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CAPITULO III

Marco teórico.
“NUEVAS RELACIONES HUMANAS EN EL NÚCLEO
FAMILIAR”

Para entender al mundo, podemos estudiar a la familia: situaciones críticas


como el poder, la intimidad, la autonomía, la confianza y la habilidad para la
comunicación son partes vitales que fundamentan nuestra forma de vivir en
el mundo. Así, para cambiar al mundo tenemos que cambiar a la familia.
Al transcurrir los años he desarrollado una imagen de cómo son los seres
humanos que viven humanamente. Veo a individuos que comprenden,
valorar y desarrollar sus cuerpos al hallarlos hermosos y útiles; son reales y
sinceros consigo y con los demás; son amorosos y bondadosos con ellos
mismos y quienes les rodean.
La gente y la humanidad.
La gente que vive con humanidad está dispuesta a correr riesgos, a ser
creativa, a competir y a cambiar cuando la situación así lo amerita. Siempre
encuentran medios para adaptarse a cosas nuevas y distintas, conservando
la parte útil de su antigua personalidad y desechando lo que no sirve. Si
sumamos todo esto, tendremos seres humanos físicamente sanos, de mente
alerta, con sentimientos amorosos, alegres, auténticos, creativos,
productivos y responsables. Son éstas las personas que pueden valerse por
sí mismas, amar con profundidad y luchar justa y eficazmente. Son capaces
de encontrarse en buenos términos con sus rasgos de ternura y rudeza, y
conocen la diferencia entre estas características. El contexto dentro del que
se desarrolla una persona con estas dimensiones es la familia, y los adultos
que se encuentran a su cargo son los responsables de la creación de estos
seres.

COMUNICACIÓN EN LA FAMILIA.
Las relaciones son los eslabones vivos que unen a los miembros de una
familia; al explorar distintas partes de estas relaciones podrán alcanzar un
mayor entendimiento del siste-MI:I en el que viven hoy, y despertarán en los
otros una nueva vitalidad y la alegría de trabajar en equipo.
La comunicación tiene muchos aspectos; es el calibrador con el cual dos
individuos miden la autoestima del otro.
Herramientas para la comunicación.
También es la herramienta para cambiar el "nivel de la olla." La comunicación
abarca la diversidad de formas como la gente transmite información: qué da
y qué recibe, cómo la utiliza y cómo le da significado. Toda comunicación es
aprendida; cada bebé llega al mundo con los cimientos en bruto: no tiene
concepto de sí mismo, experiencia alguna de interacción con los demás, ni
experiencia para enfrentar al mundo. Los bebés aprenden estas cosas a
través de la comunicación con las personas que se hacen cargo de ellos
desde su nacimiento. Cuando alcanzamos los cinco años de edad, es posible
que hayamos tenido millones de experiencias en compartir la comunicación.
A esta edad todos desarrollamos ideas sobre cómo nos percibimos, nuestras
expectativas de los demás y lo que consideramos posible o imposible para
nosotros en el mundo. A menos que algo muy poderoso cambie estas
conclusiones, este aprendizaje temprano se convierte en la base sobre la
cual construimos el resto de nuestras vidas.

