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Editorial: Igualdad en serio

La decisión de la Corte sobre el matrimonio gay garantiza, finalmente, la igualdad ante la ley.

Desde el 2011 las uniones homosexuales constituían familia en Colombia, de acuerdo con la Corte Constitucional. A
partir de ayer, cinco años después, luego de un largo pulso que incluyó decisiones fundamentales sobre la adopción por
parejas LGBTI, ningún juez podrá negarse a celebrar matrimonio entre personas del mismo sexo.

De esta manera Colombia ingresó –después de la derrota por mayoría, seis contra tres, de una ponencia del magistrado
Jorge Pretelt que rechazaba la solicitud de que tales uniones fueran consideradas matrimonio y no unión solemne– a la
lista de 23 países cuya legislación pone en un plano de igualdad a las uniones de parejas LGBTI y a las conformadas por
un hombre y una mujer.

Se trata de un hecho histórico, sin duda, pero de connotaciones más simbólicas que prácticas, toda vez que la
jurisprudencia ya había establecido que las uniones gais constituían familia y que estas no podían ser de ninguna manera
ajenas a los derechos ni a los deberes que atañen a las conformadas por heterosexuales.

Pero hasta ayer se les había negado el término ‘matrimonio’. El que haya caído el obstáculo que lo impedía, como varias
veces se ha planteado desde estos renglones, es un paso contundente en el camino de la igualdad. Se discute en Colombia
a fondo el tema de la desigualdad, y es importante darse cuenta de que el fondo de esta decisión es ese mismo: la
búsqueda de la igualdad de derecho, el empeño de que nadie es menos ni más por su orientación sexual.

Vale la pena mencionar que, así como ha habido activistas y líderes políticos convencidos de que solo hay matrimonio
heterosexual y la homosexualidad condiciona el comportamiento en sociedad, al mismo tiempo han existido hombres y
mujeres de avanzada que han luchado a punta de argumentos dentro de la ley para reclamar los derechos de todos.

Es fundamental también anotar que este no es un triunfo de la comunidad LGBTI sobre los valores predominantes ni una
bofetada a los preceptos religiosos, sino, simplemente, el gran logro de una sociedad que se ha trazado como una de sus
metas la de que no haya nadie rezagado en cuestiones de derechos.

Y es que desde la Constitución de 1991 Colombia ha estado tratando de conciliar la realidad con sus leyes liberales, ha
querido defender uno de los principios más fuertes de la democracia: la defensa y el reconocimiento de las minorías.
Propósito que en terrenos como este ha encontrado oposición en iniciativas dentro del Estado de derecho, pero que lindan
con el estado de opinión.

Así, mientras tienen lugar pulsos que por momentos parecen de otra época, y esta sociedad no consigue aún, por ejemplo,
que la discusión política deje de ser una pelea entre barras bravas con gritos y dogmas antes que argumentos e hipótesis,
se abre paso una agenda progresista que reconoce la igualdad de sus ciudadanos y protege a los colombianos, sin importar
su género o su orientación sexual.

Y es en ese punto en el que hay que detenerse. Valorar lo que significa, por supuesto, pero sin olvidar la distancia que ha
existido en Colombia entre legislación y realidad. El reto ahora es construir igualdad dentro del marco legal.

EDITORIAL
'Hay desconocimiento del matrimonio Lgtbi'
A la par del reconocimiento del matrimonio homosexual hay una transformación en hábitos sociales.
Con la discriminación y la homofobia, la autoconfianza de esta población se rompe, así como la autoestima, el respeto y la
autonomía personal.

Miguel Ángel Sánchez y Carlos Alberto Cardona hace algunas semanas no sabían que tenían la posibilidad de contraer
matrimonio, de tener una familia, hijos y llevar una vida normal. Solo cuando conocieron a la abogada Catalina Cardoso
se enteraron de que su relación se podía solemnizar por medio del matrimonio civil, que era posible adoptar y que su
convivencia tenía efectos patrimoniales, pensionales y hereditarios.

