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de Freud
Freud proporciona ciertas reglas técnicas que le dieron resultado.
(1)Refiere a eso que hay que afrontar en la cura analítica. La AL se opone al principio de
placer. Sólo habrá análisis mientras se siga este camino (que es enfrentarse con lo real).
(2)No se trata de ir a escuchar al yo. Es escuchar las formaciones del ICC, los lapsus, los
quiebres en el discurso (aquello que vincula con la causa del síntoma). Se apunta a producir
al sujeto del ICC, el que se produce en las formaciones del icc, etc. El saber no es un saber
totalizador (a diferencia del conocimiento), sino que está atravesado por la castración.
(3) repudiar idea de conocimiento que es un saber cerrado. No caer en la idea de que el pte va
a análisis para “conocerse así mismo”. Podemos ubicar al síntoma también, es lo que más conoce de
sí pero sin reconocerse en ello.
El paciente no es el único que pone toda la cuota en la empresa. El analista también debe
pagar:
1) paga con sus palabras: no se sabe anticipadamente si lo que va a decir el analista
tendrá el caracter y el estatuto de una interpretación. En función de lo que escucha,
puntúa algo pero solo retroactivamente se puede saber si tuvo el carácter de
estatuto. Esto es por sus efectos: división subjetiva, angustia, nuevas asociaciones,
recuerdos olvidados, un corte, una ruptura en la continuidad del yo. Las palabras del
analista sufren una transmutación por la operación analítica y se elevan a su efecto
de interpretación. Cuando se produce genera sorpresa en ambos.
Si cree anticipadamente que su intervención será “exitosa” no es analista, ahí habla
su yo “que buen analista soy”.
2) paga con su persona: la presta de soporte a los fenómenos singulares que el análisis
ha descubierto en la transferencia. Sufre un desdoblamiento por efecto de la
transferencia. El paciente no nos escucha a veces a nosotros, sino a los stes. del Otro.
3) Con su juicio más íntimo: alude al ser, no hay ser analista sino posición analista que
se adquiere en el propio análisis.
La necesidad es un instinto puramente biológico, un apetito que surge del organismo y que
se elimina por completo cuando es satisfecho. El ser humano que nace en un estado de
desamparo (cachorro humano), es incapaz de satisfacer sus propias necesidades, y por lo
tanto depende del Otro para que lo ayude. Para obtener la ayuda del Otro el niño tiene que
expresar su necesidad vocalmente con el llanto, así la necesidad se transformar en
demanda, en pedido, en llamado. La presencia del Otro pronto adquiere una importancia
que va mas allá de la satisfacción de la necesidad, puesto que esa presencia simboliza el
amor del Otro. Se demanda la voluntad y presencia del Otro, es una demanda de amor y el
Otro queda ubicado en una posición de omnipotencia, de amo, que puede aceptar o
rechazar la demanda del sujeto) Los significantes de la demanda nunca coinciden con los de
la necesidad, esto genera frustración porque cree que el Otro se rehusa a satisfacer la
necesidad. La necesidad queda insatisfecha, queda un resto: el deseo. El deseo va a buscar
la singularidad perdida de la necesidad. El deseo, a diferencia de la necesidad, no puede ser
satisfecho.
La ética del PSA. Sem 7,clase XXII “demanda de felicidad y la promesa analítica” - Lacan
Nos demandan la felicidad. El analista recibe dicha demanda, la aloja pero no la satisface ni
la responde. Si responde sería responder con un sustituto. El analista NO tiene el objeto de
la demanda del deseo de la felicidad. Se diferencia de Aristóteles: disciplina de la felicidad:
muestra los caminos por los que piensa conducir a cualquiera que lo siga, totalmente
distinto al análisis.
PA el sujeto se identifica con el a. La joven también se confronta con el deseo del padre y la ley que se
expresa en la mirada del padre. Esto es lo que hace sentirse identificada con el a y , al mismo tiempo,
rechazada, expulsada, fuera de la escena.
Entre el sujeto $, en su estructura de ficción, y el Otro (A/), lo que surge es ese resto a, es la libra de carne.
