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Abstract
This paper approaches the situation of international migration of women through an
interview with Luz Helena, a Colombian woman who, at age 53, travels to United States
to take care of her grandchild, son of a Colombian couple living in Boston. Though this
case answers to global tendencies of the migratory phenomena –such as the First World’s
«Care crisis» which, added to the economical crisis of the Third World, forces women
living here to look for jobs there-, it presents certain advantages, comparing with the
situation of thousands of Latin-American women who live a «contemporary slavery»
(Zarembka, 2004) in the United States. Luz Helena portrays privileged conditions: has a
Recibido:
house of her own in Colombia, social security and incomes from her job as a teacher
13/12/2006
En revisión desde: and her husband’s economical support. She reached these benefits by strategically using
15/12/2006 the traditional role of women as subjects to be protected by a providing male, without
Aceptado para publicación: making aside the devotion to others or the feminized tasks consistent with the prevailing
15/12/2006 gender arrangement, as central elements in the construction of her life sense as a woman.
ntroducción
I A comienzos del mes de junio de 2006 llegó a mi casa una visita desde
Medellín, ciudad donde creció la mayoría de mi familia. Se trataba de
Luz Helena, una mujer paisa de 53 años, hermana de una cuñada de
mi madre. El motivo principal de su visita era tramitar la visa ante la embajada
estadounidense. Su hija Claudia, junto con su esposo, ambos nacidos en
Colombia pero con nacionalidad estadounidense, esperaban recibirla en
Boston a finales de junio, fecha para la cual estaba previsto el nacimiento del
primer hijo de la pareja y segundo nieto de Luz Helena. Este acontecimiento
transcurría mientras abordábamos el tema de la migración de mujeres del
«Tercer Mundo» hacia el «Primer Mundo» en el seminario electivo Género,
trabajo e identidades1. En ese contexto le propuse a Luz Helena que me concediera
una entrevista, orientada según lo que Guber (2001) llama la técnica de la «no
directividad»2, con el fin de profundizar en el tema planteado.
Durante el seminario veíamos que los procesos de globalización e inserción
de las mujeres al mercado laboral han tenido efectos diversos según el contexto
geopolítico del cual se esté hablando, sobre todo cuando se comparan las
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condiciones de países del Primer Mundo con aquellas propias del Tercer
Mundo. Así, en el primero se evidencia una alta participación femenina en 1
Este artículo es una versión con
actividades económicas remuneradas, en buena medida calificadas e inscritas ajustes de un texto presentado
en el sector formal. Esta situación, unida a otros factores demográficos3, ha como trabajo final para el seminario
electivo Género, trabajo e identidades:
generado una «crisis del cuidado», es decir, una baja oferta de mano de obra
perspectivas teóricas e investigativas,
local disponible para asumir las labores domésticas de limpieza, preparación ofrecido por la Escuela de Estudios
de alimentos y cuidado de niños/as y ancianos/as, entre otras actividades de Género de la Universidad
adjudicadas a las mujeres según las prescripciones tradicionales de género4. Nacional de Colombia durante el
primer semestre de 2006.
En contraste, en los países del Tercer Mundo, como consecuencia de las crisis 5
Agradezco a la profesora Luz
económicas, la informalización de la economía, el desempleo, el subempleo y Gabriela Arango, docente a cargo
los efectos de estos fenómenos en la calidad de vida, se ha elevado masivamente del seminario, por su orientación
académica alrededor de las
la migración, en su mayoría femenina, hacia países del Primer Mundo, como principales referencias
en su país de origen. Sin embargo, ello no quiere decir que no exista una
motivación económica de fondo. Como lo muestra Benería (1999), desde la
configuración de la economía de mercado en los siglos XVIII y XIX, ha
charla informal. De acuerdo con sus prevalecido una visión que reduce lo económico a aquellos intercambios de
respuestas surgían nuevos intereses bienes, servicios y fuerza de trabajo que permiten la generación de excedente.