Ella les contó sobre la lucha de las organizaciones y colectivos de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Intersexuales y
Transgéneros (Lgtbi) para cambiar la Constitución colombiana, que define el concepto de familia como el núcleo
fundamental de la sociedad que “se constituye por vínculos naturales o jurídicos, por la decisión libre de un hombre y una
mujer de contraer matrimonio o por la voluntad responsable de conformarla”.

La transformación del ordenamiento jurídico se logró el pasado 28 de abril, cuando la Corte Constitucional puso fin a años
de incertidumbre para las parejas del mismo sexo y reafirmó los derechos de las personas Lgtbi a contraer matrimonio
civil.

Como Sánchez y Cardona son muchas las parejas homosexuales que buscan asesoría jurídica para actualizarse sobre los
derechos que les fueron otorgados y que comienzan a comprender las implicaciones que estos tienen en el trabajo, los
colegios, en los currículos universitarios y en la vida diaria.

El cambio real, dice Cardona, se evidencia en la transformación del estilo de vida de las parejas del mismo sexo, en cómo
asumen la responsabilidad de conformar una pareja y luego la que trae el matrimonio. Según el filósofo Axel Honneth un
hombre despreciado pierde su integridad, sus derechos, su autonomía personal y su autonomía moral, por eso el
reconocimiento genera otro tipo de percepciones no solo sociales, sino también personales.

“Yo no sabía que tenía tantos derechos, que nuestro matrimonio podía ser legítimo y aceptado por el Estado y la sociedad.
Para mí eso es muy importante porque lo mejor que me ha pasado en la vida es encontrarme con Miguel Ángel, pues
nunca pensé que me iba a sentir tan amado, tan importante”, cuenta Sánchez.

El tener una pareja estable –señala sánchez– una compañía duradera y la obligación de no engañarla, le ha cambiado la
vida. En su subconsciente creía que no era igual a las demás personas, pues las ofensas, las intromisiones en sus
decisiones sexuales y la desposesión de derechos, estafa y discriminación lo llevaban a actuar en contravención a lo que se
esperaba de él.

La autoconfianza estaba rota, así como la autoestima y el respeto. Su padre, un hombre machista y mujeriego, no le habló
de los 14 años a los 19, lo insultaba, le obligaba a hacer trabajos que pensaba eran de hombres, de machos.

“Antes tenía una vida desordenada, de fiesta, trago y drogas. No me medía, no tenía control. Antes de conocer a Carlos yo
era muy delgado, pero cuando me enamoré y me sentí amado mi vida cambió, él me modificó la perspectiva que yo tenía
de todo”, narra Sánchez.

Tiempo después de que decidieron ser novios, Cardona lo presentó ante sus dos hijas, su ex esposa, sus hermanas y
sobrinos. Ellos se convirtieron en su nueva familia, con ellos comparte, se toma unos tragos y conversa. Su padre le volvió
a hablar y ahora lo quiere y acepta.
Para él, estas son las consecuencias del reconocimiento de derechos, de la aceptación familiar y social: “el matrimonio es
la legitimidad del amor, no hay tabúes en eso ni nada que esconder. Desde que uno mismo se desprende de prejuicios hay
cambios en la percepción de los otros seres humanos”, dice.

En lo institucional

Según Luz Marina Toro, coordinadora del Centro de Diversidad Sexual, aunque la población Lgtbi aún desconoce sus
derechos, los que más incurren en esta situación son los funcionarios de las instituciones públicas.

“El desconocimiento deriva de la falta de cultura ciudadana. Pues la gente se queda con lo que escucha y no se cerciora de
sus derechos”, dice Toro.

Por eso, desde el centro de Diversidad, los abogados, sicólogos o terapeutas, al saber acerca de estos casos, activan las
rutas y comienzan un proceso de asesorías con los interesados.

La funcionaria asegura que la Administración tiene la responsabilidad de divulgar y sensibilizar sobre los cambios en el
ordenamiento jurídico, que no refleja la realidad de la discriminación y homofobia que la población Lgtbi en la ciudad.

