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PRELATURA DE CANCÚN-CHETUMAL

Carta Pastoral del año de María Madre del sacerdote.


“Amarla, una misión que nos toca a todos”.

1-.”Una gran señal se apareció en el cielo: una mujer vestida de sol con la luna
bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza, está en cinta y
grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz” (Ap. 12, 1).

Con la feliz esperanza que ha despertado en nosotros el jubileo eucarístico que


hemos celebrado, iniciamos llenos de alegría el año de María Madre del Sacerdote.
Al igual que el año pasado, ha de ser un tiempo privilegiado de gracia, que Dios nos
concede a través de nuestra Madre del cielo.
Todos los fieles de la Prelatura de Cancún – Chetumal, especialmente todos los
sacerdotes, queremos sentir su presencia maternal más cercana y más tierna. Que
Ella nos acompañe en nuestro caminar eclesial, cubra con su manto a todos los
sacerdotes para defenderlos de las asechanzas del enemigo, y los ayude a crecer
en santidad y a ser testigos luminosos de Jesucristo Buen Pastor. Así como hemos
celebrado con tanto jubilo y fervor en esta tierra bendita, los 500 años de la primera
misa documentada celebrada en México; así nos estamos preparando ya para
celebrar los 500 años de la presencia maternal de Santa María de Guadalupe en
esta tierra mexicana en la que se ha sentido tan profundamente todo su cariño de
Madre en el corazón de todo el pueblo cristiano católico de México.

De esta forma nos preparamos también para la gran celebración de los 50 años de
nuestra Iglesia Particular, que peregrina en el estado de Quintana Roo. Para este
fin hemos establecido un triduo de años; dedicando el primero a la Eucaristía, el
segundo a Santa María Madre del Sacerdote y el tercero a la Santa Cruz.
Constatamos con gratitud y alegría, la sintonía tan grande con el Proyecto Global
de Pastoral que nos ofrecen los obispos, para prepararnos a celebrar las
apariciones de Santa María de Guadalupe a San Juan Diego, en el cerrito del
Tepeyac y la manifestación de su presencia continua maternal y amorosa de la
milagrosa imagen de la tilma de San Juan Diego. Los signos de la presencia de
Santa María de Guadalupe en esta tierra, son numerosos y variados. El amor y la
devoción a la Madre de Cristo, arraigaron tan hondamente en el corazón de los
fieles, que con razón México se gloría de llamarse “tierra de María Santísima”. En
nuestra Prelatura podemos decir que, en todos los hogares se venera la imagen de
Nuestra Señora de Guadalupe y en todas las comunidades, hay una capilla o una
ermita dedicada a ella. Los santuarios son muy visitados en su fiesta y la devoción
de rezar el rosario muy extendida entre todos los fieles del pueblo de Dios. Ella se
ha manifestado como Madre buena y amorosa de esta tierra, y nosotros queremos
manifestarnos como buenos y amorosos hijos suyos.
Queremos volver a ver esa gran señal que apareció en el cielo y encontrar en Ella,
un signo del amor de predilección de Dios hacia este pueblo, un fortalecimiento de
nuestra fe; un consuelo en nuestras penas y tribulaciones en estos momentos de
dolorosas dificultades para la Iglesia, una luz del sol de justicia que nace de lo alto
en medio de las tinieblas de nuestros tiempos, una dulce compañía en nuestro
caminar eclesial, una inspiración en nuestra misión evangelizadora, una fortaleza
en la lucha por la extensión del reino.

También queremos encontrar en esa señal del cielo el triunfo y la victoria sobre “el
dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos” que acecha este mundo
convulsionado en que vivimos, desgarrado por la violencia del crimen organizado y
del narcotráfico; sacudido por la violencia intrafamiliar y la pérdida de valores
evangélicos; herido por los ataques mediáticos en la misma iglesia católica. El diablo
está vivo y muy activo buscando como erosionar a la Iglesia católica, como dice el
Papa Francisco: “No deberíamos pensar en el diablo como un mito, una
representación, un símbolo, una forma de hablar o una idea. Este error nos llevaría
a bajar la guardia y terminar siendo más vulnerables”. La Iglesia se ha visto muy
afectada por múltiples casos de abusos de menores y al mismo tiempo por el
aumento de la polarización entre conservadores y liberales, dentro de la misma
Iglesia. Por eso el Papa nos ha pedido a todos los católicos, rezar diariamente el
rosario en el mes de octubre y concluirlo con la oración a San Miguel Arcángel, líder
de los ángeles que derrotaron a Lucifer, el ángel caído y expulsado del cielo:
“Entonces entablo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron contra
el dragón. También el dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y
no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente
antigua, el llamado Diablo y Satanás, el seductor del mundo entero; fue arrojado a
la tierra y sus ángeles fueron arrojados con Él” (Ap. 12, 7). La Biblia comienza y
termina con la victoria sobre Satanás, “Ella te aplastará la cabeza, mientras tu
acechas su calcañar” (Gen. 1 15)

