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Las ciudades medievales nacieron del ritmo acelerado de los cambios, del
desarrollo demográfico, del progreso de 1as técnicas agrícolas, que permitieron
disponer, a partir del siglo X, de una importante mano de obra, y de la sedentarización
de los mercaderes. ¿Por qué y c6mo aparecieron las ciudades aquí o allá? ¿Cuáles
fueron las causas y las modalidades de su fijación en la alta Edad Media? ¿No hubo
continuidad topográfica y funcional de elementos religiosos, econ6micos y sociales en
el período que se llama "preconstitucional", es decir, antes que la ciudad haya tomado
una forma jurídica y estructural susceptible de propagarse por imitación y repetición?
Cuando, con las invasiones bárbaras, el poder romano se debilitó, 1as ciudades
fueron abandonadas y los dioses romanos pronto olvidados en sus templos en ruinas.
Los obispos en sus ciudades tuvieron que luchar contra los antiguos cultos proto-
históricos muy vivos, a los cuales los nuevos recién llegados bárbaros vinieron a aportar
su apoyo. Las creencias indígenas se vieron revivificadas por el aporte de los ritos y de
las costumbres muy semejantes de los invasores.
Luego del paso de los bárbaros, las ciudades devastadas, cayeron en letargo y las
fora fueron abandonadas. Los caminos ya no fueron cuidados. Muchos sitios de portus
de la alta Edad Media recubrieron el emplazamiento de los desembarcaderos galos.
El lazo que unía las ferias a prácticas religiosas fue un elemento de permanencia.
Los peligros, no detuvieron jamás el comercio.
Para asegurar su victoria sobre los cultos paganos y conservar al mismo tiempo los
provechos de las ferias, la Iglesia dispone de todo un arsenal de procedimientos.
Las ferias tomaron habitualmente el nombre del santo patrón de la iglesia vecina,
quien aseguraba la paz del mercado y garantizaba la honestidad de los cambios. Los
días en que se celebraban los santos coincidían a menudo con las fechas en que se
celebraban las grandes fiestas célticas. ¿Acaso el Papa no aconsejaba no cambiar en
nada las costumbres de los paganos, de consagrar sólo al verdadero Dios los antiguos
lugares de devoción de los paganos y de identificar las fechas de las fiestas paganas con
el aniversario de la muerte de los santos?
Reuniones de carácter espontáneo, las ferias más viejas no han podido ser el
objeto de actas de fundación o de donación. Los archivos poseen sólo numerosas actas
falsas, destinadas a justificar pretensiones fundadas hasta ese momento sobre un largo
uso y e1 argumento del "día del santo". Los agentes reales o señoriales tratan de usurpar
privilegios no garantizados por un escrito. Los señores laicos transigen y confirman la
posesión del otro. Los clérigos, posesores de hecho, sintiéndose impotentes para
garantizar el orden en los lugares de cambio y para proteger a los mercaderes en los
caminos, son los primeros en solicitar el apoyo de las autoridades laicas para asegurar la
guardia de las ferias; renuncia a una parte de sus prerrogativas para gozar del resto.
A. fines del s. III, las ciudades perdieron sus nombres celto – latinos y tomaron los
de las antiguas agrupaciones indígenas de las que ellas habían continuado siendo
símbolo.
Las asambleas del pueblo fueron mantenidas en parte. Durante los períodos en los
cuales la autoridad pública se mostraba deficiente, las poblaciones se vieron forzadas
para defender sus intereses.
Los textos distinguen la doble naturaleza del personal de las ferias: por un lado,
los comerciantes autóctonos, productores y criadores de las regiones vecinas que llevan
allí sus productos brutos o ya elaborados; por el otro los comerciantes de profesión que
llevan desde lejos los productos extranjeros; por una parte, los descendientes de
aquellos que tomaron la iniciativa de reunirse; por la otra, los mercaderes que vienen a
unirse a ellos.
Así, en el siglo IV, Galia reencuentra, en los mismos lugares y en las mismas
fechas, antiguos modos de vida. Con abandonos pasajeros y reanudaciones fieles según
las circunstancias lo permitan, las asambleas de feria se perpetúan durante la época
romana y la época merovingia.
Las ciudades de la Edad Media descienden, según nuestra opinión, en línea directa
de las asambleas periódicas preromanas. Nacieron del esfuerzo de las colectividades
para proteger mejor sus intereses morales y materiales y de la necesidad de hacer
estables permanentes funciones temporarias: religiosas (parroquias), militares (murallas
y milicias), económicas (mercados y tiendas) administrativas y judiciales (comunas). Lo
que se ha considerado un "tipo urbano nuevo" es, de hecho, la expansión de centros de
actividad comunitaria que habían sobrevivido a siglos de ocupación romana, porque
respondían a una necesidad vital de las poblaciones y tenían un carácter "nacional"
contra el cual la administración romana no podía intentar nada.