contar con pruebas
fehacientes se pasan al bando de quienes por hábito se dedican a literaturizar fron-
tispicios desaparecidos.
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BIBLIOGRAFÍA