Éste es el rasgo que siempre encuentran en lo que es acting out. El AO siempre está sostenido por la libra
de carne (objeto a)
acting out es un síntoma. El síntoma, también, se muestra como distinto de lo que es porque debe ser
interpretado, pero para eso se necesita la transferencia, o sea, la introducción del Otro. Pero no llama a la
interpretación como el acting out. El acting out llama a la interpretación. El síntoma no es llamada al
Otro, no es lo que muestra al Otro. El síntoma, en su naturaleza, es goce revestido. No los necesita a
ustedes, como el acting out, se basta a sí mismo. Se satisface sin requerir del Otro, es un modo de
satisfacción pulsional, es autoerótico, es un goce autista, no necesita pasar por el campo del Otro.
A diferencia del síntoma, el acting out es el esbozo de la transferencia. Es la transferencia salvaje, una
transferencia sin análisis. Cómo la transferencia salvaje se puede domesticar, cómo se hace entrar el
elefante salvaje en el cercado.
La cuestión es saber cómo actuar frente al acting out. Hay tres posibilidades: se lo puede interpretar, se lo
puede prohibir, se puede reforzar el yo. Interpretarlo está condenado a tener pocos efectos, cuando
examinen de cerca el acting out advertirán que el sujeto sabe perfectamente que lo que hace en el acting
out es para ofrecerse a la interpretación de ustedes. Interpretarlo es un callejón sin salidas. Prohibirlo es
difícil, difícil decirse al sujeto “nada de acting out”. Se prohíbe mucho más de lo que se cree. Se hacen
muchas cosas para evitar los acting out en sesión. Un reforzamiento del yo conduce al sujeto a la
identificación con el yo del analista. Lacan se oponea las tres salidas.
La angustia reside en la relación fundamental del sujeto con el deseo del Otro.
El análisis siempre ha tenido como objeto el descubrimiento de un deseo. a no es el objeto del deseo que
tratamos de revelar en el análisis, es su causa.
Si la angustia señala la dependencia de toda constitución del sujeto respecto al A, el deseo del sujeto se
encuentra suspendido de esta relación por intermedio de la constitución antecedente de a. En todo
síntoma esta dimensión se manifiesta.
El proceder analítico en el síntoma: 1° el sujeto tiene que darse cuenta de que eso funciona así. El síntoma
solo queda constituido cuando el sujeto se percata de él. El primer paso del análisis es que el síntoma se
constituya en su forma clásica, sin lo cual no hay modo de salir de él, porque no hay modo de hablar de él,
hay que atrapar al síntoma por las orejas. ¿Qué es la oreja en cuestión? Es lo que podemos llamar lo no
asimilado del síntoma por el sujeto (de los elementos que hacen obstáculo al yo, de lo que molesta al yo,
de lo imposible de soportar, del punto de angustia, donde hay un modo de satisfacción pulsional La
entrada en análisis es el momento en que el sujeto se formula una pregunta, no es que “siempre fue así”,
hay una causa. Se produce una separación a partir de lo no asimilado del síntoma y permite introducir algo
de la dimensión de la causa)
Para que el síntoma salga del estado de enigma todavía informulado, el paso a dar no es que se formule, es
que en el sujeto se perfile algo tal que le sugiera que hay una causa para eso. Tan solo por este lado se
rompe la implicación del sujeto en su conducta sintomática, y esta ruptura es la complementación
necesaria para que el síntoma sea abordable para nosotros.
La posición del analista no es monótona, a diferencia de otras terapias sugestivas. El analista escucha la
diferencia en la repetición. Hay una apertura a escuchar, no del lado monótono sino del lado de la
diferencia, de la novedad, de lo actual. Esto tiene que ver con el deseo del analista. El analista debe
sostenerse en el lugar de la abstinencia.
El PSA consiste en descubrir que no somos transparentes a nosotros mismos. Si hay algo que viene a
remarcar, a enseñar, no es ciertamente el sentido, sino el sin-sentido. Entre los seres hablantes está
presente siempre la dimensión del malentendido.
