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Revista Inversa, Vol. 2, No.2 (2006): 4-21.

ANÁLISIS Mujeres, migración


internacional y división
sexual del trabajo:
Un relato biográfico

David Andrés Díez Gómez


dadiezg@gmail.com
Antropólogo
Estudiante de la Maestría en Estudios de Género, Mujer y Desarrollo
Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá

Palabras claves Resumen


Mujeres, migración internacional, El artículo aborda la migración internacional de mujeres mediante una entrevista a Luz
división sexual del trabajo, género, Helena, una colombiana que a los 53 años viaja a los Estados Unidos para asumir el
4 relato biográfico. cuidado de su nieto, hijo de una pareja colombiana residente en Boston. Aunque este
caso responde a tendencias globales del fenómeno migratorio –como la «crisis del
cuidado» en el Primer Mundo, que sumada a la crisis económica en el Tercer Mundo
Key words empuja a mujeres de éste último a buscar opciones laborales en el primero–, presenta
Women, gender, international
ventajas frente a la situación de miles de mujeres latinas que viven una «esclavitud
migration, sexual division of
contemporánea» (Zarembka, 2004) en los Estados Unidos. Luz Helena cuenta con
work, biographical narrative.
condiciones privilegiadas: vivienda propia en Colombia, seguridad social e ingresos por
su trabajo como docente y por el apoyo económico que recibe de su ex-esposo. Estos
beneficios los consiguió mediante un uso estratégico del papel tradicional de la mujer
como sujeto de protección por parte de un varón proveedor, sin dejar de lado la entrega
a los/as otros/as y la asunción de labores feminizadas según el orden de género imperante,
como elementos centrales en la elaboración del sentido de su vida en tanto mujer.

Abstract
This paper approaches the situation of international migration of women through an
interview with Luz Helena, a Colombian woman who, at age 53, travels to United States
to take care of her grandchild, son of a Colombian couple living in Boston. Though this
case answers to global tendencies of the migratory phenomena –such as the First World’s
«Care crisis» which, added to the economical crisis of the Third World, forces women
living here to look for jobs there-, it presents certain advantages, comparing with the
situation of thousands of Latin-American women who live a «contemporary slavery»
(Zarembka, 2004) in the United States. Luz Helena portrays privileged conditions: has a
Recibido:
house of her own in Colombia, social security and incomes from her job as a teacher
13/12/2006
En revisión desde: and her husband’s economical support. She reached these benefits by strategically using
15/12/2006 the traditional role of women as subjects to be protected by a providing male, without
Aceptado para publicación: making aside the devotion to others or the feminized tasks consistent with the prevailing
15/12/2006 gender arrangement, as central elements in the construction of her life sense as a woman.
ntroducción

I A comienzos del mes de junio de 2006 llegó a mi casa una visita desde
Medellín, ciudad donde creció la mayoría de mi familia. Se trataba de
Luz Helena, una mujer paisa de 53 años, hermana de una cuñada de
mi madre. El motivo principal de su visita era tramitar la visa ante la embajada
estadounidense. Su hija Claudia, junto con su esposo, ambos nacidos en
Colombia pero con nacionalidad estadounidense, esperaban recibirla en
Boston a finales de junio, fecha para la cual estaba previsto el nacimiento del
primer hijo de la pareja y segundo nieto de Luz Helena. Este acontecimiento
transcurría mientras abordábamos el tema de la migración de mujeres del
«Tercer Mundo» hacia el «Primer Mundo» en el seminario electivo Género,
trabajo e identidades1. En ese contexto le propuse a Luz Helena que me concediera
una entrevista, orientada según lo que Guber (2001) llama la técnica de la «no
directividad»2, con el fin de profundizar en el tema planteado.
Durante el seminario veíamos que los procesos de globalización e inserción
de las mujeres al mercado laboral han tenido efectos diversos según el contexto
geopolítico del cual se esté hablando, sobre todo cuando se comparan las

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condiciones de países del Primer Mundo con aquellas propias del Tercer
Mundo. Así, en el primero se evidencia una alta participación femenina en 1
Este artículo es una versión con
actividades económicas remuneradas, en buena medida calificadas e inscritas ajustes de un texto presentado
en el sector formal. Esta situación, unida a otros factores demográficos3, ha como trabajo final para el seminario
electivo Género, trabajo e identidades:
generado una «crisis del cuidado», es decir, una baja oferta de mano de obra
perspectivas teóricas e investigativas,
local disponible para asumir las labores domésticas de limpieza, preparación ofrecido por la Escuela de Estudios
de alimentos y cuidado de niños/as y ancianos/as, entre otras actividades de Género de la Universidad
adjudicadas a las mujeres según las prescripciones tradicionales de género4. Nacional de Colombia durante el
primer semestre de 2006.
En contraste, en los países del Tercer Mundo, como consecuencia de las crisis 5
Agradezco a la profesora Luz
económicas, la informalización de la economía, el desempleo, el subempleo y Gabriela Arango, docente a cargo
los efectos de estos fenómenos en la calidad de vida, se ha elevado masivamente del seminario, por su orientación
académica alrededor de las
la migración, en su mayoría femenina, hacia países del Primer Mundo, como principales referencias

Vol. 2 No. 1 (2006)


una manera de buscar opciones de supervivencia (Sassen, 2004). La bibliográficas utilizadas en este
convergencia de estas dos tendencias ha llevado a que buena parte de las mujeres texto.
inmigrantes encuentren trabajo en las economías domésticas de países como 2
Para realizar la entrevista no utilicé
Estados Unidos. Así, estas mujeres «reemplazan en el trabajo reproductivo un formato guía, pues la posibilidad
no remunerado en sus hogares a las mujeres del Norte que se integran al de llevarla a cabo se dio de manera
mercado laboral» (Benería, 2006: 18). Una proporción considerable de esas bastante improvista. Luego de
acompañar a Luz Helena a tomarse
mujeres es sometida a condiciones de explotación en el marco de contratos unos exámenes médicos que le
de trabajo injustos y de condiciones que en ocasiones permiten hablar de un exigía la embajada como requisito
nuevo tipo de «esclavitud» en la sociedad contemporánea (Zarembka, 2004). para tramitar su visa, le comenté
sobre algunos de los temas que
Sin embargo, el caso de Luz Helena presenta diferencias con respecto a la
venía abordando en la Maestría en
situación de varias mujeres entrevistadas por Zarembka5. Al señalar esas Estudios de Género. Enseguida le
diferencias no pretendo desconocer la situación dramática que viven miles de dije que sería interesante
mujeres que migran hacia Estados Unidos, sino mostrar como la globalización entrevistarla, ante lo cual accedió
y ese mismo día realizamos la
afecta de modo distinto a las mujeres según su condición de clase, las redes entrevista, en medio del afán de los
sociales a las cuales tienen acceso en el país de origen y de llegada, y las trámites de la visa. Aunque tenía
trayectorias de vida, entre otros aspectos. Por otro lado, a pesar de las en mente algunos puntos que
consideraba importantes (¿qué la
diferencias, existen elementos comunes que configuran la identidad de género motivaba a viajar? ¿A qué se
de las mujeres, en particular la inclinación a considerar el sacrificio y la entrega dedicaría en Estados Unidos? ¿Qué
hacia las demás personas, sobre todo hacia los/as hijos/as, como eje central lugar ocupaba este viaje en su
en la construcción del sentido de sus vidas. Este elemento resulta clave en la trayectoria de vida y en la
elaboración del sentido de su vida
definición de la división sexual del trabajo y en la subordinación de las mujeres, en tanto mujer?, entre otras), la
tema que ampliaré más adelante. entrevista transcurrió a manera de
Un viaje solidario: la parte olvidada del interés económico
El viaje de Luz Helena no tiene como propósito buscar oportunidades de
trabajo frente a una condición de desempleo o inestabilidad financiera vivida
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.

