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Rapoport, Mario (2006). Historia económica, política y social de la Argentina, 1880-2006.

Buenos
Aires: Editorial Ariel.

CAPITULO IV LOS GOBIERNOS PERONISTAS (1946-1955).

Contexto internacional de la segunda posguerra.

 Los EEUU emergieron de la 2º guerra mundial como la potencia dominante del escenario internacional.
 Durante la guerra el Reino Unido había perdido parte de sus activos extranjeros, por ende, los bienes
necesarios para reconstruir su economía debían pagarse de sus exportaciones.
 EE.UU. principal acreedor británico. Gran Bretaña no solo era deudora del país americano sino también
de otros países como Argentina.
 Respecto de los problemas de balances de pagos de los países europeos, era necesaria una solución para
las relaciones comerciales en los años de la guerra. 1947 EE. UU presentaba un superávit en dólares
mientras que Europa un déficit en dólares. A pesar de estos desencuentros, coincidieron es una serie de
medidas económicas básicas, entre ellas la defensa de un sistema de tipo de cambio fijo.
 1947 se logró la firma de un acuerdo General de aranceles y comercio (GATT) que involucraba alrededor
de 500.000 productos junto a la reducción de las barreras arancelarias. Estas rebajas de aranceles
constituyeron la primera etapa de la internacionalización de los flujos de bienes y capitales y tendían a
reducir el poder de intervención de los estados.
 Europa demandaba grandes cantidades de materias primas, maquinarias y bienes de consumo durables
de los EE. UU., pero no disponía de productos de exportación ni divisas suficientes para financiar tales
importaciones. En 1947 se realizó el PLAN MARSHALL, un programa eficaz de reconstrucción que
apuntaba a la renovación de la infraestructura europea, al incremento de la producción, a la
nacionalización de la agricultura y de la industria y a la creación de estructuras que propiciasen la
estabilidad monetaria y financiera, a fin de lograr un rápido restablecimiento de la economía europea.
Esencialmente consistió en apoyar la transferencia de mercancías. La ayuda norteamericana generó
considerables déficits en las cuentas externas europeas y tuvieron que ser cubiertas con créditos a largo
plazo.
 El plan Marshall produjo resultados favorables en la primera etapa de su implementación. Fue decisivo
en la división del mundo en 2 bloques: los países que participaron del plan conformaron el bloque
occidental, mientras que los que se sumaron a las economías centralmente planificadas de la unión
soviética fueron el bloque oriental.

La reforma monetaria que sentaba las bases para la reconstrucción de Alemania occidental mediante el
plan M. fue el pretexto para que la Unión soviética bloqueara a Berlín occidental. A Este hecho se asocia el
comienzo de la guerra fría. Ésta significo la división del mundo en dos bloques contrapuestos, el capitalista
(liderado x EE. UU.) y el socialista (Unión Soviética)

Las características de la guerra fría: la carrera armamentista, la lucha ideológica y los enfrentamientos
armados en diversas partes del mundo.

 En cuanto a América Latina, los años de posguerra encontraron a las naciones del continente en pleno
proceso de industrialización por sustitución de importaciones, esto requería una mayor profundización
en el comercio mundial, con el propósito de adquirir los bienes de capital y materias primas
indispensables a ese proceso y colocar sus exportaciones a fin de obtener las divisas necesarias para
continuar importando. Los países latinoamericanos fueron excluidos del plan M. y vieron decrecer su
participación en la economía mundial.
 Por el contrario, en Europa se produjo una progresiva recuperación económica que género algunas
iniciativas favorables para conformar uniones aduaneras y cooperación económica entre los países del
viejo continente.
 Otro rasgo fundamental en la economía europea de la posguerra fue el de la intervención del Estado en
las cuestiones económicas y sociales, los gobiernos asumieron la función de garantizar las condiciones
de reproducción del sistema capitalista asegurando niveles de empleo, demanda e inversiones. La
intervención se produjo a través de 3 vías: las nacionalizaciones, la planificación y la creación de
instituciones que establecerán el “estado de bienestar”.

Perón, 1er gobierno (1946-1952)

 1943 funcionaba el gobierno militar con orientación naci-fascista.


 Asegura su éxito electoral apoyándose en sectores populares y trabajadores.
 Considero que para legitimar el intervencionismo económico y social era necesario reformar la
constitución de 1853. la nueva constitución plasmo un estado económicamente nacionalista e
intervencionista en las esferas de la distribución, comercialización y servicios.
 Nov de 1951 nueva victoria peronista: formula oficialista perón-Quijano le gano a la posición radical
Balbín- Frondizi. Un hecho novedoso que contribuyo al éxito electoral fue impulsado en 1947 por Eva
Perón, la posibilidad del voto femenino, universalizando el derecho de sufragio. La demora en aplicar
esta disposición fue aprovechada por Evita para organizar el Partido peronista femenino y reforzar el
apoyo a Perón en las elecciones del ‘51.

El movimiento Obrero

 El peronismo estimulo el papel económico y político del movimiento obrero, la extensión de la red de
organizaciones sindicales y el alto grado de movilización de los trabajadores provocando un notable
incremento de la tasa de sindicalización después de 1945.
 La masiva sindicalización obrera respondió a varios factores: el aporte del estado, que creo un marco
institucional hasta entonces inexistente en las relaciones laborales; el dinamismo de los sindicatos; la
capacidad organizativa de los líderes sindicales y el alto grado de movilización obrera.
 Una característica innovadora fue el desarrollo de las comisiones internas, estas aseguraron importantes
beneficios tanto al obrero como al sindicato.

Política social y condiciones de vida.

 La atención a los sectores más desprotegidos estuvo a cargo, particularmente de la fundación creada por
Eva Perón.
 El problema de la vivienda fue uno de los legados que heredo el peronismo. Un instrumento importante
para la política de viviendas del peronismo fue la nacionalización del banco central. La acción estatal
debía estimular y promover la construcción de la vivienda propia mediante el crédito bancario y el ahorro,
por lo que el control de los depósitos bancarios puso en manos del estado una considerable masa de
recursos para canalizarlos en favor del crédito hipotecario. El banco central facilito gran parte de esos
recursos al banco hipotecario nacional, que no solo hizo más fluido el otorgamiento de préstamos
hipotecarios, sino que rebajo los intereses.
 Durante el periodo también proliferaron las villas de emergencia, que recreaban las condiciones de vida
de los antiguos conventillos.
 Los recursos destinados a la educación también crecieron, especialmente a través de la construcción de
escuelas primarias y secundarias. Hubo mucho énfasis en la enseñanza técnica. En el ámbito universitario
en 1949 se decretó el amparo de la enseñanza pública universitaria, sin aranceles
 Desde sus orígenes, la economía argentina había encontrado en el sector agropecuario y en el comercio
exterior las principales fuentes de su dinámica. Este perfil productivo alcanzo su máxima expresión bajo
el modelo agro exportador. La plena ocupación de las tierras, las características estructurales del sector
agropecuario y el peso creciente del consumo interno, limitaban la oferta de exportaciones, mientras las
transformaciones internas en las economías de los principales socios comerciales provocaban problemas
en la demanda.
 El discurso económico peronista se apoyaba en 4 columnas: se trataba de la importancia del mercado
interno, del nacionalismo económico, del estatismo y del papel central de la industrialización. El estado
cobro importancia como regulador de la economía y proveedor de bienes y servicios.

El primer plan Quinquenal de gobierno (1947-1951)


 Tenía corte de un estado interventor. Los fondos que se necesitaron para el plan se sacaron de las reservas
que tenía el país.
 El plan quinquenal debía establecer la orientación económica del país en el periodo de 1947-1951. Esto
se hizo teniendo en cuenta una serie de pautas por la que el Estado debía asumir las tareas de:
o Determinar las necesidades previsibles de materias primas de origen nacional, combustible,
energía eléctrica, maquinarias y transportes y verificar el estado y grado de eficiencia de los
sistemas de producción, explotación y distribución de esos elementos.
o Establecer un programa mínimo de 5 años de las obras e inversiones necesarias para asegurar un
suministro adecuado de materias primas, combustibles y equipos mecánicos, y desarrollar
racionalmente la industria y la agricultura del país. Descentralizar la industria, formando nuevas
zonas; diversificar la producción y colocar dichas zonas adecuadamente en función de fuentes
naturales de energía, las vías de comunicación, los medios de transporte y los mercados
consumidores.
 El plan estableció objetivos ambiciosos y simultáneamente vagos, que cumplió en forma parcial. En sus
asuntos esenciales se planteaba:
a. Transformación de la estructura económico-social por la expansión industrial.
b. Reducción de los factores de vulnerabilidad externa a través del rescate de la deuda externa pública
y privada y la nacionalización de los servicios públicos.
c. La elevación del nivel de vida de la población mediante una redistribución de la riqueza y un plan
general de obras y servicios públicos referidos a sanidad, educación y vivienda.
d. El empleo de las ganancias generadas por los intercambios, junto con las reservas de oro y divisas
acumuladas durante la guerra, para la financiación del programa.
e. El mantenimiento de una política nacionalista frente a organismos internacionales de posguerra.
f. Amplia movilización de los recursos nacionales, la aceleración de la capitalización industrial, el
fomento de la creación de un mercado de consumo interno.
 Por primera vez un plan del gobierno se pronunciaba a favor de la industrialización del país, haciendo
referencia a los múltiples beneficios que este sector brindaba.
 Este plan se llevó a cabo para dar impulso al mercado interno. Se crearon nuevas empresas estatales. Los
primeros servicios que se estatizaron fueron: 1945 el gas en la capital federal y pocos años después el
Estado adquirió varias compañías de gas en la Prov. de Bs. as. También fue nacionalizado el sector
telefónico en 1946.
 En general la compra de empresas por parte del estado se encontraba lejos de ser un proceso compulsivo.
Las compañías extranjeras estaban interesadas en desprenderse de sus activos en la Argentina porque su
ciclo ya estaba agotado. El ejemplo más antiguo fue el de los ferrocarriles: perón debió enfrentar el
problema de las libras bloqueadas y del futuro de las reacciones anglo-argentinas y uno de sus primeros
pasos fue comenzar las negociaciones entre el Gobierno Argentino y británico a fin de resolver las
distintas cuestiones que producían polémica entre los dos países.
 Con respecto a la cuestión de los ferrocarriles se dispuso el “plan de reactivación económica” de 1940,
la creación de una empresa mixta integrada por capitales argentinos y británicos, garantizándole a los
británicos un beneficio del 4% anual, que habría de estar exento de una amplia gama de impuestos. Esto
fue objeto de diversas críticas, coincidían con la idea de que era una nacionalización y no una compañía
mixta. Esta situación motivó que cobrase fuerza la idea de vender totalmente los ferrocarriles al Estado
argentino.
 1 de mayo de 1948 el Gobierno Argentino tomo posesión de los ferrocarriles británicos.
 El papel del estado como empresario no solo devino de las nacionalizaciones, también hubo creaciones
de nuevas egresas y expansión de otras. El transporte comercial y aéreo y naval fue uno de los sectores
que concentraron la atención estatal.
 1950 nació Aerolíneas Argentinas
 La principal realización entre las obras públicas realizadas por el Plan Quinquenal fue la construcción
del aeropuerto internacional de Ezeiza.
 El plan quinquenal adoptó una política crediticia a partir de la nacionalización de los depósitos bancarios
y el banco central de la Argentina. El estado podía dirigir a determinados sectores un crédito. Intervino a
partir de 4 entidades crediticias:
o banco hipotecario nacional: tenía la característica de ser interventor en operaciones inmobiliarias,
préstamos de hipotecas y cobraba comisión. Luego dejó de funcionar, cuando asume Perón sirvió
para comprar, reconstruir y construir viviendas de uso familiar.
o banco nación: se usaba para otorgar préstamos a comerciantes y pequeños productores
agropecuarios.
o caja nacional de ahorro: hoy ya no existe, se utilizaba para dar préstamos personales de escaso
monto, pero destinados al consumo interno.
o banco de crédito industrial: se utilizaba para dar créditos a pequeños y medianas industrias
(pymes) ya que utilizaban más mano de obra. Eran préstamos destinados al capital de trabajo
(para que las empresas aun perdiendo plata, sigan trabajando) o requisamiento.

I.A.P.I.

 IAPI: Institución Arg. De la Promoción del Intercambio fue creado por el Gobierno Peronista. Se trataba
de un monopolio estatal de ventas, tenía la responsabilidad de canalizar a los exportadores.
 Su fin: centralizar el comercio exterior y transferir recursos entre los diferentes sectores de la economía.
 Todo lo que se exportaba paso por el IAPI, que se quedaba con dinero. La diferencia del IAPI estaba
dirigida a la redistribución del ingreso (crecimiento del mercado interno).
 Los recursos del IAPI sostuvieron la política de nacionalizaciones y ampliación de los servicios públicos;
el fomento de la industrialización y la adquisición de productos importados tales como materias primas,
bienes de capital y buques para la flota mercante. Ejercía también el control de usos de las divisas a través
de topos de cambio múltiples, permisos de importación y fijación de cotas.
 En el ámbito interno otorgaba fondos a las diversas reparticiones y entes públicos destinado a la compra
de bines de capital, operando como un organismo financiero.
 En el ámbito externo otorgó financiamientos a otros países para que pudieran comprar en el mercado
argentino, especialmente productos alimentarios.

Crisis económica y sector externo.

 1949 primeros síntomas de una crisis económica provocada por desequilibrios en el sector externo. Hubo
dos factores, en primer lugar, un vuelco desfavorable del marco internacional, al invertirse la tendencia
positiva de los términos del intercambio. En segundo, la caída de las reservas internacionales.
 En 1949 se produjo por primera vez un déficit en la balanza comercial.
 Las reservas se fueron consumiendo, y por el déficit en la balanza comercial y de pagos, las reservas no
aumentaban. Bajaron los precios internacionales (mas importaciones, menos exportaciones).

Segundo gobierno de Perón


A lo largo todo su mandato, Perón se muestra preocupado por los derechos del trabajador, e implementa
políticas de bienestar, que incluyen la efectivización de nuevos derechos sociales y la fundación de un centro
de asistencia social, manejada junto con Eva Duarte.
Entre 1945 y 1955, en la Argentina, a diferencia de lo que ocurrió en algunos países europeos, no hubo
una burguesía industrial poderosa, capaz de liderar un proceso de industrialización. Fue el Estado el
responsable de producir la modificación de la estructura productiva, impulsando un rápido crecimiento
industrial y nacionalizando importantes sectores de la economía. Entre 1946 y 1950 el Estado fue asumiendo
un rol de empresario, haciéndose cargo de diversas tareas que anteriormente correspondían a iniciativas del
sector privado. En 1946 se nacionalizaron el Banco Central y los depósitos bancarios, permitiéndole al Estado
controlar la política financiera del país y orientarla, a través del otorgamiento de créditos, hacia una política
de incentivo de la actividad industrial.
Por otra parte, la gestión pública se orientó a la mejora en la distribución de ingresos y el fomento de
la industrialización a través de la sustitución de importaciones (empezar a fabricar en el país lo importado
hasta entonces). Estas medidas permitieron una rápida expansión del mercado interno pero la desatención
del sector exportador dificultó seriamente la sustentabilidad de este modelo.
A partir de 1950 las reservas que se fueron gestando durante el gobierno de Perón, se fueron
consumiendo indiscriminadamente y, por el déficit en la balanza comercial y en la balanza de pagos las
reservas no lograban aumentar. Las importaciones subían y las exportaciones seguían bajando, produciendo
así una baja en los precios internacionales.

Los cambios en la política agraria.

(Crisis) Como consecuencia del estancamiento del agro, el gobierno vio necesario replantear y
redefinir una política más laxa frente a la situación. Por lo que se implementaron medidas para el incremento
de la productividad y un menor costo, para poder estimular al productor. Fue así que la política agraria se
basó sobre los costos de producción, los precios internacionales y la estabilidad del mercado
interno. También se subsidiaron las exportaciones debido a la caída de los precios internacionales, lo que
genero un importante déficit al IAPI. El gobierno debido a la situación, organizo un plan de inversiones
estatales destinado a fomentar el aumento de la productividad agropecuaria en el quinquenio 1953-1957, para
el desarrollo de la investigación, fomento, enseñanza, distribución de semillas difusión de abonos, fueron
entre otros los temas abordados por dicho plan.

Junto a estas inversiones se dispuso un plan general de distribución y almacenamiento de las cosechas,
lo que llevo a la construcción de silos mediante el financiamiento bancario y bonificaciones especiales a
través del IAPI. No obstante, la situación del agro no pudo ser revertida, ya que en algunos casos se
experimentó un descenso de la superficie cultivada (cereales).

En su conjunto la actividad agrícola disminuyo no sólo por cuestiones climáticas, también por la
reducción de la superficie cultivada, la escasa inversión y el deterioro de las condiciones productivas. Otro
factor de erosión fue la limitación oficial de los precios de ventas de la producción que desalentó su
crecimiento. Aunque tuvo períodos de repunto como después de la posguerra y la guerra de Corea, comenzó
a perder dinamismo.

 Segundo Plan Quinquenal

En 1951 muere Evita y en 1952 Perón es reelegido bajo una situación de país totalmente diferente a la
de su primer presidencia. La crisis económica deterioraba las bases de sustentación del peronismo. La
orientación política del gobierno debió enfrentar un cuadro que ponía en cuestión su supervivencia.
Entonces apelo a movilizar su respaldo popular y a acentuar los controles represivos. La política de
agitación del peronismo adquirió un tono marcadamente nacionalista y antioligárquico. Perón hizo hincapié
en asegurar el desarrollo de la economía social por medio de actividades que ayuden a gestar la
independencia del país, para lo que se recurrió a un “Segundo Plan Quinquenal” que en líneas generales
proponía:

 Mantener el equilibrio de precios y salarios, y estimular el desarrollo económico general.


 Un programa de inversiones estatales y privadas destinado a resolver las necesidades básicas del país en
lo referente a materias primas, energía y transporte, y bienes de capital.
 Proseguir la política de sustitución de importaciones.
 Fomentar el incremento de la productividad agrícola-ganadera.
 Conceder un papel complementario al capital y al crédito extranjero como factores de cooperación y
estímulo al desarrollo económico.
 Aumentar la capacidad de importación del país a partir de una decidida política de exportaciones que
generan las divisas necesarias.
 Coordinar la participación de empresarios y trabajadores en la planificación y ejecución de la política
económica del país, determinar el papel de la empresa privada frente al intervencionismo estatal,
consolidar el cooperativismo y frenar la intermediación artificial en las actividades primarias.

Entre las medidas que se tomaron en función del cumplimiento de los objetivos de Plan deben destacarse
las tendientes a aumentar las exportaciones, para lo cual se proporcionó a exportadores un tipo de cambio más
satisfactorio y se aumentó el número de productos que se podían negociar en el mercado libre. En el agro se
trató de estimular el aumento de la producción a través de la modificación de la aplicación del impuesto a los
réditos (a las rentas), que se determinaba en función de la productividad y no de la renta real, con el fin de
castigar fiscalmente a quienes explotaban mal sus propiedades y beneficiar a los más eficientes.

La ganadería resultaba especialmente estimulada a fin de incrementar las áreas destinadas a esta
actividad compensando así la reducción del área sembrada con cereales. El cumplimiento de las metas
previstas exigía un gran esfuerzo de financiación por parte del Estado y los recursos provendrían
fundamentalmente de títulos de la deuda pública, de organismos públicos (IAPI) y del capital privado, por lo
que se sancionó en 1953 la Ley de Inversiones Extranjeras.

La caída de Perón.

Entre los factores que se desarrollaron para el marco conspirativo cívico-militar estaban los conflictos
con la iglesia, las negociaciones con empresas petroleras, el deterioro de la situación política interna. La
Marina, fuerza que albergaba fuerte tendencias antiperonistas fue una de las principales conspiradoras.
Consciente de la persistencia del clima conspirativo, Perón, bajo la presión del Ejército, intento una política
de conciliación. Autorizó las actividades políticas opositoras, anuncio el fin de su liderazgo revolucionario y
manifestó el propósito de convertirse en presidente de todos los argentinos. La llamada pacificación fue
rechazada por la oposición, mientras que comandos civiles integrados por jóvenes del ambiente político y
universitario efectuaron atentados terroristas y se aprestaban a colaborar con una inminente sublevación
militar.

Perón decidió recuperar la iniciativa. El peronismo fue convocado a ganar la calle y retomar la lucha.
El presidente ofreció su “retiro” al Partido Peronista y a la CGT con el propósito de movilizar a los trabajadores
en su apoyo y ampliar su espacio político a expensas de los opositores. Fue así que la CGT declaro un paro
general y convocó a los trabajadores a la Plaza de Mayo para pedir al presidente la continuidad en el cargo.
La amenaza pública, destinada a atemorizar a sus adversarios y a la conspiración en marcha, pareció conducir
a una guerra civil. La respuesta de los conspiradores fue acelerar los preparativos del nuevo golpe militar. El
gobierno no adoptó ninguna medida efectiva para reprimirlos. Una oferta cegetista al ministro de guerra para
que conformara una reserva armada de trabajadores fue rechazada.

El 16 de septiembre de 1955 un golpe de Estado, autodenominado “Revolución Libertadora”, derroco


a un gobierno legitimado por cuanta compulsa electoral tuvo lugar desde 1946. Varios factores contribuyeron
al éxito golpista:

1. Los conspiradores se persuadieron de que Perón no apelaría a la movilización de sus partidos para
enfrentar una sublevación militar.
2. Perón confió en las Fuerzas Armadas para defender su gobierno. Si bien la mayoría de la oficialidad
mantuvo su lealtad al presidente, una minoría decidida impulsó el golpe y otra parte considerable se
mantuvo neutral, favoreciendo los planes golpistas.
3. La cambiante política del gobierno peronista, orientada a buscar un compromiso con la oposición
política y las clases dominantes, resulto un fracaso. Golpistas y opositores interpretaron
acertadamente, que esa política denotaba signos de debilidad, perdida de iniciativa política y expresaba
una desorientación susceptible de ser aprovechada para derrocar al presidente.

El golpe reflejaba la necesidad de los círculos económicos dominantes de acentuar la reorientación del
rumbo económico adoptado por el gobierno a partir de 1952. Debía favorecer la apertura del comercio exterior
y entrada irrestricta de capitales, buscar un acercamiento con los Estados Unidos. Debían eliminarse las
regulaciones estatales y subordinar la base social del peronismo a los objetivos de nuevas formas de
acumulación.
CAPITULO 5

Una Década de Inestabilidad (1955-1966)

5.1. EL CONTEXTO INTERNACIONAL

Durante el período tanto el comercio internacional como el producto bruto interno de la mayoría de
los países se incrementaron prácticamente sin interrupciones hasta principios de los años 70’, prosiguiendo un
sendero de crecimiento que se había iniciado en la inmediata posguerra.

El tratado de Roma firmado en 1957 fijaba una secuencia temporal de tres fases:

1. debía crearse una unión aduanera;


2. conformarse una comunidad económica en el marco de la OECE;
3. debía crearse una zona europea de librecambio industrial.

La oposición del gobierno francés a la realización de tal tratado hizo que las negociaciones se
interrumpieran a fines de 1958.

El proyecto de la Comunidad Económica Europea (CEE) se impuso para los seis países; Alemania,
Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, que acordaron una progresiva rebaja de aranceles para los
flujos comerciales entre ellos y la fijación de un arancel externo común para las importaciones desde otras
naciones, mientras se establecían controles para tratar de estimular la competencia entre empresas y
restricciones que evitaran el abuso de posiciones dominantes en el mercado por parte de las más poderosas.

El desarrollo de economías a escala, base del crecimiento económico de esa época, requería mercados
más amplios que desbordaban los límites geográficos nacionales. Este fue uno de los motivos por los que el
proyecto fue apoyado por los principales grupos empresarios.

Por otro lado, el Reino Unido continuó las conversaciones con Noruega, Suecia, Dinamarca, Austria,
Suiza y Portugal, que culminaron con la constitución de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA)
Esta Asociación sólo comprendía a los productos industriales dejando de lado a los agrícolas.

El viejo imperio colonial comenzaba a fragmentarse, la participación británica en el comercio


internacional se reducía, la libra esterlina perdía importancia como moneda de reserva y la cohesión del
Commonwealth se debilitaba. Por el contrario, la Europa de los Seis era el escenario de un impetuoso
crecimiento económico. Así fue como 31 de julio de 1961 Gran Bretaña pide formalmente su incorporación a
la CEE. Esta integración no se dio hasta 1963 dadas las asperezas que existían entre Gran Bretaña (GB) y los
miembros de la CEE, más exclusivamente Francia quien veía que los intereses de GB no estaban dirigidos a
Europa sino hacia el Atlántico, y gracias a las exigencias que ponía Gran Bretaña con relación al intento de
realizar ciertas modificaciones en los postulados del Tratado de Roma.

Un importante componente de la estructura y estrategia global de la CEE estaba constituido por la


Política Agrícola Común. Se impuso la idea de una política agrícola Integrada debía ser el instrumento para
lograr precios que serían más altos y estarían establecidos por la Comunidad. De esa manera, se pretendía
garantizar a los agricultores europeos una renta suficiente, comparable a la obtenida por los sectores urbanos.
Era necesario un control sobre las importaciones de productos agrarios provenientes de otras regiones por
medio de aranceles especiales y cuotas de importación, así como la intervención en el interior del mercado
agrícola comunitario absorbiendo excedentes a precios mínimos garantizados.