A pocos años de la llegada del Evangelio a estas tierras, en el año 1531, aparece
Santa María de Guadalupe, y hace resonar dulcemente, la novedad del amor de
Dios, que tristemente había sido lastimada por la espada de la conquista. Los
enfrentamientos entre colonizadores españoles y pobladores nativos, se fueron
agravando cada día más y más, hasta tal punto, que el arzobispo de México,
escribió al rey diciendo, que era inminente una hecatombe y catástrofe humana sin
precedentes, a no ser que una intervención sobrenatural del cielo, la evitara. En ese
preciso momento, apareció la señal del apocalipsis en el cielo: “una mujer vestida
de sol con la luna bajo sus pies” y el manto lleno de estrellas. Fue entonces cuando
se logró la paz y la reintegración de los dos pueblos, y nació una nueva nación.
María Santísima logro el milagro de la pacificación de los dos pueblos, surgiendo el
nuevo pueblo de México.
2-. “De donde a mí, que la Madre de mi Señor venga a visitarme” (Lc. 1, 43),
“Non omni nationi fecit taliter” (Sal. 147,20).

Todos el pueblo de México, se siente orgulloso y privilegiado de haber sido elegido


por la Virgen Santísima, de manera muy especial, no solo por una aparición fugaz,
sino por haber dejado estampada su imagen en la tilma de San juan Diego y
quedarse así con nosotros para siempre y haber pedido quedarse en una casita
sagrada donde pudiera prodigar todo su amor de madre, a los moradores de esta
tierra. Para cada mexicano, para cada pueblo y para la nación entera, la presencia
de María Santísima, constituye un elemento fundante de su identidad. El origen de
nuestra nación, así como el proceso de reconciliación social fundacional y el
mestizaje que se produjo, no se entiende sin la presencia materna de María
Santísima. Tampoco es posible entender a México, su historia y su identidad, sin la
presencia evangelizadora e inculturada de la Virgen de Guadalupe, Reina de México
y Patrona de nuestra libertad. Al recordar los 500 años de su aparición, no podemos
menos, que sentirnos agradecidos y privilegiados por este gran acontecimiento
guadalupano, que marco la cultura, la religiosidad y la identidad de nuestro pueblo.
“Non omni nationi fecit taliter” (Sal.147, 20) con ninguna otra nación se portó así,
María Santísima. Al quedarse estampada milagrosamente en el ayate de San juan
Diego, dejó patente, su amor de predilección, por el indito masagual mexicano, que
representa a todos los mexicanos, que con razón nos sentimos profundamente
agradecidos de ser los hijos predilectos de Santa María de Guadalupe.

3-. “Proclama mi alma la grandeza del Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi


salvador” (Lc. 1, 47).

La gratitud sincera compromete y produce frutos de santidad y de vida. María


santísima alaba y bendice a Dios, porque ha mirado la humildad de su esclava, y ha
hecho cosas grandes en ella. Al mismo tiempo recuerda la Historia de la Salvación
y las acciones del Señor para su pueblo Israel desplego la fuerza de su brazo, contra
los soberbios; derribo a los potentados de sus tronos y exalto a los humildes. Acogió
a Israel su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había anunciado a
nuestros padres en favor de Abraham y su descendencia, por los siglos”. María
recuerda agradecida toda la historia y acontecimientos de la Salvación. Si queremos
ser agradecidos, como María, no podemos olvidar las maravillas que ha hecho el
Señor en nuestro pueblo. Pero al mismo tiempo María con gran diligencia, va a
visitar y auxiliar a su prima Santa Isabel, en los quehaceres más humildes y sencillos
de la casa, en las situaciones de mayor necesidad. Un corazón sincero y
agradecido, expresa su gratitud con palabras y con obras. Que este año de María
Madre del Sacerdote, pidamos a María, que cuide a nuestros sacerdotes, pero
también nosotros, agradezcamos su labor sacerdotal abnegada y desinteresada,
expresándole nuestra gratitud con palabras y con obras, que cuando ellos nos pidan
colaboración en los apostolados, en los servicios y en las obras de la Iglesia,
respondamos con diligencia y con generosidad, como María Santísima se
manifiesta en su visitación a su prima Santa Isabel, y que también estemos atentos
a las necesidades materiales y espirituales de nuestros sacerdotes y seminaristas.
Este año debe ser motivo, para que juntos demos gracias a Dios, por tantas
bendiciones que hemos recibido a través de la presencia de la Madre Santísima de
Guadalupe. Ella ha sido el consuelo y la ternura maternal, la fiel compañera de
nuestras alegrías y tristezas, confirmando la promesa que nos hizo en el Tepeyac:
“No estoy yo aquí que soy tu Madre”. Dios nos ha bendecido con abundantes
vocaciones, elevemos nuestro cantico de alabanza y gratitud, pero también
agradezcamos a Dios, cuidando las vocaciones que Él nos regala.