en su país de origen. Sin embargo, ello no quiere decir que no exista una
motivación económica de fondo. Como lo muestra Benería (1999), desde la
configuración de la economía de mercado en los siglos XVIII y XIX, ha
charla informal. De acuerdo con sus prevalecido una visión que reduce lo económico a aquellos intercambios de
respuestas surgían nuevos intereses bienes, servicios y fuerza de trabajo que permiten la generación de excedente.
y preguntas de mi parte que poco
a poco fueron dando forma a la Esa visión desconoce otras dimensiones de la economía como la solidaridad,
interacción. El propósito del el amor y la reciprocidad. En el caso de Luz Helena, se evidencia un interés
diálogo era conocer el punto de por viajar a Boston con el fin de acompañar a su hija durante el nacimiento y
vista de Luz Helena en sus propios
términos y desde sus marcos de
los primeros años de vida del primogénito de ésta, sin esperar una retribución
interpretación. Para ello procuré monetaria a cambio:
plantear preguntas «no
directivitas» (Guber, 2001), es decir, «Voy a ir es más que todo por cuidar al nieto. Ojalá y Dios quiera que yo pueda llegar antes
interrogantes relativamente
abiertos que permitieran que Luz
del parto, porque yo veo que ella tan solita por allá. Yo me imagino que uno en un momento
Helena se expresara de la manera de esos lo que más quiere en la vida es tener a la mamá al pie. […] Más que todo eso es lo
más libre posible. Uno de los que me anima mucho a irme allá para donde ella. También por conocer a mi bebé y
criterios que resultó importante quedarme un tiempecito ayudándoles y colaborándoles allá» (Luz Helena).
para desarrollar la conversación fue
el establecimiento de un orden
cronológico entre los hechos y En este caso la futura emigrante no aspira a desempeñar un trabajo
significados relacionados con la reproductivo remunerado, en calidad de empleada doméstica, sino que de
vida de Luz Helena. manera implícita manifiesta disposición para realizar ese trabajo sin recibir
3
Principalmente bajas tasas de salario; es decir, como una colaboración caracterizada por lo que –desde los
natalidad e incremento de la esquemas de género tradicionales– constituye el desinterés propio de una madre
esperanza de vida, fenómenos que hacia una hija. Aunque ésta y su yerno son profesionales y ejercen sus carreras
6
sobre todo en Europa han
significado el envejecimiento de la
en Boston, Luz Helena señala que no cuentan con los recursos necesarios para
población. pagar a una empleada doméstica. «Por allá no pueden conseguir, es muy costoso.
Una empleada vale 100 dólares diarios. Mucha plata, no pueden» (Luz Helena).
4
Más adelante amplío la discusión En Occidente existe una tendencia cultural a vincular las dimensiones de
David Andrés Díez Gómez

sobre las prescripciones


tradicionales de género y la división la solidaridad, el amor y la reciprocidad expresadas en este caso por Luz Helena,
sexual del trabajo. con la feminidad, así como a asociar las dimensiones económicas de la ganancia,
la racionalidad y la individualidad propias de la economía del mercado, con la
5
En la última sección del texto
describo con mayor detalle la
masculinidad (ambos polos basados en la diferencia sexual entre hombres y
situación de «esclavitud» a la cual mujeres). Aunque no se puede negar que estas asociaciones legitiman la
se refiere Zarembka (2004). subordinación de las mujeres en el ámbito de las relaciones sociales (Benería,
1999), en este trabajo pretendo mostrar como Luz Helena usa tales
6
Las trayectorias de vida son «cursos
de acción que toma la vida de los prescripciones para obtener beneficios propios de la dimensión racional e
individuos en el campo del trabajo, y individualizada de la economía de mercado, sin dejar de lado la importancia
que son el resultado de acciones y de la solidaridad y de la entrega a los/as otros/as como elemento clave en la
prácticas desplegadas por las
personas en situaciones específicas elaboración subjetiva del sentido de su vida en tanto mujer.
a través del tiempo. […] Se Con el fin de ilustrar los puntos anteriores, presentaré algunos de los
constituyen en el interjuego de principales hitos que configuran la trayectoria de vida –y en especial la
diferentes ámbitos sociales e
institucionales donde los sujetos
trayectoria laboral6 de Luz Helena–, elaborados a partir de una entrevista semi-
sexuados ocupan una posición estructurada, grabada y trascrita por el autor, en junio 7 de 2006.
particular, condicionada por factores
estructurales (la organización y
división social y sexual del trabajo),
«Yo soy de las que me entrego del todo y por todo»: una mirada a la
prescripciones sociales e imágenes y vida de Luz Helena
representaciones de género que
Luz Helena es la mayor de 6 hermanos. Sus padres se casaron en Medellín
circulan y regulan las relaciones
sociales» (Guzmán y Mauro, 2004: a principios de 1960. Durante los primeros años, la familia migraba a distintas
197). ciudades del país según la región a la cual enviaran al padre, quien trabajaba
para el Ejército Nacional. La madre de Luz Helena permanecía en el hogar
pendiente de las labores domésticas y del cuidado de los hijos, aunque el
padre pagaba una empleada de servicio que colaboraba con esas actividades.
La madre también cosía ropa y en ocasiones vendía o regalaba las prendas que
fabricaba. Cuando la hermana menor de los seis hijos tenía cuatro años, los
padres de Luz Helena se separaron y su madre quedó a cargo de los hijos. La
mensualidad aportada por el padre no era suficiente para cubrir los distintos
gastos del hogar, ante lo cual la madre optó por intensificar sus labores de
costura con el fin de generar ingresos. Al mismo tiempo, Luz Helena, como
hija mayor que era, junto con los hermanos que le seguían, colaboraban
económicamente mediante la venta de productos caseros de consumo en su
colegio.

«Nosotros nos defendíamos mucho porque yo en el colegio también vendía, le pedía permiso
a las monjas para que me dejaran hacer ventas para ayudarme con mis estudios. Entonces
ellas me permitían hacer eso, y yo hacía venticas de todo lo que vende uno como niño que
es minisicui, cofio7, dulces, cocos, todo eso. Y con eso yo ayudaba mucho también a mi

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mamá para los hermanitos míos, porque yo era la mayor» (Luz Helena).

