Para aquellas de nosotras que vivimos en la orilla
paradas sobre el constante filo de la decisión cruciales y solas para aquellas de nosotras que no podemos dejarnos llevar por los sueños pasajeros de la elección quienes amamos en los umbrales yendo y viniendo en las horas entre los amaneceres mirando hacia dentro y hacia fuera al mismo tiempo, antes y después buscando un ahora que pueda alimentar futuros como pan en la boca de nuestras criaturas para que sus sueños no reflejen la muerte de los nuestros;
Para aquellas de nosotras
que fuimos marcadas por el miedo como una línea tenue en el centro de nuestras frentes aprendiendo a temer con la leche de nuestras madres porque con esta arma esta ilusión de que podríamos hallar un lugar seguro los pies de plomo esperaban silenciarnos. Para todas nosotras, este instante y este triunfo: No estábamos destinadas a sobrevivir.
Y cuando el sol sale tememos
que no permanezca en el cielo cuando el sol se pone tememos que no vuelva a salir al alba cuando nuestros estómagos están llenos tememos la indigestión cuando nuestros estómagos están vacíos tememos no volver a comer jamás cuando nos aman tememos que el amor desapareza cuando estamos en soledad tememos no volver a encontrar el amor y cuando hablamos tememos que nuestras palabras no sean escuchadas ni bienvenidas pero cuando callamos seguimos teniendo miedo.
Por eso, es mejor hablar
recordando que no estábamos destinadas a sobrevivir.