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Resistencia de la posibilidad

Las prácticas de resistencia son el conjunto de movimientos que efectúa un grupo de personas en protesta sobre algo que
les incomoda.
El concepto de prácticas de resistencia navega de los análisis que Michel Foucault realiza sobre los nuevos movimientos
sociales surgidos a partir de 1968, interesándose por las estrategias de oposición a una realidad que se asume como natural.
Dichos movimientos tienen en común el hecho de plantear su lucha fuera de los criterios tradicionales de reivindicación que
giraban, hasta entonces, en torno al esquema identidad-opresión-liberación. Es a través de sus reivindicaciones que se
empieza a dotar de significado político a lo que hasta entonces era considerado del plano privado. De esta manera rompen
con los límites de lo establecido como política, asumiendo que «todo es político».
Un tema central en toda teoría de las prácticas de resistencia es la educación. Así, se logra establecer un tercer vínculo con
la desigualdad en la lógica de poder y privilegio. Cuando funcionan como exclusión, las categorías de igualdad y educación
en el análisis de los movimientos sociales, las prácticas de resistencia tienden al desborde popular que en última instancia
deviene en inestabilidad política y falta de claridad en los objetivos. Por eso, antes que superponer el control social a las
prácticas de resistencia, es importante entender la lógica de las demandas de las poblaciones inscritas como sujetos sociales
para tener un clima consistente de participación, preparación y de seguridad sobre los planteamientos.

Resistencia de los requerimientos anímicos y físicos


Los requisitos físicos a ser tomados en cuenta para la distritación se relacionan básicamente con aspectos geográficos y sociales. Los
aspectos geográficos son los más fáciles de tratar. Cuando hay características muy relevantes - grandes ríos, montañas, e incluso
grandes sistemas viales - es necesario tomarlas en cuenta para el proceso de distritación y que las delimitaciones electorales propuestas
resulten consecuentes con los rasgos geográficos y rutas de transporte. Los aspectos sociales son más difíciles de abordar. Cuando se
elige un representante para un consejo local, este puede tener el deseo de servir a un área que tenga una fuerte comunidad de
intereses. Una comunidad que tenga intereses comunes debido a servicios educativos, médicos, deportivos y recreativos puede desear
contar con "su" propio consejero o representante, por lo que no se debe simplemente tomar un número determinado de electores y
agruparlos conjuntamente ignorando los asuntos de interés local. Sin embargo, estos asuntos no deben ser más importantes que las
consideraciones de equidad. El valor del voto debe continuar siendo el factor central y las consideraciones sociales no deben implicar
que un área de 2,000 electores tenga un consejero, mientras que otra área también tenga uno con sólo 1,300 electores.
Relación con los sitios de votación
El proceso de distritación debe influir en la elección de los sitios de votación -no al revés. Una vez que se termina con el proceso de
distritación, se debe continuar con la determinación de los sitios de votación.
Uso de los datos
Para realizar el trabajo de distritación, la persona o autoridad responsable necesita contar con datos exactos y actuales. La información
relevante incluye el número de electores que hay en el área, el total de la población, las tendencias demográficas (v.gr. si la población
aumenta o disminuye de manera más rápida o más lenta que el nivel promedio), y también sobre asuntos del desarrollo (por ejemplo, si
el área está preparada para un crecimiento rápido o si el número de viviendas ha permanecido largo tiempo sin alteraciones). Cuando
hay un sistema censal y un registro de buena calidad, esta información será fácil de encontrar. También es necesario contar con mapas
exactos del área para que los límites electorales puedan identificarse fácilmente y con precisión.
Incluso con los mapas de un área, pueden surgir dificultades cuando existen viviendas informales, altas densidades de población
habitando pocas viviendas o domicilios establecidos. Se deben realizar esfuerzos particulares en tales áreas para registrar a los
electores.
Division de las áreas
El método para dividir áreas en distritos que se utilizan como recintos de votación es muy importante si el área de votación constituye
una unidad electoral empleada de manera independiente para elegir uno o más representantes. Si la división en áreas utilizadas como
recintos de votación no tiene ningún significado en términos del resultado (en otras palabras, si se agrupa a un gran número de áreas
para efectos electorales), los criterios fundamentales son la comodidad del elector y las disposiciones de la ley electoral en términos de
la distancia máxima que un elector debe recorrer o el número máximo de electores que pueden ser atendidos en un sólo sitio (si estos
asuntos están estipulados en la ley). Si no es el caso, entonces es responsabilidad de la autoridad electoral fijar los criterios aplicables
para que su personal y otros individuos involucrados en el proceso electoral sepan cómo se están tomando las decisiones. Cuando los
distritos para un tipo de elección se traslapan, la mejor solución es utilizar los distritos del nivel más bajo como base para construir los
distritos subsecuentes. Esta solución minimiza la posibilidad de confusión de los votantes y hace posible que en los sitios de votación se
manejen las contiendas electorales para dos o más áreas diferentes en la misma jornada electoral. Por ejemplo, cada uno de los distritos
del nivel más bajo puede comprender 2000 electores y elegir a un representante, mientras que en el siguiente nivel pueden conformar
un solo distrito para eligir a un representante por 8000 votantes. El número de electores debe ser el criterio principal en la distritación,
pero deben tomarse en cuenta los cambios que surjan en los índices de población, particularmente si se dan a corto plazo.

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