Los padres de Luz Helena consideraban que dar estudio a las mujeres era
una pérdida de tiempo y dinero: «una de las cosas es que usted sabe que
anteriormente no le daban a uno casi estudio que porque si la mujer iba era a
atender una casa entonces que qué bobada» (Luz Helena). Sin embargo, gracias
a su interés y al apoyo económico y moral que dos tíos maternos le prestaron,
Luz Helena pudo estudiar. Al principio quería profesionalizarse como enfermera,
sin embargo, resultó ser una carrera muy costosa. Además, en el único sitio 7
donde podía costearla, el SENA, existían restricciones de edad para las mujeres,
y Luz Helena tenía apenas 15 años, mientras que la mayoría de edad se cumplía
a los 21 años.
En esta situación convergen discriminaciones frente a la condición femenina

Vol. 2 No. 1 (2006)


por parte de los padres de Luz Helena así como de instituciones específicas
como el SENA. De este modo, la identidad de género es prescrita a nivel del
ámbito público y privado a la vez, de manera que en ella influye el «interjuego
de diferentes ámbitos sociales» señalado más atrás por Guzmán y Mauro (2004).
Sin embargo, en este caso llama la atención la restricción a las mujeres incluso
para realizar una profesión como la enfermería, frecuentemente asociada a la
supuesta predisposición de la condición femenina al servicio a los demás. Tal
predisposición se evidencia en el relato de Luz Helena cuando señala la razón
por la cual quería entrar a estudiar enfermería, y hace parte de uno de los
principales ejes de su experiencia vital como mujer y del sentido que ella le
atribuye a la misma.

«-David: ¿y por qué te gustaba la enfermería?


-Luz Helena: no sé, era algo como… a mí me gusta mucho la gente, como ayudar mucho a
la gente, me doy mucho a la gente. Vea, yo digo a ratos que gracias a Dios que no pude
estudiar enfermería. Porque le digo, yo voy a cuidar un enfermo y yo sufro por esa persona y
quisiera yo en el momento tener el dolor… ayyyy [suspira profundo]… y me da una cosa que
digo «ay no». Entonces no hubiera sido buena enfermera [sonríe]. Porque yo creo que en el 7
Productos hechos a base de arroz
fondo para ejercer una profesión de esas uno tiene que ser un poquito duro de corazón. No tostado molido y mezclado con
duro, sino que no entregarse tanto a la gente. Y yo soy de las que me entrego del todo y por anilina y azúcar, típicos de la ciudad
todo. de Medellín.
Ámbito personal y
Actividades laborales Edad /Años
familiar
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.

Estudia bachillerato.
Venta de productos
13 Ayuda a costear sus
caseros en el colegio.
gastos de estudio

Estudia bachillerato en
el m ism o colegio en el
Secretaria de un cual trabaja. Ayuda en
17
colegio. el sostenim iento del
hogar y la educación
prim aria de herm anos

Cam bian al rector del


colegio y el nuevo no
acepta m enores de
Continúa ayudando en
edad. Se va a trabajar 19
su casa
com o secretaria en
una oficina de un
am igo de su padre.

Se casa. Su esposo no
27 acepta que trabaje en
la oficina (celos).
R enuncia a su trabajo
en la oficina.
28 Nace su prim era hija.

29 Nace su segunda hija.

Com pra y venta de


30
m ercancía
8 Docente de
m anualidades para
personas de la tercera
edad en la Sociedad
San Vicente de Paúl y
David Andrés Díez Gómez

tam bién en Fabricato. 45


Contrato de
prestación de ser vicios.
R em uneración "com o
un auxilio para los
pasajes" (Luz Helena).

Tram ita su visa para


irse a Estados Unidos
con el fin de cuidar a
su nieto, quien está a
punto de nacer. La
R enuncia a su trabajo m am á del niño
en San Vicente de 53 años (prim eriza) y su esposo
Paúl trabajan. No tienen
tiem po ni dinero para
pagar a una persona
que se ocupe de las
labores de cuidado del
niño.

Lleva m ateriales y
productos de
m anualidades para Viaja a Estados Unidos
53 años
vender, pero sobre donde su hija.
Tabla No. 1 todo para no quedarse
Cuadro de síntesis de la trayectoria "sin hacer nada".
de vida de Luz Elena
-David: ¿y tú por qué crees que sea esa entrega? ¿De dónde viene esa vocación?
-Luz Helena: ay, no sé, pero es desde niña. Me encanta la gente, me encantan los niños, los
ancianos. Ayyyy [suspira profundo], yo amo a la vida, yo amo a la gente, yo todo, ay yo no sé,
es que yo no sé. Formas de ser, pienso yo, porque en mi casa soy la única así. Pues en mi casa,
toda la gente es muy querida, muy noble. Pero que sean así como tan apegadas a la gente…
yo» (Entrevista a Luz Helena).

En los párrafos anteriores vemos como Luz Helena supera narrativamente


las restricciones impuestas a su gusto por la enfermería. Al hacerlo, presenta
ese impedimento como un hecho positivo. Para ella, su alta inclinación a
entregarse a los demás, podría haber generado problemas para el ejercicio de la
enfermería, una profesión que –paradójicamente– suele asociarse al altruismo
y por tanto a la condición femenina según las prescripciones tradicionales.
Ante la imposibilidad de estudiar enfermería, Luz Helena inició un curso
de secretariado. Después de eso, desarrolló una carrera técnica en gastronomía
en el SENA, así como cursos de manualidades ofrecidos por cajas de
Compensación Familiar de Medellín (Comfenalco y Comfama). Mediante esa

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formación adquirió conocimientos y habilidades que más adelante le servirían
para dictar clases a personas de la tercera edad pensionadas de Fabricato y a
otras que recibían cursos ofrecidos por una fundación asociada al hospital
San Vicente de Paúl. Ese ejercicio docente se constituiría en un camino para
ejercer su vocación de entrega a la gente. Sin embargo, antes de llegar a este
momento de su vida, más cercano al presente, Luz Helena pasó por otros
trabajos y vivencias, los cuales resumo en la tabla número 18.
Luz Helena destaca como motivación para ingresar al trabajo formal, el
anhelo de que sus hermanos también puedan estudiar. Al preguntarle por el 9
lugar del trabajo en la definición de su identidad, de nuevo hace alusión a su
inclinación «natural» por ayudar a la gente. «A mí no me importa a quien, si
es mi familia, si es una persona extraña, ajena, lo que sea. Lo importante para
mí es estar con la gente y ayudar a la gente» (Luz Helena).

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Con respecto al establecimiento de relaciones de pareja, Luz Helena
manifiesta que a pesar de haber tenido muchos novios, no le gustaba pensar
en matrimonio. Consideraba que casarse y tener hijos traía consigo muchas
responsabilidades, de lo cual había sido testigo a través de la historia de su
madre.

«El problema es el miedo, el miedo a coger como una obligación para mí sola, sin saber si iba
a ser capaz o no iba a ser capaz de ser responsable. Y más bien no pensaba mucho en el
matrimonio […]. Yo veía a mi mamá, que a toda hora alrededor de nosotros, que la
comidita, que el desayunito, que el estudio, que ya hicieron tareas, que lavar la ropa, que
a planchar. Las mamás de ese entonces eran las de un todo y por todo. Ellas no, imagínese
usted, así tuvieran quién les colaborara ellas eran las que se metían en todo lo de uno.
Entonces eso era lo que a mí me daba miedo […]. Y con este que fue mi esposo, con él
empezamos así como amigos, nunca salíamos. Él me decía que le aterraba el matrimonio
entonces le decía yo a mi mamá: «¡ay mami, llegó el novio pa’ toda la vida… por fin me llegó
alguien, voy a poder ser novia!» [Sonríe]. Y no, vea, fue cuando más ligero nos enamoramos
y nos casamos» (Luz Helena).