“Este tipo de asesorías no son las más solicitadas en el centro, pero los que llegan al lugar buscan informarse y hacer
efectivo el derecho al matrimonio”, agregó Toro.

Piden que haya un observatorio

El homicidio de 49 personas en un bar gay en Estados Unidos generó el fin de semana una alerta mundial sobre los
llamados ‘crímenes de odio’ contra la población Lgbti.

En Medellín, la alerta por la violencia está asociada a las dinámicas del conflicto en el país, donde grupos al margen de la
ley, aduciendo ‘controles barriales’ realizan desplazamiento y asesinatos a la población Lgbti.

“Existen grupos armados que ejercen control en algunos barrios y por situaciones de homofobia han desplazado
compañeros”, contó Fausto Emilio Arroyave, líder Lgtbi. El Centro Nacional de Memoria Histórica (Cnmh) presentó un
informe donde mostró la problemática de la población Lgbti en el conflicto armado. Allí, la llamada ‘limpieza social’,
bajo el lema ‘lo que no sirve, no debe estorbar’, ha cobrado víctimas en todo el país.

“En Medellín se han conocido masacres por grupos que salen a matar especialmente a personas transgénero. El problema
es que las cifras que tiene la ciudad no son claras”, contó Pablo Bedoya, investigador del Cnmh y activista Lgbti.

Según Bedoya, si aparece una mujer transgénero asesinada pero lleva su cédula con su nombre masculino, quien decide
cómo se clasifica el homicidio es quien esté encargado del caso. “Por eso es necesario un ‘Observatorio’ que nos permita
saber cómo estamos en la ciudad”.

Corte Constitucional se apresta a tomar trascendental decisión


Un debate de alto calibre sobre el matrimonio homosexual
La discusión está al rojo vivo. Un experto constitucionalista argumenta por qué el Procurador no representa a la sociedad
sino a la Iglesia Católica

A escasas semanas de que la Corte Constitucional resuelva de una buena vez si las parejas del mismo sexo pueden ser
consideradas como una familia y, en consecuencia, contraer matrimonio, la polémica está más encendida que nunca. “La
unión homosexual ni es matrimonio ni es familia”, respondió esta semana el procurador Alejandro Ordóñez en torno al
anuncio de la alcaldesa de Chapinero (Bogotá), Blanca Inés Durán, de formalizar su unión con su prometida. Desde esa
trinchera, Ordóñez sigue defendiendo que el matrimonio es un contrato solemne entre un hombre y una mujer con el fin
de procrear, y que la familia se constituye por decisión libre de una pareja de convertirse en marido y mujer.

Posición que refrendó la Conferencia Episcopal en concepto enviado a la Corte, en el cual se refiere a que las conquistas
en el reconocimiento de los derechos de las personas homosexuales no podrán llegar jamás a equipararse con el concepto
tradicional de matrimonio. Una avalancha de intervenciones ciudadanas, incluidas 10 universidades, Naciones Unidas y
otros organismos, ha sido aportada al expediente que estudia la magistrada María Victoria Calle. En el entretanto, 63% de
los bogotanos manifestaron su aprobación hacia las tan polémicas uniones, según encuesta divulgada el pasado jueves por
la Secretaría de Planeación de la capital; la madre de la alcaldesa de Chapinero se declaró libre de prejuicios con el asunto
y la comunidad LGBT insiste en que se está legislando con la Biblia.

Las críticas de siempre le siguen lloviendo al procurador Ordóñez por el concepto que rindió el pasado 6 de julio ante el
alto tribunal. Con su tono reposado, el jefe del Ministerio Público las controvierte, Carta Política en mano: “El
ordenamiento jurídico dice claramente que (las parejas homosexuales) ni son familia ni son matrimonio y no se puede
escandalizar nadie. Si se escandalizan se están escandalizando de lo que dice la Constitución, se están escandalizando de
la ley”. En la otra orilla, la alcaldesa Durán cuestionó si la posición de Ordóñez es jurídica, dogmática o religiosa. Una
tesis que ha venido esbozando desde una perspectiva académica el doctor en derecho constitucional y profesor de la
Universidad Externado Carlos López.