La política agrícola proteccionista de Europa y sus preferencias por los mercados del Cercano Oriente
y África, antiguas colonias de algunos de los miembros de la CEE, generaron dudas en el gobierno de EEUU
sobre sus propias políticas liberales. De esta forma los EEUU comenzaron a ver a la CEE como una potencial
amenaza para su superioridad industrial. Puesto de la competencia que existía y de la amenaza que veía con
relación a Europa, en 1961 procuraron sostener un acuerdo en el que ambos bloques debería cooperar en
igualdad de condiciones tanto en el terreno económico como en el militar, mientras que la dirección política
recaería en el país norteamericano. El objetivo de los EEUU era conformar un bloque de naciones ricas, a fin
de construir en Occidente una economía internacional abierta bajo el liderazgo de Washington, garantizado
en el orden militar por la existencia de la OTAN.

De esta forma comenzó una política de ayuda para evitar el avance Soviético, colocando bases militares
en distintos sectores Europeos en vísperas de detener un posible avance. Procuró reintegral al Japón luego de
finalizada la segunda guerra mundial, a través de la ocupación militar en un principio, y luego a través de
ayuda económica, a fin de servir de contención con respecto a los países comunistas del Norte y del Oeste.
Japón a partir de allí manifestaba que un orden económico mundial de signo plenamente liberal no era el
adecuado para las características de su desarrollo capitalista.

Por su parte, las economías de las países socialistas, poseían una perspectiva en la que el comercio
exterior era secundario dado que apenas constituía un mecanismo para obtener bienes esenciales. Así fue, que
tras la muerte de Stalin el comercio exterior pasó a considerarse prioritario para la cooperación entre los países
socialistas, permitiendo, además, la profundización de las relaciones políticas. Este espíritu cooperativo se
limitó en gran medida a proyectos en el campo de la energía, y la mayor parte de los mismos fue llevada a
cabo en la Unión Soviética. En 1958 comenzaron a utilizarse los precios del mercado mundial como
instrumentos auxiliares de orientación, con la finalidad de simplificar las transacciones interiores del
Comecom. Esto implicaba que el sistema de precios propio no era el más conveniente para un intercambio
equilibrado de bienes.

Es por ello que en 1963, los países del bloque oriental firmaron un acuerdo para compensar de manera
multilateral los intercambios comerciales, debiendo realizar sus pagos en rubios de compensación, pero en la
práctica las relaciones comerciales continuaron efectuándose en el plano bilateral.

Entre 1950 y 1970 como exportadores de alimentos, varios países en desarrollo dependía de la
colocación de productos cuya demanda crecía a escala mundial mucho menos rápido que la de productos
industriales elaborados en Occidente. Otros exportaban, materias primas que iban siendo sustituidas por fibras
sintéticas o materiales plásticos. Los precios de las materias primas exportadas por los países en desarrollo
descendieron tendencialmente hasta mediados de los años 50’, mientras que los de los productos industriales
exportados experimentaron una tendencia alcista. Muchos países subdesarrollados, entre los que se contaba la
Argentina, se vieron afectados también por políticas restrictivas como la Política Agrícola Común, que reducía
de manera notoria su capacidad exportadora en mercados de gran importancia en el pasado.

Presionada por las circunstancias, en 1962 la ONU organizó la Conferencia para el Comercio y el
Desarrollo (UNCTAD), institucionalizándola como órgano de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El primer encuentro de la UNCTAD se realizó en marzo y junio de 1964 en Ginebra y los debates tomaron
como base un documento del economista argentino RAUL PREBISCH referido a una nueva política comercial
internacional al servicio del desarrollo económico.

El punto de partida era muy distinto del europeo. Las economías latinoamericanas no tenían una
importante interrelación económica previa y sus relaciones en ese campo se concentraban principalmente en
torno a un conjunto de países desarrollados, en los cuales se proveían de los bienes de capital y de consumo y
de una parte de los capitales necesarios para la expansión productiva, a cambio de productos tradicionales. El
comercio exterior era un reflejo de estructuras económicas internas que estaban lejos de constituir sistemas
productivos nacionalmente integrados.

La falta de interrelación, sumada al poco interés mostrado por los agentes económicos locales,
conspiraba contra un proceso ambicioso de integración; los precios de los bienes industriales eran
sustancialmente más elevados que los vigentes fuera de la región; el intercambio recíproco no solucionaba la
dependencia extrarregional. A esto debemos atribuirle los resultados pobres: el comercio intrarregional no se
incrementó en términos globales y tendió a concentrarse en los sectores tradicionales, tampoco sirvió para
estimular un desarme arancelario recíproco o conformar una estrategia comercial regional de peso.
La retirada de Francia de la OTAN como parte de la política gaullistica de una mayor independencia
frente a Washington; el comienzo del involucramiento de los gobiernos norteamericanos en Vietnam que se
profundizó en 1963 con la llegada de Lindón Jonson a la Casa Blanca luego del asesinato del presidente J. F.
Kennedy y la invasión de la República Dominicana en 1965 por los Estados Unidos son otros de los principales
acontecimientos que marcaron esa etapa de los dramáticos años 60’-

5.2 LA EVOLUCION POLÍTICA

5.2.1. La “Revolución Libertadora”.

El golpe de Estado organizado por la oposición a Peron contó con la decisiva participación de oficiales
del Ejército y la Armada. Fue encabezado por el Gral. Lonardi el 16 de Setiembre de 1955 y tuvo su epicentro
en Córdoba. Las bases navales de Río Santiago y Puerto Belgrano se plegaron a la insurrección, mientras que
la flota naval en rebeldía avanzó hacia Buenos Aires. Cuando la situación militar distaba de ser desfavorable
para el gobierno, el presidente Peron ofreció la posibilidad de su renuncia al Ministro de Ejército. Este formó
una junta de generales para negociar con los sublevados, lo que provocó el desmoronamiento del dispositivo
militar “leal” al gobierno y precipitó la capitulación frente a los golpistas.

Triunfante el golpe, su cabecilla, el Gral. Lonardi, se declaró presidente provisional el 21 de setiembre


de 1955. Ignorando las relaciones de fuerza del momento, se dispuso a desarrollar una política de concordia
con los vencidos en el terreno militar y civil. Sin llegar a cumplir dos meses en el ejercicio de la presidencia,
bajo la presión de un grupo de oficiales, Lonardi fue obligado a renunciar. De esta manera, comenzó un
período de represión política del peronismo que encubría muchas veces un odio social, un enfrentamiento de
clases que el Gral. Lonardi ignoraba por completo.

El Gral. Pedro E. Aramburu, elegido nuevo presidente mediante un acuerdo entre oficiales del Ejército
y la Marina, se mostró decidido a eliminar todo vestigio del régimen peronista. El nuevo gobierno de la
“Revolución Libertadora”, argumentando la defensa de la democracia, intervino la CGT, disolvió al Partido
Peronista y la CGE, proscribió las actividades políticas de los peronistas, prohibió el uso de sus símbolos y
arrestó a muchos de sus dirigentes.

Más allá de todos los intentos por desperonizar al país, en la elección presidencial convocada para
febrero de 1958, la que quedó reducida en la práctica a una confrontación entre dos sectores en que se había
divido el radicalismo, salió triunfante la UCR Intransigente, encabezada por Frondizi, quien derroto a la UCR
del Pueblo, encabezada por Balbín. Para sorpresa del gobierno, que apostaba al triunfo de este último, Frondizi
se impuso con el 45% de los votos. El aporte del voto peronista, resultado de un acuerdo con Peron, fue
decisivo para la victoria intransigente. Los militares debía abandonar el gobierno resentidos contra el
candidato triunfante que había utilizado la proscripción de los peronistas en contra de la Revolución
Libertadora.

5.2.2 El gobierno e Arturo Frondizi

Frondizi se proyectó hacia la presidencia del país desde su condición de presidente del Comité
Nacional de la UCER. Bajo su conducción el radicalismo desplegó una intensa campa{a para atraer al
electorado peronista a la vez que condenó el espíritu revanchista de quienes habían sido sus aliados en la lucha
contra Perón.

A mediados de 1956 la candidatura presidencial de Frondizi comenzó a consolidarse. Anticipándose a


los militares gobernantes y a sus aliados, muchos secotres del radicalismo catapultaron el nombre de Frondizi,
cuya popularidad había crecido desde los últimos tiempos del peronismo.

Los tiempos de Frondizi se basaron en particular, de enfatizar el desarrollo de la industria pesada como
indispensable para el país y la explotación de los recursos naturales, en especial el petróleo. Por otra parte, la
revista era particularmente agresiva con el imperialismo británico y con la oligarquía que le servía de cabecera
de puente. Al respecto, sostenía que debían suprimirse las bases materiales de la hegemonía oligárquica,
adversa a la industria, para transferir el poder económico a las manos de la clase nacional de los industriales.

En el primer semestre de 1957, Perón se tornó a favor de Frondizi, ya que creía que de esta forma
ayudaría a la recuperación del peronismo. A su vez Frondizi se comprometió a amnistiar a los dirigentes
peronistas, a restablecer el orden sindical previo al gobierno militar y a permitir que los peronistas participaran
de futuras elecciones. De esta manera quedaba consagrado el pacto que llevó a Frondizi a la Casa Rosada.

Así fue como sucedió, y haciendo honor a su promesa, el Congreso sancionó una ley de amnistía y la
Ley de Asociaciones Profesionales. En el ámbito educativo logró la aprobación de la ley sobre enseñanza libre
anulando el monopolio estatal sobre la enseñanza superior. Finalmente, a fines de 1958, se promulgó una ley
de promoción de las inversiones extranjeras.

La búsqueda de un acuerdo entre los distintos sectores sociales que contribuyera a respaldar la política
desarrollista pronto encontró sus límites. Las negociaciones petroleras provocaron la reacción de los
trabajadores del sector. Esto provocó la reacción del estado, declarando el Estado de Sitio que se mantuvo
durante todo el mandato. La política de austeridad implementada, en acuerdo con el Fondo Monetario
Internacional, provocó una depresión económica en 1959. Los salarios reales de los trabajadores sufrieron una
fuerte erosión y las huelgas se multiplicaron. Los dirigentes peronistas pusieron fin a la tregua acordada al
gobierno para que cumpliera con sus compromisos.

En 1959, las presiones de los partidarios del derrocamiento del gobierno se acrecentaron. Los militares
lograron que Frondizi desplazara del gabineta a funcionarios frigeristas. El propio Frigerio, sospechado de
vinculaciones izquierdistas, renunció a su condición de asesor presidencial. Tras una derrota a nivel electoral
en Mza., Frondizi optó por una nueva reorganización de su gabinete incorporando como Ministro de Economía
y Trabajo a un economista liberal, Ing. Alvaro Alzogaray. Con esto se intentaba garantizar la aplicación de la
política de estabilización y a lograr apoyo militar para el gobierno.

Frondizi trató de recuperar posiciones en la política interna. Con motivo de las elecciones para
gobernadores provinciales en marzo de 1962, confiado en poder canalizar los votos de los antiperonistas
levantó la proscripción a la participación del peronismo.

Las elecciones dieron el triunfo al Frente Justicialista. Ganó en varias de las provincias en als que se
eligió gobernador. La primera reacción gubernamental fue la intervención federal a cinco de las provincias
donde había triunfado el justicialismo, entre las que estaba Buenos Aires. Esta medida, acordada con los
militares tres días antes de los comicios, no impidió que los jefes castrenses dispusieran el derrocamiento del
presidente argumentando la necesidad de asegurar los ideales de la Revolución Libertadora.

5.2.3 El gobierno de Jose María Guido.

Los jefes de las tres armas no concertaron una solución institucional de recambio. Mientras los sectores
más anitperonistas pretendían implantar un gobierno de ipso que profundizara la obra de la Revolución
Libertadora, aquellos que propugnaban mantener mayores márgenes de legalidad no deseaban comprometer
a las instituciones militares en el manejo del gobierno nacional. Con el apoyo de estos, José María Guido
asumió la primera magistratura en una suerte de continuidad institucional.

El empeoramiento de la situación económica y las medidas políticas del gobierno configuraron el


marco dentro del cual la Argentina se deslizaba hacia una guerra civil. Una nueva crisis de la balanza de pagos,
y las medidas económicas sin éxito, contribuyeron a un profundo deterioro de las condiciones de vida de los
trabajadores.

En este estado de cosas, el Ejército se dividió en dos fracciones: los azules y los colorados. Los azules
legalistas, cuestionaban la indisciplina fomentada por los altos mandos ultraliberales y la injerencia de la
Marina de Guerra en los problemas internos del Ejército. Opinaban que pese a los excesos del pasado, el
peronismo era una fuerza nacional y cristiana que constituía un bastión contra la subversión. Por el contrario
para los colorados el peronismo era un movimiento de clase sectario y violento que desataba el resentimiento
obrero y socavaba los fundamentos de la jerarquía social como antesala del comunismo.

El 2 de abril de 1963 la Marina se rebeló para modificar la estrategia electoral del gobierno, siendo
uno de los jefes del movimiento Isaac Rojas. La rebelión fue controlada por el Ejército con el apoyo de la
Fuerza Aérea. Pero, como corolario de la crisis, los militares azules renunciaron a la táctica integracionista;
no estaban dispuestos a prolongar los enfrentamientos intercastrenses ni aceptaban negociar con Peron una
integración más sólida del peronismo. La revancha colorada se consumó a través de las decisiones de sus
vencedores.

5.2.4 El gobierno de Arturo Illia

En las elecciones de Julio de 1963 se volvieron a recrear las condiciones para una democracia
restringida. Los militares azules proscribieron a los peronistas, el Frente se desmoronó y Peron dispuso que
sus partidarios votaran en blanco.

Con el apoyo de los conservadores el Colegio Electoral consagró la candidatura presidencial del
radicalismo del pueblo encabezada por Arturo U. Illia.

El gobierno radical surgió debilitado. Si bien tenía mayoría en el Senado, se encontraba en situación
de inferioridad en la Cámara de Diputados. Había triunfado gracias a la proscripción del peronismo y pese a
su compromiso de no avalar dicha proscripción, con lo que quedó abierto el camino para un enfrentamiento
con los proscriptos.

La nueva administración señaló la necesidad del restablecimiento del estado de derecho y del libre
juego de los poderes constitucionales, comprometiéndose a legalizar a todas las fuerzas políticas sin
proscripciones. Pero estos objetivos eran contradictorios con el propósito de rehabilitar a los oficiales
colorados partidarios de la dictadura democrática, destituidos a partir del triunfo de los azules.

Los problemas en el frente sindical contribuyeron a erosionar la frágil legitimidad del gobierno.
Capitalizando el descontento popular, los sindicalistas peronistas iniciaron, en mayo de 1964 un vasto plan de
lucha, que incluía la ocupación de los lugares de trabajo. Si bien el plan fue una prueba de fuerza del poder
sindical hacia fines del año la lucha decreció. El gobierno permitió la ofensiva sindical esperando su
agotamiento, lo que efectivamente sucedió. Esto no impidió que la autoridad de Illia quedara menoscabada.
Por otro lado la estrategia sindical encubría, tras objetivos sociales, una ofensiva política contra el gobierno.

En setiembre de 1964 se conoció la decisión de Peron de regresar a la Argentina. A principios de


diciembre Peron emprendió el operativo de retorno, acompañado de una comisión integrada por sindicalistas
y políticos partidarios. En su viaje, fue retenido en Rio de Janeiro y obligado a regresar a España, según
comentaron autoridades de Brasil, por un pedido del gobierno Argentino.

La cuestión peronista siguió constituyendo un problema político para el gobierno radical. El presidente
Illia pretendía derrotar electoralmente a los peronistas sin apelar a las proscripciones. Para ello, intentó
aprovechar las contradicciones del peronismo y las dificultades de Peron para mantener unida a su fuerza
política frente a las ambiciones del sindicalismo. En dos elecciones realizadas en 1965 se mostró el predominio
peronista. Y en vista a las elecciones de gobernadores previstas para 1967, volvió a presentarse el mismo
dilema que había tenido que afrontar Frondizi. De no mediar una proscripción el triunfo de los peronistas era
seguro.

5.3. ORGANIZACIONES SINDICALES Y MOVIMIENTO OBRERO.-

Tras el derrocamiento de Peron en 1955, el empresariado argentino no cejó en sus propósitos de revertir
los avances políticos y sociales de la clase obrera. Las franjas más poderosas del empresariado consideraban
que tanto el peronismo como los sindicatos más que adversarios políticos y sectoriales eran enemigos que
debían ser eliminados. Esta perspectiva fue asumida por los sectores más duros del gobierno de la Revolución
Libertadora. Con la asunción de Aramburu comenzó una fuerte represión contra el gremialismo peronista. Fue
el inicio de una serie de represalias, persecuciones e investigaciones contra los movimientos sindicalistas. Fue
sancionada la Ley de Asociaciones Profesionales que prohibía la participación política de las entidades
gremiales, preveía la formación de varias centrales obreras y el establecimiento de distintos sindicatos por
rama de actividad en vez de un sindicato único.

En un principio el movimiento sindical experimentó un severo retroceso. Replegado en el aislamiento


político, acentuó sus demandas a favor de la rehabilitación del peronismo y de su retorno al poder. Estas
consignas constituyeron un empuje para que el sindicalismo iniciara su movilización contra el régimen militar.
Así fue como se dio origen a lo que haría llamar “la etapa de la resistencia”, durante la cual las bases obreras,
y los dirigentes sindicales aparecieron unidos para resistir la ofensiva antilaboral de los años 1956-1958
mediante huelgas, a menudo prolongadas, el sabotaje industrial y el terrorismo.

Uno de los primeros logros del movimiento obrero fue la reconstitución del sindicalismo peronista.
Gracias a la derrota el movimiento sindical quedó dividido en tres corrientes:

 Los gremios que se retiraron del congreso se aglutinaron en un nucleamiento denominado “32
Gremios Democráticos”.
 Los peronistas, algunos sectores de izquierda e independientes conformaron las “62
Organizaciones”
 En una posición intermedia y tratando de conciliar a ambas corrientes estaban “los 19”,
integrado por una minoría comunista.

Al poco tiempo la política económica del gobierno deterioró sensiblemente la posición de los
trabajadores en la distribución del ingreso. Esto conllevo a una ofensiva sindical entre 1959 y 1960, traducida
en el incremento de la actividad huelguística. Estos movimientos fueron respondidos por el gobierno quien
realizó activas contraofensivas con apoyo de grandes empresarios y las jerarquías militares. El activismo del
sindicalismo peronista fue seguido por la parálisis, y esa circunstancia abrió el camino al diseño de una nueva
estrategia.

Frondizi en su gestión intento integrar a los líderes sindicales en su empresa política. Para ello, levantó
las restricciones que pesaban sobre la actividad sindical, comenzó las negociaciones para la normalización de
la CGT y permitió la semilegalización del peronismo. De esta manera, buscaba recuperar la línea negociadora
de los meses iniciales de su mandato. Todos los intentos por llegar a una arreglo fueron en vano. Tres paros
generales lograron quebrar la rigida política salarial del Ejecutivo, contribuyueron a la renuncia de tres
ministros de Economía, anularon de modo parcial el impacto negativo del programa estabilizador y
permitieron al sindicalismo recuperar su fortaleza.

Sin embargo la apertura de Frondizi tuvo efectos a largo plazo. Se abrió la posibilidad de la
incorporación de los sindicalistas al cambiante juego de las transacciones políticas propias del período.

Las gestiones culminaron con la formación de la Comisión de los 20, en la que estaban representados,
por mitades, los gremios independientes y las 62 Organizaciones. La Comisión logró entrevistarse con el
presidente Frondizi y como consecuencia el gobierno decidió entregar la central obrera el 1 de Marzo de 1961.

En 1962 los sucesores de Frondizi pusieron nuevamente a prueba al movimiento obrero. Bajo la tutela
de la fracción “colorada” de los militares, el gobierno de Guido recreó la política represiva de la Revolución
Libertadora procurando cierra los caminos a la institucionalización de la clase trabajadora. Por otra parte, las
medidas económicas estabilizadoras provocaron nuevas caídas del poder adquisitivo de los salarios y la
pérdida de puestos de trabajo. La respuesta cegetista no se hizo esperar con un plan denominado “Contra el
Hambre y la Desocupación”. Los reclamos detallados por el plan fueron ignorados por el gobierno, lo que
obligó a la CGT a la realización de una huelga general en mayo y otra en agosto, que paralizó al país.

La línea más radicalizada del sindicalismo peronista convocó, en 1962, a un plenario gremial en Huerta
Grande. De allí surgió un documento que proponía, entre otros, el control estatal del comercio exterior, el
control obrero de la producción, la estatización del sistema financiero, la nacionalización de sectores
estratégicos de la economía y la expropiación de los latifundios.

Ante tanto panorama labora, el gobierno reaccionó a través de varias medidas represivas.

Luego del triunfo de los militares azules y de su compromiso de democratizar el país, la escalada
gremial comenzó a ceder. La distensión abrió un espacio propicio para la realización del Congreso Nacional
Normalizador de la CGT.

El Congreso Normalizador aprobó un programa reivindicativo que exigía el cambio total de las
estructuras económicas. En el plano social demandaba la libertad de los presos sociales y políticos, el
esclarecimiento de los secuestros y de los casos de tortura; la eliminación del decreto sobre seguridad del
Estado y la derogación de los instrumentos represivos contra las organizaciones gremiales. También
demandaba el control de los costos y la fijación de precios máximos con la participación de la CGT y los
organismos representativos de los empresarios.

Poco después el Comité Central cegetista impulsó un plan de lucha que comenzó con una semana de
protesta. La semana culminó con un paro general de actividades que tuvo un alto acatamiento,

Tempranamente, las 62 Organizaciones sentaron su distanciamiento con el electo gobierno radical del
pueblo. Mediante un documento crítico del proceso que derivó en los comicios, los gremialistas peronistas
declararon “fraudulentas” las elecciones. Señalaron dos falencias en dicho proceso: por un lado, la
proscripción del peronismo, que, decretada por el gobierno tutelado por los militares, terminó facilitando el
triunfo radical; segundo, la complicidad de los dirigentes de la UCR del Pueblo con dicha medida pese al
compromiso previo de no participar en elecciones en las que el peronismo estuviera proscripto. En este marco
semidemocrático, las posibilidad de una comunicación duradera y estable entre los gremialistas peronistas y
las nuevas autoridades parecían remotas.

A mediados de 1964 la central obrera hacía un balance negativo de las respuestas del Poder Ejecutivo
a las demandas efectuadas, no habiendo respuesta respécto de otros reclamos como la eliminación de las leyes
represivas. La CGT lanzó un plan de lucha en 1964, el cual fue respondido por la administración radical sin
apelar a la represión abierta ni la implantación del estado de sitio. Denunció el carácter subversivo del Plan de
Lucha, procesó a los integrantes del Comité Central Confederal de la CGT y promovió la creación de otra
central obrera.

En enero de 1966, el gobierno radical instrumentó otra medida orientada al control de la actividad de
los sindicatos. Esta estaba orientada a la prohibición a las asociaciones gremiales la realización de las
actividades políticas partidarias, lo que apuntaba a erradicar esa función asumida por los sindicatos a raíz de
la proscripción política del peronismo.

5.5 LAS RELACIONES EXTERIORES.

5.5.1. La política internacional, las relaciones con los EEUU y la Guerra Fría.

A partir del golpe militar de 1955 la Argentina comenzó a acercarse a los lineamientos que en materia
de política exterior los Estados undios había diseñado para América Latina en marco de la Guerra Fría. Bajo
el gobierno militar de la autodenominada “Revolución Libertadora” nuestro país ratificó la Carta de la OEA
y el Tratado de Bretton Woods, adhiriéndose también al Fondo Monetario Internacional (FMI) y al Banco
Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD).

En el ámbito de la seguridad hemisférica se privilegiaron las relaciones con Washington y el presidente


Aramburu firmó una serie de acuerdos de cooperación mediante los cuales su gobierno aceptó el
funcionamiento permanente de una misión militar norteamericana con el objetivo de coordinar y uniformar
los armamentos que serían utilizados en la defensa del continente,.
Con el surgir del tiempo se comenzaron a darse otro tipos de acercamientos con los EEUU, ahora se
privilegiaba una aproximación política y militar que parecía más de acuerdo con las aspiraciones globales de
Washington. De todas formas estas no fueron tan fluidas como podía esperarse. Por un lado, la cancelación
del contrato con la Standard Oil de California y la suspensión de negociaciones con otras compañías
representaban una herencia a la que los militares no podían renunciar. Por otro lado también las autoridades
tuvieron dificultades para obtener de organismos financieros el monto de créditos que solicitaban. Washington
creía que el gobierno argentino debía aceptar las exigencias de su país porque no tenía otra alternativa.

Con respecto a Europa, en 1956, se firmaron los acuerdos financieros con el llamado “Club de París,
a fin de consolidar a diez años las deudas oficiales y comerciales argentinas de corto y mediano plazo.

La creación de la CEE no fue bien recibida en la Argentina dado que se estaba comenzando a sufrir
los efectos del creciente proteccionismo agrícola. Teniendo en cuenta la importancia de los mercados europeos
había tenido en el pasado para la Argentina, esta circunstancia iba a afectar los futuros vínculos con los países
comunitarios.

Rompiendo con una orientación pro occidente, en enero de 1958 el gobierno de Araburu envió a Moscú
una misión encabezada por el ministro de Industria y Comercio, para comprar equipos para la industria del
petróleo y la construcción vial y para aprovechar los créditos pendientes con la URSS.