El testimonio de Luz Helena muestra una inclinación a considerar el trabajo


8
Este breve esquema es una
adaptación del formato utilizado
doméstico y el cuidado de niños como actividades propias de las mujeres, por Guzmán y Mauro (2004) para
aunque al mismo tiempo señala esta prescripción como una característica más sintetizar las trayectorias laborales
marcada en «las mamás de ese entonces». La imagen que tiene Luz Helena de de algunas mujeres chilenas.
su madre le genera miedo frente al matrimonio. Esto quizás explique la edad
relativamente madura a la cual se casó (27 años), y también trae a la mente
expresiones que suelen presentarse sobre todo en hombres latinoamericanos
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.

de clase media, para los cuales el matrimonio representa una carga que se debe
esquivar, pero que finalmente «atrapa» a los varones (Viveros, 2001; Olavarría,
2001; Fuller, 2001). La influencia de la madre de Luz Helena en su relato
biográfico trae consigo imágenes de lo masculino y lo femenino que se
entrecruzan, aunque finalmente estas últimas son las que más marcan su vida.
Lo anterior se refleja, por ejemplo, en que haya decidido renunciar a su trabajo
como secretaria por dar gusto a Jorge, su esposo. Luego de casarse, él le prohibió
continuar con ese trabajo.

«Me sacrifiqué porque fíjese que cuando nosotros nos íbamos a casar él me hizo salir de la
empresa. Y el patrón mío lo llamó a él y le dijo: «déjela seguir trabajando, es muy buena
empleada y queremos tenerla aquí en la empresa»; y él «no, no, no, yo no quiero que ella
trabaje». Y no me dejó» (Luz Helena).

Para Luz Helena, la razón por la cual Jorge no quería que ella trabajara
radicaba en los celos. No obstante, luego de tener a sus dos hijas –quienes se
llevan un año de diferencia–, y ante el consecuente aumento de los gastos de
la familia, Jorge aceptó que Luz Helena trabajara como independiente. Ella
comenzó a viajar y a comprar mercancía que vendía a distintos almacenes de
Medellín. Este trabajo le permitía contar con el tiempo suficiente para cuidar
a las niñas. Viajaba máximo dos o tres días a la semana y el resto de la semana
realizaba visitas para vender la mercancía. A veces llevaba a sus hijas o las
10 dejaba al cuidado de su abuela, a quien le ayudaba una empleada doméstica
pagada por Jorge y Luz Helena. Ésta prefería que la empleada permaneciera
donde su madre y no en la casa, pues al igual que su marido era muy celosa.
Luz Helena se sentía bastante cómoda con el trabajo independiente, pues
éste le permitía generar ingresos y definir sus propios horarios de trabajo para
David Andrés Díez Gómez

velar por sus hijas. Al mismo tiempo, Jorge, quien estudió una carrera técnica
en mecánica, había establecido una microempresa, y aunque Luz Helena no
trabajaba formalmente en ella, manifiesta haber jugado un papel importante
en el «empuje» brindado a su marido para motivarlo a progresar.

«Juntos fuimos consiguiendo. Yo he sido muy… ¿cómo te dijera yo? Muy animada para
trabajar. Entonces yo lo animaba a él. Él me decía: «ay amor, que es que vea que me están
ofreciendo una máquina –él trabaja en mecánica industrial–, pero ¿cómo nos vamos a
meter en esa máquina, eso vale mucho?»; «ajj ajj –le decía yo– nada mi amor, cerremos los
ojos, métase que de alguna forma mi Dios nos ayuda a ver cómo salimos adelante. No diga
que no, hágale, hágale que esa misma máquina se va a ayudar a pagarse». Y así se fue
haciendo él a una empresa hasta llegar a tener 35 trabajadores» (Luz Helena).

Además de este apoyo moral, Luz Helena también aportó capital para la
compra de maquinaria, gracias a sus ganancias en las ventas. Por su parte, Jorge
trabajaba de 8:00 a.m. a 6:00 p.m. Al llegar a casa, Luz Helena era quien le
preparaba la comida, luego de haber realizado los demás oficios domésticos,
cuidado a las niñas y realizado las actividades propias de su trabajo como
vendedora independiente.

«Porque así tuviéramos nosotros empleada, a mí nunca me gustaba como que nadie se me
Oscar Javier Reyes Chiriví metiera en la cocina. Más que todo era como para tener una persona de compañía, que
arreglara la casa y de pronto la ropa, porque lo que era la cocina y todo lo desempeñaba
era yo. Como por tener ahí quien me acompañara» (Luz Helena).

Como lo señala Javier Pineda (2000), en el trabajo independiente se


superponen las esferas de lo público y lo privado. En el caso de Luz Helena,
ello significaba la fusión de jornadas de trabajo productivo y reproductivo en
el hogar, aunque buena parte de sus actividades remuneradas se desarrollaban
en la esfera pública. Este hecho puede ser un elemento potencial en el
empoderamiento* (Pineda, 2000) de la mujer. En el caso de Luz Helena, el
trabajo como independiente le permitió generar ingresos que superaban sus
gastos básicos y también fue una forma de fortalecer la microempresa a cargo
de su esposo. Sin embargo, valdría la pena conocer la posición de Jorge al
respecto. Algunas investigaciones en Colombia y Chile (Pineda, 2000; Guzmán
y Mauro, 2004, respectivamente) plantean que muchos hombres, sobre todo
de sectores populares, con trabajos inestables y con bajos niveles educativos,
tienden a desconocer la importancia del trabajo de sus parejas, considerando
que son secundarios, incluso en los casos en los que ellas suelen ganar más que

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ellos. También es común que los hombres se resistan a participar en los oficios
domésticos y que se presten un poco más para el apoyo de labores de cuidado
de los hijos.

«-Luz Helena: él siempre llegaba a las 6:00 p.m. como a ayudar a hacer las tareas
[escolares de las niñas]. Él sí ha sido muy cariñoso con las niñas, con ellas fue muy querido,
muy pendiente.
-David: ¿y en cuanto a lo que llaman el trabajo sucio de las casas, los baños…?
-Luz Helena: ¡ahhh, no, no, no, no, para nada, hhhmmm, ese es más machista!
-David: ¿y para cocinar? 11
-Luz Helena: ¡noooo! Él no sabe hacer un huevito, qué peca’o [Sonríe]» (Entrevista a Luz
Helena).

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En la respuesta de Luz Helena se evidencia que aunque la falta de
participación masculina en las tareas domésticas se ve como una actitud
«machista», al tiempo es considerada con cierta indulgencia: «qué pe’cao». Tal
* Según Magdalena León, el
expresión, junto con la sonrisa de Luz Helena, revela más condescendencia empoderamiento implica la
que rechazo. No obstante, esa actitud sufre cambios generacionales. Luz Helena trasformación de las relaciones de
señala que el esposo de su hija Claudia «colabora» mucho más en la casa: género y «una precondición para
lograr la igualdad entre hombres y
mujeres». El término, ha sido
«Luz Helena: él es el que arregla la casa, los baños. Sí, en ese sentido él sí le colabora mucho. utilizado con diversas acepciones
Es que allá son como así, yo creo que allá tienen que ser así. «y no siempre en un sentido
-David: ¿por qué crees eso? emancipatorio» (León, 2000: 29)
-Luz Helena: pues por lo que he visto que la gente se ha ido allá, yo siempre veo que como sin embargo, como la autora lo
que colaboran mucho los hombres. No sé los americanos en sí cómo serán, si sí son buenos… indica, en la mayoría de las veces
ha implicado el control que las
anfitriones. No sé. Pero los de aquí de Colombia que van para allá, sí. Todos» (Entrevista personas tienen sobre su vida y sus
a Luz Helena). agendas personales. «Por lo general
se asocia con los intereses de
Aunque no podemos saber si en la práctica se da esta alta participación quienes no poseen poder y se
presume como una expresión de
masculina en los hogares de colombianos residentes en los Estados Unidos, cambio deseado sin entrar en
vale la pena señalar el cambio en la representación de aquello que corresponde detalles sobre qué implica este
a la condición de hombre. Como lo señala Matthew Gutmann (2000), esa cambio» (León, 2000: 30). Para
saber más sobre este tema puede
transformación es un indicativo de la capacidad humana para recrear la cultura consultarse el trabajo de la autora
a través del tiempo, sin negar que del decir al hacer hay aún bastante tramo por referido en la bibliografía.
recorrer. N. de la E.
Otro de los aspectos en los cuales se presentan cambios es en la educación
de las mujeres. Luz Helena comenta que su esposo ha costeado las carreras de
sus dos hijas y que aunque ambas ya son profesionales y ejercen, una en
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.