4-. “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según su palabra” (Lc 1, 26)

El sí generoso y perfecto de María Santísima al anuncio del ángel, es una gran


inspiración para impulsar en nuestra Prelatura, una nueva cultura vocacional, que
logre apoyar a todos los jóvenes que el Señor quiera llamar a la vocación sacerdotal.
Este Si de María, es la síntesis perfecta de la actitud de una creatura frente a su
creador. Este Sí generoso al llamado de Dios, es el rasgo que distingue a los hijos
de María. María tal vez, no entendió todo lo que implicaba ese llamado y sin
embargo dejó el significado de las palabras en las manos de aquel del cual
procedían. No necesitó entenderlo todo, para que su Si fuera perfecto. Dios solo
necesita nuestra humilde aceptación para hacer obras maravillosas. La actitud de
María frente al llamado de Dios, nos deja una enseñanza muy profunda; que la
grandeza y la fecundidad de una vida, consiste en la apertura de la libertad al
designio de Dios único e irrepetible para cada persona, por más incomprensible y
sorprendente que este designio pueda parecer. En definitiva, que la realización de
la existencia humana en plenitud, no es fruto del esfuerzo prometeico del hombre,
sino de la acogida y la obediencia al don del amor de Dios.

Todas las parroquias de la prelatura, han tomado muy enserio la recomendación


que nos hace el Señor en el evangelio de Mateo 9, 37: “la mies es mucha los obreros
pocos, rueguen pues al dueño de la mies, que envié obreros a su mies”. El Señor
ha escuchado las suplicas constantes y fervorosas, que el pueblo de Dios, eleva
constantemente en todas las misas que se celebran en la Prelatura. El pueblo pide
constantemente y confiadamente vocaciones sacerdotales y pide sacerdotes
santos, misioneros incansables y pastores buenos. Dios nos ha bendecido con
abundantes vocaciones al seminario mayor y al seminario menor. Desde el primer
año del seminario mayor, quedo lleno el primer edificio construido. En este tercer
año, estamos terminando el segundo edificio, en donde hemos tenido que
improvisar los dormitorios en las aulas de clase, para poder alojar a los numerosos
seminaristas que el Señor ha querido llamar a nuestro seminario mayor, de Santa
María de Guadalupe y San Rafael Guizar y Valencia. Un seminario que se ha
construido con puras oraciones del pueblo de Dios.

La actitud generosa de maría frente a su vocación, nos invita a vivir fiel y


generosamente nuestra propia vocación a la Santidad y también, nos invita a
colaborar en la pastoral vocacional como una Misión que nos toca a todos, para
promover la nueva cultura vocacional en toda la Prelatura: decanatos, parroquias,
seminario, grupos, movimientos y escuelas católicas.
5-. “Jesús crecía en edad, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombre”
(Lc 2, 52) - Bajo con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos (Lc 2, 51).

Consagramos a la Virgen Santísima, a todos los seminaristas menores, mayores y


a todos los sacerdotes que trabajan en la Prelatura, para que ella los cuide y los
proteja de las asechanzas del enemigo. Los ponemos en las manos benditas y
orantes de la Virgen de Guadalupe, para que ella, interceda por ellos y les alcance
todas las gracias que necesitan en su formación y santificación; para que ella
modele su corazón, según la imagen del corazón manso y humilde de Jesús; para
que ella les ayude a forjar, una personalidad amable y vigorosa, que refleje
luminosamente la figura del Buen Pastor. Que no descansen en su desempeño
formativo y en su anhelo por alcanzar, la plenitud de la madurez del hombre nuevo,
en Cristo Jesús. Que asista y acompañe a los formadores del seminario, para que
no aflojen en su empeño formativo, hasta no ver formada la imagen de Cristo en
sus alumnos.

Encomendamos a sus cuidados maternales, la formación permanente de nuestros


sacerdotes, para que nunca dejen de interesarse y empeñarse, en su formación
integral, y en renovarse y mantenerse al día, en todas las cuestiones que les
demandan su ministerio, en estos nuevos tiempos de confusión y de cambio cultural.
En la casa de Nazaret, reinaba siempre un ambiente de laboriosidad, silencio, paz,
oración, obediencia y de sencillez. Reinaba también la armonía y el respeto entre
todos los miembros de la Sagrada Familia, y por encima de todo, el amor entrañable
entre Jesús, María y José. Ojala que nuestros seminarios, sean como el hogar de
Nazaret, donde reinen todas las virtudes evangélicas de la niñez y vida oculta de
Jesús, y se forjen los misioneros emprendedores, austeros e intrépidos que requiere
esta tierra de misión, que es nuestra Prelatura de Cancún – Chetumal.