El advenimiento a la presidencia de Arturo Frondizi implicó un viraje en la política exterior con


respecto a anteriores experiencias que dio lugar a apreciaciones disímiles por parte de observadores y
especialistas. Lo cierto es que Frondizi procuró por un lado, adaptar la conducta internacional del país a los
principios, que consideraba prioritarios, del desarrollo económico. Esto explica su interés por atraer capitales
extranjeros de cualquier origen y sus intentos por consolidar los lazos económicos con los EEUU.

Según Frondizi, el problema del comunismo, y por ende el de la seguridad hemisférica, tenía su origen
principalmente en el subdesarrollo económico y social de los pueblos del continente y no se resolvía en
términos militares ni mediante una simple ayuda financiera

Frondizi mostró, por otra parte, una mejor disposición hacia los instrumentos de cooperación política
en el hemisferio, incluyendo el fortalecimiento de los organismos interamericanos. Aunque dio un carácter
prioritario a la integración regional, especialmente como un medio de contrarrestar los efectos negativos de la
división internacional del trabajo a favor de los países ricos.

Un aspecto característico del período fue la intensa actividad desplegada por Frondizi, y su diplomacia,
que asumió frecuentemente un carácter personal, en el ámbito internacional, a pesar de los problemas internos
que padeció su gobierno.

La política exterior frondiziste, aunque centrada en los presupuestos básicos, mostró facetas
contradictorias que, por otra parte, tuvieron que ver con la situación interna del país y las cambiantes
circunstancias del escenario internacional. De esta forma el país colaboró militarmente con los Estados Unidos
en la crisis provocada por la instalación de misiles soviéticos en territorio cubano participando del bloque a
ala isla caribeña con el envío de naves de guerra y aviones de patrullaje.

A partir de 1963, bajo la presidencia de Arturo Illia, la Argentina delineó una política exterior más
consustanciada con la línea de pensamiento del yrigoyenismo. Es decir que su gestión se orientó hacia
posiciones de mayor autonomía nacional y de estímulo a los procesos de integración regional, dentro del orden
internacional establecido.

Una cuestión que va a tensar desde el principio de la gestión radical las relaciones con el país del Norte
sería la anulación de los contratos petroleros, firmados con empresas norteamericanas en la época de Frondizi.
Otro tema que puso a prueba las relaciones con Washington fue la crisis política que se desató en la República
Dominicana en los primeros meses de 1965. La respuesta Argentina ante estos acontecimientos fue cauta
desde el vista diplomático, pero decidida a sostener los postulados de autodeterminación y de no intervención.
Resistiendo a las intensas presiones de Washington y de las Fuerzas Armadas locales.

La actitud del presidente Illia contribuyó a generar un ambiente de frustración en las Fuerzas Armadas,
que, además de esgrimir conceptos ideológicos, consideraban su participación en el conflicto dominicano
como una buena oportunidad para adquirir experiencia práctica y acceder a los modernos equipos militares
norteamericanos.

5.5.2 Las relaciones con América Latina: el Brazil y la cuestión cubana.

El gobierno de la Revolución Libertadora, tuvo, inicialmente, algunos recelos con respecto a las
perspectivas que en el Brasil representaba la presidencia de Juscelino Kubitschek.

Con la intención de integrarse afectivamente al sistema de seguridad hemisférica, el gobierno militar


argentino propuso al Brasil, y éste aceptó, la realización de una conferencia con los demás países de la Cuenca
del Plata. La finalidad de este conclave apuntaba a coordinar y ajustar medidas de defensa en la región, dentro
de los marcos establecidos por el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca y de las recomendaciones
de la Junta Interamericana de Defensa.

Pocos meses después, Arturo Frondizi fue electo presidente de la Argentina. Su programa de gobierno
le otorgó prioridad al esfuerzo de industrialización, considerado fundamental para el desarrollo económico de
la Argentina. Brasil tenía objetivos similares, lo que permitió que ambos tuviesen un mayor nivel de
entendimiento.

A partir de 1956 la CEPAL (Comisión Económica Para America Latina) inició una serie de estudios
acerca de la factibilidad de un mercado regional y llegó a la conclusión de que debía ser precedido por una
zona de libre cambio que necesitaría diez años para concretarse. Siguiendo las propuestas se firmó el Tratado
de Montevideo, al cual adhirieron inicialmente la Argentina, el Brasil, Chile, México, Praguay, Perú y
Uruguay.

Un inicio de política de acercamiento cristalizó en la conferencia que los presidentes de ambos países,
Frondizi y Quadros, realizaron entre el 20 y el 22 de abril de 1961 en la ciudad de Uruguayana. El propósito
de este encuentro consistió no sólo en consolidar y desarrollar los vínculos bilaterales entre ambas naciones
sino, coordinar una acción internacional común,.

El triunfo de la revolución cubana encabezada por Fidel Castro tuvo significativas repercusiones en la
Argentina cuando el presidente Frondizi accedió a tener una entrevista con el Che Guevara y sostuvo su
rechazo de toda solución violenta y se comprometió a defender la permanencia de Cuba en ese sistema. Esto
suscitó una gran preocupación en las Fuerzas Armadas argentinas, por cuanto, según su concepción toda
actitud que no fuese de manifiesta oposición a la Cuba castrista era considerada como de adhesión al
comunismo.

En ese marco, el primera mandatario realizó una vista a Nueva York para hablar de ante las Naciones
Unidas y reunirse con el presidente Kennedy y poco tiempo después, inció una gira que lo llevo a Canada,
Grecia, el Lejano Oriente y una vez más a los EEUU.

5.5.3 Las relaciones con Gran Bretaña y la cuestión de las Islas Malvinas.

Desde los años 60 la Argentina y GB iniciaron numerosas negociaciones, conversaciones y gestiones,


formales y menos formales, públicas o secretas, en las cuales se exploraron, propusieron y rechazaron
múltiples fórmulas o medios que intentaron desbrozar el camino a la solución de un conflicto que se inició en
1833 cuando fuerzas británicas ocuparon las Islas Malvinas.
Después de arduas negociaciones y debates, la diplomacia argentina obtuvo un importante logro en la
Asamblea General de las Naciones Unidas. El 16 de diciembre de 1965 se aprobó la res. 2.065, que obligaba
al Reino Unido a negociar con la Argentina sobre la cuestión de las Islas Malvinas.

5.6. IDEOLOGÍAS Y POLÍTICAS ECONÓMICAS EN LA PRIMERA DÉCADA


POSPERONISTA.

5.6.1 Las corrientes económicas.

El derrocamiento de Perón reabrió los debates en torno a la dirección en la que debería orientarse el
proceso económico. La volatilidad y el carácter meramente coyuntural de las alianzas que se formaron a partir
de 1955 hicieron prevalecer la segunda tendencia, hecho que observó con claridad en los dos lustros
posteriores al golpe de 1955, no sólo en la presencia de cuatro gobiernos con una concepción económica
marcadamente diferente, sino también en las permanentes marchas y contramarchas dentro de cada uno de
ellos.

El proceso de industrialización de las últimas décadas había complejizado extraordinariamente las


estructuras económico-sociales del país. No existía ya un grupo dominante y había florecido múltiples
“contradicciones secundarias”.

La vieja oligarquía terrateniente había perdido peso frente al surgimiento de una pujante clase
industrial, sin embargo, ésta no había logrado plasmar un proyecto común, y muchas veces los intereses de
los pequeños y medianos empresarios colisionaban con los de los grandes grupos industriales.

Al mismo tiempo, la teoría económica presentaba un panorama particularmente fértil en la elaboración


y discusión de ideas. Para el caso de los países en vías de desarrollo comenzaban a ganar respetabilidad las
ideas de Prebisch y Singer, encarnadas en un organismo dependiente de Naciones Unidas denominado
Comisión Económica para América Latina (CEPAL), bajo la dirección del mismo Prebisch.

Debido a la desigual difusión del progreso técnico, la penetración progreso técnico en la periferia era
más lenta que lo requerido para la absorción de toda la fuerza de trabajo y el logro de un ritmo de avance
tecnológico similar al de los países centrales. Pero, además, señalaba que la evolución de los precios no
respondía a los parámetros de la teoría neoclásica, que suponía que con el avance tecnológico de la industria
el precio relativo de sus bienes debería descender frente a las materias primas.

Dado que la relación centro-periferia debilitaba la acumulación de Capital en ésta, tal proceso no podía
dejarse al libre juego del mercado, y el Estado debía implementar una política explícita de desarrollo basada
en los siguientes puntos centrales:

1. tecnificación del agro, para aumentar el volumen y la cantidad de exportaciones;


2. sustitución de importaciones, por medio de un moderado proteccionismo, que no afectara
excesivamente la competitividad;
3. recurrencia al capital extranjero, para compensar la falta de capital en la etapa inicial del
desarrollo;
4. integración económica entre los países de la región, para buscar una complementación que
elevara la productividad de las industrias por medio de economías de escala.
5. fomento a la exportaciones de productos terminados, para mejorar el perfil del sector externo
y elevar la productividad.
6. presiones conjuntas con los demás países periféricos para corregir las trabas proteccionistas de
las naciones industrializadas, una de las principales fuentes del deterioro de los términos del
intercambio.
Otra corriente neoliberal, procuraba vincular la economía nacional a las empresas transnacionales,
favoreciendo su ingreso al mercado argentino, en donde por su capacidad financiera y tecnológica tendría
claras ventajas sobre el capital nacional. Se creaba así una compleja trama de intereses locales conocida con
el nombre de “capitalismo asociado”. Esta segunda corriente no pretendía el desmantelamiento de la
protección industrial, que también favorecía a esas empresas, y prestaba mayor atención al mercado interno.

La vertiente más ortodoxa, como Alvaro Alzogaray, seguía considerando como causas directas e
inmediatas únicamente a la emisión espuria de moneda, al uso indebido del crédito y a la utilización en esas
mismas condiciones del crédito externo a corto plazo.

Mientras tanto, la posición de Ferrer denominada “neoliberal”, sin apartarse por completo de la
hipótesis que vincula la inflación a la emisión monetaria, interpretaba que ese modelo monocausal no bastaba
para entender el comportamiento de los precios.

Las diferencias de interpretación del fenómeno inflacionario derivaban en algunas divergencias con
respecto al grado de intervención del Estado y en el papel de los salarios, mientras los neoliberales trataban
de buscar un equilibrio entre las necesidades de demanda efectiva, la eficiencia con aumento de la escala de
producción y la reducción de costos. Esas divergencias repercutían también sobre la orientación general de la
producción y el comercio, que para los primeros se encontraba fundamentalmente en las exportaciones
tradicionales, mientras que en la segunda interpretación jugaban un papel más significativo la demanda interna
y las exportaciones no tradicionales. Por eso, si bien ambos compartían un herramental analítico básico y
ciertos puntos de partida comunes, sus diferencias influían en proyectos de política económica distintos.

Por último, comenzaba a afirmarse una corriente desarrollista que tenía como referentes a Frondizi y
Frigerio y sostenía en principio una amplia transformación de la estructura productiva como base para lograr
el desarrollo económico del país, a partir de un herramental analítico que tenía una fuerte impronta marxista
en su lenguaje.

5..6.2. La política económica de la Revolución Libertadora.

En el primer informe se trazaba un descarnado cuadro de situación de la economía Argentina, que


ponía de manifiesto la profunda antipatía de Prebisch por el régimen peronista. Prebisch sostenía que “la
Argentina atraviesa por la crisis más aguda de su desarrollo económico: más que aquella que el presidente
Avellaneda hubo de conjurar ahorrando sobre el hambre y la sed, y más que la del 90 y que la de hace un
cuarto de siglo, en plena depresión mundial.

El autor se alarmaba por la abultada deuda externa existente. En ese marco, apuntaba también a
problemas reales, como la precaria situación de divisas, las dificultades del comercio exterior, la necesidad de
inversión en sectores clave como el del petróleo, las frágiles bases del sector industrial o el bajo crecimiento
de la productividad.

Especial atención recibía el fenómeno inflacionario, evaluado como una de las herencias más pesadas
que dejaba el peronismo. La inflación era atribuida a dos factores: la creación excesiva de medios de pago, es
decir, la emisión monetaria, y los aumentos masivos de precios y salarios, y en segundo lugar, el impacto de
la expansión monetaria y de los aumentos de salarios se encontraba notoriamente sobreestimado.
Prescindiendo de los movimientos de la demanda de dinero, podría considerarse que la emisión debería
acompañar al crecimiento de la producción.

Por último,. Resultaba cuestionable atribuir las causas principales de la inflación argentina únicamente
a esos factores. Cierto es que la emisión sin sustento productivo general inflación a esos factores. Cierto es el
que la emisión sin sustento productivo genera inflación o que la puja distributiva entre capitalistas y
trabajadores actúa sobre la evolución de los precios. Las causas de la inflación debía buscarse también en la
estructura productiva. La baja tasa relativa de renovación de los bienes de capital y su progresiva
obsolescencia, el agotamiento de los recursos naturales, el deterioro de los términos del intercambio, las
acciones de los monopolios y la existencia de un vasto sector estatal improductivo daban origen a una inflación
estructural que se manifestaba ora como inflación de demanda, ora como inflación de costos, pero que ponía
en evidencia el carácter subdesarrollado de la economía local.

Si bien en el largo plazo se ponía como norte profundizar el proceso de sustitución de importaciones,
extendiéndolo hacia nuevo sectores aun no desarrollados, se condicionaba esta dirección al logro de la
estabilidad de precios y la superación de los desequilibrios del sector externo en el corto plazo, tarea específica
del gobierno de la Revolución Libertadora.

La eliminación de los desequilibrios en las cuentas externas requería una agresiva política exportadora.
Por eso, se proponía una fuerte devaluación que recompusiera la rentabilidad del sector agropecuario, y se
daba prelación a las importaciones de bienes de capital que requería la producción agropecuaria.
Implícitamente, el plan apuntaba a una redistribución del ingreso inversa a la del peronismo, privilegiando las
transferencias de la ciudad al campo y del trabajo al capital.

La política económica de la Revolución si bien tenía un lejano horizonte industrialista, las medidas
apuntaron en concreto a estimular la producción agropecuaria, con el objeto de equilibrar las cuentas externas,
tratando de apartarse lo menos posible de la ortodoxia.

Para poner en práctica el plan se procedió a practicar una fuerte devaluación. Se volvió a instaurar un
mercado libre, y se introducía también un arancel compensatorio para algunos productos, así como retenciones
para determinadas exportaciones. La devaluación se acompaño de una liberalización del sector externo con la
liquidación del IAPI (Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio), la eliminación de los controles
de cambios y de las limitaciones existentes a la entrada de capitales extranjeros.

Complementariamente, el 2 de Julio de 1956, la Argentina acordó con once países europeos reemplazar
los convenios bilaterales, por un sistema multilateral de pagos, que constituyeron el llamado “Club de París”.
Con esto, nuestro país podía pagar sus déficit comerciales con alguna de esas naciones en moneda de otra de
ellas, con la cual tuviese superávit.

De esta época es también la creación del “Régimen del paralelo 42” que, con la supuesta intención de
promover la actividad de la región patagónica, suprimía el pago de derechos aduaneros a las importaciones
que ingresaran por puertos situados al sur de dicho paralelo. En realidad, este régimen constituía una manera
encubierta de quitar protección al sector industrial, y, de hecho, entraron por esa vía numerosos productos que
desplazaban del mercado a la producción local.

Los lineamentos monetarios del gobierno apuntaban a detener la expansión monetaria, a partir de una
reducción del gasto público. De esa manera se lograría la estabilización. De todas formas, a poco andar,
comenzaron a encenderse luces rojas en los sectores considerados prioritarios, es decir, en la balanza de pagos
y en el control de la inflación.

La política cambiaria había sido encarada en la creencia de que la oferta y la demanda de divisas
alcanzaría en breve plazo su punto de equilibrio con un creciente nivel de actividad económica. Por el lado de
la oferta, las autoridades económicas pensaron que la producción agrícola aumentaría incentivada ante precios
más ventajosos. Otros agravantes fueron el escaso monto de entradas de capital extranjero, después de la ayuda
especial recibida en 1956, debido a la cautelosa política adoptada con respecto a la inversión privada. A ello
contribuyeron la cancelación de las negociaciones con la California Argentina de Petróleo y el largo tiempo
requerido para negociar nuevos préstamos extranjeros.

Al eliminarse el control de importaciones se incrementó notoriamente la demanda de divisas, reprimida


durante varios años. De este modo, la importación de automotores registró un alto crecimiento, dado que se
permitió pagarlos al tipo de cambio libre, aunque con recargos variables según la clase de vehículo.

En el ámbito interno, el gobierno intentó promover la expansión económica con estabilidad, pero debió
ceder frente a la lucha por la distribución del ingreso.
El error de cálculo con respecto al impacto de la devaluación sobre precios, la reapertura de la puja en
la distribución del ingreso y la imposibilidad de controlar eficazmente el gasto público y la expansión
monetaria empujaron de manera progresiva a la tasa de inflación hacia arriba. Por eso, en setiembre de 1957,
bajo la conducción económica de Krierger Vasena, se impulsó una política mucho más ortodoxa, decretándose
el congelamiento de los salarios hasta marzo del año siguiente, al tiempo que la política monetaria se hizo
restrictiva, disminuyendo sensiblemente la expansión del circulante y reduciendo la cantidad de moneda en
relación con la evolución de los precios.

La política económica aplicada durante este período produjo una retracción relativa del consumo, con
tasas anuales que, aunque mayores que en la etapa de crisis de mediados de los 50, fueron más reducidas que
las de los primeros años de los gobiernos peronistas y que las que caracterizarían la década del 60’ a excepción
de la recesión de 1962-1963. Las exportaciones crecieron entre 1955 y 1957.

De allí que, si las metas eran reducir la inflación y el problema de balance de pagos heredados del
“caótico” peronismo, los resultados mostraban que el “orden” liberal conducía a un agravamiento notable de
la situación económica. Esto no podía sorprender desde el momento en que los cañones apuntaban a morigerar
las manifestaciones de la crisis y no a remover las deficiencias estructurales que bloqueaban el avance del
desarrollo económico.

5.6.3 El desarrollismo.

El grupo comenzó a avanzar en un diagnóstico que caracterizaba a la Argentina como un país


subdesarrollado y desintegrado al que, por ende, había que desarrollar e integrar. De allí recibió la
denominación de “desarrollista”. Las estructuras económicas del país no permitían una alta tasa de
acumulación de capital, que se agravaba por el constante deterioro de los términos del intercambio (DTI),
originado en el bajo valor agregado de las exportaciones frente a las importaciones con un valor agregado
creciente y por el manejo discrecional de los precios por parte de los monopolios.

La creciente transferencia de valor por medio del DTI era signada como la causa de la inflación y del
persistente déficit comercial que afectaban a la Argentina, y no podían ser derrotados, entonces, sino por
medio de una política de desarrollo.

Para el desarrollismo, el crecimiento industrial de las últimas décadas había contribuido a agravar el
problema. Dado que su epicentro se encontraba en las industrias livianas, remarcaba la necesidad de importar
bienes de capital, insumos intermedios y combustibles. Si bien la industrialización era vista como la solución
del problema del subdesarrollo, e, incluso, del estancamiento agrícola, originado en la baja disponibilidad de
bienes de capital y de agroquímicos que el país no producía.

Este planteo llevaba a tres conceptos fundamentales del programa de política económica. El primero
se nutría de una crítica frontal del liberalismo económica como camino para el desarrollo. Por eso, el Estado
debía intervenir de manera firma, basado en el principio de la eficacia, fijando las prioridades en relación con
los sectores a desarrollar y estableciendo un conjunto de estímulos, tales como una fuerte protección
arancelaria, un régimen de promoción industrial que combinara una política tributaria favorable con el aporte
crediticio necesario y el estímulo a la generación de tecnologías aplicadas e involucrarse de manera personal
en aquellos campos en los que el sector privado no pudiese ofrecer una respuesta totalmente satisfactoria.

El segundo concepto era la necesidad de imprimirle al programa de desarrollo un ritmo acelerado.


Dado que, la brecha con los países desarrollados tendía a crecer y agravar las dificultades estructurales.

En tercer lugar, la aplicación de una política de desarrollo a “marcha forzada” podía realizarse de dos
maneras. La primera consistía en potenciar la acumulación de las empresas locales con una drástica
redistribución regresiva del ingreso. La segunda, recurrir masivamente al capital extranjero. La primera
entrañaba tres problemas graves. El primer término, puesto que el subdesarrollo devenía de la baja
acumulación y de las dificultades en la generación local de tecnología, tal política podría resultar insuficiente.
Segundo, la contracción del consumo podía desencadenar una crisis de sobreproducción. Tercero, la
disminución sustancial del nivel de vida causada por una redistribución del ingreso generaría tensiones
sociales gravísimas.

La oposición no era “capitales extranjeros versus capitales nacionales”, sino “capitales


transformadores de la estructura productiva versus capitales que conservaran la condición de subdesarrollo”.

El triunfo electoral de febrero de 1958 y la asunción de Frondizi como presidente de la República


fueron la oportunidad de poner en marcha el plan trazado. Al iniciar el gobierno, Frondizi no sólo encontraba
una economía con graves problemas estructuralistas, sino también con una coyuntura complicada. El comercio
exterior había arrojado un cuantioso déficit; las reservas del BCRA se había reducido. Ese panorama
presagiaba una virtual cesación de pagos a corto plazo y serías dificultades para importar.

Frondizi reconocía estos condicionamientos en su mensaje inaugural, pero remarcaba que era
“aumentando la producción como habremos de lograr el equilibrio y obtener una moneda de valor
relativamente estable”.

El mensaje presidencial proponía revisar el sistema impositivo y encauzar el ahorro nacional hacia la
inversión productiva.

Los primeros movimientos del gobierno apuntaron a resolver algunos problemas sociales, mientras se
buscaba cerrar una serie de acuerdos para avanzar sobre cuestiones más acuciantes referentes al aparato
productivo. Así se dictó la Ley de Asociaciones Profesionales, que reconocía solo al mayor gremio de cada
rama de actividad, se le devolvió la personería jurídica a la CGE, se sancionó el Estatuto del Docente, y se
decretó un aumento de emergencia de los salarios. Es que los aumentos salariales concedidos por la
Revolución Libertadora había favorecido fundamentalmente a las categorías más altas de los trabajadores,
provocando una redistribución regresiva del ingreso de los mismos.

De acuerdo con la concepción teórica del desarrollismo, la industria clave por excelencia era la
siderurgia. Otra de las actividades importantísimas era la explotación de petróleo. Sin embargo, avanzar en la
extracción local no parecía una tarea fácil. El país no disponía de los recursos y los equipos suficientes como
para incrementar sustancialmente la producción en el corto plazo.

La falta de recursos podía superarse recurriendo al capital extranjero. Pero allí también se enfrentaba
Frondizi a una situación conflictiva. Siendo líder de la oposición al peronismo, en 1954 había atacado durante
el contrato que Peron pretendía firmar con Standard Oil, explayando sus ideas en el extenso libro Petróleo y
Política, en el que impugnaba recurrir al capital extranjero para la explotación de hidrocarburos. Sin embargo,
ya durante la campaña electoral comenzó a modificar su punto de vista, hasta proclamar que sin la ayuda de
inversiones foráneas sería imposible resolver el problema petrolero, posición que le granjeó la antipatía de
amplios sectores de la izquierda y la derecha nacionalista, así como el alejamiento de numerosos adeptos.

La llamada “batalla del petróleo” comenzó con la nacionalización de las reservas de hidrocarburos y
la renegociación de los contratos de importación firmados por la Revolución Libertadora, logrando una rebaja
de 5 dólares por metro cúbico. En ese momento, Frigerio emprendió una gira por el exterior con el objetivo
de atraer capitales que invirtieran en la extracción de petróleo en la Argentina, con la limitación de que el
producto sería entregado en su totalidad a YPF y que las empresas cobrarían su trabajo en dinero y no en
petróleo. La concreción de estos contratos produjo una áspera discusión, en la que se tildaba al gobierno de
“entregustia” y “vendepatria”, cuestionando los aspectos de forma, como de fondo.

También se criticaron diversos aspectos técnico-económicos, tales como un supuesto sobreprecio del
petróleo, tanto frente al costo de YPF como con respecto a los valores internacionales del crudo, la eximición
del pago de impuestos a las empresas contratistas o la asignación de las mejores áreas a dichas empresas. Se
sostuvo además que las condiciones de los contratos acabarían por llevar a YPF a un ahogo comercial y
financiero. El gremio de petroleros por su parte, también se incorporó a la cerrada oposición a los contratos,
manifestada en una huelga y en una postura intransigente.
Desde el punto de vista político, la “batalla del petróleo” tuvo serias consecuencias para el gobierno,
pues comenzó a socavar las bases del acuerdo con el peronismo. Las huelgas, la declaración del estado de sitio
y la posterior aplicación del plan Conintes, diseñado durante el gobierno de Peron para reprimir estados de
conmoción interna, llevaron a un progresivo enfrentamiento entre ambas fuerzas políticas, cuya alianza había
permitido a Frondizi llegar a la presidencia. En estas condiciones, la posición del peronismo y de los sindicatos
también se debilitaba, como lo entendía numerosos dirigentes gremiales, agudizando los conflictos internos
en las agrupaciones sindicales.

La ruptura de la alianza amenazaba seriamente la política del gobierno frenando el ritmo que se le
quería imprimir al programa de desarrollo. Sin embargo, Frondizi no dio marcha atrás en la política petrolera
y pronto comenzaron allegar las inversiones.