Colombia y otra en Estados Unidos, él constantemente les dice que pueden


contar con su apoyo y financiación si desean estudiar más.
Luz Helena recalca bastante la amplia disposición de Jorge para ayudar
económicamente a sus hijas y de paso a ella, aunque se separaron hace 23
años. La narración sobre esta ruptura constituyó un punto nodal en la entrevista.
A pesar del tiempo transcurrido, para Luz Helena resulta doloroso recordar
esos momentos. Sin embargo, me habló de lo acontecido: Jorge se fue con
otra mujer, situación que se vio agravada por la repulsión que la familia de
origen de él presentaba frente a Luz Helena. Aunque no se trataba de una
familia con mayores recursos que la suya –pues tanto ella como él provienen
de sectores populares–, el color de piel de Luz Helena fue un argumento para
discriminarla. Ella es trigueña mientras que la familia de Jorge es en su mayoría
de piel blanca. A pesar de lo sucedido, Luz Helena supera esta situación de
manera discursiva, contándome que, a diferencia de sus hijas, quienes nacieron
blancas, las hijas del segundo matrimonio de Jorge nacieron «negritas».

«Yo me pegaba por los laditos»: uso estratégico de las prescripciones


tradicionales de género
Luego de su separación legal, Jorge y Luz Helena llegaron a un acuerdo
voluntario. Él le compró un apartamento a ella y a sus dos hijas; siempre ha
aportado una mensualidad considerable y también ha pagado la seguridad
social de Luz Helena, quien figura como empleada de la microempresa
12 administrada por Jorge. Este acuerdo ha sido fruto, desde mi punto de vista,
de una estrategia de reciprocidad desarrollada en buena medida gracias a la
iniciativa de Luz Helena, según lo deja entrever su relato:
David Andrés Díez Gómez

«sí, él me compró el apartamento. Yo le decía a él que al menos dejara a las niñas en un


techo seguro. Porque también muy horrible pues pagando arriendo toda la vida. Uno no iba
a saber cuánto vivía él o cuánto vivía yo, nadie tiene la vida comprada. Entonces nos dio
el apartamento. De todas maneras él ha querido mucho a las niñas y les daba mucho
gusto. Les dio su buena carrera, su buen estudio, cada una tenía su carrito. Él les daba
mucho gusto. [...] A pesar de todo, él ha sido muy querido, se ha manejado muy bien.
Nosotros llevamos una relación muy bonita. Porque, a ver, ¿yo cómo le voy a quitar a él [su
rol de padre]?… cuando nos separamos las niñas estaban muy pequeñas y a mí me decía
una amiga: «ay Luz Helena, usted sí es boba, pa’qué le presta las niñas a él». Y yo le decía:
«¿Por qué? ¿Cómo así? ¿Cómo no se las voy a prestar? Es que son las hijas de él. Y yo no le
voy a negar a él el amor de sus hijas ni a ellas el amor de su papá». Entonces yo les decía
a ellas: «salgan con el papá, mímenlo, contémplenlo, háganlo sentir la persona más
importante, háganlo sentir bien», y así. Y vea, él les ha dado, él se encariñó tanto de ellas,
él quiere a las otras hijas, pero no tanto como a las hijas de nuestro matrimonio. Él las
adora. Para mí eso fue una ventaja porque yo me pegaba por los laditos. Sí, él ha sido una
persona muy noble, en cierta forma es muy noble. Porque mire que nosotros llevamos 23
años de separados y él todavía me colabora económicamente» (Luz Helena).

Al fortalecer el vínculo afectivo entre Jorge y sus hijas, Luz Helena no sólo
procuraba que éstas tuvieran un futuro seguro, sino que al mismo tiempo
movilizaba intereses en aras de su supervivencia y estabilidad económica
Oscar Javier Reyes Chiriví individual. Con esto no quiero juzgar a Luz Helena de utilitarista sino que
más bien, me interesa mostrar cómo en la trayectoria de vida de una persona
se sobreponen formas de actuar y de darle significado a la experiencia vital que
contienen rasgos propios tanto de la imagen de la feminidad ligada a las lógicas
económicas de la solidaridad, como aquellos rasgos asociados a la masculinidad
en tanto inclinación al interés económico y el beneficio individual. Esta
confluencia se configura de manera paralela al establecimiento de una relación
particular con el trabajo. Si bien Luz Helena desde un principio sacrificó su
empleo en el sector formal por Jorge, todo el tiempo estuvo vinculada a
actividades productivas, no sólo a aquellas propias de sus ventas, sino también
apoyando moral y económicamente a su esposo. El apoyo económico recibido
por Luz Helena de parte de su marido explica en buena medida que después
de la separación haya podido dedicarse a trabajar de manera independiente
como docente de cursos ligados a lo que ella consideraba su vocación: servir a
los demás. Con la estabilidad representada en una casa propia y en una
mensualidad, Luz Helena podía realizar labores con horarios flexibles e incluso
con remuneraciones propias de un tipo de trabajadora bastante altruista:

Revista Inversa
«[Luego de la separación] empecé a trabajar con la Sociedad de San Vicente de Paúl, que
es una sociedad sin ánimo de lucro. Pero pues a nosotros sí nos pagan, nos dan como un
auxilio para los pasajes y así. Allá trabajé hasta la semana pasada. Llevaba 8 años ahí. Y
ya, lo que más me gusta a mí es estar entre la gente» (Entrevista a Luz Helena).