6-. “Mujer ahí tienes a tu hijo; y luego dijo al discípulo: ahí tienes a tu Madre.
Y desde aquella hora, el discípulo la acogió en su casa” (Jn. 19, 27).

María es ante todo y sobre todo una Madre; su grandeza no le viene de otros títulos
como Reina o Señora. María es fundamentalmente Madre, porque nos trajo a Jesús.
Porque engendra a Jesús y nos ayuda con la fuerza del Espíritu Santo, para que
nazca y crezca en nosotros. Es la que continuamente nos está dando vida. Es
Madre de la Iglesia y Madre de manera particular de cada sacerdote. Al pie de la
cruz, cuando ya nos lo había entregado todo, nos dio a su Madre, como último regalo
de su amor. Y fue en la persona del discípulo amado, que quiso entregarla como
Madre de todos los creyentes. Ningún cristiano y menos el sacerdote, puede
sentirse huérfano, porque tiene una Madre que es la más amorosa de las madres.
Al pie de la cruz, le dio un hijo para que siguiera amando como madre y para que lo
cuidara, y María cumplirá al pie de la letra el ultimo encargo que le hizo su hijo Jesús,
de seguirlo amando como hijo en sus discípulos. María sigue al pie de la cruz de los
sacerdotes. Es Madre cariñosa y responsable en las penas y alegrías de sus hijos.
En sus enfermedades y momentos de descanso, en sus triunfos y fracasos les
vuelve a decir como le dijo a Juan Diego: “No estoy Yo aquí, que soy tu Madre”.
Cada sacerdote, siente y debe sentir el cariño, la protección y la compañía de María,
como la sintió el discípulo amado. Él se la llevo a su casa, es decir, la hizo parte de
su vida y de su familia. No nos cansemos de amar y dejarnos amar por María, de
mirarla y dejarnos mirar por ella. La ternura de su mirada y su regazo maternal, son
remanso de paz para el alma sacerdotal y también son escuela donde se aprenden
el arte de acoger y escuchar las almas cansadas y atribuladas que acuden al
sacerdote en busca de la misericordia divina.

7-. “Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc. 1, 28).

María Santísima, escogida para ser la Madre del salvador, fue adornada con una
santidad extraordinaria y excepcional. Dios la preservo de toda mancha de pecado
original, y la doto de dones y prerrogativas totalmente excepcionales. Pero Ella
también colaboró libre y generosamente, con la acción del Espíritu Santo, para
mantener y caminar en la santidad, que Dios obraba en Ella.

La llamada al sacerdocio es una llamada a la Santidad. “Si quieres ser perfecto ve,
vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, tendrás un tesoro en el cielo. Ven y
sígueme” (Mt.19, 21). Todos los cristianos están llamados a ser santos, pero el
sacerdote de manera especial, debe ser testigo del estilo de vida pobre, casto y
obediente de Jesucristo Nuestro Señor. Es un hombre como los demás, con las
mismas limitaciones, defectos y virtudes de cualquier ser humano, pero su
configuración ontológica con Jesucristo, le obliga a conformar su vida en el modelo
e imagen de Jesucristo Buen Pastor. El sacerdocio es un llamado a buscar la
santidad, en sí mismo y en los demás.

Como nos dice el Papa Francisco, la santidad es el rostro más bello de la Iglesia.
La santidad, es un signo claro de la presencia del Señor. En la noche más oscura,
surgen los más grandes profetas y santos. La herencia de los santos, habla con una
voz más fuerte que la de los factores de desilusión y escándalo. El suave atractivo
de la santidad es más poderoso que el más agresivo proselitismo. Hoy día, el
sacerdote tiene la misión de recuperar y elevar la confianza y la credibilidad de los
fieles en el sacerdocio. Hoy su testimonio de santidad es más valioso y más urgente
que nunca. Que la Virgen Santísima les alcance todas las gracias que necesitan
nuestros sacerdotes, para que a pesar de sus debilidades y limitaciones, puedan
ser testigos de la acción santificadora del Espíritu Santo. Que resplandezca en ellos
la imagen del Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas.

8-. “Todos ellos perseveraban en la oración con un mismo espíritu, en


compañía de algunas mujeres y de María, la Madre de Jesús” (Hch. 1, 14).