y preguntas de mi parte que poco
a poco fueron dando forma a la Esa visión desconoce otras dimensiones de la economía como la solidaridad,
interacción. El propósito del el amor y la reciprocidad. En el caso de Luz Helena, se evidencia un interés
diálogo era conocer el punto de por viajar a Boston con el fin de acompañar a su hija durante el nacimiento y
vista de Luz Helena en sus propios
términos y desde sus marcos de
los primeros años de vida del primogénito de ésta, sin esperar una retribución
interpretación. Para ello procuré monetaria a cambio:
plantear preguntas «no
directivitas» (Guber, 2001), es decir, «Voy a ir es más que todo por cuidar al nieto. Ojalá y Dios quiera que yo pueda llegar antes
interrogantes relativamente
abiertos que permitieran que Luz
del parto, porque yo veo que ella tan solita por allá. Yo me imagino que uno en un momento
Helena se expresara de la manera de esos lo que más quiere en la vida es tener a la mamá al pie. […] Más que todo eso es lo
más libre posible. Uno de los que me anima mucho a irme allá para donde ella. También por conocer a mi bebé y
criterios que resultó importante quedarme un tiempecito ayudándoles y colaborándoles allá» (Luz Helena).
para desarrollar la conversación fue
el establecimiento de un orden
cronológico entre los hechos y En este caso la futura emigrante no aspira a desempeñar un trabajo
significados relacionados con la reproductivo remunerado, en calidad de empleada doméstica, sino que de
vida de Luz Helena. manera implícita manifiesta disposición para realizar ese trabajo sin recibir
3
Principalmente bajas tasas de salario; es decir, como una colaboración caracterizada por lo que –desde los
natalidad e incremento de la esquemas de género tradicionales– constituye el desinterés propio de una madre
esperanza de vida, fenómenos que hacia una hija. Aunque ésta y su yerno son profesionales y ejercen sus carreras
6
sobre todo en Europa han
significado el envejecimiento de la
en Boston, Luz Helena señala que no cuentan con los recursos necesarios para
población. pagar a una empleada doméstica. «Por allá no pueden conseguir, es muy costoso.
Una empleada vale 100 dólares diarios. Mucha plata, no pueden» (Luz Helena).
4
Más adelante amplío la discusión En Occidente existe una tendencia cultural a vincular las dimensiones de
David Andrés Díez Gómez
«Nosotros nos defendíamos mucho porque yo en el colegio también vendía, le pedía permiso
a las monjas para que me dejaran hacer ventas para ayudarme con mis estudios. Entonces
ellas me permitían hacer eso, y yo hacía venticas de todo lo que vende uno como niño que
es minisicui, cofio7, dulces, cocos, todo eso. Y con eso yo ayudaba mucho también a mi
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mamá para los hermanitos míos, porque yo era la mayor» (Luz Helena).
Los padres de Luz Helena consideraban que dar estudio a las mujeres era
una pérdida de tiempo y dinero: «una de las cosas es que usted sabe que
anteriormente no le daban a uno casi estudio que porque si la mujer iba era a
atender una casa entonces que qué bobada» (Luz Helena). Sin embargo, gracias
a su interés y al apoyo económico y moral que dos tíos maternos le prestaron,
Luz Helena pudo estudiar. Al principio quería profesionalizarse como enfermera,
sin embargo, resultó ser una carrera muy costosa. Además, en el único sitio 7
donde podía costearla, el SENA, existían restricciones de edad para las mujeres,
y Luz Helena tenía apenas 15 años, mientras que la mayoría de edad se cumplía
a los 21 años.
En esta situación convergen discriminaciones frente a la condición femenina
Estudia bachillerato.
Venta de productos
13 Ayuda a costear sus
caseros en el colegio.
gastos de estudio
Estudia bachillerato en
el m ism o colegio en el
Secretaria de un cual trabaja. Ayuda en
17
colegio. el sostenim iento del
hogar y la educación
prim aria de herm anos
Se casa. Su esposo no
27 acepta que trabaje en
la oficina (celos).
R enuncia a su trabajo
en la oficina.
28 Nace su prim era hija.
Lleva m ateriales y
productos de
m anualidades para Viaja a Estados Unidos
53 años
vender, pero sobre donde su hija.
Tabla No. 1 todo para no quedarse
Cuadro de síntesis de la trayectoria "sin hacer nada".
de vida de Luz Elena
-David: ¿y tú por qué crees que sea esa entrega? ¿De dónde viene esa vocación?