La mencionada mezcla entre imágenes de masculinidad y feminidad en la


trayectoria de Luz Helena se manifiesta entonces en la alusión a la entrega y la
solidaridad –valores asociados a lo femenino– y no a la búsqueda de ganancia
–más vinculada a lo masculino–9 como alicientes para dedicarse a la docencia; 13
lo cual se sobrepone a la obtención de beneficios monetarios gracias a la
estrategia de «pegarse por el ladito» de la relación entre sus hijas y Jorge, su
(ex)esposo. En relación con este último, cabe señalar que varias investigaciones
sobre las masculinidades en América Latina destacan la figura del «varón

Vol. 2 No. 1 (2006)


proveedor» como un modelo que para muchos hombres significa adquirir el
estatus de hombre adulto (Viveros, 2001; Olavarría, 2001; Fuller, 2001). Así, 9
Estas asociaciones bipolares
ser hombre aparece como algo que debe ser probado, y la posibilidad de proveer (masculino-femenino), de las cuales
económicamente a una mujer y a su progenie sería una de las formas privilegiadas hablan autoras como Benería
de hacerlo. En el caso de Jorge, a pesar de estar separado de su esposa, el peso (1999) para caracterizar las
de tal modelo se presenta bajo la forma de una manutención a larga distancia, tendencias de la economía global,
no se restringen a la definición del
que en ningún momento se vio forzada por medios legales apelados por Luz ser hombre y ser mujer
Helena, pero aún así superó en mucho lo que difícilmente se conseguiría con respectivamente. Se trata más bien
tales medios: mensualidad generosa, vivienda propia y pago de la seguridad de dos significantes (Scott, 1990)
que describen comportamientos,
social. La ausencia de estos beneficios seguramente significaría un menor rango actitudes, formas de interpretar la
de libertad para Luz Helena a la hora de decidir el rumbo de su destino, y en realidad, que bien puede desarrollar
particular para optar por viajar a Estados Unidos siguiendo una motivación un hombre o una mujer. Es por eso
que suele tildarse de «afeminados»
altruista.
a aquellos hombres que
desempeñan tareas consideradas
Entre Medellín y Boston, dos destinos con un mismo propósito: socialmente como femeninas (por
ejemplo la enfermería, caso que
las nietas de Luz Helena estudia Hernández, 2000), o de
Luz Helena renunció al trabajo en San Vicente de Paúl una semana antes «marimachas» a mujeres que
de viajar a Bogotá para tramitar su visa, aún sin tener certeza sobre su viaje a realizan oficios asociados a la
masculinidad (como en el caso de
los Estados Unidos. Cuando la entrevisté permanecía la incertidumbre, aunque la conducción de camiones, del cual
finalmente le fue aprobada la visa y se fue. Al preguntarle qué haría si le se ocupa Do Santos, 2000).
negaran la visa, respondió: «pues vea, si me sale muy bien por mi niña la de
allá. Y si no, quedarme aquí [Sonríe]. O sea, para mí las dos cosas están bien.
Si me voy muy rico y si me quedo… pues mejor». Sin embargo, más adelante
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.

Luz Helena comentó que si se iba le afectaría emocionalmente dejar sola en


Medellín a su otra nieta, a quien le están buscando niñera dada la posibilidad
de su viaje. Es decir que sin importar si se quedaba o se iba, Luz Helena
dedicaría buena parte de su tiempo y de su ser al cuidado de otros seres
humanos. Su motivo para viajar: su nieta, y su motivo para quedarse: su otra
nieta. Dos destinos con un mismo propósito.
El ascenso social a lo largo de la trayectoria de vida de Luz Helena, moderado
pero evidente, le permitía contar con condiciones bastante distintas a las de
muchas mujeres que viajan al Primer Mundo para buscar opciones de trabajo.
En cualquier caso, tanto ellas como Luz Helena están marcadas por una de las
principales dimensiones de la subordinación de las mujeres: la división sexual
del trabajo, estructura que influye decisivamente en la definición de las
identidades de género.

División sexual del trabajo, migración internacional y «esclavitud


contemporánea»
A partir de la diferencia sexual biológica, los individuos construyen una
identidad de género masculina o femenina10. Cada una de estas identidades
tiene distintas valoraciones culturales que, a lo largo de la historia y en la
mayoría de las sociedades conocidas (si no en todas), han implicado la
subordinación de las mujeres, la cual se da en los distintos planos de la vida
10
La corriente queer cuestiona esta social. Sin embargo, para los propósitos de este trabajo resulta pertinente
14 retomar el plano de la división sexual del trabajo.
definición bipolar del género y
propone una visión mucho más plural El significado de «trabajo» varía según la cultura y el contexto histórico
del mismo (véase Kosofsky, 2002).
También es importante destacar que
desde el cual se esté hablando. No obstante, cada vez es más frecuente que se
en un primer momento las teorías vincule exclusivamente con actividades inscritas en el mercado laboral. Y aunque
David Andrés Díez Gómez

feministas plantearon que las desde 1970 las mujeres han ampliado de manera masiva su participación en
prescripciones de género se ese mercado, éste sigue siendo un terreno en el cual impera la imagen de la
construían a partir de la diferencia
sexual entre hombres y mujeres masculinidad. Por su parte, las labores de cuidado y reproducción circunscritas
(Scott, 1990). De manera más al ámbito privado o doméstico, casi siempre asignadas a las mujeres, tienden a
reciente, algunos estudios queer han ser invisibilizadas y desprestigiadas, alejándose así del estatus de «trabajo» (Comas,
señalado que incluso la diferencia
sexual biológica es antecedida por el
1995).
género. Así,por ejemplo,en su artículo La asociación entre la condición femenina y las actividades reproductivas y
«Los sexos ¿son o se hacen?», Maffia domésticas resulta de considerar a las mujeres esencialmente como madres,
y Cabral (2003) señalan los casos
tomando por sentado que la biología las ha destinado física, mental y
de personas que al nacer tienen un
clítoris considerablemente más emocionalmente a parir. Así, si los seres humanos pasan sus primeros nueve
grande que el de las mujeres meses de vida en el vientre femenino, habría de suponerse que tal predisposición
promedio, o penes cuyo tamaño es biológica debe extenderse mucho más allá de ese período, y no sólo en función
mucho menor al usual, sin que ello
represente una limitante a las de los hijos, sino de todas las personas que rodeen a las mujeres, sobre todo si
funciones de sus organismos. En son hombres. Tal supuesto –del cual me distancio radicalmente– encuentra
estas situaciones, la intervención su efectividad en la naturalización de la desigualdad de género (Comas, 1995;
quirúrgica actúa como normatizante
de los cuerpos, es decir, inscribe en
Bourdieu, 2000). Ésta funciona gracias a que tanto los hombres como las
ellos las prescripciones de género que mujeres, interiorizan desde su infancia las prescripciones de género, co-
predominan en la cultura, las cuales construyendo así el orden predominante y la inequidad asociada al mismo.
dictaminan cómo debe ser el cuerpo Uno de los mecanismos de la naturalización es la adhesión dóxica, la cual consiste
–y con él las formas de actuar, pensar
y hablar– de un hombre y de una en que «los dominados aplican a las relaciones de dominación unas categorías
mujer respectivamente. construidas desde el punto de vista de los dominadores, haciéndolas parecer
de ese modo como naturales» (Bourdieu, 2000: 50). Esto explica que existan
mujeres que reivindiquen su papel de madres y amas de casa en detrimento de
su autonomía individual.
La asignación de las tareas domésticas y reproductivas a las mujeres, y de las
labores productivas a los hombres –tendencia que prima en las sociedades
occidentales–, no es una simple repartición horizontal de funciones. Se trata
de una división jerárquica, toda vez que a lo masculino-productivo-público se
le otorga prestigio y reconocimiento socioeconómico, mientras que a lo
femenino-reproductivo-privado se le considera bajo, indignante, valoraciones
que se condensan en palabras despectivas como «coima», «grasa» o «sirvienta»,
con las cuales se suele nombrar a las personas –usualmente mujeres– dedicadas
a los oficios domésticos y de cuidado de niños/as. Además de lo anterior, las
tareas domésticas y de cuidado pocas veces son remuneradas, y cuando lo son
priman condiciones de trabajo precarias e inciertas (Barreto, 2001).
Así pues, la noción de trabajo, de obra, tiende a equipararse a la condición
de hombre, de manera que «la definición de la obra está androcentrada»
(Molinier, 2003: 47). Frente a este fenómeno, desde 1970 las feministas han

