You are on page 1of 5

FACTORES REALES DEL PODER

Atendiendo a la etimología de la palabra "factor", el concepto respectivo significa


"el que hace alguna cosa". La idea de "real" denota lo objetivo, lo trascendente,
lo "fenoménico" según la terminología kantiana, es decir, "lo que está en la cosa
o pertenece a ella". Por ende, los factores reales de poder son los elementos
diversos y variables que se dan en la dinámica social de las comunidades
humanas y que determinan la creación constitucional en un cierto momento
histórico y condicionan la actuación de los titulares de los órganos del Estado en
lo que respecta a las decisiones que éstos toman en el ejercicio de las funciones
públicas que tienen encomendadas.

Estos factores no son sino las conductas distintas, divergentes o convergentes,


de las diferentes clases, entidades o grupos que existen y actúan dentro de la
sociedad de que forman parte, para conservar, defender o mejorar las
infraestructuras variadas en las que viven y se mueven. Tales tendencias
actuantes, que traducen un conjunto de objetivos y medios para realizarlos,
presionan políticamente para reflejarse en el ordenamiento jurídico fundamental
del Estado, que es la Constitución, es decir, para normativizarse como contenido
dogmático e ideológico de ésta.

El estudio de los factores reales de poder corresponde principalmente a la


sociología, que por éste y otros muchos motivos guarda estrecha relación con el
Derecho Constitucional, pues esta rama de la ciencia jurídica tiene
indispensablemente que valerse de ciencias sociales par~ explicar el contenido
de las instituciones establecidas y reguladas por una determinada Ley
Fundamental vigente o que haya estado en vigor en un cierto país. La sociología
y las disciplinas conexas proporcionan la metodología para estudiar los
fenómenos que en la dinámica de las colectividades humanas reflejan la
presencia y acción de los factores reales de poder que hayan condicionado el
orden constitucional desde e! punto de vista de su contenido sustancial.

Dichos factores sólo son ponderables en función de un momento histórico


determinado y en relación con un cierto pueblo o Estado, siendo susceptibles de
cambiar con el tiempo e incluso de desaparecer y de ser reemplazados por otros
en la evolución transformativa gradual y súbita de las sociedades humanas. Sin
embargo, grosso modo, nos aventuramos a indicar que generalmente los
factores reales de poder que han influido e influyen no sólo en la creación de la
Constitución, sino también en sus reformas sustanciales y en la actividad de los
órganos del Estado, inciden y se registran en los ámbitos económico, cultural,
religioso y político, pudiendo actuar combinadamente en todos.
LAS DECISIONES FUNDAMENTALES

Las decisiones fundamentales que sustentan y caracterizan a un orden


constitucional determinado están en Íntima relación con los factores reales de
poder. Tales decisiones son los principios básicos declarados o proclamados en
la Constitución, expresando los postulados ideológico-normativos que denotan
condensadamente los objetivos mismos de los mencionados factores. Así,
cuando en la historia de un país y en un cierto momento de su vida predomina
en la asamblea constituyente la influencia de alguno o algunos de los propios
factores, el ordenamiento constitucional recoge los principios económicos,
sociales, políticos o religiosos que preconizan.

Este acto implica la juridización de los citados principios, o sea, su erección en


el contenido de las declaraciones normativas básicas y supremas del Estado,
declaraciones que no son sino las decisiones fundamentales proclamadas en la
Constitución. Nítidamente se deduce que estas decisiones pueden ser políticas,
económicas, sociales o religiosas, adoptadas aislada o combinadamente, que es
lo que sucede con más frecuencia, teniendo como atributo relevante su
variabilidad en el tiempo y en el espacio, ya que su contenido sustancial depende
de la facticidad diversa y de las distintas corrientes de pensamiento que en un
momento histórico dado actúen en un determinado país.

En otras palabras, y como dice Jorge Carpizo, "Las decisiones fundamentales no


son universales están determinadas por la historia y la realidad sociopolítica de
cada comunidad", considerándose como "principios que se han logrado a través
de luchas" y como "parte de la historia del hombre y de su anhelo de libertad."
Parafraseando el pensamiento de Heller, podemos afirmar que las decisiones
fundamentales son las valoraciones normativizadas, o sea, convertidas en
normas jurídicas, de lo que el célebre jurista entiende por "normalidad",
concepto que, mutatis mutandis, equivale a lo que se denomina llanamente "la
constitución real dinámica" de un pueblo. Al insinuar que existe normalidad
"positiva" y normalidad "negativa", Heller sostiene que sólo la primera es digna
de normativizarse, es decir, de expresarse en principios axiológicos que, al
acogerse en la "constitución normada", esto es, para nosotros, en la constitución
jurídico-positiva, se traducen en las decisiones fundamentales.