Según él, en sus posiciones sobre el matrimonio o la posibilidad de adopción de los homosexuales, Ordóñez, en lugar de
ser garante de los derechos de la sociedad, “traslada su vocación teológica a la teoría de los derechos fundamentales, cosa
prohibida desde toda racionalidad, pues la Biblia no es fuente del derecho y menos puede serlo de los derechos humanos”.
El Procurador reiteró que en la Constitución la familia es la institución básica de la sociedad y el matrimonio es la forma
consagrada para constituirla y, en ese contexto, advirtió que en una unión “el marido lo es por la mujer y la mujer lo es por
el marido”. A renglón seguido añadió en su concepto que el matrimonio se funda en la dimensión sexual, “porque la mujer
y el varón son portadores de una humanidad completa”.

Una idea que ya había esbozado cuando debió pronunciarse sobre la posibilidad de que las parejas del mismo género
pudieran adoptar. En la página 37 de su concepto enviado a la Corte Constitucional en febrero de 2009, se lee que “la
familia es la forma humanizada de consanguinidad humana”. De acuerdo con el doctor en derecho constitucional Carlos
López, esta expresión es la columna vertebral de la postura de Ordóñez, y en su criterio, tiene un origen más bíblico que
jurídico. Pero además, López sostiene que esa frase fue tomada por el Procurador, sin que fuera citado, de un ensayo sobre
el derecho a contraer matrimonio según las leyes romanas, publicado por Pedro Juan Viladrich.

De acuerdo con López, si uno pone esta idea clave en un buscador de internet, encontrará el ensayo de Viladrich, en donde
casi que se teologizan los derechos humanos. Pero, ¿quién es Pedro–Juan Viladrich? Ni más ni menos que toda una
institución del derecho matrimonial y familiar, con más de 60 libros y publicaciones, editado y publicado en seis idiomas.
Según su currículo, ha sido conferencista en más de 20 países e incorporó el estudio del matrimonio y la familia en la
universidad, tesis que han sido apropiadas por academias en Argentina, Perú, Chile y, en el caso de Colombia, en la
Universidad de la Sabana, donde ha sido profesor invitado. La relación más interesante se desprende al saberse que
también es profesor de la Universidad de la Santa Cruz de Roma.

Esta alma mater responde a la iniciativa de San José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, para crear un
centro universitario y servir a la Iglesia en la formación de las ciencias eclesiásticas. En la Universidad de la Santa Cruz se
enseña derecho canónico. Según López, esta conexión entre Ordóñez y Viladrich se explica en dogmas religiosos. El
Procurador es seguidor de la doctrina lefebvrista, considerada una de las alas más radicales de la Iglesia católica, y en este
sentido el profesor López arroja la teoría de que Ordóñez no sólo no citó a Viladrich en su concepto, sino que de esa
corriente se nutre para camuflar sus creencias. Su estudio aporta nuevos elementos al debate.

La Corte Constitucional se apresta a emitir un fallo sobre el asunto. ¿Redefinirá la noción de familia y matrimonio?
Durante ocho meses, el trámite de esa demanda fue suspendido mientras se resolvía una recusación en contra de Ordóñez
porque los demandantes alegaban que ya había prejuzgado.

Finalmente, Ordóñez emitió su concepto y a rajatabla sigue considerando que las uniones homosexuales no tienen como
fin la preservación de la especie humana y no pueden adquirir el carácter de matrimonio o familia. En contravía,
académicos, abogados y activistas responden que no aguantan más tratos discriminatorios hacia la comunidad LGBT.

Por lo pronto, la madre de la alcaldesa de Chapinero cuenta que cuando le dicen que es pecado lo que hace su hija, ella
piensa en los horrores cometidos por tantos curas.

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