Revista Inversa
reivindicado la importancia del trabajo doméstico asociado a la condición de
las mujeres, «no sólo para el mantenimiento y reproducción de la fuerza de
trabajo y de las familias, sino para el funcionamiento del sistema económico»
(Benería, 2006: 9). A partir de 1980, esa reivindicación se enfocó en la búsqueda
de la contabilización estadística del trabajo doméstico en las cuentas nacionales,
lo cual, poco a poco, ha dado lugar a que organismos como Naciones Unidas
tengan en cuenta este trabajo a la hora de establecer estadísticas económicas
nacionales e internacionales. Como resultado de estas acciones, ha aumentado
la información cuantitativa al respecto, hecho que permite evaluar con más 15
precisión el aporte del trabajo doméstico y reproductivo no remunerado a las
economías de los países (Benería, 2006).
A pesar de lo anterior, la subvaloración del trabajo doméstico y de las

Vol. 2 No. 1 (2006)


mujeres que lo realizan, ya sea de manera no remunerada en sus hogares o
remunerada al servicio de terceros, aún persiste, y se reproduce a escala
internacional junto con el aumento de la circulación de mujeres del Tercer
Mundo hacia el Primer Mundo en el marco de la globalización.
Lamentablemente, la mayoría de esas mujeres no goza de las ventajas con las
cuales contó nuestra Luz Helena. La posibilidad de elegir con base en la tenencia
de un techo, educación, ingresos y seguridad social antes del viaje es un
privilegio de pocas. Más bien prima la urgencia de encontrar formas de
supervivencia en otras latitudes, condicionadas por formas de trabajo precarias
e incluso denigrantes, pues en muchos casos la triple condición de mujer,
inmigrante y trabajadora doméstica permite hablar de la ya mencionada
«esclavitud contemporánea». Esta expresión la sugirió Zarembka (2004) luego
de entrevistar a decenas de mujeres latinas y de Filipinas residentes en los
Estados Unidos, tanto en condición de legalidad como de ilegalidad. A
continuación trascribo algunos apartes del trabajo de Zarembka:

«Imagina que te encuentras lejos y encerrada bajo llave en un hogar ajeno. No hablas el
lenguaje de tus captores. En las raras ocasiones en que sales a la calle, alguien te escolta y
tienes prohibido hablarle a cualquier persona. Usualmente te alimentas de los sobrados que
dejan los niños a quienes tienes que cuidar mientras cumples sobre el tiempo con los oficios
de la casa. Nunca te han pagado por las tareas que realizas y la dueña de la casa abusa de
ti físicamente. Oscar Javier Reyes Chiriví
Aunque este escenario parece estar circunscrito a un tiempo lejano en la historia de los
Estados Unidos, describe las recientes condiciones de trabajo de María José Pérez en el área
de Washington, D.C. Detrás de los ostentosos céspedes y de las puertas cerradas de nuestros
más ricos residentes vive parte de la gente más vulnerable en los Estados Unidos: trabajadoras
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.

domésticas inmigrantes abusadas, quienes algunas veces son víctimas de esclavitud y tráfico
humano» (Zarembka, 2004)11.

La cruda situación narrada en esta cita se da incluso en el marco de contratos


de trabajo tramitados con funcionarios del Banco Mundial (BM) y de la
Organización de Estados Americanos (OEA). Así, por ejemplo, Dora, una de
las mujeres entrevistadas por Zarembka, firmó un contrato con un agente del
BM en Ghana, en el cual se establecía un horario de trabajo de 40 horas
semanales. Sin embargo, cuando arribó a Washington, debía cumplir con una
agenda diaria que comenzaba a las 5:45 a.m. y concluía a las 9:30 p.m. Luego
de trabajar durante cuatro meses a cambio de 100 dólares al mes, Dora exigió
que su contrato fuera respetado. La familia para la cual trabajaba decidió
despedirla y enviarla en el siguiente vuelo a Ghana. Mientras la llevaban al
aeropuerto, Dora logró escaparse. Sin embargo, su empleador se había
apropiado de su pasaporte para entregarlo al Servicio de Inmigración y
Naturalización (INS), exigiendo su inmediata deportación.
El recurso a la amenaza ante las autoridades de inmigración es bastante
frecuente en varios casos estudiados por Zarembka. Incluso en el caso de
inmigrantes legales, los programas de visas en los cuales se enmarcan sus
contratos suelen prohibir explícitamente que presten sus servicios a personas
distintas a los primeros empleadores, quienes son definidos antes de que las
mujeres viajen hacia los Estados Unidos. Esta condición de dependencia da a
16
los empleadores un alto grado de decisión sobre las vidas de sus empleadas
domésticas inmigrantes. Muchos de ellos (y de ellas) se aprovechan de la
situación, no sólo al pagar pocas –o nulas– sumas de dinero a las mujeres,
sino también utilizando violencia simbólica mediante el uso de términos
David Andrés Díez Gómez

discriminatorios como «esclava», «india»12, «criatura»; apelando a la violencia


física e incluso llegando a extremos inhumanos como la utilización de collares
de perros para amarrar (literalmente) a las mujeres, como lo evidenció Zarembka
(2004) en algunos casos.

Acción colectiva e intervención estatal: caminos alternativos


Frente a este tipo de situaciones, se hace necesario un nueva forma de
contrato social entre hombres y mujeres, que redunde en una valoración efectiva
de las labores domésticas y reproductivas, así como en una repartición justa
de éstas y las actividades productivas. Pero tal contrato no puede restringirse al
plano de los individuos, sino que requiere de relaciones más equitativas entre
las naciones, especialmente entre los países ricos y los países pobres, de manera
que estos últimos no continúen siendo una bodega de materias primas y de
mano de obra barata –y hasta «esclavizable»– a disposición de las necesidades
del llamado «Primer Mundo».
La situación podría cambiarse si el programa de visas al que acceden las
11
Traducción libre. mujeres que llegan a los Estados Unidos desde el Tercer Mundo para trabajar
como empleadas domésticas, contemplara lineamientos similares a los
12
La palabra «india» por sí misma
no es discriminatoria, pero lo es en
establecidos en las visas para mujeres europeas que arriban a ese país para
el contexto de violencia simbólica ocuparse temporalmente en esas mismas actividades. Muchas de estas mujeres
descrito. se inscriben en un programa de visas marcadamente distinto al que cobija a
aquellas del Tercer Mundo. Así, por ejemplo, el programa patrocinado au pair
–«un/a igual»– recluta bastantes mujeres jóvenes de clase media europea para
realizar un «intercambio educativo y cultural» en el marco de visas tipo J-1.

«Cuando Ava arribó en el marco del programa au pair a la ciudad de New York, fue llevada
a un hotel para una sesión de orientación de una semana. Allí fue presentada a otras
niñeras que estarían viviendo en la misma zona que ella, de manera que pudieran construir
una red de amistad. Una vez ella se unió a la familia empleadora, recibió otro programa de
orientación, donde le fue brindada información sobre recursos comunitarios y oportunidades
educativas. […]. Cada mes, ella y sus empleadores debían asistir a una asesoría con un
consejero, quien les ayudaría a resolver cualquier disputa o inquietud» (Zarembka, 2004:
149)13.