Por el simple hecho de ser seres hablantes y pasar por el lenguaje, algo está perdido desde el inicio, lo
símbolico introduce una falta en lo real, no somos seres completos. Somos hablados por un lenguaje, por
Otro que es el lugar del significante que nos marca y determina; el yo no es quien habla y piensa, sino sus
significantes. La marca del significante en el sujeto deja un resto por fuera, denominado objeto a. El objeto
de satisfacción de la necesidad se encuentra perdido desde el inicio, al pasar por el campo del Otro,
instaurando así la dimensión del deseo. El efecto del lenguaje es un sujeto dividido, un sujeto castrado, en
falta, que nunca podrá encontrar un objeto preciso para colmarlo, ya que éste se encuentra perdido para
siempre. Este objeto a tiene como propiedad ser lo que hace al deseo, es su causa. Este objeto a está
siempre demandado al Otro. Lacan denomina a los locos, a los psicóticos, como los verdaderos hombres
libres, no le demanda al Otro el objeto a porque él lo tiene a su disposición.
Es por eso, que en cuanto a la psicosis, hay que tener en cuenta que quien se planta en la presencia (“del
loco”), en la posición del psiquiatra, está quiera o no, concernido. Este “estar concernido” toma la forma de
la angustia. El analista queda como objeto del psicótico, eso angustia. El analista en el análisis con un
psicótico es quien se presenta como un sujeto dividido: $. Con su propia angustia rellena la realidad del
analizante psicótico. Esto es diferente a lo que sucede en un análisis con un neurótico, en donde el analista
no se presenta como dividido sino como objeto, no muestra la angustia sino que viene a mostrar la barra
del analizante. En la psicosis, quien queda en el lugar del objeto a es el paciente. El psicoanalista toma el
lugar de un secretario, guarda los secretos del analizante psicótico y a su vez lo organiza, es quien está a su
lado y le marca aquello que tiene que hacer, no para imponer un orden de realidad sino para organizar al
sujeto. Introduce una alternativa ante la lógica que se le impone.
Hay una imposibilidad de transmitir todo en el PSA, la teoría no lo puede explicar todo, hay algo que
siempre se escapa, es la imposibilidad de formalizar todo (núcleo real que escapa a la palabra)
El acto analítico trata de implicar al sujeto para lograr la división subjetiva. Implica una escucha activa, una
atención parejamente flotante, para provocar la rectificación subjetiva, para intervenir, para que el sujeto
se responsabilice de aquella satisfacción que nada quiere saber.
El método de interpretación de sueños que yo practico se aparta del 1° método, de la interpretación por el
simbolismo, y se aproxima al 2° “el método del descifrado”. Pero mi procedimiento no es tan cómodo
como el del método popular del descifrado, que traduce el contenido del sueño de acuerdo con una clave
establecida, más bien tiendo a pensar que en diversas personas y en contextos diferentes el mismo
contenido onírico puede encubrir un sentido diverso.
Ahora bien, para las teorías científicas sobre los sueños, el sueño no es en absoluto un acto anímico.
Para interpretar los sueños se suelen usar dos métodos diferentes por su esencia:
- Interpretación simbólica de los sueños: famosa en la historia y en la leyenda. Considera todo el
contenido onírico y busca sustituirlo por otro contenido, comprensible. Ej.: la interpretación de
José al sueño del faraón: 7 vacas gordas, después vendrían 7 vacas flacas que se las comerían.
Lo sustituye por la profecía de 7 años de hambruna en Egipto que consumirían todos los
excedentes dejados por 7 años de cosecha.
No puede indicar el camino que ha de llevar a semejante interpretación simbólica, el arribo
queda librado a la ocurrencia y a la intuición.
- Método de descifrado: método popular. Trata al sueño como una suerte de escritura cifrada en
que cada signo debe traducirse en otro significado conocido. Ej.: he soñado con una carta,
entonces busco en un “libro de sueños” y encuentro que “carta” ha de traducirse por
“disgusto”.
Lo esencial de este procedimiento es que el trabajo de interpretación no se dirige a la totalidad
del sueño, sino a cada uno de sus fragmentos por sí, como si el sueño fuera un conglomerado,
en donde cada bloque tiene un significado particular.
