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Así trabajan los presos en las

cárceles españolas
http://www.elmundo.es/espana/2015/06/25/557e901722601d29518b4570.html#comentarios

RAQUEL QUÍLEZ
JAVIER NADALES (Vídeo)
Actualizado:25/06/2015 09:23 horas

Presos de la cárcel de Segovia cuentan su experiencia.

Campo. Pájaros trinando. Un entorno casi bucólico nos introduce a un centro


penitenciario. Ante las puertas, un parque infantil desierto. Lo ocuparán los
niños que visiten a sus padres presos. En el vestíbulo, una lámina con el
artículo 25.2 de la Constitución dicta los principios que rigen la vida dentro.

Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad


estarán orientadas hacia la reeducación y la reinserción social
y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado (...)
tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios
correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a
la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.
El derecho al trabajo, a la reinserción. Para comprobarlo entramos a la
prisión de Segovia, donde cerca de un centenar de los 360 internos están
empleados esta mañana de junio. Así se trabaja en las cárceles españolas.

Tras varios controles de seguridad se accede a un patio perfectamente


compartimentado. Talleres y cocinas, aulas, instalaciones deportivas... Al
fondo, las celdas. Jardines cuidados por los propios presos dan color al
ambiente. Son las 11.30 de la mañana y siete internos se afanan con dos
cocidos que hierven en ollas inmensas. Una, con la versión para cristianos. Al
lado, la que comerán los musulmanes, sin cerdo. Son alrededor de 60 en
este centro.

14 internos en turnos de cinco horas y acompañados por profesionales


externos preparan cada día tantas dietas como dicten los médicos para los
presos. "Esto es como un hospital. Cada uno está en unas condiciones,
tiene unas necesidades y hay que mantenerles aquí", explica el cocinero.
Comida sin sal, merluza al horno, verduras... Las instalaciones de la cocina y la
calidad de los productos que enseñan no admiten réplica. Cuando terminan,
otros presos distribuyen la comida por los 10 módulos del centro. Al lado, en la
panadería, tres más producen 1.200 unidades de pan al día. Los miércoles y
los fines de semana también se les da un bollo a los internos.

Guimar, de 27 años, es uno de esos 'panaderos' desde hace año y medio. (Por
motivos de seguridad, la información personal y la condena de los presos están
vetados en este texto). Empieza a moldear la masa a las siete de la mañana y
termina cerca de la una. Seis horas que evita estar encerrado en su
módulo, seis horas que roba a la rutina de su condena.

"Aquí es importante tener trabajo porque te quita muchas horas de pensar.


Además te ayuda a vivir sin ser una carga para la familia, incluso a mandarles
dinero", afirma. Lo suyos, fuera, le cuentan lo que cuesta encontrar trabajo. "Yo
siempre había trabajado en la construcción, de fontanero, de albañil.... Hace
dos semanas vi a mi padre, que también se dedica a eso, y me dijo que tiene
que hacerlo todo muy barato, que está difícil...". Para conseguir su empleo en
prisión, Guimar hizo un curso de formación de 560 horas y la Junta de
Tratamiento consideró que era el más apto para el puesto. De los 65.659
presos que llenaban las cárceles el pasado marzo, 12.436 trabajan y
reciben un sueldo.
En esta gráfica puede consultar la evolución de la población carcelaria en
España desde 2007 y la relación entre el número de internos que trabajan y la
siniestralidad laboral. | Gráfico: Juan C. Sánchez

Permisos y reducciones de condena


"La Junta de Tratamiento de cada prisión, integrada por trabajadores sociales,
psicólogos, juristas y funcionarios, valora las habilidades y necesidades de los
presos", cuenta el director de la cárcel, José María García. Los elegidos para
trabajar reciben un sueldo, cotizan a la Seguridad Social, ocupan horas de
condena y aprenden un empleo que podrá servirles fuera. Y ven acercarse la
puerta. "Todo se evalúa, todo suma, y si reciben buenos informes por su
trabajo, les beneficia a la hora de conseguir permisos y reducciones de
condena", explica García.

La actividad laboral de los presos se considera una relación de carácter


especial por el Estatuto de los Trabajadores (Ley 8/1980, de 10 de marzo), y
cuenta con las prestaciones sociales de cualquier trabajo por cuenta ajena.
Todos los internos están afiliados al régimen general de la Seguridad Social,
tendrán derecho a subsidio de desempleo y las retribuciones están
referenciadas al salario mínimo interprofesional (648 euros), aunque muy
pocos llegan a cobrar eso.

"Es sólo una referencia que va ligada a la productividad, la dedicación y las


horas. Generalmente, el sueldo disminuye -de media ronda los 300 euros-
pero también hay casos como los de la cárcel de Ocaña, donde tenemos a una
empresa con más de 300 trabajadores y muchos presos cobran más", explica
José Suárez Tascón, gerente de Trabajo Penitenciario y Formación para el
Empleo (TPFE), el organismo que organiza la actividad productiva y emplea a
los presos; el empleador en sus nóminas.