Si queremos asumir la llamada de la iglesia a la misión permanente, necesitamos


mantenernos en la oración permanente, como los apóstoles que perseveraban en
la oración juntamente con María, la Madre de Jesús. Estaban encerrados con las
puertas bien atrancadas por miedo a los judíos, pero no dejaban de orar juntamente
con María santísima. Cuando irrumpió la presencia del Espíritu Santo, desapareció
el miedo y apareció la audacia; desapareció la timidez y a apareció la intrepidez;
desapareció la tibieza y apareció el ardiente fuego misionero. Todas las obras y
servicios en la Iglesia, nacen de la oración, maduran en la oración y dan fruto en la
oración. Si queremos estar siempre en misión, debemos estar siempre en oración.
De manera particular, las vocaciones sacerdotales nacen en la oración, maduran en
la oración y producen frutos abundantes en la oración. La oración del Rosario era la
oración predilecta y favorita del Papa San Juan Pablo II porque junto con María
contemplaba los misterios de Cristo.

9-. “Se encamino presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y entrando


en la casa de Zacarías, saludo a Isabel” (Lc. 1, 39)

Aquella sencilla y encantadora doncella de Nazaret, habiendo acogido en su


humilde corazón el increíble anuncio del ángel, y habiendo concebido por obra del
Espíritu Santo al verbo de Dios, salió de su casa presurosa, dejando la tranquilidad
de aquella escondida aldea de Nazaret y se encamino presurosa y diligente a las
montañas de Judea, para llevar la alegría del evangelio y la fuerza del Espíritu Santo
a su prima Isabel. Al entrar a casa de Isabel y saludarla, se produjo un pentecostés
anticipado, el niño salto de gozo en su seno y todos quedaron llenos del Espíritu
Santo. María estrella de la Evangelización, nos trae la alegría del evangelio y nos
atrae la fuerza del Espíritu Santo. Su ejemplo nos invita a nosotros, a salir de nuestra
comodidad, de nuestra tranquilidad, de nuestro confort y de nuestro egoísmo, para
encaminarnos a las montañas de los alejados y de las periferias de nuestro mundo.
Nos invita a acercarnos más y a entrar a las casas de nuestra gente más necesitada,
de nuestro apoyo, de nuestra compañía y de nuestro servicio sacerdotal. María
Santísima como buena misionera y como buena samaritana, se quedó con ella tres
meses, auxiliándola en sus necesidades más básicas y en sus momentos más
delicados, antes de dar a luz a su hijo. En ese ambiente de servicio humilde y de
encuentro cordial con su prima, le brotó del fondo de corazón, el inspirado canto de
gratitud y alabanza del Magnificad.

Que María Virgen y Estrella de la Evangelización, nos atraiga el Espíritu Santo,


como lo atrajo en su visita a su prima Isabel, como lo atrajo en el cenáculo en el día
de Pentecostés. Necesitamos una nueva efusión del Espíritu Santo, que nos ayude
a encontrar los nuevos métodos y caminos de una nueva evangelización más
misionera, que responsa a los nuevos tiempos y necesidades de nuestra Prelatura.
Que el soplo del Espíritu, logre encender nuestros corazones en el Espíritu
misionero intrépido, ardiente, entusiasta e incansable en la predicación del reino de
Dios; que nos ayude a encontrar la metodología y el lenguaje adecuados para
realizar el visiteo casa por casa, con misioneros bien formados que anuncien con
creatividad y alegría el kerigma evangélico, y contagien a todos los bautizados el
entusiasmo por la misión evangelizadora. Escuchemos el grito del Papa Francisco
en su exhortación Evangelii Gaudium: “¡Cómo quisiera encontrar las palabras para
alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, audaz, llena de
amor hasta el fin y de vida contagiosa! Pero sé que ninguna motivación será
suficiente, sino arde en los corazones el fuego del Espíritu. En definitiva, una
evangelización con Espíritu, es una evangelización con Espíritu Santo, ya que Él es
el alma de la Iglesia evangelizadora”.
La evangelización es la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más
profunda y su razón de ser. La Iglesia es misionera por naturaleza y existe para
evangelizar. El Papa Francisco ha emprendido, una decidida reforma misionera en
la Iglesia y no lo podemos dejar solo, en su empeño. Busca sacar a la Iglesia de su
rutina y comodidad, de sus esquemas hechos, de sus estructuras obsoletas y
ponerla en salida misionera, involucrando a todos los bautizados: “Sueño con una
opción misionera, capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos,
los horarios, el lenguaje y toda la estructura eclesial, se conviertan en cauce
adecuado, para la Evangelización. La reforma de las estructuras, exige la
conversión pastoral, solo puede entenderse en este sentido: Procurar que todas
ellas se vuelvan más misioneras (EG 27).