-Luz Helena: ay, no sé, pero es desde niña. Me encanta la gente, me encantan los niños, los
ancianos. Ayyyy [suspira profundo], yo amo a la vida, yo amo a la gente, yo todo, ay yo no sé,
es que yo no sé. Formas de ser, pienso yo, porque en mi casa soy la única así. Pues en mi casa,
toda la gente es muy querida, muy noble. Pero que sean así como tan apegadas a la gente…
yo» (Entrevista a Luz Helena).
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formación adquirió conocimientos y habilidades que más adelante le servirían
para dictar clases a personas de la tercera edad pensionadas de Fabricato y a
otras que recibían cursos ofrecidos por una fundación asociada al hospital
San Vicente de Paúl. Ese ejercicio docente se constituiría en un camino para
ejercer su vocación de entrega a la gente. Sin embargo, antes de llegar a este
momento de su vida, más cercano al presente, Luz Helena pasó por otros
trabajos y vivencias, los cuales resumo en la tabla número 18.
Luz Helena destaca como motivación para ingresar al trabajo formal, el
anhelo de que sus hermanos también puedan estudiar. Al preguntarle por el 9
lugar del trabajo en la definición de su identidad, de nuevo hace alusión a su
inclinación «natural» por ayudar a la gente. «A mí no me importa a quien, si
es mi familia, si es una persona extraña, ajena, lo que sea. Lo importante para
mí es estar con la gente y ayudar a la gente» (Luz Helena).
«El problema es el miedo, el miedo a coger como una obligación para mí sola, sin saber si iba
a ser capaz o no iba a ser capaz de ser responsable. Y más bien no pensaba mucho en el
matrimonio […]. Yo veía a mi mamá, que a toda hora alrededor de nosotros, que la
comidita, que el desayunito, que el estudio, que ya hicieron tareas, que lavar la ropa, que
a planchar. Las mamás de ese entonces eran las de un todo y por todo. Ellas no, imagínese
usted, así tuvieran quién les colaborara ellas eran las que se metían en todo lo de uno.
Entonces eso era lo que a mí me daba miedo […]. Y con este que fue mi esposo, con él
empezamos así como amigos, nunca salíamos. Él me decía que le aterraba el matrimonio
entonces le decía yo a mi mamá: «¡ay mami, llegó el novio pa’ toda la vida… por fin me llegó
alguien, voy a poder ser novia!» [Sonríe]. Y no, vea, fue cuando más ligero nos enamoramos
y nos casamos» (Luz Helena).
de clase media, para los cuales el matrimonio representa una carga que se debe
esquivar, pero que finalmente «atrapa» a los varones (Viveros, 2001; Olavarría,
2001; Fuller, 2001). La influencia de la madre de Luz Helena en su relato
biográfico trae consigo imágenes de lo masculino y lo femenino que se
entrecruzan, aunque finalmente estas últimas son las que más marcan su vida.
Lo anterior se refleja, por ejemplo, en que haya decidido renunciar a su trabajo
como secretaria por dar gusto a Jorge, su esposo. Luego de casarse, él le prohibió
continuar con ese trabajo.
«Me sacrifiqué porque fíjese que cuando nosotros nos íbamos a casar él me hizo salir de la
empresa. Y el patrón mío lo llamó a él y le dijo: «déjela seguir trabajando, es muy buena
empleada y queremos tenerla aquí en la empresa»; y él «no, no, no, yo no quiero que ella
trabaje». Y no me dejó» (Luz Helena).
Para Luz Helena, la razón por la cual Jorge no quería que ella trabajara
radicaba en los celos. No obstante, luego de tener a sus dos hijas –quienes se
llevan un año de diferencia–, y ante el consecuente aumento de los gastos de
la familia, Jorge aceptó que Luz Helena trabajara como independiente. Ella
comenzó a viajar y a comprar mercancía que vendía a distintos almacenes de
Medellín. Este trabajo le permitía contar con el tiempo suficiente para cuidar
a las niñas. Viajaba máximo dos o tres días a la semana y el resto de la semana
realizaba visitas para vender la mercancía. A veces llevaba a sus hijas o las
10 dejaba al cuidado de su abuela, a quien le ayudaba una empleada doméstica
pagada por Jorge y Luz Helena. Ésta prefería que la empleada permaneciera
donde su madre y no en la casa, pues al igual que su marido era muy celosa.