En contraste con la situación anterior, el Departamento de Estado no guarda


reportes ni realiza seguimiento a las condiciones laborales de muchas de las
inmigrantes del Tercer Mundo que, a diferencia de las mujeres europeas inscritas
al programa au pair, ostentan las visas denominadas B-1. Por tanto, la ubicación
y las condiciones de trabajo de estas mujeres permanecen particularmente

Revista Inversa
oscuras, lo cual potencia la posibilidad de que se presente explotación y tiende
a generar situaciones como las descritas más atrás (Zarembka, 2004).
Para lograr el paso de las visas B-1 a las J-1, es necesario que los Estados
Unidos, así como los estados de origen de las mujeres inmigrantes consideren
la situación de estas personas como un problema público. En ese tránsito, la
movilización de las propias mujeres constituye un papel fundamental. Sin
embargo, una de las paradojas que se presenta en este caso es que la restricción
a la autonomía de las mujeres sobre sus propios cuerpos limita a su vez la
posibilidad de generar redes sociales. Éstas son claves para adelantar lo que 17
Kate Young llama «acciones generativas», las cuales consisten en «acciones que
tienen la capacidad de actuar como multiplicadores de otras acciones en un
proceso dinámico y permanente en el cual la comunidad se ve involucrada

Vol. 2 No. 1 (2006)


gradual y crecientemente» (Young, 1991: 32). Estas acciones son la base para
que las mujeres politicen sus intereses prácticos de género y movilicen en la
esfera de lo público sus «asuntos», tratando de conectarlos con intereses más
generales de la sociedad, de manera que cobren centralidad en las agendas de
gobierno. Tal movilización implica un proceso anterior de generación de
conciencia entre las mujeres, para lo cual resulta fundamental la socialización
de experiencias comunes, que las lleve a ver reflexivamente el contexto social
en el cual se inscriben.
Una vez dado este paso, también se hace necesario que los Estados jueguen
un papel interventor, para lo cual deben trascender la visión idealizada del
neoliberalismo, según la cual el mercado genera equilibrio social a partir de las
«manos invisibles» representadas por el «libre» juego de la oferta y la demanda
de bienes, servicios y personas.
A pesar de las limitaciones impuestas a las trabajadoras domésticas
inmigrantes, éstas han venido movilizándose por sus derechos, de la mano de
activistas y organizaciones de base. Grupos como Mujeres Unidas de Maryland
están formando cooperativas de trabajo desde las cuales reivindican el
mejoramiento de las condiciones en las que realizan su trabajo (Zarembka,
2004). Estos espacios constituyen un ambiente para buscar soluciones frente
a necesidades prácticas del género femenino, entre ellas la supervivencia digna,
la posibilidad de generar recursos para sí mismas y para enviar remesas a sus 13
Traducción libre
familias de origen. Por otro lado, configuran un marco de reflexión que permite
generar conciencia frente a condiciones estructurales de opresión de la mujer
(la división sexual del trabajo, entre otras), como ha sucedido en el caso las
Mujeres, migración internacional y división del trabajo... Pp. 4-21.

organizaciones de inmigrantes latinas despedidas de empresas manufactureras.


En esas organizaciones, la acción colectiva de las mujeres ha creado un ambiente
de apoyo, así como de toma de conciencia, no sólo frente al trasfondo social
y político que genera condiciones de sufrimiento personal ante la explotación
y la posterior pérdida del empleo, sino también frente a las condiciones
desiguales entre hombres y mujeres, legitimadas por un orden social
antidemocrático (Yoon Loui, 2003).

Consideraciones finales
Los casos y análisis que he presentado hasta aquí permiten señalar por lo
menos dos cuestiones epistemológicas y políticas que considero relevantes.
En primer lugar, hablar de división sexual del trabajo desde una perspectiva de
género implica trascender la mirada coloquial que equipara «género» a «mujer».
Como ya lo mencioné citando a Joan Scott, el género es una categoría relacional,
de manera que no sólo permite comprender críticamente las relaciones entre
hombres y mujeres, sino también la articulación y disyunción entre países en
un sistema económico global. Podemos examinar una de las dimensiones del
funcionamiento de este sistema usando las nociones de masculino/femenino
entendidas relacionalmente. Tal bipolaridad toma forma en el vínculo entre
Primer Mundo y Tercer Mundo, el cual está tan curtido de desigualdad como
sucede en el caso de lo masculino/femenino. En las situaciones de mujeres
migrantes analizadas, el Tercer Mundo opera como un cuerpo constituido de
18 millares de mujeres que optan o se van obligadas a migrar hacia el Primer
Mundo para buscar alternativas de supervivencia. Esta búsqueda no es ajena al
establecimiento de relaciones económicas inequitativas entre las naciones ricas
y las naciones pobres, fruto de las cuales países como Colombia entran al
David Andrés Díez Gómez

mercado global en condiciones de desventaja, toda vez que sus productos y su


gente son menospreciadas ante mercancías inmateriales altamente valoradas
en la sociedad del conocimiento. Esta desigualdad no es un fenómeno nuevo,
sus antecedentes pueden rastrearse en eventos como los ocurridos en 1492,
cuando el oro americano subsidió el despegue del capitalismo europeo dejando
tras de sí millones de hombres asesinados, mujeres violadas e infantes
huérfanos/as (Tovar, 1997). Desde ese entonces hasta hoy, la desigualdad entre
países ha estado acompañada de imágenes que identifican a Europa (y a Estados
Unidos) con la civilización, el conocimiento y la tecnología, mientras que
América y las naciones llamadas tercermundistas son asociadas con la ignorancia
y con la madre naturaleza (femenina), supuestamente necesitada de una
intervención humana (masculina) que la encauce hacia el progreso.
Lo anterior constituye entonces no sólo una cuestión epistemológica, toda
vez que evidencia la riqueza conceptual de la categoría de género para interpretar
diversas realidades sociales, sino que a la vez es un asunto político pues invita
a reivindicar valores feminizados (el cuidado del ambiente y los intercambios
recíprocos, por ejemplo) como fuentes de resistencia ante el sistema económico
desigual imperante.
En segundo lugar, los análisis planteados en este texto recalcan aquello que
han señalado con vehemencia feministas negras desde la década de 1980: la
importancia de desarrollar análisis de género que comprendan las múltiples e
Oscar Javier Reyes Chiriví incluso desiguales relaciones entre mujeres y no sólo entre los sexos. No todas
las mujeres son iguales. No todas enfrentan el orden de género imperante del
mismo modo. Su condición de clase, etnia, edad, origen regional, así como su
capital social y simbólico hacen que se inscriban de manera diversa en el orden
actual. Estas consideraciones permiten generar un conocimiento situado (véase
Arango, 2005), que en los casos analizados aquí se traduce en comprender
que las motivaciones y condiciones de migración internacional de personas
como Luz Helena sean tan distintas a las de mujeres del Tercer Mundo con
otro tipo de posición y capital económico y social. Eso también explica que
las condiciones en que viajan mujeres francesas a los Estados Unidos para
desarrollar tareas domésticas sean tan opuestas a aquellas que enfrentan mujeres
que llegan al mismo destino pero desde otros países como Filipinas, motivadas
no por la curiosidad y las ansias de vivir nuevas experiencias en un lugar distante,
sino ante todo por la necesidad de garantizar su supervivencia y la de sus
parientes cercanos.

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Revista Inversa
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