Que la Virgen Santísima nos alcance los dones del Espíritu Santo, que nos hagan
comprender que, Evangelizar es una Misión que nos toca a todos. Y que no
podemos dejar solo al Papa Francisco. Tenemos que seguir la luz de sus
enseñanzas y pisar las huellas de sus pasos en este camino misionero que van
marcando el rumbo de la Iglesia.

10-. “Mi Madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios
y la ponen en práctica” (Lc 8, 21).

Se presentaron dónde estaba Jesús, su Madre y sus hermanos, pero no podían


llegar hasta a Él por causa de la gente. Entonces le anunciaron que su Madre y sus
hermanos estaban ahí fuera y querían verlo, pero Él les respondió: mi madre y mis
hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Con esta respuesta, Jesús, no rechaza a su Madre, sino que subraya que el
escuchar la palabra y ponerla en práctica, es un vínculo que le hace más cercano a
ella. Que su Madre nodriza, no vale tanto como la sintonía espiritual que los une, al
escuchar la palabra de Dios y ponerla en práctica. La dicha de evangelizar se
enraíza en la dicha de escuchar, meditar y orar la palabra de Dios. La dicha de
evangelizar es la dicha de compartir con otros, lo que se ha contemplado en la
oración con Dios.

El sacerdote, el seminarista y el laico que quiera estar cerca de Jesús, ser de su


familia, y servir a la Iglesia en su misión evangelizadora, debe de ser asiduo en la
escucha para asimilar la palabra en su propia vida y poder transmitirla en la
predicación: “Toma el libro y devóralo. Te amargara las entrañas, pero en tu boca
será tan dulce como la miel. Tomé el libro de la mano del ángel y lo devoré y fue en
mi boca dulce como la miel, pero cuando lo comí, se me amargaron las entrañas.
Entonces me dicen, tienes que profetizar otra vez contra muchos pueblos, naciones,
lenguas y reyes” (Ap. 10, 10). La Palabra de Dios es la roca y fundamento de nuestra
vida y de nuestra misión, que no es otra cosa que compartir esa palabra. La palabra
es viva y eficaz, como espada de doble filo, que penetra hasta la medula de los
huesos y hasta el fondo de la conciencia. La palabra viva es semilla que cae en
tierra y produce fruto abundante. La palabra viva es lluvia que cae en tierra y la
fecunda. La palabra de Dios es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro
sendero hacia la vida eterna. La palabra de Dios es pan que nutre el alma, y la
fortalece en sus trabajos diarios. La palabra de Dios es la espada del Espíritu que
vence al enemigo.

María Santísima conservaba las palabras del ángel y las meditaba en su corazón, y
fue dichosa porque escucho la Palabra de Dios y la puso en práctica. Que Ella nos
alcance la gracia de ser asiduos en la escucha diaria de la Palabra, fieles en llevarla
a la práctica y generosos en compartirla con nuestros hermanos. Hoy día es muy
fácil a través de los medios electrónicos, escuchar todos los días la palabra del
Evangelio y compartirla con nuestros hermanos.

11-. “Que sean uno, como Tú y Yo somos uno, para que el mundo crea que Tú
me has enviado” (Jn. 17, 22).

Cuando Jesús se despide de sus discípulos en el cenáculo, una de las


preocupaciones más intensas de su corazón, es la unión y comunión de sus
discípulos, por eso pide al Padre “para que todos sean uno. Como Tu Padre en Mí
y Yo en Ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú
me has enviado” (Jn 17, 21).

Cuando María se aparece en el Tepeyac, manifiesta su gran deseo de que se le


construya una casita sagrada, un templo, que para la mentalidad occidental es claro
que eso también significa la comunidad de la iglesia. Y para la mentalidad indígena,
este significado se amplia, pues para ellos “templo” significa civilización, ya que
cuando los indígenas querían construir una sociedad o civilización, ellos edificaban
en primer lugar el templo, pues el templo le daba identidad a esa sociedad o
civilización. Así que el deseo de la virgen de Guadalupe al pedir una casita sagrada,
era el edificar una nueva comunidad y una nueva civilización. Ella quería poner en
el centro de esa casita sagrada a su Hijo Amado, para manifestarlo a Él, para
ensalzarlo a Él, para ofrecerlo a Él. Santa María de Guadalupe, pide esa casita
sagrada, como nueva civilización del amor misericordioso de Dios, un hogar
sagrado para el dueño del cielo y de la tierra. Y para edificar este templo, esta
civilización, esta tierra sagrada, ella nos llama a todos a formar parte de esta casita
sagrada, que tanto quiere, que tanto desea. Ella quiere que construyamos
solidariamente este templo que es la iglesia de su Hijo Amado y siempre bajo la
autoridad del obispo, cabeza de la Iglesia: “y para realizar lo que pretende mi
compasiva mirada misericordiosa, anda al palacio del obispo de México y le dirás
como yo te envió para que le descubras como mucho deseo, que aquí me provea
de una casita” (Nican Mopogua 33).