El énfasis del gobierno en este sentido se debió a que la época en que le tocó actuar al desarrollismo
se caracterizó por la posición casi excluyente del petróleo como fuente generadora de energía. Por eso, se
comprende que la superación de la crisis energética y el autoabastecimiento petrolero constituyeran dos
objetivos asociados.

Con algo menos de impulso, en junio de 1958 se lanzó también la “batalla del acero”. La postergación
de la decisión se debía a que la principal prioridad había sido fijada en el petróleo y a que el sector siderúrgico
no había sido tan desatendido en el pasado como el petróleo. La Ley Savio, proyectaba una importante planta
en San Nicolás, que, a pesar de las dilaciones, estaba ya a punto de ser puesta en pleno funcionamiento.

Sin embargo, en 1960, el mismo Frondizi hacía una autocrítica en la cual destacaba que la producción
de acero continuaba siendo escasa en relación con el consumo, resaltando que la importación de hierro y sus
artefactos, maquinarias y vehículos insumía el 50% de las importaciones. La falta de acero nacional restaba
divisas para la importación de bienes esenciales, retardando el reequipamiento industrial, la tecnificación del
campo y la reposición del sistema de transporte. Los proyectos, reactivados a partir de 1960, incluían la
ampliación de las plantas instaladas y la creación de nuevas, con el objetivo de alcanzar en breve una
producción de 4 millones de toneladas de acero.

Recién en 1961 se encontró Frondizi con la coyuntura política adecuada como para aceptar una
renuncia que el ministro no había presentado, motivada precisamente por esa cuestión, y reimpulsar sus
proyectos sobre el acero.

El lanzamiento de la política de desarrollo llevó en los primeros meses de gobierno a una expansión
del gasto público y de la moneda circulante. Los aumentos de salarios, mientras tanto, reavivaron la puja por
la distribución del ingreso, que se exacerbaba con la creciente conflictividad en el plano social. Dada la
situación en diciembre de 1958, Frondizi anunció un severo Plan de Estabilización y Desarrollo, que abarcaba
distintas medidas y que estaba condicionado a un acuerdo con el FMI.

La primera era la unificación y liberación del tipo de cambio, que se fijaría por el juego de la oferta y
la demanda. En los hechos esto suponía una fuerte devaluación. Además, se restringía el crédito, encauzándolo
enérgicamente hacia las actividades productivas. Los precios se liberaban también, estableciéndose sólo
precios máximos para un conjunto de bienes de primera necesidad.

Otro capítulo importante estaba constituido por la intención de realizar una profunda reestructuración
y racionalización del aparato burocrático del Estado, mediante la reducción tanto del déficit de la
administración como del de las empresas públicas. Se congelaban las vacantes y los salarios, se promovía el
retiro voluntario de empleados, se reducía el plan de obras públicas y se incrementaban los impuestos internos.

En materia de precios, el plan provocó en lo inmediato un súbito incremento de la tasa de inflación,


que en 1959 llegó por primera vez a los tres dígitos. Durante los años 60 y 61, con el restablecimiento de
políticas expansivas se reactió la economía, mientras descendía la tasa de inflación a dos dígitos. La
disminución de la inflación permitió mejorar la recaudación fiscal, pero, además la cobertura de los gastos
públicos era apoyada por un mayor acceso al crédito y por el diferimiento de determinados pagos.
Mientras tanto, el ritmo de inversión crecía, al sumarse un conjunto importante de estímulos. En primer
lugar, la devaluación y la elevación de los aranceles constituían una fuerte protección frente a la competencia
externa. En segundo término, la reducción de la participación de los trabajadores en la distribución del ingreso
fortalecía la acumulación de capital, incrementando las tasas de ganancia y mejorando las expectativas futuras
de la inversión productiva. En tercer lugar, independientemente de las condiciones de mercado, las
negociaciones en el exterior había servido para comprometer a diversas empresas a realizar inversiones en el
país.

Las nuevas inversiones empezaron a materializarse en progresivos aumentos de la producción y de la


productividad que, a su vez, permitieron descomprimir la situación social con incrementos salariales.

Sin embargo, a medida que el programa avanzaba, se desnudaban diversos problemas que, dado el tipo
de crecimiento promovido, no podía resolverse en el corto plazo. El primero era el de la desocupación y el de
las condiciones de vida de la población por la caída de los salarios reales.

El segundo problema se relacionaba con el sector externo. Aun cuando “la batalla del petróleo” se
había convertido en prioritaria, no se la quería encuadrar en un modelo típico de sustitución de importaciones.

Por el contrario se asumía que un plan de desarrollo tendría que soportar durante un tiempo más o
menos prolongado un relevante déficit comercial. Solo paulatinamente comenzaría a crecer los saldos
exportables del sector industrial, a medida que las fuerzas productivas se expandieran.

Las importaciones siguieron mostrando en estos años un comportamiento cuantitativo similar del
pasado. En los momentos de crecimiento económico, la demanda de bienes de capital e insumos provocaba
que las compras de bienes acompañaran a la producción. De todas maneras, el cuadro precedente muestra que,
en líneas generales, los déficit comerciales casi permanentes del gobierno desarrollista eran cubiertos por
ingresos de capitales de corto y largo plazo, provenientes en lo fundamental de movimientos privados, pero
también de créditos de instituciones bancarias y organismos internacionales.

La alta conflictividad política afectó el ingreso de capitales de largo plazo. Tnato las inversiones
directas como los préstamos del exterior se contrajeron marcadamente, obligando al gobierno a reducir
empréstitos de corto plazo que permitían mantener el rito de crecimiento, pero a costa de enfrentar poco
después una posible turbulencia en el mercado cambiario.

Por último. Las dificultades económicas impulsaron el relanzamiento del proceso de racionalización
administrativa, que condujo a un nuevo enfrentamiento con el sector sindical. La reforma administrativa había
sido postergada durante el período en que Alzogaray encabezó el Ministerio de Economía, pero fue finalmente
encarada con la llegada de Roberto Aleman a dicha cartera. La racionalización consistía en una remodelación
de la red ferroviaria, con supresión de varios ramales, la privatización de diversas empresas y la reducción del
personal estatal, proyecto que encontró una enconada resistencia por parte de la central obrera y los gremios
afectados, quienes lanzaron un plan de lucha con huelgas periódicas que se prolongaron, con intervalos, desde
mediados de mayo hasta fin de año, en el que tampoco faltaron actos de violencia, como apedreo e incendio
de trenes y detonaciones de explosivos. En conclusión, a mediados de diciembre, se logró un acercamiento de
las partes, resolviéndose el conflicto.

5.6.4. El retorno a la ortodoxia.

El derrocamiento de Frondizi significó también el abandono de los lineamientos que el desarrollismo


había impuesto en materia de política económica y el retorno a la función publica del grupo liberal, de cuyas
vertientes surgieron los cinco ministros que se sucedieron en el lapso de pocos meses.

Desde los últimos meses del gobierno de Frondizi, el país se encontraba con crecientes tensiones en el
frente externo. La reaparición del déficit comercial y la disminución del ingreso de capitales provocaban una
fuerte presión sobre el mercado de divisas, lo que llevó al Banco Central a perder reservas de moneda
extranjera en pos de mantener la paridad cambiaria.
En este marco, la vuelta de Federico Pinedo, 6 de Abril de 1962, al frente de la gestión provocó un
brusco golpe de timo en la conducción de la economía argentina. La principal medida que adoptó fue la
liberación del mercado cambiario y el retiro del Banco Central de la operatoria, tratando de proteger las
divisas. Las consecuencias no hicieron esperar. La devaluación provocó un aumento del precio de los bienes
comercializables con el exterior en relación con los no comercializables. Esto supuso un encarecimiento de
los insumos importados y de los productos exportables que, para el caso argentino, son los de origen
agropecuario. Por eso, representó un aumento del costo de producción para las firmas que utilizaban dichos
insumos y una disminución del poder adquisitivo de los salarios, lo cual debilitó la capacidad de consumo y
redujo la demanda efectiva.

Ni la devaluación ni las medidas que la acompañaron tuvieron éxito, y, por el contrario produjeron
efectos opuestos a los esperados. En los años previos, el sector privado y el público había contraído
importantes deudas con el exterior. La devaluación aumentaba el peso del endeudamiento en relación con los
ingresos. De allí que muchas empresas no pudieran hacer frente a sus compromisos, y marcharon
indefectiblemente hacia la quiebra.

Las teorías ortodoxas que inspiran a las corriente liberales son partidarias de un estricto control de las
cuentas del Estado, sobre todo en tiempos de crisis. La financiación del gasto por medio de emisión monetaria
es condenada por el supuesto impacto inflacionario de la expansión del circulante.

Así, la política monetaria y fiscal tuvo serias consecuencias sobre el aparto productivo. La contracción
de la demanda agravaba la recesión. La política monetaria restrictiva, por su parte, provocaba un aumento de
las tasas de interés que incrementaba los costos y disuadía el emprendimiento de nuevas inversiones
productivas, sin que ello pudiese detener la inflación, originada en la devaluación y no en un exceso de oferta
de dinero.

En noviembre de 1962, el ministro Alzogaray, convocó a las entidades empresarias con el objetivo de
crear un Consejo Económico y Social, buscando un respaldo a su política económica. Sin embargo, sólo logró
un rechazo unánime que precipitó su renuncia. La crisis alcanzaba por igual a casi todos los actores
económicos, entre ellos, a los sectores empresarios.

Por eso, la renuncia de Alzogaray representó sólo el inicio de un transición hasta la asunción de un
nuevo gobierno electo encabezado por Arturo Illia.

5.6.5 La economía radical.

La nueva administración mostró desde el comienzo una perspectiva económica que la alejaba del
desarrollismo y se caracterizaba por un marcado gradualismo. El radicalismo del pueblo apuntaba más a la
expansión global de la actividad económica que a focalizar la dinámica del crecimiento en determinadas
actividades consideradas prioritarias.

Por ende, se pretendía alentar un crecimiento más equilibrado que el desarrollo de ciertos sectores
específicos.

Sobre esta base doctrinaria, el primer ministro de Economía de Illia, Eugenio Blanco planteaba la
existencia de dos horizontes temporales diferenciados. En el corto plazo debía apuntarse a una reactivación
de la coyuntura, para buscar en el largo plazo un sendero de crecimiento sostenido a partir de una utilización
más eficiente de los recursos y una mayor estabilidad.

Las características de la recesión permitían una rápida reactivación por medio del aumento de la
demanda a partir de políticas de corte keynesiano. La expansión monetaria posibilitaba un descenso de las
tasas de interés, fortaleciendo la demanda de inversión. En este marco, la reforma de la Carta Orgánica del
BCRA permitió al gobierno incrementar los recursos monetarios disponibles para la concesión de créditos al
sector privado, lo que se complementaba con líneas de crédito especiales para la reactivación industrial, la
capitalización del agro y la construcción de viviendas por medio intermedio del Banco Nación, financiadas
tanto con recursos propios como con una línea de crédito del Banco Interamericano de Desarrollo.

En primer lugar, se estableció un salario mínimo, vital y móvil, que fijaba un piso para los sueldos más
bajos de la escala. Simultáneamente, se operó sobre un conjunto de precios que afectaban la canasta familiar.
Así, se mantuvieron congeladas las tarifas públicas y se fijaron precios máximos para un conjunto de bienes
de consumo esenciales. De esta forma, se produjo una redistribución progresiva del ingreso.

Los múltiples estímulos al crecimiento de la demanda, en un contexto de alto desempleo tanto del
trabajo como de las maquinarias instaladas posibilitaron una rápida inversión de las tendencias coyunturales,
que pronto mostraron una incipiente reactivación.

A pesar de la política monetaria restrictiva, el gobierno de Guido no había podido lograr la ansiada
estabilidad, mientras que la política expansiva de Illia no provocó un estallido inflacionario, sino por el
contrario, una ligera disminución en 1964, aunque el índice volvió a incrementarse en los años siguientes.

Mientras tanto, el déficit fiscal, que parecía incontenible durante el gobierno de Guido, se redujo
significativamente durante el mandato de su sucesor. Una economía en expansión trae aparejada la posibilidad
de recaudar más impuestos sin subir sus tasas y cubrir mejor el gasto público, incluso si éste también creciera.

La UCRP se había opuesto en forma frontal a la firma de los contratos petroleros y se había
comprometido a anularlos en un eventual acceso al poder, cosa que en efecto llevó a cabo. Las consecuencias
de este hecho fueron tan controvertidas como la misma firma de los contratos, ya que obligó al Estado a
compensar a las empresas con fuertes indemnizaciones y provocó un estancamiento de la producción en un
volver a cubrir la brecha con importaciones de hidrocarburos.

Luego de la anulación de los contratos petroleros, se promovió una investigación parlamentaria para
analizar la posible comisión de ilícitos en el momento de la firma de aquellos acuerdos.

Otro tema urticante fue el establecimiento de regulaciones en el mercado farmacéutico. En el marco


de una áspera disputa con los laboratorios transacionales, quienes no vacilaron en recurrir al lobby de los
gobiernos de sus países de origen, Illi promovió la sanción de una ley (conocida como “Ley Oñativia”) en la
que se congelaban los precios, se limitaban los fondos que cada laboratorio podía utilizar para campañas
publicitarias y se reducía la cantidad de muestras gratuitas a entregar.

En materia comercial, el radicalismo trató de mantener el superávit operando simultáneamente sobre


las exportaciones y las importaciones. Una herramienta crucial para alcanzar este objetivo fue el nuevo
esquema cambiario, que procuraba evitar la habitual revaluación del peso en la etapa de expansión y la
necesidad de macrodevaluaciones en el punto de inflexión de la coyuntura. Además, para impedir la
especulación, se ordenaba que las divisas ingresadas por exportaciones debía liquidarse en el plazo de diez
días. Mientras tanto, se procedía a efectuar un control estricto de las importaciones, suspendiendo el
financiamiento para algunas de ellas, restringiendo otras y estimulando a las industrias que utilizaran una
mayor proporción de insumos locales con un acceso más favorable al crédito.

De esa forma, las importaciones lograron mantenerse bajo control y su crecimiento no fue explosivo a
pesar de la intensa reactivación. Sin embargo, lo que contribuyó de manera determinante a conseguir sostener
la balanza comercial superávit aria fue el gran incremento de las exportaciones.

Esos cambios en el aparato productivo sumados a un manejo más ordenado del sector externo le
posibilitaron entonces al radicalismo lograr un superávit comercial enmarcado en un proceso de crecimiento,
objetivo que poco tiempo antes parecía utópico.

La estrategia no apuntaba a lograr un acuerdo con aquel organismo para obtener un crédito Stand By,
dado que imponía condiciones demasiado duras para lo que Illia estaba dispuesto a aceptar: una liberalización
de la entrada y salida de capitales, una fuerte devaluación del peso y un brusca disminución de la emisión
monetaria. Se buscó más bien una aprobación pública del programa económico por parte del Fondo, que
permitió negociar luego directamente con las instituciones crediticias privadas la refinanciación de las deudas
pendientes.

El Plan Nacional de Desarrollo pretendía abordar los problemas del largo plazo una evz que se hubiesen
superado los acuciantes desequilibrios coyunturales. Su elaboración había sido confiada al Consejo Nacional
de Desarrollo (CONADE) que contó con la colaboración de la CEPAL y de numerosos y prestigiosos
economistas del exterior.

Al fallecer en 1964 el ministro Blanco, y sucederle Juan Carlos Pugliese, se presionó para que se
acelerara la concepción del Plan. Este consistía en un proyecto de crecimiento equilibrado, en el que el sector
privado jugaba el rol principal. El Estado tendría una función principalmente orientadora y contribuiría con la
ejecución de un conjunto de obras de infraestructura necesario para el desenvolvimiento de las actividades
privadas, que sería como por líneas de crédito externo, a las que se recurriría de manera moderada para
financiar las importaciones previstas.

5.7 POBLACION Y CONDICIONES DE VIDA.-

5.7.1 Población y movimientos migratorios

En lo que se refiere al crecimiento de la población debido a los movimientos migratorios externos, se


observó una acentuación de su tendencia declinante a partir de 1950. En el período intercensal 1960-1970, la
presencia de inmigrantes dentro de la población total experimentó una disminución notable.

Por el contrario, las corrientes migratorias internas durante este período se intensificaron. Los
principales flujos migratorios provinieron de la región pampeana, aunque se volvieron más significativos los
desplazamientos desde el Noroeste y el Nordeste.

Los flujos migratorio desde los países limítrofes estuvieron condicionados por factores de expulsión y
de atracción. Los excedentes de mano de obrar rural, la instabilidad sociopolítica y la falta de oportunidades
constituyeron algunos de los motivos de expulsión que operaron en esos países. En este caso, los años de
recesión económica en la Argentina estuvieron acompañados por una caída sustantiva de los saldos
inmigratorios.

Históricamente, la migración limítrofe contribuyó en forma positiva a paliar los déficit de mano de
obra no calificada del mercado laboral argentino. Asi, proveyó mano de obra para el trabajo agrícola.

Diversos factores impactaron sobre estos migrantes. Las crisis de la economías agrícolas en la década
del 60’, la reestructuración de los mercados de trabajo regionales relacionada con el creciente avance de la
agroindustria: la incorporación de tecnologías ahorradoras de mano de obra, la sustitución de cultivos y las
frecuentes crisis de sobreproducción incentivaron la migración hacia áreas urbanas hasta mediados de la
década del 70’. Siguiendo los mismos patrones migratorios de la población nativa.

5.7.2 Condiciones de Vida.

Durante la dictadura militar que sucedió al derrocado gobierno peronista, la distribución del ingreso
fue desfavorable para los asalariados, aunque aumentaron la producción, el empleo y la productividad. Las
adversas condiciones en que debió desempeñarse el movimiento sindical determinaron que las presiones por
el mejoramiento de los salarios sólo encontraran una respuesta parcial por parte del gobierno

Aun así, a pesar de que los asalariados comenzaron a reducir su participación en el ingreso, el aumento
del producto, por un lado, y la presión sindical, por otro, permitieron un momentáneo incremento del salario
real en 1956 con respecto a 1955.
Durante la década del 60’ se afirmó asimismo una tendencia, perceptible desde 1943 que marcaba una
disminución del gasto básico en los consumos de los obreros industriales del Gran Buenos Aires. Esta
evolución fue acompañada de un incremento del consumo “excedente”.

También, en cuanto a la situación habitacional urbana, otro indicador del nivel de vida, se constató un
progresivo deterioro en la misma década. A despecho de la reorientación de los recursos públicos hacia ese
sector, ese deterioro perjudicó, comparativamente, a la población de menores ingresos en un momento en que
las migraciones internas a las grandes ciudades había originado una mayor demanda de vivencias populares.

Ante esta situación, una de las soluciones adoptadas por los migrantes fue la construcción de
alojamientos en terrenos generalmente pertenecientes al Estado. La precariedad de las condiciones de
habitabilidad de estos agrupamientos determinó que se las denominara “villa miseria”.

Los datos enunciados ponían en evidencia la incapacidad del sistema para dar respuesta a las
necesidades básicas de los villeros. Gradualmente las expectativas de los habitantes de estos asentamientos
comenzaron a modificarse: lo que en el período anterior consideraban una situación de precariedad transitoria
ahora pasaba a evaluarse como una situación definitiva. Aun viviendo en la proximidad de la ciudad, la vida
urbana como tal se alejaba de sus posibilidades. Sólo podían acceder a algunos signos de ella, como artefactos
de hogar, medios de comunicación como la televisión y participar a través de una inserción irregular en el
mercado laboral, dado que la desocupación absoluta o encubierta constituía uno de los problemas más graves
con que se enfrentaban los villeros.

5.8 LOS PROBLEMAS DEL SECTOR INDUSTRIAL

Tal vez como ningún otro sector, la industria reflejó en su evolución a lo largo de la década los vatares
del contexto en el que se desenvolvió. La inestabilidad en materia de política económica, que reflejaba, a su
vez, discrepancias profundas en la concepción de la dirección que debía tomar el proceso económico, sometió
al sector industrial a un continuo cambio de reglas, que condicionó su dirección y su capacidad de desarrollo.

Los profundos desequilibrios externos que provocaba la demanda de importaciones de insumos para
la industria y el estancamiento que empezaba a manifestarse llevaron a una revisión de las pautas sobre las
que se había basado el crecimiento en el pasado.

La Revolución Libertadora contribuyó de manera indirecta a generar una nueva dinámica. La


redistribución regresiva del ingreso permitió un descenso de los costos, pero el centro de atención se
encontraba en la superación del déficit comercial por medio de la expansión de las exportaciones
agropecuarias, con lo cual los problemas industriales pasaban a un segundo plano y se veían agravados por la
evolución desfavorable de los precios relativos y por medidas específicas, como los cortes programados en el
suministro de energía eléctrica, que afectaban especialmente a aquellas industrias que tenían un proceso de
producción continuo.

Según los desarrollistas, no podía producirse un desarrollo industrial espontáneo, ya que los costos
iniciales de nuevos emprendimientos, la necesidad de una etapa de aprendizaje y los intereses vinculados a la
importación de esos bienes frustraban dicho proceso, conclusión que podía extraerse también de un análisis
de la historia de la industria argentina. Por eso, se instrumentó un conjunto de herramientas entre las que
sobresalieron el establecimiento de altos aranceles aduaneros y la sanción de una ley de promoción industrial
que apuntaban a la protección de la producción industrial local frente a la competencia de las importaciones y
al estímulo de las exportaciones de origen industrial.

A partir de 1964, en concordancia con la política más reticente frente al capital extranjero practicada
por Illia, el ingreso de inversiones disminuyó de manera notable, mientras las salidas en concepto de remisión
de utilidades e intereses crecieron hasta superar cuantitativamente el flujo de inversiones.

Sin embargo, el cambio más relevante se produjo en la composición morfológica de la producción. A


partir de 1958, los sectores que había liderado el crecimiento en el pasado sufrieron un estancamiento relativo,
mientras que la producción de insumos intermedios y bienes de consumo durables adquirió un gran
dinamismo, destacándose los complejos petroquímico y metalúrgico y especialmente el sector automotor.

La expansión automotriz de finales de la década del 50 y principios de los 60 revelaría entonces un


fuerte componente de desequilibrio y búsqueda de rentas oligopólicas por parte de distintos grupos
empresarios y la incapacidad del Estado nacional de arbitrar entre ellos en función de algún modelo de
conveniencia social

Si bien la política económica tuvo una notable incidencia en la recuperación, no sólo a ella se debía el
renovado impuso industrial. Durante la etapa desarrollista se había concretado un fuerte proceso de inversiones
que comenzaban a madurar desde dos puntos de vista. En primer lugar, recién ahora muchas de las empresas
instaladas estaban en condiciones de utilizar toda su capacidad productiva. En este sentido las políticas
contractivas de Guido había retrasado la expansión y las nuevas condiciones generaban una demanda acorde
con esa nueva capacidad de producción.

En segundo lugar, se observó también una maduración de tipo cualitativo que apuntaba a una mayor
eficiencia tanto de las nuevas empresas como del sector industrial en su conjunto.

La mayor eficiencia consolidaba la competitividad del sector industrial, lo que permitió una mejor
posición para enfrentar la competencia externa aun en el marco de las sucesivas disminuciones de la protección
arancelaria que se realizarían sobre todo a partir de la segunda mitad de la década del 60’

Una corriente sostenía que la necesidad de estimular este tipo de exportaciones se relacionaba con el
requerimiento de generar divisas para evitar los explosivos déficit cíclicos de balanza comercial que se
producían en los momentos de crecimiento y que culminaban provocando un período de estancamiento.

Otra vertiente, en cambio, situaba la necesidad de promover las exportaciones industriales en el tamaño
reducido del mercado argentina, que impedía el aprovechamiento pleno de economías de escala y conducía a
una marcada ineficiencia y a costos adicionales para adaptar procesos tecnoproductivos a una escala menor
que aquella para la que habían sido concebidos.

A pesar de las adversas condiciones estructurales para un incipiente proceso exportador, se ha afirmado
que la maduración que muestra la industria argentina a partir del inicio de la administración de Illia se refleja
en diferentes indicadores, como el incremento de la exportación de manufacturas de origen industrial,
destacándose la exportación de automóviles y un fuerte avance en las ventas externas de máquina
herramientas, de equipamiento agrícola y de biene3s de capital para la industria alimenticia.

5.9 Los ciclos económicos

5.9.1 Explicación de los ciclos económicos durante el proceso de industrialización:

En la posguerra se estaba en pleno proceso de industrialización por sustitución de importaciones y


adquiere diferencias con el modelo agroexportador, que se traducen en crisis crónicas de la balanza de pagos
a través de los ciclos conocidos como stop and go.

En la fase ascendente del ciclo, subieron las importaciones, ante el aumento de la producción industrial
por las necesidades de compras de bienes de capital e insumos y disminuyeron las exportaciones por la mayor
demanda de bienes de consumo originada por las subas en salario real y el nivel de ingresos.

La llegada de la crisis es producida por el déficit del balance comercial y el agotamiento de divisas en
el BCRA, lo que llevó a devaluar el peso y a tomar políticas monetarias y restrictivas. La devaluación provocó
una suba en los precios del agro (exportables) gracias al nuevo tipo de cambio y a los precios de los insumos
importados para la industria.
Los cambios generan transferencia de recursos lo que provoca una caída de la demanda global,
afectando al sector industrial.

La disminución de la demanda global reduce la actividad industrial y el monto de las inversiones


perjudicado por las altas tasas de interés y restricciones crediticias lo que origina una caída en las
importaciones para equilibrar la balanza de pagos. La reducción en la demanda interna de productos del agro,
como consecuencia de la caída de los ingresos genera una suba de los saldos exportables. Dejando las
condiciones para una nueva etapa de crecimiento.