Luz Helena se sentía bastante cómoda con el trabajo independiente, pues
éste le permitía generar ingresos y definir sus propios horarios de trabajo para
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velar por sus hijas. Al mismo tiempo, Jorge, quien estudió una carrera técnica
en mecánica, había establecido una microempresa, y aunque Luz Helena no
trabajaba formalmente en ella, manifiesta haber jugado un papel importante
en el «empuje» brindado a su marido para motivarlo a progresar.
«Juntos fuimos consiguiendo. Yo he sido muy… ¿cómo te dijera yo? Muy animada para
trabajar. Entonces yo lo animaba a él. Él me decía: «ay amor, que es que vea que me están
ofreciendo una máquina –él trabaja en mecánica industrial–, pero ¿cómo nos vamos a
meter en esa máquina, eso vale mucho?»; «ajj ajj –le decía yo– nada mi amor, cerremos los
ojos, métase que de alguna forma mi Dios nos ayuda a ver cómo salimos adelante. No diga
que no, hágale, hágale que esa misma máquina se va a ayudar a pagarse». Y así se fue
haciendo él a una empresa hasta llegar a tener 35 trabajadores» (Luz Helena).
Además de este apoyo moral, Luz Helena también aportó capital para la
compra de maquinaria, gracias a sus ganancias en las ventas. Por su parte, Jorge
trabajaba de 8:00 a.m. a 6:00 p.m. Al llegar a casa, Luz Helena era quien le
preparaba la comida, luego de haber realizado los demás oficios domésticos,
cuidado a las niñas y realizado las actividades propias de su trabajo como
vendedora independiente.
«Porque así tuviéramos nosotros empleada, a mí nunca me gustaba como que nadie se me
Oscar Javier Reyes Chiriví metiera en la cocina. Más que todo era como para tener una persona de compañía, que
arreglara la casa y de pronto la ropa, porque lo que era la cocina y todo lo desempeñaba
era yo. Como por tener ahí quien me acompañara» (Luz Helena).
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ellos. También es común que los hombres se resistan a participar en los oficios
domésticos y que se presten un poco más para el apoyo de labores de cuidado
de los hijos.
«-Luz Helena: él siempre llegaba a las 6:00 p.m. como a ayudar a hacer las tareas
[escolares de las niñas]. Él sí ha sido muy cariñoso con las niñas, con ellas fue muy querido,
muy pendiente.
-David: ¿y en cuanto a lo que llaman el trabajo sucio de las casas, los baños…?
-Luz Helena: ¡ahhh, no, no, no, no, para nada, hhhmmm, ese es más machista!
-David: ¿y para cocinar? 11
-Luz Helena: ¡noooo! Él no sabe hacer un huevito, qué peca’o [Sonríe]» (Entrevista a Luz
Helena).
Al fortalecer el vínculo afectivo entre Jorge y sus hijas, Luz Helena no sólo
procuraba que éstas tuvieran un futuro seguro, sino que al mismo tiempo
movilizaba intereses en aras de su supervivencia y estabilidad económica
Oscar Javier Reyes Chiriví individual. Con esto no quiero juzgar a Luz Helena de utilitarista sino que
más bien, me interesa mostrar cómo en la trayectoria de vida de una persona
se sobreponen formas de actuar y de darle significado a la experiencia vital que
contienen rasgos propios tanto de la imagen de la feminidad ligada a las lógicas
económicas de la solidaridad, como aquellos rasgos asociados a la masculinidad
en tanto inclinación al interés económico y el beneficio individual. Esta
confluencia se configura de manera paralela al establecimiento de una relación
particular con el trabajo. Si bien Luz Helena desde un principio sacrificó su
empleo en el sector formal por Jorge, todo el tiempo estuvo vinculada a
actividades productivas, no sólo a aquellas propias de sus ventas, sino también
apoyando moral y económicamente a su esposo. El apoyo económico recibido
por Luz Helena de parte de su marido explica en buena medida que después
de la separación haya podido dedicarse a trabajar de manera independiente
como docente de cursos ligados a lo que ella consideraba su vocación: servir a
los demás. Con la estabilidad representada en una casa propia y en una
mensualidad, Luz Helena podía realizar labores con horarios flexibles e incluso
con remuneraciones propias de un tipo de trabajadora bastante altruista:
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«[Luego de la separación] empecé a trabajar con la Sociedad de San Vicente de Paúl, que
es una sociedad sin ánimo de lucro. Pero pues a nosotros sí nos pagan, nos dan como un
auxilio para los pasajes y así. Allá trabajé hasta la semana pasada. Llevaba 8 años ahí. Y
ya, lo que más me gusta a mí es estar entre la gente» (Entrevista a Luz Helena).