Empresas externas en las prisiones


En Segovia, el trabajo remunerado se centra en talleres de producción textil, en
los que los presos fabrican los uniformes de los funcionarios, y en servicios
para autoabastacer el centro. Aquí no vemos empresas externas, como sí
ocurre en otras cárceles de España. Son las tres patas en las que se divide el
trabajo penitenciario. De acuerdo con las estadísticas del tercer trimestre de
2015, la media de internos en talleres de servicios era de 9.158, en talleres de
producción propia, 305, y en empresas externas, 2.960. Hay actividad
productiva en textil, carpinterías de metal y madera, imprentas, agrícolas,
cocinas, lavanderías, mantenimiento, economatos, jardinería...

Sectores de trabajo
Estos son los tres ejes en los que se divide el empleo y el número de presos
que trabaja en cada uno de ellos. | Gráfico: Juan C. Sánchez

La actividad más controvertida es la que afecta a empresas privadas. Éstas


llevan su producción a las prisiones y el Estado se hace cargo de la mano
de obra -las retribuciones de los presos y su Seguridad Social-, las
instalaciones y sus gastos correspondientes, como agua y luz. Hay
auténticas naves industriales dentro de las cárceles. Instituciones
Penitenciarias reconoce en su memoria que "se realizan procesos productivos
de importantes empresas del sector industrial español" y, aunque la relación
está regulada por un convenio público, evitan dar sus nombres "por motivos de
imagen y seguridad".
¿Reciben demasiados beneficios? "El proceso tiene una serie de ventajas para
las empresas, como las instalaciones o que no pagan la seguridad social, pero
no siempre les sale tan competitivo. Yo no tengo cola esperando a venir a la
cárcel. Hay unos 12.500 presos trabajadores, pero tenemos instalaciones
para 20.000. Hay talleres equipados y vacíos porque no tenemos
empresas que traigan su trabajo. Hay que entender que las personas
privadas de libertad tienen connotaciones, un día producen más y otro, menos,
mejor o peor.... Algunas se han ido, como una que llevaba tiempo con nosotros,
pero la ha comprado una multinacional y se la ha llevado a Marruecos, pero
también hemos conseguido repatriar a otras para trabajar en las cárceles
después del éxodo de estos años", añade el gerente.

Críticas al sistema
No todos comparten su visión. "El proceso tiene un punto perverso ya que
puede darse el caso de que una misma empresa tenga a trabajadores
dentro de prisión haciendo el trabajo por un tercio del salario por el que lo
harían fuera", denuncia Valentin Aguilar, de la Asociación Pro Derechos
Humanos de Andalucía y una de las voces críticas con el sistema de trabajo
penitenciario español.

¿Intervienen las empresas en el proceso de selección? "No, lo único que hacen


es llevar su actividad a la cárcel, pero es obvio que también tienen voz,
necesitan una productividad mínima para que les sea rentable estar aquí. Si la
Junta de Tratamiento selecciona a personas que no dan la talla y no son
productivas o porque no saben o porque no quieren, no podemos obligar al
empresario a que los mantenga. No están para hacer una obra de caridad.
Es un entorno laboral en toda regla", cuenta Suárez Tascón.

Valentín Aguilar persiste en la crítica: "Trabajar en prisión es un tesoro para el


preso porque le abre la puerta a permisos y le da dinero para mandar a casa,
pero es un tesoro envenenado por varias razones. Primero, porque al ser casi
siempre a tiempo parcial, la retribución y la cotización son muy bajas. Al salir
tienen derecho al subsidio de desempleo pero suele ser bajísimo y
durante poco tiempo y, a cambio, se anula su subsidio de excarcelación,
que es mayor en tiempo e importe -426 euros durante un máximo de 18
meses-. Además, en su vida laboral aparecerá marcado como empleador
'centro público', algo que sólo se aplica a instituciones penitenciarias y centros
de reforma, lo que le condiciona de cara a posibles contrataciones cuando esté
fuera", dice este abogado de profesión.
Asegura además que existen denuncias de presos que afirman que han
trabajado más horas de las que les pagan. "El principal problema es que el
trabajo se desarrolla en un lugar oculto en el que no hay fácil acceso a la
atención jurídica. No hay ninguna forma de acreditarlo y los presos no tienen
derecho a la acción sindical, lo único que pueden hacer es acudir al juez de
vigilancia penitenciaria", explica.

"Consideramos que una solución para disipar las dudas sería que los sindicatos
entrasen a las prisiones para saber realmente qué ocurre y acabar con la falta
de transparencia y, por tanto, la falta de posibilidad de control", cuenta. Añade
también que no existe la figura del despido ni hay "un criterio definido ni para el
cese ni para la incorporación a un trabajo".

Imagen histórica de los talleres de carpintería en el Penal del Dueso (Santoña).


Foto: Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo.