No hay que demostrar un interés muy especial por la interpretación de los sueños y tampoco despertar
en el enfermo la creencia de que el trabajo analítico quedará detenido si él no aporta sueños. Hay que
educar al analizado más bien en la convicción de que el análisis en cualquier caso hallará material para
continuar, aporte él sueños o no.
Varios sueños ocurridos la misma noche tal vez no sean más que unos intentos por figurar un mismo
contenido con diversas maneras de expresarlo. Cada moción de deseo que hoy se procura un sueño
retornará en otro mientras no se sustraiga del imperio de lo ICC.
Freud no aisla a la perversión como estructura subjetiva pero si reconoce el caracter perverso de la
sexualidad. Habla del niño perverso polimorfo, criticando a la perspectiva inocente de la infancia
Brinda el ej del pasaje de una fobia neurótica a una satisfacción perversa: una muchacha neurótica,
sufría bajo el recuerdo de haber golpeado con satisfacción sádica a un niño. En la pubertad, ella misma
se golpeaba en la cama en el trasero y descubría sensaciones placenteras. Al tiempo no podía
pronunciar la palabra golpear y cada ruido de golpe (de una alfombra por ej) entraba en un estado de
desborde. Luego de un periodo de análisis, apareció la masturbación reprimida hasta entonces. La
masturbación practicada hasta entonces podría ser considerada como satisfacción perversa, ya que se
efectuaba exclusivament con la fantasía de que ella era golpeada. A partir de eso desapareció la
sensibilidad por las palabras y ruidos relacionados con los golpes.
Casi todo se modifica: la persona golpeadora, la persona golpeada, la motivación (primero surge del
odio envidioso contra el rival, luego del sentimiento de culpa por el deseo incestuoso de que el “ser
golpeado” representa el sustitutivo regresivo. Pero un elemento es constante, aparece en la 1° etapa,
pasa a la 2° y se conserva en la 3°: se trata de la repersentación del ser golpeado y a ésta se anuda el
placer perverso que conduce al onanismo.
Una fantasía así, que emerge en la temprana infancia y que se retiene para la satisfacción
autoerótica, solo admite ser concebida como un rasgo primario de perversión. NO necesariamente
dura toda la vida, más tarde puede caer bajo la represión (dando lugar a formaciones reactivas o a la
sublimación) pero si no sucede la perversión se conserva en la madurez.
La fantasía tiene una historia evolutiva, en cada fase cambia la persona fantaseadora, su objeto,
contenido y significado.
1) “el padre pega al niño”: corresponden a una época muy temprana de la infancia. El niño
azotado nunca es el fantaseador, lo común es que sea otro niño, casi siempre un hermanito
cuando lo hay. Por lo tanto no es una fantasía masoquista, sino sádica. El niño fantaseador
nunca es que el que pega; si lo es el padre. Son fantasías que se recuerdan como concientes.
Más tarde trasluce el contenido “el padre pega al niño que yo odio”
2) “yo soy azotado por el padre”: El padre sigue siendo el que pega pero el niño azotado ha
pasado a ser el niño fantaseador. Es una fantasía masoquista. En ningún caso es recordada,
nunca llega a devenir conciente. Se trata de una construcción de análisis.
3) “El niño que es azotado”: Se aproxima a la 1° fase. El que pega puede seguir siendo el padre
u otra persona con misma fuerza y autoridad como un maestro. El niño fantaseador ya no es
el azotado sino es el espectador. La fantasía ahora es portadora de una excitación intensa,
sexual que procura la satisfacción onanista. L a fantasía es sádica pero la satisfacción que se
obtiene es masoquista. Estas fantasias se recuerdan como concientes.
La representación de que el padre azote a otro niño significa “el padre no ama a ese otro niño, me
ama solo a mi, pues al otro le pega”. C uando se reprimen estos vínculos amorosos incestuosos
surge una conciencia de culpa. Ésta no sabe hallar castigo más duro que la inversión de éste triunfo:
“no, no te ama a ti, te pega”. Entonces la fantasía de la 2º fase es la expresión de esta conciencia de
culpa. Es esta conciencia quien trasmuda el sadismo en masoquismo. En estos niños se ve un
retroceso a la organización pregenital sádico-anal. Este ser azotado es una combinatoria de
conciencia de culpa y erotismo.