Un factor clave fue la inserción del capital extranjero en la economía argentina y en la deuda externa.
Las entidades transnacionales tenían ganancias extraordinarias en las épocas ascendentes y no sufrían mucho
en las épocas descendentes. Pero sus objetivos no estaban dados al desarrollo de tecnologías o en la
reinversión.

5.9.2 Políticas de ajuste y procesos inflacionarios:

Las crisis impulsaban la introducción de un plan de ajuste con medidas que intentaban modificar el
comportamiento de las cuentas macroeconómicas, una devaluación para equilibrar el sector externo y reducir
los salarios reales. Las medidas aceleraban la inflación y alteraba los precios relativos.

Cuando los precios llegaban a lo pretendido por las autoridades económicas se realizaban un
congelamiento de precios que cristalizaba la redistribución de ingresos. Esto iniciaba un sendero de expansión
fomentado por el incremento de la inversión pública y privada y el apoyo del exterior.

Una vez que la etapa de crecimiento se ponía en marcha comenzaban las presiones para frenar el
incremento de los salarios y la recuperación de los niveles de empleo dando origen a la primera recomposición
de precios no pautada y al inicio de un nuevo ciclo inflacionario. Se profundizaba el atraso del tipo de cambio
provocando que los mercados financieros tendiesen a reposicionarse en activos líquidos externos que
terminaban forzando a una nueva devaluación. La inflación creciente deterioraba las cuentas publicas y eran
financiadas por la emisión monetaria dando así a un retorno de la recesión.

La principal razón de la declinación argentina luego de la guerra no se da por el abadono al modelo


agroexportador sino que se debe a la metodología de la política económica condensada en los planes de ajuste.

5.10 El fin del gobierno Radical:

Un factor importante en el golpe de Estado que derroco a ILLIA tuvo que ver la actitud del sector
empresarial industrial transnacionalizado. Debido a las malas intervenciones del Estado en la anulación de los
contratos petroleros, el proyecto de ley de medicamentos y la regulación de la industria automotriz.

OSZLAK, Oscar: La Formación Del Estado Argentino: Orden, Progreso y Organización


Nacional, Planeta, Bs. As, 1997

Prologo

El Estado Argentino fue articulador esencial de los patrones de relación social que permitieron instituir
un orden capitalista en la sociedad argentina. Construir el Estado fue agrandar la Nación. Fue imponer el
orden. Fue impulsar el progreso. La construcción del Estado permitió el desarrollo de la sociedad argentina.
Dicha construcción no fue a expensas de la sociedad civil (el Estado no “usurpó campos de acción de los
agentes, sino que, con su acción y expansión, brindó a los participantes del juego nuevas oportunidades de
beneficio individual o colectivo). Una nueva frontera comenzó a dibujarse entre el dominio legitimo del Estado
y de la sociedad. Nunca fue una frontera rígida o nítidamente marcada. Más bien fue siempre una frontera
irregular, porosa y cambiante, cuyos contornos fueron resultado de procesos en los que la confrontación y la
negociación, la fijación arbitraria o el acuerdo de límites, la captura de nuevos espacios y la deliberada
resignación de competencias movieron alternadamente en una u otra dirección: El resultado neto fue una
persistente expansión estatal. El concepto “capitalismo de Estado” –matrimonio entre el capitalismo y el
Estado-, es decir la intervención estatal para reproducir o garantizar la reproducción de las relaciones sociales
y el orden necesario para la acumulación capitalista; es un concepto acuñado en el siglo XX. Pese a ello, es
innegable en el caso latinoamericano, de la intervención estatal en la promoción del proceso de acumulación
durante el siglo XIX. Es necesario a fines de no caer en determinismos, realizar un adecuado tratamiento de
la relación entre economía y política, en un periodo en que se estaban conformando, influyéndose mutuamente
en su despliegue histórico, un sistema de producción, un mercado, una estructura de clases y un Estado
nacional. Así vemos que dicha relación resulta insoslayable.

1- Lineamientos conceptuales e históricos

La conformación del estado nacional supone a la vez la conformación de la instancia política que
articula la dominación en la sociedad, y la materialización de esa instancia en un conjunto interdependiente
de instituciones que permiten su ejercicio. El Estado es así, relación social y aparato institucional. La estatidad
–la condición de “ser Estado”- en lo que se refiere a los Estados nacionales se constituye de 4 atributos o
propiedades:1) capacidad de externalizar su poder, obteniendo reconocimiento como unidad soberana en un
sistema de relaciones interestatales; 2) capacidad de institucionalizar su autoridad, imponiendo una estructura
de relaciones de poder que garantice su monopolio sobre los medios organizados de coerción; 3) capacidad
de diferenciar su control, a través de un conjunto diferenciado de instituciones públicas; y 4) capacidad de
internalizar una identidad colectiva mediante la emisión de símbolos. Vale destacar, que el Estado nacional
surge en relación con una sociedad civil que tampoco ha adquirido el carácter de sociedad nacional (no
presume la existencia de una nación).

Para el autor, el Estado es tanto relación social como aparato institucional y sí presupone la existencia
de condiciones materiales que permitan la integración del espacio económico (mercado) y la movilización de
agentes sociales en tal sentido: Considerándolo una instancia de articulación de relaciones sociales, podemos
decir que la formación de una economía capitalista y de un Estado nacional son aspectos de un proceso único,
aunque cronológica y espacialmente desigual. La existencia del Estado deviene de un proceso formativo a
través del cual va adquiriendo un complejo de atributos que en cada momento histórico presenta distinto nivel
de desarrollo. Es decir, la formación del Estado es un gradual proceso de adquisición de los atributos de la
dominación política- los que suponen la capacidad de articulación y reproducción de cierto patrón de
relaciones sociales. Así, habría que analizar los determinantes sociales de la formación del Estado, aquellos
factores que contribuyeron a la creación de condiciones para que esos atributos se adquieran.

 El origen, expansión, diferenciación y especialización de las instituciones estatales resultarían de intentos


por resolver la creciente cantidad de cuestiones que va planteando el contradictorio desarrollo de la
sociedad (simultaneo proceso constitutivo): La expansión del aparato estatal deriva entonces del creciente
involucramiento de sus instituciones en áreas problemáticas de la sociedad, frente a las que adoptan
posiciones respaldadas por recursos de dominación. Además, la capacidad extractiva del Estado queda
supeditada al reconocimiento de reglas del juego político que aseguren la representación de los intereses
“comunes” de la sociedad civil. Que intereses estén representados depende obviamente del contenido de
la agenda de cuestiones socialmente problematizadas.
 El aparato institucional del Estado tiende a expresar las contradicciones subyacentes en el orden social que
se pretende instituir. Por lo tanto, el análisis de la evolución histórica de las instituciones estatales es
inseparable del análisis de cuestiones sociales que exigen su intervención mediante políticas o tomas de
posición.

Con respecto al surgimiento de los Estados Nacionales en América Latina en general podríamos decir
que, si bien el acto de ruptura con el poder imperial no significo la automática suplantación del Estado colonial
por un Estado Nacional sino más bien que los movimientos tuvieron carácter municipal; y. pese a que la
dominación colonial o el control político de las situaciones provinciales dentro del propio ámbito local no
representan formas de transición hacia una dominación nacional; como gruesa generalización podemos
aceptar al menos que la efectiva posibilidad de creación de una economía más integrada y compleja, sumada
–en algunos casos- a la preservación de ciertas instituciones coloniales como instrumento de control político,
suministraron el cemento para la conformación de los Estados Nacionales. Así, se explicaría como en casos
como el de Argentina o Colombia la precariedad de las economías regionales, la extensión territorial, las
dificultades de comunicación y transporte, el desmantelamiento del aparato burocrático colonial y las
prolongadas luchas civiles que reflejaban la falta de predominio de una región o de un sector de la sociedad
sobre otros, demoraron por muchos años el momento en que tal amalgama se produciría. Como señala Furtado,
la estructuración de los nuevos estados se vio condicionada por dos factores: la inexistencia de
interdependencia real entre señores de la tierra; y la acción de la burguesía urbana (sin duda la efectividad del
sistema de poder estructurado dependió fundamentalmente del grado de articulación logrado entre los intereses
rurales y urbanos. Para el autor, los 3 componentes que articulados conformarían el Estado Nacional son
economía, Nación, y sistema de dominación.

Economía regional vs. Economía abierta; ámbito local vs. ámbito nacional de relaciones sociales; y
sistemas de dominación localistas vs. Centralización del poder en un sistema de dominación a nivel nacional,
constituyeron los términos de los antagonismos que los profundos cambios producidos en la economía
internacional de mediados de siglo XIX contribuirían a resolver.

 Los estados latinoamericanos en su etapa formativa fueron desarrollando sucesivamente sus aparatos de
represión, de regulación, y de acumulación de capital social básico. Sus cristalizaciones institucionales
reflejaron las diversas combinaciones a través de las cuales el Estado procuró resolver los problemas del
“orden” y del “progreso”.

Durante la etapa formativa del Estado, la institución de un orden estable y la promoción de un conjunto
de actividades destinadas a favorecer el proceso de acumulación (“orden y progreso”) aparecían como las
cuestiones centrales a solucionar; era necesario institucionalizar un orden y el Estado era para los sectores
dominantes, la única instancia capaz de movilizar los recursos y crear las condiciones que permitieran superar
el desorden y el atraso.

Si consideramos la diversidad y simultaneidad de manifestaciones de “desorden” que el Estado


nacional debía afrontar; si tenemos en cuenta que la tradición conspiraba contra la centralización en el Estado
de ciertos instrumentos de control social; y que unidades subnacionales continuaban manteniendo fuerzas
regulares, su propia moneda y constituciones y justicia; salta a la vista que: Como imponer el orden implicaba
regularizar el funcionamiento de la sociedad, hacer previsibles las transacciones, regular los comportamientos;
el “orden” aparecía entonces, paradójicamente, como una drástica modificación del marco habitual de
relaciones sociales. No implicaba el retorno a un patrón normal de convivencia sino la imposición de uno
diferente, congruente con el desarrollo de una nueva trama de relaciones sociales de producción y de
dominación social. Así se entiende que durante la primera etapa los nuevos estados exteriorizaran su presencia
fundamentalmente como aparatos de represión y control social.

Resolver la cuestión del “orden” constituía no sólo una condición de supervivencia para el propio
Estado, sino que constituía una premisa elemental para el establecimiento de formas estables de relación
social; por eso la cuestión “del progreso” aparecía como la contratara del “orden”, como su natural corolario.

 A lo largo de un proceso en el que los términos de esta ecuación fueron modificando alternativamente sus
valores, el Estado se convirtió en eje para la consolidación de las nuevas modalidades de dominación
política y económica. De aquí que tomar activa parte en el proceso de resolución de estas cuestiones
represento para el Estado el medio de adquirir “estatidad”. Este es el sentido de la simbiótica constitución
de Estado y sociedad como esferas distinguibles de un único y nuevo orden social capitalista.

En general, los estados que emergieron del proceso de internacionalización de la economía mostraron
una débil capacidad extractiva y una fuerte dependencia del financiamiento externo.
Al último, tira “ideas preliminares”: En su origen, la formación de los estados nacionales
latinoamericanos implico la sustitución de la autoridad centralizada del Estado colonial y la subordinación de
los múltiples poderes locales que eclosionaron, luego de la independencia, como consecuencia de fuerzas
centrifugas desatadas por el proceso emancipador. La identificación con la lucha emancipadora, precario
componente idealista de la nacionalidad, fue insuficiente para producir condiciones estables de integración
nacional. La base material de la nación recién comenzó a conformarse con el surgimiento de oportunidades
para la incorporación de las economías locales al sistema capitalista mundial y el consecuente desarrollo de
intereses diferenciados e interdependientes generados por tales oportunidades.

Al margen de las complejas mediaciones que intervinieron en cada caso nacional, la articulación de
los mercados internos y su eslabonamiento con la economía internacional, se vieron acompañados por la
consolidación del poder de aquella clase o alianza de clases que controlaba los nuevos circuitos de producción
y circulación de bienes en que se basó la economía exportadora. Pero las nuevas formas de dominación
económica, a cuya sombra se consolidaban nuevas relaciones sociales, requerían políticamente la paralela
constitución y control de un sistema de dominación capaz de articular, expandir y reproducir el nuevo patrón
de relaciones sociales.

 Este sistema de dominación –el Estado Nacional- fue a la vez determinante y consecuencia del proceso de
expansión del capitalismo iniciado con la internacionalización de las economías de la región
(RECÍPROCO PROCESO CONSTITUTIVO).

Determinante, en tanto creó las condiciones, facilito los recursos, y hasta promovió la constitución de
los agentes sociales, que favorecerían el proceso de acumulación. Consecuencia, en tanto a través de estas
múltiples formas de intervención se fueron diferenciando su control, afirmando su autoridad y, en última
instancia, conformando sus atributos.

La identificación en la experiencia argentina de las cuestiones más desagregadas, permitirá


circunscribir un campo analítico e histórico en el que, recrear el proceso de resolución de las mismas, servirá
a la vez para reconstruir los hitos fundamentales y las modalidades específicas del proceso formativo del
Estado.

3- La conquista del orden y la institucionalización del Estado

Introducción:

El derrumbe de la Confederación Argentina se produjo luego de la victoria de las fuerzas de Bs. As.
en la Batalla de Pavón (1862), tras la cual se despejó el camino para la definitiva organización nacional sobre
las bases impuestas por Bs. As. Mantener el movimiento iniciado por esta, requería la centralización e
institucionalización del poder estatal en el nuevo gobierno nacional surgido después de Pavón. Sin embargo,
el grupo de los vencedores distaba mucho de ser una coalición fuerte o estable por estar integrada por sectores
sociales muy variados que pronto comenzarían a mostrar marcadas diferencias. De aquí que el liderazgo inicial
de Bs. As. pronto se diluiría en un complejo proceso de recomposición de la coalición dominante. Así,
transcurrirían recién 18 años hasta que se consolidara un “pacto de dominación” relativamente estable.

El presente capítulo está dedicado a examinar el proceso de imposición del orden y de


institucionalización del Estado nacional durante ese lapso histórico (1862-1880).

Ámbitos de actuación y formas de penetración del Estado:

Al disolverse la Confederación Argentina, se retornó de hecho al arreglo institucional vigente antes de


su creación. De esta manera, con excepción de las relaciones exteriores (confiadas al gobierno provisional de
Mitre) la resolución de los asuntos “públicos” siguió en manos de los gobiernos provinciales y de algunas
instituciones civiles (como la Iglesia). Además, aún no se había logrado materializar en acción lo que hasta
entonces era una formal declaración de intenciones de la Constitución Nacional que ya hacía una década que
era vigente. Dado que ésta continuaba proporcionando un esquema institucional y normativo imprescindible
para la organización del Estado Nacional, se implementaron diversas medidas para lograrlo.

La existencia del Estado nacional exigía replantear los arreglos institucionales preexistentes,
desplazando el marco de referencia de la actividad social de un ámbito local-privado a un ámbito nacional.
Esto es lo que Oszlak nombra como “el proceso de apropiación y/o creación de los ámbitos de actuación que
constituirían la jurisdicción funcional del Estado” que se habría desarrollado durante el período en estudio
(1862-1880). Los mayores esfuerzos del gobierno nacional fueron dirigidos especialmente a la formación de
un ejército nacional y un aparato recaudador verdaderamente nacionales. Entre las instituciones creadas
destinadas a normativizar y/o ejercer control sobre las demás áreas que el gobierno nacional comenzaba a
reivindicar como objeto de su exclusivo monopolio, podemos mencionar entre otras: al ejército, la aduana, la
prerrogativa de emisión de moneda, la administración de justicia en última instancia, etc. Conquistar el orden
también suponía para el gobierno nacional apropiarse de ciertos instrumentos de regulación social hasta
entonces impuestos por la tradición, legados por la colonia o asumidos por instituciones como la iglesia. Este
avance sobre la sociedad civil tuvo probablemente su más importante manifestación en la tarea de sustituir las
heterogéneas disposiciones, costumbres, instituciones y prácticas socialmente aceptadas por modernos
códigos; y en algunos casos supuso la incursión en ciertos campos combinando su acción con la de los
gobiernos provinciales y la de los particulares (por ejemplo: en la educación). Finalmente, el mismo desarrollo
de las actividades productivas, la mayor complejidad de las relaciones sociales, el rápido adelanto tecnológico,
ente otros factores fueron creando nuevas necesidades regulatorias y nuevos servicios que el gobierno nacional
comenzó a promover y tomar a su cargo (por ejemplo: la organización del servicio de correos y telégrafos, la
promoción de la inmigración, etc.).

En general, el estado se apropió de las actividades hasta ahora mencionados sustituyendo en su


ejecución a otros agentes sociales. Esta situación, casi siempre imperativa, implicaba una transferencia y
concentración de ámbitos funcionales cuyo control representaría, a la vez, una fuente de legitimación y de
poder. Asumiendo la responsabilidad de imponer un orden coherente con las necesidades de acumulación, el
Estado comenzaba a hallar espacio institucional y a reforzar los atributos que lo definían como sistema de
dominación.

Con el nuevo estado de cosas, la legitimidad del Estado asumía ahora un carácter diferente: su la
represión –su faz coercitiva ejercida por el ejército desplegado a lo largo del interior- aparecía como condición
necesaria para lograr el monopolio de la violencia y el control territorial, la creación de bases consensuales de
dominación aparecía también como atributo esencial de la “estatidad”. Ello suponía no solamente la
constitución de una alianza política estable, sino además una presencia articuladora que soldara relaciones
sociales y afianzara los vínculos de la nacionalidad. De aquí el carácter multifacético que debía asumir la
presencia estatal y la variedad de formas de penetración que la harían posible.

Oszlak pasa a realizar una categorización analítica de las modalidades con que se manifestó la
penetración estatal, advirtiendo que su examen separado no debe hacer perder de vista la simultaneidad y
compleja imbricación con que se manifestaron en la experiencia histórica concreta:

a) Penetración represiva: supuso la organización de una fuerza militar unificada y distribuida


territorialmente, con el objeto de prevenir y sofocar todo intento de alteración del orden impuesto por el
Estado nacional.
b) Penetración cooptativa: incluyó la captación de apoyos ente los sectores dominantes y gobierno del
interior, a través de la formación de alianzas y coaliciones basadas en compromisos y prestaciones
recíprocas.
c) Penetración material: presupuso diversas formas de avance del Estado nacional, a través de la
localización en territorio provincial de obras, servicios y regulaciones indispensables para su progreso
económico.
d) Penetración ideológica: consistió en la creciente capacidad de creación y difusión de valores,
conocimientos y símbolos reforzadores de sentimientos de nacionalidad que tendían a legitimar el sistema
de dominación establecido. La penetración ideológica tuvo diversas expresiones: el derecho, la religión y
la cultura.
Cristalizaciones institucionales:

Desde 1862, el aparato burocrático y normativo del Estado experimentó permanentes


transformaciones. Estas cristalizaciones de la penetración estatal no eran más que momentos en el proceso de
adquisición de uno de los atributos esenciales de la estatidad: la emergencia de un conjunto funcionalmente
diferenciado de instituciones públicas relativamente autónomas respecto de la sociedad civil, con cierto grado
de profesionalización de sus funcionarios y de control centralizado sobre sus actividades.

Se debe tener en cuenta que, al reconstituirse en 1862, el gobierno nacional debió afrontar una situación
inédita: continuar atendiendo el funcionamiento de organismos -de la Confederación y Buenos Aires- cuya
responsabilidad asumía, tratando de crear al mismo tiempo un andamiaje institucional sin cuya existencia
resultaba poco menos que imposible asegurar su gestión.

Durante los años 60 y 70 comenzaría a manifestarse la influencia de modas y modelos extranjeros en


la organización y procedimiento burocráticos, imitación cuyas repercusiones trascendieron el plano de la mera
creación institucional. La clase dirigente argentina miró hacia Europa y los EEUU, adoptando sus modelos de
organización social y funcionamiento institucional. Esta adopción de conceptos y modelos foráneos sobre los
estándares apropiados del comportamiento institucional no siempre se ajustó a las reales necesidades de la
gestión estatal, teniendo en cuenta el grado de desarrollo de las fuerzas productivas en la sociedad argentina
de la época.

Relación Nación-Provincia:

Las diferentes formas de penetración estatal produjeron sustanciales cambios en el carácter de las
relaciones Estado-sociedad. Por una parte, dieron lugar a una nueva división del trabajo y por otra, el Estado
se fue haciendo visible a través de un aparato burocrático y normativo crecientemente especializado, en el que
se condensaban y cristalizaban los atributos de la “estatidad”. Naturalmente, estos procesos tendieron, al
alterarse la relación de poder entre el gobierno nacional y las provincias, a desplazar los ejes de articulación
social e integración política.

En menos de dos décadas, no sólo cambió globalmente la correlación de fuerzas entre el Estado y las
provincias, sino también la situación de cada una de éstas con respecto al primero. En cierto sentido, el proceso
de formación del Estado implicó la gradual sustitución del marco institucional provincial como principal eje
articulador de relaciones sociales. Sin embargo, la provincia continuó siendo -al menos hasta 1880- el otro
término de la contradicción que planteaba la existencia de un Estado nacional. Esta circunstancia justifica el
empleo de categorías “institucionales” –como “la provincia”- en lugar de categorías que aluden a “fuerzas
sociales”. Más que los partidos, fueron los gobiernos provinciales los que continuaron siendo los interlocutores
políticos del Estado nacional y el ámbito en el que se gestaron las alianzas, oposiciones y conflictos en torno
a la organización nacional. La relación nación-provincia sufrió así diversas vicisitudes en función de las
resistencias y apoyos que el proyecto liberal halló tanto en las provincias que habían pertenecido a la
Confederación como en la propia Bs. As. Así, el Estado nacional interiorizó en su seno el conflicto que durante
décadas había dividido a Bs. As. Y el interior. Sólo cuando este “tercer personaje” entró en escena, cuando el
Estado pudo definir su propia personalidad y convertirse en árbitro de la situación nacional, fue posible
resolver el secular conflicto definitivamente.

5. ¿Azar, lógica o voluntad?

La pregunta central para Oszlak es: ¿fue la construcción del Estado nacional argentino el resultado de
la voluntad de hombres predestinados, de una lógica ineluctable del devenir histórico o de una azarosa
combinación de fenómenos? Así formulada, no tiene respuesta. Pero abre un abanico de cuestiones sobre las
que se sugirieron algunas interpretaciones. Quedan muchos temas que se vinculan a nuestra pregunta central:
¿por qué hubo una nación argentina y no un racimo de naciones independientes? ¿Qué factores favorecieron
el proceso de integración nacional? ¿Cuál fue el papel del Estado en la conformación de la estructura de clases
y cuál su relación con la clase dominante?
Nación y Estado

Así como la formación del Estado argentino no resultó de la guerra emancipadora, tampoco la Nación
Argentina fue su necesario correlato. Varios fueron los factores que impidieron la organización nacional una
vez roto el vínculo colonial con España. El Virreinato del Río de la Plata se extendía sobre un territorio
prácticamente despoblado, cuyos dispersos habitantes conformaban una población sedentaria dedicada a
actividades ganaderas y a una agricultura primitiva. Los pueblos no se fracturaron de inmediato luego de la
revolución. La estructura política heredada de la colonia, y su aparato burocrático, continuaron
proporcionando un elemento aglutinante. Romper con las Provincias Unidas requería tener opciones: ser
viable política y económicamente, tener ventajas comparativas en elegir la autonomía. Paraguay pronto halló
la conveniencia. Su posición geográfica no le había creado sólidos vínculos con el resto del territorio virreinal.
Aunque en el caso de la Banda Oriental la separación se debió a un compromiso político, también sus recursos
y estratégica ubicación geográfica hacían posible la secesión. En cambio, fue un tanto fortuito que se
autonomizara el Alto Perú, al quedar desmembrado.

Buenos Aires aspiró desde la Revolución a constituir un Estado unificado bajo su hegemonía. Si otros
intentos separatistas no prosperaron se debió a la diferencia de fuerzas entre la provincia porteña y cualquier
otra coalición. La Confederación ilustra el caso límite: la coalición de todas las provincias no consiguió
imponerse a Buenos Aires.

Estas circunstancias no deben ser interpretadas en el sentido de que ningún otro tipo de configuración
hubiera sido posible. Lo que sí señalan es una diferencia fundamental con otras experiencias. La experiencia
argentina no se caracteriza por la necesidad de una determinada unidad política de absorber otras unidades.
Los constructores del Estado argentino no buscaron formar una unidad política mayor, sino evitar la
disgregación de la existente y producir una transición estable de un Estado colonial a un Estado nacional.
Aspiraron a extender un movimiento revolucionario local a la totalidad de las provincias y a heredar de la
colonia el control territorial y político.

Si, como plantearon Hegel, Hobbes, Weber y otros, la “sociedad civil” se constituye a partir de grupos
cuya solidaridad depende de la convergencia de intereses materiales e ideales, ¿qué intereses fundamentales
mantuvieron la unidad formal de la sociedad argentina? ¿Por qué no operaron en toda su potencial
consecuencia las tendencias centrífugas? ¿Qué significado tuvo la “provincia” como instancia de articulación
de relaciones sociales y a qué se debió que no pudieran llegar a constituir estados autónomos?

