You are on page 1of 7
[Anexo III. 4] Psicologia de las multitudes cubanas*” Israel Castellanos* ‘Abandonando el radio habitual de nuestros estudios y lecturas predilectas, damos a las columnas matemales de Vida Nueva, el presente trabajo que, como nuestro, es deficiente e incompleto, sobre la psicologia de nuestras multitudes. El tema, nuevo ¢ interesante para nosotros, presenta secretos de virgen y riquezas de filones no explotados. Los estudios de Sighele, Tarde, Ferri, Rossi, Le Bon, y Ra- mos Mejia, han descubierto todas las orientaciones de la psiquis colectivas; pero del psiquismo de las muchedumbres europeas, y hasta del de algunas de nues- tras republicas hermanas, no pueden deducirse los caracteres psicoldgicos de las nuestras, forjadas en crisoles hist6ricos distintos, combinadas con otros cuerpos de opuesta cristalizacién mental y social, por una parte, y amalgamada por la es- clavitud, la incultura, el analfabetismo, y la inmoralidad, por otra. Muchas de las, cualidades psiquicas inherentes a las multitudes de Europa y América pueden ser comunes al hombre blanco de nuestras muchedumbres, que posee, como las de aquéllas, las propiedades de los organismos evolucionados al calor de elevadas tendencias sociales, inculeadas lentamente por el medio, pero esos caracteres no encuadran en el marco psiquico de los hombres de color, caracterizados por su deficiente y escasa modelacién civilizada La concurrencia de opuestas individualidades étnicas en la compleja ¢ in- variable formacién de las multitudes, es lo que diferencia la muchedumbre cu- bana de la de otros paises. No se trata de caracteres secundarios como el género de vida, ocupacién, cardcter ¢ inteligencia, sino de un factor tan fundamental » Israel Castellanos: “Psicologia de las multitudes cubanas”, Vida Nueva, Afio VIL, n° 11, 1915, pp. 246-251. * ISRAEL CASTELLANOS nacié en La Habana en 1891. Graduado de Medicina e in- fluido por Lombroso y Ferri, dedicé su vida a la Medicina Legal y a los estudios de Antropo- ogia, Criminologia, llegando a ser considerado una de las figuras mayores de su especialidad Nombrado Profesor Correspondiente del Instituto Espafiol de Criminologia por la Universidad de Barcelona, recibié numerosos reconocimientos. Fue director del Gabinete de Identificacién Criminal de Cuba, Autor de mas de un millar de articulos de su especialidad, publicados en Cuba y el etranjero. Destacan entre sus obras: La mano del loco y el criminal, La mujer criminal en Cuba, La Talla de los delincuentes y Medicina legal y criminologia afrocubanas. Murié en Puerto Rico, Para més informacién consultar las paginas 167 a 170. 271 como la raza, que, al decir de Le Bon, “es el campo invariable en el cual germi- nan todos nuestros sentimientos”. Y es tanto mas contrastable esa desemejanza, si consideramos la influencia de nuestro reciente pasado colonial, no limpio del rescoldo de la esclavitud, ni de la accién estratificadora de la opresion, de la ignorancia ¢ incuria que disociaba los elementos antropolégicos de nuestro suelo. La variacién ripida y completa de las fases de nuestra historia, de nues- tras instituciones al pasar de su estrecha vida colonial a un desenvolvimiento libre y democratico, determiné la precipitacién de todos esos cuerpos impuros en los 6rganos de nuestra constitucién social, a los que han Ilevado su vigorosa afinidad africana, su cohesién instintiva e inculta Elestudio completo de nuestras muchedumbres debe estar estrechamente unido a los periodos de nuestra historia, pues de ella parte el origen y la expli- cacién de los fenémenos y manifestaciones del alma colectiva. Ramos Mejia, al estudiar las multitudes argentinas, no ha olvidado el rigor cronolégico como otros autores. La psicologia de las multitudes no solo se reduce al colorario spenceriano: Jos caracteres del agregado son determinados por los caracteres de las unidades que lo componen, tan coreado por los estudiosos del alma colectiva, pues es necesario, también, tener en cuenta la época en que acta y el medio en que se cultivan esos caracteres. No todo debemos explicarlo bajo el punto de vista natural, por la sangre, porque si es verdad que no se nace, no es menos cierto que se transforma bajo la accién de lo que Agustin