El amor de Dios y de María Santísima, se manifiesta de una manera clara y nítida,


en su máxima expresión espiritual en su Iglesia, que es al mismo tiempo: familia,
comunidad, hogar, templo y “casita”.

La comunión de todos los fieles y la comunión fraterna de todos los sacerdotes, es


un reto para nuestra iglesia en este momento de su historia y en este lugar
geográfico en que vivimos. Nos ha tocado una tierra hermosa, con un mar de azul
turquesa sobrecogedor, pero el crecimiento demográfico acelerado, de este joven
estado de Quintana Roo, destino turístico de nivel mundial, ha provocado la llegada
masiva de numerosos habitantes de diferentes estados y de diferentes países,
creando una situación de diversidad multicultural. Somos un mosaico cultural de
muchos colores, llamado a unirse en armonía para trabajar juntos en la construcción
de un nuevo pueblo y de una nueva Iglesia Particular. Cada uno aporta sus valores
y sus talentos para llevar adelante la misión de esta Iglesia Particular. Tenemos que
aprender a caminar juntos en una iglesia sinodal y hacer de nuestra iglesia una casa
y una escuela de la comunión eclesial. Este es el gran desafío que tenemos entre
nosotros, si queremos ser fieles al designio de Dios. Sigamos promoviendo una
espiritualidad de comunión, donde se eduquen los ministros del altar, las personas
consagradas y los agentes pastorales, y donde se construyan las familias y las
comunidades. Espiritualidad de la comunión, que significa ante todo una mirada del
corazón, hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros y cuya luz ha de ser
reconocida también, en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado.
Espiritualidad de la comunión significa, capacidad de sentir al hermano de fe en la
unidad profunda del cuerpo místico, y, por tanto, como uno que me pertenece, para
saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a
sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad (conf. NMI 43).

12-. “Hagan todo lo que Él les diga” (Jn 2, 5).

Así como en la boda de Caná, la intervención de María fue decisiva para el milagro
de la conversión del agua en vino. Así también necesitamos hoy, una intervención
de María para la conversión misionera, para que nuestras actitudes de pasividad,
de confort, de indiferencia, se transformen en celo misionero, en dinamismo, en
vitalidad, que logren una Iglesia viva, misionera y samaritana. La tarea
evangelizadora es una Misión que nos toca a todos, pero necesitamos sacudirnos
las resistencias y las reticencias. Necesitamos volver a la frescura del Evangelio sin
esquemas mentales preconcebidos, sin ideologías abstractas que nos hacen perder
lo concreto y practico del evangelio. Necesitamos poner en el centro la revolución
de la ternura y de la misericordia. Volver al primer anuncio kerigmático. Necesitamos
sacudirnos la rutina, la pereza y las estructuras obsoletas para salir y llegar hasta
las periferias geográficas y existenciales, y poder compartir la alegría del evangelio.
Necesitamos más audacia misionera para primarear e involucrarnos sin miedo, con
mucha imaginación y con mucha creatividad. Solo llenos del Espíritu Santo
podemos ser audaces, comparrecia y con alegría. Junto a María Santísima,
quedaremos llenos del Espíritu Santo y de todos sus dones. Junto a María
quedaremos enamorados de Cristo y convencidos de que su mensaje responde, a
las necesidades y anhelos más profundos del corazón humano. Junto con María,
desarrollamos ese gusto espiritual por estar cerca de la gente, compartiendo con
ella, acompañándola y ayudándola a mantenerse cerca de Dios. La misión es una
pasión por Jesús pero al mismo tiempo es una pasión por el pueblo. Cuando se
percibe la necesidad de la gente y se ve la respuesta generosa a nuestra invitación
de servir a la Iglesia, nuestro corazón se enciende y se vuelve más misionero.
Cuando la misión se convierte en esencia de nuestra vida, se vuelve un poderoso
motor y marca profundamente nuestra identidad personal. “Como el Padre me ha
enviado, así los envío Yo”. Somos enviados por Cristo, el enviado del Padre; somos
continuadores de su misma misión; Él ha tenido a bien confiar en nosotros, a pesar
de nuestras debilidades y limitaciones. Que la Virgen Santísima interceda por esta
Prelatura, para que la conversión pastoral de nuestros sacerdotes, seminaristas y
agentes laicos, produzca un ejército de evangelizadores en orden de batalla. Que
no dejen ninguna comunidad sin evangelizar. Que como valiente y aguerrido
ejército, puedan vencer al enemigo y conquistar para Cristo todos los corazones de
los fieles bautizados de esta Prelatura de Cancún – Chetumal.