La unidad nacional argentina durante las primeras décadas de vida independiente se asentó más en
elementos expresivos y simbólicos que en vínculos materiales plenamente desarrollados. Pero a cada uno de
sus atributos era posible oponer otros que contradecían la unidad: prolongados interregnos de aislamiento y
absoluta independencia provincial, pactos de unión interrumpidos, viejas tradiciones municipales, formas
caudillistas de ejercicio de dominación. El territorio “nacional” distaba de ser una unidad inseparable. También
los intereses económicos regionales eran contradictorios. El interior, con sus viñas y tejidos, competía con
productos extranjeros que importaba el Litoral. Inclusive el vínculo del idioma no era tal en varias provincias,
donde se preferían los lenguajes indígenas. Tampoco existía una total homogeneidad étnica.

Ni siquiera perduró un andamiaje institucional colonial suficientemente desarrollado. En el Río de la


Plata, el aparato administrativo colonial no llegó a desarrollar un eficaz mecanismo centralizado de control
territorial. Más aún, subsistieron en las diversas localidades órganos político-administrativos coloniales que
tendieron a reforzar el marco provincial como ámbito natural para el desenvolvimiento de las actividades
sociales y políticas. No alcanzaron de todos modos a conformar un verdadero sistema institucional, en tanto
su autoridad y representatividad fueron reiteradamente desnaturalizados por el caudillismo y la lucha facciosa.
Así como la provincia fue una creación del proceso independentista, el caudillismo fue un sustituto de la
democracia asociada al movimiento libertario. Fue la modalidad que asumió localmente la representación del
pueblo, en un pueblo que desconocía la práctica democrática.

Paradójicamente, el aislamiento y el localismo impidieron el total fraccionamiento de esas unidades


provinciales en Estados nacionales soberanos. La formalización de un funcionamiento autónomo no aparejaba
mayores ventajas. La constitución de un Estado nacional resultaba siempre más atractiva y conveniente. Sobre
todo, existiendo plena conciencia de que la superación de ese estado de cosas pasaba por establecer alguna
forma de vinculación estable al circuito económico que tenía por eje al puerto de Buenos Aires.

Estas posibilidades se vieron reforzadas en la medida en que la intensificación del comercio exterior
produjo el debilitamiento de algunas economías regionales. El paulatino mejoramiento de las comunicaciones
y la consecuente creación de un mercado interno para ciertas producciones del interior que antes se orientaban
hacia los países limítrofes, también contribuyeron al proceso de lenta homogeneización de los intereses
económicos.

No parece desdeñable como factor coadyuvante a la integración nacional, la experiencia comparada.


Ejemplos como EEUU o las naciones europeas no pasaban inadvertidos para la elite intelectual que asumió el
liderazgo del proceso de organización Nacional argentino.

Resistencias

Si bien la oposición de los españoles en el terreno militar fue doblegada en breve, los líderes
revolucionarios porteños muy pronto debieron experimentar la resistencia de sectores sociales sometidos a
levas, expropiaciones o contribuciones diversas; de autoridades locales no resignadas a perder o compartir su
poder; y de aspirantes rivales a monopolizar la soberanía del Estado. En general, las provincias interiores se
mostraron indiferentes a los intentos de Buenos Aires por dar un alcance nacional al movimiento
revolucionario. El largo período anárquico creó la ilusión de un empate entre Buenos Aires y el interior.
Buenos Aires prosperaba mucho más aceleradamente que el resto del país.

A la caída de Rosas, el conflicto latente se hizo explícito. El Litoral, con el apoyo del interior, intentó
asumir el liderazgo del proceso de organización nacional en circunstancias en que Buenos Aires no había
resignado sus pretensiones hegemónicas. El conflicto asumió la forma de un enfrentamiento entre unidades
políticas, cuando en realidad constituía el choque de dos concepciones diferentes sobre el modo de organizar
políticamente una nación.

El triunfo de Buenos Aires abrió otras líneas de conflicto. A los que se resistían desde mucho antes,
empezaron a agregarse fracciones de las clases dominantes de Buenos Aires, para las cuales de un Estado
nacional comenzaba a crear contradicciones y enfrentamientos en una instancia institucional que no
controlaban.

En primer lugar, un importante número de legisladores y funcionarios oriundos del interior, comenzó
a sostener frente a cuestiones en debate, posiciones no siempre favorables a los intereses porteños. Sin su
concurso, resultaba difícil asegurar la sucesión del régimen, ya que aún no se había logrado consolidar un
firme pacto de dominación.

En segundo lugar, buena parte de las posiciones de poder fueron ocupadas por miembros de una casta
político-militar, un verdadero patriciado burocrático, que a pesar de sus lazos de parentesco y amistad con
integrantes de los sectores terratenientes y mercantiles, no se manifestaron dispuestos a satisfacer pasivamente
todas sus reivindicaciones y demandas. Las exigencias de financiamiento y expansión de las actividades
estatales resultaban a menudo contradictorias con los intereses de la incipiente burguesía porteña, por lo que
muchas de las iniciativas del gobierno nacional lo enfrentaban a ese sector. Englobar estas complejas
situaciones en la noción de “autonomía relativa del Estado”, no parece aportar demasiado.

Quizá corresponda decir algo acerca de las resistencias sociales que no existieron. La gran
concentración de la propiedad fundiaria, la ausencia de un extendido sector campesino, el poder ejercido por
los grandes propietarios y la temprana y peculiar inserción del país en el mercado mundial, permitió reducir
la presión tributaria directa sobre el capital, trasladando el mayor peso de la imposición sobre los sectores
populares. La dispersión, reducido tamaño y escasa organización de los sectores obreros y rurales impidieron
el surgimiento de movimientos contestatarios de importancia. El pueblo no se alzó. Sirvió más bien como
instrumento de jefes ocasionales.
No fue sólo la escasa educación o el estado de guerra casi permanente lo que facilitó el control de las
clases subalternas y explica la falta de movilización popular. Las características que asumió la explotación
agrícola-ganadera, los altos rendimientos, la feracidad y bajo precio de la tierra, la imposibilidad o dificultad
de exportar cereales o carne permitieron que las clases populares tuvieran acceso a una alimentación barata y
abundante.

Estado y clases

El análisis precedente pone de manifiesto la vinculación entre el proceso de formación estatal y la


constitución de clases sociales. El autor destaca dos aspectos diferentes: 1) la composición y transformación
de la clase dominante; 2) el papel del Estado en la estructuración de clases sociales.

Históricamente, la clase dominante argentina se constituyó y reconstituyó a partir de miembros de


diversos y cambiantes sectores de actividad. Durante la etapa de las guerras de la independencia, fue visible
el liderazgo ejercido por la casta militar en los esfuerzos de centralización del poder. Sin embargo, los
comerciantes criollos también tuvieron un papel destacable dentro del cambiante escenario político. Tampoco
fue desdeñable la influencia de los hacendados y de los intelectuales.

La terminación de las guerras de emancipación nacional redujo la significación del mérito militar y el
comando de efectivos como base de poder. Guerreros desocupados y en disponibilidad, se enrolaron en uno u
otro bando durante la larga etapa de lucha facciosa, desdibujándose el papel de los militares como presencia
corporativa dentro de la clase dominante. Fueron surgiendo grupos cuyo poder económico llevó a muchos de
sus miembros a ejercer influencia o asumir un papel protagónico. Hacia 1880 se consolidaría un “pacto de
dominación” relativamente estable. Durante el período previo, la existencia de un Estado nacional no sólo
contribuiría a transformar la composición de la clase dominante, sino también a transformar la propia
estructura social.

Frente a una estructura social de las características descriptas, cabe preguntarse por el problema del
papel del Estado en la construcción de la sociedad y el desarrollo del capitalismo argentinos. La evaluación
del papel del Estado en la formación de sectores económicos y sociales exige considerar aspectos cualitativos:
la apertura de oportunidades de explotación económica, la creación del valor, la provisión de insumos críticos
para el perfeccionamiento de la relación capitalista o la garantía, material o jurídica.

Estas diversas formas de intervención del Estado contribuyeron a la configuración estructural de la


sociedad argentina. Subsidiando a las provincias, el Estado promovió la formación de un importante sector de
profesionales y burócratas provinciales, a cargo de actividades docentes, legales, administrativas y religiosas.
Mediante la contratación directa y/o la garantía de las inversiones, contribuyó a conformar un estrato de
contratistas del Estado dedicados a la construcción o la prestación de servicios. A través de la creación y
afianzamiento de un ejército nacional, favoreció el proceso de institucionalización de las fuerzas armadas,
componente esencial en cualquier pacto de dominación. Abriendo nuevas oportunidades económicas a través
de la conquista de nuevas tierras; la atracción y garantía del capital extranjero; la promoción de la inmigración
y el establecimiento de colonias creó las condiciones propicias para el desarrollo y homogeneización de una
burguesía implantada en diversos sectores de actividad, y hasta propició la formación de sus organizaciones
corporativas. Y mediante el disciplinamiento y capacitación de la fuerza de trabajo, elevó las calificaciones
técnico-profesionales de diversos estratos de la clase asalariada.

Reflexiones finales

La guerra de la independencia argentina fue el primer capítulo de un largo proceso, caracterizado por
cruentos enfrentamientos y variadas fórmulas de transacción, mediante los cuales los sectores que
propugnaban por prevalecer en la escena política intentaron sustituir el orden colonial por un nuevo sistema
de dominación social. El origen local del movimiento emancipador y las resistencias halladas por Buenos
Aires para constituirse en núcleo de la organización nacional, pronto dieron lugar a movimientos separatistas
y guerras civiles que impidieron la formación de un Estado nacional. El resurgimiento de la provincia como
ámbito de lucha por la dominación local y actor institucional en el escenario político más amplio que
integraban las Provincias Unidas, tendió a otorgar a los enfrentamientos un carácter “territorial”. Las precarias
coaliciones de provincias, fueron desbaratas por disidencias internas y fracasos militares.

Por inspiración y acción de Rosas, Buenos Aires alentó durante dos décadas esta organización federal
del sistema político-institucional, postergando la constitución de un Estado nacional que, poco había
beneficiado a los intereses de los sectores terratenientes pampeanos que sostenían el régimen rosista. Lo
coalición de fuerzas del Litoral, que con apoyo extranjero y de sectores disidentes de Buenos Aires derrotó a
Rosas en Caseros, se constituyó en circunstancias en que las oportunidades de progreso económico abiertas
por el sostenido aumento de la demanda externa y los nuevos avances tecnológicos disponibles al promediar
el siglo, ponían crudamente de manifiesto las restricciones a que se hallaban sometidos la producción y el
intercambio de las provincias litoraleñas.

Sobre las cenizas de Caseros se realizó entonces el primer intento orgánico de creación de un Estado
nacional, que al no contar con la adhesión legítima ni los recursos de la autoexcluida provincia porteña,
sobrevivió tan sólo una década. La Confederación Argentina resignó en Pavón su efímero liderazgo del
proceso de organización nacional.

Sobre las cenizas de Pavón se hizo un nuevo intento, a partir del apoyo de las instituciones y recursos
de Buenos Aires y la subordinación económica y política de las provincias interiores. A partir de allí, el nuevo
pacto de dominación se basó en cambiantes coaliciones intraburguesas, en las que se alternaban las fracciones
políticas dominantes de Buenos Aires y a las que gradualmente se incorporaban sectores de las burguesías del
interior. La falta de acuerdo se manifestó en la persistencia de la lucha entre facciones. El Estado nacional
pudo consolidar su presencia institucional a través de diversos mecanismos de penetración en la sociedad que,
aumentaban su legitimidad y poder y tendían a la institución de un nuevo orden.

A través de la represión y control de las situaciones provinciales, la cooptación de aliados políticos, la


articulación y garantía de las actividades económicas o la difusión de mecanismos de control ideológico, el
Estado se fue apropiando de nuevos ámbitos operativos, redefiniendo los límites de la acción individual e
institucional, desplazando a la provincia como marco de referencia de la actividad social y la dominación
política. El Estado fue afianzando su aparato institucional y ensanchando sus bases sociales de apoyo,
desprendiéndose de la tutela de Buenos Aires. La consolidación definitiva sobrevino cuando el Estado
consiguió “despoteñizarse”. Sobre las cenizas de Puente Alsina y los Corrales, el presidente Roca intentaría
una “tercera fundación” del Estado.

La unidad nacional fue siempre el precio de la derrota de unos y la consagración de privilegios de


otros. Y el Estado nacional, símbolo institucional de esa unidad, representó el medio de rutinizar la dominación
impuesta por las armas.
IMPLEMENTACIÓN DEL MODELO NEOLIBERAL Y RESTRICCIONES AL DESARROLLO EN LA
ARGENTINA CONTEMPORÁNEA ANA GABRIELA CASTELLANI

INTRODUCCIÓN.

La década del noventa se está aplicando en la Argentina políticas de estabilización y transformación


estructural. Y asiste a un pronunciado retroceso de las condiciones materiales de vida de la mayor parte de su
población. Con la puesta en marcha del Plan de Convertibilidad en el año 1991 se logró la estabilización
general de los precios domésticos Como consecuencia de la crisis que signó a Latinoamérica durante los años
ochenta, los organismos internacionales de crédito elaboraron una propuesta de superación de la misma. La
única solución para el problema del crecimiento consistía en realizar una reducción drástica del aparato estatal.
“Más mercado y menos Estado”. Según la particular interpretación del establishment local e internacional, la
única salida posible consistía en aplicar el “recetario” neoliberal básico, Sin embargo, ni las viejas ni las
nuevas recomendaciones de política económica y social lograron frenar la crisis en la que hoy está sumergida
la economía argentina. Por qué las reformas neoliberales propuestas por el llamado Consenso de Washington
no tuvieron los resultados prometidos; y fundamentalmente, cuáles son las nuevas trabas que estas reformas
introducen a la hora de revertir el actual nivel de subdesarrollo económico y social.

Dos hipótesis centrales. La primera de ellas sostiene que el Consenso de Washington realiza un
diagnóstico “equivocado” de las causas que llevaron a la crisis económica de Latinoamérica en general y de
Argentina en particular. No sirven para resolver los acuciantes problemas ya mencionados, sino que,
“paradójicamente”, los agravan. La segunda hipótesis que las reformas aplicadas generan nuevas trabas para
el crecimiento económico y el desarrollo de la sociedad argentina.

En resumen, los argumentos que se desarrollarán en este ensayo buscan, en líneas generales, explorar
la naturaleza de la relación entre estancamiento económico, regresión social y reformas neoliberales; indagar
las causas que permiten explicar por qué se impusieron el diagnóstico y la propuesta del Consenso de
Washington como los únicos posibles; y por último, analizar el tipo de vinculación que se establece entre el
Estado y las distintas fracciones que componen el nuevo bloque de poder económico en la Argentina, a partir
de la consolidación de este modelo hegemónico.

FRIEDMAN Y EL ROL DEL ESTADO.

La relación existente entre el Estado y el mercado está atravesado por una fuerte preocupación: ¿cómo
evitar que la imprescindible existencia de la acción estatal interfiera los límites de la libertad individual? La
función principal del Estado es la de proteger la libertad de los individuos y fomentar la existencia de los
mercados competitivos. Es preciso que los mercados funcionen ajo perfecta competencia ya que se enriquece
la base material de la libertad. El objetivo final de toda sociedad es el de mantener la libertad de sus integrantes.
El estado establece el significado de los derechos de propiedad y los garantiza, permitiendo el funcionamiento
del libre mercado. La propuesta de Friedman es la de un estado mínimo, le otorga gran importancia a la acción
estatal.

EL ENFOQUE DEL CONSENSO DE WASHINGTON.

A comienzos de los años ochenta, largo período de estancamiento, “década perdida”. Redistribución
regresiva de los ingresos, un marcado deterioro de las condiciones de vida de la población de menores
recursos, la agudización del proceso de concentración y centralización del capital, y una crisis fiscal y externa
sin precedentes. Los organismos internacionales de crédito elaboraran, una propuesta de resolución
“definitiva” de la crisis latinoamericana que implicara, un conjunto de reformas estructurales que apuntaran a
redefinir el rol del Estado y a transformar, radicalmente, el modelo económico vigente. “modelo populista de
industrialización sustitutiva”, el Consenso de Washington la razón que explica el estancamiento de las
economías latinoamericanas es la persistente intervención estatal sobre la actividad privada. La “coacción”
constante del Estado sobre los agentes privados es la principal traba para el crecimiento económico.
Diez recomendaciones de política económica que pueden agruparse en dos conjuntos: aquéllas que
procuran la estabilización macroeconómica, y aquéllas que pretenden operar una reforma estructural del
modelo económico y social.

1) mantener la disciplina fiscal, es decir que el déficit público no supere el 1 o 2% del PBI;
2) priorizar el recorte del gasto por sobre el incremento del ingreso del sector público (especialmente,
terminar con la política de subsidios indiscriminados y con el sobredimensionamiento del empleo público);
3) realizar una reforma impositiva orientada a disminuir la evasión impositiva;
4) liberar el mercado de capitales por completo,
5) fijar un tipo de cambio que sea estable y homogéneo;
6) liberar el comercio exterior,
7) diseñar una política de atracción de inversiones externas;
8) llevar a cabo un plan de privatizaciones;
9) promover la desregulación de los diferentes mercados;
10) establecer derechos de propiedad.

Todas apuntan a ampliar la esfera del mercado y a disminuir al mínimo la intervención estatal. Las
políticas del CW se impusieron como única alternativa posible ante la crisis.

LAS PRINCIPALES CRÍTICAS AL CW Y LA FORMACIÓN DEL CONSENSO POST-WASHINGTO N

Enfoque de la crisis fiscal, las dos razones que permiten explicar la crisis son el populismo económico
y la deuda externa. Entre las medidas para salir del estancamiento relativo, se destacan: la reducción de la
deuda externa pensadores neo institucionalistas, el Estado juega un rol crucial en todo proceso de reforma
estructural, ya que sin sus intervenciones resulta difícil consolidar transformaciones tendientes a mejorar el
funcionamiento económico, el nivel de vida de la población, o la calidad de las instituciones sociales y
políticas.

Banco Mundial, Consenso Post- Washington. Nuevo Consenso propone la construcción de un Estado
eficaz como condición fundamental para lograr el desarrollo económico y social, como complemento de los
mercados.

ENDEUDAMIENTO, CRISIS FISCAL Y ALTA INFLACIÓN: LA LUCHA POR LA CONFORMACIÓN DE


UN BLOQUE HEGEMÓNICO.

La democracia se enfrentaba con graves problemas: en lo político, armar y consolidar el


funcionamiento de las instituciones democráticas; en lo social, recuperar los ingresos perdidos durante la
dictadura; en lo económico, resolver los grandes desequilibrios macroeconómicos, desmantelar el régimen de
alta inflación. Alfonsín modificó la estrategia lanzando un plan de ajuste heterodoxo sustentado en pactos
corporativos con las principales entidades empresarias y apoyado por los organismos internacionales de
crédito. 1988, el Estado decidió dejar de pagar los compromisos financieros con los acreedores externos. “se
destaca la ineficiencia del sector público y la desinversión, la necesidad de aportes de capital privado, y el
estímulo a la inversión”.

ESTABILIZACIÓN, REFORMAS ESTRUCTURALES Y HEGEMONÍA NEOLIBERAL.

La crisis hiperinflacionaria de 1989 tuvo desvalorización de la moneda local, el Estado estaba en


quiebra, disminuir al máximo posible la intervención estatal en la economía. El proceso de “modernización”
económica, la Ley de Emergencia Económica y la Ley de Reforma del Estado. Ambas leyes permitieron
implementar las reformas estructurales propuestas por el CW. En 1991 Cavallo asume como ministro de
Economía y pone en marcha el Plan de Convertibilidad, el régimen convertible entre el peso y el dólar. Tres
programas de reformas sustantivas: los de apertura comercial, privatizaciones y desregulación. Aumento de
la fragmentación, y exclusión social, dando una revolución conservadora. Se agranda más la brecha entre
ricos y pobres. Amplios sectores de la población quedan excluidos del mercado laboral y del de consumo, una
disminución de la protesta laboral tradicional, que es reemplazada por otras modalidades como los cortes de
rutas y los estallidos sociales los grandes agentes económicos resultaron ampliamente beneficiados. Menem,
política de privatización de empresas públicas permitieron organizar comunidades de negocios integradas por
capitales nacionales y extranjeros, la conformación de un nuevo tipo de empresas, las asociaciones, obtenido
importantes márgenes de rentabilidad. Las grandes empresas conservan posiciones de privilegio, que les
permiten obtener ganancias extraordinarias. El incremento del endeudamiento, combinado con el proceso de
fuga de capitales favorece a las distintas fracciones que integran el nuevo bloque económico hegemónico.

a) una transferencia reducción sistemática del salario real;


b) desplazamiento de los ingresos desde las pequeñas y medianas empresas hacia las grandes,
c) la redistribución del ingreso desde el sector público al sector privado;
d) la salida constante de capitales generados localmente hacia el mercado externo.

La década del noventa logró un bloque hegemónico, integrado por diversas fracciones de la burguesía
local y por los acreedores externos, promovió la aplicación de un conjunto de políticas inspiradas en el CW.
Permitían la acumulación de cuantiosas ganancias y la transferencia de capitales hacia el exterior. Facilitaron
los procesos de concentración y centralización del capital. Por eso mismo, las políticas neoliberales han sido
más que “exitosas” en cuanto a lograr la transformación radical de la estructura económica y social argentina
en beneficio de un nuevo bloque de poder.

HALPERIN DONGHI. UNA NACIÓN PARA EL DESIERTO ARGENTINO.

La excepcionalidad de la argentina: colegios, universidades, letras, leyes, ferrocarriles, telégrafos, libre


pensar, prensa, etc; solo en 30 años. Esta experiencia conservaba para la Argentina un lugar excepcional entre
los países hispanoamericanos.

La excepcionalidad argentina radica en que sólo allí iba a parecer realizada una aspiración muy
compartida y muy constantemente frustrada en el resto de Hispanoamérica: en la 2da mitad del S. XIX hay
una etapa de progreso muy rápido, pero no libre de violentos altibajos.

Tesis de Halperín: Pero esta etapa no tiene nada de serena y tenaz (Halperín dice oponerse a la visión
de consenso de la corriente revisionista). Si se abre con la conquista de Buenos Aires como desenlace de una
guerra civil, se cierra casi treinta años después con otra conquista de Buenos Aires; en ese breve espacio de
tiempo caben otros dos choques armados entre el país y su primera provincia, dos alzamientos de importancia
en el interior, algunos esbozos adicionales de guerra civil y la más larga y costosa guerra internacional nunca
afrontada por el país.

Si la acción de Rosas en la consolidación de la personalidad internacional del nuevo país deja un legado
permanente, la afirmación de la unidad interna basada en la hegemonía porteña no sobrevive a su derrota en
1852.

Ya en 1880 la etapa de creación de una realidad nueva puede considerarse cerrada porque ha culminado
la instauración de ese Estado nacional que se suponía preexistente. Pero ojo, la construcción del Estado tiene
marchas, contramarchas y resistencias.

La herencia de la generacion del ´37.

La concepción de progreso nace en las elites letradas hispanoamericanas. La generación del ´37,
colocada bajo el signo del Romanticismo y dotada de una relativa independencia frente a los sectores populares
y a las clases propietarias, está mejor preparada para asumir la función directiva que no pudieron ejercer los
unitarios. La agudización de los conflictos políticos a partir de 1838, con el entrelazamiento de la crisis
uruguaya y la argentina y los comienzos de la intervención francesa, hacen que este grupo tengan una acción
más militante en la esfera política. Este cambio también está estimulado por los avances cada vez más rápidos
del orden capitalista que ofrecen promesas de cambios más radicales que en el pasado.
Las transformaciones de la realidad argentina.

A juicio de Alberdi (1847) la estabilidad política alcanzada gracias a la victoria de Rosas no sólo ha
hecho posible una prosperidad que desmiente los pronósticos sombríos adelantados por sus enemigos, sino ha
puesto finalmente las bases indispensables para cualquier institucionalización del orden político.

Domingo F. Sarmiento en la tercera parte de su Facundo (1845) proyecta un cuadro de futuro: como
Alberdi (1847), comienza a percibir a advertir que la Argentina surgida del triunfo rosista de 1838-1842 es ya
irrevocablemente distinta. El legado más importante del rosismo no es la creación de esos hábitos de
obediencia que Alberdi había juzgado lo más valioso, sino la de una red de intereses consolidados por la
moderada prosperidad alcanzada gracias a la dura paz que Rosas impuso en el país.

Rosas representa el último obstáculo para el definitivo advenimiento de esa etapa de paz y progreso,
nacido de la revolución. Todos ven a Rosas como alguien que pudo construir poder.

En Sarmiento, también en Alberdi, Ascasubi y Varela, se va dibujado una imagen más precisa de la
Argentina que la alcanzada por la generación del 37. Ello no se debe tan sólo a su superior sagacidad; es sobre
todo trasunto de los cambios que el país ha vivido en la etapa de madurez del rosismo, y en cuya línea deben
darse los que en el futuro harían de la Argentina un país distinto y MEJOR.

Florencio Varela descubre una fisura entre Buenos Aires, que domina el acceso a la cuenca fluvial del
Plata y utiliza el principio de soberanía exclusiva sobre los ríos interiores y las provincias litorales, a las que
la situación cierra el acceso directo al mercado mundial. Estos últimos encuentran aliados en Paraguay y
Brasil, porque el control de los accesos fluviales significaba una limitación para la independencia paraguaya
y para el intento del Brasil de que su provincia de Mato Grosso alcance el acceso al océano por vía fluvial.

La Argentina es un mundo que se transforma.