Alvarez lama “la fabrica moral, del ambiente espiritual”. Cuando nuestros elementos de color se amalgamaron con la poblacién blanca para componer y caracterizar las nuevas formas de la vida independiente, como procedian de un ambiente hostil, semi-barbaro y de miseria moral, neutralizaron su combinacién social y por la ley biolégica solo ocuparon el lugar correspondiente a su grosera densi- dad fisica e intelectual. La psiquis africana, en ciertos nucleos y en no pocos aspectos sociales, dilaté su accién, haciéndola més vigorosa, pues apoderandose de blancos in- feriores, de sujetos rezagados, multiplicaba sus manifestaciones, dandoles for- mas perdurables. El sentimiento, la mentalidad de la gente de color fue difun- diéndose en los bailes publicos, en las fiestas de los barracones, en los dias de Reyes, ete. Los blancos en contacto con ese medio negrero, de bullicio y de sensualidad, paulatinamente fueron adaptandose a esas irradiaciones del po- pulacho afrocubano. Los impulsos, los gestos, la nociva inconciencia de esa promiscuidad, desgastaron la aversién del elemento ineducado blanco, que con su contaminacién dio mayor volumen a las manifestaciones populares del con- glomerado afrocubano, 272 En la actualidad no existen en Cuba multitudes blancas, muchedumbres compuestas por miembros de esta raza exclusivamente, pues el factor negro no es ajeno a ningtin acto de nuestra vida colectiva. En cambio, tenemos multitu- des casi formadas en su totalidad por hombres de color, las comparsas carnava- lescas, por ejemplo. El privilegio de las manifestaciones colectivas ha estado siempre en poder de los negros; éstos, desde la época espafiola, disfrutan del predominio en el alma popular: obtenida por ellos en los dias de Reyes, que han sido la suprema apoteosis de la muchedumbre africana. Desaparecido el dia de Reyes, como dice Fernando Ortiz, “el Africa salvaje con sus hijos, sus vestidos, sus misicas, sus lenguajes, sus cantos, sus bailes y ceremonias, se trasladaba ‘a Cuba, especialmente a La Habana”, se ha difundido, superviviendo en las comparsas y en las multitudes de hoy, la influencia del psiquismo africano en las muchedumbres cubanas, lo que se observa en una gran cantidad de curiosos ¢ interesantes detalles. Y es casi natural que asi aconteciera, dada la cohesion, el vigor con que se permitia manifestar el espiritu colectivo de los naturales del continente negro. Refiriéndose a los dias de Reyes, tan felices y memorables para los afrocubanos, pone Fernando Ortiz. de manifiesto la afinidad del popu- lacho negro: “La esclavitud que friamente separaba hijos y padres, maridos y mujeres, hermanos y compatriotas, atenuaba aquel dia su tiranico poderio y cada negro se reunia con los suyos, con los de su tribu, con sus caravelas, en la calle, trajeado ufano con los adornos de su pais, dando al aire sus monétonos € incesantes canturreos africanos, aturdiendo con el ruido de sus atabales y demas instrumentos primitivos”. Ramén Meza ha hecho una feliz descripcién del dia de Reyes: “Por donde quiera se formaba un gran corro. Los enormes tambores se colocaban a un lado a guisa de bateria. A horcajadas sobre ellos batian incansables los tocadores con sus callosas manos, a las cuales se ataban esferas de metal o maderas hue- cas Ilenas de granalla y rematadas por plumas, el terso cuero de buey, agitando los hombros, crujiendo los dientes, a medio cerrar los ojos como embargados por fruicién inefable. En el centro del corro bailaban dos o tres parejas, hacien- do las més extravagantes contorsiones, dando saltos volteos y pasos, a compas del agitado ritmo de los tambores. La agitacién y la alegria rayaban en el fre- nesi. El capitén, aquel conjunto de piel, huesos y nervios, aquella pobre arpa desvencijada, seguramente que recordaba sus dias de juventud, pues que no tan solo vociferaba hasta enronquecer, sino que entusiasmado, entraba a menudo a formar parte del grupo de bailadores. El de la banderola la hacia flamear pasdn- dola sobre el grupo. Las abundantes plumas de pavo real que Hlevaban atadas a la cabeza los bailadores, estremecidas por sus agiles movimientos, brillaban con tomasoles metilicos a la luz que sobre aquel abigarrado conjunto dejaba 273

You might also like