"La Constitución normada, escribe, consiste en una normalidad de la conducta


normada jurídicamente o extrajurídicamente por la costumbre, la moral, la
religión, la urbanidad, la moda, etc. Pero las normas constitucionales, tanto
jurídicas como extrajurídicas, son, a la vez que reglas empíricas de previsión,
criterios positivos de valoración del obrar. Porque también se roba y se asesina
con regularidad estadísticamente previsible sin que, en ese caso, la normalidad
se convierta en normatividad. Sólo se valora positivamente y, por consiguiente,
se convierte en normatividad, aquella normalidad respecto de la cual se cree que
es una regla empírica de la existencia real, una condición de existencia ya de la
Humanidad en general, ya de un grupo humano."

LA FUNDAMENTALIDAD

La fundamentalidad denota una cualidad de la Constitución jurídico-positiva que,


lógicamente, hace que ésta se califique como "Ley Fundamental del Estado."
Entraña, por ende, que dicha Constitución sea el ordenamiento básico de toda
la estructura jurídica estatal, es decir, el cimiento sobre el que se asienta el
sistema normativo de derecho en su integridad. Consiguientemente, el concepto
de fundamentalidad equivale al de primariedad, o sea, que si la Constitución es
la "Ley Fundamental", al mismo tiempo es la "Ley primaria". Este atributo,
además, implica que el ordenamiento constitucional expresa las decisiones
fundamentales de que hablamos con antelación, siendo al mismo tiempo la
fuente creativa de los órganos primarios del Estado, la demarcación de su
competencia y la normación básica de su integración humana.

La fundamentalidad de la Constitución significa también que ésta es la fuente de


validez formal, de todas las normas secundarias que componen el derecho
positivo, así como la "superlegalidad" de sus disposiciones preceptivas en la
terminología de Maurice Hauriou. Conforme al pensamiento de Kelsen, la
Constitución jurídico-positiva o "material" como también la llama, tiene la
"función esencial" consistente en "regular los órganos y el procedimiento de la
producción jurídica general, es decir, de la legislación, regulación que deriva del
carácter de "ley fundamental" que tiene, o sea, de ordenamiento fundatorio de
todas las normas secundarias. El jurisconsulto Jorge Xifra Heras, profesor de la
Universidad de Barcelona, refiriéndose a la fundamentalidad constitucional,
asegura que "Este carácter fundamental que concede a la constitución la nota
de ley suprema del Estado, supone que todo el ordenamiento jurídico se en-
cuentra condicionado por las normas constitucionales, y que ninguna autoridad
estatal tiene más poderes que los que le reconoce la constitución, pues de ella
depende la legitimidad de todo el sistema de normas e instituciones que
componen aquel ordenamiento.'"

LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN

Del principio de supremacía de la Constitución y de su aplicación en la dinámica


jurídica se derivan varias consecuencias que sería prolijo enunciar. Podemos
sostener, sin embargo, que algunas de ellas son el fundamento de diversas
instituciones constitucionales que en distintos regímenes jurídicos se han
estructurado diferentemente. Así, Xifra Heras, por no citar a otros tratadistas,
apunta como "consecuencias fundamentales" de la supremacía constitucional las
siguientes:

"a) El control de la constitucionalidad de las leyes que se impone a raíz de la


necesidad de que la constitución debe condicionar el ordenamiento jurídico en
general.”
b) La imposibilidad jurídica de que los órganos deleguen el ejercicio de las
competencias que les ha atribuido la constitución, pues, como afirma Eismen,
los diversos poderes constituidos 'existen en virtud de la constitución, en la
medida bajo las condiciones con que los ha fijado: su titular no lo es de su
disposición, sino sólo de su ejercicio. Por la misma razón que la constitución ha
estable ido poderes diverso di tintos y repartidos los atributos de la soberanía
entre diversas autoridades, prohíban implícita y necesariamente que uno de los
poderes pueda de cargar obre otro su cometido y su función: de la misma
manera que un poder no puede usurpar lo propio de otro, tampoco debe delegar
lo suyo a uno distinto."

El principio de supremacía en el constitucionalismo mexicano

Este principio se consagra en el artículo 133 de la Constitución de 1917 que


corresponde al artículo 126 de nuestra Ley Fundamental de 1857, siendo el texto
de dicho precepto el siguiente:

"Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de eIla y
todos los tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se
celebren por el Presidente de la República con aprobación del Senado, serán la
ley suprema de toda la Unión. Los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha
Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario que
pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados."

Parece ser que la primera parte del propio artículo otorga el carácter de
supremacía no sólo a la Constitución, sino también a las leyes dadas por el.

Pues bien, en la Constitución se crean órganos (o poderes) encargados del


ejercicio del poder público del Estado. Estos órganos o "poderes" son, por
consiguiente, engendrados por la Ley Fundamental, a la cual deben su existencia
y cuya actuación, por tal motivo, debe estar subordinada a los mandatos
constitucionales. Es por esto por lo que los órganos estatales, de creación y. vida
derivadas de la Constitución, nunca deben, jurídicamente hablando, violar o
contravenir sus disposiciones, pues sería un tremendo absurdo que a una
autoridad constituida por un ordenamiento le fuera dable infringirlo.

You might also like