Los cambios cada vez más acelerados de la economía mundial no ofrecen sólo oportunidades nuevas
para la Argentina; suponen también riesgos más agudos que en el pasado. Sarmiento observa que las zonas
templadas de Hispanoamérica tienen razones adicionales para temer las consecuencias del rápido desarrollo
de Europa y EEUU, que son necesariamente competidoras en el mercado mundial. Hay dos alternativas
igualmente temibles: si se permite que continué el estancamiento que sé que hallan, deberán afrontar una
decadencia económica constantemente agravada; si se introduce en ellas un ritmo de progreso más acelerado
mediante la mera apertura de su territorio al juego de fuerzas económicas exteriores, el estilo de desarrollo así
hecho posible concentrará sus beneficios entre los inmigrantes –cuya presencia es de todos modos
indispensable- en perjuicio de la población nativa, en un país de rápido progreso, seguirá sufriendo las
consecuencias de esa degradación económica que se trataba precisamente de evitar. Sólo un Estado más activo
puede esquivar ambos peligros. En los años finales de la década del 40, el área de actividad por excelencia
que Sarmiento le asigna es la EDUCACACIÓN POPULAR: sólo mediante ella podrá la masa de hijos del
país salvarse de una paulatina marginación económica y social en su propia tierra.

Si en 1850 la elite letrada se ve como una de las interlocutoras (y no la única) que guían la política de
la nación y la otra es la elite económico-social eso se debe a que las convulsiones de la sociedad europea han
revelado potencialidades terribles en las clases populares. Frente a ellas la coincidencia de intereses de la elite
letrada y de la económica es más estrecha.

Un proyecto nacional en el período posrosista.

A partir de Caseros, hay un abanico de proyectos:

 LA ALTERNATIVA REACCIONARIA. FÉLIX FRÍAS. Frente a los problemas de la Francia


revolucionaria, más que a la restauración de la monarquía, Frías aspira a la restauración del orden
garantizado por un régimen que asegure el ejercicio incontrastado y pacífico de la autoridad política por
parte de los mejores. Ello solo será posible si se devuelve a las masas populares a su rol de obedientes,
mediante el acatamiento a un código moral apoyado en las creencias religiosas. El atraso solo se superará
si el progreso económico y cultural consolida esa base religiosa sin la cual no puede afirmarse ningún
orden estable. Es un modelo desigual desde lo político, pero también desde lo económico.
 LA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA. Esta propuesta fue abandonada muy pronto.
 UNA NUEVA SOCIEDAD ORDENADA CONFORME A LA RAZÓN. MARIANO FRAGUEIRO. El
derecho a la propiedad privada debe continuar ejerciéndose con plenitud, pero moneda y crédito no
integran la esfera privada. El Estado debe monopolizar el crédito público para realizar empresas y trabajos
públicos, casas de seguros y todo aquello de cuso uso se saca una renta, como puertos, muelles,
ferrocarriles, caminos, canales, etc. que serán también de propiedad pública. Quizá este proyecto no era
tan factible para el momento de la Argentina.
 EN BUSCA DE UNA ALTERNATIVA NUEVA: AUTORITARISMO PROGRESISTA. JUAN
BAUTISTA ALBERDI había visto como principal mérito de Rosas, su reconstrucción de la autoridad
política, y a futuro, la institucionalización de ese poder. Para Alberdi la creación de una sociedad más
compleja que la moldeada por siglos de atraso colonial, deberá ser el punto de llegada del proceso de
creación de una nueva economía. Está será forjada bajo la férrea dirección de una edite política y
económica consolidada por la paz de Rosas y heredera de los medios de coerción por él perfeccionados;
esa elite contará con la guía de una edite letrada, dispuesta a aceptar su nuevo y más modesto papel de
definidora y formuladora de programas capaces de asegurar la permanente hegemonía y creciente
prosperidad de quienes tienen ya el poder. La plebe debe estar disciplinada.
Crecimiento económico significa para Alberdi crecimiento acelerado de la producción, sin
ningún elemento redistributivo. El mercado para la acrecida producción debe encontrarse en el
extranjero.
Alberdi dictamina que por el momento Hispanoamérica necesita monarquías que puedan pasar
por repúblicas. Si bien Las Bases buscan disimular la concentración de poder en el presidente, también
se busca impedir que el régimen Autoritario que Alberdi postula sea un régimen arbitrario: hay un
marco jurídico y un sistema de normas definidos rigurosamente.
Apelación al trabajo y el capital extranjero: Alberdi no separa del todo a la inmigración de
trabajo de la de capital, que ve fundamentalmente como la de capitalistas. Para esa inmigración,
destinada a traer al país todos los factores de producción se prepara sobre todo el aparato político que
Alberdi urgirá al nuevo régimen a hacer de su apertura al extranjero tema de compromisos
internacionales.
Alberdi admite el carácter provisional de ese orden social marcado por desigualdades, pero es
inevitable para la construcción de la nación.
No es necesaria, asegura Alberdi, una instrucción formal muy completa para poder participar
como fuerza de trabajo en la nueva economía; la mejor instrucción la ofrece el ejemplo de destreza y
diligencia que aportarán los inmigrantes europeos. En Alberdi, más que educación, hay instrucción
con el objetivo de preparar a la mano de obra. Y por otra parte, la difusión excesiva de la instrucción
corre el riesgo de propagar en los pobres nuevas aspiraciones, al darles a conocer la existencia de un
horizonte de bienes y comodidades que su experiencia inmediata no podría haberles revelado; puede
ser más directamente peligrosa si al enseñarles a leer pone a su alcance toda una literatura que trata de
persuadirlos que tienen, también ellos, derecho a participar más plenamente del goce de esos bienes.
Un exceso de instrucción formal atenta contra la disciplina necesaria de los pobres.
El problema para Halperín, es que el modelo de Alberdi es muy simplificado, se apoya en un
proceso en el que el cambio económico influye en el social y político. Dice que hay que preguntarse si
es posible crear una fuera de trabajo adecuada para una economía moderna manteniendo a sus
integrantes en feliz ignorancia de las modalidades del mundo moderno.
 PROGRESO SOCIO-CULTURAL COMO REQUISITO DEL PROGRESO ECONÓMICO. DOMINGO
FAUSTINO SARMIENTO. Aunque París no le proporciona a Sarmiento una experiencia directa del orden
industrial, le permitía percibir la presencia de tensiones latente y constante demasido patentes. Así
proclamará, ante la crisis político-social del 48, la insuficiencia del modelo francés y la necesidad de un
modelo alternativo. El cambio es posible y deseable y para entonces creyó encontrarlo en EEUU. Ve la
importancia de la palabra escrita en una sociedad que se organiza en torno a un mercado nacional: ese
mercado sólo podría estructurarse mediante la comunicación escrita con un público potencial muy vasto
y disperso, el aviso comercial aparece ahora no solo como indispensable en esa articulación, sino como
confirmación de su énfasis en la educación popular.
El ve que si la sociedad de EEUU requiere una masa letrada, es porque requiere una vasta masa
de consumidores; para crearla no basta la difusión del alfabeto, es necesaria la del bienestar y de las
aspiraciones a la mejora económica a partes de cada vez más amplias de la población nacional.
Sarmiento veía en la educación popular un instrumento de conservación social, no porque ella pudiese
disuadir al pobre de cualquier ambición de mejorar su lote, sino porque debía, por el contrario, ser
capaz de indicarle los modos de satisfacer esa ambición en el marco social existente.
El ejemplo de EEUU persuadió a Sarmiento de que la pobreza del pobre no tenía nada de
necesario. Lo persuadió también de algo más: que la capacidad de distribuir bienestar a sectores cada
vez más amplios no era tan solo una consecuencia socialmente positiva del orden económico que surgía
en los EEUU, sino una condición necesaria para la viabilidad económica. A diferencia de Alberdi,
Sarmiento cree en un progreso económico distribuido en la sociedad.
La educación en Sarmiento es para que los nativos no queden en desventaja ante los
inmigrantes. Pero también se educa para formar una sociedad consumista.
La visión de Sarmiento, para Halperín, es más compleja que la de Alberdi, porque postula un
cambio de la sociedad en su conjunto, no como resultado final de progreso, sino como condición para
él. Sarmiento no cree, con la misma fe seguros, que las consecuencias del avance de la nueva economía
sobre las áreas marginales sean siempre benéficas; postula un poder político con suficiente
independencia de ese grupo dominante para imponer por sí rumbos y límites a ese aluvión de nuevas
energías económicas que habrá contribuido a desencadenar sobre el país.
Sarmiento no descubre ningún sector habilitado para sumir la tarea política, y se resigna a que
su carrera política se transforme en una aventura estrictamente individual; sólo puede contar sobre sí
mismo para realizar cierta idea de la Argentina.

Treinta años de discordia

Luego de Rosas, el problema no fue como utilizar el poder enorme legado por este, sino cómo erigir
un sistema de poder en reemplazo del que en caseros había sido barrido junto con su creador. La base del
poder de Rosas era básicamente política, pero faltaba institucionalizarla, cuando él cae no queda un estado
constituido. Halperín advierte que hay una diferencia entre los proyectos y la realidad contra la que se chocaron
los personajes.

1- Las facciones insurrectas.

Las tradiciones facciosas agonizan porque se están haciendo irrelevantes por los cambios que a pesar
de todo ha traído consigo Caseros.

¿Qué cambió Caseros? Puso en entredicho la hegemonía de Bs. As. Además, (contrariamente a lo que
habían creído Alberdi y Sarmiento) ha derrumbado el sistema de poder creado por Rosas, porque bajo la
apariencia de una rabiosa politización, en realidad Rosas había logrado una despolitización creciente de la
sociedad entera. La caída de Rosas deja un VACIO.

2- Nace el Pecartido de la Libertad.

A fines de Junio de 1852, la recién elegida legislatura de la prov. de Bs. As. rechaza los términos del
Acuerdo de San Nicolás, por el que las provincias otorgan a Urquiza la dirección de los asuntos nacionales
durante la etapa constituyente. El héroe de la jornada es Mitre, que desde su oratoria quiere ser portavoz de la
ciudad y la provincia, y representa el renacimiento de una vida política.

Luego del 11 de septiembre, esos hombres a quienes las jornadas de junio habían dotado de un séquito
urbano, transforman su base política en militar. Junto con ellos se levantan los titulares del aparato militar
creado por Rosas en la frontera india. También reciben el apoyo de las clases propietarias de ciudad y campaña.
Pero no todos tienen los mismos intereses. Mitre identifica la causa de Bs. As. con la de la libertad que se
propone imponer con violencia a las demás provincias. Las clases propietarias se resisten a incorporarse a un
sistema que no controlan los porteños. Y los militares, se suman porque no aceptan la hegemonía enterriana
sobre Bs. As.
La nueva fuerza política se consolidada sobre el vacío que deja la caída de rosas y por saber utilizar
ese renacimiento de la vida política. El éxito de la nueva dirigencia no se mide en cambios sociales, en un
nuevo ritmo de progreso económico estimulado por la acción estatal o en avances institucionales. Es un éxito
estrechamente político. Estos políticos se dirigen a un público distinto y más vasto. Buenos Aires necesita
encontrarse un pasado menos objetable que Rosas. Esto Mitre lo sabe utilizar y construye un pasado con el
retorno de los restos de Rivadavia como el precursor de la unión nacional. El partido de Mitre es a la vez
conservador y renovador, porque intenta representar armoniosamente todas las aspiraciones. Por eso esa
indefinición de objetivos. Hay una idea que sí esta clara en cuanto a la ruptura con el pasado: es la del
perfeccionamiento de la estructura estatal para adecuarla al nivel ya alcanzado por la civilización.

3 - El Partido de la Libertad a la conquista del país.

Bs. As. tiene dos conflictos armados con la Confederación. Primero es derrotada en 1859 y admite
integrarse a su rival, pero obtiene el reconocimiento del papel director y una fora constitucional que, además
de disminuir el predominio del E. federal sobre las provincias, asegura una integración financiera solo gradual
de Bs. As. en la nación. Luego vence en 1861, derrumba la Conf., aunque Mitre advierte muy bien los límites
de su victoria: el Partido de la Libertad no podrá alcanzar las provincias mediterráneas. Se remueven los
gobiernos provinciales de signo ederal en el interior (es posible por la presencia de militares de Bs. As.), con
la resistencia de La Rioja (Chacho).

Se produce una escisión del liberalismo porteño. Mitre busca la supresión de la autonomía de Bs. As.
que una ley intenta colocar bajo la administración directa del gobierno federal. La legislatura de la provincia
se opone y se forma una facción liberal autonomista, que en unos años se hará del control de la provincia.

Guerra del Paraguay: Mitre busca que la entrada en la guerra no parezca una decisión libre de su
gobierno. Cuando S. López decide pasar con sus fuerzas por Corrientes, se lo niega y ante el ataque sobre esta
provincia, Mitre logra hacer que la entrada de la Arg. en la guerra se vea como respuesta a una agresión interna,
adquiriendo una dimensión nacional, aunque tiene una motivación facciosa. Pero el esfuerzo exorbitante de la
guerra acelera la agonía del P. de la Libertad. Urquiza no participa del gran alzamiento federal de 1866-1867,
que convulsiona todo el interior andino desde Mendoza a Salta. La decadencia del militarismo es por la erosión
de su base política porteña, pero también porque su base no alcanza para asegurar el predominio nacional. El
ejército nacional necesita ampliar su cuerpo de oficiales, por eso hay retorno de figuras poco seguras. Además,
las vicisitudes de la guerra debilitan el vínculo entre este cuerpo de oficiales y el jefe de la nación. Pero la
guerra ofrece nuevos argumentos para la eterna disputa facciosa. El partido de la L. ya no existe, el federalismo
ha sobrevivido y hay un nuevo consenso que comienza a agrupar a autonomistas y federales.

Cuando Sarmiento asume la presidencia, gracias a la guerra civil ´66-´67 el ejército nacional ya tiene
gravitación decisiva en el interior. Se trata de una nueva hegemonía militar.

4 - De la reafirmación del federalismo a la definición de una alternativa a las tradiciones facciosas.

La caída de Rosas había sido un punto de inflexión en el federalismo. Luego se encontró una nueva
base en la identificación con la Constitución de 1853. Ahora el federalismo es marcadamente
constitucionalista y antiporteño. Esta e la nueva base del federalismo. Urquiza ya no tiene un rol importante,
pero el federalismo no perdió su lugar central en el país está viva en la proclama del Chacho Peñaloza. Éste
no se alza solo en nombre de ciertos principios, sino en defensa de un sistema institucional y legal. La rivalidad
fiscar entre Bs. As. y el interior había llevado a la identificación del federalismo con la oposición a la
hegemonía porteña. Hay un nuevo consenso que comienza a agrupar a autonomistas y federales.

Lo interesante de Halperín es que advierte que el liberalismo y el federalismo no siempre son iguales,
se van redefiniendo. Sarmiento presidente, no continúa con el hostigamiento que venía realizando el mitrismo,
de hecho tiene un acercamiento con Urquiza.

Hispanoamérica va a conocer un resurgir liberal. Las lecciones de prudencia que sugerían el


espectáculo europeo y el hispanoamericano, han perdido fuerza. Hay un aislamiento entre la versión liberal
moderada del mitrismo y una versión menos tímida del liberalismo en avance a escala mundial. En el país hay
una masa de opinión favorable a esta última, entre los que se destacan la colectividad italiana y los masones.
Además, esta renovación se expresa como un aspecto de un relevo generacional.

Para Hernández, las facciones ya están en agonía, hay un deseo de dejar atrás una larga etapa de
discordias. Incluso el mitrismo advierte ese nuevo clima de opinión y se muestra dispuesto a adaptarse a él.
La reconciliación en marcha se va a expresar en un nuevo estilo de lucha partidaria, donde el choque armado
se reemplace por la lucha en el terreno institucional, que supone el reconocimiento de la legitimidad del
adversario. Sostiene Hernández que hay una transformación en la clase política argentina que permite colocar
al Estado, más que a los partidos, en el centro del escenario. La nueva formulación del credo liberal tiene
inspiraciones ideológicas más democráticas e innovadoras.

El levantaminto de López Jordán en Entre Ríos, no logra disminuir el ritmo del avance de ese nuevo
consenso político. Solo Mitre, con el alzamiento de 1874, se obstina en distraer a la nación de su más urgente
tarea, que es la consolidación institucional y la conquista del progreso económico. Hernández ve en Mitre al
eterno subversivo, enemigo de cualquier orden estable.

Halperín se pregunta, qué eficacia puede conservar la inspiración democrática y la audaz apertura al
futuro en un contexto en el que se da la consolidación de un Estado que no ha ampliado sus bases sociales al
abandonar su originaria división facciosa.

El consenso después de la discordia.

Lo que había separado a Alberdi de Sarmiento no era, en efecto, una diferencia de opinión sobre la
necesidad de acudir a la inmigración o la inversión extranjera, o la de fomentar los avances del transporte y
los de la educación, sino precisamente sobre el modo en que esos factores debían ser integrados en proyectos
de transformación global.

LA EDUCACION. Aún Sarmiento, que se había identificado con él como ninguno, no le presta mucha
atención entre 1862 y 1880, como lo había hecho antes y como consagraría sus años finales. Su gobierno
impone sin duda una reorientación seria del esfuerzo del Estado hacia la educación primaria y popular.

La INMIGRACIÓN despierta reacciones más matizadas, que sin embargo tampoco alcanzan a poner
en duda la validez de esa meta, ni aun a someter el proceso inmigratorio, tal como se desenvuelve, al juicio
severo que Sarmiento sólo emprenderá a partir de 1882.

Sólo ocasional y tardíamente se discutirá entonces la APERTURA sistemática al CAPITAL y la


iniciativa económica EXTRANJEROS, con mayor frecuencia se oirán protestas ante la supuesta timidez con
la que se implementan. En 1857 Sarmiento ha subrayado que el único modo de acelerar la creación de la red
ferroviaria es dejarla a cargo de la iniciativa extranjera, que debe ser atraída mediante generosas concesiones
de esa riqueza que el país posee en abundancia y no puede por el momento utilizar: la tierra, condenada a
permanecer insuficientemente explotada mientras falten medios de comunicación.

El consenso es mucho más reticente en torno a la LIBERALIZACION DEL COMERCIO EXTERNO.


El librecambismo va a ser reconocido como un principio irrecusable, sin embargo, la necesidad de proteger,
mediante sólo aparentes derogaciones a esa doctrina, ciertos sectores de la economía local van a ser
vigorosamente subrayada. Sólo en la década del 60, algo parecido a un debate sobre principios económicos
comienza a desarrollarse y el proteccionismo se presenta como alternativa recusando ahora teóricamente al
librecambismo. Pero las tomas de posición a favor del proteccionismo tienen un eco reducido.

La visión que se comparte en la época es la de una Argentina que tiene el camino abierto para alcanzar
un poderío económico y político comparable con las potencias europeas. ¿No se advierte que se trata de un
área marginal y que por lo tanto no puede fijar libremente su rumbo? Halperín cree que sería excesivo concluir
eso, pero que aunque hay conciencia de esa posición marginal se da sobre todo en el plano político, en la
cuestión de la soberanía, porque se advierte la hostilidad en las relaciones entre las grandes potencias y los
frágiles estados en surgimiento. Pero nada debilita la fe que hay en la futura edad de oro de la Argentina.

La campaña y sus problemas

Bs. As. es la primera provincia donde el contraste entre progreso urbano y primitivismo de la vida
campesina es más evidente. Para Álvaro Barros, la frontera ofrece el ejemplo de la arbitrariedad del poder
administrativo. La defensa contra el indio ha sido organizada con una ineficacia calculada para aumentar los
lucros de quienes controlan la frontera: proveedores, comerciantes, oficiales.

Hernández cree que es necesario defender la frontera con voluntarios a sueldo y reemplazar los jueces
de paz por municipalidades efectivas, porque el juez de paz es libre de administrar a su capricho y refleja el
interés de la facción gobernante, deseoso de gastar lo menos posible en la defensa contra el indígena.
Hernández ya había señalado los males en el Martín Fierro, que eran esencialmente políticos. Tiene una visión
del problema rura que presenta a la entera sociedad ganadera como víctima del poder que la gobierna.
Hernández analiza todo desde la perspectiva de los más favorecidos. La preocupación por definir más
claramente la propiedad de la tierra y del ganado (ante los tenedores de ganado ajeno) es predominante. Y lo
peor del reclutamiento arbitrario es que su peso cae siempre sobre el "vecino honrado" y no sobre el
"vagabundo". Hernández expresa la opinión pública urbana, sobre un estilo de gobierno que frena la expansión
de la economía rural y limita las perspectivas de ganancia de la clase terrateniente.

¿Por qué esta clase de terratenientes no es capáz de defender eficazmente sus intereses? Para Sarmiento
el problema se encuentra en que son ausentistas que prestan poca atención a sus agentes económicos
(capataces, comerciantes, propietarios menores económicamente subordinados). Como resultado, esos agentes
económicos han establecido vínculos con el personal que controla la administración provincial. Como
resultado, los estancieros mercaderes no tiene gran presencia en la esfera política. Para Sarmiento el ejemplo
de Chivilco y es una prueba viviente de la justeza de su punto de vista; algunos gauchos antes vagos, junto
con una masa heterogénea de inmigrantes, han creado una réplica austral de la democracia rural
norteamericana. Detrás de esto, se encuentra la idea de que el problema de la campaña no era exclusivamente
económico y que se debía asegurar el bienestar mediante el avance de la cultura material y cívica. Tiene que
ver con una identificación entre la economía pastoril y barbarie política, que se superaría con el tránsito hacia
una economía agrícola. Por eso Sarmiento quiere una colonización agrícola de a campaña.

Pero la idea que predomina es la de Alberdi: el problema de la campaña no es político o sociocultural,


sino económico. La solución va a venir de la apertura a la acción de las fuerzas económicas desencadenadas
por el desarrollo de Europa y los EEUU.

Balances de una Época

En 1879 fue conquistado el territorio indio. Al año siguiente el conquistador del desierto era presidente
de la nación, tras doblegar la suprema resistencia armada de Buenos Aires, que veía así perdido el último resto
de su pasada primacía entre las provincias argentinas. La victoria de las armas nacionales hizo posible separar
de la provincia a su capital, cuyo territorio era federalizado. Nada quedaba en la Nación que fuese superior a
la Nación misma.

La Argentina es al fin una, porque ese Estado nacional, lanzado desde Buenos Aires a la conquista del
país, en diecinueve años ha coronado esa conquista con la de Buenos Aires.

No obstante Sarmiento observa que ciertos progresos alcanzan también a África e India. O sea,
Sarmiento de alguna manera reconoce que Alberdi tenía razón: los cambios vividos en la Argentina son, más
que el resultado de las sabias decisiones de sus gobernantes posrosistas, el del avance ciego y avasallador de
un orden capitalista que se apresta a dominar todo el planeta. Y ese progreso material necesariamente marcado
por desigualdades y contradicciones, en que nada se siente estable y seguro, es menos problemático que la
situación política. Es ésta la que verdaderamente “da que pensar”.
Con el triunfo de Roca se han resuelto para siempre “los problemas que venían retardando hasta el
presente la definitiva organización nacional, el imperium de la Nación establecido sobre el imperium de la
provincia, después de sesenta años de lucha.” Dominará el lema de paz y administración. El presidente tendrá
tres grandes objetivos: creación de un ejército moderno, desarrollo de las comunicaciones (ferrocarriles,
telégrafo) y poblar los territorios ganados a los indios.

Mientras la Argentina parece haber encontrado finalmente el camino que le había señalado Alberdi, y
haberse constituido en república posible, hay un aspecto de la previsión alberdiana que se cumple mal: el
Estado no ha resultado ser el instrumento pasivo de una elite económica cuyos objetivos de largo plazo sin
duda comparte, pero con la cual no ha alcanzado ninguna coincidencia puntual de intereses e inspiraciones.

El sistema representativo tal como funciona en la Argentina (o seudorepresentativo), ha permitido la


emergencia de una clase política integrada por “aspirantes que principian la vida, bajo los escozores de la
pobreza, buscado abrirse camino por donde se pueda, en cambio de los suspirados representantes de la riqueza
y saber de las provincias. El resultado es la mala administración y el derroche.

Sarmiento está preocupado porque la Argentina de 1880, la república ya verdadera, no se parece a


ninguna de las naciones que debían construirse, nuevas desde sus cimientos, en el desierto pampeano; al
preocuparse por ello, Sarmiento se muestra de nuevo escasamente representativo del ánimo que domina ese
momento argentino.

ALTHUSSER, Ideología y Aparatos ideológicos del Estado.

Toda formación social necesita reproducir sus condiciones de producción para existir.

 La reproducción social implica reproducir las fuerzas productivas y las relaciones de producción
existentes.
 La reproducción de las fuerzas de trabajo no sólo exige una reproducción en la calificación sino también
en la sumisión a las reglas del orden establecido, reproducir la sumisión a la ideología dominante por parte
de los obreros y de los agentes de explotación.
 La reproducción de la fuerza de trabajo se asegura en y bajo las formas de sometimiento ideológico.

Totalidad social: Estructura / Superestructura.

 Ventaja: permite conceptualizar los índices de eficacia o determinación.


 La metáfora del edificio representa la determinación en última instancia por lo económico (es solo
descriptiva).
 Existe la autonomía relativa de la superestructura con respecto a la base.
 Existe una reacción de la superestructura sobre la base.
 La reproducción invita a pensar la esencia y la naturaleza de la superestructura.