En este año dedicado a María Madre de los Sacerdotes, hagamos vida el Programa
Pastoral que nos ha ofrecido la Vicaria de Pastoral. Confiados la maternidad y
poderosa intercesión de María Santísima, le suplicamos que nos permita vivir con
intensidad este año de gracia y que llevemos a la práctica, todo lo planeado y
programado, para que todos y cada uno de los que formamos esta Iglesia Particular,
nos sintamos unidos en la experiencia de un pueblo misionero que camina en la Fe,
la Esperanza y en el Amor. Somos una Iglesia joven en marcha misionera. Que
nadie se quede rezagado. Que todos participemos con entusiasmo en esta difícil
pero dulce y confortadora tarea de evangelizar, porque evangelizar es una Misión
que nos toca a todos.

Octubre
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato San José.
- 8 al 12 Semana de la Familia.
- 13. Apertura oficial Año de María Madre del Sacerdote en el Encuentro Mariano
de Cancún y Playa.

Noviembre
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato del Sagrado Corazón de Jesús
- 6 Retiro Mensual de sacerdotes en el Decanato del Sagrado Corazón de Jesús
- 19 al 21 Encuentro de Franjas de más de 25
- 21 Aniversario de la Fundación de la Prelatura de Cancún - Chetumal
- 22 Aniversario de la Ordenación Episcopal de Monseñor Pedro Pablo Elizondo
Cárdenas L.C.

Diciembre
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato “San Juan María Vianney”
- 4. Retiro Mensual de sacerdotes Decanato “San Juan María Vianney”
- 8. Peregrinación monaguillos por Decanatos a la Guadalupana
- 8. Celebración Eucarística Mariana para pedir la Paz y la Familia en el Estadio
“Andrés Quintana Roo” en Cancún

Enero
- 7 al 11 Semana de Formación permanente Presbiteral
- 21 al 27 Semana de la Catequesis
Febrero
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato “Santa Cruz”
- 5. Retiro Mensual de sacerdotes en el Decanato “Santa Cruz”
- 11. Jornada Mundial de los enfermos

Marzo
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato “San Pablo”
- 3. Día de la Familia
- 12. Retiro Mensual de sacerdotes en el Decanato “San Pablo”
- 30. Marcha Juvenil Penitencia

Abril
- 15 al 21 Misiones de Semana Santa
- 16 Misa Crismal en Catedral de Cancún

Mayo
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato “San Miguel Arcángel”
- 3. Día de la Prelatura
- 6 al 9 Encuentro de Franjas de 0 a 5
- 7. Retiro Mensual de sacerdotes en el Decanato “San Miguel Arcángel”
- 21 al 23 Paseo de los padres diocesanos
- 28 al 31 Encuentro de Franjas de 16 a 25
- Sábados 4, 11, 18, 25, son las Asambleas Parroquiales

Junio
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato “San Juan Pablo II”
- 4. Retiro Mensual de sacerdotes en el Decanato “San Juan Pablo II”
- 8. X Asamblea Diocesana en Chetumal
- 23. Congreso de la Familia
- 28. Fiesta del Sagrado de Corazón de Jesús. Jornada de oración por la
santificación de los sacerdotes

Julio
- Visita de la Imagen peregrina al Decanato “Nuestra Señora Del Carmen”
- 2. Retiro Mensual de sacerdotes Decanato “Nuestra Señora Del Carmen”
- 8 al 12 Actividades por la clausura del año de María Madre del Sacerdote
- 13. Clausura del año de María Madre del Sacerdote
- 30. Visita de la Prelatura a la Basílica de Guadalupe

Agosto
- 5 al 7 Encuentro de Franjas de 6 a 15
ORACION POR EL AÑO DE MARÍA, MADRE EL SACERDOTE

Oh Jesús, Pastor eterno de las almas,


dígnate mirar con ojos de misericordia,
a esta porción de tu grey amada.

Suscita Señor, en tu Iglesia vocaciones


sacerdotales, consagradas y laicales
para extender tu Reino.

Te lo pedimos por la Inmaculada


Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.

Señor Jesús, Danos vocaciones


según tu corazón.

María, reina de y madre de los sacerdotes


R. Ruega por nosotros y por nuestros sacerdotes

Señor envía a tu Iglesia


R. Santos y fervorosos sacerdotes

Dulce Madre, no te alejes;


tu vista de mí no apartes.
Ven conmigo a todas partes
y solo nunca me dejes.
Tú que me proteges tanto
como verdadera Madre,
Haz que me bendiga
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
Amén.

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