feministas plantearon que las desde 1970 las mujeres han ampliado de manera masiva su participación en
prescripciones de género se ese mercado, éste sigue siendo un terreno en el cual impera la imagen de la
construían a partir de la diferencia
sexual entre hombres y mujeres masculinidad. Por su parte, las labores de cuidado y reproducción circunscritas
(Scott, 1990). De manera más al ámbito privado o doméstico, casi siempre asignadas a las mujeres, tienden a
reciente, algunos estudios queer han ser invisibilizadas y desprestigiadas, alejándose así del estatus de «trabajo» (Comas,
señalado que incluso la diferencia
sexual biológica es antecedida por el
1995).
género. Así,por ejemplo,en su artículo La asociación entre la condición femenina y las actividades reproductivas y
«Los sexos ¿son o se hacen?», Maffia domésticas resulta de considerar a las mujeres esencialmente como madres,
y Cabral (2003) señalan los casos
tomando por sentado que la biología las ha destinado física, mental y
de personas que al nacer tienen un
clítoris considerablemente más emocionalmente a parir. Así, si los seres humanos pasan sus primeros nueve
grande que el de las mujeres meses de vida en el vientre femenino, habría de suponerse que tal predisposición
promedio, o penes cuyo tamaño es biológica debe extenderse mucho más allá de ese período, y no sólo en función
mucho menor al usual, sin que ello
represente una limitante a las de los hijos, sino de todas las personas que rodeen a las mujeres, sobre todo si
funciones de sus organismos. En son hombres. Tal supuesto –del cual me distancio radicalmente– encuentra
estas situaciones, la intervención su efectividad en la naturalización de la desigualdad de género (Comas, 1995;
quirúrgica actúa como normatizante
de los cuerpos, es decir, inscribe en
Bourdieu, 2000). Ésta funciona gracias a que tanto los hombres como las
ellos las prescripciones de género que mujeres, interiorizan desde su infancia las prescripciones de género, co-
predominan en la cultura, las cuales construyendo así el orden predominante y la inequidad asociada al mismo.
dictaminan cómo debe ser el cuerpo Uno de los mecanismos de la naturalización es la adhesión dóxica, la cual consiste
–y con él las formas de actuar, pensar
y hablar– de un hombre y de una en que «los dominados aplican a las relaciones de dominación unas categorías
mujer respectivamente. construidas desde el punto de vista de los dominadores, haciéndolas parecer
de ese modo como naturales» (Bourdieu, 2000: 50). Esto explica que existan
mujeres que reivindiquen su papel de madres y amas de casa en detrimento de
su autonomía individual.
La asignación de las tareas domésticas y reproductivas a las mujeres, y de las
labores productivas a los hombres –tendencia que prima en las sociedades
occidentales–, no es una simple repartición horizontal de funciones. Se trata
de una división jerárquica, toda vez que a lo masculino-productivo-público se
le otorga prestigio y reconocimiento socioeconómico, mientras que a lo
femenino-reproductivo-privado se le considera bajo, indignante, valoraciones
que se condensan en palabras despectivas como «coima», «grasa» o «sirvienta»,
con las cuales se suele nombrar a las personas –usualmente mujeres– dedicadas
a los oficios domésticos y de cuidado de niños/as. Además de lo anterior, las
tareas domésticas y de cuidado pocas veces son remuneradas, y cuando lo son
priman condiciones de trabajo precarias e inciertas (Barreto, 2001).
Así pues, la noción de trabajo, de obra, tiende a equipararse a la condición
de hombre, de manera que «la definición de la obra está androcentrada»
(Molinier, 2003: 47). Frente a este fenómeno, desde 1970 las feministas han
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reivindicado la importancia del trabajo doméstico asociado a la condición de
las mujeres, «no sólo para el mantenimiento y reproducción de la fuerza de
trabajo y de las familias, sino para el funcionamiento del sistema económico»
(Benería, 2006: 9). A partir de 1980, esa reivindicación se enfocó en la búsqueda
de la contabilización estadística del trabajo doméstico en las cuentas nacionales,
lo cual, poco a poco, ha dado lugar a que organismos como Naciones Unidas
tengan en cuenta este trabajo a la hora de establecer estadísticas económicas
nacionales e internacionales. Como resultado de estas acciones, ha aumentado
la información cuantitativa al respecto, hecho que permite evaluar con más 15
precisión el aporte del trabajo doméstico y reproductivo no remunerado a las
economías de los países (Benería, 2006).