Estado: aparato represivo que permite que las clases dominantes aseguren su dominación sobre la clase obrera
para someterla al proceso de extracción de la plusvalía. (Definición solo descriptiva: etapa transitoria y
necesaria).

 Es necesario superar la etapa descriptiva porque se corre el riesgo de bloquear el desarrollo de la teoría.
 Es necesario agregar algo más. Hay que distinguir entre poder del Estado (conservación o toma del poder)
y el aparato del estado (represivo: funciona mediante la violencia) (Continúa siendo descriptiva).

Aporte de Althusser:
 Los aparatos ideológicos del Estado: se presentan bajo la forma de instituciones distintas y especializadas:
sistemas religiosos, escolar, familiar, jurídico, político, sindical, información y cultural.
 El aparato represivo del Estado pertenece al dominio público y es único. En cambio, los aparatos
ideológicos del estado pertenecen al dominio privado y son múltiples. (Esta distinción importa poco
porque la diferencia entre público y privado fue originada por el derecho burgués). Lo que importa es que
las instituciones privadas funcionan como aparatos ideológicos del estado.
 El AE funciona de manera predominante por la violencia, mientas que los AIE funcionan mediante la
ideología de forma predominante y de manera secundaria por una violencia simbólica. Se tejen
constantemente sutiles combinaciones entre los AE y los AIE en la vida cotidiana.
 Las diversas instituciones están unificadas bajo la ideología de la clase dominante que también tiene el
poder el estado, los AE. De ahí que la clase dominante tenga una parte activa en los AIE.
 No obstante, existen contradicciones dentro de los AIE, luchas entre clases. Los AIE son múltiples,
relativamente autónomos y susceptibles de contradicciones.

“Ninguna clase puede tener en sus manos el poder de Estado en forma duradera sin ejercer al mismo
tiempo su hegemonía sobre y en los aparatos ideológicos del Estado.” La reproducción de las relaciones de
producción está asegurada por el ejercicio del poder en el Aparato de Estado y en los Aparatos ideológicos
del Estado. A través de la ideología dominante se asegura la armonía entre el AE y los AIE.

Periodo pre capitalista: AIE era la iglesia. Revolución reemplazó el AE y la Escuela reemplazo a la
iglesia como AIE y fue colocada en el lugar dominante.

La burguesía se apoderó del AE para asegurarse su hegemonía política y se apoderó de los AIE para
asegurarse la hegemonía ideológica indispensable para la reproducción de las relaciones de producción
capitalista. Cada grupo está provisto de la ideología que conviene a su rol en la sociedad de clases. Estos
mecanismos están recubiertos y disimulados.

1. Acerca de la ideología.

La ideología no tiene historia: Diferencia ente la ideología en general y las ideologías particulares,
posiciones de clase. La ideología en general no tiene historia propia, en cambio, las ideologías si tienen historia
propia. La ideología tiene una estructura y un funcionamiento que constituyen una realidad no histórica, está
presente en toda la historia.

Omni histórica. Es inmutable. (Freud: el inconsciente es eterno) La ideología es eterna.

 Tesis 1: La ideología es una representación de la relación imaginaria de los individuos con sus condiciones
reales de existencia. ¿Por qué los hombres necesitan esta transposición? La ideología no son
representaciones deformadas de lo real sino que son las relaciones que existen entre ellos y las condiciones
de existencia las que son representadas. La ideología no está representando las relaciones reales sino las
relaciones imaginarias de los individuos con las relaciones reales ¿Porqué es una relación imaginaria?
 Tesis 2: La ideología tiene una existencia material. Las prácticas son la materialidad de la ideología. Las
ideas tienen existencia material en tanto que son actos materiales insertos en prácticas materiales,
reguladas por rituales definidos por los aparatos ideológicos. No hay práctica sino por y bajo una ideología.

2. Noción de sujeto:
 Tesis Central: La ideología interpela a los individuos como sujetos: la ideología sólo existe por y para los
sujetos. La categoría de sujeto es constitutiva de toda ideología sólo en tanto que toda ideología tiene como
función la constitución de individuos concretos en sujetos. La evidencia de que somos sujetos es un efecto
ideológico. La ideología tiene una doble función: reconocimiento (como sujetos) y desconocimientos (del
mecanismo) Somos sujetos que practicamos rituales de reconocimiento ideológico que nos garantizan que
somos sujetos, pero desconocemos el mecanismo del reconocimiento.
 La ideología recluta sujetos entre los individuos concretos por medio de la interpelación (Che, vuoi?) El
reconocimiento de la interpelación lo convierte en sujeto. No hay un orden. La existencia de la ideología
y la interpelación de los individuos como sujetos son una sola y la misma cosa.
 La ideología es eterna siempre a interpelado a los individuos como sujetos. Esto conlleva que los
individuos son siempre ya sujetos (Pecheux) aún antes de nacer. (Sujeción y pre asignación aún antes de
nacer).
 La interpelación de los sujetos supone la existencia de otro Sujeto, único y central, que interpela a todos
los sujetos. Existe una mutua interdependencia entre el Sujeto y el sujeto. Existe una sujeción. Sujeción al
Sujeto.
 Existe un mutuo reconocimiento: entre el Sujeto y los sujetos, entre los sujetos y entre el sujeto y sí mismo.
Hay un reconocimiento universal. La interpelación es espectacular, en forma de espejo, y doblemente
espectacular porque ese redoblamiento es constitutivo de la ideología y asegura su funcionamiento.
 La garantía absoluta es que los sujetos se reconozcan y se conduzcan como si todo estuviera bien.
 Los sujetos marchan solos, con la ideología, se insertan en las prácticas gobernadas por los rituales de los
AIE. Reconocen el estado de las cosas existentes como si fueran así. Es necesario que las cosas sean así
para que la reproducción de las relaciones de producción esté asegurada.
 Paradoja: el sujeto es interpelado como sujeto (libre) para que se someta libremente a las órdenes del
Sujeto, por lo tanto, para que acepte (libremente) su sujeción. Los sujetos solo existen por y para su
sujeción.
 Es necesario un discurso científico para hablar de ideología. No existe un afuera de la ideología, pero sólo
el discurso científico puede considerarse como lugar posible para estudiarla.

UNIDAD 1: SOCIEDAD Y ESTADO: NOCIONES FUNDAMENTALES

MARCELO GARABEDIAN: “El Estado moderno. Breve recorrido por su desarrollo teórico”.

0. Introducción

El Estado moderno surge y se desarrolla en Europa, a partir del siglo XIII y hasta finales del siglo XIX.

A partir del siglo XV, los estados europeos buscan expandirse territorialmente, apelando a la conformación
de ejércitos cada vez más numerosos y poderosos. El sostenimiento administrativo financiero y económico de
estas fuerzas fue convirtiéndolos en unidades burocráticas codiciosas de recursos. Las ciudades Estados eran
unidades independientes que concentraban sus actividades principalmente en los ámbitos militares, fiscales,
en la protección de sus súbditos y administración de justicia.

Hacia el siglo XV y XVI, los “reinos” poseían grandes territorios pero la relación entre monarcas y
población es indirecta. Existen intermediarios (duques, señores feudales) que tratan directamente con los
súbditos y obtienen a cambio de tributo y hombres, libertad para administrar su territorio. El estado se ocupaba
de lo administrativo, dejando lo social (educación, salud, bienestar social) a las comunidades. Recién a partir
del siglo XIX, producto de las tensiones sociales, estos temas serán obligación del Estado.

 Así, los Estados modernos se distinguen de sus antecesores por las siguientes características:
o Centralización de poder: El Estado pone bajo su control todas las relaciones sociales, económicas
y políticas, no aceptando dentro de su territorio ningún otro poder equivalente que lo reemplace.
o Concentración de funciones en manos de una burocracia profesional: Surge la gestión basada en
parámetros profesionales e impersonales, sobre criterios de racionalidad en la administración. Los
funcionarios perciben un salario y poseen idoneidad para la tarea que antes realizaba la
comunidad.
o Progresiva secularización: Separación de la política y administración de toda religiosidad como
fuente de la fundamentación.

El Estado moderno se trata de una construcción política, es decir, es fruto del desarrollo histórico, por lo que
está sujeto a cambios.

1. La política moderna en el centro de la escena.


Los Estados modernos tienen relación directa con la política.

Para Aristóteles, la política se relaciona con la Polis griega, con la administración de la ciudad. En la Edad
Media la política era un arte vinculada con el deber ser. A partir de fines del siglo XV, la política se va alejando
de lo religioso, y pasa a estar determinada por acciones de individuos e instituciones. Así, la política pasa a
ser una ciencia que predice, calcula, mide y ejecuta. La política moderna incorpora el concepto “medios-
fines”. Es en esta etapa que comienzan a participar de la política cada vez más los sectores sociales.

2. Definición del concepto de Estado

Una de las características centrales que persiguen los Estados es la “obediencia” de parte de los individuos
e instituciones, que se consigue a través del control ideológico o convencimiento en la legalidad y legitimidad
del sistema. Sólo cuando este recurso da muestras de agotamiento puede recurrirse a la coacción física.
Además podemos encontrar los atributos que poseen los Estados, que son utilizados para llevar a cabo sus
objetivos:

La soberanía: Reconocimiento de su poder por los otros Estados.

El monopolio de los medios de coerción: Uso legítimo de la fuerza.

El desarrollo de una burocracia profesional y autónoma de la sociedad.

La capacidad de generar sentimiento de pertenencia en los habitantes.

Conformación del Estado

1- Soberanía: Posee un control exclusivo sobre su territorio y sobre la población que la habita. No puede
ser cuestionada.
2- Territorio: El Estado controla una porción de tierra, espacio aéreo, ríos interiores, espacio marítimo y
riqueza del subsuelo. Éste está estrictamente delimitado y reconocido por los demás Estados.
3- Población: Conjunto de personas que residen en el territorio.
4- Aparato administrativo burocrático: Instituciones que controlan y gestionan la vida cotidiana de la
población. Es el brazo ejecutor de la política sea en tareas irrenunciables (Defensa exterior e interior,
cobro de impuestos, etc.) como en las sociales (Salud, educación, seguridad social).
5- Gobierno: Se constituye para la toma de decisiones trascendentales y es quien determina el rumbo
específico. El gobierno representa al Estado y actúa en su nombre.

3. Sistema político, régimen político y sociedad civil.

La sociedad civil es el cuadro de clivajes sociales que pueden dar lugar a un primer nivel asociativo a
partir de la solidaridad de intereses. Incluye a todos los actores económicos y sociales (Medios de
comunicación, Iglesia), instituciones privadas, civiles y públicas (Burocracia civil, fuerzas de seguridad y
armadas).

El sistema político abarca la suma del Estado y sus instituciones con la sociedad civil y todas las fuerzas
vivas que la componen, es decir que, incluye al Estado, la sociedad civil y el régimen político. La dinámica
social, económica y política da a la frontera entre los conceptos un carácter móvil. La historia produce
corrimientos (Como por ejemplo, la reducción del aparato estatal y el aumento de la sociedad civil).

El régimen político está compuesto por la forma de gobierno, el sistema electoral y el sistema de partidos,
entre otros. Las formas de gobierno se orientan a distinguir cuál es a mejor organización política institucional
para cada país (Presidencialista, parlamentaria, etc.). En Argentina, primero con la Ley Sáenz Peña y la
asunción de Yrigoyen (No se cambia la forma de gobierno), luego con la sucesión de golpes militares, más
tarde con la vuelta a la democracia y finalmente con la reforma constitucional de 1994, vemos la constante
modificación del régimen político.
4. Principales corrientes de pensamiento en torno al Estado.
a- Max Weber (1894-1920).

Los factores que toma en cuenta para analizar al Estado moderno son la religión, el protestantismo, el
avance del comercio (Fuente de riqueza) y del capitalismo (Forma dominante de producción económico-
social). Weber define al capitalismo como un “fenómeno moderno”, dado que la racionalidad es lo que
caracteriza a sus instituciones.

La titularidad de la autoridad se manifiesta en la dominación y el Estado la ejerce a través del “monopolio


legítimo de la fuerza”, y requiere de una administración continua. El poder del Estado es superior al de los
individuos e instituciones dentro de un territorio. Para Weber la política es el enfrentamiento entre distintos
sectores sociales, políticos y económicos por obtener el poder. Esta lucha se resuelve por la movilización de
los recursos y a través de la fuerza.

El objetivo final del Estado moderno como organización política institucional es el mantenimiento de la
dominación. La otra gran cuestión de Weber es la legitimidad. Ésta es fundamental para la dominación
política, es efectiva sólo si quien obedece está convencido de su acción como su deseo interno y no
experimenta la dominación como un acto ajeno a su voluntad.

Weber plantea 3 tipos de dominación política legítima:

a. Tradicional: Creencia en la santidad de los ordenamientos y los poderes señoriales existentes desde
siempre. Rol importante el conocimiento personal entre el “señor” y los “súbditos”.
b. Carismática: Hay un contacto personal entre el líder y los seguidores. Ésta se da por las dotes
extraordinarias de mando del caudillo y en la creencia de sus seguidores de que posee virtudes
sobrenaturales.
c. Racional-legal: Basada en que la ley es impersonal y racional.

En la sociedad capitalista (Sociedad de masas), la dominación es cada vez más burocrática: el Estado
moderno administra, gestiona y controla a través de funcionarios asalariados, expedientes y criterios racionales
que garanticen la efectividad. Esto se sostiene por el cobro de impuestos.

b- Karl Marx (1818-1883) y Friedrich Engels (1820-1895)

Son contemporáneos a la Revolución Industrial y al desarrollo del liberalismo, al cual critican. Sus ideas
centrales respecto al Estado son:

1- El Estado es clasista, es un instrumento de la clase dominante. En el Estado moderno sería instrumento


de dominación de la burguesía para la explotación de la clase obrera.
2- La política burguesa oculta la explotación del proletariado y es ineficaz para su emancipación.
3- El cambio social sólo provendrá de la organización independiente del proletariado como sujeto
histórico y de la toma del Estado por medio de la fuerza para, luego de un período de organización
(Dictadura del proletariado), destruirlo definitivamente.

Para ellos, la sociedad se divide en clases; en la época moderna se va simplificando hasta reducirse a dos:
la burguesía, propietaria de los medios de producción y el proletariado, poseedor de su fuerza de trabajo.
Ambas clases son antagónicas y sus posiciones, irreconciliables. La existencia de una sola clase se dará en la
medida que ésta tome conciencia de su situación de explotada y actúe en consecuencia.

La burguesía, luego de establecer la gran industria y el mercado mundial, conquista el poder político del
Estado. Así, mientras la filosofía de la historia de los autores precedentes busca perfeccionar el Estado, Marx
procede hacia la extinción de mismo.

Marx describe 2 esferas: la de la estructura económica (o producción), es decir, la de la sociedad civil y la


de la superestructura jurídico-política, o sea, el Estado. La función de esta última esfera es la reproducción del
sistema capitalista. La supuesta igualdad jurídica no resuelve la verdadera inequidad que se da en la otra esfera,
donde el obrero es explotado en tanto su salario no cubre todo el valor que genera su fuerza de trabajo. Si bien
las instituciones burguesas aparecen como “neutras”, Marx señala que se trata de una extensión de la
dominación burguesa sobre los sectores oprimidos.

c- Eduard Bernstein (1850-1932)

La crisis del capitalismo de 1873, no hizo más que fortalecerlo. El Estado burgués comenzó una
reformulación de sus funciones incorporando algunas de las demandas del movimiento obrero (Legalización
de sindicatos, apertura democrática), lo que hizo que Bernstein propusiera el revisionismo: un intento de
superación de las ideas catastrofistas que promueven la teoría revolucionaria de Marx, ya que el capitalismo
está fortaleciéndose y las condiciones obreras son mejores. Entonces, propone obtener cambios en el interior
del sistema capitalista. De esta conclusión se desprende la nueva concepción del Estado: deja de ser clasista y
pasa a ser un instrumento neutral ante las clases. Bernstein propone la idea de un Estado Popular que va a ser
incorporado por la Socialdemocracia que trata de incorporar reformas en el Estado a través del sufragio.

d- Vladimir Illich Ulianov (Lenin) (1870-1924)

La posición bernsteniana generará una división en el marxismo: el revisionismo (Bernstein), la corriente


ortodoxa (Kautzky) y la “generación de 1905” (Trotsky, Lenin). Ésta última retoma la idea de la toma del
Estado mediante la acción revolucionaria, para su posterior destrucción. Lenin distingue entre 2 elementos
que componen el Estado: el elemento político, la función represiva (Integrada por fuerzas de seguridad y la
burocracia clasista), que debe ser destruido, y el elemento técnico, o neutral que debe ser ocupado por el
proletariado y ser puesto en acción para la transformación socialista.

e- Antonio Gramsci (1891-1937)

Sostiene que la revolución rusa de 1917 tenía características excepcionales que no podían repetirse en
Occidente, ya que el Estado capitalista tenía el control y la dominación política que iba más allá de lo represivo.

Hacia 1870, el sistema social y productivo se complejiza y el Estado se readapta relacionándose con la
sociedad civil a través de instituciones mediadoras como los partidos o sindicatos. Así, no alcanza con la toma
del Estado, se hace necesario dominar toda una serie de instituciones para que la estrategia revolucionara sea
eficaz. Propone para ello dar batalla en la sociedad civil antes de la toma del poder liderando a los sectores
afines y luego dominando a toda la sociedad.

El concepto de Estado ampliado está compuesto por Estado y sociedad civil, cuya relación genera la
hegemonía política, lo que implica dirección política y cultural, por lo que su función es el sostenimiento de
la dominación sin el recurso de la violencia (Esta potestad es como si no existiera), lo que la hace muy efectiva.
No sólo el Estado ejerce dominación sino que el complejo institucional privado también aporta a la misma y
a la producción ideológica.

En el Estado y en la sociedad civil se hallan los especialistas e intelectuales encargados de ejercer la


dominación y dirección hegemónica. En el Estado se encuentra esta doble función de coerción y de consenso;
ésta última, compartida con la sociedad civil y su entramado de instituciones privadas. Así, la sociedad civil
será denominada el nuevo partido político de masas.

f- Fascismo

Surge a principios de siglo XX en Italia, bajo la dirección de Mussolini (1883-1945), fundador del Partido
Fascista. Se desarrolla en un contexto de auge de la sociedad de masas y de crecimiento del movimiento
obrero. El fascismo se opone a la democracia, al socialismo y al comunismo, presentando la faceta autoritaria
del Estado capitalista, dotado de política expansionista y buscando legitimidad en la tradición y en el pasado
glorioso.
Durante la entreguerra, Europa se aleja de la democracia liberal y la división de poderes, como España
(Franco) y la Alemania nazi, cuya legitimidad se basaba en las teorías de superioridad racial y biológica que
darán lugar al exterminio.

El fascismo es un sistema de dominación autoritario caracterizado por un monopolio de la representación


política por parte de un partido único y de masas organizado jerárquicamente, una ideología fundamentada en
el culto al jefe, una exaltación de la colectividad nacional y en el desprecio de los valores del individualismo
liberal y también una confrontación ante el socialismo y el comunismo. Además, exalta al Estado como fin
último.

g- Charles Maurras (1868-1952)

Reivindicó posiciones extremas, relacionadas con la violencia política, el exterminio y el terror. Fue un
defensor de la tradición monárquica, el catolicismo y de las libertades pactadas, y un opositor de la democracia
liberal, que causa desorden social y flexibilidad de las normas.

El orden político debe estar sujeto a un interés nacional como colectivo general. Los habitantes basarán su
acción en los principios de patria y tradición. El Estado debe fijar el rumbo de la Nación a través de un líder
fuerte, y debe impedir la integración del “diferente” (de raza, política, religión) y se debe privilegiar el interés
de la nación.

Promueve un orden basado en la tradición monárquica y en los valores católicos, aunque también la no
integración y el restablecimiento de la autoridad nacional. El Estado para Maurras debe ser mínimo, guiado
por la autoridad monárquica y organizado en base a corporaciones religiosas, militares y profesionales. Lucha
por un poder “descendente”, aquel que proviene de las diferencias derivadas de la desigualdad en el acceso a
los recursos.

5. Tipos de Estado
a- Estado absolutista

Se desarrolla en Europa entre los siglos XVI y XVIII. Se refiere a la forma de ejercer el poder absoluto
por parte de los monarcas. Es un régimen político constitucional (Sometido a limitaciones y normas) no
arbitrario (La voluntad del monarca no es ilimitada), de tipo secular. En este tipo de Estado comienza a
delinearse el Estado moderno.

Una característica es la concentración de poder, respecto a los reinos menores y la capacidad de imponer
decisiones en el territorio de éstos. El carácter secular refiere a la separación de lo religioso y lo político y a
que la organización administrativa comienza a ser racional y eficiente.

Las políticas expansionistas (España y Portugal) también fueron llevadas a cabo por Estados absolutistas.
La teoría económica de la época era el mercantilismo, que afirmaba que la riqueza de una Nación se basaba
en la acumulación de riqueza (oro y plata), para lo que requería un Estado soberano.

b- Estado liberal

El liberalismo es influido por John Locke y Adam Smith. Éste surge en Inglaterra, a mediados del siglo
XVII y su auge es en el XVIII, teniendo como causa la “Gloriosa Revolución” de 1688, donde se abandonaron
los postulados del Estado absolutista y se comienza con los lineamientos de una monarquía constitucional.
Los postulados básicos de este Estado son:

 Defensa del individuo en oposición a una sociedad estamental y corporativa (feudal).


 Defensa de la libertad económica, política, religiosa y cultural.
 Defensa de la propiedad privada, base de desarrollo económico y político.
 División de poderes, para evitar poderes absolutos.
 Centralidad de la ley y de la constitución para evitar la arbitrariedad.
 Ideología racional del individuo y secularización social.
 Idea de construcción política a través del contrato voluntario.
 La economía se basa en un orden natural en el cual no se debe intervenir.

El Estado mínimo tiene la función de garantizar el funcionamiento social a través de paz, seguridad,
administración de justicia y defensa de límites geográficos del Estado. La generación y distribución de la
riqueza queda en manos del mercado y de la sociedad civil. El protagonista de este período es la burguesía,
que se va desarrollando como fruto del aumento del comercio y de la producción, ganando influencia social y
política (Clase dominante). El creciente comercio internacional y la mayor conexión entre los continentes
(Europa y periferia), estimularon la adopción de estas ideas. Sin embargo, el mismo desarrollo social, político
y económico hizo que el Estado mínimo resultara ineficiente y tuviera que replantearse otras funciones como
la salud, educación, etc. Aún así, no se abandonaron los principios básicos del liberalismo: defensa de la
propiedad privada y la libertad de empresa.

c- Estado de bienestar

Aunque algunas acciones comiencen luego de la crisis de 1929, a partir de 1950 es cuando se asienta, para
caducar hacia finales de 1970. En este se da una reconceptualización de las funciones del Estado, a manos de
John Keynes. Se desarrolla en una sociedad capitalista industrial con amplia base de trabajadores y alta tasa
de sindicalización. Su objetivo era mantener altos niveles de empleo y poder adquisitivo para sostener altos
niveles de productividad y una política redistributiva, además de la satisfacción de las necesidades básicas de
todos los individuos en materia salud, educación, servicio social, empleo, etc. (Derecho político). El Estado
será el árbitro entre los intereses del capital y los del trabajo.

Otra característica es el alto porcentaje de PNB (Producto Nacional Bruto) destinado a gastos sociales.
Los recursos surgen de un sistema fiscal que grava a las empresas y al sector financiero. Estos niveles de
igualación social y justicia redistributiva se basan en una economía mixta: fuerte manejo estatal de la
economía. Las decisiones económicas son también políticas, consensuadas por los distintos sectores sociales
y económicos: el capital, el trabajo y el Estado.

d- Estado neoliberal

La crisis del petróleo de 1973 hizo que comenzara a surgir una nueva corriente economicista que hace a
la organización social en vez del Estado de bienestar (Gran déficit fiscal). Existe una relación entre el
surgimiento del neoliberalismo y la globalización, que se fortaleció tras la caída de muro de Berlín (1989) y
fue regulando la capacidad de los Estados nacionales para regular la política económica. El mercado cada vez
se hace más independiente y los Estados deben competir por la atracción de los capitales. Las características
básicas del neoliberalismo son: se pasa de un paradigma basado en lo estatal y público a uno basado en lo
individual y privado; la centralidad deja de ser el trabajador para ser el consumidor.

El proceso de reforma del Estado estuvo marcado por la necesidad del capital para competir en el mercado
internacional. Éstas fueron:

 Paso de las decisiones económicas a la esfera del mercado. Desarrollo, capacitación, inversión,
distribución y acumulación quedan en manos de las corporaciones económicas.
 Desregulación: Eliminación de los controles para ahorrar costos y aliviar el proceso productivo
permitiendo la “libre competencia”.
 Privatización: Para capitalizar a las empresas públicas y que el Estado se desentienda de su gestión
limitándose al control.
 Apertura de la economía: (Libre entrada de bienes, servicios y capital) Capital para la privatización,
préstamos al Estado y especulación financiera.
 Eliminación de controles a la actividad financiera, desgravación fiscal al sector financiero y a las grandes
empresas, para promover la radicación de capital extranjero.
 Achicamiento del gasto público: La meta es el superávit fiscal.
 Flexibilización laboral para minimizar costos al contratar empleados y que radiquen empresas
internacionales.
 Descentralización de las funciones de Estado: Salud y educación pasan a manos de las provincias.

Reagan en EE.UU. y Thatcher en Inglaterra aplicaron esta política neoliberal, así como Carlos Menem en
Argentina.

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