LA FAMILIA EN EL FUTURO.
Con el fin de preparar el contexto para analizar a la familia del futuro,
retrocedamos en el tiempo y echemos un vistazo a la familia de 1900, al
iniciar el presente siglo. Entonces existían dos mundos distintos: uno era de
hombres y el otro de mujeres. Había muy pocos puentes de unión entre ellos;
el mundo masculino se consideraba superior y fuera del alcance de las
mujeres. Era un mundo de competencia, resistencia física, proezas sexuales,
hambre intelectual, dominio, dureza, poder, fortaleza y protección de los
débiles. Para cumplir con esta imagen, los hombres tenían que suprimir sus
emociones y exagerar su capacidad intelectual y física. Esto los volvía
susceptibles a las enfermedades que atacan a las personas que se contienen
en el plano emocional. Según las estadísticas, los hombres morían antes que
las mujeres desde la Revolución Industrial. Para conservar separados sus
mundos, los papeles de hombres y mujeres estaban bien definidos.
El mundo femenino en 1900.
El mundo femenino de 1900 era de corrección, suavidad, dulzura,
maternidad, atención de los niños, servicio a los maridos y buenas cocineras
y amas de casa. Se esperaba que la mujer llenara su mundo con el hogar, el
marido y los hijos; lo peor que podía ocurrir a una mujer, en ese tiempo, era
quedarse soltera, lo que era equivalente a ser una lacra social; por ello,
muchas preferían un matrimonio sin alegría, como el menor de sus males.
En la actualidad, las mujeres deciden permanecer solteras si deben elegir
entre contraer matrimonio por el simple hecho de casarse, o permanecer
solteras. Las mujeres de hoy comienzan a darse cuenta de que ya no están
dispuestas a ocupar un segundo lugar. La mujer de 1900 reprimía su aspecto
intelectual para tener posibilidades de casarse; la sociedad sostenía que los
hombres no querían unirse a mujeres intelectuales (las mujeres todavía no
se han sobrepuesto a esta idea). Sólo las más valientes y arriesgadas se
atrevían a buscar una mayor educación. Por otra parte, los hombres debían
educarse lo mejor posible.
Las mujeres y la libertad.
Las mujeres tienen libertad para elegir carreras; parte de la ética social es
que hoy, hombres y mujeres reciban una educación. A principios de siglo
debían permanecer vírgenes hasta el matrimonio; por otro lado, los hombres
no eran considerados como tales si no adquirían experiencia sexual antes
del matrimonio; este doble estándar aún tiene vigencia en ciertas regiones.
En la actualidad, la expresión sexual previa al matrimonio empieza a
convertirse en la norma de muchos niveles de la sociedad; todavía somos
muy inocentes en lo tocante a la expresión de nuestro yo sexual. No hemos
encontrado un equilibrio saludable. La mujer aceptable de 1900 debía salir
de la casa de sus padres para entrar en el lecho del marido. Tenía que
aceptar el hecho de que su marido se haría cargo de la familia, que sería la
autoridad suprema. Las leyes en algunos estados norteamericanos impedían
que las mujeres tuvieran propiedades; dependían por completo de sus
maridos, padres, hermanos e hijos para realizar transacciones financieras y
recibir apoyo.
La actualidad.
En la actualidad, muchas mujeres son las jefas de la familia o participan de
la aportación económica. Al iniciar el presente siglo, los hombres eran
dueños, literalmente, de sus mujeres e hijos; incluso los votos matrimoniales
expresaban esta posesión. La mujer debía amar, respetar y obedecer a su
marido; él sólo prometía amarla y cuidarla. En la actualidad, las personas
tienen alternativas para tomar los votos matrimoniales, y las mujeres y los
niños ya no son una propiedad legal. Debido a que las novias de principios
de siglo debían ser vírgenes, los maridos estaban encargados de su
educación sexual. Sin embargo, no todos los hombres disponían de
suficiente información para ser buenos maestros y, en consecuencia, el sexo
muchas veces resultaba poco estimulante. Mas esto no importaba, pues las
mujeres no tenían el derecho legal de rechazar la sexualidad de sus
cónyuges; de hecho, las legislaturas estatales comenzaron a castigar la
violación marital sólo hasta la década de 1970.
Planificación y control en la familia.
La planificación familiar y el control de la fertilidad eran temas de los que
tampoco sabíamos mucho. La abstinencia era el único método de control de
la fertilidad; los abortos eran ilegales, muy peligrosos y se consideraban
inmorales. Hoy, la planificación familiar es accesible para todos, y muchas
personas consideran que el control de la fertilidad es aceptable y deseable.
Los abortos son legales en algunos países, aunque aún son objeto de
controversia. En 1900, las familias eran numerosas, la mortalidad infantil muy
elevada, y muchas mujeres morían durante o después del parto. Debido a
los estragos ocasionados por las enfermedades y los accidentes, muchos
hombres también morían a temprana edad. Estos acontecimientos
provocaron un gran número de niños huérfanos de uno o ambos
progenitores. Como mujeres y niños no podían hacerse responsables de sí
mismos, a menudo era necesario formar una segunda familia; cuando moría
un cónyuge, la pareja debía casarse de nuevo lo antes posible, para crear lo
que he denominado familia mixta. Hoy es posible que tengamos más familias
mixtas que antes; sin embargo, en la actualidad son producto del divorcio, y
no de la muerte. Esto significa que los hombres a menudo se encuentran en
la necesidad de criar a los hijos de otros, lo que origina problemas
psicológicos en los padres, así como en los niños. A la vez que eran más los
varones que recibían la custodia legal de sus hijos, lo mismo sucederá con
las mujeres.
Las familias mixtas.
En términos generales, las familias mixtas —de antes y ahora— no han sido
consideradas de primera. Empero, debido a que existen muchas de ellas en
nuestros días, es necesario esforzarnos para crear una actitud de primera
hacia estas familias.
Estigma social.
El estigma social también atormentaba a cualquier individuo nacido de una
madre soltera.
La adopción.
La adopción era una posible respuesta a esta situación; las circunstancias
del nacimiento se mantenían en secreto, por decreto legal, con la finalidad
de que el niño tuviera una vida mejor. Muchas jurisdicciones todavía obligan
a mantener en secreto la información de los hijos adoptados, aunque en
muchos estados de Norteamérica existen medios para ayudar a las personas
a obtener información de su nacimiento.
Los estigmas.
El estigma de nacer de padres solteros aún impera en ciertos lugares; en
otros, es tan insignificante que las mujeres solteras en ocasiones aspiran a
volverse madres sin contraer matrimonio. Esta costumbre conlleva
importantes desafíos para la crianza de hijos saludables. Al analizar a la
familia de 1900, podríamos recibir la siguiente impresión: Los hombres
estaban en situación dominante; las mujeres eran serviles, dependientes y
tratadas como inferiores —de hecho, se esperaba que lo fueran. La relación
más común era de dominación y sometimiento; y podía ser benigna o
maligna. Aunque las mujeres eran la esencia misma de la familia, este papel
se consideraba inferior al de los hombres. Las emociones, el corazón y el
alma no tenían mucho valor en las cuestiones mundanas. Esto ha empezado
a cambiar. La nueva información médica y psicológica demuestra, sin sombra
de duda, que la longevidad y salud de los varones requiere de una
manifestación abierta y sincera de sus emociones (por supuesto, esto
también se aplica en el caso de las mujeres). Los papeles de hombres y
mujeres también han cambiado de manera importante en lo concerniente a
la igualdad de poder y valor.
Estereotipos en varones dominantes y mujeres sumisas.
Los estereotipos de varones dominantes y mujeres sumisas comienzan a ser
desplazados por relaciones de igualdad. Algunos hombres todavía se sienten
amenazados por esta situación; no están seguros de cómo tratar a las
mujeres que desean detentar un poder equiparable al suyo, y tampoco
conocen los posibles beneficios que derivarían de esta condición. Los
muchos otros que han podido superar sus entrenamientos anteriores,
experimentan una mayor libertad personal; para su satisfacción, tienen la
posibilidad de compartir las responsabilidades y cargas que antes debían
enfrentar solos (Satir, 2002).

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