Cárceles que se autoabastecen


En el taller de confección de la cárcel de Segovia, Radu corta el cuello de una
camisa. Es un hombre delgado, de mirada tímida. "Venir todos los días me
sirve para salir del módulo, y aquí es mejor, hay más libertad y ocupo el tiempo.
Y así no molesto a mi familia porque tengo para mis gastos y puedo mandar
100 euros todos los meses a mi mujer y a mi hijo", cuenta en un castellano
difícil.

En Segovia se confeccionan los uniformes que llevan los funcionarios de


prisiones y se centraliza su distribución a toda España. "Antes teníamos
talleres de mecánica y madera, pero el pinchazo de la burbuja inmobiliaria hizo
que cayese la demanda", cuenta el director de la prisión.

19 presos trabajan con las máquinas, cortando y cosiendo patrones. María


José, la maestra de taller, no les quita la mirada de encima. "La verdad es que
agradecen trabajar, sobre todos los extranjeros. Te dicen, 'A mí me hubiese
gustado trabajar fuera, si hubiese podido, lo habría hecho...'. Y hay gente muy
joven, como éste de 25 años, que nunca había trabajado y agradece hasta que
le regañes -cuenta, señalando a uno de los internos- Supone una disciplina,
una obligación, no piensan en la condena que tienen por delante... Pero,
obviamente, no todos responden de la misma manera".

Radu trabaja confeccionando los uniformes de los funcionarios. Manda 100


euros a su mujer y su hijo todos los meses. | Foto: Javier Nadales

Al emplear a los presos, las cárceles españolas se autoabastecen y


reducen los costes del personal externo. Dinero que se ahorra la
Administración. El propio gerente del TPFE pone de ejemplo las cocinas:
"Tenemos a 1.796 personas trabajando y hacemos el 100% de la actividad en
alimentación. Ahora estamos dando la alimentación a una media de 3,77
euros por día e interno y si lo comparamos con Cataluña, que tiene el servicio
externalizado, está pagando entre 12 y 14 euros por persona. O en Las Palmas
cuando yo llegué estaban pagando a 9 o 10 euros el racionado. Imagínate si lo
multiplicas por cada interno el ahorro que supone. Ya no es sólo que emplees a
presos si no los 6 o 7 euros que te ahorras por cada uno al asumir tú la
gestión", dice Suárez Tascón, el gerente del TPFE.

"La ropa de cama también se fabrica dentro de los centro penitenciarios y se


vende fuera y en los economatos tenemos un sistema de compras
centralizadas por el que conseguimos precios bajos que nos permiten luego
generar beneficios con los que pagamos parte de la formación de los internos.
Esta entidad no tiene como fin conseguir beneficios si no la integración y la
formación de los presos, pero tenemos un sistema que nos permite casi
autofinanciarnos", cuenta. La cárcel también busca el pleno empleo y centro
como los de Daroca y Ocaña I y II casi lo han conseguido.

Prisiones especializadas
En Estremera (Madrid) más de 100 presos trabajan montando piezas
para ascensores de una importante empresa.
Más de 130 internos de Daroca (Zaragoza) montan pequeñas piezas
para vehículos.
En Jaén se confecciona la ropa laboral que usan los internos que
trabajan en los talleres de los centros penitenciarios.
La cárcel de Valdemoro (Madrid) está especializada en el trabajo de
imprenta. Imprimen parte del material de Instituciones Penitenciarias y
el Ministerio de Interior
En Ocaña I se manipulan los lotes higiénicos que se entregan a los
presos y se distribuyen a toda España, excepto Cataluña.
Los presos de Córdoba confecciona toda la ropa de cama de los
centros penitenciarios.
En Ocaña I y II cerca de 180 internos trabajan montando piezas para
equipos de aire acondicionado.
Los presos de Segovia, Topas, Soto del Real y El Dueso confeccionan
los uniformes de los funcionarios de prisiones.

Talleres de formación
Antes de obtener un trabajo, los presos pasan por talleres de formación y
reciben un título del que podrán servirse cuando estén fuera -TPFE invierte
cada año cerca de 15 millones de euros en formación-. La paradoja es que no
hay ninguna forma de saber si es efectivo, cuántos lo aprovechan cuando
acaba su condena. "Una vez que salen de prisión no hay ningún seguimiento.
No sabemos si trabajan o no, dónde ni durante cuánto tiempo", confiesa el
gerente.

En uno de los talleres de formación de Segovia, el de maquinista de confección


industrial, 15 presos han tenido examen esta mañana. ¿Qué es un patrón?
¿Qué es una tara? ¿Qué es un piquete y para qué sirve? Algunos no
contestan, otros no saben escribir... Nos enseñan lo que están aprendiendo,
bromean. La media de edad no supera los veintitantos. Es inevitable
preguntarse qué habrán hecho para terminar presos.

Cuando el reloj marca las 13.00 los internos comienzan a regresar a sus
módulos. A las puertas del taller, un detector de metales evita que se lleven
ninguna herramienta. El cocido está preparado en las cocinas.

@raquelquilez / @jotanadales / @_JuanCsanchez_

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