A pesar de lo anterior, la subvaloración del trabajo doméstico y de las
«Imagina que te encuentras lejos y encerrada bajo llave en un hogar ajeno. No hablas el
lenguaje de tus captores. En las raras ocasiones en que sales a la calle, alguien te escolta y
tienes prohibido hablarle a cualquier persona. Usualmente te alimentas de los sobrados que
dejan los niños a quienes tienes que cuidar mientras cumples sobre el tiempo con los oficios
de la casa. Nunca te han pagado por las tareas que realizas y la dueña de la casa abusa de
ti físicamente. Oscar Javier Reyes Chiriví
Aunque este escenario parece estar circunscrito a un tiempo lejano en la historia de los
Estados Unidos, describe las recientes condiciones de trabajo de María José Pérez en el área
de Washington, D.C. Detrás de los ostentosos céspedes y de las puertas cerradas de nuestros
más ricos residentes vive parte de la gente más vulnerable en los Estados Unidos: trabajadoras
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.
domésticas inmigrantes abusadas, quienes algunas veces son víctimas de esclavitud y tráfico
humano» (Zarembka, 2004)11.
«Cuando Ava arribó en el marco del programa au pair a la ciudad de New York, fue llevada
a un hotel para una sesión de orientación de una semana. Allí fue presentada a otras
niñeras que estarían viviendo en la misma zona que ella, de manera que pudieran construir
una red de amistad. Una vez ella se unió a la familia empleadora, recibió otro programa de
orientación, donde le fue brindada información sobre recursos comunitarios y oportunidades
educativas. […]. Cada mes, ella y sus empleadores debían asistir a una asesoría con un
consejero, quien les ayudaría a resolver cualquier disputa o inquietud» (Zarembka, 2004:
149)13.
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oscuras, lo cual potencia la posibilidad de que se presente explotación y tiende
a generar situaciones como las descritas más atrás (Zarembka, 2004).
Para lograr el paso de las visas B-1 a las J-1, es necesario que los Estados
Unidos, así como los estados de origen de las mujeres inmigrantes consideren
la situación de estas personas como un problema público. En ese tránsito, la
movilización de las propias mujeres constituye un papel fundamental. Sin
embargo, una de las paradojas que se presenta en este caso es que la restricción
a la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos limita a su vez la
posibilidad de generar redes sociales. Éstas son claves para adelantar lo que 17
Kate Young llama «acciones generativas», las cuales consisten en «acciones que
tienen la capacidad de actuar como multiplicadores de otras acciones en un
proceso dinámico y permanente en el cual la comunidad se ve involucrada
Consideraciones finales
Los casos y análisis que he presentado hasta aquí permiten señalar por lo
menos dos cuestiones epistemológicas y políticas que considero relevantes.
En primer lugar, hablar de división sexual del trabajo desde una perspectiva de
género implica trascender la mirada coloquial que equipara «género» a «mujer».
Como ya lo mencioné citando a Joan Scott, el género es una categoría relacional,
de manera que no sólo permite comprender críticamente las relaciones entre
hombres y mujeres, sino también la articulación y disyunción entre países en
un sistema económico global. Podemos examinar una de las dimensiones del
funcionamiento de este sistema usando las nociones de masculino/femenino
entendidas relacionalmente. Tal bipolaridad toma forma en el vínculo entre
Primer Mundo y Tercer Mundo, el cual está tan curtido de desigualdad como
sucede en el caso de lo masculino/femenino. En las situaciones de mujeres
migrantes analizadas, el Tercer Mundo opera como un cuerpo constituido de
18 millares de mujeres que optan o se van obligadas a migrar hacia el Primer
Mundo para buscar alternativas de supervivencia. Esta búsqueda no es ajena al
establecimiento de relaciones económicas inequitativas entre las naciones ricas
y las naciones pobres, fruto de las cuales países como Colombia entran al
David Andrés Díez Gómez
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